Doy gracias a Dios, que en su infinita misericordia y
gracia para conmigo me llamó para utilizarme en su obra
dándome su respaldo y fortaleza para poder desarrollar
su llamado, para El sea la gloria y la alabanza.
A mi abnegada esposa, por su apoyo incondicional a
través de todos estos años, compartiendo conmigo
hombro a hombro, los momentos de felicidad y angustia
que tuvimos que experimentar, la soledad que tuvo que
pasar en mis frecuentes salidas para el desarrollo del
ministerio. Por su virtud, para cuidar de nuestros hijos e
infundirles el amor y fidelidad hacia Dios. Por su
testimonio de una mujer de oración, servicio y sumisión.
A mis hijos Alba Nidia, Beatriz, Juan Carlos y Fabio
Hernando que supieron comprenderme y a través de su
obediencia y comportamiento me dieron apoyo.
Al misionero Donaldo Palmer que fue instrumento de
Dios para restauración a la vida cristiana, quien con su
ejemplo y consejos me estimulo para servir al Señor.
A la memoria del hermano y pastor Celinde Ortiz, quien
creyó en mí y con su vida llena de humildad y
consagración me inspiro para que me dedicara al
ministerio para el cual me llamó el Señor.
Al leer la biografía del Pastor Darío Álzate Ospina, ex
presidente de la IUMEC a nivel nacional, mi ser se
estremeció hasta la médula, y no pocas lágrimas
afloraron a mis ojos. Ello en virtud al sinnúmero de
sinsabores que tuvo que afrontar tanto él como su
familia, para superar el desierto en que Dios los colocó -
Desierto dicho sea de paso felizmente superado, gracias
a la infinita misericordia del Altísimo y Señor de los
ejércitos -.
Más que un soldado al servicio del Señor, el Pastor Darío
ha sido todo un mariscal de campo, eso sí valga la
expresión “untándose” esto es cumpliendo la gran
comisión, llevando el evangelio hasta los lugares más
inhóspitos de nuestra arrugada geografía, los peligros
que compartió palmo a palmo, no fueron óbice alguno,
para la difusión del evangelio – ha sido un verdadero
trotamundos, al diseminar la palabra de Dios.
La sencillez, humildad y servicio a nuestro Padre
Celestial por parte del Pastor Darío Álzate Ospina, es
verdaderamente conmovedora; su innata timidez, la ha
trascendido y ha cumplido a cabalidad, empresas que ni
el más osado, se hubiese arriesgado a llevar a efecto.
Empero el Pastor Darío, asistido por la divina
Providencia, siempre ha salido airoso en todo lo que
emprende.
El lector juicioso, hallará en esta edificante biografía,
algunos milagros que de la mano de Dios llevó a cabo el
Pastor Darío, durante sus más de seis lustros como
obrero de Dios nuestro Señor.
Que el buen Dios, siga bendiciéndole tanto al Pastor,
como de similar manera a su familia; son mis sinceros
anhelos unidos a los de mi esposa Editha, en Cristo
Jesús. Con sincero aprecio, su hermano en Jesucristo.
Edgar Romero León.
Nací el 18 de Abril de 1940 en la ciudad de Sevilla (Valle
del Cauca), mis padres fueron Arturo Álzate e Irma
Ospina, quienes en las primeras semanas después de
haber nacido me llevaron a la ciudad de Pereira
(Risaralda) donde me crié junto a mis quince hermanos,
de los cuales yo soy el mayor.
Económicamente fuimos muy pobres, mi padre era de
profesión zapatero, por lo cual a medida que la familia
iba aumentando, las limitaciones eran más notorias.
Podría decir que mi niñez no fue normal, como la de
otros niños, pues estuvo rodeada de muchas
restricciones materiales, además, porque en mi hogar no
se disfrutaba de una verdadera armonía, por lo tanto no
recibía el amor y la atención necesaria para desarrollar
una niñez libre de traumas emocionales e inseguridad.
De esta forma fui creciendo en medio de un ambiente
familiar con muchos conflictos.
A la edad de seis años comencé a estudiar en una
escuela privada cuyo profesor era muy religioso, quien
nos infundía que la religión era muy importante en la
vida del ser humano, debido a esto nació en mí una
inclinación hacia las cosas espirituales y religiosas. Así
fue como a la edad de siete años serví de monaguillo en
el convento de “Las Carmelitas Descalzas” de Pereira.
Cuando ingrese a la escuela pública siempre sacaba
calificaciones sobresalientes, especialmente en religión
e historia sagrada.
Como lo cite anteriormente, a medida que iban llegando
más hijos al hogar las dificultades financieras crecían de
igual manera, ya que lo que ganaba mi padre no era
suficiente, a pesar de que mi madre lavaba y planchaba
ropas ajenas para ayudar en algo. Cuando el resto de
hermanos llegaban a la edad de comenzar a estudiar
siempre había muchas dificultades para poder hacerlo, a
pesar del esfuerzo de mis padres por darnos estudio.
A la edad de nueve años comencé a trabajar vendiendo
periódicos en las calles, periódicos como “El tiempo”, “El
Espectador”, “La Patria”, entre otros.
También vendía dulces y otros comestibles en las noches
en el teatro “Centenario” de Pereira, con esto me
ayudaba a comprar útiles y uniformes escolares.
Por los motivos anteriormente narrados, debíamos vivir
en casas de inquilinato, en medio de escándalos y riñas
entre los vecinos, a raíz de las diferentes condiciones
morales y de escasa cultura. Viviendo a un lado de la
estación del ferrocarril, debía madrugar cada mañana
para recoger los restos del carbón que la locomotora
depositaba en medio de los rieles de la carrilera después
de ser utilizados en la caldera del tren, dicho carbón se
utilizaba para coser los alimentos en mi casa.
Después, nos vimos obligados a vivir en las riberas del
rio Otún, en un sector aún más difícil, ya que la mayoría
de los habitantes eran personas dedicadas a delitos
como el robo de gallinas, caballos, además de esto,
cometían en la ciudad hurtos en las casas, para luego
bajar por la pendiente de la calle hacia el rio, en algunas
ocasiones siendo perseguidos por la policía. En varias
oportunidades, la policía realizaba allanamientos a las
casas del sector, en uno de ellos, muy de mañana,
siendo aún oscuro, mis padres que madrugaban a
trabajar, (él en la zapatería y ella en los oficios
domésticos) al ver la puerta de la cocina de atrás,
encontraron allí un agente de policía armado, mi padre
al salir por la puerta delantera de la casa que conducía a
la calle, encontró allí a otro policía, los cuales entraron a
la casa que se componía de un salón y la cocina, dicho
salón servía de dormitorio y a la vez de lugar de trabajo
de mi padre. Allí dormíamos en el piso de esterilla sobre
unas esteras los diez hijos e hijas de ese entonces, mis
padres lo hacían con el más pequeño en una humilde
cama.
Retomando el relato que venía narrando, mi padre y yo
fuimos sacados a un potrero que quedaba al frente de
las casas de este sector, nos colocaron en una larga fila
siendo amenazados con el resto de personas que allí se
encontraban, para obligarnos a denunciar a las personas
que ellos buscaban. Recibíamos insultos y vejámenes de
toda naturaleza. A las nueve de la mañana de ese día,
nos hicieron desfilar a todos los jóvenes y hombres que
estábamos allí custodiados por un piquete de policías
bien armados para ser llevados al cuartel de la policía. A
esta hora los habitantes de los sectores aledaños salían
a observarnos y quizás nos juzgaban a todos por igualo,
como si fuésemos delincuentes.
Durante esta época, en dos o tres noches de la semana,
debía ir con mis hermanos y hermanas menores al
matadero principal a recoger la sangre derramada por
los novillos luego de ser degollados, la cual nos servía
para hacer “claros” como parte del desayuno para toda
la familia. En esos días los fogones de la casa eran
hechos en forma de hornilla con los tarros donde
empacaban manteca vegetal, y estas hornillas eran
alimentadas con cisco de madera, por lo tanto, en las
tardes después de retornar de la escuela, debía llevar
sobre mis hombros un costal lleno con ese cisco para
que mi madre cocinara nuestros alimentos.
A la edad de trece años, aproximadamente, terminé mis
estudios de escuela primaria con excelentes
calificaciones, para continuar estudiando en el colegio,
pero no pude hacerlo, aunque me gustaba mucho
estudiar y tenía buena capacidad intelectual, pues debí
dedicarme a ayudar a mi padre a trabajar en la zapatería
para poder seguir levantando al resto de mis hermanos
y hermanas. Así aprendí el arte de la zapatería, más por
necesidad que por vocación.
Cuando yo contaba con apenas catorce años; mi padre
sufrió un atentado al salir por la mañana del rio Otún, ya
que en la casa no teníamos servicios sanitarios, se debía
ir allí a suplir las necesidades fisiológicas, él recibió un
disparo en su mano y muñeca derecha, con una
escopeta de fisto regadora, cuyas municiones eran
balines de acero. Debido a esto, le fueron destrozados
parte de los huesos de la muñeca y de la mano, también
le alcanzo la pierna, siendo salvado de morir por la
misericordia de Dios para con él y nosotros. Por este
incidente él quedo incapacitado para trabajar por algún
tiempo, por lo que debí asumir toda la obligación del
hogar con la ayuda de mi madre dedicada al lavado y
planchado de ropas ajenas.
Cuando mi hermano y mi hermana que seguían después
de mí en edad no pudieron seguir estudiando,
comenzaron a trabajar, para también ayudar con la
crianza de los demás hermanos y para que estos
pudieran estudiar.
Después del incidente en que fuimos detenidos, llevados
al cuartel de la policía y tildados de delincuentes, la
familia de mi padre y unos amigos nos animaban a salir
de ese sector. Fue así como nos trasladaron a un
inquilinato ubicado en un lugar más central, ya que con
la ayuda económica de mi hermana y mi hermano
podíamos pagar un poco más por el arriendo.
Desde pequeño había en mí una inclinación por el
deporte, especialmente por el fútbol. Comencé a jugar
en equipos de ascenso donde me destacaba en la
posición de portero, haciéndolo en forma excelente.
Después fui invitado a jugar en equipos de primera
categoría de la ciudad, y fue así como luego de haber
obtenido una destacada actuación con el equipo de ese
momento, llegamos a ser los campeones del torneo en
el que participábamos. Luego me invitaron a formar
parte del equipo de la fábrica de calzado “Confort”, si lo
hacía, me garantizaban un puesto de trabajo en dicha
fábrica, y allí trabaje varios años.
En aquel entonces, en el sector donde vivíamos, había
también un equipo de fútbol dirigido por un señor
llamado Miguel Aguirre, el cual también era de
profesión zapatero, con el que iniciamos una buena
amistad. Él me pedía que le ayudara reforzando el
equipo en unos compromisos amistosos, a nivel local y
en otros municipios, lo cual acepté. Siempre el equipo
era acompañado por un buen grupo de personas del
sector, entre los acompañantes siempre asistía una
señorita de porte muy recatado, distinguiéndose de las
demás muchachas por su sencillez, humildad y
amabilidad. Ella era la hermana menor del dirigente del
equipo, el señor Miguel.
Con el tiempo sentimos una mutua atracción, y que con
los meses fue creciendo el sentimiento de amor entre
los dos, iniciando así una hermosa relación. Después de
una tragedia que sufrió su familia causada por un
terremoto ocurrido el 30 de Julio de 1962 que sacudió a
la ciudad de Pereira, causando graves daños a casas y
edificios. Muchos de ellos fueron destruidos en su
totalidad, entre ellos el edificio de la fabrica “Don Félix”
donde trabajaban tres de sus hermanas, allí falleció su
hermana mayor, al caerle una columna encima,
provocándole la muerte al instante. Ella era como una
madre para estas, puesto que eran huérfanas; mi futura
esposa se llama Alba Aguirre.
Luego de haber pasado el duelo, una noche le propuse
matrimonio, lo que ella acepto días después. Fue así
como el 23 de Diciembre de 1962 unimos nuestras vidas
en matrimonio en el templo católico “Nuestra Señora
del Perpetuo Socorro”, fue una ceremonia muy sencilla,
donde los acompañantes eran la familia de ella y parte
de la mía.
De ese evento ya han pasado 47 años, tiempo durante el
cual hemos guardado nuestros votos de fidelidad el uno
para el otro, en medio de tiempos de escasez económica
y quizás también de enfermedad física y otras
circunstancias que son parte del acoplamiento de dos
personas con diferentes características y formas de
pensar, pero con la ayuda de Dios y el temor de Él
hemos superado y crecido en nuestra relación conyugal.
De nuestra unión nacieron cuatro hijos, dos mujeres,
Alba Nidia, la mayor, y Beatriz Helena, dos varones, Juan
Carlos y Fabio Hernando, el menor. Los cuales pudimos
levantar en el temor del Señor, infundiéndoles valores
cristianos a pesar de los tiempos de crisis económica
que pudimos pasar.
Cada uno de ellos formó sus hogares con personas
creyentes, hoy siguen al Señor con sus hijos e hijas,
algunos desempeñan puestos de liderazgo en la Iglesia
Unión Misionera de Dosquebradas (Risaralda). En la
actualidad tenemos siete nietos: 3 mujeres y 4 Varones,
dos de ellos Andrés y Daniel, forman parte del grupo de
Alabanza, uno toca el bajo y el otro la guitarra.
En estos cuarenta y cinco años de vida familiar, vivo muy
agradecido del Señor y le alabo continuamente por ser
tan bueno y fiel con nosotros, y estar contado siempre
como familia con su Gracia y Apoyo Misericordioso en
los momentos de desierto que hemos tenido que cruzar
en la vida.
Como familia hemos visto el cumplimiento de Hechos
16:31 “Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo, tú y tu
casa”. Confío en su palabra que nos promete en
Filipenses 1:6 “Estando persuadido de esto, que el que
comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará
para el día de Jesucristo” ¿Será una realidad en la vida
de nuestros nietos y nietas?
Quiero cada día permitir al Espíritu Santo que me dé la
convicción profunda en mi espíritu “de que el Señor es
Poderoso para hacer todo lo que me ha prometido”
Romanos 4:21.
Conocí al Señor Jesucristo siendo aun muy joven, creo
que tenía unos 16 años, mi padre era una persona muy
inquieta en las cosas espirituales aunque tenía muchos
prejuicios y rechazo por parte de los sacerdotes
católicos, él leía la Biblia en la casa aunque no asistía a
ninguna parte. Un Domingo llegó a la casa en las horas
del medio día y me comentó que había asistido a un
culto evangélico que le había gustado, y me invito para
que lo acompañara en el culto de la noche, era en un
lugar cercano donde vivíamos, era una casa donde había
iniciado la Iglesia Bautista, y era pastoreada por un
estudiante del Seminario Bautista de Cali, juntamente
con su esposa, el nombre de él era Miguel Rodríguez de
nacionalidad Ecuatoriana, quien al final del mensaje hizo
el llamado para recibir al Señor Jesucristo, y entre las
personas que pasaron al frente estuvimos mi padre y yo,
allí comenzó mi andar en la vida cristiana, comenzamos
a recibir clase de catecúmenos preparándonos para dar
el paso de obediencia del bautismo en agua, a los siete
meses aproximadamente fuimos bautizados, se inició
una célula de oración en la casa para alcanzar a mi
mamá y cada domingo asistíamos a la escuela dominical
llevando algunos de mis hermanos que aun estaban
adolescentes, infortunadamente por el carácter violento
de mi padre, se producía una mala relación conyugal con
mi madre e impedía que ella pudiera asimilar el mensaje
del evangelio, algunas hermanas de la iglesia la visitaban
con frecuencia, a pesar de esas circunstancias en mi
comenzó a nacer un deseo profundo de servir al Señor
en algunas ocasiones, con la ayuda de la revista “El
expositor Bíblico” me permitieron enseñar en una
escuela dominical, yo estaba animado con la vida
cristiana a pesar de que en la casa las cosas no
mejoraban sino que empeoraban. La iglesia seguía
creciendo y nuevas personas se añadían a ella y se
trasladó a un lugar más central, a media cuadra de la
catedral de la pobreza, algún tiempo después
comenzaron a surgir ciertos desacuerdos de algunos
miembros con el pastor, se hacían asambleas de
miembros cada mes, las cuales se fueron tornando en
enfrentamientos de dos familias que estaban en contra
del pastor y algunas otras que lo apoyaban, el asunto
creció tanto que en una asamblea un sábado en la noche
estuvieron a punto de agredirse, opositores y el pastor,
esa situación trajo consigo una grave crisis dentro de la
iglesia, tanto que algunas familias se retiraron de ella, a
mi me afecto demasiado porque yo no entendía el
porqué de esta situación, y el enemigo comenzó a crear
en mi cierto desanimo, a los pocos meses el pastor
renunció y salió de la iglesia, entonces comenzaron a
venir estudiantes del seminario Bautista de Cali los fines
de semana, en algunas oportunidades llegaban
profesores del seminario debido a que una de las
familias al salir de la iglesia comenzó a asistir a la iglesia
Pentecostal Unida, visitando hermanos y así se creó una
confusión doctrinal, asistí algunas veces a los cultos, un
señor que era testigo de Jehová empezó a compartirme
de su doctrina y esto aumento más la confusión en mi, y
resultado de esto mi asistencia a los cultos mermó y me
iba concretando en la actividad del fútbol, ya para ese
tiempo trabajaba en la fábrica de calzado “Confort” y me
iba involucrando con algunos compañeros de trabajo en
el consumo de licor y con los días esto fue aumentando,
comencé a hacer cosas que nunca antes había hecho, en
mi se estaba cumpliendo la palabra dicha por el Señor
Jesús “Cuando un espíritu sale de alguien, va buscando
otro lugar y al no encontrarlo regresa a su antiguo lugar
y cuando regresa la encuentra desocupada y limpia,
entonces va y busca otros y la situación de la persona
empeora“ Mt 12:43-45, a pesar de esta situación en que
había caído, cuando escuchaba hablar del evangelio
sentía nostalgia, si alguien quería tomarlo en broma yo
hablaba bien de la palabra y compartía mis conclusiones
y reconocía de ellos mi fracaso espiritual, fue así como
mis compañeros de trabajo conocieron mi situación,
haciendo preguntas de la Biblia y yo las respondía y les
explicaba el verdadero poder del evangelio, en ese
tiempo llegaron a Colombia unos misioneros Jesuitas
para hacer un trabajo misionero en todo el país, quienes
iban de fabrica en fabrica y reunían a los obreros para
hacer una exposición, y fue así como llego a la fabrica un
jesuita del Perú y compartía sus enseñanzas, mis
compañeros me decían que porque no hablaba y yo les
respondía que lo haría en el momento oportuno, el
misionero estaba enseñando sobre la necesidad de un
cambio con base en el esfuerzo propio de cada persona,
cuando el terminó su exposición, yo le pregunté acerca
del argumento expuesto, le dije que la Biblia no
enseñaba esto, que se enseñaba el poder del Espíritu
Santo y la obediencia a la palabra de Dios, él tenía u
libro sobre la mesa y yo pensé que era una Biblia y le
dije que la abriera y nos explicara, y él me contestó que
no la tenía, entonces yo le dije que nos estaba
enseñando palabra de hombre y no de Dios. Tuvimos
una corta discusión, y me dijo algunas cosas para
confundirme pero yo le respondía con citas bíblicas, al
fin me dijo que yo era un seguidor de Martín Lutero y
evadía lo que yo le preguntaba., dio por terminada su
participación y salió. En la noche otra conferencia en el
templo del Padre Claret, quien invitó a los obreros, y
uno de mis compañeros asistió y allí el clérigo dio
testimonio de lo que esa tarde había sucedido, la
discusión en la fábrica con un obrero y afirmo que el
obrero tenía razón, mi compañero me conto al otro día
lo que había sucedido, yo le conteste que el sacerdote
no podría decir lo contrario a mi afirmación.
Días después ocurrió algo que me comenzó a causar
preocupación y vergüenza, una mitad de semana bebía
licor en la noche, después de haber regresado del
trabajo, era la primera vez que esto pasaba, llegue a la
casa de madrugada y mi esposa me llamó para ir al
trabajo, yo todavía estaba con el olor a licor y eran las
cinco de la mañana, me alisté debía estar en la fabrica a
las siete de la mañana, cuando llegué a la fabrica tuve
que llegar directo al baño a trasbocar, mis compañeros
se dieron cuenta de mi estado, los mismo que el
gerente, él me dijo que como era posible que yo
conociendo el Evangelio hacia esto, me sentí muy triste
y pase todo el día en el trabajo avergonzado, en la noche
no pude dormir bien pensando en esto, al día siguiente
al llegar al trabajo subí directamente donde el gerente y
le dije que le pedía perdón por lo que había pasado y
que había puesto al Evangelio por el suelo y ser tropiezo
ante él por mi causa, pocos meses después la fabrica fue
cerrada y nosotros despedidos, se nos dio una
indemnización, y con este dinero compre unas hormas y
algo de material para trabajar por cuenta propia, no era
fácil hacerlo sin tener clientes que me compraran la
producción y no dure mucho tiempo en quedar sin
capital para trabajar, vendí las hormas a un vecino del
barrio que también era zapatero quedando el de
pagármelas cierto día, cuando fui para que me cancelara
me dijo que en ese momento no podía hacerlo y en la
tarde me invito a que le acompañara a un culto, le dije
que yo no tenía nada para hacer y le acepte la invitación,
al llegar al lugar de reunión, note que era una librería
cristiana donde se ubicaba la iglesia, era cerca al Parque
Olaya Herrera cerca de la estación del ferrocarril, en la
entrada del salón de reunión había un misionero que me
recibió con un apretón de manos y con una amplia
sonrisa, me invito a que siguiera y tomara asiento que
era la bienvenida al culto, después de terminado éste, al
despedirme de él me pregunto que si podía visitarme al
día siguiente y yo le respondí que si, a la noche siguiente
llego acompañado del Señor que anteriormente me
había invitado al culto, cuyo nombre es Héctor Henao y
el del misionero Donaldo Palmer, les compartí mi
situación, contándoles que había conocido el evangelio,
las causas del fracaso en la vida cristiana, y ellos me
animaron a seguir asistiendo, y así comencé a asistir y
semanalmente me visitaban, y de esta manera inicio mi
restauración espiritual, no fue fácil, cuando uno recibe al
Señor por primera vez es tan bonito todo, pero cuando
se pierde la comunicación con El no es tan fácil regresar
a ella, debido a que uno ha sido atado con muchas cosas
de las cuales ya había sido liberado y ahora ya se habían
añadido otras, se necesita un deseo sincero de querer
hacerlo y tener acompañamiento de otras personas,
eso, lo que estos hermanos comenzaron a hacer
conmigo, en una forma presente, el misionero me
invitaba que lo acompañara en sus visitas pastorales en
las noches, y me fui involucrando de esa manera con el
resto de los hermanos.
En igual momento comenzó para mí una época bastante
difícil en la parte económica, ya que me había quedado
sin trabajo, teníamos tres niños y todo esto llego hasta
tal punto que nos toco vivir con dos hermanos de mi
esposa en Dos Quebradas, de allí salía en las mañanas a
pie hasta Pereira a buscar trabajo, y así me pasaba el día
andando y nadie me ofrecía empleo, ya por la tarde
buscaba que alguien me regalara lo del pasaje para el
bus, que en aquella época costaba 10 centavos y muchas
veces me tocaba regresar a pie hasta la casa porque no
encontraba quien me prestara, yo ignoraba que Dios
empezaba a disciplinarme como dice en Hebreos 12:5-8
“Hijo mío no menospreciéis la disciplina del Señor ni
desmayes cuando eres reprendido por Él, porque el
Señor a quien ama disciplina y azota a todo el que recibe
por hijo, si soportáis la disciplina, Dios os tratara como
hijos porque ¿Qué hijo es aquel a quien el Padre no
disciplina de lo cual todos han sido participantes?,
entonces sois bastardos y no hijos”.
En aquellos días el misionero debía salir a su tiempo de
vacaciones a EE.UU para visitar a las iglesias de la misión
que lo había enviado, decidió buscar un pastor
colombiano que siguiera la dirección de la iglesia, fue
invitado el hermano Aldemar Bonilla que hacía poco
había llegado de estudiar en un seminario en Venezuela,
él tomó la iglesia, pero allí también estaba la misionera
doña Catalina viuda de Blakaal, que había iniciado la
iglesia en su librería, la cual era muy apreciada por los
hermanos por su sencillez y amor con que trataba a los
hermanos, la iglesia siempre la buscaba a ella, el pastor
comenzó a sentir celos por este ambiente y tuvo roces
con Doña Catalina, esto llegó a oídos de los hermanos, a
la mayoría le cayó muy mal esta situación, entonces
comenzó a gestarse una división entre los que apoyaban
al Pastor y el grupo que apoyaba a Doña Catalina, con el
pasar de los días esta situación se puso muy tirante, el
pastor no resistió y salió de la iglesia, quedamos sin
pastor y con una iglesia con una mala relación entre los
miembros de la misma, y como resultado algunos
hermanos también salieron. Llegaron unos enviados que
eran estudiantes del Instituto Bíblico que en aquel
entonces funcionaba en Palmira, ya que habían salido
unos pocos líderes, algunos de los que quedamos, ya
formados tomamos responsabilidad en la visitación y los
cultos entre semana.
Un Domingo en la mañana llego a la escuela dominical
una pareja que tomaban parte en la discusión de la clase
y hacían comentarios que causaban admiración en
algunos, era una pareja agnóstica y dialogaron con
algunos de los lideres principales, y les fueron
sembrando su doctrina en forma saturada, como causa
de esto algunos de ellos fueron arrastrados, ante lo que
estaba ocurriendo se pidió al comité ejecutivo que
hiciera la solicitud a la directiva de los misioneros para
que trajeran nuevamente al misionero Donaldo Palmer,
lo cual sucedió meses después. Él regreso buscando
restaurar la iglesia con el apoyo de los líderes que
habíamos quedado, pero a la vez se decidió invitar un
estudiante del Instituto Bíblico como pastor de la Iglesia
y que iniciara un trabajo de acoplamiento con la iglesia
contando con el apoyo del misionero, fue así como se
invito al hermano Celinde Ortiz, y la iglesia se
recuperaba lentamente, además llegaron las misioneras
Violeta Smith y Lilian Dik, ellas iniciaron un trabajo con
las damas y con algunas de otras denominaciones de
Pereira, y un seminario por extensión bajo la decisión de
la Iglesia Presbiteriana Cumberland se escogió como
sede local de la Iglesia Unión Misionera y servían como
profesoras las dos misioneras, y así comencé mi
preparación para servir como líder en la iglesia y como
maestro de escuela dominical y se me daba la
oportunidad en algunas ocasiones de predicar en los
cultos generales de la iglesia. Al regresar el misionero se
me enviaba como delegado a las convenciones anuales y
de Mitaca, por la enseñanza que recibía en ellas al
dialogar con algunos pastores, iniciar amistad con ellos y
por los informes que allí se recibían del trabajo en las
iglesias yo iba creciendo no solo en el conocimiento de
la Unión Misionera como misión sino también en el
interés de servir al Señor. En esa época se hacían
reuniones regionales de líderes del viejo Caldas en las
diferente iglesias de la región, aquellas reuniones eran
mensuales y yo asistía a ellas, en las cuales había
enseñanza de capacitación especialmente por parte de
los misioneros Ray Zuerker y Guillermo Shillingsburg,
donde yo seguía creciendo ministerialmente, además de
las capacitaciones se daban informes de cada iglesia, se
oraba por las necesidades de cada lugar y era un tiempo
muy especial, en una de esas reuniones escuchando el
testimonio de un hermano muy humilde que reflejaba
su sabiduría aunque no tenía mucha preparación
intelectual, pero que el Señor estaba usando en gran
manera y había iniciado la iglesia en Risaralda, Caldas,
aquel hombre era el hermano Sigifredo Bedoya, en esa
mañana a través del testimonio de este hermano el
Señor me llamó a su servicio y comencé a involucrarme
más en el trabajo de la iglesia.
Un domingo en la tarde Salí a visitar a algunas familias,
al salir de uno de los hogares me detuve a observar
hacia un lugar cercano de la ciudad de Pereira, en la
salida para Armenia, y miré un caserío y sentí el deseo
de ir a evangelizar a ese lugar, entonces hable con el
Pastor Celinde Ortiz y le comente mi deseo de ir a ese
lugar para evangelizar, él me autorizo para que fuera y al
siguiente domingo en la tarde Salí hacia el lugar. En
aquel entonces no había transporte urbano, la única
forma de ir al caserío mencionado era por la carretera
hacia Armenia, o ir caminando descendiendo al río
Consota por donde por lo general la gente viajaba en
bestia, por lo cual había muchos canelones en el camino
y en invierno se llenaba de lodo. Al llegar al lugar
encontré una señorita sentada en el borde de la puerta,
después de saludarla le explique el motivo por el cual yo
estaba en ese sector, el cual era dar a conocer el
mensaje de las buenas nuevas de Señor Jesucristo por
medio de su palabra, al ver su interés le pregunte si
quería recibir más enseñanzas, a lo que ella respondió
afirmativamente, además le propuse que invitara a
algunos vecinos para que ellos también escucharan y
acordamos que yo regresaría al Marte siguiente en la
tarde. En aquel entonces yo trabajaba en un taller de
zapatería donde debía empezar la tarea diaria en las
primeras horas de la mañana de cada día, por lo general
yo terminaba mi labor a las ocho de la noche, en aquel
martes me levanté del puesto de trabajo antes de las
cinco de la tarde suspendiendo la labor de ese día. Me
alisté, tomé mi Biblia, el tiempo que podía gastar en
llegar era cosa de dos horas a pie, y cuando arrime a la
casa ya había oscurecido, allí encontré un grupo
pequeño de personas que en una forma atenta
escucharon la enseñanza durante aproximadamente 45
minutos. Al terminar debía regresar a la casa para
continuar mi trabajo del día, lo que hacía con mucho
gozo porque había podido enseñar la palabra de Dios a
otros. Así continué, había noches de lluvia, siempre yo
sabía que el camino era muy difícil por el pantano y la
oscuridad, cuando llegaba siempre mi ropa estaba
mojada, pero allí las personas esperaban para escuchar
la palabra de Dios y con el calor de la gente amontonada
en el salón donde nos reuníamos y el bombillo me
secaba el vestido. Al terminar regresaba por el mismo
camino y aun todavía lloviendo, al llegar a casa debía
cambiarme la ropa mojada y embarrada y ponerme a
trabajar y continuar hasta terminar la tarea. Y así seguí
con el grupo creciendo en número y conocimiento del
Señor Jesucristo, alguien nos ofreció su casa para
reunirnos porque era más amplia, yo vi la necesidad de
enseñar la palabra de Dios a los niños y niñas de los
hermanos, ya que había un buen grupo de ellos,
entonces pedí a dos hermanas de la iglesia para que los
sábados en la tarde hicieran reunión con ellos, esto lo
hacían en el patio de la casa. Los niños se sentaban
algunos en troncos de leña y otros en banquitos que
ellos mismos llevaban, después de algún tiempo en ese
caserío las gentes estaban saturadas de la palabra,
después se presentó un incidente, una señora que
asistía a las reuniones muy fielmente tomó en forma
equivocada mi amabilidad y comenzó a expresarme su
admiración por mí, hasta el punto que un día llegó hasta
mi casa en Pereira, ante esta situación yo hable con el
Pastor y le exprese que yo no continuaría con la obra y
le pedí el favor de enviar a otro líder, así se hizo y yo
regresé a colaborarle en la iglesia en la visitación de las
familias y en la escuela dominical.
Se habían iniciado visitas a Cartago a dos familias Clavijo
y Montes, eran creyentes de la unión misionera de la
Iglesia que existió en Naranjal Valle, que fue quemada y
ellos salieron desplazados y llegaron a vivir a Cartago. Se
acordó conseguir una casa en alquiler en el barrio La
Isabela, y allí iniciamos la obra con una campaña
evangelística, en la cual los predicadores fuimos el
Pastor Celinde Ortiz, el Pastor de la Iglesia Bautista de
Pereira Noé Viáfara y yo. De esta campaña quedaron 50
convertidos, el pastor me pidió que me encargara de la
nueva Iglesia, y me dediqué a esta obra con todo
entusiasmo, al mismo tiempo que seguía con mi trabajo
de zapatería con el que sostenía a mi familia, bajaba a
Cartago en la semana varias veces a visitar y a hacer los
cultos, el Pasto Celinde me ayudaba cada que podía,
también nos reuníamos para informarle de un trabajo
arduo que comenzó a dar resultados. Nuevas familias se
añadían a la iglesia, mese después fue enviada la
misionera Lenda Harder para ayudar, ella dirigía la
música y comenzó a preparar maestros para la escuela
dominical, organizando un grupo de niños pequeños y
adolescentes, además me ayudaba en visitación, ella
trabajaba en un forma muy intensa, tuvimos que
cambiar de casa pues necesitábamos un lugar más
espacioso para los cultos y salones para la escuela
dominical, y el Señor me proveyó en la misma cuadra
una casa de una hermana de la Iglesia Bautista. Llego
una familia creyente que habían sido miembros de la
Iglesia Unión Misionera en Quinchía, eran la familia
Guapacha, ellos vivían en un barrio llamado Berlín al
otro extremo de Cartago, allí comenzamos reuniones,
inicialmente algunos de esas familias iban a los cultos a
la Iglesia en La Isabela, pero el grupo siguió creciendo y
nos vimos en la necesidad de organizar allí la segunda
iglesia en Cartago, esto nos demandaba mayor esfuerzo,
a la misionera y a mí me tocaba atender dos iglesias y
seguir trabajando zapatería en Pereira, pero
experimentaba el respaldo del Señor hasta tal punto que
yo observé que el Señor comenzó a darme una agilidad
en las manos para trabajar, el trabajo comenzó a
rendirme más, acababa más temprano la tarea aunque
me habían aumentado la cantidad de zaparos para
hacer, todo esto me servía para invertir más tiempo en
las iglesias de Cartago. Una tarde regresaba de hacer
unas visitas en compañía de la misionera, íbamos en el
carro de ella, cuando nos llamo la atención la hermana
dueña de la casa para avisarme que debía desocuparle la
casa porque su hija iba a casarse y ella le había regalado
la casa para que viviera en ella, después de recibir la
noticia, sin saber realmente porque lo hice, le conteste
que me diera plazo hasta el mes de diciembre de ese
año (entonces transcurría el mes de Julio), porque
íbamos a comprar una casa para la iglesia, la hermana
me contesto muy contenta que si era así no había
ningún problema, al despedirnos la misionera
sorprendida me dijo que como era eso que yo sin
titubear le conteste esto, así que ella también afirmo
que así seria y me dijo que tenía una ofrenda de 200
pesos que le habían enviado de la iglesia de EE.UU, y
nosotros habíamos recogido 1000 pesos que ya
pensábamos en comprar, en total ya contábamos con
1.200 pesos. Al día siguiente bajé de Pereira y comencé
a buscar un lote, diagonal de donde estábamos ubicados
había uno, así que fui a la oficina encargada de su venta
y averigüé el precio, a lo cual me dijeron que valía
12.000 pesos, yo les dije que estaba interesado en
comprarlo y que regresaría para hacer el negocio. Salí a
casa de don Manuel Clavijo quien junto a su familia eran
miembros de la iglesia, él era un poco solvente
económicamente y me tenía mucho aprecio, comencé a
contarle lo del negocio, él tenía algo peculiar, que al
escucharle uno, fruncía la frente, cuando le explique me
respondió que fuera a hacer el negocio porque él nos
prestaba 10.000 pesos para pagárselos cuando
pudiéramos y que él nos regalaba 1.000 pesos, yo solo
daba gracias a Dios por su apoyo y fui a la oficina y cerré
el negocio, se hizo la escritura del lote y comunique a la
iglesia, la cual se lleno de gozo con la noticia y alababan
al Señor por su misericordia, les invite a un día de
trabajo para limpiar el terreno para que apenas
entregaran los planos comenzar a construir y así
sucedió. La congregación era muy pobre y algunos de
ellos trabajaban en los cultivos de soya y sorgo, otros
especialmente las mujeres trabajaban en el matadero
limpiando las pieles del ganado para hacer lazo para
ganadería. Los hermanos comenzaron a traerme
ofrendas para pagar al maestro de obra y su ayudante y
también para comprar materiales para la construcción,
yo sabía, porque conocía la situación económica de cada
uno de ellos que habían semanas que daban parte de lo
que ellos usaban para mercar en sus casas, como en los
tiempos del apóstol Pablo con las iglesias de Macedonia
“La abundancia de su gozo y su profunda pobreza
abundaron en riquezas de su generosidad, doy
testimonio de que con agrado han dado conforme a sus
fuerzas y aun más allá de sus fuerzas.” II Corintios 8:2-3.
Y así veíamos el progreso de la construcción, en el mes
de octubre no se pudo más y hubo que parar el trabajo,
ya no había con que comprar el material que faltaba y
pagarle al oficial, llevaba como una semana que había
parado el trabajo cuando don Manuel me llamó para
preguntarme qué había pasado, yo le informé y él me
pidió que le entregara la obra que él terminaría y que le
pagara después, yo le conteste muy contento que era de
él que la tomara, y así fue como el trabajo se continuó y
el 30 de diciembre que era un domingo salimos de la
cada donde pagábamos arriendo, con nuestras bancas,
iban con tablas de madera en los hombros cantando
alabanzas y dándole gracias a Dios, para ocupar nuestro
lugar de propiedad que nos había dado por su gracia y
misericordia.
Semanas después inauguramos oficialmente la capilla,
en aquel tiempo se hacía en la Unión Misionera una
confraternidad donde llegaban hermanos de otras
iglesias de la misión para hacer la celebración y de cada
una de las iglesias de la Unión Misionera estaba su
representación y además se daba una ofrenda
voluntaria. En aquella mañana la ofrenda fue tan
abundante que fue suficiente para pagarle a Don
Manuel todo lo que le debíamos y aun quedó para otras
necesidades de la iglesia, escribo esto con nostalgia,
pero eran otros tiempos de la Unión Misionera en lo que
nos esforzábamos por ayudarnos los unos a los otros
como familia y cuerpo de Cristo, mi espíritu gime
deseando que esto se recupere entre nosotros como
Iglesia Nacional.
En la campaña evangelística con la cual establecimos la
Iglesia en Cartago, dentro de las personas que hicieron
profesión de Fé en el Señor Jesucristo hubo dos mujeres
cuyo testimonio impactó poderosamente a los vecinos
del sector donde se estableció la iglesia, esto por sus
antecedentes borrascosos y violentos. Una de ellas era
una mujer llamada Ligia Escalante, su aspecto era
delgado, de estatura más bien baja, aunque su aspecto
reflejaba cierta humildad, su mirada era llena de malicia
y desconfianza, su apodo era La Gata, en sus usuales
riñas en las cantinas que frecuentaba eran realizadas
con arma blanca y siempre causaba heridas a sus
contrincantes, ella daba testimonio de haber hecho
pacto con el diablo para su protección, en alguna
ocasión fue sacada hacia la calle arrastrada por un
demonio en medio de gritos aterrorizadores.
Cuando recibió al Señor Jesucristo se llenó de lágrimas al
experimentar el amor perdonador de Dios hacia ella.
Comenzó poder del Espíritu Santo, abrió en ella un
deseo profundo por conocer la palabra de Dios, se
estaba hasta avanzadas horas de la noche estudiándola,
la gente, juntamente con su familia comenzó a observar
en ella la manifestación del nuevo nacimiento en forma
radical, ella compartía el mensaje con un entusiasmo
digno de admiración y la gente recibía su testimonio con
gozo. El fruto de su conversión fue su esposo, su hija y
su yerno, después otro de sus hijos, siguieron tres de sus
cuñadas, hermanas de su esposo, siguieron sus suegros,
un par de ancianos muy religiosos, con los días dos
hermanos de su esposo, en la familia también comenzó
a manifestarse el poder del evangelio, sus hermanos que
algunos de ellos eran también de la misma tendencia
que ella, llegaron a los pues del Señor Jesús debido al
cambio que se había efectuado en su vida , la salvación
también llego a su señora madre y una hermana. Fue
una mujer fiel al Señor hasta la hora en que Él la llamó a
su presencia a pesar de las dificultades que enfrentó por
causa de su Fé en Jesucristo.
Una de las causas que contribuyo al rápido crecimiento
de la obra en Cartago fue el impacto que causo a las
comunidades el testimonio de varias personas de un
trasfondo muy borrascoso y violento que se convirtieron
en bendición para esos lugares. Entre otras personas
quiero mencionar a Zobeida Londoño, quien debido a
sus violentas riñas, había marcado su rostro en la
barbilla con una cicatriz causada por una de sus
frecuentes peleas con sus maridos, a uno de ellos ella le
chuzó el pecho con una puñalada. También quiero
nombrar a Mercedes Castillo en el barrio San Jerónimo,
a quien por sus frecuentes escándalos y riñas le tenían
temor en el vecindario. Al recibir de mi parte el
evangelio, se convirtieron en personas dignas de
admiración por el cambio tan radical en sus vidas.
Las iglesias siguieron creciendo en ambos lugares, se
fueron formando lideres para el trabajo, y un año
después el Pastor Celinde Ortiz renunció a la Iglesia en
Pereira para trasladarse a la Iglesia Unión Misionera en
Tuluá, la iglesia se reunió para estudiar el caso y buscar
un nuevo pastor, por mayoría acordaron pedirme que
regresara a Pereira, para tomar la iglesia, la comisión
nombrada para comunicarme me llamó y me reuní con
ellos para expresarme la decisión de la iglesia, yo recibí
la noticia con asombro y cierto temor, porque yo era
consciente de mis limitaciones para hacerlo por no tener
la suficiente experiencia para trabajar con una iglesia ya
formada, con ciertos resabios, con problemas internos
donde la gente no respondía al compromiso, era una
iglesia en aquel entonces de unos 60 miembros, su
ubicación era en un lugar de mucha inseguridad, a la
gente le daba miedo asistir, había sido un lugar donde
existían cantinas y lugares de prostitución, lo llamaban
“La cumbrecita”, aun quedaban en el sector algunas
cantinas y casas de prostitución; algunas veces se había
acordado vender la propiedad e ir a otro lugar. Allí nadie
se convertía, y la persona nueva que invitaban no volvía,
yo conocía muy bien la iglesia y también recordaba el
dicho del Señor “No hay profeta sin honra, sino en su
propia tierra, entre sus parientes y en su casa”, yo les
dije a los hermanos de la iglesia con cierto temor que yo
aceptaría bajo ciertas condiciones, una de ellas que me
dieran libertad para hacer los cambios en la iglesia que
yo creía convenientes, ellos dijeron que estaban de
acuerdo, y entonces comencé a trabajar de medio
tiempo, en la iglesia me darían una ofrenda de 800
pesos mensuales y trabajaría el otro medio tiempo en la
zapatería. Así comenzó otra nueva etapa ministerial
llena de algunos momentos difíciles pero también de
abundantes bendiciones y respaldo del Señor que
fueron forjándome como siervo de Él.
Al recibir la iglesia en Pereira llegue haciendo una
limpieza general del local, el cual estaba en completo
abandono, comencé a sacar toda la basura que había
por todos los rincones, en un sótano que existía en la
parte de atrás que estaba lleno de colchones podridos,
al terminar de limpiarlo pedí que se le echara nuevo piso
y organizarlo bien para convertirlo en un aposento de
oración, nuestra sorpresa fue grande al encontrar
huesos humanos, allí ocurría que asesinaban a la gente y
la enterraban en ese sótano para ocultarlos allí, por
algún tiempo las personas que vivíamos allí, pues yo viví
allí un tiempo, escuchábamos ruidos extraños en
algunas noches, yo seguí preparando la iglesia para algo
que el Señor haría. Poco tiempo después hicimos algo
parecido a lo que hizo el adolescente Rey de Judá
cuando llego al reinado en Jerusalén y comenzó a
limpiar el templo que estaba en completo abandono, allí
encontró el libro de la ley tirado en un salón, y después
de hacer esto comenzó un avivamiento en el pueblo de
Judá. II Crónicas 34 – 35.
Hasta aquello, nadie se convertía al Señor, la gente
llegaba y no se amañaba. Se llego hasta el punto que en
varias reuniones acordaron vender la propiedad pero
nadie se interesaba en comprarla. Después de
terminada la limpieza del lugar, en el culto de oración
los miércoles en la noche, donde la asistencia era de
unas 15 personas promedio pedí a los hermanos que
desearan acompañarme un rato después del culto, para
orar al Señor, por lo general se quedaban 8 personas,
días después de haber comenzado este pequeño grupo
de oración ocurrió algo que cambio la situación y el
rumbo de la iglesia, desde esa noche no volvió a ser la
misma y comenzó un mover precioso de Espíritu Santo.
Esa noche en medio del tiempo de oración yo comencé
a sentir que algunos lloraban al momento en forma
espontánea como cuando el Espíritu realmente obra y
comenzaron cada uno de ellos a ponerse de pié y
empezaron a confesar pecados, de adulterio,
resentimiento, mentira, etc. El culto de oración comenzó
a crecer hasta el punto de tener que cambiarlo para el
lunes en la noche donde durante dos horas solo
ministrábamos al Señor, no había predicación, solo
oración y alabanza en forma espontanea, ese culto de 8
personas llego a ser una reunión donde asistían en
promedio 200 personas y el Señor comenzó a sanar
enfermos sin hacer oración especifica por ellos, una
noche una hermana comenzó a llorar y me pidió que
tocara una parte del cuerpo porque ella estaba sintiendo
que un tumor se le estaba desapareciendo, le toque y
así estaba ocurriendo , en algunas oportunidades pasaba
gente al altar para recibir al Señor sin haber predicado,
eso es lo que sucede cuando verdaderamente se mueve
el Espíritu de Dios con libertad y sin ninguna
manipulación, la casa tenía tres puertas y por el frente
siempre se habían mantenido dos, una se abría para
entrar al salón del culto por una especie zaguán, el llegar
a la iglesia como pastor se abrieron las tres puertas, la
iglesia comenzó a crecer rápida y espontáneamente,
tuvimos que comenzar a tumbar unas paredes que
servían de división hasta llegar al fondo del local, la
escuela dominical comenzó a tener asistencia entre 250
a 300 personas en el culto de la noche la iglesia se
llenaba totalmente y algunas personas quedaban en el
andén de la calle, eran tiempos de mucho calor
Espiritual, compromiso y sentido de pertenencia. El
Señor nos bendijo con cuatro hermanos músicos que
tocaban muy bien las guitarras, eran tiempos de
alabanza y adoración muy inspirados que bendecían
mucho a la congregación , allí se había aprendido que en
el tiempo de alabanza los hermanos antiguos o mayores
podían alabar al Señor en su manera reposada con los
coros e himnos y los nuevos podían expresar los coros
con entusiasmo y emoción, para esa época ya había
comenzado en las iglesias la renovación de la alabanza
usando palmas y coros mucho mas avivados. Eso estaba
causando en la mayoría de las iglesias de la Unión
Misionera desacuerdos entre los hermanos antiguos y
nuevos, entre nosotros había libertad para alabar
respetando y considerando a los demás en su forma
diferente para hacerlo. Un domingo en el culto de la
noche había gente parada afuera en el andén, yo pude
observar en medio de la alabanza a un hombre en la
parte interior del salón pidiendo que le dejaran entrar y
quedo allí de pie hasta que termino el culto, yo Salí a
saludarlo y lo primero que me dijo fue lo siguiente
“Deme de lo que hay aquí”, me contó que estaba en una
cantina tomando licor media cuadra mas debajo de la
capilla, aunque había música en la cantina él comenzó a
escuchar otra música muy diferente que venía de afuera
de la cantina y salió de allí atraído por la música, miro
buscando el lugar de donde salía la música y vio la gente
parada en el andén de la calle y fue atraído como por un
imán y subió rápido hacia donde estaban y encontró la
gente en tanta alegría cantando y tuvo que entrar como
pudo al culto, por eso me decía que quería de eso
Lo que estaba sucediendo en la iglesia comenzó a
conocerse en todas las iglesias de la Unión Misionera y
en otras iglesias de otras denominaciones fuera de
Pereira. En la escuela dominical de un domingo noté que
entro un hombre con apariencia de extranjero y
participó de la alabanza con tanto entusiasmo y alegría
que me causo admiración porque no le había visto antes
en la iglesia, cuando termino el culto Salí a saludarlo, al
hablar con él me dijo que él era el rector del seminario
Bíblico de la Alianza Cristiana en Armenia, el se llamaba
Carlos Wesmayer de nacionalidad alemana, en el
seminario de Armenia habían escuchado lo que estaba
pasando en la Unión Misionera de Pereira, y me dijo que
lo que había visto y experimentado esa mañana era
mucho más de lo que habían contado, me abrazó con
mucho afecto y me invitó para que en esa semana fuera
al seminario a dar una conferencia a los estudiantes. El
Señor comenzó a ensancharme el ministerio dentro de
las iglesias de la Unión Misionera e iglesias de otras
denominaciones que me invitaban a compartir la
palabra de Dios, el mover des Espíritu Santo en la iglesia
de Pereira y sus resultados empezaron a traerme
problemas y oposición por una parte de pastores,
especialmente los antiguos y los misioneros, esta
oposición era motivada por temor a una división dentro
de la Unión Misionera debido a que un pastor en la
ciudad de Cali que había comenzado antes que yo, era
un hombre de mucha visión evangelística, había
fundado la iglesia en el barrio Sindical y en el barrio
Meléndez y había comenzado obra en Buenaventura, él
había tomado una actitud de cierta independencia en
cuanto a la doctrina de la Unión Misionera, no asistía a
las convenciones y asambleas, no respondía a los
llamados que se le hacían, como invitaba a predicar a
otros pastores de otras corrientes doctrinales diferentes
a las nuestras y prácticas con mucho emocionalismo y
extremistas, entonces pensaban que sería lo mismo
conmigo, pero al contrario de este pastor yo me movía
dentro de las normas doctrinales, asistía fielmente a las
convenciones y asambleas o cualquier evento que se
desarrollaba a nivel regional o nacional, además
apoyábamos fielmente al fondo unido con el porcentaje
establecido.
Comenzaron a enviar periódicamente hermanos en
forma sorpresiva a observar que pasaba en los cultos
que fuera anormal y solo veían una iglesia alabando al
Señor con mucho entusiasmo y un crecimiento notable,
llegamos a ser la iglesia más numerosa en membrecía
bautizada y asistencia en los cultos dentro de la misión
en esa época y la segunda después de la iglesia
Pentecostal en Pereira, los demás pastores e iglesias de
las demás denominaciones de la ciudad nos reconocían
y admiraban. En ese tiempo estábamos organizados
dentro de la misión en regiones, éramos la región del
Norte, yo era el coordinador regional, por lo tanto yo
visitaban las iglesias de sector para compartir con el
pastor y la iglesia, la oposición en contra mía había
crecido, yo no me había dado cuenta de eso porque yo
estaba actuando dentro de la Unión Misionera con
transparencia y lealtad a nuestros fundamentos
doctrinales y en sumisión. Al llegar a una iglesia yo note
cierta indiferencia por parte del pastor que trataba de
evadir hablar conmigo, después de terminado el culto yo
le pregunté qué pasaba, él me respondió que una
misionera había llegado allí y les había dicho que
iituvieran mucho cuidado conmigo cuando llegara
porque yo era un hereje. Después yo fui informado que
un pastor de mucha trayectoria, jerarquía y respetado
había llegado a la iglesia en Honduras, Cauca y dentro
del mensaje comenzó a atacarme por lo que estaba
pasando en Pereira, luego de terminado el culto los
líderes de la iglesia le llamaron y le dijeron que él no era
bienvenido a esa iglesia si seguía en contra mía porque
ellos me conocían muy bien y sabían de mi lealtad a la
misión. La situación comenzó a preocuparme demasiado
porque no había malicia ni mala intención en mi corazón
con lo que sucedía en Pereira, fue tanta la angustia que
se estaba apoderando de mi que comencé a buscan
consejería en otros siervos de algunas denominaciones
con los cuales tenía amistad para que me orientaran en
ese momento, siempre he acostumbrado pedir ayuda y
consejo de otros, porque yo estaba pensando en
renunciar al ministerio pastoral, ellos me animaron a no
desmayar y permanecer dentro de la Unión Misionera
trabajando en sujeción como lo estaba haciendo, que
eso era lo que el Señor esperaba que yo hiciera en ese
momento, que Él me estaba respaldando.
En una asamblea de Mitaca se me pidió por parte del
comité ejecutivo que fijara mi posición con la UMEC y
que explicara a la asamblea lo que pasaba en Pereira,
con mucho temor y temblor me pare ante la asamblea
pastoral, los misioneros y el conferencista de dicha
asamblea, quien era el hermano Ruperto Vélez, pedí una
tiza para escribir en el tablero, recuerdo muy bien que
hice una raya horizontal con dos pequeñas rayas
verticales, una en el extremo derecho, otra en la parte
izquierda y una en el centro, les dije que ambos
extremos eran malos, que nosotros habíamos estado en
el extremo de tradición y la ortodoxia y no
alcanzábamos mucho crecimiento, el otro extremo era
también negativo porque se practicaba y enseñaba
conceptos extra bíblicos y practicas emocionales; pero
yo estaba en el centro, yo era una persona Cristo
céntrica y bíblico céntrica, que estaba convencido de
que era lo que el Señor quería, además no se podía
acusarme porque en Pereira no había desorden en el
tiempo del culto ni se enseñaban cosas fuera de la
doctrina bíblica de la Unión Misionera como podían dar
testimonio los hermanos que iban a observar nuestras
reuniones, era sólo una iglesia alegre donde el Espíritu
Santo estaba obrando en sanidades de los enfermos y
sobre todo salvando y trasformando muchas vidas, el
Señor me dio en ese momento una seguridad muy
profunda para expresarme entre ellos, en esa tarde
sentía su presencia junto a mí, terminé mi intervención
pidiendo el favor de definir mi situación, si pertenecía a
la Unión Misionera o no, y si era así, yo pedía el permiso
para empacar mi maletín y regresar a casa, les dije que
yo había llegado a la Unión Misionera solo con mi familia
y solo me iría, pero jamás cometería el pecado de dividir
la iglesia, que por favor enviaran un pastor para recibirlo
y con mucho revuelo termino la sección esa tarde, yo
salí a sentarme a un lado de la “manga” a descansar y
meditar en lo que había pasado, comenzaron a llegar
algunos pastores, unos me decían que estaban conmigo
que no desmayara que continuara, otros me decían que
dejara tanta cosa que no me buscara dificultades,
momentos después se me acerco el misionero Ray
Zuerker para preguntarme si yo estaba de acuerdo con
Mateo 8:17 Para que se cumpliera lo dicho por el
profeta Isaías “El mismo tomo nuestras enfermedades y
llevo nuestras dolencias” yo le respondí que yo estaba
de acuerdo con lo que decía la Biblia, que lo que yo
hacía era orar por los enfermos y las necesidades de las
personas como decía la escritura. Desde ese día cuando
dije y aclare mi posición delante de la asamblea de
pastores todo cambio para mí. Por parte de los pastores
nacionales quienes comenzaron a respaldarme y no me
atacaron más los que lo habían hecho, sólo algunos de
los misioneros guardaban hacia mi cierta desconfianza.
Quiero expresar mi gratitud al Señor por el misionero
Ray Zuerker, que era el director de los misioneros, el
aprecio y apoyo que me ofreció, hasta el punto que iba a
Cali a alguna reunión en su casa y disfrutábamos de un
excelente compañerismo hasta que él salió de Colombia.
Después de aquella asamblea el Señor por su gracia me
ensanchó el ministerio a nivel de toda la Unión
Misionera, era invitado con mucha frecuencia por las
iglesias para campañas, retiros, seminarios, también
comencé a formar parte de la comisión de evangelismo,
del comité ejecutivo de la misión, y para una asamblea
de Mitaca se me pidió que fuera el que expusiera la
palabra, esto me llevó a buscar al Señor intensamente
ya que era consciente de la responsabilidad que me
estaban encargando, predicar ante pastores y
misioneros de mucha experiencia y conocimiento,
reconociendo mis limitaciones, pero también
apropiándome de la palabra escrita por el Apóstol Pablo
“No que estemos capacitados para hacer algo por
nosotros mismos al contrario nuestra capacidad
proviene de Dios” II Corintios 3:5. En el primer
mensaje el Espíritu Santo ministró en una manera tan
especial que al final del mensaje había un
quebrantamiento total a tal punto que la mayoría de
pastores y misioneros lloraban, se me acercó uno de los
directivos llorando y me decía “Darío, si nosotros no
cambiamos no habrá progreso de la Unión Misionera”.
Mientras tanto la iglesia en Pereira seguía
fortaleciéndose, espiritualmente, numerosamente y
comprometiéndose con el trabajo evangelístico,
hacíamos cultos en diferentes barrios de la ciudad, en el
parque de Corocito cerca de la capilla, en algunas
ocasiones en los cultos de los miércoles después de
terminado éste, salíamos a ese parque para un culto
relámpago, en el que se cantaban algunos coros, se daba
un corto mensaje, la gente salía a los portones a
escuchar, nosotros llegábamos a ellos con tratados y
tras un corto dialogo siempre habían personas que
hacían la oración de Fé, les seguíamos visitando e iban
llegando después a la iglesia. En algunos sábados en la
noche salíamos con los jóvenes al parque de la libertad y
allí nos sentábamos en el centro y hacíamos un circulo, y
cantábamos y la gente se acercaba, dábamos un corto
pensamiento de la palabra y comenzábamos a conversar
con la gente explicándoles el evangelio y siempre habían
personas que hacían la oración de fe recibiendo al Señor
Jesucristo, era tanto el entusiasmo de los jóvenes en el
evangelismo, que una vez que salíamos hacia el sector
de la galería donde había mucha prostitución en las
residencias que asistían allí, y comenzábamos a entrar
pieza por pieza para hablar de Jesús a esas pobres
mujeres que debían vender sus cuerpos por unos pesos
para alimentarse con sus hijos, en aquel lugar tuve una
experiencia que nunca he olvidado, entré a uno de esos
cuartos y encontré a una mujer con tres niños alrededor
de ella, su estado de desnutrición era mayúsculo y
comencé a testificarle del Señor y ella me escuchaba con
mucha atención, al terminar ella me dijo que quería
seguir el evangelio, pero qué podía hacer, si no sabía
hacer más sino vender su cuerpo para poder pagar la
pieza y dar de comer a sus hijos, yo me sentí totalmente
desarmado ante esta situación, por no poder ofrecerle
algo que le sirviera para salir de su estado de miseria. A
la vez comenzamos a ir a diferentes barrios de la ciudad
a hacer cultos y organizar grupos de oración y estudio
bíblico, en algunos de ellos establecimos reuniones
semanales y encargaba a un líder en cada lugar.
Recuerdo algunos de esos barrios San Nicolás,
Matecaña, La Esneda, Cuba, donde tuvimos una iglesia
después, Dosquebradas, allí también establecimos otra
congregación, algunos más como el barrio El triunfo, El
Balso, San Judas, entre otros. Aquella fue una época
inolvidable.
En el día 19 de julio de 1979 fui ordenado como pastor,
fue una ceremonia muy significativa para la iglesia, ya el
templo había sido ampliado en toda su capacidad, esa
noche fue insuficiente para albergar a toda la iglesia,
quedó gente afuera en la calle, en ese tiempo la
ordenación de un pastor era un acontecimiento muy
importante en la Unión Misionera, asistía el comité
ejecutivo en pleno, el concilio de ordenación era
integrado por todos los pastores ordenados de la misión
y todos debían asistir a la ceremonia. Siempre he creído
que el ministerio de la iglesia debe ser integral, debe
tratar de llenar todas las necesidades del individuo,
espíritu, alma y cuerpo, fue el evangelio del reino que
predicó el Señor Jesucristo.
En esos días un hermano de la iglesia de nombre Oscar
Duque fue inquietado en su corazón por la gran
necesidad de la mayoría de hermanos que no tenían
casa de propiedad y comenzó a compartir con algunos la
idea de un plan de vivienda para cristiano de las iglesias
de Pereira, él me compartió la idea y le dije que si él
creía que era posible lo iniciáramos y así sucedió, pero
desconocíamos las implicaciones que traía un proyecto
de éstos, los hermanos de las diferentes iglesias
comenzaron a inscribirse en el plan, la asociación de
pastores de la ciudad estaba dispuesta a apoyar el plan
si yo lo dirigía, yo acepté pero para mí esto significo una
gran responsabilidad que en algunas oportunidades me
quitaba la paz debido a la cantidad de dificultades en el
proceso, por desconocer todas las normas
gubernamentales que había que cumplir pero que
nosotros ignorábamos y no tuvimos una buena asesoría.
A los pocos meses de orar y buscar el terreno, Él Señor
en su misericordia y fidelidad nos ayudó a negociar un
buen lote en el municipio de Dos Quebradas en un lugar
muy central, de una forma muy especial como Él hace
las cosas, sólo teníamos 100.000 pesos recogidos por las
inscripciones y el lote costaba en ese tiempo 5´000.000
de pesos que en esa época era mucho dinero, cuando le
planteé la propuesta de comprarlo y le explique quien
era yo, para qué quería el lote y que solo teníamos
100.000 pesos para negociarlo, yo le propuse darle ese
dinero para cerrar el negocio, firmando un documento
con una multa para quien se retirara, y que le daría
1´000.000 de pesos cada tres meses y que al recibir el
primer millón haríamos la escritura pública, la persona
con la que trataba en ese momento se sorprendió con
mi propuesta y dijo que me aceptaría el negocio por la
forma tan sincera en que yo hablaba y por el motivo por
el cual lo queríamos comprar. Allí comenzó nuestra
prueba de fuego, la gente recibió con mucha alegría y
entusiasmo la noticia y se comprometieron a cumplir
con sus cuotas para pagar cumplidamente el terreno,
como siempre ocurre dentro del pueblo de Dios, algunos
se dejaron influenciar de satanás y comenzó un espíritu
de murmuración y desconfianza que fue desanimando a
una parte de los socios, algunos se retiraron, otros no
cotizaban cumplidamente, faltando 15 días para la
primera cuota apenas había entrado la mitad del
dinero, los pastores me llamaron preocupados por la
situación, satanás me insinuaba en la mente que iba a
fracasar, que iba a quedar en ridículo, que mi imagen
como pastor iba a ser afectada y otras cosas más, ¿Con
qué iba a pagar la multa?, yo le respondía a los pastores
que yo estaba seguro que el Señor no me dejaría
avergonzar, que me apoyaran en oración, el día de la
asamblea entro la mitad del dinero que faltaba y algo
más, al día siguiente pude recibir las escrituras.
El proyecto siguió avanzando con muchas dificultades
pero el Señor me iba ayudando, y hubo que abrirlo para
algunas familias no creyentes porque el gobierno no
permitía que fuera exclusivo para un grupo, después de
algunos años se entregaron los lotes totalmente
urbanizados con sus correspondientes servicios, la gente
comenzó a construir con mucho entusiasmo, y hoy es un
barrio donde la gran mayoría de sus familias son
miembros de diferentes iglesias de Pereira y
Dosquebradas.
Un domingo en la mañana después de la escuela
dominical se me acerco un joven para decirme que él
vivía en Finlandia, Quindío, donde él vivía con su familia
en una vereda muy cercana de la zona urbana, ellos
habían conocido el mensaje del evangelio por medio de
la emisora radio Trasmundial y quiera que se hicieran
reuniones en su casa. En esa misma semana comencé a
visitarles en compañía del misionero Enrique Jeferri que
vivía en ese entonces en Pereira, pocos meses después
fue bautizada toda la familia compuesta por sus padres,
hermanas, hermanos y cuñados, eran unas quinces
personas fuera de algunos niños, así nació la iglesia en
Filandia, poco tiempo después conseguimos un local en
el casco urbano, que pertenecía a dos señoras que eran
miembros de la legión de María, cuando el sacerdote se
dio cuenta las regaño y ordeno que nos sacaran
inmediatamente y un hermano de la familia que vivía en
Circasia se traslado a Filandia, consiguió casa allí y en
este lugar comenzamos cultos, algunas personas se
sumaron al grupo, también se hizo una campaña
evangelística donde presentamos unas películas de la
vida de Jesús, eso causo mucho revuelo en el pueblo y
cientos de personas asistieron; a pesar de la oposición
que el sacerdote hacia desde el pulpito de su iglesia.
Una noche asistió el comandante de la policía y nos dijo
que presentáramos las películas en el parque principal
del pueblo. Hacíamos los cultos del día sábado en la
calle y usábamos megáfono, la casa quedaba detrás del
convento de las monjas y seguramente ellas escuchaban
el mensaje, en una noche estaba yo en la casa de
Pereira cuando escuche tocar la puerta y al abrirla había
una mujer más bien joven y algo nerviosa, me dijo que
se le dejara entrar ya que necesitaba urgentemente
hablar conmigo, al entrar y sentarse comenzó a decirme
que ella me escuchaba predicar en Filandia y que una
noche cuando invite hacer la oración de fe recibiendo a
Jesucristo, ella la había hecho, esta era una de las
monjas del convento y había huido de allí para seguir a
Jesucristo, me dijo que la ayudara que no quería
regresar al convento, para mí fue de gran sorpresa saber
esto pero no sabía qué hacer con ella en ese momento,
así que llame al pastor de la iglesia bautista de Pereira,
mi hermano y amigo Abelardo Bolaños y le comente el
caso, el expreso que había una forma de ayudarla
llevándola para Cali al seminario Bautista, el hizo los
contactos correspondientes y la llevo al seminario y
quedando allí comenzó a estudiar. Estuve viajando al
seminario por varios años a hacer diligencias sobre
películas y en otras oportunidades para talleres de
capacitación, y la encontraba trabajando en el ministerio
de las comunicaciones, tengo que bendecir al señor por
su soberanía para actuar por medio del poder de su
palabra aun a través de los muros de convento para
salvar una monja, de allí extendimos el evangelio a dos
veredas de Filandia, varias veces me dejaba el ultimo
bus que salía de allí en la noche y debía regresar
caminando por la carretera dos o tres horas para salir a
un lugar llamado Cruces y esperar que algún vehículo
me recogiera para llegar a la casa once o doce de la
noche, lo hacía con gozo en mi corazón porque no es en
vano el trabajo en la obra del señor. Eran tiempos muy
especiales de sensibilidad de la gente al mensaje del
evangelio.
También se abrió una pequeña congregación en una
vereda del municipio de Balboa llamada Limones, allí
una familia nos abrió la casa para la predicación del
evangelio, semanalmente se reunían de treinta a
cuarenta personas, para llegar a ese lugar había que
bajar al municipio de la Virginia y coger un “Willis” a las
cuatro de la tarde para llegar hasta un lugar llamado la
Bodega, de allí a pie se bordeaba la quebrada, se iba
ascendiendo hacia la casa, la cual quedaba a unos veinte
minutos caminando desde donde me dejaba el carro,
algunas veces no llegaba a la hora de salida del carro en
la Virginia y había que caminar hasta llegar a la casa
unas dos horas. Además se hizo un esfuerzo para abrir
obra en Anserma Caldas, se tuvo reuniones por varios
meses y se sembró una semilla de la palabra, aquella era
una ciudad demasiado religiosa y muy cerrada al
evangelio en ese tiempo, doy gracias a Dios que hoy
existe una iglesia allí, que es el resultado del trabajo del
hermano Alberto Vallejo, pastor de la iglesia en
Risaralda Caldas. A través del ministerio de los jóvenes
de la iglesia se hacían cultos semanalmente en Santa
Rosa de Cabal, buscando establecer una iglesia pero por
algunas circunstancias que se dieron donde nos
reuníamos no se pudo realizar el objetivo. Soy un
convencido de que la iglesia local es llamada a extender
el evangelio a través del establecimiento de nuevas
iglesias, doy gracias a Dios de que en la Unión Misionera
en este tiempo hay algunos que están trabajando con
esta visión, que es el modelo bíblico para que la IUMEC
pueda seguir creciendo en estos cien años de nuestra
historia en Colombia.
En el año 1976 el hermano Germán Becerra era el pastor
de Quibdó Choco, el me invito para que participara con
él en un seminario para las iglesias que estaban
establecidas en las iglesias del Rio Arquia, el evento se
realizaría en Belén, al viajar allí y conocer la situación
moral y espiritual de los habitantes de esta región, y las
dificultades que los hermanos tienen que afrontar para
asistir a cultos, unas veces caminando por el monte
otras viajando por los ríos remando en sus canoas, mi
espíritu fue tocado y puedo decir que desde ese viaje mi
vida quedo ligada al Chocó y sus gentes. Con mucha
expectativa llegue al día señalado para salir, como a las
cuatro de la tarde iniciamos el viaje desde Quibdó por el
rio Atrato que se encontraba demasiado crecido, en una
barcaza que utilizaban para cargar madera, víveres y
mercancía para entregar en los pequeños pueblos que
estaban a la orilla del Atrato, era un viaje muy
incomodo, la mayoría de los pasajeros viajaban sentados
sobre los bloques de madera y los bultos que allí
cargaban, gran parte de las personas eran cholos, así se
llama a los indígenas de esa región, me tocó viajar junto
a una señora indígena con varios niños pequeños,, uno
de ellos iba con diarrea y allí no había sanitario, ella
llevaba un vaso de noche y allí el niño constantemente
hacia su necesidad fisiológica y el excremento era tirado
al rio, como yo estaba al lado al lanzarlo al rio pasaba
por mi rostro, llegamos a Tagachí, donde debíamos
bajarnos, nuestro arribo fue pasada media noche por lo
consiguiente estaba demasiado oscuro, solo
resplandecía los bombillos en una vivienda que estaba a
la orilla del rio, para uno pasar de la barcaza a la orilla
del rio se hace sobre una tabla de madera, yo no tenía
ninguna experiencia para andar sobre una tabla y
menos de noche sin suficiente luz, al poner mi pie sobre
la tabla resbale y mi pie se hundía en el agua pero la
mano de Dios estaba de parte mía y una mano fuerte
me agarro y me sostuvo para no hundirme en el rio, allí
se opero un milagro de Dios, puedo afirmar que ese día
fue mi bautismo en el ministerio con una visión
misionera que el Señor me estaba entregando para
cumplir. Al entrar a la casa donde pasaríamos la noche
tendieron una sabana sobre un tablado que servía de
piso a la casa, al levantarme en la mañana salí a la
puerta de la casa y me di cuenta que estábamos casi en
el centro del rio, a las ocho de la mañana llegaron unos
hermano a recogernos para llevarnos a Belén, venían en
dos canoas, recuerdo especialmente a dos de ellos
porque desde eses momento me unió a ellos una
profunda amistad y aprecio por su entrega, sacrificio y
fidelidad al Señor, servían con tanto sacrificio y amor a la
obra, ellos eran Alejandrino Mosquera y Dermo Pestaña,
hombres que admiro y valoro por el trabajo que
desarrollaron en esa región. Iniciamos nuestro viaje, yo
con cierto nerviosismo pero a la vez emoción y gratitud
al Señor por la experiencia que me estaba permitiendo
vivir, pasamos hacia otra orilla del Atrato y entramos a la
desembocadura del rio Arquía donde es algo grande y
profundo, porque al ir avanzando por él se va volviendo
un poco caudaloso y bajito, por la cantidad de piedra se
pone en parte algo difícil para navegar y uno debe
bajarse de la canoa para andar por la orilla mientras los
hermanos que la llevan la pueden sacar a lugares un
poco más profundos y así llegamos como a las cinco de
la tarde a Belén donde nos estaban esperando un buen
grupo de hermanos que nos dieron la bienvenida. En los
días que estuvimos allí compartiendo la enseñanza de
las escrituras hubo dos casos que eran nuevos para mí
por la poca experiencia que tenía en el ministerio,
durante el día yo daba la enseñanza y en la noche el
hermano Germán, siempre asistía el sacerdote católico
alemán, misionero en un pueblo cercano llamado
Begaes, que siempre estaba muy atento y
conversábamos en los tiempos de receso, en una de las
charlas me dijo que el estudiaba la Biblia y no estaba de
acuerdo con la idolatría y las imágenes de los santo, que
al llegar allí habían convencido a los feligreses de que
debían quitar las imágenes del templo, Dios no quería
eso, me dijo, como eran tan católicos y no querían
ofenderlos les propuso hacer un inmenso hueco para
enterrarlos y más bien colocar cuadros en las paredes, lo
cual ellos habían aceptado de buena gana. El otro caso
es una tarde después de terminar ese día las reuniones,
ocurrió cuando estábamos jugando futbol con los
jóvenes de allí, cuando una culebra pico a uno de los
jóvenes, esto causo mucha preocupación en la gente
porque no había forma de atenderlo y en Begaes existía
un puesto de salud pero hacia días no había quien
atendiera allí, en el Chocó por no haber recursos
médicos para atender hay que depender del Señor y su
Palabra, en esto comencé a aprender esa verdad, me
llamaron para que orara por el joven, lo que hice y a los
pocos momentos el muchacho estaba totalmente sano y
jugando nuevamente, de esto da testimonio el hermano
Marcial Marmolejo que en ese entonces era un
adolescente que había ido acompañando a su mamá. He
aquí un milagro más de nuestro amado Padre Celestial
Desde ese primer viaje al Chocó por el rio Arquia
comenzaron mis viajes con más regularidad hacia el
Atrato medio de los diferentes caseríos que allí se
encuentran a orillas del rio, en los tiempos de invierno el
rio crece demasiado y se sale de cause e inunda los
caseríos junto con la mayoría de las viviendas, y hay que
entrar en canoa hasta ellas, la mayoría de las casas en
los zarzos le hacen una especie de cuarto para poder
subir algunos de sus enseres y allí pasar las noches.
Cuando comencé a viajar por el rio Atrato por lo general
me acompañaban dos hermanos de la iglesia en Quibdó
vienes eran Antonio Moreno y su hermano José, ellos
tenían una pasión muy profunda para servir al Señor en
el evangelismo, en una de esas giras que hacíamos
entramos por el rio Buey, un afluente del Atrato, allí
existían dos caseríos, uno llamado San Antonio del Buey
y otro San José del Buey; visitamos cada uno de ellos
para compartir el mensaje del evangelio con sus
habitantes. Nos quedamos la primera noche en San
Antonio, en aquel entonces se debía llevar el mercado al
llegar se le pedía a alguna señora que nos hiciera el
favor de hacernos la comida y que sacra del mercado
para hacer par ella. En las noches después del culto en
que varias personas hicieron la oraciones de fe para
recibir al Señor Jesucristo, se pregunto donde podíamos
dormir y nos ofrecieron una choza que había allí, fuimos
y tendimos unas sabanas sobre las esterillas y colocamos
los maletines de almohada y pasamos la mayoría de la
noche espantando ratas que nos rodeaban. Como ven,
no fue una noche propiamente de perros, sino de
roedores por doquier.
Mis viajes al Chocó al correr los días se volvieron más
frecuentes, siempre avanzando por el Atrato medio, en
la mayoría de las a veces para efectuar cursillos de
capacitación para líderes de la región y se realizaban
entre 3 a 4 días en un lugar especifico donde asistían los
lideres y algunos hermanos de todas las congregaciones
del Atrato medio y el río Arquia, de lugares como
Tagachí, San Antonio de Padua, Buchadó, San José de la
Calle, Bebarameño. En una de las actividades en San
Antonio de Padua encontré un niño que llevaba varios
días muy enfermo y ya le estaba dando paroxismo, la
gente no daba esperanza de que sobreviviera, allí no
había ningún recurso medico y estaban pendientes de
mi llegada, me llevaron para orar por él, después de
hacerlo a la hora el niño estaba jugando en la calle con
los otros niños. De nuevo hace su aparición milagrosa el
Divino Hacedor. Estos casos eran muy frecuentes en mis
viajes al Atrato medio, allí pude apreciar mas la
misericordia de Dios que se manifiesta en medio de
gente tan necesitada, donde prácticamente no hay
ninguna ayuda en el momento de la emergencia, el
Señor interviene de una forma tan maravillosa.
En un viaje por el río Buchadó, afluente del Atrato, para
visitar una tribu indígena, me acompañaban dos
hermanos llamados Otoniel Perea y Marcial Palacios,
obrero de la congregación de Buchadó, hermano Marcial
había llevado tres pescados para nuestra comida, yendo
muy adelante el recordó que no había llevado nada para
aliñarlos, ni siquiera sal, pensamos que al llegar allí
encontraríamos, el día anterior había bajado una
borrasca que llevo todo lo que había en el caserío y no
se podía encontrar una cucharada de la y nos toco asar
los pescados y comerlos sin sal i ningún aliño y tomar
agua, pero en la noche se reunían unos sesenta
indígenas para escuchar el mensaje de la Palabra y
después extendimos sobre las esterillas unas sabanas y
pasamos a descansar gozosos de poder haber
compartido a la tribu el evangelio.
En el último viaje por el rio Arquia el Señor me dio el
privilegio de subir hasta un lugar llamado Punta de
Ocaidó, es un lugar muy hermoso pero difícil para llegar
porque no se puede viajar por el rio, ello debido a que
su caída es muy pendiente, además es muy pedregoso y
hay que ascender por la orilla; saltando sobre las rocas
con mucho riesgo ya que se resbala demasiado, allí se
unen el rio Ocaidó y el rio Arquia, y tiene una
particularidad muy especial ya que las aguas del rio
Arquia son frías y las del Ocaidó son cálidas. Sobre un
pequeño cerro esta el caserío donde hay una
congregación de la Unión Misionera, al llegar allí al
atardecer para estar con ellos varios días encontré un
grupo de personas uniformadas y muy bien armadas, yo
pensé que era alguna tropa del Ejercito nacional, pero al
preguntar a un hermano me dijo que era un frente de
las FARC que había llegado allí para quedarse unos días.
En la noche en el culto algunos de ellos asistieron, y el
comandante del frente se paró junto a la ventana para
escuchar, al terminar yo me acerque para saludarle e
iniciamos un dialogo, y él me presento su proyecto de
cambiar la situación y establecer un gobierno para el
pueblo donde hubiera igualdad y justicia social, por eso
estaban levantados en armas, yo le explique que no
estaba de acuerdo con su planteamiento y que nosotros
buscábamos el cambio de la situación del país no con
armas sino con el poder de la Palabra y el Espíritu para
conseguir el cambio, primero de la forma de pensar y
actitud para alcanzar ese objetivo, ellos cada mañana
reunían a los niños del caserío en una ”manga” para
transmitirles a ellos su ideología, yo pedí el domingo en
la mañana después de que ellos salieron para otro lugar
a unos hermanos que reuniera a los niños y les hablaran
del amor de Jesucristo y su propósito, en el Chocó existe
lo que yo he llamado tres principados espirituales
demoniacos, la idolatría, la hechicería y la inmoralidad,.
En las fiesta patronales de San Pacho el santo que
venera todo el Chocó, son varios días de celebración en
todos los lugares en medio de carnavales, ceremonias
religiosas, donde los chocuanos compran vestidos
nuevos para estrenar durante estos días, donde mucho
creyente se ve envuelto en ella por ser una fiesta
cultural de la región, en esos lugares hay
manifestaciones y practicas hasta el punto de que allí
matan hombres y mujeres por medio de las hechicerías
para poder quedarse con la mujer o marido de la
víctima, algunos líderes creyente practican la
superstición como el secreto, son rezos para cuidar las
picaduras e culebras o enfermedades de los niños, o
para evita peligros, el amor libre allí es parte de su
forma de vida, algunos hombres viven con dos mujeres
en la misma casa, casi nadie se casa, dese la edad muy
temprana las niñas se juntan a vivir con hombres, ya
sean jóvenes o mayores que ellas. Después de varios
años de estar allí enseñando las verdades bíblicas acerca
de lo que significa ser cristiano, las personas
comenzaron a pensar en el matrimonio, el pueblo de
Tagachí se sintió asombrado por este acontecimiento,
algunas personas creían que era imposible que allí se
casarse un par de jóvenes vírgenes, yo les respondía que
ese es el poder del Evangelio que cambiaba la forma de
pensar y sus costumbres. Pocos meses después se
celebraba el matrimonio de nueve parejas que habían
decidió legalizar su relación conyugal delante de Dios y
la sociedad.
Durante veinte tres años aproximadamente visite el
Chocó por el rio Atrato, Arquia, Quibdó, Doña Josefa,
Tutunendo y Puerto Nuevo, hasta que la malaria que me
repitió tres veces, los médicos me recomendaron no
regresar por algunos años, el año pasado regresa
después de once años a tener un seminario de tres días
en Padua, fue muy emocionante regresar, los hermanos
se regocijaron al verme nuevamente, pues el Señor les
ha colocado un profundo sentimiento de gratitud y
afecto para conmigo, hoy añoro regresar porque miro
con preocupación la iglesia del Chocó, por el rio Atrato y
sus alrededores, en el cual la Unión Misionera ha
invertido vidas como Pedro Noreña, Polonio Forí,
Antonio Rojas, José Sánchez, Germán Becerra y algunos
misioneros, se está envejeciendo la iglesia y no hay un
trabajo para jóvenes, adolescentes y niños para que
ellos sigan levantando la llama de la Unión Misionera y
no se vaya a apagar en esa región tal olvidada por los
entes gubernamentales y aun eclesiales, pero tan amada
por el Señor.
En la convención de enero de 1985 estaba sentado en el
prado del campamento el llanito con dos pastores
dialogando, cuando me llamo el pastor José Rengifo
para decirme que él quería colocarme en la plancha de
candidatos para elegir presidente del Unión Misionera,
en aquel tiempo no se hacía campaña a favor o en
contra de ninguna persona, antes ni dentro de la
asamblea, se nombrara una comisión para elaborar la
plancha, eran tres pastores de trayectoria y ellos
miraban las personas que ellos creían que eran dignas
de ocupar el cargo y después los presentaba el comité y
este a su vez lo presentaba a la asamblea de pastores y
delegados para que ellos en forma espontanea y a
conciencia hicieran la elección. Yo le respondí a el que
yo no era la persona indicada porque yo creía no tener
la suficiente capacidad y experiencia, el me insistió, lo
hizo en tal forma que yo le dije que estaba bien, le
respondí por cortesía, y por la forma en que me
suplicaba, yo no pensaba ni aspiraba a esa posición. En
la tarde de la elección, con asombro y alegría de la
mayoría de los pastores salí elegido presidente, con
mucho temor y nerviosismo acepté, al finalizar la
reunión se me acerco el presidente de la junta de los
misioneros en Colombia y con asombro escuche sus
palabras, en tono energético me decía que no estaba de
acuerdo conmigo, yo le respondí diciéndole que yo le
pedía que me ayudara cuando viera que yo estaba
equivocado en mis decisiones, como siempre ha sido mi
costumbre me entregue por completo a cumplir la obra
que le Señor me había confiado por su gracias, siempre
ha sido mi principio, yo trabajo para el Señor a través de
los hombre, como escribió el apóstol Pablo “no sirviendo
al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino
como siervos de Cristo, de corazón haciendo la voluntad,
como al Señor y no a los hombres” Efesios 6: 6-7.
En ese momento la Unión Misionera estaba, integrada
por sesenta iglesias y congregaciones, en ese año todas
las iglesias fueron visitadas y así ocurrió durante los años
que fui presidente. En la iglesia nacional se vivía un
ambiente tenso, entre los misioneros, pastores antiguos,
los obreros y pastores nuevos, por el cambio que se
estaba desarrollando en la expresión de la alabanza y
oración, eso se manifestaba mucho más en las
reuniones de las asambleas y convenciones, yo comencé
a buscar que los dos grupos conciliaran y cada uno podía
expresarse en su forma, aceptando que los otros lo
hacían de corazón, para el Señor, y cada uno respetaría
al otro, sin criticas ni menosprecios, con el tiempo esto
se fue consiguiendo, fortaleciéndose la unidad a pesar
de la diversidad de criterios. En la convención del año
siguiente, se hacia la elección del nuevo comité
ejecutivo, que se realizaba cada año, pero se podía
reelegir según el resultado de su gestión, el hermano
Miguel Pérez se paro en medio de la reunión y expreso
que cuando yo había sido elegido había temor en una
parte del pastorado, de que yo iba a dividir la misión
pero l contrario había una misión unida trabajando en
armonía y proponía que yo fuera reelegido por
aclamación y ocurrió que toda la asamblea se puso en
pie aprobando la propuesta y así continué cuatro años
hasta que renuncie.
Mi llamado y mi vocación pastoral me movían a
pastorear nuevamente una iglesia local. Eventos que nos
ayudaron en esos años para alcanzar unidad, identidad y
sentido de pertenencia, fue entre ellos el desarrollo del
plan master con la asesoría de “Sepal” bajo la dirección
del hermano Dario Platt, esa estrategia había sido
aceptada e iniciada bajo la presidencia anterior del
hermano Manuel Badillo, nosotros veníamos de una
variedad de conceptos doctrinales, porque los
misioneros que trabajan aquí en Colombia con nosotros
venían de diferentes denominaciones, Presbiteriana,
Bautista, Menonitas especialmente, ya que EEUU no
teníamos iglesia de la Unión Misionera, sino que había
una agencia misionera que reclutaba misioneros de
estas denominaciones y eran enviados bajo la Unión
Misionera, su sede en Kansas City EEUU. También se
institucionalizo dentro de la Unión Misionera el mes de
la Biblia en el mes de octubre en cada año, durante ese
tiempo se desarrolla un seminario en cada iglesia local
sobre temas unificados de doctrina y formación
ministerial entre ellos, la salvación, dones espirituales,
ministerios de los ancianos, diáconos, mayordomía,
evangelismo, etc. Todos los pastores recibíamos
capacitación durante una semana en el llanito, las cuales
eran dictadas por algunos misioneros y maestros que se
invitaban para esos eventos, a cada pastor se le asignaba
una o dos iglesias para trasmitir la enseñanza, el pastor
de la iglesia local quedaba para acompañar al pastor
invitado y esto permitía el poder tener compañerismo
pleno y conocimiento interpersonal, y esto ayudó a
crear un ambiente muy saludable de relaciones sanas,
libre de celos y competencia, aprendíamos a
reconocernos y valorarnos como miembros del mismo
cuerpo que éramos y nos enriquecíamos al poder
ministraros los unos a los otros. También realizamos
varios concilios de doctrina que eran controversiales en
el cambio que estábamos experimentando, además
teníamos una confesión de fe muy superficial debido a
los diferentes conceptos doctrinales de los misioneros,
eran concilios sobre la obra del Espíritu Santo en el
cristiano, bautismo, llenura, plenitud, el divorcio y el
nuevo matrimonio, bautismo en agua, ya que estos se
habían efectuado por aspersión y sumersión debido a
que Carlos Chapman era presbiteriano y Teodoro
Houston era bautista y el concilio se acordó que en la
Unión Misionera Colombiana se bautizaría por
inmersión, para estos concilios se delegaban a pastores
de experiencia y trayectoria dentro de la misión, que
elaborarían ponencias sobre los temas a debatir, por las
tendencias que teníamos e la iglesia nacional, primero
se reunían varios días de una semana los exponentes
con un grupo más amplio y allí cada ponente defendí su
posición con amplios argumentos apoyados en las
Escrituras, después de largas discusiones a veces un
poco tensas, si conciliaban las posiciones se sacaba un
documento que se presentaba ante la asamblea de
pastores y era aprobado como nuestra forma de fe y así
fuimos conformando nuestra propia confesión de fe que
nos fue dando identidad y unidad doctrinal en la Unión
Misionera Evangélica de Colombia.
Se establecieron los seminarios pastorales para
fortalecer los ministerios y profundizar en el estudio de
la Palabra y eran dictados por maestros con autoridad
en el manejo del tema asignado. E las convenciones se
trataba de buscar conferencistas de experiencia
ministerial, entre ellos recuerdo al pastor costarricense
Alberto Barrento, con un prestigio a nivel
latinoamericano, recuerdo también al hermano
Fernando Vangioni, evangelista y maestro argentino, y
así se iba consolidando con estabilidad ministerial
dentro de la iglesia nacional, a nivel personal se iba
adquiriendo madurez y experiencia ministerial. Yo
participaba en la mayoría de los eventos organizados
por las iglesias locales y los regionales, que eran cursillos
para líderes, campaña, etc. En ese tiempo se celebro la
primera convención indígena nacional al que asistieron
diferentes comunidades tales como los paeces,
guámbianos, entre otros. Yo fui invitado por el hermano
Salvador Ramos, pastor de la iglesia en Belén, Toribio,
para ser el predicador central del evento, lo que fue par
mi una experiencia muy agradable en ese reunión, allí
habían cerca de mil quinientos humanos indígenas, allí
nació en mi una admiración, aprecio y reconocimiento
por los hermanos, porque me impactó de ellos la
fidelidad y sacrificio para asistir a las reuniones, hacia
caminatas de varias horas por caminos a veces llenos de
lodo a causa de la lluvia. Continuaron mis visitas muy
frecuentes a esa región, constantemente me estaban
invitando a sus actividades locales, comencé a distinguí
los lideres que estaban al frente de las congregaciones y
empecé con ellos una estrecha amistad y los admiro,
porque han sido ejemplo de consagración para servir en
la obra del Señor con tanto gozo, compromiso y entrega
para escribir con sus vidas la historia de la Unión
Misionera que son pocos conocidos y reconocidos
dentro de la misión, quiero mencionar algunos de ellos:
Luis Evelio Yule, Julián Pito, Angelino Cometa, Guillermo
Calambaz, Emiliano Ulcué, Calixto Tálaga, Mario Uegia,
Luis Yule. En esta región del cauca también mis viajes se extendían
a las iglesias de Honduras, Mochique, Asnazú, y
subiendo hacia la cordillera a unas cuatro horas de
Suarez teníamos una iglesia en el lugar de Bellavista, los
hermanos llegaban en la noche a los cultos en medio de
la llovizna, bajando por caminos de herradura con
muchos canelones formados por el paso de las bestias,
caminos llenos de lodo, alumbrando el camino con
linterna o mechas incrustadas en tarros llenos de
petróleo.
En la región Naya existía una numerosa congregación
liderada en aquel tiempo por un hermano de nombre
Floro Taquinaz, allí se viajaba a una confraternidad que
se hacía en el mes de julio de cada año, algunos
hermanos de Honduras, Villarrica y Rionegro invitaban a
algún pastor de la misión como predicador, a mí ya me
habían invitado por el comité ejecutivo no me permita
asistir por mi posición como presidente de la misión,
debido a que esa región estaba bajo el total control de la
guerrilla, además solo podían entrar las personas que
ellos autorizaban, eso creaba cierto temor en ellos y en
mi familia, pero ante las repetidas invitaciones que me
hacían, sentí mucha pena y decidí ir, le dije a los
miembros que iba a ir y que me encomendaran al Señor,
en el día indicado viaje de Palmira en compañía del
hermano Franz Aguirre y en una población llamada El
Cedal, dos o tres horas arriba de Timba, Cauca, nos
esperaban un grupo de hermanos de la iglesia de
Honduras, entre ellos se destacaban Clemente Carabalí,
Antonio Rodallega, Ovidio Ararat, Gonzalo Caicedo,
quienes formaban el cuerpo de ancianos de la iglesia,
además el hermano Polonio Forí de Villarrica. Iniciamos
nuestro ascenso caminado hacia la cordillera occidental,
llegamos a las cinco de la tarde a un lugar llamado Casa
de Lata donde siempre se amanecía, allí nos quedamos
esa noche, al día siguiente salimos a las cinco de la
mañana para continuar nuestro ascenso hacia la cúspide
de la cordillera llamado la línea comenzamos el
descenso a las siete de la mañana por un camino en
partes estrecho y en forma de escalones que había que
estar saltando al borde de algunos abismos muy
profundos, por lo tanto las piernas iban perdiendo
fuerzas, además había que pasar un punto de un rio
colgados de un cable, el cual solo tenía unas tablillas
muy angostas donde colocábamos los pies y pasábamos
de lado ya que no había capacidad para hacerlo de
frente, después de pasar algunos trechos un poco planos
y otros empinados éramos supervisores, en algunos
lugares, por guerrilleros que se comunicaban por radio
para informar por dónde íbamos pasando. Llegamos
aproximadamente a las cinco de la tarde, yo llegue con
mis tobillos sangrando por las peladuras que me
resultaron por la larga y forzada caminada de dos días, al
estar descansando y curándome las heridas llego un
hombre más bien joven, de buena apariencia y bien
armado que se me presentó como un comandante del
frente de las FARC en ese lugar, después de saludarnos
me dijo que había ido para verificar quiénes habían
llegado. En el culto de la noche él estaba en primera
banca, por el resto del salón y afuera en el patio estaban
otros guerrilleros, y así era cada noche, además se había
llevado un proyector y se presenta una película cristiana
después del culto, y así era cada noche, en el día
teníamos enseñanzas especiales para los líderes de la
región, en la noche del viernes el hermano Floro me
expresó su preocupación porque había ido mucha gente
y ya se había acabado la carne y se debía conseguir una
res y no había como comprarla, y no se atrevía a pedir
ofrenda porque los guerrilleros no estaban de acuerdo,
yo le dije que me dejara a mí que yo lo haría y en el
momento oportuno yo expliqué la situación y por qué
íbamos a recoger una ofrenda voluntaria para comprar
una res, el comandante se paró y sacó unos billetes para
dar la ofrenda y lo siguieron los demás integrantes que
estaban en el culto. El domingo en la noche que
clausurábamos la campaña se me arrimó el comandante
para darme los agradecimientos por haber estado allí y
me dijo que mientras él estuviera allí yo era bienvenido,
a las primeras horas del lunes iniciamos el regreso con
mucho gozo y llegamos el martes a las cuatro de la tarde
al Cedal y regresé a casa.
El Señor me dio la oportunidad de extender el ministerio
al departamento del Putumayo y Caquetá los hermanos
del Congo iniciaron un trabajo de Colonización y
evangelización del Putumayo en un lugar llamado
Juanambú, que queda a tres horas más allá de Mocoa,
para ir es una parte en carro y otra a pié por la montaña.
Fui invitado a celebrar allí una campaña, lo que fue una
experiencia muy bonita y bendecida, pero la distancia
era muy larga para viajar saliendo por Cali, fueron acerca
de veintiocho horas, lo que fue más bien agotador
especialmente de Pasto para allá porque la carretera
estaba en muy malas condiciones para el transporte, un
grupo de hermanos de Honduras fueron a abrir una
finca como colonos en un lugar llamado Alejandría, allí
ellos formaron una congregación y viajaban al año dos o
tres veces a visitarlos para celebrar campañas
evangelística y seminarios de capacitación para líderes,
ellos visitaban otros lugares más adentro como: La
Maquina, el Vaticano, y el Alto de la Cruz.
En una oportunidad viaje al lugar del vaticano que eran
tres horas caminando por la selva por caminos muy
difíciles y por la vegetación tan tupida el sol no podía
secar los caminos que siempre permanecían muy
cargados de barro, yo quedé admirado al ver el sacrificio
y consagración de los creyentes que caminaban horas
enteras don niños en los brazos, iluminando el camino
en la noche con caperuzas o linternas por un lugar
donde se encuentra muchas serpientes venenosas, allí
se que cuando oír la Palabra es difícil, por la distancia o
las pocas visitas que reciben se aparecía demasiado esa
oportunidad, sin importar el sacrificio que se debe hacer
para poder escuchar; lo contrario sucede en las ciudades
donde todo es tan fácil y cómodo y no se aprecia la
bendición de reunirse a alabar al Señor y oír la Palabra,
por eso tanta indiferencia y apatía, aún en gran parte de
los creyentes, la comodidad de las ciudades, muchas
veces vuelve apáticos a no pocos creyentes. Algo bien
triste por decir, lo menos. ¿Verdad?
Gran parte de los hermanos decidieron vivir en
Mayoyoque, un pequeño pueblo a la orilla del rio mismo
nombre y el rio Caquetá, allí construyeron una cas par
los cultos y que sirviera como casa pastoral con el
propósito de alcanzar personas del pueblo, allí
comenzaron a llegar los primeros pastores, entre ellos
Jorge Eliecer Tumbo, Felipe Ballen, Fermín Hurtado y
Álvaro Filigrana de allí iban a hacer visitas a una
población cercana a la orilla del rio Caquetá y el
Orteguaza a unos cuarenta minutos esta un pueblo
llamado Solano, allí los hermanos Fermín y Álvaro
comenzaron a trabajar con mucho entusiasmo y el Señor
les dio gracia delante de la gente, y así a los pocos meses
había una congregación allí, a raíz de la venta de tamales
que ellos hacían para vender en el pueblo levantaron
fondos para construir la capilla y casa pastoral, de allí
salían a visitar lugares cercanos y la gente comenzó a
creer en el Señor Jesucristo yo hacía dos o tres visitas al
año para tener compañerismo con ellos y enseñar la
Palabra, ellos estuvieron ocho años y cuando salieron
dejaron muy en alto el nombre de la Unión Misionera
por su testimonio y entrega al trabajo, por eso la gente
aún inconversa del lugar lamentaban la salida de ellos y
anhelaban que regresaran. Llego el hermano Rodrigo a
pastorear la iglesia pero la situación de orden público
comenzó a empeorar con amenazas y un ataque de la
guerrilla, algunas familias salieron desplazadas, por lo
tanto la iglesia fue diezmándose, la capilla fue
construida al frente del cuartel de la policía, de la
alcaldía y Telecom, pero debido a los frecuentes
hostigamientos de la guerrilla la alcaldía y Telecom
fueron trasladados a otro lugar y allí la gente no quería
asistir en una noche por el temor a un ataque al cuartel
de la policía.
Se celebró en el campamento del Llanito un encuentro
entre líderes de las iglesias de la Unión Misionera del
Ecuador, Panamá y Colombia. Allí asistió el hermano
Decilio Guevara, presidente de la Unión Misionera de
Panamá, con el cual tuve una sincera amistad. Él quería
conocer algo de la obra colombiana y después del
encuentro viajamos a Bellavista Cauca a visitar las dos
congregaciones que allí teníamos, teniendo un buen
tiempo con los hermanos de ese lugar. Cuando
regresábamos debíamos caminar hora y media para
llegar al pueblo de la Cecilia donde tomaríamos el bus
que nos llevaría a Suarez Cauca. Llegamos cinco minutos
después de salido el ultimo bus, y nos toco seguir
caminando hacia Suarez para tomar allí el bus que nos
llevaría a Cali. Debimos caminar unas tres horas y al
llegar ahí el último bus ya había salido. Nos tocó seguir
caminando hasta Asnazú, el estaba alojado en Palmira
en la casa que yo vivía y me hablo de la posibilidad de ir
a pastorear una iglesia, a los pocos meses me llego la
invitación y los pasajes de una iglesia en la ciudad de
Santiago para tener una campaña y ver la posibilidad de
trabajar allí, estuve durante un mes con ellos, hicimos
un principio de acuerdo para ellos comenzar a solicitar la
visa para ir juntamente con mi familia, en ese tiempo
aun teníamos dos hijos terminando su bachillerato y
faltaba definir su situación militar, y esa circunstancia no
permitió nuestro viaje.
Al año siguiente fui invitado como predicador a la
convenció de las iglesia de ellos y además tenían unas
campañas en cuatro iglesias de diferentes ciudades, fue
para mí una experiencia muy linda por el respaldo que
me dio el Señor en cada iglesia donde tuve varias
manifestaciones especiales, pero una de ellas me
impresiono especialmente, estaba predicando en un
iglesia de una población llamada San José en una de las
noches de la campaña, la capilla tenía capacidad para
unas doscientas personas y estaba lleno el lugar, allí no
había equipo de amplificación y no se podía usar
micrófono. Al finalizar el culto la hija del pastor con su
rostro que reflejaba mucha alegría hablaba por medio
de señas con algunos hermanos, yo pregunte qué
sucedía a lo que me respondieron que ella era
sordomuda y estaba diciendo que había escuchado todo
el mensaje, ella estaba sentada en la última banca de la
capilla, solo el Poder de Dios en su misericordia lo hace.
A los cuatro años consecutivos de ocupar la posición de
presidente, renuncie porque mi llamado y vocación
como pastor de la iglesia local fue demasiado fuerte y
me llevo a renunciar, fui invitado a pastorear la iglesia
de Florida, donde estuve cuatro años, siendo la
bendición y el respaldo del Señor hasta el punto de que
en el crecimiento de la membrecía hubo que ampliar el
templo en dos veces hasta cubrir todo el lote hasta el
fondo, fue una iglesia donde experimentamos como
familia mucho aprecio y amor cristiano, fue una iglesia
extremadamente generosa con nosotros en la parte
económica y material, Vivian muy pendientes de
nuestras necesidades como familia, éramos dignificados
por ellos, allí vi la realidad del cumplimiento de la
Palabra de 1ra de Timoteo 5: 18 “pues la escritura dice:
no podrán bozal al buey que trilla, digno es el obrero de
su salario”.
Se presento una división en la iglesia Príncipe de Paz de
Palmira causada por un joven pastor que había traído de
un gran interés entre los jóvenes que en esos días eran
el grupo mauro en la iglesia con el apoyo de algunas
familias, la divinos se decidió debido a una practicas
extremas que causaban desorden y cierta confusión,
siendo que la iglesia por su tradición causo desagrada a
los lideres y hermanos más antiguos de la misma,
además ciertos conceptos doctrinales que reñían con
nuestra posición. Fui llamado varias veces por los
directivos de la iglesia para tratar de evitar ir a
extremos, también fui invitado al cuerpo pastoral para
darle algunos consejos para manejar la situación que se
le había ido de las manos, él se comprometía a tomar en
cuento lo que se le recomendaba pero la situación se
empeoraba hasta que decidió renunciar, pero al salir con
el apoyo de una iglesia en Cali se llevo la gran mayoría
de la membrecía para un teatro a pocas cuadras de la
iglesia, como consecuencia la iglesia Principie de Paz
quedo totalmente diezmada y dolida con este hecho,
además de ellos venían a la puerta del templo a burlarse
cuando los hermanos estaban en culto y les decían que
los iban a acabar, en medio de esta situación enviaron a
Florida a buscarme para decirme que el grupo que había
quedado, en forma unánime me pedían que fuera a
ayudarles como pastor de ellos, par mi fue gran sorpresa
esta invitación, casi ningún pastor de la misión deseaba
pastorear allí, por su tradición tan arraigada y el carácter
de alguno lideres más antiguo que siempre estaban allí,
comencé a orar con mi esposa buscando la dirección de
Dios, además pedí consejo a algunos de mis consiervos
unos me decían que no me metiera allí, oros me
animaban a aceptar, hable con el cuerpo pastoral y me
expresaron la necesidad tan apremiante, que si yo
decidía hacerlo tenía su respaldo, a pesar que tenían la
invitación de la iglesia de Florida para que continuara
con ellos y otra iglesia me estaba invitando también al
ver la necesidad tan imperante acepté confiando en el
respaldo del Señor, siempre fue mi posición ministerial
estar en lugares que necesitaran de mi ayuda. Nos
trasladamos a Palmira y encontramos la congregación
con mucho desanimo y muy sentida con los que habían
hecho el daño a la iglesia, era una iglesia que necesitaba
un ministerio de restauración que sanara antes que
cualquier otra cosa, el Señor me había confirmado el
ministerio de restauración que me había entregado.
Inicie este trabajo y con gozo los pocos meses comencé
a ver en los hermanos cambios de actitud y un nuevo
animo, el ambiente también comenzó a caminar
favorablemente, personas nuevas comenzaron a llegar,
algunos de los que habían salido comenzaron a expresar
su deseo de regresar, la iglesia mostraba cada día signos
de santidad, las heridas se iban curando los hermanos
comenzaron a hablar sin expresar resentimiento por los
que había salido y así estuve durante cuatro años
trabajando intensamente, siendo el respaldo del Señor y
recibiendo del aprecio y reconocimiento de ellos, se
comenzaron a ver cambios en la forma del culto, a
experimentar alegría en el tiempo de alabanza y el culto
de oración más dinámicos. Aquí se cumplió aquella bella
porción bíblica en Filipenses 4:7 “y la paz de Dios, que
sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros
corazones y vuestros corazones y vuestros pensamientos
en Cristo Jesús”.
Nació en mi un sentir de que era el tiempo de regresar a
Pereira, que ya se había dado el trabajo que llevo a
conseguir la restauración de la iglesia, hable con los
líderes de mi salida y me preguntaron si me hacía falta
algo o que más quería, yo les exprese mis
agradecimientos por lo que habían hecho por nosotros
como familia, el amor y el respaldo que me habían dado,
era el tiempo de que otro continuara dando el impulso a
la iglesia, regresamos a Pereira y en el proyecto de
vivienda que se había realizado los hermanos me habían
regalado un lote para la casa de nosotros, yo le había
dicho a mi hija y a su esposo que construyeran la primer
planta de la casa para que o pagaran mas arrendo, yo
comencé a construir la segunda planta con la ayuda de
algunos amigos y hermanos, era la respuesta a una
petición hecha al Señor hacia unos veinte cinco años, la
cual consistía en que antes de que terminara mi
dependencia laboral, tuviera un techo propio donde
vivir con mi familia, el Señor en su misericordia me
respondiera en el tiempo de ÉL y cuando vio que yo
tenía necesidad de ella, y así fue, porque el Señor no
responde antes ni después, sino en el momento preciso.
El horario del Señor nuestro Dios, difiere bastante del
nuestro.
En el barrio vivía una familia compuesta de unas diez
personas entre adolescentes y adultos que habían
conocido al Señor cuando yo trabajaba como pastor en
la iglesia de Pereira pero que en ese tiempo estaban
alejados del Señor y estando ya instalados en la casa que
tenía un sótano bien organizado les invite a empezar un
grupo de oración y estudio de la Palabra y así ayudarlos
a su restauración espiritual, después de varios meses de
estar reuniéndonos cada martes en la noche, ya había
llegado otras personas al grupo y con mi yerno, mis dos
hijas y nietos sentimos el deseo de conseguir una casa
alquilada en Dosquebradas, y de esta manera comenzar
la iglesia en ese lugar, nosotros mismos recogimos con
las ofrendas para pagar el primer mes de arrendo,
conseguimos una casa en el barrio la Pradera y allí se
organizo la iglesia en Dosquebradas. Ya en años
anteriores había hecho dos intentos para hacerlos pero
por otras circunstancias no se había podido llegar a cabo
ese deseo que había en mi corazón. Hicimos nuestra
primera escuela dominical con veinte hermanos y nos
toco alquilar las sillas para esa reunión, el Señor
comenzó a proveernos las cosas que necesitábamos
para el desarrollo de la obra, después de estar allí unos
mese nos toco trasladarnos a un lugar cerca de alii, más
cómodo para los cultos pero la iglesia siguió creciendo y
el salón nos quedo estrecho para el grupo que se reunía,
decidimos entonces, conseguir un lugar más amplio y
central, cuando resulto que aparte del lugar para los
cultos necesitábamos otro apartamento para las clases
de escuela dominical y se dio que el lugar nos costaba
dos veces más de lo que podíamos pagarle en ese
momento. Orando al Señor nos animamos a tomar el
lugar confiando en el respaldo y la fidelidad del Señor
que había mostrado para con nosotros, nos trasladamos
y el Señor siguió dándole crecimiento a la iglesia y
además dándonos todos los elementos que todavía nos
hacían falta para el desarrollos del culto.
La iglesia de la Floresta de Cali, tuvo una fuerte crisis
debido al enfrentamiento que tuvieron el pastor
principal y el copastor que era el líder de alabanza, esto
causo una división entre la iglesia, los que apoyaban al
pastor y los que respaldaban al copastor. Esta situación
llevo a que varias familias salieran de la iglesia y se
creara un ambiente muy tenso dentro de ella, después
de varios meses la situación no cambiaba sino que
empeoraba a pesar de la ayuda del cuerpo pastoral, este
decidió en común acuerdo trasladar al pastor y al
copastor y me pidieron a mí para que fuera a pastorear
la iglesia en ese momento, yo no sentía que debía dejar
la iglesia de Dosquebradas, porque seguía creciendo y
consolidándose, tampoco era autosuficiente para
sostener un pastor de afuera, entonces propuse a la
iglesia de la Floresta que les ayudaría medio tiempo,
estando con ellos quince días al mes, y en los otros
quince días atendía la iglesia de Dosquebradas, encargue
al hermano Bernardo Restrepo, quien era el líder
principal de la iglesia, para que estuviera al frente de la
iglesia mientras yo ayudaba en Cali. Recibía de los
líderes mucho apoyo para el trabajo de restauración y
sanidad y en pocos meses la iglesia había tomado
ánimos y el ambiente de la iglesia era muy bueno,
llegaron personas nueva y algunas de las que había
restaurado y me pidieron que siguiera tiempo completo,
no acepte y regrese a Dosquebradas a continuar allí con
la iglesia.
Fui elegido en una asamblea del distrito para ser
supervisor y desempeñar este ministerio por varios
años. En el mes de diciembre del 2006 entregue la
iglesia definitivamente al hermano Bernardo Restrepo
para que siguiera él como obrero completo en
Dosquebradas, inicialmente como siempre ocurre en un
cambio de pastor en una iglesia nuevo hubo algunas
dificultades y algunas familias salieron pero con los días
la congregación fue reconociendo el ministerio del
hermano Bernardo y la iglesia comenzó a recuperarse,
llegaron familiar nuevas y la mayoría de las que se
habían salido regresaron, ya el local les está quedando
un tano pequeño para los cultos.
Continuo dándole gracias a Dios por su gracia para
conmigo por haberme permitido desarrollar el
ministerio durante cuarenta años dentro de este país en
la Unión Misionera Evangélica Colombiana, y también en
algunas ciudades y estados de Norteamérica, en los
últimos veintisiete años he podido viajar a los EEUU en
varias oportunidades a algunas ciudades como New
York, Miami, Houston, New Jersey, Connecticut y
Oregón. En la visita que hice al hermano Roy Libby fui
invitado a predicar en varias iglesias hispanas de la
misión a la que él pertenecía, en todos estos lugares el
Señor respaldo su Palabra, la que colocaba en mi boca
para edificar parte de su cuerpo “la iglesia” en ese país.
Además pude visitar la sede de la misión “GMU” en
Missouri, estado de Kansas, de donde fue enviado a
Colombia Carlos Champan y todos los misioneros que
estuvieron con nosotros. Pude participar en la
conferencia de misioneros de diferentes lugares del
mundo donde la Unión misionera tenia obra, en aquel
entonces cada uno daba informe y testimonio de lo que
está sucediendo en sus respectivos campos de trabajo,
se me pidió informar de lo que estaba sucediendo en la
IUMEC acá en Colombia, todo esto lo pude hace con el
respaldo del hermano Donaldo Palmer que había sido
misionero en Pereira y en ese tiempo era el secretario
ejecutivo para la América Latina, además me ayudo con
la traducción al inglés, se me invito a tener una reunión
con el comité ejecutivo de la “GMU” para presentar las
necesidades y planes de la IUMEC en Colombia, por lo
cual alabo a Dios con gratitud por darme el privilegio.
Fuera de esto en los primeros viajes que hice
experimente la guianza y protección del Señor para
conmigo, entre ellos, una noche estuve perdido en New
York en el condado de Bronx, un lugar en su mayoría de
habitantes de color, al regresar de Manhattan me
distraje y pase derecho del lugar donde debía bajarme
del bus, comencé a dar vueltas por el sector si saber
para donde dirigirme, sin poder comunicarme con nadie
por no saber inglés ni poder dar ninguna dirección
especifica, después de un tiempo de estar caminando
sin rumbo fijo, comencé a ponerme nervioso, ya estaba
de noche (después me informaron que ese era un sector
peligroso), comencé a orar al Señor para que me sacara
de esa situación al poco tiempo de estar caminado
resulte parado al frente de la acera donde me estaba
hospedando. En el aeropuerto de Miami después de
haber pasado por inmigración fui llevado por unos
agentes a un cuarto para requisar muy cuidadosamente
la maleta y hacerme un intenso interrogatorio, que par
mi no era muy claro por su forma de hablar español, yo
contestaba lo que podía entenderles, comencé a
ponerme nervioso, en ultimas me dijeron que los
acompañara a un hospital para hacerme un examen de
rayos X para verificar si llevaba droga en el estomago, yo
estaba preparándome para salir con ellos y comenzaron
a empacarme la maleta, me miraron y me dijeron que
perdonara porque ya sabían quién era yo y que podía
salir. En otro caso al llegar al aeropuerto de Houston,
por mala información de la hora llegada, el pastor que
debía esperarme no llego, y mientras esperaba pasaba el
tempo y nadie llegaba a recogerme, ya se hacía tarde y
comencé a orar al Señor que me ayudara, a los minutos
apareció un joven mexicano (un ángel del Señor para mí)
que me puso conversa y comenzó a preguntarme que
necesitaba yo y en que podía ayudarme, le explique mi
situación y me dijo que lo esperara que iba a ver cómo
podía ayudarme, al momento regreso y me indico que
entrara a una cabina telefónica que estaba al frente de
donde estaba sentado, que allí me iban a llamar para
orientarme, al instante sonó el teléfono y una persona
me pregunto cuál era mi problema, yo le explique y me
dijo que saliera fuera del aeropuerto que en una esquina
al frente encontraría un carro que me llevaría al lugar
donde yo iba, y que debía entregarle por escrito al
chofer la dirección porque no hablaba español, que él
me llevaría y así fue, después de unos cuarenta minutos
de viaje me dejo en la puerta de la casa del pastor, de
esa manera experimente la fidelidad del Señor para
conmigo.
Otro de los métodos que el Señor utilizo para
capacitarme y renovarme, no solo los conocimientos
sino la visón para desarrollar el ministerio para el cual
me había llamado fue cuando me dio la bendiciones de
asistir a algunos eventos internacionales, entre ellos, en
cuando por parte del comité ejecutivo de la IUMEC fui
como delegado al primer congreso latinoamericano
sobre misioneros en la ciudad de Quito Ecuador, donde
recibí capacitación y visión para la obra misionera por
medio de talleres allí recibidos, fui escogido entre los
invitados en el congreso para obreros y evangelistas
itinerantes en Ámsterdam Holanda, evento patrocinado
por la asociación Billi Graham allí en medio de diez mil
evangelistas y obreros de cinco continentes eran
enriquecido en talleres que eran dictados por maestros
de la Palabra de mucha experiencia ministerial, como si
fuera poco, mi amigo y consiervo Decilio Guevara quien
en aquel tiempo era presidente de la Unión Misionera
de Panamá, me invito a que lo acompañara en unión de
otros pastores suramericanos a visitar dos ciudades de
Alemania y Bruselas, capital de Bélgica a conocer la sede
donde se reúnen los miembros del mercado común
europeo, otro evento internación que me ayudo en mi
preparación fue el haberme provisto el Señor en su
misericordia los recursos para asistir al primer congreso
iberoamericano de misiones en la ciudad de Sao Pablo
Brasil, con otros eventos tuve la preparación que
necesitaba para el ministerio al no poder recibir una
preparación formal, que yo deseé recibir pero que no
me fue posible por las circunstancias económicas y mi
obligación en el hogar, de una esposa y cuatro hijos.
Comparto esto con sencillez de corazón y temor al Señor
para mostrar la generosidad y amor de Dios al que yo
sirvo y al cual ustedes también sirven, a ÉL sea la gloria y
la honra por los siglos.
En la convención de diciembre de 2007 al hermano
presidente renuncio su cargo de presidente de la IUMEC
siendo yo el vicepresidente debía asumir por estatuto el
cargo para completar el periodo que le faltaba a él, el
cual era de un año, el cuerpo pastoral presento la
situación a la asamblea pastoral nacional y fui ratificado
por la mayoría de votos, asumí la presidencia para el
2008, esto implicaba para mi mucho, era un gran
privilegio pero a la vez un desafío y una gran
responsabilidad ya que era el año que celebraríamos
nuestros primeros cien años de historia como iglesia en
Colombia, teníamos que enfrentar algunas dificultades,
entre ellas la parte económica ya que el presupuesto del
evento era alto, no se había podido conseguir lugar
porque los escenarios en Cali que podíamos usar
estaban en remodelación para los juegos atléticos
nacionales que se realizarían en esa ciudad el mismo
año, los conferencistas que habíamos contactado no
aceptaban la invitación, eso causo ciertas dudas en la
convención y eso causo ciertas dudas en la convicción y
solo nos quedaban seis meses para su realización en esa
fecha, comenzamos a confiar en que el Señor no nos
dejaría avergonzar y continuamos trabajando
arduamente a través de la comisión de los cien años
presidida por la hermana Islena Quintana, quien con
tanta diligencia , entrega y sacrificio trabajaba, el Señor
en su misericordia comenzó a despejarnos el camino en
una forma my especial, todo fue resultando en la forma
y el tiempo en la soberanía de Dios. Que me tocaría
presidir este magno evento era algo que nunca pasaba
por mi mente, pero el Señor le plació en su gracia y
misericordia que así fuera, este privilegio fue para mí
algo muy grande por lo que esta misión representa, ya
que aquí el Señor me restauró, me llamo al ministerio,
siendo un actor activo en su historia en los últimos
cuarenta años, permitiéndome servir en todas las
posiciones de responsabilidad, recibiendo el apoyo,
reconocimiento y aprecio de la mayoría de mis
consiervos e iglesias. El evento se convertía en algo de
mucha trascendencia y así el día treinta de junio de 2008
con el sincero beneplácito de una gran mayoría de
consiervos y hermanos de iglesias, que así me lo
expresaron, era el elegido para recibir el reconocimiento
y condecoración que se le otorgaba a la Unión Misionera
Evangélica de Colombia por parte de representantes del
Senado de la Republica, la asamblea departamental del
valle, el consejo municipal y otras entidades eclesiales
de Colombia, todo esto es algo que me compromete a
ser más agradecido con el Señor y seguir sirviéndole con
más entusiasmo y sacrificio hasta que El decida llevarme
a su presencia. Siempre tuve como principio todos estos
años de ministerio que cuando el Señor me da una
responsabilidad en alguna posición o cargo es una
oportunidad que EL me da para servir a mis consiervos y
hermanos por eso me entrego totalmente a hacerlo con
mucho amor, así lo hice en este ultimo año que ejercí la
presidencia de la IUMEC, me gocé y crecí
ministerialmente al estar con cada uno de mis
consiervos y familias en cada lugar donde el Señor los ha
colocado para administrar su iglesia, no me intereso
donde estaba ubicada, ni la distancia de una
congregación, allí estuve para experimentar el
compañerismo y pude conocerles mas y observar la
fidelidad y compromiso que tienen con la IUMEC. A
pesar de las privaciones y limitaciones que algunos de
ellos están sufriendo, con gozo siguen escribiendo en la
historia de la Unión Misionera, lo que me llevo a
descubrir en ellos virtudes que no conocía y aprendí a
apreciarlos y valorarlos mucho mas, por lo cual estoy
muy agradecido con el Señor por haberme dado ese
privilegio.
Una necesidad de este tiempo cuando el sistema esta
desfigurado el verdadero sentido bíblico del ministerio
es hacer una profunda reflexión frente a la palabra y
mirar con detenimiento los principios, valores y normas
que el Señor estableció en ella para su desarrollo. El
ministerio es un llamado que Dios hace en su soberanía
basada en su gracia y no en nuestras capacidades, como
lo expreso el apóstol Pablo en Gálatas 1: 15 “pero
cuando agrado a Dios que me aparto dese el vientre de
mi madre y me llamó por su gracias” por eso debe
ejercerse en una actitud de humildad, Romanos 12:3
“Digo, pues, por la gracias que mes dada, a cada cual
que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto
de si que el que debe tener, sino que piense de si con
cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a
cada uno” entones el ministerio no es una profesión ni
un titulo que se consigue por capacidades y méritos
propios.
Somos llamados a apacentar la iglesia del Señor y no la
de nosotros como está escrito en Hechos 20:28 “por
tanto, mirad por vosotros y por todo el rebaño en que el
Espíritu Santo os ha puesto como obispos para
apacentar la iglesia del Señor, la cual el ganó con su
propia sangre.” Por ese motivo no podemos
apoderarnos, ni maltratar, ni utilizar la iglesia para
nuestros propios intereses, porque es la iglesia del ÉL,
que Él compró con su propia sangre. El apóstol Pedro
afirma esta verdad en su primera carta 1 Pedro 5:2-3
“apacentad la grey de Dios que está entre vosotros,
cuidado de ella, no por fuerza, sino voluntariamente, no
por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto, no
como teniendo señorío sobre los que están a nuestro
cuidado sino ejemplos de la grey. Enfatizo la frase “ no
como teniendo señoreo sobre los que están a nuestro
cuidado” hoy se ha ido perdiendo el verdadero sentido
de lo que es autoridad espiritual dentro del ministerio,
para ejercer autoritarismo y poder sobre la iglesia,
cuando reclamamos obediencia absoluta a nosotros y
que se nos reconozca nuestra autoridad, la verdadera
autoridad espiritual basada en la Palabra de Dios no se
reclama ni se impone, se recibe a través del servicio y el
ejemplo, eso fue lo que el Señor Jesús enseño a sus
apóstoles Santiago y Juan cuando le pidieron que les
diera los puestos de honor al sentarlos en su reino a su
derecha e izquierda. El respondió: Marcos 10: 42-44
“sabéis que son tenidos por gobernantes de las naciones
se enseñorean de ellas, y sus grandes ejercen sobre ellas
potestad. Pero no será así entre vosotros, sino que el que
quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro
servidor, y el que de vosotros quiera ser el primero, será
siervo de todos” cuando celebro la ultima cena con sus
discípulos la noche anterior de su crucifixión recordemos
el acto del levantamiento de los pies de ellos y la
enseñanza que hay allí con la expresión del Señor Jesús;
Juan 13:13-16 “vosotros me llamáis Maestro, y Señor y
decís bien porque lo soy. Pues si yo el Señor y el Maestro,
he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros
los pies los unos a los otros. Porque ejemplo os he dado,
para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis.
De cierto de cierto os digo: el siervo no es mayor que su
Señor, ni el enviado mayor que el que le envió”. Otra
frase que debe subrayarse del versículo tres del capítulo
5 de primera de Pedro es: “siendo ejemplos de la grey”
es algo que se debe recuperar en el ministerio, que
debemos se modelos con nuestro ejemplo para modelar
a otros como lo expresa el apóstol Pablo.
En 1 de Corintios 11:1 “sed imitadores de mi como yo de
Cristo” Filipenses 3:17 “sed imitadores de mi, y mirad a
los que así se conducen, según el ejemplo que tenéis en
nosotros”. Siempre he considerado que en el capítulo 2
de 1 de Tesalonicenses el apóstol nos presenta los
verdaderos valores y principios que deben existir en los
que ejercen ministerio para alcanzar verdadero éxito en
el servicio al Señor, en el transcurso de la vida en el mi
misterio que el Señor en su gracia me ha permitido
desarrollar me he esforzado en aplicarlos en el ejercicio
de él, no es fácil pero es posible conseguirlo porque l
Señor quiere y pide que sirvamos. Siempre doy gracias a
Dios por haberme llamado a servirle, por su gracia y
misericordia y que ese llamado está vigente hasta el día
que me llame a su presencia o venga a levantarnos
como iglesia, por lo tanto las fuerza el vigor que Él nos
da deben ser para continuar con el mismo fervor y
entusiasmo, sirviéndole porque ese debe ser el motivo
de nuestra experiencia en esta tierra. Para Él sea la
gloria, la honra y la alabanza.
Por mi forma de ser siempre he sido muy tímido para
escribir y decir cosas acerca de mi, aunque ya me habían
pedido en algunas oportunidades diferentes personas
que escribiera algo de mi vida nunca lo hice, escribo esta
breve biografía personal, ya que no es posible todo lo
que el Señor ha hecho en mi y a través de mi en el
trascurso de la existencia que Él me ha dado, esto lo hice
en obediencia a la petición del hermano Abadías Ladino,
lo hago con mucho temor y temblor esperando que
pueda ser de bendición y desafío al ser conocido por mis
consiervos que tanto amo y valoro en el Señor,
A Dios Padre, Dios Hijos, y Dios Espíritu Santo sea todo
honor y gloria hoy y por la eternidad. Amén.
“Pastor Dario Alzate ministrando en la Iglesia Alianza
Cristiana y Misionera en la ciudad de Morrestown New
Jersey”
“Pastor Dario Alzate y los pastores de la Iglesia
Ministerio de Liberación Restauración y Reconciliación
en New York”
“Pastor Dario Alzate ministrando en la Iglesia Alianza
Cristiana y Misionera en la ciudad de Morrestown New
Jersey”
“Pastor Dario Alzate ministrando en la Iglesia
Ministerio de Liberación Restauración y Reconciliación
en New York”
“Tiempo de compañerismo con el pastor y lideres de la
Iglesia Alianza Cristiana y Misionera en la ciudad de
Morrestown New Jersey”
Top Related