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u
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La lectura deE l
narrador
retomando aquella de xperiencia
ypobreza constituye una excelentei n t r o d u c c i n a laestticam o-
derna en t r m i n o s del shock. Laes t t icamoderna seraentonces
una
es t t ica
del shock con laruina de fondo de la
esttica tradi-
cional, la cual era narrativa y dedicada a lo
b e l l o B e n j a m n
parte de una
consta tac in h is t r ica ;
los soldados de
in fan ter a
vuelvendel frente, mudos:
La cotizacin
de la experiencia se ha derrumbado, y todo
nosindicaquevaa seguir cayendo [...]Con la guerramun-
dial comenz
ahacerse patente un proceso que no se ha
detenidodesdeentonces. No seobservalacabarlaguerra
que la gente
volva
enmudecida del frente? No
m s
ricaen
experienciacomunicable, sino mucho ms pobre. Lo que
diez aos despus
se
der ram
en la riada de libros sobre
la
guerra era cualquiercosamenos experiencia
transmitida
oralmente.
Yeso no eraextrao.
Pues
ninguna experiencia
ha sido ms irmementedesmentida [... ] Una
generacin
quehaba idoalcolegioempleandoel tranvade caballos se
encontraba ahora al aire
libre
y en una
regin
en la que lo
n icoque nohabacambiado eran las nubes; y bajo ellas,
en
un campo de fuerzas de torrentes destructivos yexplo-
siones, el
diminuto
yfrgilcuerpo humano'^ .
Benjamn W. Goethe.
E nCEuvres
T.
2.
Pars: Gallmard
2000.
Benjamn
W., Le
narrateur. Rflexions
sur l oeuvre de
Nicols Leskov.
En Rastelli raconte... 1955-1987, p. 146.
Trad.
esp.,
Benjamn
W., El
narrador.
Consideracionessobre laobrade Nikoli Leskov.E nObras libroII vol. 2. Madrid:
Abada,
2009, p. 42.
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Benjamin
fue un gran lector del l t i m o Freud, pero a pesar
de la
proximidad
con su
c o n s t a t a c i n
que trata sobre las patolo-
gas de guerra, sobre la repe t ic in sin fin del trauma en los sueos,
podemos plantear una
h ip tesis
que no va inmediatamente en el
sentido de la psicopato log a . Nos
parece
que es necesario tom ar
en serio las l t imas l neas del texto de Benjam in, aquellas qu e
conciernen al paisaje que ha sido modif icado y que recuerdan el
comienzo deExperiencia ypobreza:
En nuestros manuales de lectura figuraba la fbula del
hombre
viejo
que en su cama de moribundo hace creer a
sus hijos que un tesoro estescondido en su viedo.Ellos
tienen simplemente que buscar. Los hijos cavan, pero no
hay huella del tesoro. Cuando llega el
o too ,
no obstante,
el viedo da como n ingnotro en el pas.Ellos compren-
den
entonces
que su padre ha querido legarles el
fruto
de
su experiencia: la verdadera riqueza noesten el oro, sino
en el trabajo.
Se trata evidentemente de una recuperac in de la fbula de
Esopo: El
labrador
y sushijos. La c o n d i c i nmaterial de la expe-
riencia narrativa y de una estticade lo bello se deja
entonces
e n-
trever:hac a
falta
que el
territorio
de los hombres sea estructurado
po r lo que Simondon l lamarpuntos claveP^;es decir, figuras que
se desprenden de un fond o as como tantos p untos de referencia
naturales
rboles, rocas
aisladas, cursos de
agua
y lagos, cimas
de m o n t a a s , grutas, etc.). Brevemente, todo aquello de lo que
trata latopograf ay que ella nombra. Los puntos-claves son para
l tant o articulaciones de fuerzas de fondo de la naturaleza co mo
figuras culturales, son pun tos de pasaje energ t icosde la forma y
Simondon
G . ,
Dumoded existence
de s
ohjets techniques.
Pars:Aubier
1989.
Hay traduccin espaola. BuenosAires:E d. La Cebra.
128
de la
figura
que, ligados los unos a los otros en red, constituyen
la primera a r t icu lac in de nombres propios sobre la cual las re-
des propiamente sociales se e laborarn .Simondon describe as la
fase
mgica de la evo luc in humana, antes del
desfase,
es decir
el divorcio,
entre el mundo fragmentado de las figuras
tcnicas,
po r un lado , y, por otr o, las
grandes
religiones que son siempre
totalizantes puesto que provienen del fondo.
La experiencia del shock h a b r a sido la consecuencia del
des-
moronamie nto de las redes de nombres propios, cuando el suelo
deviene irreconocib le y sobre los frgiles cuerpos humanos no
subsisten sino las nubes, las
cuales
no pueden ser nombradas en
su
singularidad.
Po d r a m o s llamarzond^^a un
territorio
sin pun-
tos-claves, siendo evidentemente el
caso
de la zona de combates
constantemente
arada
por millones de
granadas,
pero t a m b i n la
zona periurbana que descubrimos, por ejemplo, en el
film
Mila-
gro enMiln deV i t t o r i ode Sica, de 1951.
La experiencia del joven Benjamin es esencialmente urbana,
es aquella de Ber l n , y m s precisamente de una ciudad donde
cada
uno ten a su lugar a
causa
de su familia, del
estatus
social de
esta l t i m a . Es
entonces
aquella de un lugar estrechamente cir-
cunscrito donde el descubrimiento de fronteras no se har sin i n i -
ciadores. LaCrnica deBerlM^^ cuyo manuscrito
(Ibiza,
1932) ha
sido elaborado y editado p or Scholem ^^, es en
este
punto preciada,
A
confrontar con la
nocin
de no-lugar particularmente enNon-lieux,
introduction
u ne
anthropologie
de lasurmodemit
1992 Le Seuil De Auge M . Ver
tambin Lyotard,
J . - E,
Zone. EnMoralitspostmodernes
1993
Galile.
Crnica
de
Berln dehapreparai
InfanciaenBerlrr,
u n
cierto
nmero
detextos
escritos en un cuaderno son retomados en
Infancia,
pero notodos.
Estaescritura
con
hojas intercaladas que permanecieron
vrgenes, deba
permitir a
Benjamn
volver a
ciertos puntos.
Benjamin W., crits
autobiographiques,
edicin
de 1970 pp. 241-328. Trad.
esp. Benjamin W. Crnica de Berln. En Personajes alemanes. Barcelona:Paids,
1995.
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puesto que entrega elementos para una teo r adel lugar, sin el cual
no hay acontecimiento.
E s
necesario recordar que u n acontec imiento siempre es
confirmado
en la posteriorida d, puesto que necesita u n tiemp o
de inscr ipc in para u n testigo o una colec tivi dad de testigos?
Ciertamente, pud o haber hombres tocados por su vivencia in -
mediata, pero para que el acontecer del acontecimiento devenga
una certeza ser necesario el d e p s i t o del tiempo sobre aquello
que
debemos
llam ar superficie m n m i c a , i n d i v i d u a l y colectiva,
para que ese
d e p s i t o
sea inscrito y deje huella^^^. Esta superficie
es una superficie de r e ) p r o d u c c i n . Lo que p o d r tomar mucho
tiempo:
todos no son susceptibles s i m u l t n e a m e n t e. De
esta
ma-
nera, Goethe, en la batalla deValmy, fue el n i c o en comprender
inmediatamente que
este
c a o n e o confuso entre dos campos era
digno de ser elevado al rango de aconte cimiento relevante (laca-
da del
A n t i g u o R g i m e n ) ,
mientras que para los oficiales de las
armadas
aliadas no h a b asido sino ruido y confusin .
La inscr ipc in de un acontecimiento es un tener
lugar
es su
devenir huella
memorial.
Ha y
entonces
una
retroactividad,aque-
lla
de lac o n s t i t u c i nde un testigo de pleno derecho, que consiste
t a m b i n en un posicionamiento. El tener lugar es
entonces
do-
ble: consiste t a m b i n en una localizacin geo-grfica. Es lo que
c o n f i r m a r n esasplacas
que pueden marcar hoy en da un campo
de batalla como los Campos de Abraham en Quebec,
c lebre
in -
te rvencin donde los
franceses
p e r d e r n Ca n a d
ante
los b r i t -
nicos, en pocos minutos en la explanada que sobrevuela el Saint
Laurent. E l acontecim iento es un tener-lugar en el tiemp o que
supone
un cierto lugar en el espacio. Peroesta
segunda
c o n d i c i n
Dot te J. L . La technologie freudienne. Rancire Benjamin et Freud.
En M iroirs appare ih et autresdispositifi ouvr.
Coll . Phay-Vakalis
Soko).
Pars:
LHarmattan
2008.
130
puedefallar:
en el
caso
de una
desapar ic in po l t ica
por rapto, el
ind iv iduo es literalmente aspitado, tragado. Incluso si ha hab ido
testigos,estosno p o d r nsituar sino el lugar del rapto, no aquel de
la desapar ic in que p e r m a n e c e r secreto'^ ^. Pero el terreno
puede
ser t a m b i n constantemente arado, es la tierra misma la que est
en s i t u a c i n de shock,
inutilizada
para dar lugar ''.
Este
serel
estado
de
Pars
luego del
paso
del
c ic ln
de su
m o d e r n i z a c i n
rea-
lizada
por el prefecto Haussmann , o aquel del barrio Alexander
Platz, marco de laclebrenovela de D o b l i n ,d ebido a que las ave-
nidas que c o n d u c a n
hasta
ah fueron a menudo destruidas por
los trabajos. Podemos
entonces
asociar la exper ienc ia- l mi te del
soldado de la Primera Guerra M u n d i a l con aquella del habitante
de las ciudades; Baudelaire esa q u un excelente gua.
E n Crnica deBerln, Benjamin va
entonces
a intentar es-
tablecer un inventario de su infancia:c m o la ciudad const i tu a
entonces
una red habitual de nombres propios que hacen posi-
ble una experiencia narrativa. Pero aht a m b i n ,el tener-lugar, la
huella,
no pueden ser establecidos inmediatamente. Ser
necesa-
ri ohaber padecido la prueba del desarraigo, luego aquella de la
escritura.
E l
primer gu a de la ciudad fue la inst i tu t r iz {Kinderjrdu-
leiri :
Benjamin emplea m sadelante elt r m i n o Fraulein seor i -
ta )para designar a la muerte.
E l
segundo fue el descub rimiento a los
tres
a o s
del amor:
Ariadna
(Louise von Ladean) cerca del labe rinto del Tierg arten .
A q u resurge la seorita,pero como una
especie
de fra sombra
que
hace desaparecer
al ser amado.
Cortzar J . La deuxime fois. En
Fafons
deperdre
1977-1978, Gallimard.
Giono, J . LeGranTroupeau 1931. La tierra informe deviene un inmenso
estmago
abierto hacia el cielo que traga hombres, caballos,
caones.
De esta
experiencia Giono concluye que es necesario un pacifismo radical.
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Pero lavivenciainmediata no basta para la c o n s t i t u c i n de la
experiencia,
es necesario a n que esta sea impedida. Benjamin es-
cribeque n o se deviene maestro sino solo en un dominio donde
se ha conocido la impoten cia [< . . . ] . La impote ncia que se alberga
en
el
c o r a z n
del esfuerzo
e m p r e n d i d o .
Esta impotenc ia ante la
ciudad t e n a
u n doble fundamen to: por una parte, un m uy mal
sentido de o r i e n t a c i n , desde entonces la madre de Benjamin,
que transformaba todo en test de aptitud, sospecha de su capaci-
da d para circularen la ciudad. De donde viene un buen n m e r o
de ineptitudes
p rc t icas
reactivas, a saber: una apraxia, y de ah
una resistencia a las aptitudes ms comunes. Benjamin, por su
esp r i tu
de resistencia, caminaba siempre algunos
pasos de t rs
de
ella,
lo que t en a el do n de exasperarla: Q u i n sabe, sin embargo,
c u n t o de aquello influy en mis actuales
paseos
por las calles de
la ciudad. Pero, sobre todo, he de agradecerle aquella mirada que
parec ano ver la tercera parte de lo que tena delante ^^.
Segunda discapacidad entonces, una semiceguera: estar
siempre tres
pasos atrs
de su madre y no ver claramente, de ah
la
necesidad para el adulto de una
invencin tcn ica ,
el
r b o l
ge-
nealg ico de encuentros. Es entonces una p r tesis (el rbo l ) que
tiene suorigen en la posterio ridad del retraso. Podemos plantear
la h ip tesis de que si Benjamin hubiera estado siempre presente
al
lado de su madre, caminando a su lado, a su velocidad, no
h a b r a
tenido ese defecto que ha hecho necesaria la
p r tesis
ideal:
el
mapa de
c o n d u c c i n .
Estar presente en... es estar en la ence-
guecedora simbiosis, la cual no permite establecer la distanc ia que
solo hace posible la iden t i f icac in del lugar. Para decirlode otra
manera, el mundo v iv ido , el medio natural, die Umwelt es el
mundo
del arraigo, el cual tiene sentido, sin tener
significacin.
Benjamin
W. op. cit. pp. 244-245. Trad. esp. Crnica deBerln op. cit.
p.
22.
132
Pasamosde uno al
otro,
de lo v iv ido al mapa, por med io de nom-
bres propios reunidos en red, pero t a m b i n por medio de esos
casi-nombres propios que son las fechas en una c rono log a , los
nombres de un lugar sobre un mapa, en breve nombres de me-
dida: long i tud , la t i tud , o r ien tac in
polar, etc. Este pasaje supone
u n
desarraigo. Es una ruptur a. Es,
s e g n
Husserl ^ , la
r azn
por
la cual la ciencia europea ha entrado definitivam ente en crisis.
Ustedes asisten exist encialmente a la salida y a la puesta de l sol y
piensan e s p o n t n e a m e n t e que el Sol gira alrededor de la Tierra.
La
ciencia copernicana rompe con esta ing enuidad . A la inversa,
le
corresponde a la
f e n o m e n o l o g a
el restituir la posibilidad de la
ciencia
copernicana a partir de una
s i t u a c i n
de arraigo
or iginal.
Hace yatiempo, aos para ser exactos, que le estoy dando
vueltas a laposibilidad de organizar
biogrficamente
el es-
pacio
de la vida en un mapa. Antes que nada se me impone
la
necesidad de un plano
gua.
H oy me
apetecera
coger un
planogeneral militar del
interior
de la ciudad si lo hubiera.
[...]
Me
he inventado un sistema de signos, y sobre
el
fondo
grisdetal plano irn varios colores hasta que sedistingan cla-
ramente toda una serie de lugares: lascasas de mis amigos y
amigas; los espacios de
reunin
de algunos
colectivos, desde
lassalas de conversacin del Movimiento de la Juventud
hasta lassedes de
reunin
de
las
Juventudes Comunistas; las
habitaciones de hoteles y burdeles que conoc durante una
noche; los poderosos bancos del
Jardn
de los
Animales;
el
caminode la escuela; las tumbas que v i ocupar .
Benjamin, en Pars, establecer
este
grfico que esquematiza-
ba su
vida
berlinesa, parecido a una serie de rbo les genea lg icos.
Esta hoja se
p e r d e r
y l la
r e c o n s t i t u i r
de memoria.
Husserl
E .
L Arche
originaire
Terre
nese
meutpas.Pars: Ed.Minuit
1934.
Benjamin W.
op. cit. p. 246.Trad. esp. op. cit. p. 23.
133
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La ciudad, cuando deja de ser el lugar de combate por la
vida,
...
conduce
hasta
la
fantasa
[...] se toma la revancha en el
recuerdo. [As]el velo que ella misma ha tejido en loocul-
to
de nuestra propia
vida
muestra menos la
figura
de los
hombres que la de los
escenarios
en los que nos tropezamos
con alguien o con nosotros mismos. En la tarde de la que
quiero hablar mesenten una salita
interior
delCaf des
Deux Magots, en St. Germain des Prs,donde habaque-
dado citado con alguien que ahora no recuerdo.
All
me
sobrevino de pronto y con inusitada fuerza un pensamien-
to :construir algoas como unesquemagrficode mivida.
Enese mismo instante
supe
qu haba que
hacer.
Partde
una cuestinbien sencilla con la queescudrimi
pasado,
y
las
respuestas
se iban dibujando casi por s
solas
en una
hoja de papel. Uno o dos aos despus perdaquella hoja.
Estaba inconsolable. Nunca he podido rehacer aquello
ta l
y
como se mepresent
ante
m aquella tarde, de modo muy
parecido a un
rbol genealgico.
Pero ahora que quiero re-
construir en el pensamiento ese
pasado
tal y como
aparece,
sinestructurarlo de una pieza, meparecepreferible hablar
de laberinto. Lo que habita en lacmarade su misterioso
centro -s i soyyoo el destino no es algo que me preocupe,
pero s me preocupan, sobre todo, las muchas
entradas
que
conducen a su
interior.
A
estasentradas
las llamo contactos
primitivos
Cada una de ellas representa el
smbolo grfico
de mi amistad con alguien a quien he conocido no a travs
de otras
personas,
sino por medio de relaciones de vecin-
dad, de parentesco, de camaradera escolar, de confusin
con otro , de viajes compartidos, etc. (No haydemasiadas
situaciones de
este
tipo . Hay
tantas entradas
diferentes al
laberinto como contactos primitivos. Pero la mayora de
estos,
o al menos los que permanecen en nuestro recuerdo,
abren laspuertasa contactos nuevos, a relaciones con otras
134
personas;
por eso
estaspersonas
se alejan por ambos lados
de su origen a medida que
pasael
tiempo (a la derecha pue-
den
ponerse
los hombres; a la izquierda, las mujeres) '^
Y
Benjamin agrega:
Y
si ahora los trayectos de uninde uno de
estos sistemas
se traducen a otro sistema, el resultado
depende
tambin
de los diversos entrelazamientos que haya habido en el
curso de nuestra
vida.
Pero resultan ms importantes las
visiones sorprendentes que se elevandesde
este
esquema
y
se plasman en la diversidad de los cursos vitales. Qu
papel juegan en los contactos primitivos registrados en la
vida
de diferentes
personas
elementos como laprofesin,la
escuela,
el
parentesco
o los viajes? Y sobre todo,se
puede
decir que existen en la trayectoria concreta de
cada
uno
algo as como leyes ocultas de constitucin de todos los
trayectos vitales posteriores? [.. .]
cules continan hasta
el final de nuestra existencia y cules se
apagan?
[...] en
este
casoconcreto s
puede
decirse que probablemente hay
caminos que nos conducen una y otra vez
hasta
elementos
que
poseen
para nosotros la misma funcin, caminos que
terminan
llevndonosa la
amada,
a la
escuela
o al maestro.
Eso era justamente lo que me mostrel plano de mi
vida
tal
y como se me
present
en aquella tarde parisina'''^.
Lo s puntos-claves del mundo m g i c o en Simondon son
entonces
reemplazados en Benja min por los nombres propios
(Franz Hessel, Ernst Scholem,Alf red Cohn, Ernst Bloch , Dora
Esta
distincin espacial evidentemente no es anodina, puestoque ella es
antropolgica y compromete la actitud deBenjamin:si la legitimidad la derecha) es
paralos hombres, laizquierdaestnaturalmente dedicadaalasmujeres... BenjaminW.
Trad.esp.,
ibd.
p. 47.
Benjamin,W . op. cit., pp. 283-286. Trad.esp., ibd. p. 48,
135
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7/24
Kellner,Gerhard Scholem,Fritz Hein le, etc.) que constituye n los
cabecillas de la red y de los mundos de nombres que no se r e n e n
todos entre ellos s i n c r n i c a m e n t e , pero q u i z d i a c r n i c a m e n t e
si
los intercambios de objetos y de
parejas
permiten
pasar
de un
estrato a otro . Ese ser elcasode los anillos y las argollas que ten-
d r n
una
func in
de
s m b o l o s
circulando entre amigos y amigas
de Benjamin.
Esta
d is t r ibucin
de las diferentes
redes sociales
de Benjamin
parecevirtualizar
las relaciones amicales, puesto que
o lv idar
que
ha habido lugares de encuentro y en particular de primeras
veces
en un registro donde l una vez es n i c o .
Sabemos
que la pro-
b l e m t i c a del aura es aquella del encuentro y en particular del
primero de entre ellos. Lar e c o n s t i t u c i n de las redes sociales y
su
d i s t r i b u c i n pertenece entonces
al registro del
una
vez no es
nada ,
en consecuencia a aquel de la reproductibilidad
t cn ica ;
pero alestablecer mundos posibles, ella deviene el material de
las b iografas.
Pues
qu es una b iografa sino la r econst i tuc in
de diferentes redes a las
cuales
un autor ha pertenecido, lo que
vuelve a restituir el marco, la mayor parte del tiempo
institucio-
nal?
Q u h a b r a
sido de la
b iografa
de Derrida^^^ sin la
k h g n e
de l
Liceo Louis le Grand, sin la
c o l e N r m a l e Su p r i e u re ,etc.?
Esto llega a un punto tal que una
b iografa puede
dar lugar a
una a c u m u l a c i n desc riptiva de inst ituci ones sucesivas, donde
los
rituales de
i n c o r p o r a c i n
tom an un lugar decisivo' *. En b re-
ve , una
vida
son encuentros,
esos
encuentros tienen u n lugar, la
mayor
parte del tiempo
institucional.
Por otra parte, podemos
sugerir que
esasb iografas
de
f i lsofos con temporneos,
que fue-
r o n t a m b i n
universitarios, se
l i m i t a n
frecuen temente a ese
tipo
Peeters B. Derrida
Pars: Flamm aron
2010.
Erbon D. MichelFoucault Pars: Flamm aron 1989.
136
de descr ipc in que pone en relieve las instituciones, y permiten
de hecho resolver una c o n t r a d i c c i n . C m oescribir la b iografa
de autorescomo Benjamin'^^ Foucault o Derrida, que pusieron
en
cuest in
las nociones de obra y de autor? Confrontados a dos
grandes problemticas f ilosficas,
aquella del ser y de la
relacin,
nuestros
b igrafos
modernos, no pudiendo
apoyarse
m s en tal o
cual manera de llamar el
ente
(la obra en su totalidad, el escritor
como sujeto, etc.), se r epegan en descripciones de estructuras
re lac inales .D e ah el primado de las instituciones de educacin .
Pero se corre el riesgo de dar completamente la r aznaBordieu'^^.
L o
que les
falta
a
estas b iografas
es la
n o c i n
de
ind iv iduacin
puesta
en relieve por Simondon. A
saber,
que un ser es un punto
en una red relacional, red que le da su consistencia. Pero, inver-
samente,
un ser es lo que permite a una red individuarse. Breve-
mente, mientras ms se
i n d i v i d e
un ser, es el
caso
de un
filsofo
que hace su obra dando una nueva i n t e r p r e t a c i n a la t r ad ic in ,
m s
se
i n d i v i d u a r n
a su vez las
redes
que lo constituyen.
El
cuarto
gua ^
es una ciudad:
Pars.
Pars
es, en efecto, la cuarta en la serie de
guas
m s o menos
voluntarios
cuya
e n u m e r a c i n
ha comenzado con la
in s t i tu t r iz .
Si
hubiera de expresar con una sola palabra q u debo a
Pars
de cara
a
estas
consideraciones, estapalabra sera reserva^ ^^.
Ahora
bien, la primera reserva, la reserva por excelencia, es
la
memoria, la cual no
puede
ser analizada sin recurrir a la obra
de Proust. Seraimposible
entregarse
al ir y venir de los recuerdos
si n dos formas, de las
cuales
la primera es Proust. La
segunda,
el
Tackels
B. WalterBenjamin ne viedam
les
textes
Arles:
Acres du Sud.
Bordeu R
Hommo academicus
Pars:Minuit 1984.
El tercerguaes citado despusdel quinto: pudo haberse perdido una hoja
es la
hiptesis
de Scholem.
Benjamin
W. Trad. esp. op. cit. p. 23.
137
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8/24
trabajo de t r a d u c c i nque Benjamin hizo con la ayuda de Franz
Hessel:
Lo que Proust comenzen plan de juego se ha converti-
do en algo vertiginosamente serio. Quien ha empezadoa
abrirel abanico de los recuerdos encuentra siempre
nuevas
piezas,
nuevasvarillas.
Ninguna imagen le satisface porque
ha comprendido que, al
desplegarse,
lo esencial se
presenta
en
cada
uno de los pliegues:
cada
imagen,
cada sabor, cada
sensacin tctilpor las quehemosabierto todoestose han
desdoblado a su vez, y ahora el recuerdo va de lopequeo ,
de lo mspequeo , a lomicroscpico; lo ms grandioso
se halla siempre en lo que anestpor descubrirse en
este
microcosmos. De ah
este
juego mortal en el que Proust
queda atrapadoy en el que encuentra
sucesores
a n ms
difcilmente que compaeros'* '.
Benjamin
nos en t regar uno de sus modelos a rqueo lg icos
cuyosecosencontraremos en la TesisX V I L ' .Asaber,la cuest in
de lahondar en el recuerdo a u t n t i c o s e g n una p rc t icaque elu-
de el modelo acumulativo de la memoria. Como Paul de Man
lo ha most rad o'' ', el modelo proustiano es indisociable de la in -
c l u s i n , y en consecuencia de la i n c l u s i n de la i n c l u s i n , por
medio de
desajustes
sucesivos: la imagen es el resultado, pero
esta
l t i m a tiene un cierto gusto, ella proviene de la imp resin tc t i l
y finalmente de los pro ceso s fisiolgicos, los
cuales
constituyen
la medida de la memoria, que no es sino un medio, aquel de la
temporalidad. La memoria, as como la conciencia, no son para
* Benjamin W. op. cit. pp. 247-248. Trad. esp. ibd.,p. 24.
Benjamn,
W.
Thses
sur le concept
d liistoire, crits franjis
1940-1991.
Pars:
Gallmard.
De Man R La lecture (Proust). En Ugories de lalecture 1979-1989.
Pars: Galile. M odelode laapocatstasis ortodoxa salvacinde
todas
las almas en el
da
del juicio?
38
Benjamin
facultades psico lg icas .Lasens acin tctil sera enton-
ces el criterio de autenticid ad del recuerdo, la b r ju la que indica
hacia d n d e esnecesario
descender,
y a partir de lo cual el tejido
memorial p o d r ser reconstituido por la escritura nocturna.Pero
quhacefaltaentenderporgusto?El tacto? O ms precisamen-
te lo que tiene como medio: los pro ceso s fisiolgicos
Podemos descubrir a q u el primado, que proviene de Riegl,
de la tactilida d porsobrelap e r c e p c i n
visual.Este
primado, dira
Derrida''^, es metafsico: metafsica de la presencia, de la inme-
diatez, de la negac in de intermediarios tcn icos. La cuest in del
tacto es compleja en Benjamin . La encontramos, como lohemos
visto,
enEl teatroproletario para nios, texto inc lu ido en Profesin
revolucionaria de Asja Lacis, como inervac in : la mano inerva al
ojo. Perola mano estella misma configurada por un apa rato ', es
la
mano del dibujante. Y en el modelo del
rescate
de lo
a u t n t i c o
hay unm t o d o .E n consecuencia, no existe lai lusinde un toque
originario. En Benjamin, lac u e s t i ndel tacto va de la mano con
aquella de latcn ica , segnsus dos modos. La p o c ade la primera
tcn ica :el c h a m n s i t asusm anos sobreel cuerpo del enfermo, la
p o c ade la
segunda
tcn ica :el cirujano penetra los tejidos con la
ayuda de sus instrumentos. En apariencia, la relacin del c h a m n
co n el cuerpo es inmediata , pero eso significa olvidar la recitacin
s i m u l t n e ade los mitos que tiene como funcinel reintroducir al
enfermo, o a la mujer que da a luz, en el orden
s i m b l i c o
si le cree-
mos en ese sentido a Levi-Strauss, quien redescubr i r El
narrador
E l
quinto g u a o el cuart o dependiendo de los editores: la
flneri^ \
^
Derrida,].,
Letoucher
J.
L .Nancy.
Pars: Galile,
2000.
Appareill el original ( N .T ) .
Benjamin W. ,op. cit. pp. 249-250. Benjamnreintroduceas la cuestindel
flneur.Ver tambin Liandrat-Guigues
S.
Modernesflneries
ducinema.
Pars: Ed.
De
l ncdence,
2009.
139
7/23/2019 cuestin de lugar
9/24
El
cuarto gua.Perderseen una ciudad
puede
ser poco in -
teresante
y
hasta
banal. Hace
falta,
desconocimiento,
nada
ms.Pero
perderse
en una ciudad como quien se pierde en
unbosque
exige un adiestramiento muy especial'^'.
Es necesario que la ciudad murm ure como u n
bosque
miste-
rioso.
Este
aprendizaje no es equivalente a aquel del analista que
para
posibilitar
la a t e n c i n flotante, el tercer odo, debe sus-
pender todo lo que l
sabe
del inconsciente y eliminar cualquier
censura?
El
flneur acoge
el inconsciente corporal de la ciudad,
los cambios bruscos de r i t m o , los lapsus, los
actos
fallidos, los
asesinatos
en
masa
que no han dejado huellas... Experiencia ex-
t r a s i m ah oy en da, donde todo el mun do est obsesionado por
lapantalla de su te l fono mvi l .
D e ah
este
ejemplo del acoger inconsciente de l lugar, o ms
bien del acontecimiento del lugar:
Cuando suspasosse acercan, el lugar ya ha entrado en ac-
tividad,su simplecercana ntima
sin
hablar, sinespritu
le
hace
sease indicaciones. Se planta frenteaNotre-Dame
de Lorette, y sus pies recuerdan:
aqu est
el lugar donde
antaoel caballo de refuerzo el
chev l
d e
renfort
se en-
ganchaba almnibus que suba por la calle des Martyrs
hacia
Monrmartre'^* .
Una topograf a
tal
supone
siempre un centro, que Benjamin
llama hogar.Benjamin va continuar explorando la va topo-
grfica,
aquella que lo conduce al
hogar ,
al
Ber l n
de su
infan-
cia,
y no al espacio intelectual de las obras.
Benjamn W.
Chroniqueberlinoise op. ct. p. 261.
Benjamn W.
Trad.esp..
Crnica de Berln op. cit. p. 25.
Benjamin W. Paris capitaleduXIXsicle op. cit. p. 432.Trad.esp.. El libro
de los pasajes op. cit. M 1 1 p. 421.
140
Pero hay en
Ber l n
un barrio al cual
este
sujeto [l mismo ]
estm s profundamente u nido que a n i n g n otro, en el cual ha
tenido conscientemente la experiencia vivida, ese barrio es el
Tiergarten, donde se encontraba elhogar, la
casa
que Benjamin
c o m p a r t a con Ernst Jo l , quien le era en ese momento
desco-
nocido, pero que lo iniciarms tarde en la droga.A q u surge la
imagen
de su amigo que se
su ic id
a los 19
a o s ,
el poeta
Fritz
Heinle,
quien
estaba
en elc o r a z n de
este
h o g a r ' .
Pese
aello,hoyd ame
parece
que el intento de reconstruir
elespacio fsicoen el queviviun
fallecido,
e incluso la ha-
bitacinen la que
estaba
inscrito,resultam simportante
que reconstruir el espacio espiritual donde se desarrolla su
poesa.
Pero
esto
se
debe,
seguramente, a que en los
ltimos
aosimportantes de su
vidaaparece
el espacio en el que yo
nac.
El
Berln
de Heinle era el
Berln
del
hogar''*.
Este
espacio donde elellose comunica sin lenguaje, donde
las
cosas
murmur an en lacercan adel flneur es indudablemente
aquel del tercer gnero de lenguaje; no aquel de los nombres
divinos que son creaciones inmediatas, o aquel de los hombres
creados
que deben (re)descubrir
esos
nombres, sino aquel de las
cosas
entre ellas y de su queja por no haber sido
creadas.
E l
tercer gu a no es otro que la prostituta. La p r o s t i t u c i n
introducela
cuest in
del umbral.
Pars
abre entonces
otra
fase
de
la
reserva.
Parsme haenseadoestastcnicasdelextravo,cumplien-
doasunsueocuyas primeras huellas fueron los laberintos
dibujados en las hojas de papel de m i cuaderno de
colegial.
Benjamn W. op. cit. p. 263.Trad. esp. op. cit. pp. 32-33.
Benjamin W.
op. cit. pp. 249-250. Trad. esp. op. cit. p. 33.
141
7/23/2019 cuestin de lugar
10/24
N o se
puede
negar que soy yo quienest en el centro mis-
mo de lacmara con elMinotauro,solo que
este
monstruo
mitolgico tena tres
cabezas;
sobre todo las del
inquilino
del pequeoburdel de la calle La Harpe...
Y
Benjamin agrega:
Pero una vez recobradas mis frustradas esperanzas,
este
burdel
super,por otro lado, mis fantasas grficas. Pars,
tal y como se medescubrien lalnea de unatradicin her-
mtica
que pude remontar por lo menos
hasta
Rilke
y su
protector de entonces, Franz Hessel, era,m s que unjardn
laberntico,un laberintosubterrneo.Imposible prescindir,
en mis interminables callejeos, del submundo del metro y
del norte-sur que seabra pasopor entre cientos de galeras
subterrneas .
E l
metro forma parte de las
casas
de
sueo co lec t ivo ,
tema
central
de l Libro de los
pasajes.
Es el primer elemento en la ex-
periencia de lo urbano diferente de la ciudad clsica, que es una
experiencia de i n c l u s i n para
masas enteras.
Es evidente que
Benjamin
ar ticu la dos figuras de ahora en adelante disociadas:
aquella de la singularidad que toma la forma del flneur aquella
de la muchedumbre
generada
por una nueva forma de urbanis-
m o :
el
pasaje.
Hem os visto precedentemente en los diversos estu-
dios sobre Baudelaire, que
esta
d i so c i a c i n
se aproxima a lo que
Simondon llama
desfase
de lo psicosocial
preindividual:
por un
lado, lop s q u i c oy su t eo r a : lap s ico log a ;por otro, el colectivo y
la soc io log a . Es en
esto
que consiste la experiencia de la moder-
nidad. Si queremos comprender lo que la experiencia era ante-
riormente,
hay que releer El
narrador
puesto que el mundo que
Benjamin
W. op. cit. p. 250.Trad. esp. op. cit. pp. 25-26.
142
es ah descrito es aquel de un a experiencia donde la singularidad
y lacolectividadson configuradas por un mismo aparato: por los
relatos. El aparato del relato ha estructurado verdaderamente una
experiencia ho l s t ica , lo que confirma
Lyotard
en La condicin
posmoderna.
Y
ahora el quinto
gu a :
Franz Hessel. N o me refiero a su
l ib ro
Paseos
por Berln que e scr ib i ms tarde, sino a aquel otro.
Despus de la fiesta que a c o m p a a b a nuestros
paseos
parisinos
p o r la ciuda d o por el puer to . Regresode la fiesta: festejar una
segunda
vez un acontecimiento, es la c u e s t i n del retorno de lo
mismo, que no est necesariamente, lo podemos ver a q u , ligado
al destino, es t a m b i n aquel del acontecimiento y de su inscrip-
c i n
en la posteriorid ad, en consecuencia que
pertenece
al orden
de la resemblanza y de la r ep resen tac in .
Lo s
diferentes
gu as:
las
institutrices,
el amor precoz, la pros-
t i t u c i n , la
flnerie
Pars la mem oria) , F. Hessel, asocian biogra-
fa y ca r tograf a , abren diferentes puertas originarias para aquel
que escribe en el
presente.
Es decir, que
esta
literatu ra del espacio
urbano es indisociable de una filosofa del tiempo, perfectamente
original
puesto que ella introduce la c u e s t i n de la contempo-
raneidad en r e lac in con elestado de los aparatos t cn icos que
dominan
sucesivamente.
Con
nosotros
estaba
una
fotgrafa.
Cuanto msdirigimos
nuestra mirada a su
estado
actual, corriente y
fiincional,
tantom s se reduceel crculo de
cosas
dignas de ser fotogra-
fiadas. Se ha notado, y con razn,que en una fbrica mo-
derna, por ejemplo, lafotografa
apenaspuede
plasmar en
papel algo que resulte esencial. Las fotografasson compara-
bles a
estaciones
de tren, que en unapocacomo la nuestra,
en que empiezan a
aquedar
anticuados los ferrocarriles, no
puede
decirse que, en general, existan
autnticas entradas
143
7/23/2019 cuestin de lugar
11/24
en las quelaciudad se repliega en sucascourbanoalmargen
de los barriosp erifricos,
igual
que de las
carreteras
de los
automviles. Laestacin
acepta
perfectamente, por decir-
lo
as, las maniobras porsorpresa,pero solo las maniobras
anticuadas, que solo retienen loviejo,y en
este
sentido no
hay
nada
como la
fotografa,
es decir la
captacin
del mo-
mento. La
esencia
de la ciudad se
abre
a lapelculade cine
po r caminospticos muyparecidos aaquellos porlosque la
nueva aVyse
abre
a los automovilistas '''.
Si una fotografa nos
abre
el mundo que le era contempo-
r n e o (segunda parte del siglo X I X ,
entonces
es porque en un
aparato reside el
principio
de contemporaneidad. En el siglo
X X ,
la es tac in de
trenes
ya
pertenece
a la contem porane idad pa-
sada.Hay
entonces tantas
contemporaneidades como
aparatos,
l o s c o n t e m p o r n e o s son relativos. No existe con tempora neidad
absoluta.
Es
entonces
el
l t i m o
aparato, el
m s
reciente, el que da
e l
ac-
ceso
m sa u t n t i c oa la ciudad. A comienzos del sigloX I Xes en el
pasaje
urbano donde residael
principio
de contemporaneidad.
Podemos acceder a estacontemporaneidad pasada, pero a
partir
del
presente
del conocimiento.
Ese presente pertenece
a
la contemporaneidad de un aparato o
debemos
aproximarlo al
presente
v ivode laf e n o m e n o l o g a , a partir del cual podemos
des-
pejar las dimensiones de la
r e t e n c i n
y aquella de la
p r o t e n s i n ?
Si nembargo, la filosofa del conocimiento de Benjamin no toma
en c o n s i d e r a c i n el lugar de la conciencia, la que es m s bien
entendida como un
s n t o m a
del inconsciente, como en Freud.
Benjamin
rechaza
todas
las teo r as de las facultades, psico lg icas
o trascendentales.
Benjamn, W.,
op. ct. p. 252.Trad. esp. op. cit. pp. 26-27.
144
Para
no sustancializar el
presente,
como presencia, as por
ejemplo podemos decir que aquel que escribe tiene siempre la
experiencia de la diferencia, ya sea porque est
dividido
entre la
c o n s t i t u c i n a r q u e o l g i c a del pasado (ver despus y la espera
de lo que o c u r r i r .Lo que es cierto es que la filosofa de los aos
treinta p o n a
en un primer plano el tiempo y no el espacio. La
filosofa de Benjamin no es una filosofa de la sustancia, puesto
que el
presente
- o el ahora del conocimiento no tiene consis-
tencia, no es permanente. Es una instancia que ocurre siempre
en la posterioridad, que hay que
hacer
emerger, pero es donde se
declinan otras escalas del tiempo (sobre todo el
pasado,
puesto
que el futuro no tiene mucha consistencia para Benjamin, o es
entonces
en nombre de las
consecuencias po l t ico -h is t r icas
de la
f a n t a sm a g o r a
colectiva).
E l texto sobre Ber l n habr a sido escrito
en el
presente,
y es por medio de la escritura que
descubre
lo que
lees c o n t e m p o r n e o :el cine y la ciuda d c o n t e m p o r n e adel cine.
Ayer,
lo que era c o n t e m p o r n e oera lafotografa, haciendo
visible
una ciudad ms antigua, aquella de la
segunda mitad
del siglo
X I X .
Antes de ayer, era el
pasaje
urbano.
Es a partir de l que algo como una subjetividad
puede
sur-
gir:
el
yo.
El
presente hace
surgir al
yo
de la escritura y no a
lainversa. Por otro lado, Benjamin ha
invertido
la h is to r iograf a :
elhistoriador no tiene como tarea reconstituir el
pasado
tal como
ha sido en s mismo como lo
q u e r a
Ranke'^', sino que, partiendo
de l
presente,
lanzar un puente hacia lo que yace en elpasadoy
conserva una carga de u t o p a . Ese pasado que nos esperay que
nos pide
identificarlo
tal como lo
hace
el rostro desconocido de
u n retrato fotogrfico que
espera
que se le vuelva a nombrar. Si
justamente Benjamin
puede
reivind icar el haber efectuado una
Benjamn, W., Thhes
sur l concept d histoire,en
part.ThseV I,
op. ct.
145
7/23/2019 cuestin de lugar
12/24
invers in
copernicana en contra de la
h is to r iograf a
objetivista, es
decir
en el fondo idealista, es sobre un fondo de reconocimiento
de la diferencia de los tiempos.Paradecirlo en
t r m i n o s
kantia-
nos, si el hombre le da sus leyes a la naturaleza, es porque recono-
ce ah una deuda: es lo incognoscible noumenal seresperadoen
e l pasado) .
Es decir,
t a m b i n
que la
c o n c e p c i n
delpasadoque
pone en obra Benjamin es indisociable de su
filosofa
del aparato,
y
por el periodo que nos interesa
a q u ,
de la
fotografa
ms que
de l
cine. El tema de laesperadel destino
ser
esperadoen el pa-
sado)
es la columna vertebral de su testamento
p o l t i c o :
las
esis
sobre
el
concepto
de
historia
No es q u i z sino en ese contexto (la
imagen
dialctica)que podemos hablar realmente de dialctica,
mientras que por otra parte Benjaminhace un uso demasiado
extenso de ese
t r m i n o .
Benjamin
critica
por adelantado cualquier recurso a la no-
c in
de
sub je t ivac in ,
puesto que el
sujeto
es la consecuencia de
una instancia del tiempo y de un comandamiento:
Siyo escribo un mejoralemnque lamayorade los escri-
tores de mi
generacin
se lo debo, en buena medida, a una
pequea
regla que me hice a los veinte
aos.
Se trata de
no
utilizar
nunca la palabra
yo
excepto en las cartas. La
excepcin
queacabode mencionar exige una
explicacin,
pues tiene una consecuencia singular estrechamente un i-
da a las notas que estoy escribiendo
aqu.
Un da , cuando
mehicieronel ofrecimiento de escribir para un peridico,
en plan disperso y subjetivo, una serie de glosas acerca de
todoaquello que en Berln me hubiese parecido msdig-
no de
mencin
en el da a
da,
y yo
acept,
entonces vino
a ponerse claramente de manifiesto que este sujeto, que
durante muchos
aos haba
permanecido en el fondo, no
pod a
asomarseal exterior de un modo tan
sencillo.
Pero,
lejosde proferir protesta alguna, recurr a unaespeciede
146
trucoque tuvo tanta fortuna quete rminescribiendo para
el
mencionado
prlogo
de tales glosas una serie de recuer-
dos sobre todo aquello que, en el curso de los aos, haba
significado
Berln
para m. Una vez que este
p r logo ,
ya
desde
su mismo
inicio, empez
a salirse fixeradel espacio
acotado para las glosas, ya no se
trat
solamente de un her-
mtico
escrito de recuerdos (que propiamente hablando no
es sinolaposibilidaddeintroducir
infinitas
interpolaciones
en lo que ya hasido),sino que
tambin
se
exigi
la precau-
cinde queelsujeto, quehacalasvecesdelyo,no saliera
nunca aescena ^ .
El
sujeto? No es ms que un nombrepropio, el
n i c o
capaz
de hacer la
sntesis
de todas las apariciones.
La cuest in
delpresenteo del ahora del conocimientodebe
ser desembarazado de la simple temporal idad de lo nuevo' '''.
Esta diferencia entre presente y novedad
est
en el
c o r a z n
de la
filosofa
del
conocimiento
de
Benjamin:
elpresenteproviene
de una reflexin trascendental, la novedad de una soc io log ao de
una a n t r o p o l o g a , para conservar la c leb re d is t inc in kantiana.
Vemos
el deslizamiento que ha llevado a cabo Benjamin siguien-
do la
crtica
kantiana: del sujeto trascendental a una instancia
temporal
trascendental (hay que construirla,
esta
no
est
dada)
que tiene, por otra parte, una
d imensin sub je t iva empr ica
que
encontraremos en la
excavacin arqueo lg ica .
Pero insistamos en
ese pr ima do del tiempo. El riesgo es evidentemente creer despejar
una instancia de conocimiento que
est
presa en el devenir, de-
viniendo esclava de ese devenir, cuyo nombre en la modernidad
Benjamin
W., Chronique berlinoise. En critsautobiograpiques,op. cit. p.
260.Trad.esp..Crnica de Berln op. cit. pp. 31-32.
^ D otte,
J. L.
L homme
de verre.
Esthtiques
benjaminiennes, 1997.
Pars:
L'Harmattan.
147
7/23/2019 cuestin de lugar
13/24
es la moda.
Puesto
que la novedad es el nom bre de lo que fascina
a la muchedu mbre en la moder nidad, sabiendo a d e m s que una
novedad captura a otra por def in ic in . Lam e r c a n c a
pertenece
a
este
orden, como la invenc in tcn ica hoy en da. La filosofa del
presente
que l nos propone retomar la imagen del
origen '*
o del
estatusque es como un torbe llino en el flujo del devenir, origen
que esnecesariodistinguir del comienzo. El
presente,
para aquel
que escribe, no
puede
ser disociado delaparatoque haceactual-
mente p o c a .La filosofa trascendental debereconocer estadeuda
en re lac ina lo quesurgecadacierto tiempo de manera inaudita,
u n aparatoque configura el
aparecer
y que no respondea ningu-
na necesidad, puesto que es de
esencia
tcn ica . U naparato que
persiste en el devenir porque es el medio del con ocimien to.
Ahora
bien,estaojeada no mereceraconfianza si no diera
cuenta delnicomedio por el que se representan las im-
genes,
y no
adoptase
una transparencia en la que se trans-
lucen, como lneasmaestras,aunqueun tanto misteriosa-
mente todava,laslneasde aquello que
sucede. Este
medio
es la presencia del escritor ^'.
Otro
aspecto debe
ser despejado: si Benjamin escribe en el
presente
de lo c inematogrf ico (tal como ha habido un
presente
de lo fotogrfico o u npresentede lo l a b e r n t i c o , una filosofa de
este
aparato
ser
necesaria
para describir loscamposmodificados:
elconocimiento
(desde
luego lacercan aentre inconsciente p t i -
co e inconsc ien te psqu ico .El cineasta es una
suerte
de ciruja-
no que se relaciona con los afectos colectivos, las
sensaciones
cor-
porales, el cine tiene
entonces
como materiales las diferencias de
Benjamin W. L originedu
dmmebaroque
alkmand. Pars: Flammaron
1974.
Benjamn W. crits
autobiographiques,op. ct. p. 252.
Trad.
esp..
Crnicade
Berln op.ct. p. 27.
148
potencial, lapo l t ica (el
paso
deltestque estal servicio del poder
a una m a n i f e s t a c i n de s en laescena po l t ica ,laesttica (elpaso
de lac o n t e m p l a c i n alestar absorbido. El f lu jo c inematogrf ico
es absorbido por la masa). De esto trata evidentemente el texto
sobre
a
obra
de artedonde
aparece
por primera vez la
n o c i n
de aparato {Apparai declinada en varios
aparatajes
{Apparatur
para ser precisos en el plano del anlisis del dispositivo tcn ico .
Dispositivo
t c n i c oque tiene un comienzo ym sde u n origen (el
aparato), y que sermejorado t c n i c a m e n t e a t ravs del tiempo,
se g n un modo especficodel devenir de los objetos tcn icos.
Ahora
bien, un origen necesariamente discontinuo
puede
reenviar a otros o r genes: el cine en re lac in a la ciudad reenv a
a la fotografa o a la perspectiva. Se trata de una conservac in
de lo ms antiguo por medio de lo ms reciente, incluso de una
i n e r v a c i n .
Desde entonces,el
pasado
es reconstituido a partir del pre-
senteque es configurado por unaparatoy da lugar a un montaje
de tomas en
capas
sobre la infancia. La infancia es reconfigurada
reflexivamente poresta escritura, como siendo la experiencia de
u narraigo nativo en un barrio y en una
clase
social. Enesascon-
diciones, mostrar un arraigo es romper esa cerca por medio de la
escritura. Es por medio de la escritura que comprendemos que la
infancia, deestamanera diferida,h a b r sido un encarcelamiento
en un barrio, es decir finalmente en una
clase
social. Benjamin
hacederivar una (la pertenencia) del otro : el lugar.
Enprimer lugar, la primera infancia, que leprotegien su
barrio residencial en el que la
clase
a la que perteneca viva
en aquella actitud construida con narcisismoyresentimien-
to que hacade l el feudo de un gueto regalado. Siempre
encerrado en
este
barrio degentepudiente sinsaberden in -
g notro.
Para
losn iosricos de sugeneracin, lospobres
149
7/23/2019 cuestin de lugar
14/24
vivanen ios pueblos. Y si se leocurra imaginarse a los
pobres, lohacasin conocer nombre ni procedencia, bajo
la nica
figura
del
ped igeo ,
que en el fondo viene
a
ser la
figura
de un
rico
pero sin dinero'^.
La
figura
del
pa rsi to aparece a q u
como el pobre del
t e r r i -
torio
de los ricos. No es el pobre que est fuera de las fronteras
cuyos
rasgos
i m a g i n a r por med io de la escritura bajo la forma de
distribuidor
de
folletos,esos
folletos que todo el mundo se niega
a tomar y que t e r m i n a r por hacerlos
desaparecer
en un r i n c n .
Este
modo de acc in que caracteriza evidentemen te al jove n que
escribe ser calificado por Benjamin adulto de anarqu is ta y de
sabo teador , todo
lo cual
hace
que los intelectuales
d i f c i lmen te
puedan llegar a ver las
cosas
claras ^^.De ah un ju ic io negativo
sobre los
paseos
en la
City
con su propia madre: e l rechazo de
afrontar la ciuda d con ella. El vocabulario (intelectual, anar-
quista y sabo teador , rechazode afrontarla) es aquel del ne f i to
bolchevique que es en la p o c ade su encuentro con
Asja
Lacis.
Es en momentos excepcionales como la fiesta de Navidad
que la
cesura
espacial y en consecuencia social se manifiesta co n
m s evidencia:
Pero la Navidad viene y,ante los ojos del n io butgus,
divide
su ciudad en dos
poderosas
zonas. Las autntica-
menteverdaderas no son aquellas en las que los edificios
y
los seores se ignoran mutuamente. La zona verdadera
es un campamento bien dispuesto y cercano, tan bello y
tan
irreal
como los
belenes hechos
de papel o de
iguras
de
madera, pero
viejo
y digno sin ninguna duda. La Navidad
viene y
separa
a los ricos y pobres.
Divide
a los
n ios
en
Benjamin W.,
op. cit. p. 253.Trad. esp. op. cit. p. 27.
Ibd.
150
dos grupos: los que se meten en losbarraconesde la pla-
za Potsdam con sus
padres,
y los que en el
interior,
solos,
ponen a la venta sus muecosy corderitos an iosde su
misma edad *.
La
conciencia de pertenecer a una
clase
socialprivilegiadaes
secundaria en r e lac in a aquella del arraigo en un gueto:
El
sentimiento de cruzarel umbral de la propia
clase
social,
al menos por primera vez, crea una inaudita fascinacin,
parecida a la dedirigirlela palabra a una prostituta en ple-
na calle. Sin embargo, al comienzo de
esta clase
social se
halla invariablemente la de un umbraltopogrfico,de tal
manera que, al
final,todas
las
lneas
de la
calle
se descubren
como sealesdeprostitucin .
H e m o s
devenido m uy pobres en la experiencia del
u m b r a l ,
constata Benjamin hacia 1929 en las
Primeras
o t o
destinadas
al
ibro de
los
pasajef^ Desde un punto de vista a n t r o p o l g i c o , la
experiencia del umbr al es la consecuencia del r i tua l de
pasaje.
Y
en un reciente a r t c u l o .Van Reijen va a asimilar
pasaje
urbano
y ritual
de
pasaje
y
h a r
de la lectura del
ibro
de
lospasajes
u n
verdadero r i to de
pasaje.
Lo que es aventurado en la medida en
que el l ib ro es todo salvo estructurado, lo contrario de un r i tual
de
pasaje
s e g nVan Gennep.
E l l ib ro
de Van Gennep losRitos
de
pasajefue publicado en
1909; Benjam in aparentemente no loc o n o c a , pero sigue siendo
un l ib roinconturnable para el a n t r o p l o g o - e t n l o g o .Van Gennep
describe los rituales de in ic iac incomo aquello que estructura la
Benjamn, W., op.ct.,pp. 326-327. Trad. esp. op. cit. pp. 73-74.
Benjamin
W. op. cit. p. 254. Trad. esp. op. cit. p. 28.
Citado por Willem vanReijen Temples et passages. Exprience du seuil
chez
Benjamin
et
Heidegger.
EnTopogmphies du souvenir elivre desp ss gesde W.
Benjamin. Pars:coU.Bernd Witte
Presses de la Sorbonne nouvelle 2007.
151
7/23/2019 cuestin de lugar
15/24
sociedadtradicional,aquella del artesanado, de la n a r r a c i n , y en
consecuencia de la primera t cn ica . Todos esos rituales incluyen
tres momentos esenciales para el
individuo:
la separac in de su
grupo
social anterior
( separac in
de la madre y del joven), luego
su separac in
en un grupo de iniciados, en general durante un pe-
riodoy en un lugar desconocido para los
iniciados,
un
o t ro
mun-
do , cercano al de los m u e r t o s . Los padres creen que el n i o no
volver ms .Es en ese momento que la in ic iac in propiamente
ta lha tenid o lugar, es un m omen to terrible, la c o n f r o n t a c i n con
las
mscaras
de los
e sp r i tus ,
por ejemplo,
s e g n
la
f r m u l a
ma-
t r ic ia l
de tod a creencia: Yo s que
de t rs
de
esas mscaras
hay
hombres, pero de todas
maneras . . . . Frmula-c lave
del fetichis-
mo segn O .
Mannoni:
Yo s, pero de todas maneras. . .. Yo s
que la hostia no es el cuerpo deCristo, pero de todas maneras . . . .
La creencia sobrevive gracias al desplome de la experiencia ^. Es
ese momento de la in ic iac in que describe Clastres en Sobrela
tortura en las sociedades primitiva^ ^, mome nto de escritura de
la
ley sobre el cuerpo del adolescente y que analizan
t a m b i n
Lyotard y Deleuze-Guattari
{ElAnti-Edipo,
1972).
E l
tercer momento consiste en un r i tual de i n c o r p o r a c i n
de l iniciado a un nuevo grupo: l accede al prestigio, al reconoci-
miento, a nuevos derechos y deberes. En las sociedades tradicio-
nales, lavida del individuo consiste en una
sucesin
de disconti-
nuidades, mientras que la
vida
d el
individuo
m o d e r n o
deviene
cada vez mslisa y continua, por la
m u l t i p l i c a c i n
de procesos
dea d a p t a c i n soft.Lo que es lo mismo que decir que no tenemos
muchos rituales depasaje (bautismo, c o m u n i n , matrimonio, r i -
tual f nebre) .
Jaulin R. La mortSara. Pars:Plon,
1967.
' Mannoni,
O .,
Clefipor
l imaginaire ul autreSane.
Pars:Seuil,
1969.
Clastres,
R,
La
so iet
contrel tat.Pars:Minuit,
1974.
152
Benjamin, en Crnica de Berln as como en Pars..., toma
como
referencia un cierto
n m e r o
de ritos de umbral que sub-
sisten como lo acabamos de ver a
p r o p s i t o
de Hessel y de la
experiencia
de la
flnerie
en el
Ber l n
del siglo
X I X .
E n
Pars...,
las entradas de los pasajes que no vemos en el da, en la noche
son bocas s o m b r a s que se abren hacia los infiernos. En Crnica
de Berln '^, Benjamin recuerda que para l, la a t r acc in por las
putas fue determinante para hacerlo transgredir los
l mi tes
de su
barrio de infancia, y en consecuencia de su propia clase social,
pero lo que le fascinaba por sobre todo es que ellas se paraban
en el
umbral:
Las putas son, por as
decirlo,
los e sp r i tus de ese
cultoa la nada .
[...] Se trata realmente de una transgresin? No, es ms
bien,
un quedarse narcisista-voluptuoso en el
propio
um -
bral,un titubear
motivado
por el hecho de que este umbral
no conduce a n ingn sitio? Son innumerables los lugares en
las grandes ciudades donde elumbral
mismo est
en la nada
y las prostitutas son algo as como los lares del culto a la
nada
colocndose
en la puertaprincipalde la casa de vecin-
dad, sobre el asfalto, dulcemente retumbante, de lasaceras.
As ,
en el barrio de la Genthiner Strasse, donde las chicas
arruinadas de labu rguesa se entregaban, luego de la
terrible
crisis
de la inflacin, a los peores desenfrenos.
Si traspasar el umbral era arriesgarse a la experiencia de la
nada, es porque el lugar es una
d e t e r m i n a c i n existencial
y social
esenciales.
E l
Ber l n
de la
p r o s t i t u c i n ,
en los patios traseros de los in -
muebles, es aquel de
Alexander
Platz de
D o b l i n
al cual Benjamin
consagrar
un importante
a r t c u l o .
Es cierto que la lectura de esa
^
Benjamn W.
Chronique
berlinoise,op. cit., p. 252.
153
7/23/2019 cuestin de lugar
16/24
novela
ha liber ado en Benjamin una cierta
fasc inac in
por la i le-
galidadYlaa r t i m a aque no se encuentra an en el tiempo de los
Escritos autobiogrficos m sque del lado de los maestros; asaber,
los armadores de barcos que en 1919o r g a n i z a r n los transportes
de marinos a fin de recuperar sus barcos bloqueados en Chile
desdeel comienzo de las hostilidades.
Ms a l l de la
porosidad
entre grupos y clases sociales que
constituyeuna suerte de programa p o l t i c o e so t ri c o , p o d e m o s
preguntarnos si el desplome de la experiencia narrativa no con -
duce a otra: yo s .. .
pero
de todasmaneras ?
A l g o
como: yo
s que
la experiencia ya no
es t
estructurada por la
t r a n sm i s i n
oral
de los relatos, y osque el intercambioa u t n t i c o de
mira-
das ya no se
lleva
a cabo acausade laob je t ivac in fo togrfica , en
consecuencia que la experiencia del aura ya no es posible, pero
de todas maneras, yo creo
que . . . ,
uno y otro son el fundamen-
to
de toda verdadera experiencia. La
c o n s t a t a c i n
del desplome
de la experiencia, de su ruina, no da lugar a una desilusiona-
da certeza, sino al
cimiento
quecreeen una evidencia, aquel de
u n fuerte pedestal e p i s t e m o l g i c o . Lo que permite comprender
la osc i lac in te r ica deBenjamin ante los aparatos y en primer
lugar ante la fotografa ' ' ' ah donde es reenviada a la memor ia
voluntaria y a la influencia objetivante de la masa, asaber,
del
control
a n t r o p o m t r i c o
Es porqueBenjaminha descubierto que
la
experiencia narrativa
estaba
arruinada a
causa
de la genera-
l izac in de los aparatos proyec tivos que l la declara como la
n i c arealmentea u t n t i c aen una n e g a c i nque es el fundamento
de toda creencia. Si no planteamos esta h i p t e s i s (la negac in
de la evidencia como fuente de la creencia fetichista), entonces,
Las famosas
pginas
pp. 196 a 200 de urquelques
thimes
b udel iriensde
1939.
154
como
muchos comentadores, nos condenamos a equivocarnos.
Ben jamin , tecnf i lo
o
tecnfobo?
Puesto que hay demasiadas oscilaciones de esetipocon res-
pecto a la m o d e r n i d a d , es que podemos detectar aquello que
proviene
del
s n t o m a .
Benjamin era un creyente, puesto que ha-
b a sido un i n c r d u l o ,hasta el punto de ser el padre fundador de
u n
nuevo
m i t o ,
aquel del aura.
D e
estamanera, las
p g i n a s
sobre la
fotografa
de los estu-
dios
baudelerianos
es tn
en un contraste totalcon la
Pequea
his
toria
dela
fotografia
de 1931 o con lap g i n ade Crnica de Berln
donde el modelo del aparato fotogrfico va a
permitir
retomar el
anlisisde la memoria, pero sobre todo unai n t r o d u c c i n a la es-
t t ica
d el shock en
re lac in
con la
e x p o s i c i n
de l
yo p ro fu ndo .
Benjaminconstata que se puede tener un recuerdo
m s
preciso de
u n
lugar donde se haya permanecido poco tiem po, mientras que
avecesno se conserva sino solo un recuerdo borroso de un lugar
que ha sido sin embargo por mucho tiempo
familiar.
N osiempre escuestin,por tanto, de un tiempo de expo-
sicin
demasiado corto el que en la placa del recuerdo no
aparezcaningunafotografa.Son muchom shabituales los
casosen los que
la dbil luz
de
la
costumbre niega a
la
placa
la luminosidadque necesita, hasta queestabrota un buen
d ade fuentes extraascomo de unpolvode magnesioi n -
cendiado y retiene
mgicamente
en
la
placa
la
figura
de una
toma instantnea.No obstante, entre
foto
y
foto
nos en-
contramos siempre nosotros, lo cual no es raro en absolu-
to ,puestales instantes de iluminacinbrusca son tambin
instantes del ser-fliera-de-nosotros, y mientras nuestroyo
despierto,
habitua l, cotidiano, se mezcla, activa o pasiva-
mente, en el acontecer de lascosas,nuestroyoprofundo
descansa
en otrositioy solo se mueve por el choque,igual
que un montoncito depolvo de magnesio lohacepor la
155
7/23/2019 cuestin de lugar
17/24
llama
del fsforo.
Este
pequeo holocausto d el yo profundo
en el shock es a quien nuestro recuerdo
debe agradecer
sus
fotos indestructibles ^ .
Si el aparato fotogrfico y sus i n s t a n t n e a s no son solo una
metfo ra ,
si seguimos la lectura de Benjamin (no reivindicada)
que ha podido
hacer
Barthes en La cmara lcida distinguiendo
punctum y studium
entonces
si el punctum de una fotografa es
el lugar donde yace en la imagen el yo m s p r o f u n d o , lo que
lo apunta, algo del yo profundo ha sido sacrificado por el hecho
de ser expuesto. Fuera de m, para Barthes, un detalle de la fo-
tografa que me destina m e reclama a m solo, y deja a los otros
indiferentes.
Eso es t a m b i n lo que descubrimos en el s u e o se g n
Benjamin:
intensas
i m g e n e s
de nosotros mismos que han de-
bido
ser
grabadas
por nuestro doble, puesto que no tenemos su
recuerdo.
C m o dar cuenta de
esta aparente cesura
entre el yo pro-
fundo o el
estar
fuera de noso t ros y su doble? Ocurre lo mismo
co n los s u e o s en los
cuales
estoy
presente
sin que
ello
corresponda
a unaescena efectivamente v iv ida en la infancia:esos son autorre-
tratos inconscientes,
pero
son la obra de qu
aparato?
Es
necesa-
ri o
entonces
plantear la h ip tesis ,
antipositivista,
de un contenido
inconsc ien te ,exterior a lo v iv ido ,que
hace
posible la p r o d u c c i n
de
esos
autorretr atos o riginarios que surgen de los
aparatos
pro-
yectivoss e g n el modelo del s u e o .Es probablemente lo que en-
t e n d aKracauer con el t r m i n o de alienacin ( ex t raamien to ) .
Ya
sea Benjamin, en el texto que venimos de citar, o Kracauer a
Benjamn
W. Chroniqueberlinoise op. cit. p. 324. Trad. esp.. Crnicasde
Berln op. cit. pp. 71-72.
Kracauer S. op. cit. en
particular
pp. 42-44.
156
p r o p s i t o de Proust, que sorprende con una
visita
a su abuela en-
vejecida y que la
aprehende
por prime ra vez como lo h a b r a hecho
un fo tgrafo , la fotografa sirve de mode lo de c o m p r e n s i n para
una ob je t ivac in necesariamente proyec tiva. En ambos casos, e l
vocabulario de la esttica del shock es requerido, es decir de un
rg imen
del
arte
indisociable, contrariamente a lo que escribe
Rancire , de un aparato de r e p r o d u c c i n . Y
esos
dos ejemplos,
lejos de
insistir
en la automatic idad de la g r a b a c i n m e c n i c a ,a lo
cual t ender a una i n t e r p r e t a c i n mecanicista de la rep roduccin ,
ponen en relieve la parte
reflexiva
de una a p r e h e n s i n que no es
comparable a aquella del espejo sino superficialmente. Los escritos
sobre Baudelaire le p e r m i t i r n , como lo hemos
visto,
sistemati-
zar
esta esttica
del shock, que intentamos completar
a q u .
Las
nociones de estar fuera de m , de yo p r o f u n d o , son
entonces
c o n t e m p o r n e a s ,
en su redundancia, de una cierta
experiencia:
de la guerra, de los media, de los
aparatos
de r e p r o d u c c i n , etc.
La singularidad se
individua entonces
de otro modo, no se
puede
hablar m s de subjetiv idad. Le es necesario exponerse bajo otra
forma
que el autorretrato pintado y la
au tob iograf a .
Sobre la
ru i -
na de lan a r r a c i n , es la ganancia de lo que se expone a los
aparatos
est t icos . Es probable que
deba
devenir, mucho ms que el flujo
de lav ida en Kracauer, la verdadera
apuesta
del cine, puesto que
hay que recordarlo: el cine es u n montaje de
aparatos,
la perspecti-
va es uno de ellos, ciertamente esencial, pero no es el n ico . . .
Podemos co ncluir que la
esttica
del shock tiene otro poder
de r eve lac in que la na r rac in , qu izs
igual
de potente, aunque
diferente. Es otro r g i m e n de la verdad. La ruina del aura no
provoca
entonces
un oscurecimiento general, como lo afirma la
literatura de la Escuela de Fran cfort, sino elpasaje de la alteridad
de lo lejano a aquella de la ms grande proximidad de la huella.
D e l
monumento al documento.
157
7/23/2019 cuestin de lugar
18/24
Podemos dar un nombre aesta exteriorid ad que graba
secre-
tamente mi
vida
desde el comienzo. En Infancia enBerln, es el
P e q u e o Jorobado. Es una manera de nom brar al doble. El cual
es una
c a t e g o r a a n t r o p o l g i c a
universal, que toma una forma be-
nfica o malfica (deldaimonsocr t ico
hasta
los nge les ,
pasando
po r los fantasmas y otros e sp r i tus derridianos). Ocurre lo mismo
co n la ciudad que se
hace
preceder de aquello que ser, lo que
p r o v o c a r en e l flneur e\o de ya haber
pasado
siempre
po r ah sentimiento de dj vu).
Ms a l l de fuertes interpretaciones, que le deben mucho al
psicoanl is is , a la soc io log ay a la a n t r o p o l o g a , nosotros p o d r a -
mos inaugurar otra postura: dejar de repetir las
f rmulas
fantas-
m a g r i c a s del r i tua l benjaminiano para establecer una distancia
crtica p ropo rcion al a aquella que l h a b a tenido en r e lac in a
Kant en Elprograma para la
filosofa
que viene.
Puesto que hay ciertamente una t r a m p a h e r m e n u t i c a
benjaminiana, ms temible que la simple
f asc inac in
por el tema
de l aura. Una s e d u c c i n que est destinada, entre otros, a los his-
toriadores, pero no solamente a
ellos:
es la certeza de una prome-
sa. Consiste en
hacernos
creer que somos
esperados,
destinados,
cada
uno de nosotros, personalmente, en alguna parte en y por
la historia ^.La que se ab r i r , en un momento que nadie
puede
prever, a aquel que, como un nge l , sab r comprender que es
esperado.
Q u i n p o d r
resistir a una tal
promesa?
Esta f asc inac in es tan eficaz que
cada
nuevo lector de
Benjamin cree
que es el primero en
escuchar
la buena n oticia y
que su deber es proseguir en los textos como si fuera llamado,
despreciando toda una t r a d i c i n de comentadores. Benjam in es
aquel que
h a b r
escrito solo para las singularidades, n o pudien do
7
Benjamin W.
Sur leconcept
d histoire,
thse II
op. cit.
158
constituirse en comunidad porque l
h a b r
exigido a su lector
que devenga un nuevo brbaro : habiendo hecho el v a c o , par-
tiendo de s y de
nada,
s e g n la f r m u l a de E xperiencia y
pobreza.
Esq u i z l a
respuesta
que hay que
hacer
a
este
eminente especialis-
ta que es I r v i n g
Wohlfahrt
cuando plantea la cuest in : Porqu
no hemos
l e do
el
Libro
de
lospasajeP.^^ ^.
Muchoantes
que H e n r i Lefebvre, quien, en su soc io log a de
la ciudad y de lo urbano, lo cita poco, Benjamin h a b r compren-
dido que la separac in topogrf ica de clases sociales es constitu-
t iva de la po l t ica : ah donde habitaba la l t ima l i te burguesa,
se
separaba
netamente el lugar donde se encontraban los barrios
obreros ( M o a b i t ) . Ese ser el punto de partida de la reflexin
sobre la v igilancia de los barrios marginales po r los dispos itivos
de l test, que d e v e n d r n ulteriormente, por invers in po l t ica ,c i-
nematog rf icos ^ .
Para
Benjamin, no p o d r a haber una r e v o l u c i n de mentali-
dadessin una r e c o m p o s i c i n radical del espacio; tal ser, por otra
parte, el destino de
Be r l n .
Lo que
imp l ica
una
d e s t r u c c i n
del
Estado. Los destinos del espacio de la ciudad y del Estado estn
intrincados. Berln no es hoy en da una de las ciudades ms
liberales de Europa?
En ninguna poca posterior de mi vida, Berln ha sido tan
pujante como en aquellapoca,
pues
nosotros mismos est-
bamos convencidos de poder mantenerla intacta con el ob-
jetivo de mejorar sus
escuelas, acabar
con la inhumanidad
de los
padres
de sus alumnos, abrir laspuertas a las palabras
de Holderlin o de Georg. Era el intento extraordinario,
Wohlfahrt I.
enTopographiesdusouvenir e
Livre
des
passages
deW.
Benjamin,
sous ladir. De Witte B.Pars:Presses Sorbonne nouvelle 2007.
Benjamn W. Chroniqueberlinoise, op. cit. p. 264.
Dotte
J
L .
Lepoquedesappareih, 2004
Lignes/Lo
Scheer.
159
7/23/2019 cuestin de lugar
19/24
heroico, de cambiar la conducta de los hombres sin rozar
siquiera el contenido de sus relaciones sociales.
Benjamin
deviene exp l c i to , ahora que considera tener la
madurez necesaria: N a d i e [puede] mejora r el colegio ni la fa-
m i l i a
sin destruir el
estado
que necesita que ellos
sean
m a l o s .
Es
decir, sin trastornar la ciudad. Puesto que hay
espacios
que no
pueden generar sino el autoritarismo. Lo que imp l icar a acontra
rio considerando que Foucault se equivoca, que hay
espacios
que
hacen hbres.
La cuest in po l t ica de la juventud era espacial, antes de ser
l ing s t ica : la
imposibilidad
de aislarse de a dos o en grupo a cau-
sa del permanente
control
de los
padres,
de los conserjes, ga rzn
de caf, etc. Luego de la muerte de dos j v e n e s , Heinle y su pro-
metida, Benjamin escribe unas l neas p rofticas :
Tambin sentimos las limitaciones que la ciudad impon a
sobre todo aquello que sentamos en el corazn por el si-
guiente hecho: result imposible lograr para ambos, que
habanmuerto juntos, una tumba en el mismo cementerio.
Pero, por otro lado, fueron das que me hicieron madurar
en planteamientos posteriores y que me convencieron de
que ni siquiera una ciudad como Berln lograra librarse de
las cicatrices de una lucha por un mundo mejor *^.
La relacin
nativa del individuo con lo urbano es de compe-
n e t r a c i n ; es lo que explicitar m s tarde Benjamin hablando de
la percepcin en la d i s t racc in a p r o p s i t ode la arquitectura y del
cine. Es una r e lac in de absorc in ,lo inverso de la c o n t e m p l a c i n
de una obra de arte, bajo los golpes de misiles de la esttica del
shock, en particular dada s ta . En el espacio de la imagen singular
Benjamn
W. op. c e pp. 266-267. Trad. esp. op. ct. p. 36.
160
de Benjamin y de sus jvenes
camaradas,
la f an tasmagor a de lo
urbano se manifestaba en lo que denominaba hero smo extre-
mista (no tocar la in t r incac in del espacio urbano y del Estado)
y
desembocaba
en un reformismo p e d a g g i c o ingenuo, incluso
t r g ico : cambiar la
escuela
sin tocar la familia, primera estructura
coercitiva.
H a b r sido
necesario
el doble suicidio de sus amigos no
para tomar conciencia (ese no es el vocabulario de Benjamin), sino
para
despertarse
conservando el recuerdo de la s i tuac in anterior
que fuev iv ida como en un s u e o , su e o d el cual fuesacado acausa
de l doble
suicidio.
Po d r a m o s considerar que Benjamin ha conser-
vado la estructura de lad ialctica hegeliana en la medida en que el
despertar
es negac in y conservac inde la estasiszmcov. el s u e o ,
la fantasmagora. Pero ser necesario continuar insistiendo sobre
l a t o p o l o g a a u t n t i c a m e n t e diferente del sueo ^^: es un mundo
en s, protegido por el
s u e o .
Es la
c o n d i c i n
para que de manera
inversa la excavac in arqu eo lg ica que es el recuerdo sea posible.
Benjamin
invierte la f r m u l a del lapsus de m e m o r i a ,
pues-
to que mem orizar es ahondar. Es por medio de una reflexin sobre
la memo ria, como teatro de memoria ^ , que Benjamin vuelve a la
cuest in del lugar.
Puesto
que la obra de la memoria es concebida
como una a rqueo log a , la c u e s t i n del lugar es central: el recuerdo
es indisociable del lugar de laexcavac in y de la acc in de excavar,
sino solo subsisten losestados, de hecho, inactivos. Es el principio
de la
c r t ica ^
de una
h i s to r iograf a
dominante, documentalista y
positivista
para la cual los archivos seran circunstancias como en
Giedion.
Ahora bien, lo que cuenta en aquello que descubrimos
son las i m g e n e s
arrancadas,
suspendidas, como
suspensiones
Benjamn W.
Revs.
Edit et postfac parLindner B.Trad. fr.David C.
Pars:
Gallimard 2009. La concepcinbenjaminiana no es freudiana.
Sobre la memoria
como
teatro
Yeats
R
Van cU la
mmoire 1987.
Uno de los grandes temas de las Tesis
sobre
el
concepto
de
historia
1940.
161
7/23/2019 cuestin de lugar
20/24
museales,
de ah la referencia al coleccionista. Si la memoria es un
teatro,entonces est necesariamenteconfigurada por un aparato;
en consecuencia, no s a b r a m o s disociar la obra de la memoria del
aparatode excavac iny de su lugar de ap l icac in .
El
lenguaje significa indiscutiblemente que el recuerdo no
es un instrumento para captar elpasado,sino elescenario
donde se
lleva
acabotalcaptacin.As como la tierra es el
elemento en el que se hunden las ciudades muertas, as es el
lenguaje para lov ivido.Quien aspire a
acercarse
al propio
pasadosepultado ha de comportarse como el que exhuma
un cadver. Ellodetermina el tono, el talante de los verda-
derosrecuerdos. No hay que temer
volver
una y otra vez al
mismoestadodecosas:d iseminndolascomo se disemina
latierra, revolvindolascomo se revuelve la tierra. Las co-
sas a recordar son estratificaciones, capas, que entregan al
investigador cuidadoso aquello que constituyeel verdadero
valorescondido bajo latierra:las imgenesdesprendidasde
situaciones anteriores como joyas que brillan en el sobrio
aposento
de nuestravisinactual algoas como los
restos
y
efigies que se encuentran en lagalerade un coleccionista).
N i
qu decir que esnecesario emprender las excavaciones
siguiendo un cuidadoso plan. Por eso resulta indispensa-
ble darcuidadosas paladas,como tentando la oscura tierra,
forjndose ilusiones sobre lo mejor, que solo se halla en
elinventario final de lo exhumado. Por eso, la bsqueda
infructuosa se halla al mismo
nivel
que la afortunada, y de
ah que el recuerdo nodebaavanzarcomo si fuera un relato
muchomenoscomo unainformacin sobre
algo),
sino de
un modo pico, rapsdico, en el ms estricto sentido de
estost rminos, intentando remover nuevos lugares, ahon-
dando siempre
cada
vezms * .
Benjamin W. op. cit. p. 277. El mismo tema ha sido tratado enImgenes
del
pensamiento En
Excavaciones yrecuerdo Trad esp. op. cit. pp. 42-43.
162
Podemos plantear lah i p t e s i s que el modelo de la arqueo-
log a benjaminiana es
utilizado,
por su i n t e r p r e t a c i n y su meto-
d o l o g a , con
motivo
de lasAfinidades
electivas
de Goethe 1922-
1924). Es decir, la d i s t i n c i n entre el contenido objetual de la
obra y el valor de verdad.Pero a d e m s , la referencia a la actividad
de l
coleccionista es indispensable,
puesto
que el objeto coleccio-
nado es indisociable del lugar de la co lecc in y de la actividad
de aquel que hereda de
esta
manera una larga historia aquella
de l objeto que ha
pasado
de mano en mano, como la imagen del
recuerdo que conserva
todas
las
capas
que ha debido
atravesar
para alcanzarlo). Acordarse y coleccionar son
entonces
la misma
actividadpor medio de la cualel objeto ssu estuche Hay enton-
ces en Benjamin una
suerte
de aristotelismo del recuerdo y de la
co lecc in el lugar de una cosaes su envoltura, a la cual r e t o r n a r
naturalmente si ha sido
arrancada
de
a h ) .
M s precisamente, hay
una
suerte
de t o p o l o g ade lo que contiene y del contenido, s e g n
elmodelo ya citado del c o n t e n i d o delca lce t n :el contenido es
laformadesplegada. Existe ciertamente una continuidad t o p o l -
gica a causade esta c o n se r v a c i n de lo semejante, que se realiza
como forma o como contenido.
L a n i c a diferencia entre las dos actividades reside en esto:
coleccionar es reducir la heterogeneidad del mun do,puesto que
se trata de emparejar los objetos, es lo prev io a todo conocim ien -
to . Acordarse es reencontrar laca r tograf a de los lugares de me-
moria,
gracias a lo cual un recuerdo perdido
puede
ser cercado a
partir de una red cuya estructura es discursiva:p ica o r apsd ica ,
m s que estrictamente narrativa. Es un asuntode r i tmo .
Pero
entonces
qu es un lugar que deviene desr t ico como
aquel que muestran las fotos de Atget? Lugares de un
crimen,
sin ca-
dver? Lugaresdedesapar ic in po l t ica?Umbrales, intersticios que
posibilitan
la inminen cia de unaa d i v i n a c i n ,de un ver a distancia.
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7/23/2019 cuestin de lugar
21/24
L o que es lg ico : un lugar real es un envoltorio
lleno,
un lugar
vaco no
puede
sinoestar esperandoel retorno de lacosa.
Este
ngulomuertodel Jardn Zoolgico ad optun aire de
estarverdaderamente en lasltimas.Un ngulo proftico
no
cabe
duda. Hay que
darse
cuenta de