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No. 19 JUNIO DE 2011
POR QUÉ J. M. PINO SUÁREZ ES
“MI HÉROE FAVORITO”
PERSONAJES DESTACADOS DE TENANCINGO:
“ALBINITA”, UNA VIDA DEDICADA A LOS MÁS NECESITADOS
TRADICIONES Y LEYENDAS: “LA BENDICIÓN DEL MUERTO”
EL REBOZO DE TENANCINGO EN EL CORREDOR CULTURAL ROMA-CONDESA
DE LA CIUDAD DE MÉXICO
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POR QUÉ JOSE MARÍA PINO SUÁREZ
ES MI HÉROE FAVORITO
“Está en la naturaleza trágica de los apóstoles, el que su
calvario se conozca mejor que su obra; o que, en cierta forma, su
calvario sea su obra”
Así como hay héroes en la historia nacional que logran la
inmortalidad culminando con éxito sus intenciones de grandeza o de
gloria para sí mismos o para su país, también hay héroes casi
anónimos, que juegan un papel secundario en la epopeya histórica;
que no son reconocidos como merecen, y que en algún momento
pueden considerarse poco influyentes en el resultado de los hechos. Es
decir, pudieron estar o no, y eso no cambiaría nada la historia. José
María Pino Suárez es uno de estos héroes ―secundarios‖ quien, a mi
modo de ver, y analizando su participación al lado de Francisco I.
Madero, puede considerarse aun más heroico y valiente que el mismo
Presidente al que acompañó a la muerte.
Más valiente porque nunca se derrumbó su entereza y estaba
aun más dispuesto a la muerte que Madero, ya que éste vivió hasta sus
últimos momentos una especie de ensoñación que no le permitía darse
cuenta del peligro que corrían, incluso llegando a sentirse invulnerable
por su calidad de Presidente y artífice de la Revolución que derrocó al
Dictador Porfirio Díaz.
Más heroico por tanto más débil y humano que Madero,
porque Pino Suárez sí se dio cuenta desde el principio que serían
asesinados, y sí le reprochó a este, no fue por cobardía, sino con todo
el derecho y la inteligencia que le correspondían, para hacerle ver a
Madero los errores que estaba cometiendo, los que los llevarían a
ellos, así como a su hermano Gustavo, a la muerte.
Durante su prisión en la intendencia de Palacio Nacional —al
lado de Francisco I. Madero y Felipe Ángeles—, José María Pino
Suárez escribió una carta a su amigo y paisano Serapio Rendón. El
embajador cubano, Márquez Sterling, ofreció entregársela en propia
mano:
―Dispensa que te escriba con lápiz, pero no he logrado que
nuestros carceleros me proporcionen una pluma. Como sabes, hemos
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sido obligados a renunciar a nuestros respectivos cargos de presidente
y vicepresidente de la República, pero no por eso están a salvo
nuestras vidas. Creo que peligran aun más que antes. Nunca estuve de
acuerdo en esas renuncias precipitadas, pero el presidente Madero
insistió. Me parecía un verdadero acto suicida. Yo sugería
presentarlas, sí, pero al tiempo en que estuviéramos ya embarcando en
Veracruz rumbo al exilio. Y aún ahí, por lo menos dejar constancia de
que nos forzaron a firmarlas. Porque una vez que hemos renunciado a
nuestros cargos, somos ciudadanos comunes y corrientes y Huerta
puede hacer con nosotros lo que le venga en gana, ¿no te parece? Por
eso, yo no soy tan optimista como el presidente Madero respecto a
que Huerta cumplirá su palabra de respetar nuestras vidas. ¿Por qué
ese afán de confiar en alguien como Huerta? Temo lo peor, y en caso
de que suceda, te ruego que hables con María, mi esposa, sobre las
circunstancias trágicas de mi muerte. Se lo he escrito veladamente
para no angustiarla, pero creo que hará falta que alguien hable
personalmente con ella apenas esté yo ausente de este mundo. La
pobre quedará sola, con apenas unos cuantos pesos ahorrados, y seis
hijos a los cuales criar y educar. ¿Sabes lo peor, mi querido Serapio,
lo que más me duele de esta situación? Que por consejo de ella,
precisamente el día en que fuimos arrestados, por la mañana le había
yo presentado mi renuncia al presidente Madero y él, por fin, la había
aceptado cuando le expliqué que lo hacía por mi familia y nada más
que por mi familia. Lo entendió y hasta me deseó suerte en la nueva
actividad que fuera a emprender, que estaría totalmente alejada de la
política, por supuesto, le dije. A mí, no tengo duda, la política me
endilgó un sueño que en realidad era una pesadilla‖.
En efecto, durante los días en que estuvo preso en la
intendencia de Palacio al lado de Madero y Ángeles, las palabras de
Pino Suárez insistieron en su rechazo a cualquier actividad política y
que quien correría la peor suerte de los tres era él. Al embajador
cubano, Márquez Sterling, le dijo:
- ¿Qué he hecho yo para que quieran matarme, señor
embajador? Créame usted que sólo he deseado hacer el bien, respetar
la vida y el sentir de los ciudadanos, cumplir con las leyes y exaltar la
democracia. Pero la política sólo me ha proporcionado dolores y
decepciones y un hondo sentimiento de frustración. Ni siquiera tengo
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la vocación de martirio del presidente Madero y del general Ángeles.
No sabía yo en la que me metía cuando acepté el puesto de
vicepresidente. La política, al uso, es sólo odio, intriga, falsedad,
lucro. Hoy lo veo con claridad y les doy la razón a quienes me pedían
que me alejara de ella. ¿No es cierto que el mejor medio de gobernar a
los pueblos de nuestra raza lo da el ánimo perverso de quienes los
explotan y oprimen?
A Felipe Ángeles le dijo estas palabras proféticas:
- A usted no se atreverán a tocarlo, general, por su rango
militar. En cuanto al presidente Madero y yo, ¿no le parecemos como
en capilla? Como que el odio prevalecerá por sobre la reconciliación y
espíritu democrático, en los que tanto ha creído el presidente Madero.
Con Madero insistió sobre el odio:
- Es extraño, este puesto, la vicepresidencia, el puesto por el
que estoy aquí. El puesto para el cual me eligió entre tantos, y por el
que tantos otros se pelearon; que le causó los más graves conflictos a
partir de que fue usted presidente; el que consideraba de mayor
importancia dentro de su gabinete; ese puesto es el más ingrato que
puedo imaginar y hoy no volvería a aceptarlo de ninguna manera. Hoy
me alejaría como de la peste de todo lo que oliera a política… Me
persiguen y me perseguirán los mismos odios que a usted, señor
presidente, sin la compensación de sus honores y su gloria, que se
acrecentarían si lo mataran. Por eso mi suerte tiene que ser más triste
y amarga que la suya.
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En la pieza había sillones de piel oscura, una pequeña mesa de
mármol, un gran espejo que presidía —y parecía eternizar— cuanto
ahí sucedía, y los tres camastros en donde dormían los cautivos. Una
de las puertas daba a un depósito de trastajos, sin ventilación, que
servía de comedor, y la otra, al lado de una ventana, con un centinela
inconmovible afuera, como de piedra y una bayoneta que atrapaba los
rayos del sol, se abría al patio de Palacio, con grupos de soldados
conversando, adormilados, sentados en el suelo, sacando brillo a los
botones, aceitando los rifles, boleando las botas, remendando las
mantas o inclinados apetentes sobre una olla de barro que se mecía
sobre unos palos cruzados, mientras las mujeres, enrebozadas,
aplaudían frente a los fogones con la masa de maíz.
Mientras miraba ese patio —con un rostro que parecía
derrumbársele sobre la palma de las manos—, Pino Suárez pensaba en
la futilidad del poder humano y sus avatares, en tanta sangre inútil
derramada. ¿Cuánto tiempo hacía que en ese patio se escucharon los
gritos jubilosos de ¡Viva Madero, abajo la dictadura!? ¡Viva el partido
antirreeleccionista! Gritos que para Pino Suárez, en aquel momento,
se entreveraban sin remedio con los otros: ¡Viva Porfirio Díaz! ¡Viva
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la revolución de Tuxtepec! O aún un poco antes —apenas un
parpadeo—: ¡Viva el batallón de supremos poderes! ¡Viva la
república! ¡Viva Benito Juárez! O: ¡Que viva el emperador! ¡Que
vivan México y Francia! O: ¡Que viva el padre de la república! ¡Que
viva el general Santa Anna! O: ¡Que viva el ejército de las tres
garantías! ¡Muera el congreso! ¡Viva Agustín Primero! ¿Presintió
Pino Suárez que al cruzar por primera vez el patio central de Palacio
que por ahí lo llevarían para conducirlo a la muerte? ¿Sabía que ese
patio, simbólicamente, a fines de 1700, lo convirtieron los
comerciantes de la Plaza Mayor en ―infame burdel‖ y en la
―madriguera de jugadores y borrachos‖, según noticias de la época?
―La política, al uso, es sólo odio, intriga, falsedad, lucro‖.
¿Recordó, sin embargo, alguno de sus versos juveniles, como
aquel que tituló Alma de lucha, que en su momento consideró uno de
sus predilectos?
Combatir contra todos los tiranos
y contra toda imposición injusta;
defender la Verdad santa y augusta
y de la Patria sus fueros soberanos.
Sólo a hombres libres extender la mano;
a los serviles, descargar la fusta
de nuestra frase señorial y adusta
con valor y civismo catonianos.
Contra el Error y la Injusticia alertas,
montar la guardia austera y formidable
del Honor y el Deber ante las puertas.
Y en el suplicio siempre inacabable
de Tántalo infeliz, dejar abiertas
nuestras alas que van a lo insondable.
¿Y aquel poema que le dedicó a don Porfirio y que, según
decía, lo motivó a participar en la lucha antirreeleccionista?
Vilipendiaste de la Patria el nombre
y Padre de la Patria te proclamas.
Hollaste la República y te llamas
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héroe y Caudillo de inmortal renombre.
No hay proditorio crimen que te asombre
si al Poder en sus hombros te encaramas.
Y cuando el nombre de justicia infamas
te das de justiciero el sobrenombre.
Y todo gime a tu Poder opreso
y cede ante tu afán homicida.
Más de tu oprobio y baldón el peso
morir no puede el pensamiento humano
que al firmar tu registro de partida
con tinta roja escribirá: ¡Tirano!
¿Y recordó Pino Suárez cuando se afilió, con todo el
entusiasmo de que era capaz, al Partido Nacional Antirreeleccionista y
cuando participó en la campaña de Francisco I. Madero en Tabasco y
Yucatán? ―Cuenta usted con mi vida y trabajo de día y de noche,
señor Madero‖, le dijo.
¿Y recordó que a fines de 1910 viajó subrepticiamente a
Guatemala a comprar armas para la causa revolucionaria, y que
participó muy activamente en las negociaciones que concluyeron con
la firma de los Tratados de Ciudad Juárez? ¿Y que fue gobernador de
Yucatán y abandonó el puesto luego de que el Partido Constitucional
Progresista lo hizo su candidato para la vicepresidencia de la
República?
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―Qué he hecho yo para que quieran matarme, señor
embajador? Créame usted que sólo he deseado hacer el bien, respetar
la vida y el sentir de los ciudadanos, cumplir con las leyes y exaltar la
democracia. Pero la política sólo me ha proporcionado dolores y
decepciones y un hondo sentimiento de frustración‖.
Por eso ya casi no se sorprendió la noche que fueron por ellos
a la intendencia el mayor Cárdenas, el cabo Pimienta y un piquete de
soldados armados con carabinas. Pimienta llevaba una linterna y la
dirigió —como el resplandor de un disparo, como si los matara ya— a
cada uno de ellos, mientras los nombraba.
—Éste es el señorMadero; éste es el licenciado Pino Suárez y
este otro el general Felipe Ángeles.
A Pino Suárez la luz no lograba despertarlo del todo y parecía
llevarlo de un sueño al otro, con las siluetas del grupo delineándose
dentro de una atmósfera que era más bien una materia untuosa en
donde las cosas flotaban, temblorosas. Puso una mano enfrente en
señal de alto y entrecerró los ojos para detener la luz, lo inminente, el
otro sueño.
―A mí, no tengo duda, la política me endilgó un sueño que en
realidad era una pesadilla‖.
¿Y no fue el propio Madero quien le endilgó ese sueño?
— ¿Qué sucede? — preguntó Madero.
—Tengo órdenes de entregarlos a ustedes a sus custodios—
informó el mayor Cárdenas, con sequedad.
Alguien encendió el foco pelón que pendía del techo, y que
abría de cuajo lo que iluminaba.
— ¿Adónde nos van a llevar?— insistió Madero mientras
tomaba la ropa que tenía a un lado, colgada cuidadosamente en una
silla: la camisa dura, el jacquet, el pantalón claro a rayas.
— A la penitenciaría. Allá estarán más seguros—agregó el
mayor Cárdenas, quien llevaba un traje negro de charro, inaudito en
aquellos momentos, y tenía toda la facha de ser quien los ejecutaría.
Se vistieron con premura y en silencio.
—Usted no va, general Ángeles —le dijo el mayor Cárdenas al
salir. Ángeles los miró desconcertado. ¿Hubiera preferido ir? Por su
expresión, podría haberse asegurado.
Madero y Ángeles se dieron la mano.
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— Adiós, general.
— Adiós, señor presidente.
Pino Suárez, que ya estaba en la puerta, hizo una seña de
despedida.
— General, hasta luego.
―A usted no se atreverán a tocarlo, general, por su rango
militar‖.
— Hasta luego, licenciado— respondió Ángeles, encogiéndose
bajo el chorro de la luz del foco pelón, dentro de su capote militar,
quizá pesándole ya la soledad.
El mayor Cárdenas les lanzaba unas miradas de cuchillo y se
mostraba crecientemente nervioso. Le tomó un brazo a Madero con
una fuerza innecesaria.
—Vamos, vamos, tenemos prisa, señores.
Iban en silencio en el Packard gris, el mayor Cárdenas al
volante y el cabo Pimienta a un lado. Atrás, Madero y Pino Suárez.
Fueron por la calle de Moneda, por la del Rélox, por la de Cocheras,
por la de Lecumberri, hasta los llanos de San Lázaro.
El Packard se detuvo en la parte de atrás de la Penitenciaría,
suficientemente iluminada.
— ¿Por qué aquí si no hay puerta? ¿Quién les ha dado la orden
absurda de traernos aquí?— preguntó Madero, replegándose en el
asiento.
Patio del Palacio
Nacional después de
la aprehensión de
Madero y Pino
Suárez.
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—Tenemos que bajar — dijo el mayor Cárdenas mientras
abría la portezuela.
— ¿Qué es lo que pretenden hacer con nosotros? — preguntó
Pino Suárez.
―En cuanto al presidente Madero y yo, ¿no le parecemos como
en capilla, general Ángeles?‖.
— ¡Bájense ya, carajo! — gritó el mayor Cárdenas, con una
voz que parecía refundir el odio que manifestaban su mirada y sus
movimientos. Obligó a bajar a Madero, jalándolo de la manga del
saco. En el momento en que Pino Suárez bajaba del auto vio —como
iluminado por un relámpago— el cuerpo de Madero cimbrarse y
enseguida caer tras el disparo que le propinó en la cabeza el mayor
Cárdenas. Entonces gritó: ¡asesinos!, y empujó al cabo Pimienta con
fuerza, haciéndolo trastabillar, y corrió hacia el despoblado, hacia la
noche cuajada, impasible, desprendiéndose de las luces en lo alto de
las paredes de la penitenciaría. Volvió a gritar: ¡asesinos! Pero en
realidad no se alejó demasiado porque uno de los disparos del cabo
Pimienta le dio en una pierna. El propio Pimienta fue hacia él y le dio
el tiro de gracia, al tiempo que decía:
— Ya cállese de una buena vez, cabrón.
Pino Suárez no había dejado de gritar: ¡asesinos!, pero, quizá,
sin referirse únicamente a quienes les habían disparado a Madero y a
él, sino englobando a cuantos lo habían encerrado en aquella
pesadilla. Igual pudo haber gritado ahí, desgajado sobre la tierra
desolada del llano, con una mano en la herida borboteante de la
pierna, y mientras veía a su verdugo acercarse, ocupar la noche entera:
―La política sólo me ha proporcionado dolores y decepciones y
un hondo sentimiento de frustración. Ni siquiera tengo la vocación de
martirio del presidente Madero y del general Ángeles. No sabía yo en
la que me metía cuando acepté el puesto de vicepresidente. La
política, al uso, es sólo odio, intriga, falsedad, lucro. Hoy lo veo con
claridad y les doy la razón a quienes me pedían que me alejara de
ella‖.
Ignacio Solares.
Del libro Ficciones de la Revolución Méxicana
de próxima publicación en Editorial Alfaguara.
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Piensa…
Un individuo con un reloj, sabe qué hora es…
Un individuo con dos relojes, nunca está seguro de la hora correcta.
No veas dónde te caíste…
Mejor precisa con qué te resbalaste.
Aprecia tu vida a través de tu vidrio frontal,
no por tu espejo retrovisor.
Las personas dudarán de lo que dices…
Mas te creerán por lo que haces.
Sé agradable con las personas mientras subes,
porque las necesitarás cuando vayas de picada.
Nunca des explicaciones.
Tus amigos no las necesitan, y tus enemigos no te creerán.
Mientras buscas la venganza, prepara dos tumbas.
Una de ellas será tuya.
El tiempo perdido que disfrutaste, no fue tiempo perdido.
Valor no es ausencia de miedo,
es más bien tu habilidad para enfrentarlo.
Tienes que tener tu propio crecimiento,
no importa qué tan alto haya sido tu padre.
La mejor manera de predecir tu futuro,
Es creándolo tú mismo.
La Página de Gloria Temblador
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LEYENDAS DE TENANCINGO
LA BENDICIÓN DEL MUERTO
El siguiente relato lo escuché varias veces de boca de mi
abuelita, y lo corroboraron varias personas que nos visitaban en aquel
tiempo. Aunque suene a cuento, es un hecho real, aunque no haya una
explicación lógica o coherente para el mismo.
Las personas que saben de este suceso son ampliamente
conocidas tanto en Zepayautla como en Tenancingo y. aunque los
protagonistas ya murieron, sus hijos y netos lo escucharon de viva voz
de sus padres y abuelos.
Mi abuelita, la profesora Fortunata Duarte, trabajó varios años
como maestra rural en la comunidad de Zepayautla y muy pronto
trabó amistades y hasta compadrazgos con los vecinos del lugar,
quienes siempre la trataron con agrado y deferencia, siendo invitada a
todos los acontecimientos de las
familias y de la comunidad, así que
tenía muchos ahijados, y
precisamente fue con uno de sus
compadres con quien ocurrió este
hecho.
En la época de la que
hablamos se estableció la educación
socialista científica, por lo que no se
permitía ni una insinuación religiosa en la educación. Los maestros
tenían que capacitarse en ese tipo de educación. La profesora Duarte
lo hizo en la Universidad Obrera de México ―Karl Marx‖. Los
maestros que se resistían a ese tipo de enseñanza eran desorejados o
desaparecidos. Sin embargo, en las comunidades rurales había cierta
flexibilidad. El maestro era la persona más importante; se le pedía que
ayudara a redactar las actas de los Delegados Municipales; que
aconsejara qué hacer aun en cuestiones domésticas; que orientara a las
parturientas, que rezara el rosario del difunto; que los ayudara a bien
morir; que atestiguara los testamento… en fin, era consejero y
sabelotodo del pueblo, pues para eso era el maestro o maestra.
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Retomando nuestro relato, tenemos que la señora profesora fue
invitada para que llevara a bautizar a la niña Alicia Orihuela Millán,
hija del señor Román Orihuela y Francisca Millán, en la comunidad
de Zepayautla. Don Román era trabajador de la Compañía de Luz y
Fuerza del Centro.
Cuando Alicia ya era mayor, se casó con el profesor Fidencio
Becerril, muy conocido aquí en Tenancingo por su entrega y
profesionalismo, así como por ser un entusiasta promotor del deporte.
Entre sus hijos podemos contar a los también profesores Saúl y Rocío
y a Lupita, que es enfermera. Cuando don Román, el papá de Alicia,
murió, sus familiares tuvieron la gentileza de avisarle a mi abuelita,
quien desde hacía varios años que ya no trabajaba en Zepayautla, sino
en San Simón el Alto, por lo que llegó hasta el otro día del deceso,
cuando se disponían a llevar al difunto a sepultar al panteón.
Al ver a mi abuela, Alicia la abrazó llorando y le dijo:
―Madrina, haga algo; mi papá no nos dio la bendición y ya lo van a
sepultar.‖ La profesora le dijo: ―¿Pero yo qué puedo hacer?‖ ―No sé,
madrina –le contesto Alicia- pero queremos su bendición.‖
Era tal su angustia y súplica, que doña Fortunata se acercó a la
caja del difunto y lo tocó; don Román ya estaba tieso y duro como
piedra. Mi abuela se acordó de que la gente dice que los difuntos oyen
todo lo que se dice a su alrededor, hasta que no se les cierran los oídos
en cuanto llegan al panteón. Entonces, se acercó y le dijo al oído:
―Compadre Román, compadre Román, tus hijos quieren que les des la
bendición. Afloja tu mano, compadre…‖
Entonces, ocurrió lo increíble: la mano y brazo del difunto se
hizo suave y flexible. Entonces le colocaron un Cristo y los hijos se
hincaron, recibiendo al fin la ansiada bendición. Terminando ésta, el
brazo se hizo duro otra vez y regresó pesadamente a su posición
anterior. Los hijos quedaron muy agradecidos, pero la gente que
estaba ahí reunida veía a la profesora como si fuera una bruja o algo
así. Fueron muchos los que atestiguaron: gente del pueblo,
compañeros electricistas, amigos y familiares y, aunque parezca un
cuento, este es un hecho real; tan real como la vida misma; o, en este
caso, como la muerte misma.
Maestro en Historia Raymundo Cruz Centeno.
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Restaurante
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¡MÚSICA, MAESTRO!
LAS PERCUSIONES,
EL PRIMER INSTRUMENTO MUSICAL
DE LA HUMANIDAD
Un instrumento de percusión es un tipo de instrumento
musical cuyo sonido se origina al ser golpeado o agitado. Es, quizá, la
forma más antigua de instrumento musical.
La percusión se distingue por la variedad de timbres que es
capaz de producir y por su facilidad de adaptación con otros
instrumentos musicales. Cabe destacar que puede obtenerse una gran
variedad de sonidos según las baquetas o mazos que se usen para
golpear algunos de los instrumentos de percusión.
Un instrumento de percusión puede ser usado para crear patrones de
ritmos (batería, tam-tam entre otros) o bien para emitir notas
musicales (xilófono). Suele acompañar a otros con el fin de crear y
mantener el ritmo.
Los instrumentos de percusión pueden clasificarse en dos categorías
según la afinación:
De altura definida: Los que producen notas identificables. Es
decir, aquellos cuya altura de sonido está determinada.
Algunos son: el timbal, el xilófono, el vibráfono, la campana,
la campana tubular, los tambores metálicos de Trinidad.
De altura indefinida: Aquellos cuyas notas no son
identificables, es decir producen notas de una altura
indeterminada.
Entre ellos están: el bombo, la caja, el cajón, el afuche, las
castañuelas, las claves, el cencerro, el címbalo, el güiro, la
matraca, la zambomba, el vibraslap
Siendo el primer recurso humano junto con la voz para hacer música,
las percusiones fueron utilizadas casi siembre para pautar el ritmo
sobre el cual el hombre movería sus cuerpos. Cuando la música se
hizo arte, las percusiones conservaron su importancia y poco a poco se
convirtieron en un instrumento musical, que desde diferentes tonos,
conservaron la importancia de indicar el ritmo.
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El Coro de la Ciudad de Tenancingo
Presenta:
CONCIERTO DE CANTO
Tengo Armando Manzanero Besame mucho Consuelito Velázquez
Dime que si Alfonso Esparza Oteo
Soprano: Ana Paola Guadarrama Castañeda
Arrullo Mario Talavera Te quiero dijiste María Grever
El día que me quieras Manuel Esperón
Tenor: Raúl Arévalo Ramírez
Alma mía María Grever
Así María Grever
Siboney Ernesto Lecuona
Soprano: Itzel Marín Gallegos
Maestro: Guillermo López Nava
ENSAMBLE DE GUITARRAS Y PERCUSIONES Guitarrristas: Jaqueline Carlón Molina
Javier Medina
Cesar Cano Torres
Maestro: Alejandro López Islas
Percusionistas: Ricardo Velázquez Angeles
Eduardo Mejía Dávila
Maestro: Aarón Flores Muciño
Sábado 25 de Junio de 2011
8:00 p. m. Auditorio Petronilo Monroy
ENTRADA LIBRE ¡NO FALTES!
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PERSONAJES DESTACADOS DE TENANCINGO
ALBINA FLORES GALINDO
(ALBINITA)
Toda una vida dedicada a los más necesitados
Entre las muchas y muy nobles personas que han dedicado
parte de su vida y recursos económicos a alegrar un poco la existencia
de los ancianos en el Asilo de San Vicente, en Tenancingo, ninguna
más digna de reconocimiento
que Albina Flores Galindo, la
abnegada, humilde y paciente
mujer que dedicó más de 40
años a cuidar de los huéspedes
de esta institución, sin más
retribución que el
agradecimiento de quienes
recibieron con sus acciones el
cariño y el amor que tanta falta
les hacían.
Albinita, como
cariñosamente se le conocía,
nació en 1882 en Monte de
Pozo, y desde muy pequeña
vino a radicar a Tenancingo.
Aquí se casó con Luciano Díaz
Mendoza, de oficio jornalero,
con quien procreó dos hijos:
Cirilo y María; esta última recibe el llamado de Dios y desde muy
joven ingresa al Convento de las Carmelitas Descalzas, en la Ciudad
de México.
Durante la Guerra Cristera, Luciano muere defendiendo la
causa de la religión católica, por lo que Albinita queda sola y se
dedica, a partir de 1930, a asistir a los sacerdotes que sucesivamente
vienen a ocuparse de la Parroquia de Tenancingo. Así, se ocupa de
atender a los padres José Fidel Quintana, José Garibay, Eliseo
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Velasco, Guadalupe Zárate y Rodrigo Alcántara. Es este último quien
la pone al frente de la asistencia del asilo de ancianos, labor que ella
emprende con amor y responsabilidad desbordada, sobre todos con los
más débiles y desprotegidos, dándoles de comer en la boca,
bañándolos, curándolos, cambiándolos y ayudándoles a bien morir
cuando estaban en agonía. Después, ella misma los preparaba y
acomodaba en su ataúd rústico para su entierro.
Lo más admirable de esta
labor, era que a pesar de las
adversidades, enfermedades y
contratiempos, jamás se quejó,
poniendo todos los días de su vida al
servicio de los más necesitados.
Asistía a los cuartos de contagio
donde tenían enfermos aislados y,
por Gracia de Dios, nunca se
contagió.
Con el padre Carlos
González Anaya al frente del Asilo,
Albinita vio reforzada su labor
gracias a la disposición del Señor
Cura. Mariquita, su hermana, era su
brazo derecho, así como las familias
de ambas, que nunca cobraron un
centavo por los servicios que prestaban; haciendo el aseo, tendiendo
camas, lavando ropa, preparando alimentos y dando de comer.
Albinita tuvo un año de purificación previo a su muerte, con el
sufrimiento de su dolorosa enfermedad hepática, que le había iniciado
22 años atrás. Finalmente, es llamada por Dios el 31 de mayo de 1972
a la edad de 90 años.
Pero no solamente con quienes vivían ya sus últimos
momentos en la tierra se mostró generosa Albinita. Su dedicación y
amor también tuvieron efecto en la formación de un valioso ser
humano, quien gracias a ella se crio y desarrolló para convertirse,
como ella, en un ejemplo a seguir. Este personaje fue quien organizó
un homenaje a esta gran señora con motivo del 35 aniversario de su
fallecimiento, realizándolo, en sus propias palabras: ―en memoria de
20
Albinita, a quien quise como una madre, que cuidó de mí y me hizo
ser el hombre que soy ahora‖.
Así pues, vaya nuestro reconocimiento a una mujer sacrificada
que dio la vida por los más necesitados, y nuestro más profundo
agradecimiento porque gracias a ella hoy podemos disfrutar de la
valiosa amistad de una excelente persona: nuestro gran amigo José
Torres.
Agradecemos la documentación aportada por el L. D. G. Sergio
López Oscós, así como las fotografías incluidas en este artículo, las
cuales forman parte de su archivo.
21
EL REBOZO DE TENANCINGO
PRESENTE EN EL CORREDOR CULTURAL
ROMA-CONDESA.
Instalación “Rapacejos” en Artes de México.
México, D.F. Mayo 29, de 2011 (ALCOMM). Por sexta
ocasión se llevó a cabo el Corredor Cultural Roma-Condesa en donde
53 espacios de arte y diseño abrieron sus puertas con propuestas
inéditas para todos los asistentes. Además en esta ocasión el Corredor
Cultural Roma-Condesa se extendió hacia otras áreas como el
Corredor ambiental y el gastronómico, resaltando en particular, el
dedicado al Rebozo de Tenancingo, en las magnificas oficinas de la
Revista ―Artes de México‖ que dirige la Dra. Margarita de Orellana
Iglesias.
Bajo el
titulo ―Rapacejo,
Corazón del Re-
bozo‖ se montó
una ex-posición
en su variante de
instalación, dise-
ñada y producida
por la creativa co-
lombiana Nicole
Taboada, presen-
tando solo algu-
nos de los cerca
de veinte pasos por los que atraviesa la elaboración artesanal del
rebozo. Durante la jornada, que se extendió desde las diez de la
mañana y hasta cerca de las veintiuna horas, se contabilizó la visita de
más de mil 500 personas que siguieron el itinerario del Corredor
Cultural hasta donde llegó la Coordinadora General de este evento, y
quien en su momento fuera curadora de los Museos Soumaya, Carrillo
Gil y Subdirectora del Museo Rufino Tamayo, Ana Elena Mallet, se
mostró muy satisfecha por la acogida que tuvo esta sexta edición del
Corredor así como la instalación de rebozos y su comercialización.
22
Por la tarde, la experta en rapacejos de rebozo, Morales Herrera
ofreció una conferencia sobre el arte, dificultades, situación actual y
prospectiva sobre esta prenda femenina, al mismo tiempo que la sutil
empuntadora originaria de San Martin Coapaxtongo, Tenancingo,
Nancy Suárez Millán realizaba su labor en una fina pieza al crudo.
Se proyectó además, un documental sobre la elaboración de la
afamada pieza de vestir, realizado a fines del pasado mes de abril por
el cineasta Salvador Ortega, con locaciones realizadas en talleres de la
cabecera municipal de Tenancingo y algunos shots de los atractivos
sitios de la cuna del rebozo. Los artesanos representativos en esta
ocasión fueron Esperanza Vásquez Carrillo, Teresa García Díaz,
Carmen López Sánchez, Félix González, Félix Escobar y Vicente
Vásquez Ferreira, cuyos trabajos fueron altamente apreciados por los
visitantes tanto nacionales y extranjeros que se dieron cita, entre ellos,
algunos escoceses y holandeses quienes adquirieron varias piezas para
llevarlas a sus países de origen.
Entre otros asistentes a esta expo-venta en ―Artes de México‖
se distinguió a la Antropóloga Marta Turok Wallace, la más
importante especialista en textiles tradicionales mexicanos y decidida
luchadora en pro de los derechos de los artesanos.
Al ser entrevistada por ALCOMM, de Orellana Iglesias afirmó
que en base a sus investigaciones Tenancingo es la verdadera cuna del
rebozo, sin obviar que en Santa María del Rio, S.L.P., también se
hacen, gracias a que maestros artesanos tenancinguenses fueron hace
ya varias décadas a aquel lugar a enseñar la técnica que estos
dominan. La visita que hizo el 9 de febrero de este mismo año a la
Ciudad de Tenancingo y a sus artesanos reboceros resultó ser una
experiencia en verdad espectacular, por lo que surgió la idea de darle
una real importancia al trabajo de éstos, y habiéndose presentado la
oportunidad en la sexta edición del Corredor Cultural, es ahora el
momento de reconocer y difundir el trabajo y valor artístico que
tienen las puntas o rapacejos, y por ello, impulsó que la instalación
llevara el nombre de ―Rapacejo, Corazón del Rebozo‖.
Es de destacar que principalmente los jóvenes se interesaron
sobre estos textiles.
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Editor: Héctor Gordillo Camacho
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