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renémoraales.
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Todo el material en este libro* está bajo una licencia
Creative Commons, por lo que eres libre de redistribuir,
modificar y generar obras derivadas siempre y cuando me
cites como autor original, lo compartas de la misma
manera que yo, y no lo utilices para fines comerciales.
*Excepto fotografías sin el logo Creative Commons.
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TORMENTO – René Morales Licenciado bajo Creative Commons Esta obra está publicada bajo una Atribución-Licenciar Igual 2.0
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PRÓLOGO
La última vez que lo vi
Pareciera que fue ayer cuando conocí a Javier. Tan radiante,
tan feliz, tan alegre como siempre… pero siempre ocultando algo
tras su sonrisa.
Todos decían que él tenía de todo, y era principalmente por la
concepción errada que él mismo generaba. Nos hacía creer que
poseía cuanto quería, aunque su ambición siempre fue más grande
que sus posesiones.
Pero por dentro, Javier se pudría. Su amor moría de a poco, sus
enfermedades lo consumían, su odio lo apuñalaba. Él estaba
aburrido de su vida. No tenía emoción, no tenía sentimiento, no
tenía ‘acción’, como le gustaba decirle.
–Y, ¿qué harás después de terminar la escuela? –le pregunté.
–No lo sé –respondió, mientras cocinaba en su mente una
respuesta más compleja–. Quizás me vaya en un transatlántico, y
busque alguna oportunidad.
–¡Pero tú tienes montones de oportunidades aquí! –repliqué con
fuerza.– Tienes talento, gente que te quiere, empleadores que te
buscan. ¿Qué demonios te falta? –pregunté.
–Tampoco lo sé, Lara. No pienso mucho las cosas. Solía pensar
antes de actuar, pero me di cuenta de lo aburrido que era. El
impulso te lleva a grandes tonterías, pero a gigantescos
descubrimientos, también. Deberías probarlo –concluyó, riendo.
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–Nunca vas a crecer, Javier… pero por eso es que te quiero.
–Yo también te quiero –respondió, con ternura.– Ahora tengo que
volar, porque no me queda nada de tiempo. Tengo que estrenar esa
película en la que he estado trabajando. ¿Vas a ir al estreno?
–No sé si pueda, J. Lo intentaré, pero mi novio me mantiene
ocupadísima.
–Es una lástima.
–¿El que no pueda ir?
–No, tu novio. Bueno, me voy. Besos.
Me dejó sin habla. Y esa fue la última vez que vi a Javier en mi vida.
Y me he lamentado todos estos años el no haber ido a ese estreno.
Cuando estoy aburrida, veo la copia especial que él me entregó de
su película antes de que se estrenara. Nunca me canso de verla. Me
encanta esa película, me encanta su dirección y por supuesto su
actuación, y como no, su historia.
Javier tenía todas las de ganar. Y tenía todas las de ganarme a mí,
también. Mi corazón siempre fue suyo, y aunque hace 6 años que
no lo veo… sigue siendo de él.
Me han contado por ahí que sigue vagando, que ha tenido
oportunidades, que ha hecho dinero y lo ha gastado por otro
proyecto, que no ha logrado salir del hoyo en el que se encuentra.
Y me han contado también de que, desde el día que dejé de verlo…
nunca lo han visto de la mano de otra mujer.
Javier, Javier, Javier. Si tan solo pudiera encontrarte…
Si tan solo golpearas la puerta.
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CAPÍTULO I
Cámara, luz, adiós
Javier estaba emocionado aquella tarde de verano. Era el
último día de grabación. Sólo quedaban unas pocas escenas para
terminar aquella película que había estado planeando y escribiendo
por años. Y ahí, cerca suyo, como una sombra cariñosa, estaba Lara.
–¡Vamos, todo tiene que quedar perfecto! –gritó Javier a sus
compañeros.– ¡Es el último y gran día!
Todos estaban tan emocionados como Javier, porque lo que habían
construido durante las últimas tres semanas empezaría a cobrar
vida. Javier sacó su teléfono del bolsillo y llamó a su mejor amigo, y
el encargado de la edición de la película, Leo.
–Leo, ¿estás desocupado? –preguntó Javier.
–Sí. ¿Por qué?
–Estamos casi listos con la filmación, ¡así que quiero verte para
afinar unos detalles!
–Me parece, Javi. Voy enseguida. ¿Están en el instituto?
–Sí, donde siempre.
–Ok. Llevaré la laptop para que no perdamos tiempo. Hay horas de
filmación que hay que transferir desde las cámaras.
–Perfecto. Nos vemos entonces. Cuídate.
–Voy para allá. Adiós.
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Había un nerviosismo general que rodeaba el ambiente ese día en
el instituto. Autoridades, profesores, alumnos y asistentes, todos
estaban expectantes al momento en que Javier diera la orden de
corte en la escena final.
–Tormento, escena 76, toma 4, ¡acción!
Y un par de minutos más tarde, la grabación había concluido.
Y el silencio completo del instituto se volvió un aplauso eufórico, el
más grande que la institución haya visto desde que se constituyó.
De pronto, apareció el rector en el ‘set’.
–Felicitaciones, Javier. Vienes a darle un orgullo a este instituto.
–¡Señor rector! Muchas gracias, de verdad.
–No, gracias a ti. Ya nos veremos, cuando todo esté listo. Desde
ahora te adelanto que tienes el permiso del consejo para usar el
instituto si necesitas un lugar donde estrenar la película.
–Muchas gracias, señor.
–No te preocupes. Nos vemos.
–Adiós.
Javier no se lo podía creer. De pronto se vio, ahí, parado, felicitado
por aquel rector… Y miró hacia atrás, su infancia, y vio que poco a
poco se cumplía todo aquello por lo que había peleado, todo
aquello con lo que había soñado… Bueno… Casi todo.
Volteó hacia atrás y observó esa cara de la que se había enamorado
tan profundamente: Lara. La pequeña Lara. La tomó con sus dos
brazos, la levantó en el aire y giró… Simplemente giró.
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Lara gritaba, y se regocijaba de emoción y alegría. Cuando pararon,
medio-mareados, se miraron fijamente el uno al otro, con ternura,
con cariño, con amor. El mismo pensamiento pasó por sus mentes…
pero ninguno lo llevó a cabo. Ella tenía un novio. Y él no podía
andar besando chicas así como así por la vida… aunque, seamos
justos: a Javier no le interesaba besar a nadie más que a Lara.
–Gracias por todo, tu apoyo, tu cariño, tu comprensión. –le dijo él.
–Gracias a ti por la experiencia increíble.
–¿Vas a quedarte a la ‘fiesta’? Vamos a revisar los videos y
recolectar ideas, será interesante.
–No puedo. –contestó, cabizbaja, Lara.– Voy a reunirme con mi
novio ésta tarde y él realmente me extraña, y bueno… yo también –
terminó, no muy convencida de sus propias palabras.
“Ese infeliz…” pensó Javier. No lo conocía muy bien, pero desde el
día en que vio su cara con esa sonrisa pegada de oreja a oreja supo
que algo no estaba bien. O era del ‘otherside’, o era un asesino, o
un mujeriego, o un alcohólico. Una de esas cosas tenía que ser.
Además, era feísimo.
De cualquier modo, había que respetarlo. Ella lo quería, o por lo
menos, se suponía que lo hacía. Asumamos que sí: una historia
donde una mujer ama a otro hombre distinto de aquel con el que
está es algo muy repetido y trillado.
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