4 - CULTURA Y NACIÓN * CLARIN - Jueves 30 de mayo de 1996
ENTREVISTA CON LESLBE FEINBERG, UNA ESCR3TORA S3NGULAR
PARECE UN HOMBRE, AUNQUE ELLA PREFIERE DEFINIRSE COMO "UNA MUJER MUY MASCULINA". SU NOVELA "STONE
BUTCH BLUES" PROVOCO UN VERDADERO REVUELO E INCORPORO AL LENGUAJE LA CATEGORÍA DE TRANSGENERO. EN
NUEVA YORK, FEINBERG HABLO DE LO DIFÍCIL QUE ES CRECER EN UN MUNDO PARA EL QUE SOLO EXISTEN DOS SEXOS
PATRICIA KOLESNICOV
o es fácil decidirlo: si uno no sabe nada y se encuentra con Leslie Feinberg, naturalmente la tratará
en masculino. Si uno sabe quién es puede pensar que, justamente, lo que quiere es ser llamada "él" y no "ella". Más tarde, promediando la entrevista, Leslie Feinberg dará la respuesta: "El problema es que hay tres pronombres en inglés: Sht (ella), He (él), It (ello). ít siempre se ha, usado para indicar que no se trata de un humano, así que lo descartamos. ¿Y qué nos queda? Yo soy más compleja que el esquema de los pronombres, lo siento
"UNO TIENE QUE SER
LIBRE PARA EXPRESAR
SU GENERO COMO LO
SIENTA."
mucho. Pero no me voy a simplificar para entrar en uno u otro. No es un pro-i blema mío, es un problema de la lengua.1
La gente suele llamarme He/she. He habla de mi género; She habla de mi sexo;
de nacimiento. Y la barra dice: no sabemos cómo nombrar esto".
Ahora, antes de empezar, Feinberg se para en la esquina de Christopher Street y la Séptima, justo en la puerta de la cigarrería que es el punto central del barrio gay de Nueva York, y se acomoda la corbata con sus manos cargadas de anillos.
Pasa mucha gente por la puerta de la cigarrería. De día y de noche. Solos y de la mano, chicos y chicas. Hombres robustos de bigote rubio y pantalones de cuero abrazando a hombres robustos con anteojos negros y chalecos ajustados. Una mujer con minifalda enganchando los dedos en el aro que su compañera luce en el ombligo.
Feinberg, que espera en la esquina, es la autora de Stone Butch Blues, uno de los libros que sacudió a la comunidad homosexual norteamericana, y parece un hombre. Se viste como un hombre, camina como un hombre. Se puede pensar que es algo así como un travestí. La diferencia es que los travestís suelen decir que son mujeres. Feinberg no dice que es un varón. Dice que es una mujer masculina. Dice que ha optado por ser parte del género masculino sin dejar de integrar el sexo femenino. Esto es: adopta las formas de hacer y parecer que estamos habituados a ver como masculinos pero
EI/ENa. La novela de Feinberg, de rasgos autobiográficos, provocó una verdadera revolución en el círculo gay.
no cree que eso" es ser un varón. Cree que eso es ser una mujer de otra manera. Por eso, no se define como travesti ni como transexual, sino como "transgénero". Hay que pensar en una nena que revoleó: todas las muñecas, y se dedicó a jugar con camiones.
A partir de esa elección, Feinberg y la gente como ella encuentran una vida co-; tidiana difícil. Un ejemplo: la entrevista1
se hizo en un bar que fue elegido por la escritora porque tenía un solo baño, uni-sex. En un lugar público, las mujeres se espantan si con ese porte, Feinberg cruza' el portal que dice "Damas". Y ella no; quiere entrar al de^"Caballeros". Tampoco es fácil coñse^ir~trábajo. Tendrá i que superar muchos prejuicios antes de¡ que la acepten como mujer y el docu-i mentó delatará que las "apariencias enga- i ñan y Feinberg no es el varón que los! ojos muestran.
Pero antes de las entrevistas, de las mesas redondas y el reconocimiento público, Leslie fue una niña que nació en Kansas en 1949 y creció -rara, incómoda,!
en lucha con el espejo- en BufFalo. Hace: 25 años decidió que la lucha individual;
no era lo suyo y empezó a militar en el' Workers World Party, un partido socialista norteamericano. Fue desde las páginas: de su periódico que se acercó a la escritura. Mientras tanto, trabajaba como obrera industrial, como lavacopas y, finalmente, como tipiadora.
Ahora, que Leslie Feinberg ya es Leslie Feinberg y concede entrevistas, Leslie Feinberg es amable, política y calma, como quien ya ha respondido las más terribles preguntas. Durante toda la charla mantendrá el tono cordial y hasta didáctico y la sonrisa cálida.
-Parece haber algunas coincidencias entre su vida y la de su personaje. ^ Stone
Butch Blues es una autobiografía? -No, es ficción, pero tomé para escri
bir algunos elementos que conozco bien. Yo no sé cómo es crecer en este país y no ser judía. Así que mi personaje es judío también. Y sé cómo es ser obrera industrial o tipiadora siendo una persona transgénero. Pero las cosas que le pasan al personaje, e incluso la manera comoi ve el mundo, son distintas a las mías porque mi personaje está muy solo y yo tuve amor y apoyo. Quería hablar de este tipo de forma de sentir, de la opresión que se sufre y cómo se va creciendo. Creí que iba a llegar más a la verdad a través de la ficción que contando mi vida. Algunos me dijeron: "Esa es mi vida también". Y esa no es su vida tampoco.
-Su libro causó impacto porque habló de gente que parece realizar un esfuerzo para no ser parte del sexo que figura en sus documentos. ¿Usted le da alguna ex-
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Blues de la calle Christopher. Leslie Feinberg, la ninitá judía nacida en Kansas, se convirtió en adalid del movimiento transgénero en su país.
plicaáón a esta elección? -En realidad, estoy cansada de que la
gente diga: "Pobre cosa, ¿por qué sos así?". Es perfectamente natural que haya diversidad. A través de la historia siempre hubo gente que desafió la idea de qué es ser un varón o qué es ser una mujer. Como a esta altura ya se sabe, no es lo mismo sexo y género. Por un lado está el cuerpo, las características con las que se nace. Y por otro, la forma en que se expresa la subjetividad. Entre los años 60 y los 70 la gente del movimiento de mujeres estaba furiosa con la existencia de valores ligados a lo femenino y a lo masculino, porque se hizo muy fuerte la conciencia de la opresión de género. Entonces les disgustaban mucho las personas como yo.
-Que elegían reproducir aquello contra lo que se peleaba...
-Eso decían. Pero el problema es la valoración de los géneros, no su existencia. Mi manera de ser, tu manera de ser, no son un problema. Ahora, si vos pensás que yo soy mejor que vos porque soy masculina y vos sos femenina... Creo que cada uno tiene que ser libre de expresar su género como lo sienta. Lo malo no es lo masculino, lo malo es la opresión. Pero yo no quería escribir un libro que mostrara a la gente transgénero como víctima. Quería contar cómo crecen y cómo aprenden. Cómo se llega a entender: esto me pasa a mí, ¿qué te pasará a vos? Quería dejar claro que no somos como; somos como resultado de la opresión ni porque nos pasó algo malo, sino que somos así y es por eso que somos oprimidos. Pero que hay posibilidades de entender y de pelear por un lugar en la sociedad.
-Su libro narra la construcción de una identidad en un medio hostil. ¿Qué se pierde y qué se gana en ese proceso?
-Creo que, básicamente, se construye conciencia. Pero no solamente de uno mismo, sino que también se aprende a 'mirar alrededor. A tratar de entender el porqué del odio. Creo que puedo enfrentar cualquier cosa si la entiendo. Pero, si no, es terrible. Porque cuando uno no entiende tiende a culparse a sí mismo. Y es bueno saber que puede pasar algo malo y que la culpa no sea mía.
—¿La identidad transgénero se construye sin modelos?
-Desde chiquitos nos enseñan cómo se es varón, cómo se es nena. Pero ni todas las nenas ni todos los varones apren
den lo mismo. Nos dijeron que la femineidad era como... perfume. Y la masadinidad como colonia. Pero, cuando la colonia o el perfume se ponen sobre varias personas, cada uno huele a otra cosa. Cada uno tiene su química.
-¿Usted piensa que el transgéneio es una identidad separada de la femenina y la masculina?
-Entre lo masculino y lo femenino hay todo un espectro. A veces esa ambigüedad es incluso física. Pero cuando nace un chico ambiguo se lo "corrige" mediante cirugía. La gente que está en el medio de ese espectro está demonizada.
-¿Por qué? -Fundamentalmente, hay que pensar
tone Butch Blues, el libro de Leslie Feinberg, cuenta la historia de
^**^ Jess Goldberg, una niña que descubre que se siente más cómoda disfrazándose con el traje de papá que con el lápiz de labios de mamá.
Su camino, como una mujer masculina a principios de los 60, tiene algunas piedras.
La polida, por ejemplo, reprime dura y violentamente a estas mujeres masculinas que no cumplen con una ley -vigen-i [te en ese momento- que exigía que todas! |las personas vistieran por lo menos tres ¡prendas típicas de su sexo.
en el sistema en el que vivimos. Para que un sistema fuhciane, las cosas tienen que estar en orden. La desigualdad de las mujeres ha hecho funcionar nuestras sociedades. ¿Cómo se haría para tratar a las mujeres en forma desigual si no se pudiera decir la diferencia entre varones y mujeres? Y también podríamos pensar. que, en una sociedad donde una mujer puede convertirse en varón, un esclavo puede convertirse en amo.
-¿Pondría su libro en el estante de escritura fi^enma?^
—No depende de mí. Yo lo pondría en un estante que no estuviera clasificado por sexo. Yo no pondría "Varones" o "Mujeres" en la puerta de los baños. Pondría "baño". Pondría: "buenos libros".
a — M — W — M — — M i H H a — a — M M I M — M M M W a W l l i M i l i É l
"STONE BUTCH BLUES", EL LIBRO
]ess se refiere a sí misma como una "stone butch". En la jerga homosexual^ "butch* es una mujer masculina. Leslie' Feinberg explica que "stone butch" es una expresión con dos significados.
Por un lado, señala a una persona que río se puede dejar tocar sexualmente. Por otro, se usa la palabra "stone* (piedra) como un adverbio que significa "mucho". Esta acepción es común entre los negros norteamericanos.
"Stone butch" sería algo así como "muy masculina". "La gente -dice Leslie Feinberg— ve a una mujer masculina,1
que casi no se deja tocar y piensa que sé
trata de una manera de ejercer poder, porque lo masculino es visto como lo fuerte. No ven que es alguien totalmente desguarnecido, que no puede confiar. No ven cómo duele."
Stone Butch Blues, el libro, es una saga de mucho de ese dolor y, también, de algunas alegrías. Además de las amorosas, las políticas.
Jess lucha por entrar a formar parte del sindicato. Cuando lo consigue, la alegría de la primera huelga en la que participa: activamente es sólo equiparable con la] del primer beso de Theresa, la mási amada.