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Urbanizacin, mercados de trabajo, y escenarios sociales en el Mxico finisecular
Marina Ariza*
Juan Manuel Ramirez**
Introduccin1 En lo que a la vida urbana se refiere, las ltimas dcadas del siglo XX trajeron
consigo no slo la consolidacin de tendencias previas sino la irrupcin de
escenarios econmicos y sociales hasta hace poco impensables. Por un lado, el
mapa urbano nacional evolucion hacia una estructura ms equilibrada
comenzando a admitir la presencia de otras constelaciones metropolitanas
rivales en desmedro del fuerte peso gravitacional de la ciudad principal; por otro,
los mercados de trabajo sufrieron transformaciones decisivas, y con seguridad
ms traumticas, expresadas en: reiteradas crisis econmicas acompaadas de
fuertes devaluaciones monetarias, deterioro del salario real y de la calidad del
empleo, entre otros aspectos, que no son ms que epifenmenos de un proceso
ms general sintetizado en un cambio del modelo econmico.
Una nota poco esperanzadora de la cotidianidad urbana ha terminado por
escribirse en los ltimos aos de los 90 con el crecimiento exponencial de la
violencia criminal en un conjunto seleccionado de ciudades mexicanas. Este
aspecto, un rasgo emergente y generalizado de las sociedades de Amrica
*Instituto de Investigaciones Sociales, UNAM, Mxico. ** ITESO, Guadalajara, Mxico. 1 Queremos agradecer el apoyo brindado por diferentes personas e instituciones en la elaboracin de este trabajo. Renato Santos Coy fungi como asistente de investigacin en la bsqueda de informacin bibliogrfica y cuantitativa. Miguel Ramrez Braulio fue el supervisor de las tareas de campo que sirvieron de base para el anlisis cualitativo que se implementa en la ltima parte de este captulo. El Licenciado Juan Trejo, del Departamento de Estudios Sociodemogrficos del Instituto Nacional de Estadstica Geografa e Informtica, INEGI, amablemente atendi todas nuestras solicitudes de informacin, en particular en lo que atae a la metodologa para la contabilizacin del sector informal. Por ltimo, el Dr. Patricio Sols, colega y amigo, nos brind generosamente su apoyo en algunos aspectos tcnicos de la informacin.
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Latina, habla de las cortapisas del modelo econmico en curso y tiene entre sus
muchas consecuencias la alteracin de las pautas de la sociabilidad urbana.
Por ltimo, los actores polticos naturales del proceso de urbanizacin
latinoamericano: los pobladores que demandan un espacio (una pertenencia) en
la ciudad, un techo y una infraestructura de servicios que les asegure una vida
digna, protagonizaron durante estos aos tanto los momentos ms lgidos y
combativos de esa lucha, como los de su declive y desactivacin.
En las pginas que siguen exponemos las transformaciones principales
ocurridas en cada uno de los mbitos sealados: urbanizacin, mercados de
trabajo, violencia social, y movilizacin popular por la vivienda, destacando los
aspectos de continuidad y cambio, y los procesos con que los que se asocian.
Los dos primeros engloban los factores estructurales detrs del proceso de
conformacin de las ciudades como tales y en tanto mbitos laborales e
integran un gran bloque temtico; los dos ltimos recogen dos facetas
complementarias de la vida urbana en nuestros das: la creciente violencia social
y la cronologa de la movilizacin popular por la vivienda.
I.Tendencias estructurales en la conformacin de las ciudades y los mercados de trabajo urbanos 1. Aspectos generales del crecimiento urbano, 1970-2000 Es recin en el ltimo cuarto del sigo XX cuando Mxico puede considerarse
una sociedad urbana. En efecto, no es sino hasta la dcada de 1980 cuando
ms de la mitad de su poblacin pasa a residir a localidades de 15, 000
habitantes y ms (cuadro 1), porcentaje que en el ao 2000 lleg al 67.3% de la
3
Cuadro 1 Evolucin del sistema de ciudades. Indicadores seleccionados, Mxico, 1970-2000
1970 1980 1990 2000 Abs. % Abs. % Abs. % Abs. %
Pob. urbana (miles) 22,730 36,739 51,491 65,653 Grado de urbanizacin 47.1 55.0 63.4 67.3 Tasa de urbanizacin 2.0 1.5 0.8 0.6
Ciudades Pequeas 15,000-19,000 20,000-49,000 Subtotal
43 72 115
3.3 9.3 12.6
55 96 151
2.5 7.8 10.3
80 124 204
2.7 7.3 10.0
70 164 234
1.8 7.3 9.1
Ciudades Medias 50,000-100,000 100,000-499,000 Subtotal
25 30 55
7.7 27.0 34.7
24 44 68
4.3 27.3 31.6
39 42 81
5.4 21.3 26.7
46 42 88
5.0 16.5 21.5
Ciudades Grandes 500,000-999,000 1,000,000 y ms Subtotal
1 3 4
2.8 50.0 52.8
4 4 8
6.8 51.3 58.1
15 4 19
19.6 43.6 63.2
19 9 28
19.2 50.2 69.4
Gran total 174 100.1 227 100.0 304 99.9 350 100.0
Evolucin de la Ciudad de Mxico, indicadores seleccionados, 1970-2000 1970 1980 1990 2000 Indice de primaca Dos ciudades(a) Cuatro ciudades (b)
5.83 2.57
6.11 2.57
5.10 2.10
4.89 2.04
Porcentaje de la poblacin urbana
37.94
36.83
29.57
27.37
Porcentaje de la poblacin total
17.88
20.71
18.74
18.43
(a) Ciudad de Mxico en relacin a Guadalajara; (b) Ciudad de Mxico en relacin a Guadalajara, Monterrey y Puebla Fuentes: elaborado con base en Garza, Gustavo (2000 y 2002).
poblacin. Entre el principio y el fin del perodo de estudio (1970-2000), el
nmero de ciudades se duplic (de 174 a 350), mientras el volumen de
4
habitantes urbanos creci en aproximadamente un 188% (22.730 millones a
65,653).2
En sentido general, los aos de 1970 a 2000 representan tanto momentos
de cambio como de continuidad con las tendencias precedentes del desarrollo
urbano. En al menos dos aspectos clave es fcil reconocer un quiebre en las
pautas previas: el ritmo de crecimiento de la poblacin urbana y la tendencia a la
superconcentracin en la ciudad principal (primaca). Indudablemente, desde
cualquier parmetro que se evale, los aos de 1950 a 1970 fueron los de
mayor impulso urbanizador. En ellos la poblacin urbana creci a un ritmo anual
de aproximadamente el 3.2% y, el tamao de la ciudad principal fue -al menos
en 1950- siete veces mayor que el de la siguiente ciudad (Guadalajara) (cuadro
1). En esos aos la Ciudad de Mxico concentraba poco menos del 40% de toda
la poblacin urbana. Pero en las tres dcadas siguientes, el ritmo de la
urbanizacin se desaceler notablemente al pasar de una tasa de crecimiento
medio anual del 2.0 en 1970, a 0.6 % en el ao 2000, al tiempo que la ciudad
principal redujo de manera significativa su participacin en el conjunto de la
poblacin urbana a poco ms del 27% del total. En consonancia con estos
cambios, el ndice de primaca de la Ciudad de Mxico respecto de Guadalajara
experiment un descenso no despreciable (de 5.83 a 4.89).
En contraste, la pauta de crecimiento por tamao de las ciudades guarda
ms similitudes que diferencias con las tendencias del perodo anterior (1950-
70), pues en lo esencial la estructura urbana vista a travs de la jerarqua- da
2 En este importante incremento incide naturalmente el efecto acumulado de las altas tasas de crecimiento poblacional.
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cuenta de una considerable estabilidad al mantenerse, y an consolidarse, la
tendencia a la mayor concentracin de poblacin en las localidades grandes en
detrimento de las pequeas y medianas por el movimiento todava hacia arriba
en la jerarqua urbana. En efecto, la observacin del peso proporcional de cada
tamao de ciudad en el mapa urbano nacional entre 1970-2000 muestra una
tendencia generalizada a la baja en el porcentaje que cada tamao de ciudad
ocupa en la pirmide urbana, con excepcin de las ciudades de entre medio
milln y menos de un milln de habitantes, las que salen a relucir como las
grandes ganadoras del perodo (cuadro 1).
Las llamadas metrpolis (de ms de 1 milln de habitantes), por el
contrario no muestran una tendencia tan unidireccional. Entre 1970 y 1990 se
observa una inflexin de su posicin relativa (de 50.0 % 43.6%), que es
recuperada de nuevo en el ao 2000. As, an cuando ocurrieron variaciones
importantes en el interregno, tanto al principio como al fin del perodo, las
metrpolis de ms de un milln de habitantes concentran el mismo porcentaje de
poblacin urbana: la mitad (50%), slo que ahora, recin entrado el siglo XXI,
ste se distribuye entre un nmero mayor de localidades de este rango, nueve
en vez de las tres que existan en 1970, lo que quiere decir que ocurri una
redistribucin de la poblacin hacia otras metrpolis de la repblica. Otros
aspectos como la evolucin de las tendencias migratorias internas confirman
tambin la prdida de importancia de la Ciudad de Mxico, y en particular del
Distrito Federal, el que desde hace ya bastante tiempo expulsa ms poblacin
de la que atrae (Ariza, 1998).
6
Pero la menor capacidad de concentracin y atraccin poblacional no es
un fenmeno privativo de la Ciudad de Mxico, sino que empieza a
manifestarse de manera incipiente en otros centros metropolitanos del pas, Se
ha constatado as, un balance migratorio desfavorable de las ciudades de
Guadalajara, Puebla y Torren en el quinquenio 1992-1997, en equilibrio para la
ciudad de Toluca, adyacente a la Ciudad de Mxico, y positivo nicamente para
Monterrey3 (CONAPO, 2000). En cada caso, estos saldos migratorios negativos
representaron una reversin del comportamiento observado en el quinquenio
1987-1992, de atraccin neta, con excepcin de la Ciudad de Mxico.
A. Evolucin por tamao de localidad
El dinamismo diferencial mostrado por las ciudades que integran la jerarqua
urbana nacional (pequeas, medias, grande, metrpolis), se recoge ntidamente
en la evolucin observada por las tasas de crecimiento intercensales en el
perodo de estudio4 (cuadro 2).
3 El saldo migratorio aqu analizado es una medida de los intercambios de poblacin que ocurren en varias direcciones del espacio metropolitano: de su centro o periferia al resto del pas, y de sta ltima a los contornos metropolitanos, perifrico o central (CONAPO, 2000). 4 Para evitar el efecto del llamado sesgo de filtracin jerrquica -el que ocurre cuando por no controlar por el tamao de localidad al inicio del perodo se incurre en la falsa imputacin de atribuir a la ciudad siguiente una expansin que es parcialmente producida por el efecto de crecimiento de la ciudad inmediatamente anterior en tamao, objeto de reclasificacin al final del perodo de observacin (vase Sols, 1997 y CONAPO 2000- se tomaron las siguientes precauciones metodolgicas: 1) se seleccion a la localidad, y no al municipio (el que se basa en una definicin administrativa y puede contener por tanto, lejos de la cabecera municipal, zonas rurales) como base para la contabilidad; 2) se identific cada localidad al inicio del perodo de estudio, y se hizo un seguimiento puntual a lo largo de cada momento censal; 3) en el caso de las reas metropolitanas se tom la composicin de stas al final del perodo y se evaluaron entonces, hacia atrs, los cambios ocurridos en su delimitacin para ver cules localidades fueron absorbiendo. El clculo de estos datos implica un laborioso proceso de trabajo de las fuentes censales en cada ao. En el ao 1997 Patricio Sols (1997) lo hizo para el perodo 1960-1995, muy gentilmente accedi a completar la informacin para el ao 2000 y a permitir su publicacin en este texto.
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Cuadro 2 TASAS DE CRECIMIENTO INTERCENSAL DE LAS CIUDADES
SEGN TAMAO, Mxico, 1960 - 2000
Tamao de Ciudad 1960 - 1970 1970 - 1990 1990 - 1995 1995 - 2000
Ciudad 10 - 14,000 2.81 2.65 1.95 1.18 Pequea 15 - 19,000 4.40 3.18 2.30 1.93
20 - 49,000 5.01 3.37 1.94 1.37
Ciudad 50 - 99,000 4.97 4.02 2.84 1.62 Media 100 - 499,000 4.11 3.59 3.04 1.99
Gran Ciudad
500 - 999,999 5.62 3.28 3.08 1.96
Metpoli 1,000,000 y ms 5.18 2.77 2.10 1.83 Fuente: Sols 1997 y 2003.
En la primera de estas dcadas (1960-70), y como expresin del
contexto demogrfico de alto crecimiento poblacional que la enmarca, la mayora
de las ciudades registra tasas de crecimiento realmente elevadas, del orden del
4 y sobre el 5% anual. Sin embargo, son las ciudades grandes (500,000-99,000)
y las metrpolis las que se expanden a un mayor ritmo relativo. En los dos
decenios siguientes (1970-1990), las metrpolis y ciudades grandes ceden su
lugar a las ciudades medias, las que indiscutiblemente comandan el proceso en
esos aos de todava elevado dinamismo poblacional.5 Al llegar al primer lustro
de los 90 son las ciudades grandes de nuevo, y las ms numerosas de las
medias (100,000 a 499,000) las que mayores ritmos de crecimiento muestran,
5 Es habitual en Mxico obviar la informacin censal del ao 1980, o sustituirla por otra, debido a su baja calidad. La evaluacin de los perodos 1990-95 y 1995-2000 se hizo con base en los censos y el Conteo Nacional de Poblacin y Vivienda 1995, de perfecta comparabilidad .
8
bastante lejanos de los valores exhibidos por las metrpolis. En el ltimo
quinquenio de la dcada de los 90, y en oposicin a lo que ocurra al principio
del perodo de observacin, las tasas de crecimiento denotan el cambio a la baja
en la dinmica demogrfica global: todos los valores se encuentran por debajo
del 2%. Sin embargo, continan siendo las ciudades grandes (500,000-999,000)
y las medias de mayor tamao las que ms rpidamente se expanden, seguidas
ahora muy de cerca por las ciudades pequeas de menos de 20,000 habitantes,
como tambin por las metrpolis. Es de destacar que en este escenario de
desaceleracin del crecimiento poblacional nacional ha ocurrido una suerte de
convergencia en los ritmos de expansin que exhiben las ciudades que se
mostraron ms dinmicas a lo largo de los ltimos cuarenta aos (metrpolis,
medianas, grandes, y algunas de las pequeas). Mientras las metrpolis tuvieron
su mayor ritmo de crecimiento relativo en los aos 60, hecho que coincidi con
las tasas ms altas de urbanizacin registradas por Mxico durante el siglo
(Garza, 2002), las ciudades medias y pequeas continuaron expandindose -
durante los 70 y 80, e incluso en algunos casos hasta principios de los 90- con
ritmos de crecimiento por encima de las urbes situadas en la cspide de la
jerarqua urbana. La distancia en el crecimiento entre todos los tamaos de
ciudad se aminora a finales de los aos 90 producto de los cambios dictados
por el curso de la transicin demogrfica, con una tendencia a la convergencia
en la velocidad de expansin anual de todos los tamaos de ciudad, que no
logra anular sin embargo todas las diferencias preexistentes.
9
B. Dinamismo urbano regional y crecimiento metropolitano
De las tendencias antes descritas sobresale el carcter crecientemente
metropolitano del mapa urbano nacional, cada vez ms conformado por una
serie de constelaciones metropolitanas con sus respectivos centros y ciudades
satlites. Del universo casi unipolar de los aos 60 y 70, hemos transitado hacia
una pluralidad de ejes metropolitanos que se disputan entre s mbitos de
ascendencia en el espacio urbano nacional
Naturalmente, el peso regional de estos centros metropolitanos es
diferencial. El proceso de urbanizacin ha tenido su mayor dinamismo en las
regiones centro, centro norte y centro occidente, por un lado; y norte y fronterizo,
por el otro. Por razones complejas que ataen a la evolucin socio espacial del
pas, las regiones sur y sureste han quedado relegadas como actores principales
de la fuerte expansin urbana ocurrida en el pas durante la segunda mitad del
siglo XX (ver mapa).
Cinco son las metrpolis que liderean el crecimiento en las reas
regionales recin mencionadas (ver diagrama 1 y mapa): la Ciudad de Mxico
en la regin Centro; Guadalajara en la Centro-Occidente; Monterrey en la
Noreste; Ciudad Jurez en la Centro-Norte y Tijuana en la llamada Mar de
Corts (ver mapa en el apndice). Alrededor de estas cinco metrpolis gira una
constelacin de ciudades menores que no ha dejado de presentar algunas
variaciones entre 1970 y 2000. El diagrama 1 resalta algunos de los cambios
ocurridos en este conjunto metropolitano (nota), los que pueden resumirse en
tres aspectos: 1) un fortalecimiento extraordinario del conjunto formado por la
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TijuanaCuliacnCajeme
HermosilloMexicali
Cd. Jurez DurangoChihuahua
GuadalajaraMonterreyReynosa Nvo. Laredo
Torren
Tampico Matamoros
Aguascalientes Len
Morelia
S.L.P.
REGION I: Mar de CortsREGION I: Mar de Corts REGION II: NorteREGION II: Norte--CentroCentro
REGION III: NoresteREGION III: Noreste REGION IV: Centro y OccidenteREGION IV: Centro y Occidente
Puebla Acapulco
CD. Mxico
REGION V: CentroREGION V: Centro
Mrida
Veracruz
Diagrama 1Diagrama 1
PRINCIPALES REAS METROPOLITANAS DE MXICOPRINCIPALES REAS METROPOLITANAS DE MXICO
REGIN Y CIUDADES ADYACENTES, (1970)REGIN Y CIUDADES ADYACENTES, (1970)
25 Primeras Ciudades
Saltillo
TijuanaCuliacn Hermosillo
Mexicali
Cd. Jurez
Chihuahua
Monterrey
TampicoTorren
Guadalajara
S.L.P.
Morelia
Len
Aguascalientes
Cuernavaca Toluca
TlaxcalaPuebla
QuertaroAcapulco
CD. Mxico
OrizabaVilla Hermosa
Veracruz
REGIN I : Mar de CortsREGIN I : Mar de Corts REGIN VI: GolfoREGIN VI: Golfo REGIN II: Norte- CentroREGIN II: Norte- Centro
REGIN V: CentroREGIN V: Centro
REGIN III: NoresteREGIN III: Noreste REGIN IV: Centro-Norte y OccidenteREGIN IV: Centro-Norte y Occidente
DIAGRAMA 2DIAGRAMA 2
PRINCIPALES REAS METROPOLITANAS DE MXICO Y CIUDADES ADYACENTES (2000)PRINCIPALES REAS METROPOLITANAS DE MXICO Y CIUDADES ADYACENTES (2000)
Mrida
25 Primeras ciudades
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metrpoli de la ciudad principal y los ncleos urbanos que la rodean; 2)el
mantenimiento del conglomerado conformado por la ciudad de Guadalajara y
sus satlites; 3) la delineacin de un sexto centro metropolitano en la regin
Golfo ajeno al enorme poder gravitacional del centro y norte del pas: la ciudad
de Veracruz y sus adlteres Villahermosa y Orizaba6.
6 En estricto sentido, el fenmeno de metropolizacin tiene lugar, no slo una ciudad rebasa el umbral del milln de habitantes, sino su cuando su expansin rebasa el lmite poltico-administrativo que la conforma y abarca en tanto rea dos o ms municipios que no le pertenecen (Sobrino, 2003).
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En efecto, el conjunto metropolitano formado por la Ciudad de Mxico y
las urbes circunvecinas pas de contener 3 a 7 de las 25 primeras ciudades del
pas. A Puebla y Acapulco se sumaron en el 2000 Quertaro, Toluca,
Cuernavaca, y Tlaxcala como centros urbanos que responden al enorme poder
de atraccin de esta macro ciudad latinoamericana. Dicha reagrupacin se hizo
a expensas de los dems centros regionales destacados, con excepcin del
conformado por Guadalajara en la regin Centro Norte y Occidente, y del que
emerge en la regin Golfo, lidereado por Veracruz. As, Cajeme, Saltillo,
Durango, Nuevo Laredo, Reynosa y Matamoros, cedieron sus lugares a Toluca,
Cuernavaca, Quertaro, Tlaxcala, Orizaba y Villahermosa en el universo de las
veinte y cinco primeras ciudades que este conjunto de centros metropolitanos
engloba (diagrama 1). En este proceso, la regin III (Noreste, donde se ubica la
ciudad de Monterrey) perdi cuatro de las primeras 25 ciudades que tena en
1970; las regiones I (Mar de Corts) y II (Norte Centro y asiento de Ciudad
Jurez), perdieron una cada una; y las regiones V (Centro) y VI, (Golfo) ganaron
seis, cuatro y dos respectivamente.
Estas diferencias, que adems se manifiestan en las tasas de
crecimiento medio anual de cada una de las regiones aqu consideradas (datos
no presentados en los cuadros), son la expresin de diversos procesos
simultneos, entre ellos las discrepancias regionales en el descenso de la
fecundidad todava prevalecientes en el pas, el grado urbanizacin diferencial
entre ellas, y el cambio en la relocalizacin de las actividades productivas hacia
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una mayor diversificacin espacial que ha modificado el papel econmico de las
ciudades (Olivera Lozano, 1997; Bendesky, 2003).
As, en el lapso 1980-88 fueron las urbes y regiones ms vinculadas a la
inversin externa y a los servicios de exportacin (Norte y, en menor medida,
Centro Norte) las que se vieron favorecidas por el nuevo impulso industrializador
vinculado al mercado externo. En cambio, las grandes metrpolis del Noroeste
(Monterrey) y Centro (Ciudad de Mxico), resultaron perdedoras netas (Ibdem)7.
Baste como ejemplo el efecto diferencial de la crisis de 1994 sobre el espacio
urbano regional: mientras en la industria maquiladora su impacto fue nulo,
Ciudad Mxico, Jalisco, Nuevo Len, Guanajuato y Puebla, exhibieron los
mayores volmenes absolutos de despido de personal (Alba, 1998; Zenteno,
2002). Producto de los cambios destacados, los seis estados fronterizos, en
contraposicin con los del sureste, tuvieron tasas de crecimiento promedio del
PIB superiores a la media nacional que fue del alrededor 3.6% entre 1995 y
2000 (Bendesky, 2003).
Estos aspectos realzan la funcin econmica que tales centros urbanos
juegan en el nuevo escenario econmico global. Tijuana y Jurez son
esencialmente ciudades maquiladoras, rasgo que define la especializacin
econmica del sistema urbano fronterizo al que pertenecen, el que no
fortuitamente ha tenido el mejor desempeo econmico en el contexto nacional
en la ltima dcada (Zenteno, 2002). Es importante acotar que en los ltimos
7 De acuerdo con Olivera Lozano, 1997, los sectores lderes dentro del nuevo modelo de econmico (exportadoras de vehculos, de autopartes, maquinarias no elctricas, hierro, acero, industria qumica), ubicados en la regin Norte, mostraron tasas de crecimiento por encima del promedio nacional de 3.6. Por su localizacin espacial, resultaron favorecidas de manera particular ciudades como Chihuahua, Monclova y Saltillo.
14
aos ha tenido lugar un importante proceso de expansin territorial de la
industria maquiladora por el cual las menos competitivas se han desplazado
hacia el centro del pas en procura de salarios ms bajos y condiciones ms
atractivas8 (Fleck, 2001). Es caracterstico de este llamado patrn emergente de
distribucin territorial de la maquila la ubicacin preferencial en las ciudades
medias, e incluso, e algunas localidades rurales (Carrillo y De la O, 2002)9.
En el mismo tenor, la ciudad de Guadalajara, epicentro de la regin
Centro Norte y Occidente y asiento tradicional de la pequea produccin
artesanal, ha emprendido un proceso de diversificacin de su planta industrial
desde la pequea industria artesanal a empresas de mayor tamao y a la
produccin de bienes de capital e intermedios. En los ltimos aos ha sido
tambin receptculo de la inversin extranjera va la industria maquiladora de
exportacin (Garca y Oliveira, 2001; Zenteno, 2002). Monterrey,
tradicionalmente un vrtice importante de la industrializacin mexicana, eje de la
industria pesada y de bienes de capital, ha sufrido un proceso importante de
reestructuracin econmica que le ha permitido reposicionarse competitivamente
en la arena internacional, no sin antes sufrir los embates del quiebre econmico
de mediados de los 90 (Alba,1998). Mrida, a mayor distancia del centro, ha
recibido recientemente un vigoroso impulso econmico con el aumento del
empleo maquilador (Zenteno, 2002). A su vez, Veracruz, perteneciente al grupo
de ciudades portuarias, ha tendido ha fortalecer las actividades econmicas
8 Entre 1979 y 1998 el porcentaje de industrias maquiladoras en la frontera descendi de 88.0% a 62 % (INEGI, 1991 y 1998). 9 As, por ejemplo, la industria textil maquiladora ubicada en municipios no fronterizos pas de 27 establecimientos en 1985 a 783 en el 2000 (Carrillo y De la O, 2000).
15
vinculadas a los servicios y el turismo (Ibdem). Resta la Ciudad de Mxico,
centro gravitacional del sistema urbano nacional, que en el contexto de la nueva
geografa espacial ha sufrido un marcado proceso de desindustrializacin
relativa acentuando su vocacin terciaria y de intermediacin comercial en el
entorno globalizador (Parneiter, 2002).
Los datos aqu presentados no dejan dudas acerca de que en las
dcadas que condujeron al ocaso del siglo XX se produjo una reversin de la
tendencia a la polarizacin espacial observada durante los aos 50 y 60, y por
tanto, una disminucin de la concentracin urbana, coherente por los dems con
las pausas marcadas por el llamado ciclo de desarrollo urbano, tal y como se
conoce en la bibliografa especializada (Berry, 1980; Geller y Kontuly, 1993;
Graizbord, 1984, 1992; Sobrino, 1996 y 2003 ). Este proceso de
desconcentracin urbana se da conjuntamente con las asincronas dictadas por
el carcter eminentemente diferencial de la urbanizacin.10
As, mientras el descenso de la primaca urbana, la redistribucin hacia otras
ciudades y centros metropolitanos del peso poblacional de la ciudad principal, el
mayor crecimiento relativo de polos regionales ajenos al poder gravitacional del
eje central, y la desaceleracin del ritmo de urbanizacin producto del decurso
de la transicin urbana, hablan a favor un patrn relativamente desconcentrado
del escenario urbano mexicano en el ltimo cuarto del siglo XX; el
fortalecimiento extraordinario de la constelacin de ciudades que rodea a la
10 Es el concepto de ciclo de desarrollo urbano el que condensa la idea de urbanizacin diferencial. Tal y como lo resea Sobrino (20003:101), son cuatro los elementos principales que daran cuenta de la asincrona en el crecimiento de cada tamao de ciudad: 1)las fuerzas del mercado; 2)los atributos locacionales; 3) la difusin de las innovaciones; 4)las economas de aglomeracin. A ellos habra que agregar los de carcter demogrfico.
16
metrpoli principal perceptible en el ao 2000, y el movimiento todava
ascendente en el proceso de filtracin jerrquica de la estratificacin urbana,
hablan, por el contrario, de la prevalencia de tendencias concentradoras (Garza,
1999, 2000, 2000b, y 2002). Es decir, reiteramos, de la existencia procesos
diferenciales de crecimiento urbano11. En estas tendencias contrapuestas y
coexistentes inciden una variedad de factores, entre los que a continuacin
resaltamos los de naturaleza demogrfica y socio-econmica.
Como ha quedado en evidencia, el proceso de urbanizacin est
centralmente condicionado por la dinmica demogrfica en ms de un sentido.
El descenso en el porcentaje de poblacin que absorbe la ciudad principal en los
aos 80 y 90 con respecto a los 70 (ocurrido en Mxico y en Amrica Latina),
una medida de desconcentracin relativa, es en parte una expresin de la
desaceleracin del crecimiento demogrfico (diferencial a lo largo del territorio) y
de la menor intensidad de los desplazamientos internos. Caractersticamente,
cuando la distribucin espacial con alta primaca urbana se conform por all por
los aos 40 a 60, las ciudades principales de Amrica Latina crecan con ritmos
superiores al resto de los pases y de la poblacin urbana total12. En el escenario
opuesto que brindan los aos postreros del siglo XX, el descenso en la
11 Existe en Mxico una suerte de polarizacin del debate acerca de la naturaleza del proceso de urbanizacin ocurrido en el pas en los ltimos aos. Las posiciones fluctan entre quienes afirman que a partir de 1970, grosso modo, tiene lugar una inversin de la pauta concentradora (Ruiz, 1986; Corona y Tuirn, 1994; Graizbord, 1984, 1992; Sobrino, 1996 y 2003; Graizbord y Snchez, 1997; Negrete, 1999); y quienes, teniendo como vocero principal a Garza (1999, 2000a, 2000b, y 2002), entienden que las tendencias observadas, lejos de obedecer a una suerte de desconcentracin espontnea, responden a una acentuacin de la tendencia concentradora y a un cambio en el nivel de la concentracin, de la metrpolis a la megalpolis (solapamiento de al menos dos metrpolis). 12 En ese contexto, las migraciones campo-ciudad contribuan en el conjunto de Amrica Latina con alrededor del 40% del crecimiento urbano (Lattes, 1994).
17
fecundidad y la prdida de impulso de las migraciones campo-ciudad restan por
s solos dinamismo al proceso centralizador, determinando un menor crecimiento
relativo de los centros principales en relacin al resto urbano. Slo este sentido
podemos decir que las tendencias demogrficas actuales promueven hasta
cierto punto una atenuacin de la concentracin espacial en los centros de
mayor jerarqua.13
Pero en la medida en que el sistema urbano es expresin de una divisin del
trabajo productivo, de la distinta funcionalidad y/o especializacin de las
ciudades en un entorno socioeconmico dado, como acabamos de constatar, la
distribucin espacial expresa la lgica de uso espacial que rige a una estrategia
de produccin dada, la que se esfuerza por aprovechar las ventajas geogrficas
y/o econmicas existentes. Queda claro que aun cuando en el nuevo esquema
de crecimiento existen fuerzas que propenden hacia una desconcentracin
relativa del espacio urbano al determinar la localizacin espacial de la
produccin fuera del histrico centro del pas; stas son contrarrestradas por la
arraigada tendencia a aprovechar las economas de escalas preexistentes. Ello
explica quizs el fortalecimiento de la constelacin metropolitana ubicada en el
mbito de la ciudad principal en los ltimos aos, no obstante la reorganizacin
espacial de la produccin ocurrida en el nuevo escenario econmico global.
2. Evolucin reciente de los mercados de trabajo en Mxico (1980-2000)
Es probable que haciendo un ejercicio de comparacin histrica, sean pocos los
perodos econmicos que encierren tantas y tan decisivas transformaciones en
13 De hecho, y de acuerdo con Sobrino (2003: 102), la fase de la polarizacin regresiva de la urbanizacin ocurrida en el pas se explica principalmente por la desconcentracin demogrfica antes que econmica
18
los mercados de trabajo en Mxico como los que acotan las dcadas de 1980 a
2000. Dos grandes crisis y sendos momentos de tmida recuperacin
econmica, tres devaluaciones monetarias, un profundo cambio en el esquema
de crecimiento, una cada prcticamente irrecuperable de los salarios reales
acompaada de su dispersin, la proliferacin de las actividades no asalariadas,
la desproteccin laboral, la polarizacin, y el deterioro en la calidad del empleo
son, a grandes rasgos, los eventos que resumen el perodo. A continuacin
haremos una breve mencin a los ms relevantes de ellos.
A. Tendencias generales
La dcada de los ochenta principia, en efecto, con una aguda contraccin
econmica que no fue ms que la escenificacin tarda en el caso mexicano de
un episodio ms de la llamada crisis de la deuda, la que azot a la mayora de
los pases latinoamericanos desde los tempranos aos de los 70.14 Las
manifestaciones de esta crisis resultaron ostensibles en la pronunciada cada del
producto per cpita y del salario real, en la fuerte devaluacin monetaria, y en la
no menos importante alza inflacionaria15 (Tello, 1987; Ros, 1985; Oliveira y
Garca, 1996 y 1998). En el mediano plazo, sin embargo, la crisis no fue ms
que la antesala de un cambio ms radical an, el que habra de transformar el
esquema de crecimiento econmico desde un modelo sustentado en la
proteccin del mercado interno y la industrializacin por sustitucin de
importaciones -hegemnico grosso modo entre 1940 y 1970- hacia otro cuyos
14 El boom petrolero del perodo 1979-81 permiti a Mxico retardar ficticiamente por unos aos el severo impacto de la crisis. 15 La moneda se devalu cerca de 40 veces entre 1982-1986; la inflacin rebas el 100 %, mientras la tasa se desempleo abierto lleg al 12% a mediados de 1983 (Ros, 1985).
19
ejes descansan en la comercializacin, la reorientacin del papel del Estado en
la economa, la apertura y competitividad externas. Sera 1986 el punto de
arranque de una serie de medidas decisivas que crearan la plataforma
institucional necesaria para el despegue del nuevo modelo econmico.
Es quizs el freno en el crecimiento industrial el rostro ms evidente de
los decisivos cambios estructurales a que hemos hecho mencin. El mismo
resulta evidente en la prdida de importancia que entre 1980 y 1986 registr la
manufactura como generadora de empleo a nivel nacional16 (Garza, 1991;
Oliveira y Garca, 1996). Fueron las empresas destinadas a la produccin de
bienes de capital y de consumo duradero las ms severamente afectadas por la
crisis, de ah que las ciudades donde ellas eran importantes (Monterrey, Ciudad
de Mxico) registraron la mayor contraccin relativa del empleo (Olivera Lozano,
1997)17. Los datos disponibles muestran una reduccin de 21.2 % a 17% de la
PEA industrial entre 1979 y 1991, que tiende a recuperarse a finales de los 90 18
(Oliveira, Ariza y Eternod, 2001).
Pero el golpe al sector industrial fue contrabalanceado por el auge de las
exportaciones manufactureras (maquilas), puntal decisivo del nuevo esquema de
crecimiento. Estas experimentaron una extraordinaria expansin desde
mediados de los 80 en adelante, y slo disminuyeron su crecimiento a principios
del siglo XXI cuando las secuelas negativas de la onda recesiva de la economa
16 Se estima que en esos aos, el porcentaje de ocupacin manufacturera en establecimientos fijos descendi de 46% a 37% (Ibidem). 17 A diferencia de la Ciudad de Mxico, Monterrey lograra aos despus relanzar un proceso de reestructuracin exitoso y revertir parte de la tendencia desindustrializadora (Alba, 1998). 18 De acuerdo con los datos de la Encuesta Nacional de Empleo, en el ao 2000 el sector industrial manufacturero absorba al 19.3 de la fuerza de trabajo.
20
estadounidense la obligaron a recortar la planta industrial y cerrar incluso
algunos establecimientos.19
Otra de las tendencias que se ha afirmado con ms fuerza en las dcadas
postreras del siglo XX ha sido la creciente terciarizacin de la economa.
(cuadro 3) Entre 1980 y 2000 el porcentaje de fuerza de trabajo alojada en el
sector servicios no ha dejado de crecer (cuadro 2.1), absorbiendo en este ltimo
ao alrededor del 52% de la poblacin ocupada (ENE, 2000)20.La ampliacin del
terciario ha seguido una pauta diferencial segn las regiones: entre 1980 y 1998
creci mucho menos en los estados del Norte (Chihuahua, Coahuila y Durango)
que en los de las regiones Golfo (Veracruz y Tabasco), Peninsular (Campeche,
Quintana Roo, Yucatn) y Pacfico Sur (Chiapas, Guerrero y Oaxaca) (Salas,
2003)21.
Como sucede en otros contextos sociales, la progresiva ampliacin del
terciario ha ido de la mano de la creciente feminizacin de la fuerza de trabajo.
La presencia relativa de mujeres no ha dejado de aumentar desde la dcada de
los 70, verificndose una duplicacin de sus tasas de participacin econmica
entre 1970 y 2000. En el ao 2000 el ndice de feminizacin era de 51.85
mujeres por cada cien hombres, una magnitud realmente importante si se
considera que el porcentaje de mujeres en el conjunto de la fuerza de trabajo
19 Entre 1980 y 1998, el nmero de empleados en la maquila pas de 101,020 a 817,877; en el ao 2000 sobrepasaba el milln. (1,307,982). Sin embargo, por efecto de la recesin norteamericana se perdieron 226 mil empleos y se cerraron 253 establecimientos entre diciembre del 2000 y diciembre del 2001 (Fleck, 2001; Carrillo y De la O, 2002, e INEGI,2002). 20 En el ao 1979, el porcentaje de trabajadores en el conjunto de los servicios apenas llegaba al 34.2% (Oliveira, Ariza y Eternod, 2001). 21 En el caso de la regin Peninsular la expansin - medida a travs de la participacin en el PIB regional- fue extraordinaria: de 28.8 a 70.8% entre 1980 y 1998. Dicho crecimiento se relaciona claramente con el desarrollo del turismo, la llamada industria sin chimenea (Salas, 2003).
21
Cuadro 3 Distribucin porcentual de la poblacin ocupada por sector de actividad econmica, Mxico 1970-2000
Sector de actividad 1970
1979
1991
1995
2000
Agropecuario Industria Construccin Servicios Comercio
39.4 20.5 4.8 25.1 10.2
29.1 21.2 6.4 29.4 13.9
27.0 17.0 6.2 33.8 16.0
24.9 16.0 5.4 35.2 18.5
18.2 19.3 7.3 37.4 17.8
100.0 100.0 100.0 100.0 100.0
Fuentes: Rendn y Salas, 1987; Encuesta Continua de Ocupacin, 1979, Encuesta Nacional de Empleo, 1991, 1995 y 2000
oscilaba en ese ao alrededor del 35% (Ariza y Oliveira, 2002).
Despus de la aguda contraccin del lapso 1982 a 1988, la economa
empez a dar visos de recuperacin a principios de la dcada los 90, pero en
1994 una nueva onda recesiva sumi al pas en la crisis econmica ms severa
de que se tiene memoria en los ltimos aos. El producto bruto interno se
contrajo en casi un 7%, la moneda se devalu un 44%, la inflacin se elev al
52%; el desempleo abierto, histricamente bajo en Mxico, alcanz la cifra
rcord de 7.6% en agosto de ese ao, magnitud slo equiparable a los valores
alcanzados en los momentos ms severos de la crisis de la deuda. Ese mismo
ao, 22,186 empresas suspendieron sus cotizaciones al Instituto Mexicano del
Seguro Social (Garca, 1996), los salarios mnimos se redujeron en un 12%, y
los correspondientes a los grandes establecimientos manufactureros en un 20%,
quedando sin efecto la frgil recuperacin lograda entre 1991-1993 (Zepeda,
2002). La devaluacin del orden del 100% en 1995 termin por apuntalar el
22
nuevo patrn de crecimiento forjado a principios de los 80, contribuyendo a
reestructurar los sectores productivos, la competitividad de las empresas y los
costos de la fuerza de trabajo, como una de las principales ventajas
comparativas que ofrece el pas a escala internacional (Bendesky, 2003).
A partir de 1996 y hasta el 2000 al menos, se abre un perodo de breve
repunte observable en la recuperacin relativa de los salarios, la que no alcanz
a remontar los niveles previos a la crisis de mitad de la dcada22. Los primeros
aos del siglo XXI marcarn, sin embargo, un nuevo intervalo de estancamiento
econmico detonado en parte por los efectos econmicos recesivos del 11 de
septiembre en la economa norteamericana. De acuerdo con cifras de la
Secretara del Trabajo, entre 1995 y 1998 el producto interno bruto creci a una
tasa media anual de 5.6%, mientras la poblacin ocupada lo hizo al 4.5%, lo que
redujo la tasa de desempleo abierto hasta el 3.2% en 1999 (STPS, 2000). Pero
esta mejora no se tradujo en una elevacin de las condiciones laborales. As,
entre 1995 y 1998, la tasa de condiciones crticas de ocupacin (TCCO) que
mide la proporcin de poblacin en situacin precaria23, se mantuvo estable en
23.8% (STPS, 2000). Algunos indicadores como el porcentaje de trabajadores
sin prestaciones sociales que en Mxico se sita por encima del 55%, o de
aqullos que devengan menos de dos salarios mnimos al mes por encima del
60% de la poblacin trabajadora- arrojan un panorama todava menos
esperanzador. Otro de los rasgos sobresalientes de la economa en estos
22 Se estima que el salario mnimo real del ao 2000 representa tan slo una tercera parte del monto de 1980 (Zepeda, 2002; Salas y Zepeda, 2003) 23 La que trabaja menos de 35 horas a la semana por razones de mercado, ms la que labora ms de 48 horas semanales ganando menos de dos salarios mnimos al mes, o que trabaja ms de 33 horas semanales con ingresos inferiores al salario mnimo.
23
aos de acusada transformacin ha sido la tendencia a una mayor dispersin
salarial (Feenstra y Hanson, 1997; Ian Cragg y Epelbaum, 1996; Salas y
Zepeda, 2003), la que prcticamente ha dejado a los trabajadores ms
escolarizados como los nicos beneficiarios de las magras mejoras salariales
ocurridas en el perodo (Ibdem). La dispersin salarial se verifica tambin en
las distintas ramas de actividad econmica, las que entre 1991 y 1999 sufrieron
un aumento progresivo del coeficiente de variacin de los salarios medios24.
Estos datos son coherentes con los cambios ocurridos en el perfil de la fuerza
laboral mexicana en los noventa hacia el aumento de la participacin de los que
culminan la secundaria o tienen estudios de nivel medio y superior, en
detrimento de los que se sitan por debajo de estos niveles (Llamas Huitrn y
Garro Bordorano, 2003). 25
En el mismo sentido, el ingreso real por hora disminuy a lo largo de la
dcada de los 90 para el conjunto de los trabajadores urbanos, al tiempo que los
salarios de las mujeres se mantuvieron por debajo de los obtenidos por los
hombres (Garca y Oliveira 20023b). En ese lapso los empleados pblicos
fueron los nicos que incrementaron sus niveles salariales en las reas urbanas
del pas, si bien el peso del sector pblico en el conjunto de la economa
disminuy26.
24 Los peores salarios se pagaran en la confeccin de prendas de vestir, restaurantes, hoteles y servicios varios, los mejores en la petroqumica, el sector elctrico, comunicaciones y finanzas (Salas y Zepeda, 2003). 25 No obstante dichos cambios, el nivel educativo de la poblacin trabajadora es realmente bajo: entre 1991 y 1999 el 51.1% tena como toda escolaridad un nivel de secundaria o menos (Ibdem). 26 Se refiere a las 16 ciudades contempladas en la Encuesta Nacional de Empleo Urbano, ENEU, INEGI.
24
Las transformaciones sealadas han tenido como consecuencia un
incremento gradual de los trabajadores no asalariados (principalmente cuenta
propias y familiares no remunerados) en el conjunto de la fuerza laboral, los que
a fines de los 90 constituyen alrededor del 37% del conjunto de los ocupados.
Muchos de esto aspectos resultan ms inteligibles al echar una rpida mirada a
la evolucin reciente del sector informal.
B. El caso del sector informal
Ya en los aos 80, como consecuencia de la severa crisis vivida desde
principios de la dcada, el sector informal empez a absorber una parte
importante de la fuerza de trabajo urbana. Dependiendo de los criterios
utilizados, las estimaciones ms habituales oscilaban entre el 25 y el 35% de la
fuerza laboral en los ltimos aos de la dcada27 (Jusidman, STPS, 1993).
Mediados los 90, y como consecuencia de la extrema sensibilidad de este sector
a las fluctuaciones econmicas, el porcentaje de trabajadores informales28 se
coloc por encima del 44% de la poblacin urbana para volver a descender una
vez superado el momento crtico de la mitad del decenio (cuadro 4).29 El
27 Sin embargo, una encuesta realizada en 1976 especficamente para medir informalidad en el nivel de los hogares, arroj una cifra del 38% (Jusidman, STPS, 1993). 28 El concepto de sector informal que se maneja aqu es una combinacin del criterio del tamao de establecimiento con el de situacin en el empleo. Incluye a los empleadores, asalariados y trabajadores a destajo que laboran en establecimientos con cinco o menos personas; a los trabajadores domsticos, a los cuenta propia, y los sin pago. De la categora de trabajadores en empresas con hasta cinco personas se excluye a los que se encuentran en ramas que se definen como formales. De los cuenta propia y trabajadores sin pago, se excluye a los profesionistas, considerados no informales, y a los trabajadores domsticos para evitar una doble contabilizacin (STPS, 2000). Esta es por lo dems la definicin emprica usada tradicionalmente en las fuentes de informacin en Mxico. 29 Si en vez del criterio tradicional aqu empleado, que combina el tamao de establecimiento con la situacin en el trabajo (cuenta propia, asalariado, no remunerados), se recurre a una concepcin alternativa en la que se incluye a los asalariados sin prestaciones, el porcentaje de informalidad sera en Mxico del orden del 49.8% en el ao 2000 (ver cuadro 2.7). Por razones
25
comportamiento descrito por el sector a lo largo de estos perodos de sucesivas
crisis y recuperaciones econmicas parece confirmar su carcter contracclico:
expansin en momentos de crisis y relativa contraccin en los de crecimiento.
En el ao 2000, y a pesar de la reduccin en la participacin del sector
informal en el conjunto de la economa, todava ms de 7 millones de personas,
del total 19 millones, 515 mil que conformaban la poblacin ocupada generaban
su ingreso en el circuito informal de la economa (cuadro 4). De acuerdo con la
distribucin por sector de actividad econmica las mayores tasas de informalidad
se encuentran en el comercio al menudeo un subsector, dicho sea de paso,
extraordinariamente feminizado-, y los servicios, sobre todo hoteles y
restaurantes (ver anexo estadstico). Ambos sectores comercio en general y
servicios- alojan ms de las dos terceras partes de todos los informales urbanos
tanto a principios como a finales de la dcada de los 90.
Cuadro 4 Evolucin del sector informal, 1993-1998
Mxico, reas urbanas (100,000 habitantes y ms) Dimensin Poblacin ocupada
(en miles de personas) Tasa de participacin Tasa de crecimiento
media anual
1993 1995 2000 1993 1995 2000 (%) (%) (%)
1993-95 1995-98 1998- 2000 (%) (%) (%)
Pob.ocupada 14923.0 15161.2 19515.1 100.0 100.0 100.0 0.8 5.8 4.3 S. formal 9141.9 8445.5 12580.1 61.3 55.7 63.3 -3.9 7.4 9.6
S. informal 5781.1 6715.7 7093.1 38.7 44.3 36.7 7.8 3.6 -2.6
Fuente: Secretara del Trabajo y Previsin Social, 2000 y Encuesta Nacional de Empleo 2000.
de comparabilidad con la informacin ya generada en el pas, conservamos en lo esencial el criterio anterior.
26
Grfico 1
Con base en la Encuesta Nacional de Micronegocios (ENAMIN), es
posible conocer algunas de las caractersticas de los establecimientos de hasta
6 personas.30 De acuerdo con ella, alrededor del 35% del total del empleo
urbano tiene lugar en este tipo de negocios, magnitud que en cifras absolutas
envuelve a un total de 6,693.7 personas. Visto de otro modo, 4. 2 millones de
micronegocios generan la tercera parte del empleo urbano a nivel nacional. La
abrumadora mayora de stos, el 84%, son unipersonales o utilizan trabajadores
30 La Encuesta Nacional de Micronegocios de 1998 es representativa de todas las reas urbanas de 100,000 habitantes y ms. La muestra seleccionada fue de 16 mil micronegocios. El informante fue el patrn o trabajador por cuenta propia seleccionado, y no otro miembro de la familia. Se consideraron en forma operativa a las unidades econmicas de hasta seis personas en las actividades de la industria extractiva y de la construccin, el comercio, los servicios y el transporte. En lo concerniente al sector manufacturero se tom a las unidades de hasta 16 personas, incluyendo al dueo y a los trabajadores, remunerados o no, debido a que en general se requiere a un mayor nmero de personas para operar este tipo de negocios. Como la seleccin de los micronegocios se realiza con base en la Encuesta Nacional de Empleo Urbano, una encuesta de hogar, es posible incluir negocios que escapan a las encuestas, a establecimientos y a los Censos Econmicos. Se conforma as una encuesta mixta hogares-establecimientos.
0
10
20
30
40
50
60
70
Formal Informal Formal Informal
Tipo de empleo
%
TotalEdad promedioEscolaridad promedio
PORCENTAJE DE INFORMALIDAD SEGN DISTINTAS CONCEPCIONES, MXICO, reas ms urbanizadas, 2000
Medicin tradicional Medicin alternativa
27
familiares a los que no otorgan remuneracin alguna (INEGI, 2000). Slo una
tercera parte lleva a cabo sus actividades en locales, la inmensa mayora o
deambula en la va pblica, o hace y deshace diariamente un pequeo puesto
callejero, o bien toma al propio domicilio o el de sus clientes como centro de
operaciones (INEGI, 2000).
Datos de la misma encuesta levantados durante los aos 1992, 1994,
1996 y 1998, parcialmente recogidos en el cuadro 5 dan cuenta de la evolucin
seguida por los micronegocios en la ltima dcada del siglo XX: a) aumento de
los trabajadores por cuenta propia, con ritmos anuales de entre el 7 y el 8%, y
descenso de los asalariados (Romn, 2001); b) crecimiento de los
establecimientos que poseen un solo trabajador (del 59% al 65%), as como de
los que trabajan sin local; c) incremento de las unidades econmicas que
declaran prdidas; d) y del porcentaje de trabajadores que dedica ms de 48
horas semanales a la actividad. Competencia excesiva, falta de clientes, y
bajas ganancias, son los tres problemas a que con mayor frecuencia se
enfrentan estos micro establecimientos (Romn, 2001).
Los aspectos reseados rearfiman la naturaleza extraordinariamente
precaria de estas pequeas unidades econmicas, cuya proliferacin colma casi
por completo el universo de los informales. Revelan tambin que an as, para
ciertos sectores sociales, estas frgiles y precarias unidades econmicas
constituyen una mejor opcin que el trabajo asalariado.
28
Cuadro 5 Evolucin de los pequeos establecimientos, 1992 a 1998 Mxico, reas urbanas
Caractersticas 1992-1994 % 1996 % 1998 % Cuenta propia 46.1 52.7 52.7 Asalariados 22.6 18.4 18.8
Un trabajador 59.1 65.1 65.9 Sin local 64.9 71.0 66.9
Trabajo domiciliario 26.1 30.9 27.4 Fuente: tomado de Romn (2001), elaborado con base en la ENAMIN, 1992 a 1998
La probablidad de ser un informal en Mxico en el ao 2000
Si el sector informal constituye una opcin laboral tan importante para millones
de mexicanos, conviene conocer qu poblacin est ms expuesta al riesgo de
encontrar su reproduccin econmica dentro de l. El cuadro 2.10 recoge los
resultados del ajuste de dos modelos de regresin logstica para medir la
probabilidad de ser un trabajador informal en el ao 200031. El primer modelo
comprende una serie de variables individuales de carcter sociodemogrfico:
sexo, edad, escolaridad y relacin de parentesco con el jefe de hogar. El
segundo incorpora a stas dos variables de mercado: el tipo de ocupacin
(manual o no manual) y la rama de actividad econmica. Este segundo modelo
31 Se corrieron los mismos modelos tanto para la definicin tradicional (que combina tamao de establecimiento y situacin en el trabajo) como alternativa (incluye a los asalariados sin prestaciones) de informalidad, aunque por razones de comparabilidad con lo expuesto en la primera parte de este acpite y con la tradicin de investigacin en el pas, se presentan slo los resultados obtenidos con base en la medicin tradicional, acotando en cada momento las pocas diferencias encontradas entre ellos. De ambas definiciones se obtuvo un coeficiente de correlacin de Pearson, el que mostr una alta asociacin entre ellas (0.714), lo quiere decir que -a pesar de sus discrepancias- recogen una serie de factores comunes y apuntan a medir esencialmente el mismo fenmeno. No obstante, dado que la definicin alternativa incluye a los asalariados sin prestaciones, se encuentra quizs ms a tono con los cambios ocurridos en el mercado de trabajo en las ltimos aos.
29
mejora sustantivamente la capacidad explicativa del primero, llegando a dar
cuenta de alrededor de un 28 % de la varianza (Nagelkerke R cuadrada).32
En lo que se refiere a los rasgos sociodemogrficos, queda claro que
en contra de lo que pudiera sugerir el sentido comn- ser hombre y no mujer
tiene un impacto positivo y moderado en la probabilidad de llegar a ser un
trabajador informal en las zonas ms urbanizadas del pas33. Lo mismo sucede
si se est en una situacin de parentesco distinta a la de jefe del hogar,
principalmente si se es cnyuge; en ese caso el chance de ser informal es una
vez y media mayor que si se es jefe del hogar. Estos resultados no dejan de ser
llamativos pues la mayor probabilidad relativa de los hombres respecto de las
mujeres pone en entredicho asociaciones habituales entre informalidad y trabajo
femenino, muy vinculadas a la acentuada feminizacin de actividades como el
comercio (en pequea escala) y el terciario en general. A su vez, el hecho de
que controlados los dems factores- cuando un hombre o una mujer se
encuentran en una posicin distinta a la del jefe del hogar aumente la
probabilidad de convertirse en un trabajador informal, sugiere en esos casos una
menor dificultad para sobrellevar la inestabilidad econmica inherente al trabajo
informal. En lo que concierne a la escolaridad, contrastados contra el nivel
mximo (16 aos o ms), todas las categoras educativas inciden positiva y muy
fuertemente en la posibilidad de convertirse en un trabajador informal; como era
de esperarse la magnitud de los coeficientes incrementa de manera
considerable
32 La variable dicotmica dependiente es 0= formal, 1= informal. 33 En la delimitacin que realiza la Encuesta Nacional de Empleo Urbano, las zonas ms urbanizadas del pas son las que tiienen 100,000 habitantes y ms.
30
Cuadro 6 Coeficientes de regresin logstica para el sector informal,
Mxico, reas ms urbanizadas (medicin tradicional) Modelo 1 Modelo 2
Variables Coeficientes B Exp (B)
Coeficientes B Exp (B)
Sexo Hombre Mujer
0.105* 1.111 ------
0.055* 1.056 -----
Edad 12 a 24 25 a 34 35 a 44 45 a 54 55 y ms
----- ----- 0.023 1.024 0.170* 1.185 0.350* 1.419 0.699* 2.012
----- ----- 0.011 1.011 0.177* 1.193 0.408* 1.503 0.742* 2.101
Escolaridad Ninguno 1 a 6 aos aprobados 7 a 9 aos aprobados 10-12 aos aprobados 13 a 15 aos aprobados 16 aos y ms
2.891* 18.016 2.519* 12.419 1.962* 7.112 1.457* 4.293 1.343* 3.829 ------ -----
1.777* 5.914 1.501* 4.487 1.032* 2.805 0.672* 1.958 0.730* 2.075 ----
Relacin de parentesco Jefe Cnyuge Hijos del jefe
----- ----- 0.450* 1.568 0.177* 1.194
--- ----- 0.478* 1.613 0.203* 1.225
Rama de actividad econmica Manufactura Construc, Elec, Agua, Gas
Comercio y servicios
-1.379* 0.252 -0.294* 0.745 ----- -----
Ocupacin No manuales calificados No manuales semicalificados No manuales Manuales Manuales no calificados
-1.944* 0.143 -1.648* 0.192 -0.414* 0.661 0.162* 1.176 -------
2 log Likelihood Nagelkerke R square
122985.258 .180
112896.457 .289
*Significativas con 95% de confianza Fuente: Encuesta Nacional de Empleo, II trimestre, INEGI.
31
considerable conforme descendemos en la pirmide educativa. De este modo,
cuando una persona carece de escolaridad, la probabilidad de que se encuentre
laborando en el circuito informal de la economa es 18 veces mayor que si tiene
al menos 16 aos de estudio aprobados. Estos datos son coherentes con los
cambios ocurridos en el mercado de trabajo recin mencionados en trminos de
una mayor selectividad educativa de la fuerza de trabajo, en particular de la que
ubica en el circuito formal de la economa, la que entre 1991 y 1999 tena -de
acuerdo con Llamas y Garro (2003)- tres veces ms trabajadores capacitados
que el sector informal.
En cuanto a la edad, a partir de los 35 aos se incrementa gradual y
sostenidamente la probabilidad de llegar a ser un trabajador informal en Mxico,
pero es al atravesar el umbral de los 55 aos cuando la probabilidad se
duplica34. Estudios previos realizados en el pas han documentado una suerte de
trayectoria laboral desde el trabajo asalariado al trabajo por cuenta propia, que
se efecta preferentemente en los aos postreros de la vida econmicamente
activa (Pries, 1993). Asmismo, datos provenientes de la Encuesta de
Micronegocios antes referida, muestran cmo el anhelo de conseguir una mejor
remuneracin que la del trabajo asalariado, el deseo de independencia y de
contribuir ms al ingreso familiar, son tres de los mviles ms sealados por los
entrevistados a la hora de dar cuenta de por qu optaron por convertirse en
micro-empresarios (Romn, 2001).
34 Este es el nico que marca (en algunas categoras de la variable) una diferencia con el ajuste obtenido con base en la definicin alternativa de informalidad. De acuerdo con ella tener 25 a 34 o 45 a 44 aos (en lugar de 12 a 24) disminuye (en vez de elevar) la probabilidad de ser informal. Cuando se tiene 55 aos o ms, sin embargo, el comportamiento de la variable es positivo en ambos conjuntos de resultados (datos no contenidos en los cuadros).
32
Al incorporar las variables de mercado (rama de actividad y tipo de
ocupacin), las caractersticas individuales conservan su sentido aunque
disminuyen su magnitud (con excepcin de la relacin de parentesco). Como era
posible anticipar, encontrarse en la manufactura en vez de en el comercio o los
servicios, impacta negativamente la probabilidad de ser informal, no obstante
que como sabemos- muchas de las actividades del sector manufacturero han
sufrido una suerte de informalizacin de facto. Trabajar en actividades
econmicas dentro del sector de la construccin, agua, gas y electricidad,
tambin disminuye dicha probabilidad, aunque menos35. En lo que concierne a la
ocupacin, contrastadas contra las manuales no calificadas, las actividades no
manuales disminuyen el chance de ser informal, mientras las manuales la
aumentan en al menos una vez.
Los aspectos sealados resumen el perfil de la fuerza de trabajo con
mayor probabilidad de ser informal en Mxico en el ao 2000: masculina, mayor
de 35 aos, de baja o media escolaridad, que no se encuentre en condicin de
jefe de hogar, y que halle insercin laboral en alguna de las ocupaciones
manuales de los servicios o el comercio.
II. Escenarios econmicos-sociales de la vida urbana
La constitucin de Mxico en un pas netamente urbano y metropolitano, en el
que cerca del 40% o el 50% de la fuerza de trabajo de las ciudades
(dependiendo del criterio utilizado), sobrevive en el circuito informal de la
35 Este es el otro punto de discrepancia con la medicin realizada a partir de la definicin alternativa, pues en ella los trabajadores de la construccin (y dems actividades del sector) tienen un chance 1.488 veces mayor de ser informales que los que se encuentran en el comercio y los servicios (datos no presentados en los cuadros).
33
economa, en actividades de muy baja productividad, esencialmente
unipersonales y de sobrevivencia, ha estado acompaada de la irrupcin de
inditos escenarios sociales: la escalada sin precedentes de la violencia urbana;
y el clmax y la subsecuente desmovilizacin poltica de la reinvindicacin
popular por la vivienda.
Naturalmente, en ambos tipos de procesos han incidido tanto factores
estructurales -como los delineados en los acpites precedentes- como
institucionales y polticos, contingentes en cierto modo al contexto particular por
el que ha transitado el pas en las ltimas dcadas. En el caso de la violencia
urbana, qu duda cabe de que las reiteradas crisis econmicas que han minado
la capacidad de sustento de los hogares constituye un factor de capital
importancia, pero lo es tambin el deterioro de la vida institucional manifiesto en
la prdida de credibilidad de las instituciones pblicas, sobre todo de los cuerpos
de seguridad y justicia, la generalizacin de la corrupcin, y la contina
deprivacin relativa a que da lugar la imposibilidad manifiesta de participar como
miembro de pleno derecho en la sociedad de consumo. En lo que atae a la
movilizacin popular urbana, son otros los factores que ganan relevancia, entre
ellos: la acusada factura corporativo-clientelar del Estado mexicano y su
extraordinaria capacidad de cooptar a los actores polticos, y el proceso ms
general de transicin poltica hacia la democracia; sin descartar aspectos
coyunturales del todo imprevisibles como el sismo de 1985, con un efecto
catalizador sin precedentes sobre las posibilidades de movilizacin popular
urbana.
34
En lo que sigue nos abocaremos a la descripcin de estos dos grandes
escenarios econmico-sociales procurando en cada caso trazar tanto las
tendencias generales como los procesos emergentes.
1. Violencia e inseguridad social
A. Aspectos generales de la violencia urbana en Mxico
Las muertes violentas han crecido extraordinariamente en Mxico no slo
producto de la creciente criminalidad e inseguridad social, sino de la
modificacin en la estructura general de la mortalidad producto del avance en la
transicin demogrfica (Bringas, 1990). En efecto, el paso del predominio de las
enfermedades infecciosas a las crnico-degenerativas, junto al descenso
considerable de las tasas brutas de mortalidad propiciados por el cambio
demogrfico secular, han permitido que ganen relevancia las defunciones por
causas sociales como las violentas- en la estructura general de los decesos en
Mxico. Se estima as, que si a mediados del siglo XX ellas explicaban slo el
5.5% del total de las defunciones, treinta y cinco aos despus, en 1985 eran
responsables del 15% (Ibdem).
En esas dcadas (1950-85), sin embargo, el ascenso de la violencia en la
jerarqua de las causas de muerte se explicaba ms por el rpido incremento de
los accidentes de transporte y vehculos de motor que por la tasa de homicidios,
pues sta si bien era alta- haba experimentado en el perodo en cuestin
(1950-85) su mayor cada histrica (Bringas, 1990). No obstante, a partir de ese
momento la historia dio un giro inesperado con el ascenso gradual pero
35
sistemtico de las defunciones por homicidio, cuyo episodio ms dramtico ha
tenido lugar en el ltimo lustro de los 90.
Algunas cifras arrojadas por la Primera Encuesta Nacional sobre
Inseguridad Pblica en las Entidades Federativas (ICESI, 2002) permiten
forjarse una idea de la situacin actual. En los albores del siglo XX, esto es, en
el ao 2001, al menos un miembro del 14 % de todos los hogares mexicanos
haba sido vctima de un delito; en nmeros absolutos ello representa alrededor
de 4.2 millones de mexicanos. De estos delitos, cerca de la mitad (44%) fueron
cometidos con violencia, siendo el arma de fuego la ms frecuente (44%). Casi
la totalidad de las acciones delictivas resultaron del fuero comn, y es el robo el
que hegemoniza la mayora de ellas (92%). Este se comete casi siempre contra
transentes (61%), y slo en el 5% de los casos contra comercios establecidos.
En trminos de costos, se estima que las prdidas que ellos ocasionaron al pas
en el ao 2001 equivalen al 0.85 del PIB (49 mil millones de pesos); evaluacin
que a nivel individual representa un costo aproximado de $13,245 pesos por
vctima (ICESI, 2002).
De acuerdo con las cifras proporcionadas por la COPARMEX , el IMECO
y el Consejo Ciudadano para la Seguridad (2003), el robo con violencia es el
delito de mayor incidencia en Mxico, con 219.50 casos por cada 100,000
habitantes en el ao 2000. Otro rubro en el que el pas destaca poco
meritoriamente es el secuestro. Aun cuando Mxico figura como la segunda
nacin con mayor nmero de secuestros en el mundo, si se excluyen aqullos
pases en situacin de guerra, se desplaza rpidamente al primer lugar (Ibdem).
36
As, en el ao 2000 se cometieron 642 secuestros o plagios, algunos de los
cuales culmin con el asesinato de la vctima36. La misma fuente aqu citada
destaca dos de los rasgos recientes que ha adquirido este ilcito: la persistencia
de elevados niveles, en especial en algunas entidades federativas; y el
creciente grado de crueldad de parte de los victimarios. La mutilacin, la tortura,
y los malos tratos, son prcticas habituales en la perpetracin de estos actos
delcitivos (Ibdem).
A pesar de la importancia relativa del secuestro en relacin a su
incidencia en otros pases, si se echa una mirada a la distribucin de los delitos
violentos cometidos en Mxico en el ao 2002, estimados en 442,772 ilcitos, se
observa que son el robo con violencia (42.55%) y las lesiones dolosas (51.15%)
los que totalizan ms del 90% de ellos (cuadro 7). En el caso del primero, se
trata en su mayora (72.04) de asaltos a transentes (39.31%) y de
sustracciones de vehculos (32.73%), rubro en el cual Mxico ostenta el octavo
lugar a nivel mundial en nmeros absolutos (Consejo Ciudadano para la
Seguridad Pblica, 2003). La magnitud de estos delitos nos proporciona una
clara idea de que el principal mvil de la acrecentada violencia urbana en el
Mxico de nuestros das es el dao patrimonial; es decir, el ilcito que se practica
36 Estos datos provienen de la Conferacin Patronal de la Repblica Mexicana y del Consejo Ciudadano para la Sesguridad Pblica (A.C). Fueron recabados a partir de fuentes de diversas: peridicos, datos de algunas procuraduras, e informes de sus propias organizaciones, por lo que su confiabilidad es limitada. El sector empresarial se queja de la poca transparencia del Estado en lo que se refiere a la delincuencia, y en particular, a los secuestros. El empresariado mexicano, blanco contino de estos ilcitios, se ha organizado para enfrentarlos.
37
con la finalidad de hacerse del patrimonio o la propiedad de otros, por lo que se
trata esencialmente de una violencia econmica (Concha-Eastman, 2002).37
Cuadro 7 Delitos violentos en Mxico, 2002
Tipo de delito Frecuencia Composicin del robo con violencia Abs. % Abs. %
Secuestros 437 0.10 Robos de vehculos 64185 32.73Homicidios dolosos 13016 2.94 Asaltos transentes 77096 39.31Violaciones 14433 3.26 Asaltos casa habitacin 21542 10.98Robo con violencia 188419 42.55 Asaltos a negocios 21065 10.74Lesiones dolosas 226467 51.15 A transportes de carga 12242 6.24Total 442772 100.00 Total 196130 100.00*Se refiere a delitos del fuero comn denunciados. Estimaciones con base en los 11 meses. del ao 2001 Fuente: Consejo Ciudadano para la Seguridad Pblica y la Justicia Penal, A.C., Mixco, D.F., 2003 Aun cuando puede decirse que esta mayor incidencia delictiva es un
rasgo que envuelve a toda la sociedad mexicana, la informacin disponible
permite delinear algunas diferencias territoriales. Sobresalen as el
noroccidente, el centro norte, centro-sur y el valle de Mxico, como las regiones
ms violentas (Villareal, 2002). En coherencia con ello, son el Distrito Federal,
Morelos y el estado de Mxico (en el centro); Chihuahua y Baja California (en el
norte y noroeste); Guerrero, Tabasco (centro Golfo) Quintana Roo (peninsular);
y Nayarit y Jalisco (en el noroccidente), los diez estados que ostentaban en el
ao 2001 los mayores ndices delictivos (ver cuadro 8; ICESI, 2002). En el 37 De acuerdo con el autor citado (Concha-Eastman, 2002:47), la violencia econmica per se es la que posee escasa estructura organizativa y se realiza en contra de la poblacin en general. La perpetran bandas de delincuentes comunes, aunque hay tambin quienes actan individualmente; y consiste bsicamente en robos, homicidios, violaciones, peleas y asesinatos. Cuando la violencia econmica incluye algn elemento de poder, el crimen adquiere un carcter ms estructurado y las vctimas son objetivos seleccionados. Tal es el caso de las bandas de narcotraficantes.
38
extremo opuesto se encuentran Durango, Zacatecas, Colima, Puebla y Tlaxcala,
como las entidades de ms baja incidencia (Ibdem) (cuadro3.1). Para dar slo
un ejemplo, el 71.4% de todos los secuestros denunciados en Mxico en el ao
2000 se cometieron en tres ciudades: Mxico, Cuernavaca, y Guerrero, la
mayora de ellos, por supuesto, en el Distrito Federal (46.3%) (COPARMEX y
Consejo Ciudadano para la Seguridad Pblica, 2002); este aspecto habla de
0
2,000
4,000
6,000
8,000
10,000
12,000
14,000
16,000
18,000
Del
itos
ENTIDADES FEDERATIVAS
GRFICO 2ENTIDADES CON LOS MAYORES NIVELES DE INCIDENCIA
DELICTIVA, MEXICO 2001 (Delitos por cada 100,000 mil hab.)
D.FMorelosB.C.ChihuahuaEdomexNayaritGuerreroJalisco TabascoQ.RooNuevo Len
una concentracin espacial del comportamiento delictivo en el contexto nacional
que guarda relacin con el lugar preeminente de la Ciudad de Mxico y su
reade influencia en el mapa urbano nacional.
Producto del escenario que acabamos de describir, el 47% de los
mexicanos se siente inseguro en el lugar en que reside. De ellos, lgicamente,
39
son los habitantes del Distrito Federal los que muestran un mayor grado de
desconfianza respecto de la seguridad en su ciudad (80%). Es quizs este
aspecto lo que explica el que confrontados con la pregunta Si tuviera la
oportunidad le gustara vivir en otro lugar fuera de la Ciudad de Mxico?, la
mayora de los capitalinos (57%) contestara que s38 (Termmetro Capitalino,
Este Pas, 2000). El mismo escenario ha ocasionado adems que cerca de una
cuarta (23%) parte de la poblacin haya modificado sus hbitos de vida con la
finalidad de evitar un segundo (o tercer) episodio. Tales nuevas pautas de
comportamiento consisten casi siempre en evitar: salir de noche (81%), llevar
dinero en efectivo (44%); utilizar o exhibir joyas (37%), y visitar a parientes o
amigos cuyas residencias se encuentren a una distancia considerable (27%)
(ICESI, 2002). Es evidente que los niveles inusitados de violencia y criminalidad
a que se enfrentan los habitantes de algunas reas urbanas del pas han
incidido sobre los patrones de sociabilidad urbana retrotrayendo al individuo a
los mbitos en los que o bien se siente seguro (lugares vigilados o cerrados,
como los centros comerciales), o bien cree que puede controlar la situacin (el
entorno familiar). Es por ello que, esta nueva guerra no declarada, como la
llaman algunos (Rotker, 2002), empieza a alterar la vinculacin entre vida
urbana y espacios pblicos (Ibdem).
Obviamente, los aspectos mencionados guardan relacin con los altos
niveles de impunidad en el pas, cuyos valores nacionales sobrepasan el 90%.
Se estima que la tasa de delitos aclarados, con presentacin de presuntos
responsables, no llega siquiera al 15% de total de delitos cometidos en la 38 Al 43 % le gustara vivir en otra ciudad y al 14% en el extranjero.
40
repblica (Consejo Ciudadano para la Seguridad Pblica, 2003b). Este aspecto,
la poca capacidad de respuesta institucional del Estado para proveer un entorno
cotidiano de seguridad a los habitantes de las ciudades (de asegurarles el
derecho a la seguridad ciudadana39), o de proporcionar al menos una sancin
punitiva a los que delinquen, es en s mismo un factor que multiplica las
posibilidades de ocurrencia de la violencia urbana en el mediano plazo, pues a
mayor nivel de impunidad, mayor probabilidad de que se reedite el ciclo
perverso de la criminalidad (Concha-Eastman, 2002).
B. El perfil de la inseguridad en la ciudad principal
Aunque con breves inflexiones en algunos aos, la tendencia general del ndice
delictivo en el Distrito Federal en las dos ltimas dcadas del siglo XX ha sido
tambin la de un ascenso ininterrumpido. Entre 1983 y 1988 se observ un
primer incremento, que de acuerdo con las fuentes oficiales (PGJDF e INEGI)-
descendi ligeramente entre finales de los ochenta y principios de los 90 (cuadro
3.2). A partir de ah, sin embargo, el aumento ha sido constante. Los datos
muestran una inusitada elevacin del indicador en el lapso de 1994 a 1997, justo
los aos que comprenden la crisis econmica de fin de siglo (Banco Mundial,
1999). Si a principios de los 90 la tasa de crecimiento anual de los delitos fue de
2.2%, tan slo en 1995 fue de 35.4%. Los niveles alcanzados ese ao fueron
alarmantes, pues supusieron el paso de 180,000 delitos a 252,000 de unl ao a
otro (Ibdem).
39 De acuerdo con Concha-Eastman (2002:45), el concepto de seguridad ciudadana alude al derecho que todo ciudadano tiene de moverse libremente y sin miedo, de saber que no le sern quitadas sus propiedades y pertenencias, que no ser fraudulentamente desprovisto de sus bienes, que no ser intimidado, y que pueden confiar en otros seres humanos tanto como lo hace con las personas cercanas a l (traduccin propia).
41
Tal y como acontece a nivel nacional, la espiral delictiva obedece sobre
todo a la expansin de un tipo de delito: el robo (BID, 1998; Banco Mundial,
1999; ICESI, 2002). De acuerdo con los datos de la Encuesta de Victimizacin
realizada por el Banco Mundial y la Fundacin Mexicana para la Salud en el mes
de mayo de 1999 en la Zona Metropolitana de la Ciudad de Mxico, el robo sin
agresin haba sido el delito ms frecuente del que haban sido vctimas las
personas entrevistadas en los seis meses previos a la realizacin de la
encuesta. En el 31% de los casos ste haba sido cometido con agresin. A
juzgar por los datos, es la propia colonia en que residen el lugar en que los
citadinos estn ms expuestos a una agresin, pues en el 43% de los casos
fueron agredidos cuando se encontraban dentro de ella (Banco Mundial, 1999).
En coherencia con el perfil habitual, tanto vctimas como agresores son
fundamentalmente hombres, aunque en el caso de estos ltimos el porcentaje
es mucho ms alto (83%). Se trata tambin en la mayora de los casos de
personas jvenes (61%) (Ibdem). Por encima del 50% de los robos que se
perpetran en el Distrito Federal se realiza en presencia de la vctima y, de
acuerdo con las estimaciones del BID (1998), esto es causa a su vez de 25,000
delitos ms. El 50% de estos crmenes tiene lugar en la delegacin de residencia
de la vctima, lo que confirma que el espacio barrial se ha convertido en un
entorno amenazador para sus habitantes.
Las distintas informaciones recabadas han permitido trazar un mapa de la
ciudad segn el nivel que alcanzan los ndices delictivos40 (grfico 3). Como era
de esperarse, la ms alta incidencia (tasas superiores a los 2000 delitos por 40 Esta clasificacin fue realizada por el Banco Mundial en el informe ya citado.
42
100000 habitantes) corresponde al centro de la ciudad. En l es la delegacin
Cuauhtmoc la que presenta mayor peligrosidad social, con una tasa de 7,989
delitos por cada cien mil habitantes en 1997. Las delegaciones de menor ndice
delictivo (menos de 1000 delitos por cada cien mil habitantes) se encuentran en
el extremo opuesto y colindan con la zona sur de la ciudad. Tienen un
crecimiento poblacional lento y mucho menos actividad comercial que las
restantes; destacan entre ellas Cuajimalpa, Tlhuac y Xochimilco.
Un rasgo insistentemente destacado por las fuentes consultadas es el
carcter crecientemente organizado de los delitos que se cometen en la Ciudad
de Mxico, los que cada vez ms se acompaan del uso de estupefacientes y de
armas de fuego. Oscila entre dos y tres el nmero de personas que en promedio
GRAFICO 3DELEGACIONES CON MAYOR INCIDENCIA DE ROBO EN EL DISTRITO FEDERAL
(1989-1997)
0
1000
2000
3000
4000
5000
6000
1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997
Ao
Rob
os
G.A. Madero
Azcapotzalco
Coyoacn
V. Carranza
M. Hidalgo
B.Jurez
Cuauhtmoc
43
agreden a un individuo con la intencin de robarle. Entre los delitos organizados
que ms asolan a la Ciudad de Mxico figuran los secuestros y los asaltos
bancarios. Los primeros son realizados no slo en contra de personas
acaudaladas, sino de medianos comerciantes o incluso, de transentes a los
que se les priva de libertad por unas horas con la finalidad de agotar las
posibilidades de retiro de sus tarjetas bancarias (el llamado secuestro express).
Todos estos aspectos contrastan con la baja tasa de denuncia de los
habitantes de esta gran urbe (cuadro 3.4). De acuerdo con la Encuesta de
Victimizacin sealada, slo el 17% de las vctimas de la Ciudad de Mxico se
tom el trabajo de denunciar el delito ante alguna autoridad competente. El
Distrito Federal encabeza a los estados con menores tasas de denuncia, que
son tambin los ms violentos; le siguen el Estado de Mxico, Guerrero y
Morelos (Primera Encuesta Nacional sobre Inseguridad Pblica en las Entidades
Federativas, 2001).
II. La movilizacin popular urbana por la vivienda: efectos urbanos de las organizaciones populares en Mxico, 1980-2002
En los ltimos veinte aos, las organizaciones populares independientes de la
sociedad mexicana han atravesado por cuatro fases principales. Visualizadas
stas en una muy apretada sntesis, a principios de los 80, las campesinas,
urbano-populares, obreras, magisteriales y de comunidades eclesiales de base
lograron su consolidacin sectorial y la creacin de sus respectivas
coordinadoras. A medidos de los 80, esos cinco movimientos y sus
coordinaciones pasaron por una fase de reflujo y erosin, pero emergieron los
44
innovadores movimientos de damnificados. A finales de los 80 , se re-
funcionaliz una parte de estos movimientos (por ejemplo, los productores
rurales y los grupos urbano populares) y proliferaron diversos tipos de ONGs . Y
durante los 90 y a principios del nuevo milenio, acusan prdida de dinamismo y
de combatividad los principales movimientos aludidos y surgen otros nuevos,
entre ellos: dos de campesinos (El Barzn y Atenco); uno, indgena (el Ejrcito
Zapatista de Liberacin Nacional (EZLN), y uno de corte ciudadano (la Alianza
Cvica). Estas cuatro tendencias demuestran las oscilaciones por las que han
pasado dichas organizaciones (Ramrez-Regalado, 1997).
Durante el mismo periodo aludido, las ciudades mexicanas siguieron
siendo los mbitos en los que en mayor grado han emergido la organizacin y la
protesta sociales. En particular, la vinculacin entre urbanizacin y sectores
populares se encuentra relacionada con la existencia de grupos, que con
diferentes grados de identidad, integracin y politizacin, convierten la tierra, la
vivienda y los servicios urbanos bsicos en objetos especficos y directos de
demanda y de lucha sociales. Es decir, los grupos urbano-populares operan
como recursos organizativos para adquirir tierra, vivienda y servicios bsicos y,
bajo este aspecto, como agentes urbanos. Todava se encuentra pendiente la
justa valoracin del impacto urbano que las organizaciones corporativas
vinculadas al PRI han tenido en el desarrollo de las ciudades mexicanas. En
este inciso, abordamos los efectos urbanos de las organizaciones urbanas
populares (OUPs) independientes. Su independencia se basa en la autonoma
orgnica, ideolgica y operativa respecto del gobierno y de los partidos
45
polticos. En el balance de su influencia urbana, existen dos posiciones bsicas
encontradas. Una los juzga como causantes directos y principales de la anarqua
urbana; y otra ve en ellos las nicas respuestas generadas a las necesidades
habitacionales de las mayoras. En realidad, su impacto urbano es diferencial,
dependiendo de qu tipo de organizacin se trate. En la mayor parte de
literatura disponible sobre este tpico, se alude principalmente a las constituidas
por colonos. Pero desde mediados de los 80, han demostrado tambin fuerza
social las de inquilinos, las de damnificados de desastres urbanos, las de
solicitantes de crdito para vivienda y los grupos de mujeres.
El periodo de estudio considerado es de 1980 a 2002. En este lapso,
emergen las formas ms estructuradas de las OUPs independientes y, al mismo
tiempo, despliegan sus formas de accin paradigmticas. Pero, asimismo,
evidencia las limitaciones internas de que dichas organizaciones adolecen y los
obstculos externos a los que ellas se enfrentan.
El balance que realizamos consta de tres partes. En la primera, aludimos
a los elementos que operan como factores condicionantes y determinantes de la
emergencia de las OUP. En la segunda, aportamos una breve visin nacional de
ellas y de su impacto urbano. En la tercera, analizamos dos estudios de caso
que corresponden al rea metropolitana del D. F. : el de los avecindados del
centro y el de los solicitantes de vivienda en la periferia41. Se trata de dos tipos
de organizaciones distintas tanto en tamao como en capacidad reivindicativa y
poltica y cuyo impacto sobre la ciudad posee dimensiones muy diferentes.
41 En esta parte del trabajo, la mayora de las visitas de campo y de las entrevistas en el D. F. fueron realizadas por Marina Ariza y Miguel Ramrez Braulio. Ver Anexo final.
46
A. Factores condicionantes y determin
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