Proceedings del XXX Encuentro Nacional de Facultades de Administración y Economía ENEFA Proceedings – Vol. 7, año 2014
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5.09. LOS DESAFÍOS DE LA INNOVACIÓN CURRICULAR: HACIA EL
DISEÑO DE UN SISTEMA DE EVALUACIÓN PARA LAS PRÁCTICAS
PROFESIONALES DE LA ESCUELA DE COMERCIO, PUCV.
Autores:
NÚÑEZ VALDÉS, K. 1
HERMOSILLA CORTÉS, J. 2
1 [email protected] Teléfono 032-2273333
2 [email protected] Teléfono: 032-2273418
Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Avda. Brasil 2830, Edificio Monseñor Gimpert, sexto
piso.
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RESUMEN:
En la actualidad las Universidades han debido asumir diversos desafíos en lo que se refiere a la
formación académica y profesional de sus estudiantes, lo que ha repercutido directamente en el
currículo, pues se ha hecho cada vez más necesario implementar cambios o innovaciones a éste, que
satisfagan las exigencias del mercado laboral y con ello las demandas de la sociedad. En este contexto
la Escuela de Comercio, formadores de los futuros Contadores Auditores de la PUCV, decidió el año
2009 tras una auto evaluación diseñar e implementar un nuevo Plan de Estudios que incorporara,
entre otros elementos prácticas profesionales, cuyo objetivo es insertar paulatinamente a los
estudiantes en el mundo laboral, surgiendo con esta innovación la necesidad de poseer un sistema
evaluativo orientado hacia una evaluación para el aprendizaje, con la finalidad de obtener un máximo
provecho de esta actividad. En este artículo se darán a conocer las principales características de la
innovación desarrollada, se discutirá el concepto de evaluación y en específico la evaluación para el
aprendizaje, para finalmente presentar la investigación que se llevo a cabo para el diseño del sistema
de evaluación de las prácticas; objetivos, metodología y sus resultados. Con este artículo se pretende
dar a conocer la experiencia de la Escuela de Comercio entorno al desarrollo de un sistema de
evaluación para el aprendizaje, en función de un nuevo Plan de Estudios concebido a partir de las
necesidades de la sociedad actual.
Palabras claves: Innovación curricular, Evaluación para el aprendizaje, Prácticas profesionales,
Docencia universitaria.
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INTRODUCCIÓN:
La Escuela de Comercio de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso posee una larga data en lo
que se refiere a su funcionamiento, pues nació al mismo tiempo que la Universidad, creándose al
interior de la Facultad de Comercio y Ciencias Económicas, hoy llamada Facultad de Ciencias
Económicas y Administrativas, siendo de este modo una de las primeras ofertas académicas de la
Universidad. El primer rector de la UCV, don Ruben Castro, ya senalaba en la epoca que “la Facultad
de Comercio no es simplemente un Instituto de Contabilidad, como lo son de ordinario los de su
género en nuestro país, sin descuidar ese ramo, su programa es más amplio. Trataremos de preparar
a los jóvenes para que conozcan a fondo las diversas actividades de la vida comercial; formaremos su
carácter profesional para despertar en ellos las iniciativas vocacionales que los hagan luchar por
cuenta propia” (Informe de Auto-evaluación Escuela de Comercio, 2013). De aquel discurso, hecho
hace ya, ochentaicinco años, se desprende la importancia de una solidez teórica y de la formación
profesional del Contador Auditor de la PUCV, éstos y otros elementos en la actualidad son
considerados como fundamentales, por lo que se han plasmado en el Perfil de Egreso de la Carrera,
el cual si bien se ha modificado de acuerdo a los tiempos y a las demandas de la sociedad en lo que
se refiere a la enseñanza de la profesión se ha mantenido fiel a su esencia. En la última década la
Escuela de Comercio ha debido desarrollar múltiples innovaciones a su currículo como parte de un
proceso de auto-evaluación que le ha permitido conocer los aspectos a mejorar. En este contexto se
implementó un nuevo Plan de Estudios que incorporó tres prácticas profesionales como obligatorias
a la formación profesional, lo que ha significado un gran desafío en lo que se refiere no sólo a sus
objetivos y seguimiento sino que también a su evaluación, con miras hacia una evaluación para el
aprendizaje de los y las estudiantes de la Escuela. El objetivo de este artículo es presentar la
experiencia de la Escuela de Comercio de la PUCV, entorno al rediseño del sistema de evaluación de
las Prácticas Profesionales, el cual está orientando al mejoramiento del desempeño de los/las
estudiantes en el mundo laboral, por ello se presentará la innovación curricular llevada a cabo, la
discusión del concepto de evaluación, el proceso de investigación y la construcción de los
instrumentos de evaluación para estas prácticas, esbozándose finalmente los alcances que pueden
tener éstos en la formación de los estudiantes y su posible implementación en otros contextos
universitarios.
INNOVACIÓN CURRICULAR ESCUELA DE COMERCIO PUCV.
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Como ya se ha mencionado, la Escuela de Comercio, posee una larga data en términos fundacionales,
pero no será sino a partir de la década de los sesenta que se observaran los primeros cambios al
currículo, derivados de la consolidación del programa de Contador Auditor, lo cual fue una evolución
natural de los programas de Contador General y Contador Auditor ya existentes en la Universidad.
Para inicios de los sesenta se extendía la formación del Contador Auditor en dos años, con la finalidad
de comenzar a otorgar un grado académico a los egresados. En 1962 se dará la opción de acceder al
grado académico de Licenciado en Comercio y Ciencias Económicas con mención en Finanzas. Esta
tendencia hacia el cambio del currículo se agudizará con las constantes demandas de la época y de
un Chile en crisis que a fines de los años setenta culminará con un profundo cambio curricular, donde
participaron los diferentes actores asociados a la Escuela en aquel período: profesores, estudiantes
y egresados. Este cambio se materializó en un nuevo Plan de Estudios de cinco años, en que se
otorgaba simultáneamente el título profesional de Contador Auditor y el grado de Licenciado en
Comercio y Ciencias Económicas con mención en Finanzas (Informe de Auto-evaluación Escuela de
Comercio, 2013). Tras múltiples revisiones el año 1990 se pondrá en marcha un Plan de estudios que
se confeccionó en base a un estudiante proveniente del mundo del trabajo, lo que significó en la
práctica no sólo considerar horarios adecuados a éstos sino que también metodologías específicas
para este perfil de estudiante. Este Plan de estudios se caracterizaba, por poseer 10 semestre, más
un semestre para realizar el Seminario de Titulación, además de entregar conocimientos y desarrollar
habilidades requeridas para el ejercicio de la profesión, combinar metodologías tales como, clases
lectivas, ayudantías, ejercicios y talleres, fomentar el uso del método del caso en asignaturas que lo
requirieran y articular el proceso de titulación a través de un Seminario de Título, el cual constaba
de cuatro fases, en la que en cada una de éstas se evalúa la resolución de un caso y culmina con un
examen de grado (Informe de Auto-evaluación Escuela de Comercio, 2013).
Las diferentes transformaciones sociales y por ende educacionales ocurridas a fines del siglo XX
significarán que a partir del año 2000 y tras una constante auto- evaluación de la carrera, se detectará
que los estudiantes mayoritariamente ya no provenían del mundo laboral, es decir, no eran
estudiantes trabajadores, sino que estudiantes que acababan de egresar de la enseñanza media, por
lo que tenían necesidades educativas diferentes a los estudiantes que se habían estado recibiendo y
formando en la escuela. Este nuevo escenario significó replantear no solo el Plan de Estudios de la
carrera sino que también la modalidad en la cual ésta se impartía, por lo que el año 2009 entró en
vigencia un nuevo Plan de Estudios, lo que significa que en la actualidad conviven dos planes, el del
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año 1990 y el del año 2009, debiéndose impartir las asignaturas de las áreas profesionales en dos
horarios: diurno y vespertino, con la finalidad de atender a todos los estudiantes de la carrera.
El Plan de Estudios que entró en vigencia el año 2009, se crea en función del Modelo Formativo que
elaboró la escuela y de un Perfil de Egreso basado en competencias, traduciéndose esto en lo
siguiente: el nuevo Perfil de Ingreso del estudiante está dirigido a jóvenes recién egresados de la
enseñanza media, sin experiencia laboral previa, inmersos en el mundo de la tecnología y de las
comunicaciones. Asimismo se plantea una transversalidad en el currículo, con la finalidad de facilitar
la articulación entre la formación de pre-grado y postgrado. Otro elemento a considerar es que la
carrera se acorta de 10 a 9 semestres, siendo el décimo semestre destinado al desarrollo del
Seminario de Título, el cual mantiene sus características. De igual modo es destacable la
incorporación de nuevas asignaturas en el proceso de formación, tales como: Ética, Fundamentos de
la Empresa, Inglés 1, Inglés 2, Inglés 3, siendo éstos últimos cursos un intento por hacer del inglés
una segunda lengua en los estudiantes de la Carrera de Contador Auditor de la PUCV. Además se
suprimieron las asignaturas de: Sociología de la Empresa, Teoría de la Organización 3, Dirección de
Personal, Métodos Cuantitativos 4, Política Económica, Economía de la Empresa, Control de Gestión,
Tributación 5, Finanzas Internacionales y Sistemas de la Información 4. Es importante señalar que el
retiro de estas asignaturas se debió en gran medida a que los temas tratados en ellas fueron
incorporados en asignaturas del nuevo Plan de Estudios y otros son temas más afines a los programas
de postítulos y postgrado que ofrece la escuela. Finalmente y en virtud de las observaciones del
proceso de auto-evaluación, desarrollado con fines de Acreditación el año 2003, se incorporó la
realización obligatoria de tres prácticas profesionales, que tienen como objetivo vincular
gradualmente al estudiante con la profesión. Las prácticas profesionales se definieron según el nivel
curricular que cursan los estudiantes y por tanto de las competencias que ya han debido adquirir.
Según el Reglamento de Práctica Profesional (2009) de la Escuela de Comercio, las prácticas
profesionales son:
Practica Inicial “Conociendo la Empresa”: El objetivo de esta práctica es que el estudiante
tenga una primera experiencia de trabajo en una organización, que le permita con una
mirada de estudiante, asociar sus conocimientos generales con el funcionamiento de la
empresa u organización donde se desempeña, sin importar la función que cumpla. Los
estudiantes deben realizar 180 hrs., cronológicas de práctica.
Practica Intermedia “Departamento de Contabilidad”: Esta práctica tiene como objetivo que
el estudiante se desempeñe en un departamento de contabilidad, de tal manera que conozca
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el operar interno de la organización o empresa desde el punto de vista contable, tributario,
financiero y administrativo. Los estudiantes deben realizar 320 hrs., cronológicas de práctica.
Practica Final “Empresa de Auditoria”: Tiene como objetivo que el estudiante se desempeñe
idealmente en una empresa de auditoria, o en su defecto en un departamento de control
interno, donde participará en auditorias financieras y de procesos en diferentes empresas,
obteniendo una visión global y heterogénea de las organizaciones. Los estudiantes deben
realizar 420 hrs., cronológicas de práctica.
Si bien la Escuela de Comercio de la PUCV ha establecido como de gran importancia las prácticas
profesionales en el proceso formativo de sus estudiantes, es importante mencionar que éstas no
están integradas a la Malla Curricular, no obstante son obligatorias para egresar de la carrera, por lo
que de igual modo conllevan un proceso de evaluación no sólo de la Escuela sino que también de la
Empresa, a través del tutor del estudiante. Ambas evaluaciones otorgan la calificación final del
practicante. Ello ha supuesto un gran desafío, pues por primera vez en la historia de la escuela se
incorpora este tipo de actividad formativa y es en virtud de ello que se ha pretendido generar una
evaluación bajo un enfoque de evaluación para el aprendizaje.
DOCENCIA UNIVERSITARIA Y LA IMPORTANCIA DE UNA EVALUACIÓN PARA EL APRENDIZAJE.
La evaluación en la actualidad, según la Fundación Instituto de Ciencias del Hombre (2005) se ha
convertido en uno de los temas más recurrentes del ámbito educativo, principalmente porque los
actores de los procesos educativos están siendo más conscientes sobre las implicancias y
consecuencias del hecho de evaluar y de ser evaluados, lo que si bien representa un cambio en cuanto
a las épocas precedentes no ha significado la resolución de los problemas arraigados a la evaluación
tanto en las aulas como fuera de ellas. Según lo planteado por Prieto y Contreras (2008) y siguiendo
las propuestas actuales, la evaluación se entiende como un proceso complejo orientado a recoger
evidencias respecto del aprendizaje de los estudiantes de manera sistemática, para emitir juicios en
pos de un mejoramiento tanto de la calidad del aprendizaje como de la enseñanza. De acuerdo con
esto, se privilegia la función formativa de la evaluación, pues se le asocia con la mejora de los procesos
de enseñanza y aprendizaje, dado que el profesor puede a través de ésta hacerse consciente de la
calidad de sus enseñanzas y los estudiantes por su parte pueden vislumbrar las falencias que poseen
frente a sus procesos de aprendizajes, lo que eventualmente se traduce en el provecho de los
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recursos, del tiempo y de las potencialidades tanto de los profesores como de los estudiantes. El
proceso de evaluación adquiere así un papel relevante pues es el medio por el cual el profesor
obtendrá información necesaria para ayudar a los alumnos a construir su conocimiento (Contreras,
2004) siendo fundamental para ello que los estudiantes sepan cómo serán evaluados, ya que deben
conocer la forma en que se desarrollarán los procesos evaluativos a los cuales serán sometidos, por
lo que se deben explicitar los criterios de evaluación previo a cualquier tipo de evaluación. En esta
concepción de evaluación es posible apreciar como el estudiante adquiere un rol más activo, pues
éste no sólo puede conocer las formas en cómo será evaluado sino que también participar de éstas
a través de auto-evaluaciones y/o de co- evaluaciones. En este sentido la concepción de evaluación
a la cual nos hemos referido permite a los actores de los procesos de enseñanza y aprendizaje
vincularse de tal forma que puedan hacer de éstos provechosos para su desempeño, dado que por
un lado el estudiante puede aprender más y mejor y el/los profesor/es pueden enseñar de forma más
eficiente. De este modo se observa que la evaluación en la actualidad se ha reconocido como uno
de los elementos que mayor impacto ejerce sobre la conducta de los estudiantes universitarios en
los procesos de aprendizaje (Gargallo, 2008), dado que según autores como Biggs (2005) incide
directamente en la motivación y en el comportamiento que éstos adquieren, llegando incluso a
superar elementos tales como los objetivos del currículo y los métodos de enseñanza. De acuerdo
con este escenario educativo se ha generado un campo de investigación que ha intentado establecer
los impactos que tiene la evaluación sobre las percepciones de los estudiantes universitarios en los
procesos de aprendizaje. Estas investigaciones se han desarrollado desde fines de la década de los
ochenta, centrando su interés en diversos aspectos tales como la motivación, las estrategias de
aprendizaje, los efectos de los procesos evaluativos (ansiedad), etc. Temáticas que han contribuido a
profundizar en la influencia que tiene la evaluación en los estudiantes. Por ello y con el fin de observar
los aportes de las investigaciones desarrolladas en torno a la relación de la evaluación y los
estudiantiles, realizaremos una breve revisión de éstas. Crooks (1988) es uno de los primeros en
desarrollar una investigación bajo la premisa de que la evaluación en el aula tiene impactos directos
e indirectos, que pueden ser positivos o negativos en los estudiantes universitarios, lo cual acontece
porque éstos son sometidos constantemente a evaluaciones, las cuales se refieren no sólo a sus
dominios cognitivos sino que también a los dominios afectivos, tales como el control de la ansiedad
y el autoestima. Estas evaluaciones pueden tener impactos tanto a corto como a mediano y largo
plazo, por lo que el autor afirma que si deseamos cambiar el aprendizaje debemos cambiar el sistema
de evaluación, pues el tipo de preguntas ejerce gran influencia en como los alumnos se presentan
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ante una evaluación, ya que si éstos siempre han sido sometidos a la memorización de datos,
actuaran satisfactoriamente en una prueba de este tipo, debido a que estudian y se manejan
conforme al tipo de evaluación. Crooks (1988) señala que se han encontrado correlaciones negativas
entre el nivel de ansiedad y los resultados en las pruebas, lo cual se relaciona con la percepción que
los estudiantes tienen con respecto a un determinado instrumento evaluativo, pues los niveles de
ansiedad se elevan cuando éstos son considerados como difíciles. Ello nos lleva a reflexionar sobre
como la evaluación y el tipo de ésta influyen en los estudiantes y en su relación con los aprendizajes,
por lo que al momento de evaluarlos debemos considerar todas aquellas destrezas, conocimientos y
actitudes que nos parezcan más importantes a pesar de lo difícil que pueda resultar, dado que nos
permitirá que éstos utilicen sus capacidades de manera completa, alcanzando niveles cognitivos de
nivel superior, lo que en definitiva significa que éstos podrán desplegar todas sus capacidades.
Además se han desarrollado estudios empíricos que se han propuesto analizar e interpretar las
percepciones de estudiantes y profesores acerca de la evaluación, siendo un interesante
acercamiento el desarrollado por Porto en el año 2006 (Gargallo y Pérez., 2008). En este tipo de
investigación tanto profesores como estudiantes se sometieron a la aplicación de una encuesta, la
cual tras la aplicación y el análisis de los datos se logró concluir que los participantes tendían a ver la
evaluación como una mera comprobación del trabajo realizado en la Universidad, por lo que no
existía una reflexión entorno a los procesos de evaluación. Asimismo se observó que la mayoría de
los aspectos evaluados en las aulas universitarias, obedecían a niveles cognitivos básicos, tales como
la memorización y la repetición, dejándose de lado aspectos que irían más en concordancia con una
formación de nivel superior. En cuanto a los momentos de aplicación de las evaluaciones tanto
estudiantes como profesores concordaron que éstas se realizaban al final de cada tema o unidad, ya
que concluían los procesos de aprendizaje otorgando una certificación a éstos. Los estudiantes
consideran la evaluación como un proceso organizado por los profesores, con su exclusión, ya que
no se debate ni se negocia sobre los términos de éstas. Se desprende de esta investigación que tanto
estudiantes como profesores no poseen una idea clara sobre que es la evaluación, lo que los ha
conducido a inevitables confusiones, las cuales han desvirtuado el verdadero sentido de los procesos
evaluativos, acercándolos de esta forma a una concepción más cuantitativa no sólo de la evaluación
sino que también del aprendizaje. A esto se suma la escasa reflexión que se desarrolla entorno a las
evaluaciones, llevando a estudiantes y a profesores a generar una gran brecha comunicacional, pues
como se había mencionado anteriormente el debate y las negociaciones están fuera de las relaciones
que se generan en el aula. Ello nos lleva a afirmar que la reflexión y la comunicación son
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fundamentales en el desarrollo de las evaluaciones, pues ambas contribuyen al dialogo entre los
actores de los procesos educativos. Asimismo es necesario re- educar a profesores y estudiantes con
respecto al significado de la evaluación, pues ésta no tiene tan sólo una función certificadora del
aprendizaje sino que también su buena utilización puede contribuir al re-direccionamiento tanto de
la enseñanza como del aprendizaje (función pedagógica). Según los autores mencionados las
evaluaciones influyen notablemente en las relaciones que se generan entre los estudiantes y los
procesos de aprendizaje, dado que se ha comprobado que la evaluación no sólo delinea las formas
de estudiar sino que además actúa sobre las percepciones que los estudiantes tienen entorno a los
procesos evaluativos. Es así como se ha considerado que los impactos de la evaluación no sólo versan
sobre el rendimiento de los estudiantes sino que también sobre los procesos afectivos que éstos
desarrollan frente a las evaluaciones, lo que hace de ésta un proceso complejo, ya que sus
implicancias en los estudiantes universitarios son bastante amplias. Resulta relevante mencionar que
este enfoque es el que se desea para orientar la evaluación de las prácticas profesionales de la Escuela
de Comercio, PUCV, dado que se desea implementar un proceso de evaluación que logre cumplir con
estas características.
HACIA EL DISEÑO DE UN SISTEMA DE EVALUACIÓN DE LAS PRÁCTICAS PROFESIONALES DE LA ESCUELA
DE COMERCIO, PUCV.
El profesional que hoy se necesita para alcanzar un nivel óptimo requiere de un proceso de enseñanza
y aprendizaje de calidad, en el cual se deben desarrollar aprendizajes disciplinares, habilidades y
actitudes que permitan al futuro profesional desempeñarse de la manera esperada por la sociedad.
Por ello el proceso de inserción laboral es fundamental en todo proceso de enseñanza profesional.
La inserción laboral se desarrolla en la medida que el estudiante tenga contacto con la futura realidad
en la cual trabajará y, logre desempeñarse y analizar la misma. De este modo la práctica profesional
constituye un periodo y una estadía fuera de la universidad, donde los estudiantes experimentan la
realidad del medio profesional para el cual se están preparando, lo que significa que la práctica trae
consigo mucho más que actos observables, es parte de un sistema de ideas y conocimientos al
involucrar valores, actitudes, saberes, formas de ser, pensar, hablar y sentir; vale decir, la práctica
está cargada de teoría (Tallaferro, 2006). Con la incorporación de las prácticas profesionales en el
Plan de Estudios de la Escuela de Comercio se presenta el desafío de generar un sistema de
evaluación coherente con éste y por tanto con la teoría que lo sustenta. Si bien es cierto, los
estudiantes comenzaron a realizar prácticas sin existir un sistema articulado de evaluación, éste
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representó el primer intento de organizar las prácticas profesionales en la formación del futuro
Contador Auditor. A pesar de los esfuerzos hechos hasta ese momento, no era posible sacar el
máximo de provecho a esta instancia de aprendizaje, pues los estudiantes carecían de información
que los pudiera orientar en el futuro, dado que solamente y si es que el tutor enviaba su pauta de
evaluación, éstos podían conocer sus aciertos y errores en el proceso de práctica profesional llevado
a cabo. La evaluación existente hasta mediados del año 2013 se basaba en dos instancias, la primera
era la confección por parte del estudiante de un informe que rindiera cuentas sobre sus experiencias
en el práctica profesional y la segunda era una evaluación que debía completar el tutor que el
estudiante había tenido en la empresa u organización en la cual estaba inserto. Cabe señalar que la
pauta de evaluación del tutor era igual para todas las prácticas, lo que suponía un problema, pues
cada una de éstas poseía objetivos diferentes. En lo que respecta a la pauta utilizada por la
coordinación de prácticas profesionales, ésta poseía criterios tanto de realización como de calidad,
no obstante, éstos se construyeron tras la situación de evaluación, por lo que tampoco daban cuenta
de los objetivos que se perseguían con cada una de las prácticas profesionales.
A partir de la necesidad de cambiar el sistema de evaluación de las prácticas profesionales de la
Escuela de Comercio, se procedió en primera instancia a mejorar la pauta con la que se evaluaría el
informe que el estudiante debía desarrollar, para ello se aplicaron las directrices del enfoque de
evaluación para el aprendizaje, por lo que los criterios de evaluación se hicieron más explícitos, y se
socializaron con los estudiantes previo al inicio de la práctica, asimismo y con la finalidad de contribuir
al desarrollo de sus informes de práctica se realizó un documento donde se explicaba cada una de las
partes que debía contener éste, pues con ello se pretendía entregarles seguridad a la hora de plasmar
sus experiencias en un informe que evaluaría su desempeño en el mundo laboral. Cabe señalar que
esta pauta es igual para las tres prácticas profesionales, dado que la Unidad Académica requiere
conocer los mismos aspectos, pero aplicados en contextos diferentes, lo que eventualmente
permitirá al estudiante realizar una comparación en el avance que ha tenido a lo largo de su
formación profesional. Esta pauta se desarrolló en virtud de que la evaluación se comprende como
un proceso sistemático y riguroso de recopilación de información sobre el aprendizaje del estudiante
(Pimienta, 2008; Lukas y Santiago, 2004; Ahumada, 2005). La evaluación se incorpora al proceso
educativo desde su comienzo, y continúa mientras dure el proceso, de manera que sea posible
disponer de información continua y significativa para conocer cuánto y cómo están aprendiendo los
estudiantes, para así formarse un juicio de valor respecto del desempeño alcanzado que permita
tomar decisiones adecuadas para mejorar progresivamente el aprendizaje (Castillo, 2003). Para esto,
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se requiere disponer de algún referente con el que comparar la información obtenida, el referente
en este caso es el criterio de evaluación (Cabrera, 2000; Lukas y Santiago, 2004). Por lo anterior fue
fundamental contar con criterios de evaluación que permitieran obtener una mirada detallada del
desempeño de los estudiantes. Los criterios de evaluación que se establecieron para esta pauta se
corresponden no solo con el perfil de egreso de la carrera sino que también con la demostración de
habilidades de escritura, síntesis y reflexión por parte de los estudiantes.
APROXIMACIÓN METODOLÓGICA.
Tras esta primera innovación al sistema de prácticas profesionales se propone a la Unidad central de
la universidad, un proyecto que contemple el diseño de pautas que permitan al empleador y/o tutor
evaluar al estudiante de manera de tal que éste pueda utilizar sus juicios en pos de una mejora
constante, para lo que se propuso una metodología de investigación cualitativa. De este modo se
plantearon los siguientes objetivos:
Objetivo General: “Redisenar el sistema de evaluacion de las Practicas Profesionales de la Escuela de
Comercio, orientando éste al mejoramiento del desempeño de los/las estudiantes en el mundo
laboral”
Objetivos específicos:
- Diagnosticar las necesidades de los actores de la Práctica Profesional con la finalidad de
construir un sistema de evaluación acorde con éstas.
- Diseñar y confeccionar instrumentos de evaluación.
- Retroalimentar a los/las estudiantes sobre su desempeño con la finalidad de que éstos
mejoran su ejercicio profesional
Con la aprobación del Proyecto y la conformación de un equipo de apoyo se procedió al diseño de un
sistema de evaluación de las prácticas profesionales, el cual pasó por varias etapas. La primera
consistió en realizar una revisión de la literatura especializada en el tema, donde se analizaron otras
experiencias, con la finalidad de poseer un sistema eficiente de evaluación. Como estrategias de
investigación se aplicó una metodología cualitativa, destacándose:
a) Análisis de contenido: En virtud de los objetivos planteados se desarrolló un análisis de contenido
con una base gramatical, pues la unidad de análisis es la palabra, las frases o los párrafos, pues
éstos expresan ideas. Este análisis puede aplicarse a diferentes tipos de documentos (Ander-
Eggs, 1993). Piñuel (2002) señala que el análisis de contenido no debe perseguir otro objetivo
que el de lograr la emergencia de aquel sentido latente que procede de las prácticas sociales y
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cognitivas que instrumentalmente recurren a la comunicación para facilitar la interacción que
subyace a los actos comunicativos concretos y subtiende la superficie material del texto. Por ello
como segunda etapa se analizó información de la propia escuela, con el fin de compararla y
establecer conclusiones generales que sirvieran de base para la definición de la evaluación del
proceso de práctica profesional. Es así como se consideró fundamental analizar los siguientes
documentos: Reglamento de práctica vigente, Perfil de egreso, Malla curricular y la pauta de
evaluación utilizada por la escuela hasta el momento. En lo relativo al reglamento de práctica es
importante mencionar que éste se centra en informar a los estudiantes sobre el proceso de
práctica: semestres, condiciones de aprobación, condiciones del supervisor, requisitos,
evaluación, casos especiales entre otros. Por otro lado, el reglamento describe a grandes rasgos
los objetivos de cada práctica, lo que intenta orientar no sólo al estudiante sino que también a
quien lo empleará, sobre las funciones que puede realizar el estudiante según su avance
curricular. Por otro lado se analizó la malla curricular, donde se evidencia que la carrera tiene un
total de diez semestres, con cuarenta asignaturas disciplinares más cinco de formación
fundamental. Las prácticas profesionales no están insertas en la malla curricular, indicándose que
en el décimo semestre el estudiante debería haber desarrollado de manera obligatoria sus tres
prácticas profesionales. Por lo anterior las prácticas no tienen como prerrequisito la aprobación
de ninguna asignatura en particular ni constituyen prerrequisito para ninguna posterior, por lo
que no se encuentra valorada en términos de créditos en la carrera. Por último se reviso el perfil
de egreso de la carrera el que define lo que se espera que los estudiantes aprendan y manejen,
en cuanto a contenidos disciplinares, habilidades, competencias, actitudes, etc., una vez
concluido el proceso de enseñanza y aprendizaje en la Universidad. Cabe señalar que en el perfil
de egreso se distinguen dos grandes grupos de competencias, el primer grupo se relaciona con
las competencias genéricas de la formación fundamental, donde se destacan aspectos como ser
proactivo y responsables, trabajar en equipo en pos de conseguir objetivos propuestos y ejercer
las labores profesionales de forma ética. En tanto, el segundo grupo se relaciona con las
competencias específicas disciplinares que debe alcanzar el alumno, las que se dividen en seis
sub- grupos, el primer grupo se refieren a las competencias transversales a las temáticas
estudiadas durante la carrera (por ejemplo: conoce y comprende los procesos relacionados con
el área contable, financiera y administrativa y tributaria, dentro de las organizaciones); el
segundo grupo se relaciona con el Área de Contabilidad (por ejemplo: Utiliza, adecuadamente,
la contabilidad financiera y administrativa para la toma de decisiones en la empresa); el tercer
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grupo se relaciona con el Área de Finanzas (por ejemplo: aplica diferentes herramientas para la
administración del capital de trabajo); el cuarto grupo dice relación con el Área de Tributaria (por
ejemplo: aplica el marco conceptual de la legislación tributaria fiscal Interna vigente); el quinto
grupo se relaciona con el Área de Gestión de Empresas (por ejemplo: Aplica herramientas de
dirección estratégica en la organización) y, el sexto grupo se relaciona con las Competencias del
Área de Sistemas (por ejemplo: Utiliza Tecnologías de Información y Comunicaciones a nivel
organizacional) (Informe de Auto-evaluación Escuela de Comercio, 2013). De acuerdo a esto en
el proceso de práctica profesional los estudiantes deberían demostrar de manera progresiva las
competencias que están adquiriendo a medida que avanzan en su formación. Como ya se ha
mencionado el tutor de la empresa u organización donde el estudiante desempeña cualquiera
de las tres prácticas profesionales, utiliza una pauta común. Esta pauta debe ser completada por
el tutor del estudiante, quien generalmente es el mismo empleador. La pauta está dividida en
tres partes, la primera se refiere a la identificación tanto de los estudiantes como de la empresa
(nombre de la empresa, el nombre de estudiante, el nombre del tutor, la fecha de inicio, término
y horas de duracion del proceso). La segunda parte indica los “Factores a Evaluar”. Se entiende
que los factores a evaluar son los criterios de evaluación o los aspectos a evaluar: a) capacidad y
rendimiento en el trabajo, b) disciplina, c) aptitudes supervisadas, d) capacidad de supervisión y
e) aptitud supervisores. Estos factores se subdividen en cinco grupos, con un total de 23
indicadores. Para completar dicha pauta, el tutor debe marcar con una X la celda que se acerque
más a lo que observó durante el desarrollo de la práctica profesional del estudiante,
considerando una escala de nota de 1 a 7 (siendo 7 la nota máxima). La tercera parte consta de
una serie de preguntas de desarrollo (breves) que el tutor debe contestar en relación a la práctica
observada, siendo esta sección una evaluación de corte cualitativa. En esta pauta no se
evidenciaban criterios de evaluación explícitos, dado que sólo existe un enunciado que el
evaluador debía interpretar, para luego asignarle una calificación.
b) Entrevistas semi- estructuradas: La tercera etapa fue la recopilación de información de los
diferentes actores asociados al proceso de práctica profesional; estudiantes, profesores y
empleadores fueron entrevistados con la finalidad de conocer sus impresiones entorno a los
procesos de práctica profesional (inicia, intermedia y final) que se están llevando a cabo en la
Unidad Académica, con el fin de generar un diagnóstico, que incorporará la opinión de los
involucrados en el proceso, respecto a qué es lo que se debería evaluar en cada una de las
practicas profesionales. De este proceso se desprendieron las siguientes conclusiones:
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El reglamento de las prácticas profesionales es poco específico respecto del aprendizaje que
debería demostrar el estudiante en cada práctica, ya que sólo se indican generalidades.
Las funciones para cada práctica profesional no están especificadas, ya que en las empresas en
ocasiones no diferencian entre una y otra y encargan a los estudiantes labores para las cuales
muchas veces no están preparados.
Las prácticas profesionales no son parte de la malla curricular, lo que dificulta su seguimiento,
pues todo el proceso es de forma manual (inscripción, seguimiento y calificación).
El perfil de egreso específica claramente las competencias disciplinares que debe alcanzar el
alumno al final de la carrera.
Solo hay una pauta de evaluación para las tres prácticas profesionales, la que está construida a
partir de indicadores que no expresan lo que se entiende por cada aspecto a evaluar y se utiliza
un lenguaje poco comprensible para quienes deben utilizarlas.
Las prácticas profesionales son una oportunidad de aprendizaje, por tanto es necesario que se
comprenda y evalúe así.
Los empleadores valoran la oportunidad que se les otorga de comentar cualitativamente el
desempeño del practicante.
Las evaluaciones de las prácticas deben ser progresivas, es decir deben aumentar su complejidad,
sobre todo en la demostración de las competencias específicas de la disciplina.
c) Triangulación de la información recolectada: A partir de los procesos antes descritos se
establecieron las siguientes conclusiones:
Las pautas de evaluación se dividirán en dimensiones y criterios de evaluación, los que serán
especificados tanto en su nivel de realización como de logro esperado.
La escala de evaluación tendrá 5 niveles, con la finalidad de que el proceso de discernimiento sea
más fácil para los tutores de práctica y no sesguen su evaluación a partir de una calificación
traducida en una nota (Lukas y Santiago, 2004).
En cada práctica se evaluaran tanto aspectos actitudinales como disciplinares.
Se mantendrá una evaluación de tipo cualitativa, para que el empleador entregue su opinión con
respeto a aquellos aspectos que considere importantes que el estudiante domine.
Las pautas de evaluación serán progresivas y se relacionaran con los contenidos disciplinares
adquiridos durante la formación profesional.
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De acuerdo al diagnóstico realizado se procedió a la construcción de las pautas de evaluación de cada
una de las prácticas profesionales. Éstas se basaron en dos dimensiones a evaluar, las cuales han sido
validadas por los diferentes actores participantes del estudio: la dimensión profesional personal y la
dimensión profesional disciplinar. Cada una de estas dimensiones se encuentra subdividida tal y como
se muestra en la siguiente tabla:
TABLA Nº 1: DIMENSIONES A EVALUAR EN LAS PRÁCTICAS PROFESIONALES ESCUELA DE COMERCIO
PUCV.
La dimensión profesional personal se relaciona con características personales del profesional en
formación que aportan al buen desarrollo de sus labores. Específicamente hace alusión a
comportamientos sociales y actitudinales que debería presentar un practicante de la carrera de
Contador Auditor, durante el desarrollo de su práctica profesional. Esta dimensión se subdivide en:
Responsabilidad y compromiso; Pro actividad y autonomía; Adaptación y flexibilidad; Relaciones
interpersonales; Capacidad de comunicación; trabajo en equipo y actitud positiva hacia el
aprendizaje. Por su parte la dimensión profesional disciplinar se relaciona con las competencias
especificas que un Contador Auditor debe dominar, éstas aumentan en la medida en el estudiante
avance en su malla curricular, complejizandose así las prácticas profesionales. De este modo la pauta
de evaluación para la práctica intermedia incorporará las competencias evaluadas en la práctica
inicial, sucediendo lo mismo con la evaluación de la tercera práctica, también denominada práctica
final.
De este proceso de investigación y de la toma de decisiones en relación a qué es lo que se debe
evaluar a los estudiantes que realizan prácticas profesionales en la carrera de Contador Auditor se
llegó a la confección de tres instrumentos de evaluación, los cuales en la actualidad se encuentran
Dimensión Profesional Personal Dimensión profesional disciplinar
Responsabilidad y compromiso.
Pro actividad y autonomía.
Adaptación y flexibilidad.
Relaciones interpersonales.
Capacidad de comunicación.
Trabajo en equipo.
Actitud positiva hacia el aprendizaje
Calidad de las actividades
encomendadas.
Demostración de las competencias
disciplinares según el avance en el
currículo.
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en proceso de validación, por parte de los docentes de la Escuela de Comercio. Cada una de las pautas
se ha diseñado en conformidad con los objetivos de las diferentes prácticas profesionales y han
considerado las dimensiones antes señaladas. Asimismo los niveles de exigencia se han incrementado
según el avance curricular y las tareas que los y las estudiantes deben desarrollar, por lo que éstos
poseerán mayores herramientas para conocer el desempeño que han tenido en las diferentes
prácticas que han realizado.
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CONCLUSIONES.
Tras el análisis de los múltiples factores que influyen en el aprendizaje de los estudiantes,
especialmente la evaluación, se vislumbra la importancia de la construcción de instrumentos
evaluativos que fortalezcan los conocimientos, las habilidades y las destrezas de los estudiantes, de
manera tal que éstos puedan aprovechar los procesos formativos a los que son sometidos a lo largo
de su formación profesional, especialmente sus prácticas profesionales.
La experiencia de la Carrera de Contador Auditor de la PUCV, entorno al rediseño de la evaluación de
sus prácticas profesionales revela la importancia de realizar un trabajo sistemático de investigación
para lograr que instancias de este tipo permitan a los estudiantes mejorar su desempeño en el futuro
campo profesional. Asimismo deja en evidencia que el éxito de los procesos de aprendizaje requieren
de una reflexión y revisión constante, pues es a partir de éstas que se pueden mejorar tanto la calidad
de la enseñanza como de los aprendizajes. No es menor que el proceso de evaluación se conciba con
una retroalimentación, dado que ésta permite al estudiante conocer y mejorar su desempeño en el
mundo laboral. La retroalimentación es llevada a cabo tras la calificación de los estudiantes, siendo
de este modo personalizada, pues ésta oportunidad permite discutir no sólo los errores que los
alumnos tienen entorno a su desempeño sino que también permite conocer su experiencia, para
emitir sugerencias en desafíos futuros.
Por último, el proceso desarrollado por la Escuela de Comercio, en relación a sus prácticas
profesionales es aplicable en diferentes contextos universitarios, pues el establecimiento de criterios
de evaluación (tanto de realización como de calidad), de niveles de logro, permitirán a otras
organizaciones definir que es lo qué desea evaluar, por tanto este estudio y sus resultados
eventualmente podrían ser aplicables a otros programas universitarios, a modo de ejemplo, en
carreras de tipo profesional.
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