1
Nuestros pasos son predecibles en un 93 %
La espontaneidad apenas existe y, desde luego, no gobierna
nuestros movimientos, según se desprende de un estudio realizado por el
prestigioso físico rumano Albert-László Barabási, investigador de la
Universidad Northeastern de Boston (EE.UU.). Sus análisis revelan que los
movimientos de cualquier individuo son predecibles en un 93% de los
casos.
Para demostrarlo, Barabási y su equipo estudiaron el movimiento de 50.000
usuarios anónimos de teléfonos móviles durante tres meses. Y comprobaron
que aunque tenemos la sensación de que nuestras acciones son aleatorias,
en realidad seguimos unos patrones sorprendemente regulares.
“Entendemos por predictibilidad la capacidad de saber donde estará un
individuo en la próxima hora conociendo su trayectoria actual”, aclara
Barabási, que la cifra en un 93%. Aunque la mayoría de los sujetos se
desplazan en distancias cortas, y sólo unos pocos recorren regularmente
cientos y miles de kilómetros, Barabási asegura que “independientemente
del tiempo y la distancia todos ellos siguen un patrón y muestran una fuerte
tendencia a regresar a lugares que ya han visitado antes”.
La capacidad de predecir científicamente los movimientos humanos,
aseguran los investigadores, podría aplicarse en la vida real para predecir
la expansión de epidemias, planificar el crecimiento de las ciudades, o
gestionar y mejorar el tráfico, entre otros.
Elena Sanz
24/02/2010
¿Por qué necesitamos los abrazos?
Que necesitamos recibir abrazos y caricias para sobrevivir es más
que evidente durante los primeros años de vida. Estudios en bebés sugieren
que en ausencia de contacto físico millones de neuronas mueren en
sus cerebros. Sin gestos de afecto en la infancia tampoco se produce
suficiente hormona del crecimiento, tal y como han demostrado
científicos de la Universidad de Duke (EE UU), dando lugar a lo que se
conoce como “enanismo psicosocial”. Además, investigaciones recientes
revelan que el cerebro de un bebé que no recibe caricias es
aproximadamente un 20% más pequeño.
La importancia del contacto físico no disminuye cuando crecemos, sino todo
lo contrario. Estudios realizados en la Universidad de Carolina del Norte
revelan que cuando otras personas nos tocan o nos abrazan a
cualquier edad aumentan los niveles sanguíneos de oxitocina,
2
apodada la “hormona del amor”, y disminuyen la presión arterial y el ritmo
cardíaco. “Pasear de la mano de nuestra pareja durante diez minutos o,
simplemente, un breve abrazo pueden tener un efecto protector sobre el
corazón al comenzar una dura jornada laboral”, explicaba Karen Grewen,
coautora del estudio.
10 cosas que deberíamos saber sobre nuestro
cerebro
Elena Sanz 22/08/2012
1. Si colocáramos todas las neuronas de un cerebro adulto (100.000 millones) en fila india ocuparían aproximadamente 1.000 kilómetros. 2. El cerebro humano pesa 1.400 gramos, y en torno al 25% de las calorías que consumimos a diario van destinadas a “alimentarlo”. El cerebro de la jirafa pesa aproximadamente la mitad, 680 gramos; 420 gramos el de un chimpancé; 6.000 gramos el de un elefante; y sólo 7.6 el de una ardilla. 3. Mientras estamos despiertos nuestro cerebro consume una cantidad de electricidad equivalente a la que se necesitaría para iluminar una bombilla de bajo voltaje (25 vatios). 4. Para reconocer una cara, tu cerebro se fija primero en los ojos de la persona que tienes delante, y después en la forma de la boca y la nariz, según demostraba un reciente estudio realizado en la Universidad de Barcelona (UB). 5. Existe una proteína llamada RGS-14 que incrementa hasta 1.500 veces la memoria visual. Aunque de momento sólo se ha probado en ratas, podría convertirse en una gran aliada para estudiantes de cualquier edad. 6. La esperanza de vida de una neurona del sentido del olfato es de sólo sesenta días. Transcurrido ese tiempo se ve irremediablemente reemplazada por otra nueva. Sin embargo, a pesar de este reciclaje continuo, nuestra memoria para los olores es inmejorable. Lo que es más, el olfato es el sentido con más capacidad de despertar recuerdos dormidos. 7. La clave de los prejuicios también está en nuestro cerebro. Mahzarin Banaji y su compañero Jason Mitchell, de la Universidad de Harvard, compararon hace unos años la actividad neuronal de distintos sujetos mientras pensaban en personas de diferente e igual ideología política y detectaron que se activan áreas cerebrales distintas. Mientras pensar en las personas que nos son afines pone en marcha el área ventral de la corteza medial prefrontal, la zona dorsal se activa cuando pensamos en quienes tienen opiniones distintas a las nuestras. 8. Llevar una dieta mediterránea, es decir, con mucho aceite de oliva, cereales integrales, pescado y fruta, podría proteger al cerebro de sufrir lesiones que están relacionadas con pequeños infartos cerebrales, según ha demostrado recientemente Nikolaos Scarmeas, de la Universidad de Columbia (EE.UU.). Scarmeas también ha comprobado que esta dieta reduce el riesgo de enfermedad de Alzheimer.
3
9. El científico Henry Markram, director del Blue Brain Project (BBP), asegura que podremos construir una réplica artificial del cerebro humano en un plazo de 10 años. Además de ayudarnos a comprender los mecanismos del cerebro, el proyecto podría pistas nuevas para entender mejor los trastornos mentales y desarrollar nuevos tratamientos. 10. El cerebro adulto continúa generando neuronas durante toda la vida. El proceso se conoce como neurogénesis, y ocurre principalmente en el hipocampo, una región cerebral vinculada a la memoria y el aprendizaje. Hacer ejercicio físico aeróbico, por ejemplo practicar footing, estimula la neurogénesis.
1
Leer es bueno para el cerebro
http://cordis.europa.eu/fetch?CALLER=ES_NEWS&ACTION=D&SESSION=&
RCN=32801
[Fecha: 2010-11-25]
La iniciación a la lectura se
produce a temprana edad y
normalmente se le atribuyen
beneficios para el cerebro. Pero,
¿cuáles son estos beneficios en
concreto? Un equipo internacional
de neurocientíficos se propuso
responder a esta pregunta y
descubrió que las personas que
saben leer, independientemente
de si son adultos o niños,
muestran respuestas más
intensas en distintas zonas del
cerebro ante palabras escritas. En
la revista Science se publicó
recientemente un artículo sobre
este trabajo.
Científicos de Bélgica, Brasil, Francia y Portugal dirigidos por el especialista
en neurociencia cognitiva Stanislas Dehaene, del Instituto Nacional de Salud
e Investigación Médica de Francia (INSERM) en Gif-sur-Yvette (Francia), se
propusieron descubrir si el alfabetismo mejora la función cerebral y también
si conlleva algún tipo de contrapartida. Para ello midieron la respuesta
cerebral de 63 participantes portugueses y brasileños ante textos orales y
escritos, rostros, casas y varias herramientas mediante imágenes obtenidas
por resonancia magnética funcional (RMf). De todos los participantes 10
eran analfabetos, 22 aprendieron a leer a una edad adulta y 31 durante su
infancia.
Los resultados indicaron que todos presentaban respuestas más intensas
ante las palabras escritas en varias zonas del cerebro que procesan lo que
observamos. Además, en los que sabían leer, pero no en los analfabetos,
las palabras escritas también provocaban actividad cerebral en partes del
lóbulo temporal izquierdo que responden al lenguaje oral. Según el equipo,
esto sugiere que la lectura activa circuitos cerebrales que evolucionaron
para permitir el lenguaje oral, una «innovación» bastante más antigua que
la lectura en la comunicación humana. La lectura es una invención
2
relativamente reciente en la historia de la humanidad, pues tanto ésta como
la escritura no tienen más de 5.000 años.
«El alfabetismo, ya sea adquirido durante la infancia o mediante formación
para adultos, mejora las respuestas cerebrales en al menos tres maneras
distintas», indican los autores en el artículo. Concretamente, «fomenta la
organización de las cortezas visuales», la parte del cerebro que recibe y
procesa impulsos procedentes de los nervios ópticos. La lectura surtió este
efecto «en concreto mediante la inducción de una respuesta mejorada ante
la escritura conocida en el "área de formación visual de palabras", situada
en la corteza occipital temporal izquierda, y también mediante el aumento
de las respuestas tempranas visuales en la corteza occipital, de forma
parcialmente retinotópica», explican.
En segundo lugar, la lectura «permite que la práctica totalidad de la red del
hemisferio izquierdo dedicada al lenguaje oral se active al observar frases
escritas. Por consiguiente la lectura, un avance cultural tardío, se acerca a
la eficiencia del canal de comunicación más evolucionado de la especie
humana: el habla.»
Por último aducen que su investigación ha demostrado que la «capacidad
para leer perfecciona el procesamiento del lenguaje oral mediante la mejora
de una región fonológica, el planum temporal, y mediante la disponibilidad
descendente de un código ortográfico».
No obstante, puede que exista una contrapartida a esta actividad cerebral
adicional. Los investigadores descubrieron que una región de la corteza
temporal occipital izquierda respondía en menor medida a imágenes de
rostros en las personas que habían aprendido a leer a una edad temprana
que en los voluntarios analfabetos.
«Estos cambios, en gran medida positivos, no deben ocultar que la
capacidad de leer y escribir, al igual que otras capacidades, también
conlleva un efecto de competencia en la corteza», aclaran los autores. «Se
observó que el "área de formación visual de palabras" se activaba
considerablemente menos ante patrones a cuadros y rostros.» No obstante,
los científicos apuntan que será necesario profundizar en la investigación
para determinar si la capacidad lectora va en detrimento de la de reconocer
rostros.
No es la primera vez que se señala la importancia de la lectura para el
funcionamiento del cerebro. El año pasado Manuel Carreiras, del Centro
Vasco de Cognición, Cerebro y Lenguaje en San Sebastián (España),
descubrió que los cerebros de adultos que habían aprendido a leer a edad
avanzada presentaban una estructura distinta a la de los analfabetos.
3
Para más información, consulte:
INSERM: http://www.inserm.fr/
Science: http://www.sciencemag.org/
Documento de Referencia: Dehaene, S., et al. (2010) How learning to
read changes the cortical networks for vision and language. Science,
publicado en Internet el 11 de noviembre. DOI: Science.
1
2012, Año de la Neurociencia 19/12/2011
Yvonne Buchholz Redactora de mente y cerebro
http://www.investigacionyciencia.es/blogs/psicologia-y-
neurociencia/19/posts/2012-ao-de-la-neurociencia-10401
El Instituto de Estudios Catalanes (IEC) ofreció la semana pasada un
pequeño y suculento aperitivo para abrir boca de cara a la VIII Conferencia
Bienal de la Federación Europea de Sociedades de Neurociencia (FENS) que
se celebrará del 14 al 18 de julio de 2012 en Barcelona, la cual se
enmarcará a su vez dentro del Año de las Neurociencias; un año cargado de
actividades para profesionales, estudiantes y no expertos.
Mara Dierssen, neurobióloga, investigadora jefe del Grupo del Centro de
Investigación Genómica (GCR), y una de las responsables de que el evento
acontezca en Barcelona, desgranó en la jornada del IEC las múltiples
actividades que se llevarán a cabo: desde trainings y becas para jóvenes
talentos, pasando por charlas y conferencias para todos los públicos e
impartidas por neurocientíficos de primera línea (“A los que se les entiende
todo”, apuntó Dierssen) hasta exposiciones, actividades en colegios y
centros cívicos, workshops, incluso una feria de trabajo. ¿El objetivo? Hay
más de uno: aumentar la visibilidad de la neurociencia entre la población –
“Que las personas de a pie sepan que existe la neurociencia, ofrecerles
formación”, señaló Dierssen-, propiciar y aumentar el networking entre los
científicos, y atraer a jóvenes talentos de otros países.
“La elección de Barcelona para el Congreso refleja el aumento de solidez
científica en España a lo largo de estos años”, afirmó la neurobióloga.
Muestra de ello es que en los últimos 20 años han ido en crescendo los
artículos publicados por neurocientíficos españoles. Asimismo ha crecido el
número de equipos de investigación en neurociencias. Según Josep Saura,
investigador de la Universidad de Barcelona y artífice del mapa de la
investigación sobre neurociencias en Cataluña, entre 1998 y 2008 surgieron
en dicha comunidad autónoma unos 95 equipos de investigación. Mas la
neurociencia sufre un problema en España: la repercusión en los medios de
comunicación. “Queremos que el Año de la Neurociencia sirva para dar
visibilidad a la neurociencia, mostrar su innovación y que podemos competir
con otros países sin complejos”, señaló Dierssen. También la poralidad de
los equipos científicos dificultan la visibilidad y unión en pro de un
2
reconocimiento social y una consolidada repercusión: “Faltan centros para
hacer clústers en neurociencia”.
Además de Mara Dierssen y Josep Saura, como conferenciantes de la
jornada "En 2012, ¿de qué hablaremos? De neurociencias", se encontraba
Carme Junqué, catedrática de neuropsicología de la facultad de Medicina
de la Universidad de Barcelona (UB), Lourdes Fañanás, catedrática del
Departamento de Psiquiatría y Psicobiología Clínica de la UB, y Núria
Sebastián, del Center for Brain and Cognition de la Universidad Pompeu
Fabra.
Cuestiones candentes
Ante la pregunta de una persona del público al elenco de científicos
sentados a la mesa sobre las cuatro cuestiones más candentes a las que les
gustaría encontrar respuesta en el Año de la Neurociencia, las preguntas-
respuesta fueron las siguientes:
1. ¿Cómo y dónde se guarda la información en el cerebro? (Mara Dierssen)
2. ¿Se podrá conectar algo al cerebro para ayudarlo a funcionar?
(Josep Saura)
3. ¿Por qué en la enfermedad mental el sujeto se encuentra absolutamente
vencido en algunos momentos, durante una temporada recupera su yo, y
vuelve a recaer? (Lourdes Fañanás)
4. ¿Cuál es el grado de manipulación ambiental en el funcionamiento
cerebral? (Núria Sebastián)
Sin duda, todo un reto para 2012. Un año lleno de neurociencia.
¡Viva la neurociencia!
http://www.investigacionyciencia.es/blogs/psicologia-y-
neurociencia/19/posts/viva-la-neurociencia-10545
El problema cerebro-mente agoniza, ¡viva la neurociencia! «La neurociencia
no es una moda. Estamos ante una revolución, ante una manera nueva de
concebir al ser humano y de ver la psicopatología». Así de contundente y
convencido se mostró ayer, jueves 18 de octubre, el neuropsicólogo clinico
y premio Nacional de Neurociencia, Javier Tirapu, durante la conferencia
Neurociencia y Neuropsicología: el problema cerebro-mente que impartió en
la sede del Colegio Oficial de Psicólogos de Cataluña en Barcelona.
Tirapu advirtió al público asistente, en su gran mayoría profesionales de la
psicología: «Si los psicólogos quieren subirse al carro de las ciencias deben
conocer la máquina sobre la que actúan; explicar a los pacientes qué les
3
pasa en el cerebro, cómo los síntomas son engaños de un sistema cerebral
ancestral.» Aun así, constató: «La neuropsicología no es la verdad absoluta.
Debe llegar con humildad y no ser excluyente de otras teorías».
Falsas dicotomías
A lo largo de su discurso, Tirapu fue desarmando una serie de dicotomías en
relación al ser humano. Según afirmó, la dicotomía mente y cerebro es
falsa. «La mente no existe, sino que existen los procesos mentales, es
decir, el producto de las regiones cerebrales funcionando». Como el propio
conferenciante expuso a modo de símil: los procesos mentales son para el
cerebro lo que la digestión es para el sistema digestivo.
Otras de las contraposiciones obsoletas a las que se refirió fueron el
problema genes-ambiente —«De genes y ambiente se ha pasado a una idea
nueva, la de genes por ambiente. Los genes se activan y desactivan en
función de las experiencias a las que los sometemos»—, el problema entre
orgánico y funcional, y la razón frente a la emoción. A este respecto señaló:
«La separación cognición-emoción es falsa. El verdadero cerebro es
razonador y emocional.»
Con todo, el neurocientífico presentó una nueva invitada a la "fiesta" del
cerebro: la cognición social. «Se debe enseñar a los humanos a no ser tú,
sino a ser nosotros. El ser humano es un ser social. Cuanto mejor nos
conocemos a nosotros mismos, mejor conocemos a los demás, y cuanto
más escuchamos a los demás, más nos conocemos a nosotros mismos.»
¿Resultado de todo ello? La definición integradora de Tirapu sobre el
cerebro: El cerebro es un órgano biológico, que recibe información
consciente e inconsciente del medio interno (cuerpo) y externo (ambiente),
los integra entre sí y los une con mis experiencia subjetivas generando un
patrón cognitivo y emocional (proceso mental) para emitir una respuesta y
que en la actualidad puede ser observado con técnicas científicas.
En pocas palabras: un sistema complejo.
Mente, cerebro y entorno 12/06/2012
Si bien se desconoce más del 90 por ciento del funcionamiento del cerebro
humano, una cosa parece clara, al menos desde la perspectiva de la
neurociencia: la dualidad mente y cerebro se ha superado.
“Mente sin cerebro no existe", afirmó Francisco Rubia, catedrático de
fisiología de la Universidad Complutense de Madrid durante su conferencia
4
Las bases neurológicas de la imitación y la empatía impartida hace una
semana en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB). A
ello sumó un tercer y relevante elemento: el entorno. “Todas las
facultades mentales necesitan un entorno para desarrollarse". De
hecho, el autor de libros como El cerebro nos engaña recordó que el
encéfalo se encuentra en un cambio
constante.
Francisco Rubia en un momento de su
conferencia Bases neurológicas de la
imitación y la empatía .
CCCB Miquel Taverna, 2012
Empatía e imitación
En relación a la empatía, además de la
función de las neuronas espejo y de
regiones cerebrales como la corteza
prefrontal (ésta no madura hasta los 20 y
30 años, especificó) y el área de Broca, el conferenciante destacó 4 factores
característicos de la capacidad de ponerse en piel ajena:
1. la presencia en nosotros mismos de un estado afectivo;
2. un isomorfismo entre ese estado propio y el de otra persona;
3. la provocación del propio estado afectivo por la observación o
imaginación del estado del otro;
4. el conocimiento de que el estado afectivo de la otra persona es la causa
del nuestro.
En este sentido, apuntó que los psicópatas carecen de empatía (*), es
decir, no se implican emocionalmente en lo que le sucede a sus víctimas,
aunque sí pueden entender los estados mentales de los otros, incluidos los
estados afectivos. En definitiva, son más mentales que emocionales. De
hecho, se ha descubierto que la mentalización y la empatía tienen una base
neurobiológica distinta. Según concluyó Rubia: "Todavía sabemos muy
poco del cerebro, no creo que lleguemos al 10 por ciento".
5
Wikipedia Commons/ Universal Studios
(") En la ficción, caso de la película El doctor Frankenstein (1931),
inspirada en la novela de la escritora Mary Shelley (1797-1851), mente y
cerebro ya aparecen como indisolubles. El doctor Henry Von Frankenstein
aprovecha el cerebro de un criminal para llevar a cabo su experimento:
construir, a partir de trozos de cadáveres, un nuevo ser humano. El
encéfalo del anterior propietario dotará a la reconstruida criatura
(interpretada por Boris Karloff, en la imagen) de instintos crueles.
1
La información podría ser uno de los constituyentes básicos de la materia
http://www.tendencias21.net/La-informacion-podria-ser-uno-de-los-
constituyentes-basicos-de-la-materia_a5278.html
Un nuevo libro escrito por científicos, filósofos y teólogos, sugiere que la
información se encontraría en las células, las partículas subatómicas o el
ADN
Se cree que la masa y la energía son los constituyentes básicos de la
naturaleza. Sin embargo, en los últimos años, el papel de la
“información” como constituyente del mundo ha ido cobrando un interés
cada vez mayor para la física. En un libro reciente de artículos escritos
por científicos, filósofos y teólogos, y recopilados por Paul Davies y Niels
Henrik Gregersen, se analiza la posibilidad de que la información sea un
elemento constitutivo de la realidad material. Esta cuestión surge a raíz
de los hallazgos del siglo XX en física y biología, que sugieren que la
información se encontraría en lugares tan dispares como las células, las
partículas subatómicas o el ADN. Por Yaiza Martínez
Se cree que la masa y la energía son los constituyentes básicos de la naturaleza.
Sin embargo, en los últimos años, el papel de la “información” como
constituyente del mundo ha ido cobrando un interés cada vez mayor para la
física.
En un intento de analizar la función de la información en la naturaleza, el famoso
físico y escritor británico Paul Davies, en colaboración con el profesor de
teología sistemática de la Universidad de Copenhague, Niels Henrik
Gregersen, ha publicado recientemente un libro en el que se recopilan artículos
sobre el tema, escritos por científicos de diversas disciplinas, así como por
teólogos y filósofos.
Fin del Mito de la Materia
En la introducción a la obra, titulada “Information and the Nature of Reality:
From Physics to Metaphysics” (La información y la naturaleza de la realidad:
de la física a la metafísica), se explica que las nociones heredadas sobre el
mundo material no pueden explicar los hallazgos realizados, a lo largo del siglo
XX, por la física y la biología.
La idea, mantenida durante siglos, de que la materia está formada por partículas
sólidas, con masa, impenetrables y móviles, así como las leyes que suponían que
se podía predecir cualquier hecho (materialismo clásico y determinismo), se han
visto sacudidas por las realidades mostradas por disciplinas como la
termodinámica y la física cuántica o por el estudio de las estructuras
disipativas o del caos, entre otros.
2
¿Qué ha pasado, entonces, con la noción tradicional acerca de la materia y del
mundo material? ¿Dónde queda ahora lo que los científicos denominan el “Mito
de la Materia”?
Para tratar de responder a estas preguntas, Davies se cuestiona en el presente
libro qué sucedería si comenzáramos a no asumir que las relaciones matemáticas
de las llamadas “leyes de la naturaleza” son el nivel descriptivo más básico de la
realidad material, y qué pasaría si pasáramos a darle a la “información” el valor
de fundamento, a partir del cual la realidad física se construye.
El físico propone el siguiente esquema de explicación de la realidad material:
información → leyes de la física → materia, que sería inverso al tradicional modo
de explicación del mundo. Davies realiza, por tanto, un análisis de la posibilidad
de que la información sea en sí misma una entidad que subyace a las cosas
materiales.
El efecto de la conciencia en la realidad cuántica
Este planteamiento de Davies encuentra respaldo en una de las interpretaciones
derivadas del estudio de la física cuántica. Aunque el hecho de que el cerebro sea
capaz de generar nuestra conciencia aún es un misterio científico por resolver,
existe una escuela de pensamiento bien establecida que sostiene que dicha
conciencia podría tener alguna relación con la mecánica cuántica.
Según se explica en el presente libro, ciertamente, el papel del observador en la
mecánica cuántica resulta muy distinto al papel del observador en la mecánica
clásica: tal y como explicamos anteriormente en Tendencias21, a principios del
siglo XX, los físicos descubrieron que, aunque en nuestra vida cotidiana las cosas
parecen existir sin que pongamos nada de nuestra parte, es decir,
independientemente del observador, en el nivel cuántico de la materia no ocurre
lo mismo, ya que las observaciones científicas condicionan lo que se está
observando.
A raíz de esta constatación y dado que, según se cree, la mecánica cuántica
realmente proporciona la descripción más fundamental de la naturaleza, en algún
nivel dicha mecánica debería incoporar cierta cantidad de conciencia y otras
propiedades mentales clave (como la emergencia de la semántica o la impronta
del libre albedrío), sugieren los científicos.
El especialista en física de partículas de la Universidad de California en Berkeley,
Henry Stapp, que lleva muchos años tratando de entender el papel de la mente y
de su observador en el contexto cuántico, afirma en “Information and the Nature
of Reality” que, por tanto, la conciencia debe ser tomada seriamente y no como
un mero epifenómeno o fenómeno secundario de la materia, y que debería
situarse dentro de la descripción cuántica de la naturaleza. Según Stapp, la
mente y la información que ésta procesa son partes integrales del mundo.
3
Capacidad de sentido en la biología
Más allá de la física cuántica, la biología ha resultado esencial para nuestra
comprensión del papel de la información en la naturaleza, escriben los autores
del libro.
En el capítulo siete de éste, en un artículo escrito por el genetista e investigador
de biología evolutiva, John Maynard Smith, se argumenta que las ciencias
biológicas deberían ser vistas como información en la naturaleza, dado que la
propia estructura secuencial del ADN está causalmente relacionada, de manera
sistemática, con la producción de proteínas.
En general, en el siglo XIX, los organismos vivos eran vistos como una suerte de
materia mágica imbuida de fuerza vital. Hoy día, incluso la célula es tratada
como un superordenador, un procesador de información y un sitema de
replicación de una fidelidad extraordinaria, señalan los científicos.
En los capítulos ocho y nueve del libro, el antropólogo y biólogo Terrence Deacon
y el profesor de filosofía natural de la Universidad Friedrich de Alemania, Bernd-
Olaf Küppers, por su parte, añaden dos perspectivas naturalistas más sobre los
niveles cruciales de información que emergen de la termodinámica y de los
procesos evolutivos: ambos investigadores argumentan que la información
biológica no es sólo instructiva sino también “significativa”, y que tiene capacidad
de referencia y sentido en cada contexto de la naturaleza.
Teoría incompleta pero importante
En la introducción a “Information and the Nature of Reality: From Physics to
Metaphysics” se reconoce que la teoría de la información es aún incompleta. Esta
carencia se ejemplifica claramente a lo largo del libro, en los diferentes sentidos
que le dan sus autores al término “información”.
Pero los científicos insisten en la importancia de tener en consideración la
información: a nivel humano es fundamental, pero también a nivel cuántico, en
el que, por ejemplo, una función de onda no deja de ser una “encapsulación de
*todo lo que es conocido* sobre el sistema cuántico”. Cuando se realiza una
observación y ese conocimiento encapsulado cambia, también lo hace la función
de onda y, con ello, se produce una evolución cuántica del sistema.
Además, las estructuras informativas juegan un papel causal innegable en la
materia, por ejemplo en el fenómeno físico de la resonancia o en los sistemas
biológicos, en forma de secuencias de ADN. ¿Qué es un gen, si no un “conjunto
de instrucciones codificadas” por un sistema molecular cuyo fin es llevar a cabo
una tarea?, escriben los autores del libro.
4
En sus capítulos finales, “Information and the Nature of Reality: From Physics to
Metaphysics” se adentra en las posibles consecuencias teológicas y filosóficas de
que la información sea un elemento constituyente de la realidad material: ¿sería
Dios una fuente de información para un mundo que se auto-despliega?, se
pregunta el teólogo y filósofo británico Keith Ward.
¿Nueva metáfora?
Cabría preguntarse si no será este modelo explicativo del mundo más que una
metáfora derivada de la tecnología que manejamos en la actualidad,
especialmente la de la computación cuántica (“naturaleza computacional”).
Ya sucedió antes: en la antigüa Grecia la expansión del uso de instrumentos
musicales favoreció la idea del mundo como manifestación de relaciones
geométricas y de armonía musical; en el siglo XVII, los mecanismos de relojería
sirvieron para describir un universo determinista; y en el siglo XIX, la máquina
de vapor consiguió que se creyera que el universo era un gigantesco motor de
calor generador de entropía. ¿Hacia dónde nos llevaría esta nueva metáfora?
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