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Prólogo
-Hoy la luna es hermosa, ¿no lo crees?- En el balcón de una mansión lujosa,
un hombre de edad avanzada hizo una pregunta aparentemente a la nada,
mientras sostenía una copa llena de vino entre sus manos.
-Varios nobles ya han muerto, así que supongo que es mi turno.-
-Vamos no seas tímido. Ya he preparado mi cuello. ¡Pero cielos! pensar que el
imperio se preocuparía por un anciano como yo, eso solo lo esperaba cuando
estaba en mi cenit, no en mi senectud- Hablaba en tono de broma.
-Tal vez me haces un favor, de cualquier manera ya he perdido todo -
Deshaciendo su corbata y después desabrochándose los botones del cuello de
su camisa, continuó en el mismo tono burlón.
-Hazlo ahora, supongo que debes tener una agenda muy ocupada y no quisiera
hacerte perder tu tiempo-.
De las sombras hubo una respuesta.
-Es bueno querer morir con una sonrisa, eso es envidiable; pero
desafortunadamente anciano, hoy no es tu día. Te equivocas en algunas cosas.
¿Quieres que te diga en qué?-.
-Por favor, si fueras tan amable te lo agradecería mucho- contestó el anciano
haciendo una ligera reverencia siguiendo el curso de la conversación, parecía
bastante entretenido aunque aparentemente su vida estaba siendo amenazada.
-Primero no soy un enemigo, no vengo del imperio-.
-Segundo esos nobles, eran traidores a la corona de este país, a diferencia de
usted-.
-Tercero y más importante si usted muere ¿quién me ayudará con mi
venganza?
-Vaya, vaya, yo también tengo algo que decir- la respuesta del hombre mayor
no se hizo esperar.
-Primero aunque sea verdad lo que dices de no ser enemigos, no
necesariamente somos amigos, incluso aunque provengas de un país aliado-.
-Segundo no me interesa más lo que le pase al Reino, como dije ya he perdido
todo-.
-Tercero y más importante todavía no soy lo suficientemente senil para ayudar
a un loco completamente desconocido- Su voz se había vuelto más grave.
Desde las sombras una persona salió vestida totalmente con una túnica negra,
con una capucha que cubría su cabeza y ocultaba su identidad, respondiendo
con una voz suave habló.
-¿Anciano cambiaría de idea si no fuera un desconocido?- Quitándose la
capucha mostró su rostro, cabello oscuro y largo, tez ligeramente pálida, ojos
negros, nariz refinada y menuda así como labios pequeños.
Al mismo tiempo levantaba su mano derecha, en la que sostenía un dije con el
grabado de un escudo de armas, en la parte central se encontraba la figura de
un cuervo con un ojo de rubí; a cada lado tenía una hoz y una rosa, con un
margen remarcando alrededor toda la figura.
El anciano por primera vez perdió su temple al ver su rostro y el escudo de
armas, dejó caer su copa, apuntando a la otra persona.
-No puede ser, tú...tu eres Je...- Su voz flaqueó no podía articular palabras.
-Soy Jean Nox Crow, el nieto de su mejor amigo- declaró con convicción la
persona vestida de negro, al mismo tiempo que la gema en su escudo de armas
brillaba.
El anciano perdió toda precaución acercándose con las manos extendidas,
sostuvo el rostro de Jean, observándolo como si fuera a desaparecer en
cualquier momento.
-No soy un fantasma, soy real, Anciano Wilkens- susurró el joven.
En ese momento lágrimas se escaparon de los ojos del Hombre de edad, al
mismo tiempo que abrazaba fuertemente a Jean.
- Si claro que eres tú, el nieto de mi mejor amigo...-.
- ¡Tienes muchas cosas que contarme!-
- Claro, pero ahora tienes que descansar anciano, tu corazón, ya no está para
muchas sorpresas, mañana te diré todo lo que quieras saber.
Capítulo I
Reivindicación
Al día siguiente el anciano Wilkens mandó a preparar un banquete para el
desayuno, mientras comían empezaron a platicar sobre los pasados
acontecimientos, no sin antes decirle a los criados que no hablaran con nadie
sobre el invitado que tenía su señor.
-Yo te juro que intenté buscarlos, después de ese terrible incidente- Con un
ligero tono de arrepentimiento comentó el anciano.
- Hice todo lo posible, después de estos diez años había perdido toda
esperanza de que hubieran sobrevivientes; dime en ¿dónde estuviste todo este
tiempo?-.
-Le creo, para empezar era casi imposible que me encontrara, incluso después
de localizarme no podría liberarme. Estos diez años estuve en un lugar que no
debería existir-.
-¿A qué te refieres?-Preguntó cautamente el anciano.
-Estuve en Le Morte, una isla legendaria del imperio que no aparece en los
mapas, y la peor cárcel que existe en el mundo.- Respondió Jean con un tono
grave.
El rostro del anciano quedó pálido asimilando las palabras del joven
-Pero eso no importa más, ahora soy libre.- Añadió Jean con una ligera
sonrisa, al ver lo afectado que lucía el anciano. -No se culpe por favor.-
Tranquilizándose el anciano le agradeció al joven, ahora sentía que había sido
liberado, aunque sea un poco, de una carga muy pesada.
-Dime Jean ¿qué pasó en aquel entonces?-
-Anciano aunque le pedí ayuda, sería peligroso que se lo dijera, no quiero que
por mi culpa le pase algo- su tono de voz denotaba una gran preocupación.
-Mi hijo murió en ese incidente al igual que tu abuelo, me dijiste que querías
vengarte, así que puedo deducir que no fue un accidente, así que por favor
dime, si fue provocado no se puede dejar así-.
Observando la actitud seria de la otra persona, Jean respondió.
-Como usted supone, fue el Emperador, planeó todo para eliminar a todas las
personas importantes de los distintos países que le serían un problema en sus
planes a futuro, incluso fue tan lejos como para sacrificar a varios de sus
nobles, de su propia gente sólo para disipar las sospechas-.
-Aunque todos llevaron guardaespaldas poderosos, estoy seguro que nadie
esperaba que ese asqueroso Emperador, rompiera varios tabúes.- Se podía ver
el enojo del joven que aumentaba cada vez más, mientras apretaba con fuerza
sus puños.
-El Ritual del Diablo, la demonificación de un humano, cincuenta de sus
soldados imperiales masacraron a todos, ninguno tuvo una oportunidad-.
-¡¡Eso es terrible!! ¡Eso va más allá de lo que uno se pueda imaginar! ¡Es
indignante¡ ¡Maldita sea!- El anciano estalló en ira justificada.
Después de unos momentos Jean continuó su historia.
-Yo sobreviví gracias a la locura de su general, decidió no asesinarme pero no
por su piedad, me dejó claro que eso no sería suficiente, tenía planeado algo
mejor que solo arrancarme la vida y así como rogué por mi vida, rogaría por
mi muerte, llevándome a ese maldito lugar.- Al terminar apretó los dientes, en
sus ojos se veía un gran rencor.
-Por eso he decidido destruir al Imperio sin importar el tiempo que tarde- No
había duda en su voz.
Después de un breve momento que pareció una eternidad el silencio fue roto.
-Te ayudaré en todo lo que pueda, lo que dices es algo de suma importancia, si
el Imperio fue tan lejos, es grave para todo el mundo, pero antes tiene que
conocerlo este Reino-.
-De nada serviría, mi testimonio no es suficiente para declarar culpable al
Imperio-.
-Es cierto políticamente el Imperio lo negaría, pero aún así hay quienes si
tomarían lo que acabas de decir muy en serio. Antes yo solía pertenecer a una
sociedad que es fiel a la Corona, siempre sospechamos de las acciones del
Imperio. Una facción Anti-imperio apoyada por la misma Reina, aunque
abiertamente ella trata al imperio de una forma correcta ante el público, pero
en secreto cree que el emperador esta planeando algo desde hace tiempo-.
-Lo que sabes sería invaluable para que puedan prepararse contra ese
demente-.
-Anciano, confío en usted, pero hay traidores en el Reino. No pretendo
guardar secretos, así que lo diré, los dos Vizcondes y el Lord que fallecieron
recientemente fueron mi obra-.
-No te preocupes, si eran traidores no se puede hacer nada, pero ¿cómo sabías
sobre su traición?- curiosamente preguntó.
-En Le Morte se hacían peleas a muerte en las que varias personas importantes
de todas partes apostaban, claro que sólo eso no sería razón suficiente para
asesinarlos, estando allá conseguí bastante información directa e
indirectamente de todos o casi todos ellos. Cuando llegue aquí los mantuve
vigilados y una vez confirmada su traición...-.
-Ya veo- respondió el anciano en un tono ambiguo, se podía notar una ligera
incomodidad.
-La persona que te mencioné es fiel al Reino, te lo aseguro, podría ayudarte
también, sobre todo a recuperar los bienes que le pertenecían a tu familia, su
opinión tiene mucho peso en la corte, dale una oportunidad; con el escudo de
armas de tu familia y mi testimonio de que eres un descendiente de la familia
Nox Crow, no debería haber oposición.-
-Supongo que está bien, lo primero que tenía planeado es eso mismo-comentó
Jean en actitud pensante.
- Lo dejaré en tus manos entonces- Añadió.
Continuaron hablando sin cesar durante varias horas, en una larga sesión de
preguntas y respuestas, así como compartiendo recuerdos importantes, el
hecho de que el joven describiera cosas que un impostor no podría calmó las
ya pocas dudas que tenía el anciano sobre la identidad del joven, al fin y al
cabo él examinó personalmente el escudo de armas, que sólo resonaba con un
descendiente de dicha familia; además Jean era el vivo retrato de su mejor
amigo durante su juventud ,después el amo de la casa decidió mostrarle el
interior de la mansión, el joven no quiso mostrarse fuera de la casa, estaba
siendo demasiado precavido.
Después de un rato la hora del almuerzo llegó.
-Como ves la mansión principal ha sufrido varias remodelaciones durante
estos diez años, siéntete libre de quedarte todo el tiempo que quieras, has
traído alegría a este anciano- Insistió el viejo hombre con gran ánimo.
-Temprano envié una carta con el mejor de mis hombres para llamar a esa
persona, mañana a primera hora debería estar aquí- El anciano Wilkens le
notificó a Jean mientras inflaba ligeramente el pecho, se notaba la confidencia
en la forma que lo dijo.
-Me pregunto si es así, un Lord como usted no debería ser tan descuidado, al
fin y al cabo ni se dieron cuenta que entré a este lugar ayer en la noche, ¿lo
recuerda?, hoy en la mañana el jefe de su guardia estaba bastante sorprendido,
fue divertido ver su rostro apenado.- replicó en tono de broma el joven.
-Jajajaja- rio el anciano mientras se sostenía el estómago.-Tienes razón,
aunque son tropas de infantería regular, siguen siendo élites, para serte sincero
pensé que los habías asesinado. Creo que debo contratar algunos magos sólo
para estar más preparado. Ahora no puedo dejarme matar, no sin antes arreglar
cuentas con el Imperio-.
-Si me permites decir, es obvio que has cambiado mucho en todos los
sentidos, la última vez que te vi eras un niño, ahora ya eres todo un hombre,
estoy muy feliz de que estés con vida, aunque estas bastante más delgado de lo
que me gustaría aceptar-.
Los dos contemplaban desde una ventana la puesta de sol.
Sacando un reloj de bolsillo, el anciano Wilkens lo inspeccionó con cuidado.
-El tiempo pasa rápido ya es hora de la cena, vamos muchacho.- declaró,
jalando a Jean del brazo hasta el comedor.
Fue nuevamente una majestuosa comida, en la que el Lord insistía (después de
muchas copas de vino) en que Jean era demasiado delgado, haciéndole comer
de más a pesar de la insistencia del joven de que ya no podía.
Después de un baño, el invitado de honor fue al cuarto que le había preparado
el Lord, comprobando que no había ninguna sorpresa entró. Los siervos
habían llevado a su Amo hasta sus aposentos, pues él no podía levantarse
después de cinco botellas de vino. A pesar de la atmósfera Jean nunca bajó su
guardia, después de revisar el aura del Anciano y darse cuenta de que su
comportamiento era real, así como de que no habían mentiras en sus palabras
pudo relajarse ligeramente, de todas formas vigilaba a los sirvientes, soldados,
la comida que les servían y los alrededores, aunque estaba seguro que nadie lo
había seguido, los hábitos que desarrolló para sobrevivir ya eran parte de su
ser, también puso varias protecciones alrededor del Anciano Wilkens, incluso
de los criados.
Acomodándose en la cama entró en un estado de meditación más que de
sueño, y la noche pasó.
A las primeras horas del día, después del desayuno, cuando el reloj marcaba
las 9:35 am, un carruaje llegó a la mansión, el Lord fue a recibir al invitado,
mientras Jean esperaba dentro de la casa.
El anciano Wilkens inmediatamente hizo pasar al invitado a la sala principal.
Después de una taza de té, la persona en cuestión, que era una mujer de
mediana edad, con un rostro serio, piel blanca, cabello rojo, ojos azules de
mirada penetrante, con un porte noble y una agradable figura habló sin rodeos
con una voz firme.
- ¿Qué es eso tan importante que necesitas decirme Lord Wilkens? por respeto
a tus servicios a la Orden, vine personalmente como pediste.- Observándolo
inquisitivamente.
- Antes que nada necesito recalcarle Duquesa que es un asunto bastante
delicado, pido su discreción y perdón por hacer una petición tan ridícula-
Después de que asintió la Duquesa, el anciano habló.
-Jean Nox Crow ven porfavor- acto seguido el joven entró vistiendo una
túnica totalmente blanca, en su cuello llevaba una cadena con el escudo de
armas de su casa a simple vista, aunque su vestimenta era simple su porte era
elegante, se situó a lado del anciano.
-Mis saludos Duquesa Xellar, lamento mucho importunarla, soy el nieto del
Conde Nox Crow- con una ligera reverencia dio sus respetos.
La Duquesa observó al joven por unos instantes.
-Igualmente joven, ya veo, así que de eso se trata. Lord Wilkens ¿puede
demostrar lo que esta persona está diciendo?- Sin perder la compostura
preguntó la Duquesa.
-Desde luego, lo que esta en su cuello es el escudo de armas original de la
Familia Nox Crow.- Rápidamente contestó el anciano.
- Puede checarlo usted misma y ver que no es una falsificación, muéstrale
Jean.
Quitándose el escudo de armas del cuello, Jean lo llevó a la altura de su rostro,
mordiéndose ligeramente los labios dejó caer un poco de sangre sobre la gema
del ojo del cuervo, la cual fue absorbida rápidamente, un destello un poco más
intenso que la ocasión anterior se pudo observar, después aunque un poco
reacio se lo dio a la Duquesa, la cual lo examinó desde todos los ángulos.
-Sirviente de la Reina muéstrame tu valor- Pronunció la Duquesa con un aire
solemne mientras sostenía en su mano izquierda el escudo de armas, el cual
cambió de color plateado a dorado, después de ver la reacción, lo devolvió a
su legítimo propietario.
-Ciertamente es genuino.- Se podía ver en sus ojos una chispa de incredulidad-
pero eso no es posible, hace más de diez años investigamos lo que pasó en la
conferencia de los tratados de Paz, en ese buque no encontramos ningún
sobreviviente, sólo cadáveres desfigurados, conozco claramente la lista de
pasajeros, toda la familia Nox Crow incluyendo al Conde y su nieto estaban
ahí, ellos así como muchas otras personas fueron asesinadas-.
-Lo único que puedo suponer, es que este joven es un hijo bastardo de esa
familia, aunque lleva la sangre de los Nox Crow, no es miembro de la familia
principal ni mucho menos el nieto que viajaba con el Conde, creer las mentiras
de alguien así podría ser muy peligroso-.
-Discúlpeme Duquesa, pero yo lo he interrogado y sabe cosas que solo el
verdadero nieto de mi mejor amigo podría saber.- el Lord estaba algo
exaltado, al parecer no recibió bien el comentario de la dama noble.
-Anciano Wilkens - intervino Jean levantando una mano apaciguando al Lord,
después volteó a ver a la mujer y le dijo.
-Estoy seguro que si usted Duquesa escucha todo lo que tengo que decir, y ve
todas las demás pruebas que tengo no se arrepentirá- en tono conciliador e
inclinándose ante la noble, Jean realizó una petición.
Después de relatar la historia que ya le había contado al Lord, sobre ser testigo
de lo que pasó en la Conferencia de Paz entre Naciones y como terminó en la
legendaria e infame cárcel Le Morte, cuando había capturado la atención de la
Duquesa añadió algo nuevo al relato.
-Esta es la prueba. -Desabrochándose la camisa mostró una figura grabada en
su abdomen, una figura de una calavera dentro de una jaula.
-Esta es la marca que me pusieron en Le Morte , con la ayuda de un metal al
rojo vivo como si fuera un animal, representando que incluso en la muerte uno
no obtendría la libertad-.
- Lord Wilkens me comentó que usted es una especialista en este tipo de
cosas, estoy seguro que conoce este símbolo, si no es un atrevimiento por
favor examínelo, - Con ligera voz suplicante pidió Jean.
La Duquesa se acercó en silencio, sin apartar los ojos de la marca la observó
por unos instantes, después la examinó con sus manos. Regresando a su
asiento, entrelazó sus manos y observó a Jean a los ojos durante unos
momentos, durante los cuales el joven sintió que lo más profundo de su ser
estaba siendo visto sin que pudiera resistirse.
-Lo siento Joven, no...Jean Nox Crow, te creo, esa marca es real, sólo muy
pocas personas la conocen, únicamente aquellos que han estado en contacto
con ese lugar saben de ella, solamente la he visto dos veces contando la tuya.
Haber sobrevivido por diez años en ese infierno, cuando apenas eras un niño,
no puedo imaginar los horrores que has tenido que pasar, en verdad eres un
hijo de la casa Nox Crow, discúlpame por dudar de tu palabra.- En su
comportamiento se podía ver la sinceridad de sus palabras.
Después de eso la conversación fluyó más tranquilamente, en la que Jean,
compartió información con más detalles sobre los eventos de hace diez años,
así como los nobles del Reino que tenía relaciones con el Imperio. Sin
embargo él y el Lord se callaron los asesinatos que Jean había cometido en
nombre de su venganza.
Cuando la noble dama estuvo satisfecha con la información obtenida, decidió
partir.
-Haciendo una suposición, no creo que el imperio se mueva contra ti, al menos
por medios legales, no te pueden reclamar como un criminal porque eso sería
casi declarar su relación con ese incidente, no podrían explicar cómo es que no
le devolvieron a este Reino a un importante testigo - Dijo la duquesa
dirigiéndose hacia Jean.
-La situación es peor de lo que pensábamos, la información que nos diste es
invaluable, haremos buen uso de ella para protegernos contra el Imperio y
tomar las acciones que sean necesarias.
-Lord Wilkens, hablaré con la Reina para garantizarle protección a usted y al
joven Nox Crow, la recuperación de los bienes de su familia, así como toda la
ayuda que pueda brindarle-.
-Haber escapado de ese lugar es una gran hazaña, me gustaría escuchar esa
historia en otra ocasión.- Hizo un último comentario antes de subir a su
carruaje.
Los dos hombres la vieron partir en silencio.
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En el carruaje
-¿Qué opinas sobre ese joven Nelu?- Preguntó la Duquesa a su acompañante
dentro del carruaje, una figura vestida totalmente de blanco, la cual tenía
cubierto totalmente su rostro, no se podía determinar sólo con eso su género,
aunque tenía figura delicada.
-No sé si todo lo que dijo era verdad o mentira, lo que sí creo, es que estuvo en
ese lugar, a pesar de que utilicé un conjuro para que nadie me viera, él podía
verme, eso sinceramente me sorprendió bastante, además su aura se parece
bastante a la de esa persona- contestó con una voz claramente femenina.
-Lo que dijo era verdad pude ver dentro de él, tampoco sentí la presencia de
magia o de otro método que me demostrara que sus recuerdos habían sido
modificados o alterados de ninguna manera-. La Duquesa respondió y después
se quedó pensando por un momento y luego continuó.
- Sin embargo hay algo que me preocupa, que clase de persona es ese joven
ahora, haber pasado tantos años en ese lugar, no me puedo imaginar que tuvo
que hacer un niño de 5 años. Si el joven Jean es como esa otra persona...debo
suponer que sus habilidades son considerables para poder haber sobrevivido.
Al menos esa es la impresión que tengo...ver dentro de él fue como mirar
dentro de un abismo, odio, venganza, pero también...- Se mostraba el
cansancio y preocupación en su rostro.
-Iremos a ver a la Reina, y le comunicaré la información que obtuvimos, ya
después veremos cómo tratar con este asunto más detalladamente.- Terminó la
noble dama, mientras volvía a sumirse en sus pensamientos.
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Después de que la Duquesa partió, el Lord y Jean continuaron hablando, el
Anciano le pidió al Joven, detener sus acciones (asesinatos) contra los nobles
traidores, explicándole que en vez de dejarse llevar por una satisfacción
inmediata, necesitarían un plan más específico para lograr su meta, llamar la
atención innecesariamente no era buena idea, al fin al cabo la venganza sabe
mejor fría, concluyó el anciano.
Después de pensarlo largamente, Jean aceptó ese razonamiento, tendría que
preparar las cosas con calma.
Pasó la semana tranquilamente sin incidentes, la Duquesa Xellar fiel a su
palabra envió a un grupo de soldados para proteger la mansión, dentro del cual
había un par de magos.
Aunque eso nada más aumentó ligeramente la incomodidad de Jean algo que
el Lord notó, dándose cuenta que el Joven era bastante desconfiado de la
gente, aunque no se le podía culpar por todo lo que había vivido hasta ahora.
Estando en la mesa desayunando, el anciano no pudiendo contenerse soltó las
buenas nuevas, hace tres días recibió una carta de la Duquesa en la que
explicaba que la Reina estaba bastante complacida con la información que
había proveído, la Duquesa les tendría una sorpresa, iría personalmente a
visitarlos ese mismo día.
Aproximadamente a las tres de la tarde llegó el carruaje de la Duquesa, a la
cual recibieron inmediatamente.
-Buenas tardes tengan- Saludó la noble dama al bajar del carruaje, seguida por
una persona vestida de blanco, la cual ocultaba su rostro con una capucha,
colocándose a lado de la Duquesa.
Después de pasar a la sala principal recibieron las buenas noticias.
-La Reina ha decidido reconocerte como un descendiente directo de la Casa
Nox Crow, concediéndote el título de Vizconde y devolviéndote parte de las
propiedades y tierras que le pertenecían a tu familia, no se te puede investir
como Conde al menos por ahora debido a ciertos asuntos de política, sobre
todo tu edad- Declaró la Duquesa con un tono alegre, extendiéndole un
pergamino y un anillo al mismo tiempo.
-Entiendo, esto ya es bastante bueno por si solo- contestó Jean al mismo
tiempo que desenvolvía el pergamino que confirmaba su título de nobleza y se
colocaba el anillo en su mano derecha, mostraba una ligera sonrisa.
-Vizconde Nox, hay algo más que me gustaría hablar con usted- después de
que Jean leyera el pergamino, continuó la Duquesa.
-Si me permite decirle, estoy segura que usted no dejará que el Imperio se
quede impune por lo que hizo, ¿me equivoco?-.
Jean se quedó en silencio ante esta declaración.
-Así que tengo una pequeña sugerencia, que hacerle- Con un tono serio la
Mujer dijo:
-En la ciudad de Lux, que es bien conocida por sus Instituciones y Academias,
hay una en particular a la que me gustaría que usted acudiera como estudiante-
.
-No entiendo por qué necesito ir a un lugar así, Duquesa- interrumpió Jean,
aunque se veía en su rostro tranquilidad, interiormente no le encontraba
sentido a esta sugerencia.
-Bueno hay varios razones, primero por todo lo que te pasó no pudiste tener
una educación completa ¿no es así?- sin esperar respuesta continuó- como
noble necesitarás aprender muchas cosas, además sí pretendes obtener el título
de Conde en el futuro, necesitarás prestigio y méritos, la ciudad en sí es
neutral, es una zona protegida por todos los países del globo, al menos es más
segura que quedarse aquí, si vas ahí será más difícil que el Imperio haga un
movimiento sobre ti, si lo hacen de alguna forma u otra habrá repercusiones
sobre todo políticas-.
- Además si he de ser sincera, ha habido actividad inusual en ese lugar,
inteligencia piensa que el Imperio está haciendo algo ahí, aunque todavía no
tenemos ninguna prueba, no pretendo decirte que hacer, pero si quieres
vengarte de ellos, frustrando sus planes sería un buen inicio, al fin y al cabo
estoy convencida de que ninguno quiere que pase lo mismo que hace diez
años.- Los dos se miraron a los ojos fijamente por unos momentos.
-Se oye bien para mí Duquesa, pero ¿Usted cree que tengo las habilidades
necesarias para una tarea cómo ésta?- preguntó el Joven Vizconde con ligera
actitud confidente, con una sonrisa en su rostro.
- Lo creo, tu supervivencia debería ser prueba suficiente de tu capacidad, pero
es verdad, deberíamos hacer un pequeño examen si no te importa, al fin y al
cabo el lugar que te comenté es solo para élites. ¿Qué dices de enfrentarte a mi
guardaespaldas para ver tus habilidades?- Preguntó la noble dama.
-Hagámoslo así entonces- Después de esta declaración salieron a campo
abierto.
-El enfrentamiento será por cinco minutos puedes utilizar todas las habilidades
que tengas contra mí, si logras mantenerte durante este tiempo, has pasado la
prueba. Se prohíbe causar al oponente heridas graves- Diciendo esto la
guardaespaldas vestida de blanco le dio una espada a Jean, al mismo tiempo le
susurró al oído- Puedes usar magia si quieres-.
El rostro de Jean mostro una leve sorpresa.
Una pequeña multitud se había reunido alrededor de ellos, entre siervos y
guardias, se podían escuchar comentarios como "ojalá que le den una paliza a
ese pequeño noble se lo merece" y otros similares.
Se decidió que Lord Wilkens sería el réferi, a su señal el combate inició.
Acortando rápidamente la distancia la guardaespaldas lanzó un corte
horizontal con su espada, Jean paró el ataque, contraatacando con un corte de
abajo hacia arriba, moviéndose para atrás velozmente su oponente esquivó el
ataque. Agitando su espada desde su lugar la guardaespaldas hizo un corte a la
nada, una corriente de aire cortante se dirigió hasta Jean, él brincó para
esquivarla; sin embargo su oponente predijo este movimiento, después de su
ataque de viento se posicionó arriba del joven y dirigió otro corte con su
espada, con dificultad Jean logró bloquearla, durante el forcejeo liberó su
mano izquierda de la empuñadura de su espada y en un momento golpeó con
su mano abierta el abdomen de su oponente, recibiendo el impacto, la mujer
fue repelida, no sin antes, responder con una patada al abdomen del joven.
Los dos recobraron el equilibrio rápidamente, al llegar al suelo, sin demora se
volvieron a atacar ferozmente, después de un intercambio particularmente
violento las espadas se rompieron, sin importarles en lo más mínimo soltando
los restos de sus armas continuaron la pelea con sus cuerpos, la
guardaespaldas tiró un golpe rápido dirigido hacia el pecho de su oponente el
cual cruzó los brazos y contuvo el ataque, aprovechando este momento intentó
colocar una patada a la cabeza del Vizconde para terminar la pelea; sin
embargo el joven dio un salto hacia atrás, asestando una patada en el rostro de
su oponente, al mismo tiempo que hacia distancia de su atacante.
Un pequeño hilo de sangre apareció por primera vez durante el transcurso de
esta pelea, en los labios de su contrincante. Una sonrisa se dibujó en el rostro
de ella, aunque no era posible verla debido a su atuendo.
Se quedaron viendo por unos instantes, la mujer volvió a atacar nuevamente,
en sus palmas se habían acumulado esferas de un viento de color verde, estaba
claro que estaba usando magia, para dicho fenómeno. Arrojó una después de
otra sin parar, en esta ocasión Jean no saltó, decidió esquivarlas moviéndose
de un lado para otro, acercándose hacia su oponente; cada vez que una de esas
esferas chocaba contra un árbol lo destruía, cada vez que chocaba contra el
suelo dejaba un cráter considerable.
Cuando estuvo cerca de su oponente, en las manos de Jean empezaron a
aparecer esferas similares a las de su oponente, con una diferencia, eran
rojizas y de fuego, saltó hacia su oponente juntando sus manos uniendo las dos
esferas, al mismo tiempo que ella hacía lo mismo levantando sus brazos, al
chocar ambas esferas contenidas en sus manos, hubo una explosión, una
corriente de fuego y viento se dispersó desde la zona del impacto, haciendo
que algunos de los espectadores tuvieran que tirarse hacia el suelo, los dos
magos conjuraron un escudo de energía alrededor de la Duquesa y el Lord
para protegerlos.
Cuando todo se disipó, se pudo observar a dos figuras mirándose fijamente,
ninguno de los demostraba signos de querer terminar la pelea.
Antes que intercambiaran un nuevo ataque el Lord Wilkens intervino gritando
que se detuvieran, su ropa se veía bastante desarreglada.
Regresando a sus sentidos los dos combatientes detuvieron su pelea.
Después de recibir un pequeño regaño de parte del Lord y la Duquesa, sobre
lo exagerado de sus acciones a pesar de ser únicamente una prueba, todos
regresaron a la sala principal.
-Eso fue impresionante, te has hecho muy fuerte Jean- mientras se acariciaba
la barba, el Anciano Wilkens felicitaba al joven dándole unas palmadas en la
espalda.
- Gracias anciano- Respondió tímidamente Jean.
-No creo que tenga problemas en la Academia del Sol- se unió a la
conversación la Duquesa- Habiendo dicho eso iniciaré los trámites para que
entres, este mes de Piscis ya está por terminar, dado que las clases inician en
el mes de Aries debemos apurarnos.
- Así que se trata de ese lugar- comentó distraídamente Jean.
- Cuando estés ahí te voy a pedir que no llames mucho la atención, mantén un
perfil bajo, pero no por eso no disfrutes tu estancia en ese lugar, acumula
experiencias, sé que es mucho pedir, no creo que sea muy fácil adaptarse,
tomando en cuenta tu pasado, pero intenta pasarla lo mejor que puedas- La
Duquesa había cambiado a un tono más informal del que había estado usando
para hablarle a Jean, en ese momento ella estaba sintiendo empatía por el
joven, si se dio cuenta o no, nadie lo podría decir.
- Yo pienso lo mismo Jean, haz amigos genuinos, ellos serán muy importantes
en tu vida, como tu abuelo lo fue y como lo eres ahora para mí, diviértete un
poco y por qué no , conoce a algunas damas - Animadamente añadió el
anciano mientras codeaba ligeramente al joven, con una sonrisa picara en su
rostro.
En ese momento se escuchó el sonido de alguien que se aclaraba la garganta.
Se trataba de la guardaespaldas y de la Duquesa.
-De seguro le quiso decir al Vizconde dama en singular ¿no es así Lord?-
claramente era un tono de reproche el que usó la noble mujer.
-¡Oh! claro que sí a eso me refería, hay que ser honorables en todo momento.-
Admitió embarazosamente el Lord.
Después pasaron al comedor a almorzar, el amo de la casa había mandado a
preparar un banquete más grande que los anteriores, en ocasión de las buenas
noticias.
Terminada la comida, la Duquesa continuó platicando con el Lord sobre
diversos tópicos. Antes de que el sol se ponga ella, y su guardaespaldas
partieron.
En el carruaje
-Lo siento Duquesa, me dejé llevar en esa pelea- Cuando se había alejado
bastante el carruaje la guardaespaldas se disculpó.
-Bueno fue un poco excesivo, pero no te preocupes- contestó la Duquesa en un
tono amable- ¿Qué tan fuerte crees que es?-.
- Aunque no lo parezca creo que los dos nos contuvimos, pero si hubiera sido
una batalla real creo que yo hubiera perdido. Cuando llegue a la ciudad iré con
los sanadores, creo que tengo una fisura en mi pierna derecha y mis nudillos
están bastante dañados-
Ante esta declaración la Duquesa se veía sorprendida, su mirada era
inquisitiva, viéndola, Nelu dio una explicación.
-A pesar de su apariencia y su físico delgado, su cuerpo era bastante sólido, en
la primera patada que le di mientras estábamos en el aire, sentí como si
golpeara a una roca y parte de la fuerza también fue reflejada, no logro saber
cómo, el flujo de energía fue raro, lo mismo pasó con mis puños cuando
intenté golpearlo en el pecho y él los detuvo cubriéndose con sus brazos.-Su
voz denotaba que estaba ligeramente emocionada.
-Para que un genio de la Nación militar lo reconozca quiere decir que su
fuerza es genuina. Fue bueno confirmarlo, aunque es algo trágico que haya
obtenido su fuerza de esa forma-.
-Nelu tengo una petición para ti, necesito que aceptes trabajar en la Academia
y me informes de la situación, estando ahí si no es mucha molestia ayúdalo a
adaptarse y coopera con él en esta misión-.
-Pero mi deber es protegerla Duquesa- Señaló la mujer, pero antes que pudiera
continuar con sus argumentos, fue interrumpida.
- No te preocupes por mí, tengo otras personas de confianza, además si no
fuera realmente necesario no te enviaría, tengo una intranquilidad sobre este
asunto en la Ciudad de Lux, así que te pido que aceptes por favor-.
-Como usted ordene, pero cuídese mientras no estoy- Nelu se encontraba
preocupada por dejar a la Duquesa, pero finalmente aceptó.
-Claro, no caeré hasta que los enemigos del Reino desaparezcan.- Con esa
frase la conversación llegó a su fin.
En la mansión
-Eso fue bastante rápido, pensar que no sólo recuperaría los bienes de mi
familia, sino que también me darían un título nobiliario- Comentó con
sorpresa Jean.
-Es de esperarse después de todo ella es la consejera principal de la Reina- A
su lado se encontraba el Anciano Wilkens quien no parecía tan asombrado.
Después de ver partir a la Duquesa, entraron a la mansión y se pusieron a
jugar ajedrez hasta que oscureció, el anciano es muy bueno pensaba Jean, en
ese juego no pudo ganar ninguna vez, después de entrar en su cuarto se puso a
meditar el flujo de los acontecimientos.
Varios días después de ese evento el anciano y Jean se dedicaron a poner en
orden los bienes de su familia que le habían sido de vueltos.
Visitaron la antigua Mansión Principal y otras tierras, además de visitar el
banco del Reino, para establecer al nuevo propietario del oro de la Familia
Nox Crow.
Al llegar a su antiguo hogar, Jean tenía un aspecto triste y de melancolía , fue
recibido por varios sirvientes que se alegraron de verlo con vida, el único que
no parecía feliz fue el administrador (dado que se consideraba que su linaje ya
no existía, el Reino mandó un administrador para vigilar la producción de las
tierras) después de que el anciano y Jean revisaron las cuentas se logró
determinar que el administrador había incurrido en varias irregularidades, pues
los fondos, las cuentas y sus reportes no cuadraban, cuando se le señaló todo
empezó a discutir con el joven, diciéndole que era un mocoso que no sabía
nada, además de dudar de si era un verdadero miembro de ese linaje, a pesar
de mostrar los papeles que comprobaban su posición.
El anciano intervino poniéndolo en su lugar, declarando que la misma
Duquesa de Xellar había prestado testimonio de legitimidad y que si quería
seguir discutiendo irían a las autoridades reales. Ante esa declaración el
hombre se acobardó y fue expulsado de la casa sin poder sacar pertenencia
alguna, pues Jean le dijo que ya no robaría nada más de las propiedades
familiares.
El mismo administrador en cuestión apareció unos días después totalmente
golpeado en el hospital local y cada vez que escuchaba a la gente hablar sobre
las nuevas noticias del regreso del nieto del Conde Nox Crow, se escondía
debajo de sus sábanas, mientras temblaba por alguna desconocida razón.
Aunque esto nunca lo supo Lord Wilkens.
Jean pasó varios días en su hogar conversando con sus sirvientes y poniéndose
al corriente de todo lo pasado esos diez años. Su ánimo fue mejorando con el
tiempo. Después decidió regresar con Lord Wilkens, para la tristeza de sus
sirvientes, no sin antes restituir sus cargos a los hombres y mujeres fieles a su
familia, así como corregir los impuestos en sus tierras, como su abuelo lo
hubiera querido.
Dos días antes que el mes de Piscis terminara, llegaron dos cartas
provenientes, de la Academia Del Sol y de la Duquesa, explicando su
admisión al colegio y la fecha de su asistencia al nuevo año.
En la otra carta la Duquesa explicaba que había utilizado ciertos privilegios
para lograr su aceptación, cada país podía nombrar por año cierto número de
personas para que se convirtieran en estudiantes de dicha academia, pero si
estas personas durante
el curso demostraban no ser aptos para los estándares de ese lugar, serían
expulsados sin que alguien pudiera hacer algo, por lo mismo le pedía que se
esforzara, para que no pasara tal evento, además de aconsejarle sobre otros
tópicos.
Al día siguiente, después de preparar varias cosas y despedirse del anciano,
partió hacia la Ciudad Lux con intención de llegar al menos un día antes.
Para llegar a la Ciudad de Lux, Jean tuvo que hacer una escala en el puerto de
Yell, debería tomar un barco pues la ciudad estaba en una isla de considerable
tamaño.
Después abordar la nave y dejar sus cosas en su camarote, se dirigió a la proa.
-No me hace gracia tener que regresar a una isla, cuando acabo de escapar de
una, me trae malos recuerdos- Se quejaba Jean- Aunque el aire es bastante
agradable.-
Se encontraba usando el nuevo uniforme de la Academia, como se le había
indicado en la carta, al llegar a la isla había personal que lo recibiría y lo
llevaría a su nuevo dormitorio, para poder reconocerlos se les pedía esta
simple medida a todos los estudiantes de nuevo ingreso.
-Buenas tardes, disculpa las molestias, veo que llevas el uniforme de la
Academia del Sol- una señorita de la misma edad en apariencia, rubia, con
rostro afable, de ojos azules, y un agradable físico (pensó Jean) se le acercó
mientras estaba en la proa, llevaba el mismo uniforme.
-Buenas tardes- Respondió haciendo una pequeña reverencia.
-Mi nombre es Laur Van Fey, provengo de la Federación de Nor. El emblema
en tu uniforme me indica que eres de primer año, igual que yo.
-Mucho gusto en conocerte, mi nombre es Jean Nox Crow, vengo del Reino
de Ignis, y sí es como dices, es mi primer año.- A pesar de la sorpresa que
tuvo al escuchar el nombre y apellido de la joven Jean se presentó
educadamente.
-Disculpa por hablarte, en este barco hay varias personas, pero sólo nosotros
dos somos estudiantes de la Academia Del Sol, me pareció correcto saludarte,
dado que todos los demás estudiantes de las otras escuelas me evitaban-.
-¿Te evitaban?- Preguntó Jean, mientras pensaba al mismo tiempo lo sociable
y comunicadora que era.
- Sí verás, esa Academia es conocida por que únicamente personas talentosas
en las artes místicas entran y eso es intimidante para otros estudiantes de
escuelas distintas, además he escuchado que algunos de la academia abusan de
otros por considerarse élite, a pesar de estar mal.- Continuó hablando sin
parar, parecía feliz de poder lograr entablar finalmente una conversación con
alguien.
-Ya veo, siempre hay ese tipo de personas en cualquier lugar- coincidió con
ella.
-Si te parece podríamos pasar el tiempo juntos, ya que somos de la misma
academia- Dijo Laur mientras sostenía sus manos juntas en ligera actitud de
súplica.
-Esta... bien.- Apunto de negarse a su petición, Jean pensó que estar sola no le
agradaba a esta señorita, así que renuentemente aceptó, desde que el anciano
le insistió en que sea sociable y haga amistades, a pesar de su misión, además
de que estaba otro asunto pendiente.
Pasaron el viaje hablando de diversos temas, que iban desde la política hasta el
clima.
Unas horas más tarde llegaron al puerto norte de la Ciudad Lux. Después de
pedir información, encontraron al personal de la academia, dos hombres de
mediana edad los condujeron hacia un carruaje donde encontraron a otros dos
estudiantes, ambos mujeres, después inmediatamente partieron hacia su
destino.
La isla en la que se encontraba la Ciudad Lux era de considerable tamaño, en
el centro se encontraba propiamente la ciudad, en la periferia, había un bosque
denso, algunos centros de investigación también se encontraban ahí pero eran
de acceso difícil. Su superficie cuadrada era similar a la del Pais Santo de los
Sanadores, es decir poseía las tierras con igualdad a la de un país pequeño.
Intercambiaron presentaciones con las otras dos estudiantes, La mujer de
cabello verde pálido se llamaba Liz, La de cabello aquamarino era Lili, sus
procedencias eran del País de los Druidas, y del antes mencionado País Santo
respectivamente.
En este mundo no era raro ver ciertas características físicas, como el cabello o
el color de los ojos en distintos e inusuales colores, sobre todo si las personas
habían nacido en un linaje que practicaba las artes místicas, como la magia, el
espiritualismo, la alquimia o las artes marciales.
Estar en el mismo carruaje con tres señoritas, era demasiado incómodo para
Jean así que desde el inicio del trayecto estuvo más taciturno que de
costumbre, lo mismo fue con las otras dos señoritas, con excepción de Laur,
que le hacía varios comentarios al joven, a lo cual él sólo respondía con
sonidos monótonos.
Todo procedía bien durante el trayecto, hasta que el carruaje se detuvo
repentinamente.
-Por favor jóvenes, guarden la calma. Ahora mismo estamos rodeados por
unos bandidos así que...- Abriendo la puerta del carruaje uno de los choferes
intentó informar la situación pero su frase fue interrumpida, una flecha de
color verde, aparentemente una de viento atravesó su hombro. Algunos gritos
de miedo y asombro vinieron de las señoritas.
Jean jaló al hombre herido hasta el interior del carruaje, inmediatamente se
dirigió a las señoritas con voz firme.
- Tranquilícense, díganme ¿pueden conjurar magia?- con un gesto de su
cabeza las tres respondieron positivamente- Entonces creen un escudo mágico
y esperen dentro hasta que todo termine, Laur presiona con algo la herida de
este hombre por favor.- Diciendo esto Jean salió del carruaje.
Había cuatro personas que los estaban rodeando, Jean determinó que las
cuatro eran magos, el segundo cochero había creado un escudo alrededor de él
y se defendía de las flechas, pero le era imposible contraatacar.
Después de elegir un blanco Jean creó un arco de fuego con maná y disparó
una flecha hacia al atacante más cercano, la cual atravesó el pecho del
hombre, viendo esto los demás atacantes dejaron de enfocarse en el cochero y
se centraron en él.
Otro de los hombres con una gran corpulencia y tez oscura, salió de los
árboles con un grito de rabia para vengar a su compañero caído, sostenía una
gran espada que irradiaba fuego, la cual dejó caer hacia Jean, el cual la
esquivó con apenas
unos centímetros de distancia, moviéndose hacia un lado ágilmente, al
impactar la espada contra el suelo dejó un cráter haciendo volar piedras
violentamente, aprovechando la pérdida de defensa de su oponente al realizar
un movimiento muy amplio, con su mano extendida Jean realizó una estocada
hacia el costado de su oponente, su mano y parte de su brazo se introdujeron
limpiamente en el tórax del hombre el cual soltó su espada, sangre y espuma
salían de su boca, perdiendo inmediatamente la conciencia.
Jean retiró su brazo rápidamente del cuerpo de su oponente, cuando el tercer
atacante le intentó arrojar una bola de fuego; pero antes de que el tercer
enemigo pudiera concretar el ataque sobre Jean, su cuerpo fue envuelto en una
corriente de viento que lo elevó hacia el cielo y después se disipó dejándolo
caer, el hombre no pudo reaccionar a tiempo y chocó contra el suelo sin
moverse después. El segundo cochero al disminuir el número de sus atacantes
quedó libre para contraatacar y apoyar al estudiante.
Viendo esto el cuarto atacante sin darse por vencido salió de los árboles,
sostenía un bastón que tenía una piedra rojiza en su parte superior que elevó
arriba de su cabeza.
-Serpiente Seycrid, siervo del mal por nuestro contrato destruye a mis
enemigos- un círculo mágico apareció enfrente del mago, del cual surgió un
inmensa serpiente negra.
El réptil se precipitó inmediatamente hacia Jean y el cochero, el cual creó una
barrera de viento para protegerlos del ataque; sin embargo no sirvió de nada,
la serpiente al impactar destruyó la barrera golpeando en el proceso al cochero
el cual fue aventado varios metros, sin perder tiempo se envolvió alrededor del
cuerpo de Jean y empezó a apretarlo con fuerza.
-¡Malditos pagarán por lo que le hicieron a mis compañeros!- Con ira se
acercó el conjurador de la bestia mágica juzgando que había ganado la
confrontación.
Jean se encontraba casi totalmente atrapado en el abrazo del monstruo,
únicamente su brazo izquierdo se encontraba parcialmente libre. Cuando tuvo
suficientemente cerca al invocador enemigo decidió hablar.
-Dime basura, ¿el Imperio te envió?, dependiendo de tu respuesta, podrías
morir.- Declaró Jean desafiante.
-¡Basura dices!- La ira de su captor aumentó drásticamente- ¡Parece que no
conoces tu lugar!- ¡Seycrid devora a este desgraciado!-.
La serpiente negra abrió sus fauces ampliamente mientras mostraba sus
colmillos, demostrando su deseo de engullir a su presa, estando a punto de
suceder, sin perder la calma Jean alzó su mano izquierda y arrojó una gran
bola de fuego dentro de las fauces de la bestia.
El abrazo de la serpiente aumentó intensamente y luego cedió, su cabeza había
sido completamente destruida y los restos arrojaban humo negro. Liberándose
del cuerpo el joven Vizconde se acercó hacia al invocador que había perdido
las fuerzas en sus piernas y se encontraba sentado en el suelo.
-Lo repetiré solo una vez más ¿el Imperio te envió?- Su tono era frío y
cortante, carente de piedad hacia el derrotado.-Si te quedas callado, sabes lo
que te pasará-.
-N...no, sólo somos ladrones...vimos el carruaje y pensamos que era una buena
oportunidad. No tenemos nada que ver con el Imperio-contestó el invocador
con el miedo presente en su rostro.
-Mientes- la misma voz carente de vida se escuchó.
-¡¡Lo juro no tenemos nada que ver!!- Instintivamente el hombre gritó en
desesperación.
-Ya veo, entonces no me sirves más.-
-¡No por favor no me mates!- suplicó el hombre, Jean se movió rápidamente y
le asestó un golpe en el rostro, el hombre fue lanzado hacia atrás, al caer no
mostró ninguna reacción.
Después de verificar que no había ningún enemigo oculto. Caminó hacia el
cuerpo de la serpiente, realizando una estocada con su mano la introdujo en el
interior de la serpiente, después la sacó, en su palma se encontraba una piedra
asimétrica de color obscuro la cual emitía una tenue luz. Acto seguido se
acercó a verificar el estado de los cocheros, ninguno había perdido la vida,
aplicó magia de curación de emergencia en ellos y tranquilizó a las señoritas
que se encontraban dentro del carruaje, que se alarmaron al verlo cubierto de
sangre.
Reunió a los atacantes y los ató, aunque estaban en un estado crítico seguían
con vida.
Cuando despertó el cochero que había sido golpeado por la serpiente, usó una
esfera de cristal para comunicarse con las autoridades de la isla, treinta
minutos después un grupo de guardias llegaron al lugar.
Después de explicar la situación fueron escoltados hasta la ciudad.
Al llegar a la Academia del Sol, a pesar de su renuencia, por insistencia de
Laur, Liz y Lili, fue enviado al hospital de la Academia, junto con los
cocheros.
El resultado fueron tres costillas rotas por la constricción de la serpiente, el
Sanador que lo atendió aplicó ungüentos y encantamientos sobre sus lesiones
y le pidió que descansara ahí por al menos hasta el día siguiente para que diera
tiempo a que se curara.
En realidad la serpiente le había roto seis costillas pero su cuerpo ya había
empezado a sanar por sí mismo, razón por la cual era renuente para acudir al
hospital.
El hecho de que lo mantuvieran en el hospital, cuando no lo necesitaba no le
hacía mucha gracia pero no quería llamar demasiado la atención, fue una de
las peticiones del anciano y de la Duquesa Xellar.
A la mañana siguiente fueron a visitarlo las tres señoritas, se veían
preocupadas por su estado, sin embargo les dijo que ya había recibido
tratamiento y se encontraba bien.
-Hoy nos van a dar un paseo por los profesores para que conozcamos la
escuela, te gustaría ir con nosotros- Se aventuró a decir Liz tímidamente.
-Está bien, pero primero tengo que ir a mi dormitorio y arreglar unas cosas.-
Jean contestó sin poner mucha atención.
-Entonces que te parece si nos vemos en la entrada, el tour comenzará dentro
de 3 horas- Laur se incluyó en la conversación con una sonrisa en su rostro.
- No deberíamos molestar al Señor Nox, debe descansar para recuperarse-
Dijo Lili con un tono de reproche.
-No se preocupen, ya les dije que estoy bien, además no es necesario que me
digan Señor, me hace sentirme viejo, pueden llamarme Jean.- el joven puso
énfasis en la última frase.
-Eso sería un poco irrespetuoso, al menos deberíamos llamarte por tu apellido-
replicó Lili.
- Pienso lo mismo- añadió Liz tímidamente.
Jean decidió ceder.
-Entonces ¿Qué les parece si me llaman solo Nox o Crow?-.
Después de mirarse a ver entre ellas Liz y Lili aceptaron.
-Si nos parece bien- respondieron al unísono.
-Yo no tengo nada en contra con llamarte Jean- Nuevamente Laur se metió en
la conversación con una sonrisa.
En resumen, Lili y Liz lo llamarían Nox, y él las llamaría por sus apellidos
Sanctus y Windwild, por su parte Laur y Jean se llamarían por sus nombres.
Aunque no tenía malas intenciones no pudo evitar pensar que estas señoritas
eran demasiado confiadas, lo suficiente como para ser amigables con alguien a
quien acababan de conocer.
Después de que ellas se fueron, Jean salió del Hospital, en la entrada encontró
a una mujer joven probablemente en sus veinte, delgada, con mirada sería, lo
que más le llamó la atención fue el color de sus ojos y cabello los cuales eran
de color gris su nariz y labios eran pequeños, su corte de cabello era corto a la
altura de su cuello y su ropa tenía cierta semejanza con los uniformes militares
varoniles, era un poco más alta que él, dedujo inmediatamente que pertenecía
a la Nación Militar.
Ella caminó hacia su dirección, cuando la mujer le habló, él instintivamente se
puso en posición de pie firme.
-Buenas tardes Vizconde Nox Crow del Reino de Ignis. Mi nombre es Nelu
Maeru Marshall, soy una maestra de esta Academia, la Duquesa me envió a
este lugar-.
-Solo vine a presentarme ya que estaremos trabajando juntos... Supe que su
carruaje fue atacado por cuatro magos y que se hizo cargo de ellos usted solo
o eso cuentan, aunque eso fue inevitable, por favor de ahora en adelante
mantenga un bajo perfil ¿ha comprendido?- Preguntó la profesora mientras lo
miraba a los ojos, su atención había sido llamada por la posición del joven y
su comportamiento nervioso.
-¡Entendido Señora, daré todo de mí!- El vizconde respondió elevando de más
la voz, al mismo tiempo que daba un saludo militar, su cuerpo estaba
temblando ligeramente, era bastante obvio que tenía miedo.
(Uno de sus maestros en la cárcel Le Morte donde pasó diez años era un ex
militar que le había inculcado, por medios físicos, en lo profundo de su ser el
respeto a los rangos superiores).
Unas señoritas pasaron por ahí y viendo la escena rápidamente se alejaron
entre risitas.
-¡Espero que no se esté burlando de mi Señor Nox!, supongo que lo dedujo
por mi atuendo, ciertamente soy de la Nación Militar y tengo rango de capitán,
pero aquí sólo soy una profesora- dijo todo esto mientras lo apuntaba con su
mano derecha, una vena se mostraba palpitante en su frente y sus mejillas
estaban ligeramente sonrojadas.
-Así que le pido que no actúe de esa manera nuevamente ¿entendió?- la voz de
la capitana era bastante amenazante.
-Si, Ca...¿Profesora?- se corrigió a media frase, en su rostro se podía ver que
corrían gotas de sudor debido a su extrema ansiedad.
-Lo he entendido- añadió rápidamente, al notar que las mejillas de la capitana
se volvían más rojas debido al enojo.
-Entonces vete- Declaró firmemente la profesora Maeru, haciendo uso de todo
su autocontrol para no darle un puñetazo en la cara al Vizconde, ella pensaba
que él se estaba burlando, como muchos otros lo habían hecho antes.
Recibiendo la ¿orden? , Jean inmediatamente salió corriendo de ese lugar.
-Esto será más difícil de lo que pensé- Se dijo a si misma todavía con enojo
visible mientras se sostenía la frente, eso fue inesperado para ella, este joven
le había hecho recordar algunas cosas desagradables, a pesar de haber ganado
el rango de capitán primero en su Nación a los dieciséis años (actualmente
tenía diecinueve) los demás soldados la consideraban demasiado joven, por lo
que siempre se burlaban de ella y se negaban a obedecerla o realizaban las
órdenes mal. Los castigos no parecían hacerlos desistir de intentar sabotear su
reputación.
A diferencia de los otros capitanes que estaban bien curtidos en el arte de la
guerra y eran hombres robustos y llenos de cicatrices las cuales mostraban con
orgullo, ella admitía que su aspecto físico que no era para nada intimidante,
tampoco le ayudaba mucho. Por esa misma razón cuando se presentó la
oportunidad se convirtió en la guardiana de la Duquesa Xellar del Reino de
Ignis.
Una serie de malentendidos se reunieron y el resultado fue hilarante.
Jean siguiendo un mapa que se le había otorgado por la Academia, llegó a los
dormitorios masculinos, después de localizar su habitación, entró y se sentó en
el suelo agarrando sus rodillas, escondiendo el rostro, temblaba ligeramente, al
mismo tiempo que se mecía hacia delante y hacia atrás murmuraba "sí señor"
o "entendido señor".
Pasado un tiempo recobró la compostura y decidió revisar su habitación el
lugar era amplio y poseía su baño personal, tenía dos camas lujosas, dos
escritorios los cuales tenían una lámpara cada uno, y dos cómodas, en un
extremo de la habitación encontró su equipaje y colocó sus pertenencias
dentro de una de las cómodas.
Las habitaciones habían sido preparadas para dos personas, pero debido a que
los exámenes de ingreso eran demasiado difíciles y la Academia se negaba a
aceptar personas debajo de sus estándares no era raro que algunos estudiantes
tuvieran una habitación solo para ellos.
Después de tener todo listo, sacó un reloj de bolsillo y vio que era hora de
reunirse con las tres señoritas.
Al llegar a la entrada de la Academia vio a un grupo de aproximadamente
cuarenta estudiantes y a cuatro profesores, sintiéndose aliviado al no ser
ninguno de ellos la capitana Marshall, localizando rápidamente a Laur, Liz y
Lili se unió al grupo.
Se formaron grupos de diez personas con un maestro a la cabeza, todos los
grupos partieron a distintos lugares dirigidos por sus respectivos profesores.
La academia era inmensa y poseía varias instalaciones para investigación,
practica, deporte y cultura. El profesor explicó que existían lugares que eran
de acceso restringido y que si alguien se atrevía a entrar ahí sin el permiso
correspondiente recibiría un castigo ejemplar.
También informó que en la Academia Del Sol los títulos, rangos o cualquier
otra denominación que los estudiantes tuvieran en sus respectivos países y
naciones, así como sus privilegios no se aplicaban aquí. Esto se hacía con el
fin de promover la igualdad entre todos. A pesar de eso la mayoría de los
estudiantes siempre formaban grupos que clamaban ser superiores a otros
dentro de la escuela.
Finalmente el profesor los llevó al comedor, donde después de reunirse todos
los grupos les dieron la bienvenida instándolos a que dieran lo mejor de sí,
después procedieron a devorar el banquete que les habían preparado.
Después de intercambiar saludos con otras personas Jean fue envuelto en la
plática de las tres señoritas. Lo que más le llamó la atención fue el gran apetito
de Laur quien a pesar de su pequeña apariencia devoró todos los platillos que
le pusieron enfrente y viceversa, la señorita se quejaba de que Jean comía muy
poco y que eso era malo para el desarrollo de un joven.
Terminado el festín a todos los presentes se les entregaron una lista de sus
horarios de clases y un manual sobre el funcionamiento y reglas de la escuela.
Despidiéndose de las tres señoritas Jean partió hacia su habitación, después de
poner diversas protecciones, se cambió de ropa, programó la alarma de su
reloj y se acostó a dormir.
A la mañana siguiente después de vestirse se dirigió al comedor, cuando
terminó de desayunar fue al salón número tres, su primera clase sería
Conceptos básicos y Orígenes de las Artes Místicas, eligió un lugar cercano a
una ventana y se sentó a esperar, había llegado quince minutos antes del inicio
de actividades.
Posteriormente el salón se fue llenando con los demás estudiantes.
A las 8:00 am hizo acto de presencia una mujer anciana de rostro severo,
después de pedirles a todos silencio se presentó como la maestra asignada para
esa materia.
Después de pasar lista su clase inició con una sesión de preguntas a los
alumnos.
-Joven Schneuer, por favor pase adelante- se dirigió la profesora a un
estudiante ligeramente relleno, de expresión tonta, nerviosamente el joven
siguió las instrucciones de la profesora.
Cuando estuvo enfrente de todos la maestra le hizo una pregunta:
-Señor Schneur ¿me podría decir cómo se agrupan las artes místicas?- El
joven nervioso no pudo contestar.
-Regresa a tu asiento por favor- declaró fríamente.
Después de repetir el mismo proceso con varios estudiantes más, la profesora
murmuró "eso es lo que pasa cuando entran por recomendación, niños
mimados" ese comentario fue dicho en voz baja para ella misma, o eso creyó
la anciana.
-(Oh ya veo, es lo que me había comentado la Duquesa, de que cada país
podía enviar cierto número de personas para que sean aceptados en esta
Academia sin tener que realizar el examen)- Jean había oído su comentario, y
se encontraba en sus pensamientos dándole la razón a la anciana. Obviamente
no le agradaban aquellos que había entrado de esa forma, y por eso los ponía
en evidencia.
-Señor Nox, ¿podría pasar usted y responder lo que sus compañeros no
pudieron?- Con poca paciencia preguntó la profesora.
Levantándose de su asiento se puso enfrente de la clase.
-Se agrupan en 6 categorías, Artes mágicas, Artes Marciales, Alquimia, Artes
espirituales, habilidades Psíquicas y las mismas artes que usan los demonios,
las artes demoniacas- respondió después que la anciana le repitió la pregunta.
-Muy bien ¿Cuáles son los tipos de energía utilizados en estas artes?- Hizo
una segunda pregunta.
- Esos serían maná, drana, mana, éter, ectoplasma, prana, Ki o Chi y Psy, las
maldiciones verdaderas también utilizan una energía llamada simplemente
energía oscura o prana oscuro.- contestó rápidamente, al mismo tiempo que
extendía sus manos ligeramente hacia delante de las cuales surgieron 8 esferas
de distintos colores pasando desde tonos azules, verdes, rojizos, amarillos y
negro.
Después de esa demostración sonó una campana marcando el término de la
clase, la profesora se encontraba ligeramente turbada viendo a Jean con ojos
de sorpresa al ver las esferas que flotaban enfrente de él, solo unos cuantos
estudiantes mostraron la misma reacción.
-Es agradable tener una sorpresa de estas después de varios años- dijo en voz
baja la anciana sin dirigirse a nadie en particular mientras salía lentamente del
salón, la profesora solo había pedido la teoría de la energía pero este delgado
joven había hecho una increíble demostración práctica de control de los
distintos tipos creándolos todos al mismo tiempo como si fuera lo más fácil
del mundo, incluso creó una energía que únicamente los magos demoniacos o
los mismos demonios podían crear. La mujer sólo pensaba que era un
recomendado más pero se había equivocado abismalmente.
-Así debe de ser, esta Academia fue hecha para ese tipo de personas, después
de todo- Añadió misteriosamente cuando ya se había alejado del salón
mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro.
La segunda clase fue de Historia, después de presentarse el profesor no hizo
ninguna pregunta, solo dio su clase, la cual trató de la formación de los
distintos países del mundo
La tercera clase fue de entrenamiento físico, simplemente de correr alrededor
de una pista, aunque era algo sencillo, la mitad de los estudiantes cayeron
agotados después de unas cuantas vueltas.
La cuarta clase fue un examen de magia básica, la meta era determinar el
control sobre los elementos, así que se les pidió a todos los estudiantes que
usaran magia básica elemental, para eso se utilizaron cinco habitaciones
separadas, esto se hacía para evitar los accidentes por si alguien perdía el
control de su magia, a pesar de ser una escuela de élite, debido al sistema de
privilegios en el cual una nación podía enviar un número de estudiantes para
ser aceptados, el nivel bajaba considerablemente y esto era cierto
especialmente en los alumnos de nuevo ingreso, esta clase se hacía para
determinar el nivel de aquellos que habían entrado por recomendación.
Todos los estudiantes estuvieron juntos para este examen.
A Jean le tocó pasar al final, donde un hombre de mediana edad, de tez blanca,
ligeramente calvo, con un abdomen bastante abultado lo recibió con una
sonrisa, probablemente estaba en la segunda mitad de sus cincuenta.
El salón era más pequeño que su habitación y no tenía nada en el, solo el
instructor estaba sentado del otro lado.
-Pase y colóquese en medio de la habitación, por favor. - Le recibió el hombre
con una apariencia de cansancio a pesar de su sonrisa.
-Como sabe Señor Nox hay personas que entraron a esta Academia por
recomendación de sus respectivos países, es por esa razón que durante las
primeras semanas se le harán exámenes a todos los alumnos que hayan
entrado de esta manera, aunque también a aquellos que presentaron el examen
de ingreso solo para reconfirmar su nivel en caso de que hayan hecho trampa
aunque eso también es bastante difícil.- le informó el instructor.
- Primero invoque viento Señor Nox, si necesita materiales para dibujar un
círculo mágico, siéntase libre de decirme.- Dio la primera indicación.
- No será necesario- Contestó Jean al mismo tiempo que levantaba su mano y
una esfera de viento mágico de color verde se condensaba y giraba
lentamente.
-Muy bien veo que ni siquiera necesita dibujar un círculo o cantar un conjuro.
Si es posible ahora invoque agua.- Dijo expectante el profesor.
Jean levantó la otra mano y una esfera de agua que emitía un ligero brillo
apareció.
-¡Wow! ¡Muy bien!- El instructor se mostraba entusiasmado.- Pensar que
pudieras convocar dos magias distintas al mismo tiempo. Dime ¿puedes
invocar más de dos?- Preguntó con emoción.
-Si puedo - enfrente de él apareció una esfera de fuego, después una esfera
blanca de luz, una esfera negra que emanaba una neblina gris y finalmente
apareció una roca en forma de prisma, todas las cuales se pusieron a orbitar
alrededor de él.
-¡Impresionante! Tienes una gran habilidad- El hombre se puso de pie y por
alguna razón parecía bastante feliz.
-Pero sólo lo puedo mantener por poco tiempo, en una pelea real no podría
conjurar todos al mismo tiempo, así que no es impresionante, solo es suerte-
Viendo el comportamiento del instructor se dio cuenta que probablemente
había exagerado, así que buscó toda clase de pretextos innecesarios,
desconjuró inmediatamente las esferas.
-No es necesario ser humilde, además aunque sea así, esta Academia fue
hecha para sacar todo el potencial de sus estudiantes. Así que nosotros nos
encargaremos de llevarlo a su máximo- Dijo animosamente el profesor,
mientras lo sostenía de los hombros, y lo veía como si hubiese encontrado
algo valioso-.
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-Qué bueno que eso terminó, creo que me pasé un poco, al menos los demás
no pudieron verme- Jean se encontraba sentado en el comedor, era hora del
almuerzo, decidió comer algo ligero ya que no tenía hambre, así que pidió un
poco de pescado y una ensalada.
Parecía que toda la energía había abandonado su cuerpo.
-¿Por qué te ves tan apagado Jean?- preguntó Laur la cual se había acercado
por atrás y lo había saludado con una palmada en su espalda. Ante esa súbita
acción Jean casi se ahoga con la comida, rápidamente agarró un vaso con agua
y lo tomó presurosamente.
La señorita se sentó a su lado.
Después llegaron Liz y Lili y se sentaron enfrente de ellos, el tema de la
conversación por supuesto fue el examen de magia.
-A mí me fue bien, pude invocar todos los tipos que me pidieron, aunque el
fuego me costó mucho trabajo- presumió Laur al mismo tiempo que daba una
gran mordida a una hogaza de pan.
- Eso es bueno, felicidades Laur. Yo solo soy buena con Magia de agua y de
luz, también pude conjurar viento, pero no pude con tierra, fuego, y
oscuridad.- Lili se veía ligeramente afligida.- Pero me esforzaré para mejorar-
añadió dándose ánimos a sí misma.
-Lo mismo conmigo, solo soy buena con técnicas de viento, todo lo demás fue
un desastre.- el estado de ánimo de Liz era similar al de Jean aunque por
razones completamente opuestas.
-¿Cómo te fue Nox?- preguntó Lili inocentemente, no había captado la
atmosfera que le rodeaba.
-Uh, bueno prefiero no hablar de eso, me fue regular.- contestó ligeramente
decaído.
- Ah, vamos, vamos, ¡si te esfuerzas la próxima te ira mejor!- intentando
animarlo Laur le dio unas nuevas palmadas en la espalda, Jean otra vez tuvo
que beber agua desesperadamente.
Después decidieron hablar de otras cosas, las señoritas se lamentaban de que
no pudieron estar todos juntos en una misma clase y de que los profesores eran
muy estrictos.
La quinta clase fue de entrenamiento con espadas, dado que eran de primer
año solo les entregaron espadas redondas de madera.
Para esta clase igual se reunieron todos los de primer año.
Se formaron varios grupos aleatorios de hombres y mujeres, posteriormente
fueron llevados con distintos profesores.
El profesor encargado de su grupo era un hombre corpulento, de pelo corto, de
facciones toscas, que se llamaba Ter Weiss, por lo que Jean escuchó sus
entrenamientos eran bastante duros, igual que él, el profesor era del Reino de
Ignis.
La clase en realidad era más un examen y tenía una premisa sencilla, todos los
estudiantes hombres, se enfrentarían al profesor Weiss, aquellos que duraran
quince minutos o que lograran golpearlo se considerarían aprobados, se
prohibía usar magia o cualquier otro arte, los que no lo lograran tendrían un
castigo ejecutado por el mismo profesor.
Las mujeres fueron evaluadas por un entrenador distinto en otra locación.
Cuando se dio la señal varios estudiantes lo atacaron de todas partes, con un
rápido movimiento golpeó a varios en el estómago, después de lo cual cayeron
y no se volvieron a levantar, otros más que se atrevían a enfrentarlo eran
golpeados en el pecho sufriendo el mismo destino, finalmente aquellos que
intentaban huir y daban la espalda recibían una estocada que los mandaba a
volar varios metros. Jean reflexionando en sus acciones pasadas y no
queriendo llamar la atención decidió solo defenderse y esperar a que pasaran
los quince minutos, después de cinco minutos solo quedaba el Profesor Weiss
y él.
Cuando estuvieron frente a frente, el Maestro inició la pelea, el joven solo se
mantuvo esquivando los ataques que le llegaban, haciéndose a un lado,
doblando su cuerpo, saltando para hacer distancia.
-¡Hey! muchacho dime ¿Por qué no atacas y solo te mantienes esquivando?-
El Profesor Weiss parecía algo irritado.
-Esto es todo lo que puedo hacer, no soy muy bueno con la espada. Respondió
Jean de una forma que para él parecía inocente.
-Ya veo, a ver si ahora puedes seguir esquivando- diciendo eso la intensidad
de los ataques del hombre aumentó.
Jean tuvo que empezar a bloquear , al impactar las espadas hacían un ruido
sordo, en varias ocasiones la fuerza lo empujaba hacia atrás, cuando estuvo a
punto de pasar los últimos cinco minutos, un ataque particularmente fuerte lo
hizo retroceder varios pasos y rompió el cuerpo de su espada , mientras la del
Profesor se mantuvo completa, aprovechando eso su oponente intentó darle
una estocada en el pecho, instintivamente optando por no usar magia para
defenderse, el joven rápidamente usó el mango que le quedaba para detener la
punta de la espada de su atacante, poniendo toda su fuerza logró parar la
embestida, el impacto hizo cimbrar todo su cuerpo, pero al menos no llegó a
su objetivo, de haber logrado concretarse esa estocada le hubiera roto varias
costillas pensó mientras tenía sus manos entumidas.
Con ese último ataque llegó a su fin el examen
Se pudo escuchar la campana que anunciaba ese hecho.
Dando una reverencia hacia su profesor y sin perder tiempo salió del lugar.
Después de esa clase ya no habría otra actividad y los estudiantes quedarían
libres para tener su propio tiempo libre, Jean fue hacia su habitación y se tomó
un baño, estaba contentó por haber logrado "no llamar la atención".
Cada día después del término de clases los profesores se reunían para
comentar las novedades, todos se sentaban alrededor de una gran mesa
rectangular e intercambiaban opiniones.
-Profesor Weiss parece un poco enojado ¿Le pasó algo?- le preguntó una
mujer delgada , de larga cabellera rubia, ojos verdes y facciones delicadas
como las de una muñeca de porcelana y aire risueño, llamando la atención sus
orejas puntiagudas, así como su elección de ropas, las cuales eran de color
verde con adornos similares a hojas.
- No es nada profesora Seyd, lo que pasa es que me topé con un estudiante de
nuevo ingreso destacable, durante el examen práctico de hoy fue el único que
aprobó, aunque no fui con todo, esquivó y detuvo todos mis ataques, ¡rayos!
con esa última estocada pensé que le daría, su técnica y reflejos son muy
buenos, con entrenamiento se convertiría en un gran caballero, se llamaba Nox
algo, creo que lo tomaré bajo mi tutela.- Dijo el hombre rudo mientras se
sumía en sus pensamientos.
-Ah, se ha de referir al Joven Nox Crow, pero se equivoca Profesor Ter, él se
convertirá en un gran mago, no se sorprendan pero en el examen de hoy logró
invocar todas las magias elementales al mismo tiempo- Un hombre a
mediados de sus , cincuenta con un abdomen voluminoso, informó a todos los
profesores.- Yo le enseñaré personalmente, al fin y al cabo si mi ojos no me
fallan es un genio que solamente nace una vez cada generación-.
- Vamos Profesor Mckrin, tranquilícense- Intervino una anciana con rostro
adusto- estoy de acuerdo con ustedes, en que es una persona interesante, pero
no es necesario limitarlo a solo un arte, si su talento es genuino, podría con
cualquier tipo de entrenamiento. No creo que se quiebre fácilmente aunque le
cargáramos la mano un poco-.
Las palabras de la anciana hicieron que algunos profesores sintieran
escalofríos, ellos sabían que si alguien captaba el interés de esa persona
tendría un tiempo muy difícil, junto con la directora era de las más antiguas en
este lugar, había estado aquí desde su fundación, había visto ir y venir
incontables jóvenes y adultos.
La Academia del Sol había sido creada en tiempos de guerra para crear
unidades de elite que pudieran barrer con todos sus enemigos en el campo de
batalla, es decir su función original era crear "monstruos" y para esta anciana
la función de esta escuela no había cambiado en absoluto.
Su mirada dejaba claras cuáles eran sus intenciones.
Los demás profesores también se metieron en la conversación interesados en
este nuevo alumno, manifestando su deseo de conocerlo y ponerlo a prueba,
mientras tanto en una de las sillas más alejadas la nueva profesora Nelu Maeru
Marshall había sido completamente olvidada a pesar de que se suponía que se
realizaría una pequeña fiesta de bienvenida en su honor.
Jean decidió salir unos momentos aprovechando su tiempo libre y se dirigió al
centro de la ciudad, había una gran variedad de negocios y tiendas, también
pudo observar un sin número de otras academias e institutos educativos de
distintos tamaños y formas, después de localizar una cafetería, pidió un café
frio y un croissant tomó asiento en una de las mesas con vista al exterior y se
puso a leer un periódico que había comprado con anterioridad.
La mayoría de las noticias eran sobre eventos pasados en las diversas naciones
destacando dos artículos, el primero era sobre los asesinatos de tres nobles en
el Reino de Ignis y el otro era sobre destrucción de poblados en el sur de la
Nación Militar sin encontrar la causa aparente.
Continuando hojeando el periódico encontró lo que andaba buscando,
aparentemente a nivel local en la Ciudad Lux hubo un aumento de robos sobre
todo de piedras mágicas.
Terminando su café regresó a la academia, cuando llegó pudo observar en el
campo de carreras contiguo a los dormitorios masculinos, que varios
estudiantes estaban dando vueltas mientras el Profesor Weiss los perseguía
blandiendo su espada de madera, aparentemente eran los que no habían podido
pasar su prueba.
Regresando a su cuarto no teniendo más que hacer se acostó en su cama, no
iría a cenar ya que no tenía hambre. De repente escuchó que alguien tocó la
puerta, se levantó y abrió la puerta, encontró a la Profesora Maeru con cara de
pocos amigos enfrente de él. Como por reflejo le cerró la puerta.
-(¡Rayos!¡Rayos¡ ¡¿Qué hace ella aquí?!)- Pensó en pánico, mientras su mente
trabajaba a toda velocidad tomó la decisión más lógica, rápidamente se dirigió
hacia una de las ventanas y la abrió, antes de que pudiera escaparse, la puerta
se abrió nuevamente, la capitana entró visiblemente enfadada.
-Detente ahí ni se te ocurra fugarte- Fríamente ordenó la profesora, con miedo
Jean se detuvo en seco, ya tenía un pie en la ventana, lentamente lo retiró y
cerró la ventana.
- Buenas noches Ca...Profesora el clima es excelente ¿No lo cree así?-
haciendo acopio de toda su fuerza mental intentó mantener la calma.
-Vine para hablar contigo de un asunto importante- Cortó rápidamente la
profesora Maeru.
- Pero una mujer... hermosa en un dormitorio de hombres...- Jean dijo lo
primero que se le vino a la mente. El rostro de la Capitana se sonrojó
ligeramente.
- ¡Oh! ¡Ya sé!, usted no es mujer, tiene que ser un hombre eso explicaría por
qué esta aquí- En su estado de pavor Jean había sacado conclusiones
catastróficas.
-Señor Jean, acérquese por favor.- El rostro de la capitana no mostraba
ninguna expresión. Dubitativamente Jean se acercó, cuando estuvo a unos
pasos de la Profesora, ella estiró ambos brazos y puso sus manos una a cada
lado de la cabeza de Jean. Rápidamente lo jaló hacia abajo al mismo tiempo
que le daba un rodillazo en el rostro.
- ¡¿Qué rayos pasa contigo?!- Algo se había roto en el Interior de ella, por lo
general sin importar que clase de burla recibiera nunca se inmutaba o actuaba
inmaduramente.
-¡Lo siento mucho!- Jean se cubría con ambas manos el rostro intentando
soportar el dolor mientras giraba de un lado a otro en el suelo.
Unos momentos después de que la situación se calmara, la Capitana explicó la
razón de su visita.
- No tengo tiempo que perder así que hagamos esto rápido- declaró la
profesora visiblemente queriendo salir de ese lugar lo antes posible.
-¡Eh! ¡¿Hacer que cosa rápido?!- Jean dijo ligeramente alarmado mientras se
alejaba de la Capitana, al mismo tiempo que entrecruzaba los brazos enfrente
de su pecho como intentando proteger algo.
Varios golpes después, cuando la joven mujer se había calmado nuevamente,
comentó la razón de su visita.
-Escuché de los profesores, que entre los nuevos estudiantes había uno
realmente sobresaliente y se pusieron a debatir sobre sus habilidades y su
futuro, aparentemente están bastante interesados en pulirlo o algo así. ¿Sabes
quién podría ser esa persona?- Aunque en menor grado seguía enojada.
-No sé... esta es una escuela para genios así que puede ser cualquiera- .Algo le
decía que esto podía terminar mal si no elegía sus palabras con cuidado, tenía
varios moretones en el rostro que confirmaban esa posibilidad.
- Ya veo insistes en hacerte el desentendido, ¡es claro que esa persona eres tú!-
la situación amenazaba con tornarse peligrosa otra vez.
- ¡Lo siento mucho, no fue mi intención! ¡Hice todo lo que pude para no
llamar la atención ¡- Jean se disculpó rápidamente postrándose en el piso antes
de que la situación se saliera de control.
Viendo su actitud de disculpa la profesora Maeru se controló.
-Bueno no es ningún problema, ya que como dices esta Academia fue hecha
para genios, destacar por tus habilidades no tiene nada malo, puedes
demostrarlas, de esa forma puedes obtener varios beneficios si obtienes el
favor de los maestros, sólo quería advertirte que no usaras tus habilidades en
los estudiantes, no queremos que alguien resulte herido o peor. El nivel de los
profesores es una cosa y el de los estudiantes otra. Ya que ellos se interesaron
en ti, tengo la impresión que estarás muy ocupado.- El tono de la capitana era
más suave.
- Así que levántate por favor-.
-Cuando la Duquesa te pidió que mantuvieras un perfil bajo se refería a que no
realizarás acciones contra el Imperio impulsivamente-.
Dicho esto la capitana Maeru se retiró. Después de salir del dormitorio
masculino se dio cuenta de que durante su conversación había dejado de usar
un tono formal y fácilmente lo había cambiado por uno informal, lo que por
alguna razón la volvió a enojar.
Mientras más trataba con ese Vizconde más la sacaba de su zona de confort.
Al día siguiente, a primera hora les tocó clases de técnicas espirituales, se
enfocó principalmente en la teoría del ectoplasma y sus nociones básicas, así
como los usos más comunes, el profesor encargado les dio una demostración
en las que utilizó unos títeres de madera a los que infundió ectoplasma, la cual
era una especie de neblina azul-plateada, inmediatamente empezaron a
moverse y a bailar siguiendo las órdenes del maestro, el cual era un hombre
delgado y alto, con cabello negro canoso, de rasgos faciales simples, su edad
podía ser calculada en los 30-40, no muy comunicativo por cierto.
La segunda clase era la de Espíritus Naturales. La profesora se apellidaba
Seyd y por sus características físicas pertenecía a la raza élfica, se presentó y
dio un largo discurso acerca de la importancia de la naturaleza antes de iniciar
su clase propiamente.
-Señorita Der, ¿Me podría decir cuáles son los tipos de espíritus naturales
existentes?- la mujer elfo le preguntó a una estudiante que se encontraba
platicando con una compañera.
- Ah,... esos serian agua, fuego, tierra, viento, luz y oscuridad- La señorita
logró responder adecuadamente, después de que la profesora le dijo que había
respondido bien, dejó salir un suspiro.
-¿Alguien quiere añadir algo?- preguntó nuevamente al mismo tiempo que
movía su mirada de un estudiante a otro, después de que localizó a Jean clavó
su mirada en él sin intención de quitarla, presionado por esos ojos y sin poder
soportar la incomodidad el joven alzó la mano tímidamente y respondió.
-También hay espíritus antinaturales como los demonios, y especiales como
las deidades-.
- Joven Nox ¿Podría decirnos la diferencia entre los espíritus de oscuridad y
los demonios?- La profesora lanzó su segunda pregunta.
- Aunque muchas personas confunden unos con otros, los espíritus de
oscuridad controlan aspectos como la muerte, la sombra, la putrefacción,
incluso aspectos como el invierno, a pesar de ser cosas que las personas temen
siguen siendo
aspectos del orden natural, tienen su morada en el mundo espiritual. En
cambio los demonios no viven en el mundo espiritual como los demás
espíritus y su fin es causar destrucción, dolor, caos, muerte, enfermedad, en
resumen alterar el orden natural del mundo para mal. Además de que se
alimentan de las emociones negativas de las personas y las transforman en su
propio poder.- Jean respondió lo mejor que pudo.
- ¿Cuáles son las formas para invocar o llamar espíritus?-Sin dejar de verlo
realizó una tercera pregunta.
-Con círculos mágicos en conjunto con encantamientos, también con rituales y
ofrendas, y finalmente con palabras en Prana. En el caso del primer método el
círculo mágico debe ser específico del tipo de espíritu que se quiere invocar
funcionando como una puerta para que el espíritu se manifieste y el conjuro
cargado de maná sirve para forzar al mismo a salir, el círculo es indispensable,
se puede dibujar o imaginar de acuerdo a la capacidad del invocador, el cual
después de que el espíritu aparezca puede cerrar la puerta, evitando que el ser
invocado escape, después puede hacer un pacto o esclavizar al espíritu. Este
método solo funciona con espíritus de bajo nivel que no pueden abrir la puerta
para escapar por sí mismos.- Tomando aire continuó su respuesta.
-El segundo método trata de reverenciarlos en lugares sagrados, los cuales al
ser complacidos escucharán las peticiones de aquellos que los veneran sin
intervención de la magia u otro arte, simplemente es un acto de respeto y
depende la voluntad de los espíritus.
La tercera forma es llamarlos imbuyendo las palabras con prana, al ser el
mismo tipo de energía que ellos manejan son más sensibles a este tipo de
llamados, los espíritus que estén cerca del invocador acudirán al llamado,
adicionalmente si se quiere llamar a uno que este en el Reino espiritual
también se deben usar círculos modificados que funcionan con prana en vez
de maná. Con este método se puede invocar espíritus de cualquier nivel sin
limitaciones.
- Buena respuesta. Parece conocer muy bien de lo que habla Señor Nox- La
profesora Seyd se había acercado a donde estaba sentado y tenía su rostro muy
cerca del suyo mientras mantenía su mirada fija en Jean , el cual no sabía
hacia dónde mirar y deseaba que se lo tragara la tierra . La actitud de la mujer
era como la de un criminal intimidando a una víctima aunque ella no parecía
notarlo.
Afortunadamente la campana que anunciaba el término de la clase se escuchó.
La profesora se alejó no sin antes olfatearlo levemente, lo que dejó al joven
ligeramente turbado pensando que olía mal.
Capítulo II
Laberinto, huesos y un minotauro
El siguiente periodo era libre, Jean decidió descansar así que salió al patio y
encontró un gran árbol cercano al límite de los terrenos de la Academia, se
recostó bajo su sombra y se durmió.
-Jean despierta, despierta- Saliendo de su sueño abrió los ojos y encontró a
Laur quien estaba enfrente de él.- No falta mucho para que inicie la siguiente
clase así que levántate dormilón. Toma este paño y límpiate la cara-.
A su lado se encontraban Liz y Lili las cuales por alguna razón intentaban
contenerse la risa.
-Es que alguien te dibujó en todo tu rostro- Respondió Lili con ojos llorosos
por la risa, al ver la cara de pregunta que el joven puso.-
-Observa- dijo al mismo tiempo que le pasaba un pequeño espejo. Viendo su
rostro lleno de garabatos aceptó el pañuelo y se limpió la cara.
-¡¿Quién rayos me hizo esto?!- Jean se encontraba bastante enojado.
-Creo que esa personitas de ahí- Informó Liz señalando con el dedo atrás del
árbol, donde tres figuras pequeñitas se asomaban, tenían el aspecto de niños
muy pequeñitos de rostro tierno y orejas largas vestidos con una túnica simple
de color amarillo, azul y verde respectivamente, en sus manos llevaban un
pincel rústico y un pedazo de corteza de árbol que tenía encima sustancias de
diversos colores que funcionaba como su paleta de pintor.
Ante la mirada amenazante de su víctima, salieron corriendo hacia el bosque
mientras se reían. Jean intentó perseguirlas pero Liz lo agarró del hombro.
-Vamos no te enojes solo estaban jugando, además si quitamos la pintura de tu
rostro esas trenzas en tu cabello se ven bien.- Dijo la señorita de cabello verde
claro amistosamente, intercediendo por los pequeños niños.
-¿Trenzas? ¿Cuáles trenzas?- El joven nuevamente se miró al espejo el cual
colocó en todos ángulos pudiendo comprobar que no sólo le habían pintado el
rostro, sino que también habían hecho un montón de trenzas irregulares y de
patrones difíciles con todo su cabello. Enojado intentó perseguirlos
nuevamente pero Lili se puso enfrente de él.
-Sí, Liz tiene razón, solo estaban jugando- Lili se unió a su amiga- ¿Qué eran
esos niños?- Preguntó inocentemente.
- Son duendes, espíritus elementales de la naturaleza del más bajo nivel, son
inofensivos- Respondió Laur.
-Debemos ir a nuestra siguiente clase, Jean no creo que puedas deshacer esas
trenzas, por el momento deberías esperar a que terminen las clases- Diciendo
esto todos fueron a sus respectivos salones.
Desde luego que el joven no tenía la intención de ir de esa manera a sus
clases, así que intentó desatarlas, pero eso resultó ser inútil, si quería arreglar
su cabello necesitaría ayuda y mucho tiempo, a menos que quisiera arrancarse
el cuero cabelludo.
En todo el currículo básico de primer año, solo le faltaban dos materias por
conocer, una de ellas era Artes Marciales y la otra Alquimia.
El profesor encargado de Artes Marciales era un hombre de baja estatura y
cuerpo delgado, a simple vista parecía una persona promedio.
Ante la mirada curiosa de todos, Jean aguantando la vergüenza acudió a su
clase. Después de que el profesor titular se presentara, empezó a mostrarles las
posiciones básicas del combate cuerpo a cuerpo.
El maestro Viler, dejó que sus asistentes continuaran la clase y se acercó a
Jean.
-Me han contado de ti... ¿Qué rayos le pasó a tu cabello?- Preguntó el hombre
de baja estatura ligeramente interesado.
-Por favor, no pregunté Señor.- Contestó el joven con ojos llorosos.
-Bueno dicen que los genios son excéntricos...- Después de eso el profesor le
pidió que fuera su oponente de práctica y no se contuviera, no volvió a
preguntar sobre el tema, algo que Jean agradeció desde lo profundo de su
corazón.
Intentando no pensar en lo embarazoso de su situación y evitar las miradas de
burla de sus compañeros siguió la sugerencia de su Profesor y se enfrentó a él
exhibiendo sus habilidades de combate mano a mano. Lo que resultó ser en
prejuicio de su situación pues atrajo a otros estudiantes y maestros.
La escena fue interesante y bizarra para todos los presentes los cuales no
sabían si reír, llorar, o estar impresionados, ante lo intenso del sparring, el
hecho de encontrar a uno de los dos contendientes con trencitas de todas
formas, con la cara roja de la pena y al borde de las lágrimas les hacía dudar
de que elegir.
La siguiente clase fue Alquimia la única que les faltaba conocer,
aparentemente la misma anciana que les dio su primera clase también impartía
esta materia, se apellidaba Gray.
La anciana Profesora entró acompañada de dos jóvenes cada uno de los cuales
cargaba una pila de libros, después de que colocaron los libros sobre su
escritorio, se despidieron con una reverencia.
La Profesora Gray pasó lista de asistencia, después tomó tres libros y se los
entregó a una de sus compañeras de clase, repitió el proceso con dos personas
más, regresando a su escritorio la anciana tomó la torre de libros que quedaban
y se dirigió hacia el asiento de Jean quien estaba recostado inerte sobre su
escritorio con la mirada perdida.
-Joven Nox, tenga estos libros estúdielos todos por favor- Al mismo tiempo de
decir eso la maestra de alquimia asentó los libros sobre el escritorio del joven.
Jean por reflejo movió su cuerpo para no ser aplastado por esa torre de libros.
-Pero ¿por qué? Son demasiados- se defendió Jean, su humor estaba en el
espectro más bajo de emociones en ese momento, así que se quejó sin querer.
-Así que se atreve a contestarle a una profesora- La anciana lo miraba
severamente.
-No Madame, los leeré apropiadamente, gracias por tomarse la molestia de
prestármelos.- Rápidamente se disculpó en el tono más respetuoso que pudo,
su instinto de peligro inminente se activó.
La anciana Gray no hizo ningún comentario sobre el cabello del Joven, en su
larga vida había visto muchas cosas excéntricas, extravagantes y/o raras, algo
como lo de él seguía entrando en su rango de normalidad por un margen muy
amplio.
El tema de esta clase fue de los principios básicos de la Alquimia.
-Los alquimistas obtienen su poder de la tierra, cuando digo tierra no me
refiero al elemento natural sino al mismo planeta, La teoría de Gaia sostiene
que el mundo está vivo y como tal tiene un cuerpo y un alma, así como existen
las líneas de Ley que son muy útiles para la magia y los ojos espirituales,
también existen corrientes de otro poder llamadas las serpientes de la vida que
se extienden en todo el mundo, son estas de las cuales los alquimistas
tomamos nuestro poder- La profesora dio una sencilla explicación de la teoría
después se dirigió hacia los estudiantes.
-Señorita Lay, dígame como se llama la energía que usa la alquimia-.
-...Esa sería drana- contestó la estudiante con confianza.
-Bien, y cuál es la diferencia entre la alquimia y la magia.- La anciana
continuó presionando.
-La alquimia funciona de acuerdo a las reglas físicas naturales del mundo, en
cambio la magia no está atada a las reglas naturales-.
- ¿Podría dar un ejemplo?- Continuó la profesora, pero en esta ocasión la
señorita Lay no pudo contestar.
La maestra Gray le hizo la misma pregunta a las otras personas a las que les
había entregado libros personalmente para que estudiaran, haciéndolos pasar
al frente de la clase, aunque lo intentaron no pudieron dar un ejemplo conciso,
finalmente le tocó su turno a Jean.
-Bueno...un ejemplo.- Después de pensar unos segundos el joven respondió-
Observen esto- levantó ligeramente la palma de su mano derecha a la altura de
su pecho de la cual salió una flama que se mantuvo encendida
-Como mi compañera dijo la magia no está atada por las leyes físicas, ese es el
caso de esta flama, la cantidad de oxigeno o el combustible no alteran la
existencia de esta llama, solo el maná suministrado importa. -
-En cambio con la alquimia y el uso del drana, para crear fuego se necesitaría
para empezar combustible- tomó una hoja de papel de sus bolsillos con su
mano izquierda y la hizo una bola.
-Haciendo uso del drana se haría vibrar las partículas del combustible para
crear calor después se necesitaría aumentar la concentración de oxigeno cerca
del objetivo si se está en un nivel bajo, para producir el fenómeno de
combustión- Diciendo esto la bola de papel se empezó a quemar.
-Una vez que el combustible se acabe o no haya más oxigeno suficiente, el
fuego desaparecerá.-
El papel se consumió totalmente.
- Pero si eso es así no significa que la magia es mejor- La señorita Lay
preguntó con interés.
-Oh, ya veo, así que cree que la magia es superior a la alquimia señorita.- El
tono de la profesora Gray era glacial.
Viendo esto Jean decidió intervenir, sentía pena por la pobre Señorita.
-Nada que ver, a cambio de restricciones, la alquimia tiene el poder bélico más
poderoso de todas las artes, los alquimistas más poderosos sobre todo los que
tienen un nombre alquímico, pueden replicar desastres naturales como
huracanes, maremotos, terremotos o tornados, también podrían alterar las
corrientes marinas o de aire del mundo-.
El joven Vizconde quiso alegar al lado bueno de la profesora Gray con su
respuesta y afortunadamente funcionó, ella parecía complacida y decidió
ignorar a la joven estudiante.
La señorita Lay se quedó en silencio durante el resto de la clase, evitando
situaciones como la anterior.
Todo terminó tranquilamente. Al sonar la campana Jean decidió esperar a que
la mayoría saliera, cuando estaba a punto de salir cargando los libros prestados
alguien lo detuvo desde atrás tomándolo de su camisa, cuando volteó vio a su
compañera Lay.
-Gracias por ayudarme con la profesora y....y te ves bien con ese peinado-
después de decir eso la joven salió corriendo.
-Síp, definitivamente tengo que hacer algo con este cabello.- El joven dio una
réplica vacía.
Jean había planeado tomar el resto del día para arreglar la broma de esos
pequeños duendes, iría a su habitación y no saldría hasta que todo se hubiera
solucionado, caminando por los pasillos a toda velocidad ignoraba las miradas
curiosas y comentarios de los demás estudiantes, de vez en cuando escuchaba
decir a algunas señoritas que se veía lindo.
Dejó los libros que la profesora Gray le había dado en su casillero, luego
regresaría por ellos.
Cuando estuvo a punto de salir del edificio central para dirigirse a los
dormitorios se encontró con la profesora Seyd, intentó pasar a su lado
ignorándola a pesar de lo irrespetuoso que pudiera ser esto, pues no quería
pasar más tiempo en ese lugar.
-Cof, cof, cof ¿Por qué? Cof- Al intentar pasar a su lado la Profesora Seyd lo
jaló del cuello de su túnica, deteniéndolo en seco, desencadenando la reacción
fisiológica de toser.
-Tu cabello, ¿te lo hicieron duendes?- Preguntó la Mujer elfo, sin soltarlo.
-Cof, si...¿Podría soltarme, por favor?- Pidió débilmente el Joven, pues le
faltaba el oxígeno.
-Déjame ayudarte, si no, no podrás desatarlo adecuadamente. Sígueme.- Le
indicó la profesora soltándolo.
La mujer elfo lo llevó a la sala de reunión de profesores donde no había nadie,
le hizo tomar asiento y después de extender su cabello empezó a desenredarlo,
ante este acto el cuerpo del Joven empezó a temblar levemente, por lo general
no le daría la espalda a alguien; sin embargo no sentía malas intenciones y
desde que necesitaba ayuda tendría que aguantarse, definitivamente, pero
definitivamente no tenía nada que ver con que se sintieran bien las manos de
la mujer al pasar por su cabello.
-Dime ¿tú llamaste a los duendes que te hicieron esto?- La Profesora inició la
conversación.
- No, yo estaba durmiendo a la sombra de un árbol cerca de los límites de los
terrenos de la Academia, cuando desperté, tres pequeños duendes me habían
pintado el rostro y jugado con mi cabello. Cuando los atrape les enseñaré
cariñosamente a no hacerle eso a las personas- El tono del joven no era para
nada cariñoso.
- Toda la isla está en un ojo espiritual, debido a eso hay muchos espíritus de
bajo nivel que deciden establecerse aquí en vez del Reino espiritual.- Las
manos de la profesora con destreza deshacían las trenzas de complicados
patrones.
-Sin embargo los espíritus desconfían de los seres de este mundo, solo confían
en los de su misma clase así que es muy raro que se acerquen a alguien. Los
que viven aquí por lo general se quedan dentro del bosque.-
La joven elfo ya había deshecho todas las trenzas, pero sacó un peine de su
pequeño bulto y empezó a peinar el cabello del joven, el cual era
particularmente largo para un varón casi a la par con el de una doncella, se lo
había dejado crecer por su significado espiritual y ritual según las enseñanzas
de sus maestros, por lo general lo ocultaba dentro de su túnica, ante este
intimo acto el cuerpo de Jean se estremeció.
-Los espíritus tiene una regla no escrita, los de más alto nivel protegen y
enseñan a los de más bajo nivel, pero desde que rara vez espíritus de alto nivel
aparecen en este mundo, es difícil para ellos encontrar guía-.
-Sabe mucho acerca sobre el tema profesora- Dijo Jean con admiración.
-Gracias. Tomando en cuenta todo esto, por qué tres duendecillos se
acercarían a alguien que no los llamó, aunque es casi imposible mi intuición
me dice que podría ser debido a que encontraron algo o alguien que les llamo
la atención, es sentido común que los espíritus son atraídos por otros...-
La profesora con actitud risueña finalizó su frase susurrándola al oído del
Joven, al mismo tiempo que olfateaba su cuello, la temperatura del joven
aumento drásticamente, él sabía que la conversación se estaba dirigiendo a un
punto peligroso, había cosas que se podrían justificar con la palabra genio
pero había otras que no, después de todo cualquiera que haya pasado tantos
años en "ese" lugar no encajaría en los estándares del mundo exterior, su
mente le decía que huyera de ahí rápidamente, pero los instintos biológicos de
un joven saludable de dieciséis años sacaron lo mejor de él manteniéndolo
pegado a su asiento, había caído en una de las emboscadas más viejas de la
historia una "trampa de miel".
Sin notar la pelea interna del Joven, la profesora añadió:
-¿De casualidad tienes un nombre espiritual...?.
Al final el instinto de peligro ganó, rápidamente levantándose de su asiento se
volteó para encarar a la profesora pero tropezó, las dos personas cayeron al
suelo, el rostro de Jean para bien o para mal, no, definitivamente para bien, se
hundió en el abundante pecho de la profesora, el largo cabello de la profesora
y el suyo se mezclaron, formando una escena de negro y dorado, por unos
segundos no se movió, todo hubiera sido perfecto para el joven si no fuera por
lo que pasó a continuación.
La puerta se abrió y la peor persona que él pudiera pedir, hizo acto de
presencia. La capitana Maeru se encontraba en medio del portal observando la
escena completamente en shock.
-...Esto no es lo que parece Capitana, puedo explicarlo.- Jean Intentó
defenderse, dando la excusa más vieja e inútil de la historia.
- Por favor, dígale profesora Seyd.- Pidió ayuda a la única persona además de
él que sabía lo que había pasado.
-Yo...nunca me.... tocado...hombre- El rostro de la Mujer Elfo se sonrojó, se
veía totalmente apenada.
-(¡¿Qué diablos pasa contigo?! ¡Hace unos momentos actuabas toda seductora
y ahora esto! ¡Ahora si estoy bien muerto!)- Este era el monólogo interno del
desafortunado joven.
Ante esa desenlace el shock de la capitana Maeru se elevó a la décima
potencia, toda la sangre abandonó su rostro quedando totalmente pálida e
inmóvil, parecía un estatúa de mármol.
Viendo la oportunidad de escapar Jean salió corriendo de la zona de peligro,
lágrimas se le escapaban de sus ojos, mientras decía:
-"¡No es lo que parece!"-.
Llegando a su habitación el joven se encerró poniendo varios encantamientos
y conjuros, para que nadie pudiera entrar. Se acostó en su cama y empezó a
murmurar.
-¡¿Qué pasa con este lugar?! Sólo llevo dos días y ya estoy hecho polvo. La
capitana me va a matar... únicamente espero que sea piadosa-.
Estuvo en vela toda la noche esperando su final.
La mañana siguiente prosiguió tranquilamente, ningún rumor raro fue
esparcido como Jean temía, en el mejor de los casos solo había quedado entre
tres personas, la profesora elfo, la capitana y él mismo.
Los profesores de Artes Marciales y Pelea con Armas, siguieron tomándolo
como compañero de entrenamiento, la Profesora de Alquimia seguía
añadiendo libros a su lista.
Durante la clase de la profesora Seyd, ella lo evitaba y se sonrojaba cada vez
que lo miraba.
Durante la clase de Técnicas Espirituales, el profesor les entregó una caja a
cada estudiante dentro de la cual se encontraba un títere simple de madera, el
objetivo era hacer que el muñeco se mueva usando ectoplasma, lograr que la
muñeca se pusiera de pie era lo ideal, sin embargo la caja que le tocó a Jean no
contenía una muñeca, cuando la abrió encontró un esqueleto entero, que el
dudaba que fuera artificial y con fines educativos, cunado volteó a ver a su
taciturno Profesor comunicándole con la mirada si hablaba en serio, él solo le
asintió levemente.
Moviendo su cabeza de un lado a otro Jean intentó negarse, pero el hombre
seguía insistiendo en silencio. Así que hizo lo que se le indicó pero
inmediatamente se arrepintió. Todos los huesos se reacomodaron en su lugar y
empezaron a moverse, antes que pudiera salir de la caja el joven volvió a
taparla y colocó la parte superior de su cuerpo conteniendo al esqueleto
animado que amenazaba con salir, afortunadamente nadie vio los contenidos
de su caja.
Durante los descansos intentaba salir del edificio central por temor de
encontrarse a la capitana Maeru. Así que decidió almorzar en el mismo árbol
de ayer, con la intención de atrapar a eso pequeños espíritus que habían
causado este desastre.
En el camino se encontró a Laur, Lili y Liz, que decidieron acompañarlo.
Todos decidieron comer en el mismo lugar.
-Te veías mejor ayer, ese estilo te quedaba mejor.- Comentó
despreocupadamente Laur.
-Por favor no me lo recuerdes, tuve muchos problemas por culpa de esos
pequeños, si los veo...- Dijo Jean mientras retorcía un pañuelo violentamente
que funcionaba como servilleta.
-No les hagas nada, pobrecitos- Pidió Lili con ojos suplicantes.
-Ellos no tenían malas intenciones- añadió Liz.
- Sé que no tenían malas intenciones, si las hubieran tenido me habría dado
cuenta, pero aun así no deben hacer esas cosas- Contestó el Joven agraviado,
su enojo se había controlado un poco al ver la actitud de sus compañeras.
Continuaron comiendo y platicando de cómo les había ido en las clases de la
mañana, aparentemente todas habían podido hacer mover a sus muñecas de
madera.
Mientras estaban en eso, tres pequeñas figuras se asomaron, se trataba de los
tres duendecitos, que los observaban con miradas tiernas.
-Miren, ahí están los duendecitos- Señaló Liz.
Jean pensó en darles una lección pero al verlos, desistió de su empresa,
tomando una manzana la corto en varios pedazos.
-Vengan no les haré nada, olvidemos el pequeño incidente de ayer- El joven
extendió su mano invitándolos a comer, los duendecitos se acercaron
corriendo, tomaron los pedazos de la fruta y se sentaron a comer junto con
ellos.
-¡Kya! ¡Que lindos!- Dijeron al unísono las tres señoritas.
Lili la más cercana a ellos se acercó con la intención de abrazarlos, al ver esto,
los tres pequeñines se escondieron detrás de Jean.
-¡Kya!-Las tres señoritas volvieron a gritar al unísono al ver sus reacciones.
-Parecen niños que se esconden detrás de su madre.- Señaló Laur.
-Pero ¿por qué nos tienen miedo?, yo quiero abrazarlos.- Preguntó Lili con el
deseo en sus ojos.
-Los espíritus son desconfiados ante los demás, ya es bastante bueno que
podamos verlos tan de cerca- Intervino Liz.
-Pero, pero, parece que no le tienen miedo a Jean, ¡eso es injusto!, yo también
quiero estar cerca de ellos.- Se quejó Lili.
-Probablemente es porque Jean se ve bastante inofensivo o tal vez porque les
recuerda a su madre, o quizá porque tienen la misma edad mental o algo así.-
Dijo alegremente Laur, mientras tenía su mano izquierda en su barbilla en
actitud pensante.
- Ahh, en realidad no sé qué decir a tu comentario- Jean tuvo problemas al
responder pensando si Laur se estaba burlando de él o lo estaba alabando
sinceramente, ese sentimiento se volvió más confuso cuando Lili y Liz
estuvieron de acuerdo con las palabras de la señorita rubia.
Las tres señoritas desistieron en querer abrazar a los duendecillos, y solo veían
con ojos de envidia como los pequeñines se subían encima de las piernas,
hombros o cabeza de Jean mientras jugaban y le pedían más comida con señas
al joven.
Regresando a clases todo procedió sin problema, Jean no se encontró a la
profesora Maeru, como temía.
Decidió ir nuevamente al centro de la ciudad, cuando estaba dejando la
escuela se topó a las tres L, Laur, Lili y Liz. Las cuales después de
interrogarlo terminaron acompañándolo.
Fueron a la misma cafetería a la que había ido por primera vez, después de
elegir una mesa y tomar asiento, pidieron té frío y galletas.
-Saben escuché de una fuente confiable que un estudiante atacó a la profesora
Seyd pero la profesora Maeru llegó a tiempo antes de que algo más pasara-
Inició la conversación Laur con el tópico que menos quería escuchar Jean.
-Pfttt, cof, cof- El joven había empezado a tomar su té frío cuando escuchó el
comentario de su compañera, el cual hizo que se atragantara con su bebida.
Viendo su reacción las tres señoritas voltearon a verlo. Presionado por esas
miradas, Jean pensó que la intuición de las mujeres podía ser en ocasiones
peligrosa así que rápidamente pensó en algo que decir.
-Eso... es terrible, como puede alguien hacer...algo así.- Su comentario iba
dirigido a intentar justificar su sospechosa reacción.
-Si tienes razón eso es terrible, es cierto que la profesora Seyd es hermosa,
pero no es justificable hacer algo así.- Liz se veía indignada.
-Mi abuela siempre me dijo que todos los hombres son lobos vestidos con piel
de oveja y que siempre hay que tener cuidado con ellos- Lili aportó
sabiamente su grano de arena a la conversación.
- Lo siento Nox, no es nada personal.- Añadió volteando a ver al joven.
-No te preocupes Sanctus, la cautela nunca esta demás en una doncella.- Jean
intentó responder lo más neutralmente posible.
-Laur ¿dónde escuchaste eso?- El Joven quería saber más sobre el asunto pues
podía terminar en un asunto de vida o mucho, mucho dolor.
-¡Oh! eso se lo escuché decir a la profesora Maeru, bueno más bien la escuché
mascullar y maldecir, decía algo como "ese sujeto, a pesar de ser un
estudiante, poner sus manos en la profesora Seyd, si no hubiera llegado..." y
otras cosas que no quiero decir.- Laur parecía muy animada con ese tipo de
conversación.
-¿Y qué más? ¿Lograste saber quién era ese estudiante?- Lili y Liz urgían a la
señorita rubia para que contara más cosas sobre ese asunto completamente
interesadas.
-Bueno, cuando le intenté preguntar a la profesora Seyd- Laur intentó
continuar su conversación pero fue interrumpida.
-Pftt, cof, cof- Por segunda ocasión Jean se atragantó con su té.
Las tres volvieron a verlo sus miradas eran más penetrantes que antes.
-Este té está muy frío, creo que debí pedir otra cosa- Su argumento de defensa
era muy débil, pero las señoritas lo ignoraron y continuaron su conversación.
-(Una vez más que pase algo así, sospecharan, debo tener cuidado.)-
Esos eran los pensamientos del Joven.
- Como dije cuando le pregunté a la profesora Seyd ella sólo se apenó y no me
quiso contestar, probablemente...- Laur se puso en actitud pensante- no, no
creo a menos que la profesora Maeru no haya llegado a tiempo...- Añadió
suavemente mientras murmuraba sus pensamientos.
-¿Te refieres a que el estudiante la, la....tomó?- Lili también vociferó sus
pensamientos con su rostro totalmente rojo.
-Pftt, cof, cof- Jean por tercera vez se atragantó con su bebida.
Las tres señoritas voltearon a verlo con brillo asesino en sus ojos.
-...La Profesora Seyd es una invocadora de primer nivel, un estudiante no
tendría oportunidad de obligarla a hacer algo así, probablemente como es un
tema muy delicado ella no quiere hablar de eso- La voz de Jean era muy débil
y totalmente a la defensiva.
-No deberíamos ahondar en esto más, además, además, si alguien escucha este
rumor sin saber que realmente pasó hay personas que podrían dudar del honor
de la profesora Seyd, y nadie quiere eso-. Intentó convencerlas de desistir en
este tema.
Después de unos momentos.
-Si concuerdo contigo, lo siento mucho me dejé llevar- Laur se disculpó- estoy
segura que la Academia se encargará de esto, así que cambiemos de tema.-
añadió la joven.
Las otras dos señoritas también estuvieron de acuerdo.
Liz alzó su mano y empezó a hablar para cambiar la conversación.
-Hoy vi algo raro en el Salón de Profesores, cuando estaba pasando por ahí vi
como un esqueleto salió corriendo de él, mientras el profesor Nirven lo
perseguía, después lo atrapó y lo volvió a meter en el salón.
-Que susto- comentó Lili.
-Sí, me quedé petrificada un buen rato.- aceptó Liz.
-Vaya, esta ciudad está fundada en un lugar con gran poder espiritual, además
debajo de la misma hay ruinas antiguas, no sería raro que algún esqueleto haya
cobrado vida y salido de ahí.- Comentó Laur, intentando asustar a Lili.
-¡No digas eso me da mied!o- Se quejó la señorita antes mencionada.
Por su parte Jean evitó hacer comentarios, estaba casi seguro que el esqueleto
de la historia de Liz era el mismo que le había entregado el profesor Nirven en
la mañana.
Antes de que se pusiera el sol regresaron a la academia, al llegar los cuatro se
despidieron y fueron a sus respectivos dormitorios.
Cuando Jean llegó a su habitación se dio un baño y se cambió de ropa,
después empezó a leer los libros que la profesora de alquimia le había dado, el
profesor de Magia también hizo lo mismo así que el joven tenía una torre de
cerca de treinta libros para leer.
Pasadas unas horas sacó una navaja del cajón de su escritorio y seis pequeños
trozos de madera los cuales talló hasta que tres tomaron la forma de mariposas
y los otros tres de aves, abrió la ventana de su habitación, mordió su dedo
índice para hacerlo sangrar y colocó una gota de su sangre en cada ave de
madera, las cuales se volvieron totalmente oscuras y empezaron a mover sus
alas.
-Vayan, sean sigilosas y luego informen lo que vean- Después de que las aves
salieron por la ventana, el joven se acostó a dormir.
A la mañana siguiente las imágenes que las tres aves mostraron fue algo que
Jean ya había leído en los periódicos, el robo de piedras mágicas, en la noche
anterior fueron robadas dos tiendas más.
El joven decidió investigar eso recordando lo que la Duquesa le había
comentado, que había algo pasando en la ciudad que posiblemente estaba
relacionado con el Imperio.
El resto de la semana pasó rápidamente sin muchos cambios en su rutina,
salvo por que él se escondía de la capitana Maeru, y la profesora Seyd lo
ignoraba durante sus clases.
Sabía que tenía que arreglar eso en algún momento.
En el día de Venus cuando las clases terminaron y se dirigía a su dormitorio,
la profesora Seyd le habló.
-Joven Nox, espere por favor. Quisiera informarle que referente a la situación
anterior relacionado con usted, la profesora Maeru y yo, ya ha sido
esclarecido. También quisiera disculparme por no haberlo solucionado antes y
haber estado ignorándolo durante las clases, esa actitud podría haber hecho
que se retrase con respecto a sus compañeros, aunque no creo que ese sea el
caso.- La profesora Elfo ya había recuperado su actitud risueña.
-Así que me gustaría que asistiera a una clase especial el día de mañana a las
ocho horas, nos veríamos enfrente de la Academia si es que lo desea-.Añadió.
Para Jean las palabras que la profesora dijo eran mágicas, le habían quitado un
gran peso de encima, estaba rebosante de felicidad, rápidamente se acercó a la
elfo y con ojos llorosos la tomó de las manos.
-Muchas gracias Profesora, temía lo que la capitana Maeru me pudiera hacer,
pero ahora puedo estar tranquilo. Puede contar conmigo para esa clase
especial.-
Después de decir eso salió del salón mientras se limpiaba las lágrimas de
felicidad.
A la mañana siguiente Jean asistió puntualmente al lugar indicado, cinco
personas ya se encontraban ahí, cuatro eran estudiantes, uno de los cuales era
Liz, la otra persona era la profesora de ojos y cabello gris, la cual se le acercó
con cara de pocos amigos.
-Buenos días Ca..profesora Maeru- saludo el joven nerviosamente.
- Sobre lo de la vez pasada...- Intentó verificar si la capitana ya estaba
tranquila pero fue detenido a media frase.
-No digas nada, la profesora Seyd ya me explicó que fue un accidente, de
todos modos no es como si me importara.- Dijo con el tono más frío que le era
posible usar.
Jean solo se pudo reír nerviosamente.
También se acercó a saludar a Liz la cual le preguntó en voz baja si había
hecho algo para molestar a la profesora, a lo que él contesto que no estaba
seguro.
Diez minutos después llegó la profesora Seyd, la cual los dirigió fuera de los
terrenos de la escuela hasta un pequeño claro rodeado de árboles dentro del
bosque.
Después de que todos se sentaron como la profesora indicó la sesión de
recuperación dio inicio.
-Como todos saben en esta isla fluye un gran poder espiritual, por lo cual es
hogar de muchos de esos seres. La sesión de hoy será llamar a un espíritu,
pueden usar el método que quieran siempre y cuando no causen daño-.
Dos señoritas dibujaron cada una un círculo mágico e iniciaron sus
invocaciones.
-Oh soplo divino, cuyo hogar está en los grandes vientos, acude a mi llamado
y libera un vendaval- Un remolino de viento se manifestó y en medio del
círculo mágico apareció una pequeña hada de color verde, pequeña como de
quince centímetros, y alas transparentes como de libélula.
-Muy Bien Señorita Rais, invocó a una sílfide de manera exitosa- La profesora
Seyd le felicitó con amabilidad.
-Antiguos habitantes de mares y ríos, escuchen mi humilde llamado, y viertan
sobre mi sus bendiciones- La segunda señorita colocó un cuenco con agua
dentro del círculo del cual se formó una figura femenina.
La estudiante que se apellidaba Als también recibió elogios por parte de la
mujer elfo.
El tercer estudiante era un joven corpulento que se apellidaba Rarte, el cual
también dibujó un círculo mágico.
- Gran guardián ancestral, que habitas en la tierra, atiende a mi súplica y sé mi
escudo.- Aunque menos vistoso en medio del tercer circulo apareció una
figura de forma humanoide totalmente formada de tierra.
Cuando le tocó el turno a Jean ya tenía a tres pequeños encima de su cabeza.
Viendo a Liz muy nerviosa el joven vizconde habló con ella, y descubrió que
la señorita quería realizar un baile y ofrecérselo a los espíritus, una práctica
que era común de donde venía, el problema es que se le había olvidado el
asunto de la música y por eso no sabía qué hacer.
-Profesora Seyd ¿Podríamos realizar un ofrecimiento entre mi compañera y
yo?- A Jean se le había ocurrido una idea.
-No tengo nada en contra, de hecho sería algo interesante.- Contestó la
profesora.
Jean y Liz se pusieron de acuerdo, él cantaría y ella bailaría al ritmo de su
canción.
Después de poner todo en su lugar, el joven comenzó a cantar y la joven
comenzó a bailar.
♪♫-Las hojas se marchitan-.♪♫
♪♫-El viento las lleva-. ♪♫
♪♫-La lluvia su ser lava.- ♪♫
♪♫-El fuego su existencia borrará -♪♫
♪♫-Y la tierra su recuerdo sepultará-♪♫
♪♫- Y te entristeces porque te recuerda tu propia realidad-♪♫
♪♫- Y te entristeces porque te recuerda tu propia realidad.- ♪♫
♪♫-No llores y deja de ver-♪♫
♪♫- No llores y cierra tus ojos-.♪♫
♪♫-La muerte solo es aparente-♪♫
♪♫-Siente la vida alrededor de ti-.♪♫
♪♫-El sol sale siempre-.♪♫
♪♫-Las estaciones se repiten sin cesar-.♪♫
♪♫-Tu propio ser es eterno.- ♪♫
♪♫- Dime entonces ¿dónde la muerte está?- ♪♫
♪♫-Tu ser es eterno, solo la vida es real.- ♪♫
♪♫-Tu alma es eterna esa es la verdad-.♪♫
♪♫-Entonces ignora lo aparente de tu realidad-.♪♫
♪♫- Entonces dime ¿dónde la muerte está?- ♪♫
♪♫- Medita en la oscuridad para calmar tu adolorido ser-♪♫
♪♫-Después vuélvete y observa la salida del Sol-♪♫
♪♫- Y entonces-♪♫
♪♫-Solo entonces-♪♫
♪♫- Sonríe una vez más-♪♫
♪♫-Luego respóndeme-♪♫
♪♫- ¿Dónde la muerte está? -♪♫
Mientras Jean cantaba la triste y melancólica melodía, Liz realizaba
movimientos suaves, ligeros y humildes. Contorsionaba ligeramente el cuerpo,
mientras tomaba una posición en actitud de súplica al mismo tiempo que
lágrimas se caían desde sus ojos, estiraba su cuello, brazos y manos haciendo
giros amplios y aun así llenos de paz sobre su propio eje como un hermoso
vals.
Cuando la melodía terminó ella había completado una vuelta entera alrededor
de donde estaban sus ofrendas, que era una pequeña y humilde mesa
improvisada de piedras y madera adornada con flores silvestres y muchas
frutas.
Varias esferas de Luz blanca habían aparecido alrededor de donde estaban, y
varios duendes vestidos con túnicas de distintos colores y algunas hadas
rodeaban el claro donde se encontraban los ejecutantes y los espectadores.
Nadie se atrevía a romper la sublime atmosfera del lugar.
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Al día siguiente Jean decidió investigar cierto asunto que lo estaba
incomodando, siendo un día libre quería aprovecharlo al máximo así que
desde muy temprano fue al centro de la ciudad.
Su intención era visitar las tiendas donde se vendían piedras mágicas.
Se puso ropas que no delataran su identidad como estudiante de la prestigiosa
Academia del Sol, aunque su atuendo era simple, no se le olvidó cubrir
parcialmente su rostro.
-Vamos, ¿no tendrá algunas piedras de fuego que le queden?- Preguntó el
joven con insistencia al vendedor.
-No hay, debido a los robos existe un gran desabasto y no sé cuándo vaya a
haber- Respondió el hombre de negocios.
-Mejor intenta en otro lugar, aunque va a ser difícil.-Añadió el hombre.
-Gracias entonces- Se despidió Jean.
La verdadera meta del joven era buscar un lugar donde aún tuvieran piedras
mágicas, pensó que había una alta posibilidad de que las personas que habían
estado robando aparecieran en ese lugar, ya había visitado ocho tiendas y
ninguna parecía tener nada.
-(Si lo que pienso es correcto, algún grupo está reuniendo esas piedras para
usarlas como combustible a fin de mantener un ritual que consume demasiada
energía, los robos han estado ocurriendo desde hace tres meses, así que ya
deben haber reunido una gran cantidad y aun así no se han detenido, sea lo que
sea que se esté llevando a cabo en esta ciudad, no creo que sea nada bueno)-
Esta era la línea de pensamiento del joven.
Cuando se encontraba cerca de la novena tienda pudo observar algo fuera de
lugar, el aparador de cristal donde se exhibían sus productos, fue roto en
pedazos desde dentro por el cuerpo de un hombre, vestido con una simple
armadura de cuero y con una espada corta en la mano, que salió volando,
después de chocar contra el suelo no se movió.
Acto seguido tres sujetos salieron del lugar y corrieron hacia distintas
dirección, todos tenían cubierto el rostro y llevaban una bolsa en sus manos,
probablemente se trataba del botín.
Viendo esta escena Jean decidió perseguirlos, eligiendo a la persona más
próxima.
-Pequeñas mariposas, persigan a la distancia, a esas personas- Sacó dos
mariposas de madera y colocó una gota de sangre en cada una, después de esto
empezaron a moverse y tomaron un color azul claro.
Siguió persiguiendo al ladrón que había elegido, el cual al percatarse de la
situación aumentó su velocidad y se subió al techo de las construcciones
brincando de una a otra, buscando perder a su perseguidor.
Cuando el bandido se dio cuenta que sería difícil escapar de esa manera, se
detuvo y atacó a Jean con una bola de hielo que conjuró, el joven la esquivó.
-(Esto no terminará bien, será mejor dejarlo escapar y seguirlo para encontrar
su escondite, si lo atrapo los demás estarán alertas y será más difícil descubrir
que planean).-Teniendo eso en mente, el joven creó un arco de fuego y soltó
una flecha con dirección a la bolsa que sostenía el ladrón.
Al impactar la flecha de fuego incendió la bolsa, la cual dejó escapar su
contenido, las piedras mágicas se esparcieron por todo el lugar.
-¡Maldito! ¡¿Cómo te atreves?!- El hombre se enfureció pero viendo el
resultado decidió que no tenía caso pelear con su perseguidor, así que le dio
prioridad a escapar.
Por su parte Jean lo dejo huir, cuando ya estaba a suficiente distancia el
ladrón, el joven usó una tercera mariposa para perseguirlo, lo único que le
preocupaba es que cuando esquivó el ataque de su enemigo, su capucha se
deslizó dejando al descubierto parte de su rostro.
Recogiendo las gemas mágicas, regresó a la tienda.
Se había reunido una muchedumbre, varias personas estaban hablando sobre
lo ocurrido.
El hombre que al parecer era el guardia de la tienda, estaba siendo atendido
por dos sanadores que le aplicaban magia curativa.
Mientras un caballero con una armadura plateada interrogaba a otra persona
(probablemente un trabajador de la tienda), acerca del suceso.
Después de que la muchedumbre se dispersó y el investigador se retiró, Jean
entró a la tienda y pidió hablar con el gerente, insistiendo que era importante.
Después de un rato, un hombre que se presentó solo como Robert lo recibió en
un pequeño cuarto, detrás de la tienda.
-Buenos días, extraño, ¿dime por que deseas hablar conmigo?, el tiempo es
oro así que se rápido y breve.- El dueño de la tienda era un hombre
aproximadamente en la segunda mitad de sus treinta, cabello café obscuro,
ojos del mismo color, de complexión delgada y facciones simples. Dos
hombres armados se encontraban detrás de él.
La razón por la cual fue llamado extraño fue debido a su vestimenta, que le
cubría parcialmente el rostro.
-Bueno, creo que esto es de usted- Jean sacó de las bolsas de su ropa todas las
gemas que había recuperado de uno de los ladrones.
Al verlas los dos hombres que se encontraban detrás del dueño de la tienda,
hicieron ademan de desenvainar sus espadas.
-Tranquilícense- Robert dio esa simple orden y los hombres se detuvieron.
-¿Podrías explicarme esto?-El dueño preguntó a Jean al mismo tiempo que
señalaba las gemas.
-Da la casualidad que pasaba por aquí y vi a tres ladrones, así que decidí
seguirlos, pero cada uno se fue por su lado, aparentemente sabían lo que
hacían- El joven sonaba como si se estuviera burlando de la situación.
-Así que únicamente pude seguir a uno y le quité las gemas que llevaba.-
Añadió en el mismo tono el Joven.
-¡Oh! eso es algo... desde que los tres eran magos...debió ser difícil, aunque
solo trataras con uno-El tono de Robert era de ligera sorpresa.
-Un poco, pero en realidad no hice mucho, al final lo dejé escapar-Jean no
comentó los detalles de ese encuentro.
- Sea como sea, me imagino que querrás una recompensa por tus acciones ¿me
equivoco?, pero dado que no atrapaste a ningún ladrón, la recompensa que te
podríamos dar sería mínima- Declaró el comerciante.
-Entiendo, como dije "lo dejé escapar", pero si hubiese tenido una razón para
atraparlo lo hubiese hecho, ¿sabe a qué me refiero señor mercader?-El joven
también respondió con una pregunta.
-Jaja, ya veo eres un mercenario buscando trabajo, pero ¿por qué crees que
contrataría a alguien como tú?- El tono del comerciante se volvió menos
tenso.
-Bueno tiene razón, después de todo, los mercenarios no son vistos con buenos
ojos por la mayoría de las personas. Además esta ciudad tiene sus propios
caballeros con su gran sentido del honor, valor y dedicación para proteger a
los demás, por eso son queridos por todos.- A pesar de sus serias palabras Jean
seguía hablando con ligera burla.
-Pero usted y yo sabemos cómo funcionan realmente las cosas... el oro mueve
al mundo-.
-Si los caballeros se sienten traicionados decidirán proteger su honor e irán en
contra de sus órdenes, pero los mercenarios como yo, siempre y cuando se nos
pague el precio adecuado no dejaremos que cosas como el honor nos
interrumpan en lo que hallamos convenido con nuestros clientes, en pocas
palabras somos más confiables que cualquier otra persona, al fin y al cabo
cumplir con nuestros contratos al pie de la letra es nuestro código, si no lo
hiciéramos así no conseguiríamos empleo.-El tono del joven se volvió serio.
-Además no es como si los caballeros de Ciudad Lux hubieran avanzado en su
investigación, al paso que va el gremio de comerciantes solo tendrá más
pérdidas.
-Tiene un buen punto ahí "señor mercenario", por lo que entiendo no quiere
ser contratado por mí, sino por nuestro gremio de comerciantes.- Robert se
quedó pensando por un momento antes de continuar.
-Bueno, se los comentaré, aunque te oyes confiado sólo contéstame una cosa
¿tienes las habilidades necesarias para realizar este trabajo?, los que nos han
estado atacando son usuarios de artes místicas no simples ladrones.-El
comerciante preguntó seriamente.
-Desde luego que sí.-La voz de Jean era de total confianza.
La conversación terminó ahí y los dos hombres se despidieron.
El joven recibió una carta de presentación del mercader, la cual cambiaría de
color en caso de que este quisiera hablar con "el mercenario".
Antes de salir de la tienda, un trabajador se le acercó y le entregó una pequeña
bolsa con algunas monedas de oro, plata y cobre, aproximadamente el 10% del
valor de lo que había rescatado (según la ley de los comerciantes), aunque esto
no podría saberlo Jean.
Decidió regresar a la Academia y esperar en su habitación por nueva
información.
Antes del anochecer tres pequeñas mariposas de color azul entraron por la
ventana a su habitación, después se posaron en su mano izquierda.
-Ya veo, dos de los ladrones se dirigieron a un lugar cerca del bosque y el que
perseguí....ah esto es interesante, así que es estudiante de este lugar-
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Al día siguiente, después de arreglarse Jean tomó su desayuno y se dirigió a su
primera clase, estaba adelantado por varios minutos, mientras caminaba por el
pasillo de pronto una flecha se acercó a su cabeza, aun estando medio dormido
la atrapó con su mano izquierda, después la soltó y siguió caminando como si
nada hubiera sucedido, apenas dio unos cuántos pasos más (mientras
bostezaba cubriéndose la boca con la misma mano), una esfera de viento
mágico se acercó desde el otro lado, con la misma intención que la flecha, alzó
la mano derecha y un pequeño círculo mágico apareció bloqueando la esfera
de viento la cual se disipó después de impactar.
Siguió caminando indiferentemente mientras se frotaba los ojos.
La profesora Maeru de casualidad se dirigía hacia el mismo pasillo (en
dirección contraria al joven), el cual no se había percatado de ella.
Ella vio lo que pasó y sorprendida dejó caer los libros que cargaba en ese
momento, se acercó a él a paso veloz.
-¡Hey! ¡Despierta! ¿No ves que te están atacando?-Preguntó la mujer, al
mismo tiempo que observaba con precaución su entorno en espera de un
nuevo ataque.
-Buenos días, Capitana- Como siempre después de darse cuenta de quien le
estaba hablando, Jean le dio un saludo militar, se veía visiblemente nervioso.
-¡Ya te dije que no me digas así en esta academia! dime, ¿sabes por qué te
están atacando?- La profesora seguía viendo de un lado a otro.
-¿Atacando? No entiendo que quiere decir ca...respetable profesora Maeru.-
Exitosamente Jean evitó llamarla por su rango militar.
-¡¿Te estas burlando de mí, no es así?!¡¿Verdad, que te estás burlando de
mí?!- La Capitana dejó de estar vigilante de su entorno y veía
amenazadoramente al joven, mientras le señalaba con su dedo índice.
-Desde luego que no, Profesora, yo sería incapaz de hacer algo así- Jean
siempre se ponía nervioso cada vez que se encontraba con esta persona.
-La verdad no estoy muy segura de tu respuesta, pero ¡te acaban de atacar y ni
siquiera te diste cuenta!- La joven mujer parecía contrariada y enojada.
-Ah, eso... no fue nada sólo una pequeña broma, creo... es normal- El joven
respondió dudosamente al darse cuenta a que se refería la Capitana, con
"atacar".
-¿Broma? ¿Normal? ¿Dices que fue una pequeña broma?- La profesora bajó
su cabeza levemente impidiendo que se pudiera ver su reacción, pero su
cuerpo temblaba levemente.
-Ya veo en ese caso no hay ningún problema- La capitana alzó su rostro, se
podía ver una gran sonrisa forzada.
-Qué bueno que lo entienda profesora- A pesar de la respuesta que recibió,
Jean no podía evitar sentir que algo no andaba muy bien.
-¡Como demonios crees que puedo aceptar esa respuesta!, ¡deja de burlarte de
mí!- La Capitana levantó su brazo derecho, su mano estaba cerrada
fuertemente, dejaba en claro que pasaría a continuación.
Ante esto el joven se postró rápidamente en el suelo.
-Lo siento mucho, de verdad que no me estoy burlando de usted...si no me
golpea, le puedo explicar bien-.
Viendo al pobre joven postrado, la profesora controló su ira.
-Tienes treinta segundos para explicarme "¿por qué en esta Academia atacar a
las personas es considerado normal?", así que piensa bien lo que vas a decir.-
La joven mujer se dirigió al joven sarcásticamente, seguía enojada y
difícilmente se controlaba.
Por unos segundos se hizo silencio mientras Jean pensaba que iba a decir
cuidadosamente.
-Veinticinco-
Apurado por la capitana Maeru, el joven empezó a hablar.
-Bueno no puedo decir que no tiene razón, después de todo este lugar no es
una escuela pública, pero hay cosas que no se pueden evitar, desde que llegué
aquí he llamado mucho la atención, así que algunos alumnos de primer año
celosos de mí han intentado intimidarme, aunque algunos estudiantes de
cursos superiores también, pero en su caso creo que es más una novatada.
Además todos salimos ganando, así mis sentidos no se oxidan y ellos mejoran
sus habilidades- Jean respondió tenso y sin hacer pausas.
Después de inhalar y exhalar profundamente tres veces, para tranquilizarse la
capitana habló.
-Así que esa es tu respuesta. Entiendo más o menos el contexto de la situación,
pero como profesora no puede decir que está bien, le diré a los demás
profesores para hacer algo al respecto-.
-Pero dime ¿Por qué no te defiendes en contra de ellos?-
-No lo creo necesario, además la Duquesa me dijo que no llame la atención
innecesariamente- Jean seguía postrado en el piso.
-Entiendo, tiene sentido, ahora por favor levántate, - Diciendo esto la Capitana
le extendió una mano al joven para ayudarlo a levantarse, el cual
temerosamente la tomó.
-Gracias por entender ca...profesora.-
Aparentemente todo había acabado bien.
"! Yo lo vi se le estaba declarando a la profesora ¡" "!Kya que atrevido¡"
"Le estaba rogando de rodillas que salieran juntos, ¡qué romántico!"
"¡Parece que ella aceptó, ahhh un amor prohibido!"
Las señoritas estudiantes que se habían reunido habían malinterpretado la
situación.
"¡Ese bastardo!"
"¡Que celos!"
"¡Maldición se me adelantó!"
Los estudiantes hombres también tenían sus propias opiniones.
Los dos personajes principales de este enredo al escuchar a los demás
quedaron petrificados en la misma pose, Jean ligeramente hincado al intentar
levantarse y la profesora Maeru de pie, ambos tomándose de las manos, de la
mano derecha para ser más exactos, una pose que calzaba con una declaración,
parecía que sus almas habían escapado de sus cuerpos, pues el color se había
ido de sus rostros.
-Tengo clases profesora, me tengo que ir, tenga buen día.
El primero en recuperarse fue Jean, el cual con timidez dio una reverencia a la
joven capitana y se despidió.
Dio unos pasos normalmente y después salió corriendo a toda velocidad hacia
su salón.
La profesora Maeru se recuperó casi inmediatamente, regresó para recoger sus
libros pero una señorita ya los había recogido por ella y se los dio.
-Le deseo suerte Profesora, ¡Kyaa!-. Con timidez la señorita le dio sus buenos
deseos.
La joven mujer recibió un golpe crítico, tuvo una veloz y dramática visión de
estar en el campo de batalla y ser herida de gravedad en el pecho mientras la
sangre se escapaba de sus pulmones saliendo por su boca a chorros.
La capitana Maeru tomó sus libros y escondiendo su rostro lo más que pudo,
huyó rápidamente del lugar antes que recibiera otra herida mortal.
Jean soportó las miradas de odio de sus compañeros hombres y los murmullos
de sus compañeras durante las primeras dos clases. Fue algo realmente duro,
hubiese preferido pelear con una Quimera que estar en esa situación.
Durante la hora del almuerzo decidió ir al mismo lugar de siempre, al gran
árbol, cuando llegó ya se encontraban Lili, Liz y Laur, que lo saludaron
alegremente.
-Nox, te ves muy abatido, ¿te pasó algo?-Preguntó preocupada Lili.
-No, no es nada, no te preocupes.-Jean le contestó con una ligera sonrisa para
despejar la preocupación de la señorita, tomo asiento junto a ellas, los tres
duendecitos de siempre se les unieron.
-Gracias por ayudarme durante la clase del sábado Nox- Liz le agradeció al
joven al mismo tiempo que le daba una reverencia.
-No fue nada, de hecho fue agradable, además ya me agradeciste varias veces.
Si te puedo ayudar en algo solo dime.-El joven también respondió con una
ligera reverencia.
- Vaya, vaya, como dicen los rumores eres todo un casanova Jean.-Con su
misma actitud alegre de siempre Laur hizo su "oportuno" comentario.
-Pfttt- El pobre joven atrapado con la guardia baja escupió todo el té que Liz
le había dado. Empezó a sentir una sensación de Deja vú.
-Escuché que te le confesaste a la Profesora Maeru.-Laur continuó como su
conversación como si nada.
-¡¿Ehhhhhhhh?!-Lili y Liz exclamaron al mismo tiempo, aparentemente esa
noticia fue bastante sorprendente para unas señoritas tan inocentes.
- ¡Estas totalmente equivocada!-Jean se defendió rápidamente antes de que la
conversación se fuera por un rumbo raro.
-¿En serio? Hmmm, porque cuando le pregunté a la profesora Maeru...-
-¡¿Le preguntaste a ella?! ¡¿No crees que eres "un poco" demasiado directa?!-
El aterrado joven interrumpió a Laur alarmado
- ...se puso toda roja y no quiso contestar nada al respecto. La señorita rubia
ignoró completamente la interrupción del Joven.
-¿No creen que eso es muy raro, Liz, Lili?- La joven pidió apoyo a sus
compañeras.
Ellas asintieron moviendo sus cabezas fuertemente. Las tres estaban
penetrando con su mirada a Jean.
-¡No es eso!, simplemente pasó que la Profesora se enojó conmigo y se puso a
sermonearme.- El joven empezó a explicar la situación.
-Entonces ¿por qué los testigos dicen que te vieron hincado tomando la mano
de la Profesora?- Laur inició con su interrogatorio.
-¡Impúdico!- Lili espetó sus pensamientos.
-¡Inmoral!-Liz también expresó su opinión.
-¡Me postré ante ella para pedirle disculpas por mi comportamiento, después
de escucharme ella me ayudó a levantarme, por eso estaba hincado y
sujetando su mano! ¡Sólo fue un malentendido! ¡Lo juro!- Jean estaba al borde
de las lágrimas ante la terrible mirada de sus compañeras.
-Tch, pensé que había encontrado algo interesante.- Laur chasqueó su lengua
por alguna razón parecía decepcionada.
Liz y Lili por su parte parecían aliviadas.
-Por favor, si me creen ayúdenme a que no se esparzan más rumores-Jean
pidió en actitud suplicante a sus compañeras.
Finalmente las clases terminaron, después de lo que el joven consideró una
eternidad.
Regresó a su habitación totalmente aplastado emocionalmente hablando.
En la sala de profesores
Al finalizar las clases como era costumbre todos los profesores se reunieron
para hablar sobre los eventos ocurridos durante ese día.
-Les digo hoy en la mañana el joven Nox fue atacado dos veces antes de
iniciar las clases.-
La profesora Maeru empezó a informar a los demás como había prometido.
-Oh, eso es raro, no vi que estuviera herido- comentó la profesora Elfo Seyd,
distraídamente.
-Bueno en realidad no le pasó nada, pero...- Se defendió la Capitana.
-Yo tampoco vi nada anormal en él- Interrumpió con su voz grave el profesor
Nirven.
La profesora Mearu decidió contar paso por paso lo que ella vio en la mañana
para ilustrar su punto de vista a los demás, se guardó los últimos detalles
donde los alumnos pensaron que hubo una declaración romántica.
-Ya veo, si a él no le importa no creo que debamos hacer algo- El profesor de
espada dio su opinión, mientras sostenía su barbilla en actitud pensante.
-Ahh, que nostalgia me recuerda los mejores tiempos de esta escuela, todos los
estudiantes eran rudos y valientes, pero ahora con toda esa sobreprotección y
cuidados de parte de sus padres, casi todos se volvieron niños mimados.- La
profesora de Alquimia expresó sus sentimientos mientras hacía ademán de
limpiarse una lágrima que escapó de sus ojos.
-Pero, pero...- La joven maestra de ojos grises no estaba de acuerdo con el
punto de vista de los demás profesores-
-(¡Que rayos pasa con su reacción, alguien normal hubiera dicho que eso era
algo grave y habría que darle solución!)-.Eso es lo que pensaba en esos
momentos.
-Entiendo a lo que se refiere Profesora, eso no debe pasar, pero si lo vemos
desde otro punto de vista, si los demás estudiantes tienen celos eso los
motivará a mejorar sus habilidades.-El profesor Viler de combate cuerpo a
cuerpo también se introdujo en la conversación.
-Además cuando los estudiantes de primer año vean que no pueden hacerle
nada quizá se rindan, el joven Nox no solo es un genio sino que también se
esfuerza mucho en sus entrenamientos y estudios, así que estará bien, de todos
modos creo que la mejor solución a esto es:
La Capitana escuchando esa última frase, esperanzada pensó que alguien por
fin iba a tomar cartas en el asunto.
-Entrenarlo más, ¿no lo creen ustedes?- El hombre pidió la opinión de los
demás.
-Estamos de acuerdo.- Todos los profesores de primer año respondieron
positivamente.
Aparentemente los demás maestros querían usar al Vizconde Nox para
motivar a los demás estudiantes a mejorar sus habilidades, por medio de los
celos.
Viendo esta evolución de los eventos, la profesora Maeru decidió rendirse
totalmente.
-(¿Para qué me esfuerzo?, siempre que me quedo envuelta en algo que tenga
que ver con él, termino sin fuerzas, así que ¿por qué me esfuerzo?, además
estará bien, después de todo este lugar debe ser como el paraíso para él si lo
comparamos con "ese" lugar.)- La Capitana se decía a si misma estas palabras
mentalmente para convencerse de dejar el asunto en paz.
Después de tomar un baño Jean se acostó en su cama, mientras estaba
pensando en los eventos que le habían pasado en ese día, la carta de
presentación que el comerciante le dio empezó a brillar en color rojo tenue.
Se vistió como la última vez y se dirigió hacia el establecimiento de Robert.
Al llegar a su destino fue recibido por un empleado, quien lo hizo pasar a la
misma habitación que la ocasión anterior.
-Buenas noches "señor mercenario"- El joven fue recibido por Robert y dos
personas más, un hombre de baja estatura, y una enorme circunferencia, la
otra persona era una mujer joven de cabello castaño.
-Como todos sabemos, debido a que nos han estado robando estamos escasos
de piedras mágicas, dado que en esta isla hay muchos colegios que requieren
este producto la demanda se ha intensificado debido a la escasez, así que los
miembros del gremio hemos decidido contratar a varios mercenarios para
proteger el siguiente cargamento en conjunto con los caballeros de esta
ciudad.- El mercader explicó consistentemente la situación.
-Nos gustaría contratarte, te pagaríamos suficiente oro, además como un bonus
te daríamos esto- Entre sus dedos índice y medió de su mano derecha el
comerciante sostenía una tarjeta de color azul.
-Con esta tarjeta podrías comprar o vender con tarifas especiales en toda esta
isla, pero como dije solo es un extra en caso de que sea un éxito la operación.
-Desde que no tengo trabajo acepto.- Jean respondió tranquilamente.
Después de decidir la paga en oro, y recibir la mitad por adelantado, Robert le
dijo los detalles.
-Dentro de una semana atracarán cuatro barcos, uno en cada puerto, el
cargamento estará dividido para disminuir las posibilidades de perdidas,
prevemos que seremos atacados cuando eso pase. Junto con otros mercenarios
y caballeros estarás vigilando el puerto norte. Tu misión será impedir el robo
del cargamento, dejaremos que los caballeros los atrapen. Te presentaras ahí el
próximo día de la Luna antes del anochecer ¿entendiste?- El comerciante dio
sus instrucciones.
-Entendido.-Jean notó que durante toda la conversación las otras dos personas
se quedaron en silencio observándolo.
Después de terminar su negociación regresó a la Academia.
El resto de la semana pasó tranquilamente, como siempre algunos profesores
le pedían realizar actividades como ser su compañero de entrenamiento fuera
de horas de clase, acompañar a la profesora de alquimia a la biblioteca para
buscar materiales de estudio, limpiar los esqueletos y artefactos que poseía el
oscuro profesor Nirven o cuidar las plantas de la profesora elfo Seyd en el
jardín botánico de la academia, algunas de las cuales lo habían intentado
comer en varias ocasiones, el joven estaba seguro que poseer algunas de esas
plantas era ilegal, pero decidió no pensar en ello.
Lo más importante fue que gracias a la ayuda de Laur, Lili y Liz los rumores
extraños que empezaron a circular rápidamente disminuyeron
significativamente, Jean solo esperaba con ansías a que llegara el día de la
Luna.
En el día de Saturno, el joven se levantó temprano y no teniendo nada que
hacer decidió preparar el equipo que necesitaría para su misión, terminada sus
labores pensó en ir al centro de la ciudad a pasar el tiempo libre.
Toc, toc, toc.
Jean abrió la puerta con toda la precaución del mundo. Se encontró con el
taciturno profesor Nirven el cual le extendió un rollo de pergamino sin mediar
una palabra.
El joven lo tomó y desenrollándolo lo leyó.
Por medio de la presente se le concede permiso al estudiante Jean Nox Crow,
para acceder a los primeros niveles de las catacumbas y laberintos
subterráneos de la Ciudad, con el fin de prestar sus servicios para el beneficio
de la ciudad Lux y de la Academia del Sol, en el programa de actividades
extracurriculares.
En la última parte del pergamino había varias firmas de diversas autoridades
(principalmente de sus profesores), el sello de la Ciudad y el de la Academia.
Un repentino dolor de cabeza le invadió, Jean estaba informado de la
existencia de los niveles subterráneos, , la ciudad Lux fue fundada en las
ruinas de una antigua civilización.
Él también sabía que los niveles subterráneos eran hogar de muchos seres, a
veces eran enviados agentes para erradicar la proliferación de ciertas creaturas
como arañas gigantes, gusanos carnívoros, en algunas ocasiones esqueletos
que salían de las catacumbas y todo tipo de cosas bizarras para proteger a la
población.
Las escuelas, institutos y academias que había en la ciudad, enviaban a
algunos estudiantes como parte de su entrenamiento.
A pesar de conocer todo eso, el joven no podía entender unas cuantas cosas:
Primero el sólo era un alumno de primer año, este tipo de actividades eran
para estudiantes de años superiores.
Segundo, era necesario pasar un examen.
Tercero, el permiso para estas peligrosas actividades debía ser solicitado
personalmente y evaluado por un comité.
Cuarto, el solicitante debía firmar varios documentos en caso de que algo
"malo" pasara durante estas incursiones.
Jean no cumplía ninguno de los puntos arriba mencionados.
Sin embargo el documento que estaba en sus manos, el cual él leyó una y otra
vez era genuino, lo que más le sorprendió era que en un rincón del documento
se encontraba un garabato el cual si uno se esforzaba para leerlo decía "Juan
Nol Crox".
Alguien había falsificado su firma y ni siquiera se había molestado en hacerlo
correctamente, por alguna razón pudo distinguir quien lo había hecho, esa
letra era idéntica a la de su profesor de espada Ter Weiss.
-(¡Esto no puede ser! ¡¿por qué a mí?!)- Es lo que pensaba el sorprendido
joven.
A pesar de que su cerebro trabajaba a toda velocidad para procesar la
información, su cuerpo estaba paralizado y su rostro mostraba una expresión
estúpida.
El profesor Nirven sin esperar una respuesta del joven lo agarró del cuello de
su camisa y lo arrastró fuera de su habitación.
De alguna forma, Jean terminó en el bosque junto con varios compañeros.
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-Jean, despierta, ¡Hey!.- Una señorita intentaba hacer reaccionar al joven,
viendo que no funcionaba abrió lo más que pudo la palma de su mano y le dio
un bofetada.
-Auch... ¡duele!- Jean tardó unos 3 segundos en reaccionar, mientras se
frotaba su mejilla, volteó a ver la causa de tal dolor y encontró a Laur.
Ella le explicó que todos habían sido reunidos para entrar a los primeros
niveles, para realizar una limpieza pues hubo un aumento inusual en la
población de las alimañas que vivían ahí.
El profesor de artes marciales se dirigió a ellos y les dio instrucciones para que
entraran solo a los dos primeros niveles, algunos profesores estarían
monitorizando la situación por si había algún problema.
Después pidió que formaran grupos de tres personas, y le entregó a cada uno
un talismán que serviría como comunicador así como un mapa.
Jean hizo equipo con Laur, y con otro joven de piel oscura de complexión
musculosa, recordaba haberlo visto en la clase de la profesora Seyd,
adicionalmente Laur y el joven se encontraban en la misma clase, ellos tres
eran los únicos de primer año que habían sido llamados para esta actividad, así
que no hubo mayores problemas para unirse al mismo grupo.
Ya formados los equipos, fueron conducidos hacía una construcción con una
gran puerta de madera.
Un profesor que Jean no había visto se acercó a la puerta, murmuró un conjuro
y la abrió de par en par.
Acto seguido los cinco equipos se adentraron en las ruinas.
El mismo profesor invocó varias esferas de fuego que flotaron hacia el interior
sin perder tiempo.
Adentro iluminado por varias antorchas se pudo observar que el lugar estaba
construido de piedra sólida y las paredes tenían murales representando a
diversas creaturas.
Al final de esa gran habitación había siete escaleras que se dirigían hacia el
verdadero interior de las catacumbas y laberintos.
El joven vizconde y compañía tomaron la tercera escalera.
-No debemos separarnos así que nadie se vaya por su cuenta- Laur tomó
asertivamente el liderazgo del grupo, Jean y el otro Joven asintieron.
-A pesar que las creaturas de los primeros niveles no son muy peligrosas,
aparentemente son demasiadas, la profesora Seyd me dijo que estas misiones
de erradicación por lo general se hacen a mediados del año, pero por alguna
razón sus números han aumentado rápidamente - La joven dio una explicación
adicional.
-Necesito saber cuáles son sus estilos de pelea y especialidad, para poder
tomar una adecuada formación-.
- Combate cercano, invocaciones y magia tipo tierra son mis especialidades.-
Contestó el joven moreno con orgullo en sus palabras.
- En cuanto a mí, cualquier tipo de combate, mi especialidad y afinidad sería
el fuego.- Jean respondió con tranquilidad.
Laur se puso a pensar por un momento, después del cual dio sus indicaciones.
-Muy bien, en ese caso Jean actuará en primera línea de atacante, Rarte tomará
la posición de defensor.
-Yo soy buena en ataques de larga distancia, así que les brindaré soporte.-
Diciendo eso la Joven sacó un rifle de color azul bastante llamativo.
-¿Qué es eso?- Preguntó el joven musculoso.
-Un rifle para mejorar el uso de magia de hielo.- Laur levantó su arma y
disparó entre los dos jóvenes.
A unos metros había aparecido un escorpión gigante de color blanco, el cuál al
recibir el impacto de una esfera de hielo empezó a congelarse completamente,
después cayó desde la roca en que se encontraba y se hizo pedazos.
Habían llegado al primer piso, además de antorchas, las paredes también
tenían runas y otros símbolos que resplandecían con luz blanca iluminando
perfectamente el lugar.
-Es bastante impresionante- Jean dio su sincera opinión.
-Es tecnología de mi país- Ella parecía muy feliz de haber podido dar una
demostración.
- ¿Cuál es su alcance?- preguntó el delgado joven.
-Este modelo llega hasta quinientos metros sin sacrificar fuerza, en manos de
expertos su rango y efectividad mejoran de forma considerable.- La joven
respondía animadamente.
-Hey, disculpen por interrumpir su conversación, pero tenemos trabajo que
hacer.- Rarte les llamó la atención.
Enfrente de ellos había no solo escorpiones sino también tarántulas en gran
número que se acercaban lentamente hacia ellos.
-Poderosos espíritus que habitan en la tierra, escuchen mi llamado y préstenme
su poder y fortaleza.- El joven moreno realizó su conjuro.
La tierra alrededor de él subió por todo su cuerpo, volviéndose sólida y
formando una armadura completa de piedra.
Al mismo tiempo en cada mano de Jean aparecía una espada de fuego.
El joven musculoso embistió con todas sus fuerzas a la tarántula que tenía más
cerca, después de aturdirla con el impacto usó sus puños para terminar con
ella.
Jean corrió hacia el frente, esquivando los ataques, decidió darle prioridad a
cortar los aguijones de los escorpiones para que sus compañeros no sean
envenenados, después se lanzó en contra de las tarántulas, creó una barrera de
fuego que dejó cegados momentáneamente a los arácnidos.
Aprovechando esa apertura saltó encima de las tarántulas una por una y clavó
las dos espadas en cabeza y abdomen respectivamente, quemándolas por
dentro mientras se retorcían. Mientras Laur se encargaba de los escorpiones
desarmados.
El delgado joven logró destruir a tres tarántulas antes que los sensibles ojos de
sus enemigos pudieran recuperarse.
Por su parte su francotiradora derribó a los que intentaban atacar desde el
techo, permitiendo que la pelea se mantuviera en el suelo.
Aquellas creaturas que escapaban de las espadas de fuego, encontraban su
destino en los puños de Rarte.
Las tarántulas y escorpiones gigantes viendo que la situación era desfavorable
intentaron huir, pero Jean con un movimiento de su espada conjuró una
barrera de fuego no con el fin de cegarlas nuevamente sino para cortarles el
camino de retirada.
Aumentando el tamaño de sus espadas y envolviéndose en fuego, corrió hacia
sus acorralados enemigos, realizando un salto y un veloz giro de 360 grados
cortó, desgarró y cubrió en un mar de fuego a los arácnidos.
Después de que se aseguró que no se acercaba nada más, Laur se reunió con
ellos.
-Rarte, ¿tienes alguna herida?- La joven empezó a checar el estado de salud de
sus compañeros.
-No, no fui herido, gracias por preocuparte. El joven moreno respondió
ligeramente apenado por alguna extraña razón.
-Muy bien, vigila la zona por favor, ¿Y tú qué me dices Jean?- Laur se dirigió
a su otro compañero con la misma intención de verificar su estado de salud.
-Estoy bien no me pasó...- Antes de que el joven pudiera terminar de hablar, la
joven le interrumpió.
-Jean, ¿Ya te diste cuenta de que tienes en el hombro derecho?- La expresión
y el tono de voz de Laur eran tensos.
-Oh- el joven miró hacia donde la joven le indicaba, pudo ver un aguijón y
parte de la cola de un escorpión, rápidamente desapareció las espadas que
utilizaba y se sacó el aguijón del hombro.
-Quédate allí, aquí tengo el antídoto- La líder de equipó manteniendo la calma,
sacó de su mochila un pequeño frasco con un líquido de color verde y caminó
hacia Jean.
-No será necesario Laur el veneno de los escorpiones de cueva no es un
peligro para mí- El joven dijo esta frase con absoluta confianza.
-No sé si creer eso, probablemente ya estés empezando a delirar-. Laur tomo
de los hombros a Jean y lo hizo sentar en una piedra cercana.
-Por favor quítate la camisa para que pueda aplicar el antídoto.- La joven
ordenó tranquilamente.
-No es necesario nada de eso, mi cuerpo es resistente al veneno, además el
fuego que utilice probablemente destruyó la estructura química del veneno, así
que no tienes que preocuparte-.
-Pero si una bella dama como tú quiere desvestirme y cuidarme no me negaré-
Jean añadió pícaramente al ver que Laur no cambiaría de idea.
-Vaya, vaya eres bastante coqueto Jean Nox Crow, haré de cuenta como si
fuera el veneno lo que te hace hablar así.- A pesar de sus palabras ella sonreía,
se veía aliviada.
Descubriendo el hombro de su compañero, Laur intentó buscar el orificio de
entrada del aguijón, pero no lo pudo hallar, solo encontró cicatrices viejas.
-Ves te lo dije, mi curación interna es excelente. El veneno de escorpión
causa, delirios, fiebre, necrosis del sitio de inoculación al instante, y yo no
tengo ningún síntoma. Pero si sigues preocupada puedo tomarme el antídoto
aunque de esa forma será un poco menos efectivo el tratamiento.- Jean intentó
dar una solución para no preocupar a su compañera.
-Está bien, pero si te sientes mal, dímelo para que descansemos.- La joven
rubia aceptó pero no sin condiciones.
Después de un rato continuaron cazando alimañas, entre las cuales se
añadieron cien pies gigantes de color rojo.
Pasadas aproximadamente dos horas llegaron al centro del segundo nivel, en
el habían muchos cráneos en nichos en las paredes y huesos sueltos en el piso,
una vista un tanto macabra.
Al parecer eran los primeros en llegar ahí, el lugar estaba desierto y no había
datos que indicaran que algún otro grupo hubiera arribado antes.
-Bienvenidos- Una voz masculina los saludó apareciendo del otro lado.
-Vizconde Jean Nox Crow, tal vez usted no sepa quién soy, pero yo si se quién
es usted ya que nos hemos visto antes-.
Todos los presentes se pusieron a la defensiva, además de no llevar el
uniforme de la Academia, el sujeto vestía una túnica totalmente negra con una
capucha que le cubría el rostro.
-La situación es esta pequeño Vizconde, gracias a usted fracasé en mi misión
de obtener las piedras mágicas que honestamente había robado-. La persona en
cuestión aparentemente tenía sus valores morales un poco retorcidos.
-Así que he venido a agradecerle haberme hecho pasar el ridículo.-La última
frase de esta persona estuvo cargada con odio.
-Así que eres ese ladrón de tercera, aparecer solo delante de mi puede ser
suicida, la vez pasada te deje escapar- Jean se burló de la situación.
-¡Soy más que eso, estúpido pequeño noble!- El enojo del ladrón aumentaba
rápidamente.
- Y además no estoy solo- De entre sus ropas sacó una esfera que contenía en
su interior una especie de gas azul- grisáceo, y la arrojó al suelo.
-Ahora me despido, tengo otras cosas más importantes que hacer que tratar
con basuras humanas como ustedes.- El ladrón declaró arrogantemente antes
de irse.
-¡Espera!- Jean quiso perseguir al hombre pero al dar el primer paso, algo le
detuvo, una mano esquelética le había agarrado la pierna.
-¡Laur, Rarte, tengan cuidado ese sujeto animó los esqueletos de este lugar con
ectoplasma!- El joven se volteó para avisarle a sus compañeros, atrás de él
saliendo de la tierra los esqueletos empezaron a moverse, en sus cuencas
vacías se podía ver un fuego grisáceo que también salía por la abertura entre
sus mandíbulas.
Los esqueletos que se encontraban en las paredes también intentaban liberarse
de sus pequeños nichos.
-¡Jean, exijo saber qué es lo que está pasando aquí!- Laur quería entender
como terminaron las cosas así.
- Ahora no es el momento, primero deshagámonos de estas cosas, luego te
cuento con calma.- El joven creó nuevamente sus espadas de fuego y cortó al
esqueleto que le detenía.
Todos se reagruparon, espalda contra espalda encima de una gran roca plana.
Una gran multitud de fantasmagóricos esqueletos les rodeaban, sostenían
armas oxidadas como espadas, hachas y porras.
-¿Cuál es el plan? Líder- Jean aún en esta situación decidió molestar un poco a
Laur.
- Primero quiero que crees un círculo de fuego para evitar que se nos
acerquen-.
El joven sin perder tiempo creó el anillo de fuego.
-Segundo necesito que tú Rarte les arrojes rocas desde aquí-.
-Entendido- Rarte comenzó a realizar lo que se le había indicado.
-Jean ¿Eres inmune a tu propio fuego?-.
-Si lo soy-.
-En ese caso pelea con ellos desde afuera del círculo. Por mi parte usaré estas
preciosidades, ya que los no muertos son resistentes al frio.- Laur cambió su
rifle por dos pistolas de mano.
Saltando desde la roca en que se encontraba Jean atravesó su barrera de fuego
y empezó a enfrentar a los esqueletos. Después de ser alcanzados por sus
espadas de fuego y ser cortados a la mitad, sus enemigos se quemaban hasta
las cenizas.
El mismo destino sufrían al querer atravesar el anillo de fuego, Laur de vez en
cuando protegía la espalda del delgado joven cuando algún no-muerto se le
acercaba por detrás.
Mientras Rarte destrozaba a aquellos que intentaban inteligentemente brincar
la barrera para evitar el fuego, que afortunadamente eran muy pocos.
Cuando el círculo de fuego desapareció solo quedaban restos óseos en la
escarbada tierra. Jean y Rarte terminaron con los esqueletos que se habían
quedado atorados en sus nichos.
Cuando pensaron que todo había terminado los restos empezaron a juntarse en
una sola gran masa, formando un gran esqueleto que sostenía una cimitarra de
hueso.
El cual atacó a Jean quien detuvo la primera embestida, pero fue enviado hacia
la pared, Rarte golpeó la pierna del esqueleto intentando derribarlo, pero este
le dio una patada y lo mandó a volar varios metros, después corrió hacia
donde estaba el vizconde.
Jean con su espada izquierda detuvo la cimitarra del gran muerto viviente
mientras se apoyaba en la pared y con la derecha le dio una estocada en el
pecho que lo atravesó, el esqueleto dejó salir un alarido mientras el fuego se
expandía en su cuerpo, reuniendo fuerzas con su cadavérico brazo izquierdo
en llamas, golpeó al joven nuevamente.
Bajo todo ese peso, el cuerpo de Jean fue aplastado contra la pared la cual
cedió, haciendo que cayera por la abertura creada.
El gran esqueleto quedó arrodillado, y se despedazó en varios fragmentos
ardientes.
Jean cayó a través de una especie de túnel que funcionó como tobogán,
afortunadamente no era una trampa, terminó varios pisos abajo, según sus
cálculos en una especie de callejón sin salida.
-(Este "atajo" no figura en el mapa que nos entregaron, probablemente fue
excavado por alguna de las creaturas que habitan este lugar), eso fue lo que
pensó el joven.
Viendo la apertura del túnel estrecho que se encontraba bastante arriba de él,
determinó que regresar por el mismo camino era posible pero llevaría algo de
tiempo aun así era preferible que seguir el camino enfrente de él y atravesar
nivel por nivel llenos de peligro para llegar al primer piso.
Sacó de una de sus bolsas tres aves de diez centímetros de color negro talladas
en madera, las cuales empezaron a sacudirse y mover sus alas.
-"Laur estoy bien, me deslicé por un túnel, tardaré un poco en regresar, si no
hay ningún peligro ahí arriba, espérenme por favor, no intenten bajar. Posdata
si de alguna forma estás preocupada por mí, significa que soy un hombre
bastante afortunado. Posdata de posdata si no estás preocupada por mí, eres
una mujer fría e insensible. Con cariño Jean."-Acercando su rostro a las aves
les confió su mensaje, después de recibirlo volaron a través del túnel.
Mientras se preparaba para subir escuchó que algo se acercaba, con pasos
pesados que resonaban por todo el lugar, se pegó a la pared instintivamente
intentando esconderse.
Unos pasos más se escucharon antes que el Joven pudiera ver al causante de
ese ruido.
Era una enorme bestia bípeda con pelaje blanco y gris, con grandes cuernos, y
hocico prominente el cual exhalaba vapor, en su mano izquierda llevaba una
gran hacha plateada. Se trataba de un minotauro vestido únicamente con un
taparrabos.
-¿Dónde estás ladrón? Sal para que pueda matarte.- Mientras decía esto la
enorme bestia olisqueaba el aire en busca del intruso.
Jean inicialmente se sorprendió al ver a semejante ser, pero al notar la
conducta extraña del Minotauro el cual movía la cabeza de lado a lado
buscándolo a pesar de que él estaba casi a simple vista pues no había lugar
donde esconderse, se dio cuenta que ese ser estaba ciego, tenía cataratas en sus
ojos, que le impedían ver, por lo que se valía de su olfato y oído.
Pero eso no era todo, a pesar de su gran tamaño, su complexión era delgada
con poca masa muscular, tampoco podía cargar su gran hacha la cual
arrastraba, y si se tomaba en cuenta el color gris de su pelaje, quedaba claro
que era un anciano.
Tranquilizándose reunió todo el conocimiento que sabía de estos seres, los
minotauros eran territoriales y peleaban a muerte por su área, solo podía haber
uno en un espacio dado, su fuerza física y velocidad eran increíbles así como
su resistencia a la magia, al contrario de lo que algunas personas pensaban
tampoco eran estúpidos, su inteligencia era considerable, en resumen eran
enemigos que uno debería evitar si era posible.
Se decía también que cada uno de ellos poseía un tesoro personal, lo que
causaba que algunos codiciosos los buscaran e intentaran matarlos, algo de lo
que se arrepentían inmediatamente cuando empezaban a ser masacrados
unilateralmente por estas bestias.
Jean decidió rodear lentamente al minotauro, ya que se encontraba acorralado,
atrás de él no había camino, si esa cosa empezaba a blandir su hacha sería muy
peligroso, independientemente si recibía el impacto o lo esquivaba había la
posibilidad que al golpear a la pared hiciera colapsar su vía de regreso, así que
tenía que moverse hacia un lugar con más espacio y alejar al gran toro.
-¡Hey, grandote ven por aquí!-.
El minotauro se volteó siguiendo su voz.
-¡Te eliminare miserable! ¡No dejaré que tomes mi tesoro!- En realidad la
bestia solo emitía una serie de bufidos, gruñidos y sonidos grotescos.
-No me interesa tu tesoro, pero estoy seguro de que no me creerás. ¡Ven
sígueme!- El joven intentaba alejarlo cada vez más de su salida.
-¡Por aquí!, ¡ahora de este lado!-.
Siguiendo este proceso Jean terminó en una gran cámara rocosa, en medio de
la cual había un tosco trono de piedra y del otro extremo una gran puerta
negra, la cual decidió dejar cerrada para que no entrara ningún enemigo más
que pudiera complicar la situación.
En este punto el minotauro empezó a blandir su hacha a ciegas creando un
cráter después de cada impacto.
-Deberías pensar en retirarte, ya estás muy viejo - El joven se burló de su
enemigo cuando este en uno de sus ataques alzó demasiado su arma
escuchándose un gran "crack", quedándose el minotauro en esa posición
empezó a sobarse la espalda.
El joven iba saltando de roca en roca para subirse en la parte más alta del
trono, intentando ponerse fuera de su alcance.
-¡Metete en tus propios asuntos!- Con gran cólera la bestia hizo algo que Jean
no esperó, lanzó su hacha hacia su dirección, en el aire el joven esquivó el
arma que quedó atorada en el trono, pero al cambiar de posición forzadamente
perdió el equilibrio y cayó en medio del trono.
-Eso dolió- El joven había recibido un buen golpe al caer, antes que pudiera
seguirse quejando, escuchó bufar fuertemente a su enemigo, al voltear a verlo
pudo observar que el Minotauro estaba en posición de embestida y rasgaba el
suelo con sus patas traseras.
-¡No lo hagas!, ¡Es mala idea anciano, créeme!, ¡Detente!- Jean mientras tenía
sus brazos y manos extendidos hacia adelante intentó razonar con su oponente
pero fue inútil.
-¡Muere!- El anciano minotauro arremetió con toda su fuerza siguiendo la voz
del joven, Jean se aventó hacia un lado, el monstruo chocó contra su trono,
con los cuernos atorados intentó zafarse pero el trono sucumbió y sus restos lo
aplastaron.
Cuando ya no hubo movimiento Jean se acercó con precaución para
cerciorarse del estado de su enemigo y pudo darse cuenta que el anciano
estaba muerto, no fue debido a que terminó aplastado por las rocas de su
trono, sino por su propia arma que cayó en medio de su cráneo incrustándose
profundamente.
-Maldición, esto es anticlimático, me siento como el peor criminal, entrar en la
casa de un pobre anciano y causar su muerte- El joven se cubría el rostro con
ambas manos exasperado.
-Bueno no hay nada que hacer, veamos que tienes guardado, en tu estado
actual no creo que te sirva de mucho tu tesoro - Afortunadamente su sensación
de culpa pasó rápidamente.
Revisando el lugar, encontró un cofre lleno de armas, escudos y algunas pieles
curtidas con las cuales envolvió su botín improvisando una bolsa, después
sacó el arma homicida de la cabeza del anciano la cual disminuyó su tamaño
adaptándose a su nuevo portador pero aun así pesaba mucho, acto seguido
cubrió el cuerpo totalmente con rocas.
Regresó al callejón sin salida y empezó a escalar hacia la entrada del túnel que
se encontraba en el techo para regresar al segundo nivel.
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Laur acudió a auxiliar a Rarte que había sido golpeado fuertemente por el gran
esqueleto, el cual se lanzó nuevamente tras Jean, ella observó como el joven
destruía al esqueleto al mismo tiempo que recibía un gran golpe en represalia
y era empujado a través de la pared.
Después de vendar a Rarte, los dos se acercaron al enorme agujero por el que
el delgado joven cayó.
-Hay que ir a ayudar a Jean, lo más seguro es que este herido.- Laur estaba
preocupada.
- Es mejor avisarle a los profesores, no sabemos en dónde lleva este agujero.-
Rarte intentaba convencer a la señorita, para pedir ayuda.
- De aquí a que lleguen puede pasarle algo, yo iré buscarlo entonces-La joven
se acercó al hueco con intención de entrar.
-¡Detente es peligroso!, no creo que Nox Crow quiera que te arriesgues- El
joven musculoso se interpuso en su camino.
-Además si cayó en un nivel muy bajo los monstruos que habrá ahí no serán
como los de aquí, no podrás hacer nada.- Rarte añadió con voz firme.
Antes que Laur debatiera su argumento, tres pequeñas aves de color negro
salieron del agujero y empezaron a volar alrededor de la joven, la cual se puso
a la defensiva, pero dándose cuenta que no la atacaban bajo su guardia y estiró
su mano en la cual acto seguido las aves se posaron.
Después de que los dos las observaban atentamente, las aves de madera
entregaron su mensaje con la misma voz de su propietario:
-"Laur estoy bien, me deslicé por un túnel, tardaré un poco en regresar, si no
hay ningún peligro ahí arriba, espérenme por favor, no intenten bajar. Posdata
si de alguna forma estás preocupada por mí, significa que soy un hombre
bastante afortunado. Posdata de posdata: si no estás preocupada por mí, eres
una mujer fría e insensible. Con cariño Jean."
-Ese hijo de... ¡Vámonos Rarte! si todavía puede bromear significa que está
muy bien, así que no tiene caso esperarlo- El rostro de Laur se había
enrojecido por el enojo.
-Vamos, no hay que molestarse, es un alivio que esté vivo, esperémosle aquí
hasta que salga.- El otro joven intentó abogar por su compañero.
- Puede ser que tenga algún hueso roto, él fue golpeado muy duro, así que
necesitará tratamiento-.Los papeles se habían invertido, ahora era Rarte el que
quería ayudar.
- Esta bien, le daré treinta minutos, si no regresa en ese tiempo nos iremos de
aquí, además si no tiene ninguna herida yo misma le haré algunas por
hacernos preocupar-. La joven exudaba un aura malévola que contrastaba con
su linda apariencia.
Cinco minutos antes que el plazo venciera, Jean salió del tobogán, lo que
sorprendió ligeramente a sus dos compañeros, pues no hizo ningún ruido y
aparentemente tampoco iluminó su camino de regreso.
-¡Hey!, la próxima vez avisa antes de salir de la nada, al menos hubieras usado
tu fuego para iluminar tu camino, así nos hubiéramos dado cuenta.- La
señorita estaba levemente asustada.
-...Bueno, eso no es una buena idea, hubiera llamado demasiado la atención y
probablemente algún monstruo me hubiera seguido y atacado. ...Además usar
los ojos no es tan indispensable.- Jean respondió cohibido ante la mirada de
reproche de su compañera.
De hecho, uno de sus maestros le había enseñado que existían espectros o
frecuencias de Luz que el ojo no podía ver de manera natural, según él existía
luz incluso en lugares que eran considerados oscuros, así que le enseñó a Jean
técnicas para acceder a estas frecuencias.
Sólo por si las dudas su insano maestro el Coronel Gerald, obligó al pobre
Jean a no usar sus ojos en un infernal entrenamiento que bautizó ridículamente
con el nombre de " El Topo Vidente", que consistía en abandonarlo en una
cueva con sus ojos sellados, si intentaba hacer trampa su violento entrenador
le rompería algunos huesos, algo que pasó varias veces al inicio , pues era
difícil buscar alimentos sin poder ver, de esa sencilla forma el joven refinó sus
sentidos en la oscuridad, recuerdo que había sellado en un rincón de su mente
junto con muchos otros por el bien de su salud psicológica.
-¿Qué es eso que traes ahí Nox?- Rarte parecía interesado en la improvisada
mochila hecha de pieles que Jean sostenía.
-Esto es un pequeño tesoro que encontré ahí abajo- dejando caer la bolsa la
abrió y sacó el hacha del minotauro.- Toma, ya que somos equipo el botín se
debe dividir.- Le pasó el arma a su compañero, que tuvo que sostenerla con
ambas manos.
-Tomando en cuenta tu estilo de pelea supongo que te quedaría bien, no tienes
que preocuparte por romperla, está hecha de Mitril-.
-Gracias-. Rarte se sorprendió un poco al recibir el arma, empezó a revisarla
detalladamente.
-Así que todavía te diste el lujo de buscar un tesoro, creo que mereces un
castigo-. La señorita no parecía muy contenta ante esta revelación.
- ¡Vamos! ignóralo por esta ocasión, también traje algo para ti.- Jean le pasó
un arco de madera blanca con recubrimiento de plata.
-Por las runas inscritas en él, es un arco élfico-.Añadió.
La joven lo tomó y al igual que su otro compañero empezó a revisarlo de
punta a punta.
-Bien, ahora dime Jean por qué nos atacaron- Laur demandó una respuesta,
pero su humor había mejorado.
-¿Están enterados de los robos que ha habido?-. El joven le preguntó a sus dos
compañeros.
-Si- Rarte respondió y la joven solo asintió.
-Bueno, cuando fui al centro atestigüé uno de esos robos, terminé
persiguiendo a uno de los ladrones y le arrebaté las piedras mágicas que había
robado, algo que no le gustó, durante la confrontación pudo ver mi rostro-.
-Las piedras las devolví a su legítimo dueño pero...- Jean titubeó al pensar si
debía continuar hablando, pero ya que los había involucrado decidió no
guardar información importante.
-Necesito que guarden en secreto lo que les voy a decir. Dejé escapar al ladrón
para que pudiera perseguirlo, el problema es que el lugar al que regresó es esta
Academia.- Declaró seriamente el Joven.
-Con lo que pasó hoy se vuelve más sólido lo que pienso, el ladrón es un
estudiante de esta escuela y ya que los vio conmigo, sería buena idea que se
cuiden, discúlpenme por involucrarlos-. Jean hizo una reverencia
disculpándose.
-Levanta tu rostro, no tienes que disculparte, no hiciste nada malo-. La
señorita rubia respondió comprensivamente.
-No te preocupes, me se cuidar solo.- Rarte también animó al joven.
-Muchas gracias, también le informaré a la capitana Maeru sobre todo esto.
Laur ¿podría pedirte que informaras y acompañaras a Lili y a Liz? Temo que
intenten hacerles algo como represalia por mis acciones-.
-Yo me encargaré de que este asunto termine cuanto antes, ahora salgamos de
aquí, creo que ya cubrimos nuestra cuota de exterminio de plagas-.
-Sí, puedes contar conmigo.- La señorita respondió con una confiada sonrisa
en su rostro.
Los tres dejaron el laberinto no sin antes bloquear el túnel por el que Jean
había caído para que nadie intente acortar camino y se ponga en peligro
innecesariamente,
Jean derritió la piedra y Laur usó su magia de hielo para solidificarla
nuevamente, por su parte Rarte movió varias rocas para bloquear la vista.
Al llegar a la salida, la luz los deslumbró por un momento, aunque habían
pasado varias horas dentro, todavía eran las primeras horas de la tarde.
Los tres entregaron su reporte a los profesores, aparentemente eran el primer
equipo en terminar su ruta. Los tres se despidieron y Jean se dirigió a su
habitación.
Capítulo III
Misión en el Puerto Norte
Después de tomar un baño, y comer un pequeño almuerzo tardío, el delgado
joven se dirigió a buscar a la capitana Maeru, sabía que se quedaba en el
dormitorio de mujeres, pues ella le había dicho en caso de que necesitara algo.
-Señor Antiguo de los mares, Proteo eterno cambiante, extendiendo mis
manos te sostengo fuertemente sin soltarte, implorando tu auxilio, cúbreme
con tu sombra-. Sosteniendo ambos manos arriba de su cabeza recitó el
encantamiento al mismo tiempo que las bajaba lentamente.
Jean colocó un conjuro arcano en sí mismo, tomando la forma de una bella
señorita sin cambiar sus características básicas como color de cabello, ojos o
piel, en realidad era una ilusión, lo hizo de esta manera ya que los hombres no
tenían permiso de entrar en los dormitorios femeninos.
Al llegar a su destino localizó el aroma de la profesora Maeru, siguiéndolo
llegó hasta su habitación, hizo acopio de toda su fuerza para tocar la puerta, de
haber otra opción, hubiera evitado ir, pues le tenía pánico a esta mujer.
La profesora abrió la puerta, vestía una blusa simple y unos shorts ambos del
mismo color blanco, la vista dejó sin palabras al saludable joven.
-...Necesito su...ayuda- Es todo lo que salió de la boca de Jean.
-Pasa, si hay algo en lo que esta humilde profesora pueda ayudar a una
estudiante de esta academia, sé libre de decírmelo-. Por su parte la Capitana al
ver a la "señorita" no sospechó de quien se trataba, al escuchar sus palabras,
sacó sus propias conclusiones, pensó que la joven necesitaba algún consejo, lo
que de alguna forma le hacía feliz, pues eso significaba que la veían como una
persona respetable y confiable, tomó a la "señorita de las manos" y la llevó
dentro de su habitación.
-Permíteme un momento prepararé un poco de té- Después de hacer sentar a
su invitada en una silla, fue a la cocina, cinco minutos después regresó con
una bandeja, encima de la cual tenía dos tazas y una tetera, sirvió dos tazas
una para ella y otra para su invitada.
Enfrente de él se encontraba sentada la capitana Maeru, separados únicamente
por una pequeña mesa de madera, es en este punto en que Jean se empezó a
preocupar, por alguna razón no dejaba de mirar la apariencia de la mujer
enfrente suyo.
-¡Oh!, disculpa por mi vestimenta, como ahora no estoy en labores, sólo
quería relajarme poniéndome algo de ropa ligera y cómoda, por culpa de
alguien he estado un poco estresada, pero no te preocupes por mí, vamos dime
qué necesitas-. Con una sonrisa inocente la joven mujer de ojos grises instó a
la señorita a que hablara.
-(Ya veo, no me ha reconocido aún, aunque no quisiera decirlo es algo
necesario, tendré que soportar su ira para poder hablar con ella)-.
Jean hizo un balance de la situación en un segundo y decidió que lo mejor era
hablar; mientras más rápido termine esto, mejor. Eso es lo que él pensó.
-¡Capitana, soy yo Jean Nox Crow!-. A pesar del miedo el Joven lo dijo.
-Pfffffffffffft, cof, cof-. La capitana escupió todo el té que había comenzado a
beber, el líquido caliente terminó en los ojos de Jean.
-¡Aaaa! ¡Mis ojos!-. La victima del desafortunado accidente se cayó de su
asiento y empezó a rodar en el suelo mientras se cubría sus lastimados globos
oculares.
-¡Tú! ¡Pervertido! ¡Cómo te atreves!-. La Capitana estaba totalmente roja, no
tanto por la ira sino como por la pena de tener un hombre en su habitación.
Recuperándose Jean pudo ver que la joven mujer se había puesto de pie y se
había alejado de él.
-¡Lo siento Capitana, no fue mi intención causar este malentendido! Hay algo
muy importante que tengo que decirle con respecto a los robos que ha habido-.
Desde su posición en el suelo se defendió.
- ¡Degenerado qué estás mirando!- Inconscientemente Jean seguía comiéndose
con los ojos la figura de la profesora.
-¡Lo siento mucho!- El joven se postró rápidamente colocando su frente en el
suelo lo más que pudo.
Después que la capitana lo golpeó repetidas veces y se cambió a unas ropas
menos reveladoras, inició la verdadera conversación, Jean había deshecho
temporalmente el conjuro de cambio de apariencia.
-Ahora dime la razón de tu visita si no quieres morir- La profesora tenía una
mirada que fácilmente podría matar a cualquiera.
Jean alzó su taza de té con la intención de aclararse la garganta, algunos de sus
dedos estaban en una posición visiblemente equivocada y en su rostro había
varios moretones.
-Uno de los ladrones es estudiante de esta escuela, hace unos días fui testigo
de uno de los robos, perseguí a uno de los culpables y terminó huyendo a este
lugar-.
-Eso no es suficiente para decir que es un alumno de esta Academia-.La joven
mujer le respondió sin demora.
-Por esa razón es por lo que vine a hablar con usted. Durante la ida a los
laberintos, mi equipo fue atacado por el mismo ladrón, quería vengarse por
sabotear su robo-.
-Se supone que únicamente los alumnos de esta Academia podrían entrar,
aunque también está la posibilidad de que haya entrado por otro lugar; sin
embargo el tiempo y la ubicación fueron perfectos, ni yo sabía que terminaría
yendo a ese sitio, así que no creo que sea ese el caso-.
-¿Cómo sabes que es el mismo ladrón?-. La capitana hizo una pregunta válida,
ya que no estuvo en el lugar de los hechos.
-Porque él mismo se presentó, dos estudiantes estaban en mi equipo, ellos
también fueron testigos. El ladrón conoce mi rostro pero yo no conozco el
suyo, ese es el verdadero problema; el ataque de hoy no era con la intención
de únicamente asustar, sino que era con la intención de matar-.
-Además quisiera pedirle que protegiera a mis compañeras Laur Van Fey, Lili
Sanctus y Liz Windwild, ya que si yo fuera el ladrón también me vengaría
usando sus seres cercanos-. El joven colocó ambas manos en la mesa e inclinó
la cabeza.
- Es algo bastante grave, haré lo que me pides, así que levanta la cabeza por
favor-.
Nelu Maeru Marshall a pesar de que siempre terminaba enojada con este
hombre, al ver su actitud sumisa no podía guardarle rencor.
-Muchas gracias Ca, profesora Maeru, lamento los inconvenientes causados,
me iré inmediatamente-. Levantándose de su lugar nuevamente hizo una
reverencia.
-Espera, ¿Hay algo más que quieras decirme?-.
El joven movió su cabeza de un lado a otro en negativa.
-Espero que así sea, antes que te vayas ¿no crees que estas olvidando algo?-.
Una sonrisa forzada apareció en el rostro de la joven mujer.
-Lo siento no sé a qué se refiere-. El joven respondió con inocencia.
-Jean Nox Crow ¿No crees que sería catastrófico que vieran salir de mi cuarto
a un hombre? para empezar no debería haber ninguno en el dormitorio de
mujeres-. Fue reprendido por su descuidada actitud
-Lo siento mucho no fue mi intención-. El joven asustado se disculpó
nuevamente.
-Ya deja de disculparte, vuelve a disfrazarte y vete-. La capitana parecía
exasperada.- (¿Cómo puede este despistado hombre causarme tantos
problemas y dolores de cabeza sin siquiera tener la intención?)-.
-Señor Antiguo de los mares Proteo, eterno cambiante, extendiendo mis
manos te sostengo fuertemente sin soltarte, implorando tu auxilio, cúbreme
con tu sombra-.
Jean volvió a recitar el conjuro y salió de la habitación.
Sin embargo el daño ya estaba hecho. Dicen que las paredes oyen y en este
caso ese refrán probó ser cierto, las señoritas que se alojaban en las
habitaciones contiguas se encontraban con sus oídos pegados a la pared y sus
rostros totalmente rojos.
Aunque no pudieron discernir toda la conversación, lamentablemente eso no
era un consuelo, de hecho era el peor escenario que se pudiera pedir, la razón
era sencilla al solo escuchar parte de la conversación, las señoritas rellenarían
el resto con lo que fuera, así es, con lo que fuera.
Al menos tres cosas quedaron claras para las señoritas que escucharon a
escondidas (o al menos así lo creían ellas):
Primero, fue que un "hombre" entró en los dormitorios femeninos.
Segundo, específicamente al cuarto de la profesora Maeru.
Tercero y más importante, ellas escucharon gritos y golpes dentro de la
habitación, lo que les llevó a tener cierto tipo de fantasías propias de una
"sana" juventud.
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En el día del Sol, Jean llevó el tesoro que había obtenido el día anterior con el
Maestro herrero de la Academia, con el fin de que evaluara su estado y
calidad.
La herrería se encontraba en la parte trasera, cerca de la base de una montaña,
al llegar ahí entró al recibidor y aunque estuvo tocando varias veces el timbre
nadie apareció.
Se asomó a la parte de atrás y escuchó el sonido del martilleo el cual siguió,
cuando llegó a la fuente del sonido encontró a un hombre delgado, de amplios
hombros, tez blanca, un poco más alto que él, vestido con ropas propias del
oficio, aparentemente estaba fabricando una hoja para una espada corta, no
teniendo intención de molestar al hombre que estaba concentrado en su
trabajo, esperó en silencio a que terminara.
-Buenas tardes maestro Herrero.- Cuando el hombre sumergió en agua la hoja
ardiente y la colocó en una mesa, Jean dio sus saludos educadamente.
- ¡Oh! Si estabas ahí debiste haberme hablado, muchacho- El herrero se asustó
al ver al joven.
-Pero bueno, no importa dime ¿en qué te puedo ayudar?- El hombre fue
directo a los negocios.
-Quisiera que me evaluara algunos objetos y si es posible repararlos-. El joven
no se presentó ya que no era necesario, solamente le mostró la bolsa hecha de
pieles que llevaba al hombro.
-En ese caso vamos a adelante-.
Después de colocar todos los objetos en el mostrador de la entrada el Maestro
inició su evaluación, parecía bastante animado cada vez que evaluaba un
artículo.
-¿Sabes algo de estos objetos?- Al terminar de revisarlos le hizo esta pregunta,
observándolo atentamente.
- Más o menos sé su origen, pero no conozco nada más que eso ni sus
características.
-Bueno, el precio para que te diga esa información serán treinta monedas de
oro, tómalo o déjalo-.
-Me parece bien-.
-La mayoría de estos objetos son de gran calidad, hay algunos hechos por
elfos de Luz y Elfos oscuros, también hay de fabricación enana, esta espada de
aquí fue hecha por magos humanos.- El herrero separó los objetos en grupos
de origen.
-Este escudo es interesante, tiene el escudo de armas y lema del Clan Enano
Amatista, lo curioso es que sólo un líder de clan tiene derecho a usar el lema,
tomando en cuenta el material del que está hecho y las piedras preciosas que
lo adornan creo que es original-.
-¿Dónde obtuviste esto, muchacho?- El hombre escudriñaba a Jean con la
mirada.
Después de respirar profundamente, el joven decidió responder con la verdad.
-Todo esto era parte del tesoro de un Minotauro, el cual ya está muerto, lo
conseguí en los laberintos subterráneos-.
-¡¿Me estás diciendo que mataste a un Minotauro?!-.
-Más o menos, caí en su cámara por accidente, él pensó que quería robar su
tesoro y se puso como loco, afortunadamente ya era muy anciano-.
-No es lo que cree, él embistió su trono de piedra y terminó aplastado, en
resumen él se mató, yo ni siquiera lo toqué, únicamente esquivé sus ataques-,
Jean se defendió, preocupado al observar que el herrero lo miraba con
reproche en sus ojos.
-¿Lo juras?- El hombre no confiaba del todo en esa historia.
-Lo juro, incluso traté de comunicarme con él para decirle que no quería robar
nada, pero fue inútil-.
-Ya dejémoslo así, te creo-. Al ver al joven estudiante pudo observar que no
mentía, tenía confianza en su instinto para juzgar a la gente.
-Entonces ¿ese escudo es valioso?-.
-Sí y no, probablemente tenga más valor sentimental para los enanos de ese
clan, si lo vendieras en alguna de las tiendas de esta ciudad solo te lo
comprarían como un escudo de mitril, ya que no tiene otras propiedades, te
aconsejaría que lo guardaras hasta que te toparas con algún enano de ese clan-.
-Ya veo, gracias. ¿Cuánto costaría por reparar todo?-.
-Ciento veinte monedas de oro, es tarifa especial ya que eres estudiante de esta
escuela, totalmente reparados podrías sacar una gran ganancia ¿Qué dices?-.
-Hecho-. Con un apretón de manos cerraron el trato, Jean le pagó ciento
cincuenta monedas de oro.
-Señor Herrero, tengo entendido que hay bóvedas en esta escuela-.
-Yo las manejo están en la parte de atrás, hay de distintos tamaños, si quieres
guardar estas cosas bastaría con una pequeña, te saldría en veinticinco
monedas de oro al mes-.
El maestro herrero era todo un hombre de negocios.
Jean desembolsó veinticinco monedas más por adelantado.
Al salir de la herrería, fue despedido con un "gracias por su patrocinio".
Regresaría en una semana para ver los objetos reparados y llevarlos a las
bóvedas de la Academia.
El resto del día lo pasó descansando en su habitación.
A la mañana siguiente cuando tocó la hora del almuerzo se reunió con Laur,
Lili y Liz en el lugar habitual, al llegar fue recibido por dos miradas
preocupadas.
-Laur nos contó lo que pasó Nox, es un asunto grave-. Liz fue la primera en
hablar.
-Seguiremos el consejo que nos dio Laur, de hecho las tres recibimos una
visita ayer de la profesora Maeru y quedamos de acuerdo en que estaríamos
por un tiempo en el mismo cuarto- Lili informó de las medidas de seguridad
que tomaron.
-Disculpen por molestarlas con mis preocupaciones, pero prefiero que estén de
sobra, a que lo lamente después-.
-No tienes que disculparte, no hiciste nada malo, además es grato que te hayas
preocupado por nosotras-. La señorita de cabello verde claro dio su
comentario tímidamente, su rostro se enrojeció.
-Un caballero siempre tiene que luchar por la justicia, eso es lo que me enseñó
mi familia, mi opinión sobre ti Nox ha mejorado un poco-.
A Jean le llamó la atención el comentario de Lili pero no dijo nada.
-Vamos quita esa cara, ya que la profesora Maeru dijo que nos protegería
mientras la investigación este en curso no hay nada de qué preocuparse-. Laur
intentó consolar a Jean.
-Gracias-.
-Cambiando de tema le pedí a la profesora Seyd que revisara el arco de plata
que mediste, resulta que es mágico, las flechas materiales o de magia que sean
disparadas con él perseguirán al enemigo-. La joven rubia estaba
entusiasmada.
-Laur, eso no nos lo dijiste-.Lili parecía muy interesada en lo que su
compañera acababa de decir.
-Ah, tienes razón, discúlpame. Jean terminó cayendo por un agujero, donde
encontró un tesoro, a mí me dio un arco y a Rarte nuestro otro compañero de
equipo le dio un hacha de Mitril-.
-¿Y no cuidaba nadie el tesoro?-.
-Una bestia me atacó ahí pero no era peligrosa, no fue nada interesante-. Jean
contestó la pregunta de Lili, no dio detalles porque no quería contar la misma
historia otra vez.
-¿La mataste para obtener su tesoro?- Había cierto malestar en la pregunta de
Liz.
-Claro que no tenía esa intención, no soy codicioso, pero él pensaba que
quería robarle, así que no había nada más que se pudiera hacer-.
-Ya veo, en ese caso no hay problema-. Liz se relajó después de oír esa
respuesta.
Con la llegada de tres pequeñines empezaron a almorzar.
Al terminar las clases fue a su habitación, se cambió de ropa cuidando que en
esta ocasión su rostro estuviera bien oculto, cargó su mochila y se dirigió al
puerto en espera del barco y del cargamento que debía cuidar.
Al llegar al puerto que le tocó custodiar encontró a un grupo variopinto de
diez mercenarios compuesto de hombres y mujeres, la mayoría al igual que él
se cubría el rostro, entre ellos pudo ver a un enano y un elfo oscuro, también
estaban los caballeros de la ciudad, quienes les dirigían miradas llenas de
desdén, ambos grupos se mantenían separados entre sí, algo que era
entendible.
Se reunió con su grupo, una mujer que se presentó como una sanadora, ella
dio la sugerencia de formar tres equipos, uno de ataque, otro de defensa y uno
más de soporte, después de algunas modificaciones todos aceptaron.
Tardó aproximadamente una hora y media en llegar el barco con el ansiado
cargamento, con lo cual todos se pusieron en alerta.
Apenas atracó la nave en el puerto aparecieron cerca de veinte sujetos
cubiertos con capuchas negras en la lejanía, ante esta visión todos prepararon
sus armas.
Cuando el grupo enemigo los tuvo a su alcance, la pelea inició, aparentemente
todos eran magos, los veinte atacaron con esferas de fuego, hielo y viento.
Algunos caballeros resistieron el primer impacto, otros cayeron debido al
agotamiento de usar un escudo de maná, lo que sólo significaba una cosa, su
enemigo era fuerte.
Después de su primer exitoso ataque, los magos enemigos se replegaron en
varios grupos, a Jean le había tocado estar en el equipo de ataque de los
mercenarios, conjurando dos hoces de fuego se lanzó hacia un grupo de tres
personas, los cuales intentaron derribarlo usando magia de fuego, cubriéndose
en un abrigo de llamas Jean soportó el ataque y saltando realizó el mismo
movimiento de 360 grados que había utilizado para eliminar a los monstruos
en el laberinto, los tres enemigos cayeron después de dar un último grito
mientras sus cuerpos seguían ardiendo.
Al ver como sus compañeros caían de esta forma, inmediatamente otro grupo
se enfocó en él, los cuales lo atacaron con proyectiles de hielo, azotando su
mano en el suelo Jean creó una barrera de piedra frente a él, que detuvo el
ataque, cambió sus hoces de fuego por un arco y flechas, los enemigos aún
trataban de destruir la sólida barrera que había creado, esperando el momento
oportuno salió corriendo y disparó dos flechas al mismo tiempo, su objetivo
detuvo la primera flecha con un escudo de maná, pero la segunda se coló antes
de que su barrera mágica se regenerara, atravesando limpiamente su cráneo.
Otros dos magos fueron derribados, uno por un mazazo en su pecho propinado
por el enano y otro aplastado por una gran piedra que destruyó como papel sus
defensas.
Inteligentemente se reagruparon con sus demás compañeros, Jean revisó su
alrededor, de su lado también había bajas y heridos, volvió a golpear la tierra
erigiendo barreras para crear un refugio para proteger a los heridos.
-Susan, tú y el grupo de apoyo traigan a los heridos aquí- El joven llamó a la
sanadora del grupo, la cual empezó a dar indicaciones a su grupo.
Los caballeros seguían combatiendo encarnizadamente cerca del barco, uno de
ellos fue alcanzado por un rayo, convulsionó y cayó al suelo echando humo.
El joven corrió para apoyarlos, mientras los demás mercenarios se encargaban
de los que no se habían reagrupado.
Al llegar ahí aprovechando que los magos estaban concentrados en los
caballeros, creó un látigo de fuego, el cual dirigió en contra de uno de los
enemigos, envolviéndolo con la lengua de fuego giró el látigo y usó a su
víctima como un arma de carne para golpear a sus compañeros, hasta que
perdió la vida.
Alguien usó un conjuro de viento para elevarlo por los aires, al ser llevado a
los cielos Jean no perdió la calma, deshizo su látigo de fuego soltando el
maltrecho cuerpo de su enemigo y conjuró una lanza de fuego, cuando
empezó a caer la arrojó contra el mago que lo había atacado, el cual no tuvo
tiempo para reaccionar, su pecho fue atravesado.
Al sufrir tantas bajas, el enemigo empezó a retirarse, lo más probable es que
no esperaban una fuerte resistencia, se habían acostumbrado a robar las
tiendas indefensas de la ciudad y ahora estaban pagando las consecuencias.
Solo un mago quedó en el muelle, mientras los demás peleaban por escapar,
Jean empezó a atacarlo con sus hoces, las cuales fueron esquivadas, el
oponente enfrente de él usaba una lanza plateada.
Intercambiaron varios ataques alejándose del muelle, el enemigo lanzó una
estocada, que Jean interceptó; sin embargo una niebla oscura envolvió el arma
de su enemigo, aumentando la potencia del ataque, el cual superó las defensas
del joven, sólo logro desviarlo hasta un punto no vital, el arma se adentró en la
parte externa izquierda de su abdomen, inmediatamente contestó con un
ataque fiero con sus dos armas, su oponente lo esquivó alejándose de él, la
punta de la lanza salió y Jean cayó de rodillas, sus hoces de fuego
desaparecieron.
Su enemigo pensando en que había ganado se acercó a Jean e intentó dar el
golpe de gracia, sin embargo fue una emboscada, con unos centímetros de
separación entre la lanza y su rostro Jean esquivó el ataque y con su mano
izquierda agarró la lanza.
-No seas tan apresurado, la prisa nunca es buena- El joven estaba emocionado
por el calor de la batalla, con su mano libre volviendo a conjurar una hoz le
hizo un corte en el pecho a su enemigo, que atinadamente soltó su arma para
poder huir.
-Opción correcta, si no la hubieras soltado estarías muerto. Ahora entretenme
un poco más-. Aunque no se podía ver, el joven sonreía.
-¡Nuevamente te interpones contra mí! ¡Te arrepentirás por ello!¡Veta al
infierno!- Su enemigo sacó un masa negra de su túnica, la cual arrojó al suelo,
era una creatura grotesca con varios tentáculos, prontamente empezó a
aumentar su volumen.
Frente a todos apareció un monstruo de color negro inmenso con tres cabezas
draconianas, aprovechando que la atención se había desviado a la creatura, el
mago huyó.
Jean no lo persiguió, pues ya había cumplido su misión, los atacantes no
lograron robar el cargamento, además era más interesante lo que estaba
enfrente de él, se trataba de una hidra.
Ya se encontraban bastante apartados del muelle, así que Jean decidió
tomárselo un poco en serio, cambió sus hoces por una guadaña de fuego; lo
que sabía de las hidras era información de primera mano, cortar la cabeza y
cauterizar la base era la solución adecuada.
Quedándose libres de los magos que huyeron aprovechando la situación, los
demás mercenarios se unieron a la pelea.
Una de las cabezas de hidra atacó a Jean, haciéndose a un lado le dio un tajo
con su guadaña, sin embargo el filo del arma pasó sin cortar la cabeza.
No fue al único que le pasó lo mismo, sus demás compañeros estaban en la
misma situación.
-(Es como cortar el aire, pero las hidras no su pueden volver intangibles ¿qué
está pasando?)- Mientras el joven estaba pensando, algo le golpeó y lo aventó
unos metros hacia atrás.
-¿Qué rayos fue eso? ¿Un ataque psíquico? (esa tampoco es una de sus
habilidades).- Rápidamente se puso en pie, la fuerza del ataque invisible no
fue letal.
Decidió observar la situación desde su lugar buscando una respuesta, uno de
sus compañeros pasó volando a su lado golpeado por algo invisible, no tardó
mucho en llegar la respuesta, una mujer mercenario flotaba dos metros en el
aire forcejeando con algo invisible intentando quitárselo de cuello, Jean
entendió lo que pasaba.
Corriendo hacia donde estaba su compañera, dio un salto y dejó caer su
guadaña delante de ella, la fuerza que la sostenía desapareció, la mujer cayó
sobre su trasero y buscando oxígeno rápidamente se quitó lo que traía en su
cuello. Viendo de qué se trataba Jean llamó a sus compañeros.
-¡Hey, atención, aléjense de esa cosa! Yo me encargo de ella-.
Los mercenarios se alejaron como se les pidió, Jean tomo una roca del tamaño
de su mano y la arrojó con toda su fuerza a la parte más baja del cuerpo de la
hidra, la cual no se había movido demasiado desde que la pelea inició.
Con un golpe sordo la hidra desapareció, en su lugar había un gran pulpo
negro, que quedó aturdido al no poder detener la roca, que le golpeó entre sus
ojos.
Jean usó la oportunidad, corrió hacia el pulpo y esquivando sus atontados
ataques, le cortó todos sus tentáculos, en un último intento de salvar su vida
escupió tinta sobre su enemigo, pero fue inútil, la guadaña cortó a través de su
mutilado cuerpo.
Eliminado el monstruo, todos se reunieron para tratar a los heridos.
El enano del grupo había sido herido cuando intentó detener al mago que
liberó a la hidra-pulpo, de su costado salía miasma negro, a falta de su lanza el
enemigo usó una daga.
La sanadora Susan había intentado curar la herida pero había sido inútil. Jean
se acercó y lo revisó.
-Drat vei tot da jich- El joven le habló al enano en su idioma, quien tenía una
expresión de dolor.
-Hrot- Después de unos momentos, observando fijamente a su compañero
mercenario el herido respondió.
-Agárrenlo fuerte, esto no va a ser grato-. Jean creó una llama de color purpura
en la palma de su mano derecha, después de dejar la herida al descubierto,
introdujo la flama en el interior, quemando el miasma negro que emanaba. El
enano se retorció en dolor, mientras apretaba los dientes, el proceso tardó diez
segundos.
-Ya está, ahora puedes curarlo-.
Susan empezó a curarlo invocando la ayuda de los espíritus del agua y de la
luz, en esta ocasión la herida cerró sin dejar rastro.
Reunieron los cuerpos colocándolos en lugares distintos de acuerdo al bando.
Los caballeros sobrevivientes ayudaron en este proceso.
Un descubrimiento extra al revisar los cadáveres de sus enemigos planteó un
serio problema.
-Conozco a esta persona es un estudiante del Colegio Luna-. Uno de los
caballeros informó a todos los presentes.
El resultado fue que todos o casi todos los enemigos eran estudiantes de la
isla.
-Esto es grave si las autoridades de la isla se enteran que matamos estudiantes,
aunque haya sido en defensa tendremos muchos problemas-. Los caballeros
estaban preocupados por su honor.
-En ese caso la solución es simple, enterremos los cuerpos-. Jean sugirió la vía
más fácil.
-¡Pero como te atreves!, sus familias querrán reclamar sus cuerpos-. El líder de
los caballeros no estaba de acuerdo.
-¿Y qué le dirá a las familias?, ¿qué se convirtieron en viles ladrones que no
dudarían en matar? Si le preocupa el honor de estos estudiantes, es mejor que
nadie se entere de lo que hicieron, al menos hasta que todo se halla aclarado,
de otra forma traerán vergüenza a sus familias-.
-Además el gremio de mercaderes que nos contrató también estaría en
problemas, lo que podría llevar a una situación económica desfavorable para
la ciudad, ¿Acaso no es el deber de los caballeros proteger a las personas?-.
Jean usó las más dulces palabras que era capaz para convencer al caballero
líder. Y funcionó.
-...Tienes razón, para proteger el honor de estos jóvenes, y a la ciudad es lo
mejor-.
Jean sabía que lo que más le preocupaba a este hombre era su propio pellejo,
pero no era necesario decir nada más.
Los cuerpos de los mercenarios y el de los caballeros fueron manejados por
sus respectivos grupos, algunos fueron quemados y otros fueron envueltos
para enviarlos con sus familias.
-Es muy noble lo que hiciste, Hoz, proteger el honor de esos jóvenes- Susan se
dirigió a Jean de esta manera ya que el mismo se presentó con ese nombre.
-No sé de qué hablas, el honor de esos ladrones no me interesa en lo más
mínimo, cualquiera que mate a alguien debe estar preparado para las
consecuencias de sus acciones, pero si dejaba que las cosas tomaran otro
rumbo, esos caballeros nos echarían toda la culpa para protegerse, dirían algo
como "los mercenarios asesinaron a esos estudiantes nosotros sólo nos
defendimos pasivamente al percatarnos de la situación", el gremio de los
mercaderes haría lo mismo diciendo que nos contrataron para proteger el
cargamento no para matar estudiantes-. El joven hizo una pausa y después
continuó.
-Pero ya que ahora los caballeros son nuestros cómplices mantendrán la boca
cerrada, siento decepcionarte Susan-. El tono de su voz era grave.
-Cambiemos de tema, ¿qué te parece si cocinamos el pulpo abisal de tierra
para recuperar energías?-. Jean regresó a su habitual humor.
-Me parece buena idea, he escuchado que es un delicioso manjar-.Susan
decidió no hablar más sobre el asunto.
Con ayuda de otros mercenarios asaron los restos del pulpo, todos estuvieron
de acuerdo en que su sabor era exquisito, esta actividad permitió que se
relajaran un poco, mientras unos comían otros se mantenían vigilantes por si
los volvían a atacar, algo que no sucedió.
Cerca de las seis de la mañana un destacamento de caballeros llegó
acompañado de un representante del gremio y otros trabajadores, los cuales se
llevaron el cargamento.
Los mercenarios cobrarían después el resto de su pago con la persona que los
contrató, con esto su misión terminó.
Sin despedirse de nadie Hoz se retiró del lugar.
Al llegar a su cuarto, se tomó un baño, después se dirigió al comedor, donde
se recostó encima de una mesa en espera del desayuno.
Durante la primera clase Jean no puso atención, su mente estaba dedicada a
planear su siguiente acción-
-(Si fueron capaces de atacar públicamente y matar, la situación es más grave
de lo que creía, es hora de ir a ese lugar, con suerte sea su base y consiga
información vital)-.
Durante la hora del almuerzo se reunió con las demás en el gran árbol.
-Veo que hoy tienes mucha hambre-. Liz estaba sorprendida de la cantidad de
comida que Jean devoraba.
-Es raro verte así, por lo general comes muy poco-. Lili también estaba de
acuerdo.
-Los chicos siempre comen mucho, por primera vez estas actuando como uno-
. Laur hizo su propio comentario, haciendo señales de aprobación.
-Lo siento es que durante toda la noche gasté mucha energía-. Jean se detuvo
un momento para hablar y continuó devorando su comida
- Y se puede saber ¿cuál fue la razón?- Laur exhibía una amplia sonrisa
malévola.
Sus otras dos compañeras estaban expectantes a la respuesta del joven.
-Tuve... un entrenamiento para volverme más fuerte, eso es todo-. Jean pensó
en lo que iba a decir pues no quería que tuvieran ideas raras.
-¿Seguro?-Laur seguía presionando.
-Si seguro, sólo quería controlar mejor mis habilidades-.
Las señoritas creyeron en su respuesta.
-Quiero que vean algo- El joven sacó seis figuras de madera de sus bolsillos.
-Que bonitos están, ¿Donde los conseguiste?-Los ojos de Liz mostraban
interés.
-Yo los hice, observen-. Soplando encima de las figuras empezaron a moverse,
las mariposas tomaron un color azul claro, y las aves un color negro azabache.
- ¿Cómo lo hiciste? Preguntó Lili, siguiendo con la vista a las seis figuras que
volaban alrededor de ellos, los duendecillos saltaban para atraparlas sin
lograrlo.
-Lo hice con magia sangrienta, de esa manera es muy difícil detectarlos, pues
pasan por seres vivos-.
-¡Eso está prohibido!-La señorita de cabello azul claro se alarmó al escuchar
esas palabras.
-Tienes razón, pero no tengo intención de crear un homúnculo o una legión, ni
mucho menos crearme un cuerpo nuevo, eso es lo que prohíbe la iglesia-.El
joven intentó calmar a Lili.
La razón por la cual ella se exaltó era entendible, en tiempos de guerra cuando
la cantidad de soldados disminuía y la de esclavos aumentaba, se utilizaba este
tipo de magia, creando un ser artificial de metal, madera, carne o de cualquier
otro material disponible, si se usaba el corazón de un alquimista para que
obtuviera el Drana de la tierra se le llamaba homúnculo, cuando se ataba
múltiples espíritus de bajo nivel dentro del cuerpo se nombraba legión,
algunos magos intentando alargar sus vidas se creaban nuevos cuerpos,
cuando llegaba el final de sus vidas ataban su alma al corazón o cerebro y lo
trasplantaban a su nuevo recipiente, estos eran nombrados como
abominaciones, todo esto era obviamente un tabú.
-Pero aun así...- La señorita intentó defender su postura.
-En el país de los druidas aunque no es muy común, algunos usan esa técnica
para mandar mensajes.-Liz entró en la conversación para defender a Jean.
-Vamos Lili, tu mejor que nadie conoce que no toda la magia sangrienta está
prohibida por el clero, además si Jean se va por el mal camino puedes intentar
corregirlo-Laur intervino en la conversación, en la última parte de su oración
le guiño un ojo a Lili cuyo rostro enrojeció de punta a punta.
-Lo siento, ya que soy del País Santo me exalté un poco-. En esta ocasión fue
Lili la que se disculpó.
-No te preocupes, fue mi culpa, de hecho si no es mucho pedir me gustaría que
se quedaran con uno de estos, así se podrán comunicar conmigo si me
necesitan-.
Las tres señoritas sin perder tiempo eligieron las mariposas azules, después
que regresaron a ser madera las guardaron en sus pequeños bolsillos.
-Cuando quieran activarlas, solo soplen encima de ellas, ya les dije que las
obedezcan, así que no debería haber problema-. El joven dio sus instrucciones.
-Ahora que me acuerdo, el próximo fin de semana, la Academia dará el baile
de bienvenida para todos los de primer año ¿Irías conmigo Jean?-Laur hizo
esa pregunta de la nada.
-Está bien no tengo nada en contra, pero te advierto que no sé bailar- El joven
respondió sin darle mayor importancia.
-No te preocupes por eso, te enseñaré los pasos básicos para que no me dejes
en ridículo-. La señorita rubia bromeó con el asunto.
Lili y Liz intentaron decir algo, pero al final no pudieron, cuando regresaban
al edificio central Jean observó que por alguna razón parecían deprimidas.
Al terminar las clases se vistió imitando la vestimenta de los ladrones que lo
habían atacado y salió al lugar donde dos de ellos habían huido ya hace varios
días.
El lugar se encontraba en los límites del bosque, era una inmensa casa de
madera la cual se veía deteriorada, desde un árbol observó la situación por
cerca de dos horas, el flujo de personas era escaso, en algunas de ellas detectó
algo extraño.
Cuando estaba listo para intentar entrar en la base enemiga, una persona en
particular, de pequeña figura llamó su atención, aunque no podía ver su rostro
reconoció su aroma.
-Gloria al imperio...-
-Y que sus enemigos ardan hasta las cenizas-.
El guardián de la entrada, un hombre sucio, gordo y totalmente calvo le espetó
a la persona de pequeña figura, la cual completó la frase.
-Donde está su insignia-. Una contraseña no sería suficiente.
La persona en cuestión no tenía una insignia aparentemente, pues se quedó en
silencio. Viendo su reacción el guardia, movió su mano hacía su cinturón en
busca de una daga que se encontraba ahí.
Antes de que la situación progresara, Jean quien había llegado hasta ahí,
abrazó con su brazo izquierdo a la persona de delicada figura, al mismo
tiempo que le mostraba su mano derecha al guardia, en su palma había una
flama de color negro.
-¡Vamos no te exaltes!, esta persona viene conmigo, acaba de unírsenos así
que no conoce todo el protocolo-.
El guardia al ver la llama oscura, detuvo sus acciones.
-Gloria al imperio...-Jean habló antes que el guardia.
-Y que sus enemigos ardan hasta las cenizas-. El guardia respondió
automáticamente, les abrió la puerta al mismo tiempo que se golpeaba el
pecho, era un tipo de saludo que sólo las personas del imperio usaban.
Jean entró junto con la persona que acababa de ayudar. Al final de la casa
había una escalera que se dirigía hacia la tierra.
Cuando estaban a la mitad del camino, su acompañante se liberó del abrazo y
lo empujó hacia la pared.
-Hasta cuando pretendías abrazarme, Señor Nox -. Definitivamente era la voz
de una enojada mujer, la cual le colocó una daga en el cuello.
El joven respondió haciendo lo mismo, con su mano izquierda tomó la mano
de la mujer que sostenía la navaja y con su mano derecha apretó su cuello
levantándola y empujándola contra la pared; con su mano libre ella agarró el
brazo de su atacante intentando soltarse en vano.
Aunque tenía su rostro cubierto la sorpresa se pudo ver en sus ojos grises, ella
no esperaba esta reacción.
-No se mueva Capitana, si llama la atención nos mataran a los dos-. Jean le
habló en voz baja pero firme.
-Dígame ¿cómo es que me reconoció? será acaso por mi voz o tal vez mi olor,
también podría ser por el calor de mi abrazo, aunque eso no tiene sentido ya
que desde que nos conocimos, cuando acompañó a la Duquesa Xellar, sólo
hemos intercambiado puños y espadas, además el color de mis ojos es muy
común en esta isla a diferencia del hermoso color de los suyos.
La capitana Maeru se quedó en silencio, únicamente sosteniendo su peso
aferrándose al brazo de Jean.
-Acudió sin preparación a este lugar, sin mi ayuda no hubiese logrado ni entrar
¿Acaso vino a probar suerte? ¿Acaso no le interesa su vida?, si es así
permítame romper aquí y ahora su delicado cuello-El joven estaba
terriblemente enojado.
Después de unos momentos la mano que apretaba su cuello cedió y la mujer
cayó de rodillas.
-Tenga esto, colóqueselo en su cuello, si es que quiere vivir-.
Jean le extendió un collar, con una pequeña esfera dentro de la cual se
encontraba lo que parecía ser un mechón de cabello de color negro que
emanaba un miasma de color azul-negro.
Nelu Maeru Marshall tomó el collar y se lo puso. El joven continuó bajando la
escalera, ella se levantó y lo siguió sin mediar ninguna palabra.
Llegaron a un coliseo subterráneo iluminado por una gran cantidad de
antorchas y de cristales similares a los que se podían encontrar en los
laberintos, dentro había una multitud de más de cincuenta personas todas
tenían en común una cosa y era que ya sea con máscaras o con sus capuchas
escondían su rostro.
Tomaron asientos en la parte más cercana a la salida, escuchando la plática de
los demás se enteraron de que los que habían fracasado en sus misiones, hoy
serían castigados.
Pasada media hora hicieron acto de presencia un grupo de nueve personas en
la arena, cuatro tenían bolsas en sus cabezas y estaban atados.
Cuando llegaron al centro, obligaron a los "prisioneros" a ponerse de rodillas.
-Hermanos nos hemos reunido para castigar a los débiles, aquellos que no
pudieron cumplir sus tareas, observen bien para que no caigan en la misma
culpa-. La persona que se encontraba en medio del grupo, habló con potencia.
Jean le reconoció inmediatamente, pues ya había arruinado sus planes en tres
ocasiones; cuando robaba piedras preciosas, cuando intentó matarles en el
laberinto y recientemente en el puerto.
Las demás personas dejaron la arena y subieron a las gradas.
-Ahora liberen a los monstruos- El líder dio la orden, una puerta de la arena se
abrió y salieron dos perros inmensos de color negro con dos cabezas e
inmensos colmillos, de cuyos hocicos salía abundante espuma, tenían unos
ojos rojos que brillaban como el fuego, sus cuerpos eran musculosos, sus
zarpas eran largas y no dejaban dudas de su poder para desgarrar. Tenían
cadenas gruesas atadas a sus patas traseras.
-(Que hipócrita, tú también has fracasado, pero supongo que es una ventaja de
estar en el poder)-. Jean se enojó por ese patético comportamiento.
Al ver esta escena la capitana Maeru se levantó de su asiento impactada, antes
de que pudiera hacer algo más Jean la sostuvo de su mano, ella volteó a verlo,
ante lo cual él sin hablar moviendo su cabeza de un lado a otro le comunicó
que no hiciera nada.
Sin perder tiempo los perros se abalanzaron y destrozaron a sus presas,
después las devoraron, el ruido que hacían al devorar la carne y romper los
huesos resonaba en todo el lugar.
-(Es raro que no se hayan defendido, probablemente estaban drogados o en
trance,)-. Eso fue lo único que le llamó la atención al joven.
-Pronto llevaremos a cabo nuestro plan, estén atentos para cuando los
necesitemos y que esto les sirva de lección-.
Al terminar el macabro show todos se retiraron.
Cuando estuvieron lejos del lugar la capitana Maeru se apoyó en un árbol.
-Esos desgraciados, matar incluso a sus propios compañeros, le avisaré a las
autoridades de la Isla para detenerlos de una vez-.
-Si va a hacer eso, asegúrese de qué lo hagan bien, de lo contrario será
contraproducente, podrían adelantar su plan si se sienten presionados, primero
deben investigar adecuadamente; sin embargo, dudo siquiera que puedan
entrar ahí como nosotros-. Jean la seguía acompañando.
- ¿Cómo es que estás tan tranquilo después de atestiguar eso?- La joven mujer
le reclamó.
-Por favor no se desquite conmigo, no tengo la culpa de sus acciones. Si me
permite quisiera hablar con usted, vamos a un lugar más seguro-.
Cuando estaban cerca de la ciudad, se detuvieron a hablar.
-Por favor no regrese ahí, sería muy peligroso, esta vez pudimos pasar sin
problemas; pero si intenta ir de nuevo la descubrirán, allá dentro usted se
sobresaltó, la pudieron haber descubierto.-. Jean regresaba a su habitual
actitud.
-Tú pudiste entrar, después de que le mostraste ese fuego oscuro nos dejaron
pasar, así que otros podrían infiltrarse y...-
-No va a ser tan fácil, que me hayan dejado pasar después de ver eso confirma
mis peores sospechas-.El joven la interrumpió.
-Lo que le mostré fue prana oscuro o energía demoniaca, dentro del coliseo
algunas de esas personas me temo que han llevado a cabo el Ritual del Diablo,
estoy casi seguro que el imperio tiene algo que ver en este asunto, incluso si
alguien lograra infiltrarse, las cosas ya se han puesto en marcha, sólo podemos
estar a la defensiva y prepararnos-.
-Le diré a los profesores y también a los caballeros de la ciudad para que
tomen las medidas necesarias-. La Capitana Maeru tenía una expresión de
cansancio profundo.
Jean le entregó un ave de madera y le dijo como usarla para mantenerse
comunicados, después se retiró sin escuchar nada más.
Cambiando ligeramente el aspecto de sus ropas negras se dirigió a cobrar su
pago con los mercaderes, al haber cumplido exitosamente con su misión.
Cuando llegó a la tienda de Robert no tuvo que esperar mucho para verlo, el
habitual trabajador lo hizo pasar.
-Hiciste un gran trabajo, por lo que me dijeron te luciste, tengo entendido que
los demás te llaman Hoz, así que permíteme llamarte así-. El mercader le
extendió el resto de paga y una tarjeta de color azul.
-Lamentablemente sólo salvamos la mitad de la carga, dos de los barcos
fueron totalmente robados y la mayoría asesinados, el cargamento se quedará
por un tiempo en la sede de los caballeros para evitar cualquier inconveniente,
ya que esto es claro que se ha salido de control la ciudad empezará a tratar las
cosas en serio, sinceramente espero que esto termine pronto, como sea, si llega
a haber algún trabajo que requiera tus servicios te contactaremos.
-Cuente conmigo siempre y cuando haya un pago de por medio-. Con un
apretón de manos se despidieron.
Cuando estaba saliendo, una hermosa mujer pelirroja se le acercó, rondaba en
edad cerca de sus veintes.
-La mayoría cobró inmediatamente su paga, tú te tomaste tu tiempo-. Los
demás muchachos están en un bar cercano, ¿aceptarías ir a tomar un trago?-
Susan con una sonrisa en su rostro lo invitó.
-No tengo nada que hacer, así que vamos-. Jean aprovecharía esta oportunidad
para advertirles.
Ella lo guío hasta una taberna bastante descuidada, era obvio que en ese lugar
no acudían clientes de alta clase.
Al entrar unas personas de la mesa más alejada les hicieron señas, se
dirigieron hacia donde estaban, se trataba de los otros mercenarios.
Después de tomar su asiento, Susan pidió dos tarros de cerveza.
-Recibimos una buena paga, eso nos bastará por un buen tiempo-. El enano del
grupo bebía animosamente solo se detuvo para hacer ese comentario.
-Gard te dije que necesitabas descansar, tu herida no ha sanado
adecuadamente-.Susan le regañó.
-Bah, estoy tan fuerte como una roca-.
-Déjalo por esta ocasión, debemos festejar también por los caídos-. Un elfo
oscuro abogó por su compañero, con un tono suave.
-Vot tiene razón, hay que celebrar que estamos sanos y salvos-.
-¡Jack, le llamas estar a salvo a tener un brazo y una pierna rotos!-. La
pelirroja respondió exasperada señalando el estado del tercer hombre, quien
tenía una férula casera hecha con dos tablas en la pierna derecha y su brazo
izquierdo estaba vendado cercano a su tórax para inmovilizarlo.
-Y tú Hoz ¿cómo estás? me pareció ver que uno de los atacantes te hirió en el
abdomen- Ignorando la réplica de la mujer se dirigió hacia Jean.
-Estoy bien, ya sanó-. El joven se contenía la risa al ver la interacción de
Susan con los demás, así que respondió sin poner mucha atención.
-Esa es una excelente habilidad de curación-. Esta vez intervino una mujer que
al igual que Jean tenía oculto su rostro.
-La llama que usaste en Gard ¿Era la flama de la transmutación y
purificación?-.
-Así es-.
-Sí podías hacer eso ¿por qué no lo curaste tú mismo?-.
Jean sabía porque ella hizo esta lógica pregunta, la llama púrpura estaba
catalogada como una técnica de curación de alto nivel, era normal aprender
los otros sistemas básicos antes de intentar usar esa técnica.
-Pei, estas siendo un poco grosera al preguntar sobre las habilidades de los
demás.- Susan le advirtió.
-No hay ningún problema, la razón es simple, mi curación interna es muy
buena, pero mi curación externa solo es capaz de realizar tratamiento de
emergencia-.
La mujer llamada Pei aparentemente no quedó totalmente satisfecha por esa
respuesta pero no dijo nada más.
Jean empezó a tomar su cerveza.
-Bueno cambiando de tema, todos nosotros somos parte de un grupo de
mercenarios, si estás libre ¿qué te parece unírtenos?-. La mujer pelirroja le
hizo una propuesta interesante.
-Gracias, pero por el momento tengo algunas razones para quedarme en este
lugar, pero lo tendré en cuenta -. Jean no quería ofenderlos al rechazarlos, así
que dejó abierta la posibilidad.
-Entiendo aunque es una pena, de todos modos te estaremos esperando cuando
termines tus asuntos -.
Después de unas cervezas más y una conversación agradable, Jean decidió
ponerlos sobre aviso.
-Hay algo que quiero decirles, espero no ofenderlos pero es necesario que lo
sepan-. Bajando la voz y asegurándose que nadie más los escuchara hizo que
se acercaran al centro de la mesa.
-En esta isla pronto pasará algo grande, varios magos demoniacos se
encuentran reunidos aquí, los robos fueron perpetrados por ellos, posiblemente
harán un ritual a gran escala que causará grandes problemas, el Imperio
también podría estar involucrado-. El joven utilizó el tonó más grave del que
era capaz.
-¿Cómo lo sabes?-. Gard fue el primero en preguntar.
-Sólo les puedo decir que obtuve la información de primera mano, en esta
ocasión al menos para mí, ahora que sé el alcance de su organización, poder y
quién está detrás de ellos, no importa cuánto oro me pagaran para ir en su
contra no aceptaría algo tan suicida.
-Sin intención de faltarles el respeto o menospreciarlos, les aconsejaría que se
fueran de este lugar por un tiempo, yo haré lo mismo apenas pueda-.
Aunque eso no era del todo verdad, ya que sí el Imperio estaba involucrado él
no lo dejaría pasar.
-Gracias por la información, saldremos de este lugar mañana a primera hora-.
Jack contestó por el grupo, los demás estuvieron de acuerdo. Jean pensó que
Susan era la líder, pero resultó ser ese hombre herido.
La razón por la que su líder tomó una decisión tan rápida sin dudar en esas
palabras y los demás la aceptaron sin oponerse, fue que habían visto las
habilidades de pelea de Hoz que sin lugar a dudas estaba acostumbrado al
combate, eliminó a varios enemigos y manteniendo la sangre fría descubrió su
sucio truco cuando quisieron engañarlos con la falsa hidra; incluso engatusó
ágilmente a los caballeros para que no los culparan a ellos por las muertes de
esos estudiantes.
Si este astuto hombre tenía una postura de alejarse de esta situación
problemática, ellos deberían hacer lo mismo.
Jean se quedó un rato más con ellos, Pei le estuvo preguntando varias cosas
todo el tiempo sobre las técnicas que usó, su interés provenía de que ella era
una maga que se especializaba en fuego, él contestó todas sus preguntas lo
mejor que pudo sin revelar ningún secreto.
Después regresó a la Academia vigilando que no lo persiguieran. Al llegar a
su cuarto tomó un baño y se cambió de ropa, cuando iba acostarse escucho la
voz de cierta señorita.
-Jean necesito tu ayuda, por favor ven a mi cuarto-.
Laur estaba usando la mariposa azul, la comunicación era una especie de
telepatía, utilizando la sangre contenida en la mariposa que resonaba con la
del cuerpo de su dueño.
El joven intentó comunicarse con ella pero no hubo respuesta, preocupado se
dirigió inmediatamente a los dormitorios femeninos.
Localizando el cuarto de Laur, conjuró inmediatamente sus espadas de llamas
y se puso en posición de defensa, al mismo tiempo que entraba por el balcón,
cuya puerta se encontraba abierta.
-¡Laur ¿dónde estás?!-.
-Ja, no pensé que vinieras tan rápido-. La señorita rubia, integrante de las tres
L, se encontraba sentada en su cama.
-¿Estás bien? ¿Por qué me llamaste? Pensé que estabas en peligro-. Jean
volteaba a ver de un lado a otro.
-Tranquilízate no hay ningún problema, ¿Podrías disipar eso?- La señorita
apuntó a las espadas de fuego que iluminaban abundantemente la habitación.
-¿No hay ningún problema?-.
-No, no lo hay-.
Después de la confirmación Jean por fin se relajó y desconjuró sus armas.
-Te dije que utilizaras eso sólo si tenías problemas-. El joven estaba un poco
enojado.
-En realidad dijiste que las usáramos si necesitábamos algo y yo necesito algo
ahora.-La joven lo corrigió con una sonrisa en su rostro.
-¿Dónde están Lili y Liz? Pensé que me habían dicho que estarían juntas por
una temporada.
-Ellas se fueron a los baños termales que hay en este dormitorio.
-¿No estarán en problemas si van solas?-.
-Fueron con varias otras compañeras así que no te preocupes por ellas, pero si
quieres ir a espiarlas no te detendré-.
-Ya que no voy a ganarte, dime ¿Qué necesitas?-. Jean se resignó.
-Aunque es repentino quisiera mostrarte los vestidos que compré hoy en la
tarde-.
-¿Es absolutamente necesario?-.
-Claro que sí, ya que voy a ir contigo al baile quisiera saber tu opinión.
Espérame aquí voy a cambiarme, no espíes o te disparo-. Diciendo eso la
señorita entró al baño.
-(Esta señorita es muy confiada, aunque en el caso de Laur sabría defenderse,
pero aun así dejar a un hombre entrar a su cuarto...)-.El joven tenía sus dedos
índice y pulgar apretando el puente de su nariz, un ligero dolor de cabeza lo
embargaba pensando en el futuro de esa señorita.
- ¿Qué te parece?-. Una tímida Laur lo sacó de sus pensamientos.
Laur se encontraba modelando un vestido largo de color blanco, que
enfatizaba su figura, acompañado de un chal del mismo color, que se enrollaba
en un brazo pasando por su espalda para terminar en su otro brazo. Ella realizó
un pequeño giro para exhibirse. Era un vestido simple pero en ella quedaba
perfecto o eso pensaba Jean.
Admirando la vista tardó en responder.
-...Te ves hermosa...el vestido enfatiza el color azul de tus ojos y el color oro
de tu cabello,... lo que es más yo diría que es al revés, tú haces ver al vestido
bello-. El joven hipnotizado dio sus honestos pensamientos.
-...Gra...cias-. La señorita quedó completamente roja y al igual que él tardó en
responder y cuando lo hizo fue con una voz quebrada, daba la ligera ilusión
que salía vapor de su cabeza.
Aunque ella le había dicho vestidos, Laur no modeló otros, Jean pensó que era
raro pero no dijo nada.
-Me habías dicho que no sabías bailar, ¿Quieres que te enseñe ahora?-
Regresando a su ropa habitual, la señorita le preguntó aunque parecía apenada,
algo raro comparada su conducta común.
-¿Crees que podré aprender?-.
-Si te esfuerzas y pones atención si podrás. Ven acércate a mí, yo dirigiré así
que sigue mi ritmo, dame tus manos-. Laur colocó la mano derecha de Jean en
su cintura y sostuvo la otra elevándola ligeramente.
-Ahora no pongas fuerza y muévete lentamente después de mí-.
-Uno, dos, tres, uno, dos, tres-.
-Ahora relájate un poco más y aumentemos la velocidad-.
-Uno, dos, tres, así lo estás haciendo bien-.
Estuvieron practicando unos veinte minutos hasta que los movimientos de
Jean fueron fluidos.
-La mayoría de los vals tienen pasos básicos y simples, así que es fácil
aprenderlos, pero estoy un poco decepcionada, pensé que te apenarías más al
tocar el cuerpo de una mujer-. Laur había regresado a su usual estado de
ánimo alegre y bromista.
-Discúlpame por no ser tan inocente como creías-. Jean le respondió en el
mismo tono, feliz de poder romper la complicada atmósfera.
- Ahora me iré antes de que las demás regresen, no quiero que piensen mal y
sobre todo Lili, aparentemente fue educada a la antigua, Laur gracias por la
placentera ocasión-.
-Desde luego que lo fue, no debería decirlo yo, pero tengo mucha confianza en
mi rostro y figura.
El joven salió al balcón y se paró en el barandal.
Aunque Jean no lo sabía, volvió a cometer por segunda ocasión un grave
error. Al entrar a ese cuarto gritó asustado llamando a Laur, aunque fue una
falsa alarma, los vecinos escucharon la conmoción.
Palabras dichas por la voz de un hombre y una mujer joven como: "...pero si
quieres ir a espiarlas no te detendré", "...Te ves hermosa..." "Ahora no pongas
fuerza y muévete lentamente después de mí", "ahora relájate un poco más y
aumentemos la velocidad", "pero estoy un poco decepcionada, pensé que te
apenarías más al tocar el cuerpo de una mujer", entre otras, se colaron
especialmente por las paredes y llegaron a los oídos de recatadas señoritas.
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-No entiendo su comportamiento, la mayor parte del tiempo actúa como un
cobarde y después... ¿Por qué se enojó tanto? no era necesario hacer tal
escena-. Nelu se encontraba en su cama incapaz de conciliar el sueño, tenía su
mano izquierda en su cuello donde el joven había cerrado con fuerza su mano.
-¿Por qué?, si lo pienso profundamente tenía razón...pero había otras formas
de decirlo, es cierto que no estaba lo suficientemente preparada, aun así... y
además que es eso de ¿cómo lo reconocí?, yo debería haber hecho esa
pregunta ¡¿cómo es que sabía que era yo?! ¡Me abrazó! además él dijo algo de
mis hermosos...ojos grises...Ahhh, ¡No tiene caso pensar más en eso!-.
Mientras estaba sumida en su monólogo pasaba del enojo a la pena, al final
incapaz de conciliar el sueño se dirigió a la ventana, la cual abrió para que
entrara un poco de aire fresco.
-Tal vez actúo así porque estaba preocupado por mi bienestar...-
Antes que continuara su soliloquio vio algo que llamó toda su atención, un
joven en un balcón, esta vista no sería rara sino fuera que se encontraba en los
dormitorios femeninos, a su lado se encontraba una señorita rubia,
envolviéndose en un aura blanca la Capitana concentró chí en sus ojos y oídos,
pudo verlos y escucharlos como si estuviera ahí.
"-Ahora me iré antes de que las demás regresen, no quiero que piensen mal y
sobre todo Lili, aparentemente fue educada a la antigua, Laur gracias por la
placentera ocasión-."
"-Desde luego que lo fue, no debería decirlo yo, pero tengo mucha confianza
en mi rostro y figura."
Después de ese críptico intercambio de palabras el joven se tiró del balcón y
se fundió en la noche.
-¡Ese desgraciado mujeriego y yo pensando que...Ahhh!-. Nelu regresó a su
cama y con su almohada ahogó un grito de enojo y frustración.
Cuando amaneció se alistó para ir a dar sus clases, debido a alguien no pudo
dormir en toda la noche. Hablaría con él y la señorita Van Fey para saber el
porqué de lo que vio ayer.
Después de escucharlos determinaría el castigo, no le importaba lo que le
pasaría al Vizconde Nox, pero no quería difamar a una jovencita.
Al terminar sus clases se dirigió a la sala de profesores, se preparó un té y se
puso a planear las actividades que haría, ayer les comunicó a sus colegas lo
que había visto de esa organización y que planeaban algo, hoy iría a informar
a los caballeros de la isla.
Mientras preparaba el té para calmar su ansiedad, entró la profesora Seyd y se
sentó del lado opuesto.
-Buenas tardes Maeru-.
-Buenas tardes profesora Seyd ¿le gustaría un poco de té?-.
-Sí, por favor-
Después de servir las dos tazas de té, Nelu empezó a beber la suya.
-Maeru, de casualidad sabes algo sobre un hombre entrando a los dormitorios
femeninos-. La mujer elfo no realizó una pregunta.
-Pffffttt.-Maeru escupió su bebida.
La profesora Seyd tenía una sonrisa pícara.
-No se preocupe por eso, yo me haré cargo de ese asunto-. Nelu limpiaba
nerviosamente el líquido sobre la mesa.
-Ya veo, conoces de quién se trata-.
-Sí, se quién es-. La mano con la que sostenía la taza temblaba ligeramente dio
un nuevo sorbo a su bebida.
-Bueno es curioso, porque algunas señoritas me informaron que
probablemente entró al cuarto de usted -.
-Pfftttt-. Ella había pensado que su superiora se refería a lo que pasó anoche,
no esperaba que en realidad estuviera hablando de "esa" ocasión, antes de
responder asentó su tasa de té resignándose a no beberla, por temor a escupir
el contenido por tercera ocasión.
-Parece mucho trabajo, así que está bien, lo dejo en tus manos-. La mujer elfo
cedió fácilmente, después se levantó de su asiento y se fue mientras tarareaba
un canción.
- Que encantadora mujer...-
Nelu decidió terminar el asunto lo más rápido posible, usando el ave de
madera se comunicó con el Vizconde.
Mientras se encontraba almorzando con Liz, Lili y Laur como de costumbre,
Jean recibió la "llamada" de la Capitana, en la que pedía que acudiera a la sala
principal de los profesores junto con la señorita Van Fey inmediatamente.
Sin perder tiempo el joven Vizconde obedeció la "orden" acompañado de
Laur.
Al llegar a la sala, la profesora les pidió que se sentaran enfrente de ella.
-Los he reunido aquí debido a que ayer pude verlos juntos en los dormitorios
femeninos, antes de que digan cualquier cosa quisiera saber si hubo alguna
razón, en caso contrario tendré que actuar de acuerdo al reglamento-.
La Capitana fue directa al grano, atemorizando más al pobre joven mientras lo
fulminaba con la mirada.
-Así que nos estaban espiando... fue mi culpa profesora Maeru-. La señorita
rubia habló con resolución.
Captando su atención la profesora volteó a verla.
-Explícame por favor-.
-Es por el baile, yo invité a Jean y quería que viera mis vestidos-.
-¿Baile? Ah, el de bienvenida. ¿Pero por qué tendría que ir él a verte hasta tu
cuarto sólo por algo así?-.
-Él no lo sabía, lo engañe, acudió rápidamente porque pensó que estaba en
peligro. Usé esto para comunicarme-. Laur le mostró la mariposa de madera.
-Así que tú también tienes una,...en ese caso tú tienes la culpa y debes recibir
una penalización por esto-. La primera parte de su frase fue dicha en voz casi
inaudible.
-Ca... ¡Profesora! En ese caso también tengo la culpa, yo fui quien le dio el
medio para comunicarse conmigo, tampoco debí quedarme cuando me di
cuenta de que no había un problema. Así que castígueme a mí en su lugar. -
Jean se había mantenido callado hasta el momento pero al final decidió
defender a su compañera.
Viendo la expresión suplicante del Joven, Nelu cedió.
-Está bien lo dejaré pasar esta vez, pero no habrá una segunda ocasión-.
-Gracias Profesora-.
-Gracias Capitana-.
Los dos jóvenes estaban aliviados por el final sin sanciones, afortunadamente
la profesora Maeru fue muy comprensiva.
-Si me vuelves a llamar así en la escuela, cambiaré de opinión. ¿Entendiste
Jean Nox Crow?-.
-¡Si, Señora!-.
-¡Tampoco me digas así!-.
-¡Entendido, Madame!-.
-¡¿Te estás burlando de mí?! ¡¿Verdad que te estás burlando de mí?!-.
-¡Juro que no es así!-.
Laur pensando que ese acto duraría un poco más se despidió y salió del salón.
-¡Lo siento mucho!-.
-¡Mejor vete ya antes de qué...!-. La capitana Maeru tenía un puño levantado.
Jean se dirigió hacia la puerta velozmente, sin embargo antes de salir decidió
decir unas palabras más.
-Profesora Maeru, ayer la traté de manera grosera y violenta, no hay
justificación para mi comportamiento, le pido perdón por mi tosca actitud,
solamente estaba preocupado por su vida-. Su tono era serio y contrito, sin
esperar una réplica con una reverencia dejó el lugar.
Ella se encontraba sin palabras ante ese ataque psicológico, su rostro enrojeció
súbitamente unos momentos después al comprender las palabras que el joven
dijo.
-Idiota-.
Fue lo único que salió de sus labios.
Capítulo IV
Baile Sangriento.
La semana pasó tranquilamente, en el día de Venus Jean decidió regresar con
el Maestro Herrero, se encaminó hasta la base de la montaña.
En esta ocasión después de tocar el timbre del recibidor, el hombre de
mediana edad lo atendió.
-Oh, eres tú, espera ya tengo listas tus cosas-.
El herrero fue a la parte de atrás de su tienda y trajo varios artículos en dos
viajes.
-¿Qué te parece?-. El hombre preguntó con aire confidente.
- Se ven muy bien, parecen nuevas-. El joven examinaba una espada que sacó
de su vaina, se veía bastante afilada y desprendía un leve brillo.
-No sólo las reparé, también las pulí y limpié. El servició que doy es el mejor
de toda la isla-. El herrero inflaba el pecho orgulloso.
-Estoy satisfecho, ahora ¿Me podría llevar a las bóvedas?-.
-Claro, sígueme-.
El hombre de mediana edad salió del lugar seguido por Jean, caminaron un
tramo de algunos metros hasta atrás de la herrería, ahí había una cueva al pie
de la montaña custodiada por dos gigantescas estatuas.
Cuando llegaron el hombre anunció con fuerte voz:
-Vengo a ver un asunto de las bóvedas, este joven viene conmigo-.
Las estatúas de metal bajaron de su pedestal y empujaron la gran puerta de la
entrada, se hicieron a un lado para dejarlos pasar.
Cuando estuvieron adentro Jean quedó impresionado, todo el lugar estaba
iluminado por el mismo mineral de los laberintos, pero lo más importante era
que habían muchas “personas” dentro, se trataba de autómatas hombres y
mujeres de hojalata.
-Mi hermano y yo los construimos para que vigilaran este lugar y lo
administraran, él construyó los planos y yo hice todo lo demás-.
Los autómatas estaban hechos de un metal plateado, su estatura era un poco
más baja que la de un humano normal y si se ignoraba el ruido metálico que
hacían, sus movimientos eran fluidos, incluso se podían ver los engranajes de
su maquinaria interna, en el centro tenían una piedra que variaba de color de
máquina a máquina.
-Están programados para cosas simples, pero para este tipo de actividad es
más que suficiente.
-(Este hombre y su hermano tienen una increíble habilidad)-Jean veía con
nuevos ojos al Maestro Herrero.
-¡Hey!, Número tres ven aquí, llévanos a la bóveda Z1-.
Un autómata masculino se acercó a ellos, pues su rostro era simpático.
-Bienvenido Amo, síganme es por aquí-. Con una voz mecánica les dio
indicaciones. Guiados por Número tres llegaron a una pequeña cámara, el
autómata abrió la puerta, dentro había varios estantes y bases para colocar
armas y armaduras, el lugar estaba bastante arreglado.
-Fue limpiado y arreglado como nos ordenó Amo-.
-Buen trabajo-.
Jean empezó a sacar las cosas de su bolsa de piel y las acomodó en los
estantes, terminado su trabajo salió de ahí.
-Cuando quieras venir a buscar algo solo muestra esta llave a los guardias, si
no lo haces te aplastaran, además tienes que venir solo, a menos que las
personas que te acompañen también tengan una llave.-. El herrero le dio una
llave dorada.
-Entiendo-.
-Cada vez que vengas puedes llamar a Número tres para que te guíe aquí-.
-Debo declarar que estoy bastante impresionado por la calidad de sus
servicios-. Jean felicitó al hombre.
- Jaja, ya sabes entonces, cuando vayas a hacer negocios primero ven
conmigo-. El Maestro Herrero con una carcajada no dejó pasar la oportunidad
de promocionar sus servicios.
Al salir del lugar, Jean se acordó que tenía algo muy importante que hacer, no
tenía ropa adecuada para un baile, así que decidió ir al centro.
Después de entrar a varias tiendas y probarse varios trajes, decidió comprar
uno de color blanco con adornos dorados, compuesto de una camisa con
bordados sencillos, un pantalón y un saco largo, algo simple pero elegante,
hubo tres razones que lo orillaron a esto:
Primero no sabía nada de moda.
Segundo se cansó de escuchar “no tenemos talla chica, a menos que quieras
usar de niño”.
Tercero si era algo simple y blanco, podría decir que lo compró para combinar
con el vestido de Laur.
Finalmente el día ansiado llegó, el baile no se realizaría en la Academia sino
en una construcción que había funcionado como fuerte.
Fueron llevados en carruajes antes de la hora de inicio que sería a las 8:00 pm
aproximadamente.
Jean se enteró que no era obligatorio ir en parejas, pero si era algo tradicional.
Acompañado de Laur entró en el edificio y se encontró con Liz y Lili que
usaban vestidos del mismo color que su cabello.
-Se ven muy bien con esas ropas, de alguna manera…-. La señorita de cabello
verde claro los elogió.
-¿En serió? Yo diría que Jean no tuvo imaginación-. Laur criticó en tono de
broma a su pareja.
-Por favor no digas eso, me costó mucho trabajo encontrar un traje que me
quedara-. El joven se quejó levemente.
-Habías dicho que lo compraste para que combinara con el mío-. La joven
rubia tenía una gran sonrisa en su rostro.
-…Bueno en parte. ¿Qué opinas Lili?- Jean pidió el apoyo de su compañera de
cabello azul claro.
-No me involucres en eso. Aunque si tuviera algo que decir hubieras elegido
uno negro-. A pesar de sus palabras de negativa dio su opinión.
-Lo siento mucho-.
Los demás estudiantes veían con ojos llenos de odio al joven, al estar
acompañado de tres hermosas señoritas, las mujeres no se quedaban atrás
aunque sus comentarios eran positivos.
-No es para tanto, ¿qué les parece si paseamos por este lugar antes de que los
profesores den el discurso inicial?-. Laur sugirió una forma de pasar el tiempo
y evitar esas miradas.
Todos aceptaron, subieron el tercer piso del fuerte que estaba bien conservado,
poseía cañones de guerra y grandes torretas en el segundo y tercer piso que lo
hacían ver imponente, además estaba adornado con gárgolas de piedra y otras
efigies.
-No sabía que la Academia tenía un lugar como éste-. Jean observaba sus
alrededores, para proteger a los estudiantes la ciudad había enviado varios
caballeros que se encontraban por todo el lugar.
-Te equivocas Nox, este es un lugar histórico, sólo fue prestado para este
evento, le pertenece a la Ciudad Lux-. Lili corrigió a su compañero.
- Eso explica porque está bien conservado, sus paredes son bastante fuertes,
me imagino que también sus cañones son funcionales-. El joven comentó
distraídamente.
-Aunque esas viejas armas no son nada con las modernas, en mi país los
cañones han evolucionado mucho-.
-Así que te gusta mucho la tecnología, Laur-.
-Algo así Liz, mi familia proviene de una línea de investigadores mágicos-.
-(Sí él te pudiera escuchar, estaría muy feliz)-. Jean observaba a la animada
señorita hablar sobre las investigaciones mágicas, mientras recordaba el
pasado.
-De donde vengo las personas confían más en los espíritus y su relación con la
naturaleza. El país de los Druidas tiene la bendición y protección del Supremo
Espíritu del Viento, así que casi no hemos necesitado inventar o desarrollar
algo. -Liz también comentó algo sobre su país.
-Pero debe ser algo interesante descubrir nuevas cosas-. Añadió.
-En mi caso, la extensión de mi país es limitada, así que gracias a la tecnología
desarrollada por el país de Laur, hemos conseguido cultivar y explotar los
recursos naturales adecuadamente- Lili provenía del País Santo, un país
pequeño, famoso por sus Caballeros Santos mejor conocidos como paladine y
sus sanadores.
-Buenas Tardes-. La profesora Maeru las saludó.
Todos los presentes respondieron educadamente.
-Joven Nox ¿podrías bajar tu mano?- La Capitana tuvo un ligero tic en su
párpado derecho al ver el saludo militar de Jean.
-Lo siento-.
-Necesito hablar con usted un momento, venga conmigo por favor-. Lo guió
hasta un lugar alejado de las señoritas.
El joven notó que ella usaba el mismo uniforme tipo militar de la vez que se
encontraron en la entrada del hospital., probablemente era un traje formal o de
gala de donde venía.
-Sólo quiero informarte que la Ciudad ya está informada sobre esa secta y
realizará un operativo el día de mañana al amanecer, para no interrumpir sus
labores los caballeros pidieron que no nos involucremos. La Academia aceptó
pero también se están preparando para lidiar con el asunto en caso de que ellos
fracasen, por favor no hagas nada que comprometa la operación-.
-Si el Imperio está detrás no puedo quedarme con los brazos cruzados, pero no
tengo el interés de hacerme enemigo de esta ciudad así que esperaré; sin
embargo si fracasan será una historia totalmente distinta-. Jean respondió
seriamente.
- Realmente me gustaría que te mantuvieras alejado totalmente, pero sé que no
tengo el derecho, aceptaré esa respuesta por ahora. Entonces nos vemos
después-. La Capitana Maeru se despidió con un rostro sombrío.
El joven regresó con sus compañeras, que estaban conversando
animadamente.
Al verlo llegar lo abordaron inmediatamente y lo llenaron con preguntas.
-Jean dime por qué siempre saludas a la profesora Maeru de esa manera-. Laur
fue la primera en cuestionarlo.
-Bueno, la razón es porque es una capitana-.
-¡Eso no explica nada!- Se quejó Lili.
-Así es, tú eres del Reinado de Ignis, así que no debería haber una razón para
que te comportes así-. Liz expresó una razón muy válida.
Viendo que esa respuesta no les gustó, el joven decidió ser sincero. Suspiró
profundamente y respondió.
-Tuve varios maestros y uno de ellos era un Coronel, me enseñó y entrenó de
manera poca ortodoxa, me inculcó el respeto a los superiores, en resumen
gracias a él, le tengo miedo a los militares-.
Ellas hicieron silencio unos momentos y se voltearon a ver unas a otras.
-Ja ja ja ja ja ja ja ja ja-. Las tres se rieron al unísono.
-¡Hey! Abrí mi corazón y sólo se burlan ¡Qué malvadas!-.
A pesar de su queja, las señoritas no dejaban de reír.
-Pero es que es tan divertido….me duele el estómago, jajaja-. Laur fue la
única que logró hablar y después continuó riendo.
Luego de varios minutos se controlaron.
-Lo sentimos mucho, Nox-. Lili habló en nombre de las tres.
-Está bien no importa, pero no se lo digan a nadie por favor-.
-Mantendremos la boca cerrada no te preocupes-. Las tres damas prometieron
no decir nada.
Poco antes de las diez, todos los estudiantes fueron reunidos en el segundo
piso para el discurso inaugural, que fue dicho por el profesor Nirven.
-Señores y señoritas, no soy muy bueno con las palabras así que haré esto
rápido. Bienvenidos a la Academia del Sol, donde vivirán momentos
inolvidables, esfuércense en todo lo que hagan, para disfrutar su vida escolar
al máximo. Ahora a bailar-.
Todos quedaron impresionados no por la brevedad de su discurso sino por
escucharlo decir más de tres palabras. Unos segundos después los aplausos
reverberaron por todo el lugar.
Cuando la orquesta comenzó a tocar, Laur jaló a Jean al centro para bailar.
-¿Estuviste practicando como te dije?-.
-Todos los días-.
-No sé si creerte, de todos modos sigue mi ritmo-. La señorita ordenó y tomó
la iniciativa.
-(Uno, dos, tres, uno, dos, tres)- Jean visualizaba los pasos en su mente.
Varias parejas se les unieron, el joven se alegró de no ser el centro de
atención.
-¿Qué te parece si bailas con Lili y luego con Liz? Necesito descansar un
momento-.
Después de varias piezas Laur le sugirió a Jean, pues sus otras dos compañeras
habían venido solas.
-Está bien-.
El joven camino hacia la mesa donde estaban sentadas las señoritas.
-¿Les gustaría bailar conmigo?-.
-Desde luego que sí-.
-Por supuesto-.
-Ve tú primero Lili, luego me toca a mí-.
Las dos señoritas realmente eran populares, pero habían rechazado todas las
invitaciones que les hacían los estudiantes varones, por una razón que
únicamente ellas conocían.
Cuando Jean tomó la mano de la señorita con cabello aquamarino,
repentinamente hubo un temblor y a pesar de que afuera se podía ver la luna
llena, el cielo se oscureció totalmente.
Los problemas habían comenzado.
El joven corrió hacia el amplió balcón y pudo ver que los caballeros
conjuraron esferas de fuego y prendieron antorchas para iluminar sus
alrededores.
Observando atentamente, Jean pudo notar que del bosque alrededor del fuerte
empezaron a salir creaturas que no deberían estar en este plano, perros
inmensos con ojos de fuego, de pelaje negro y grandes zarpas, conocidos
como sabuesos del infierno.
Pero no sólo ellos, también caballos negros con crines y cola de fuego,
caminando en sus patas traseras, que comenzaron a atacar a los caballeros
relinchando a todo pulmón.
Antes que pudiera examinar más detalladamente, el ruido de otras personas
que igual se encontraban en el balcón hizo que desviara su atención.
-¡¿Allá arriba qué rayos es eso?!-.
Varios estudiantes señalaban el cielo, una inmensa parvada de pájaros se
acercaban a toda velocidad.
-¡Aléjense, que todos los estudiantes entren al edificio! Esas cosas son Arpías
y son mortales, ¡Busquen refugio inmediatamente!- La profesora Seyd había
perdido su usual aire despreocupado.
Jean pudo verlas claramente, cara de mujer con afilados colmillos, cuerpo de
lechuza, y garras inmensas, su tamaño era inferior al de un adulto humano a
pesar de eso su fuerza era innegable y en este caso eran más de cien.
-Maldición, tienen que ser esos desgraciados, se enteraron de la intención de
los caballeros de acabar con ellos y adelantaron su plan, ¿pero por qué nos
atacan a nosotros?-
La capitana Maeru se encontraban a lado del Joven Vizconde, el cual suprimió
un increíble deseo de decirle ¡Te lo dije!.
-Tendré que ponerme serio en esta ocasión, Ignis Ferus- Al mismo tiempo que
Jean pronunciaba esas palabras el color de su cabello, cejas, pestañas, ojos,
ropa e inclusive sus uñas se tiñeron de rojo; fuego fluía de todo su cuerpo, la
transformación tuvo lugar ante la mirada atónita de los demás.
Creando un arco y flecha de fuego se colocó en medio del lugar.
-Señor del Sol y Soberano de todas las artes, te imploro tu ayuda para que la
oscuridad no apague la Luz, para que la ignorancia de las bestias no alcance la
sabiduría de los seres pensantes, bendice mis flechas pero que no erren el
corazón de mis enemigos-.
Un bombardeo de flechas de fuego iluminó el cielo, inmediatamente
alcanzando a la parvada, al ser atravesadas las Arpías soltaron gritos
desgarradores, mientras se precipitaban hacia tierra ardiendo en llamas,
ninguna flecha fue desperdiciada.
Las sobrevivientes que eran poco menos de la mitad se dispersaron.
-Capitana no tenemos mucho tiempo, vendrán más pronto, alguien abrió una
puerta a las dimensiones infernales, esto no parará hasta que los detengamos-.
-Joven Nox ¿qué es lo que te pasó?-. La profesora Gray se acercó a verlo.
-Sólo liberé mi nombre mágico, pero ahora no es tiempo de hablar de eso,
¿Profesora puede sentir las alteraciones del flujo de energía de la tierra?-.
-Si puedo ¿Necesitas algo?-. La anciana mujer estuvo de acuerdo en que este
no era el momento de hacer ese tipo de preguntas.
-Creo que alguien abrió una puerta infernal, necesito saber dónde para detener
a los invocadores y cerrarla, si no esto no tendrá fin-.
-Entiendo, me tomará unos momentos-. La profesora se hincó en el suelo y
colocó sus manos en la roca.
Abajo la pelea de los sabuesos y caballos contra los guardias había iniciado,
llenando el aire con una cacofonía desagradable.
-¿Tienes pensado ir solo? Si es así no te dejaré-. La capitana Maeru quiso
saber cuáles eran las intenciones del joven, el cual disparaba hacia los
enemigos que se encontraban abajo, proveyendo apoyo a los caballeros.
-No te preocupes Maeru, Ter y yo iremos -. Los dos profesores de combate
cuerpo a cuerpo y con armas, escucharon la conversación y se unieron al plan.
-Tú quédate aquí protegiendo a los estudiantes, llévalos a la biblioteca y
guarécelos ahí-.
-Permítanme unirme profesores, no es la primera vez que me enfrento a este
tipo de cosas-. Jean intentó conseguir el permiso de sus profesores temiendo
que dijeran que solo era un estudiante y que no se involucrara.
-Puedes acompañarnos al fin y al cabo este es tu plan-. El profesor Teir le
contestó, aparentemente confiaban en sus habilidades.
-Se encuentran a quinientos metros dentro del bosque, enfrente de este lugar-.
La profesora Grey determinó la localización exacta de la alteración en el flujo
de energía natural de la tierra.
Ter Weiss, Viler y Jean bajaron hacia el primer piso y se dirigieron hacia los
jardines, donde se encontraba el campo de batalla.
El profesor Nirven se encontraba peleando en primera fila, sostenía una
espada larga y estaba rodeado de ocho armaduras que sostenían mazos
inmensos, dentro sus cascos huecos se podían ver ojos fantasmagóricos de
color azul.
Los tres se acercaron a él.
-Iremos a cerrar la puerta infernal, Nirven protege el lugar mientras volvemos-
.
-Entendido-.
Antes que continuaran su camino, un nuevo grito de parte de los caballeros
llamó su atención, la situación empeoraba con cada momento.
Una horda de cadáveres putrefactos se arrastraban lentamente hacía el fuerte,
vestidos con armaduras viejas y oxidadas, portando armas igual de
deterioradas listos para unirse a la batalla
Uno de ellos estaba cerca de un caballero el cual lo atacó, pero el no-muerto lo
esquivó y contraatacó atravesando con su espada el cuerpo de su oponente.
-¡Santo cielo, son Draugrs!-.
La persona que se exaltó fue el profesor Nirven.
-Profesor, tenemos que invocar a una deidad relacionada con la muerte, si no
todos morirán o peor serán transformados, hay que llamar a algún regente de
la muerte para que nos ayude.- Jean sacó de su sorpresa al profesor.
-Sí, tienes razón en este caso es lo mejor que podemos hacer, regresaré al
castillo para hacer el ritual-.
-Espere, recomiendo que invoque a Anubis por medio de su hija Qebehut-
Jean creó una pequeña daga de su elemento y se cortó un mechón de cabello
regresando este a su estado original, el cual le dio al profesor Nirven, ante la
mirada de pregunta que le dirigió, él añadió- Si el tributo no es suficiente
muéstrele esto, dígale favor por favor, pero sólo si es absolutamente
necesario-.
Antes que el hombre pudiera preguntar algo, el joven se adentró en el bosque
seguido de los profesores, quienes habían estado apoyando a los caballeros
cercanos.
Jean conjuró su guadaña de fuego, aprovechando el alcance de su arma
rápidamente cortó a dos Draugrs cercanos, los cuales no actuaban tan rápida ni
violentamente si su objetivo no estaba tan cerca de ellos.
Dos sabuesos corrieron hacia él para atacarlo, cambió su arma a un arco y con
perfecta puntería les atravesó el cráneo.
Por su parte el Maestro de Armas usando espadas dobles decapitó a dos
Caballos Bipedos, mientras el Maestro de los Puños destrozó el cráneo de tres
zombies guerreros.
-Será mejor usar los árboles para ahorrar tiempo-. El profesor Viler dio una
útil sugerencia ya que la tierra estaba llena de monstruos.
-Entendido-.
Saltando de rama en rama llegaron rápidamente a su destino, alrededor de un
círculo mágico había cinco magos ataviados con ropas negras, había una gran
cantidad de piedras mágicas y animales sacrificados en medio de los
conjuradores.
Se encontraban cantando maldiciones en idiomas antiguos.
Jean y sus dos compañeros se comunicaron con señas para decidir cómo
atacar, a él le tocaría el mago de en medio.
Empuñando su guadaña de fuego y saltando desde el árbol en que se
encontraba, por la espalda cortó a la mitad al conjurador sin dudar.
El profesor Viler y Ter Weiss también fueron exitosos en su ataque sorpresa
acabando con lo vida de dos enemigos más.
-Ja ja ja, malnacidos- Uno de los hombres rasgando sus vestiduras empezó a
aumentar su volumen corporal desproporcionadamente rompiendo sus ropas,
hasta convertirse en una mole de más dos metros de alto con brazos largos que
llegaban hasta el suelo, piernas cortas, abdomen inmenso y rostro de cerdo,
todo su cuerpo emanaba un miasma negro-.
El inmenso cerdo empezó a atacarlos. Mientras su compañero huía.
-¡El miasma es venenoso, que no los toque!-. Jean les advirtió a los demás.
El profesor Viler le arrojó una inmensa piedra que el monstruo desvió con sus
largos brazos.
-Si no lo podemos tocar, entonces ¿Qué sugieres?-.
- Si cubren su cuerpo o sus espadas con chi, podrían anular el miasma y
atravesar su cuerpo-.
Ter Weiis y Jean se arrojaron al suelo evitando los largos apéndices de su
enemigo.
Cambiando nuevamente a un arco empezó a bombardear con flechas al
gigantesco puerco buscando dañar sus ojos, teniendo éxito destrozando el
derecho.
Chillando por el dolor, el monstruo empezó a blandir sus brazos con dirección
a Jean.
-Así es, ¡Ven aquí cerdito!-. El joven provocaba a su oponente y esquivaba sus
fieros ataques.
A pesar de no poder caminar debido a sus pequeñas piernas, en un ataque de
ira la bestia brincó logrando atrapar a Jean entre sus manos de largos dedos.
-Agh- Jean intentaba zafarse del fuerte agarre.
-Te aplastare y luego te comeré, ja ja ja-.
-Aghh, ¿No crees que estas olvidando algo asqueroso cerdo?- Con una
maliciosa sonrisa el joven cuestionó a su adversario.
-¿Eh?-.
Un ruido sólido se escuchó, el profesor Viler atacó el cráneo del demonio el
cual aturdido soltó su presa y antes de que pudiera moverse otra vez, el
profesor Ter Weiss le cortó la cabeza de un tajo.
-Cuecui Ja ja- La cabeza decapitada seguía hablando-. Nosotros sólo
éramos…. Cui, encargados de una puerta, hay más en otras partes de la
ciudad…cui cui perdieron…-
Jean caminó hacía donde se encontraba y con un movimiento atravesó el
cráneo con una lanza de fuego, hasta que se volvió cenizas.
-¿Qué rayos era esa cosa?-. Viler examinaba el cuerpo del puerco que todavía
se convulsionaba-. -¿Es acaso un Troll?-.
-No, es un humano que realizó el Ritual del Diablo-.
-Eso es ¿Cierto?…-. Ter Weiss no podía creerlo.
-Sí lo es, si lo que dijo esa cosa es verdad hay que regresar inmediatamente,
por lo que sé hay más como él en esta isla-. Sin perder tiempo Jean empezó a
recitar un conjuro.
-Amado y bravo corcel que surcas el camino del sol, cuya ira de tu especie
puede secar los mares y quemar los bosques, necesito tu veloz montura,
dígnate en aparecer ante mí-.
Del suelo empezaron a emerger llamas y apareció un corcel puro de fuego.
-Oh, oh-. El joven tranquilizó al pura sangre, después lo montó.
-Me adelantaré-.
Despidiéndose de sus profesores se internó en el bosque.
Jean no invocó al corcel de fuego anteriormente para no alertar a los que
habían abierto la puerta infernal, pero ahora era diferente, creando dos largas
garrochas, embestía a toda creatura que se metía en su paso, pensando en que
tenía que llegar rápidamente al fuerte.
Dentro del fuerte
-Los muertos ya no pueden entrar a este lugar ¡El profesor Nirven lo
consiguió!-. El profesor Mckrin exclamó.
-Ataquen desde la distancia-. La capitana Maeru les daba órdenes a los
caballeros, pues su líder había muerto y la cadena de mando se había roto.
Cada vez que ella blandía su espada, una ráfaga de viento cortante devoraba a
sus enemigos.
-¿Cuánto tiempo más va a tardar profesor Mckrin?-. El hombre de la gran
panza, se encontraba en medio del primer piso intentando sacar a la fortaleza
de su letargo.
-La paciencia es una virtud. No falta mucho, ¡Ya está!-. Un ligero temblor
retumbó en todo el fuerte, las defensas antiquísimas se activaron y renovaron
gracias a este hombre.
-¡Qué algunos vayan a los otros pisos y disparen los cañones y torretas!-.
-¡Sigan disparando como si no hubiera un mañana, la energía espiritual
acumulada en el fuerte después de tanto tiempo sin uso es inmensa!-.
Sin perder tiempo obedecieron a la mujer, con grandes estallidos, de los
cañones salieron inmensas bolas de hielo abatiendo a los numerosos enemigos
en la tierra, mientras de las torretas salían dagas de fuego en ráfagas sucesivas
inundando el cielo nocturno e iluminándolo de carmesí.
-¡La puerta sur ha caído! ¡Los monstruos están entrando por ahí!-. Un guardia
joven informó la situación en el otro frente.
Varias pesadillas y sabuesos infernales entraron y combatían con gran fiereza
a los guardias.
Algunos pequeños demonios alados con aspecto reptiliano y de tamaño similar
a las arpías entraron en grandes cantidades, llenando el primer piso.
-Retirada al segundo piso, nos reagruparemos arriba-. La capitana Maeru
decidió abandonar el primer piso.
El profesor de magia creó una pared de hielo cortándoles el camino a los
monstruos, permitiendo que todos pudiesen replegarse.
Al subir al siguiente nivel destruyeron las escaleras de roca y bloquearon el
boquete con hielo sólido.
La situación en el segundo piso no era mejor, parvadas de arpías y de los
demonios alados llenaban el lugar.
-¡Van Fey, Windwild, Sanctus! ¡¿Qué rayos hacen en este lugar?!-. Laur se
encontraba manejando una torreta y disparando contra sus enemigos, mientras
Lili y Liz la protegían, la primera usaba una espada que brillaba intensamente
con una luz blanca y la otra estaba manteniendo un barrera de viento para que
los enemigos no se les acercaran, el cadáver de un caballero se encontraba a
sus pies, probablemente era el que estaba manejando la torreta antes.
La mujer de ojos grises se sorprendió al verlas, pues todos los estudiantes
habían sido llevados a la biblioteca que se encontraba en el tercer piso, la
profesora Gray y Seyd así como el profesor Claret se encontraban ahí-
-No pudimos irnos, nos quedamos atrapadas aquí usando la torreta-. Sanctus
contestó superponiendo su voz a los estridentes lamentos de las arpías.
-¡Maldición!, ustedes tres releven a los estudiantes-.
Tres hombres corrieron hasta donde se encontraban las señoritas.
-Ahora todas vayan hasta el tercer piso a la biblioteca, este no es lugar para
ustedes-.
Antes que pudieran seguir las indicaciones de la profesora, una gran ventisca
de viento las empujó y derribó hacia el interior del castillo.
Un gran murciélago deforme con aspecto humanoide y un intenso olor a
sangre se coló en el segundo piso volando casi a la altura del techo, de repente
se abalanzó en picada sobre uno de los hombres y lo levantó arrojándolo hacia
la pared.
-Profesor Mckrin, hay que encargarnos de esa cosa-. La joven mujer se colocó
enfrente de sus alumnas para protegerlas blandiendo sus hojas dobles.
Dos arpías la atacaron de frente, arrojó una de sus espadas la cual atravesó el
tórax de una, la otra intentó atacar su rostro con sus afiladas garras, ella la
bloqueó con su otra arma, pero la fuerza la arrojó al suelo.
Su enemigo no desaprovechó la oportunidad e intentó rematarla durante el
forcejeo, pero una de sus alas fue cortada por la espada blanca de Sanctus,
enseguida Van Fey le disparó balas de fuego con sus dos revólveres de color
rojo, asesinando a la bestia.
-Gracias, ahora no se separen de mí y estén atentas-.Ellas hicieron como se les
dijo, manteniendo la misma formación anterior, Laur atacando, Liz
defendiendo y Lili de soporte.
Del otro lado, el profesor de magia intentaba golpear con un rayo eléctrico que
salía de sus manos al murciélago gigante sin poder impactarlo; sin embargo no
era un esfuerzo del todo inútil, quemó a varias arpías y demonios alados que
no eran tan rápidos como el murciélago, quien intentando deshacerse de su
atacante volvió a agarrar a otro caballero y lo usó como arma contra el
Maestro Mago.
El cual fue impactado por el cuerpo del hombre a pesar de su barrera,
probablemente hizo débil sus defensas para que pudieran amortiguar la caída
del caballero, en caso contrario hubiese sido lo mismo que si chocara contra
una sólida pared de roca.
Viendo a las cuatro mujeres jóvenes, la bestia se abalanzó sobre ellas, leyendo
su intención la capitana Maeru concentró chi en todo su cuerpo, un aura de
color blanco emanó de su pequeño ser, Liz también aumentó la fuerza de su
barrera.
El choque fue violento y lamentablemente no lograron contener al monstruo,
fueron arrojadas por la embestida hacia el balcón, recibieron varias
contusiones al chocar contra el suelo.
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Jean por fin pudo ver el fuerte, el cual se encontraba rodeado por una gran
cantidad de monstruos, los cuales ya habían tomado el primer piso,
afortunadamente los Draugrs no podían acercarse más, era como si una barrera
invisible los mantuviera a raya.
También pudo observar que las defensas de la fortaleza se activaron, el ruido
de los cañones y fuego de las torretas que alumbraba el cielo eran prueba de
ello.
Sentado en su montura buscó la zona donde menos enemigos se concentraban
y esquivándolos llegó a la base de la gran construcción, sin detenerse el corcel
de fuego empezó a correr sobre las paredes subiendo en vertical hasta arriba
en el tercer piso, después descendió con la intención de aterrizar en el amplió
balcón del segundo piso, esto era posible debido a que se trataba de un espíritu
que no estaba atado a las leyes de la gravedad.
Logró divisar a cuatro personas heridas que estaban a punto de ser atacadas
por un monstruo alado de color negro que se encontraba parado enfrente de
sus víctimas, desvaneciendo su montura se dejó caer, invocando su guadaña
de fuego atravesó el cuerpo del murciélago gigante, que sólo tenía ojos para
sus indefensas presas.
El demonio fue cortado a la mitad, agarrando las dos partes del cadáver, el
joven las arrojó sin piedad de la fortaleza, después se acercó a la capitana
Maeru y a sus compañeras para verificar su estado de salud.
-Nox ¿eres tú?-. La primera en preguntar fue la joven mujer de cabello gris.
-¿Se encuentran bien?-. Jean estaba preocupado.
Afortunadamente no tenían heridas que pusieran en peligro inmediato sus
vidas y tampoco fueron contaminados por el miasma, sólo tenían contusiones
y estaban un poco desorientadas.
-Capitana por favor escóltelas con los demás estudiantes-.
-Tú deberías ir con ellas, yo soy una profesora-.
-Ahora mismo todas están heridas, si se quedan sólo serán un lastre, así que
únicamente lo repetiré una vez más, vayan a un lugar seguro-. Nelu conocía
ese tono de voz lleno de ira y al mismo tiempo de preocupación.
-Confíe en mí, me encargaré de esto-. Añadió el joven.
-Vamos señoritas, busquemos un lugar para curar nuestras heridas-.
Antes de que sus compañeras pudieran decir algo Jean se dirigió a ellas.
-Luego hablamos, ahora vayan con la Capitana-.
Entendiendo la atmósfera, en silencio siguieron a la profesora Maeru.
Cubriendo su camino de retirada con flechas de fuego, las vio subir hasta que
desparecieron de su vista.
-¡Ahora entonces no esperen que les muestre piedad alguna asquerosos
demonios!-El fuego que emanaba de su cuerpo aumentó de intensidad
tornándose carmesí.
Uno por uno derribó a sus enemigos, los cuales se convertían en cenizas antes
de siquiera tocar el suelo.
Sin embargo no pudieron descansar, tres sujetos ataviados de negro entraron
por los balcones, aparentemente treparon por las paredes y asesinaron a los
caballeros encargados de las torretas y cañones.
-Es inútil resistirse, es mejor que dejen que los matemos de una vez-.
En esta ocasión, ninguno ocultaba su rostro, todos eran jóvenes adolescentes.
-Será mejor que se rindan y dejen que los matemos tranquilamente, ¡Frente a
ustedes tienen a seres perfectos!-.
Uno de los tres jóvenes habló extasiado.
-Lo siento, pero no nos rendiremos ante ninguna basura como tú-. El joven
vizconde respondió con desdén.
-¡No soy una basura! ¡Soy un Dios! ¡Observa el verdadero poder!-.
El cuerpo del enemigo se empezó a deformar y transformar, de igual forma
como el cerdo que habían encontrado en el bosque.
En un parpadeo Jean se colocó enfrente del “Dios” y lo cortó desde el hombro
derecho hasta la cadera izquierda.
-¿Eh?- Su enemigo no supo que pasó, las dos mitades se prendieron en llamas.
-En ese caso déjame ser el “Demonio”.- Jean se permitió dar rienda suelta a
toda su ira, odio y sed de sangre.
Antes que los acompañantes del caído reaccionaran, con un movimiento
amplio e imperceptible de su Hoz de fuego, de manera horizontal, dividió en
dos sus cráneos y rostros a nivel de la nariz.
Los cuerpos caminaron unos pasos, perdieron el equilibrio cayendo al suelo.
La escena heló la sangre de sus aliados.
-Escuchen bien, los enemigos no son humanos aunque tengan esa apariencia,
destrocen su cráneo o su corazón el cual está del lado derecho ¡Recuérdenlo si
quieren vivir!-.
Ocurrieron dos explosiones, el hielo que cubría las escaleras que ahora estaban
reparadas fue atravesado, entraron cerca de diez enemigos junto con otros
monstruos, Jean percibió el olor característico de aquellos que se habían
fusionado con los demonios.
Erigió dos barreras de fuego para reemplazar el hielo, evitando que entraran
más bestias, creando dos pistolas de flamas disparó contra los esbirros,
pesadillas y sabuesos infernales, mientras se movía de un lado a otro.
Uno de los intrusos se transformó en un sapo gigante, con su larga lengua
atrapó a uno de los caballeros y lo devoró.
Regresando a su guadaña Jean corrió en dirección al monstruo, el cual repitió
el mismo movimiento, pero en esta ocasión su lengua fue cercenada,
derramando sangre por todas partes, Jean saltó encima de su enemigo, pero
este de igual manera con un gran saltó lo embistió.
Su arma atravesó el cerebro del anfibio, pero recibió de lleno el peso del
grotesco ser cuando cayeron al suelo, rompiéndose varias costillas.
Quitándose el cuerpo de encima, se puso en posición de defensa observando
los alrededores, varios se habían transformado en bestias horribles, con
apariencia de topos, cabras y reptiles, sus aliados eran masacrados a un ritmo
alarmante.
Eligió a los que todavía no habían completado su transformación y volvió a la
pelea, localizó a una mujer de cuya cabeza empezaban a brotar dos cuernos y
colocando su mano izquierda en el rostro de ella, soltó una bola de fuego en
rango cero destrozándosela en el acto.
Un demonio con aspecto de cabra cargó contra él intentando embestirlo,
moviéndose hacia un lado con su guadaña le cortó las piernas, la bestia giró
varias veces antes de detenerse.
Aterrizando encima de la espalda de su oponente con un ruido sordo, Jean le
rompió la columna y sin titubear separó su cabeza.
Antes que localizara un nuevo objetivo, un hilo blanco y pegajoso resistente a
sus llamas lo envolvió jalándolo hacia arriba, volteó a ver al techo y encontró
a una creatura con la parte superior de una mujer y la inferior de araña negra,
al llegar donde estaba esa abominación, ella abrió ampliamente su boca
mostrando varios colmillos filosos, dejando clara su intención.
Aprovechando esa acción, Jean soltó una llamarada de fuego desde su boca, la
cual entró de lleno en el cuerpo de su oponente, la mujer araña soltando
lastimeros gritos empezó a quemarse desde adentro, retorciéndose perdió su
agarre y se precipitó hacia el suelo.
Mientras caía Jean aumentó la intensidad de sus llamas por segunda ocasión,
las cuales se tornaron azules rompiendo sus ataduras, creando dos espadas de
su elemento las arrojó hacia una de las bestias con apariencia de topo y
descomunales garras, con las cuales destrozaba el cuerpo de los caballeros que
intentaban atacarlo.
Las dos espadas perforaron el cráneo del monstruo, que dejó de moverse.
Los caballeros se hicieron cargo de dos demonios-humanos más, dejando sólo
a tres restantes, sin embargo ya no se encontraban en el segundo piso.
-¡Al tercer piso! ¡Retrocedan todos al tercer piso!-El profesor Mckrin en algún
punto había recobrado el conocimiento y empezado a pelear nuevamente, su
cabellos y ojos habían cambiado a color blanco y de su cuerpo emanaban
chispas eléctricas.
Quedaban muy pocos caballeros y las barreras de fuego de Jean ya se habían
desvanecido, lo que permitió que más monstruos entraran en hordas.
Cuidando la retirada el joven y el profesor lanzaban ataques de larga distancia,
de fuego y rayo, manteniendo alejados a los monstruos.
En el último piso la situación no era mejor, dos grandes monstruos estaban
destrozando todo, uno tenía la apariencia de un gran simio negro de un solo
ojo rojo, grandes colmillos disparejos que salían de su hocico; el otro tenía
cabeza de lagarto, con un gran collar de piel alrededor de su cuello que se
expandía haciéndolo ver amenazador y un cuerno en el centro de su frente, el
resto del cuerpo era el de un reptil.
Atrás de ellos se encontraba el tercero, pero no se había transformado, seguía
en su forma humana y no se movía sólo observaba desde su capucha que le
cubría el rostro.
El profesor Nirven se encontraba herido contra la pared sosteniendo su
abdomen, a su lado se encontraba la profesora Seyd auxiliándolo.
Tres golems de roca y dos armaduras vacías luchaban contra los monstruos
mientras los caballeros rodeaban a los enemigos
-Profesor Mckrin, ¡Qué bueno que está aquí! Nirven fue herido-.
Jean también se acercó y sus temores fueron correctos, el profesor tenía una
amplia herida de la que brotaba miasma negro.
El profesor de magia intentó aplicar magia curativa, la herida se cerró pero
cuando se dejaba de aplicar la magia volvía a abrirse.
-No lo entiendo, parece una herida causada por un demonio, si tuviéramos
agua bendita podríamos realizar una ceremonia de purificación y limpiar la
herida-. El Maestro de la Magia intentó mantener la calma, por su parte el
profesor Nirven se encontraba pálido y débil.
-Por favor permítanme ayudar-. Jean creó una daga de fuego púrpura.
Cuando el profesor Mckrin lo vio se hizo a un lado.
-Eso servirá mejor, apúrate antes de que la infección avance-.
El joven introdujo la navaja dentro de la herida, mientras la mujer elfo y el
hombre sostenían al herido.
Después de unos segundos, el miasma negro desapareció y la profesora Seyd
curó al profesor Nirven.
Jean se unió nuevamente a la pelea, empezó a combatir con el gorila de un
ojo, el simio tenía un potente golpe, cada vez que sus puños alcanzaban a
alguien este era arrojado y quedaba sin vida.
El gran simio intentó golpear al joven, pero él se arrojó a un lado esquivando
sus puños, sin darse por vencido la bestia siguió azotando sus puños contra el
suelo queriendo aplastarlo, Jean giraba de un lado a otro evadiendo los
mortales ataques.
Un golem golpeó en el rostro al iracundo monstruo el cual retrocedió unos
pasos, aprovechando la oportunidad Jean se levantó y alejó.
En represalia su enemigo destrozó a los tres golems y a las armaduras vacias,
los restantes caballeros retrocedieron aterrados.
La profesora Seyd y el Profesor Mckrin peleaban contra el reptil con bolas de
fuego, hielo y rayo.
Sin poder recibir apoyo Jean decidió terminar rápido con su oponente para
minimizar los daños.
-Señor del rayo, confiere tu favor a este necesitado guerrero y bríndale un
escudo que el mal no pueda penetrar ¡Égida!-.
En su brazo derecho apareció un escudo plateado con labrados de serpientes
negras en su frente.
Portándolo se acercó al simio, el cual dejó caer sus dos brazos y puños sobre
el joven, se escuchó un ruido sordo debido al impacto pero Jean resistió el
ataque y poniendo toda su fuerza empujó a su enemigo haciéndolo perder el
balance momentáneamente, apartando a un lado el escudo, atacó con una
lanza de fuego que penetró el inmenso ojo rojo de su enemigo atravesando su
cráneo.
Ahora solo quedaban dos. El lagarto al ver a su enemigo caer dejó salir un
chillido agudo, haciendo que todos se cubrieran los oídos, se abalanzó sobre el
asesino de su compañero; sin embargo antes que pudiera atacar, un hombre de
baja estatura se puso delante y con sus puños desnudos le golpeó en el
abdomen, el reptil salió volando al lado contrario donde otro hombre con
espadas dobles le esperaba, el cual le atravesó el tórax y levantó al monstruo
arrojándolo hacia un lado.
El profesor Ter Weiss y Viler habían regresado en un buen momento, aunque
su condición no era la mejor; estaban manchados en sangre y se podían ver
heridas abiertas en todo su cuerpo.
Sólo uno faltaba.
-¡Ja ja ja ja ja ja ja ja ja!-El único humano-demonio faltante comenzó a reír
descontroladamente.
-Si quieres que algo salga bien hay que hacerlo uno mismo-.
El joven se dirigió a Jean, era de tez blanca, ojos negros y cabello rubio, su
rostro le recordó a alguien de su pasado.
- Me has molestado muchas veces primero en el centro, viendo esa hoz de
fuego puedo deducir que eres la misma persona contra la que pelee en el
puerto y ahora nuevamente osas meterte en mi camino. En los laberintos
tuviste suerte ¡Pero en esta ocasión no saldrás vivo, maldito!-
Sin perder tiempo comenzó a transformarse en una inmensa oruga-gusano de
color arena que abarcó poco menos de la mitad del tercer piso, cuando abría la
“boca” se podían ver hileras múltiples circulares de dientes filosos, sus ojos
eran pequeños, algunas partes del cuerpo estaban llenas de vellos negros, que
dejaban salir un pútrido olor, el miasma oscuro característico de su clase lo
rodeaba.
El profesor Ter Weiss y Viler atacaron conjuntamente al monstruo, pero
fueron rechazados por la dura piel.
Usando su cola la oruga demoniaca contraatacó golpeando a los dos hombres
que chocaron contra la pared.
Los ataques de la mujer elfo y el profesor de magia tampoco tenían efecto,
todos se encontraban heridos y cansados. Era el peor escenario posible.
El desagradable ser avanzó hacía ellos embistiendo con su cola a los
caballeros más cercanos.
-Monarca de los sueños y señor de los deseos ocultos, permíteme con tu favor
mostrarles a mis enemigos la quimera de mis pensamientos-.
La oruga se precipitó hacia Jean quien no se movió, sus afilados dientes lo
alcanzaron, levantó al joven y comenzó a devorarlo.
Sin embargo el cuerpo se desvaneció en partículas de Luz, desde atrás del
demonio, Jean reapareció e hincó su guadaña de llamas azules en la cabeza de
su enemigo.
El demonio empezó a contorsionarse violentamente, el joven se aferró de su
arma encajada en su enemigo, el cual azotó su cuerpo contra la pared, Jean
recibió todo el impacto, abundante sangre se escapó por su boca, la creatura
repitió el proceso varias veces más intentando quitárselo de encima sin
lograrlo.
-El más grande y valeroso guerrero, sacrificando un brazo ataste al gran mal
hasta los tiempos del Ragnarok, por tu inmensa bravura te pido hagas lo
mismo con la bestia delante de mí-.
El profesor de magia realizó un conjuro antes que la inmensa oruga se
volviera a azotar contra la pared, cadenas de color plata aparecieron alrededor
del demonio, anclándose a la tierra y deteniendo sus movimientos.
Aprovechando la situación creada, Jean se puso de pie y bajó corriendo por el
largo cuerpo de su enemigo arrastrando su hoz, abriendo en canal al
desagradable ser, al mismo tiempo que cortaba sus cadenas.
Al verse libre de estas la bestia se retorció de dolor chillando agudamente
haciendo que Jean cayera, pero el daño ya estaba hecho, más de la mitad de su
cuerpo estaba abierta por una herida fatal, una gran cantidad de miasma negro
y sangre del mismo color escapó de su cuerpo y con ella su vida. El monstruo
quedó inerte emanando un olor más fétido que cuando estaba vivo.
La profesora Seyd acudió a ayudar a Jean, el cual se encontraba tirado en el
suelo cubierto por su propia sangre, cuando la mujer elfo lo vio las llamas que
lo envolvían pasaron de azul a carmesí y después a anaranjado rojizo hasta
que se apagaron completamente, el color de su cabello, cejas, pestañas, ojos y
uñas regresaron al color habitual.
Revisando su estado, la profesora elfo encontró que tenía varios huesos rotos y
hemorragias internas, le dio tratamiento de urgencias hasta que pudieran
llevarlo a un hospital, ya que ella no tenía energía para hacer algo más.
Los rayos del sol se colaron por las ventanas y con ellos el ruido de un cuerno
de guerra, se trataba de los refuerzos de la sede de los caballeros que habían
llegado.
Los profesores Ter Weiss y Viler en su camino hasta el tercer piso se
encargaron de una gran cantidad de monstruos, así que fue relativamente
sencillo para los refuerzos arribar hasta donde se encontraban.
-Atiendan a esta persona primero-La mujer elfo llamó a los sanadores para que
atendieran al joven.
-Primero atiendan a los más graves por favor-. Sin que la mujer se diera
cuenta Jean se había levantado y se sostenía contra la pared respirando
pesadamente.
-Yo sólo necesito descansar un poco, hay otros en los que su vida peligra,
ayúdenlos a ellos.
-Nox, tú estás muy herido deja que te atiendan primero-. La profesora Seyd
intentó convencerlo.
-Hay caballeros que fueron contaminados por el miasma, ellos necesitan ser
atendidos urgentemente-. El joven refutó lo que ella le dijo.
-Si dejas que te curen, tú podrás ayudarlos a eliminar el miasma, no creo que
haya alguien entre estos sanadores que pueda producir la llama púrpura-.
Lo que la profesora dijo fue lógico e irrefutable así que Jean cedió.
Después de ser aceptablemente curado, comenzó a eliminar el miasma negro
del cuerpo de los heridos.
Finalmente se recostó en el suelo agotado.
Los estudiantes salieron de la biblioteca cuando se dio la señal de que todo
había pasado.
La capitana Maeru, Laur, Liz y Lili empezaron a observar sus alrededores en
busca de Jean y lo encontraron yaciendo en el piso.
La joven mujer de cabello gris fue la primera en acercarse a verlo, en su rostro
se dibujaba una gran preocupación.
Poniéndose de rodillas colocó su oído en el pecho del joven, después de
escuchar sus latidos aliviada dejó escapar un suspiro.
Las tres señoritas al llegar también se hincaron alrededor del joven.
-Él esta…-
-Vivo, sólo está durmiendo-. La profesora Maeru completó la frase de las
doncellas, las cuales sonrieron aliviadas.
-En ese caso despertémoslo-. Laur dio a conocer sus intenciones.
-Oh ¡Por favor no lo hagan! Él peleó ferozmente contra nuestros enemigos, en
el proceso resultó gravemente herido-. El profesor de magia se les acercó y
reprendió levemente.
-Necesita un merecido descanso, después de que lo curaron ayudó a sanar a
los heridos, así que ahora debe estar totalmente agotado-. La profesora Seyd se
unió a la conversación.
Las tres señoritas se levantaron y se disculparon.
-¿Cuántas bajas tenemos?-La capitana Maeru poniéndose de pie preguntó
sobre el resultado de la batalla.
-De la Academia nadie, pero de los caballeros la gran mayoría fue asesinado-.
El profesor Ter Weiss apareció apoyado del hombro del profesor Viler .
-Al final ¿Logramos saber por qué nos atacaron? - La profesora Gray se unió a
la conversación.
-No y tampoco sabemos cómo es que lograron realizar el Ritual del Diablo.-
El Maestro de los puños contestó con una expresión grave.
-Yo tengo una ligera idea pero quisiera hablar en un lugar mejor, donde la
directora este presente-. La capitana tenía algo de información al respecto,
pero quién tenía más respuestas se encontraba durmiendo.
Todos los presentes aceptaron la proposición.
Después de varias horas los caballeros evacuaron y escoltaron a todos de
regreso a la Academia, donde un gran número de ellos se mantuvieron
patrullando el lugar, las clases fueron canceladas y se mantuvo a los
estudiantes en sus dormitorios.
Al día siguiente Jean fue llamado a la dirección a primera hora, donde
encontró a la capitana Maeru y dos personas que no reconoció, una anciana
con un vestido simple gris y una mujer a mediados de sus veinte, de cabello
negro y facciones delicadas pero de mirada fiera.
-Buenos días, vine como se me solicitó-.
-Pase Señor Nox Crow, mi nombre es Sina Seyd, es un gusto conocerle, soy la
Directora de la Academia del Sol-. La anciana se presentó.
-¿Seyd?-.
-Así es, soy la hermana de tu profesora.
Al ver que el joven se encontraba confundido añadió con una sonrisa.
-Nuestro padre es el mismo, pero nuestra madre no. Ella es una elfo pura, yo
soy una mestiza.
-Ya veo, disculpe mi torpeza-.
-No te preocupes, quisiera informarte que por tus valientes actos en la batalla
del fuerte, esta institución junto con la ciudad te recompensará con la medalla
del Grifo, que es el más alto honor que poseemos-.
-¿Por qué me recompensaría la ciudad? Lo que hice fue por mi propia
decisión, no necesito nada a cambio-.
-Tal vez sea así, pero mis hombres han hablado bien de ti, los pocos
sobrevivientes dicen que si no hubiera sido por ti no hubieran sobrevivido-.
La mujer de mirada fiera habló.
-¿Usted es?-.
-Mi nombre es Leil Rewn, soy la líder de los caballeros de esta ciudad-.
-Ya veo, gusto en conocerle-.
-Siendo franca, me contaron que aparentemente tenías experiencia, sabías a
que te enfrentabas desde el inicio, incluso les diste instrucciones al escuadrón
de caballeros sobre los puntos débiles de esos demonios-humanos, no pudimos
mandar refuerzos antes por qué también estábamos bajo ataque en la central,
así que quisiera información sobre nuestros enemigos por sí lo mismo se
vuelve a repetir-.
-Los profesores de esta Academia comparten la misma preocupación ¿Podrías
por favor darnos más información Nox?. La Duquesa Xellar ha dado el visto
bueno-. La capitana Maeru quien se había mantenido callada le hizo una
petición.
-No me parece buena idea-.
-¿A qué te refieres?-. La directora parecía desconcertada ante la respuesta del
joven.
-¿No les parece extraño que nos atacaran un día antes que los caballeros
pusieran en acción su plan para arrestarlos?-. El joven estaba reacio a
compartir información con razones justificadas.
- ¿Acaso está sugiriendo que alguien les avisó?-La líder de los caballeros
visiblemente se incomodó.
-Sería la obvia conclusión, probablemente hay un traidor en sus filas-.
-¿Y qué pruebas tienes?- Al ser cuestionado el honor de sus tropas, la mujer
de ojos fieros exigió la comprobación de las palabras de Jean.
-Antes que nada recuerde que nada es incorruptible, segundo puedo detectar a
esos demonios híbridos, ayer quince de ellos nos atacaron, pero en su base
detecté más que eso-.
-Además de monstruos a nosotros nos atacaron cinco de ellos-. La mujer
aportó información adicional.
-Eso hace un total deveinte, allá afuera hay sueltos muchos más, si usted me lo
permite puedo buscar a los traidores dentro de sus tropas en caso de que los
haya, si no encuentro nada me disculparé apropiadamente con usted-.
Jean en todo momento mantuvo un tono serio, sin intimidarse por la presencia
de la líder de los caballeros mientras la veía a los ojos.
-No puedo decir que es agradable lo que me acabas de decir, pero no pierdo
nada y puedo ganar mucho ¿Puedes detectarlos acertadamente?-.
-Sí, he peleado con muchos de ellos antes y conozco bastante bien su
conducta, aura y olor-.
-Suena como si fueras una bestia-.
-De donde vengo es la norma-. Jean sonreía confidentemente.
-Me gustaría saber de qué lugar es ese del que hablas-.
-Cof, cof, ya que Leila accedió ¿Estarás dispuesto a hablar?- La capitana
Maeru intervino entre ellos dos que parecían haberse olvidado de los demás
mientras se observaban fijamente, sin perder detalle el uno del otro, parecía
molesta.
-Primero creo que el Imperio tuvo algo que ver en esto pero no ordenó el
ataque-. Jean comenzó a compartir información.
-Entonces es cierto lo que me contó la Duquesa Xellar, es algo difícil de creer-
. La líder de los caballeros aceptó con pesar las palabras del Joven.
- ¿A qué te refieres con que no ordenó el ataque?-En esta ocasión la Directora
Seyd preguntó.
-Mi teoría es que están intentado reclutar a jóvenes talentosos e importantes y
que mejor lugar que la Ciudad Lux donde se reúnen los hijos de personas
influyentes de todo el mundo, pero este es un plan a futuro, cuando ellos
crezcan con gran probabilidad ocuparán el lugar de sus padres-.
-Eso es imperdonable, es como el profesor Mckrin dijo, él identificó al último
de los atacantes y se trataba de uno de nuestros estudiantes, era hijo de Lord
Tartem-. La anciana mujer no podía perdonar tal acción, corromper a las
generaciones de jóvenes iba más allá de simple maldad.
-Ya veo, así que ese era su hijo, se me olvidó preguntarle su nombre- Jean
hizo un vago comentario.
-Si es un plan a futuro ¿Por qué atacaron entonces? No tiene sentido-. La
joven mujer de ojos grises expresó sus pensamientos.
-De hecho lo tiene Capitana, hacer a los jóvenes caer tentándolos con poder
obviamente resultaría muy fácil para el Imperio y ellos queriendo más poder
harían cualquier cosa. Por eso robaron y asesinaron sin dudar, me atrevo a
decir que su plan era secuestrar a los estudiantes y entregarlos como rehenes
para chantajear a sus padres, o convertirlos en aliados lavándoles el cerebro,
en resumen actuaron por su cuenta para demostrar su valía ante el Imperio-. El
joven siguió con su teoría.
-Si ya se habían convertido en demonios ¿Para qué querían las piedras?- La
líder de los caballeros realizó una sencilla cuestión.
-Como dije el plan del Imperio es a futuro, su transformación no estaba
completa, necesitaban las piedras para abrir un portal infernal y absorber su
energía, con lo que lograrían terminar el proceso de demonificación-.
-Esto seguirá pasando hasta que los detengamos, aunque no podemos ir en
contra del Imperio por los canales oficiales porque simplemente lo negarían
todo, me encargaré de contar a todos los países de sus acciones, conozco a
demasiadas personas que estarán ansiosas de prestar su ayuda-. La directora
había resuelto que tomaría las cartas en el asunto, con sus palabras la reunión
terminó.
EPÍLOGO
Aunque durante dos días más se suspendieron las clases, eso no evitó que Jean
junto con las demás señoritas acudieran al lugar de siempre a almorzar en
compañía de los duendecillos.
El joven fue bombardeado con múltiples preguntas, principalmente las
relacionadas con su estado de salud y la apariencia que tomó durante la pelea,
al escuchar que usó su nombre mágico para liberar su poder las tres jóvenes se
impresionaron y le pidieron que lo volviera hacer para que ellas lo pudieran
ver.
Ese mismo día en la tarde acompañó a Leil Rewn a la central de los
caballeros, donde Jean detectó a un solo traidor que intentó darse a la fuga,
pero fue atrapado por su líder.
La transformación del caballero traidor no estaba completa, su rostro era una
mezcla de un horrible pez y el propio.
En el cuarto de interrogación donde sólo tres personas se encontraban, Leil, el
traidor y Jean quien usando la flama púrpura revirtió al hombre a un estado
más humano causándole indescriptible dolor, sacando una confesión entre sus
gemidos, gritos y maldiciones que confirmó las palabras del Joven.
-En ese caso ya no me sirves más- Sacando su guadaña de fuego después de
obtener toda la información disponible Jean intentó deshacerse del hombre, el
cual empezó a rogar por su vida-.
-Él es uno de mis hombres, yo me encargaré de darle el castigo apropiado-.
Colocándose entre el traidor y el arma de llamas Leil detuvo a Jean.
-¿Hombre?, ¿En verdad le parece que esta cosa es un hombre?, Le recuerdo
que por su culpa muchos murieron sin que tuvieran la oportunidad de
prepararse y aun así insiste en defender a esta abominación-.
El tono frío del joven que se encontraba delante de ella estaba cargado con
odio e impiedad, que no encajaba con su edad ni frágil apariencia, en ningún
momento dudó o bajó sus armas, algo en él la hizo temer y un sudor frío
recorrió su espalda.
-Yo soy su líder, dejaré que sus compañeros decidan el castigo, ¿No crees que
sería injusto quitarles ese derecho?- Ella intentó abordarlo de otra manera.
-Me parece justo-. Jean desapareció su arma preferida y dando la vuelta se
retiró.
Al día siguiente las clases se reanudaron, al final de ellas se hizo una pequeña
ceremonia privada en la dirección con únicamente cuatro integrantes (los
mismos de la reunión pasada), donde fue obligado a participar.
Leil Rewn, como representante del Orden De la Ciudad Lux, le colocó una
medalla de oro con una insignia de un Grifo.
Todos los presentes lo felicitaron. Después de unos momentos la capitana
Maeru y él se retiraron, quedando sólo la directora y la Líder Caballero, en el
pasillo Jean se topó con un hombre vestido con ropas lujosas, de tez blanca,
cabello negro, ojos cafés y obeso, que le cortó el paso.
-¡Así que tú eres el asesino de mi hijo!-. El hombre le abofeteó, la Capitana
quiso intervenir pero el joven levantando su mano la detuvo.
-¡Cómo te atreviste a tocarlo miserable!- Continuó abofeteándolo.
-Es un placer verlo de Nuevo Lord Tartem, pensé que no había podido escapar
de Le Morte-. El joven con una actitud burlesca se comunicó con el noble, el
cual detuvo su ataque y retrocedió asimilando las palabras del asesino de su
hijo.
-Tú... ¿cómo sabes?...-. El Lord retrocedió unos pasos más, en su rostro se
podía ver la sorpresa.
-Discúlpeme, "Respetado Señor", ¡Qué tonto soy!,. Es obvio que con esta
apariencia no me podría reconocer, por lo general en el coliseo siempre vestía
de negro y usaba una Hoz o una Guadaña para segar la vida de mis oponentes-
.
-¡No! ¡No es cierto! ¡Tú no puedes ser él!- El hombre cayó sobre su trasero
intentando alejarse de Jean visiblemente aterrorizado.
Con el mismo tono y actitud el Joven continuó.
-Dígame ¿Qué se siente que sea su hijo el que probó mi Guadaña y no un
preso desconocido? ¿Llorará o acaso reirá sin control como siempre solía
hacer?- La sorpresa del obeso hombre cambió a terror.
-Lord Tartem le pido humildemente un pequeño favor- Jean se agachó
poniéndose al nivel del hombre que estaba en el suelo, viéndolo a los ojos
continuó- mantenga limpio su cuello, porque me encantaría segar su vida uno
de estos días-.
Jean siguió su camino, después de avanzar un pequeño tramo volteó.
-¡Ah! una cosa más Noble Lord, shhh-. Poniendo su dedo índice enfrente de
su boca entregó un macabro mensaje sin mediación de palabras, "será mejor
que guarde silencio".
El joven se marchó seguido de una pálida Capitana Maeru.
Dos horas más tarde cuando se encontraba acostado en su cuarto, recibió una
llamada de Laur vía la efigie de madera.
-Jean ¿Me escuchas?, Quisiera presentarte a alguien, se trata de mi abuela
¿Sería posible que nos veamos en el árbol de siempre?-.
-Está bien, solo no vayas a hacer nada raro-.
-Que grosero, ¿Por quién me tomas?, Bueno te espero en cinco minutos-.
La comunicación terminó.
-Supongo que ahora podré cumplir una de mis promesas Maestro Fritz-. El
joven habló para sí mismo.
Al llegar al árbol encontró a la señorita acompañada de una mujer, cuya edad
él calculó se encontraba arriba de los 60, tenía el cabello rubio con varios
manojos de gris, en su rostro tenía una expresión amable con una gran sonrisa,
sus ojos eran de color azul.
-Jean Nox Crow, te presento a mi abuela Sofía Van Fey, vino preocupada
después de que escuchó del incidente-. Laur comenzó con las presentaciones,
lucía algo nerviosa.
-Mucho gusto Señora-. Jean hizo una reverencia.
-Igualmente Joven, mi nieta me ha contado muchas cosas sobre ti desde que
llegué, sinceramente habla demasiado-. La abuela dijo todo esto manteniendo
su gran sonrisa.
-(Ahora entiendo, de ahí sacó su encantadora personalidad)-. Jean se contuvo
la risa.
-¡Abuela!-.
-Bueno, bueno dejándonos de bromas, gracias por protegerla. Ella es mi única
familia-.Ahora fue ella quien hizo una reverencia.
-No, por favor no me agradezca, yo le debo mucho más a su familia y no
podría pagarles-.
- ¿Le debes a nuestra familia? ¿A qué te refieres Joven?-La abuela Sofía
examinó con sus ojos al joven.
-Me refiero a mi amado Maestro Fritz Van Fey, él fue uno de las pocas
personas que me extendieron su mano para salvar mi vida-.
-...Eso es imposible Joven, mi esposo murió hace más de catorce años...- La
mujer adulta respondió con un tono grave.
-No fue así, él fue hecho preso por el Imperio y enviado a la cárcel Le Morte,
aquí tengo la prueba- Jean, extendió su mano y le mostró una pequeña esfera
de cristal de color azul.
-Me dijo que se la entregara a su esposa, es decir usted señora-.
La mujer tomó la esfera y la colocó en su palma.
-Abuela ¿Qué es eso?-
Laur no sabía cómo responder ante esta situación, le habían dicho que su
abuelo murió cuando ella tenía solo un año de edad, así que prácticamente no
lo conoció.
-Es un holograma, soy Sofía Van Fey dime tu mensaje-. Con esas palabras la
esfera comenzó a brillar levemente, después surgió una imagen en tres
dimensiones de un hombre adulto, delgado, mayormente calvo, ojos cafés,
nariz pequeña, labios gruesos, vestido con una bata de investigador el cual
comenzó a hablar.
-"No sé si es de día, tarde o noche, así que solo diré "Buenas tengan", si este
holograma se activó significa que llegó a tus manos mi amada Sofía.
Siento mucho no haber estado contigo estos últimos casi quince años, a pesar
de que prometí siempre quedarme a tu lado, el Imperio me arrebató de ti,
querían que les diera los datos de la investigación que estaba llevando a cabo;
la explosión en el laboratorio fue causada por ellos y en ese evento asesinaron
al director, yo era el segundo al mando por eso fui secuestrado, a pesar de las
torturas no les dije nada, amenazaron con hacerte daño a ti y a nuestra querida
nieta, la única familia que nos quedaba; finalmente los convencí diciéndoles
que únicamente el director conocía los detalles y que nunca los compartió, fue
entonces cuando me arrojaron en este infierno que es la cárcel Le Morte.
Como quisiera poder verlas a ambas. Laur mi nieta, si estás ahí también te
debo una profunda disculpa, no sólo no tuviste padres que te vieran crecer sino
que tampoco pude estar ahí para ti, eso me duele mucho, solo soy una excusa
de hombre, en verdad perdóname.
Había tantas cosas que quería decirte sobre el mundo, sobre mi hijo y tu
madre.
Aunque no tengo el derecho, recordando a mi hermosa esposa y a mi nieta,
pude tener fuerzas para sobrevivir día con día.
Estoy seguro que te has convertido en una joven muy hermosa, pues tienes los
genes de mi esposa y tu madre también era bella, permíteme compartir algo de
mi sabiduría, escucha atentamente, todos los hombres son lobos con piel de
oveja, que no se te olvide.
Ahhh, me siento mejor al compartirte el consejo más sabio que un abuelo
puede dar.
A pesar de que mi intención es sobrevivir, no sé si estaré vivo cuando vean
esto, así que quiero decirles algo muy importante, las amo mucho a las dos.
Rezo para que pueda verlas, rezo para que sean felices. Aún no puedo irme
porque todavía hay personas necesitadas en este lugar.
Nuestro discípulo peleó para alimentar y proteger a esta gente, se manchó las
manos con sangre, sufrió y estuvo a punto de morir incontables veces por el
bien de los demás, a pesar de que le prohibimos usar lo que le enseñamos para
mal; incluso en un ataque de rabia por habernos desobedecido le dijimos que
no lo queríamos volver a ver y sin embargo cuando ocurrió lo peor, fue el
primero en venir a buscarnos y advertirnos que estábamos en peligro.
Es un orgullo haber sido su maestro, también rezo por su felicidad.
"Adiós y hasta pronto."
El holograma desapareció y sólo quedó el llanto de tres personas.
-¡Ja!, es tal como dijiste abuela, el abuelo era un idiota.-. Laur lloraba pero
también reía.
-Ja ja, te lo dije muchas veces pero es bueno que lo verificaras con tus propios
ojos, aunque estoy impresionada, no pensé que fuera tan valiente- La abuela
Sofía se limpiaba las lágrimas de los ojos.
-No hablen mal de mi maestro era un gran hombre-.Jean lloraba
abundantemente, con su manga también se limpiaba las lágrimas y los mocos.
-Ven aquí Jean-. La mujer de edad lo abrazó fuertemente.- Le diste a esta
anciana una gran felicidad. ¿Cómo podré pagártelo?-.
-No diga nada de eso señora, la deuda que tengo con mi maestro Fritz no
podría pagarla nunca- El joven respondió con nerviosismo y timidez en su
voz.
Jean no se resistió al abrazo, aunque sintió que sus huesos estaban a punto de
romperse.
-Ven también aquí Laur- La señorita hizo lo que le indicaron, cuando estuvo al
alcance de su abuela, ella la abrazó sin soltar al otro joven.
Una hermosa escena se pudo ver al atardecer.
Fin del libro 1.
Palabras del Pseudo-Autor
Hola a todos, primero que nada me presento soy YADE, un intento de escritor
de novelas ligeras, de nacionalidad mexicana.
Soy amante del anime, manga y de todo lo que tenga que ver con la cultura
otaku.
Espero con toda mi fuerza que les haya gustado este escrito, continuare
escribiendo más de aquí en adelante, en mi cabeza hay muchas historias que
quiero sacar de ahí y dar a conocer a los demás
Quisiera recalcar que la portada es provisional ya que la imagen no me
pertenece, ya que es de un talentoso artista de Devianart, si tienen tiempo
pasen por su galería.
Me disculpo también por la falta de ilustraciones, y si me permiten contarles
una pequeña anécdota enteran el porqué de su ausencia.
La cosa fue realmente simple, no se dibujar, por eso contraté a un dibujante,
pero después de quedar de acuerdo y pagarle por adelantado, desapareció sin
dejar rastro, hasta la fecha no he tenido información de su paradero.
En fin si hay una alma caritativa y de buen corazón que quiera ayudarme con
eso, se lo agradecería muchísimo.
Antes de despedirme quisiera promocionar la siguiente página en internet:
http://novelaszero.blogspot.mx/, un lugar donde varios escritores o intentos,
(incluyéndome), suben sus novelas ligeras para que todos puedan leerlas,
también contamos con una página en Facebook.
Gracias por su apoyo.