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EL S CERDOCIO DE JESUCRISTO
EN LOS MINISTROS Y EN LOS FIELES
Estudio teológico sobre la distinción
«essentia et non gradu tantum»
NTONIO R ND LOMEÑ
I .
E L P R O B L E M A T E O L Ó G I C O : L A D O B L E P A R T I C I P A C I Ó N D E L
S A C E R D O C I O D E C R I S T O
1 . La doctrina de Lum en g entium 10b
La pr imera f rase de LG 10b manif ies ta un punto central de
la t radic ión dogmática catól ica acerca del sacerdocio , cons iderado
en su lugar teológico propio , que es e l mis ter io de la Ig les ia como
Pueblo sacerdotal . Se puede incluso decir , subrayando esa af i rma
ción, que las breves l íneas del tex to conci l iar encierran no ya un
p unto cent ra l d e aq ue l la t rad ic ión s ino su punto central, es de cir ,
e l e l em ento d oc t r ina l m ás s ign i f i ca t iv o y d e term inante d e es a m ate
r ia . E l m enc ionad o tex to d ice as í :
«S acerd ot ium autem com m une f id e l ium e t s acerd ot ium m inis
ter ia le seu hierarchicum, l i cet essent ia et non gradu tantum di f fé
rant , ad invicem tarnen ordinantur ; unum enim et a l terum suo pe
c u l i a r i m o d o d e u n o C h r i s t i s a c e r d o t i o p a r t i c i p a n t »
1
.
1. Sob re la génesis con ciliar de ese tex to, cuya definitiva fijación — com o sucede
con otros textos claves del Concilio— tiene una historia teológica llena de interés,
existe una copiosa bibliografía. Lo más significativo de su proceso de redacción se
puede ver en: F. RETAMAL, La igua ldad fundamen tal de los fieles en la Iglesia, se-
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A N T O N I O A R A N D A
L O
M E N A
Una mirada atenta a esas palabras descubre diversos aspectos
d e notab le in terés t eo lóg ico . U nos q ued arán ahora s ó lo s eña lad os ,
m ient ras q ue en o t ros nos d e tend rem os d es p ués , p ues cons t i tuyen
la mater ia propia de es ta ref lex ión. En conjunto son:
a ) E l conten id o teo lóg ico d e l contex to inm ed ia to a nues t ro
p as a je , t anto e l anter ior ( L G 1 0a y s o l id ar iam ente L G 9 ) com o e l
poster ior ( la f rase f inal de LG 10b y LG 11) .
b ) L a m enc ión un tanto « ines p erad a» y ex abrupto d e am b as
formas de sacerdocio en la Ig les ia —no mencionadas has ta ese mo
m ento en la Cons t i tuc ión— , b a jo l a res p ec t iv a d enom inac ión d e sa
cerdocio comú n de los fieles y sacerdocio ministerial o jerárquico.
c ) L a d ob le a f i rm ac ión cent ra l d e l t ex to — 1 . l a d i ferenc ia
e s e n c i a l e n t r e a m b a s f o r m a s d e s a c e r d o c i o ; 2 . s u m u t u a
ordenación—, redactada de ta l modo que e l acento recae más b ien
en la segunda parte , s in que eso suponga, antes a l contrar io , minus-
v a lorar l a p r im era .
d ) L a f und am entac ión teo lóg ica — q ue es , a l m is m o t i em p o,
aclaración de la doble af i rmación anter ior— de ambas formas de sa
cerd oc io co m o p ar t i c ip ac ión d e l ún ico sacerd o c io de J es u cr i s t o , en
cada caso suo peculiari mod o.
De es tos cuatro aspectos interesan aquí , sobre todo, los dos
úl t im os , en los q ue s e p lantea e l v erd ad ero p rob lem a teo lóg ico en
e l q ue — no ob s tante l a am p l ia b ib l iogra f í a ex i s tente— hay q ue s e
g u i r t r a b a j a n d o p a r a h a l l a r u n a l í n e a d e s o l u c i ó n m á s s a t i s
f ac tor ia
2
.
gún la Const. dogm . «Lum en gentium». Estudio de las fuentes, Santiago de Chile
1980, pp . 207 -241 . Adem ás de los estudios histórico s ya clásicos, co m o los de
B E T O y otros, recogidos en G. BARAÚNA
(dir),
La Iglesia del V aticano II. E studios
en tom o a la Con stitución conciliar sobre la Iglesia, Barcelona 1966, y el documen
tado y autorizado estudio de G.
PHILIPS,
La Iglesia y su misterio en el Con cilio
Vaticano II. Historia, texto y comentario de la Constitución «Lum en gentium», Bar
celona 1967, tiene interés consultar los artículos de A. FERNÁNDEZ, La diferencia
entre el sacerdocio com ún de los fieles y el sacerdocio min isterial en los debates conci
liares del Vaticano II, en «Scripta Theo logica» 1 (19 69) 493-504, y J . REZETTE, Sa
cerdoce com mun et sacerdoce ministériel selon Vatican II. Exégèse d un texte conciliai
re, en «Antonianum» 52 (1977) 221-230.
2. Sobre esa «línea de soluc ión» , que ha de aspirar a ser una línea de m ejor
iluminación del problema, es decir, de mejor comprensión del misterioso don del
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E N LO S M I N I S T R O S Y EN LOS F I E L E S
El motivo de estas páginas es, precisamente, tratar de ahondar
en la entraña de la diferencia entre ambas formas de participar el
único sacerdocio de Cristo, y buscar una solución adecuada a la
cuestión teológica que se plantea en la fomulación conciliar citada
y , más concretamente, en la expresión
suo peculiari modo*.
Poner la atención principalmente en esos aspectos no significa
desatender los otros, y en particular el primero de los indicados:
el del contexto inmediato a nuestra fórmula. Es preciso, por el con
trario, detenerse en él y analizar su contenido para fijar con clari
dad qué dice y qué no dice el Concilio en ese pasaje. Este será
nuestro primer punto de atención.
Y una última indicación introductoria, con referencia a la tra
ducción del texto latino transcrito. En algunas versiones a lenguas
modernas no parece estar suficientemente cogido el sentido del tex
t o ,
su espíritu, que tiende ante todo a subrayar la mutua ordena
ción entre ambos modos de poseer y ejercer el sacerdocio cristiano,
no obstante su diferencia esencial. Se traduce a veces oscuramente
sacerdocio en la Iglesia a partir del misterio sacerdotal de Cr is to , hay muchas co
sas escritas pero
muy
pocas
que, a mi
entender, vayan
al
núcleo
de la
cuestión.
La mayor parte de los autores suelen quedarse a las puertas del problema teológi
co, es decir, donde se quedó, lógicamente en su caso, el Conci l io : se afirma la «pe
culiaridad»
de
ambos modos
de
participar
el
sacerdocio
de
Jesucristo,
se
indican
sus efectos en el plano operativo, pero no se acaba de entrar a la cuestión de ex
poner
en qué
radican
una y
otra peculiaridad.
Ese es el
punto
a
estudiar
si
quere
mos avanzar.
En un
reciente trabajo sobre
el
sacerdocio
(cfr Sacerdoce, en
«Dic
t ionnaire de spiritualité» XIV ( 1 9 8 8 ) c o l s . 1-37) recoge J.-M. T lLLARD unas
palabras del entonces Arzobispo de Chicago Mons . BERNARDIN quien, hablando
en 1982 del porvenir de la Iglesia y del ministerio menciona el texto que estudia
m os de LG 10b e insiste en que es necesario: «y réfléchir plus à fond. Le point
spécifique de référence doit être la signification du sacerdoce des fidèles et du sa
cerdoce ministériel, et la distinction entre l'un et l'autre. Nous partageons tous le
rôle prophétique, sacerdotal et royal du Christ, mais com me nt? C 'est seulement
quand la clarté sera faite sur nos rôles respectifs que nous pourrons travailler en
semble
en
harmonie»
(col. 36).
C o m e n t a
TlLLARD:
«En
effet, tout n'est
pas
enco
re parfaitement net sur ce point» .
3. C o m o se ha indicado en la nota anterior, la literatura teológica sobre esta
materia es muy copiosa y, en parte, insatisfactoria por no acabar de plantear el
fondo del problema. Pero entiéndase bien lo que digo: no el fondo del misterio
sacerdotal de Cristo y de los dones de gracia por los que se participa de él en
la Iglesia, sino el fondo de la cuestión teológica encerrada en la formulación conci
liar.
Se
trata
de
profundizar
en el
problema teológico planteado para conocer
más
hondamente el misterio como misterio.
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A N T O N I O A R A N D A L O M E Ñ A
la expresión
essentia et non gradu tantum,
se aisla esa fórmula del
resto, se le adjudica el protagonismo en detrimento del resto...,
cuando, en realidad, lo más específico y original del texto conciliar
es ese resto: la mutua ordenación, pues la distinción esencial había
sido ya anteriormente formulada por el magisterio como es sabido.
Por otra parte, el adverbio tantum suele traducirse por «sólo» o
«solamente», dando pie a una mala comprensión del texto, en el
que una distinción «sólo» gradual está radicalmente excluida. Es por
eso mejor, para evitar ambigüedades, traducir ese adverbio por
«tanto»
4
.
Una traducción adecuada es:
«El sacerdocio común de los fieles y el sacerdocio ministerial
o jerárquico, entre los que existe una diferencia no tanto gradual
cuanto esencial, están sin embargo mutuamente ordenados: uno y
otro participan —cada uno según un modo peculiar— del único sa
cerdocio de Jesucristo».
4 .
La expresión «essentia et non gradu tantum», con diversas variaciones sintác
ticas pero formalmente inalterada, estaba ya presente en el primer esquema de la
futura Constitución sobre la Iglesia (cfr. cap. VI, «De laicis», n. 21: «non gradu
tantum, sed etiam essentia»), tomada de la alocución de PÍO XII, Magnifícate Do-
minum (AAS 46 (1954) 669) . En ese tex to , así c o m o en la ene. Mediator
Dei
(AAS
39 (1947) 555) , Pío XII estaba acentuando ante todo la primacía del sacerdocio mi
nisterial
—al que
denom ina «sacerdotio p roprie vereque d icto»—
y
defendiéndolo
de los errores sobre su existencia y naturaleza. Indudablemente, aunque la frase
esté tomada de él, el contexto en que se inscribe ya en el Conci l io es muy distin
to , y eso es
preciso,
a mi
entender, tenerlo
en
cuenta,
(cfr.
sobre este punto
D.
SARTORE,
Premesse olla lettura
di LG 10,
en «Lateranum» 47 ( 1981 ) 80 -86 ) . En el
segundo esquema conciliar sobre la Iglesia se incluyó la misma fórmula, pero en
la discusión sobre
el
texto
hay dos
importantes peticiones
por
parte
de
algunos
Padres conciliares: 1) que se suprima el «tantum» para evitar una consideración
unívoca entre ambos sacerdocios y una diferencia puramente gradual, y soslayar
as
problemas ecuménicos,
y 2) que se
exp licite
el
«modo peculiar»
de
derivar
am
bos
del
sacerdocio
de
Cristo. Eran,
sin
duda,
dos
propuestas
que
enfocaban acerta
damente el meollo teológico de la cuestión. En el «textus emendatus» no hubo va
r i a c i ó n .
Por
ú l t i m o ,
en el
t e x t o d e f in i t iv o s ó lo
se
aprec ian di fere ncia s
redaccionales. El Conci l io —su Com isión Teológica— no quiso ahondar en el te
ma (cfr. la respuesta a) m o d o n. 13 sobre el n. 10 del «textus emendatus»), y el
texto queda como lo conocemos , sin más explicaciones. Insisto, no obstante, que
entre el espíritu con que Pío XII escribe esa formulación y la que tiene en LG
existe una gran diferencia de acentos, y que eso debe valorarse tan to al estudiar
el texto como al traducirlo.
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E L
S A C E R D O C I O D E J E S U C R I S T O
E N L O S M I N I S T R O S Y E N L O S F I E L E S
2.
E l contexto de LG 10b: su contenido teológico
El tex to que nos interesa , que no es todo LG 10b s ino sólo su
p r im era f ras e , t i ene com o contex to inm ed ia to y p r inc ip a l e l en tero
n. 10 , y secundariamente los nn. 9 y 11 . Para obrar con c ier to orden
y ap or tar c la r id ad s ob re los p untos q ue conv iene d es tacar , hacem os
un breve anál is is de dicho contexto , d iv idido en dos partes .
a) Contexto inmediatamente anterior: LG 10a (y LG 9)
L G 9 d a in i c io a l cap í tu lo I I d e l a Cons t i tuc ión , t i tu lad o : De
populo Dei. E l n u e v o P u e b l o d e D i o s f o r m a d o p o r lo s c r e y e n t e s e n
Cr i s to , renac id os p or l a Pa lab ra y e l E s p í r i tu , es v i s to y d enom ina
d o p o r e l C o n c i l i o — c o n f o r m e a l t e x t o p e t r i n o — c o m o « l i n a j e e s
c o g i d o , s a c e r d o c i o r e a l , n a c i ó n s a n t a . . . »
5
. E n Cr i s to y en e l E s p í r i
tu ese pueblo mes iánico que es la Ig les ia v iene descr i to en es te n .
9 en t érm inos d e com unión y m is ión , p ara q ue s ea en la h i s tor ia
humana «sacramento de unidad». Por su e lecc ión, por su mis ión me
diadora en Cris to , por su f in sa lv í f ico —al que pertenece la d i lata
c ión d e l R e ino , l a red enc ión d e l m und o , e l cam ino d e la Cruz— ,
la I g les ia es conceb id a com o un p ueb lo v erd ad eram ente s acerd ota l ,
d igna Esposa , d isc ípula e imagen de su Señor , Sacerdote eterno que
«la adquir ió con su sangre y la l lenó de su Espír i tu» .
Es ta es precisamente la enseñanza sobre e l mis ter io de la Ig le
s ia q ue ex p one L G 1 0a d e m anera s in té t i ca y p ro f und a . E s un tex to
de gran importancia en s í mismo, y capi ta l para entender b ien e l
c o n t e n i d o de L G 1 0 b
6
. Su lectura permite des tacar a lgunas pers
pectivas básicas :
1 Pet 2,9-10.
6. Para facilitar la com pren sión de cuan to sigue, convie ne recordar e incluso
tener ante los ojos el texto conciliar; por ese motivo lo transcribimos aquí, no
obstante su extensión: «Christus Dominus, Pontifex ex hominibus assumptus (cfr .
Hebr 5,1-5) novum populum fecit regnum et sacerdotes Deo et Patri suo (Apoc
1,6; cfr. 5,9-10). Baptizati enim, per regenerationem et Spiritus Sancti unctionem
consecrantur in domum spiritualem et sacerdotium sanctum, ut per omnia opera
hominis christiani spirituales offerant hostias, et virtutes annuntient Eius qui de
tenebris eos vocavit in admirabile lumen suum (cfr. 1 Petr 2,4-10). Ideo universi
discipuli Christi, in oratione perseverantes et collaudantes Deum (cfr. Act 2,42-47),
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A N T O N I O A R A N D A L O M E Ñ A
— Cristo es contemplado, conforme a la doctrina del Nuevo
Testamento, como Sacerdote: «Pontifex ex hominibus assumptus» (cfr.
Heb 5,1-5). que da origen a un nuevo pueblo sacerdotal (cfr. Ap 1,6).
Esta consideración del misterio sacerdotal de Cristo y, en él, del mis
terio de la Iglesia, es central en la dinámica del pensamiento teoló
gico cristiano como se observa en la tradición y, de forma particu
lar, en éste y en otros pasajes de los documentos concil iares
7
.
— La Iglesia en su conjunto —todos los bautizados en cuanto
ungidos por el Espíritu y regenerados— ha sido consagrada como
«casa espiritual y sacerdocio santo», como lugar del Espíritu Santo y
de la mediación redentora, Cuerpo místico de Cristo. El misterio de
la Iglesia es también, como el de su Señor y Cabeza, misterio sacerdo
ta l ,
signo y realidad de consagración y misión sacerdotales
8
.
seipsos hostiam viventem, sanctam, Deo placentem exhibeant (cfr. Rom
12 ,1) ,
ubi
que terrarum
de
Ch risto testimon ium perhibeant, atque poscentibus rationem
red-
dant de ea quae in eis est spe vitae aeternae (cfr. i Petr 3,15)».
7. Es c ier to, y así lo manifiesta el pensamiento teológico contemporáneo —in
cluyendo
en él,
aunque según
su
género propio
y su
específica autoridad,
las
orientaciones doctrinales del magisterio postconciliar—, que la gran luz traída con
sigo por el Vaticano II es eminentemente eclesiológica: nació con él una nueva y
más profunda autoconciencia
de la
Iglesia sobre
su
propio misterio
de ser
«sacra
mento universal de salvación» (LG 48b). Pero es también cierto, y más decisivo
desde el punto de vista del progreso teológico y dogmático, que la Iglesia ha alcan
zado esa madurez en su autoconocimiento porque ha sido conducida por D io s a
comprenderse así en Cristo: El es la clave de la nueva comprensión, sólo en El
se ilumina
el
misterio
de la
Iglesia, como confiesa
LG ya
desde
su
inicio,
así
c o m o
el misterio del hombre y del mundo según indica GS 22. La autoconciencia sacra
mental de la Iglesia es, en su raíz, fruto de la luz que desprende el misterio sacerdo
ta l de Jesucristo, porque El es fundamentalmente, en cuanto hombre, Sacerdote.
«Podríamos de alguna manera decir que la doctrina del sacerdocio de Cristo y la
participación en él, es el mismo corazón de las enseñanzas del últ imo Concil io,
y que en ella se encierra de algún modo cuanto el Concilio quería decir acerca
de la Iglesia y del mundo» (K.
W o j T Y L A La
renovación
en sus
fuentes, Madrid
1982, p. 182).
8 .
La dimensión sacerdotal de la Iglesia, participada del sacerdocio de Jesucris
to , es
tema habitual
de la
teología
y de la
catequesis contemporáneas.
En
relación
con
la
materia
que
aquí estudiamos,
la
bibliografía
es muy
abundante
y
sólo citaré
aquellos trabajos con los que se mantenga aquí una cierta relació n crítica y dialo
gante. Un magnífico estudio sobre la cuestión es el que ha escrito P.
RODRÍGUEZ,
Sacerdocio ministerial y sacerdocio común en la estructura de la Iglesia, en
«Romana»
(Bolletino della Prelatura della Santa Croce e O pu s Dei) III (1987) 162-176, en el
qu e se propone «considerar el significado que, para la comprensión de la estructu
ra
de la
Iglesia, tiene
el
hecho
de que el
único
y
definitivo sacerdocio
de
Cristo
se participe en la Iglesia bajo una doble forma y modalidad» (p. 162).
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E L S A C E R D O C I O
DE
J E S U C R I S T O
EN
LOS
M I N I S T R O S
Y EN LOS
F I E L E S
— La consagración sacerdotal de los bautizados hace capaz, no
sólo al conjunto de todos ellos como comunidad sacerdotal —aunque
ése sea el sentido principal— sino también a cada uno considerado
singularmente
9
, de ser sujeto de acciones sacerdotales análogas a las
de Cristo, como ofrecer el sacrificio de su propia existencia, rendir
al Padre el culto que le es debido, aquel que brota de un corazón
purificado,... Estamos, pues, ante una modalidad participada del sa
cerdocio de Cristo que es designable como «sacerdocio existencia ».
Eso es, sustancialmente, el sacerdocio común de los fieles.
— El ejercicio del sacerdocio común está descrito conforme a
tres grandes capítulos: a) la glorificación de Dios, b) la ofrenda de
sí mismo en sacrificio de alabanza, c) el testimonio evangelizador.
Son acciones sacerdotales en las que se expresa, dentro de la exis
tencia ordinaria del discípulo de Cristo, su consagración y misión
bautismales. Como es sabido, lo que aquí manifiesta el Concilio se
encontrará desarrollado con mayor amplitud en otros pasajes de es
ta misma Constitución
1 0
, y en otros documentos conciliares
l l
.
9 .
Tie ne razón
TlLLARD (o.c. en
nota
2)
cuando insiste
en el
aspecto comuni
tario del sacerdocio común de los fieles: la Iglesia, en efecto, no es pueblo sacerdo
tal porque conste de sacerdotes, sino que, más bien, los cristianos son sacerdotes
del sacrificio espiritual de su propia vida en cuanto que forman parte de la Iglesia.
«La Iglesia —escribe Tillard— no es cuerpo sacerdotal porque proceda de una adi
ción de sacerdotes. Hay siempre tensión entre la naturaleza esencial y primordial-
mente comunitaria del basileion hierateuma
y
su actualización en cada bautizado»
( o . c ,
col. 18). No
obstante, toda excesiva insistencia
en
este punto podría resultar,
a mi entender, perjudicial si no se matizara convenientemente, porque podría de
formar el equilibrio requerido. La condición sacerdotal de la Iglesia sólo se actuali
za en sus m iembros. Y así, la frase: «todos juntos ejercen un sacerdocio; ninguno
es sacerdote fuera de ese conjunto (entendido como com unión, no como presencia
simultánea)»
(o.c,
col. 8), es cierta, pero no debe estar sola, sino acompañada y
matizada.
1 0. Además de los textos de LG 10b y LG 11, en los capítulos IV («Los lai
cos») y V («Vocación universal a la santidad») se amplían de manera grandiosa las
perspectivas del e jercicio del sacerdocio común, desde el punto de vista de la mi
sión apostólica
de
todos
los
bautizados
y del
proceso
de su
identificación progresi
va con Cr is to .
11 .
C o m o ,
por
e jemplo ,
en la
Constitución
Gaudium et spes, p. I, ce.
II-III-IV
y en la parte II. Se encuentran ahí incontables pasajes en los que se está argumen
tando de modo implícito a partir de la realidad del sacerdocio común de los fieles,
participado
del
sacerdocio
de
Cr is to ,
con sus
distintas funciones.
Lo
mismo puede
decirse del Decreto Apostolicam actuositatem en su con junto , y de numerosos pasa
je s del Decreto Ad gentes. D e n t r o del magisterio postconciliar destacan los desarro
llos
en
esta materia
de la Ex. Ap.
Christifideles laici.
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A s í p ues , e l contex to inm ed ia tam ente anter ior d e nues t ro t ex
to ofrece los s iguientes contenidos teológicos bás icos :
— la cons id erac ión d e la I g les ia com o p ueb lo o com unid ad s a
cerdotal ;
— es decir , a imagen (en su ser y en su misión) de su Cabeza,
q ue es Cr i s to S acerd ote ;
— dotada, en sus f ie les , de la unción del Espír i tu Santo , para
real izar funciones sacerdotales : la g lor i f icac ión del Padre , la of renda
sacr i f ic ia l de la ex is tencia cot id iana, e l tes t imonio evangel izador ,
etc .
Se habla , pues , so lamente del sacerdocio común de los f ie les
y de las formas o manifes tac iones bás icas de su e jerc ic io , s in entrar
en o t ras cons id erac iones , com o p ud ieran s er , p or e j em p lo : q ué es
esencia lmente ese sacerdocio , en qué cons is te su especi f ic idad, cuál
es su re lac ión con los otros dones baut ismales , e tc . Cuest iones és tas
quizá innecesar ias en e l tex to conci l iar , pero planteables en un aná
l i s i s t eo lóg ico q ue t ra te d e com p rend er m e jor e l a l cance d e d icho
t e x t o .
b ) Contexto inmed iatamente posterior: la frase final de LG 10b
La relectura de la últ ima frase de LG 10b, que s igue a la que
es tudiamos , t iene gran interés para es tablecer más exactamente los
contenidos y l ímites de ésta. La frase dice as í :
«Sacerdos quidem minis ter ia l i s , potes tate sacra qua gaudet , po-
pulum sacerdotalem ef format ac regi t , sacr i f ic ium eucharis t icum in
p ers ona Chr i s t i conf i c i t i l lud q ue nom ine to t ius p op ul i D eo o f f er t ;
f ideles vero , v i regal is sui sacerdot i i , in oblat ionem Eucharis t iae
concurrunt , i l ludque in sacrament is suscipiendis , in orat ione et gra-
t i a rum ac t ione , t es t im onio v i tae s anc tae , ab negat ione e t ac tuos a ca
r i ta te ex ercent» .
De es te importante pasa je conci l iar cabe des tacar , de manera
s intét ica , cuatro aspectos . En dos de e l los , de carácter más general ,
no es preciso detenerse , mientras que los otros dos t ienen más inte
rés p ara nues t ro t rab a jo . L os p r im eros s on :
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a) E l t ex to es cont inuac ión , conf i rm ac ión y en c i er to m od o
breve desarrol lo de la doctr ina previa acerca de ambos sacerdocios ,
con s u d i s t inc ión y s u m utua ord enac ión . N o t i ene m ás in tenc ión
q ue re f orzar es a d oc t r ina p or m ed io d e unas a f i rm ac iones ex p l i
cativas .
b) Tales af i rmaciones gozan de dos caracter í s t icas : es tán hon
damente enraizadas en la t radic ión teológica catól ica sobre e l sacer
docio y e l minis ter io , y a l mismo t iempo son —si se permite la
expres ión— «intensamente conci l iares» , adecuadas a l lenguaje y a l
es p í r i tu t eo lóg ico d e L G, m uy rep res enta t iv as d e l as ap or tac iones
d e l V at i cano I I en es ta m ater ia . E n c ier to m od o , es as a f i rm ac iones ,
t a n c o n f o r m e s c o n t o d o s u c o n t e x t o , s o n m á s p r o p i a s d e l C o n c i l i o ,
más genét icamente suyas , que la referencia a la d is t inción esencia l
entre ambos sacerdocios , que había s ido ya expresada en e l magis te
r io y en la t eo log í a anter iores a l Conc i l io
1 2
.
M ayor in terés t i enen los o t ros d os as p ec tos d e l a d oc t r ina ex
puesta en e l tex to :
c ) T od o cuanto s e d i ce s ob re am b as f orm as d e s acerd oc io p er
tenece a una cons id erac ión p uram ente op era t iv a , y no hace re f eren
c ia a l orden por as í decir esencia l u ontológico de ambos . E l tex to
se s i túa en e l p lano del e jerc ic io del sacerdocio común y del sacer
docio minis ter ia l , ya const i tuidos y es tablec idos en e l seno de la
I g les ia com o d is t in tos p or na tura leza y m utuam ente re f er id os , p ero
no s e d e t i ene a cons id erar e l m om ento anter ior o cons t i tu t iv o , n i
en mostrar la ra íz de la esencia l d i ferencia . E l Conci l io no quiso ,
s enc i l l am ente , en t rar en es e t e r reno m ás p rop io d e l a re f l ex ión teo
lóg ica y ab ier to a l a l ib re d i s cus ión
1 3
, y se l imitó a indicar cómo
12.
C o m o es lóg ico, no se quiere decir que en el tex to estudiado unas afirma
ciones sean «más conciliares» y otras «menos conciliares»; ese sería un lenguaje ina-
propiado además de ser una afirmación falsa, pues todo lo que dice LG 10 expresa
lo que quiso el Concilio decir sobre esa materia en ese lugar preciso. Se puede
entender, sin embargo, que la doctrina sobre la mutua ordenación de ambas for
mas de sacerdocio dentro del pueblo sacerdotal que es la Iglesia —LG 10b—, está
más imbricada con LG 10a que la formulación preconciliar de la diferencia «essen-
tia et non gradu tantum».
1 3.
N o faltaron, sin embargo, durante el
iter
conciliar de ese texto, numerosas
e importantes peticiones de Padres conciliares a favor de una exposición más am
plia de los fundamentos teológicos, como se puede ver en las Actas de las Sesio-
373
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A N T O N I O A R A N D A L O M E Ñ A
actúan sacerdotalmente ministros y fieles en la Iglesia. La actuación
del sacerdote ministerial está marcada por una característica singula
rísima: sólo él obra sacerdotalmente
in persona Christi, y
no así el
simple fiel, dotado sólo del sacerdocio bautismal. Esa expresión tra
dicional: agere in persona Christi , indica por tanto algo que for
ma parte de la peculiar participación que los ministros tienen del
sacerdocio de Jesucristo, algo que pertenece a la esencia del sacerdo
cio ministerial o que deriva de ella. En ese sentido dicha fórmula
orienta la atención hacia la cuestión teológica subyacente: la indica
pero no la resuelve, porque no entra en ella. En toda la tradición,
agere in persona Christi o, mejor aún, in persona Christi Capitis, se
utiliza para denominar la dimensión operativa del sacerdocio minis
terial y la raíz de su eficiencia en el orden sacramental. En nuestro
nes.
Algunos pidieron que se profundizara en el sacerdocio de Cristo para poder
exponer mejor la peculiaridad de una u otra forma de participarlo; otros insistie
ron
en
salvaguardar
el
principio jerárquico
y en
diferenciar
más
claramente ambo s
sacerdocios; hubo quienes, como el obispo
J A E G E R
de Paderborn, sugieren una lí
nea
de
profundización:
la
conocida doctrina
de la «repraesentatio».
C o m o
es
natu
ral, no faltaron otras interesantes intervenciones sobre la doctrina del carácter sa
cramental , y sobre otras cuestiones que apuntaban a la naturaleza teológica de una
u otra forma
de
participar
el
sacerdocio. Como hemos indicado
en una
nota ante
r ior , la Comisión Teológica del Conci l io no consideró necesario ahondar en esos
temas, y consecuentemente rechazó los modos que le fueron dirigidos en tal senti
do.
Sólo aceptó algunos
que
permitían expresar
con
mayor claridad
la
diversidad
entre ambos sacerdocios, y siempre moviéndose en el plano de su e jercicio, como
por ejemplo
el
modo
19 al n. 10 del
«textus emendatus»
que
pedía —como
así se
hizo— que
constara
que el
sacerdote ministerial consuma
el
Sacrificio eucarístico
in persona Christi, y que lo ofrece en nombre de todo el pueblo de Dios .
14. A lo largo de este estudio abordaremos con frecuencia la cuestión planteada
en la expresión: agere in persona Christi, o en sus análogas y completivas: in perso
na Christi Capitis,
in
persona Ecclesiae,
in
nomine Ecclesiae, etc. El Concil io Vatica
no II las emplea en distintas ocasiones al tratar del e jercicio del sacerdocio ministe
rial; cfr. por e jemplo SC 33b, LG 28a, PO 2c, 6a, 12a. Un buen estudio de esas
formulaciones en la tradición teológica se puede ver en B.D.
M A R L I A N G E A S ,
Clés
pour une théologie du ministere. In persona Christi. In persona Ecclesiae, Paris 1978.
Sobre
el uso de
esas expresiones
en el
magisterio,
cfr. G.
R A M B A L D I ,
Alter Chris-
tus, in
persona Christi, personam Christi gerere. N ota sull uso
di
tali
e
simili espressio-
ni nel magistero da Pío XI al Vaticano II, e il loro riferimento al carattere, en «Teo
logía del sacerdocio», vol. V, Burgos 1973, pp. 21 1-26 4 . U nas páginas más
recientes, con referencias al magisterio postconciliar, en A.
F A V A L E , El
ministerio
presbiteral, Madrid 1989, pp. 75-84 ; del mismo, La relación del presbítero con Cris
to , en «Espiritualidad del presbítero diocesano secular», Madrid 1987, pp. 217 -221 ;
vid.
también R.
B L Á Z Q U E Z , La
relación
del
presbítero
con la
comunidad, en
ibi-
dem, pp. 312-325.
374
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E L S A C E R D O C I O D E J E S U C R I S T O
E N L OS M I N I ST R OS Y E N L OS F I E L E S
t ex to no s e ab and ona es e t e r reno d e l ob rar d e l m in i s t ro ( en es te
caso real izar e l Sacr i f ic io eucar ís t ico) .
Es tamos , pues , s i tuados en e l p lano del ejercicio del don sacer
dotal en su doble forma eclesial, y no en el del fundam ento teológico
subyacente. N o obsta nte , la s imp le enu ncia ción de la actua ción sa
cerdotal del minis tro ordenado o del s imple f ie l , con su esencia l d i
ferencia y su mutua referencia , conduce la ref lex ión hacia d icho
f und am ento y ya , en c i er to m od o , lo i lum ina . Quizá p or es o l a
mayor parte de los es tudios teológicos sobre es ta cues t ión suelen
detenerse a las puertas del problema, v iéndolo desde fuera con la
luz que v iene de la doble mis ión y actuación sacerdotal en la Ig le
s ia , s in acabar de plantearse e l porqué de esa dual idad y , menos
a ú n , e l c ó m o . A h í s e d e t u v o t a m b i é n v o l u n t a r i a m e n t e e l C o n c i l i o ,
pero esa act i tud lógica en é l no es buena para la teología . Traspasar
esa puerta es la cues t ión que nos interesa abordar , dentro del abso
luto respeto a l mis ter io del sacerdocio de Cris to y de su part i
c ip ac ión .
d) El cuarto y últ imo aspecto destacable en el pasaje que ana
l izamos de LG 10b es la expres ión, refer ida a l sacerdote minis ter ia l :
potestate sacra qua gaudet, co n la que se alude al do n y al po de r
espir i tual rec ib ido a t ravés del sacramento del Orden para real izar
las acc iones antes indicadas . La referencia a la sacra potestas, en ten
dida aquí en su sent ido ec les io lógico más pleno, nos conduce nue
v am ente a l t ras f ond o teo lóg ico d e l a cues t ión , q ue cons i s te en p re
guntarse por la naturaleza de esa potestas de la que goz a e l min is tr o
y sólo é l , y que, por lo tanto , especi f ica su condic ión sacerdotal en
cuanto dis t inta de la naturaleza del sacerdocio del s imple f ie l .
Así pues, la frase f inal del LG 10b se s i túa en el plano del
e j e rc i c io d e am b as f orm as d e s acerd oc io , d es cr ib iénd olo p or m ed io
de a lgunas acc iones de una u otra que guardan un c laro parale l i s
m o ,
pero no entra en e l p lano de la naturaleza teológica del sacer
d oc io p ar t i c ip ad o en la I g les ia . I m p l í c i tam ente cond uce , s in em b ar
g o ,
a ref lex ionar sobre e l la .
En ese plano del obrar sacerdotal , e l minis tro v iene caracter i
zad o p or s u p otes tad p ara rea l izar unas acc iones q ue , conf orm e a
la teología catól ica , pueden s intet izarse en la noción de repraesenta-
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A N T O N I O A R A N D A L O M E Ñ A
tio Christi, en su do ble sent id o: e l sacerd ote m inis ter ia l hace presen
te l as acc iones s acerd ota les d e Cr i s to , y p or tanto a l m is m o Cr i s to ,
en medio de la Ig les ia , y , por otra parte , representa
in Christo
a
la Ig les ia ante e l Padre
1 5
. A unq ue en e l t ex to no ap arezca ex p l í c i
tamente esa noción, es tá s in embargo descr i ta en las acc iones men
c ionad as . S e a f i rm a , p ues , im p l í c i tam ente q ue e l s acerd oc io m in i s te
rial es un sacerdocio representativo, m i e n t r a s q u e e l s a c e r d o c i o
com ún carece d e es a cua l id ad , aunq ue tenga o t ras . M e p erm i to in
s is t i r de nuevo en que esa c lara dis t inción —aunque nacida en la
di ferente naturaleza de uno y otro— sólo se ref iere aquí a l p lano
operat ivo, pues ese es e l p lano de la repraesentatio. L a cues t ión teo
lógica es tá en preguntarse por qué esa cual idad de los minis tros .
3 .
Hacia una clarificación del problema teológico planteado
H echas l as anter iores cons id erac iones s ob re e l contex to d e l as
p a lab ras q ue es tud iam os , conv iene hacer una nuev a l ec tura d e l
tex to :
«S acerd ot ium autem com m une f id e l ium e t s acerd ot ium m inis -
ter ia le seu hierarchicum, l i cet essent ia et non gradu tantum di f fe-
rant , ad inv icem tam en ord inantur ; unum enim e t a l t e ram s uo p e-
cu l ia r i m od o d e uno Chr i s t i s acerd ot io p ar t i c ip ant» .
La cues t ión teológica es t ratar de expresar en qué cons is te la
d i f erenc ia es enc ia l ent re am b os s acerd oc ios en cuanto sacerdocios. Y
es o p id e re f l ex ionar s ob re e l s acerd oc io d e J es ucr i s to , d e l q ue uno
y o t ro p ar t i c ip an suo peculiari modo. L o que cada u no de el los sea
en cuanto sacerdocio , es decir , su especi f ic idad sacerdotal , es tr iba en
15. D e la abundante bibliografía sobre este pu nto , cfr. C O M M I S S I O T H E O L O G I -
C A
INTERNATIONALIS,
De sacerdotio comm uni in sua relatione ad sacerdotium mi
nisteriale, en «Thema ta selecta de Ecclesiologia», n . 7 , Ro m a 198 5 . Sobre la noción
de repraesentatio, vid.
G .
G R E S H A K E , Priestersein. Zu r Theo logie und Spiritualität
des priesterlichen Am tes, Freiburg i . B . , 198 3, 3 ed. Expresa este autor la noción teo
lògica de representación en el orden «simbólico-sacramental» —no en el orden
jurídico—, como «presencialización»: como una real y eficaz manifestación, como
un acontecer de lo representado simbólicamente. «El representante está así estricta
mente al servicio de lo que simbólicamente es representado» (p. 28) . Vid. también
R . B L Á Z Q U E Z ,
o.e.,
en la nota anterior, p. 313.
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E L
S A C E R D O C I O D E J E S U C R I S T O
E N L OS M I N I ST R OS Y E N L OS F I E L E S
s u m od o p ecul iar d e p ar t i c ip ar d e l s acerd oc io d e Cr i s to . E s tam os
ante dos modos analógicos de part ic ipar , entre los que la d is t inción
o desemejanza es de naturaleza ( son sacerdocios de naturaleza dis
t i n t a ) , p or m ás q ue s ean ex p res iones m utuam ente ord enad as — q ue
s e ex igen m utuam ente p or l a p rop ia rea l id ad d e la I g les ia
1 6
— de
una ún ica rea l id ad s acerd ota l : e l s acerd oc io d e J es u cr i s t o . E l p u nto
d e re f l ex ión cons i s te , p or tanto , en p reguntars e cóm o o en q ué
pueden dis t inguirse por naturaleza y no sólo gradualmente dos sa
cerd oc ios d er iv ad os p or p ar t i c ip ac ión d e l m is m o y único or igen . E s
preciso meditar sobre e l sacerdocio de Cris to : buscar la luz en esa
luz .
M ed i tar s ob re e l s acerd oc io d e Cr i s to , ¿en q ué s ent id o? M ed i
t a r s o b r e e s e m i s t e r i o s a c e r d o t a l d e l H i j o h e c h o h o m b r e p a r a
— c o n t e m p l a d o y a c ep t a d o c o m o m i s t e r i o — a r t ic u l a r p r i m e r o u n a
f orm ulac ión teo lóg ica d e s u rea l id ad , y d es p ués una f orm ulac ión
teológica de los dos modos de part ic ipar lo en la Ig les ia . Esa es la
tarea que nos propone e l tema aquí p lanteado. En s íntes is :
a ) ex p res ar t eo lóg icam ente e l conten id o d e l m is ter io s acerd o
tal de Jesús;
b ) t ra tar d e com p rend er m ás hond am ente p orq ué s e p ar t i c ip a
d e es e m is ter io s egún d os m od os m utuam ente re f er id os
1 7
;
c ) p or ú l t im o, a l a v i s ta d e lo anter ior , ex p oner p orq ué la d i
ferencia entre ambos es esencia l y no gradual .
1 6 . Cfr . P .
RO D RÍGUEZ,
Sacerdocio ministerial y sacerdocio común en la estruc
tura de la Iglesia, o.c, donde se desarrolla ampliamen te esta cuestión.
17. Algun os autores, e incluso en ocasiones algunos tex tos magisteriales, hablan
de dos «modos complementarios», «dos sacerdocios complementarios», etc. Pienso
que es una manera impropia de expresar la mutua ordenación entre ambas formas
de participar el único sacerdocio de Cristo, y que debe ser evitada. No se comple
mentan en cuanto sacerdocios, como si uno tuviera algo que no tiene el otro, o
pusiera algo que el otro no pone: no puede suceder eso, porque ambos son esen
cialmente distintos, tienen naturaleza distinta, y nada le falta a uno de la naturale
za del otro. Al ser esencialmente diferentes en cuanto sacerdocios, son completos
en su género y no cabe, en ese sentido, complementariedad. Otra cosa es que, por
voluntad de Dios, imiten ambos y participen la misma realidad misteriosa y digan
entre sí necesaria relación por razón de la estructura de la Iglesia. Se exigen mu
tuamente por razón de Iglesia: eso debemos estudiarlo y exponerlo; no se comple
mentan, sin embargo, porque ambos son sacerdocios en sentido pleno: participa
ciones del sacerdocio de Cristo.
377
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A N T O N I O A R A N D A L O M E Ñ A
Por m ás q ue p arezca ob v io d ec i r lo , conv iene es tab lecer una
clara dis t inción entre la inefabi l idad del mis ter io sobrenatural en e l
q ue hem os d e m ed i tar ( e l s acerd oc io d e Cr i s to ) , y l a ex p l i c i tac ión
teológica de dicho mis ter io . La inefabi l idad del mis ter io en s í mis
mo y en su doble part ic ipación sacramental , a le ja de la intención
d el t eó logo tod a p re tens ión d e p rof anar lo con «ex p l i cac iones » ab u
s ivas . Pero la contemplación de sus perf i les cr is to lógicos , su mani
fes tac ión his tór ica en la humanidad de Cris to , la real idad de su do
ble part ic ipación a t ravés de los caracteres del Baut ismo y del
Orden como dones de gracia . . . : en una palabra , toda la luz del mis
ter io sacerdotal del Hi jo de Dios encarnado v is ta en e l br i l lo de su
rev e lac ión y d onac ión h i s tór i cas , ex ige una b ús q ued a lo m ás am p l ia
p os ib le d e s us conten id os , una in te lecc ión m ás p rof und a en la f e .
Pide una teología capaz de mostrar más v ivamente a la Ig les ia la
b e l l eza d e l m is ter io q ue E l la m is m a h i s tór i cam ente rep res enta . T o
do cuanto la Ig les ia es y t iene se puede resumir en una f rase : la
presencia histórica, hasta el fin de los tiempos, del misterio sacerdotal
de Jesucristo™. E s o es lo q ue q ue rem os ex p res ar t eo ló g ica m en te ,
volv iendo la v is ta a la revelación del mis ter io en s í mismo, más
que a los modos de part ic ipar lo his tór icamente en la Ig les ia . La luz
es tá en El , no en nosotros .
Q uizá s p or re f l ex ion ar s ob re e l s acerd o c io d e J es u cr i s to d es d e
los dos modos históricos de participarlo en la Iglesia, ha nacido en la
teología catól ica la tendencia a cons iderar en é l dos aspectos formales
dist intos , que permitan dar razón de la doble participación. Es induda
ble que esa dualidad es fuente de luz y ofrece una vía de considera
c ión teo lóg ica d e l m is ter io . N o hab r í a d ob le m anera d e p ar t i c ip ar
—podemos pensar—, s i no exist iese en el propio misterio sacerdotal de
Jesucr is to una razón que la jus t i f icase . La coherencia teológica de los
dones sacerdotales recibidos por el Bautismo y por el Orden, sugieren
meditar en cómo dist inguir el origen de su especif icidad dentro de la
unid ad d e l s er s acerd ota l d e l H i jo d e D ios hecho hom b re .
18 .
En este sentido debe entenderse, en m i opin ión , la sustancia de la doctrina
eclesiológica conciliar, dede LG 1 en adelante. Su alma es la presencia sacramental
en la Iglesia y, por Ella, entre los hombres, de Cristo Sacerdote: Mediador, Reden
tor, Maestro, Señor.
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EL
S A C E R D O C I O
DE
J E S U C R I S T O
EN LOS
M I N I S T R O S
Y EN LOS
FIELES
L a t e n d e n c i a d o m i n a n t e en la t e o l o g ía c o n t e m p o r á n e a c o n s is
te
en
b u s c a r
esa
d i s t inc ión
en el
p r o p i o s a c e r d o c i o
de
C r i s t o , c o n s i
d e r a n d o
en él un
d ob le as p ec to f orm al .
Su
c o n d i c i ó n
de
o f erente
y v í c t i m a , o de H i j o que se e n t r e g a a m o r o s a m e n t e y m i n i s t r o que
o f r e c e su p ro p io s acr i f i c io red en tor , hace p ens ar en una dob le for
m al id ad , que ha s ido expresada con p ar t i cu lar p ro f und id ad por Von
B a l t h a s a r
1 9
. Ot ros autores s iguen
o
parecen seguir
sus
t r a z o s ,
o en
tod o cas o
no
están le jos
de esa
c o m p r e n s i ó n t e o l ó g i ca
del
m is ter io
s acerd ota l de C r i s t o
2 0
, si b ien en a lgún caso parecen ir demasiado
le jos
en su
ap l i cac ión .
V o n B a l t h a s a r , c o m o h e m o s d i c h o , d i s t i n g u e dos aspectos for
m ales en C r i s t o S a c e r d o t e , en Q u i e n — c o m o o f e r e n te y v í c t im a
o f r e c i d a , c o m o H i j o que m ani f i es ta con su o b e d i e n c i a la s u p r e m a
autor id ad del P a d r e y es, con su h o l o c a u s to , él r e d e n t o r de los pe
cad os
de los
h o m b r e s —
se
r ea l iza p lenam ente
la
unidad
del
a m o r
y del s e r v ic i o m i n i s t e r i a l
2 1
. El aspecto formal sub jet ivo de su sa
c e r d o c i o es su a m o r al P a d r e : C r i s t o es el que se o f r e c e por c o m
p l e t o al P a d r e por el a m o r que le une a El desde la e tern id ad . El
as p ec to ob je t iv o cons i s te en su o f r e c i m i e n t o c o m o v í ct im a de re
d e n c i ó n
por
v o luntad
del
P a d r e ;
es
decir ,
la
m ani f es tac ión
de su
o b e d i e n c i a
a la
au tor id ad
del
Pad re . A m b o s as p ec tos s ó lo p ued en
19.
P r i n c i p a l m e n t e
en H. U. VON
BALT HASAR,
Christlicher stand,
E i n s i e d e l n
1 9 7 7 ,
pp.
2 0 3 - 2 1 5 ( « D e r p r i e s t e r s t a n d » ) .
2 0 .
S i g u e d i r e c t a m e n t e
a Von
B a l t h a s a r ,
E.
C O R E C C O ,
Riflessione giuridico-
istituzionale su sacerdozio comune e sacerdoz io ministeriale,
en
« P o p ó l o
di
D i o
e sa-
c e r d o z i o » , P a d o v a 1983 , pp. 8 0 - 1 2 9 . N o es tá l e jos del t e ó l o g o s u i z o , A. FAVALE,
El ministerio presbiteral, o.e., p p . 8 4 - 9 1 .
A.
VANHOYE, Sacerdoce commun et sacer
doce ministériel, en « N o u v e l l e R e v u e T h é o l o g i q u e » 107 ( 1 9 7 5 ) 1 9 3 - 2 0 7 , d i s t in g u e
t a m b i é n en el s a c e r d o c i o de C r i s t o un d o b l e a s p e c t o f o r m a l ( c u l t o y m e d i a c i ó n ) ,
s e m e j a n t e
en
p a r t e
con la
o p i n i ó n
de Von
B a l t h a s a r .
Se
p u e d e
ver
t a m b i é n
una
e x p l i c a c i ó n d i s t i n t a , p e r o a n á l o g a ,
en J.
G A L O T ,
Prêtre au nom du Christ,
C h a m -
b r a y 1985, pp. 1 1 6 - 1 2 3 .
2 1 .
« D a s b e s a g t a b e r s o g l e i c h
ein
D o p p e l t e s .
Christus ist Priester, sofern er in
sich die Einheit des Amtes und der Liebe setzt,
er hat das Amt nur
inne , w e i l
er
d i e H i n g a b e
ist. Und
C h r i s t u s v e r w i r k l i c h t d i es e E i n h e i t
vom Am t und
L i e v e
nur
Dadurch, da§ er zugleich der Hingebende und der Hingegebene
ist, der
O p f e r n d e
u n d der G e o p f e r t e . Er ü b e r n i m m t die O p f e r a k t i o n und O p f e r p a s s i o n z u s a m m e n »
{Christlicher stand o.e.,
p.
2 0 4 ) .
3 7 9
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A N T O N I O A R A N D A L O M E Ñ A
ser cons iderados en su unidad, porque sólo const i tuyen una real i
d ad en s u d ars e en Cr i s to
2 2
.
En e l paso del sacerdocio de Cris to a l sacerdocio en la Ig les ia ,
esos dos aspectos se part ic ipan de modo diverso , separadamente , y
lo que en Cris to es uno se dis t ingue en dos sacerdocios di ferentes
aunq ue m utuam ente ord enad os . E l as p ec to s ub je t iv o ( am or a l Pa
d r e ,
a labanza, entrega f i l ia l , . . . ) ser ía para Von Bal thasar e l aspecto
p ar t i c ip ad o en e l s acerd oc io com ún, p or e l carác ter b aut i s m al ; p ar
t ic ipar e l aspecto ob jet ivo cons is t i r ía , por su parte , en e l poder de
hacer pre sente en la . Ig les ia — co m o la hace C ris to pre sen te en la
h i s t o r i a m e d i a n t e s u o b e d i e n c i a — l a a u t o r i d a d s u p r e m a d e l
P a d r e
2 3
.
T a l c o m p r e n s i ó n y e x p o s i c i ó n d e l p r o b l e m a t e o l ó g i c o q u e t e
nem os p lantead o es in teres ante y razonab le . I lum ina a lgunos d e s us
as p ec tos , com o p or e j em p lo la m utua ord enac ión d e am b os s acer
docios part ic ipados , y sugiere una v ía de profundización en otros ,
como es el caso de la diferencia
essentia et non grad u tantum
que
aquí , s in mencionar la , parece or ientarse hacia la d is t inción entre las
formal idades dis t intas part ic ipadas . S in embargo, no ofrece toda la
claridad deseable, pues al no tratar de expresar el quid de cada una
de las maneras de part ic ipar , no da razón de su real idad más pro
funda (e l
suo peculiari mod o),
y se queda en af i rm acio nes su gerentes
en e l p lano del e jerc ic io de ambas formas de sacerdocio . Es decir ,
cond uce a una ex p l i cac ión s i tuad a m ás en e l p lano d e l m in i s ter io
e jerc ido que en e l del sacerdocio part ic ipado: más en la d imens ión
2 2 .
«D er Sohn ists also im objek tiven Priesteram t genau in dem Maße, als er
in der subjektiven Hingabe ist . Das Amt bildet keinen Rest, keinen Uberschuß
über die Subjektivität seiner Hingabe und seines Hingenommenwerdens hinaus.
Für ihn gibt es kein bloßes «opus operatum», er hat vielmehr das ganze Priester-
und Opfe rw erk bis zum Ran de zu leisten, und er leistet es auch dadurch, daß er
«in der Liebe zu den Seinen bis ans Ende geht» (Joh
13,1),
an dem «alles vollen
det» (Toh 19,30)» [Ibidem, pp. 205-206).
2 3 .
«Il sacerdozio m inisteriale ha com e funzio ne specifica quella di rendere pre
sente nella Chiesa l'aspetto formale oggetivo del sacerdozio di Cristo, attraverso
il quale si manifesta nella storia l'autorità assoluta del Padre sul Figlio. A livello
istituzionale questa autorità che dal Padre è data al Figlio e dal Figlio alla Chiesa
opera nella «potestas sacra» di cui è investito il sacerdozio ministeriale. Il laico,
o il fedele in quanto tale, è investito in forza del sacramento del battesimo solo
dell'aspetto soggettivo del sacerdozio» (E. C OR E C C O, o.e. en nota 20, p. 88) .
380
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E L
S A C E R D O C I O D E J E S U C R I S T O
E N L OS M I N I ST R OS Y E N L OS F I E L E S
his tór ica del mis ter io sacerdotal part ic ipado, que en su previa real i
d ad cr i s to lóg ico - p neum ato lóg ica . E n una p a lab ra : s e ayud a d es d e
es a concep c ión a ex p res ar t eo lóg icam ente e l
para qué
del doble sa
cerd oc io ec les ia l , p ero no s e ayud a igua lm ente a ahond ar en e l por
qué y en el cómo de dicha dual idad, y eso es lo que imp ort a i lum i
n a r t e o l ó g i c a m e n t e
2 4
.
La dis t inción de aspectos formales en e l único (y uno) sacer
d o c io de J es u cr i s to , es un p ro ced im ien to es p ecula t iv o p er f ec ta m e nte
vál ido para dar razón teológica , por as í decir a posteriori, del mis te
r io rev e lad o . E s un m od o leg í t im o d e p rop oner en es ta m ater ia
p r o f u n d o s a r g u m e n t o s d e c o n v e n i e n c i a , a u n q u e n o s e d e n o m i n e n
as í ni se p lanteen s iquiera as í , s iguiendo un procedimiento habi tual
en la t eo log í a es p ecula t iv a ca tó l i ca . L a re f l ex ión s ub yacente s er í a
del s iguiente t ipo: s i en la Ig les ia hay dos formas de sacerdocio dis
t in tas , com o ens eña la d oc t r ina d ogm át i ca y d es arro l la l a t eo log í a
(a t ravés de la noción de carácter), y e l ún ico S acerd ote d e l N u ev o
T es tam ento es Cr i s to , es o s ign i f i ca q ue la d i s t inc ión ha d e or ig inar
se en e l modo de part ic ipar e l sacerdocio ; s i los dos sacerdocios se
di ferencian en la práct ica por e l poder minis ter ia l , es que en su ra íz
(e l m is ter io sacerdo tal de Jesú s) se pod rán dis t ing uir dos form al ida
des respecto a l minis ter io y a l poder minis ter ia l . Y de ahí la men-
24 . En esa afirmación no m e refiero tanto a Vo n Balthasar cuanto a los autores
que,
posiblemente inspirados en él, siguen esa distinción de aspectos formales en
el sacerdocio de Cristo para explicar el sacerdocio en la Iglesia. La tendencia habi
tual es —una vez establecida esa distinción— pasarse al terreno del ejercicio del sa
cerdocio común y del sacerdocio ministerial. Es el caso, por ejemplo, de los auto
res citados en nota 20. En ocasiones se parte ya directamente de una teología del
ministerio (no del sacerdocio), y se sitúa ahí la reflexión sobre la diferencia entre
ambos ministerios, sin que se vea entonces porqué es esencial (salvo porque se cita
literalmente LG 10b). No está lejos de esa actitud teológica Christifideles laici, nn.
22-23 , como tampoco lo está el documento de la Comisión Teológica Internacio
nal de 1985, o.c., n. 7.3. En el fondo, en esa postura se opera con dos presupues
tos:
pasar de una teología del sacerdocio a una teología del ministerio, y ver la
diferencia esencial en la diferencia que ya de por sí tienen los ministerios. Insisto
en que eso ilumina algún aspecto del problema, pero no ofrece una solución teoló
gica consistente. Hay autores, por último, que dirán: la fórmula essentia et non
gradu
tiene un sentido variable, conforme al lenguaje o las categorías teológicas
utilizados (sacerdotales o ministeriales), cfr. por ejemplo T.
C l TRl N l ,
L essenza e il
grado: destino di una formu la nel variare dei sistemi linguistici, en «Popó lo di D io
e sacerdozio»,
o.c,
pp . 253 -269 . Esa postura, perfectamen te legítima, tiene el peli
gro de eludir el problema.
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c ión d e as p ec to ob je t iv o y as p ec to s ub je t iv o , o rep res enta t iv o y no-
rep res enta t iv o , e t c .
En real idad, en es ta ref lex ión hay una di f icul tad y una ausen
c ia . La di f icul tad es tr iba en que, conforme a la doctr ina de fe ,
tanto los s imples f ie les como los ordenados part ic ipan suo pecu-
liari modo e l s acerd o c io d e Cr i s to como tal. N o p o n e l a d o c t r i n a
de fe la d i ferencia en la d is t inción de aspectos formales part ic i
pados ( se part ic ipa el sacerdocio de Cristo), s ino en e l m od o p e
cul iar de part ic ipar lo por v ía del baut ismo o de la ordenación.
La dis t inción se pone en e l d is t into don de gracia por e l que se
part ic ipa e l mis ter io , y no en formal idades dis t intas del mis ter io .
E s tas s on s i em p re conceb id as p or nues t ra razón teo lóg ica a pos-
teriori; en ca m bi o, e l d is t into don de gracia — sacram entos dis t in
t o s , caracteres d is t intos— es e l dato a priori. E s to s egund o p lantea
e l v erd ad ero p rob lem a teo lóg ico , m ient ras q ue lo p r im ero es ya
una c ier ta ex p l i cac ión d e l p rob lem a, y p or tanto no lo s us t i tu
ye aunq ue o f rezca una v i s ión ent re o t ras d e s u conten id o . D e
es to p od em os p res c ind i r ; d e aq ue l lo , en cam b io , no nos p od em os
evadir .
M enc ionáb am os q ue en la re f l ex ión teo lóg ica a l a q ue nos re
fer imos ex is t ía , junto a una di f icul tad, también una ausencia . Es tá
al l í , en efecto , ausente la pregunta sobre cómo se part ic ipa e l sacer
d oc io d e Cr i s to , cóm o entend er es a m is ter ios a rea l id ad , q ué d i s t in
to d on d e grac ia s e com unica en un cas o u o t ro . Quizá s ea una
ausencia que ha venido obl igada por e l previo t ras lado de la cues
t ión teo lóg ica d es d e un ám b i to ( s acerd oc io ) a o t ro ( m in i s ter io ) . S e
tratar ía entonces de una sus t i tución más que de una ausencia . Sobre
es tos puntos ref lex ionaremos en las páginas s iguientes .
I I .
Q U É E S P A R T I C I P A R E L S A C E R D O C I O D E J E S U C R I S T O
1 .
El sacerdocio del Hijo de Dios hecho Hom bre
A c o s t u m b r a d o s c o m o e s t a m o s a l a p r o f u n d í s i m a c o m p r e n s i ó n
d el m is ter io d e l H i jo d e D ios encarnad o q ue , en p ers p ec t iv a s acer -
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EL
S A C E R D O C I O D E J E S U C R I S T O
EN
L OS M I N I ST R OS Y E N L OS F I E L E S
d o t a l , n o s o f r e c e l a C a r t a a l o s H e b r e o s
2 5
, cas i parece obvio indi
car que, en real idad, no hay ninguna otra perspect iva g lobal del
m is ter io d e Cr i s t o en e l N T . E s a es l a única q ue o f rece un s ent id o
pleno y abarcante de la v ida y muerte de Jesús , de su venida desde
el Padre y de su retorno a l Padre . La Ig les ia aprendió desde e l pr in
c ip io — la C ar ta a los H eb re os es t es tigo ins p i rad o — a co nte m p lar
en e l aco nte c im ien to d e J es u cr i s to un m is ter io de m ed iac ión , d e s al
vación para los hombres , de obediencia y a labanza a l Padre , de es
tablec imiento de una nueva a l ianza en su sangre : un mis ter io sacer
dotal en e l que se real iza y se i lumina la entera obra de la
s a l v a c i ó n
2 6
.
N o ya en la l ínea del sace rdo cio lev í t ic o , co n e l que no guar
d a re lac ión d e cont inuid ad s ino , m ás b ien , d e rup tura y s up era
c i ó n
2 7
, e l s acerd oc io d e Cr i s to , s egún e l o rd en d e M elq uis ed ec
2 8
,
e s p res entad o en la Car ta a los H eb reos com o un m is ter io d e m e
diación que supera los l ímites temporales : se real iza de una vez por
todas (ephapax)
2<>
;
s e p ro lon ga p ara s i em p re c o m o s acerd oc io p erp e
t u o
3 0
; e s q uer id o p or v o luntad d e D ios d es d e s i em p re , en cuanto
25.
M uch os son los estudios sobre esta materia que merecen ser tenidos parti
cularmente en cuenta; sin minusvalorar otros, destacamos los de: C.
SPICQ,
L Epi-
tre aux Hébreux, Paris 1952-53; A.
VANHOYE,
Le Christi, grand-prêtre selon Heb 2,
17-18,
en «Nouvelle Revue Théologique» 91 (1969) 449-474; Situation du Christ,
Hébreux 1-2,
Paris 1969;
Situation et signification de Héb reux 5, 1-10
en «New Tes
tament Studies» 26 (1976-77) 445-546; La Carta a los Hebreos, en A.
GEORGE-
P .
G R E L O T , «Introducción a la Biblia», II , Barcelona 1982, pp. 37-69.
26.
Es con form e, en parte, con esta idea lo que indica J .
GALO T,
Prêtre au
nom du Christ, o.e., pp 51-65 (Le sacerdoce du Christ selon l Epître aux Hébreux),
cuando afirma que para el autor de la Carta a los Hebreos: «l'importance centrale
qu'il attribue, dans la religion chrétienne, au sacerdoce du Christ, au point d'expli
quer par là l'ensemble de l'oeuvre du Christ, est une confirmation que Jésus
s'était attribué le sacerdoce, et que ses disciples avaient compris cette revendication
d'identité sacerdotale» (p. 51).
27 . Cfr . A .
VANHOYE,
La Carta a los Hebreos,
o .e . , pp. 57-58 ; J . -M .R . Tl-
LLARD,
Sacerdoce, o.e., cols. 5-6.
28 .
Cf r . Heb 5,1 0; 6,20; 7,17 .21 . La propia Carta interpreta esta relación con
el sacerdocio de Melquisedec en el sentido de subrayar la eternidad del sacerdocio
de Cristo: «este Melquisedec (. . .) , sin padre ni madre, ni genealogía, sin comienzo
de días, ni fin de vida, asemejado al Hijo de Dios, permanece sacerdote para siem
pre» (Heb 7,1-3) .
29.
Cf r . H eb 7,27; 9 ,12 .26 .28 ; 10 ,10 .1 2 .14 . cfr . Rom 6,10 ; 1 Pet 3 ,18 .
30. Cf r . H eb 7 ,20-25 .
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A N T O N I O A R A N D A L O M E Ñ A
que e l sacerdote es e l Hi jo eterno de Dios , encarnado para real izar
p or m ed io d e s u s acr i f i c io los e ternos d es ignios s a lv í f i cos d e l
P a d r e
3 1
.
T od o en Cr i s to es s acerd ota l , s egún es a d oc t r ina : s u s er
d iv ino- hum ano y s u m is ión . E l s acerd oc io no es en E l una cua l id ad
entre otras , s ino la más ínt ima real idad de su ser : e l Hi jo de Dios
s e hace hom b re p ara s er S um o S acerd ote d e s u p rop ia inm olac ión .
N o se d eb e cons id erar e l s acerd oc io d e J es u cr i s to c om o a lgo «p os te
r ior» a su real idad humana, como una cual idad añadida o un don
que le adviene para l levar a cabo una mis ión. Todo eso ser ía una
cons ideración muy externa y a le jada de su mis ter io de sa lvación. Es
p rec i s o , con la Car ta a los H eb reos , contem p lar m ás d e cerca l a d i
m ens ión í n t im a d e l m is ter io : l a e terna cond ic ión f i l i a l d e A q uel
q ue s e hace hom b re , l a f ina l id ad red entora d e s u encarnac ión . . .
«N ad ie s e a r roga ta l d ignid ad , s ino e l l l am ad o p or D ios , lo m is m o
q ue A arón . D e igua l m od o , tam p oco Cr i s to s e ap rop ió l a g lor ia d e l
S um o S acerd oc io , s ino q ue la tuv o d e q uien l e d i jo : ' H i jo m í o eres
t ú ; y o t e h e e n g e n d r a d o h o y ' . C o m o t a m b i é n d i c e e n o t r o l u g a r :
' T ú eres s acerd ote p ara s i em p re , a s em e janza d e M elq uis ed ec ' »
3 2
.
L a conex ión ent re l a cond ic ión f i l i a l d e l H i jo e terno y s u cond i
c ión sacerdotal en cuanto hombre, expresada en es te pasa je en base
al tex to del Sal 2 ,7 y del Sal 110 ,4 , no es , ev identemente , una pura
cuest ión redaccional s ino que muestra una profunda real idad revela
d a y , en cons ecuenc ia , una f und am enta l v erd ad d e la d oc t r ina c r i s
t iana . «Es a lgo más que e l encuentro de dos t í tulos —escr ibe acerta
d a m e n t e G a l o t
3 3
— o d e d o s c u a l i d a d e s e n u n a p e r s o n a . L a
f i l iac ión div ina logra expresarse en e l sacerdocio y concreta as í , en
una ac t i tud hum ana ter rena , l a in tenc ión f i l i a l e terna» .
H ay , en e f ec to , una arm oní a ent re l a e terna d i s p os i c ión f i l i a l
del V e rb o , que ex is te (que es ) co m o indica San Ju an : «hacia el Pa-
31 .
Desde los prim eros capítulos de la Ca rta a los Heb reos se expon e esta ense
ñanza. Cristo es el Hijo eterno (cfr . Heb 1,2.3.5.8. . . ) , que viene al mundo «para
ser misericordioso y Sumo Sacerdote, f iel en lo que toca a Dios en orden a expiar
los pecados del pueblo» (2,17). El Hijo «al entrar en este mundo dice: 'he aquí
que vengo a hacer tu voluntad'» (10,5.7.9).
32 .
Heb 5,4-5.
33.
J . GALOT, Prêtre au nom du Christ, o.c., p. 54.
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E N
L OS M I N I ST R OS Y E N L OS F I E L E S
d re» (pros ton Theón)
M
, y l a con d ic ión s acerd ota l d e l V er b o encar
nad o d es cr i ta en la Car ta a los H eb reos : «S um o S acerd ote f i e l en
lo q ue toca a D ios »
(pros ton Theón)
35
,
«pu esto en favo r de los
hom b res en lo q ue s e re f i e re a D ios » (pros ton Theón)
1
. R e f e r i d o
a l P a d r e c o m o H i j o e t e r n o , r e f e r id o a l o s h o m b r e s c o m o h o m b r e ,
« h e c h o e n t o d o s e m e j a n t e a s u s h e r m a n o s »
3 7
, Jesús es en su ínti
m a rea l id ad d iv ino- hum ana S acerd ote : e l S um o S acerd ote d e nues t ra
f e
3 8
.
E n e l m is ter io s acerd ota l d e l H i jo hecho hom b re f orm an una
indestruct ib le unidad la obediencia y la g lor ia a su Padre —que es
la p lena ident i f icac ión con su voluntad salv í f ica—, y e l servic io a
s us herm anos los hom b res es enc ia lm ente rea l izad o y rep res entad o
en s u v i c tor ia s ob re e l p ecad o . S u am or f i l i a l a l Pad re y s u am or
f ra terno a los hom b res s on una s o la cos a en la unid ad d e s u ob ra
redentora , cuya s íntes is es la obtención del perdón y de la gracia
p or m ed io d e s u s acr i f i c io . T od o cuanto , d es d e la f e , contem p lam os
en El es tá fundado en la unidad de ambos aspectos . Cr is to Sacerdo
te es e l H i jo d e D ios hecho hom b re , Cr i s to S acerd ote es e l R ed en
tor de los hombres ; ambas cosas en ínt ima y real unidad de ser y
de actuación. Su sacerdocio es precisamente e l ref le jo de esa unidad
enraizada en la unidad de su Persona. E l ser y la función de Jesús
son realmente , en la unidad de la Persona, inseparables ; y b ien ha
de guardarse la teología de separar los s i quiere a lcanzar una mayor
comprens ión del mis ter io . Esa es la única luz en la que nos es per
m i t id o contem p lar e l m is ter io s acerd ota l d e J es ús , l a única v í a d e
com p rens ión en la f e y d e ex p os ic ión teo lóg ica d e l as f orm as d e
p ar t i c ip ar lo . Porq ue p ar t i c ip ar e l m is ter io d e J es ucr i s to es tom ar s o -
brenaturalmente parte en la real idad de su f i l iac ión redentora , de su
ident i f icac ión con la voluntad salv í f ica del Padre en e l combate
contra la esc lavi tud del pecado, de su intención de glor i f icar a Dios
y p ur i f i car l as conc ienc ias d e los hom b res . . .
3 4 . Jn 1 ,1 .
35 .
Heb 2 ,17 .
3 6 .
Ibid.,
5 ,1 .
37 . Ibid., 2 ,17.
38 . Ibid.,
3 ,1 ; cfr . 4 ,14-15 .
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Part ic ipar del sacerdocio de Cris to es rec ib ir la unción del Es
pír i tu Santo , es decir , los dones sacerdotales propios del Baut ismo
o del Orden, para ser no sólo hi jo en e l Hi jo y redentor en e l Re
dentor , s ino, como unidad y s íntes is de ambas cosas , sacerdote en
el Sacerdote : esa es la más radical condic ión de todo baut izado y
— a unq ue d e m od o es enc ia lm e nte d i s t in to — d e tod o cr i s t i ano q ue
ha s id o inv es t id o con e l s acram ento d e l Ord en . L a d i f erenc ia ent re
la naturaleza de uno y otro sacerdocio part ic ipado no es tá ni en
lo que se part ic ipa (der ivan de la misma y única fuente) , n i en e l
grado de part ic ipación (no son intens idades dis t intas de lo mismo) ,
s ino que radica en la d is t inta manera de quedar incorporados en
un o y o tr o caso al m is ter io sacerdo tal de Jesú s . C ab e decir que el
bautizado queda configurado con Cristo Sacerdote en los misterios de
su vida; el ordenado es adem ás configurado con Cristo Sacerdote en
su misterio pascual. D e s arro l la r es te p u nto es nues t ra inm ed ia ta
tarea .
2. Cristo Sacerdote en los misterios de su vida y en su misterio
pascual
Con la expres ión «mis ter ios de la v ida de Cris to» des igna la
teología no sólo los hechos de su v ida —su vida his tór ica real—, co
m o la encarnac ión , e l nac im iento , l a ex i s tenc ia d iar ia en N azare t ,
la v ida públ ica , . . . e tc . , s ino sobre todo la real idad y e l sent ido sa lv í -
f ico de ta les hechos . A través de e l los es taba ya Cris to real izando
su mis ión redentora , la obra para la que su Padre le envió . Cada
uno de los ins tantes terrenos del Verbo encarnado es , por la f inal i
dad con que fueron vividos y por la santidad que en el los se con
t iene, una fuente de g lor i f icac ión a Dios , de sant i f icac ión de la v ida
hum ana as um id a , d e red enc ión . Cad a acc ión ter rena d e l H i jo hecho
hom b re es un ac to d e m ed iac ión :
una acción sacerdotal^.
39 .
Esta afirmación está tan profun dam ente enraizada en la fe y en la tradi
ción, que no es preciso detenerse a argumentar sobre ella, como si de una opinión
teológica particular se tratase. Lo propio del sacerdote, dice por ejemplo Tomás
de Aquino haciéndose portavoz de una tradición que se remonta al mismo NT,
es ser mediador entre Dios y los hombres: por eso «esse sacerdotem máxime con-
386
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EL
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E N
L OS M I N I ST R OS Y E N L OS F I E L E S
L a re lac ión con la noc ión d e m ed iac ión es m ás d eterm inante
para captar la esencia del sacerdocio , que la es tablec ida entre sacer
docio y sacr i f ic io . La acc ión sacr i f ic ia l , como ta l adquiere su cual i
dad propia a t ravés de la condic ión mediadora del que la real iza .
S i e l sacerdocio es ontológicamente anter ior a l sacr i f ic io , la cual idad
d e m ed iad or es tam b ién anter ior a l a d e s acerd ote . Y as í p od em os
d ec i r q ue e l H i jo U nigéni to d e l Pad re s e encarna , p or ob ra d e l E s
p í r i t u S a n t o , p a r a s e r e n c u a n t o h o m b r e ú n i c o M e d i a d o r y ú n i c o
Sacerdote del único sacr i f ic io .
E x i s te ent re los c r i s t i anos una c ier ta t end enc ia a contem p lar
e incluso a ident i f icar e l sacr i f ic io de Cris to —y der ivadamente e l
e j e rc i c io d e s u s acerd oc io y d e s u m ed iac ión— con los hechos acae
c idos en e l t iempo de la Pascua. Es decir , hay una vaga or ientación
hacia la reducción del mis ter io sacerdotal de Jesucr is to a su e jerc i
c io en e l mis ter io pascual . Nada hay s in embargo, más a le jado de
la real idad ex is tencia l de Jes uc r is t o , aunq ue nada haya tan c er ca no ,
a l m is m o t i em p o, d e l a v erd ad d e s u m is ter io . A m b as cos as han d e
ser af i rmadas con igual fuerza aunque la conjunción de ambas sue
ne p arad ó j i cam ente . N ad a hay , en e f ec to , t an a le j ad o d e la ex i s ten
c ia humana de Jesús , v iv ida por El d ía a d ía desde un saberse e l
H i j o ,
e l H erm ano , e l M ed iad or , com o v ac iar la d e s ent id o s acerd o
ta l y sacr i f ic ia l pos tergando esas dimens iones ínt imas a los aconteci
m ientos p as cua les . Pero nad a m ás cercano a l a v erd ad p rof und a d e l
mis ter io de Cris to que entender toda su v ida terrena, desde e l co
mienzo, ba jo la luz del mis ter io pascual , pues as í la v iv ió El .
venit Christo» (S. Th. III, q. 22, a.l). Es precisamente la perspectiva de la media
ción —y, en ella, del sacerdocio— la que domina en la reflexión de Tomás sobre
los misterios de la vida de Jesucristo, como se puede comprobar en una lectura
atenta de las cuestiones correspondientes de la Summ a Theologiae (cfr. III, qq.
27-45) .
No hace con ello Tomás sino ser coherente con lo que ya indicaba en el
Prólogo de la Tertia pars, en el que se habla en perspectiva soteriológica: se anun
cia que Cristo será estudiado como Salvador, su encarnación como el misterio «se-
cundum quod Deus pro nostra salute factus est homo», y los hechos de su vida
y de su muerte («quae per ipsum Salvatorem nostrum, idest Deum incarnatum,
sunt acta et passa») serán considerados como «beneficios prestados al género huma
no». La dimensión soteriológica, que sólo cabe expresar certeramente a partir de
la noción de mediación —con la que se funde en unidad la de sacerdocio—, es base
de toda reflexión sobre el misterio de Cristo.
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A N T O N I O A R A N D A L O M E Ñ A
E ntre l a ex i s tenc ia t e r rena d e J es ús — entend iend o p or ta l los
mis ter ios de su v ida—, y los hechos de la Pascua —su Pas ión,
M u e r t e , R e s u r r e c c i ó n y A s c e n s i ó n , c o n la d o n a c i ó n , d e l E s p í r i t u
S anto— , ex i s te una ord enac ión in t r í ns eca , una m utua re f erenc ia ne
c e s a r i a
4 0
. Lo dicen expresamente las palabras del mismo Jesucr is to
al poner de manif ies to , con tanta f recuencia , cuál va a ser e l f inal
de su ex is tencia terrena hacia e l que, obediente a la voluntad del
Padre , se d ir ige : la meta es la Cruz, la donación de su v ida para
volver la a tomar , e l sacr i f ic io de su humanidad en benef ic io de to
dos.
C r i s to se co no ce c o m o el que «ha ven ido para dar la v ida en
r e s c a t e p o r m u c h o s »
4 1
, e l q ue ha v enid o «p ara es a hora»
4 2
del
mis ter io pascual , para beber ese cá l iz amargo de la Pas ión y Muer
t e
4 3
,
al que seguirá la resurrección y la vuelta al Padre.
Pero esa meta no es sólo una referencia externa hacia la que
Cr i s to s e encam ina , a l a q ue ha d e l l egar en un t i em p o d eterm ina
do y f inal de su ex is tencia en la t ierra . Es mucho más que eso : es
la razón profunda de su ex is tencia («para es to he venido») ; es la in
tención fundamental de sus acc iones (es voluntad del Padre «dar a l
m un d o s u H i jo Ú n ic o , p ara q ue to d o e l q ue c rea en E l t enga v id a
e t e r n a »
4 4
) ; e s e l m om ento es p erad o , q ue ha l l enad o d e s ent id o to
d os los m om entos anter iores ( «con un b aut i s m o tengo q ue s er b au
t izado y qué urgido me s iento has ta que se l leve a cabo»
4 5
) . M ás
q ue una m eta ex terna d ond e acab e s u acontecer t e r reno , l a hora d e
la Pas cua enc ier ra l a f ina l id ad ú l t im a d e d icho acontecer y , com o
tal f in, está ya presente en todo desd e el inicio.
E s a hora no s erá , s in em b argo , s o lam ente l a hora d e l p ad ec i
miento y de la muerte , s ino también y sobre todo la de la g lor i f ica-
40 . C f r. H . U . V O N BALTHASAR, El misterio pascual, en «Mysterium salutis»,
III/2, Madrid 1971, pp. 143-168; I .
SANNA,
Redención. I. El gesto pascual del Re
dentor, en «Diccio nario Teo lógic o Interdisciplinar», IV , Salamanca 198 3, pp . 16-30.
41 .
Me 10 ,45 ; M t 20 ,28 .
42.
Jn 12,27-2 8 : «A hora mi alma está turbada. Y ¿qué voy a decir? Padre , líbra
me de esta hora? P ero , ¡si he llegado a esta hora para esto Padre, glorifica tu
N o m b r e » .
43.
Cfr . Mt 26 ,38-42 .
44 .
Jn 3,14-16.
45 .
Le 12,50.
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E L S A C E R D O C I O D E J E S U C R I S T O
E N L OS M I N I ST R OS Y E N L OS F I E L E S
c ión d e l Pad re y d e l p rop io Cr i s to ; hora tam b ién d e la s a lv ac ión
de los hombres a t ravés de la entrega del Don del Espír i tu Santo :
la hora deseada y esperada de la redención. «Ha l legado la hora de
que sea g lor i f icado e l Hi jo del hombre . En verdad, en verdad os
digo: s i el grano de tr igo no cae en t ierra y muere, queda él solo;
p e r o s i m u e r e , d a m u c h o f r u t o »
4 6
. Nada puede apartar a Cris to
de esa intención, que l lena su ex is tencia , de a lcanzar e l sacr i f ic io
p as cua l d e l q ue b ro tará com o cons ecuenc ia e l D on d e l E s p í r i tu
4 7
.
Cuand o a lguien s e in terp one , aunq ue s ea Ped ro , es ap ar tad o com o
s i f uera S a tanás
4 8
: tal es la fuerza con la que Cristo asume y vive
la dimensión redentora de su existencia; tal es en El la vivís ima
conc ienc ia s acerd ota l q ue l e une a l a Cruz .
La unidad entre encarnación y Cruz, radicada en la unidad de
las dos voluntades en Cris to , ha s ido v is ta con gran c lar idad por
e l p e n s a m i e n t o c r i s t i a n o d e s d e s u s c o m i e n z o s
4 9
. S iempre ha ex is t i
do en la teología una mirada profunda sobre la unidad de sent ido
entre la v ida terrena de Cris to y su muerte sacr i f ic ia l , entre su na
cer y s u m or i r . E s a contem p lac ión teo lóg ica ha encontrad o s u p r in
c ipal l ínea de desarrol lo —al ca lor de los tex tos paul inos— en la re
flexión so br e la kénosis del H i j o de D io s que se ha hu m il lado , que
h a t o m a d o n u e s t r a c a r n e d e p e c a d o
5 0
, para darnos con su muerte
y su resurrección la l iberación de la ley del pecado y de la
m u e r t e
5 1
.
Toda la ex is tencia terrena de Jesús dice referencia a la Cruz,
aunq ue h i s tór i cam ente , c ronológ icam ente , no la haya a l canzad o r . o -
4 6 . Jn 12,23-24.
47. N o sólo en aquel texto de Jn 19,23 («et inclina to capite, tradidit Spiri-
tum»), tantas veces comentado en la tradición bajo un sentido pneumatológico, ca
be ver la conexión entre la donación de Cristo y el Don del Espíritu Santo, sino
que puede verse ya insinuada en aquellas otras palabras que recoge Le 12,50: «he
venido i traer fuego a la tierra, y qué quiero sino que arda».
48 .
Cfr, Mt 16,21-23.
4 9 . Or ígen es, po r ejem plo , parece contem plarla incluso antes, en el H ijo eter
no, cuando habla de una pasión del Redentor «antes de subir a la Cruz»: la «pa
sión del amor», por la que asume la vida humana con todas sus consecuencias.
Ya antes de y en la encarnación asume el sufrimiento; ya está presente la Cruz
(cfr . Hom. 6 ,6) .
50. Cfr . Rom 8,1 1 ; Fi l 2 ,6-11 .
51 .
C f r . ibidem, 8 ,2 .
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A N T O N I O A R A N D A L O M E Ñ A
davía . Su v iv ir humano dice necesar ia re lac ión a su muerte , pero no
p o r s e r u n v i v i r h u m a n o — c o m o s u c e d e e n c u a l q u i e r o t r o h o m b r e ,
que muere porque nace—, s ino porque esa ex is tencia humana ha s ido
libremente asumida para entregarla a la muerte. Los hombres morimos
porque nacemos. Cristo en cambio nace para m orir,
su mu erte redento
ra es la fuente de la que surge el sentido de su vida también reden
tora . L a Cruz , aunq ue no s e haga m ater ia lm ente p res ente has ta e l
momento del Calvario, estaba ya presente y actuante de manera inten
c iona l en tod os los m om entos anter iores d e s u ex i s tenc ia t e r rena
5
- .
Pero eso es sólo una parte de la verdad, pues s i es cierto que
Cr i s to nace p ara m or i r , t am b ién lo es q ue Cristo m uere para resuci
tar™. D es d e ah í p od em os contem p lar s u ex i s tenc ia t e r rena con un
p unto d e m ira aún m ás hond o q ue e l q ue ap or ta s u m uer te red en
tora : e l punto de mira , la luz , de su glor iosa resurrección. Es la re
surrección la que da sent ido sa lvador a la Cruz de Cris to (a su
m u e r t e ) , d e l m is m o m od o q ue la Cruz d a s ent id o red entor a s u
exis tencia . La resurrección (cons iderando s iempre unida a e l la la as
cens ión) es , en e l p lano e f i c i ente h i s tór i co , e l acontec im iento en e l
que se real iza en plenitud el misterio pascual ; en el plano de la cau
sal idad f inal , de la f inal idad de la vida y muerte de Jesús, la resu
rrección es e l hecho real que cont iene y s intet iza todo e l mis ter io
r e d e n t o r d e l V e r b o e n c a r n a d o . E n c u a n t o g l o r i f i c a c i ó n d e l a h u m a
nid ad ent regad a d e Cr i s to , l a res urrecc ión es tam b ién y s ob re tod o
el camino abier to a la donación del Espír i tu Santo por e l Padre y
e l H i j o : C r i s t o g l o r i o s o , C r i s t o r e s u c i t a d o ,
adem ás de portador del
Espíritu es también, con el Padre, donador del Espíritu
5
*.
52.
Lo s tres anunc ios de su futura pasión y muerte son un testim onio palm ario
de esta realidad (cfr. Mt 16 ,21 ; 17,22; 20,18) . También lo es a condición que pone
Jesús para que alguien pueda llegar a ser discípulo suyo: «tomar la cruz sobre sí»
(cfr. Mt 10,38). Indudablemente estaba presente la Cruz en su vida cotidiana.
53 .
N i uno solo de los anuncio s de su pasión y de su muerte deja de pone r
al acento en su resurrección «al tercer día». También es anunciada en otros mo
mentos a los discípulos, como se lee en Mt 17,9; Me 9,9-10. «Estaba escrito que
el Cristo padeciera y resucitara de entre los muertos al tercer día» (Le 24,26).
54.
C fr . Jn 2 0,22 -23, texto fundamental para advertir la relación revelada entre
la glorificación de Cristo y la donación del Espíritu Santo, también anunciada en
los otros pasajes del cuarto evangelio que hablan de la promesa del Espíritu (cfr.
Jn 7 ,39 ;
16,7).
Vid. también
JUAN PABLO
I I , Ene. Dom inum et vivificantem, nn.
15-24.
390
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i i SA< I R I K K I O D I- J I S I : C : R I S U I
HN l o s M I N I ST R OS Y K \ L OS R L T .L S
E n es ta d ob le d im ens ión p neum ato lóg ica d e l m is ter io d e Cr i s
to hemos de ver real izada la p leni tud de su sacerdocio . E l Cr is to
pascual es e l Mediador perfecto que entrega e l Don del Espír i tu
Santo y , con é l , en ese mismo Don, real iza la perfecta y def ini t iva
reconc i l i ac ión d e los hom b res con D ios . E l Cr i s to p as cua l , q ue ya
era e l Ungido, e l portador del Espír i tu desde su concepción, e l que
hab í a s id o p roc lam ad o y reconoc id o com o ta l en e l b aut i s m o d e l
Jordán, es a part i r de su glor iosa resurrección
portador-donad or del
Espíritu: e l que hace presente y entrega e l D o n a los ho m br es , a
todos aquel los que creen en El .
C o m o p e r m a n e n t e p o r t a d o r d e l E s p í r i t u , e l h o m b r e J e s ú s t u
vo s iempre condic ión sacerdotal , cual idad de Mediador . Su ex is t i r
hum ano era una cont inua a lab anza en e l E s p í r i tu a l Pad re , una p er
f ec ta ob ed ienc ia a s u v o luntad , un com b ate v i c tor ios o en e l E s p í r i
tu contra las manifes tac iones del pecado, una perfecta sant i f icac ión
de toda la real idad humana asumida, una permanente acc ión de
conducir en e l Espír i tu hacia e l Padre todas las cosas , un constante
tes t im onio rev e lad or d e l am or a D ios . J es ús f ue s i em p re , antes d e
los acontec im ientos p as cua les , S acerd ote - M ed iad or en cuanto p er f ec
to p or tad or en la t i e r ra d e l E s p í r i tu S anto . E l H i jo e terno ent ró
as í en e l mundo: como portador del Espír i tu , y toda su ex is tencia
f ue m ed iac ión red entora .
Cr i s to m uer to y res uc i tad o , Cr i s to g lor ios o , a l canza p ara los
hom b res l a d onac ión d e l Parác l i to . S u ya p er f ec ta m ed iac ión ex i s -
tencial se convierte ahora, a travé,s del misterio pascual , en perfecta
e inext inguible fuente de la capacidad de mediación de otras mu
chas ex i s tenc ias hum anas , p orq ue Cr i s to g lor ios o es inagotab le m a
nant ia l d e l D on d e l E s p í r i tu . E l H i jo e terno , q ue ent ró en e l m un
d o c o m o h o m b r e - p o r t a d o r d e l P a r á c l i t o q u e c o n v i r t i ó t o d o s u
exis t i r en mediación sacerdotal , vuelve a l Padre t ras la Pascua como
glor ios o d onad or d e l m is m o Parác l i to y f uente d e incontab les ex i s
tencias sacerdotales .
As í pu es , e l m is ter io sacerdotal de Jesu cr is to en su m is ter io
pascual , d ice esencia l referencia a l Espír i tu Santo como Don hecho
a los hombres para v iv ir en f i l ia l unidad con e l Padre , y conducir
la creación entera hacia su f in bajo la luz de esa unidad.
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A N T O N I O A R A N D A L O M E Ñ A
A ntes d e l a Pas cua era Cr i s to e l hom b re p or tad or d e l D on:
el que v ive en unidad f i l ia l con e l Padre , e l que reconduce a Dios
todas sus obras , e l que no t iene otra voluntad que hacer la obra
q ue s e l e ha encom end ad o . D es p ués d e l a Pas cua , Cr i s to es tam b ién
el g lor ioso donador del Don, e l que lo envía de junto a l Padre para
q ue ex i s tan m uchos p or tad ores d e l E s p í r i tu , a im agen s uya .
3 . U n solo misterio sacerdotal de Jesucristo
S ó l o c r o n o l ó g i c a m e n t e , t e m p o r a l m e n t e , e n l a m a t e r i a l i d a d d e
los sucesos his tór icos medidos por e l devenir , podrían entenderse
es as d os d im ens iones d e l m is ter io s acerd ota l d e Cr i s to com o una
d ual id ad . Pero inc lus o entonces s er í a una cons id erac ión er rónea ,
una v i s ión d ef orm ad a d e Cr i s to S acerd ote .
A unq ue p ued a p arecer q ue la re lac ión d e la H um anid ad d e
Cris to con e l Don del Espír i tu Santo sea dis t inta antes y después
de la Pascua, y pudiera hablarse entonces , en ese sent ido, de dos
m o m e n t o s i n te r i o r e s d e u n m i s m o a c o n t e c i m i e n t o m e d i a d o r -
sacerdotal , en real idad las cosas no son as í . En e l mismo Cris to ni
hay dos sacerdocios , n i dos momentos inter iores d is t intos de su
único s acerd oc io , n i cab e n inguna cons id erac ión d ua l aunq ue f ues e
en e l p lano f orm al .
La razón es tá en la unidad esencia l entre encarnación, cruz y
resurrección, es decir , en que Cristo n ace para morir y muere para
resucitar.
Com o antes hem os ind icad o , e l m is ter io p as cua l , aunq ue s u
ceda his tór icamente a l f inal de la ex is tencia terrena de Cris to y sea
pos ib le cons iderar lo , ba jo ese punto de v is ta , como ais lado de los
restantes misterios de su vida, de hecho es —en el plano de la cau
salidad f ina l— la raz ón que da ser y sen tido a aquella existen cia hu
mana. E l mis ter io pascual es la subl imación de la entera v ida de Je
sús :
e l a c o n t e c i m i e n t o h i s t ó r i c a m e n t e ú l t i m o p e r o i n t e n c i o n a l y
f ina lm ente p r im ero . E s l a s í n tes i s q ue cont iene tod o cuanto cons t i
tuye e l mis ter io de Cris to . Todo miraba desde e l in ic io a la g lor ia
d e la res urrecc ión , p orq ue tod o m irab a a l a d onac ión d e l E s p í r i tu
392
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E L S A C E R D O C I O D E J E S U C R I S T O
E N L OS M I N I ST R OS Y E N L OS F I E L E S
S anto a los hom b res p ara hacer los h i jos d e D ios . E n e l s acerd oc io
«exis tencia l» de Jesús la t ía ya su sacerdocio «pascual» , porque entre
su pascua y su anter ior ex is tencia sólo hay dis tancia temporal pero
no s ep arac ión in tenc iona l . E n s u s er p os eed or y p or tad or d e l E s p í
r i tu durante toda su v ida, es taba ya presente su ser portador y
d o n a d o r .
Por eso , la mediación sacerdotal de su ex is tencia requiere a l
canzar la perfecc ión de la mediación pascual , pues s in e l la no ex is t i
r ía . S in los acontecimientos pascuales no habr ía mediación, ni sacer
d oc io d e Cr i s to . . . E n rea l id ad , no hab r í a Cr i s to . Con la Pas cua , en
cam b io , hay Cr i s to g lor ios o , hay p len i tud d e s u m is ter io s acerd o
ta l , hay m ed iac ión . Cab e p or tanto d ec i r q ue «e l s acerd oc io d e
Cr i s to s e m ani f i es ta en tod a s u p len i tud en e l m is ter io p as cua l»
5 5
,
pues en verdad toda su ex is tencia sacerdotal tendía a los hechos y
a los efectos de la Pascua.
4 .
Los dos mod os de participar en la Iglesia el sacerdocio de Je
sucristo
En la Ig les ia se part ic ipa de hecho e l sacerdocio de Jesucr is to
de dos maneras dis t intas , según dones dis t intos que conf iguran a l
q ue los rec ib e con Cr i s to S acerd ote , b ien en cuanto p or tad or -
p os eed or d e l E s p í r i tu , b ien com o p or tad or - d onad or . I gua l q ue en
Cr i s to , aunq ue aná logam ente , es te s egund o cas o p res up one neces a
r iamente e l pr im er o . Po dr ía as í decirse que el don sacerdotal o ca
rácter que se entrega en el Bautism o configura a quien lo recibe con
Cristo Sacerdote en los misterios de su vida, mientras que el don sa
cerdotal o carácter del Ord en configura al fiel que lo recibe con Cristo
Sacerdote en su misterio pascual
5
* .
5 5 .
K .
W o j T Y L A La renovación en sus fuentes,
Madrid 1982, p. 184.
56 . Para situar al alcance de esta afirmación cuyo c ont enid o estamos estudian
do, y seguiremos desarrollando a continuación, es importante no perder de vista
que nuestra reflexión —centrada en la doble participación del sacerdocio de
Cristo— se mueve en el ámbito de los caracteres sacramentales del Bautismo y del
Orden, y sólo indirectamene se interesa por los demás dones que acompañan a
esos sacramentos. Es obvio que en el Bautismo, junto al carácter, se reciben la gra-
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Com o no tod os los b aut izad os rec ib en e l Ord en , lo q ue en
Cris to es uno se part ic ipa en la Ig les ia d is t inguido en dos , por me
dio de dos di ferentes caracteres sacramentales . S in embargo, aun
dándose esa dis t inción ex is tencia l e his tór ica , se mant iene en la Ig le
s ia la unidad intencional del sacerdocio de Cris to , pues ambas mo
dal idades de part ic ipar lo sólo ex is ten y subs is ten en su mutua refe
rencia: cada una es para la otra, ambas son para que la Iglesia sea:
son la Iglesia.
E l Conc i l io V at i cano I I ha ex p res ad o con gran c lar id ad la d i
ferencia entre ambos sacerdocios , desde e l punto de v is ta del d is t in
to d on rec ib id o , aunq ue no s e ha d eten id o en m os t rar — tam
p o co lo ha hec ho a nte r iorm en te l a I g les ia— en q ué s ent id o es os d o
nes di ferentes const i tuyen part ic ipaciones dis t intas del único sacer
docio de Cris to . Para expresar e l don del sacerdocio minis ter ia l , d i
c e , p o r e j e m p l o , e l C o n c i l i o :
«Estos pas tores , e legidos para apacentar la grey del Señor , son
los minis tros de Cris to y los d ispensadores de los mis ter ios de
D ios , y a e l los es tá encom end ad o e l t es t im onio d e l E v ange l io d e l a
gracia de Dios y la administración del Espíri tu y de la just icia en
gloria,
«Para real izar es tos of ic ios tan a l tos , fueron los apóstoles enri*
queM dos por Cristo con la efusión especial d el Espíritu Santo, y e l los ,
& su vez , por la impos ic ión de las manos transmitieron a sus colabo
radores el don del Espíritu,
que ha l legado has ta no sot ros en la co n
s a g r a c i ó n e p i s c o p a l »
5 7
.
cia santificante y los diversos dones de la vida sobrenatural, con los que el cristia
no es insertado en el misterio de la muerte y resurrección de Cristo, es decir, en
el misterio pascual del que brota la nueva vida. El problema que aquí estudiamos
no es el de esa incorporación bautismal a Cristo, sino otro: el del carácter, que
no es, formalmente, inserción en el misterio pascual en cuanto justificación y no
vedad de vida, sino participación en el sacerdocio. Teniendo en cuenta que la tra
dición cristiana distingue entre el carácter del Bautismo (y Confirmación) y el cá-
rái-rer del Orden, se plantea el problema de su distinción en cuanto participaciones
del mismo sacerdocio de Cristo. A lo que aspiran las presentes reflexiones es a
exponer la raíz cristológica de esa distinción, y, en este plano, nos parece que
arrojan una especial luz, al remitir uño y otro sacerdocio participado —el común
y el ministerial— a uno y otro momento del sacerdocio de Cristo: en los misterios
de su vida y en el misterio pascual.
57 . Con st . dogm. Lumen gentium, 21ab. Subrayado nuestro.
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E L S A C E R D O C I O D E J E S U C R I S T O
E N L OS M I N I ST R OS Y E N L OS F I E L E S
Los e legidos para ser minis tros es tán, pues , capaci tados , por
una efus ión especia l del Espír i tu Santo , para ser a su vez donadores
o t rans m is ores d e l E s p í r i tu . S on conf igurad os con e l Cr i s to g lor io
s o ,
e l Cr is to pascual , donador del Espír i tu . Part ic ipan del sacerdo
c io de Cris to en su real ización pascual , además de part ic ipar por e l
B a u t i s m o d e l s a c e r d o c i o c o m ú n .
S ob re es te s acerd oc io com ún, y s ob re e l d on d e l E s p í r i tu p or
el que se comunica , se lee en e l Vat icano
I I
5 S
:
«Cr i s to J es ús , s up rem o y e terno S acerd ote , p orq ue d es ea con
t inuar su tes t imonio y su servic io por medio de los la icos , vivifica
a éstos con su Espíritu e i n i n t e r r u m p i d a m e n t e l o s i m p u l s a a tod a
ob ra b uena y p er f ec ta .
»A aquel los a quienes asocia ínt imamente a su v ida y mis ión,
t a m b i é n les hace partícipes de su oficio sacerdotal, en orden al ejercicio
del culto espiritual, para gloria de Dios y salvación de los hom bres.
Por lo que los la icos , en cuanto consagrados a Cris to y ungidos
p or e l E s p í r i tu S anto , t i enen una v ocac ión ad m irab le y s on ins t ru i
dos para que en e l los se produzcan s iempre los más abundantes f ru
tos del Espír i tu . Pues todas sus obras , preces y proyectos apostól i
c o s ,
la v ida conyugal y famil iar , e l t raba jo cot id iano, e l descanso
del alma y del cuerpo, s i se real izan en el Espíri tu, incluso las mo
les t ias de la v ida s i se sufren pacientemente , se convierten en
hostias^
espirituales, aceptables a Dios por Jesucristo, que en la ce le brac ión de
la E ucar i s t í a , con la ob lac ión d e l Cuerp o d e l S eñor , o f recen p iad o-
s í s i m a m e n t e a l P a d r e »
5 9
.
As í pues , los f ie les rec iben e l don del Espír i tu Santo , y como
poseedores de é l es tán capaci tados para hacer de su ex is tencia una
obra agradable a l Padre , una ofrenda f i l ia l de a labanza, una real idad
d e s a lv ac ión . H an s id o conf igurad os con Cr i s to H om b re q ue con
v i r t ió s u entera ex i s tenc ia en un cu l to p er f ec to , en una p erm anente
voluntad de glor i f icac ión dé Dios y de sa lvación de sus hermanos .
5 8 .
En el texto que transcrib im os a contin uación hubiera sido más adecuado
utilizar el término «fieles» en lugar de «laicos», pues se refiere a lo que el propio
Concilio denomina «sacerdocio común de los f ieles».
5 9 . Con st . dogm. Lumen gentium, 34. Subrayado nuestro.
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A N T O N I O A R A N D A L O M E Ñ A
Los f ie les part ic ipan e l sacerdocio de Cris to e jerc ido en los mis te
r ios de su v ida: v ida or ientada a la Cruz y a la resurrección, en
la que a lcanzará su f in , pero que aún no ha l legado a ese momento .
L os f i e l es p os een e l E s p í r i tu S anto , p ero no p ued en com unicar lo .
5 .
La distinción esencial entre el sacerdocio de los fieles y el sa
cerdocio d e los ministros
¿Por qué la naturaleza del sacerdocio común es d is t inta de la
naturaleza del sacerdocio minis ter ia l , s i ambos son part ic ipación del
ún ico sace rdo cio de Jesu cr is to ? Llegados a es te p un to , supuestas p o r
lo tanto todas las ref lex iones anter iores , bas ta con añadir a lgunos
puntos nuevos acerca del sacerdocio minis ter ia l para mostrar que su
naturaleza sacerdotal es d i ferente de la naturaleza del sacerdocio co
m ún, a l q ue p res up one .
L a d i f erenc ia ent re am b os — p arece ob v io s eña lar lo , p ero con
v iene no o lv id ar lo— es d i f erenc ia en cu an to s acerd oc ios , en t re «na
turalezas sacerdotales» , con lo que queremos indicar que una no es
la otra , s ino dis t inta . Y es to , ¿qué quiere decir? S igni f ica s imple
m e n t e q u e
la capacidad de mediación — recibida en uno u otro caso,
a través del respectivo don que configura con Cristo Sacerdote— , tiene
una doble forma de realizarse históricamente: pero en planos ontológi-
camente — no sólo operativamente— distintos.
La capacidad bau t ismal
de mediación sacerdotal y la capacidad minis ter ia l de mediación sa
cerdotal , subs is ten y se real izan his tór icamente en la Ig les ia en ám
bi tos ontológicos di ferentes : ese es e l único s igni f icado pos ib le de
la d i ferencia esencia l entre ambos sacerdocios , es decir , entre las na
turalezas de ambos .
No es una diferencia gradual o de intensidad, no es una dis
t inción cuant i tat iva . Es una dis t inción esencia l , porque cada una de
esas formas de part ic ipar e l sacerdocio pertenece a un ámbito dis
t into respecto al ser y al actuar de la Iglesia: es decir , respecto a la
ontología de la Iglesia. ( E v id ente m ente no res p e c to a la on to log í a de
la gracia o de la v ida sobrenatural en general , pues un minis tro no
es más cr is t iano que un s imple f ie l . Es una dis t inción entre sacerdo-
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EL
S A C E R D O C I O D E J E S U C R I S T O
EN
L OS M I N I ST R OS Y E N L OS F I E L E S
cios o capacidades de mediación que se mueven en planos distintos, pero
no entre modos diferentes de adquirir la condición de hi jos de Dios) .
La di ferencia esencia l entre ambas capacidades de mediación
en la Ig les ia , nos conduce a preguntarnos por la d i ferencia de los
dones sobrenaturales que es tán en e l or igen de cada una de e l las ,
y por los efectos que producen. La di ferencia esencia l radica , en
efecto , en esos dones sacerdotales d is t intos que producen efectos
dis t intos . Cuál sea la naturaleza de uno u otro don sacerdotal o ,
en lenguaje t radic ional , la naturaleza de cada uno de los caracteres
sacerdotales , es la cues t ión teológica más radical en es ta mater ia ,
p ues s e in terna d i rec tam ente en e l m is ter io s acerd ota l d e Cr i s to . La
t ra tarem os en un m om ento u l ter ior , d es p ués d e d etenernos en los
efectos dis t intos que cada uno de esos dones producen, que son los
d os m od os d i s t in tos d e p ar t i c ip ar e l s acerd oc io d e Cr i s to .
E l Cr i s to p as cua l , Cr i s to p ac iente - m uer to - res uc i tad o , es s u je to
sacerdotal de : a ) su propio sacr i f ic io redentor , b ) la donación del
Espíri tu Santo a la Iglesia . La Pascua de Cristo hace la Iglesia, real i
za la Ig les ia , porque a t ravés de e l la se t ransmite e l Don del Espír i
tu f i l ia l . Tras la g lor iosa resurrección, vencido ya e l pecado y sus
cons ecuenc ias , Cr i s to ent rega e l E s p í r i tu : ya hay p ara s i em p re I g le
s ia en cuanto com unid ad d e h i jos d e D ios , p os eed ores y p or tad ores
del Espír i tu . En e l Don del Parácl i to edi f ica para s iempre Cris to
glor ioso su Ig les ia , que es entonces e l lugar de la v ic tor ia sobre e l
pecado, el lugar de la glorif icación del Padre, el lugar de la salva
c ión d e los hom b res : e l Pueb lo s acerd ota l hecho a im agen s uya .
E l s acerd o c io d e J es u cr i s to en su m is ter io p as cua l co nt ie ne ,
pues, dos aspectos esenciales :
a) ser sacerdote de su propio sacrif icio: de la entrega de su
Cuerp o y d e s u S angre : don de su vida;
b) t ransmit i r inseparablemente e l Don f i l ia l^ e l Espír i tu del
Hi jo que des truye e l pecado, que permite a los hombres v iv ir en
d onac ión a l Pad re com o h i jos en e l H i jo : don de su Espíritu.
Y as í , Cr is to Sacerdote en su mis ter io pascual es e l Nuevo
A d án, Or igen d e la nuev a hum anid ad red im id a , Cab eza d e l nuev o
p ueb lo d e D ios renac id o d e l agua y d e l E s p í r i tu S anto .
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A N T O N I O A R A N D A L O M E Ñ A
Pues b ien, e l don del sacerdocio minis ter ia l en la Ig les ia con
s is te en part ic ipar e l sacerdocio de Cris to en su mis ter io pascual .
Par t i c ip ar , p or tanto :
a) su condic ión de su jeto o causa ef ic iente de su propia inmo
lac ión , s in l a q ue no p ued e hab er d onac ión d e l E s p í r i tu S anto ,
b ) s u cond ic ión d e d onad or o t rans m is or d e l E s p í r i tu S anto
com o f ru to y f in d e l a red enc ión , es d ec i r , com o s igno e f i caz d e
q ue e l p ecad o es tá p erd onad o y e l hom b re ha s id o hecho h i jo d e
D i o s .
El sacerdote minis ter ia l rec ibe en suma la capacidad de obrar
com o s u je to p ers ona l en aq ue l las acc iones ex c lus iv as d e l Cr i s to g lo
r i o s o , C a b e z a d e l n u e v o p u e b l o d e D i o s
6 0
. E l m in i s t ro ha rec ib i
do esencia lmente la capacidad de agere in persona Christi Capitis, y
eso s igni f ica de manera pr incipal tener e l poder de real izar e l sacr i
f ic io eucar ís t ico y de perdonar los pecados . Es decir , ha rec ib ido la
capacidad de edif icar o construir la Iglesia
in persona Christi Capi
tis.
En la ontología de la Ig les ia , e l sacerdote minis ter ia l es part ic i -
p a d a m e n t e — e n C r i s t o g l o r i o s o — s u j e t o e f i c i e n t e
6 1
.
Nada de eso sucede en e l caso del s imple f ie l . Su sacerdocio
part ic ipado se mueve en otro plano del ser y del ex is t i r de la Ig le
s ia,
c o m o e n o t r o p l a n o s e m o v í a , históricamente hablando, el sacer
d oc io d e Cr i s to en s u ex i s tenc ia t e r rena anter ior a l a Pas cua . D u-
60 . U na profund a descripción de esas acciones es la que ofrece Lumen gentium,
n, 28,
6 1 .
Otr as acciones de Cristo C abeza, com o la de ser Pastor que conduce am o
rosamente a su pueblo —y con él a toda la creación— hacia el definitivo encuen
tro con el Padre (munus regale) o ser Maestro que revela el misterio del Padre y
de su amor (munus propheticum), son inseparables de su presencia personal en la
Iglesia, pero presuponen las mencionadas acciones esenciales, que construyen la
Iglesia (don de su vida, don de su Espíritu). Entre el munus sacerdotal* de Cris to
Cabeza y los otros dos
muñera
hay una necesaria co nex ión , pero antes hay una
subordinación o dependencia de éstos respecto de aquel. Y así también sucede, de
manera análoga, por vía de participación, en el sacerdote ministerial: sus acciones
esenciales tienen lugar en la realización del sacrificio eucarístico y en el perdón
de los pecados, pero a ellas se unen inseparablemente su condición de pastor y
maestro. Pero sobre esto no es ahora momento de hablar con mayor detención.
Sólo una advertencia: el esquema del triple oficio se está usando en la teología con
cierta amplitud, de tal modo que dificulta la comprensión del misterio sacerdotal
de Jesucristo. Es un asunto grave.
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E L S A C E R D O C I O
DE
J E S U C R I S T O
E N
LOS
M I N I S T R O S
Y EN LOS
F I E L E S
rante su ex i s tenc ia en B e l é n , N a z a r e t , etc., en los m is ter ios de su
vida —que son mis ter ios sacerdotales , finalizados en el mis ter io pas
cua l ,
con el que
f o r m a n i n t e n c io n a l m e n t e
una
so la cosa—,
aún no
había l legado el t i e m p o de la p as ión- cruz- res urrecc ión ; «aún no ha
bía Espír i tu , pues Jesús todavía no hab í a s id o g lor i f i cad o» com o es
c r i b e San J u a n
6 2
; aún no había s ido históricamente h e c h a la Iglesia
c o m o c o m u n i d a d de p o s e e d o r e s del E s p í r i t u . P e r o en C r i s t o , que
es el U n g i d o , el p o r t a d o r - p o s e e d o r por e x c e l e n c i a del E s p í r i t u , ya
v i v í a i n t e n c i o n a l m e n t e la Igles ia: toda la ex i s tenc ia t e r rena de J es ús
antes
de la
Pas cua
es la
an t i c ip ac ión
y el
m o d e l o
del
ex i s t i r f u turo
de la Igles ia, es d e c i r , de la ex is tencia f i l ia l de los b a u t iz a d o s c o m o
un v iv i r en d o n a c i ó n al P a d r e y a los h e r m a n o s . La ex i s tenc ia de
J e s ú s es una ex i s tenc ia s acerd ota l : g lor i f i cac ión del Padre , sant i f ica
c i ó n del m u n d o , e n t r e g a a los h o m b r e s , t e s t i m o n i o del R e i n o , c o n
s agrac ión
de la
e n t e r a c r e a c i ó n .
E s e es el e j e rc i c io del s acerd oc io de C r i s t o que im i tan los
simples f ieles gracias
al don
s acerd ota l b aut i s m al .
Su
s a c e r d o c i o
co
m ú n es p ar t i c ip ac ión del s acerd oc io de C r i s t o en los m is ter ios de
su vida, del C r i s t o p o r t a d o r del E s p í r i tu con el que fue U n g i d o ,
d e l C r i s t o H i j o
del
P a d r e
y
h e r m a n o
de los
h o m b r e s
que
hace
de
su ex is tencia un sacr i f ic io espir i tual de r e d e n c i ó n , en el que —no
h i s t ó r i c a m e n t e aún, sí como causa f inal - - ' es tá ya l a t i end o la C r u z
y la G l o r i a . A l l í no v e m o s aún, pues no ha l legado el t i e m p o , su
« h o r a » ,
al
S a c e r d o t e - V í c t i m a g l o r i o s o , d o n a d o r
del Don,
C a b e z a
de
l a nuev a hum anid ad . A l l í no hay toda vía Iglesia hi stó rica : all í está
s ó l o El, de c a m i n o h a c i a la P a s c u a , a c o m p a ñ a d o al f inal por el gru
p o de los d isc ípulos y por los doce , sobre quienes risto glorioso
edi f icará la Ig les ia entregándoles el don m in i s ter ia l .
L os f i e l es corr ientes no p ar t i c ip an s acerd ota lm ente en la edifi
c a c i ó n de la Igles ia, pero son la Igles ia edif icada. No o f recen el Sa
cr i f i c io eucar í s t i co ,
ni dan el
p e r d ó n
de los
p ecad os
al
e n t r e g a r
in
persona Christi el
E s p í r i tu S anto , p ero
son lá
Igles ia:
son el
f ru to
del Sacr i f ic io eucar ís t ico y del Don del P a r á c l i t o . Son Cr i s to S acer
d o t e en su ex is tencia terrena f i l ia l ; no son C r i s t o S a c e r d o t e en sus
62 .
Jn 7,39.
399
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A N T O N I O R A N D A L O M E Ñ A
acc iones p as cua les f und ac iona les . S u s acerd oc io , q ue no f und am enta
o edi f ica la Ig les ia , d i f iere esencia lmente del sacerdocio minis ter ia l .
Pero la ex is tencia sacerdotal del s imple f ie l mira a la Eucar is
t ía y a l Don del Espír i tu como a su centro y a su f in , pues su sa
ce rd oc io es part ic ip ado del de Jes uc r is to : final izado a los sucesos y
a los dones pascuales . La part ic ipación en e l Sacr i f ic io eucar ís t ico
y la puri f icación del Baut ismo y de la Peni tencia son la esencia de
su ex is tencia cr is t iana, la ra íz de su ident idad sacerdotal f i l ia l
M
.
Con lo q ue hem os d icho has ta aq uí , p arece s uf i c i entem ente
expl icada la d is t inción esencia l entre las dos formas de sacerdocio
que ex is ten en la Ig les ia . Ambas son part ic ipación del único sacer
d oc io d e Cr i s to : d e ah í s u m utua ord enac ión , y s u es enc ia l re f eren
c ia a la Eucar is t ía y a l perdón del pecado por la donación del Espí
r i tu Santo ; ambas di f ieren esencia lmente en su ef ic iencia respecto a l
ser y al obrar de la Iglesia, es decir , respecto a la ontología de la
Iglesia .
I I I .
P A R T I C I P A C I Ó N
D E L
S A C E R D O C I O
D E
J E S U C R I S T O
Y
C A R Á C -
T E R S A C R A M E N T A L
1 . La cuestión a estudiar
L legam os a l ú l t im o p unto d e nues t ro es tud io . E l m ás b rev e .
Pero la brevedad no será debida a su menor importancia , s ino a
que, cons c ientem ente , v am os a red uc i r l a re f l ex ión a l a s im p le ind i
cac ión d e un cam ino a s egui r , q ue ahora no es e l m om ento p ara
nos ot ros d e d es arro l la r .
E l tema a t ratar es e l del carácter d el B a u t i s m o ( c o n la C o n
f i rm ac ión) y d e l Ord en , o lo q ue antes hem os d enom inad o d ones
sacerdotales que se entregan de manera doble en la Ig les ia ; sobre la
di ferencia esencia l entre sus naturaleza y sus efectos ya hemos t rata
d o . E l tema que se debe es tudiar ahora es qué es el carácter en cuan-
63 .
Esta doctrina
se
encuentra desarrollada
en LG 11 y
lugares paralelos
del
Concilio.
No es
nuestro tema actual
y no es
preciso detenerse
en ella.
400
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EL
S A C E R D O C I O
DE
J E S U C R I S T O
EN LOS
M I N I S T R O S
Y EN' LOS
FIELES
to participación sobrenatural en el sacerdocio de Cristo, cómo ex
presar teológicamente la naturaleza de ese don que configura —se
gún dos modos distintos— con Cristo Sacerdote
M
.
La reflexión histórica sobre el carácter ha dado lugar, desde
la época patrística hasta nuestros días, a una copiosa bibl iografía
6 5
.
Es cierto, sin embargo, que los autores se han sentido inclinados
a estudiar sobre todo los efectos del carácter (o de los distintos ca
racteres sacramentales), es decir, la participación en el sacerdocio de
Cristo que produce ese don. Y ese estudio ha sido además realizado
principalmente en el plano operativo
6 6
. En este punto no vamos a
detenernos ahora, tanto porque ya hemos estudiado qué es partici
par el sacerdocio de Cristo como ministro o como simple fiel —y
eso los hemos planteado en el plano de la naturaleza de esos sacer
docios, y no sólo en el de sus' operaciones—, cuanto porque la cues
tión verdaderamente interesante no son los efectos del carácter, si
no qué es el carácter, qué tipo de configuración con Cristo produce
en quien lo recibe .
64 .
La relación entre carácter y sacerdocio de Cristo es tradicional en el pensa
miento teológico católico, como puede verse, por e jemplo, en las magistrales refle
xiones
de
Santo Tomás
de
Aquino. Dice Tomás: «Character sacramentalis
est
quaedam participatio sacerdotii Christi in fidelibus eius: ut scilicet, sicut Christus
habet plenam spiritualis sacerdotii potestatem, ita fidèles eius ei configurentur in
hoc quod participant aliquam spiritualem potestatem respectu sacramentorum
et
eorum quae pertinent
ad
divinum cultum»
S.
Th.,
III, q.63, a. 5c). Por ser
partici
pación del sacerdocio de Cristo lo denomina «character Christi», por el cual «illi
qui deputanrur
ad
cultum christianum, cuius auctor
est
Christus, characterem acci-
piunt quo Christus corifiguraniur» {lbid., a.3 ad 2m).
65.
Cfr J .
ESQUERDA,
Síntesis histórica
de
1 .a teología sobre
el
carácter. Líneas
evolutivas e incidencias en la espiritualidad sacerdotal,
en «Teología del sacerdocio»,
vol. VI, Burgos 1974, pp. 211-277, con amplia bibliografía; J . GALO T, Carácter y
carism.., en ibidem, pp. 262-277; Prêtre
au nom du
Christ,
o.c
pp. 196-217.
66.
Siguiendo con el e jemplo de la teología de Santo Tomás, basta recordar su
conocida doctrina sobre el carácter como signo que pone en quien lo recibe :
«quandam potentiam spiritualem ordinatam
ad ea
quae sunt divini cultus»
S.Th.,
ITT, q.63, a. 2c), que es In mismo que describirlo por sus efectos. En ese sentido,
n o hay inconveniente en definir el carácter como una «deputatio ad cultum Dei
secundum ritum Christianae religionis» ibid.). No obstante, Tomás, como señala
m os en la nota siguiente, también se ocupa de lo que podemos llamar con sus pa
labras: «essentia characteris»
ibid.,
a.2 ad 3m).
67. En el lugar que hemos citado de la Summ a Theologiae (III, q. 63), sugiere
Santo Tomás su visión teológica de este punto con su característica y profunda
argumentación metafísica
(cfr. a. 2c y ad lm, ad 2m, ad 3m; a. 4 ad 1m y ad 2m;
401
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A N T O N I O A K A N D A L O M E Ñ A
N o es f r e c u e n t e hoy en día e s ta p rob lem át i ca t eo lóg ica , q u i
z á s p o r q u e
la
t eo log í a
del
s acerd oc io
ha
e x p e r i m e n t a d o
un
c i e r to
giro hacia
una
t eo log í a
del
m i n i s t e r i o ,
y, por lo
tanto , hacia pos i
c iones s i tuadas más b ien en el t e r r e n o de la f unc ión s acerd ota l . En
real idad, la f u n c i ó n o, m e j o r d i c h o , la m i s i ó n de los s acerd otes o
d e los s imples f ie les requiere una p rev ia cons ag rac ión c o m o f und a
m e n t o e s t a b l e . Y ahí se p lantea la cues t ión del carác ter , co m o s igno
y p od er conf er id o por el Esp ír i tu Sa nt o , realidad espir i tual n ueva
y p e r m a n e n t e
en el
s u j e t o c o n s a g r a d o
6 8
.
Sin
e m b a r g o ,
es
ev id ente
que ex is te
un
d e s p l a z a m i e n t o
de
in terés — d es p lazam iento
que
v o l
verá a cent rars e en el m o m e n t o o p o r t u n o — en el t r a t a m i e n t o t e o
l ó g i c o de la cues t ión , hac ia la p r o b l e m á t i c a del m i n i s te r i o y que és
te , a su vez, es c o n t e m p l a d o por a lgunos ex c lus iv am ente en el
t e r r e n o f u n c i o n a l
6
' ' .
E n el r ec iente m agis ter io de la Iglesia las r e f erenc ias al carác
te r se r ed ucen a m ani f es tar la d oc t r ina t rad ic iona l : ex i s tenc ia de ese
s igno indeleble que c o n f i g u r a con C r i s t o S a c e r d o t e , y que en el ca
so del m i n i s t r o le capaci ta para actuar in persona Christi, y le hace
p ar t í c ip e de su exousia. En o t ros as p ec tos no ha en t rad o el ma
gis ter io
7 5
.
a.
5 ad lm y ad
2 m ) .
No
desarrolla
sus
sugerencias, sino
que
simplemente
las
deja
anotadas; son de gran valor. M ucho se ha comentado esa doc trina hasta nu estros
días, y
m u c h o
se ha
olvidado precisamente
en
nuestros días. Siguiendo
a
T o m á s
o
sin
seguirle,
no
dudo
en
afirmar
la
necesidad
de una
reflexión actual sob re
el
carácter, fundada en una renovada comprensión del misterio sacerdotal de Cristo:
una reflexión
que
ponga
su
atención
en la
realidad ontològica
del
carácter sacerdo
tal
del
Orden
y del
Bautismo-Confirmación,
y no
sólo sobre
los
aspectos funcio
nales. Una reflexión así exige un pensamiento metafisico.
68 . Cfr. A. FAVALE,
El ministerio presbiteral, o.c,
p. 68. A. MARRA7.I-
N1 ,
Problematica del carattere sacerdota le dopo il Concilio Vaticano II,
en
«Aspetti della teologia
del
sacerdozio dopo
il
Conci l io» , Roma
1974, pp.
25-64.
6 9 .
Cfr. un
análisis
de
esas posturas
y de sus
límites
en G. GOZZELINO,
Curai-
WK ministeriale
e
Spiritualità,
«Rivista Liturgica» 63
( 1 9 7 6 ) 6 5 2 - 6 7 3 .
Cfr. también
J . GALOT,
Carácter y carisma, o.c.
en
nota
64.
70.
Cfr.
Presbyterorurn ordinis
2c;
Sínodo
de los
Obispos
de
1971 , De sacerdotio
ministeriale,
I, 5.
Este texto
se
muestra interesado sobre todo
en
subrayar
la
per
manencia
del
carácter sacerdotal saliendo
al
paso
de
algunas posiciones teológicas
extremadas, propias
de
aquellos años. Sobre
la
cuestión
de la
permanencia
del ca
rácter sacerdotal
en el
contexto
de
dicho documento,
cfr. J. MEDINA,
En torno
a la permanencia del sacerdocio,
en
«Teología
y
Vida»
13
(1972) 55-65.
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http://slidepdf.com/reader/full/stxxii-203 39/40
E L S A C E R D O C I O D E J E S U C R I S T O
E N L OS M I N I ST R OS Y E N L OS F I E L E S
2. Una línea teológica a seguir
La l ínea a seguir en un a teología , actual so bre e l cará cter , ha y
q u e b u s c a r l a e n u n a c o m p r e n s i ó n r e n o v a d a d e C r i s t o H o m b r e y d e
su mis ter io sacerdotal . Y la pregun ta a plantearse es porqué ese don
de gracia es indeleble. Esa es la cues t ión teoló gica pr in cipa l : p or qué
es conf igurac ión ind e leb le con Cr i s to S acerd ote — en s u m is ter io
pascual o en los mis ter ios de su v ida—, y no es conf iguración pasa
jera , o suscept ib le de perderse y recuperarse como la gracia sant i
f i cante .
E n C r i s t o S a c e r d o t e n o h a y , p r o p i a m e n t e h a b l a n d o , c a r á c t e r
s acerd ota l , s ino q ue s u H um anid ad S ant í s im a es tá unid a
in persona
al Verbo, y ungida por e l Espír i tu para la mis ión rec ib ida, dotada
de todas las gracias y los dones . Su Humanidad sacerdotal no puede
d e jar d e s er H um anid ad d e l V erb o encarnad o , n i d ecae d e s u cond i
c ión d e ins t rum ento d e la red enc ión . L a ex i s tenc ia d e es a na tura le
za hum ana as um id a p or e l V erb o y gob ernad a p or e l E s p í r i tu . . . , l a
unid ad en e l l a d e cons agrac ión en e l p lano onto lóg ico — unión
hipostát ica— y mis ión en e l p lano ex is tencia l —pleni tud de los do
nes de gracia , unción del Espír i tu—, no puede ser des truida: es per
m a n e n t e . C r i s t o H o m b r e e s C r i s t o S a c e r d o t e .
L a p ar t i c ip ac ión s ob renatura l en e l s acerd oc io d e Cr i s to no es
s ó lo p ar t i c ip ac ión en s u f unc ión s acerd ota l , s ino conf igurac ión con
s u H um anid ad s acerd ota l , t anto en e l p lano onto lóg ico com o en e l
ex i s tenc ia l . E s conf igurac ión Con ló que Cristo es,
on
lo qué
no
puede de jar de ser , porque sólo es eso : Cr is to , e l Hi jo encarnado
d e D ios , e l U ngid o p or e l E s p í r i tu , e l S acerd ote d e l a N uev a L ey .
E l carác ter s acerd ota l es l a conf igurac ión p erm anente , ind e le
b le con la p erm anente e ind e leb le cons agrac ión- m is ión d e Cr i s to
S acerd ote : es conf igurac ión con s u H um anid ad , en cuanto ins t ru
m e n t o in s e p a ra b l e d el V e r b o y - d e o t r o m o d o , e n o t r o o r d e n —
d el E s p í r i tu . S i e l B aut i s m o ( con la Conf i rm ac ión q ue lo p len i f i ca
en e l p lano op era t iv o) com unica un carác ter s acerd ota l d i s t in to
esencia lmente del t ransmit ido en e l Orden, la razón es tá en la d i fe
rente part ic ipación, ya es tudiada, en e l sacerdocio de Cris to por
parte de los ministros o los s imples f ieles . Ese es el misterio partici -
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A N T O N I O A R A N D A L O M E N ' A
pado y e l s igni f icado teológico de la doble conf iguración. En es te
punto cabr ía cont inuar con una especulación metaf í s ica acerca de la
o n t o l o g í a d e l c a r á c t e r , c o m o d o n q u e c o n f i g u r a c o n C r i s t o H o m
b re en s u cond ic ión e f i c i ente - ins t rum enta l d e l a red enc ión . N o es
é s t e e l m o m e n t o .
En cambio, debe ser fuertemente acentuada la verdad que se
deduce de lo que hemos dicho: sólo por la inamis ib i l idad del doble
carácter sacerdotal hay Ig les ia , porque sólo por é l hay un doble sa
cerd oc io p ar t i c ip ad o d e l s acerd oc io d e J es ucr i s to .
Ahí radica , a nues tro entender , e l punto a subrayar y la l ínea
teológica a seguir , que aquí sólo de jamos incoada: la inamis ib i l idad
del doble carácter sacerdotal en cuanto que: 1 ) Cr is to no puede de
jar de ser quien es (e l Sacerdote de la Nueva Ley, Cabeza de la
Igles ia , Origen e Imagen de la humanidad redimida) , y 2) la Ig les ia
( a l a q ue antes d enom ináb am os «la presencia histórica, hasta el fin
de los tiempos, del misterio sacerdotal de Jesucristo»),
no puede de jar
de exist ir .
A n t o n i o A r a n d a
Facul tad d e T eo log í a
U niv ers id ad d e N av arra
P A M P L O N A
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