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Patrimonio Cultural II. Patrimonio Arqueológico Grado de Turismo
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Tema 1.
UN PÚBLICO PARA UN PATRIMONIO ARQUEOLÓGICO
Resumen
El patrimonio arqueológico constituye una realidad extensa, que la investigación arqueológica
constantemente revisa, tanto para incrementar el número de sitios conocidos, como para
profundizar en su significado histórico. Sin embargo, el aprovechamiento turístico se limita a
una parte reducida de todos los bienes arqueológicos —si bien, algunos tienen una larga
tradición de visita pública—, y además está dirigido a un concreto segmento de la demanda
turística. Se encuentra abierto, por tanto, un campo potencial para la diversificación de los
bienes arqueológicos objeto de aprovechamiento turístico, bien dirigiendo la visita a nuevos
lugares, y contribuyendo de esta manera a un desarrollo territorial más equilibrado, o bien
divulgando el interés de estos recursos entre un mayor número de turistas. En cualquier caso,
se requieren políticas públicas encaminadas a la investigación, conservación y adecuación parala visita del patrimonio arqueológico, y por otra parte, resulta urgente la formación de
profesionales cualificados para interpretar estos recursos culturales —que deberán tener una
especial competencia para la comunicación pública.
Objetivos
Advertir las dimensiones reales del patrimonio arqueológico
Identificar las características comunes de los sitios abiertos al público
Reconocer el perfil general del público del patrimonio arqueológico
Caracterizar los tipos de público de los sitios arqueológicos
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0. Introducción
Todos los turistas no tienen interés en conocer ruinas arqueológicas, asociadas para algunos
con la muerte y la desolación, ni tampoco todo el público interesado en el patrimonio
arqueológico puede etiquetarse como turista —probablemente, muchos sitios arqueológicos
no vayan a ser nunca visitados por un público que no sea especializado. Museos arqueológicosy sitios arqueológicos musealizados —desde los Museos Vaticanos y los foros imperiales en
Roma al Museo Nacional de Egipto y las pirámides en El Cairo— surgieron en muchos lugares
antes que el propio turismo de masas, y vienen cumpliendo desde entonces una función
importante para la enseñanza en distintos educativos —y, en general, para afianzar una
determinada identidad nacional o cultural en sus respectivos países. Por otra parte, en todo el
mundo decenas de miles de lugares han sido objeto de investigaciones y actividades
arqueológicas, que a su vez han recuperado una ingente cantidad de muestras y materiales,
pero la mayor parte de ese enorme número de sitios y materiales nunca va a llegar a ser vista
por un público que no sea especializado.
Considerando entonces que hablamos de un determinado público que existe para un concreto
patrimonio arqueológico, se trata de indagar a continuación en estas dos partes reunidas por
el actual aprovechamiento turístico de los bienes arqueológicos —los sitios arqueológicos
visitados y los turistas que los visitan. Se presenta, por tanto, un acercamiento a objetos y
sujetos que son imprescindibles en el aprovechamiento turístico del patrimonio arqueológico.
1. Características de los sitios arqueológicos visitados
En efecto, los sitios y elementos arqueológicos mostrados al público son una parte reducida de
todos aquellos que fueron de interés para la arqueología, y además, todos aquellos que sevisitan fueron objeto de trabajos de conservación y adecuación, que en mayor o menor
medida han transformado su imagen original. Casi en ningún lugar, a pesar de un extendido
prejuicio del público en sentido contrario, la visita a un museo o a un sitio arqueológico se
puede equiparar con un viaje a un pasado remoto —los sitios visitables casi nunca se nos
muestran como lugares virginales e intocados desde un lejano pasado.
Por el contrario, el estado actual de la mayoría de los sitios visitables ha sido el resultado de
excavaciones más o menos recientes, que siempre introducen una radical dislocación en la
topografía y en el aspecto original del sitio, y de otras actuaciones acometidas en nuestro
tiempo con distintos fines. Unas veces se pueden encontrar motivadas por la necesidad decrear instalaciones para la acogida del público, y otras, por ejemplo, por la necesidad de
asegurar la integridad de las construcciones exhumadas, pues la propia excavación
arqueológica altera siempre las condiciones de conservación que preservaron el lugar durante
siglos o milenios—y en este mismo sentido de degradación actúa también siempre, en mayor
o menor medida, la visita pública.
En definitiva, si podemos hablar de la existencia de un sector del turismo que puede tener
interés en el acercamiento a los sitios arqueológicos, también debemos hablar de un sector
del patrimonio arqueológico que, de manera consciente e interesada, ha sido dispuesto para
recibir esa visita. Los sitios conocidos y visitados son, en primer lugar, el principal resultadotangible de un programa de investigación arqueológica, que normalmente se acomete de
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acuerdo con unos fines teóricos de conocimiento —y dentro de una determinada concepción
de la arqueología—, y en segundo lugar, consecuencia de un proyecto de conservación y
adecuación del sitio para la visita pública.
Sitios arqueológicos conocidos
Los sitios elegidos para ser excavados se explican siempre en el contexto de una particular
investigación arqueológica. Unos sitios pueden ser excavados porque su conservación se
encuentra amenazada, debido a obras o a cualquier otro motivo, otros simplemente porque se
desea conocer algo y se dispone de recursos para abordar esa investigación. En cualquier caso,
la excavación se acometerá de acuerdo con unos determinados métodos y objetivos histórico-
arqueológicos, que sólo se entienden dentro de la discusión y competencia por construir la
propia disciplina arqueológica —no existe una única manera de desarrollar una investigación
arqueológica, ni están prefigurados los sitios que pueden ser objeto de la misma. Los
resultados de la investigación obviamente van a estar mediatizados por las decisiones de ese
programa inicial de métodos y objetivos previos, y por el propio discurrir de la excavación. Elresultado final de cualquier investigación arqueológica, en un sentido figurado, va a producir
tanto las propias ruinas, como aquellas ideas susceptibles de ser enunciadas sobre las mismas.
Cada vez en menos ocasiones interviene el azar en el hallazgo de algo valioso para la
arqueología, y en todo caso, el conocimiento de algo que la casualidad ha puesto a nuestro
alcance, requiere siempre el despliegue de un programa sistemático de investigación.
El objeto de una actividad arqueológica de excavación constituye siempre un fósil —o
reducto— de un acontecimiento pasado, que la ciencia arqueológica debe reconstruir e
insertar en un contexto social significativo. Este proceso de construcción del significado
normalmente empieza por atribuir las distintas evidencias a un tiempo preciso, ordenando laépoca y el contexto de los distintos vestigios, pues la situación más frecuente consiste
justamente en la acumulación en un mismo sitio de evidencias pertenecientes a sucesivos
momentos. En un siguiente paso, se busca recomponer las relaciones en el espacio
establecidas entre objetos y distintas partes de edificios que fueron atribuidos a un tiempo
más o menos coincidente —se trata de indagar, por tanto, en las relaciones entre elementos
que fueron sincrónicos o coetáneos. Esta operación se realiza casi siempre a partir de
fragmentos, partes desgajadas de objetos y de construcciones, que necesitan ser
recompuestos idealmente para esbozar una aproximación a la configuración del sitio en un
momento dado. Esta fragmentación de las evidencias arqueológicas en el sitio ocurre porque,
después de su abandono, otras ocupaciones posteriores en el tiempo, o los procesos naturales
de erosión y depósito, siempre actúan trastocando tanto la integridad de los elementos como
su posición inicial. En definitiva, la imagen que el cine tantas veces ha reconstruido de lugares
conservados milagrosamente a través del tiempo —y sólo cubiertos con telas de araña—
constituye una ficción que muy extraordinariamente se corresponde con la realidad.
Por último, una vez ordenadas las evidencias en el tiempo y en el espacio, la investigación
debe finalmente proponer un significado social o histórico para las mismas. Se trata de buscar
entonces una explicación de lo que allí sucedió, y atribuirle un sentido —así concluiría una
investigación arqueológica ideal.
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No obstante, la investigación sólo supone el primer peldaño en un largo proceso, desde luego
imprescindible, para al final elaborar un producto turístico. Después de esa primera iniciativa,
el sitio debe ser acondicionado para recibir al público y, por supuesto, el ciclo del proceso de
producción debe continuar en otros escenarios hasta hacer realidad la visita turística —así, por
ejemplo, el sitio debe ser conocido por su público potencial antes de que se materialice la
correspondiente visita.
Sitios arqueológicos abiertos al público
Las circunstancias expuestas muestran el dramático aislamiento de los sitios arqueológicos,
referido tanto a su frecuente localización lejos de vías de comunicación transitadas, como a la
dificultad del público general para llegar a comprender el significado histórico o social de
aquello que observa —en definitiva, para llegar a imaginar el aspecto de todo aquello en un
contexto vivo. Así, después de la realización de una investigación arqueológica que ha podido
ser compleja y extensa en un sitio, el primer puente para que llegue a existir como un sitio
visitable consiste en asegurar el acceso y recepción del público. Estas actividades de
adecuación, que según las prescripciones profesionales más rigurosas, debieran discurrir al
mismo tiempo que la investigación, son competencia normalmente de las Administraciones
Públicas, siendo hasta ahora excepcional el recurso al patronazgo privado para esto fines. Estas
actividades suelen aparecer rotuladas como actividades de puesta en valor , una expresión
ampliamente extendida en los últimos años a pesar de su deliberada ambigüedad, pues no nos
aclara si el valor resulta intrínseco y preexistente a la propia actuación, y ahora sólo se hace
patente, o por el contrario, el verdadero valor se encuentra en desplegar una actividad
económica como el turismo sobre el sitio.
Después, y a pesar del empeño frecuente en poblar los sitios de explicaciones contenidas enpaneles y señalizaciones, el sitio sigue aislado para el entendimiento del público. Se requiere
necesariamente un agente que actúe de mediador entre las ruinas mudas, o en un sentido
estricto entre las conclusiones de la investigación, y el público visitante. Se trata de una
actividad discursiva que debe ser acometida por profesionales cualificados, tanto por su
conocimiento del sitio como por sus habilidades de comunicación con grupos diversos en
intereses y niveles culturales. Este último requerimiento suele excluir a los propios
arqueólogos de esos profesionales, porque más centrados en el sitio que en la gente, no
acaban de ejercer una mediación eficaz entre su investigación y el público.
2.
Características del público visitante
Solventadas las dificultades del público, primero para llegar físicamente a un sitio arqueológico
y, segundo, para comprender su sentido, conviene detenernos en las disposiciones previas del
público que le llevaron hasta allí. Se ha insistido para explicar la presencia del público en los
museos, y se puede extender la misma consideración para los sitios arqueológicos, que las
razones del público para acudir o, por el contrario, para rechazar la visita, se encuentran en las
imágenes previas que cada persona asocia con esa experiencia de visita. Los mecanismos de
formación de esas imágenes, desde la escuela a la publicidad, que incentivan o repelen la
visita, deben ser investigados si se pretende establecer estrategias adecuadas de
aprovechamiento turístico. No obstante, ya se puede asegurar que la decisión de alguien paraacudir a un sitio arqueológico se adopta dentro de una disposición cultural a pensar y sentir de
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una determinada manera, que hasta cierto punto puede ser compartida por quienes actúan de
intérpretes en la visita, e incluso por quienes investigaron el sitio —existe por tanto una
comunidad de intereses entre quienes investigan, enseñan o visitan un sitio arqueológico. Por
otra parte, también resulta obvio que si esa visita se produce en el marco de un servicio
turístico, tiene una vertiente económica inmediata, pues significa la movilización de recursos y
medios humanos.
Tratando de profundizar en las motivaciones que empujan a la gente a interesarse por los
sitios arqueológicos y, en general, por el pasado, se han propuesto varias interpretaciones de
este fenómeno. Así, se ha explicado el interés del público de nuestro tiempo por visitar sitios
arqueológicos por su permanente exposición a nuevas situaciones en el presente, que
extienden una sensación creciente de pérdida del sentido de permanencia de las cosas y las
ideas. Como respuesta a esa percepción del presente vivido como una experiencia efímera y
en constante cambio, según Josep Ballart, se persigue la recomposición de nuestras relaciones
con el pasado, como una realidad cerrada que compensa la permanente incertidumbre
respecto al futuro.
Asimismo, también se ha subrayado que el creciente interés en el aprovechamiento turístico
del patrimonio arqueológico se debe comprender dentro de las pautas dominantes de la
producción y el consumo de bienes y servicios en las sociedades pos-industriales. Así, Matilde
González Méndez enfatiza que el turismo de masas resulta ser una consecuencia del
incremento del poder adquisitivo y del tiempo de ocio de una capa extensa de la sociedad y,
por otra parte, que la demanda de ciertos productos en torno a los bienes patrimoniales,
resulta característica del un determinado modelo socio-cultural de consumo. Este modelo de
turismo cultural estaría definiendo la identidad de un grupo social que quiere ser reconocido
como intelectualmente cultivado, y con frecuencia demanda un trato personalizado —el
aprecio general por la cultura que distingue a un determinado sector social también incluye su
interés por los bienes patrimoniales.
3. Perfiles socio-culturales del turismo arqueológico
Si bien en el futuro la puesta a punto de nuevos servicios turísticos puede resultar capaz de
captar la atención hacia los bienes arqueológicos de un público actualmente ausente en el
sector —de hecho, se ha llegado a afirmar que el único destino turístico imposible es aquel
que no ha sido pensado—, por el momento, se puede afirmar que estos bienes ya tienen un
público conocido e identificable. Se pueden trazar, por tanto, los perfiles socio-culturales delpúblico real que hoy tiene el patrimonio arqueológico.
El público interesado en el patrimonio arqueológico, como parte del turismo de masas
característico de la cultura occidental en este inicio de siglo, se define en primer lugar, por ser
un sector de la población que dispone de tiempo de ocio y, por supuesto, de recursos
económicos suficientes para demandar algo más que la satisfacción de sus necesidades
personales básicas. Asimismo, el público del patrimonio arqueológico, como un segmento del
turismo cultural, o como un tipo complementario dentro de ese grupo, quiere ser etiquetado
como culto, y expresamente agradece la referencia a su inteligencia y disposición por saber y
comprender. Atendiendo a su procedencia, a sus motivaciones y expectativas, y a sus
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conocimientos previos sobre el patrimonio arqueológico, este público se puede ordenar en
varios grupos, que brevemente se caracterizan a continuación.
Público institucionalizado
Se trata de un segmento de público especializado por sus conocimientos previos delpatrimonio arqueológico, que está constituido mayoritariamente por estudiantes de
enseñanzas medias y superiores, y además por los propios docentes y los profesionales de la
arqueología, la historia y otras disciplinas afines. En sentido estricto, tal vez no se deba hablar
de turistas, sino de un público institucionalizado, en la medida en que la opción de la visita no
se realiza en todos los casos con completa libertad. De cualquier manera, este sector del
público existe y necesita en sus movimientos que se garantice su acceso a los sitios y, en
general, la organización del viaje, servicios que no siempre se prestan directamente desde las
instituciones públicas.
La motivación para la visita de este grupo puede estar en la promoción publicitaria de undestino, pero con más probabilidad estará en la relevancia previa del sitio dentro de la
investigación arqueológica. Se demandará por sus miembros un acercamiento especialmente
riguroso y sistemático, que pondrá a prueba el conocimiento que el guía correspondiente
dispone sobre el sitio, tal vez también tengan un especial interés por los aspectos más técnicos
de la investigación o la conservación desarrolladas en el mismo —y eventualmente se
muestren críticos con la ejecución de los correspondientes proyectos. Sin duda, desde el punto
de vista del aprovechamiento turístico, estamos ante un público minoritario, pero en cambio
especialmente cualificado y con una alta capacidad de amplificación social de su propia
experiencia sobre el sitio.
Público cultural típico
El público que llamamos cultural típico constituye el núcleo central del turismo atraído por el
patrimonio arqueológico, que se presenta como una tipología patrimonial peculiar entre otras
igualmente atractivas para el mismo, como los museos o los monumentos. El servicio
demandado consiste en la interpretación del motivo de la visita, casi siempre conocido
previamente por estos visitantes —en este sentido, y como en el grupo anterior, podemos
encontrar en este público una disposición crítica y una especial exigencia hacia los servicios
prestados por el guía que dirige la visita. Una experiencia gratificante para este grupo será
aquella donde, además de permitirle acceder a unos conocimientos generales sobre el sitio, serealicen extrapolaciones o referencias a otros casos cercanos por su temática o situación, y
donde sientan recibir un trato personalizado —en definitiva, la antítesis a la imagen tópica del
guía que instruye y disciplina al grupo de visitantes.
El interés principal de este grupo se encuentra en lugares arqueológicos consagrados por su
significación histórica o cultural—los visitantes del Partenón en la acrópolis de Atenas o de las
ruinas de Petra, por ejemplo, acuden a estos sitios sabiendo que están siguiendo una tradición
centenaria de viajeros que les han precedido—, o bien la visita al sitio arqueológico puede
estar motivada por la oportunidad de completar su acercamiento a un museo o un
monumento destacado—
el caso de la última remodelación del Louvre en París, o en nuestropaís, de las criptas arqueológicas construidas junto a la basílica del Pilar en Zaragoza o en la
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plaza del Rei en Barcelona. El aprovechamiento turístico vinculado a este segmento de público
se caracteriza por su estabilidad a través del tiempo, apenas sensible a cambios o modas
coyunturales, y en general, por exigir un alto nivel de competencia a los profesionales que les
prestan sus servicios.
Público de naturaleza y medio ambiente
Se puede definir de esta manera al público que aprovecha otras motivaciones en sus
movimientos, como el deporte o las actividades al aire libre entre otras, para visitar un sitio
arqueológico, actuando éste por tanto como una oportunidad adicional o un complemento en
la planificación del viaje. Por definición, este sector del público se dirige a su destino con
independencia de que sea ofertado un producto específico en torno al patrimonio
arqueológico, pero una vez en el lugar, puede acabar visitando un sitio arqueológico, siempre
que se pueda conciliar con el cumplimiento de su objetivo principal de esparcimiento. Se
puede prever a medio plazo una tendencia a la consolidación de este sector del público, sin
duda estimulado con éxito por los resultados de ciertas corrientes dentro de la disciplinaarqueológica, como la llamada Arqueología del paisaje, que aúnan bienes patrimoniales y
naturaleza. Los atractivos del senderismo, la espeleología y otras formas de turismo alternativo
pueden ser incrementados con explicaciones acerca de la pintura rupestre, de la formación
geológica del lugar o de la configuración histórica del paisaje. Estas preocupaciones son
ciertamente recientes en la investigación arqueológica, pero pueden acabar por constituir una
exitosa forma de aprovechamiento turístico de los sitios arqueológicos —incluso llegar a ser la
principal motivación de un viaje, si se preserva autenticidad de los sitios visitados y somos
capaces de ofrecer una explicación coherente y entusiasta.
Público local
Finalmente, se encuentra el público local, que podemos dudar en calificar como turismo,
porque en efecto su visita no implica un desplazamiento importante. No obstante, la cercanía
del público al sitio arqueológico no significa que no requiera los servicios de un profesional
cualificado que les facilite el acceso y, sobre todo, les ofrezca una interpretación adecuada del
mismo. Se caracteriza este grupo del público potencial del patrimonio arqueológico por ser
extraordinariamente numeroso, y englobar una extrema variedad de niveles socio-culturales
—se encuentran, por tanto, las condiciones para una demanda bastante estable de los
servicios profesionales de un intérprete de los sitios arqueológicos que ha de estar
especialmente dotado para comunicar los conocimientos adquiridos.
Bibliografía
Ballart, Josep: El patrimonio histórico y arqueológico: Valor y uso, Ariel, Barcelona, 1997.
González Méndez, Matilde: Investigación y puesta en valor del patrimonio histórico:
Planteamientos y propuestas desde la arqueología del paisaje, tesis doctoral, Universidad de
Santiago, 1999.
Morales Miranda, Jorge: Guía Práctica para la Interpretación del Patrimonio. El arte de acercar
el legado natural y cultural al público visitante. 2ª Edición, Sevilla: Junta de Andalucía, Tragsa,
DIFUSIÓN Monografías, 2001.
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