TEORIZANDO LA COMEDIA DE LOS SEXOS: LACAN SOBRE LA
SEXUALIDAD
Sexualismo y Subjetivismo
En su prólogo de la cuarta edición de “Tres Ensayos sobre la Teoría de la
Sexualidad”, escrito en mayo de 1920, Freud observó que uno de los
principales escollos del psicoanálisis para el público en general es “su
insistencia en la importancia de la sexualidad en todos los logros humanos y su
intento por ampliar el concepto de sexualidad” (Freud S.S.E. VII). Freud deploró
el hecho de que algunas personas hubieran caracterizado al psicoanálisis
como “pan-sexualismo” y hubieran culpado a los psicoanalistas de atribuir cada
fenómeno humano a un conflicto sexual. Sin embargo, en contraposición a lo
que podría esperarse, Freud no manifestó argumento alguno para contrarrestar
esta supuesta pretensión psicoanalítica de una sexualidad ubicua.
En cambio, argumentó que el elemento sexual activo detrás de todas las
realizaciones humanas no fue introducido por el psicoanálisis, puesto que ya
había sido reconocido por los filósofos y en particular por Artur Schopenhauer.
En este mismo sentido, Freud subrayó que aquellos que reprochan a los
psicoanalistas por ser “obsesos sexuales” parecen olvidar que el himno de
alabanza hacia el omnipresente Eros ya ha sido cantado por un filósofo tan
insospechado como Platón.
Por consiguiente, Freud no pretendía mostrar que sus críticas juzgaran mal la
posición central de la sexualidad en la teoría psicoanalítica. No intentó revisar
el concepto de “sexualidad ampliada”, sino simplemente indicó que la crítica del
“pan-sexualismo” pudiera estar fácilmente dirigida a algunos filósofos tanto
como en ese momento estaba dirigida al psicoanálisis. Aun así, Freud
consideraba el “pan-sexualismo” como un “cargo sin sentido”, lo que no deja la
pregunta de por qué él podría por un lado estar de acuerdo con la idea de una
sexualidad omnipresente y por otro continuar refutando la reducción del
psicoanálisis a la sexualidad. Una razón probable podría ser que para Freud
aquellos que consideraban al psicoanálisis como una disciplina “todo sexo”
estaban descuidando un gran campo de potencial humano y operación
psicoanalítica. De hecho, el Freud descubrió en 1920 que el Eros, a pesar de lo
importante que puede ser su influencia, no es la única fuerza impulsiva en el
hombre, debido a que su reino se ve continuamente desafiado por un factor
igualmente poderoso, como lo es el Tanatos. Este postulado del impulso de
muerte como compañero del impulso sexual, introduce otra dualidad Freudiana
– más allá de biología y psique, constitución y accidente, placer y realidad,
etc- pero igualmente proporciona una buena razón para que no sea posible ver
al psicoanálisis como una teoría pan-sexual. Sin embargo, el Tanatos parecía
una nuez más difícil de romper que el Eros, en especial para los psicoanalistas
Freudianos. A este respecto, los post-Freudianos como Hartmann y
Loewenstein que rechazaron el impulso de muerte y lo reemplazaron por un
“impulso agresivo”, puede decirse que contribuyeron a su modo a una
desviación teórica del psicoanálisis hacia el “pan-sexualismo”, puesto que
reemplazaron el binomio de Freud por un sistema de fuerzas adaptadas que se
complementan en lugar de entrar en conflicto.
Un proceso extraordinariamente similar ha afectado a la teoría de Lacan, no
tanto en cuanto al papel de la sexualidad, sino principalmente en cuanto al
lugar del sujeto. Una de las ideas más extendidas sobre la teoría Lacaniana
sobre el (dis)funcionamiento es que el sujeto ocupa un lugar crucial en éste.
Numerosas introducciones a los trabajos de Lacan enfatizan que su teoría es
un gran intento de centrar el psicoanálisis alrededor del sujeto, como si
comprendiera una cruzada masiva contra las reglas de adaptación social
profesadas por los representantes de la ego-psicología. Aquellos que han leído
algo del trabajo original de Lacan, probablemente encontrarán esta afirmación
muy convincente, puesto que casi no existe página en el cuerpo de trabajos de
Lacan donde no se enfrente a la cuestión del sujeto. Existe una verdadera
proliferación del sujeto en Lacan, así como la sexualidad es el elemento ubicuo
en los escritos de Freud. Por lo tanto, la presencia general del sujeto en la
teoría de Lacan podría utilizarse fácilmente para calificarla como “pan
subjetivismo” Sin embargo, se utiliza más a menudo con el fin de criticar otras
teorías diciendo que las mismas descuidan ampliamente la importancia del
sujeto. La crítica Lacaniana clásica del psicoanálisis no Lacaniano es
simplemente que no toma en cuenta al sujeto.
Al igual que con la afirmación de que el psicoanálisis Freudiano es “pan-
sexualista”, existen algunos problemas ligados a la pretensión de que el
psicoanálisis Lacaniano es “pan-subjetivista”. En primer lugar, la facilidad con la
que los psicoanalistas Lacanianos difunden sus teorías sobre el sujeto no es
una indicación de la claridad del concepto ni del rigor con el que se utiliza.
Generalmente, se encuentran las siguientes definiciones: i) el sujeto está
dividido ; ii) el sujeto es el efecto del significante, iii) el sujeto es aquello que
representa un significante para otro significante y iv) el sujeto es el foco
primario del tratamiento psicoanalítico . Desde el punto de vista Lacaniano,
todas estas definiciones son bastante correctas, pero no cumplen con los
requerimientos de un concepto claramente definido y operacionalizado, así
como tampoco deberíamos estar satisfechos con la definición de psicoanalista
como alguien que practica el psicoanálisis como resultado del entrenamiento
psicoanalítico. Por lo tanto, pretender que la teoría Lacaniana es subjetivista ,
mientras que otras teorías psicoanalíticas no lo son, o tal vez lo son en menor
medida, al menos requiere cierta idea precisa de lo que Lacan ha incluido en
esta categoría, en la medida en que podamos hablar de una categoría en
primer lugar.
Sin embargo, existe una segunda y probablemente más significativa razón por
la que es difícil presentar la teoría Lacaniana como una teoría psicoanalítica del
sujeto, debido a que como en el caso de aquellos que consideran el
psicoanálisis Freudiano como “pan-sexualismo”, esta afirmación descuida un
área completa de la teorización de Lacan. De hecho, así como existe otro
Freud –el “Freud de Tanatos” más allá del “Freud” del Eros- existe más allá del
“Lacan del sujeto” otro Lacan, como lo es el “Lacan del objeto”, y es necesario
reiterar que este otro lado es una nuez más dura de romper. Podría decirse que
el sujeto, el cual siempre ha estado estrechamente ligado al significante
representa el lado brillante, Apoloniano de la teoría , mientras que el objeto
representa su lado oscuro y Dionisiaco. Las fórmulas Lacanianas
pertenecientes a la primera cara son generalmente más fáciles de comprender
– y no han provocado mucha protesta- a diferencia de las pertenecientes a la
segunda cara. Por ejemplo, el Lacan del sujeto y el significante dice que el
Inconsciente se estructura como un lenguaje y opera a través de los procesos
básicos de metáfora y metonimia. Sin embargo, el Lacan del objeto dice que la
Mujer no existe, que amar es dar lo que no se tiene y que no existe tal cosa
como la relación sexual.
Las fórmulas más recientes son aún más provocativas que las anteriores y dan
más lugar a una discusión vehemente. Por esta razón es que el Lacan del
objeto que es igualmente el Lacan de la sexualidad a menudo se decanta a
favor de la dimensión significante. Cuando la sexualidad está en juego, los
psicoanalistas Lacanianos se satisfacen muy a menudo “subjetificando” la
posiciones Freudianas sobre la sexualidad y al mismo tiempo descuidando de
manera clara las propias ideas altamente originales y controversiales de Lacan.
Por lo tanto, puesto que discutir las ideas de Freud sobre el impulso de muerte
es una tarea más desafiante que discutir las ideas de Freud sobre la
sexualidad, en sentido estricto es un mayor desafío enfrentar las posiciones
Lacanianas sobre la sexualidad, que aquellas sobre el sujeto.
Sexualidad Significante
En su seminario La Relation d’Objet, Lacan afirmó que lo que causaba un gran
escándalo en la teoría de Freud no era tanto que se centrara en la sexualidad,
sino que pretendiera que la vida sexual del hombre no es más que un proceso
naturalmente diseñado hacia la unificación armoniosa de dos cuerpos: “Los
analistas parten de una noción de las relaciones afectivas del hombre, que
llamaré escandalosa. Creo que ya he subrayado muchas veces lo que en
principio suscitó un gran escándalo en análisis no es tanto el hecho de que ha
valorado el papel de la sexualidad y que ha contribuido a que la sexualidad se
convierta en un lugar común – en cualquier caso, ya se piensa en sentirse
ofendido por esto-. Pero es precisamente que introduce junto a esta noción, y
aún más que esta noción, sus paradojas, es decir, que la aproximación al
objeto sexual presenta una dificultad esencial, que es de orden interno”. (Lacan
1994 p59, traducido).
Con esta “dificultad esencial interna” con respecto a esta aproximación al
objeto , Lacan se refirió a la sección de Freud sobre “El hallazgo de un Objeto”
al final de sus “Tres ensayos sobre la Teoría de la Sexualidad”, (S.E.VII pp222-
230). Allí, Freud presentó la idea fundamental de que “el hallazgo de un objeto
es en realidad un re-hallazgo” (Ibid p222). En consecuencia, enfatizó que el
objeto sexual elegido por un ser humano desde los años de la pubertad en
adelante es simplemente una recuperación de algo que ya se encontraba allí
en un período más temprano, pero que se perdió en el transcurso del desarrollo
psíquico.
Además, no es la recuperación del objeto perdido como tal, sino simplemente
de un sustituto. De este modo, por un lado el objeto sexual no presenta nada
nuevo, debido a que se aproxima de acuerdo a un modelo de un objeto perdido
y por otro lado es completamente inadecuado, puesto que es diferente al objeto
perdido. La persistencia del objeto perdido para la elección del objeto en la
edad adulta es atribuida por Freud a la importancia de la experiencia primaria
de satisfacción del niño en el pecho materno. La insuficiencia del objeto
recuperado se atribuye a la barrera de incesto, lo que hace obligatorio para el
ser humano reemplazar a la madre (el pecho materno) con otra cosa. En su
seminario La Relation d’Objet, Lacan identificó todo este proceso como una
“repetición imposible” (Lacan 1994 p15). Aparte de este contexto del
(re)hallazgo de un objeto, la “dificultad esencial” en la vida sexual del hombre,
aparece en al menos otros dos aspectos de la teoría de Freud. En primer lugar,
es bien sabido que Freud sustituyó la nueva noción bio-psicológica del pulsión
por la noción biológica tradicional del instinto, la cual se designa como una
maqueta dinámica de cuatro componentes distintos – la fuente, la presión, el
objeto y el objetivo- cuya organización no sigue patrones naturales
preconcebidos. Por esta razón, Freud denominó a la pulsión Partialtrieb,
literalmente un pulsión parcial, un impulso que no lo es (Strachey traduce
Partialtrieb, como “instinto componente”). El impulso no constituye una unidad,
sino que es parte de un todo que sólo llega a ser si todos los “impulsos
parciales” trabajan en equipo. De esta manera, la armonía no es inherente a la
pulsión como tal, sino es algo que depende de factores externos.
Aquí llegamos al segundo aspecto, Freud asumió que el caos esencial de las
pulsiones parciales es responsable de una disposición sexual polimórfica inicial
del ser humano. Durante el desarrollo sexual, esta perversidad polimórfica se
hace organizada y reducida a través de los complejos de Edipo y de castración.
Sin embargo, Freud tenía serias dudas de que dicha normalización fuera del
todo posible, a pesar de su distinción entre una vida sexual patológica y una
normal y a pesar de que trató de explicar el desarrollo normal de la
masculinidad y la feminidad. Al menos puede inferirse mucho a partir del
siguiente comentario, tomado de la Conferencia 21 de las Conferencias
Introductorias sobre Psicoanálisis, sobre El Desarrollo de la Líbido: “De ahora
en adelante el individuo humano debe dedicarse a una gran tarea de separarse
de sus padres, y hasta que no cumpla la tarea no puede dejar de ser un niño y
convertirse en miembro de la comunidad social. Para el hijo esta tarea consiste
en separar sus deseos libidinales de su madre y emplearlos para la elección de
un verdadero objeto amado externo y reconciliarse con su padre, en caso de
haber permanecido en oposición a él, o liberarse de su presión si, como
reacción de su rebeldía infantil, se hecho subordinado a él. Estas tareas se
encuentran establecidas para todos y es impresionante la manera en que
raramente se enfrentan de forma ideal – es decir, de manera que sea correcta
tanto psicológica como socialmente-“ (Freud 1916-17 p337). En sus
descripciones teóricas, los complejos de Edipo y de castración son figuras
abstractas de cómo el aparato psíquico está constituido bajo circunstancias
normativas ideales, mientras que los procesos reales son mucho más diversos
y menos racionalizados.
Estas son las bases de la concepción de Freud de una sexualidad
estrictamente problemática; Lacan primero reformula la posición Freudiana por
medio de la “sexualidad significante”, es decir, poniendo la sexualidad bajo la
tutela del significante. Esta reformulación Lacaniana de la sexualidad Freudiana
tiene lugar mediante varias sustituciones (metaforizaciones) y radicalizaciones
(metonimias). La primera y principal sustitución se refiere al reemplazo de lo
biológico por lo lingüístico y esto se manifiesta al menos en dos niveles
diferentes.
En primer lugar, desde el punto de vista de Lacan no se encuentra
parcialmente arraigado en “una fuente de estimulación endosomática que fluye
de manera continua” – como pensaba Freud- sino que es producida en su
totalidad por el funcionamiento del significante. Para Lacan, la pulsión ya no es
un concepto en la frontera entre lo orgánico y lo psíquico, sino una
representación psíquica pura que deriva de la acción del significante. Sin
embargo, ¿debemos entender esto? Al contrario de Freud, Lacan postula que
el niño recién nacido no es un barril lleno de impulsos no controlados, sino
simplemente un ser en falta. Ya en su artículo El estadio del espejo, se puede
leer que el niño sufre de “incapacidad motora y dependencia al amamantado”
(Lacan 1966 p94). El niño no es capaz de vivir sin que alguien le proporcione la
protección necesaria. Esta necesidad primaria es indudablemente una
necesidad biológica, pero es la única dimensión estrictamente biológica
reconocida por Lacan. La simple intervención de “aquel que está dispuesto a
satisfacer la necesidad del niño” ya introduce una dimensión diferente. Este
“alguien” digamos que este “Otro”, no es una agencia de presencia constante
cuya única labor es satisfacer necesidades. Este “Otro” es una agencia cultural
con necesidades particulares, demandas y deseos propios, más allá de la
satisfacción de necesidades.
Lacan sostiene que este Otro constituye la primera presencia del orden
simbólico, debido a que generalmente es otro que es parte de un mundo
hablado, pero también porque es otro que va y viene, que se encuentra
presente y ausente de manera alternada, tal como los elementos del orden
simbólico.
La acción simbólica del Otro produce una brecha en el estado de completa
satisfacción. Introduce una grieta en el feliz estado de un niño cuyas
necesidades se satisfacen continuamente por medio de un objeto siempre
presente y completamente adecuado. Como Freud, quien afirmó que el origen
de la pulsión se sitúa en una zona erógena caracterizada por una abertura en
la integridad del cuerpo, Lacan señala igualmente que la pulsión emerge de
una brecha, pero en su opinión es una brecha producida por la acción
simbólica del Otro. La descripción más abstracta de este proceso se encuentra
en la Subversión del Sujeto y Dialéctica del Deseo de Lacan:” Pero a pesar de
que nuestra gráfica completa nos permite colocar el impulso como el tesoro de
los significantes, su notación como ($ <> D) mantiene su estructura
enlazándolo con diacronía. Esto es lo que procede de la demanda cuando el
sujeto desaparece en ella. Es suficientemente obvio que la demanda también
desaparece, con la única excepción de que el corte permanece, por lo que este
corte permanece presente en aquello que distingue el impulso de la función
orgánica que alberga: es decir, su artífice gramatical, tan manifiesto en las
reversiones de su articulación tanto hacia la fuente como hacia el objeto –
Freud es indefectiblemente esclarecedor sobre este tema.” (Lacan 1960 p314).
El punto de partida es la demanda del Otro, que Lacan escribe con D
mayúscula, a fin de indicar que la demanda siempre es una expresión de
significantes – de hecho la demanda es uno de los canales fundamentales a
través del que operan los significantes. En esta demanda del Otro, el sujeto se
está desvaneciendo, es decir, se produce un sujeto incompleto. Puesto que el
Otro es demandante, el sujeto original completamente satisfecho debe
experimentar una carencia. El sujeto se ve afectado en su estado de total
satisfacción, debido a que el Otro no satisface simplemente necesidades y esta
carencia permanece cuando la demanda del Otro ya no está allí. De hecho, la
desaparición de la demanda del Otro no implica la desaparición de la carencia.
El impulso procede de esta carencia perpetua.
Probablemente notará que la concepción Lacaniana la pulsión no es muy
diferente del punto de vista Freudiano sobre el re-hallazgo del objeto. En
ambos casos opera un proceso dirigido a la satisfacción, que en ambos casos
es controlado por la falta constitutiva. Sin embargo, mientras Freud basa el
impulso en el objeto, ej: el pecho materno, Lacan establece el impulso en el
significante, ej: la demanda del Otro. De hecho, probablemente esta sea la
razón por la que Lacan “coloca el impulso como el tesoro de los significantes”.
En lugar de una función orgánica o un objeto biológico al cual se relaciona el
impulso, además Lacan indica su “artífice gramatical”, que infiere a partir del
recurrir Freud a tiempos activos y pasivos en Instintos y sus Vicisitudes, a fin de
describir el desempeño del impulso.
Esta operación específica de corte del significante de una condición armoniosa
existente, aparece igualmente en un segundo nivel. Si el primer nivel tiene que
ver con la relación entre el niño como ser en necesidad y la madre como el
Otro demandante, el segundo nivel tiene que ver con la relación entre una
unidad presupuesta madre-hijo y el padre castrador. En efecto, este es el re-
trabajo de Lacan sobre los complejos de Edipo y castración de Freud y una vez
más el principio básico consiste en una sustitución de lo biológico por lo
lingüístico. En términos Freudianos, el niño varón tiene la tarea de renunciar a
su relación de amor con su madre y escoger un objeto amado fuera de la
comunidad de los miembros de la familia identificándose con su padre. En
términos Lacanianos, esta renuncia del complejo de Edipo a través de la
operación de amenaza de castración del padre, no tiene nada que ver con
cierta interacción social entre los miembros de la familia biológica. El padre en
el trabajo, no es un verdadero padre, un punto que subraya Lacan por ejemplo,
en su seminario La Psicosis : “La noción del padre puede suponerse
únicamente como provista de una serie de connotaciones significantes que le
proporcionan existencia y consistencia y que está en efecto muy lejos de unirse
a la del genital, de las cuales son semánticamente diferentes a lo largo de
todas las tradiciones lingüísticas […]. No estamos aquí para desarrollar todas
las facetas de esta función del padre, pero estoy señalando una de las más
llamativas, que es la introducción de un orden, de un orden matemático, cuya
estructura difiere del orden natural”. (Lacan 1955-56 [1993] p320).
Es importante observar que Lacan habla sobre la “noción” y la “función” del
padre y no, por ejemplo, de la “figura del padre”. La razón de esto es que la
figura del padre no debe estar presente para desencadenar el complejo de
Edipo. De hecho, para Lacan no existen complejos de Edipo ni de castración
en el sentido bio-psicológico desarrollado por Freud. Para Lacan la castración
representa la introducción de la diferencia sexual y del orden genealógico en
una condición no diferenciada, a través de la intervención de la ley simbólica,
que es el complejo de Edipo en sí. En su seminario La Relation d’Objet, Lacan
afirmó: “la castración se encuentra esencialmente ligada a un orden simbólico
desde su base, el cual comprende una gran coherencia de la que el sujeto no
puede aislarse de ninguna manera. La conexión entre la castración y el orden
simbólico se hace clara mediante nuestras reflexiones anteriores, así como por
medio de esta simple observación – para Freud, desde el principio la castración
está ligada con la posición central dada al complejo de Edipo, con el elemento
de articulación esencial para toda la evolución de la sexualidad. Si he escrito
deuda simbólica en el pizarrón, es porque el complejo de Edipo comprende
desde este momento la noción de ley, la cual no puede ser eliminada de él en
modo alguno”. De esta manera, la castración se muestra como una carencia
específica de objeto, que es el resultado de la intervención del orden simbólico
y su ley cultural. Lacan llama a esta carencia de objeto “deuda simbólica”, por
medio de la cual expone que el orden simbólico instala normas y regulaciones
que el sujeto nunca puede pagar. En otras palabras, estar sujeto a una ley
cultural comprende el regalo de la subjetividad, pero éste al mismo tiempo
produce una carencia, debido a que el individuo no puede ofrecer nada
adecuado a cambio de este presente. Por el contrario, el regalo de la
subjetividad en sí en la pérdida de una existencia nublada, debido a
prohibiciones culturales, lo que quiere decir que establecer las deudas del
individuo implicaría más llevarse cosas que ofrecer algo a cambio.
Por lo tanto, los complejos de Edipo y castración Freudianos se encuentran,
desde el punto de vista de Lacan, desconectados de ciertas dinámicas
familiares y son transferidos a dinámicas de la naturaleza yb de la cultura en
general.
Además, la operación de la ley cultural produce en efecto castración, pero es
una castración que no tiene nada que ver con el corte de los penes. La
castración es ahora la producción de una brecha, que es el resultado de la
acción de lo simbólico sobre una condición unitaria. Lo simbólico corta algo,
que es lo que Lacan llama jouissance. Aplicado a la operación de la ley cultural,
podría decirse que el ser humano debe entregarse a la jouissance, si desea
ser parte de la cultura. Para ingresar al reino de la cultura, el individuo debe
dejar su jouissance en la puerta. Una cultura no puede tolerar elementos cuyo
único propósito sea el disfrute. Requiere elementos a los cuales
comprometerse, ser productivo, relacionarse con otros a fin de alcanzar una
meta mayor, altruista. La cultura pone tensión sobre la sexualidad, diciendo que
está prohibido tener sexo y nada más; y diciendo que el sexo se encuentra
limitado a cierto número de acciones con un tipo particular de objetos.
De esta manera, la sexualidad viene significada; se convierte en una
experiencia fundamentalmente ligada con una prohibición y que se caracteriza
esencialmente por la pérdida de jouissance.
Sexualizando el Significante
A través de la acción de la función del padre, la sexualidad no solamente se ve
significada por el sujeto, sino que el significante se ve igualmente sexualizado.
La última parte de la metáfora de Lacan acerca del Nombre del Padre, según
se produjo en Una Cuestión Preliminar a cualquier Posible Tratamiento del
Psicoanálisis, dice que al falo se le da un lugar bajo el Otro como resultado del
Nombre del Padre. Nuevamente Lacan enfatiza que la ausencia de un
verdadero padre es perfectamente compatible con la presencia del significante.
Pero, ¿qué es exactamente esta inscripción del falo bajo el Otro? En “El
Significado del Falo” Lacan brinda lo que probablemente sea la definición más
incisiva del falo: “En la doctrina Freudiana, el falo no es una fantasía, si lo que
se entiende como fantasía es un efecto imaginario. Ni es un objeto como tal
(parte, interno, bueno, malo, etc.) en la medida en que este término tiende a
acentuar la realidad involucrada en una relación. Es todavía menos el órgano,
pene o clítoris, que simboliza. Y no es fortuito que Freud tomara su referencia
de esto, a partir del simulacro que representaba para los Ancestros. El falo es
un significante, un significante cuya función en la economía intrasubjetiva del
análisis podría levantar el velo a partir del cual sirvió en los misterios. De
manera que el falo no es una fantasía, ni un objeto o un órgano, sino un
significante. Sin embargo, es un significante muy especial y parece que su
función en el psicoanálisis nos puede enseñar algo acerca de los misterios
clásicos. Pero, ¿qué es esta función del falo? De acuerdo a Lacan la función
del falo es pasar por el significante del deseo del Otro. Como tal, el falo se
inscribe en el Otro como algo inaccesible. Analógicamente a lo que está en
juego en los misterios, podría decirse que el falo es el significante oculto bajo
un velo y alrededor del cual se dirige un ritual de iniciación. La organización de
los significantes, las relaciones ritualizadas, culturizadas entre los significantes
presuponen un significante especial que puede considerarse el principio
organizativo.
Como tal el falo es también el principio de la diferencia. A nivel estrictamente
lingüístico solamente es posible organizar los elementos en una oración debido
a que existe un espacio entre ellos. Si todos los elementos en un sistema
fueran iguales no habría organización dinámica. Únicamente puede haber una
organización dinámica si los elementos difieren unos de otros y para diferir
basta que estén separados por un espacio entre ellos.
Cuando Lacan dijo que el Nombre del Padre otorga un lugar al falo bajo el
Otro, puede interpretarse tal proposición como un indicativo de que la ley
cultural inscribe el principio de la diferencia dentro del Otro. A nivel de la
sexualidad, esto significa que la cultura determina las diferencias entre el
hombre y la mujer dentro del lenguaje. Respecto a ello lo que vemos es que
Lacan define al hombre y la mujer de forma diferente a como lo definió Freud.
Para Freud hombre y mujer en buena medida refieren a categorías biológicas,
mientras que para Lacan hombre y mujer son estrictamente significantes, cuyas
relaciones dependen de una diferencia inscrita en el lenguaje, a través de un
proceso de culturización. Para Freud hombres y mujeres se encuentran
fundamentalmente determinadas por tener o no tener pene. En la teoría
lacaniana para el final de los años 50, la relación humana con el falo es
considerada como crucial para que se establezcan los sexos. Para Lacan
hombres y mujeres están de hecho determinados por la relación con el
principio de diferencia: “pero simplemente manteniendo la función del falo
podemos determinar con precisión las estructuras que gobernarán la relación
entre los sexos”. Permítannos decir que esas relaciones se articulan en torno a
ser y tener, porque refieren a un significante, el falo, tiene el efecto
contradictorio de por una parte conducir realmente al sujeto que significa, y por
otra hacer irreales las relaciones que serán significadas.
El efecto contradictorio tiene que ver con el hecho de que ser o tener el falo es
una forma para transformar la subjetividad de alguien en una realidad
significativa, lo cual solamente es posible vistiendo la realidad subjetiva. Tener
el falo solamente es posible en apariencia (paraitre). Un sujeto nada mas
puede actuar como si poseyese el falo, armando una suerte de show. Ello le
otorga al sujeto una realidad fálica, pero es imposible que esa realidad pueda
reemplazar a la que existía previamente, porque es un mero simulacro.
Igualmente ser el falo sólo se realiza a través de una mascarada (mascarade)
que a su vez funciona como una forma de velo adornado (dando la impresión
de realidad, pero siendo de hecho sólo un semblante).
Continuando con este curso de ideas, en el “Significado del Falo” Lacan
sugiere que cuando una mujer entra en una relación con un hombre, ella
depende de la dinámica de ser, mientras que en el hombre depende de la
dinámica de tener: Paradójicamente tal y como esta formulación parece, yo
diría que es en ese orden de ser el falo, es decir, el significante del deseo del
Otro, que la mujer rechaza una parte esencial de su feminidad, notamblemente
todos esos atributos son una mascarada. Es por ello que ella no espera ser
deseada como espera ser amada.
Pero ella encuentra el significante de su propio deseo en el cuerpo de la
persona a quien se dirige su demanda de amor. En contraste con lo que las
feministas quizá puedan comprender, esto no significa que los hombres son
mejores que las mujeres, los primeros tienen algo que estas últimas no tienen,
y estas últimas sólo son objetos fálicos en los ojos de los primeros. El
planteamiento de Lacan sencillamente implica que hombres y mujeres no
tienen un punto de comparación o medida común. Los hombres permanecen
en la experiencia de tener o no tener y sobre esto ser afectados por la
diferencia. Las mujeres sin embargo permanecen en la experiencia de ser, y
sobre esto ser diferente. Por lo tanto, al hombre esta condenado a la
experimentar a la mujer como fundamentalmente inaccesible, mientras el está
haciendo lo mejor que puede para reducir su propia diferencia y presentar algo
para ella que de lo que piensa es ya parte de el, pero también algo en lo que
ella también esté interesada. En ese sentido, una mujer está condenada a
experimentar al hombre fundamentalmente como deficiente (el nunca será
como ella quisiera que fuera) Por su parte ella hace todo lo que puede para ser
todo lo inaccesible que puede y presentar algo a el que ella piensa que
realmente es y adicionalmente algo en lo que él esté interesado. Por supuesto
que el resultado es que la relación entre los sexos es algo muy extraño y en
ocasiones muy gracioso. Es probablemente por eso que Lacan de nuevo en “El
significado del Falo” escribe que “el ideal o manifestación típica de
comportamiento en ambos sexos, incluyendo el acto de la copulación es por
entero impulsada a la comedia”.
Introducción al Objeto.
Resumiendo nuestro argumento hasta ahora, podemos decir que Lacan
introduce el significante dentro del campo de “sexualidad ampliada”
conceptualizada por Freud y en ese sentido reinterpreta la noción de la pulsión,
así como en el complejo de castración edípico, desde un punto de vista
lingüístico, simbólico y cultural. Las consecuencias de esta reinterpretación son
al menos las siguientes tres:
I) El aspecto problemático de la sexualidad humana se vuelve un dato
estructural y reductible, considerando la prohibición que pesa sobre
el goce.
II) El hombre y la mujer están conectados con el falo como con el principio
de la diferencia, por lo tanto están implicados en una relación con
algo que no está disponible como tal.
III) Las relaciones sexuales están basadas esencialmente en un profundo
desconocimiento de los intereses subjetivos y ambiciones por
quienes están en ellas.
La última consecuencia nos trae uno de los elementos de la época de
Lacan que fueron sumamente incómodos en su período más tardío, el cual
es que no hay relación sexual. ¿Cómo podemos comprender esto? Déjenos
primero tratar de explicar por qué en nuestra opinión esto no fue
comprendido. Primero nosotros probablemente no entendemos esta fórmula
como la afirmación de que no hay tal cosa como la conducta sexual. Tal
interpretación habría transformado a Lacan en un completo idiota, porque si
miramos a nuestro alrededor podremos ver que el mundo está lleno de
conducta sexual. Sin embargo, desde un punto de vista psicoanalítico,
parece que es sumamente difícil un comportamiento o conducta que no sea
sexual, para Freud resultaba llamativo el que mucho de los
comportamientos aparentemente no sexual, porque de hecho no involucra
el funcionamiento de los órganos sexuales, es sin embargo sexual en la
naturaleza.
Esta es exactamente la definición de Freud de la sexualidad ampliada. Dos
cuerpos que copulan son conductualmente sexuales, pero el mismo
elemento sexual por ejemplo miente tras la transferencia que une a un
analizante con un analista. En segunda instancia no entendemos
probablemente la formula de Lacan como una afirmación de que no hay tal
cosa como las relaciones. De hecho en el capítulo 7 del seminario Una
Carta de Amor, el punto de vista de Lacan es que un hablante está envuelto
en al menos tres relaciones. La primera relación es aquella con el falo, que
es un significante privilegiado, porque es el significante de la diferencia. La
segunda relación es aquella con un significante común perteneciendo al
Otro como estructura del lenguaje. En este punto Lacan enfatiza que la
estructura del lenguaje es siempre de alguna forma una falta, haciendo
posible para un ser hablante referirse a un significante del Otro, pero no del
Otro completo, porque no hay Otro del todo completo. En otras palabras
existe un agujero en el Otro y por lo tanto no podemos decir la verdad
absoluta ni acerca del Otro ni acerca de nosotros mismos. La consecuencia
es que podemos relacionarnos con y hasta identificarnos con un
significante, por ejemplo: “madre”, pero no con el lenguaje en su totalidad.
La tercera relación es aquella que se produce con el objeto que Lacan
denomina “objeto a”. Dicho objeto a es un concepto central del
psicoanálisis Lacaniano, pero como muchos otros conceptos Lacanianos,
es bastante difícil de explicar. En muchas ocasiones Lacan ha indicado que
el objeto a es al mismo tiempo un objeto sustituto, la causa de deseo y algo
íntimamente conectado con el gozo. Una forma de entender esto, es que el
objeto a viene a llenar la brecha creada por la operación del significante.
Anteriormente hemos explicado que el significante es responsable por la
pérdida del gozo, es decir, que produce un corte en un supuesto estado
inicial de gozo. En términos Freudianos, el padre le pone una barrera al
acceso del niño a la madre como objeto sexual y de esta manera priva al
niño de una pieza de gozo. El objeto a es el objeto sustituto de esta pieza
de gozo perdida. De esta manera puede reestablecer de manera temporal
la experiencia de gozo original, pero el problema es que nunca podrá
reinstalar el objeto original. El objeto a es un Ersatz, es un objeto que se
“reencuentra” pero que nunca reemplazará de manera adecuada al original.
Esta es posiblemente la razón por la que Lacan en sus trabajos nteriores
conceptualiza al objeto a como “plus-de-jouir”, un objeto que al mismo
tiempo es proveedor de más gozo ( que antes) – debido a que reemplaza
una pérdida y la realización de no más placer, debido a que es únicamente
un sustituto. Probablemente sea también la razón por la que Lacan
continúa considerando al objeto a como causa del deseo. El objeto a nunca
será un objeto adecuado, nunca proporcionará satisfacción completa.
La función del objeto a puede ilustrarse profundizando en la historia del
bandido que pregunta a su víctima: ¿Tu dinero o tu vida?. En su seminario
Los CFuatro conceptos fundamentales del Psicoanálisis, Lacan considera
que ésta es una elección alienante, debido a que la pregunta no presenta
alternativas genuinas. En caso de que la víctima elija el dinero, el bandido le
quitará la vida y aún si deja el dinero luego de haberlo matado, la víctima ya
no podrá disfrutar del dinero. De manera que la víctima se ve en cierto
modo obligada a escoger la vida y dejar el dinero atrás. Este es otro
ejemplo de la necesidad de abandonar una fuente de placer, a fin de poder
vivir. Por supuesto, luego que la víctima ha abandonado el dinero, puede
intentar reparar la pérdida acumulando nuevas cantidades de dinero, pero
este nuevo capital nunca podrá tomar el lugar del antiguo capital perdido.
El nuevo capital le permite a la víctima disfrutar nuevamente, sin embargo,
no dejará de causar deseo, debido a la conciencia de que no es
estrictamente el mismo que se dejó atrás y debido a la conciencia de que
dado que la vida puede depender del dinero, gracias al bandido en la vía,
nunca será suficiente. Este nuevo capital, este dinero sustituto puede
denominarse una figuración de lo que Lacan llama objeto a.
Ahora regresemos a la fórmula de Lacan acerca de que no existe relación
sexual. Dado que existen comportamientos sexuales y dado quev existen
relaciones entre los seres hablantes, significantes y objetos, ¿qué puede
significar esta fórmula? Lacan brinda algunas indicaciones en su seminario
Encore. Por ejemplo, en la tercera lección sobre La Función de la Escritura,
afirma que no existe relación sexual debido a que es imposible escribir una
proporción entre los sexos: “en el peor de los casos se podrías escribir x R y
y decir que x es el hombre, y la mujer y R la relación sexual. ¿Por qué no?
Bueno, más allá de eso, es una estupidez, puesto que lo que se apoya bajo
la función del significante de hombre y mujer, son simples significantes
completamente conectados con la función coucourant del lenguaje actual
de cortejo. De hecho sabemos que a un nivel estrictamente lingüístico, no
existe manera de escribir una relación privilegiada entre los significantes.
Es esencial para el lenguaje que los significantes circulen y puedan
utilizarse en un grupo ilimitado de combinaciones. Algunas de las nuevas
combinaciones de significantes hasta pueden considerarse poesía. En otras
palabras entre los significantes no existe algo como una relación
privilegiada, estándar o ideal, entre los significantes no existen más que
diferencias, lo que cuenta para la posibilidad de estar comprometido en un
número infinito de combinaciones. Esta es la misma conclusión en la que
Lacan se basa para los significantes de los sexos.
Entre el hombre y la mujer, no existe relación estándar, sino únicamente
diferencia, lo que es responsable por la posibilidad de un grupo infinito de
combinaciones – entre el hombre y la mujer, pero también entre hombres y
entre mujeres. En otras palabras, entre el hombre y la mujer todo es
posible aunque nada sea estándar.
Lacan no se restringe a esta afirmación fundamental de imposibilidad. Trata
igualmente de profundizar en al naturaleza y organización de lo que aun
esta ocurriendo entre el hombre y la mujer. A este respecto, señala: “dado
que esto se encuentra por lo tanto duplicado por el significante del cual
básicamente ni siquiera depende, de manera que solo se relaciona como
compañero con el objeto a inscrito del otro lado de la barrera. Nunca puede
alcanzar a su compañero sexual, que es el Otro, excepto por medio de la
mediación como causa de deseo”. A lo que se refiere aquí, es a que la
imposibilidad de la relación sexual puede enmascararse por medio de la
introducción de un objeto. Esto no significa que ya no exista imposibilidad,
sino simplemente que ya no se siente debido a la introducción de un
elemento mediador que realmente crea la ilusión de una relación. Para un
ser humano que se encuentra estrictamente adherido al principio fálico este
objeto no es mas que el famoso objeto a.
A fin de ilustrar esto, podemos referirnos a lo que se promulga entre
Alcibiades y Sócrates en el Simposium de Platón. En lo que se refiere a
Alcibiades no se puede estar familiarizado con las proposiciones
Lacanianas sobre tener y aparecer como el falo para percibirlo como la
figura fálica. Plutarch por ejemplo describió a Alcibiades como un guerrero
cruel y despiadado quien jugo un papel activo en el genocidio de Melos en
el 426 a.C. y quien causó un gran escándalo en Atenas engendrándole un
niño a una mujer Melosia que había sido apresada luego del asesinato de
su esposo. En sus Memoirs of Socrates Xenophon reportó: “Alcibiades […]
fue cortejado por muchas mujeres debido a su apariencia atractiva y debido
a su prestigio en la ciudad entre sus aliados, fue consentido por muchos
hombres influyentes y honrado por las personas, y disfruto de una
supremacía fácilmente ganada. Aun de acuerdo con Xenphon, el acusador
de Sócrates, consideró a Alcibiades como “el mas disoluto y arrogante de
los demócratas”. ¡Pero vean lo que lo fascinó en la figura de Sócrates! No
el reflejo de su propia imagen sino algo mas, a saber, que Sócrates está
escondiendo una pequeña gema brillante en la profundidad de su cuerpo.
Detrás de la horrible figura de Sócrates, Alcibiades ubica un objeto
indefinible y elusivo, que nunca muestra su naturaleza ni el material a partir
del que se construye. Alcibiades no puede definir este objeto pero ve que
brilla y esto hace a Sócrates sumamente atractivo para él. Por supuesto, se
puede decir que todo esto fue la fantasía de Alcibiades. Es en la fantasía de
Alciabiades donde se le otorga a Sócrates el lugar de objeto o en otras
palabras, no es Sócrates como ser hablante el que esta involucrado sino
simplemente el objeto que se supone que posee.
Para un ser humano que no se encuentra estrictamente adherido al
principio fálico – y para Lacan esto es característico de la mujer” el
elemento mediador entre los sexos, no es un objeto sino un significante.
Este puede ser cualquier significante que se encuentre disponible, y por lo
tanto también el falo. En el ultimo caso un ser hablante femenino puede
comprometerse en cierto tipo de comportamiento sexual con otro ser
hablante y romper la brecha entre ellos, introduciendo el significante del
poder y la fuerza y glorificando la diferencia entre ellos. A fin de ilustrar lo
anterior, podemos referirnos nuevamente al Simposium de Platón. De
hecho no es únicamente Sócrates quien atrae a Alcibiades, sino que
Sócrates en si mismo se encuentra atraído por otro hombre, Agathon. En lo
que se refiere a Sócrates, nadie dudará que no puede considerarse como la
encarnación del ideal fálico. Es extremadamente difícil considerar a
Sócrates como la encarnación de algo. En su seminario sobre la
Transferencia, Lacan dice que Sócrates es “Atopos, un caso no clasificado,
no situado”.
Sin embargo, no es porque Sócrates no pueda clasificarse o porque no siga
ninguna categoría de personas, que no se encuentra involucrado en ningún
comportamiento sexual con otros seres hablantes. Para Sócrates, Agathon
es el elegido. Pero aquí debemos atrevernos a preguntarnos por qué. ¿Por
qué un ser hablante situado más allá de cualquier categoría se sentiría
atraído por un poeta y dramaturgo como Agathon? ¿Esto se debe a que
Agathon posee algo brillante para Sócrates, como el mismo lo posee para
Alcibiades? Sócrates no lo dice y Agathon era mucho más que un pobre
artista. A este respecto Lacan dice que Agathon es un poeta trágico debido
a que únicamente es capaz de producir versos de muy baja calidad. En
general, Agathon no era muy brillante. Entonces, ¿Qué podría haber sido
tan atractivo para Sócrates en Agathon? Parece existir únicamente una
respuesta: la diferencia. Para Sócrates, Agathon esta cubierto de
diferencias puesto que es un dramaturgo que posee un ligar particular en la
sociedad, que no es hostil hacia los filósofos como es el caso de otros
dramaturgos y que aun ha logrado ganar reconocimiento produciendo
poesía de inferior calidad. Es la diferencia lo que le permite a Sócrates
sentirse atraído hacia Agathon.
Estas son dos situaciones, tomadas del mismo texto clásico que permiten
ilustrar como los seres hablantes únicamente se relaciona con otros
mediante la introducción de algo que rompa la brecha entre ellos; hemos
elegido deliberadamente explicar estos mecanismos haciendo uso de las
relaciones entre hombres biológicos únicamente. De hecho, si Lacan dice
que desde la perspectiva de la mujer el falo funciona como agencia
mediadora entre los sexos, esto no tiene nada que ver con las hembras
biológicas. Es un mecanismo que puede volverse operativo muy fácilmente
entre machos biológicos, como ocurre precisamente en el caso del
Simposium de Platón.
Sexualidad en la Práctica Clínica
Ciertamente debe decirse mucho mas acerca de estos mecanismos, por
ejemplo respecto a la manera en la que se relacionan al placer, pero nos
gustaría concluir con algunas sugerencias para luchar con la sexualidad en
la práctica clínica con base en el punto de vista de Lacan.
En un primera directriz para el tratamiento que puede inferirse de éstos
principios de sexualidad, se refiere al repudio analítico de un sistema
jerárquico de relaciones-objeto. En su seminario La Relation d’ Objet, Lacan
critica la teoría de las relaciones-objeto de Maurice Bouvet quien distingue
aproximadamente entre dos tipos de personas, pre-genitales y genitales. De
acuerdo con Bouvet, las personas en funcionamiento genital son en muchas
maneras superiores a las no genitales, entre otras cosas debido a que sus
relaciones-objeto son mas estables y encuentran menos problemas
psíquicos. Por el contrario, se considera que las personas con problemas
psíquicos sufren principalmente de relaciones-objeto inmaduras y no
genitales. La consecuencia es que le proceso analítico se encuentra
básicamente dirigido a la transformación de las relaciones-objeto actuales
del paciente en relaciones genitales mas maduras.
Quizás esto parezca una línea de razonamiento excesivamente simple,
pero aun se encuentra bastante vigente en la practica de los terapistas
conductuales y de los psicoanalistas. En muchos países, los violadores son
tratados generalmente mediante terapia de aversión, en al cual una practica
sexual existente – digamos el travestismo – primero es desaprendida y
posteriormente complementada mediante la estimulación de los genitales y
preferiblemente la “excitación” heterosexual. Muchos psicoanalistas
consideran también que la genitalidad es la mayor realización de la vida
amorosa de una persona y la respuesta definitiva a una sexualidad
problemática. Desde un punto de vista Lacaniano no existe superioridad de
genitalidad, debido a que el sexo genital no es menos problemático que el
no genital puesto que comprende la más sostenida ilusión de que realmente
existe una relación sexual.
Por lo tanto, el psicoanálisis lacaniano no pretende brindarle a una persona
acceso a las “relaciones-objeto genitales”, si dicha persona se ha mantenido
alejada de ellas, puesto que la genitalidad no es mas que un beneficio en lo
que se refiere a la salud psíquica y la armonía relacional.
Para Lacan nada debe ser escrito a nivel genital y por lo tanto no hay nada
que presuponer, nada que introducir y nada que cambiar. Lo que puede
escribirse son las relaciones entre un ser hablante y el significante, el falo y
su principio organizativo y el objeto a. La primera relación se refiere al
sujeto, la segunda a la sexualidad y la tercera a la fantasía y el placer. Estos
son temas fundamentales de una experiencia psicoanalítica lacaniana. En el
primer nivel, el del sujeto el analista lacaniano se propone algo que es
precisamente lo contrario de lo que se propone el ego-analista. Un análisis
lacaniano no se encuentra dirigido a la construcción de un ego fuerte, sino a
la deconstrucción de las identificaciones imaginarias y alienantes a través
de las cuales el ego del paciente se ha erigido. Un análisis Lacaniano no se
encuentra dirigido a la mejor adaptación del paciente a su mundo exterior,
sino a una desadaptación del estilo de vida oxidado que ha desarrollado por
años. La idea es que con las identificaciones deconstruidas y el estilo de
vida desadaptado, se le brinda al paciente la posibilidad para comenzar algo
nuevo, de acuerdo a su deseo.
En el segundo nivel, el del falo, un análisis Lacaniano le otorga un peso
especial a la pregunta fundamental del genero, “¿Qué significa para mi ser
masculino, femenino, ambos o ninguno?”.
No es el objetivo del analista hacer que un hombre sea mas masculino y
una mujer mas femenina, sino permitirle al paciente encontrar de que modo,
por ejemplo establece su feminidad –sobre la base de que tipo de
identificaciones- y que significa esta feminidad para ella.
En el tercer nivel, y este es a la vez el más importante y el mas difícil, se
supone que el paciente lucha con su fantasía y su placer. Este es
probablemente el nivel mas difícil, por dos razones, en primer lugar, la
fantasía y el placer son extremadamente difíciles de expresar en palabras.
De hecho quizás sea estrictamente imposible hacerlo, debido a que la
fantasía y el placer no poseen contenidos simbólicos estrictos. Su
naturaleza es principalmente imaginaria en lo que se refiere a la fantasía y
real en lo que se refiere a placer. En segundo lugar, poner la fantasía y el
placer bajo el poder de las palabras, implica que se esta obligado a dejar
algunas partes atrás, lo que supone otra perdida.
Por todo esto, nos gustaría caracterizar el proceso del análisis lacaniano por
medio de otra de sus formulaciones que siempre han sido muy apreciadas
por Lacan. El análisis no esta ganando nada y perdiendo mucho. Se pierden
grandes cantidades de dinero en algunas ocasiones mucho tiempo pero
también las ilusiones de las cosas que nunca se han poseído ni se
poseerán: uno mismo, el Otro y todo lo que se encuentra en medio.