Alumno: Tony RoblesProfesoras: María Eugenia
Ulfe y Mercedes FigueroaMetodología: La etnografía y
la metodología visual25 de May de y
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Reflexión sobre el sonido como técnica etnográfica¿Qué nos pueden decir estos sonidos? ¿Qué entorno sonoro están componiendo?
Los sonidos de las calles de mi antiguo barrio, han permanecido inmóviles en mi
memoria y tienen la capacidad de evocar múltiples acepciones, formas y espacios.
Por el contrario, las imágenes almacenadas en mi memoria, aparecen desdibujadas,
imprecisas, difusas. He reconocido que los sonidos ocupan un lugar privilegiado en
mi memoria, ya que no buscan una correspondencia representada para existir, sino
que se sostienen como signos inaprensibles porque carecen de inscripciones que
los fijen. Son móviles, independientes y autónomos en mi memoria.
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Los sonidos son precisos, porque nos remiten indefectiblemente a un objeto, sujeto
o acción pero permanecen como significados abiertos, anónimos, carentes de
representación visual. Cuando por ejemplo, escucho al afilador de cuchillos, el
sonido me remite a una actividad: una profesión artesanal, un momento preciso del
día: casi siempre al mediodía, también de un tránsito: el sonido se empieza a
inscribir a lo lejos y puedo calcular cuánto tiempo tengo para salir a su encuentro.
Esta características no me especifican personajes, ni rostros ya que son signos que
permanecen despejados de representaciones visivas. El sonido remite a una
actividad pero ésta permanece desprovista de las características del ejecutante,
puede ser de cualquier género, edad ó clase. El hablante se libera de
representaciones a priori, imposiciones y estigmatizaciones.
Escuchar el sonido, abstraído de su entorno y tomado como un indicio, permite
atribuir diversas características posibles pero que no terminan por categorizarlo.
Por el contrario mirar una imagen, implica atribuirle todos los significados
acumulados de símbolos y significados que culturalmente hemos adquirido. La
jerarquía de los sentidos, privilegio al ojo, define Erlmann “como el órgano sensorial
moderno por excelencia y el oído como una especie de modo pre-moderno”. A
través de la mirada, se construyeron sistemas de observación y vigilancia, que a su
vez crearon monopolios occidentales sobre el conocimiento. (Earlmann, 2004) Los
conocimientos adquiridos a través del oído, como los mitos y las tradiciones orales,
se asociaron a la superstición y la clandestinidad, la jerarquización de los sentidos
buscó deslegitimarlos.
Earlmann (2004) propone “una cultura auditiva porque es posible conceptualizar
nuevas formas de conocer una cultura y obtener una comprensión más profunda de
cómo se conocen los miembros de una sociedad”. Los sonidos registrados, me han
permitido conocer el entorno sonoro de mi urbanización, construir los espacios y
establecer relaciones entre los habitantes de éste lugar.
Los sonidos determinan el límite de las áreas, por ejemplo cuando salgo de la
periferia de la urbanización desaparece el sonido de los pájaros, el de mi propio
sonido corporal y a su vez se incrementa el ruido de motores de vehículos. Cuando
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vuelvo a entrar a ésta, sucede lo contrario. El sonido de carros dentro de la
urbanización también es constante, pero se evita tocar el claxon como si se hace en
las zonas periféricas, implica el uso de códigos distintos a los que se utilizan cuando
uno se encuentra fuera de ésta.
Los sonidos permiten conocer el espacio de sus habitantes, la preferencia por algún
tipo de mascotas, sobretodo de perros, que se los suele dejar en las cocheras de las
casas. El espacio deportivo que se utiliza, cambia de usuarios de acuerdo a la hora,
por las mañanas lo utilizan niño y niñas, se oye que juegan algún deporte, mientras
que por la tarde el espacio lo utilizan hombres adultos para partidos de fútbol.
Estando en la urbanización, pude ser mas consciente de mis propios sonidos
personales, la manera de caminar, el ritmo de mis pasos, escuchar mi cansancio,
estos ruidos mas discretos se invisibilizan al alejarme de la urbanización. También
hay ruidos que son constantes y acompañan el ritmo de la vida en todas partes,
como son el trinar de las distintas aves que hay por toda la urbanización, que invita
a pensar que el espacio es circundado de naturaleza, con árboles donde estas aves,
anidan y se comunican durante el día, una marca sonora que se busca preservar.
El ritmo de la urbanización es propicio para caminatas, encuentros y charlas entre
los miembros, el tiempo es más lento porque no hay signos de aceleración, de
cuando en vez, los jóvenes utilizan skates para movilizarse. Además, las
transacciones en los locales comerciales se hacen a un ritmo constante pero no
frenético. En general, estos sonidos construyen una atmósfera tranquila y
sosegada.
También hay presencia de comercio ambulatorio fluctuante, dependiendo las horas
del día, como el afilador de cuchillos que pasa hasta el mediodía o el heladero que
en primavera pasa después de la hora de almuerzo. Ambos emiten sonidos
característicos que atraviesan las calles de la urbanización así uno sabe en que
momento salir a la puerta de sus casas.
También hay sonidos no tan gratos, pero que son característicos de esta
urbanización como el sonido de helicóptero o de aviones, dada la proximidad con la
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base área de Las Palmas, el tránsito aéreo no es constante pero incrementa en
festividades patrias. Estas marcas sonoras, como manifiesta Schafer (1969) son
soportadas por la urbanización debido a que muchos de sus integrantes pertenecen
la fuerza aérea del Perú, quienes construyeron esta urbanización a mediados de los
años cincuenta. Son pocas las veces que la urbanización ha buscado erradicar esta
practica invasiva.
Esta caminata sonora (Westercamp, 1974) me aproximó a comprender el paisaje
dando prioridad a mis oídos, viviendo en un periodo tan visual fue difícil poder “ver
con los oídos”. Para ello tuve que hacer varios recorridos con los ojos vendados
para poder sensibilizar y ajustar mejor este sentido. Con la ayuda de mi hermana,
quien me llevó a lugares con los ojos vendados, pude redescubrir y activar un
sentido opocado por la inmediatez del ojo que captura, clasifica y archiva, mientras
que descubrí al oído como un espacio abierto a múltiples interpretaciones y que
invita a ser conscientes de la separación entre el espacio personal y el entorno.
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