MONUB XVI
Imagen: Recinto del Consejo Económico y Social de la ONU
2014 Papers de ECOSOC
Presidente:
Pablo Roca Rigazzio
Vicepresidente:
Beatriz Albuquerque
Secretario:
Franco Rossi
Prosecretaria:
Mariana Mayochi
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Tabla de contenido
TEMA A ................................................................................................................ 2
Desarrollo de Agricultura sostenible en Asia ante el incremento de la desertificación de los suelos ...................................................................................................................... 2
TEMA B ................................................................................................................ 5
Fomento de políticas de derechos igualitarios entre hombres y mujeres en Medio Oriente y África ................................................................................................................. 5
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TEMA A
Desarrollo de Agricultura sostenible en Asia ante el incremento de la
desertificación de los suelos
Teniendo en cuenta la definición de UNESCO, la desertificación es el resultado acumulado de un con-
texto climático difícil y de la utilización inapropiada de la tierra. Cuatro actividades humanas constitu-
yen las causas más directas: el cultivo excesivo que desgasta los suelos, el sobrepastoreo y la defores-
tación que destruyen la cubierta vegetal que protege el suelo de la erosión, y los drenajes inapropia-
dos de los sistemas de irrigación que provocan la salinización de los suelos. Adicionalmente, la falta de
educación y de conocimientos adecuados, el desplazamiento de refugiados en caso de guerra, las
condiciones desfavorables de comercio de los países en desarrollo y otros factores socioeconómicos y
políticos contribuyen a amplificar el proceso de desertificación. Como puede observarse, las causas
son múltiples e interaccionan de forma muy compleja.
Debido a la falta de estrategias alternativas de supervivencia, los agricultores utilizan los recursos na-
turales de manera intensiva (como la vegetación que sirve de alimento, el agua para beber y para la
higiene, o la leña utilizada como fuente de energía) los cuales son a menudo sobreexplotados y no
pueden regenerarse naturalmente. Los nutrientes y la materia orgánica del suelo disminuyen gracias a
que la agricultura intensiva extrae elementos nutritivos en cantidades superiores a la capacidad de
regeneración natural del suelo, evitando su reconstitución. El resultado es una espiral creciente de
degradación del ambiente y de pobreza, causas principales de la desertificación.
Hace tiempo que la comunidad internacional reconoció que la desertificación es uno de los problemas
más severos a escala mundial, incluyendo tanto el ámbito económico como el social, y por supuesto,
el medioambiental. Tanto es así que en 1977 se celebró en Nairobi, Kenia, la Conferencia de las Nacio-
nes Unidas sobre Desertificación. Más tarde, en 1994, la Organización de las Naciones Unidas pro-
clamó el 17 de junio como el Día Mundial de lucha contra la desertificación y la sequía y finalmente en
1996 entró en vigor la Convención de las Naciones Unidas para la Lucha contra la Desertificación,
constituyendo el primer y único marco legalmente vinculante a escala internacional que ha sido crea-
do para hacer frente al problema de la desertificación, fundamentada en los principios de participa-
ción, colaboración y descentralización.
En 1977, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Desertificación (UNCCD, según las siglas en
inglés) adoptó el Plan de Acción para Combatir la Desertificación (PACD). Por desgracia, a pesar de
éste y otros esfuerzos, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) recono-
ció en 1991 que el problema de la degradación de la tierra en zonas áridas, semiáridas y secas-
subhúmedas secas había empeorado.
Según UNEP (Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente), la región de Asia y el Pacífico
abarca cerca del 23 por ciento del total de la superficie terrestre del planeta. Las cuestiones más críti-
cas relativas a las tierras son la degradación (en la que cabe la desertificación), el cambio en la utiliza-
ción de tierras y la contaminación del suelo. El crecimiento de la población y la elevada densidad de-
mográfica, las prácticas deficientes de ordenación de tierras y las desigualdades emergentes en lo que
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concierne al acceso a tierras y recursos han sido los mayores impulsores del cambio en los últimos 30
años. Las presiones existentes detrás de los problemas de degradación varían en toda la región. El
pastoreo, cultivo y empleo de fertilizantes inorgánicos, todos en grado excesivo, constituyen proble-
mas en la mayoría de las subregiones mientras que la minería, la explotación forestal, el monocultivo
y las especies foráneas invasoras han tenido resultados drásticos en los países insulares del Pacífico.
La degradación de la tierra y, en su punto extremo, la desertificación continúan siendo las cuestiones
ambientales más significativas en Asia Occidental según la UNEP, especialmente en países donde el
sector agrícola realiza un aporte considerable a la economía nacional. Existe un vasto desierto en la
región que comprende del 10 por ciento en Siria a casi el 100 por ciento en Bahrein, Kuwait, Qatar y
los Emiratos Árabes Unidos. La desertificación afectó también a las extensas zonas de pastizales en
Iraq, Jordania, Siria y los países de la Península Arábiga. Entre las causas se encuentra una combina-
ción de clima, altos índices de crecimiento demográfico y agricultura intensiva. La pobreza y las políti-
cas gubernamentales inadecuadas agravan el problema.
La inestabilidad geopolítica dentro y alrededor de los países de Asia Occidental persuadió a los go-
biernos para que adoptaran políticas dirigidas a alcanzar la seguridad alimentaria nacional. Dichas
políticas estuvieron acompañadas del proteccionismo agrícola, la imposición de obstáculos al comer-
cio y subsidios gubernamentales para insumos agrícolas. Los subsidios, junto con el agua para riego
gratuita o barata, tuvieron repercusiones graves en los recursos hídricos y de la tierra, y contribuyeron
a la insostenibilidad de la agricultura en la región.
Es por ello que el ECOSOC se propondrá debatir el tema en cuestión, y llegar a un acuerdo de ver qué
medidas se pueden tomar acabo para poder desarrollar una agricultura de tipo sustentable y apalear
los efectos negativos tanto para las personas, como animales y medio ambiente. Resaltamos la im-
portancia de tener en cuenta a los que nos referimos por agricultura sustentable, y para la misma to-
maremos la de Elsa Munro: “La agricultura sostenible es aquella que, en el largo plazo, contribuye a
mejorar la calidad ambiental y los recursos básicos de los cuales depende la agricultura, satisface las
necesidades básicas de fibra y alimentos humanos, es económicamente viable y mejora la calidad de
vida del productor y la sociedad toda. La misma, queda definida por una equilibrada combinación de
tecnologías, políticas y actividades, basada en principios económicos y consideraciones ecológicas, a
fin de mantener o incrementar la producción agrícola en los niveles necesarios para satisfacer las cre-
cientes necesidades y aspiraciones de la población mundial en aumento, pero sin degradar el ambien-
te.”
No podemos obviar el hecho de que la conservación de los recursos productivos y del medio ambiente
constituyen las dos exigencias básicas de la variable ecológica de la agricultura sostenible. La oferta
de alimentos sanos y seguros a un costo razonable de los sistemas de producción son las dimensiones
socioeconómicas que se derivan de la implementación de la misma.
Fuentes consultadas
http://www.cricyt.edu.ar/enciclopedia/terminos/AgriSos.htm
http://www.unccd.int/en/Pages/default.aspx
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http://www.unep.org/geo/GEO3/spanish/152.htm
http://www.unep.org/geo/GEO3/spanish/170.htm
http://www.unesco.org/mab/doc/ekocd/spanish/chapter3.html
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TEMA B
Fomento de políticas de derechos igualitarios entre hombres y muje-
res en Medio Oriente y África
En 1975 y dentro del contexto de la Primera Conferencia Mundial de la Mujer celebrada en México, se
crea el Centro Africano para la Mujer (ACW), actualmente conocido como el Centro Africano para el
Género y el Desarrollo (ACGD). Este centro es la estructura regional que se ocupa de las cuestiones de
género y de los avances de la mujer dentro del sistema de Naciones Unidas en África. Sus funciones
son: influir en las políticas para que haya una contribución mayor de las mujeres en el desarrollo, pro-
mover una red entre las mujeres con el fin de intercambiar información y aumentar su capacidad de
influencia y hacer seguimiento de los progresos realizados.
Los Tratados Internacionales impulsados por Naciones Unidas han sido muy importantes para el desa-
rrollo de las mujeres en África. La Tercera Conferencia Mundial de la Mujer celebrada en Nairobi en
1985, posibilitó que las mujeres del Hemisferio Sur alzaran sus voces dentro de la agenda mundial. En
palabras de la Dra. Jacinta Muteshi, de la Comisión Nacional para el Género y Desarrollo de Kenia,
significó que “por primera vez las africanas pudimos decir: podemos y debemos hablar sobre los asun-
tos internacionales y hemos sido capaces de mostrar cómo nos afectaban”.
En 2004 en Etiopía, y dentro del desarrollo de la Séptima Conferencia Regional Africana sobre Muje-
res, se inicia un proceso de revisión del grado de cumplimiento de los objetivos marcados por la Plata-
forma de Beijing. En este encuentro, las participantes de Etiopía, hicieron especial hincapié en los lo-
gros alcanzados, y en la importancia que tienen en África las organizaciones no gubernamentales. La
participación política y la educación fueron reconocidas en este Foro como las áreas en las que se hab-
ía registrado la mayoría de los progresos.
Teniendo en cuenta este dato, vamos a centrarnos un poco más en profundidad en estas dos áreas de
tan vital importancia para el desarrollo de las mujeres.
Hemos dicho repetidas veces que la participación de las mujeres en los lugares de toma de decisión
fue un objetivo importante en todas las conferencias internacionales, pero especialmente de la Plata-
forma de Acción de Beijing. Pues bien, en África este proceso de incorporación de las mujeres a la ac-
tividad política ha resultado como dijo Gertrude Mongella, presidenta del Parlamento Panafricano,
“una revolución que no tiene marcha atrás”.
Los datos de participación de las mujeres en los parlamentos nacionales nos lo demuestran, ya que en
la región del África subsahariana, las mujeres han pasado de ser un 10 por ciento en el año 1997, a un
17 por ciento en el año 2006.
En el año 2005 Ellen Jonson Sirleaf fue elegida presidenta de Liberia y en Mozambique la jefa de go-
bierno es Luisa Diogo. Es verdad que son pocas, casi ejemplos anecdóticos, pero muy importantes,
son los primeros síntomas del cambio hacia la igualdad de género también en África.
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Las alianzas entre las mujeres que tienen estos cargos de responsabilidad y las organizaciones de mu-
jeres, están resultando de vital importancia para el avance. Veamos algunos ejemplos: En Rwanda,
gracias al papel de las mujeres parlamentarias, se aprobó una ley para fortalecer los derechos de la
mujer; esta nueva legislación estableció que por primera vez las mujeres pudieran heredar las tierras.
También en Rwanda, las mujeres parlamentarias incrementaron el presupuesto destinado a la salud y
a la educación y, asociadas, estas mujeres consiguieron en el Foro de Mujeres Parlamentarias en 2006
elaborar un proyecto de ley para combatir la violencia de género. Procesos similares han ocurrido en
Sudáfrica, en apoyo de una ley contra la violencia doméstica que hace especial hincapié en los niños y
niñas, o en Namibia, donde las mujeres legisladoras promovieron leyes relativas a la violencia domés-
tica y sexual.
Los partidos políticos y los grupos de mujeres son fundamentales para impulsar la participación de la
mujer en todos los ámbitos de la vida social y política. En Mozambique, la campaña organizada por
varios grupos locales de mujeres contra el matrimonio infantil contribuyó a la aprobación de una ley
que elevaba la edad legal del matrimonio para las mujeres.
Pero la participación de las mujeres en la política no sólo es importante por los cambios que se produ-
cen inmediatamente, como su influencia en los cambios legislativos, sino porque sirven de ejemplo
para otras mujeres y para otras generaciones. Las mujeres que se encuentran en posiciones de toma
de decisiones, están contribuyendo a cambiar las actitudes machistas y discriminatorias hacia las mu-
jeres; con su participación van cayendo los estereotipos sexistas que excluyen a las mujeres de la ple-
na participación en la vida social, política y laboral.
Por lo tanto incrementar la participación de las mujeres en la política es fundamental para la promo-
ción de la igualdad entre mujeres y hombres.
Estrechamente relacionado con la participación de las mujeres en la política y en los lugares de toma
de decisiones, se encuentra la necesidad de incrementar su educación. Veamos un dato para ilustrar-
lo: en una encuesta realizada por la Unión Interparlamentaria en el año 1999, resultó que de las 187
mujeres encuestadas, el 73 por ciento tenía estudios universitarios, y el 14 por ciento poseía una licen-
ciatura.
Parece posible afirmar que cuando a una niña se le niega el acceso a la educación, se le está negando
mucho más que los conocimientos que pueda adquirir, se le están cerrando las puertas a un mundo
mejor, a un mundo en igualdad donde ella pueda ser parte activa del desarrollo.
La educación de las niñas, ha aumentado de forma espectacular en casi todo el mundo, si bien la
igualdad educativa entre niños y niñas en la educación primaria todavía no se ha conseguido y, según
los análisis de Naciones Unidas, no se alcanzará hasta 2015. Son muchas las iniciativas y muchos los
gobiernos que están apostando por la educación de las niñas, siguiendo el mandato de Naciones Uni-
das.
El Foro para Docentes Africanas (FAWE), con sede en Kenya, es una organización no gubernamental
compuesta por ministros y gente del mundo de la educación de distintos países del África subsaharia-
na. Dicha organización trabaja en colaboración con los gobiernos, organismos internacionales, comu-
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nidades etc., para fomentar la igualdad de género en la educación. FAWE ha publicado una guía para
incluir el impacto de género en los planes nacionales de educación y evaluarlos desde esta perspecti-
va.
Desde el año 2004 se creó una Unidad de Género y Sociedad Civil dentro de la Nueva Alianza para el
Desarrollo (NEPAD), encargada de incorporar la perspectiva de género y fomentar la igualdad entre
mujeres y hombres. Un año más tarde en 2005, con el objetivo de promocionar el papel de la mujer en
el desarrollo social y económico fomentando su participación en los procesos políticos, se creó un
Grupo de Trabajo de Género dentro de la misma organización.
El trabajo en África se hace en Red, colaborando los gobiernos, los organismos internacionales, las
asociaciones y las propias comunidades. Veamos algunos ejemplos: en Gambia, se han puesto en
marcha los clubes para madres, un espacio donde se recaba ayuda económica que revierte en la edu-
cación de las niñas, de hecho las tasas de matriculación de las niñas en este país han aumentado un 34
por ciento, a la vez que han disminuido los abandonos por matrimonios prematuros. Estos clubes do-
tan a las madres de nuevas fuentes de ingresos, a la vez que contribuyen a realzar el papel de las muje-
res ayudando a que sean conscientes de la discriminación de género y fomentado su participación en
la toma de decisiones de la propia comunidad. Iniciativas similares se han puesto en marcha en distin-
tas regiones de África subsahariana, dentro de la campaña para la Educación Femenina, que promovi-
da por UNICEF y FAWE, intenta llegar a las zonas rurales de Ghana, Zambia o Zimbabwe.
Hay que destacar, dentro de lo que ha significado el cambio de las mujeres en África, las estrategias
de cooperación femenina que se han establecido entre las mujeres. Las africanas han ampliado sus
estructuras de participación siendo muy numerosas las asociaciones de mujeres concretamente en el
África subsahariana. Algunos ejemplos de estas asociaciones son: las agrupaciones senegalesas
“Yewwu Yewwi (por la liberación de las mujeres), la Red de Comunicación y Desarrollo de Mujeres
Africanas (FEMMET), la agrupación regional de Mujeres para la Ley y el Desarrollo en África (WILDAF)
o la Federación de Mujeres Africanas de Medios de Comunicación (FAMW), y APC Africa Woman, una
red de organizaciones y personas que trabajan por el empoderamiento de las mujeres desde las Nue-
vas Tecnologías.
En el año 2005 el Protocolo a la Carta Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos, recibió su 15ª
ratificación, y entró en vigor a finales de ese año. Este protocolo crea nuevos derechos para las muje-
res africanas en términos de normas internacionales. Los países que han ratificado el protocolo hasta
2006 son Benin, Cabo Verde, Comoros, Djibouti, Gambia, Lesosto, Libia, Malawi, Mali, Mauritania,
Mozambique, Namibia, Nigeria, Rwanda, Senegal, Sudáfrica y Togo.
Este documento compromete a los países miembros a aplicar la Convención sobre la Eliminación de
Todas las Formas de Discriminación Contra las Mujeres, así como la aplicación de la Plataforma de
Acción de Pekín para la Promoción y Tutela de los Derechos de las Mujeres. El Protocolo reconoce y
garantiza una amplia gama de derechos civiles y políticos de las mujeres, así como económicos, socia-
les y culturales. Entre ellos figuran el derecho a la vida, la integridad y la seguridad de la persona; la
protección contra las prácticas tradicionales nocivas; la prohibición de la discriminación, y la protec-
ción de las mujeres en los conflictos armados.
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Asimismo, garantiza a toda mujer el derecho a ser respetada como persona y al desarrollo pleno de su
personalidad; el acceso a la justicia e igualdad de protección ante la ley, y la participación en los pro-
cesos políticos y de toma de decisiones. Además asegura el derecho a la salud y los derechos repro-
ductivos de las mujeres; el derecho a la seguridad de los alimentos, y el derecho a una vivienda ade-
cuada.
En estos países de Oriente Medio y Norte de África son habituales las leyes que no protegen la igual-
dad y que relegan a la mujer a una posición de inferioridad (como, por ejemplo, la prohibición en Ara-
bia Saudita que no permite a las mujeres conducir).
Las revoluciones que comenzaron en 2011 han permitido que se rompa una barrera del miedo que ha
incentivado a que muchas más mujeres que antes denuncien, protesten y hablen sobre las discrimina-
ciones sufridas en sus países. Se han convertido en protagonistas, en verdaderas periodistas ciudada-
nas que luchan por sus propios derechos y que han dejado de asustarse ante la represión. Graban
vídeos que después suben a la red o escriben blogs pro-democracia. En este sentido hay ejemplos
concretos de periodistas y blogueras de diferentes países que escriben en la red sus opiniones en for-
ma de llamada a otras mujeres para que también se opongan a la desigualdad que sufren.
Por ejemplo, destaca Tawakkul Karman (denominada la Che Guevara yemení), periodista y ciberacti-
vista de Yemen que ganó el Premio Nobel de la Paz 2011 por defender la libertad de expresión, así
como los derechos femeninos y la modernización de Yemen desde que fundó en 2005 el grupo “Muje-
res periodistas sin cadenas” (WJWC). También son conocidos otros casos como el de Razan Ghazzawi,
una bloguera y ciberactivista sirio-estadounidense que lucha por la libertad total en Siria y que colabo-
ra de manera activa en el proyecto de Global Voices, que da lugar a denuncias de ciudadanos de todo
el mundo.
Otro caso es el de Gigi Ibrahim, bloguera egipcia que en medio de las protestas de Egipto en 2011
abrió un blog en el cual denunciaba las situaciones de desigualdad que se estaban viviendo en el país e
informaba sobre todas las reyertas que se sucedían allí, en un momento en el cual la prensa tenía bas-
tantes dificultades para acceder allí, lo que llevo a The New York Times a entrevistarla.
Muchas veces, estas blogueras y periodistas han acabado detenidas por parte de los cuerpos oficiales
de policía. Pero este no es el fin de las protestas, que tampoco comenzaron en 2011, ya que se han
formado plataformas y herramientas que sirven para que cualquier ciudadana denuncie y relate su
propia situación en su país de Oriente Medio y el Norte de África. A veces, incluso, otras plataformas
sobre los derechos de las mujeres y de la sociedad en general, iniciadas en países occidentales, han
dado cabida a estas denuncias de mujeres árabes.
Tenemos, así, ejemplos como la Asociación Revolucionaria de Mujeres de Afganistán (RAWA), una
plataforma originada en 1977 que actualmente tiene cobertura en Internet y que fue creada por muje-
res afganas para luchar por los derechos de la mujer. Los objetivos de RAWA son poder incluir a la
mujer en las actividades sociales, políticas y económicas, razón por la cual pasaron de ser un movi-
miento político independiente a centrarse en actividades relacionadas con la salud o la educación. Han
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sido reconocidas por Amnistía Internacional como ejemplo de superación y lucha contra las corrientes
represoras y de desigualdad.
También existe la plataforma Mujeres que viven bajo leyes musulmanas (WLUML), una iniciativa que
nació en 1984 para dar información, apoyo y un espacio para que las mujeres que viven bajo aquellas
leyes sexistas del Islam puedan protestar y denunciar los abusos de su Gobierno. Su principal misión
es promover la igualdad, pero también ayudan mediante apoyo psicológico a las mujeres que sufren
abusos, a las que facilitan información sobre derechos legales y enlaces de instituciones globales que
pueden ayudarlas. Su misión destaca en el panorama global por traducir informaciones a diferentes
idiomas y por poner en contacto a mujeres que creen en la misma religión, pero que se encuentran en
diferentes países, para así poder compartir experiencias y consejos a la hora de actuar contra las dis-
tinciones de género.
Otra plataforma muy destacada que hace aumentar el optimismo en la mejora de los derechos de las
mujeres árabes es la Red de Mujeres Árabes, que cuenta con el apoyo del Movimiento por la Paz y la
financiación de la Cooperación española. Fue una propuesta llevada a cabo por la Unión de Mujeres
Jordanas, cuyo objetivo es “promover los derechos de la mujer a través del fortalecimiento de redes
entre ONGs de mujeres dentro y fuera del mundo árabe”. Para ello se quiere establecer un sistema de
comunicación con el que se pueda aprender y compartir diferentes experiencias, de manera que se
expresen unos valores a nivel global que permitan a las mujeres ser escuchadas en foros internaciona-
les y otras plataformas.
Es importante mencionar también el Centro de Mujeres para la Ayuda Legal y Asesoramiento
(WCLAC), una asociación surgida en Jerusalén en 1991 que aboga por una sociedad democrática ba-
sada en los principios de igualdad y justicia social entre hombres y mujeres. Cualquiera puede formar
parte de este movimiento, a través de viajes a Palestina, o enviando aquellas denuncias que se quiere
que el resto del mundo escuche. Además, lo que intentan continuamente aquellos que forman parte
de este centro es conseguir reformas legales no solo en Palestina, sino también en otros países de su
alrededor.
Igualmente, la Federación Internacional de los Derechos Humanos (FIDH) llevó a cabo el portal Arab
Women Spring que se centra únicamente en publicar noticias sobre movimientos de mujeres durante
la Primavera Árabe. También ofrece información de los sucesos en los diferentes países y posee una
lista de 20 formas para conseguir la igualdad entre mujeres y hombres en estos países de Oriente Me-
dio y el Norte de África (con información gráfica sobre los la representación femenina en los parla-
mentos).
Por otro lado, nos encontramos con la plataforma Uprising of women in the arab world, que permite a
las mujeres árabes relatar su historia para que se conozca en todo el mundo. Son escuchadas sin dis-
tinción de su pensamiento o su religión. Lo importante es que se extiendan a lo largo del globo y que
se tenga conciencia en otros países occidentales (es por ello que cuentan con una gran plataforma de
comunicación a través de Twitter y Facebook y Flickr).
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Destacan asimismo otros portales que no están creados directamente por mujeres árabes, pero que
también dan cabida a denuncias que estas mujeres de Oriente Medio y Norte de África realizan debido
a su situación de represión desigualitaria. Son portales como Women’s link worldwide, Global Fund for
Women, GlobalVoices o Bahrain Center for Human Rights.