UN VERANO EN SIBERIA
LUIS A SOTO
2
Un verano en Siberia
Autor: Luis A. Soto Guzmán
Primera Edición: Noviembre 2008
Editora: Druzhba Ediciones
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Noviembre 2008
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Mis agradecimientos a: Cecilia Ubilla por su infatigable labor en la edición de este
texto y su apoyo solidario; a mis hijas Darya y Claudia por el interés y apoyo durante
el transcurso de esta narrativa; a mi compañera y esposa Frances Chávez por su
constante aliento en la realización de este relato.
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INDICE
Prólogo 6
I. EL CAMPAMENTO 8
II. LAS FAENAS 38
III. AFINIDAD DE CULTURAS 67
IV. LOS PRIMEROS ROMANCES 110
V. EL DOGMATISMO Y LAS POSICIONES DE CLASE 136
VI. DISTRACCIONES 141
VII. VIETNAM 146
VIII. PUEBLOS ABORÍGENES DE SIBERIA 162
IX. LA JUVENTUD 169
X. LOS BAÑOS DE VAPOR 173
XI. TÍPICO RUSO 182
XII. LOS JUDÍOS SOVIÉTICOS 193
XIII. EL LAGO BAIKAL 202
EPÍLOGO 213
APÉNDICE: FOTOGRAFÍAS 216
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Prólogo
Ya al atardecer, mis hijas y yo nos dispusimos a trotar a lo largo de
La Jolla Shores, nuevamente compartíamos un momento de descanso y
disfrutábamos de nuestro ejercicio habitual. Darya, la mayor, nos
visitaba de Washington DC, donde estaba terminando su entrenamiento
de médico internista, Claudia y yo nos consumía la alegría de volver a
encontrarnos, de gozar juntos de la brisa, la belleza del panorama, del sol
cálido de California. "La patrona", como decía mi padre, nos había
dejado ya hacía varios años después de una prolongada y fatal
enfermedad. Aún la herida estaba abierta en nosotros aunque no lo
mencionábamos. Mi compañera, la madre de mis hijas, mi esposa de 25
años, nos habían abandonado obligándonos a refugiarnos en nuestro
apoyo mutuo y en la solidaridad de nuestros amigos. Una lección
dolorosa para nuestra familia; nos mostró cuan efímera y temporal es la
compañía de nuestras parejas. Gran pérdida me decían algunos de mis
amigos, mis hijas disimulaban una pena profunda y yo me despertaba
con un nido vacío. Pero los años pasaron, mi vida continuaba, la
construcción del "edificio" de mi vida seguía su curso en la cima de lo
que había construido con mi primera compañera.
¿Porqué no escribes sobre el país donde yo nací, sobre tu
experiencia, sobre Rusia? me preguntaba mi hija mayor, secundada por
la menor.
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Hice un ademán con desgano, indicando mi inseguridad como
escritor dado mi formación científica. Después de escuchar varios
argumentos sobre la posibilidad de rescatar un pedazo de mi vida
compartida con mi compañera en esas tierras lejanas, empecé a
contemplar aquella idea con una actitud diferente. Me di cuenta que la
única manera de que mi experiencia saliera a la luz por primera vez, era
ponerla en papel o en una pantalla para compartir momentos personales,
pero que tiene validez para mucha gente.
Y así me propuse relatar un episodio de mi vida, una experiencia
en la Rusia Soviética en los años sesenta, y mis reflexiones sobre esa
realidad única en la historia de ese país, visto después de los
acontecimientos de las tres últimas décadas. La URSS en los sesenta
parecía una experiencia digna de analizar. De esa manera empezó este
corto relato de un verano en Siberia, durante unos trabajos voluntarios
de estudiantes, como un observador y participante activo de esa realidad,
lugar inserto en remotas regiones de Asia, en un ambiente de la guerra
fría, experiencia de un torbellino de ideas y de actividad. Por cierto el
período más feliz de mi vida, que tuve la suerte de compartir con mi
compañera.
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I. El campamento
Era una mañana fría y el campamento se despertaba con la música
que llegaba a través de los parlantes. Noticias, el pronóstico del tiempo,
la gimnasia matinal eran los programas habituales que se escuchaban a
las seis de la mañana en la radio Moscú, mientras los jóvenes
soñolientos trataban de levantarse. Apresurados, después de un sueño
profundo y placentero —que es sólo posible después de una larga
jornada de trabajo físico— todos se ponían rápidamente en el último
momento la ropa de trabajo para llegar pronto al lugar donde se
expendía el desayuno. Antes del desayuno estaba la higiene personal, la
de los dormitorios comunes, la rutina habitual antes de salir a las faenas.
Las actividades no laborales se concentraban en ese recinto situado en el
medio del bosque de abedules y pinos, cerca de un riachuelo con agua de
deshielo a un costado del campamento. Estábamos a unos diez
kilómetros del pueblo más cercano, Zeleznogorsk-Ilinskii o simplemente
Zeleznogorsk para nosotros, y a unos cinco kilómetros de una refinería
de mineral de hierro. Esos dos lugares importantes estaban insertados en
las profundidades de la misteriosa y vasta Siberia.
Levantándome y bostezando a la vez, me iba vistiendo mientras
caminaba hacia los lavatorios improvisados, animado por la idea de
tomar luego el café con leche caliente, la "kascha1" habitual, esperando
despertarme después de unos cuantos bostezos. El desayuno me parecía
1 Kascha: vocablo del idioma ruso, denominado a una especie de maicena que se come caliente en el
desayuno. En Norteamérica también se conoce como “barley”.
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el "más sabroso del mundo", opinión compartida por todos aquellos
cuerpos jóvenes llenos de vigor y de alegría. "Necesitamos alimentarnos
bien…", les comentaba, sugiriendo que necesitábamos por lo menos
unas cuatro mil calorías por día. Para esos cuerpos atléticos, de alto
metabolismo, era fácil digerir cualquier cantidad de alimento.
Muchas veces en las mañanas sintiendo el cansancio en mis
músculos, me preguntaba la razón para estar allí, la validez de aquella
experiencia inusitada. Reflexionando, me convencía a mí mismo de la
importancia de tener una vivencia clara de la sociedad soviética, y
terminaba por acomodarme a las duras circunstancias de trabajo y de
vivienda.
"Oye Pepe, ¿qué diablos estamos haciendo aquí?", pregunté a mi
compatriota, que se acercaba rápidamente cuando íbamos hacia los
lavatorios.
"Shii… de puros hueones2 que somos no más … cuando Don
Jecho3 llamó a los hueones, nosotros estábamos en la primera fila…",
replicó Pepe riéndose en tono de broma, mientras se lavaba la cara con
el agua fría del riachuelo. Su tono de voz, sus gestos dejaban en claro
que estaba bromeando.
"No…estoy hueviando no más…no veis gallo que estamos
trabajando por la causa… hay que ayudar a los amigos soviéticos … pa'l
2 Huevones: De la palabra huevo, es una expresión usada exclusivamente por los chilenos para designar a
las personas poco astutas que se ven situaciones indeseables. También se usa en muchos otros sentidos, pero
siempre en un tono de desaprobación, ya sea de personas o de cosas. Se usa como verbo o sustantivo. 3 Don Jecho: Expresión que se aplica a Cristo Jesús en forma jocosa, muy usada en el lenguaje popular.
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futuro de este país!", continuaba Pepe tratando de enfatizar un
planteamiento de orden político cuando aún era demasiado temprano
para escuchar semejante argumentos. La pereza no nos dejaba pensar en
cuestiones serias antes del desayuno.
"¡Cómo no!…" contestó otro compatriota que había oído la
conversación mientras se lavaba la cara y se secaba con una toalla
verdosa envejecida.
"A mí si no me pagan mil rublos por esta pega, me voy al tiro4 pa'
Moscú,... me voy a ganar coronas a Suecia", exclamaba Fernando Horta
con su risa característica. Horta, más conocido como el Coño por sus
amigos, hablaba en broma en la mayoría de las ocasiones, ocultando
talvez cierta inseguridad. Era la chispa de alegría del grupo de
compatriotas o de cualquier grupo de amigos; su buen humor era
siempre bienvenido, dadas las condiciones de soledad y aislamiento.
"No seai tan avaro Coño… ¿No pensai también ir de vacaciones a
París después de Suecia?", respondía Pepe con la sonrisa y el sarcasmo
habitual.
"No… si estoy hueviando no más…, no tengo plata ni pa' hacer
cantar un ciego y voy a ir a Suecia,… shiss, estai loco … en ese caso iría
a Chile pa' ver a mis viejos que no los veo hace años", replicaba el Coño
sonriendo, en un tono defensivo.
4 Al tiro: Expresión usada por los chilenos; significa al instante, en el lapso de un disparo de fusil.
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José, a quién comúnmente llamábamos Pepe, seguía el hilo de las
bromas del Coño Horta hasta que su ingenio espontáneo no daba para
más. Hacer bromas es un oficio delicado, yo prefería evitarlas para no
tener que enfrentar una situación desagradable u ofensiva; prefería la
armonía en las relaciones con los miembros del grupo. A menudo hacía
comentarios serios cuando se hablaba de temas que me interesaban. Mi
estilo metódico y mi personalidad retraída, seria, mi contextura delgada,
eran elementos comunes de un estudiante de ciencias exactas.
Pepe era sociable y se reía a menudo. El Coño Horta, no paraba de
conversar, de reírse, de hacer bromas inofensivas a sus compañeros. En
ocasiones nos correspondía participar en el mismo grupo de trabajo,
donde los ratos de descanso eran animados por su chispa.
El campamento tenía los elementos esenciales para una estadía
temporal de un grupo de alrededor de doscientas personas: agua de un
riachuelo que atravesaba por un costado del campamento, electricidad de
un generador y las dependencias indispensables construidas para este
proyecto de verano. El ánimo de los estudiantes era siempre bueno,
dispuestos a trabajar aunque no hubiese compensación monetaria por
este esfuerzo voluntario. Esta operación minúscula era parte de un
esfuerzo nacional, permanente por incorporar mano de obra barata y
hacer participar a los jóvenes en los proyectos nacionales de desarrollo
en la sociedad en su conjunto. A nivel local, en el campo universitario,
el proyecto era organizado por jóvenes veteranos en este tipo de
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proyectos durante los veranos. Entiendo que miembros de la juventud
comunista soviética local, entre otros, tenían la responsabilidad de la
ejecución y del éxito de esta operación extra curricular entre el
estamento estudiantil. Este procedimiento de hacer las cosas era una
manera habitual de proceder dado el rol directivo de la juventud en la
sociedad en general. La tradición de la participación de la juventud en la
construcción de la sociedad soviética venía de muy atrás. En 1918
aproximadamente, destacamentos de jóvenes participaban en proyectos
en territorios vírgenes para extraer materias primas, esencialmente
maderas, para estimular la construcción de viviendas en las grandes
ciudades. La función era la misma: motivación política para crear una
nueva conciencia soviética y resolver problemas de desarrollo. Por otra
parte, en esa época en Occidente, los gobiernos y las grandes compañías
resolvían este problema, probablemente con mucha eficiencia, con la
ayuda de trabajadores inmigrantes importados de China y otros países,
que proporcionaban la mano de obra barata, pero con un costo social de
gran envergadura. Estos trabajadores importados o invitados
participaban en Europa, en EE.UU. , o en lugares en que las compañías
tenían sus inversiones alrededor del mundo. Esta mano de obra
participaba en la construcción de caminos, vías de ferrocarril,
explotación de minas, en la agricultura y en otros proyectos industriales.
El propósito político en estas operaciones masivas también estaba
presente: se trataba de crear un individuo leal al capitalismo, con una
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mentalidad sumisa, apto para la explotación, y despojado de sus raíces
culturales.
*
En la mañana la mayoría de los estudiantes-obreros se lavaban la
cara en el riachuelo con un agua de deshielo que calaba hasta los huesos.
Había que tener agallas para bañarse allí a pesar de ser pleno verano.
"Hay que ser pingüino para lavarse con esta agua siberiana",
comentaba Pepe. Después de lavarse, los jóvenes se apresuraban a llegar
al comedor para tomar el desayuno caliente. La verdad es que en la tierra
natal, después de la vida modesta de nuestras familias, nos habíamos
acostumbrado a la vida cómoda de un país industrializado. Recordaba,
dada la condición de ingresos de mi familia, que solo en la Unión
Soviética había tenido acceso a un baño con agua caliente por primera
vez. “Se aprecia cuando no se tiene, se agradece cuando se otorga”: esa
era mi actitud y la de muchos de mis compañeros.
El calor de verano durante el día caracteriza a las zonas del
subártico. Nosotros nos encontrábamos cerca de Irkutsk y del Lago
Baikal, a unos 100 kilómetros al norte de Mongolia y a unos 300
kilómetros de la frontera con China. Durante los días calurosos nos
atrevíamos a meternos en el riachuelo para tomar un baño que duraba
sólo un par de minutos; el agua fría penetraba como agujas en las carnes
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vivas. Todos los jóvenes —hombres y mujeres, de piel blanca, morena,
negra, amarilla, altos y bajos, corpulentos y enclenques— todos eran
estudiantes universitarios llenos del idealismo que permite soportar
cualquiera incomodidad, listos para la acción y la aventura sensata por
una causa. Todos lucían saludables y sus rostros de piel tersa, mostraban
la quietud, la seguridad y el entusiasmo de las personas genuinamente
motivadas por una causa social.
En los primeros días de la llegada a un lugar aislado de extensos
bosques, colinas suaves, en la llamada "Taigá", cubierto de un manto
verde de hierbas y de tierra húmeda, todos estábamos a merced de los
zancudos. La cara de algunas personas mostraba el efecto de las
picaduras de estos insectos, talvez los más grandes del mundo. Las
picaduras de los zancudos—que ni siquiera los venados pueden tolerar—
eran cometidas preferentemente durante el sueño profundo de sus
víctimas, dejando un efecto claramente visible en sus cuerpos. En la
mañana, los jóvenes solían burlarse de las personas menos afortunadas,
que amanecían con los ojos tan hinchados por las picaduras que apenas
podían abrirlos. Felizmente después de algunas semanas estos insectos
dejaban en paz a sus víctimas recién llegadas a ese territorio o talvez el
sistema inmunológico de los jóvenes se adaptaba a semejante ataque.
Los animales silvestres, abundantes en la región, eran
gradualmente desplazados por las construcciones, las explosiones
usadas para el movimiento de tierras de las minas cercanas, y por la
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población creciente en torno a las empresas industriales en desarrollo.
Los osos pardos juntos con los venados de la región se veían rara vez
deambular en los bosques circundantes. La conservación del medio
ambiente y la preservación de la fauna animal en esos territorios era un
asunto discutible en la URSS en los años sesenta. En Europa Occidental
se iniciaba también un proceso de crítica de la destrucción del medio
ambiente. En la URSS se planteaba públicamente que la destrucción del
entorno se producía a causa de la propiedad privada de los medios de
producción, sugiriendo que este era un problema solo posible en el
occidente. Sin embargo, ese no era todo el escenario real de lo que
estaba sucediendo en ese entonces. Las prioridades en el desarrollo
industrial de la Unión, expresados en los planes quinquenales por un
lado y la carrera armamentista con occidente por otro, producían un
claro impacto en el medio ambiente. En esa época surgieron voces
cautelosas sobre los efectos colaterales del desarrollo; se escuchaban
críticas bien intencionadas en distintas esferas de la sociedad soviética.
*
El campamento laboral donde estábamos se asemejaba a un
campamento de veraneo. Los estudiantes hacían todo el operativo: la
construcción, el funcionamiento y el mantenimiento del recinto. Los
dormitorios, para unas veinte o treinta personas cada uno, tenían el
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espacio suficiente para un camastro angosto y una mesa velador para
cada habitante. El dormitorio era una carpa inmensa de color verde
oscuro, levantada sobre una plataforma de madera construida en una
suave colina, en un claro del bosque, entre los abedules, los pinos y el
verde continuo del panorama del verano con hierbas, flores silvestres y
el constante trinar de los pájaros. Más abajo, en un costado de la colina,
se hallaba el anfiteatro, donde en las tardes frías se realizaban los
eventos culturales organizados con los talentos existentes entre un par de
centenares de jóvenes. En otras ocasiones el anfiteatro servía para
entrenamiento en seguridad en el trabajo que se realizaba para los
estudiantiles-obreros, con el fin de prevenir accidentes. También se
daban clases informales en higiene, en nutrición y en música. En el
centro del campamento había un espacio suficiente para la formación de
todo el grupo, para realizar fogatas en algunas oportunidades; allí
también se alzaba un mástil donde se izaba el estandarte del
destacamento de los trabajos voluntarios.
Cerca del riachuelo, a unos treinta metros de distancia se
encontraban la cocina y los comedores conectados por una amplia
ventana. El comedor al aire libre tenía mesas largas con bancas rústicas,
un techo de madera que protegía de la lluvia de la temporada y un piso
de tierra emparejada cubierta con ripio fino. Allí se comía dos veces al
día, ocasionalmente en los momentos de descanso se jugaba ajedrez. Las
mesas también servían de escritorio o lugar de lectura. Las
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construcciones, aunque livianas eran satisfactorias para estudiantes en
trabajos temporales de verano. Existía la premisa de hacer las cosas
simples, eficaces y funcionales.
Todos los estudiantes-obreros eran parte de los trabajos de verano
efectuados en las regiones de desarrollo industrial de algunas tierras
vírgenes de Siberia, en la Rusia Soviética de los años sesenta. Ese
verano los estudiantes universitarios, incluidos los extranjeros,
participaban en forma masiva en la ejecución del inicio del plan de
desarrollo del Baikal-Amur. El trabajo realizado por los estudiantes
durante el verano era complementario y de apoyo a los trabajos
ejecutados por los trabajadores regulares de la construcción. Durante dos
meses, decenas de miles de estudiantes realizaban esta labor en
numerosos sectores de la economía. Dos meses no era nada en la mente
de un joven; la vida nos parecía "eterna".
Un destacamento especial de expertos en carpintería, compuesto
por estudiantes, iniciaba con anticipación las construcciones en Siberia,
necesarias para el hospedaje de la mayoría de los demás estudiantes que
llegaban dos semanas más tarde. Formar parte de los equipos de
voluntarios obligaba a olvidarse del agua caliente, de las duchas largas,
de los momentos junto a la familia o amigos cercanos. En el
campamento había que integrarse a un régimen estricto de trabajo con
disciplina militar, donde los jóvenes eran los propios instructores y
tenían que asumir la responsabilidad de todas las funciones necesarias en
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una pequeña población de trabajadores juveniles. La limpieza, el
suministro y preparación de alimentos, la recreación, el trabajo y su
coordinación con las autoridades pertinentes de los proyectos en la
región, era responsabilidad de los mismos estudiantes. Todo el mundo
participaba en el bienestar común; cada uno tenía una responsabilidad
que cumplir, un trabajo que realizar.
A diario, los jóvenes sentados en una larga hilera de cuerpos
alegres y bulliciosos terminaban el desayuno. "L J; vamos a los
camiones", gritaba el Coño Horta levantándose de la mesa con su
bandeja del desayuno. Enseguida nos uníamos al resto de la gente que se
disponía a salir a las faenas.
No éramos los únicos en participar en trabajo voluntario. Otros
equipos, igualmente numerosos, cumplían tareas similares en otras
actividades y en otros puntos de la URSS.
Mi compañera, estudiante de medicina, había tenido la oportunidad
de participar en los trabajos voluntarios de verano, en un Koljos o
cooperativa agrícola en la región de Moldavia, cerca de la frontera con
Rumania. En esa región, esencialmente agrícola, hay mucha gente de
ascendencia rumana, además de rusos y de otras nacionalidades. La
escasez de mano de obra es a veces crítica, sobretodo en el período de la
cosecha de frutas. Allí donde los estudiantes juegan un papel crucial
durante las vacaciones de verano. No existen trabajadores inmigrantes;
la ley no lo permite, sólo es posible la presencia de trabajadores
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permanentes. Otro factor importante es que el rublo, la moneda corriente
soviética, no era convertible, cuestión estratégicamente importante para
una economía independiente, sujeta a ataques de desestabilización
económica desde el exterior.
Estos estudiantes también se levantaban en la mañana temprano y
se iban en camiones a las faenas de recoger frutas: melones, sandías,
peras, duraznos y otras frutas, según la especialidad del Koljos en el
rubro de frutas. Los koljosianos proporcionaban la habitación, la
alimentación, el transporte, el cuidado y la recreación de los jóvenes
siempre ansiosos de diversión y de conocimiento. La ayuda que
prestaban los jóvenes era importante para los trabajadores de las
empresas agrícolas, quienes gozaban de los resultados de su trabajo. La
actividad del Koljos se regía de acuerdo a los reglamentos y a las leyes
que gobernaban las estructuras creadas a principios de la Revolución de
Octubre5. La calidad de vida de la gente de zonas campesinas, aunque
más baja que la de los trabajadores de la ciudad, era bastante aceptable,
en cuanto a vivienda, educación y oportunidades para la gente joven. Sin
embargo existía un claro desequilibrio entre la gente que emigraba del
campo y la que regresaba a él después de sus estudios en las grandes
ciudades. Esta discrepancia la corregía en parte la mano de obra de los
jóvenes. La gente en el campo vive en villorrios formando pequeñas
comunidades donde existían los servicios básicos para la pequeña
5 Revolución de Octubre: se refiere a la revolución que dio origen al Estado Soviético en Octubre de 1917
y que en el nuevo calendario Gregoriano corresponde al 6 de Noviembre.
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población del Koljos. Los beneficios de los koljosianos, aunque menores
que los de la gente perteneciente a la Sovjoses —empresas
agroindustriales pertenecientes al Estado— incluían por ejemplo,
mantener una huerta y un número de ganado para las necesidades de
cada grupo familiar. El trabajo comunitario en el campo era compensado
por un salario promedio menor que el de la ciudad. A fines de los
sesenta ya se hacían esfuerzos por igualar los salarios mínimo del campo
y de la ciudad, con la intención de reducir la brecha que existía entre
ambos sectores laborales.
Los líderes soviéticos consideraban una prioridad el mejoramiento
gradual de las condiciones de vida en el campo y su nivelación con las
de la ciudad; de esta manera se tendía a disminuir la diferencia de clases
entre ambos sectores, y se establecía una mayor uniformidad en los
intereses económicos y políticos de la población. A los trabajadores del
campo y de la ciudad se los consideraba clases distintas en un proceso de
integración en una sola clase. La clase dueña del capital había sido
eliminada violentamente al comienzo de la revolución socialista en una
guerra civil devastadora.
El sistema soviético proponía un modelo de economía organizada
con planes quinquenales de desarrollo, que incluían al sector
agroindustrial. Los complejos agroindustriales, esencialmente creados
alrededor de los Sovjoses, buscaban el desarrollo agrícola moderno y en
gran escala. Había que alimentar a alrededor a 360 millones de
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habitantes con un territorio cultivable pequeño, comparado con la
totalidad del territorio de la Unión. Los Koljoses eran parecidos a grupos
de parceleros de Occidente, y los Sovjoses eran similares a la
agricultura corporativa.
En la Unión Soviética era ilegal el trabajo permanente de
extranjeros en el campo o en la ciudad. Como se dijo anteriormente, no
se permitía el trabajo de emigrantes; solo los ciudadanos soviéticos
podían tener un trabajo regular, un derecho estipulado por ley. Esto
significaba que no existía desempleo, había falta de mano de obra,
situación que era aliviada con la obra de mano barata o gratis del
estudiantado durante los veranos. El derecho al trabajo significaba, en
teoría y en práctica, el empleo garantizado para los ciudadanos
soviéticos; era una gran conquista de los trabajadores en el socialismo.
Los retractores del socialismo tergiversaban esta conquista como un
subterfugio "para cubrir la existencia de indigentes" y veían al Estado
como "una institución de beneficencia social". Había algo de cierto en
esto, ya que gente al borde de indigencia, ya sea por algún grado de
enfermedad mental, alcoholismo, o desventaja física, obtenía trabajos
menores en algunas empresas. Esta clase de empleo especial era posible
por la falta de mano de obra, pero era la excepción. La gran mayoría
gozaba de derecho al trabajo, garantizado por la Constitución de la
Unión. Cualquier persona en buena salud que no trabajara podía ser
juzgada por la ley como holgazán. En Occidente se considera que el
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desempleo es necesario, y que un seis por ciento de la población activa
apta para el trabajo es un nivel aceptable para el equilibrio entre el
capital y el trabajo. Sin embargo, esta supuesta medida de eficiencia es
buena solo para los dueños del capital. En realidad, en el Occidente
existen muchos trabajadores, mucho más que el seis por ciento de la
población, en condiciones de explotación, excluidos de una vida digna,
de la posibilidad de romper el círculo de pobreza, de lograr el desarrollo
de su potencial. Ahí está precisamente el centro de la disputa entre
capital y trabajo, entre Socialismo y Capitalismo en sus distintas
formas, en Occidente.
En la Unión Soviética se hablaba de éxitos y fracasos en la
agricultura, de subsidios, sobretodo a los sectores afectados por desastres
climáticos. Por otra parte, a pesar de prácticas similares, en occidente se
escuchaba con obsesión las críticas de la gente de extrema derecha sobre
la agricultura soviética, del sistema soviético en general. La retórica
conservadora ignoraba los éxitos de ese mismo sistema y los fracasos del
sistema capitalista que no era capaz de alimentar a vastos sectores de
pobres en los países industrializados y en países de economías
dependientes. La existencia en Occidente de aproximadamente treinta
por ciento de la población en condiciones de pobreza era ignorada, se
ocultaban los privilegios de las élites y la injusta distribución de la
riqueza. La distribución equitativa de la riqueza era un logro importante
de la Unión Soviética. En Occidente, sin embargo, se hablaba de la
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"falta de libertad" y de opresión en los países detrás de la "cortina de
hierro". La retórica de la "guerra fría" era tan espeluznante, y terrorífica
y por medio de la repetición se incrustaba en la subconciencia de la
mayoría de la gente. Los años sesenta fueron sin duda, la época del
apogeo de la "guerra fría".
*
Pensando en ocasiones sobre nuestra vida en las vastas estepas
rusas, en una cultura distinta, me daba cuenta que yo estaba "equipado"
con las defensas naturales que adquieren las personas de extracción
social modesta, de extracción obrera, de la clase trabajadora de nuestra
tierra. Ese era el caso de varios de mis compatriotas. A diferencia de la
gente de sectores de ingresos medios y altos, nunca habíamos tenido
agua caliente o un baño. Nuestro estándar de vida previa no representaba
un estigma para nosotros; habíamos crecido en un círculo rígido de
pobreza que atrapa sin escape posible. Esa situación social no era
responsabilidad nuestra, simplemente éramos pobres —nuestros padres
y nuestros abuelos habían sido pobres. Viviendo con la gente de nuestra
misma condición —gente decente con talentos naturales, sin instrucción
sistemática pero valiosa— aprendimos a sentirnos orgullosos de
pertenecer a ese sector, y al mismo tiempo nos dimos cuenta claramente
de la inmensa injusticia ancestral que habíamos estado presenciando
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durante nuestras vidas. Del momento que empezamos a sentirnos
orgullosos de nuestra extracción social, de nuestra clase, empezamos una
nueva vida, una existencia con una sensación de liberación, un estado de
euforia al comprobar que gente de nuestra condición puede conducir una
sociedad en mejor forma que las élites gobernantes que han dominado la
faz de la tierra por miles de años. Sentirnos orgullosos de nuestro origen,
de nuestra extracción social, fue posible gracias a la experiencia vivida
en un país socialista. Este sentimiento de identidad de clase de la gente
es destruido en los países con economías regidas por el capital.
Desde el momento en que ganamos nuestra identidad de clase
derrotamos la ideología en que nos habíamos formado, la que nos había
asignado una mentalidad de esclavos, y nos había enseñado a vivir y a
morir en la misma condición en que habíamos nacido y sobrevivido. Los
pobres estábamos "marcados” ideológica y culturalmente", como el
ganado con el hierro al rojo por los dueños del capital, por la élite
criolla, por los intereses que los mantienen en el poder. Esta percepción
altamente "subversiva e ilegal" en el mundo occidental, nos llevaría a un
punto sin retorno, y nos daba la confianza en el futuro. Por su
complejidad, por su mensaje de liberación nos creaba un desafío
inimaginable. Estas y otras conclusiones eran el resultado de una
comparación entre la realidad que nos rodeaba y la que habíamos dejado
en nuestros países de origen.
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La sociedad chilena es profundamente clasista; se distingue
claramente a los pobres, a los de ingresos medios y a los ricos. Basta
analizar la extracción social de los individuos para determinar su
“valor”. Es un código social respetado por la mayoría de la población.
Obviamente, la tradición clasista es creada por el sistema de la
propiedad privada, como una manera de preservar la acumulación de
riquezas. Aparte, del sentimiento clasista en la sociedad chilena existe
también un racismo solapado, talvez no tan violento como en EE.UU. o
en Europa, pero suficientemente notorio para una persona sin prejuicios
raciales. El racismo se manifiesta inexorablemente en la mayoría de la
población chilena —incluida la gente progresista— cuando se trata de la
percepción de la gente indígena y de la gente de origen europeo blanco.
*
Algunos estudiantes extranjeros discutían con sus condiscípulos
soviéticos el objetivo del proyecto en Siberia. Esta operación de gran
escala aparecía como un plan industrial de desarrollo, pero según
opinión de algunos, serviría también como parte de un proyecto
estratégico militar. Este proyecto, supuestamente, establecería una línea
de comunicación hacia el Pacifico a través de Siberia, paralela a la vía
transiberiana civil, y que cumpliría no sólo la función de distribución de
materias primas a centros industriales, sino también de abastecimiento a
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la industria bélica. En mi opinión, esos rumores no tenían mucho
fundamento, más aún con el criterio práctico, y realista de los soviéticos.
Este argumento de algunos no tenía asidero válido a mi entender, pero
existían otras áreas de controversia que iremos analizando en forma
objetiva más adelante. Cualquiera que fuese el objetivo real, era un
proyecto útil para cualquier objetivo industrial civil, y serviría a la
sociedad soviética en general. Nuestra modesta contribución era una
manera de "devolver la mano" a los soviéticos a cambio de la
posibilidad de adquirir educación superior y además de obtener los
conocimientos ideológicos para entender el mundo contemporáneo
desde el punto de vista de clase.
*
Habitualmente durante el domingo en la mañana me disponía a
escribirle a mi familia —mi compañera y mi hijita pequeña de nueve
meses. Las extrañaba cada momento de sosiego en que la actividad
física decaía. Las cartas eran una buena oportunidad para calmar la
soledad y los deseos de estar junto a ellas de nuevo. Mientras escribía,
sentía que los días pasarían como horas, y que nuestra vida familiar se
reanudaría apenas terminaran los trabajos de verano.
El correo era razonablemente bueno; la correspondencia llegaba
sin mucha demora a los lugares que correspondía. El papel de cartas era
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escaso, pero la materia prima yacía alrededor en abundancia, y la
proporcionaban los árboles. Los abedules contienen una corteza
compuesta de cientos de capas delgadas como hojas de papel, tersas,
suaves como el mejor papel de librería; el bolígrafo se deslizaba
fácilmente en ellas como en una hoja aterciopelada. Nosotros, los
estudiantes, cortábamos la corteza superficial del árbol en pedazos del
tamaño de una carta, sacábamos lo suficiente para después separarlas
cuidadosamente y luego obtener una suave hoja de madera para nuestra
correspondencia. Sólo había que ponerlas en un sobre regular o en un
sobre hecho de la misma corteza, y enviar la carta en el correo del
pueblo. Resultaba una interesante forma de correspondencia, y al mismo
tiempo un "souvenir" con el aroma de Siberia. Cada carta enviada era
una manera de compensar la melancolía de estar alejados, aislados de los
seres queridos; otros no se molestaban en hacerlo, manifestando con
desgano la inutilidad de ello debido a que no tenían nada en común con
sus familiares. Algunos se ocupaban de cultivar la amistad con sus
amigos o alimentar algún romance volátil en algún lugar lejano. A
menudo, el Coño Horta mencionaba el hecho que no se entendía con sus
familiares. "Son casi todos unos … momiachos6, con la excepción de mi
taita7; no se puede conversar con ellos siquiera. ¿¡Para qué escribirles!?",
observaba con desdén.
6 Momiachos: término despectivo asociado a la gente retrógrada, fuera de época de una persona, tan antigua
y fuera de lugar como una momia. 7 Taita: vocablo usado comúnmente por los chileno para identificar al padre en forma afectiva.
28
Algunos estudiantes extranjeros comentaban sobre la ruptura de
relaciones familiares por razones político-ideológicas, que en situaciones
candentes era una virtual separación de los familiares en dos bandos bien
diferenciados. La guerra fría tenía su efecto en la mente de la gente
sencilla, sujeta al cruel bombardeo informativo de los medios de
comunicación masiva de Occidente, cargado de un mensaje político-
ideológico en contra de todo lo que significa ser socialista, comunista,
progresista o miembro del movimiento sindical. Para la mente de una
persona de extrema derecha, los eventos y las personas asociados a la
izquierda política son "detestables", "atemorizantes". Mucha de esas
personas sienten un odio de clase visceral, que no pueden justificar o
racionalizar; simplemente actúan y no piensan. Su postura de clase es
extremadamente firme y exacta, casi un instinto desarrollado a través de
generaciones de poder, de dominación, de privilegios y de abusos.
El hecho de ir a la Unión Soviética por cualquiera razón,
significaba en esos días un acto subversivo e inaceptable para mucha
gente de derecha. Eso contrastaba con un viaje a los países de Europa y a
Norteamérica, que gozaba del prestigio, de la glamour de los países
"avanzados", vale decir de gran consumo. Los prejuicios políticos, los
estereotipos sobre la Unión Soviética eran una epidemia que
envenenaba, y que manipulaba la mente de mucha gente ingenua.
Después de haber vivido en la Unión Soviética por algunos meses
los estudiantes se daban cuenta de la magnitud de los prejuicios
29
fabricados en América Latina en contra del socialismo. En Chile, a
principio de los sesenta, el período de las elecciones de alcaldes, de
diputados, de senadores o de presidentes era el momento para las
campañas del terror a través de los medios de comunicación masiva
contra las nociones de izquierda, con el propósito de intimidar al
electorado. Las campañas del terror consistían en crear un temor
profundo al comunismo o una postura antiobrera, con versiones
melodramáticas sobre la realidad de la Unión Soviética, de Cuba y de
otros países socialistas de esa época. En la campaña presidencial de
1964, por ejemplo, en la noche anterior a la elección en que fue elegido
presidente Eduardo Frei Montalva, se hizo una transmisión
melodramática de las declaraciones de una hija biológica de Fidel
Castro. Los contactos entre los cubanos exiliados de la revolución
cubana, los organismos de la CIA, y los derechistas criollos chilenos,
eran conocidos. Esta asociación tenebrosa ha ejecutado actividades
terroristas y ha dejado numerosas huellas en la historia reciente. La
famosa hija biológica de Fidel, era usada cuando la ocasión lo exigía,
probablemente según las plantillas políticas usadas por los estrategas de
la CIA. Este individuo mercenario era el invitado infaltable en toda
contienda electoral en Chile para intimidar, desalentar al electorado
simpatizante de izquierda. La dama, comodín, ultra conservadora,
argumentaba un escenario burdo sobre la revolución cubana, sobre Fidel
Castro, todo al estilo de propaganda practicada por Goebbel durante el
30
Tercer Reich. El objetivo de esta propaganda era la mujer, vale decir la
mitad del electorado chileno, bombardeada con argumentos grotescos,
pero emocionalmente efectivos para cualquier elector desinformado. En
las paredes de edificios en las ciudades de todo Chile aparecían a
menudo enormes carteles a color, con diseños refinados, sobre la
supuesta invasión de Chile por los tanques rusos. Después seguían las
historias con el muro de Berlín, las supuestas atrocidades de los
socialistas alemanes en contra de su población. Tales cuadros,
orquestados por los medios de comunicación chilenos, eran organizados
por la gente de derecha con la asistencia de agencias de inteligencia de
EE.UU. y de Europa. Las operaciones encubiertas de la Central de
Inteligencia Norteamericana en los países de América Latina eran
descaradas en esos años. En Chile se hacía una intervención con
campañas sociológicas del terror, en otros países de América Latina
debían soportar la intervención militar directa. La ley del garrote o la
doctrina Monroe, asignaba a América Latina el papel de patio trasero de
EE.UU.
Durante los últimos años de escuela secundaria, me resistí a seguir
sintiendo un escalofrío por la espalda cuando me hablaban de algo que
incluyera la palabra Fidel Castro, Cuba, Unión Soviética, comunista,
socialista, obrero, sindicato y vocablos similares. En una ocasión, mis
compañeros de la escuela me hablaron de una charla en el Salón de
Honor de la Universidad de Chile, edificio centenario, solemne, que
31
inspira sabiduría y respeto para un estudiante modesto de la escuela
secundaria. La charla fue dictada por un profesor universitario, además
diputado: Alberto Baltra. Después de visitar Berlín, incluida su localidad
llamado Berlín Oeste, expuso sus puntos de vista sobre el territorio más
candente de la guerra fría. En ese momento, no me daba cuenta cabal de
la trascendencia del tema; yo solo tenía 17 años, pero escuchaba el relato
con mucha atención. Alberto Baltra, según me di cuenta posteriormente,
era un social demócrata del tipo europeo, con una objetividad científica
de profesor universitario. En su alocución aludió al muro de Berlín,
entonces recién construido por razones económicas, lo que se esmeró en
explicar. Sentado en el balcón más alto de la sala, inmensa para mis
ojos, escuchaba en el silencio absoluto de una audiencia joven que
repletaba el recinto. Había mucho interés por conocer que pasaba en
realidad en Berlín Oeste, una ciudadela artificial, como un lugar
surrealista en el centro de la ciudad de Berlín. Allí estaba concentrada
toda la controversia, la tensión, el desafío de dos sistemas, el centro de la
guerra fría. Alberto Baltra con elocuencia se explayó sobre la Alemania
de post-guerra. Esta argumentación racional expuesta por un académico
y político contrastaba con la burda retórica de los medios de
comunicación, y de sectores de ultraderecha. Al salir del recinto,
impresionado, yo reflexionaba sobre lo valioso de esa discusión, ese tipo
de presentaciones que nunca había escuchado en mi escuela u otro
organismo similar; parecía que me había perdido una parte importante
32
de la "función", lo que aumentaba mi interés por ese solemne recinto
universitario.
Pasaron los años, el deseo de participar de ese establecimiento de
conocimiento y análisis crítico se cumplió tal como esperaba; ingresé a
la escuela de ingeniería. Pero no era fácil la vida académica para los
estudiantes pobres; los esfuerzos económicos eran insuperables.
Felizmente se dio la oportunidad de la Unión Soviética. Me apresuré a
relatarle a mi madre, en un momento que ella lavaba ropa en su artesa de
madera en el patio de nuestra modesta casa compartida con otras
familias, el hecho que había recibido una beca para estudiar Ingeniería
en Moscú. Pensé, que ya no tendría más zozobras económicas por falta
de libros, de condiciones adecuadas para estudiar. Mi madre se alegró al
verme tan eufórico; talvez le pareció que era algo bueno para mí, para
nuestra familia que se debatía en una constante lucha por la sobre
vivencia. La matrícula de la Universidad de Chile era casi gratis, recibí
una beca de una fundación privada para comprar libros, pero estaban las
necesidades diarias que mi familia que no podía solventar. Mi madre, de
escasa educación, probablemente no sabía qué era la Unión Soviética;
sabía que existía Rusia, probablemente por la campaña del terror, un país
extraño, lejano y frío; si era bueno para su hijo era bueno para ella.
¿Y... por cuanto tiempo... ?, me preguntó con inquietud. Por cinco
años le repliqué, siguiendo con mi entusiasmo. Aún era menor de edad y
necesitaba la firma notariada de su parte para salir del país; mi padre
33
había fallecido siete años antes. Me empecé a despedir de los amigos y
amigas de mi barrio, de los muchachos del club de fútbol del vecindario
donde jugaba regularmente los fines de semana. Era el único joven de mi
barrio que había llegado a la Universidad de Chile, y más aún había sido
becado en el extranjero. Eso era incomprensible para mis compañeros
del equipo de fútbol, cuya única posible aspiración era tener un trabajo
estable en alguna fábrica en algún lugar de la ciudad. Muchos de ellos
tenían talento pero el círculo de la pobreza los había doblegado y
obligado a continuar la lucha por la sobre vivencia. Me había criado con
ellos en ese vecindario proletario; nos respetábamos mutuamente, "cada
uno en su oficio" como algunos decían con un sincero orgullo de sus
ocupaciones. Más de alguno me preguntaba sobre la Unión Soviética,
conocida por ellos esencialmente por el campeonato mundial de fútbol
en Santiago, y por el sputnik. Ellos no tenían prejuicios desfavorables
hacia ese país lejano; tenían una curiosidad genuina. Yo también me
incluía en esa inquietud. Dos meses después, me encontraba estudiando
en Moscú y disfrutando de una vida modesta pero placentera.
Los estudiantes establecidos en Moscú por un año o más, hacían
algunos esfuerzos para restituir en parte la verdad de la realidad
soviética en la mente de los recién llegados, y lo hacían por medio de
bromas colectivas.
Las bromas colectivas a los estudiantes universitarios recién
ingresados es una tradición muy antigua en América Latina. La primera
34
semana de clases, la "semana mechona" como se la llama, estaba a
menudo interrumpida por las actividades de los estudiantes en torno a
los novatos, con fiestas y actos alusivos, incluida la coronación de una
reina "mechona" y un "rey feo". Esta actividad se mantenía en el
exterior, pero con algunas modificaciones. Esto incluía bromas
apropiadas a las circunstancias, hechas con bastante ingenio.
Un buen número de estudiantes extranjeros que llegaban a Moscú,
traía con ellos imágenes de la Unión Soviética que no correspondían a la
realidad. Ellos tenían solo una vaga idea de la URSS,
independientemente de su tendencia política, en su mayoría de izquierda
y en algunos casos socialdemócratas. Los medios de comunicación de
Occidente y en especial de EE.UU., creaban de la Unión Soviética y de
los rusos una imagen de terror no tan solo por razones político-
ideológicas, sino también por prejuicios racistas.
Los prejuicios entre los estudiantes recién llegados eran de tal
magnitud que servían de base a bromas crueles e irrisorias por lo
absurdas. En cierta ocasión, dada la imagen fabricada de la Unión
Soviética como "un país militarizado, sin libertades, donde cada uno de
los ciudadanos tiene un guardia de la policía secreta vigilándolo", se
organizó una broma para mostrar a los nuevos estudiantes extranjeros de
América Latina, la dimensión de sus prejuicios. Se montó una escena
muy bien organizada: un simulacro de interrogatorio de un supuesto
investigador de la policía secreta en un recinto universitario pequeño.
35
Los estudiantes anfitriones se vestían con ropa que se asemejara a la de
un agente de policía o de un militar; se eligió el lugar apropiado,
típicamente una sala de clase pequeña, con un escritorio, una grabadora
con cinta en rodillos grandes, común en esos años, un par de sillas, una
lámpara que iluminaba directamente la cara del entrevistado, y un
supuesto micrófono colgado con un cordel del techo de la habitación
enfrente del entrevistado. El "micrófono" era un desodorante para el
excusado que se semejaba a un micrófono por su forma y por los
orificios pequeños que contenía. Se presentaba un cuadro lo más
parecido a las películas de Hollywood sobre la realidad soviética. Era
tan irrisorio y absurdo el escenario que se le presentaba a la víctima, que
un niño de pocos años podría haberse dado cuenta de una broma
semejante. Sin embargo la víctima no se percataba en absoluto del tono
de la broma. En esa oportunidad se eligió como interrogador a un
paisano de apariencia temible, alto, fornido, de cara ancha, de pelo
negro, de cejas espesas, "el típico ruso" que mostraba la televisión de
Occidente. El aspecto robusto, la mandíbula ancha y la voz profunda del
interrogador intimidaba aún más cuando sus preguntas eran traducidas
por otro paisano del ruso al español. Los estudiantes recién llegados no
entendían absolutamente nada del idioma ruso. Para hacer creíble la
broma se inventaba un trámite adicional en la Universidad
supuestamente con la policía local como parte de los requisitos que
debían cumplir los estudiantes "mechones". La víctima era conducida al
36
lugar convenido, allí era recibido por el supuesto interrogador y un par
de asistentes. El supuesto traductor colaboraba manteniendo seriedad y
formalidad para garantizar la credibilidad del interrogatorio, dirigido a
choquear psicológicamente a la víctima temerosa e ingenua. Uno de los
asistentes del interrogador sacaba fotos de diferentes ángulos aterrando
aún más a la víctima, mientras los supuestos interrogadores apenas
podían contener las carcajadas.
"¿Qué filiación política tienes?", traducía el asistente.
"Los que no son comunistas los mandamos a Siberia para
convertirlos", afirmaba el interrogador con voz autoritaria, sin dejarle
tiempo a la víctima para articular una respuesta. El rostro de la víctima
como conejo asustado iba de la confusión al terror. Insistía en dar
explicaciones ridículas a las preguntas del interrogador. El pánico
aumentaba. "¿Qué revistas o periódicos trajiste de tu país?". La víctima
mostraba tímidamente una revista que tenía en sus manos y que en su
portada mostraba una mujer sensual de un aviso comercial. "Aquí se
castiga la pornografía con cárcel. Es una penetración ideológica y a los
culpables se les considera agentes del imperialismo norteamericano." La
víctima se deshacía en explicaciones que eran grabadas para compartir
más tarde con otros compatriotas y amigos. "Tienes que hacerte
comunista, de lo contrario no puedes entrar a la universidad". "Si te
sacas malas notas serás enviado a trabajos forzados".
37
"¿Traes vino de tu país? ¡Aquí se confiscan todas las bebidas
alcohólicas!"
Los interrogadores salían por unos minutos de la habitación para
supuestamente para deliberar, pero en realidad era para evitar lanzar las
carcajadas contenidas. El muchacho se mantenía al borde del colapso,
entre pánico y perplejidad, corto de respiración y sediento; quería
terminar con la entrevista con esos supuestos agentes, "típicos" de la
sociedad soviética. Al final, la víctima, después de haber sido
aterrorizada, confundido al borde de las lágrimas, exclamó:
"¡Quiero regresarme a Chile, quiero hablar con el rector para los
pasajes!", exclamó, haciendo el ademán de retirarse sin sospechar
siquiera de la "sátira macabra" del año fabricada por aquellos estudiantes
crueles.
Dada la situación se destapó el ardid y se le mostró toda la farsa
para restablecer la calma del muchacho después del tratamiento de
choque en contra de sus prejuicios. La víctima salía de la prueba en
realidad choqueado, confundido, pero se reponía totalmente después de
algunas horas. El resto de los participantes en el montaje de la escena se
dedicaban a divulgar la broma del año.
*
Alrededor de las fogatas en el campamento recordábamos, con
Pepe, el Coño y otros amigos, las anécdotas relacionadas con la broma a
38
los "mechones" y la carga de estereotipos, de prejuicios formados sobre
el socialismo. Ellos también recordaban bromas similares de las que
habían sido objeto a su llegada. Esta actividad juvenil no solo servía para
divertirnos o conocer a los estudiantes nuevos, sino también para sanear
la mente de los jóvenes "envenenada" por la guerra fría. Y entre bromas
y reflexiones, nuestro trabajo seguía.
II. Las faenas
Temprano en la mañana, todos se levantaban rápidamente, se
lavaban en los lavatorios improvisados, apresurados tomaban el
desayuno, luego trepaban a los camiones de carga para ser transportados
a las faenas. El desayuno a menudo consistía en un plato contundente de
maicena, llamada "kascha" con una pequeña porción de mantequilla
derretida, pan negro y blanco y un delicioso café con leche.
En los camiones, adecuados para el terreno agreste, húmedo y para
el transporte de trabajadores temporales, los jóvenes ya se divertían
como siempre mientras los vehículos avanzaban sorteando el camino de
tierra, lleno de hoyos y pozas de agua de lluvia reciente. En el terreno de
trabajo se organizaban cuadrillas de aproximadamente seis personas con
un líder responsable y experimentado en las faenas. Los jefes de las
cuadrillas organizaban períodos de trabajo de una o dos horas con un
descanso de unos 10 minutos, dependiendo de la magnitud de la faena.
Al mediodía se almorzaba en el mismo lugar de trabajo y se descansaba
39
durante una hora. La jornada de la tarde terminaba a las 6 de la tarde y
luego se regresaba a descansar y a comer. Después de la cena
desarrollábamos actividades culturales y de recreación en las cuales
participaba una gran cantidad de jóvenes. La indumentaria de trabajo,
aunque poca atractiva, era bastante abrigadora y cómoda. Se usaban
botas militares, que cubren hasta un poco más abajo de la rodilla, muy
amplias e incómodas si no se usaba una especie de calcetas, vale decir,
una venda de género de algodón que se envolvía en los pies, y evitaba el
roce de la piel con las botas. Para usar estas calcetas tipo vendas había
que aprender toda una técnica especial, de lo contrario ponérselas era
como tener una piedra en el zapato. Se usaba además un pantalón
grueso, un cinturón, una camisa, parte de esa ropa de trabajo había sido
del ejército en alguna ocasión. Nuestra vestimenta oficial, que se usaba
para las ocasiones especiales fuera del campamento, consistía en una
tenida liviana de verano color verde oliva claro con camisa blanca,
corbata oscura, zapatos negros, un cinturón militar macizo y ancho con
una hebilla de bronce con el escudo de la Unión Soviética. Cuando
salíamos en grupos durante el fin de semana parecíamos miembros del
personal uniformado de alguna empresa distribuidora de mercancías.
Durante el trabajo, bajo el calor siberiano del mediodía, la ropa
usada era mínima, solo se exigía el uso de las botas gruesas como
medida mínima para evitar accidentes en el trabajo.
40
Una mañana fría a comienzos de Julio, la mayoría de los
voluntarios llegamos al lugar de las faenas donde se construía un
desagüe adyacente a la estación del ferrocarril en vías de construcción.
Esta estación era parte de una vasta red de ferrocarril que uniría la región
del Baikal y del Amur, paralelo a la red ferroviaria transiberiana. Se
comentaba entre los estudiantes que este proyecto era el inicio de un
plan orientado al comercio con los países de la cuenca del Pacífico
usando los vastos recursos naturales del lejano Este de Siberia.
Después que una enorme máquina había cavado una zanja de unos
cinco metros de ancho, dos metros de profundidad y aproximadamente
un kilómetro de largo, comenzamos a pavimentar la superficie de este
canal de desagüe para el deshielo de primavera. Uno de los líderes más
experimentados explicaba el sistema novedoso de usar piedras en lugar
de cemento. Se utilizaban piedras, arena y musgo, elementos disponibles
en abundancia en los alrededores. Todos pensábamos que este método
de construcción era el más barato y además no alteraba mayormente el
medio ambiente de estas tierras casi vírgenes a la amenaza humana.
Las piedras eran acomodadas dejando una superficie plana, el
musgo y la arena llenaban los huecos debajo y alrededor de la piedra,
logrando así una superficie plana y firme. Estos componentes inusitados
en la construcción tradicional, con el tiempo se transformaban en una
sólida masa que se asemejaba al cemento, proporcionaba una textura
41
sólida y resistente, apropiada para un canal de desagüe. La labor era
intensa y demorosa, muy apropiada para mano de obra masiva.
Los estudiantes universitarios, constructores improvisados como
hormigas en el bosque, faenaban a toda velocidad poniendo piedras,
arena y musgo con una destreza adquirida con la repetición y las
instrucciones de la gente experimentada en este oficio. Algunos eran
chambones en el trabajo, otros meticulosos. Pepe era un fanático
meticuloso que hacía alarde de la perfección con que ponía las piedras,
una tras otra, con parsimonia y precisión innecesaria.
"Oye Pepe … el ajedrez empieza después del trabajo, no seai tan
alaraco". Después de sonreírse por la broma y balbucear algún
comentario alusivo, Pepe continuaba su faena en la misma manera que
solía hacerlo, con su parsimonia característica. "¡Hay que hacer el
trabajo bien puh gallo, no seai pesao!", replicaba y proseguía su labor.
Más a la derecha de nuestra cuadrilla había una estudiante de
nombre Liuba, parecía una estudiante de teatro. Insistía que quería hacer
este trabajo tal como cualquier hombre corpulento; no aceptaba el
paternalismo de sus compañeros. En realidad parecía un personaje de
una obra de teatro. Me imaginaba que estaría perfecta para la dama de
Antón Chejov, en la obra "La dama y el perrito". Todos sus ademanes
eran delicados, su ropa de trabajo estaba siempre ordenada, limpia y
seca, en contraste con los miembros de su cuadrilla siempre llenos de
sudor y sucios debido al trabajo físico. La "dama del perrito" proveía la
42
conversación, proporcionaba el regocijo de sus compañeros. Liuba tenía
el pelo rojizo con corte al estilo francés, era alta con algo de sobrepeso y
tenía un aire sensual. Era la entretención del grupo; no "le paraba la
lengua". Su voz de actriz de teatro se escuchaba a menudo entre el ruido
de piedras y la alegre convivencia juvenil. La presencia de Liuba era
notoria; no contaba con la simpatía de muchos de los jóvenes, a veces se
escuchaban sobre ella algunos chismes sexistas mal intencionados.
Talvez los rumores eran verídicos o quizás era el hecho que era mujer en
un entorno de testosteronas. A pesar de ser popular entre su cuadrilla no
la libró de ser lanzada al riachuelo en el festival del “Dios Neptuno8” en
el campamento a fines de julio.
Más adelante estaban "las máquinas humanas" —tres estudiantes
de ciencias y levantadores de pesas, una combinación peculiar, me
parecía. Los muchachos rusos corpulentos de espaldas anchas, eran
capaces de arrastrar cualquier carga. Yuri, el más bajo, era de un metro
setenta aproximadamente; los otros median a lo menos un metro
ochenta. Yuri, estudiante de ciencias, se destacaba como uno de los
mejores de su clase, siempre recibía las mejores calificaciones en todos
los ramos y hablaba francés con la entonación del idioma nativo. Sus
músculos parecían en tensión permanente, caminaba con los brazos un
tanto abiertos y con movimientos poco flexibles. Los levantadores de
8 La fiesta de Neptuno es una celebración pagana muy popular entre los vikingos. Esta consiste a menudo
en un rito simulado a Neptuno, Dios del agua según los Romanos, y realizado en las condiciones creadas por
los estudiantes durante el periodo caluroso del verano. Como resultado se elige a una reina y se culmina con
el lanzamiento de algunos participantes al agua fría del riachuelo.
43
pesas —conocidos por levantarse de madrugada todos los días para
levantar sus pesas de quién sabe cuántos kilos— hacían el trabajo con la
rapidez de una máquina y la precisión de un científico. Con una facilidad
asombrosa levantaban piedras de cincuenta kilos o más; el resto de los
jóvenes solo las arrastraba desde el lugar donde habían sido descargadas
por los camiones. Yuri, Serguei y Tolya hacían el trabajo de diez
personas. Cuando terminaban la jornada parecía que estuvieran listos
para la siguiente. Los "corpulitos", como los llamábamos, no se
separaban nunca; siempre conversaban y bromeaban entre ellos
compartiendo las carcajadas; parecían tener la seguridad, la autoestima
de "Superman" y una cultura particular sólo compartida entre ellos. Los
"corpulitos" se separaban del resto de los jóvenes y eran bien conocidos
como ineptos en la convivencia social.
A menudo se escuchaban alrededor detonaciones de dinamita
debido al trabajo de una mina en las cercanías. Se comentaba que esas
enormes explosiones ahuyentaban los osos, los venados y otras especies
de animales de la región hacia otros lugares menos perturbados por la
acción del ser humano. En el desarrollo industrial y urbano, la vida
animal se veía injustamente avasallada por la invasión humana.
Después de algunas semanas de trabajo intenso, el canal diseñado
para contener un caudal considerable de agua de deshielo en la
primavera lucía como una avenida empedrada de una ciudad Inca. El
canal terminado irrumpía en la monotonía verde de los bosques de
44
alrededor, como una serpiente tendida que se prolongaba hasta las
cercanías de un riachuelo.
*
Después del exitoso trabajo realizado con el canal de desagüe, un
grupo numeroso de jóvenes pasó a la faena siguiente: nivelar las líneas
del ferrocarril, labor difícil, apta sólo para expertos. Para realizar esta
labor se introducía ripio debajo de los durmientes a lo largo de los rieles
del ferrocarril. El ripio era depositado por carros especiales de ferrocarril
con una abertura en la parte inferior, en forma de embudo; éstos
depositaban el ripio directamente sobre los durmientes a medida que el
carro avanzaba sobre los rieles. Los designados para tal faena eran los
más corpulentos, con experiencia, ya que se usaban barretas o chuzos
pesados —una barra metálica de unos diez kilos— que se introducían
con golpes repetidos sobre el ripio que cubría los rieles. Esta operación
se hacía hasta que el ripio bajaba y el riel subía al nivel deseado. Las
cuadrillas trabajaban a pleno sol, con el torso desnudo; los muchachos
avanzaban con agilidad y destreza. El sudor copioso cubría sus cuerpos
fornidos; los golpes de barretas y el ritmo metálico resonaban a lo lejos.
Los barreteros se cubrían del sol con sombreros o algo parecido. El jefe
de faena iba dando la señal para el golpe al unísono de todos los
barreteros. Uno, dos…uno, dos… repetía y repetía, como un sargento a
45
un escuadrón de soldados trotando en un recinto militar. Los cuadrilleros
cantaban estribillos para dar el ritmo del golpe y seguir avanzando hasta
cubrir centenares de metros bajo el sol radiante de verano.
Probablemente muchos de ellos añoraban la rutina del
entrenamiento como conscriptos en las fuerzas armadas soviéticas.
Algunos comentaban sobre las becas que recibían para costear sus
estudios en la universidad después de haber servido cuatro años en
FF.AA. soviéticas. Aparte de las aptitudes técnicas obtenidas durante el
servicio militar, se les otorgaba el derecho a estudios superiores, los que
realizaban con disciplina y rendimiento ejemplar.
*
En uno de nuestros descansos acostumbrados, uno de los jóvenes
del campamento me contó que un día un camión se detuvo cerca de
donde trabajábamos un grupo de estudiantes. Un hombre de mediana
edad, corpulento, minero de la región se acercó a ellos donde estaban
descansando, sentados en unos montones de tierra cerca del camino.
"Что вы тут делаете рибята9?", preguntó el individuo con aspecto
desgarbado. Los jóvenes habían cavado algunos hoyos para los postes
de la luz, que debían cubrir una larga extensión alejada de la estación de
ferrocarril en construcción. El individuo curioso quería saber qué hacían
9 “¿Que hacen ahí muchachos?
46
allí; parecía uno de los trabajadores regulares de la construcción de las
minas cercanas. El hombre de aspecto descuidado, fornido, con los ojos
hinchados —vestigios de abuso de alcohol— se había introducido sin
inhibición a la conversación de los jóvenes.
" Ну, рабаем братуха10
?, replicaron amigablemente un par de
jóvenes al unísono en un tono quejumbroso sugiriendo la ardua tarea
todavía por terminar.
"Эта работа для меня пустяк если вы дадите литр11
… “, el
borrachito proponía hacerles el trabajo sin esfuerzo con dinamita. La
sugerencia ciertamente despertó la curiosidad de los muchachos.
"¿¡Explosivos!?", exclamaron varios después de la inusitada
propuesta.
"¿De dónde vamos a sacar explosivos?… ¿ y cómo…?", se
preguntaban los jóvenes ante una propuesta tan descabellada.
"Да дaй ты литр12
", el borrachito y los jóvenes hicieron el trato.
Entonces trajo de su camión un atado de dinamita para terminar de una
vez todos los hoyos por hacer, a cambio de un litro de vodka. Ni cortos
ni perezosos, los jóvenes consultaron y decidieron conseguir el dinero
para la botella de vodka y hacer el trato. Se dispusieron a observar la
impresionante habilidad del hombre con la dinamita. Instaló la carga en
todos los hoyos restantes y después de algunos minutos, …bum!, gran
10
Aquí estamos trabajando, cumpa... 11
Este trabajo lo hago de una “patada” si me dan pa’l vodka… 12
Bien, te damos para la botella...
47
explosión. Los jóvenes regresaron de sus escondites a cierta distancia
para verificar el efecto de la explosión. Los hoyos quedaron a la
perfección con las medidas que correspondía. La faena había sido
terminada en unos minutos. El borrachito se alejó tal como llegó con
soltura, probablemente pensando en la botella de vodka. Los jóvenes
entusiasmados no disimulaban la satisfacción de haber avanzado tan
rápidamente, y admiraban por la destreza del borrachito. Pero este
procedimiento tan espectacular no fue imitado por las otras cuadrillas; y
siguieron con las herramientas tradicionales.
*
Un grupo se ocupó en cavar fosas profundas, angostas y largas
para el intrincado sistema de alcantarillado y para las comunicaciones de
la estación de ferrocarril. Esta faena requería una labor intensa y pesada;
el trabajo requería solo el uso de picota y pala. A medida que se
avanzaba las paredes de la zanja se revestían con una estructura de
madera para mayor seguridad en la excavación. La faena era adecuada
para un trabajo en relevo; una cuadrilla de varias personas podía avanzar
rápidamente. Entre los trabajadores estudiantiles se destacaban los más
fuertes, los que podían mantener el ritmo para sacar la tierra por más de
una hora, lanzarla a una distancia adecuada para ser transportada a otro
lugar por una máquina. El vigor de los jóvenes resistía períodos de
48
intensa labor; eran unas verdaderas máquinas transportadoras de tierra;
no se cansaban nunca y el sudor corría por sus cuerpos como si fuera
lluvia. Probarse tanto física como intelectualmente es un axioma de la
vida humana que afecta el comportamiento de los individuos. La
competencia colectiva, entre grupos de trabajo, entre equipos o
colectivos laborales es un estilo que se estimula en los países socialistas
y en Asia; se considera una forma de trabajo de alta productividad. Este
tipo de competencia beneficia a la colectividad y a la sociedad en
general. El esfuerzo por obtener los mejores resultados donde todos
participaban en condiciones similares se denominaba "emulación
socialista". En occidente se conoce simplemente como competencia,
donde los participantes no están necesariamente en igualdad de
condiciones. La emulación socialista se manifestaba en distintos sectores
de la sociedad soviética de los años sesenta, especialmente en los
sectores de la producción de bienes de consumo masivo, y en la creación
de bienes materiales e intelectuales. Este estilo de vida era compensado
con honores y con algún estimulo material. El afán de lucro, de hacerse
rico a corto plazo, era reemplazado por un estimulo honorífico, que
requería de un firme compromiso con la sociedad soviética. Allí la gente
da mucho y pide poco por el bien al prójimo, por el beneficio de una
comunidad; el egoísmo y el individualismo no tienen cabida.
Más de alguna vez pensé que ese objetivo en la sociedad debió
haber tenido Jesucristo, sus seguidores y discípulos. Sin embargo, es
49
evidente que la mayoría de los creyentes de diferentes credos no son
partidarios de las ideas del socialismo, más bien son aliados de
posiciones conservadoras. Estos contrasentidos entre los postulados y la
práctica no son algo nuevo, pero su análisis requiere mucho espacio para
incluirlos en estas páginas.
Bajo el calor de Siberia el trabajo agotador era extenuante. En
ocasiones aparecía una tormenta de verano con lluvias torrenciales y
breves, con truenos y relámpagos que iluminaban todo el territorio
alrededor con sus poderosos destellos. En tales casos nos guarecíamos
de la tormenta debajo de los árboles frondosos y continuábamos nuestra
labor apenas dejaba de llover. En cierta ocasión la tormenta se alargó
más de la cuenta y todo el mundo tuvo que regresar al campamento más
temprano de lo acostumbrado.
Al día siguiente amaneció despejado y las labores continuaron
como de costumbre en tal lodazal que los camiones apenas podían
avanzar por los caminos y senderos entre los bosques.
*
Alrededor del mediodía llegaba regularmente el camión con el
almuerzo. Los cocineros en el campamento hacían la comida para toda
la gente. La comida era transportada en un remolcador, arrendado al
ejército, con enormes ollas herméticas y térmicas, suficiente para
50
mantener el alimento caliente para centenares de personas. Al parecer
todos los ejércitos usan este tipo de vehículos para la alimentación de su
personal en campaña. El almuerzo era esperado con ávido interés por los
jóvenes. El menú típicamente consistía en un plato contundente de
alguna comida caliente, un jugo o una fruta, y un pan negro fresco y
delicioso. El pan negro, parecido al Pumpernickel o pan alemán que se
conoce en otros lugares, es muy popular en Europa del Este. El almuerzo
era el más sabroso que yo recuerde por muchos años. Todos los jóvenes
compartían la misma opinión ya que se devoraban el almuerzo en cinco
minutos. No recuerdo exactamente que comíamos; sólo recuerdo que era
delicioso. El apetito que produce el trabajo físico hace apreciar la
comida recibida y considerarla como un “manjar de los dioses”.
Probablemente era solo cuestión psicológica, pero todos disfrutábamos
enormemente de la comida.
Más de alguna vez reflexionaba sobre nuestro habitual buen
apetito. En verdad, existe otro tipo de hambre, cuando la comida se
ingiere con ansiedad, con el temor instintivo de que el alimento podría
no estar disponible en el futuro. También existe el hambre que soporta
con amargura el niño o el adulto cuando no hay suficiente alimento en la
mesa, aunque se reparta con la sabiduría de la madre. Existe el hambre
con resentimiento porque se comprende la magnitud de la injusticia en
una sociedad con privilegios, donde pocos tienen mucho y la mayoría
posee muy poco. Existe el hambre que se satisface con el aprecio del
51
alimento y la compañía de quienes la comparten. También existe, entre
la gente afluyente, el hábito de ingerir alimentos cuando no es necesario,
para aliviar una situación aflictiva, para producir autosatisfacción, para
apaciguar la ansiedad.
Entre los soviéticos, el consumo estaba determinado por la
necesidad, no por los ingresos familiares. Además, en esos años existía
exceso de poder de compra y no suficientes artículos de consumo,
especialmente en frutas y verduras en los meses de invierno. La
importación de alimentos era casi nula en comparación con otros países.
En ese entonces se percibía seguridad en el futuro con una calidad de
vida claramente ventajosa. No había falta de dinero o de alimentos, todo
estaba disponible, sin lujos ni extravagancias; lo que había estaba
asegurado absolutamente para toda la población sin excepciones. El
resultado de este logro social producía un notable efecto en la psicología
de la gente, en su visión del futuro, en la seguridad personal, en la
satisfacción por los logros alcanzados después de la guerra de los
cuarenta.
Después del almuerzo contundente tomábamos una siesta de
algunos minutos; los muchachos se recostaban en cualquier lugar en el
suelo bajo un árbol, o apoyaban la cabeza en algún tronco seco alrededor
de las faenas. Cualquier lugar servía para descansar después de la pesada
jornada matutina.
52
*
Las cuadrillas siempre elegían un líder responsable de las faenas.
Esta persona se encargaba de controlar el tiempo trabajado, el descanso,
las medidas de seguridad en el trabajo, además de representar a la
cuadrilla en la dirección de las faenas generales. Entre los miembros de
la cuadrilla existía un buen sentido de camaradería y de responsabilidad
hacia el grupo. Todos trabajaban a conciencia sin quedarse a la rezaga o
sacar provecho del trabajo de los demás. Se hacía un trabajo en equipos.
Sin embargo, siempre hay algún conversador o algún bromista en todos
los grupos. En el nuestro había un estudiante de periodismo, Evguenie,
quien nos entretenía con sus historias variadas y divertidas, pero que no
eran recordadas por mucho tiempo. Evguenie hablaba inglés
fluidamente, avanzado según los angloparlantes. El “periodista”, como
lo llamábamos, era de contextura menuda, bajo de estatura, usaba lentes
elegantes y gruesos para su cara de niño, de pelo castaño y ojos claros.
No era fornido según el término medio de los rusos, lo cual sugería
cierta ineptitud para el tipo de faenas que se realizaba en ese proyecto;
pero la cuadrilla se entretenía con su conversación continua, aunque su
trabajo era intermitente y pausado. Él decía a menudo a los de la
cuadrilla: "No trabajen tanto, si el mundo no se va a acabar, relájense,
descansen!". "Дaвaй пakурий нимнoчka13
!", sugería fumar y relajarse
13
Vamos a fumar un cigarrito...
53
con su habitual buen humor. Yo resentía la poca seriedad con que
Evguenie se refería al trabajo que había que realizar. Me parecía una
actitud cómoda e inadecuada.
"Hay que trabajar a conciencia… hay que cumplir con los
compromisos…", le manifestaba en ocasiones. El Coño Horta —esa vez
en la misma cuadrilla— trataba de solidarizar con las bromas de
Evguenie. "No seai tan serio gallo, mira que te vai a morir muy
joven…", agregaba en forma jocosa.
Al periodista no se le exigía trabajar duro debido a su contextura
débil, lo que había que compensar con el trabajo de los demás. Lo
curioso era que nadie exigía trabajar mediante alguna reprimenda o
algún tipo de represalia; era más bien un compromiso con el resto de la
gente; un consenso en el grupo: Existía un claro propósito de terminar la
labor encomendada para ese verano. La gran mayoría trabajaba lo mejor
que podía, según su capacidad y la responsabilidad asignada. Esta
actitud era general en la sociedad soviética de esos años.
Elías Rodríguez, era un mexicano de la ciudad de México que
participaba en la cuadrilla; era estudiante de ingeniería. Delgado,
musculoso, un poco acelerado en su forma de hablar y en sus
gesticulaciones, con la cordialidad que caracteriza a los mexicanos.
Rodríguez era bueno para trabajar con la pala y la picota. En ocasiones
él y yo competíamos en resistencia: quién duraba más en la labor de
cavar y lanzar la tierra desde las zanjas destinadas para el alcantarillado.
54
"Oye mano estos chingados14
no nos acompañan con el trabajo…
hay que terminar esta chingadera…", me comentaba.
"Sí cuate15
, es mejor terminar luego…", le asistía.
"No seai fanático gallo Ooh… mira que no vai a construir el
comunismo en sesenta días", intervenía el Coño Horta mientras lanzaba
tierra con la pala en el otro extremo de la zanja.
Con Elías Rodríguez estábamos dispuestos a proporcionar siempre
el ejemplo de consistencia y de responsabilidad en el trabajo. Después
que el resto de la cuadrilla había descansado en dos ocasiones por diez
minutos en el transcurso de dos horas, decidimos descansar con ellos
después de haber terminado prácticamente el trabajo de la cuadrilla
entera.
"¡Oye mano! hagamos un 'perikur'16
con los demás…", me decía el
mexicano".
'"Sí, es mejor …", asistí uniéndome al descanso. El Perikur o
momento para fumar y descansar —aunque la mayoría no fumaba— era
esperado cerca del final de la jornada diaria cuando el cansancio ya se
apoderaba de nuestros músculos.
14
Chingado: Los mexicanos usan la palabra chingado para referirse a muchas cosas y tiene significación
múltiple. Su sentido es peyorativo. 15
“Cuate”, término casi equivalente a “hermano”, “cumpa”, pero los chilenos lo usan para denominar a los
mexicanos en general. 16
“Perikur”: palabra rusa que significa descanso aunque deriva de la palabra fumar (“kurit”). El descanso
entre los trabajadores de la construcción se asocia al placer de fumar por un período de diez minutos.
Durante la jornada de trabajo diaria se tienen varios de estos períodos cortos de descanso. Esta modalidad
era muy típica en los trabajos físicos pesados o monótonos.
55
*
Elías era aficionado a la electrónica y practicaba su afición en todo
lo que tuviera un circuito eléctrico. Durante el descanso, Elías
comentaba las dificultades que tuvo con la policía local debido a su
curiosidad por la innovación en el sistema de radio en el campo
universitario. El sistema de radio en los dormitorios universitarios
consistía en un circuito cerrado, similar al sistema telefónico, cuyos
terminales eran parlantes pequeños, una especie de cajita blanca con
volumen ajustable y que estaba conectado a la única estación de radio: la
radio Moscú. Era un sistema de transmisión de señal de radio a bajo
costo, la cajita blanca parlante apostada en medio de la pared en cada
habitación estudiantil, cada departamento o casa de toda la ciudad.
Algunos estudiantes tenían radios y grabadores avanzados en esos años,
pero la mayoría usaba la pequeña cajita con la radio Moscú para las
noticias habituales.
Elías se las ingenió para construir un transmisor con los materiales
de su laboratorio, luego se acopló al sistema cerrado de la radio, que
aparentemente sólo abarcaba el campo universitario. El problema se
complicó cuando las autoridades se dieron cuenta que la transmisión
estaba llegando a todo un distrito de la ciudad. Elías se había
autodeclarado locutor de radio para sus amigos, sin percatarse en
absoluto del alcance de la transmisión. Con un micrófono de mala
56
calidad ofrecía entretención a sus compañeros del dormitorio
universitario que escuchaban sus canciones, sus improvisaciones y la
música sacada de sus discos. Muy pronto la policía local se hizo presente
para averiguar quién estaba trasmitiendo ilegalmente tanta tontería, solo
apropiadas para los amigos cercanos de Elías. Después de algunas horas,
llegaron a su habitación para investigar sobre la transmisión de la "radio
clandestina", que pretendía reemplazar la radio Moscú con las
ocurrencias y las improvisaciones de Elías. Después de la amonestación
de la policía y de desmantelar la radio amateur, la transmisión de la
radio Moscú volvió a la normalidad terminando con la diversión de Elías
y sus amigos.
*
La radio Moscú era la única radio existente para la población en la
Unión Soviética. Era semejante a las radios "publicas" o de comunidades
que existe en occidente, sin avisos comerciales, con programación que
impartía conocimientos e información detallada sobre cuestiones
nacionales e internacionales. Se transmitían programas de toda índole,
acentuando el pasado y el futuro de la sociedad soviética. No había
espacio para menudencias, ni cuestiones frívolas, o para asuntos
pasionales y menos relacionados con chismes o sexo. Empezaba a las 6
AM. y terminaba a las doce de la noche con el himno nacional; el resto
57
era silencio. En la mañana nos despertaba con la gimnasia matutina
destinada a promover el ejercicio físico para toda persona que lo
deseara, a un ritmo lento, pausado para personas de cualquier edad y que
exigía un mínimo esfuerzo. Yo nunca tuve el deseo que seguir las
instrucciones de la gimnasia. El cansancio era y prefería aprovechar
hasta el último minuto para dormir; incluso batía el récord de tiempo en
levantarme —ir al baño, vestirme, salir al paradero del autobús para ir a
la universidad; mi récord era 15 minutos. Entiendo que la gimnasia
radial durante el día estaba destinada para los trabajadores de empresas
que laboran en sitios estacionarios, como los fabricantes de relojes o de
objetos de precisión, que mantenían la atención en un objeto por mucho
tiempo. La gimnasia regular varias veces al día era un procedimiento
habitual usado para aumentar la productividad en el trabajo en las
empresas manufactureras.
La radio Moscú, de gran potencia, estaba destinada al servicio de
la comunidad, con alcance en las 11 zonas de hora distinta en la Unión;
transmitía en decenas de idiomas, aparte de los idiomas y dialectos de
las naciones que componían la Unión Soviética.
Uno de los productores de la Radio era Mischa Posner que llegaba
al campo universitario con su grabadora al hombro y hablaba como
bonaerense, con el característico acento del argentino porteño. Después
de un tiempo de conocerlo comentaba que su familia, originalmente de
Ucrania, había emigrado a la Argentina cuando era niño, se había criado
58
allá, pero él y su familia habían regresado a la Unión después de muchos
años para radicarse en Moscú. En ese momento Mischa estaba
trabajando en la Radio Moscú como productor de un programa dirigido
hacía América Latina transmitido en diversos horarios. Para ese
programa Mischa recogía relatos y saludos a familiares de los
estudiantes de ese continente, saludos para el cumpleaños de la mamá o
de alguien cercano, lo que hacía el estudiante en horas de descanso,
sobre la nostalgia de estar separado de los familiares, sobre las
impresiones de la Unión Soviética y otros detalles de orden general. En
una ocasión recuerdo que hice una narración, que tomó varios intentos
dado mi inexperiencia y mi timidez. Hablé sobre mis impresiones de la
ciudad de Moscú, en particular del Metro. Después de haber vivido en
Santiago por diecinueve años, ciudad congestionada y sin Metro en los
años sesenta, el de Moscú era novedoso e impresionante. Llegaba a
todas partes de la ciudad; su tarifa era ridículamente barata, aún para un
estudiante, extremadamente eficiente y limpísimo. Sus escaleras
mecánicas llegaban a los andenes profundos en la mayoría del centro de
la ciudad, probablemente diseñada de esa manera para protegerse de
algún ataque aéreo durante la Segunda Guerra Mundial. En los sesenta,
el Metro servía supuestamente como refugio ante un posible ataque
nuclear de los EE.UU., peligro candente en esos años. Los pasillos, los
andenes, los cielos que cubrían las enormes bóvedas del Metro eran
piezas de arte, con decoración y murales tanto de la época de la guerra
59
como de períodos recientes, con estatuas y bustos. Sólo contemplar los
murales en los andenes era una entretención en sí. En Europa Occidental
la gente se entretiene mirando los avisos comerciales en los andenes; el
costo del transporte era entonces considerablemente mayor. El Metro de
París, por ejemplo, no era precisamente motivo de admiración, menos
aún el de Nueva York, según me contaban mis conocidos que habían
visitado esos lugares.
Cualquier individuo que viajara de un punto a otro de la ciudad de
Moscú usaba el Metro y el autobús o el "trambai17
" para distancias
cortas. Durante las horas de tráfico punta, las vías de acceso se veían
compactas, el traslado se dificultaba y los carros del Metro se repletaban,
como los autobuses en mi ciudad natal. En otros horarios, era muy
cómodo y placentero.
El relato que hice del Metro en el programa radial se refería a la
obra de ingeniería y a su diseño que, para los ojos de un estudiante de
ciencias exactas, llamaba la atención. Los túneles interminables y
profundos del Metro, las estructuras de los puentes metálicos cerca del
Estadio Lenin, alrededor de las colinas del mismo nombre, a lo largo de
las riberas del río Moscú, eran motivo de admiración y de fascinación.
La ciudad entera se podía apreciar solo usando esta forma de transporte;
se podía llegar a todas las atracciones turísticas de la ciudad; un medio
muy apropiado para un turista con presupuesto de estudiante. Se podía
17
“Trambai” o carro eléctrico muy usado en Europa.
60
visitar el Kremlin y sus museos, la Plaza Roja, el teatro Bolshoi, la
Biblioteca Nacional Lenin, la ribera del río Moscú, la Exposición
Agrícola Permanente, la Galería Trietikosvaia y otros museos de toda
índole. En realidad Moscú es una ciudad museo, con tantas atracciones
que nunca se termina de visitar.
Probablemente mi madre no entendía ni un ápice de lo que yo
describía en la alocución radial, pero me escuchaba después de haberle
anunciado la hora y el día en que tal programa ocurriría en el dial.
Mischa ofrecía sus grabaciones a todos los muchachos que quisieran
hablar y saludar a sus seres queridos, sin costo alguno, solo el tiempo
para realizar las grabaciones en los estudios. Algunos jóvenes talentosos
con voz microfónica, eran invitados regularmente a la radio para realizar
transmisiones de conversaciones informales entre estudiantes. Mi oficio
como locutor no tenía ningún potencial y sólo lo hacía para mostrar a
mis familiares que estaba bien y contento, para que no pensaran que me
había sucedido algo tenebroso en esas tierras extrañas para la mayoría de
la gente en mi tierra natal.
Entre los soviéticos, los medios de comunicación son parte de la
seguridad nacional —quién controla los medios de comunicación de
masas tiene el poder político de la nación. Toda la comunicación,
hablada o escrita, era controlada por el Estado, en otras palabras por las
organizaciones gubernamentales asignadas a esta área de la actividad
61
política. Había un control excesivo de lo que salía al aire o en la prensa
escrita.
En un par de ocasiones visité el edificio de radio Moscú,
construido en los años cuarenta. Parecía una fortaleza, con un control de
la entrada sumamente estricto, con guardias de seguridad que no
permitían intrusos o curiosos; sólo pasaban las personas con permiso y
acompañadas con alguna persona de la radio. Me preguntaba si era
necesario tanta seguridad, tanta paranoia con la seguridad de una radio.
Parecía un tanto misterioso el procedimiento de resguardar el edificio y
la integridad de la radio. Los pasillos largos y techos altos de un edificio
de unos cinco pisos estaban acondicionados para laboratorios de sonidos
y casetas de transmisión, con luces rojas o verdes, puertas altas y
macizas. Las distintas secciones destinadas a transmisiones a nivel
nacional e internacional, hacían de ese edificio un laberinto de
tecnología y de silencio. Las máquinas grabadoras de programas eran
atendidas por locutores y productores que deambulaban por los pasillos.
El edificio era como una torre de Babel, transmitía con el propósito de
educar e informar. Educar a los soviéticos sobre los valores del
socialismo como sistema me parecía muy natural, necesario, legítimo.
Era una tarea más del Estado soviético, apoyada por toda la población.
Para algunos en Occidente esa labor era propaganda ya que no
representaba los valores del mundo occidental, de la libre empresa. Para
los soviéticos era una labor educativa de la mayoría para la mayoría.
62
¿Eran la radio Moscú y la televisión nacional soviética un instrumento
de dominación y persuasión? Por supuesto que sí; eran usadas en
beneficio de las mayorías y no de una élite. La ilusión de libertad de
prensa y de información es, en occidente, un mito que ha servido para
confundir a mucha gente, para imponer la idea que solo la empresa
privada puede proporcionar una visión imparcial de la realidad a través
de esos poderosos medios de comunicación. Esa percepción en realidad
es una fantasía, una ilusión; toda persona seria entiende que los medios
de comunicación usan ese poder para respaldar el status quo del país en
que funcionan. Los periodistas no pueden expresar sus puntos de vista y
reportar todos los hechos sucedidos; se ven obligados a representar los
intereses y los puntos de vista de sus empleadores. Eso era verdad tanto
en Occidente como en los países de Europa del Este en esos años, y
seguirá siendo así en forma permanente.
Cuando llegó el momento de grabar en el estudio de la sección de
América Latina, Mischa me introdujo, junto con otros estudiantes, a un
estudio antirruido; parecía cubierto por material amortiguador en las
paredes, en el techo y en los pisos. Se respiraba un ambiente relajador.
Me hizo pasar a la caseta y sentarme frente al micrófono; el operador
estaba en la sala contigua, hacia señas al locutor cuando debía empezar o
detenerse durante la grabación. Era frustrante tratar de ser locutor sin
una voz microfónica y sin dicción adecuada. Una y otra vez Mischa
interrumpió la grabación hasta que resultó sin faltas, sin equivocaciones,
63
sin tartamudeos o pausas innecesarias, palabras mal pronunciadas o
intensidad deficiente de la voz. Después de varios intentos, salí del
estudio extenuado por la tensión y el esfuerzo de tratar de sacar la voz
potente que no tenía. Después de una o dos horas en el estudio salimos
para regresar al campo universitario; había sido una experiencia nueva,
una actividad interesante. De vez en cuando Mischa nos señalaba algún
locutor famoso de la radio que pasaban apresurados por los pasillos del
edificio. Recuerdo haber divisado a Levitan, según me dijeron en una
ocasión. Sobre ese locutor famoso nos referiremos más adelante.
Con el tiempo Mischa y su grabadora se transformaron en
visitantes regulares del campo universitario, y simplemente nos
saludábamos como "Hola Che…¿Cómo estás?". Los paseos y
reflexiones siempre llegaban a su fin y el trabajo voluntario de verano
seguía su curso.
*
Durante el descanso, como de costumbre conversábamos sobre
anécdotas o sobre algún tema que requería mayor atención y análisis.
"Oye Evguenie, ¿porqué viniste a Siberia?", le pregunté en una
ocasión con la intención de charlar un rato. "Bueno… porque queremos
construir el comunismo y eso es bueno para el pueblo soviético", replicó
Evguenie. Agregaba que en este esfuerzo participaban todos los
64
ciudadanos soviéticos, pero cada uno contribuía según su habilidad y
capacidad. Su planteamiento parecía representar la opinión pública, una
opinión mayoritaria. Evguenie participaba en el proyecto de verano
porque le interesaba aportar a la sociedad que le daba gratis la
educación, atención médica y otros beneficios; era una manera de
retribuir por lo que él estaba recibiendo; era como pagar una deuda a la
sociedad soviética.
"Aah…los rusos se quedan sentados en los huevos", interrumpió el
Coño Horta sarcásticamente.
"No, yo no creo eso,… me parece que la mayoría de la gente es
responsable y hace su contribución al proceso", replicó Evguenie
pacientemente a la intervención del Coño. Explicó que todos los
soviéticos trabajan a conciencia; unos más que otros, y de acuerdo a su
aporte reciben su compensación. Un barrendero de una fábrica ganaba
mucho menos que el ingeniero director de la empresa, debido a la clara
diferencia de sus responsabilidades y sus habilidades. Por otra parte,
explicaba que en la URSS no existía la explotación del trabajo ajeno;
todos decía; son y se sienten dueños de todo; se trabajaba menos horas a
la semana que en Occidente, sin que la productividad en el trabajo fuese
menor.
"Ah… los rusos son malos pa'l trabajo, y punto. Les gusta la breva
pelá y en la boca…", continuó el Coño Horta con su carcajada
sarcástica.
65
"Bueno, esa es una opinión más que una evidencia, ¿no te parece,
Horta?", se defendía Evguenie un tanto irritado. "¡Se acabó la
conversación, es hora de trabajar! … ¡se acabó el perikur!", exclamó el
líder de la cuadrilla, un muchacho de buen humor, ex-marinero del
Báltico, sentado atento a la conversación y fumando apaciblemente.
Todo el mundo se paró y la faena se reanudó hasta el próximo "perikur".
La mayoría de los jóvenes efusivamente exponían sus puntos de vista,
establecían discusiones, a veces prolongadas, sobre muchos temas de
interés para ellos y relacionados con la ideología que prevalecía en toda
la sociedad soviética. Algunos jóvenes de los países en desarrollo
tratábamos de aprender de la ideología del socialismo después de haber
crecido inmersos en los valores del individualismo y de la "libre
empresa".
Evguenie había sido educado con conciencia social, con
sentimiento de solidaridad humana, con sentido de responsabilidad
social, desprecio por el deseo de lucro, por el egoísmo, por el
consumerismo y con un claro rechazo al individualismo. Estos
sentimientos humanistas formaban la base cultural del socialismo. En el
Este de Europa existe un sentimiento comunitario muy arraigado por
generaciones que los predispone a asimilar fácilmente los valores que
sustentan el socialismo. Dada la educación impartida en una sociedad
socialista, una persona no puede ser realmente feliz si está rodeada de
injusticia y de miseria; su conciencia social se lo impide. Evguenie
66
pensaba que las personas son entes sociales y el objetivo de sus vidas
tiene un sentido social. El individualismo y el consumerismo tienen un
efecto nefasto en la personalidad de los individuos, decía, y contradicen
el carácter social intrínseco de los seres humanos.
Los jóvenes comunistas soviéticos, entre otros, participaban en los
trabajos voluntarios y él se sentía partícipe de ese objetivo. Los trabajos
voluntarios masivos eran una tradición establecida desde el inicio de la
revolución en 1917. Desde el jefe de Estado, Lenin en ese entonces,
hasta el último ciudadano participaban de esta actividad colectiva,
comunitaria para promover un espíritu colectivo y ayudar en la
reconstrucción del país en ruinas. Desde entonces existía en todos los
sectores de la sociedad esa tradición que creaba riqueza y compromiso
con una causa social.
Evguenie era un joven nacido después de la guerra, acostumbrado
a un consumo modesto en comparación con el de los países
industrializados de Europa Occidental. Toda la gente tenía en la URSS
un estándar de vida comparado al de la clase media de mi país, con una
calidad de vida bastante aceptable, con escasez de algunos artículos de
primera necesidad, pero la capacidad de compra de la gente era muy
alta. No se veían pobres. Evguenie era un joven con opiniones
compartidas por la mayoría de la población, impregnadas de oficialismo,
pero con un compromiso claro con su país y muy orgulloso de su
pasado, de sus tradiciones, algo muy típico en los países europeos.
67
Después del descanso se reanudaba la faena y esos cuerpos jóvenes
con energía inagotable se ponían en acción.
III. Afinidad de culturas
En otra cuadrilla, en el otro extremo de la zanja, descansaba Joseph
y Mohamed, compañeros de mi facultad. Joseph, africano, de color
negro, de dientes muy blancos, de contextura robusta y de mediana
estatura. Joseph hablaba muy bien ruso aunque con un pesado acento.
Era cordial, muy buena persona, de risa fácil e inconfundible. Joe, como
le llamaban sus amigos, era siempre muy amable, dispuesto a compartir
un rato agradable con sus compañeros. Su color negro pronunciado, casi
púrpura, le daba un marcado olor a melanina que después de un tiempo
dejó de ser incómodo para mí.
La temperatura de verano en Siberia en ocasiones llegaba a los 35
grados centígrados. Joseph reiteraba que el calor siberiano era
insoportable. Él era de familia de clase obrera, por lo que se podía
deducir de sus conversaciones en los ratos de descanso. Con Joseph
teníamos algunos aspectos de cultura de clase similares, lo que nos
permitía entendernos mejor. Algunos africanos sin embargo, pertenecían
a otros sectores sociales con abolengo. Joseph comentaba sin ninguna
reserva que había algunos africanos que todavía mantenían títulos
honoríficos, incluso príncipes de algún reino o clan. Joseph argüía en
68
ocasiones que en general la gente tendía a agruparse socialmente de
acuerdo a su extracción social, lo que permitía una mejor comunicación
y conformaba una afinidad de cultura política.
La diversidad de identidades culturales era apreciada en su debida
extensión por la gente de la clase trabajadora. La afinidad cultural
política de izquierda transcendía las barreras de las nacionalidades, de la
etnicidad y de las razas. La extracción social de clase es más fuerte que
cualquier valor racial, étnico o nacionalista. Esta afinidad política
contribuye claramente al afianzamiento de la sociedad socialista. Los
dirigentes soviéticos y de Occidente entendían claramente que el mayor
peligro para el socialismo es la destrucción de la cohesión de diferentes
grupos nacionales y étnicos, como también el avance de sentimientos
nacionalistas. Los sentimientos nacionalistas, si tienen éxito, son
suficientes para destruir el tejido social y el sentido comunitario de la
población, en beneficio de las élites.
Joe planteaba que los nacionalistas representaban una tendencia
ideológica derechista que rechaza la existencia de clases en la sociedad;
los nacionalistas proponen en cambio la agrupación de comunidades y
de naciones solamente en términos de sus intereses y en perjuicio de
otros grupos étnicos o naciones. Joseph agregaba que en nombre del
nacionalismo y la etnicidad se habían cometido muchos crímenes de lesa
humanidad. Los nacionalistas, fieles aliados de las causas ultra
conservadoras y al capital monopolista, han sido objeto siempre de un
69
consistente ataque por parte de sectores de la izquierda política en todas
partes donde existen conflictos sociales. Los sectores de la llamada clase
media, en la mayoría de los casos, son los principales adeptos a las
posiciones nacionalistas.
La intolerancia de alguna gente por la diversidad cultural y política
se manifestaba de muchas maneras entre los estudiantes. La gente del
norte de África, en su mayoría musulmanes, acostumbra usar
vestimentas típicas, con túnicas largas, colores muy característicos y un
pequeño sombrero en forma de disco o turbante. En muchas ocasiones
los muchachos inmaduros solían hacer bromas impertinentes e
insensibles sobre las coloridas túnicas de algunos africanos: " ¡ Este tipo
se escapó del circo! …", solían decir algunos. Nunca faltaba una broma
de mal gusto de parte de algún mentecato que expresaba alguna forma
de prejuicio racial hacia los africanos u otro grupo, como los árabes. En
circunstancias de interacción con otras culturas salen a la superficie una
serie de prejuicios raciales, étnicos, de clase, pero también se da la
oportunidad de corregir los prejuicios adquiridos y las concepciones
equivocadas.
Con Mohamed solía compartir un café y charlar un rato durante los
recreos entre clases en el campo universitario. Mohamed, delgado, de
alrededor de un metro ochenta de estatura, pelo rizado africano y lentes
oscuros, había estado en París estudiando en la Sarbonne por algún
tiempo y había participado en el movimiento de liberación de Argelia,
70
dirigido por Ben Bella en contra del colonialismo francés. Las
conversaciones con Mohamed eran siempre interesantes, llenaban
cualquier rato libre que se presentaba. La experiencia y la formación
intelectual de Mohamed le proporcionaban un gran número de amigos.
Su francés parisino, su sentido del humor parecido al de los latinos —
probablemente por la influencia francesa— facilitaba una relación
amistosa, cordial. Sus relatos de la guerra de la independencia de Argelia
eran impresionantes, sobretodo los relatos de las atrocidades cometidas
por los franceses colonialistas en contra del movimiento de liberación
argelino. El apoyo popular a la revolución argelina terminó por derrotar
a los colonialistas franceses, y la política de genocidio en contra de
patriotas argelinos, generando una nueva época en la lucha por la
independencia política de la metrópoli tradicional.
Mohamed relataba en detalle las realizaciones del gobierno de Ben
Bella en el proceso de desarrollo no capitalista que habían emprendido
en Argelia. La influencia y el apoyo de los países socialistas en ese
entonces habían creado las condiciones para terminar con el yugo del
colonialismo europeo en África y en Asia.
*
Entre los voluntarios había algunos asiáticos con fisonomía
semejante, difícil de distinguirlos si se los conoce por un periodo corto
71
de tiempo. Aquellos estudiantes asiáticos me recordaban de un
compañero de curso muy especial, Mochtar, un indonesio de la ciudad
de Jakarta. Él parecía un niño de 12 años por su comportamiento y por
su apariencia. Mochtar era un alumno destacado en sus clases, muy
sociable. Era conocido por su habitual sonrisa; nunca se le veía de mal
humor, jamás enojado o deprimido, su rostro siempre sonriente emanaba
simpatía y cordialidad. Sus dientes sobresalientes y blancos, su tez
morena, su pelo liso asiático le daba una apariencia agradable.
Mochtar había perdido a sus hermanos en la "noche de los
cuchillos largos" en Jakarta, durante el golpe de Estado en su país, en
que los militares ejecutaron alrededor de trescientos mil comunistas, o
presuntos comunistas, en un corto período de tiempo. Sukarno, luego el
general Sukarto, había asesinado a centenares de miles de civiles
inocentes en nombre de la guerra fría. La CIA norteamericana
contribuyó a la ejecución de ese plan siniestro18
. En esos días, durante
1965, Mochtar no fue a clases y cayó en una severa depresión por la
pérdida de sus familiares y amigos. Todos sus compañeros de curso
estábamos conmovidos por la tragedia sufrida por nuestro afable
compañero de clase; tratábamos de consolarlo, de solidarizar con su
tragedia, pero sin comprender cabalmente la significación de lo que
estaba ocurriendo en su vida en ese momento. Sus compañeros de la
facultad tratábamos de persuadirlo de que no regresara a su país en ese
18
“La noche de los cuchillos largos” fue una operación encubierta con la participación de la CIA y los
militares de Indonesia en 1965.
72
momento, dado el peligro de muerte que corría la gente de izquierda.
Después de insistentes conversaciones logramos convencerlo de la
importancia de continuar sus estudios y de la insensatez de exponerse a
un asesinato seguro en manos de los militares golpistas. El muchacho
alegre, que muchas veces parecía un niño por la inocencia de sus
bromas, se había transformado en una fiera sedienta de revancha y de
ira. Muchos de sus compatriotas, después de finalizar sus estudios no
pudieron regresar esperando mejores condiciones. Muchos de ellos
tuvieron que realizar estudios adicionales y esperar la llegada de un
clima más democrático para el regreso a su país. Posteriormente supe
que Mochtar, después de haber terminado sus estudios, se había
incorporado al movimiento guerrillero de su país para participar en la
lucha contra la dictadura de los militares; se había convertido en un
luchador por la defensa de los Derechos humanos, en un defensor de sus
compatriotas. La guerra fría estaba en su punto álgido, la CIA, el
gobierno de EE.UU., seguían apoyando todos los regímenes
antipopulares en el mundo. Nunca más supe de la suerte de Mochtar a
pesar de mis indagaciones entre sus compatriotas, y ante organismos
oficiales. En ese momento no comprendía en toda su dimensión lo que
significaba un golpe militar fascista, experiencia que desgraciadamente
enfrentaría más tarde bajo el mismo patrocinio que había provocado el
desaparecimiento de Mochtar, mi amigo y compañero de universidad.
73
*
En las brigadas del trabajo voluntario había, además de los
extranjeros, un buen número de compatriotas míos.
Pepe era originario del sur de Chile, de un pueblo de agricultores
de la fruta, tierra de cerezos, de manzanas, de lluvia, de humedad
penetrante en invierno. La ciudad de Pepe era pequeña, pero muy
particular. La influencia de los dueños de fundos, de terratenientes de la
zona se hacía sentir en todas las actividades de la ciudad. Los
terratenientes eran prácticamente los dueños de la ciudad. Sin embargo,
había una población numerosa que servía en la industria frutera, que en
los años sesenta todavía no llegaba a su apogeo. Los trabajadores de la
fruta tenían una fuerza política considerable cuando llegaba el momento
de votar. A pesar de las posturas de ultraderecha de los terratenientes, se
desarrolló un movimiento progresista capaz de elegir representantes de
izquierda al parlamento, establecer contactos con el movimiento
progresista internacional. El Dr. Naranjo fue elegido diputado por
Curicó en los años sesenta, apoyado por sectores de izquierda. Su
elección estableció un hito en la historia de esa ciudad sureña. "El
Naranjazo", como se llamó al evento político de la elección del Doctor
Naranjo, se produjo a pesar de la resistencia de la derecha terrateniente.
El doctor Naranjo era como el médico del pueblo, querido por mucha
gente humilde, respetado por la gente de izquierda. Mi amigo, su
74
familia, todos de izquierda, tuvo que ver en el triunfo de la elección del
diputado. Este fenómeno político aconteció como una antesala de la
elección presidencial de 1964, donde Eduardo Frei Montalva fue elegido
con mayoría absoluta, apoyado por la Democracia Cristiana, fuerza
política nueva en el escenario chileno, inspirada y apoyada por la
Democracia Cristiana alemana e italiana. El apoyo de EE.UU. a la
Democracia Cristiana en esa elección presidencial fue un hecho
controversial en el ambiento político chileno.
Los avances del socialismo en la Unión Soviética y de los países
socialistas eran conocidos en muchos sectores progresistas del pequeño
pueblo de Pepe. Su familia había sido de izquierda por generaciones y él
continuaba la tradición fielmente.
El Coño Horta era otro paisano con una identidad propia. Su
lenguaje en español era muy especial, incluso cómico. Nacido en España
de padres españoles, emigrantes en Francia como resultado de la guerra
civil española y nuevamente emigrante en Chile desde su niñez. Hablaba
chileno típico de los sectores populares de la ciudad y sin acento
español; a diferencia de sus padres, y hermanos mayores. Además
hablaba francés. Su familia parecía haber llegado a Chile como muchos
españoles que ingresaron al país en el Winnipeg, barco para los
republicanos que emigraron a fines de los años treinta.
75
Pablo Neruda19
, estuvo involucrado en el asilo de ese contingente
de españoles republicanos desplazados por la guerra civil y por Franco,
que a la sazón, gozaba del amplio apoyo de la Alemania hitleriana en
ascenso, y la ayuda de los fascistas italianos. Pablo Neruda era cónsul
honorario en Madrid durante la guerra civil española alrededor de 1936.
Este conflicto impactó profundamente al poeta. Fue entonces cuando se
originaron sus famosos versos en "España en el corazón".
Posteriormente, el poeta, de regreso en Chile, se esmeró en proporcionar
un asentamiento adecuado para todos los refugiados españoles que
emigraban en esos años a todos los rincones del mundo que les ofrecían
asilo.
El Coño Horta en numerosas ocasiones relataba a sus amigos las
anécdotas de la vida de emigrantes de su familia. Era un hijo de la guerra
civil española, tal como muchos niños huérfanos, con menos suerte que
él, habían sido diseminados en los países que apoyaban a los
republicanos españoles. Muchos de esos niños huérfanos habían crecido
en Rusia entre nuevos padres adoptivos, sensibles a la tragedia que
sacudía a España, solidarios con los republicanos. Muchos de esos
mismos niños con el tiempo regresaron a su tierra nativa, después de la
muerte de Franco. Después del dictador por cuarenta años, el nuevo
19
Pablo Neruda fue uno de los poetas latinoamericanos más populares en la Unión Soviética en los años
sesenta. En sus frecuentes visitas a centros culturales y académicos de Moscú era recibido con entusiasmo
por sus admiradores tanto soviéticos como latinoamericanos.
76
régimen permitió una apertura y las libertades civiles se restablecieron
después de muchos años de totalitarismo.
El Coño había crecido en una de las poblaciones de Santiago, había
terminado la escuela secundaria, y decidió a continuar sus estudios
universitarios y ahora se encontraba con nosotros en ese remoto lugar de
Siberia. El Coño Horta se reía con una carcajada distintiva y no pasaba
desapercibido en ninguna parte. El buen humor era su mayor aporte a la
actividad del grupo, lo que proporcionaba un ambiente de broma, de
alegría entre los jóvenes. Era de contextura alta, con algo de sobrepeso,
de cabellos claros, más bien de piel blanca. El Coño trabajaba siempre a
la par con los demás, pero buscaba la ocasión para hacer una broma o un
chiste que hacía reír a todos; era el "bufón" del grupo, un personaje que
no falta en un grupo estable de individuos. Cuando hablaba ruso lo hacía
con acento chileno, con algunas inflexiones en francés, como resultado
su pronunciación se escuchaba bastante cómica. En cierta ocasión hacía
un comentario sobre su ruso deficiente: "Me estoy olvidando del
español, me estoy olvidando del francés, no puedo aprender bien el ruso,
un poco más y me quedo mudo". Su comentario reflejaba muy bien las
dificultades de aprendizaje de un idioma cuando este proceso está en una
etapa avanzada, según algunos expertos en idiomas. En ocasiones me
entretenía con las conversaciones y bromas del Coño, seguía el hilo de
su conversación y estimulaba su imaginación, prestándole la atención
que este compañero requería.
77
Yo había llegado a Moscú como muchos jóvenes idealistas,
ansiosos de adquirir una carrera, aprender de una sociedad inédita.
La sociedad soviética, por una parte, presentaba nuevos dilemas,
problemas nunca antes enfrentados por el intelecto humano; era como un
problema intrincado, abierto a ser resuelto por sus participantes, los
soviéticos. Por otra parte, la sociedad soviética interpretaba
acertadamente mi extracción de clase. La vida diaria en la sociedad
soviética me parecía familiar, me daba un cierto alero de seguridad que
proporcionaba una suerte de afinidad cultural política de la gente a mi
alrededor. La sociedad soviética me ofrecía una situación sorprendente,
extraordinaria: información y conocimiento gratis, a mi disposición, solo
faltaba mi deseo, mi talento para adquirir esa riqueza, me enfrentaba a
un panorama rico, de un acerbo cultural antiquísimo, un sistema
ideológico consistente y racionalizado.
Todos los estudiantes estábamos en las mismas condiciones
materiales, se podía competir en igualdad de condiciones. No era el caso
en la universidad de mi país. La mayoría de mis compañeros de curso —
de aspecto europeo blanco— llegaban en automóvil a la universidad. Yo
en cambio, debía tomar dos autobuses repletos en las mañanas con mis
útiles y libros para llegar a las 8 de la mañana a la clase de Análisis
Matemático u otra clase similar. Mi determinación de salir del círculo de
la pobreza, de luchar por las injusticias era muy fuerte, intensa a veces.
No existía para mi ningún obstáculo suficiente para detenerme en mi
78
determinación de estudiar una carrera en el área científica. La
inclemencia del invierno sin abrigo, sin calefacción o agua caliente, la
falta de libros, la modestia de los recursos familiares, la disparidad de
clase con mis compañeros de curso, no constituía un impedimento, era
un gran desafío, una prueba que me permitía echar por tierra una pesada
presión psicológica e ideológica del medio ambiente en la sociedad: "el
pobre debe morir en la miseria, en la ignorancia, porque se le considera
de reducida capacidad intelectual, incapaz de aspirar a la vida glamorosa
solo destinada para la gente afluyente". Ningún obstáculo desalentaba mi
deseo de luchar contra la injusticia agobiante a la cual la gente de mi
condición social y económica estaba sometida.
Era un joven rebelde ansioso de justicia, sensible a cualquier abuso
en contra de la gente menos afortunada, la gente nacida en los sectores
populares.
Recuerdo en una oportunidad, cuando salía de mi escuela nocturna
en mi ciudad natal, pasadas las 10 de la noche, hacía frío, era invierno,
esperaba el autobús de regreso a mi casa, se me acercó un muchachito de
más de siete años, me pidió "una monedita par a comprar un pancito".
Le dije "no tengo", porque en realidad tenía sólo para la tarifa del
autobús; el niño se alejó rápidamente solicitando a otra gente alrededor.
En esa ocasión sentí el peso de mi frustración de no poder ayudar a esa
criatura andrajosa, quién sabe con que historia miserable. Habría
deseado, en ese momento, darle todo lo que tenía, darle alguna clase de
79
alivio a ese niño desvalido; yo me veía en él, no quería darle limosna
solamente, quería darle más que caridad o compasión. Mi conmoción me
impedía pensar claramente. Me subí al autobús, me senté en un rincón
trasero y oculté una lágrima de frustración por la injusticia permanente
cometida con el sector más desaventajado de mi gente. Se planteaba ante
mí una prolongada batalla, como una montaña inexpugnable, pero no
imposible de vencer. Pero lo mejor de todo era que no estaba solo en esa
epopeya.
En los años sesenta era difícil llegar a la Unión Soviética para la
gente que no estuviese relacionado con la gente progresista, con los
sindicatos, organizaciones políticas o sociales. Los turistas adinerados
no visitaban este país debido a las tensiones y prejuicios creados por la
guerra fría. A principio de los sesenta empezó un período de apertura de
la URSS, después de muchos años de acoso por parte de los países de
Occidente. A partir de los años cincuenta, el gobierno de la antigua
Unión Soviética —legado de la época de Stalin— abrió la posibilidad de
visitar ese misterioso país. Gracias a una beca que consideraba tanto los
méritos académicos como el factor socioeconómico de los postulantes,
pude llegar al país soviético, lo cual provocaría en mi vida un impacto
de incalculables consecuencias.
Después de un par de años de haber llegado a la URSS me
encontraba entre compañeros universitarios, entre compatriotas, de
80
soviéticos y gente de otras naciones, participando en el proyecto de
verano de 1967.
*
En cierta ocasión Pepe y yo conversábamos junto a una fogata en
el recinto del campamento y recordábamos, junto a otros amigos, un
viaje que habíamos realizado a Leningrado y al Báltico.
"¿Te acordai del loco Peña…?", me dijo Pepe sin esperar la
respuesta obvia. "¡Pucha que lo pasamos bien en Leningrado…!", Pepe
me comentaba momentos del viaje realizado durante un verano, varios
años antes. Hacíamos interminables y cansadoras caminatas alrededor de
los lugares turísticos de la ciudad. Cada paseo o caminata tomaba
siempre alrededor de media hora de discusión para decidir el itinerario.
Estas caminatas nos permitían conocer y visitar muchos lugares de
interés y admirar las tradiciones y tesoros arquitectónicos de la Rusia
Occidental. Era como estar visitando una ciudad museo, una ciudad
diseñada por Pedro El Grande en los años 1600, con la elegancia y la
glamour europeo de esa época.
"¿Te acordai de las noches blancas…?", le mencionaba a mi
interlocutor aludiendo los días en que no se oscurece durante un par de
días en esas latitudes. El sol se desliza brevemente en el horizonte y
vuelve a reaparecer mientras la gente joven, los turistas deambulaban
81
con un ánimo festivo a lo largo del río Neva. Durante un par de días,
durante las noches blancas, los jóvenes en grupos paseaban disfrutando
del agradable paisaje de la ciudad museo. A lo largo de la ribera, la
gente celebraba el fenómeno con un espíritu jovial, de respeto a ese
fenómeno natural. Algunos sentados en la baranda al costado del río que
se extendía a lo largo de la ribera con estatuas diversas, postes de luz con
lámparas altas con los motivos originales de la época de los Zares, junto
a los amplios bulevares junto al río. Los jóvenes cantaban alegremente;
el sonido de guitarras, acordeones se escuchaban en medio de la quietud
abrumadora. No faltaba algún grupo con un acordeón, balalaicas
entonando canciones tradicionales rusas, alguna pareja o mujer bailando
las danzas típicas rusas ante la algarabía de sus acompañantes y la
curiosidad nuestra.
Dos muchachas de nuestra edad se nos acercaron cuando
contemplábamos el paisaje dominado por el Neva. Ellas establecieron
una conversación fluida sin temor alguno que fuésemos visitantes
desconocidos. Al parecer no se preocupaban por la seguridad de la
gente, cuestión que llamaba la atención a los extranjeros. Luego de
satisfacer su curiosidad, charlar un rato, las atractivas muchachas se
despidieron con la misma amabilidad con que se habían acercado.
Los enamorados tenían la oportunidad de disfrutar del atardecer
más largo del año. Los barcos y lanchas se deslizaban por este río
navegable. Probablemente Mozart en su época habría visto ese mismo
82
panorama que nosotros disfrutábamos en ese momento: edificios
antiquísimos, exquisitamente mantenidos con colores suaves y neutros;
largas y anchas avenidas con mucha gente caminando y pocos vehículos.
Era una ciudad museo.
Muchos de los cientos de puentes sobre el Neva son levadizos, lo
que permite a los barcos de mediano calado hacer uso de esa importante
vía fluvial hacia el interior del territorio. Los ríos navegables son sin
duda una atracción exótica del Este de Europa. Cuando nos cansamos de
deambular, de conversar con los transeúntes —jóvenes de ambos
sexos— de compartir momentos llenos de curiosidad, ya el sol volvía a
reaparecer alrededor de las dos de la mañana. Nos dispusimos a regresar
a nuestro "Hotel": una residencia estudiantil en un Instituto de
Educación Técnica que nos albergaba temporalmente, apropiado para un
presupuesto de estudiante en un viaje de placer.
El "loco Peña", el "chico Adán", Pepe y yo nos dedicamos a visitar
tanto los monumentos, museos de la época de los Zares, como aquellos
que describían la historia más reciente de la Revolución Soviética. Entre
los últimos estaba el acorazado Aurora, el buque de la armada que
dirigió la insurrección de los marinos, el Smolnick, donde se organizó el
asalto al Palacio de gobierno de Kerensky, donde se inició el régimen de
los bolcheviques, el primer Estado Socialista en la historia.
El museo ateísta era otro lugar creado después de la revolución. La
presencia de este museo llamaba la atención de muchos visitantes. Allí
83
se describía la historia de desarrollo de las diferentes religiones,
incluidos las violentas represiones de la iglesia Católica en la época de la
Inquisición. También se exhibían episodios de la colusión de la iglesia
ortodoxa rusa y el régimen zarista. El propósito era mostrar que las
instituciones religiosas representan, y defienden intereses de clase, y por
lo tanto, se les trataba ideológicamente como adversarios, destacando su
legado en la miseria, en la pobreza, en la servidumbre de una vasta
población rusa durante la época zarista. Como política oficial existía la
intención de desalentar la enseñanza de valores religiosos
contraponiéndolos a valores científicos, además de desarrollar una
enseñanza laica, basada en los valores socialistas de la sociedad. Como
consecuencia, solos algunos ancianos, junto con sus nietos, acudían a las
pocas iglesias ortodoxas en servicio. La mayoría de las iglesias se
conservaban como museos. Las iglesias en servicio recibían subsidios
del Estado Soviético para su subsistencia.
Los monumentos de la época de los Zares eran cuidados con
esmero, con orgullo, la mayor parte de ellos habían sido destruidos en el
sitio y bombardeo de la ciudad durante cuatro años consecutivos por los
hitlerianos durante la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, fue
posible reconstruirlos en su esplendor original.
Visitamos el museo Hermitage, un edificio de color celeste de
adornos dorados, como muchos de los edificios de los Zares. Ocupaba
una manzana entera cerca del río Neva. Los dos pisos de este enorme
84
museo mostraban los clásicos rusos y europeos. La tradición ancestral de
Europa del Este se podía observar en las murallas amplias del
Hermitage. Los visitantes, en su gran mayoría soviéticos, mostraban el
interés genuino de una población culta y respetuosa de los valores
culturales e históricos. Los guías seguidos por grupos de visitantes,
cubrían los espacios del recinto inmaculado.
El Palacio de verano de los Zares remontado en una suave colina
es un recinto esplendoroso, con centenares de fuentes e inmensos prados
junto al mar. La corte de los Zares rusos, al estilo de la corte francesa,
era exuberante en el lujo de sus residencias y despliegue de opulencia,
mientras la vasta población sobrevivía una miseria persistente. La
familia imperial y su corte eran impopulares en la mayoría de los
sectores de la población a fines del siglo XIX. Las monarquías europeas
estaban emparentadas entre si. El zar de Rusia, por ejemplo, era primo
del rey de Inglaterra. Eso explica varios acontecimientos acorridos en
esa época, como por ejemplo, la intervención en 1918, de las fuerzas
militares de las potencias occidentales para aplastar la naciente Rusia
revolucionaria.
La fuente de piedras con regaderas espontáneas, que soltaban un
chorro de agua en forma inesperada cuando la gente trataba de caminar
sobre ellas, atraía la atención de los miles de turistas rusos y de
extranjeros.
85
Los leningradenses, o los habitantes de San Peterburgo antes de la
revolución de Octubre, llevan consigo una cicatriz profunda y dolorosa
ocasionada por el sitio de la ciudad por cuatros años durante la Segunda
Guerra Mundial. Bajo la ocupación de los hitlerianos (como ellos
prefieren denominar a las fuerzas armadas alemanas durante Adolfo
Hitler), perecieron cerca de un millón de personas en la ciudad. Niños,
ancianos morían a diario por hambre, frío bajo el sitio de la ciudad por
las fuerzas invasoras. No era posible abastecer de alimentos o
suministros a la ciudad durante este bloqueo; sólo eran posible
incursiones ocasionales de algunos destacamentos de provisiones a
través de sitios inexpugnables, o lagos congelados en medio de la
oscuridad de la noche para evadir el círculo de fuego que rodeaba la
ciudad. No hay familia en Leningrado que no haya perdido algún
familiar a consecuencia de los bombardeos permanentes y de la
hambruna debido al sitio angustioso y prolongado de la ciudad. La
gente, sobretodo de edad madura, se refería a la guerra con un marcado
dolor, como una tragedia que nunca más se debiera repetir. Para un
individuo que no ha tenido la experiencia de las atrocidades de la guerra,
este sentimiento pacifista parecía abstracto, estaba lejos de ser
comprendido en toda su extensión. Me imaginaba que un sentimiento
similar deberían experimentar los sobrevivientes de la ciudad de
Hiroshima y de Nagasaki.
86
Más tarde, el grupo de muchachos nos dirigimos en tren a Riga, en
Lituania, en el Báltico. El tren eléctrico es el transporte de preferencia en
toda Europa del Este. Los trenes tienen carros dormitorios muy
cómodos, especiales para viajes largos, con servicio excelente a cargo de
camareros que ofrecen buena atención y un delicioso té con miel. El
paisaje en verano es verde y sin colinas pronunciadas; se divisan lagos,
ríos a medida que avanza el tren. En Riga, una ciudad muy antigua con
habitantes nativos de ancestros escandinavos, alemanes y de origen ruso.
Los letreros y el nombre de las calles se leían en idioma lituano y más
abajo en ruso; la mayoría de la gente es bilingüe. En esa ciudad nos
hospedamos en una residencia estudiantil de la Universidad en Riga
cerca del centro de la ciudad. Riga, ciudad antigua de Europa del Este,
conserva una parte antigua y una moderna. Allí se observa también la
misma valoración europea por las tradiciones ancestrales.
Apenas nos ubicamos en un departamento en la residencia
estudiantil partimos a la playa, en el golfo de Riga, a Jürmula. Allí
conocimos un par de muchachas. "¿Cuál te gusta?, me preguntaba el
"loco Peña", dándome la preferencia de elección del acompañante antes
de acercarnos para establecer una conversación. Después de tomar la
decisión no había posibilidad de cambiar de opinión. Él eligió la que me
gustaba, pero la otra muchacha era simpática, muy rubia, muy robusta
para mi gusto. Las lituanesas hablaban ruso sin acento, pero son de una
cultura diferente. Se podía advertir claramente un comportamiento típico
87
de clase media occidental. Aún recuerdo a Galina, la gordita rubia
estudiante de arquitectura, la cual se puso muy de mal humor al
rompérsele su impermeable —aparentemente importado— en un
pequeño accidente, una tarde lluviosa de verano. Yo pensaba que una
rusa no habría hecho tanto escándalo por un impermeable roto.
Pasamos una tarde juntos en la playa con las jóvenes, disfrutando
de su compañía sentados en la arena blanca, limpia, bañada por aguas
mansas. Aquel bello lugar pasó desapercibido en el momento que
compartíamos la conversación con las encantadoras lituanas. La playa
amplia se prolongaba mar adentro por varios centenares de metros, con
aguas tan cristalinas que permitía verse los pies, una delicia del golfo de
Riga. Otra cosa eran las playas del Mar Negro —angostas y llenas de
ripio y acantilados; sin embargo, el agua tibia y el sol tostaban hasta la
piel más resistente. Nos despedimos en el andén de la estación del tren
en Jürmala. Regresé a Riga para después de un par de días volver a
Moscú vía Minsk, Bielorrusia.
"Me acuerdo del chico Adán… cuando encontró una billetera en el
suelo…", Pepe mencionó el episodio de la entrega a la policía de una
billetera encontrada en la calle. Adán, como persona responsable,
honrada, nos hizo caminar hasta un carro de policía estacionado en la
calle para hacer entrega de la prenda encontrada. El policía miró la
cartera pequeña, preguntó si tenía documentos, la examinó y le dio las
gracias como lo más normal de los eventos. Había algunos rublos en
88
ella. El chico Adán se había dado el trabajo de buscar un auto policial
para entregar la billetera. No me extrañó que así lo hiciera; él daba
siempre ejemplos de un comportamiento mesurado y responsable. Su
pelo liso sobre la frente, que trataba a menudo de ordenar con sus dedos,
su rostro de niño adulto, su tez morena, sonrisa fácil, su buen humor le
daba una apariencia apacible; tenía la fisonomía de un chileno del norte
grande, del desierto. El chico Adán siempre trataba de arbitrar las
discusiones espontáneas sobre los itinerarios del grupo y daba ejemplo
de sensatez. Aunque era el más joven del grupo, gradualmente se ganaba
el respeto de sus pares. Con el tiempo se convirtió en un líder, tenía
actitudes de negociador en cuestiones políticas. Años más tarde esta
habilidad le costó su vida. Él fue una de víctimas de la opresión en su
propia tierra; fue uno más en la inmensa lista de los desaparecidos en
Chile en 1976 durante la dictadura del general Pinochet.
"Yo me regresé a Moscú antes que ustedes…", me comentaba
Pepe para explicar que su dinero se había acabado y era conveniente
regresar para prepararse para un nuevo año de estudios. "¿Que pasó con
la Galina de Riga…?", me preguntó mientras ya la luz de la fogata
tendía a extinguirse. "¡Naa…!", le manifesté a mi interlocutor; habíamos
intercambiado algunos fotografías y cartas, pero el intento de romance se
había esfumado rápidamente tal como había aparecido.
*
89
Tanto Pepe como yo habíamos adquirido una cultura de izquierda,
la cultura política cultivada por individuos que proponen el cambio de
estructura del llamado sistema de "libre empresa". Con Pepe
compartíamos además una clara conciencia de clase obrera dada nuestra
extracción social y nuestra educación. Pepe era de una familia de
izquierda por generaciones; yo de extracción obrera con una formación
esencialmente autodidacta.
Pepe y yo éramos de familias modestas. La realidad enseña a los
pobres, a la clase trabajadora, a ser escépticos, debido a que en contadas
ocasiones en la vida los acontecimientos les son favorables; la vida es
una constante lucha por la sobre vivencia. Para salir adelante, para
escaparse del círculo de la pobreza se requiere circunstancias favorables
y un esfuerzo extraordinario. La gente pobre se pregunta a sí misma
¿dónde está la trampa?, cuando las cosas resultan bien o favorables. Esto
se diferencia de la experiencia vivida por una persona con extracción
social de "clase media" o de ingresos medios, lo que genera un
comportamiento social diferente a la de la gente pobre.
Además de ser realistas, Pepe y yo teníamos una clara actitud para
resolver los problemas planteados: solucionar las causas que provocan
los problemas, no limitarse a ventilar los síntomas de ellos. Nuestro
espíritu de rebeldes nos obligaba a buscar soluciones estructurales. Por
otra parte, el Coño se ubicaba en una categoría de individuos de
90
izquierda que prefieren una solución reformadora de la sociedad de libre
empresa sin que haya un cambio de carácter del sistema; él tenía una
posición cercana a la de la socialdemocracia. Los socialdemócratas
representan un número significativo en los países dependientes,
configuran un sector importante de la población, el "main stream20
" en
Europa, en EE.UU. y otros lugares.
En los años sesenta en la Rusia Soviética, en la Unión Soviética,
existía una cultura de izquierda más avanzada de lo que se conocía en el
mundo occidental. El nivel cultural, de conocimiento, de información de
los eventos mundiales, era muy avanzado en la población en general. Era
una sociedad tan recargada de ideología como la de occidente. Esta
sobredosis ideológica en la Unión Soviética era necesaria para construir
una sociedad nueva tomando como herramientas los principios del
marxismo-leninismo; era una tarea gigantesca nunca antes intentada en
la humanidad, que la mayoría de los soviéticos tomaban con fervor y con
responsabilidad. No había una experiencia previa para tomar como
referencia, todo era inédito. Este quehacer humanitario era posible por el
alto grado de "conciencia de clase obrera", de cultura proletaria
acumulada por generaciones. El desarrollo de una sociedad diferente
desconocida por la humanidad, planteaba a los soviéticos constantes
dilemas y reveses durante toda su historia. A fines de los años sesenta,
20
El promedio de la gente en el sentido cultural, que acepta el flujo de los acontecimientos y el status quo.
91
cuando deje ese lugar, habían sido capaces de salvar todos los obstáculos
enfrentados.
En occidente la cultura de izquierda se desarrollaba dentro de una
fuerte cultura mayoritaria de derecha en sus diversas formas. Las ideas
de izquierda podían crecer, desarrollarse en los individuos no solamente
por razones ideológicas, sino también por las contradicciones de la
sociedad de "la libre empresa". La existencia de un porcentaje alto de
desposeídos, la persistencia de la injusticia social, ayuda a la
concientización de los desposeídos, los transforma en luchadores por los
derechos básicos, esencialmente como resultado de su propia
experiencia personal.
Como cualquiera otra cultura, la de izquierda se adquiere como
consecuencia de la extracción social, de la experiencia personal, por la
inquietud intelectual, pero sobretodo principalmente por las condiciones
concretas, reales, desfavorables en que vive la gente.
Entre los jóvenes surge a menudo la pregunta: ¿Es posible que el
sistema capitalista solucione los problemas de la humanidad? Todos los
hechos indicaban que solo un sistema en que el poder resida en las
mayorías daría una respuesta adecuada a las necesidades de estas
mayorías. Para satisfacer las necesidades de las mayorías postergadas
surgen inevitablemente las revoluciones, pacíficas y violentas, con
mayor o menor éxito. La historia ofrece una multitud de ejemplos que
ilustran claramente esta situación: el absolutismo sucumbió bajo la
92
influencia de la clase capitalista naciente en Francia durante la
Revolución Francesa; la Comuna de París surgió como consecuencia de
las condiciones deplorables de los desposeídos franceses; la revolución
cubana fue una consecuencia del despotismo, de la corrupción de la élite
gobernante. Otros casos similares se dan más tarde en la historia de la
humanidad.
En los años sesenta todo el mundo miraba hacia el socialismo
como una alternativa real para los sectores proletarios, marginados de la
sociedad. Se divulgaba la experiencia socialista para mostrar que sólo
era posible satisfacer las necesidades de las mayorías en las condiciones
del socialismo. En Occidente esta experiencia se debatía a menudo entre
los jóvenes, a pesar de la ideología predominante de derecha, de las
campañas del terror que caricaturizaban la visión del socialismo y sus
adeptos.
El capitalismo mantiene condiciones de desigualdad, de injusticia
social para los trabajadores, con el mito de crear competencia en la
fuerza laboral y rentabilidad suficiente para el capital.
Los jóvenes universitarios y los sectores de trabajadores e
intelectuales se embarcaban en proyectos políticos por cambios
estructurales de la sociedad en el Tercer Mundo. La efervescencia de las
ideas de izquierda era el inicio de una nueva época, un período de
alumbramiento cultural, de información, de conocimiento. Una especie
de Renacimiento cultural empezó a tomar forma en los años sesenta.
93
La validez de cualquier planteamiento teórico siempre es
ratificada, respaldado por la experiencia de la vida diaria. Este
procedimiento científico obvio se ignoraba a menudo en la exploración
de nuevas avenidas de desarrollo de la sociedad. Un planteamiento
teórico deja de ser un ejercicio intelectual en la medida que cuenta con la
participación de las mayorías en el proceso de cambio. Sin embargo, en
el Tercer Mundo en los años sesenta este viejo axioma de la cultura de
izquierda corría el riesgo de ser ignorado por los sectores progresistas,
talvez estimulados por la celeridad de la guerra fría en ese momento. Los
movimientos guerrilleros en diferentes países de América Latina, los
movimientos por los derechos civiles en Norteamérica, el movimiento
pacifista en Europa, los movimientos de Independencia en África, eran
algunos de los factores que indicaban la dirección hacia un mundo más
progresista, hacia el éxito de las causas populares. Fue en esa "marea"
izquierdista que nos desarrollamos como jóvenes, con la confianza que
por primera vez la causa de las mayorías tenía la posibilidad de éxito en
el Tercer Mundo. El mundo socialista se robustecía, lograba prestigio en
muchos países. Había que aprender de la experiencia socialista; la
juventud estaba activamente impulsando la causa del socialismo en los
países del Tercer Mundo. En América Latina la mayoría de las
organizaciones estudiantiles de entonces pertenecían a los sectores de la
izquierda.
94
Luego, la influencia de las mujeres en las causas populares —con
la mitad de la fuerza electoral en Chile— impulsaba causas políticas,
sociales y de género. Un papel importante en cualquier proceso de
cambio les corresponde a las mujeres, no sólo por su número, poder de
decisión, sino por que constituyen un aporte de diferente carácter al de la
población masculina. Este planteamiento controversial desde el punto de
vista de análisis de clase, es un ingrediente que se ignoraba a menudo. El
elemento femenino era una fuerza dinámica mal entendida por amplios
sectores de las culturas políticas de izquierda. Las mujeres trabajadoras
tenían cada día más poder político y poder de decisión. En la Unión
Soviética de esos años, la presencia femenina en las actividades
económicas era notable comparada con cualquier país de Occidente, aún
más comparada con países de la América Latina. En el sector de la
salud, del arte, de la recreación, de los servicios gastronómicos, eran la
mayoría. En cambio en el sector de las ciencias, de la construcción, de la
defensa, parecían ser la minoría. La presencia femenina era todavía un
dilema discutido en los medios de comunicación estrictamente desde un
punto de vista de clase: la mujer como parte de la clase trabajadora. Las
mujeres eran un sector postergado que los soviéticos se esforzaban por
remediar. El apresuramiento en poner en órbita en el espacio a Valentina
Tereshkova, cuando el programa espacial estaba ya en su etapa
avanzada, indicaba ese objetivo en mente. Había una presión por parte
de los sectores civiles sobre los líderes soviéticos para mostrar un
95
progreso en la presencia prominente de la mujer en el programa espacial
y en otros sectores de la economía.
En Occidente se iniciaba la lucha por los derechos civiles de los
sectores minoritarios postergados, como también de los derechos de la
mujer en la sociedad y su igualdad ante la ley. Todos estos fenómenos, a
gran escala, contribuían a crear un conjunto de ideas, conceptos,
terminología propia de la gente de izquierda. En muchas ocasiones en la
vida política de muchos países de América Latina se daban debates
prácticamente entre dos culturas nítidamente diferenciadas e
irreconciliables —la cultura de izquierda y la de derecha.
En la base de la cultura de izquierda yacían los sectores proletarios
que proporcionaban la visión de clase en la orientación política de los
eventos. La extracción de clase proporciona un sentido, una percepción
muy especial de la realidad, consistente con los intereses de clase. Este
aspecto es también válido para los sectores de clase en el otro lado del
espectro político: la conciencia de clase de derecha, del capital, que
constituye la clase dominante en el mundo del "mercado libre". Este
sencillo esquema es considerado "subversivo" por la gente de derecha,
dado que clarifica el estrecho interés que ellos persiguen en
contraposición con los intereses de la mayoría. Aún mas, la gente de
derecha pretende en todo momento vender, imponer con sus recursos, la
idea de que sus intereses benefician los intereses de la mayoría. El mito
de que la acumulación de la riqueza en un minúsculo grupo de
96
individuos es supuestamente buena para las mayorías es desmentida por
la realidad. Existe algo admirable, sin embargo. La conciencia de clase
de derecha tiene una clara visión de sus intereses, una actitud política
muy clara, consistente, agresiva. La respuesta más agresiva conocida en
la humanidad surge cuando los intereses de clase de derecha están en
peligro o cuestionados. Aquellos que desafían sus intereses económicos
y sus privilegios están sujetos a los abusos de su poder, desde el
terrorismo de Estado hasta la presión psicológica de la población. La
clase obrera en cambio, defiende sus intereses con una violencia
equivalente, pero dentro de un humanismo intrínsico. Así, la conciencia
de clase no se aprende o se adquiere mediante una instrucción
sistemática o en la academia; se adquiere como resultado de la
experiencia vivida, de la extracción social de las personas.
Pepe y yo éramos estudiantes, como muchos otros, de extracción
proletaria, que habíamos llegado a ese cúmulo de planteamientos
políticos, un ordenamiento y convencimiento intelectual, básicamente
mediante la experiencia personal y no necesariamente por la influencia
de líderes o potencias extranjeras. Las condiciones reales de la sociedad
en que vivíamos era el origen, la escuela de nuestras concepciones.
En esas circunstancias, nosotros habíamos llegado a la Unión
Soviética en una completa armonía al nivel de la cultura de izquierda y
de la conciencia de clase que dominaba el quehacer social y político de
la gran mayoría de la población soviética. Era la "Meca" de la cultura de
97
izquierda, con las peculiaridades propias de la realidad local. La realidad
soviética representaba un ejemplo real y reconfortante de los valores y
principios que sustentábamos; esos planteamientos habían sido aplicados
en la práctica, en la vida diaria de la sociedad entera. Era una
experiencia digna de examinar, de comprender y que incitaba a la
reflexión.
Pensaba que una sensación similar debería haber experimentado un
individuo de cultura de derecha o a un dueño del capital, un gran
empresario, al visitar una sociedad de consumo en Occidente. Allí la
afluencia de algunos sectores de la población, donde se ha acumulado la
apropiación de recursos de muchos lugares del globo, impresiona a los
visitantes que solo quieren ver "las ramas pero no el bosque", solo
perciben la glamour, la afluencia de las personas de su misma condición.
Como "huéspedes" de la sociedad soviética nos surgían siempre
numerosas interrogantes y temores: ¿Qué haremos cuando regresemos?
¿Seremos aceptados por los sectores académicos y del Estado cuando
regresemos a nuestra ciudad natal o seremos repudiados como agentes
del "imperialismo soviético" o "traidores" a la causa de EE.UU. y de la
sociedad de libre empresa? ¿Seremos capaces de sobrevivir en un país
con una estructura completamente opuesta? ¿Podremos cambiar la
sociedad para que represente mejor la cultura de izquierda y los intereses
de las mayorías? Nuestras inquietudes terminaron por ser sometidas a
prueba más tarde.
98
Por ahora nuestra tarea era inmediata: seguir moviendo tierra.
*
Bajo el calor siberiano, trabajábamos con botas de cuero hasta la
rodilla y pantalones cortos. En verano amanecía alrededor de las cuatro
de la mañana y se oscurecía pasado las diez de la noche. Los jóvenes se
retiraban a dormir con la sensación que era demasiado temprano.
Durante las faenas se necesitaba una gran cantidad de agua
potable, transportada desde el campamento en tiestos de gran capacidad.
El agua de los riachuelos cercanos, debidamente tratada, filtrada, era de
buena calidad para beber y para las necesidades básicas del
campamento. En las faenas el agua fresca estaba disponible en cantidad,
era de fácil acceso para evitar posibles deshidrataciones de la gente. Un
maletín de primeros auxilios siempre estaba a la vista; existía una
persona responsable de otorgar servicio médico de emergencia.
La vestimenta de trabajo de los jóvenes era cómoda para la labor
realizada y solamente incomodaba, pero era inadecuada cuando nos
exponían a la mirada examinadora de alguna dama entre los trabajadores
estudiantiles. Entre las damas estaba Irina. Ella era parte del estamento
administrativo universitario y trabajaba en la biblioteca de Ingeniería y
Ciencias. Por lo general, las bibliotecarias son personas agradables,
educadas, parecen tener la tranquilidad que les proporciona el silencio,
99
la quietud de una biblioteca, o talvez sean personas cuyo elevado
intelecto las hace accesibles a todo público. Esta dama de baja estatura,
rubia, delgada, siempre sonría, era amable con todo el mundo, muy
diferente a su esposo, Yuri. Él era seco, de pocas palabras. Se puede
especular que la diversidad de caracteres produce una especie de
atracción que mantiene unidas a las parejas; el conflicto moderado de
polos opuestos propicia cierto grado de unidad. Este fenómeno,
conocido para los expertos en materialismo dialéctico, se manifiesta en
la vida diaria como un ingrediente más en la vida entre parejas. Irina,
que trabajaba en la cocina del campamento, conocía a todos los
estudiantes dado su oficio de bibliotecaria, la mayoría de los jóvenes
prácticamente vivían con los libros solicitados a Irina para la lectura
diaria. Ella saludaba siempre con una sonrisa, recibía un pequeño papel
con el código del libro, iba a buscar el libro encomendado entre las
hileras de estantes, y volvía con la amabilidad de todos conocida.
Las personas que atienden público no siempre son amables; en más
de una ocasión me encontraba con alguna vendedora de algún almacén
aparentemente de mal humor. Siempre me preguntaba si esas personas
mantendrían sus empleos si estuvieran trabajando en una empresa
privada en Occidente.
Irina a veces caminaba con su amiga Nadia por los bosques
cercanos al campamento en búsqueda de hongos comestibles. Recoger
hongos, disfrutar de la naturaleza es una especie de deporte de todos los
100
eslavos del Este de Europa, no pierden la oportunidad de salir al aire
libre. Esta actividad al aire libre era un escape a la vida monótona de
habitantes de departamentos en una ciudad grande. Mucha gente se
entretiene los fines de semana en la búsqueda de los "grebuí21
".
Nadia, la amiga de Irina, era asistente del cocinero; daba la
impresión de ser una persona reposada, juiciosa. Tenía cabellos oscuros,
tez blanca, ojos café claros, caminaba como deportista, con cierta gracia
y agilidad. Juzgando por su tez y su fisonomía, parecía de descendencia
judía o de alguna república del sur, como Armenia o Georgia. En esas
regiones del sur de Rusia, entre las comunidades del Cáucaso, la gente
tiene la fisonomía de la gente del Medio Oriente —a los ojos de una
persona de Occidente.
A menudo se les veía pasear a estas amigas, conversar
alegremente, tomadas del brazo, caminando alrededor del campamento.
Nadia era madre soltera, trabajaba como asistente técnica en los
laboratorios universitarios de Química. Su hijo —Serioscha, diminutivo
de Serguei— ya de siete años permanecía al cuidado de la abuela, la cual
vivía con ellos en un departamento compartido por otra pareja joven,
con cocina y baños comunes. Serioscha, muy parecido a su madre, iba a
los campamentos de descanso para los estudiantes de la enseñanza
primaria por un mes durante el verano. Las personas como Nadia hacían
21
“Gribui” hongos en ruso, muy apreciados en los meses siguientes después del deshielo alrededor de
Mayo, en primavera. Recoger hongos comestibles es una actividad muy popular en los bosques cercanos a
los sectores poblacionales.
101
uso de las garantías que proporcionaba el Estado en el área de la salud,
en la recreación, la educación gratis, lo que le permitía tener una vida
modesta pero cómoda, con seguridad. Durante las vacaciones de verano,
los niños como Serioscha eran transportados por caravanas de
omnibuses del transporte público por las calles de las ciudades con un
bullicio alegre de niños en vacaciones. Eran carnavales ambulantes
llenos de vocecillas agudas con sombreritos de género blanco que los
protegía del sol radiante del verano; se trasladaban a un campamento de
descanso, lugares cercanos a la ciudad que pertenecían al sistema
escolar. Había otros campamentos especiales donde acudían los
Pioneros22
, los alumnos más destacados de las escuelas primarias. Esos
campamentos disponían de elementos adicionales para incentivar los
talentos de los niños, promover un sentimiento de amistad entre los
niños de distintas razas y culturas. A estos campamentos acudían
también algunos niños extranjeros de edades similares venidos de todos
los continentes. Muchos de ellos eran de Estados Unidos, Canadá, de
América Latina, de Asia y de África. Aquellas criaturas podían
encontrar la calidez, la sinceridad de los niños, ajenos a los prejuicios
raciales, de clase, cuestión excepcional en un mundo de odios y
prejuicios de toda índole. Aquellos niños tenían el privilegio de vivir una
experiencia única que abría toda una visión distinta en el
comportamiento humano, la esperanza de que la sociedad puede ser no
22
“Pioniers” o pioneros, eran niños de cinco a trece años aproximadamente, que se destacaban en el sistema
escolar soviético.
102
una selva de seres de rapiña, sino un conjunto armonioso de seres
humanos que coexisten respetando la diversidad de los individuos,
promoviendo el desarrollo de sus facultades, sus talentos. Serioscha era
uno de esos privilegiados que podía disfrutar de las condiciones que
proporcionaba el Estado. Para los extranjeros, esta infraestructura que
beneficiaba a los niños, era un cuento de hadas que aparentemente
parecía más bien un juego propagandístico para exportar a Occidente
que una realidad. Siempre el extranjero se preguntaba, ¿dónde está la
trampa? con el recelo, la malicia que caracteriza al extranjero inmerso en
la guerra fría en la forma que se conocía en los años sesenta. Pero en
realidad todo este despliegue de recursos, que disfrutaba Serioscha,
correspondía a un estado normal de cosas. Toda actividad de los niños
tenía subsidio del Estado soviético permitiendo de esa manera una
distribución equitativa de la riqueza acumulada por la sociedad en su
conjunto. Nadia, en cierta ocasión comentaba en mi presencia y la de
Yuri, mi compañero de curso, sobre estos beneficios, como también
sobre el crecimiento de su niño al cuidado de la "bábushka23
", y cómo se
las arreglaba para trabajar dadas las exigencias de la crianza de su niño.
"Cuando Seriozhinka24
estaba chiquito, de ocho meses, era muy
difícil cuidarlo…", nos explicaba Nadia.
23
“Bábushka”, vocablo ruso que significa “abuelita”. La bábushka juega un papel importante en la familia,
especialmente en el hogar de las parejas jóvenes que se ocupan de trabajos o sus estudios universitarios.
Entre los rusos existe una cercanía y colaboración especial entre familiares. 24
Seriozhinka: diminutivo de Serguei.
103
La mayoría de las familias tienen solamente un hijo o una hija
como promedio en las ciudades grandes, donde la situación de vivienda
es desventajosa. Otra característica notoria es que por razones
económicas y de tradición la familia incluye a los padres y otros
familiares dentro del núcleo. Es común encontrar una pareja joven con
un bebé y un abuelo o abuela viviendo en el mismo techo. La labor de
los abuelos es compartir la crianza de los niños. Este rol tradicional
permite a los padres dedicarse a una labor intensa en sus vidas mientras
los abuelos proporcionan el apoyo al grupo familiar. En ese país existe el
concepto de la familia amplia, costumbre ancestral que favorece la
eficiencia en la crianza de los niños. También existía el apoyo del Estado
Soviético que proporcionaba el subsidio a los artículos infantiles que se
podían adquirir a precio de costo. Los niños eran tratados como sector
privilegiado de la población. Más aún, nos daba la impresión que en la
práctica y en teoría los soviéticos sentían adoración por todos los niños.
"Hasta los seis meses lo amamanté; luego empecé con la leche y
kasha de la cocinería infantil, además de la comida casera… después lo
llevé a la guardería infantil hasta cinco años…", explicaba Nadia con la
serenidad, la simplicidad y la experiencia de una madre esforzada. Nadia
expandía en explicaciones innecesarias para nosotros; ella sentía placer,
orgullo en explicar los logros de su primogénito. En ese momento el
niño tenía ya siete años; ahora todo era mucho más fácil, explicaba.
Serioscha después de sus vacaciones en el campamento de verano
104
llegaba rebosante de salud y bronceado por el sol. Durante este período,
ella lo extrañaba mucho, pero su ausencia le permitía hacer otras cosas
durante el verano, incluso tomar vacaciones cuando los laboratorios de
la universidad estaban en receso. No era extraño escuchar que gente de
un grupo familiar salía a vacaciones separadamente, incluso cuando se
trataba de parejas de matrimonios.
"Qué privilegiado es tu niño…", le comentaba con admiración.
"Yo tuve la misma crianza, aunque fue durante la postguerra, un
periodo difícil ¿no es cierto Yuri?", explicaba Nadia dirigiéndose a Yuri,
mientras éste asentía con la cabeza y seguía leyendo un material de
laboratorio.
"Me parece algo admirable …", le comentaba, meditando sobre mi
niñez de esfuerzos y de privaciones. Mucha gente soviética hablaba de
estos beneficios, y derechos para la crianza y de la educación de sus
hijos como algo natural, como un derecho adquirido para siempre. A
menudo me preguntaba cómo proporcionar una situación semejante a la
gente de América Latina, un bienestar similar a la gente pobre, a los
indigentes, a los campesinos pobres, a los desposeídos, a la gente
trabajadora, a todos los que viven en desventaja, en una inaceptable
miseria.
"Oye Nadia, háblame más de los problemas para criar un niño…",
le pregunté para saber su opinión sobre algo que me imaginaba. "Bueno
hay cosas buenas y malas en esto de criar un niño…", explicaba ella y
105
daba como ejemplo el caso de las verduras y las frutas en invierno. Era
típico en esos años ver colas de decenas de personas para comprar frutas
y verduras en los almacenes o kioscos. La gente tenía mucha capacidad
de compra, la oferta de productos no era suficiente, por lo menos en las
grandes ciudades, como Moscú. La prestación de servicios para los
hogares era otra consecuencia de la falta de mano de obra barata. Por
ejemplo, ella quería pintar la habitación de Serioscha, después de mucho
buscar un pintor de "brocha gorda", tuvo que desistir de la idea por el
costo y la demora del servicio. Por último decidió empapelar la
habitación con su madre durante un fin de semana, le resultó barato y
rápido como ella deseaba, de otra manera hubiese tenido que enfrentar la
tarea de conseguir algo muy escaso en esa época: un "maestro" confiable
y barato. Nadia continuaba explicando cuán avanzado Serioscha estaba
en la escuela mientras nosotros nos concentrábamos en el trabajo de
laboratorio.
Aparte de Nadia era escaso el número de mujeres en el
campamento. Shura, sobrenombre de Alejandra, la enfermera, atendía
posibles emergencias y problemas menores de salud. No tenía mucho
trabajo con unos doscientos jóvenes vigorosos llenos de salud, plenos de
confianza y de alegría. Ella enviaba los casos serios a un médico o a un
policlínico local de Zeleznogorsk, el pueblo más cercano. En los
primeros días después de la llegada, la enfermera se mantuvo muy
ocupada proporcionando analgésicos u otras medicinas para la
106
hinchazón provocada por los zancudos gigantes de Siberia. Shura era
como muchas enfermeras, amable, simpática, buena moza, de contextura
alta y delgada. Su cabello de un color rubio intenso, casi blanco, parecía
un color artificial, sus ojos eran de color miel, su tez blanca.
En cierta ocasión, el Coño Horta amaneció con algunos chichones
en la frente, en la mano derecha provocados por las picaduras de los
zancudos. Después de maldecir por un largo rato a los malditos insectos,
se dispuso a consultar a Shura, la atractiva enfermera. "¡Oye gallo! voy a
ver a mijita pa'que me cure los chichones y el corazón…", comentó el
Coño. "¡¿Ya te enamoraste de la Shura, ah?!", le repliqué mientras Pepe
lo miraba con una sonrisa burlona. "No es para tanto, pero está re-
buenona, tiene unos 'jamones' … uy mamacita!", exclamaba el Coño
haciendo un ademán con sus manos y una expresión en su cara que nos
hacía reír.
"Pero es muy flaca de arriba, muy alta y casi transparente", le dijo
Pepe intentando desanimar el cinismo del Coño.
"En la cama no se nota, gallo… yo, ..no soy fijao en el color de la
piel, en la talla ni en la edad, lo importante es que sea buenona…",
replicaba el Coño riéndose como de costumbre y echándose su cabello
largo y castaño hacia atrás con los dedos.
"¡Claro, como no!, la Shura no te da ni bola siquiera…", replicaba
Pepe con la seguridad que el Coño no tendría la osadía necesaria para
cortejar a una enfermera con un novio ya establecido por algún tiempo.
107
"Te manda a freír monos si te las dai de Valentino…", agregaba Pepe en
un tono de broma. El Coño a menudo hacía alarde de su capacidad de
"Don Juan" y le encantaba describir sus supuestas aventuras amorosas
sin que se lo pidieran. En cierta ocasión comentaba "Con unos vasos de
vino y una falda por delante yo no respondo de mí mismo.", afirmaba el
Coño con una risa habitual para complacer a sus amigos, con la
confianza que se produce entre los jóvenes que disfrutan de la cohesión
masculina. Yo conocía a Shura y estaba seguro de la actitud que tomaría
hacia el Coño, si éste intentaba insinuar algún posible romance. Su
novio, Mohamed, era mi compañero de clase y con él yo mantenía
relaciones de amistad muy cordiales. Por Mohamed sabía que la relación
entre ellos era seria. Shura buscaba alguien serio como Mohamed,
interesado en formar una familia estable. Mohamed contaba con el
respeto de todos sus pares por su seriedad, la sabiduría acumulada en su
trayectoria revolucionaria en su país y por su comportamiento como
estudiante aventajado en ciencias. Era una pareja adecuada, uno para el
otro.
*
La tez morera de Mohamed contrastaba con la tez casi transparente
de Shura.
108
"¿Oye Shura que piensas de la diferencia en la cultura y en la raza
en una pareja como ustedes?", le pregunté directamente en una ocasión,
un tiempo después de que Mohamed me la había presentado en un
evento cultural.
"Yo creo que la cultura hace diferencia, pero no el color o la raza",
opinó Shura. Ella explicaba que en su país había muchas culturas,
nacionalidades, grupos étnicos y razas; todos eran ciudadanos soviéticos
con una cultura soviética en común pero cada uno mantenía su
individualidad étnica. Los matrimonios de parejas de distintas razas, de
diferentes nacionalidades eran lo más normal. Me imaginaba que la
diferencia de culturas de Shura y Mohamed les dificultaba la
comunicación; entendía que efectivamente tenían muchas discusiones
estériles, pero que con el tiempo esa diferencia se había ido eliminando
gradualmente. Shura estaba muy segura de sus sentimientos hacia
Mohamed.
Con la misma tranquilidad de siempre, Shura agregaba que le
gustaría quedarse cerca de sus familiares, con su trabajo y Mohamed
trabajando en su especialidad en Moscú; pero al mismo tiempo, ella
entendía el compromiso moral con la causa de Mohamed y estaban
dispuestos a radicarse en África. Shura pensaba que el color de la piel no
tenía ninguna connotación negativa, que la gente en la URSS estaba
libre de cualquier prejuicio racial, solamente importaba el intelecto y una
genuina atracción por su pareja, como lo demostraba su caso.
109
"Yo creo que el prejuicio racial es una especie de virus maligno
que envenena la convivencia entre los humanos…", le comentaba sin
que Shura me lo hubiese preguntado. Le explicaba que, dada mi
experiencia, los prejuicios raciales solo se desarrollan en una sociedad
basada en la propiedad privada. Estos prejuicios se utilizan para dividir a
la gente de la clase trabajadora, quitarles la identidad de clase y de esa
manera absorberlos por los valores de la llamada "clase media" o
sectores de ingresos medios. En la sociedad de libre empresa se estimula
la colaboración de clases en beneficio del poder gobernante: el poder
corporativo de la empresa privada. Era un privilegio para los soviéticos
disfrutar de una sociedad sin clases y sin prejuicios raciales. Quería que
ella comprendiera algo que yo nunca había experimentado; creo que no
tuve mucho éxito.
En los años sesenta, en plena actividad de la guerra fría, la
ausencia de prejuicios raciales y de clase entre la población soviética
constituía un éxito de la sociedad y era algo que irritaba a los retractores
del socialismo, a los "señores feudales" de la guerra fría. Este rechazo
indicaba que había un progreso real, no absoluto, pero que mostraba en
una aplastante mayoría la URSS; era una sociedad sin clases antagónicas
y sin prejuicios raciales, una sociedad unida y con una identidad bastante
desarrollada.
110
IV. Los primeros romances
Entre la gente joven el tema predilecto de conversación en ratos de
ocio, es el sexo opuesto. Nosotros no éramos la excepción. ¿Qué
corazón roto dejaste por allá... antes que conocieras la negrita?, me
preguntaba Pepe después de varios comentarios de gente del grupo sobre
los amores del pasado. Mi reserva en cuestiones de romances,
especialmente sobre sentimientos amorosos era notoria, sin embargo, los
comentarios conducían a la apertura y a la candidez. Mis recuerdos se
precipitaban sobre la imagen de mi primera "polola25
" cuando estaba en
la escuela secundaria. Siempre existe una dama que impresiona a un
varón en la escuela secundaria, un recuerdo que perdura aunque haya
sido un amor platónico y temporal; llega cuando el varón atraviesa la
época más vulnerable y sensitiva: la adolescencia.
"Bueno, … ella tenía quince años y yo diecisiete…" apuntaba
carraspeando como de costumbre para reponerme de la emoción de
exponer mis recuerdos íntimos. Ella era una niña del barrio en que yo
vivía, siempre la había visto como niña jugando de vez en cuando con
sus hermanas. Pero de repente, en una tarde de primavera, apareció ente
mis ojos como una mariposa después de su metamorfosis,
resplandeciente, con su mirada esquiva, insinuante, me clavó con una
fuerza que se grabó en mi mente por mucho tiempo. Me preguntaba
25
“La polola” es un vocablo usado por los chilenos solamente, a semejanza de la “novia” de los mexicanos,
que sugiere una relación estable por un período que puede prolongarse incluso por años, hasta cuando se
llega a un estado de compromiso para el matrimonio en cuyo caso “la polola” se transforma en novia.
111
cómo era posible que la hermosura en esa criatura surgida de repente
atrapara tan intensamente mis sentidos. Nuestras miradas a distancia
eran suficientes para elevar las palpitaciones de mi corazón joven. Su
familia era muy estricta, con tradición católica, no permitía el
acercamiento o situaciones que expusieran a una joven dama destinada a
ser respetada como una dama de mayor rango social del que en realidad
proveníamos. Pero las restricciones de su madre —ambos habíamos
perdido a nuestros padres— no eran suficiente para evitar encuentros
fortuitos que nos permitían tocar nuestros dedos o entregar notas
amorosas que leía con avidez y emoción en un rincón de mi habitación
compartida con mi hermano mayor. Los momentos en que escribía las
notas-respuestas me transportaba a un mundo de ilusiones, a un mundo
de colores y éxtasis; era como un torrente de sentimientos, de emociones
sin paralelo en la vida de un adolescente que sólo se experimentan una
vez; son momentos mágicos prolongados, sostenidos como un acorde
musical, seguido por un estado eufórico, persistente y delicioso. Solo
una mirada de sus ojos verdes era suficiente para sentirme alegre todo el
día, o sentirme ansioso cuando la divisaba en la puerta de su casa. Su
proximidad era suficiente para invadirme de emociones; caminaba como
una reina con cuerpo de adolescente; su aroma me llegaba a la distancia,
pensaba en sus labios de cereza y la seguía a la distancia. Esta jovencita
especial del barrio con un inusitado encanto, que mecía sus cabellos
castaños al caminar, me mantuvo en un estado melancólico por un largo
112
tiempo. Tenía el nombre de una profesora de ruso que habíamos tenido
en la universidad, le explicaba a mi interlocutor. El tiempo había pasado,
su inocencia, su ternura todavía estaba en mi mente. Fue como una
primavera llena de vida y de colores. Todo lo dicho pasó por mi mente,
y solamente un resumen escuálido de esa experiencia había comunicado
a mis pares.
¿Y cual fue tu primer amorío... ? le pregunté a Pepe; le había
llegado el turno de la confidencia masculina. "Ah, … no hay mucho que
contar… sola la Sofía…" exclamaba Pepe arrastrando las palabras. Vivía
al lado de mi casa, íbamos juntos a la escuela, jugábamos juntos,
estábamos en cursos contiguos, me llevaba en su bicicleta, me daba
dulces, teníamos alrededor de doce o trece años, yo creo que estaba
enamorada de mí, no me dejaba tranquilo, no me gustaba nada,
explicaba Pepe. Me fastidiaba cuando insistía estar a mi lado. Yo
prefería jugar fútbol o compartir con mis amigos, me decía. Pero el
tiempo fue pasando y la Sofía se fue transformando en una joven
atractiva, dejó de ser una niña flaca como una tabla, ahora mostraba sus
curvas incipientes de una mujercita de dieciocho años. En ese momento
me empezó a llamar la atención y me fui enamorando de ella. Íbamos a
la plaza o algún parque cercano sin que nuestras familias se dieran
cuenta. Nunca le hice el amor como corresponde pero estuvimos muy
cerca, nos dábamos unos "atracones" que llegábamos a suspirar, y
agregaba. Después me fui de la ciudad y no nos vimos más. Creo que
113
terminó casándose con un hombre mayor que ella y después de tener un
par de hijos quedó viuda tempranamente. Todavía la recuerdo como una
de mis primeros amoríos, terminaba su relato Pepe. No faltaba una
broma del Coño reprochando nuestros amores platónicos de jóvenes,
haciendo alarde de su supuesta precocidad sexual.
*
¿Cómo fue que te emparejaste con la “negrita”26
?, exclamó Pepe;
él conocía a mi compañera desde hacía tres años. Todos los compatriotas
ingresados a la universidad en un determinado año tenían cierto grado de
familiaridad y las relaciones de amistad y de intereses eran más cercanas
entre los estudiantes ingresados en el mismo año.
"¿Te acuerdas de los trabajos voluntarios del Otoño de 1964…?",
le respondí con una pregunta. Nos habíamos conocido en esa ocasión,
ella estaba afanosa encima de un camión de escombros en las faenas en
un edificio de departamento en construcción. Sacábamos los restos de
materiales del edificio y los echábamos al vehículo. Más tarde me decía
que le había molestado que le hubiese llamado la atención por estar
encima de esos escombros a una altura de serio riesgo de un accidente.
Ella había llegado dos años antes que yo; ella se consideraba de mayor
26
“Negrita” es un término que los chilenos usan para identificar con afecto a su pareja o alguien cercano.
Entre los chilenos es común dar un denominativo afectuoso a su pareja que no tiene una connotación
peyorativa u ofensiva, tal como “negrito”, “viejita”, “chiquita”, “gordo”, “flaco” y otros calificativos
similares.
114
estatus y experiencia, dominaba ese idioma endemoniado, y yo, un
recién llegado impartiendo órdenes a los demás. Fue un encuentro poco
tradicional, pero único. Empezamos a juntarnos más seguidos hasta que
resultó romance, luego íbamos juntos a todas partes, al cine, a la
biblioteca, estudiábamos juntos, solíamos ir a funciones de teatro, del
ballet e incluso al Estadio Lenin a presenciar partidos de fútbol. Me
sentía un poco sofocado con la relación, mucho tiempo junto con una
mujer después de haber estado solo por muchos años, el compromiso me
intimidaba.
*
En Diciembre de 1964 me "escapé" con unos amigos a la ciudad de
Praga por unos días; solo le envié una tarjeta postal para anunciarle que
me había alejado momentáneamente. Esa arrancada sorpresiva me costó
un reproche persistente por muchos, muchos años. Para mí era
importante compartir con mis amigos y conocer una ciudad importante,
interesante; había mucho que experimentar y mi relación con mi
compañera era una amarra. No valieron mucho algunos modestos
regalos que le llevé desde Checoslovaquia; no sirvió ningún truco o
explicación: fue un regaño implacable al regreso de mi viaje de
escapada. Después de muchas discusiones la convencí que deberíamos
ahorrar dinero de nuestros modestos estipendios para viajar a Berlín en
el verano del 65, aprovechando un intercambio de estudiantes con esa
ciudad. Y así sucedió, llegó el día de las vacaciones de verano y nos
115
dispusimos a viajar al Occidente de Europa, al llamado Berlín Este.
Desde la antigua estación de ferrocarril de Moscú partimos
entusiasmados en un tren moderno con carros dormitorio un día en la
tarde. Entre la curiosidad y el entusiasmo del viaje se nos pasaron
rápidamente las primeras horas. Nos acercamos a Minsk en Bielorrusia
para llegar luego a la ciudad de Brest en la frontera con Polonia. Allí
había que descender del tren por una hora o dos para el cambio de los
carros por otros de trocha angosta27
. Caminamos un rato alrededor de la
estación hasta que se reanudó el viaje. Cruzamos por los campos fértiles
de Polonia, llegando a Varsovia en la mañana, luego continuamos hacia
Posnan. Los camarotes del tren eran cómodos, apropiados para viajes
largos, el camarero ruso ofrecía té caliente a los pasajeros. La
conversación, la lectura, la vista del panorama era interrumpida por la
inspección de guardias de aduanas en las fronteras. Había que salir del
camarote para la revisión de rigor. Las aduanas son siempre molestas
por la inconveniencia de la inspección de las pertenencias privadas
realizadas por gente de uniforme. En Europa del Este en esos años se
hacía una inspección cuidadosa del equipaje de los pasajeros, pero
nosotros no nos preocupábamos de esos detalles; estábamos interesados
en conocernos mejor, disfrutar de nuestro primer viaje al extranjero
desde nuestra tierra adoptiva, gozar de un panorama de colores del
27
Trocha angosta es la que se usa para los rieles de trenes en Occidente. Por razones militares y de
seguridad en la URSS después de la Segunda Guerra Mundial se había establecido la trocha ancha como una
medica para hacer más difícil una posible invasión por tierra.
116
campo abierto a través de la ventanilla del tren, sentir nuestra presencia
mutua, el placer de viajar juntos.
A veces en los ratos de silencio reflexionaba sobre los pequeños
detalles que conforman un entorno de acontecimientos. Por ejemplo, el
por qué, en muchas ocasiones, me encontraba en situaciones por primera
vez o en algo que nadie lo había hecho antes. Un viaje a Alemania en
esas circunstancias, un viaje a Siberia a trabajar, un viaje de estudios que
me iniciaba en estudios de Física Teórica, una relación con mi
compañera que nadie creía posible, y otras detalles de mi vida que
reflejaban una actitud hacia lo desconocido, hacia un desafío, lo
controversial, una tendencia a lo impopular, que el común de la gente no
elige porque es difícil o complicado. ¿Por qué elegía yo lo más
dificultoso?, me preguntaba a mí mismo. ¿Por qué, en situaciones de
crisis, mantengo la calma y resuelvo lo mejor que puedo, de acuerdo a
las circunstancias? Hay algo anormal en mí que me hace actuar de esta
manera; me respondía a mí mismo: hay algo de estupidez en mi
personalidad. Si busco desafíos y riesgos por voluntad propia, quiere
decir que soy un tonto a escala industrial, "un tonto a la vela", como
diría un chileno. Hay otros que buscan y encuentran situaciones
cómodas, sin aflicciones ni sobresaltos, viven felices y desarrollan una
panza prominente; en cambio yo me veo siempre en situaciones difíciles,
casi siempre las resuelvo, para de nuevo caer en la próxima situación
117
difícil de resolver. Después de hacer un recuento, me decía: “En este
mundo hay de todo, un tonto más no se nota”.
En los viajes se reflexiona, pero estos también son entretenidos.
Seguimos viaje pasando por Varsovia. El tren se detuvo por un rato
mientras nosotros observábamos a los transeúntes y pasajeros que
arribaban al tren. Varios grupos de monjas católicas se veían en el
andén. Semejante cuadro me recordaba el pasado. En Moscú la religión
ortodoxa no tenía una presencia notoria, pero los católicos en Polonia
son un sector importante de observantes y adeptos. Le indicaba a Nancy
la presencia de las monjas polacas, con la misma túnica negra y blanco,
que les da una apariencia de "pingüino", sin el ánimo de ofender, pero
era algo poco común ver esos personajes de la iglesia en el Este de
Europa. Le contaba a mi compañera de mi corta experiencia con las
monjas durante parte de la escuela primaria de la iglesia católica en el
barrio donde crecí. A los siete u ocho años de edad era un niño muy
travieso, indisciplinado, inquieto, rebelde. Una buena solución para mis
padres y familiares pudo haber sido mandarme a un Colegio Católico.
Mi hermano mayor y yo asistimos aquella escuela, con el uniforme
característico. Diariamente a las siete de la mañana, antes de las clases,
debíamos participar en las misas para los estudiantes. Allí en ese recinto
inmenso repetía, entre bostezos y aburrimiento, algunas oraciones que
recuerdo vagamente. Me gustaba la bóveda de la iglesia, con tantos
santos y arabescos, frescos, vidrios de colores hermosos, todo se veía tan
118
opulento. Siempre pensé que Dios y Jesucristo debieron haber sido muy
ricos, con mucho más dinero que mi familia, por cierto. Luego venía la
clase de las ocho de la mañana. Las monjitas servían de profesoras del
colegio. Un cura severo, alto y delgado era el inspector de la escuela de
dos pisos contigua a la iglesia. Él controlaba la disciplina de los niños
traviesos que no se comportaban de acuerdo a las reglas de la escuela.
Las monjitas-profesoras, al parecer, sostenían que el conocimiento
“entra con sangre”. Los castigos de los niños indisciplinados eran
ejemplares —la varilla en las manos o en el trasero, y el tirón de orejas
era el castigo habitual para desalentar cualquier rebeldía o falta de
respeto a la profesora. En mi sala del primer piso, la monjita impartía las
clases en diferentes temas con la debida atención de sus alumnos, de otra
manera había castigo para el que se saliera del molde. En esas
circunstancias no había espacio para travesuras; yo había aprendido la
lección rápidamente, sólo miraba atentamente a la profesora
pretendiendo escucharla como ella quería mientras mi mente estaba en
otra parte. Buena conducta decía mi libreta con mediocres notas, pero no
mencionaba mi aburrimiento. Un día el cura Iturriaga, el inspector, de
pelo negro y crespo me divisó balancearme en las ramas de un enorme
sauce en el medio del patio de la escuela; estaba entusiasmado con el
balancín de lianas del que otros niños también disfrutaban. Ante
semejante potencial de destrucción de la propiedad de la escuela, el cura
Iturriaga se enfureció, me agarró de un brazo, me dio unos cuantos
119
varillazos en las piernas y en el trasero, una reprimenda ejemplar ante
mis compañeros. Tenía ocho años y no pude soportar el dolor y largué el
llanto como un niño de mi edad. Tal humillación ante mis compañeros
no se la perdoné al cura; agarré mis libros y me escapé de la escuela no
sé cómo; probablemente, me escabullí por entre las rejas de hierro que
circunvalaban la entrada de la escuela. Las marcas de la varilla todavía
estaban en mi cuerpo y alegué a mi padre de lo ocurrido. "¡No voy más
a esa escuela!", le dije. No recuerdo claramente lo que mi padre hizo
pero poco tiempo después asistíamos a otra escuela más pequeña con la
satisfacción de haber logrado mi propósito, “lo que era justo era justo”.
Así, cuando veo una monjita, recuerdo a la monjita profesora, con su
atuendo que borra su fisonomía, convierte a la persona en un comodín
humano que realiza una labor encomendada por la iglesia. Son las
madres de la Iglesia que transmiten la cultura, las tradiciones milenarias,
las buenas y las malas, mantenidas gracias a las monjitas, supuestamente
esposas de Dios. Mi padre decía a menudo que los curas son "unos
barrabases, se acuestan con las feligresas más devotas". Nunca supe de
alguien en esa condición, pero yo le daba crédito a lo que mi padre
decía.
Sin muchos comentarios sobre mi historia, seguimos viaje hacia el
Oeste. Desaparecieron los edificios antiguos de la ciudad, después
vinieron sectores modernos, luego los campos "bordados" de Polonia,
esos mismos campos que en muchas ocasiones pasadas habían sido
120
escenarios de guerras e invasiones de soldados y ejércitos extranjeros.
Probablemente, ese es el precio que debe pagar la gente en los lugares
donde se acumula tanta riqueza, pensaba yo.
Nos acercamos a Berlín al atardecer, en un enjambre de vías
ferroviarias; llegamos donde se suponía debíamos llegar, nos
encontramos con nuestros amigos residentes de Berlín en el andén, y nos
dispusimos a disfrutar de esa ciudad, epicentro de la guerra fría en los
años sesenta.
Con mi compañera habíamos coordinado nuestra llegada a Berlín,
al mismo tiempo que nuestros amigos salían de vacaciones hacia Moscú.
El departamento amplio estaba disponible para nuestras vacaciones de
estudiantes de escasos recursos. Los spaghettis, la cerveza, el paté y el
pan alemán eran exquisitos. Todo limpio y ordenado, las calles y los
jardines impecables. Los trenes y el transporte impresionantes. Las
madres con coche para niños tenían un espacio disponible y
acomodaciones especiales en los autobuses; el metro y los trenes eran
formidables. En las estaciones del Metro existían estantes circulares
donde los pasajeros colgaban sus bicicletas, sin candados, para volver a
usarlas después del trabajo de regreso a sus casas. La gente era amable, y
de apariencia sana, y robusta. Era una atmósfera nueva en mis recuerdos
de viajero improvisado; se observaba un carácter europeo, pero había
algo más, el carácter germánico en el ambiente. Todo se veía limpio y
121
ordenado, con una afluencia moderada sobria, sin extravagancia: era una
sobriedad con cierta elegancia.
Muy pronto conocimos algunos compatriotas en estudios de
postgrado en esa ciudad, y fuimos invitados a visitar un museo muy
especial: el ex-campo de concentración de Sachsenhausen, no lejos de la
ciudad de Berlín. Nuestro huésped nos explicaba cuán importante era
para la República Democrática Alemana (RDA) exhibir los horrores de
la guerra y las atrocidades cometidas por los Nazis durante la Segunda
Guerra Mundial. Entre los pocos turistas en esa mañana, había una
pareja de rusos, él era oficial del ejercito soviético en una unidad
asentada en la RDA, ella era dueña de casa, rubia, alta y robusta. El se
vestía con uniforme con las botas altas y uniforme color kaki, típico del
ejército soviético. Ambos amables y educados, hacían comentarios sobre
la Segunda Guerra y la ciudad foco de la guerra fría, mientras
caminábamos por los prados entre las barracas y lugares de exterminio
del campo circundado por alambre de púa y atalayas alrededor. Un
cuadro tenebroso debió haber sido para los residentes de ese lugar
siniestro. Paradójicamente, ese mismo cuadro se volvió a repetir en
circunstancias similares ocho años después en la versión creada por la
dictadura militar fascista de Pinochet en 1973: el campo de
concentración de Chacabuco, en el medio del desierto en el Norte de
Chile.
122
Nuestro anfitrión comentaba que los primeros oponentes políticos
a los Nazis a principios de los años treintas, habían sido la gente
trabajadora, los dirigentes sindicales, la gente de izquierda, los
comunistas, socialistas, socialdemócratas, anarquistas y otros grupos. Se
estableció una política de confrontación directa con los Nazis en
ascenso, lucha de cuerpo a cuerpo en las calles, era un cuadro típico de
la época.
En esa época fue cuando se produjo el incendio del Reichstag,
donde se enjuició a Todor Rizhkov —posteriormente presidente de
Bulgaria— acusado de realizar el mencionado siniestro. Los Nazis
utilizaron ese pretexto para acelerar la represión de la gente de izquierda,
liquidando la oposición que aún quedaba en Alemania. La gente de
izquierda fueron los primeros que sufrieron la represión y los campos de
concentración cuando los Nazis llegaron al poder. Luego, siguieron con
los indigentes, los llamados gitanos o gente Roma, los homosexuales, la
gente mentalmente incapacitada, o cualquier grupo considerado
“indeseable”. Uno de los propósitos de los Nazis era barrer con la
oposición política y luego pasar a la "depuración" ideológica y racial. La
ejecución de la política racial del Tercer Reich, se aplicó en general
contra los alemanes de ancestro judío y contra los eslavos del Este de
Europa (los Polacos, los Checos, los rusos, ucranianos, bielorrusos y
otros grupos menores). Esta orientación ideológica y racial quedó
123
claramente demostrada si se considera el lugar de mayor concentración
del poderío militar y de exterminio de los Nazis: el llamado frente ruso.
Caminando y observando los camarotes de las barracas, las
dependencias para el almacenamiento de toda clase de vestimentas,
maletas, restos de dentaduras, cabellos, cuidadosamente catalogados nos
producía una extraña sensación de la siniestra utilización de la eficacia
alemana en ese período. Más atrás estaban los hornos crematorios y
algunos lugares donde se fusilaba a la gente, especialmente designado
para ese propósito. Eso indicaba una operación masiva y constante.
Emocionalmente cansados dimos por terminado el paseo al museo de la
muerte, incrustado en las inmediaciones de la ciudad. La gente en esa
época no pensaba o no quería pensar en las atrocidades cometidas por
razones ideológicas, en las cercanías de sus casas. Los Nazis
proporcionaban a la población el bienestar de una economía de guerra y
de saqueo de los países vecinos.
Nancy y la rusa conversaban como cotorras. El oficial y yo
intercambiábamos algunas frases y opiniones de vez en cuando. Nos
despedimos pensando en esa tarde llena de historia y de lecciones para el
futuro. Nuestro compatriota anfitrión se despidió en alemán con los
rusos y nosotros en nuestro idioma adoptivo.
De regreso al departamento, Nancy y yo nos dispusimos a preparar
la cena que consistía en sopas preparadas o spaghetti, supuestamente a la
italiana. Nuestra destreza en la cocina era incipiente, pero con un apetito
124
voraz cualquier cosa era deliciosa. Los panecillos estilo francés de la
panadería a la vuelta de la esquina y el paté alemán era nuestra
salvación. En el departamento gozábamos de la privacidad e intimidad
que deseábamos, con la tranquilidad de sentirse en vacaciones y con
ansias de conocer nuevos lugares.
Preparábamos el itinerario del día siguiente: esta vez íbamos a
conocer Pozdan, donde se había firmado el tratado de rendición del
ejército alemán ante los aliados. Un edificio modesto en medio del
bosque había sido testigo de ese evento entre los ejércitos
circunstancialmente aliados: el ejército rojo y la coalición occidental.
Apenas se firmó el tratado de capitulación del Tercer Reich se precipitó
la guerra fría entre la Unión Soviética y sus antiguos aliados. La guerra
fría fue tan dañina como la guerra misma. Para los turistas visitantes del
museo alusivo al tratado, éste representaba el pasado doloroso para las
víctimas de la guerra, y el sentido de culpabilidad de muchos alemanes
que habían consentido o ignorado las atrocidades realizadas por los
nazis. La antigua ciudad de Pozdan, con muchos edificios antiguos,
calles empedradas de adoquines, tranvías de color combinado de rojo y
blanco, muchos camiones, pocos automóviles, y gente caminando en las
calles.
Al día siguiente fuimos con nuestros amigos residentes de Berlín a
la puerta de Brandeburgo, el famoso arco de triunfo en la Avenida
Vanderstrass, y a visitar el muro de Berlín, vale decir, la frontera que
125
incluía una isla urbana dentro de la ciudad: el llamado Berlín Oeste. Esta
pequeña ciudad era un núcleo físico y un foco de tensiones políticas. El
tren se detuvo en el puesto de control —en ese momento ya no
continuaba hasta el centro de Berlín Oeste debido al aumento de las
tensiones internacionales entre ambas Alemanias y entre la URSS y
EE.UU.— mostramos nuestros pasaportes, continuamos hasta el centro
de Berlín Oeste y luego al Zoológico de la ciudad. Los edificios del
Berlín Oeste se construían dejando una franja divisoria. Algunos
edificios recientemente habían sido construidos incluso en el medio de la
calle, truncándola abruptamente como una vía interrumpida por aquella
separación. Había sectores de la frontera separados por una reja y garitas
de control, bastante improvisados. Entiendo que en otros sectores había
muros y atalayas, con centinelas apostados como guardias permanentes,
pero nosotros no logramos verlos. Existía una constante tensión en las
garitas fronterizas. Estos puntos eran usados como lugares de
provocación por los adversarios de la RDA. Por otra parte, Berlín Oeste
era una ciudad extravagante, de mucha concentración de población en un
espacio reducido, con mucho despliegue de riqueza, automóviles de lujo,
gente de mucho glamour, estudiantes haciendo alocuciones públicas en
contra de la guerra fría, sus inconsecuencias, criticando las autoridades
de Berlín Oeste; era una locura moderada ante nuestros ojos
acostumbrados al ambiente en el Este de Europa. En ese entonces, Berlín
Oeste tenía un status especial en realidad, según el tratado de posguerra
126
firmado en Pozdan. Se suponía que ese pequeño territorio era un
protectorado de las cuatro potencias de posguerra: EE.UU., Inglaterra,
Francia y la URSS. La ciudad estaba bajo la custodia de las guarniciones
militares de las cuatro potencias de posguerra. En la práctica, los países
occidentales habían establecido una fuerza dominante en ese pequeño
territorio, la participación militar del ejército rojo en la ciudad era
puramente decorativa. La ciudad de Berlín y la Alemania Este estaba
asediada constantemente por una propaganda profusa de las potencias
occidentales, especialmente de Inglaterra y de EE.UU.
En un día radiante de verano, paseábamos por las calles de Berlín
Oeste. Entre el asfalto y los edificios modernos, se destacaban las ruinas
de una iglesia bombardeada; se mantenía como museo de la ciudad, era
un contraste extraño que recordaba a cualquier visitante el pasado de
destrucción. Berlín Este, era modesta en comparación, sin grandes
aglomeraciones, con avenidas amplias, con muchos puestos de ventas de
"hotdogs" o salchichas calientes, y con cerveza negra formidable.
Existían almacenes de todo tipo, pero modestos comparados con los de
Berlín Oeste.
Los Alemanes de la RDA, no visitaban Berlín Oeste por razones de
orden político; era considera una visita no grata, no ayudaba a la imagen
independiente del país. Como curiosidad era aceptable, pero era una
visita políticamente incorrecta. Cuando pasamos por el control, en
ambos lados del cruce había gente haciéndose señas, aparentemente
127
miembros de la misma familia que vivían en distintos lados de la ciudad.
Esos momentos eran explotados muy bien por la prensa de Occidente,
sugiriendo que esas separaciones eran consecuencia de la existencia del
llamado muro de Berlín que encapsulaba a Berlín Oeste ubicado en
medio de la República Democrática Alemana, a unos 100 kilómetros de
la frontera con la República Federal de Alemania. En realidad era una
extraña circunstancia de posguerra de un país vencido en un conflicto
bélico. Para mí había un solo Berlín, Berlín Oeste había sido una
invención de Churchil y de Roosevelt para detener la influencia de los
soviéticos en Europa Occidental, además de ser un error estratégico del
Stalin y otros líderes soviéticos. Con los años, ese mismo tipo de
divisiones de países en conflicto ocurrió en Corea y en Vietnam. Las
fronteras físicas se pueden eliminar tarde o temprano, pero las
separaciones psicológicas e ideológicas son de mayor alcance.
Ya de vuelta en Berlín, es decir Berlín Este para los medios de
comunicación de occidente, visitamos el parque memorial de los caídos
en la guerra, donde hay una estatua gigantesca de un soldado soviético
representando a los que sepultaron el régimen Nazi; a los liberaron a
Europa del Este. A lo largo del parque se extendían murallas de mármol
tapizadas con nombres de soldados caídos en acción. Los prados verdes,
amplios, se veían con muchos turistas y visitantes; eran nuevas
generaciones de europeos con una nueva perspectiva sobre las
128
consecuencias de la Segunda Guerra Mundial —la paz permanente para
Europa.
En ocasiones comentábamos con mi compañera, que el estándar de
vida de los alemanes de la RDA —notoriamente superior al de los
soviéticos, en los años sesenta— estaba determinada por la constante
competencia con la República Federal de Alemania, la guerra fría y la
capacidad tecnológica e industrial tradicional de los alemanes. En la
partición de Alemania después de la Guerra, la RDA había heredado
menos territorio y menos capacidad industrial instalada, sin recursos
energéticos, con la excepción del lignito. Hacían muchos productos de
lignito: ropa de vestir, y otros artículos de amplio consumo; las otras
materias primas provenían de la Unión Soviética.
Después de visitar algunos museos y el Palacio Debussy,
decidimos que era tiempo de regresar a nuestra patria adoptiva,
prepararse para el nuevo semestre de estudios y de trabajo. En este viaje
improvisado mi compañera y yo habíamos compartido una experiencia
nueva por un tiempo breve, lo que anticipaba una relación estable y
permanente.
*
Una relación romántica que desemboca en el matrimonio parece
ser lo más normal de la vida. Sin embargo, en general los varones nunca
129
están dispuestos a asumir la responsabilidad de una relación a largo
plazo o contemplar el matrimonio por variadas razones. En ese grupo de
varones me incluía yo, con un temor vivo a la relación permanente o a
establecer una familia. Esta responsabilidad era demasiado
desestabilizadora. La mujer, en cambio, promueve el matrimonio,
retiene a su pareja para criar a los hijos. Esa tendencia es la que hace
"girar la tierra", y los varones se abstienen, en lo posible, de participar
en ese intento. Sin entrar en esa caja de Pandora, recuerdo que me resistí
hasta el último minuto, a contraer matrimonio, no por falta de cariño o
de compromiso con mi compañera, sino por el temor a la
responsabilidad y la inestabilidad financiera. Los jóvenes, en ese periodo
de la relación amorosa, no ven con claridad todos los aspectos
desfavorables, y hacen caso omiso de esa realidad; de otra manera,
habría muy pocos parejas permanentes y muy pocos niños. Después de
discutir el asunto con detención decidimos que era posible hacer una
vida de casados mientras todavía estábamos en la universidad con un
sinfín de obligaciones de estudiantes. Muchos de nuestros amigos y
compatriotas se mostraron pesimistas, pero nos apoyaron en nuestra
decisión. Al poco tiempo empezó la organización del evento por parte
nuestra y de amigos.
Invitamos a varios compañeros y amigos, a la ceremonia y a la
recepción. El matrimonio se realizó en el "Palacio de los Casamientos"
en Moscú a fines de Enero de 1966. La nieve y el viento penetrante
130
hacían más fría esa tarde de fiesta. Este recinto especial para ceremonias
nupciales, perteneciente al distrito de la ciudad, parecía una mansión de
la época de los Zares. La calidez y el aroma de la madera, las columnas
de mármol, los cielos tipo catedral, los chandeliers dorados
resplandecientes, el colorido de los arreglos florales ubicados
discretamente, proporcionaban un ambiente de alegría y de solemnidad
en los animados salones del Palacio.
La novia entró a un salón amplio a través de una puerta alta y
maciza al compás de una música nupcial no tradicional, avanzaba
lentamente sobre el piso de madera reluciente hacia donde estaba el
novio; a los costados se concentraron los participantes en esta ceremonia
especial. Ella vestía un traje corto no tradicional y un velo blanco que
cubría parcialmente su cara. "Linda la novia…", comentaba la gente que
asistía a la ceremonia. La tez mate de la novia se acentuaba con su
vestido nupcial blanco. Su leve sonrisa y sus movimientos solemnes al
caminar causaban la admiración de las mujeres y la curiosidad de los
varones.
El novio de traje oscuro, de simple elegancia, esperaba que se
acercara su pareja. Los novios se aproximaron a la dama que oficiaba los
matrimonios. Una diputada, junto con una asistente, casó a los novios
haciendo una alocución muy convincente en términos igualitarios de los
derechos de ambos como pareja; la diputada jugaba el papel simultáneo
de un cura y de un oficial de registro civil. A un costado estaban los
131
testigos y más atrás un grupo numeroso de amigos y de conocidos de los
novios. Los testigos —amigos cercanos de los novios— se mantenían a
corta distancia, en postura seria y nerviosa mientras duraba la
ceremonia. Después de escuchar lo que la diputado tenía que decirles, se
firmó un registro oficial, se siguió con el intercambio de los anillos de
compromiso, el beso tradicional de los novios, las fotos en el momento
de besarse, las felicitaciones de la diputado y luego de haber terminado
la ceremonia, todos los amigos y compañeros, que presenciaban la
ceremonia en el mismo salón, se acercaron a los novios para las
felicitaciones de rigor, transformándose en un tumulto de alegres voces y
carcajadas de los jóvenes presentes. La celebración empezaba en ese
momento; el champagne, las fotos, las bromas de los amigos de los
recién casados, sentimientos de amistad, de afecto y de curiosidad; todo
aquello ocurría en unos cuantos minutos de actividad y alegría dentro del
recinto. En la salida se lanzó el arroz tradicional y la novia lanzó el ramo
hacia atrás para que fuese recibido por la siguiente novia, según el rito
tradicional.
Después del Palacio de los Casamientos, siguió la recepción en
uno de los hoteles del centro de la ciudad, el Hotel Praga. El edificio del
Hotel era de los años cuarenta, con enormes vestíbulos y salones
especiales para recepciones de grupos numerosos. El edificio parecía un
museo, con espacios amplios, con techos altos y con adornos de estilo
supuestamente barroco en los muros. Los techos altos proporcionaban
132
un sistema de aire acondicionado natural que mantenía el lugar a una
temperatura agradable y constante. Una mesa larga arreglada
elegantemente en forma rectangular acomodó a un centenar de personas.
La mayoría de los asistentes al casamiento eran compatriotas. Existía un
ambiente de júbilo y de alegre convivencia entre los participantes.
Durante la cena hubo algunos brindis de nuestros amigos, intervenciones
que nadie escuchaba, solo bebían al unísono el vino importado y el
vodka local.
En esa oportunidad se realizaba la recepción de otra pareja de
recién casados en el salón contiguo. A posteriori quedó en evidencia que
era una pareja joven judía. Después de la cena y los numerosos brindis
habituales, se inició el baile con una orquesta en vivo y muy pronto, no
se supo cómo, los dos salones se hicieron uno solo y la gente se juntó a
bailar en forma colectiva con una facilidad asombrosa y con mucha
algarabía. Por supuesto, el vino y el vodka tuvieron algo que ver con esta
iniciativa, pero también el carácter jovial de los rusos y de los
extranjeros influyó en la manera en que se dio esta convivencia
espontánea de los dos grupos que celebraban a las parejas de recién
casados. Al compás de la "Hora" todo el mundo bailaba formando una
columna humana y luego en un círculo alegre que avanzaba al ritmo de
la danza y cantando los versos conocidos en muchos idiomas y en
diversos rincones del mundo:
Hava
133
Na'gilah…
Allí todo el mundo bailaba con mucho entusiasmo aunque no
supieran hacerlo, en una danza multicolor y multiétnica. La orquesta de
músicos no cesaba de tocar, mantenía un entusiasmo sostenido en la
gran sala por un período de tiempo calculado en términos del cansancio
físico producido por el baile. Fue una noche inolvidable de Enero en
pleno invierno ruso. Afuera, la ciudad cubierta de nieve con viento frío;
en el interior una acogedora y alegre fiesta de recién casados.
*
En la sociedad soviética de los sesenta los casamientos y los
divorcios se realizaban con la misma frecuencia. En ese entonces las
separaciones estaban relacionadas con la independencia económica y la
igualdad ante la ley de las mujeres. Las relaciones de los jóvenes, más
casuales que las de los mayores, eran multirraciales, multiétnicas y
multiculturales, con algunas excepciones.
Mi compañero de curso, Mohamed y la enfermera, Shura, se
casaron a fines del año 67 y luego tuvieron un hermoso hijo, una criatura
que era como la combinación de café con leche. Parecía una revolución
de genes, una combinación drástica. Algunas personas opinan que tal
combinación es beneficiosa para el mejoramiento de la especie humana.
134
Si resultan criaturas tan hermosas y tan adorables como ese niño,
Volodia, probablemente hay bastante de cierto en aquella hipótesis.
Shura y Mohamed se mantuvieron juntos y no daban evidencia de
separarse en un futuro cercano.
Las parejas de razas distintas eran bastante comunes en esa parte
del mundo, dado que no había mayores prejuicios. Los jóvenes
comentaban a manera de chisme, que una profesora de medicina de
renombre y de prestigio se había casado con un joven africano negro que
había sido su estudiante. Existía una clara diferencia de edad entre
ambos, pero al parecer no era un obstáculo para aquella pareja desigual.
Muchas de las parejas de rusos y extranjeros se disolvían cuando llegaba
el momento en que los extranjeros debían regresar a sus países. Otras
sobrevivían aquella prueba y se mantenían juntos por largo tiempo en el
extranjero o en Rusia. Las parejas que yo conocí, no tenían prejuicios
raciales de ningún tipo, ni diferencia en la extracción social.
Aparentemente para tener posibilidades de éxito entre parejas se necesita
una afinidad apreciable. A menudo las parejas estables, con una relación
sana, se dan entre gente con una ideología similar y con una situación
económica estable. Siempre hay excepciones a la regla, pero estos
indicadores se observan muy a menudo entre las parejas típicas que
conocí en ese rincón del mundo. También se daba el caso de
separaciones de parejas estables por razones de término de estudios, de
trabajo y por el traslado a lugares lejanos.
135
La ruptura de la relación amorosa entre amigos cercanos provoca
un dolor colectivo y una lamentable cicatriz emocional. Tanto en los
años sesenta como en décadas posteriores, la separación, el divorcio
entre parejas se propagó por todas las latitudes. No había familia en la
que no hubiese alguna separación o divorcio con las secuelas de traumas
en la mayoría de los casos. Como mencioné anteriormente, la taza de
divorcio en la Unión Soviética en los años sesenta era muy alta debido
en gran parte a la significativa independencia económica de la población
femenina y a los derechos de las mujeres ante la ley. Las mujeres
disfrutaban de los beneficios y el apoyo del Estado para criar a sus niños
sin tener que depender económicamente de sus parejas o familiares.
Existía la intención de reducir la taza de divorcio, pero el efecto de los
consejeros matrimoniales y los esfuerzos de los representantes del poder
judicial no tenían gran impacto en los divorcios entre los soviéticos.
En el campamento de verano en Siberia, la gran mayoría de los
jóvenes eran solteros. Para la mayoría de ellos, el significado del
matrimonio y la relación entre parejas era extremadamente seria y
responsable; tenía un carácter social. No solo los sentimientos humanos
se discutían entre los estudiantes, también existía un exceso de análisis
dialéctico.
136
V. El dogmatismo y las posiciones de clase
Dentro de la cultura de izquierda, Pepe se identificaba por una
férrea dirección política, sin cuestionar las decisiones tomadas desde
arriba, después de haber participado en el proceso de elaboración de la
decisión. Sascha Sanzone era un estudiante soviético amistoso y locuaz.
Tanto Pepe como Sascha Sanzone defendían sólo las posiciones de
clase, una actitud generalizada en Occidente y también en el Oriente.
Pepe tenía una actitud militante y disciplinada, un desmedido respeto por
la dirección política de los dirigentes de la Unión Soviética. Cualquier
crítica bien intencionada o no, correspondía según él, al campo de los
adversarios del socialismo. Tal actitud era plenamente comprensible, ya
que la celeridad de la guerra fría se manifestaba en forma de
hostigamiento mutuo e intenso en materia ideológica por parte de ambos
bloques. Esta actitud de Pepe y de Sascha bordeaba en el dogmatismo,
como quedaría en evidencia más tarde.
*
Meses más tarde, en la primavera de 1968, un día en la mañana se
escuchó el anunció de Levitán —el locutor tradicional de Radio Moscú
para asuntos oficiales— por los medios de comunicación y parlantes
ubicados en las calles de la ciudad. Levitán anunciaba sólo
acontecimientos importantes, tales como el lanzamiento del primer
137
sputnik, el primer hombre o la primera mujer en órbita en el espacio,
todos los anuncios relacionados con la Segunda Guerra Mundial y otros
sucesos similares. Cuando anunciaba Levitán había que prestar atención.
Esta vez anunciaba un acontecimiento importante de seguridad nacional,
y por supuesto, captó la atención de la población soviética provocando
además, una histeria en los medios de comunicación de Occidente.
Con Sascha Sanzone y Pepe comentábamos los hechos sobre la
intervención de los ejércitos del pacto de Varsovia en los asuntos
internos de uno de sus miembros, Checoslovaquia. Pepe y Sascha tenían
una actitud que era consistente con la solidaridad de clase expresada por
la dirección del gobierno soviético y del partido comunista soviético.
Sascha Sanzone pensaba además que las intervenciones del campo
capitalista, y en particular de Estados Unidos en numerosos lugares del
globo, eran una consecuencia, entre otras cosas, de la solidaridad de
clase, de la clase capitalista.
Tanto los acontecimientos en Checoslovaquia como algunos
aspectos del desarrollo del socialismo en el país soviético, indicaban la
presencia del desenlace de una crisis política y económica. Esa crisis
exigía una corrección en la manera de hacer las cosas; llegaba la época
del llamado socialismo científico, o sea, la utilización de los avances de
la revolución científica y tecnológica en la construcción del socialismo.
Era una búsqueda de un camino nuevo para el socialismo. En la práctica
había un escalamiento de la lucha ideológica que estaba en contradicción
138
con los intereses de la paz y del bienestar de la humanidad. Este
fenómeno no se percibía con claridad en ese momento, pero tendría
consecuencias en el futuro.
"¿Qué les parece lo que pasa en Checoslovaquia?¿Creen ustedes
que fue acertada la decisión de intervenir?", les preguntaba para indagar
sobre la posición gubernamental oficial sobre los eventos. Sascha
Sanzone explicaba en esa ocasión que la intervención era un deber de los
soviéticos dado el principio de internacionalismo proletario y la defensa
del socialismo en Checoslovaquia. Él estaba convencido que si no eran
los proletarios los que intervenían, lo harían los adversarios del
socialismo. Sascha argüía que los llamados turistas alemanes
occidentales entraban a Checoslovaquia como "en su casa" y
proporcionaban la logística técnica militar a los elementos antisocialistas
checoslovacos, incluido radiotransmisores, armas cortas y otros
elementos para derrocar al régimen socialista en un conflicto de baja
intensidad. Había una clara evidencia de la intervención de las agencias
de seguridad de Alemania Federal —país colindante— y de otras
potencias. Era un deber internacional acudir en ayuda del gobierno
checoslovaco cuando lo solicitaba, según lo estipulaba el Pacto de
Amistad y Ayuda Recíproca y de acuerdo a los estatutos del Pacto
militar de Varsovia.
Pero la cuestión iba más allá del aspecto legal. La ocupación por
parte de los ejércitos del Pacto de Varsovia había sido pacífica. Los
139
soldados soviéticos de unidades motorizadas habían sido instalados en la
ciudad de Praga; los tanquistas soviéticos se veían en la televisión
dialogando con los transeúntes de esa antigua ciudad; algunos peatones
protestaban, otros se veían discutiendo la situación creada en una actitud
amistosa. Sascha creía que se justificaba la intervención del ejército
soviético, de otra manera las pérdidas del socialismo y la posible guerra
civil pudo haber sido peor. No era una opinión convincente.
"Hay algo que no me gusta… es una solución que no da
confianza", les argüí y les sugerí que el problema reaparecería en el
futuro. Podía notar la resistencia de mis amigos para aceptar una
posición divergente a la oficial. Les planteé que la opinión oficial no
consideraba el hecho de que Checoslovaquia era una democracia
popular, inspirada en la coexistencia y colaboración de la clase obrera y
de sectores de la pequeña burguesía, con múltiples partidos políticos que
participaban en ese proceso hacia el socialismo. Me parecía totalmente
comprensible mantener una actitud tolerante frente a la correlación de
fuerzas políticas que se daban en ese momento, sin perder el control
político de los eventos. Sugerí que las fuerzas políticas de izquierda en
Checoslovaquia no tenían la suficiente madurez y capacidad para dirigir
semejante proceso. La intervención de los ejércitos del Pacto de
Varsovia no mejoraría substancialmente los conflictos internos.
140
"No, yo creo que hay que tomar una posición de clase, tal como
nuestros enemigos lo hacen, incluso mejor que nosotros", expresaba
Sascha Sanzone.
"No puh… hay que darle duro a los momios checoslovacos o si no
se suben al piano", reforzaba Pepe, y agregaba que era necesario tener
mano firme con los contrarrevolucionarios checoslovacos, o si no se
perdía el socialismo en ese país.
El diálogo sobre el tema se prolongó intermitentemente por varios
días, pero el conformismo dominó la conversación. Talvez la histeria
provocada en Occidente por la intervención, eliminó la posibilidad de
una discusión más estimulante y analítica. Era “de mal gusto” estar de
acuerdo con los planteamientos de Occidente en una situación de
confrontación bélica de los soviéticos. Es obvio que en una situación de
seguridad nacional la población muestra unidad de acción y posterga u
olvida los elementos de controversia.
Se escuchaban voces divergentes entre las filas de la gente de
izquierda en Occidente, que indudablemente tenía un cariz más
complejo que en la Unión Soviética. Antiguos militantes se apartaban de
los partidos comunistas, y los miembros de los partidos socialistas y
socialdemócratas se mostraron especialmente críticos de los
acontecimientos en el Este de Europa por muchos años después de los
acontecimientos en Checoslovaquia. Se creó una efervescencia de
141
sentimiento anti-ruso, anti-soviético, muy desfavorable en contra del
llamado "Movimiento Comunista Internacional".
La tendencia a simplificar el análisis y a justificar planteamientos
con antecedentes científicos o ideológicos era muy común entre los
jóvenes. Los jóvenes en el campamento no era la excepción en esa
práctica. Las discusiones eran dominadas por el ambiente de la guerra
fría y por la tendencia al análisis dogmático; a menudo se confundían
por posiciones de clase. A ratos se hablaba de cuestiones políticas y con
la misma facilidad se pasaba a las faenas diarias donde la pala y la picota
eran nuestros instrumentos básicos. Y así el trabajo continuaba.
VI. Distracciones
Un atardecer, a fines de Julio, todos regresamos al campamento
después de siete horas de trabajo intenso; deseábamos un momento de
relajamiento, de descanso. En cierta ocasión se nos ocurrió adoptar un
"burunduk28
" como mascota de uno de los dormitorios comunitarios.
Estos roedores de gran movilidad, similares al de las ardillas de
California y otros lugares de Norteamérica, son pequeños, con dientes
filudos, pelaje grisáceo, y cola respingada. Viven y se desplazan entre
las copas de los abedules en los remotos bosques de Siberia y pueden
soportar temperaturas extremas en los prolongados inviernos de la
28
Vocablo ruso para designar a una especie de ardilla, muy común en la región subártica.
142
región. El "burunduk" inevitablemente encuentra la forma de escaparse
de cualquier jaula que se construya para su cautiverio; con sus dientes
puede cortar cualquier madera y escabullirse por cualquier orificio.
Después de varios diseños de jaulas, la mascota no permitió aceptar el
confinamiento. Cada vez que se escapaba hacia los árboles un grupo de
jóvenes corría tras ella mientras ésta trepaba rápidamente a la cima de
los árboles escapándose de sus carceleros para luego saltar entre los
abedules y los pinos de alrededor. En la pesquisa del "burunduk"
participaban por lo menos cinco personas. Al Coño, con su voz
característica, se le escuchaba en las carreras y la algarabía para volver a
capturar el roedor. Remecían el árbol para que el "burunduk" cayera y
para luego recibirla en una frazada extendida, como los bomberos en un
rescate de incendios. La mascota era introducida nuevamente a su jaula
y pronto volvía a escaparse después de algunas horas. Por dos semanas
más o menos se mantuvo este juego con la mascota hasta que sus
"carceleros" desistieron de encerrarla en contra de su voluntad. Se
cansaron de correr tras ella en el bosque y decidieron sólo observarla
cuando se acercaba a la carpa para disfrutar de las migajas de pan que
ellos le ofrecían. Después de tanto alboroto con el "burunduk" todos se
dieron cuenta que el roedor se había ganado el respeto de ellos.
Un "burunduk" como mascota no era la única ocurrencia de los
jóvenes; en ocasiones pensaban en voz alta sobre la posibilidad de
encontrar un osito como mascota, cuestión que era desechada sin mucha
143
discusión. Otros sugerían buscar un pequeño reno, idea que no
prosperaba mucho tampoco. Los estudiantes nos sentíamos solos lejos
de nuestros seres queridos; sólo el trabajo manual de todos los días nos
absorbía la mayor parte del tiempo; era sin duda muy buena terapia para
la nostalgia.
Los seres humanos necesitan del afecto y el cariño de sus pares, y
si éste no existe una mascota proporciona un sustituto parcial a tal
necesidad. Las personas solitarias suelen tener alguna mascota que les
ayude en alguna forma a sobrellevar su soledad en un intento de llenar
en sus vidas el vacío emocional, que los seres humanos no han podido
satisfacer.
La gran mayoría de los jóvenes en el campamento consideraban a
las mascotas un juguete de diversión sin considerar el aspecto emocional
en esa relación. La juventud tiene menos inhibiciones en las relaciones
sociales, emocionales; puede establecer fácilmente un puente afectivo
entre sus pares. Las culturas que se basan en el comunitarismo y la
solidaridad humana pueden proporcionar una vida de mejor calidad para
los individuos y la necesidad de una mascota se hace menos importante.
La comunidad de estudiantes en el campamento tenía una función
social muy específica que combinaba la distracción habitual con el
intercambio de experiencias, de conocimientos, de información, de
amistad y de apoyo emocional. Por esa razón ese contingente de jóvenes
se mantenía con excelente salud mental y física. Los muchachos eran
144
alegres, siempre dispuestos a la acción, al trabajo, con ansias de saber y
de aprender. Ellos manifestaban una extraordinaria confianza en el
futuro. Ese estado de ánimo se podía palpar en el ambiente; tenían una
base firme de sustentación en sus vidas en desarrollo. Me preguntaba a
menudo, ¿Es esto lo que yo quisiera tener entre la gente que me vio
crecer? La respuesta en mi mente era afirmativa, y acto seguido, alguien
rompió el silencio.
*
"¡Vamos gallo a jugar ajedrez!… allá hay un maestro que va a
jugar con un montón de hueones…", me invitaba el Coño a la partida de
ajedrez mientras otros se dirigían hacia el comedor comentando con
entusiasmo el evento del día. "¡No!… con un maestro…¡No!", le
respondí sin que disminuyera mi interés por mirar las jugadas de los
expertos.
Más de una vez en el comedor del campamento se organizaron
partidas de ajedrez múltiples con algún maestro de ajedrez del pueblo
más cercano, Zeleznogorsk. El maestro de ajedrez hacía una simultánea
con alrededor de veinte personas a la vez. Tenía el aspecto de un
maestro de escuela secundaria, de unos treinta años, mayor ante nuestros
ojos de jóvenes imberbes; vestía como persona sencilla, se confundía
con los estudiantes, excepto por su edad y sus cabellos ralos de color
145
claro. El maestro de ajedrez a menudo se acomodaba su boina oscura y
se desplazaba con movimientos rápidos. Entre los estudiantes existían
buenos jugadores de ajedrez, lo suficientemente experimentados para
ganarle a cualquier persona con mediana experiencia. El maestro iba de
tablero en tablero, observaba la jugada realizada por el oponente algunos
segundos, a veces murmuraba "Tak …tak…29
" y hacía rápidamente su
movida. El maestro pulsaba el reloj y continuaba al tablero siguiente.
Entre los participantes estaba el Coño Horta, uno de los buenos; también
estaban los "corpulitos", Yuri, Serguei y Tolya, todos muy enfocados en
el juego. Algunos estaban inmóviles, muy cerebrales; otros hacían
variadas gesticulaciones tomándose el pelo, la barbilla, el cuello, con la
mirada fija en el tablero, sin perder el hilo de la jugada; otros con cara de
seguridad y autoestima esperaban impacientes el turno del maestro.
Había un silencio pronunciado que solo se interrumpía con la campanilla
del reloj para el cambio de jugada y las pisadas en el piso de ripio del
maestro de ajedrez. En la periferia estaban los curiosos, los "mirones".
Los espectadores seguían el juego y participaban mentalmente de las
jugadas articuladas por los oponentes. Yo me divertía observando las
jugadas y las reacciones, a veces cómicas, de los participantes.
Típicamente estos maestros ganan a casi todos los participantes, y en
contadas ocasiones renuncian a continuar jugando con su oponente lo
29
Tak tak… vocablo ruso que tiene muchos significados dependiendo del contexto, pero en esta expresión
significa aproximadamente algo así como “A ver, a ver ... que tenemos aquí…”
146
que es de gran honor para el jugador. Después de una hora o dos, el
resultado fue favorable para el maestro de ajedrez.
El ajedrez era un pasatiempo muy popular entre los soviéticos,
sobre todo en las ciudades grandes. No había parque o sitio de
recreación en donde no se viera algún grupo de gente jugando ajedrez,
sobretodo gente de mediana y avanzada edad. Sin duda el ajedrez era un
juego de día domingo o cuando se cuenta con bastante tiempo
disponible. Fácilmente una partida de ajedrez múltiple puede durar dos
horas o más, período que absorbe totalmente a los oponentes. Después
de esa jornada de ajedrez los jóvenes comentaban los pormenores de las
jugadas realizadas por el maestro de ajedrez. "¡Coñoo!, … y,… ¿cómo te
fue?", le gritaba del otro extremo de las mesas del comedor. "¡Shiii !…
este gallo no me corre a mí", me replicaba con aire de autosuficiencia,
una risa burlona después de que el maestro tuvo que abandonar el juego,
votando el Rey, dado el experimentado y agresivo juego del Coño, según
explicaba más tarde. El maestro de ajedrez había sido invitado a jugar
otra simultánea para el domingo siguiente.
VII. Vietnam
A menudo, después de las faenas diarias, se reunían grupos de
amigos para conversar, y hacer vida social alrededor de una fogata en el
atardecer en cualquier lugar acogedor al centro del campamento. No se
147
permitían bebidas alcohólicas para evitar cualquier exceso de los
jóvenes. El ambiente era sano y confortable; existía un ansia por
aprender y escuchar, sin abandonar la diversión sensata. La conversación
siempre empezaba con alguna broma sobre alguien, anécdotas ocurridas
durante las jornadas diarias, continuaba con preguntas sobre la situación
social y política en diferentes rincones de la Unión y del mundo de
donde provenían muchos de los jóvenes estudiantes, Después se pasaba
a otros temas como el tiempo en Moscú, en Siberia y otros lugares. Los
rusos, por supuesto, hacían alarde a menudo, y con justa razón, del
invierno Siberiano. Algunos contaban que, en ocasiones, "hasta los
pájaros de la región caen congelados en vuelo" durante periodos de
temperaturas bajas. Otros hacían comentarios de temperaturas extremas
en otros lugares del mundo. Después la conversación volvía a los
deportes, la política, la literatura o la música, dependiendo de los
integrantes del grupo. Las trivialidades, vanidades, y chismes no tenían
cabida en la convivencia de los jóvenes.
A fines de los años sesenta, el tema favorito de conversación
política era la guerra en Vietnam y la solidaridad con los vietnamitas.
La imagen de EE.UU. era deplorable en la Unión Soviética. EE.UU. era
catalogado como los invasores más poderosos del mundo, saqueadores
de los recursos naturales y humanos del llamado "Tercer Mundo". La
guerra fría —la lucha ideológica del mundo socialista y progresista, por
un lado, y el mundo capitalista occidental por otro— promovía
148
intervenciones militares, intervenciones de orden económico-político;
creaba focos de conflictos en el mundo donde perecía mucha gente
inocente. EE.UU. por su parte, justificaba estos actos de agresión usando
el planteamiento de la llamada "Defensa de sus intereses vitales". En
Occidente se estimulaba el terror al socialismo, al comunismo y todo lo
relacionado con el izquierdismo, con las causas progresistas o laborales.
Occidente y sus aliados se encargaban de promover el miedo al
“fantasma” del socialismo. Como respuesta a esta ofensiva ideológica,
vastos sectores progresistas, incluidos los soviéticos, los comunistas,
hacían frente a ese ataque aumentando la hoguera de la guerra fría en
una espiral ascendente. Los recursos invertidos en la guerra fría y en la
guerra real eran increíblemente cuantiosos por ambos lados. La mayoría
de los soviéticos entendía que los intereses norteamericanos —que
consistentemente se identifican con los intereses corporativos— en el
sureste asiático eran poco evidentes; más bien respondían a una
estrategia ideológica. El resentimiento hostil en la Unión Soviética, y
otras partes del mundo, hacia la política exterior de EE.UU. era notorio
entre la población estudiantil y entre la población soviética en general.
Los estudiantes comentaban sobre los movimientos de solidaridad con
Vietnam alrededor del mundo, sobre el movimiento pacifista en EE.UU.,
en Europa y otros lugares. Los intelectuales, los artistas y la gente en
general hacían manifestaciones de rechazo a la intervención de EE.UU.
en Vietnam.
149
En ese tiempo, en la mente del ciudadano soviético estaba presente
también la amenaza de ataque nuclear de los EE.UU., y de sus socios
nucleares menores de Europa —Inglaterra y Francia. Para la mentalidad
de los soviéticos —con una cultura de racionalidad y de análisis
científico— las actuaciones de los norteamericanos bordeaban la
demencia. En el mejor de los casos, la política del garrote
norteamericana era totalmente inaceptable e incomprensible para la
mayoría de la población soviética. La carencia de principios humanistas
en la política exterior norteamericana y la aplicación de un criterio
estrictamente pragmático, era interpretada por el gobierno soviético
como una locura dictada por los intereses corporativos norteamericanos
en la intensa defensa de sus mercados en el sureste asiático y en la
cuenca del Pacífico.
En los EE.UU. durante los años sesenta, mucha gente padecía de la
ansiedad por la amenaza nuclear por parte de los soviéticos. Se
construían sótanos, refugios supuestamente para proteger la población de
un ataque nuclear; se proporcionaba educación, simulacros masivos en
caso de un supuesto ataque. Ese ambiente era un nuevo fantasma sobre
la mente de los ciudadanos norteamericanos. El temor abarcaba vastos
sectores de la población de Estados Unidos y de Europa; incluso
bordeaba la paranoia, según se podía apreciar por los medios de
comunicación.
150
El talón de Aquiles de los norteamericanos sin embargo era la
guerra no declarada en Vietnam. El escalamiento de la intervención
aumentaba peligrosamente y los ataúdes de soldados norteamericanos
continuaban llegando a fines de los años sesenta, ante el creciente
descontento de la población norteamericana. El tema de solidaridad con
Vietnam estaba presente en las conversaciones de los jóvenes. En ese
entonces en el campo socialista existía todo un mercado de productos de
artesanía fabricados por los Vietnamitas del Norte y por los guerrilleros
del Sur. De los restos de los aviones norteamericanos derribados en
territorio de Vietnam del Norte y del Sur; los vietnamitas hacían
artículos de artesanía como peines y diversos utensilios de aluminio,
metal laboriosamente extraído de los aviones. Estos objetos de artesanía
de guerra se distribuían para ser vendidos en el exterior y promover la
solidaridad con la causa Vietnamita. Era la época en que se hacían
colectas para ayudar a Vietnam en guerra. Los niños en las escuelas
primarias soviéticas juntaban materiales escolares para ser enviados a las
escuelas de Vietnam. Existían actividades que surgían de la base en la
población para ayudar a los vietnamitas, como también la solidaridad
institucional por parte de organismos del Estado soviético. La prensa
soviética no daba muchos detalles de la entrega y ayuda económica y
militar que se otorgaba a Vietnam en guerra, pero se podía deducir
leyendo entre líneas en la prensa oficial. Habitualmente los dirigentes
soviéticos difundían una política exterior basada en principios y no en
151
ventajas temporales para los intereses del país, era una fundamentación
académica de alto nivel, que debía ser interpretada con rigurosidad y con
análisis científico. Los aspectos fundamentales de la política exterior
estaban basados en el mantenimiento de la paz en el ámbito mundial, en
la no-ingerencia en los asuntos internos de los países, en la coexistencia
pacífica con las potencias occidentales, y en el "internacionalismo
proletario". Esta expresión práctica de la política exterior para los
soviéticos significaba solidaridad y apoyo económico a los países en
desarrollo y ayuda a las causas que promovieran la independencia
económica de éstos de las metrópolis europeas y de EE.UU. La
solidaridad con las causas de los trabajadores tenía un claro sentido de
clase; era lo diametralmente opuesto a la política ejecutada en occidente.
La URSS no extendía préstamo en dinero en efectivo, sino que
establecía convenios para transferencia de tecnología industrial y bienes
de capital para la industria que reemplazaba las importaciones de los
países en desarrollo. Por esa razón las compañías norteamericanas —las
más numerosas en esos países— y las de occidente, hacían todo lo
posible para desalentar, desacreditar esas inversiones. Ese capital estaba
dirigido a desarrollar la independencia económica de los países
capitalistas dependientes y a crear una base industrial auto consistente.
La dominación de las compañías multinacionales sobre los países del
Tercer Mundo, estaba en peligro por la presencia y prácticas ejecutadas
por la URSS.
152
La política exterior de la Unión soviética estaba clara para la
mayoría de la población soviética, en términos generales, pero en cuanto
a cuantificar y a la forma especifica que tomaba la ayuda a Vietnam, no
había un claro conocimiento de ella, sin embargo existía un apoyo
masivo a esa causa. Pero existía otro coloso en la arena de la lucha
ideológica: la República Popular de China (RPCh).
La revolución cultural sustentada por Mao, las incongruencias y
contrasentidos de sus realizaciones, sus efectos en la causa vietnamita,
eran temas de mucho interés en la URSS en los años sesenta.
*
"Este campamento es como una comuna al estilo chino, ¿no te
parece?", le comentaba a Pepe para provocar alguna conversación.
"No… no creo, los chinos la están… con sus comunas; siguen con
sus locuras de pasar al comunismo de la noche a la mañana…, no les va
a durar mucho ese experimento…", replicaba Pepe.
"¿No crees que tienen la suficiente madurez política para ese tipo
de proyectos?", le insistía. "Noo… son políticas aventureras que están
haciendo daño al socialismo", afirmaba Pepe. La guerra fría estaba en el
nivel más alto del enfrentamiento entre Oriente y Occidente. Además las
diferencias ideológicas de la dirigencia china y de la soviética
153
complicaban la situación bélica en el Sudeste de Asia que se debatía en
un conflicto de grandes proporciones.
Se comentaba en los diarios, cómo los cargamentos de suministro
de víveres y de armamentos enviados desde la Unión Soviética por tierra
a través del norte de China hacia Vietnam, eran entorpecidos por
autoridades aduaneras por usar el territorio chino, además del pago de
los respectivos aranceles aduaneros. Este conflicto y otros similares
retardaban el abastecimiento de los vietnamitas en plena guerra. Las
diferencias de política exterior en el Sudeste Asiático entre la URSS y la
RPCh se veían aún más complicadas por las pretensiones territoriales de
China en el Sur de Siberia. Esos territorios fronterizos se han mantenido
en disputa por mucho tiempo, e incluso han sido escenario de
incursiones militares del ejército chino con la correspondiente respuesta
del ejército rojo. Eran tiempos difíciles para China bajo la revolución
cultural. Los desmanes de los guardias rojos, y el caos político existente
constituían un escenario de múltiples dilemas para la dirigencia de la
República Popular de China. Se sabía por los medios de comunicación
en la Unión Soviética sobre las purgas de dirigentes comunistas chinos
de larga trayectoria acusados de divergencia ideológica. Para tales
purgas la dirigencia china de ese período —presidida por Mao— usaba a
los guardias rojos —un conjunto de gente joven con un extremismo
atolondrado e infantil— para implementar las enseñanzas del
presidente Mao, exacerbando el culto a la personalidad del famoso líder
154
chino. Se comentaba en los periódicos soviéticos y de Europa la
demencia de la destrucción de tesoros arqueológicos de China, por
ejemplo, por el sólo hecho de pertenecer a épocas pasadas de
explotación del pueblo chino o por alguna otra razón supuestamente
ideológica. Era una época triste y nefasta en la cual los tesoros culturales
de China —un patrimonio cultural de toda la humanidad— eran
destruidos en gran número por las oleadas de jóvenes "purificadores" del
nuevo orden. Para la mayoría del sector progresista mundial, los
desmanes de los guardias rojos chinos eran una desgracia para la causa
del socialismo.
La divergencia ideológica de los líderes soviéticos y chinos
alcanzó su apogeo a comienzo de los sesenta. Las hostilidades eran de
tal magnitud que una gran cantidad de técnicos soviéticos que
participaban en distintos sectores de la economía de la RPCh, fueron
retirados de la RPCh seguida de una retórica hostil en los medios de
comunicación de ambos países.
Muchas injusticias se han cometido en épocas de excesos y
concentración del poder. Mucha gente se preguntaba si sectores de la
dirigencia china seguían aplicando los postulados de la dictadura del
proletariado en épocas de paz o simplemente correspondía a una
situación de inmadurez política o de caos provocado y calculado. Era
una revolución relativamente joven con una influencia notoria de
sectores campesinos. Este hecho, se comentaba, daba al proceso
155
revolucionario de China, un carácter especial cargado de valores
"pequeño-burgueses".
Se establecían algunas discusiones sobre el postulado de la
"Dictadura de Clase" y otras interrogantes. Muchos jóvenes opinaban
que la aplicación de este postulado tiene sentido solamente en un estado
de guerra armada por la conquista del poder político y económico en un
proceso revolucionario. ¿La revolución cultural en China respondía a la
aplicación de la dictadura del proletariado en condiciones de crisis o solo
constituía un proceso transitorio de caos? ¿Era la revolución cultural de
China una consecuencia de la combinación del marxismo-leninismo y de
las enseñanzas ancestrales de Confucio? Las respuestas a estas
inquietudes e interrogantes, la solución a la crisis provocada en territorio
Chino, parecían estar sólo en manos del pueblo chino.
A posteriori, los líderes chinos reconocieron que la revolución
cultural en China había sido una desviación de los principios que
orientan el socialismo. Eran tiempos de extremismos en la RPCh. En ese
entonces daba la sensación de estar presenciando una ardid para cubrir
dificultades económicas y políticas del gobierno. El líder chino
indiscutible, Mao Tse Tung, ya deteriorado por los años, se veía en el
poder seguido por un círculo de gente de dudosa reputación, incluida su
joven esposa. El culto a la personalidad de Mao, al estilo del de Stalin,
estaba en el tapete de la discusión pública de la URSS en el período en
156
que se había borrado de la faz de la historia, la influencia y la presencia
de Stalin.
La intolerancia de los dirigentes soviéticos con todo lo que
estuviese relacionado con Stalin había tenido vastas consecuencias
ideológicas en la dirigencia china, especialmente en Mao Tse Tung. Los
efectos políticos de esta disputa ideológica se manifestaban en los
movimientos y agrupaciones políticas en el mundo progresista en
Occidente. Existía una virtual separación de las posiciones Maoístas y el
resto del espectro político de izquierda. En Occidente, las posiciones del
Maoísmo tenían asidero en sectores llamados de ultra izquierda, que
precisamente se caracterizaban por desarrollar políticas de choque, con
tendencias anarquistas y en la mayoría de los casos sin influencia o
presencia proletaria. En el campo socialista las tendencias Maoístas eran
respaldadas por países como Albania y Corea del Norte, el resto eran
proclives a las posiciones planteadas por la URSS.
Después de la muerte de Stalin se inició una era nueva, un período
de cambios y apertura de la Unión Soviética hacia Occidente. Esta
nueva condición política fue desarrollada por un grupo de dirigentes de
antigua trayectoria en la vida política de la Unión Soviética.
*
157
Nikita Khrushchev fue el primero en destapar la "olla de grillos"
después de la muerte de Stalin. Se denunció el culto de la personalidad y
el abuso de poder de Stalin por razones ideológicas. Tal acción abría una
nueva etapa en la manera de gobernar en la URSS. Sin embargo, en los
años sesenta se destituyó a Khrushchev, también por abusos de poder y
por su alejamiento de la forma de gobierno de dirección política
colectiva. Algunos soviéticos de respetable opinión pensaban que
Khrushchev era una persona contradictoria e inconsistente. Se
comentaba en ese entonces en los periódicos que Khrushchev había
tomado iniciativas personales en la agricultura que habían resultado en
un desastre económico. Por ejemplo, talvez influenciado por su visita a
EE.UU. al "granero de las praderas", Khrushchev inició una campaña
para sembrar "kukurusa" (maíz) en amplios territorios vírgenes del
oriente medio de la Unión, a pesar de las opiniones de los expertos en la
materia. Resultados desastrosos en varias cosechas no se dejaron
esperar.
En política exterior había tenido además varios desaciertos —había
otorgado una importante medalla de honor a Nasser, a la sazón
presidente de Egipto, a iniciativa personal, provocando resentimientos
entre los líderes soviéticos de aquel entonces debido a su decisión
personal. Nikita cometió un número de desaciertos de menor
importancia, pero estaban relacionados con la dirección colectiva en el
gobierno y en el partido dirigente. Lo que llamaba la atención a un
158
estudiante extranjero era la rapidez con que se daba el cambio de un
dirigente mayor del gobierno —fue un simple anunció, seguido por
algunas explicaciones de la razón de tal decisión y todo pasaba
normalmente sin ningún asomo de inestabilidad. El primer ministro y el
presidente eran elegidos por el Soviet Supremo, que a su vez era elegido
por el "Congreso Soviético". Solo los congresistas eran elegidos por
voto popular. El presidente de EE.UU. tampoco se elige por voto
popular. Los dirigentes del partido comunista de la Unión Soviética eran
elegidos por un sistema de Congresos a través de la Unión, empezando a
nivel básico territorial o celular y terminando con un Congreso a nivel
nacional. Los dirigentes de los partidos demócrata y republicano en
Estados Unidos —partidos gobernantes por alrededor de 300 años— son
elegidos por grupos locales, estatales y nacionales en un sistema de
asambleas.
Después de Khrushchev, Alexei Kosygin fue designado Primer
Ministro, el que pareció estabilizar la situación de dirección política. En
cierta ocasión, durante la celebración de un evento universitario,
Kosygin hizo la presentación de honor, en la cual resaltó la importancia
de la contribución universitaria a la sociedad e inmediatamente pasó a
materias internacionales —la necesidad de establecer un control a la
carrera armamentista y la solidaridad con el pueblo de Vietnam. Una paz
estable era un objetivo importante de la política exterior de la URSS.
Solamente en condiciones de paz duradera era posible el desarrollo del
159
socialismo. Los recursos absorbidos por la guerra armamentista y por la
guerra fría eran cuantiosos, y sustraídos de los recursos para el
desarrollo del socialismo y del mejoramiento de la calidad de vida de los
ciudadanos soviéticos. Por supuesto que este hecho era muy bien
calculado, manipulado por los estrategas occidentales. Era una especie
de talón de Aquiles del sistema soviético. Por otra parte, para los
soviéticos la paz era no sólo un anhelo dictado por objetivos humanistas,
políticos, sino una aspiración lograda por la historia de desastrosas
guerras sufridas por la URSS y por Rusia en particular.
La presentación de Kosygin para los estudiantes universitarios fue
importante para mí a otro nivel. Nunca había visto al Primer ministro en
persona y de tan cerca. Los líderes políticos emanan una aureola de
autoridad que capta la curiosidad de toda la gente, especialmente de los
jóvenes. El estilo de gobernante de los dirigentes políticos soviéticos se
caracterizaba por una acentuada rigurosidad en la aplicación de los
postulados marxista-leninistas en todas las esferas de la sociedad. La
sociedad soviética había iniciado un camino nuevo hacía ya cincuenta
años y requería una acertada lectura de esos principios en las situaciones
reales y concretas de la vida cotidiana. Cuando Kosygin hablaba en un
lugar público, o por televisión, era una conferencia académica de los
planteamientos fundamentales aplicables a la vida diaria de la gente; era
como la orden del día a realizar por los dirigentes en la escala
descendiente de poder político y económico. Aparentemente los
160
dirigentes soviéticos estaban gobernando desde un pedestal inaccesible
para la mayoría de la gente. Esta forma de dirección política tenía sus
dificultades, ya que la lectura de las directrices podía ser diversa en los
diferentes organismos de poder, a nivel de gobierno y de partido único
gobernante. Sin embargo, la ventaja de un partido único de gobierno era
la unidad de acción en distintas esferas de la sociedad y una aparente
estabilidad de la sociedad. Una cohesión similar se presenta en el
sistema de gobierno de Estados Unidos donde los dos partidos
gobernantes funcionan como partido único, alternándose la
administración del poder ejecutivo y legislativo, manteniendo una
similitud extraordinaria en los intereses económicos y políticos que
representan. Vale decir, los demócratas y republicanos funcionan como
partido único sin dejar la posibilidad de representación, en la práctica, de
los partidos de minorías. Esta forma de gobernar inevitablemente
promueve la concentración del poder en cualquier sistema.
Durante los años sesenta la contribución de Kosygin a la solución
de la guerra de Vietnam fue débil, y la intensa discusión ideológica con
los líderes de la RPCh se mantuvo al mismo nivel.
Posteriormente, a fines de los años sesenta, Leonid Brezhnev fue
designado primer secretario del partido comunista de la Unión Soviética.
Brezhnev había sido dirigente del partido soviético por muchos años.
Había sido activista político en las filas de las tropas del Ejército Rojo
durante la Segunda Guerra Mundial. Brezhnev tenía habilidades
161
políticas evidentes. Él inició conversaciones y acuerdos sobre las armas
nucleares, cuestión inquietante en ese entonces entre las dos potencias.
Brezhnev hizo avances en política exterior en esos años, mientras
Richard Nixon estaba en la Casa Blanca. A principios de los años setenta
Nixon por un lado mantenía neutralizada a la opinión pública de EE.UU.
con los acuerdos sobre armas nucleares con los soviéticos y por otro,
ordenaba los bombardeos secretos en Laos y Camboya.
En el período de Brezhnev se iniciaron reformas que anticipaban
algunas dificultades económicas: inversiones con el concurso de
empresas extranjeras. Se construyó la empresa Togliatti —en honor al
revolucionario italiano— la cual a partir de 1965 fabricó automóviles
para el mercado interno soviético con la asistencia de la Fiat. Pero el
movimiento por una renovación económica no tuvo la suficiente energía
y luego entró en un periodo de estancamiento, en parte provocado por el
gasto de los cuantiosos recursos usados en la guerra armamentista.
En los pueblos del Este es tradicional que la autoridad monolítica
tenga mayor aceptación entre la población por representar estabilidad y
confianza de la gente en el gobierno. Durante el verano de 1967, cuando
los jóvenes realizábamos los trabajos voluntarios de verano, Leonid
Brezhnev era el dirigente máximo del partido gobernante, con autoridad
e influencia significativa. Él mantuvo en forma consistente el método de
dirección política colectiva con Alexei Kosygin como Primer Ministro y
Nikolay Podgorny como Presidente del Soviet Supremo. En ese
162
momento se podía predecir que Brezhnev era una figura política en
ascenso en el poder político.
El poder estaba concentrado en Moscú, lo cual le daba a la ciudad
un status especial. Era el centro de la Unión Soviética, un lugar donde
mucha gente quería vivir. Moscú era el centro cultural, y educacional
por excelencia. Sin ser capital de una sociedad de consumo, Moscú
proporcionaba bienestar y vida de calidad a todos sus habitantes en los
años sesenta. La ciudad constaba en esos años con alrededor de diez
millones de habitantes, mientras que las regiones remotas en el Lejano
Oriente estaban casi despobladas.
En Siberia todavía existían regiones sólo pobladas por los
aborígenes que han habitado esas regiones por miles de años.
VIII. Pueblos aborígenes de Siberia
Desde el lugar donde yacía el campamento, al atardecer se podía
escuchar claramente la radio de onda larga de China y de Mongolia dada
la proximidad con esos países. La presencia de los pueblos indígenas de
Siberia también se podía observar en lugares públicos entre la población
soviética. Estos pueblos nativos —que se asemejan a los Esquimales
para los ojos de un extranjero— eran esencialmente nómadas, habitantes
de vastas regiones por miles de años y que han visto sus territorios
originales ocupados por el avance de los rusos desde Occidente a partir
163
del siglo XV. Algunos de estos grupos étnicos aún mantienen el modo
de vida de sus ancestros; viven en torno a la caza y al pastoreo del reno,
siguiendo su ruta de migración cíclica. Esta relación ancestral de la
gente indígena y los renos les ha permitido adaptarse a un clima
extremadamente riguroso durante gran parte del año. Bajo el poder
soviético, estos pueblos tomaron las formas colectivas de propiedad
abandonando las formas tribales de tenencia. Las cooperativas y granjas
de crianzas de renos, para carne y sus cuernos para productos
medicinales, eran la actividad económica por excelencia en estos
sectores aislados en la "Taigá" y "Tundra" del subártico y del ártico,
respectivamente. Con el tiempo la cultura soviética llegó a ser una
segunda cultura para estos pueblos; hablan su idioma o dialecto nativo y
el idioma ruso sin acento como una segunda lengua.
En la sociedad soviética se ponderaba en forma apreciable la
cultura de los pueblos nativos como un acerbo cultural de la humanidad.
A corto tiempo de haber llegado a Moscú me di cuenta, con admiración,
cómo los soviéticos respetaban la procedencia y la tradición cultural de
los pueblos indígenas, a la vez que descubrí con incomodidad mis
propios prejuicios raciales. En Occidente en general se considera a los
indígenas como ciudadanos de segunda categoría, como el último estrato
de la sociedad. La invasión europea, y la penetración de la iglesia,
propagaron y eternizaron este prejuicio racial, que utilizaron como un
instrumento de dominación y ocupación en vastos territorios del mundo.
164
Pertenecer a un pueblo indígena aún tiene una connotación peyorativa en
la "cultura popular" dominada por valores de clase media y las
tradiciones de Europa occidental. Vestigios de racismo subconsciente
quedaban en la mente de muchos jóvenes educados en la sociedad
occidental. Los pueblos indígenas durante siglos han sido exterminados
y despojados de sus recursos naturales en beneficio de intereses privados
y de élites. En la URSS por primera vez pude apreciar el respeto que
existía en la sociedad por los valores autóctonos de comunidades y
naciones diferentes; aprendí a valorar en la debida dimensión el bagaje
cultural de esas comunidades y naciones; comprendí cómo la ideología
condiciona a los individuos hacia el racismo para satisfacer objetivos
que favorecen intereses privados. En la Unión Soviética no existían
Reservaciones de indígenas o enclaustros parecidos, ni la Constitución
ni la ley lo permitía. Por el contrario, se estimulaba la cultura autóctona
y su desarrollo, sin ser absorbida por la cultura rusa; existía una
coexistencia igualitaria y una política de preservación de estas culturas
aborígenes. Era habitual en la URSS encontrar gente que hablaba varios
idiomas sin acento, y observar una relación bastante armoniosa entre
naciones, sin odio entre la gente. Las familias multiétnicas,
multirraciales eran comunes y evidentes. Esa realidad era consistente
con la política y el estilo de vida en la sociedad soviética. Nuevamente,
sin la colaboración de todas las naciones y de las etnias en ese inmenso
165
país no era posible desarrollar el socialismo. Este axioma social estaba
claro para el gobierno y para los líderes soviéticos.
Por otra parte, esta realidad de armonía entre diferentes naciones
también está clara para los estrategas de occidente. Probablemente
exacerbar conflictos raciales, étnicos o religiosos con motivos
pragmáticos corresponde a un enfoque militar. Esta acción estratégica
permite a los sectores del poder dividir la población en torno a estos
elementos emocionales de larga tradición. Los nacionalistas
comandados por élites favorecen las inversiones extranjeras en su propio
beneficio y el de sus promotores. El papel mercenario de las fuerzas
nacionalistas ha quedado demostrado en forma reiterada a través de la
historia. Este concepto era compartido por muchos soviéticos.
La población indígena de las regiones de Siberia constituye un
pequeñísimo porcentaje de la población soviética. Entre los estudiantes
era muy raro encontrar a algún estudiante de ascendencia siberiana
nativa, especialmente en Moscú, a pesar de las oportunidades equitativas
de acceso real a la educación para la población en general. El acceso a la
educación superior estaba en parte determinado por el porcentaje del
número de habitantes de las naciones y de etnias existentes en el país.
Este era un procedimiento estrictamente democrático, aunque algunos
sectores de la población lo consideraban injusto para su grupo racial o
étnico.
166
En ocasiones se presentaban en televisión algunos programas sobre
la cultura de los pueblos indígenas del Lejano Oriente, donde mostraban
la diversidad cultural abundante de los pueblos de la Unión Soviética. La
identidad cultural y la diversidad de ella promueven la creación surgida
de la base misma de la sociedad; la creación artística autóctona aparece
como resultado de la expresión popular, de la experiencia cotidiana de
comunidades de individuos. En la sociedad de consumo la creación
artística está dominada por la cultura corporativa, la cual pondera sólo
valores individualistas y consumeristas con el objetivo inmediato de
producir ganancias.
*
Boris, un estudiante de química, tocaba la guitarra y cantaba
canciones populares durante las fogatas y en otros eventos especiales
que se realizaban en el campamento. De contextura más bien maciza, de
mediana estatura, pelo castaño y piel blanca, Boris era siempre el joven
alegre de agradable fisonomía, que imponía su voz y su personalidad
jovial, con sus canciones sobre tramas sentimentales y pasionales —
características infaltables de la mayoría de las canciones populares.
Boris siempre tenía su guitarra disponible en cualquiera ocasión en que
hubiese más de dos personas. Le encantaba cantar y compartir con sus
amigos. En cualquier fogata que se organizaba, Boris estaba en primera
167
fila alegrando la convivencia. Había otros talentos en instrumentos
musicales, no tan simpáticos como Boris, pero que proporcionaban un
pasatiempo para la mayoría de la gente. Volodia y Kolia, estudiantes de
ciencias y ex-conscriptos del Ejército y de la Marina, respectivamente,
tocaban la Balalaika con mucha destreza y talento; en ocasiones hacían
presentaciones en el ámbito universitario en un conjunto especial de
diferentes tipos de balalaikas. Nos explicaban que el tamaño de la
balalaica determina la tonalidad del instrumento; se puede formar una
orquesta de cuerdas bastante impresionante, con el sonido claro y
penetrante, típico de estos instrumentos de cuerdas. La balalaica se
asocia al carácter de los rusos. Las canciones tradicionales del folklore
ruso inevitablemente constan con el tono distintivo de la balalaica. Este
instrumento expresa el misticismo de las estepas de esos inmensos
territorios; proyecta el encanto de los paisajes marcados por bosques,
lagos y ríos; le da identidad, continuidad a las tradiciones, a las
costumbres de los eslavos del Este de Europa.
Para el 26 de Julio, aniversario del asalto al cuartel Moncada, un
hito de la revolución cubana, se organizó una velada artística en el
campamento, donde actuaron algunos estudiantes con talentos artísticos
especiales: cantantes, guitarristas e intérpretes de diferentes
instrumentos. Uno de los cantantes era un cubano que tenía aspecto de
ser de clase acomodada, de tez blanca y ojos claros, con ademanes
refinados y de carácter poco comunicativo. La gente comentaba con
168
admiración sobre la revolución cubana naciente. En esos años, después
de la crisis de los mísiles, había numerosos estudiantes cubanos de
diferente extracción social y cultural. Ellos representaban precisamente
la diversidad de una revolución naciente, delineaban un perfil de la
sociedad cubana de aquel entonces. El cantante aficionado de trova
cubana era acompañado por un cubano negro alto y delgado, que además
bailaba danzas afrocubanas. Otro cubano, Mario, que tocaba el bongo,
mulato de unos treinta y cinco años —veterano para la mayoría de los
jóvenes que no pasaban de los 24 años— era respetado por su historial.
Mario había estado en la Playa Girón y había vivido toda la revolución
cubana junto a los destacamentos de Fidel, desde la Sierra Maestra hasta
la ciudad de La Habana. Era la revolución cubana viviente y lo
expresaba con su personalidad, con su trato cordial y en cada referencia
a que aludía. En cualquier conversación que se estableciera con Mario
emanaba la confianza, el fervor, la disciplina, la madurez, la integridad
de un revolucionario cubano. Mario, "El cubano" como le decían los
amigos, era estimado por todo el mundo. Su pelo africano, su barba
rizada, su sonrisa amplia despedían una simpatía de la que la mayoría de
sus amigos disfrutaban. "Oye Chico, como están las cosas en Chile", me
preguntaba Mario de vez en cuando, seguido de una palmada afectuosa
en la espalda, insinuando talvez que las revoluciones del tipo cubano se
podían dar en todas partes. El 26 de Julio era un hito para los
estudiantes, fervientes admiradores de la revolución cubana. Pero los
169
talentos artísticos entre los estudiantes no eran lo más interesante entre
los jóvenes.
IX. La juventud
Desde mi niñez siempre había escuchado decir o leído que la gente
joven no tiene intereses creados que defender, ni sentimientos
mezquinos que ocultar. Se puede agregar que la cordialidad y el
entusiasmo de la gente joven es una riqueza que se observa en toda
juventud sana, segura de sí misma y que ve el futuro con confianza, sin
temor. La juventud y su espíritu revolucionario es la materia prima de
los grandes cambios, de la solidaridad y de la justicia. Estos
planteamientos se podían verificar también entre la multitud de jóvenes
presentes en ese campamento que compartían una experiencia única.
Entre ellos se podía observar la solidaridad entre compañeros y
compañeras en la comunidad de estudiantes, el apoyo moral, la
manifestación de afecto que poseen los jóvenes. La jovialidad y el buen
humor caracterizan a la juventud. Una amplia responsabilidad social y
sentido comunitario lleva a la juventud a abrazar causas en bien de la
humanidad motivada sólo por sus ideales. En general, la fuerza de una
causa de bien común estimula a los corazones jóvenes, ansiosos de
llenar con etapas y experiencias positivas sus vidas que se inician. El
sentido de la responsabilidad social existe de manera natural entre los
170
jóvenes, cuyo idealismo no es consecuencia de su falta de experiencia
sino más bien proviene de su integridad, de su aversión por intereses
creados, de su desprecio por el individualismo. La juventud es
intrínsecamente revolucionaria —como lo mencionaría Salvador
Allende en una ocasión en una manifestación en Santiago años más
tarde. La juventud que no entrega de sí misma, la que no se le permite
aportar a su comunidad o a su sociedad, se frustra y se autodestruye. El
socialismo se contrapone a la sociedad de consumo de los países
occidentales industrializados, en lo que a formación del individuo se
refiere. El socialismo genera personas con sentido social, opuestas al
individualismo y al consumerismo. En el socialismo se estimula la
formación de valores morales y éticos de acuerdo al modelo
comunitario, se distribuye la riqueza y los recursos equitativamente para
satisfacer las necesidades de toda la población, eliminando los
privilegios, las desigualdades, la polarización en el uso y el consumo de
los bienes materiales, y de los recursos naturales. En general, en la
sociedad occidental la juventud, percibe el afán de consumo y de lucro
como algo central e indispensable en su vida; se convierte en un ser
alienado, sujeto al aburrimiento permanente y a la búsqueda insaciable
de la diversión, de estímulos de toda índole para compensar el vacío en
sus vidas. La falta de responsabilidad social en los jóvenes impide su
desarrollo pleno como ser humano. En la sociedad de consumo se
asesina las aspiraciones naturales de la juventud.
171
A menudo me alegraba de conocer tanta gente tan valiosa,
humanamente tan hermosa, en un mismo lugar. También me surgían
interrogantes, inquietudes para el futuro. En los años sesenta tuve la
oportunidad de conocer algo diferente: la vida simple, de bajo consumo,
un estado de armonía de los seres humanos con la naturaleza, gente con
alto grado de educación y de conocimiento, una comunidad con calidad
de vida. Esa sensación me dio la sociedad soviética durante los años que
pasé allí.
Hasta ese momento la juventud soviética había vivido en el
socialismo por tres generaciones; tenía el privilegio de ser una juventud
revolucionaria y de tener un futuro de seguridad. Sólo el talento y el
trabajo, no los bienes materiales, determinaban el éxito de los individuos
en cualquier actividad. La confianza en el futuro producía personas sin
tensiones en la vida diaria, sin la ansiedad de un futuro incierto y con la
posibilidad de planear a largo plazo. No existía ni la incertidumbre para
los trabajadores, ni la competencia deshonesta, ni la deshumanización de
las personas. Eso de ninguna manera disminuía la eficacia, las
habilidades y la idoneidad en materias académicas o de otra índole. Los
jóvenes soviéticos discutían cuestiones serias y de importancia,
despreciando las trivialidades, manteniendo el buen humor y la
jovialidad. La juventud estaba en condiciones de enfrentar la realidad tal
cual era, sin tener que crear un mundo de fantasía, de escape. Sólo la
gente segura del mañana puede enfrentar la realidad sin temor.
172
En el socialismo de la Rusia Soviética, sin ser una utopía, no
existían personas que buscaban vivir a través de otras, o vivir en función
de los ídolos del cine o de la televisión. La dosis de presión era mínima,
la gente enfrentaba la realidad en vez de evitarla; no buscaba substitutos.
La gente soviética estaba preparada para escuchar cualquier tema serio
expuestos por los medios de comunicación; no se admitía aquello que
era una ofensa a la inteligencia; se evitaba la explotación del sexo y de la
violencia. El propósito de los medios de comunicación era educar a los
televidentes en algún tema. En la URSS, en los sesenta, la gente no
escuchaba noticias relacionadas con incendios, robos o chismes, sino
hechos de relevancia y de valor educativo. En la sociedad soviética, la
televisión no era un medio de entretención vacía sino un instrumento
disponible de información y de conocimiento. A través de los medios de
comunicación se combatía la ignorancia y se alimentaba el espíritu de la
población para hacer de ellos eruditos en el quehacer de su sociedad. El
socialismo de los soviéticos se construyó para las mayorías y para el
desarrollo del ser humano; era un aliado de la juventud y proporcionaba
la vía para su desarrollo pleno.
Los múltiples temas de interés analizados por los jóvenes,
sedientos de conocimientos y de respuestas a una infinidad de
interrogantes, reflejaban claramente las características de la sociedad
soviética. Pero no todo era siempre conversaciones graves; también
había diversión, especialmente entre los jóvenes del campamento.
173
X. Los baños de vapor
El día domingo existía gran entusiasmo entre los muchachos por
los baños de vapor, del tipo sauna, en la aldea minera a unos 15 minutos
en vehículo del campamento estudiantil. Este baño de vapor tenía una
habitación con un entablado en forma escalonada de madera aromática
con una capacidad para unas diez personas. Además del vapor y del
aroma de la madera húmeda y tibia, se sentía un agradable calor que
abría los poros, ablandaba los músculos y hacía llegar una sensación de
alivio a la mente. El cansancio muscular y mental desaparecía
plácidamente después de unos pocos minutos en la pequeña habitación
con vapor. La gente se activaba los poros de la piel con un manojo de
ramas tiernas de abedules y agua caliente para dilatar los capilares y
supuestamente aumentar la circulación de la sangre, a fin de eliminar las
toxinas del cuerpo. El baño de vapor ruso es una especie de rito y
costumbre antiquísima del Este que se conserva en ciudades y aldeas
campesinas. Después del sauna ruso el cuerpo siente el alivio, la mente
despierta y la sonrisa reaparece. La mayoría de los baños de vapor son
públicos, frecuentados por personas de todas las edades que disfrutan de
esta costumbre antiquísima.
Ese domingo Pepe, el Coño, Evguenie Kuznitsov y yo nos
ubicamos en una hilera de los baños mientras otros parroquianos
174
conversaban alegremente disfrutando del vapor. Kuznitsov, estudiante
de ingeniería, nos explicaba los trucos de cómo disfrutar del baño de
vapor, nos mostraba cómo usar un atado de ramas tiernas de abedules
para activar la piel. No faltaban las preguntas de rigor de algunos rusos
sobre de dónde proveníamos (resultado de la honesta curiosidad de los
rusos y de su falta de inhibición para establecer una conversación con
gente desconocida)
"Los rusos son tan amistosos como la gente del campo", les
comentaba.
"Gente del campo, ah … mira Evguenie lo que dice Pedro … ",
replicaba Pepe mirando a Evguenie en un tono burlón. Kuznitsov era
precisamente del campo; había crecido en una región agrícola del sur de
Rusia cerca de Crimea. Después del servicio militar había obtenido una
beca para estudiar ingeniería. En la Unión Soviética la diferencia entre la
ciudad y el campo desaparecía gradualmente dado todos los avances
modernos en la agricultura y del sistema de organización de la economía
agroindustrial.
El temperamento de la gente del campo, sin embargo, es similar
en todas partes; la gente es muy amistosa y hospitalaria. Mis
compatriotas tenían una relación de amistad especial con Evguenie
Kuznitsov. Típicamente le decían "Hola gallo, como estai…" en trato
informal que él ya entendía debido a su convivencia con nosotros
durante la mayor parte del tiempo. Esto le permitió hablar en español
175
con una facilidad asombrosa y casi sin acento después de sólo seis
meses. Mis paisanos se sentían muy orgullosos de Evguenie porque
hablaba como ellos, y celebraban su talento para manejar el castellano
con expresiones típicamente chilenas. Conocía todos los dichos
populares, las inflexiones y las connotaciones de la palabra "huevón".
En los pasillos o en el café en el campo universitario sus conocidos
chilenos le saludaban con un "Hola hueón, ¿cómo estai …?", dándole
una palmada en la espalda como signo de confianza y de afecto. Él
contestaba típicamente de la misma manera y también cómo "Hola
pichón, ¿cómo estai …?", usando el equivalente en ruso a decir "dulce
paloma" a un varón recio y orgulloso. El no sólo hablaba sin acento el
español académico, sino que se familiarizaba con la cultura de los países
de Sudamérica. Siempre estaba cerca de un grupo de latinoamericanos.
En cierta ocasión, el Coño Horta le decía en forma jocosa: "Oye hueón
… te estai pareciendo a los chilenos … lo único que te falta es ponerte
má'moreno y tomar má'vino tinto". Evguenie se reía de la broma y se
alegraba de sus avances en el idioma y en la cultura latina del cono sur
de América. Algunas personas opinaban que el temperamento de los
rusos era parecido al de los chilenos, cuestión que era discutible; pero en
el caso de Evguenie Kuznitsov estaba cerca de la realidad. Su
personalidad afable, cordial, le permitía acercarse a muchos
latinoamericanos y dominar un idioma extranjero que era requisito en
sus estudios de ingeniería de diseño.
176
*
"¡Cuéntanos de Stalingrado!" le dije un día a Evguenie, por alguna
razón. En una conversación anterior Evguenie me había mencionado
que su padre había muerto en la guerra. A Evguenie no le gustaba hablar
sobre la guerra, un trauma psicológico presente en casi todas las familias
soviéticas, especialmente rusas.
"Como tú sabes yo estaba muy chico cuando murió mi padre … ",
iniciaba su relato con cierta incomodidad y en ruso. Él comprendía que
su experiencia y la de los soviéticos eran dramáticas; entendía la
necesidad de compartir su experiencia personal y colectiva con gente
que no tenía idea o se le había impedido conocer lo que significó la
Segunda Guerra Mundial en el territorio de la Unión Soviética.
"Tú sabes que mi padre murió en Stalingrado; ahora esa ciudad se
llama Volvogrado después de 1956 … ", aclaraba Evguenie suponiendo
que nosotros conocíamos los detalles de la historia de la Unión
Soviética. Explicaba que el Ejército Rojo empezó a robustecerse después
de solamente dos años de intensas batallas con los ejércitos de la
Alemania hitleriana. Alrededor del 75% de las fuerzas armadas
alemanas estaban destinadas al frente ruso, y el 77% de las operaciones
militares tenían lugar en ese frente. La batalla de Stalingrado, en el
otoño del 1942, fue un enfrentamiento de enormes proporciones. Duró
177
alrededor de tres meses; la ciudad quedó arrasada a nivel del suelo. Las
fuerzas hitlerianas y los ejércitos subordinados de Italia, Finlandia,
Hungría y Rumania tuvieron alrededor de 800 mil pérdidas, 2 mil
tanques y armas de asaltos fueron destruidos y sobre 3 mil aviones de
combate fueron derribados en esa batalla. El ejército soviético sufrió
pérdidas comparables. Se puede agregar como dato ilustrativo que los
norteamericanos perdieron 55 mil soldados en Vietnam durante 25 años.
La derrota de las fuerzas invasoras fue también grandiosa, con un
gran número de prisionero de guerra y un escenario devastador nunca
antes ocurrido en la historia. Muchos historiadores coinciden en que ese
momento fue el inicio de la caída de Hitler y de los nazis.
El padre de Evguenie había participado en la guerra desde el
comienzo de la invasión de las FF.AA. alemanas en Junio de 1941.
"Yo era un niño en ese entonces, según me cuenta mi madre",
explicaba. Su madre trabajaba en una fábrica que fue trasladada al Este,
cuando empezó la invasión. Su madre, su abuela y él habían sido
trasladados, junto con toda la fábrica y los trabajadores, en su mayoría
mujeres, hacia una ciudad cerca de los Urales, en las montañas que
separa la parte europea y asiática de Rusia. Él nos contaba que una gran
cantidad de la población de los territorios ocupados —un área
comparable con el territorio de toda Europa — fue trasladada en la
misma forma, dejando abandonadas sus pertenencias y un panorama
desolador de incendios y destrucción para evitar que fueran utilizadas
178
por los hitlerianos. La historia de la invasión de Napoleón se repetía una
vez más.
Sin embargo, en los territorios ocupados quedó mucha gente en la
retaguardia donde se desarrolló una guerra de guerrillas en contra de las
fuerzas invasoras. La GESTAPO tenía como misión eliminar a la
población eslava en general, objetivo que lograban gradualmente de
múltiples maneras. Las fuerzas invasoras sufrían el acoso de las
guerrillas y la población civil estaba expuesta a las represalias de los
invasores. Pero no todo era heroísmo de parte de los soviéticos. También
existían colaboradores de los nazis; traidores a la guerra de liberación de
sus compatriotas. Estos colaboradores eran los verdugos que los
invasores usaban para eliminar a su propia gente, a la población civil
soviética. Después de la guerra una cantidad de estos colaboradores
fueron procesados por la ley por los crímenes cometidos y por ser
cómplices de genocidios.
Los territorios ocupados proporcionaban cuantiosos recursos a las
fuerzas armadas y a la población alemana. Cargamentos de ganado y
productos iban a satisfacer la demanda por combustibles y víveres de la
población civil en Alemania; vivían bien con los pertrechos de los
territorios ocupados, especialmente de Ucrania, el granero de la URSS
en ese entonces. También una gran cantidad de prisioneros de guerra y
civiles en buena salud fueron trasladados a trabajar como esclavos a las
empresas manufactureras alemanas. Artefactos de arte y objetos de valor
179
eran confiscados y enviados a Alemania. Existía una operación de
exterminio de la población eslava del Este de grandes proporciones.
Su relato a veces se llenaba de emoción y de resentimiento al darse
cuenta de la dimensión del sacrificio que debió haber hecho su familia y
su gente, pero proseguía sin que su emoción lo detuviera en su relato.
" ¿ Sabes que 27 millones de soviéticos perecieron en la
guerra…?", exclamó Evguenie. No había familia soviética que no
hubiese perdido algún ser querido en la guerra; de ahí proviene la
importancia para ellos de recordar, de educar sobre el significado de una
guerra y sobre la importancia de mantener la paz. Yo me quedaba
sorprendido al darme cuenta de la magnitud de la contienda y pensaba
que una población tres veces mayor a la de mi país de origen había
perecido en la URSS durante la guerra.
"¿Y que pasa con la conspiración para eliminar la Unión
Soviética?", le preguntaba Pepe.
"No es teoría, es un hecho. Hay documentos que así lo
demuestran", continuaba Evguenie. Explicaba que las fuerzas Aliadas,
en particular Inglaterra y Estados Unidos, pusieron en práctica una
"guerra falsa" particularmente postergando la apertura de un segundo
frente en Europa Occidental, por lo menos por un período de dos años,
cuando la mayor parte de las fuerzas nazis estaban concentradas en el
frente ruso. Otro elemento significativo en la conspiración de occidente
fue el tratado de Munich, firmado entre Hitler y las potencias europeas
180
occidentales. Este acuerdo permitió a las fuerzas alemanas apoderarse
del territorio reclamado por Alemania en Checoslovaquia y militarmente
acercarse peligrosamente a la frontera con la URSS.
Algo extenuado por el relato emotivo, Evguenie trataba de cambiar
el tema.
"Los invito a tomarse un kvas", dijo después de un rato en el baño
de vapor, mientras el calor ponía un color rosáceo en su cara de niño.
"No seai cochino puh… esa hueva es muy mala… mejor me tomo
una cerveza… ", exclamó el Coño, invitándome con un ademán a
incorporarme a la idea. Rápidamente salimos del recinto y nos dirigimos
a un Café que la gente de los baños solía frecuentar después de la
reconfortante sesión de vapor.
*
En el Café en esa oportunidad compartimos una mesa larga con
una persona mayor, de unos 60 años y una niña de unos cuatro o cinco
años. La niña le decía "bábushka " a la persona mayor, muy a menudo
haciéndole numerosas preguntas sobre muchas cosas que le interesan a
los niños de esa edad. La abuela la trataba como una joya; su cariñoso
trato se podía sentir en el tono de su voz. Su nieta, una preciosa criatura
con una cinta grande rosada en sus cabellos rubios, parecía una muñeca.
181
Con su lenguaje de niña y voz cristalina, la niña hacía observaciones,
usando, como todos los niños de su edad, diminutivos que hacían sonreír
a quienes la escuchaban. Después de terminar su helado invitó a su
abuela a otro lugar, a lo cual la abuela accedió de inmediato. Haciendo
señas con su manita se despidió de toda la audiencia que prestaba
atención a esa adorable criatura.
Yo me quedé en silencio con una sonrisa de nostalgia; veía en esa
niña a mi propia hijita de ocho meses, junto a su madre allá en Moscú.
Después que la abuela y su nieta salieron del recinto,
comentábamos acerca de la gracia de la niña. Los extranjeros alabamos
cuán excepcional era el trato a los niños por parte de los padres, de la
comunidad y del Estado. Los niños eran individuos privilegiados en la
sociedad, ellos eran el futuro. Los soviéticos invertían en el futuro
comenzando con los niños y su educación.
"A los soviéticos se les cae la baba por los cabros chicos … ",
comentaba el Coño en la mesa llena de vasos de kvas y botellas de
cerveza. El criterio de inversión a largo plazo estaba arraigado en
círculos oficiales de gobierno. Evguenie, enamorado de los niños como
todos los rusos, destacaba la cantidad de subsidios que reciben los niños
a través de la crianza, de la vestimenta, de la salud, de la educación, de
la recreación.
"Nunca he visto niños con tanta confianza, seguridad y
personalidad que éstos", les comentaba a mis amigos teniendo en mente
182
mi corta niñez, cuestión muy común en los países dependientes, en los
cuales los niños son además una fuerza de trabajo considerable en la
ciudad y en el campo.
"El bienestar de los niños es un logro mayor de esta sociedad",
dije, dirigiéndome a Evguenie, y pensando en lo triste e irritante de los
prejuicios y sandeces que se crean en Occidente referente a los niños y a
otros logros de la sociedad soviética. Durante las campañas del terror en
las campañas presidenciales en Chile se difundía por la radio avisos
políticos dramatizados —verdaderos cuentos de horror— aseverando
que los bolcheviques, los comunistas, "se comían a los niños" y otras
cosas absurdas semejantes, consideradas verídicas por mucha gente
ignorante después de una repetición persistente.
XI. Típico ruso
Después del acogedor baño de vapor y algunas bebidas en el Café
de Zeleznogorsk, contemplábamos con mis amigos la idea de ir al
restaurante del pueblito, donde se podía comer comida tradicional rusa,
beber vodka y vinos de Moldavia. Como todos los restaurantes rusos de
esa época, el restaurante de la aldea era una combinación de restaurante
y club nocturno, donde se come y se convive durante todo el tiempo que
el cliente desea. Esta clase de recintos está amenizada por un conjunto
musical en vivo y con una pequeña pista para bailar. Es algo así como
183
los restaurantes elegantes de la costa Este de los Estados Unidos o de
Europa occidental. Este tipo de entretenimiento no era barato para los
ingresos de un estudiante, pero la mayoría de la población podía
costearlo, dado los sueldos de los trabajadores y la prima territorial.
Había mucha demanda por lugares de entretención; se necesitaba
reservar una mesa con cierta anticipación para tener acceso al popular
recinto.
" ¡Oye gallo, hagamos una vaca y vamos al restaurante el próximo
domingo!. Tengo ganas de comer un plato de galubtzís y un pescado
asado con verduras al vapor; estoy harto de la comida del campamento",
les propuse con la clara aceptación de la idea por parte de mis amigos.
" ¿ Qué, qué es eso de vaca …? ", exclamó sorprendido Evguenie.
"Una colecta hueón … pa' poder ir al restaurante… aprende
castellano hueón… ", replicó el Coño en tono de broma. Los vinos
disponibles en esa región remota eran escasos y el vodka era la bebida
fuerte favorita.
"Lo bueno del vodka es que no te duele la cabeza al otro día… ",
comentaba Pepe. Excepto por la deshidratación que produce, el vodka
es una bebida bien recibida en una fiesta o un evento cualquiera.
Desinhibe a los tímidos y satisface a los alcohólicos. Es una bebida
alcohólica no apta para los jóvenes novatos. Después caminando por las
calles del pueblito, recordábamos las ocasiones en que habíamos tomado
184
vodka y enseguida surgieron algunas pintorescas anécdotas sobre sus
efectos.
"En cierta ocasión en Moscú … Stas invitó a su casa al grupo de
gimnasia", les contaba pausadamente con la atención de mis
interlocutores. Stasnislaw, o Stas para los amigos, era mi instructor de
gimnasia que entrenaba a un grupo de jóvenes en el gimnasio
universitario. Estábamos interesados, hasta cierto punto, en la gimnasia,
nos servía para mantener un buen estado atlético y aumentar nuestra
capacidad de trabajo en los estudios de nuestras disciplinas. Stas era un
típico ruso, excepto por su pelo oscuro, con un cuerpo de ex-gimnasta
profesional, de tez blanca, con sonrisa amplia y bonachona, que dejaba
ver un molar derecho de platino, muy de moda en esos años. Su buen
humor era bien recibido por todos sus estudiantes que frecuentaban el
gimnasio cubierto. Su apariencia era saludable y el buzo de gimnasta de
color azul era su vestimenta habitual. Su esposa también era instructora
de educación física en una escuela secundaria. No tenían hijos a pesar
que eran de edad mediana y aspiraban a un sólo hijo, algo habitual entre
las familias de las grandes ciudades soviéticas. La esposa, muy
hospitalaria, se esmeraba para que los estudiantes de su esposo se
sintieran cómodos en su modesto y pequeño departamento. Nos
ofrecieron un bufete frío y, con mucho orgullo, un vodka de la mejor
calidad. Era la primera vez que yo probaba esta bebida tan famosa.
Después de beber un vaso de vodka del tamaño de un vaso de vino, me
185
sentía dueño del mundo; me di cuenta del efecto gratificante y
reconfortante de la bebida. Era suave al paladar y fuerte al tragarlo; me
pareció que así debía saber el alcohol puro. Aunque comí lo suficiente
para contrarrestar el efecto del alcohol, muy pronto me sentí levemente
adormecido; sentía mi cuerpo flotar en el aire y tenía muchas ganas de
reírme y de bailar; quería expresarme de alguna manera y salirme de mi
personalidad hermética. Después de un largo rato y de animada
conversación nos despedimos de nuestros anfitriones. Eran ya cerca de
las once de la noche cuando salimos al aire libre de la calle. El aire
terminó el impacto provocado por el vodka. Cuando caminaba hacia la
estación del Metro, por las calles amplias cubiertas con un manto de
nieve que se veía aún más blanca con la luz fluorescente de las calles, mi
cerebro entró en una modalidad especial — me desplazaba como
flotando, los edificios y los letreros se veían más brillantes que de
costumbre. En una especie de estado eufórico, el frío del invierno y la
brisa sólo estimulaban la sensación de andar sobre las nubes.
Acompañado por Stas caminamos sobre la nieve crujiente a la estación
de Metro; él se aseguró que tomáramos el tren en la dirección correcta.
Después de darnos una palmadita paternalista en la espalda, nos despidió
con el " ¡Paká30
! " de costumbre.
"Después de esa experiencia le tomé respeto al vodka", les decía a
mis amigos, esperando alguna anécdota similar de parte de mis
30
Paka, vocablo ruso equivalente al Chao de los chilenos o de los italianos.
186
acompañantes. Evguenie hacía alarde de su habilidad para tomar vodka
sin que le produjera ningún malestar o efectos notorios, a semejanza de
los mexicanos que dicen comer los ajíes más picantes del mundo.
Evguenie también nos contó lo ocurrido a un estudiante africano en
una noche de juerga durante el invierno. A eso de las once de la noche,
cuando las fiestas y las actividades de diversión se acaban en todas
partes, el estudiante africano se dispuso a regresar a su departamento en
la residencia estudiantil; salió a la calle y se dirigió hacia el paradero del
autobús. Los autobuses y el metro dejaban de funcionar a las doce de la
noche, y sólo los taxis quedaban en circulación. El aire fresco hizo su
efecto inevitable y desató aún más su borrachera. Casi no podía
sostenerse en pie y decidió reponerse recostándose al costado de la calle
junto a unos árboles sobre la nieve blanca, suave, fresca y acogedora
como la arena blanca de una playa tropical. A pesar de la vestimenta
gruesa y las calorías proporcionadas por el vodka, el frío se sentía
después de una media hora a la intemperie; además el sueño que
acompaña a la borrachera puede ser fatal. Efectivamente, al quedarse
plácidamente dormido en la nieve, este estudiante perdió el sentido del
tiempo y del peligro a que se había expuesto. Afortunadamente,
Evguenie pasaba en ese momento por el lugar y acudió en su ayuda,
sacándolo del lugar donde estaba casi sepultado en la nieve que caía
plácidamente. Después de despertar de la borrachera, el estudiante
africano se dio cuenta que sus manos, pies y cara estaban adormecidos,
187
sin sensación alguna. Su nariz y manos estaban congeladas, blancas
como papel, aunque su piel era negra. En el hospital lograron reactivarlo
y volverlo a la normalidad sin que perdiera ninguna parte de su cuerpo,
cuestión que pudo haber ocurrido fácilmente dadas las circunstancias.
Después del sermón correspondiente del doctor de turno, el estudiante
africano regresó a su departamento; aprendió la lección de que con el
vodka y con el invierno ruso no se juega. Evguenie terminaba su relato
con una sonrisa sarcástica dirigida a los novatos en cuestiones de vodka
ruso.
"Ya se está haciendo tarde gallo… tenemos que regresar ya ",
observaba Pepe, apurando el paso seguido por nosotros.
*
Los días sábados había baile al aire libre en el pueblito minero,
adonde venían los jóvenes del pueblo a divertirse. La mayoría de ellos
estaban en sus veintes, probablemente solteros, la mayoría trabajaba en
la mina de hierro ubicada en las cercanías del pueblo. Esa empresa era la
principal actividad económica de ese lugar, al cual le daba su nombre,
Zeleznogorsk31
.
"Vamos al baile gallos, me gustaría pinchar con una rusita…",
exclamaba el Coño, entusiasmado, frotándose las manos, tratando de
31
Zeleznogorsk, literalmente significa pueblo del mineral de hierro.
188
perturbar las reservas hormonales de los demás y de propagar su estado
de ánimo a los estudiantes más tímidos. El baile era esperado por todos
los jóvenes, como una de las pocas diversiones en el pueblo y la
posibilidad de un romance con alguna siberiana. Casi todos se
arreglaban lo mejor que podían para impresionar a las damas en el baile;
se peinaban una y otra vez mirándose en sus pequeños espejos. Un grupo
de amigos nos incorporamos a la columna disgregada de jóvenes
avanzando por el camino de tierra que convergía hacia el pueblo. El
baile tenía lugar en una pista amplia para un centenar de personas,
cubierta por una empalizada de madera; era un recinto abierto e
iluminado. Un grupo musical instalado sobre un pequeño escenario
amenizaba el baile. La mayoría de los edificios contiguos eran de
madera con la arquitectura típica rusa —casonas de dos pisos,
probablemente con varios departamentos. Era una pequeña ciudad,
demasiado nueva; había surgido como consecuencia de la explotación
del mineral de hierro. Los concurrentes llegaban a la fiesta con
anticipación, alrededor de las siete de la tarde, para observar a las
participantes y aclimatarse al ambiente intimidante hasta que se iniciaba
el baile que sólo duraba un par de horas.
El "baile blanco", una pieza de baile donde las damas sacan a
bailar a los varones, ocasionaba gran expectación entre los jóvenes. Este
baile se anunciaba un par de veces durante la noche, sin previo aviso.
Los más valientes se ubicaban en el círculo alrededor de la pista de
189
baile, habían grupos de damas y de varones, cada cual con el
nerviosismo de la incertidumbre y la curiosidad. El más impulsivo era el
Coño que nos instaba insistentemente a ponernos a la vista de las damas.
Después de algunos momentos de indecisión todos estábamos en
primera fila, era el turno de las damas. Los varones hacían esfuerzos
evidentes para verse atrayentes. El que tenía la suerte de ser invitado a
bailar adquiría el derecho de ser considerado un varón buen mozo. Esta
especie de galardón reforzaba la autoestima y el ego de los jóvenes. Las
damas probablemente tenían en mente algo totalmente distinto.
Anunciaron el comienzo del baile blanco. Con rostros llenos de sonrisas
nerviosas, los jóvenes "se exponían" para ser elegidos por las
muchachas. El primero invitado por una dama fue el Coño, después
Evguenie y finalmente yo. Dentro del grupo de amigos más cercanos,
Pepe se resignó a esperar mejor suerte en el próximo baile blanco; se
ubicó de nuevo en un rincón que había adoptado nuestro grupo. La joven
del Coño era alta como él y se sonreían con mucha cortesía. Al parecer
las damas eligen a su pareja considerando no sólo la apariencia física,
sino también captando fácilmente la química que se establece con la
pareja. El Coño era agresivo con la dama; se acercaba lo más que podía
desplegando todos sus recursos para conseguir su atención. Los otros
miraban al Coño como el líder del romance, digno de ser imitado por los
de menos talento “donjuanesco”. La jovencita del Coño parecía
complacida y compartía alegremente con él durante el baile, me
190
imaginaba su conversación en idioma ruso con un acento pesado en
castellano, con entonación chilena e inflexiones francesas. Una joven de
mediana estatura, sencilla y de agradable apariencia se dirigió hacia
donde me encontraba yo. Sin ser hermosa, su personalidad repartía
simpatía. Tenía un rostro de niña de escuela secundaria, una sonrisa
leve, piel tersa y fresca. Sus cabellos castaños parcialmente cubiertos por
un pañuelo colorido resaltaban sus ojos claros de color miel.
" ¿Dansuite?", me preguntó la joven con una voz clara y segura.
Enmudecido hice el ademán de aceptación, nos dirigimos a la pista de
baile ya con numerosas parejas. Trataba de controlar el palpitar rápido,
el calor se me subía a la cabeza y hacía transpirar mis manos. La
jovencita de unos 20 años no se inmutaba por nada, seguía el ritmo de la
música. Trataba de poner todo mi sentido en la coordinación de los
movimientos para evitar una situación embarazosa. Esperaba de la joven
alguna insinuación o flirteo, adecuado a la ocasión, con mi timidez
apenas me atrevía a preguntarle el nombre, mientras sentía mi cara roja y
sudorosa. Después de recuperarme del primer impacto del "baile blanco"
y de la dama, me di una reprimenda a mí mismo por mi falta de
desplante con las damas, aunque se tratase de un simple baile. Con
mucho esfuerzo logré iniciar una conversación que fue contestada
amablemente por la muchacha. Ella resultó ser una joven que trabajaba
en la refinería de hierro y estudiaba tecnología química por
correspondencia, además de hacer otras actividades menores. Parecía
191
una jovencita con talento y con mucha simpatía. No me imaginaba que
esa joven trabajara en una mina de hierro, lo que contrastaba con mi
estereotipo del minero de mi país de origen —machos corpulentos,
llenos de sudor y agresividad. Mientras observaba a la muchacha con el
ánimo de continuar la conversación, me imaginaba que la tecnología en
las industrias modernas opera con botones en paneles de control con un
mínimo de labor manual. Al finalizar el baile blanco nos dimos las
gracias mutuamente y nos separamos a nuestros respectivos grupos.
Evguenie se sentía como en su casa, su pareja se comportaba como si lo
hubiese conocido por mucho tiempo. Para él, este baile era una diversión
y no un inicio de romance, como lo veían los extranjeros. El baile al
estilo ruso es una especie de "foxtrot" que la mayoría baila como el
"Charlestón" de los años treinta en Occidente, solo que los pies se
mantienen junto al suelo. Esta forma de bailar es muy típica entre los
eslavos de los países del Este de Europa y requiere especial coordinación
para no pisarle los pies al acompañante, lo cual ocurrirá, a menos que se
imite rigurosamente los movimientos de la pareja. Después de algunos
errores y disculpas pertinentes, los participantes se retiraban a sus
respectivos grupos de amigos y amigas hasta la próxima pieza de baile.
La mayoría de las damas eran atrayentes, algunas con ojos de color
claro, otras de color celeste o de color miel, la mayoría de cabellos
claros o rubios, de aspecto saludable, y con un desplante y seguridad
admirable. Nosotros, con mentalidad de machos latinos, observábamos
192
la figura de las damas. Muchas de ellas eran altas, de piernas
contorneadas, de caderas robustas y bustos delgados. La fisonomía de
las jóvenes era típica de las rusas, saludables y atrayentes. Las jóvenes
vestían para la ocasión sin ser elegantes; algunas de ellas usaban un
pañuelo de seda que cubría el cabello, atuendo habitual en la Rusia rural.
La vestimenta era simple, de ningún modo influenciada en esos años por
la moda de la sociedad de consumo de Europa Occidental. Sin embargo,
en las grandes ciudades solía haber jóvenes que soñaban con los objetos
glamorosos del consumo exagerado de Occidente y existían muchachos
de dudosa reputación obsesionados por comprar "blue jeans" y adquirir
ilícitamente dólares de los extranjeros.
Entre los varones asistentes al baile se hallaban trabajadores de la
mina, todos muy jóvenes y de buena salud. La mayoría de ellos tenían
aspecto eslavo; ocasionalmente se encontraba alguna persona de pelo
negro, con aspecto asiático.
Después de algunos bailes, el Coño desapareció sin dar aviso. Al
parecer su acompañante le daba la atención que él esperaba,
comentábamos cuando se alejó del grupo y se esfumó entre la
muchedumbre.
"Parece que hay romance…", tarareaban los amigos refiriéndose al
Coño y su pareja.
La gente del pueblo trataba a los estudiantes del campamento como
a una especie de turistas o visitantes de verano; los aceptaban pero no
193
intimaban con ellos. El baile resultó bastante agradable y apropiado, sin
excesos ni escándalos, cuestión normal entre los eslavos. A veces se
comentaba que los excesos, la exageración y los escándalos estaban
reservados para la gente de climas cálidos, sin embargo, no hay nada
escrito en esta clase de materias, y en general terminan por ser
prejuicios. Después de un par de horas se dio por finalizado el baile y
los jóvenes se dispersaron. El grupo latino, junto con Evguenie, regresó
caminando alegremente por el camino de tierra que se internaba en el
bosque hacia el campamento, bajo la claridad de la luna y el ruido de
fondo de grillos y pájaros nocturnos. Con mis amigos comentábamos los
detalles relacionados con las participantes femeninas, y la posible
aventura amorosa del Coño. Ya en el campamento, después de unas
horas, apareció el Coño con una amplia sonrisa y sin dar lugar a
comentarios. "Mañana conversamos…", exclamó sonriente desde su
camastro cuando se disponía a dormir al otro extremo del dormitorio.
XII. Los judíos soviéticos
Sascha Sanzone y yo compartíamos el mismo velador entre
nuestros camastros de campaña en la hilera doble de camas del
dormitorio comunitario bajo la enorme carpa de color verde oscuro. En
ocasiones surgían conversaciones sobre Israel, la llamada diáspora de los
judíos, los judíos soviéticos y el Sionismo. En América Latina existen
194
emigrantes de todas las latitudes, incluyendo judíos. Las diferencias, sin
embargo, se dan básicamente en términos de clase, y en menor grado,
por razones raciales o étnicas.
La situación de la supuesta discriminación de los judíos y la
emigración de los ciudadanos soviéticos de ancestros judío (hebreo para
los soviéticos) hacia Israel y hacia Occidente era un tema frecuente de
conversación en la URSS. Los latinoamericanos, en general, no tienen
una noción ni una perspectiva clara de la magnitud de la cuestión judía,
que suscita curiosidad en un tema controversial en la Unión Soviética de
esos años. Posteriormente llegué a comprender el significado de este
conflicto ideológico, manipulado hasta la saciedad en la prensa escrita y
hablada de Occidente, tanto en Europa como en los Estados Unidos. En
la prensa soviética el tema de la emigración de los ciudadanos soviéticos
de ascendencia judía era un tema tabú.
"Oye Sascha", inicié la conversación, cuando todavía no se cortaba
la luz del generador que alumbraba los dormitorios comunitarios, y
enterado de que Sascha era judío soviético.
"¿Qué pasa con la emigración de los judíos hacia Israel que tanto
se comenta…?, ¿Hablas Yiddish?.
"No, no hablo Yiddish, solo conozco algunas palabras, pero mi
madre sí…", Sascha continuaba explicando que su madre mantenía las
tradiciones y trataba de enseñarle lo que significa ser judío de la
diáspora. Sascha era ciudadano soviético, con cultura soviética y de
195
ancestros hebreos. Él me explicaba que en la URSS se tiene la
nacionalidad judía por su origen, pero la ciudadanía soviética por haber
nacido en territorio de la Unión Soviética. Se tiene la cultura soviética
por haber recibido la educación del sistema soviético y los valores que lo
acompañan. En Occidente y en Israel, toda persona de ancestro judío es
considerada un ciudadano judío, talvez potencialmente ciudadano de
Israel. Entiendo que un judío de la diáspora se siente parte de esa
procedencia ancestral; Israel es la tierra prometida, y en segundo término
se siente ciudadano del país donde haya nacido. Solo Palestina, la tierra
prometida, es considerada la patria real por muchos miembros de la
comunidad judía. Muchos judíos se asimilan a la cultura y a la
nacionalidad de los países en que residen por generaciones; otros
mantienen fielmente las tradiciones religiosas. Israel y el Sionismo como
movimiento, han introducido el concepto de diáspora para atraer a los
ciudadanos de ancestros judíos de distintos países hacia la tierra
prometida que sólo empezó a ser realidad a partir de 1948 en Palestina,
habitada por población de origen árabe por muchos siglos.
Aparentemente, según Sascha, el compromiso de los judíos de la
diáspora es regresar a la tierra prometida. La mayoría de ellos visitan
Israel, los kibutz, apoyan moral y financieramente al pueblo y al
gobierno de Israel, de manera incondicional, desde el extranjero.
En los años sesenta, la cuestión de emigración judía desde la URSS
hacia Israel y otros países de Occidente era muy conflictiva y era parte
196
integrante de la guerra fría entre Este y Oeste. Sascha aclaraba que la
emigración de judíos desde la Unión Soviética no era estimulada por
parte del gobierno soviético porque era un drenaje de recursos humanos,
una "fuga de cerebros", de expertos, que contribuirían a las economías
occidentales y no a la soviética. Este fenómeno es común en los países
dependientes de Occidente, donde una élite de expertos es atraída por
empresas comerciales y educacionales en perjuicio de las economías
nacionales. La Unión Soviética había invertido grandes recursos para la
formación, educación, sin costo alguno para sus ciudadanos y por lo
tanto, se consideraba justo que el ciudadano que deseaba abandonar el
país, retribuyera en parte al Estado el costo de su educación. El gobierno
soviético había impuesto una suma de dinero razonable, que algunos
podían pagar inmediatamente, y obtener así una visa de salida del país.
"Nadie los tiene prisioneros; pueden emigrar pagando la suma de
retribución", explicaba Sascha. Era una política para desalentar la
emigración, especialmente de especialistas altamente calificados,
sobretodo a los que están relacionados con la seguridad militar y del
Estado. Por otra parte, los sectores sionistas de Europa y de EE.UU.
arguían falta de libertad para los ciudadanos soviéticos de ancestro judío
solamente —no de otros países—, utilizando métodos burdos. Por
ejemplo, era habitual escuchar en las universidades soviéticas sobre
invitaciones a emigrar, hechas por organismos universitarios de
Occidente con el auspicio de poderosas organizaciones sionistas, a
197
destacados y prestigiosos científicos de ascendencia judía. Estas
organizaciones tenían una gran influencia en las instituciones de
educación superior. Sascha continuaba explicando: " ¿Tú conoces a
Zelmanov, verdad? … de Cosmología de la Universidad de Moscú…",
preguntaba Sascha, suponiendo una familiaridad común con la persona
mencionada, a la cual yo asentía siguiendo la conversación. Él explicaba
que hasta Octubre de 1966, Zelmanov había recibido varias invitaciones
directas para emigrar a Israel y a otros países occidentales, ofreciéndole
toda clase de facilidades para radicarse en el extranjero, además de
suculentos salarios. El mismo científico mostraba las cartas a sus
estudiantes graduados y contaba con mucha satisfacción que había
rechazado todas las invitaciones por medio de una contundente negativa.
El era y se sentía un ciudadano soviético y sólo servía a su país. Las
provocaciones de las organizaciones solicitantes y la explotación de los
sentimientos de los ciudadanos soviéticos de ascendencia judía, eran
deplorables. Los “disidentes” de soviéticos de ascendencia judía tenían
un acceso fácil y sorprendente en los medios de comunicación de
Occidente.
"Como ves, no hay unanimidad entre los judíos soviéticos…",
explicaba Sanzone en voz baja tratando de evitar las protestas de algunos
que estaban ya tratando de conciliar el sueño. "Conversemos mañana
para que no nos llegue un zapatazo por la cabeza…", le decía yo, cuando
ya se había cortado la luz como señal de toque de queda. Después de
198
algunos bostezos, la gente se dormía profunda y rápidamente, venciendo
los recuerdos y la nostalgia por los seres queridos.
Durante la hora de la siesta después del almuerzo, en el lugar de las
faenas, continuamos conversando sobre la situación de los judíos en la
Unión Soviética. Me acerqué donde estaba comiendo Sascha para
compartir "la mesa", que en esa ocasión era el tronco enorme de un árbol
caído cerca de una acequia.
"Cuéntame de tus ancestros, Sascha… ¿porqué todo el Occidente
habla de ustedes como si los judíos la estuvieran pasando mal aquí en la
URSS?", le pregunté, mientras nos acomodábamos con mucho apetito,
para comer montados en el tronco.
"Ya sabes como se tergiversan las cosas en el Occidente… no
hagas caso, de otra manera te pasarías toda la vida contestando
sandeces… es pura propaganda de la guerra fría…", reafirmaba Sascha
con un tono de seguridad mientras comía rápidamente. Yo insistía en la
necesidad de ventilar la cuestión judía en la URSS, ya que era de mucho
interés para la gente de izquierda. Dentro de la izquierda existe mucha
gente de ascendencia judía que está expuesta a la influencia del
Sionismo y sus posiciones ultra conservadores. Sascha mencionaba que
en Rusia hubo discriminación de los "hebreos" en la época de los Zares;
se violaron los derechos civiles de los ciudadanos rusos de ascendencia
judía durante muchos siglos. Precisamente fue en una etapa en que la
nobleza rusa y los cristianos ortodoxos rusos buscaban una excusa para
199
ocultar una época de decadencia y debilidad económica del capitalismo
ruso. Los pogromos de fines de siglo XIX y en 1905 se hicieron en la
víspera de grandes transformaciones, revoluciones en Rusia con una
situación de deterioro del capitalismo y de antesala de la Primera Guerra
Mundial. Sascha explicaba que los pogromos de los judíos fueron una
gran injusticia cometida por los Zares, lo que ocasionó la dispersión de
la comunidad de judíos rusos a otros lugares del globo, especialmente a
la Argentina y a los EE.UU. Cuando triunfó la revolución bolchevique
en 1917 la comunidad judía estaba segura y protegida de discriminación,
y de persecución. Posteriormente, en los años de Stalin, en 1934, en el
extremo oriente, cerca de la frontera con China, se creó la Región
Autónoma Hebrea cuya finalidad era destinar un territorio a la población
de ascendencia judía, en la misma región que habían estado poblando
desde el siglo anterior. En cuanto al caso de la admisión a las
universidades y la supuesta discriminación de los judíos, Sascha
explicaba que el criterio de admisión se determinaba según los
antecedentes académicos de los estudiantes, y en segundo lugar, la
procedencia étnica o la nacionalidad de los postulantes. El porcentaje de
admisiones por nacionalidad o etnia se determinaba según fuera el
porcentaje de habitantes de esa nacionalidad o de esa etnia dentro de la
población total de la Unión. Este procedimiento no favorecía a los
postulantes de ascendencia judía debido a su número reducido de
habitantes (alrededor de 2 millones en los años sesenta). La población
200
más numerosa eran los rusos, seguidos de los ucranianos y los
bielorrusos. Esta composición demográfica de la Unión indicaba que era
justo dar oportunidades a todos, ayudar a los más desaventajados, sin
crear privilegios por razones de tipo étnico. Este criterio no favorecía a
la población de ascendencia judía en la admisión a las universidades, ya
que la mayoría se concentraba en determinadas actividades como la
educación, las ciencias, el arte, esencialmente en actividades
intelectuales. A menudo, gente de ascendencia no judía alegaba que este
grupo étnico estaba ausente en sectores como la agricultura,
construcción y otras actividades. Personalmente más de una vez escuché
opiniones de algunos soviéticos, entre otros un profesor de filosofía,
sobre una supuesta posición de privilegio de los judíos en sectores de la
economía relacionados con actividades intelectuales, y sobre la falta de
participación de este grupo de soviéticos en otras actividades de la
producción. Se podía argüir que el conflicto de la cuestión judía,
alimentada por occidente, atentaba contra un desarrollo armonioso de
todas las naciones de la URSS en los años sesenta. Sascha explicaba que
no era justo que a las naciones del sur, como los uzbecos por ejemplo,
que se incorporaron a la sociedad soviética desde un estado feudal en su
economía, no se les diera preferencia en su desarrollo.
"No se puede tener hermanos pobres y hermanos ricos en la familia
de las naciones que componían la URSS", argüía Sascha.
201
"¿No te parece que es justo lo que digo?", preguntó buscando mi
aprobación, a lo cual yo asentía.
"Yo entiendo eso del criterio de justicia y un desarrollo armonioso
de todos los soviéticos…", replicaba. Yo le explicaba que no me
convencía el método con que se trataba este problema. Más valdría
explicarle a todo el mundo esta política, abiertamente, y no ignorar el
continuo asedio de la prensa occidental. Los diarios extranjeros
comentaban y discutían el tema; me parecía que, como era de esperar,
después de tanto repetirlas las mentiras se transformaban en verdad.
"Este problema se maneja mal a nivel de gobierno, ¿no te parece?",
insistí. Me levanté lentamente para devolver los platos ya vacíos y
limpios de comida después de devorar el almuerzo del día. Después de
un gesto de incredulidad de Sascha, nos dirigimos hacía la cocina
ambulante para devolver los platos y los utensilios.
*
La conversación se tornó hacia la ocupación de los territorios y
países árabes por las fuerzas armadas israelitas " ¿Qué te pareció la
reciente ocupación de los países árabes, por Israel, el mes pasado?".
" ¡Sabakii! qué agresión más increíble … ", replicó Sascha
indignado. Agregó que los sionistas, con el pretexto de recuperar los
territorios bíblicos de Israel, desde el Eufrates hasta el Nilo, querían
202
asegurar la dominación de la región y sus recursos naturales,
especialmente el agua, elemento vital en esos territorios.
"Esto ha sido posible solamente con el apoyo de EE.UU. y otros
círculos sionistas de Europa…", agregaba Sascha sintiéndose incómodo
dado que sus supuestos "paisanos" eran la causa de semejante acto de
agresión.
"Imagínate… es indignante…", exclamaba Sascha.
"¿No crees que el gobierno debiera ser más eficaz en la publicidad
para contrarrestar la propaganda sionista?", le dije.
"Sí, estoy de acuerdo, pero el gobierno no puede hacer todo…",
contestó Sascha disponiéndose para la siesta de 15 minutos antes de
empezar a trabajar de nuevo la jornada de la tarde.
XIII. El lago Baikal
Un día domingo temprano algunos jóvenes abordamos un autobús
de transporte público, especialmente contratado para esta "excursia32
”,
para viajar por el día al lago Baikal. En todas partes se usa este tipo de
transporte colectivo, por un honorario razonable, cuando se hace un
paseo campestre o algún viaje en grupo a un lugar turístico. Varias horas
de viaje en autobús y en tren no disminuían el entusiasmo por visitar el
lago de agua fresca más profundo del mundo. El paisaje uniforme de
32
Excursia significa excursión o paseo de algunas horas en algún campestre de recreación.
203
bosques y ríos formaba un manto circundante con sólo la brecha del tren
y algunos escasos caminos adyacentes. El lago Baikal puede verse
fácilmente, a pesar de la contaminación. A fines de los años sesenta
existía una sincera preocupación en la opinión pública por la
preservación de los recursos de la región y la contaminación de las aguas
del lago a causa de la actividad de la industria minera y de la celulosa.
Estas industrias usaban las aguas del lago en los procesos industriales
con la consiguiente contaminación. A fines de esa década o a principio
de los setenta, se estableció una política más estricta en la preservación
de los recursos naturales del lago y de la región. Felizmente estos
esfuerzos tuvieron éxito posteriormente, ya que no sólo se establecieron
regiones de preservación; también se crearon instituciones de
investigación y preservación de recursos naturales con asiento en la
ciudad de Irkutsk.
Irkutsk, en el extremo suroeste del lago, es una ciudad de más de
400 años, con muchas instituciones de educación superior. Esta antigua
ciudad fue una de las primeras que los colonizadores rusos, llegados del
oeste, ocuparon en el Siglo XVI. El Baikal es inmenso en extensión y
hermosura; a lo ancho del lago congelado, un vehículo puede demorar
fácilmente media hora en cruzarlo; a lo largo tardaría talvez un día de
viaje. El lago es meta última de muchos ríos de diferente caudal, como el
Lena, el Angara y otros menores. Hay lugares del lago que contiene
fuentes termales con propiedades medicinales, favoritas de muchos
204
turistas soviéticos durante el verano. Los visitantes disfrutan de la pesca
de muchas especies de peces que sólo se pueden encontrar en este lago.
Después de disfrutar de un paseo en lancha por la bahía del lago y
escuchar al guía hablar sobre las características del lago, las industrias
en la región y la rica fauna marina, regresamos al campamento. El viaje
había sido largo y agotador.
*
Dos semanas después de la visita al lago, se organizó otra visita a
la represa de Bratsk. Fue impresionante para la mayoría de la gente de
mi grupo. La mayoría éramos estudiantes de ingeniería y de ciencias, por
lo tanto, teníamos mucho interés en la represa y sacamos el mayor
provecho posible de las palabras del guía que describían esa magnífica
obra de ingeniería; parecía adecuada a los vastos territorios de Siberia —
una enorme estructura de concreto y un lago artificial en el río Angara
que parecía mar. Visitamos la sala de las turbinas aún inconclusa con
alrededor de una docena de ellas ya funcionando. Las turbinas de
tamaño de una casa, habían sido fabricadas en una de las industrias de
este tipo de maquinaria en la ciudad de Leningrado. Eran enormes,
silenciosas, movidas por el torrente de agua que, supuestamente, pasaba
en la parte inferior de la enorme máquina. En esa época, Agosto de
1967, era lo más moderno que se había construido en el país y talvez en
el mundo. El guía comentaba que, aún cuando no se había completado la
obra, el costo total de la represa se había pagado con la energía ya
205
producida hasta ese momento. Parecía un negocio redondo, pensaban los
ingenieros, producir energía eléctrica en una planta hidroeléctrica con
semejante rentabilidad. La sala de las turbinas del tamaño de una cancha
de fútbol con muchos tableros de control, lucía limpia como un espejo,
reluciente y gigantesca, con grandes ventanales en un costado del
edificio. Desde la sala de las turbinas se podía divisar las aguas
blanquísimas caídas desde la represa a través de las turbinas generadoras
de electricidad. Todo en Siberia es gigantesco. Después de mirar las
maquetas con los detalles de la planta, salimos a los balcones para
observar el torrente de agua que hacían posible girar las aspas de las
turbinas; era impresionante. El aire húmedo llegaba hasta los rostros de
los turistas que observábamos el enorme caudal de un sonido poderoso y
profundo. La planta hidroeléctrica producía una gran cantidad de
energía eléctrica que iba a satisfacer la demanda de las ciudades y de las
empresas de fabricación de aluminio que se encontraban a corta
distancia de la planta. El torrente de agua me recordaba a las cataratas
del Niágara que probablemente había visto en alguna película o noticiero
en la televisión. Sobre el dique gigantesco de la represa pasaba una
carretera interurbana con muchos camiones y autobuses. Los turistas,
aparentemente todos de la Unión, provenían de diferentes regiones. El
grupo nuestro, vestido de "gala", con el traje de color verde oscuro,
camisa blanca y corbata negra, seguía con atención al guía que describía
con elocuencia los pormenores sobre el proyecto de construcción de la
206
represa, solo interrumpida por las preguntas de los participantes. Al
momento de nuestra visita, la represa de Brastsk era ya la segunda en
magnitud; la más grande estaba en construcción aproximadamente a
unos 60 kilómetros de Brastsk. Según los comentarios del guía, esta obra
era parte de un plan quinquenal de industrialización de esa región de
Siberia y respondía a una idea del fundador del Estado Soviético,
Vladimir Ilich Lenin: la electrificación del país es la base de la sociedad
comunista. Lenin, para los soviéticos en general, no sólo era un padre
de la patria sino también un orientador espiritual, una figura como
Mahatma Gandi para los indios, Simón Bolívar para los sudamericanos,
o George Washington para los norteamericanos. Lenin pensaba que la
sociedad de trabajadores en la etapa comunista sólo se lograría con la
electrificación de toda la Unión. Pensaba que todas las actividades
económicas deberían funcionar con energía eléctrica, cuestión que era
muy válida en los años veinte y que todavía tenía sentido en los planes
de desarrollo de los años sesenta. El desarrollo industrial básico en la
región de Siberia era amplio y vigoroso. Se extraía la energía eléctrica y
las materias primas, tales como el hierro, el carbón, el aluminio, la
celulosa en cantidades industriales. Se contemplaba la posibilidad de
crear las suficientes plantas hidroeléctricas para producir la energía
necesaria para toda la región europea de Rusia y de la Unión Soviética,
donde se concentraba la mayor parte de la población. Las distancias eran
enormes, con 11 zonas de hora diferentes entre el extremo Este y Oeste
207
de la Unión. Estas grandes distancias sugerían la idea de transportar la
energía eléctrica, en forma continuada, a regiones de consumo máximo
en diferentes horas del día. Incluso se pensaba que habría suficiente
energía eléctrica para el consumo de toda Europa occidental. Estos
planes gigantescos requerían proyectos y obras de gran magnitud. Algo
similar ocurría con los gaseoductos y oleoductos desde los territorios del
Norte hacia la parte occidental de la Unión y de Europa. Posteriormente,
el gas natural ruso fluiría por gaseoductos hacia Europa occidental. En
esos años se comentaba en los medios de comunicación sobre los planes
de desarrollo en los territorios vírgenes de Siberia, suponiendo que
cualquier desarrollo industrial no alteraría el balance ecológico de
aquellas vastas regiones.
*
En los años sesenta la conciencia sobre los problemas ambientales
a consecuencia del desarrollo industrial estaba en su infancia. Los
proyectos industriales eran aprobados sin mayor análisis del impacto en
el medio ambiente. La idea predominante era dominar la naturaleza en
beneficio de los seres humanos. Con los años mucha gente se despertaba
a un entorno alterado drásticamente por obra del ser humano. El
desarrollo industrial amenazaba seriamente el equilibrio ecológico y las
reservas naturales de vastas regiones. El curso de los ríos y sus
sedimentos se alteraban, y con ello el equilibrio ecológico de la fauna
208
acuática y la flora de la región. Se hacían algunos esfuerzos por dejar
espacios, por ejemplo en el río Angara, para los salmones; se construían
pasajes especiales a lo largo del río para que no alterara su migración
natural. Sin embargo, el impacto ecológico era inevitable.
Otro proyecto gigantesco en la región siberiana era construir un
canal que llevara el agua necesaria desde los ríos del norte, en el círculo
ártico, hacia el sur hasta las regiones áridas y desérticas de Kazaktan, a
unos cuantos centenares de kilómetros de distancia para proyectos de
agricultura a gran escala. Prácticamente se proponía construir un río
artificial trazado en una trayectoria de flujo con el máximo de eficiencia.
La idea de convertir el desierto en un vergel, con abundancia de agua y
vegetación, habría tenido un alto impacto en el medio ambiente con
consecuencias impredecibles. Con los años se fue acentuando la
exigencia de realizar proyectos industriales protegiendo el medio
ambiente para lograr un desarrollo auto sostenible y armonioso. En esa
época existían voces que consideraban que no toda obra que produce
ganancias y desarrollo industrial es beneficiosa, a largo plazo, para el ser
humano y para la naturaleza. En muchas partes del mundo, sobretodo en
los países industrializados, el impacto del desarrollo ha modificado el
medio ambiente en el transcurso de veinte o treinta años con
consecuencias demasiado costosas para reparar. La noción que el ser
humano es una componente más de la naturaleza, pero con el poder de
destrucción jamás antes conocida, iba tomado fuerza con los años. La
209
conciencia sobre el porvenir del planeta, considerado como un hogar
único de los seres vivos, iba avanzando en muchos países. La incógnita
sobre la sobre vivencia de la especie humana a largo plazo y el enigma
de la reacción de la misma naturaleza frente a un desastre ecológico, aún
está vigente. La represa de Brastsk proporcionaba admiración y
preocupación a la vez. El beneficio a corto plazo era enorme y
estimulante; el impacto a largo plazo todavía no se percibía claramente.
El tema de conversación sobre la represa, el plan industrial de desarrollo
en Siberia, siguió por varios días entre los estudiantes, indicando una
justificada insatisfacción.
*
A fines de agosto llegó la hora del regreso a la ciudad, a la llamada
"civilización". Todo el mundo se disponía a iniciar una nueva sesión de
estudios universitarios. La jornada de verano, que tanto entusiasmo
había despertado en los estudiantes, llegaba a su fin. Hubo una
ceremonia oficial con formación del destacamento de trabajadores
estudiantiles y los discursos que nadie escuchaba. Más bien se disfrutaba
de la agradable sensación de haber cumplido una tarea de bien común,
de haber completado una tarea comunitaria y de recibir la riqueza de la
experiencia. Se hizo el inventario y el desmantelamiento del
campamento y nos preparamos para el regreso con alegría y nostalgia
210
anticipada por ese lugar lleno de encanto y solidaridad humana. Una
experiencia única. En el aeropuerto de Irkutsk tuvimos que esperar por
algunas horas el avión, junto a un centenar de maletas de todos colores
de los integrantes de esta aventura original. Muchos esperábamos el
vuelo de regreso recostados entre las maletas y sacos de viajes,
aprovechando cualquier momento apacible para dormir. Más atrás se
escuchaba todavía la carcajada del Coño que, probablemente, seguía con
sus bromas y su humor interminable. El destacamento ocupaba gran
parte del vestíbulo del aeropuerto, vestidos con uniformes de color
verde, camisa blanca y corbata oscura, expuestos a la mirada llena de
curiosidad de los pasajeros habituales, algunos de ellos de aspecto
asiático. Los muchachos seguían comportándose inconscientemente
como en el campamento; seguían las instrucciones de los líderes de las
cuadrillas, la acción en equipos y un comportamiento colectivo —una
tradición de la mayoría de los pueblos del Asia y Europa Este. En un
vuelo prolongado desde Irkutsk a casa, los jóvenes llenaron el avión de
júbilo, de la alegría de haber finalizado una tarea satisfactoriamente,
después de dar una especie de examen sobre la realidad soviética y con
la perspectiva de reunirse luego con los seres queridos. Evguenie
Kuznitsov y Pepe sentados en la misma hilera de asientos, dormían
después de algunas horas de vuelo y de una noche anterior de
celebración del término de una larga jornada. Me preguntaba y
analizaba si se había justificado el esfuerzo realizado durante dos meses
211
de trabajo físico intenso y una convivencia multiétnica en ese lugar
aislado del mundo. Pensaba en silencio que si había llegado a la
sociedad soviética, más valía que aprendiera y entendiera el cómo y el
por qué de la política contingente y de los principios ideológicos que
dirigen esa sociedad; que comprendiera el modo de pensar de los
soviéticos, su cultura ancestral llena de tradiciones, con una historia
dolorosa y trascendental. Debía entender los criterios aplicados en una
sociedad inédita que progresaba hacia la conformación de una sociedad
nueva, de mejor bienestar para las mayorías. Hay que tener la
experiencia de convivir y participar en el proceso de la sociedad
soviética, pensaba. Sin duda esa experiencia había enriquecido mi vida y
la de todos los jóvenes del destacamento estudiantil. Después de
algunas horas de vuelo miraba por la pequeña ventanilla del avión y
todavía se veía allí el manto oscuro de bosques, cortado por la línea
caprichosa de los ríos; era un mar de abedules y pinos que se perdía en el
horizonte. Por mi mente pasaba una secuencia de momentos, personas y
lugares que había conocido en los dos últimos meses. Las mañanas
heladas, el "burunduk", el desayuno reconfortante, el olor húmedo de la
tierra que cavábamos, el aroma de los bosques y flores silvestres, el
pintoresco pueblito minero, la calidez de la gente y la solidaridad
humana. Pensaba que de verdad había valido la pena aquella estadía de
un verano en Siberia; era una rica experiencia que podía compartirse con
mucha gente. Sentía la sonrisa a flor de labios, rebosante de salud y de
212
juventud. Imaginaba que en algunas horas más de vuelo, vería a mi
gente —mi querida compañera y mi adorable hijita de ya nueve meses.
213
Epílogo
Después de muchos años la sociedad, a la cual nos hemos referido
en este relato resumido, ha cambiado drásticamente. Los amigos y
compatriotas de aquella época especial han dejado huellas en distintos
lugares del globo; algunos han tenido una vida heroica, otros como
cualquier persona con una profesión. Todos aquellos muchachos y
muchachas de esa época, aún tienen buenos recuerdos de ese país y de
su gente que nos acogió con generosidad, con solidaridad de clase, con
amistad y hospitalidad. Aquella experiencia marcó nuestras vidas no
tanto ideológicamente, sino como seres humanos; aprendimos los
valores humanos que nos hicieron mejores ciudadanos del mundo: la
dignidad, el orgullo por nuestras raíces, la solidaridad con nuestros
semejantes desposeídos, la dedicación a la justicia social y al respeto por
el ser humano. Hubo gente en ese contingente de jóvenes que merecen
mi respeto profundo: Lenin Adán Díaz, Marcelo Concha y Mariano
Turiel raptados por la policía secreta de Pinochet en 1976. Ellos siguen
en la lista de detenidos desaparecidos en Chile, víctimas de la dictadura
de Pinochet. La historia de la dictadura militar y de la experiencia de mi
familia, la cual se inició en la Rusia soviética, es digna de un relato
exhaustivo para explicar lo sucedido bajo la represión y la violación de
los Derechos Humanos nunca antes conocida por la nación chilena.
En cuanto al socialismo del Este de Europa ahora todo el mundo se
pregunta: ¿Ha habido un retroceso o un avance en los territorios de la
214
Unión Soviética extinguida? ¿Estados Unidos de Norteamérica ganó la
guerra fría y ha sepultado al socialismo? ¿Existe sólo el "capitalismo
globalizado" para el futuro de la humanidad?
Sin considerar la retórica estridente de extrema derecha y de la
guerra fría se puede aseverar que el proceso de cambios sociales en el
mundo no se detendrá fácilmente por situaciones circunstanciales. Los
recursos naturales en los distintos países son temporales y limitados.
Este simple hecho contradice la existencia del actual estado económico y
político en el siglo veintiuno. “Los sepultureros del socialismo se han
equivocado de funeral”, parafraseando a Eduardo Galeano. Los
pronósticos propagandísticos de los estrategas de occidente en contra del
socialismo son amplificados a través de sus propios medios de
comunicación masiva. Los líderes de la globalización están conscientes
de que el socialismo es una solución adecuada para las mayorías y harán
todo lo posible para prevenir su advenimiento en cualquier lugar del
mundo. En la actualidad, la correlación de fuerzas políticas y
económicas ha girado hacia el capitalismo: hacia la aceleración de la
dominación y explotación de los recursos naturales y humanos de los
países del Tercer Mundo por parte de las corporaciones multinacionales
y de los intereses que ellas representan. Sin duda la atención se
concentrará en la fuente del poder: las empresas transnacionales. La
acumulación de riquezas tiene su límite, los recursos naturales y
humanos son también finitos. Este hecho pondrá en movimiento los
215
procesos sociales en el futuro donde la idea y práctica del socialismo,
como sistema de vida, tiene aún una importante función que cumplir
especialmente en el Este de Europa.
216
Apéndice: Fotografías
Estas fotografías están relacionadas con los eventos y personas
incluidas en este relato en Siberia y algunas escenas de la vida de los
estudiantes de esa época en la Unión Soviética.
Las descripciones se adjuntan a cada fotografía. Los originales de
esta serie de fotos pertenecen al autor, y no están disponibles para su
reproducción. Estas imágenes han sido recopiladas y restauradas gracias
a la colaboración de las siguientes personas: Wladimir Pulgar, Curicó,
Chile; Raúl Naulin, Cumaná, Venezuela; y César Pontigo, Yokohama,
Japón.
217
1. Un grupo de estudiantes en el “comedor” del campamento en
Siberia. De izquierda a derecha abajo: Pepe, Pedro, un amigo
ecuatoriano y más allá un argentino escribiendo una carta; arriba:
Sascha el “periodista”, y un amigo hondureño. El grupo observa a
Pepe diseñar un cartel para ser instalado como un aviso distintivo
en el campamento.
218
2. Un grupo de estudiantes-constructores durante el almuerzo en el
sitio de las faenas, en la estación de ferrocarril en construcción.
219
3. Festival de Neptuno en el campamento, la ceremonia toma su
curso, donde se eligió una reina, en esa ocasión una estudiante de
Argentina, caminando a la derecha, de blanco. El grupo se dirige
hacia el riachuelo para determinar quién es lanzado a las aguas
frías del riachuelo.
220
4. “La dama del perrito” es lanzada al agua a pesar de su popularidad.
221
5. Liuba se repone del baño involuntario. ¿Quién es el siguiente?
222
6. Moscú 1962: visita de Pablo Neruda invitado por organismos
culturales de esa ciudad. Se ve junto a estudiantes y representantes
universitarios y culturales.
223
A
abedules, 4
agricultura, 7
agua siberiana, 8
Alberto Baltra, 21
alcoholismo, 14
Antón Chejov, 29
Asia, 3
B
Baikal-Amur, 11
Berlín, 21
C
campamento, 4
capitalismo, 7
Chile, 6
chispa, 6
CIA, 20
clasista, 17
Claudia, 2
compañera, 2
comunista, 21
Coño, 6
conservación, 9
Constitución, 14
Cuba, 21
D
Darya, 2
E
Eduardo Frei, 20
EE.UU, 7
Elías, 38
élites, 16
Estado, 13
Europa Occidental, 9
F
ferrocarril, 31
Fidel Castro, 21
fútbol, 23
G
gimnasia matinal, 4
guerra fría, 3
H
holgazán, 14
Hollywood, 25
Horta, 6
I
idealismo, 8
identidad, 16
indígena, 17
indigentes, 14
industria bélica, 17
Irkutsk, 8
izquierda, 20
224
K
Koljos, 12
koljosianos, 12
L
La Jolla Shores, 2
La patrona, 2
Lago Baikal, 8
líderes, 13
M
materias primas, 17
medio ambiente, 9
militar, 17
Moldavia, 12
Mongolia, 8
Monroe, 21
O
obrero, 21
P
París, 6
Pepe, 5
planes quinquenales, 9
proyectos, 6
R
radio Moscú, 4
raíces culturales, 7
retractores, 14
Revolución, 12
riachuelo, 10
Rusia, 2
Rusia Soviética, 3
S
semana mechona, 23
Serguei, 30
Siberia, 3
sindicato, 21
socialista, 21
sociedad, 7
Sovjoses, 13
Suecia, 6
T
Taigá, 8
Tolya, 30
U
Unión Soviética, 8
Universidad, 21
URSS, 3
W
Washington DC, 2
Y
Yuri, 30
Z
Zeleznogorsk, 4
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