PROVINCIA DE BUENOS AIRES
DIRECCIÓN GENERAL CULTURA Y EDUCACIÓN
DIRECCIÓN DE EDUCACIÓN SUPERIOR
ESCUELA NORMAL SUPERIOR DOMINGO A. TERUGGI
INSTITUTO SUPERIOR DE FORMACIÓN DOCENTE Y TÉCNICA N° 165
CARRERA: PROFESORADO DE EDUCACIÓN PRIMARIA
ESPACIO CURRICULAR: TEORÍA SOCIOPOLÍTICA Y EDUCACIÓN
CURSO: 2do AÑO
CICLO LECTIVO: 2012
TÍTULO DEL TRABAJO: TRADICIÓN NORMALIZADORA-DISCIPLINADORA
ALUMNA: BRAVO, BÁRBARA.
GALVÁN, XOANA.
JANO, MARÍA EMILIA.
ROJAS RAFFAGHELLI, DAIANA.
PROFESORA: PEIRANO, CLAUDIA.
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TRADICIÓN NORMALIZADORA-DISCIPLINADORA:
El buen maestro
En la Argentina, a fines del siglo XIX, el Estado fue el encargado de promover la
“homogeneidad” para que se construya una nueva sociedad. Como plantea Andrea Allaud
(2007) en la tradición Normalizadora disciplinadora se veía al maestro como: un “buen
maestro” las cualidades más elogiadas eran sacrificio, humildad, abnegación, desinterés.
Amante del bien y cumplidor desinteresado de su deber, recibía recompensas simbólicas.
Cuanto más sacrificados fuera el maestro, era merecedor de mayor elogio.
Allaud en su texto hace mención a Dreyfus quien plantea que: “La profesión de
enseñante nace en cierto momento y se debe al encuentro, sociológica e históricamente
fundado, entre individuos y posiciones sociales, a las cuales los primeros le otorgan la vida”
La autora anteriormente mencionada al igual que María Cristina Davini (1995), plantean que
se introdujo en la formación de los docentes, el concepto de “maquinaria pedagógica”, éste
remitía a la normalización y homogeneidad de todas las culturas existentes en ese momento
en nuestro país. No solo se refería a la civilización de los bárbaros, sino también a la gran
masa de inmigrantes que ingresaba en esa época, de diferentes lugares del mundo. Ser
maestro implicaba reconocer la cultura dominante: la “alta cultura”, y saber solo lo que no era
posible ignorar para merecer ser denominado como tal.
Entonces, podemos decir, que el sistema educativo fue el encargado de disciplinar la
conducta y homogeneizar las ideologías de las grandes masas poblacionales, dejando de lado
la formación de habilidades, desarrollo del pensamiento o desarrollo del conocimiento. Esta
tradición fue sustentada en el positivismo, precisamente en la concepción de “orden y
progreso” del sistema educativo.
Por otro lado el rol del docente era el de normalizar y socializar. Pretendía que los
alumnos adquirieran hábitos buenos y reprimir los malos, ya que los hábitos familiares eran
muchas veces considerados bastos para un sector social. Se intentaba crear en ellos, hábitos
virtuosos y modalidades propias de una persona bien educada. Se intentaba “culturalizar” a la
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población. Allaud: “Culto era, en este sentido el que poseía una estructura personal, un
conjunto de esquemas ideales, un estilo “útil”, para la concepción, valoración y tratamiento
del mundo”. Su labor era formar individuos buenos aunque no tan instruidos.
El maestro era el alma de la escuela y debía poseer ciertos rasgos y características
particulares: temperamento, carácter, modales, presencia, rectitud e imparcialidad en sus
acciones, entre otras. Todas ellas eran necesarias para el orden y la disciplina escolar. Para
lograr el orden en el aula, el maestro utilizaba técnicas de “vigilancia”, así impedir la
adquisición de malas costumbres por parte de los alumnos. A demás, debía estar preparado
para estudiar las características e inclinaciones de los niños, para conocer sus cualidades
morales.
Las autoras Davini y Allaud plantean que la educación fue catalogada como
“femenina”, ya que las docentes eran vistas como seres incondicionales de apoyo para los
niños, una segunda madre, sensibles y “baratas”. Las mujeres instruyen menos pero educan
más, son educadoras por excelencia con cualidades naturales. Para ellas la elección de ser
docentes representaba una vía de liberación social. Quien indicaba el “deber ser”, un modelo
o ejemplo a seguir. En cambio los hombres eran quienes se encargaban de la dirección de las
escuelas. Eran vistos como más aptos para disciplinar, la presencia masculina estaba vista
para el disciplinamiento de los alumnos varones. La educación se resiste a las mujeres, por la
falta de energía, solidez e intensidad que sólo el hombre puede darle. El hombre mandaba y la
mujer obedecía.
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Para que existiera
“el orden y el
progreso”, es
necesaria la
disciplina, esto
asegura el éxito de
la escuela. Tarea
designada a los
hombres.
La escuela normal es
la institución que se
consolida y expande
en vistas de obtener
“maestros
preparados” o
competentes,
capaces de dirigir
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Bibliografía:
DAVINI, María Cristina (1995) “La formación docente en cuestión: política y
pedagógica” Capítulo 1. Editorial PAIDOS.
ALLIAUD, Andrea. “Los maestros y su historia” Cap. 3. Editorial Granica
2007. Bs. As.
Equipo responsable del Museo Pedagógico de Rosario. “Desvelando orígenes”
Un recorrido por los inicios de la Escuela Normal.
El papel del
maestro se
definía no
tanto por la
transmisión de
conocimientos,
por “enseñar”
en sentido
estricto, por
instruir, sino
más bien por
socializar,
educar,
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