NIVERSIDAD DE MÉXICO 29
E L e 1 N ENo por mucho que sufras
vas a huir del "Happy End"
Por Carlos MONSIVÁIS
Con la publicación de El cine '1'11 exicano, libro que, junto con el guión eleViridiana, marca el inicio de las actividades de la serie Cine-Club de la EditorialEra, se cumple otra etapa de la actividadue Emilio García Riera, uno de nuestrosmás aptos críticos y nuestro mayor filmógrafo. En este ensayo Garda Rieraafina, organiza y amplía considerablemente las ideas expuestas sobre el temaen un número de Artes de México, lesagrega una documentación excelente yexhaustiva y el resultado es el primerintento serio de establecer la historia deuna industria artesanal que pudo ser unarte. Libro ya indispensable, El cine mexicano suscita casi en forma inevitablela evocación y la polémi"ca, la necesidadde aproximarnos críticamente a un campo tan vasto y tan significativo, de entender las relaciones entre un cine poseídosiempre por la torpeza )' el proceso de lacultura nacional.
Las primeras diferencias que se plantean son circunstanciales. El mismo García Riera advierte en su nota preliminarque el riesgo básico al enjuiciar estas películas radica en la imposibilidad deverlas a voluntad, por la inexistencia deuna cinelnateca. En muchas ocasiones,GR tuvo que acudir al criterio ajenoo a un recuerdo enal tecedor. Así, puedeadjudicarse a Doría Bárbara ele Fernandode Fuentes "u na muy aceptable reconstrucción de la atmósfera del campo venezolano". Y además "los personajes elela novela, cargados de un valor simbólico que ejemplariza las ideas de unaburguesía liberal, adquieren, gracias aDe Fuentes, una concreción física que seopone a su condición de esquemas literarios". Una visión reciente de DoliaBárba1'O, suma del lugar común más caliginoso, revela sin piedad hasta qué puntoDe Fuentes, apuntalado por el grueso yo-astado tropicalismo de Rómulo Gallegos, abusó con fruición elel esquema y delas convenciones. Y así se podría formularuna lista de pequefias, poco significativasdiscrepancias. Porque en lo fundamental.en la crítica específicamente cinematográfica, es preciso estar de acuerdo. Yhay que c~in~il~ir en .Ias vel~taj~~ queposee el prlll.C1plo de slste.matlZaCLOn, alabordar las epocas a traves del examenindividual de los clirectores, lo que es unleal homenaje a la tesis del "cine ele autor". Es el capítulo de la interpretaciónel que motiva mis may~res. objeciones.Pese a todo, pese al esplendido esl:uerzoele GR, se ha eludido proporcionarle unaubicación social, política, histórica a uncine que, como el mexical~o, sólo por barroquismo puede se~ analtzado desde un
unto de vista estétLco. La labor ele GRp 'f'resulta elemasiado espeCl IGl y se con-
'erte en un relato único: la historia 10-VI I .
1 de la infamia, no atenuaca nl porca ..' 1" 1 1
na interoretacJOn pSlCO oglaa atera.u ( ...
QuiZ<Í no sea un defecto, si la intenciónha sielo el situar contingentemente estosaspectos. Pueele no ser un error, pero esuna limitación.
Al no explicar el contexto, la atmósfera en que vivía el país y que creabay determinaba el cine, GR lanzó un producto metafísico, sin raíces, con una escenografía fantasmal. No de otro moelo esvidido explicar las reincidencias en losmismos errores, la negativa a convertirel cine en un instrumento crítico, el fracaso de las promesas, las limitaciones terribles para tratar cualquier tema quehiera la susceptibilidad de los zares mexicanos del celuloide. Importa especialmente en naciones como la nuestra,lInderdeveloped country, no situar deuna manera aislada a un fenómeno como el cine mexicano que, carente de estímulos y circundado por todas las cen-
julio Bracho: Dis/il1/0 amanecer
suras, no ha logrado ser otra cosa que elconducto por el cual se expresa una imaginación pueril, descabellada y redl!ciblea pesos y centavos. Y para recapltulardiré que manifiesto mis objeciones comouna manera de conminar al propio García Riera para que sea él quien escribaesa primera historia integral de una cinematografi:¡.
II
En los veintes, el país se .lplesura abuscar su consolidación. Todavía fresca)' vigen te la ronda de presiden tes, a tentados, complots y sublevaciones, el cinese prepara en el afán de construir otrarealidad, otro orden de cosas, otro México que ele algún modo se parece y tiene que ver con el que conocemos, peroque existe en dimensiones diferen tesdonde se producen las imágenes quecomplacen los gustos y las apetencias vi-
suales de los nuevos dirigentes. Los primeros realizadores son primitivos en toela la extensión del término: artesanosingenuos y desaforados que se volcabanen cintas como El precio de la gloria,Almas tl'OlJicales, Los enmascarados deJ\lIaza.tlán, De Taza azteca, El su.eí'í o delcaporal, Malditas sean las mujeres, Fulguración de la Taza, Corazón de mad1'e,La banda del cinco de oros, Del ranchoa la capital, Cuando la patria te lo mande. En esos tiempos se inauguran las versiones rurales de varios géneros: el melodrama materno-doloroso, la tragicomedia silvestre que situaba el bien enCuautitlán y le daba al' pecado el nombre de D. F., el semi-drama patriótico.Fomentar un nacionalismo de consignasera una manera ingenua y desesperadade fortalecer el país, ele hacerlo inexpugnable a los asedios extraños.
Con la estabilidad política elel carden ismo, el cine con docilidad pretendeser portavoz ele las ideas gubernamentales, pero su anhelo es arbitrario, demagógico, al amparo de una exaltación nativa que vulnerará todo el proceso dela industria. Fernando de Fuentes, quiendespués habría de consagrar nuestroacento campirano en la primera versiónde Allá en el Rancho Grande, es responsable de tres films, El Compadre M.eneloza, Vámonos con Pancho Villa, y El prisionero 13 que, con Memoúas de un me·.ácano de Salvador Toscano y La bandadel (~'/Itomóvil gris de Enrique Rosas,constItuyen lo rescatable de ese cine quese da como consecuencia directa de laRevolución Mexicana, pero que no disp.one del talento y de la perspectiva sufiCIen tes para en tender y expresar la transformación. El Compad're Mel1doza es laleyenda de la burguesía en ascenso quesacrifica a los revolucionarios para encumbrarse. Vámonos con Pancho Vi !laes el relato de las hazañas y las muertede seis hombres que se incorporan a laDivisión del Norte y es la visión ele lalucha a través de los seres comunes, enun tono trágico, de hermosa vehemencia.Pero por regla general, la Revolución sepresta para el lucimiento del arte popular o para fundamentar el repertorio delos cantantes rancheros. Por ello, quiZ<ila mayor frustración ele los productoressea no haber podido convertir a Zapataen un héroe como El Zorro o Lone Rangel', para despojarlo de toelo su contenidorevolucionario y volverlo paladín dewestern como en el caso de Pancho Villa.
En los afias del reparto agrario el cineacumula tierras )' ejicla tarios, cancione,)' trenes marchando a los campos a sembrar la semilla elel progreso. Eisensteinfilmó aquí ¡Que viva México! y muchoscrímenes se cmneten en su nombre. Laimitación superficial conduce a la idolatría por el paisaje físico y por el paisajefacial: una trinchera de magueyes o el!'Ostro eterno de una anciana cholultecaeleben tener, tienen ya valores cinematogrMicos. El montaje ele atracciones setransforma en un "Conozca México a través ele sus caras típicas" y se decide launic1ad entre lo plástico de nuestro folklore y lo válido de nuestro genio artístico.
Se ha dicho con encarnizamiento queAmérica es una novela sin novelistas. Demodo similar y para fatigar la metáforase puede afirmar que México es un filmsin directores. El país permanece inexplorado, sin descubrir, dolosamente marginado. Con el avilacamachismo los mo-
LIBROS_
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nopolio advienen reciamente y los Estudio Churubusco o los Tepeyac o los
mérica se dedican con ánimo febril ypotemkiano a forjar palmo a palmo unnuevo país, con calles pobladas de cabarets y mala comerciantes que no sabenender el corazón; con madres que traba
jaban como irvientes para que su hijoe tudiara en un colegio decente y.Ja madre iba a ver anualmente al hijo sin identificar e pero el hijo era mala cabeza yla madre en cambio heredaba a su anciana patrona y partía a Europa y al regreso ya millonaria encontraba a su vástago convertido en limosnero y no lo re-onoda y el hijo derrotado terminaba
muerto de frío en sórdido callejón.Surgía una reacción en contra del pri-
mer nacionalismo puritano. La burgueía de eaba vengarse de la ingenuidadampirana que era la esencia de su paado y de Flor, la inocente y pura novia
de Jacinto, el caporal y por eso, Lulú,Marlene, Gladys, hacían su aparición conla b ca pintada, la rumba prevaricadoray I orazón d hecho. Como tardía reac-ión a los de manes de los nuevos latifun
ui tas o amo cartilla de introducción alartí ulo 27 on tiLUcional que a la letradi , 1 lndi Fernández acartonaba laR volución, la r galaba para siempre un
lo táti o ponía a llorar estoical1l a D lore del Río, la emperatriz
d la el 'di ha rural. Jluso, arbitrario, másbi n ur i, el Indio fue un antecedented inl l' , U'" d la ione de la rutalt nica, no d '1 todo d provi to de acier10 forma 1 '. P ro, al ser u ejem plotu 1Il' ti onlamina ión, se le corrompió, prim '1' 'on 1 11'IIago y luego onla intlif l' neia. Por último, se le dejóhac '1' la' poslrim 'rh' d u lalento.
El monopolio cin malogrMi o buscaha ,1 J rogr"o d '1 par uya manifestat i(lII ~ liera 'ra '1 auge de sus cuen tashan tiria. rol' 11o, lanzaban a la 1 ubliti Intl Ull M'i in ntado, ficticio, conrd()lo~, h r s si tuaci n de artón piedra, con la mi ma p'i ologfa Illedmica yI rav 'ra ti l Br:l o ha la '1 uchiale y nos.tprol'i i(loaban duna fanlasía: u iudaelano id 'al on la 111 ntalidad ue un(aballo 'mI r n I dar y la valentía de unIlirio p '0 il1la inativo. Y in mbargo('n SI' clim'l id 'al nutrían u sueños deambi i60 'su amor p r la grandeza po~ibl ,Iodo los m xi anos de provincia ylodo l()~ el la apital de de luego. ¿Quémacho d' cantina no le habd I.Omauoalgúll golp' a Puro nneneláriz, algúnI ruco para, m<Ís r;ípido el adversario, levantar la eja y relirar e con el ánimodigno? ¿ )ué mujer fatal no ha elaborado\U VOl opiando la: excelsiludes sonorasde la F lix / no ha lratado impíamented \'llrar el alma y envilecer la pasión de:anlO' LU/anl0, ahora honeslo cajero ol' p lable pagador? ¿Qué animador defie la d fin de cursos no adquirió (antesde la V) sus ademane y repertorio humorí lico por la cOlllemplación de Canlinfla . Tin-Tan, Parelavé, Raúl de Antia, Ramún Per da y Maritofía Pons?
El nacionali 1110 llegaba a la cumbre(on la película que confirmaba lo irrep tiblc de las per anal idades ele los pueblo: COI//O ~/éxico no hay dos, Si Ilegilllamo a percatarnos de nuestra condición de al de la tierra, veríamos el subdc arrollo COIllO un mal menor. Jorge:'\'egrcle cra .una época: desde Ay Jalisco /la Ir ro le aTo le saque, Tlaquepnqllc . (película 9ue no hizo, pero que~nu . bien pudo [limar). Los charros reII1\·enlaron lada una zona del país, libre
de los problemas que causaban los créditos, las siembras, las cosechas, los precios del mercado. En los estudios de cine,las Babilonias de la capital, sólo habíaserenatas, parrandas, balazos y hembrasbravías. Es decir, westerns a la intemperie, chauvinistas. El charro, más quenuestro símbolo, fue nuestra sentenciauniversal; ¡Esos Altos de Jalisco, qué bonitos!, El ahijado de la muerte, Historiade un gran amor, Camino de Sacramenlo y, sobre todo, El peñón de las ánimas,el drama bajo el quelite más célebre quese recuerda.
Pueden darse varias razones que expliquen por qué en cine hemos vivido almargen del sentido del humor. Quizá unanación que se integra necesita todavíatomarse muy en serio o la solemnidades nuestro destino o la comeelia es ajenaa los veneros de nuestra idiosincrasia. Elcaso es que únicamente las películas hechas con el corazón y los nobles propósitos nos comunican la presencia de unsólido sense o/ humoT, quizás involuntario pero no por ello menos vigoroso. Yaa la distancia se advierte que lo mejorde Cantinflas nunca llegó al cine. El señor Moreno, quien grabó en la mentedel pueblo mexicano los diez únicos chistes que constituían la totalidad de suguardarropía, proyectó una versión idealdel lenguaje político nacional y fue un
l· LOS
REFERENCIA: Luis Cernuda. Ocnos (tercera edición aumentada) . Ficción. Universidad Veracruzana. México, 1963.J9'J pp,
OTlCIA: Esta tercera edición aumentadade Ocnos, colección de poemas en prosa que como los otros poemas enverso de Luis Cernuda ha ido creciendode una manera natural, obedeciendosiempre a una necesidad interna, salió¡¡ la venta unos cuantos días despuésde la inesperada muerte de su autor..J unto con La realidad y el deseo, alg ue en cierta forma se suma, el libroforma parte de la obra más importantede Cernuela, aquella que da expresióna su voz poética - a la que se debe contar entre las más altas y puras de nuestrotiempo. Esencial y fatalmente poeta, Cernuela es autor también de tres libros deensayos: Estudios sobre poesía espafíolacontemporánea, Pensamiento poético enla lírica inglesa y Poesía y litemtum, "obras de sus circunstancias", comoél mismo señala en el prólogo de unade ellas, pero de espléndida realización,así como ele otras dos obras en prosa:T¡·es narraciones y VaTiaciones sobrelema mexicano. Tradujo a Hólelerliny TTOilo y C¡"ésida de Shakespeare.
EXAMEN: "Algunos creyeron que la hermosura, por serlo, es eterna (Como dal¡uoco tl caldo, esser diviso - Non puo'lbel dall'etemo) , y aun cuando no losea, tal en una corriente el :remansonutrido por idéntica agua fugitiva, ellay su contemplación son lo único quepare~e arrancarnos del tiempo duranteun mstante desmesurado", dice LuisCernuela en El enamomdo. Casi todasI~~ pr~sas poéticas de Ocnos son expreslOn dIrecta ele un momento de revela-
UNIVERSIDAD DE MÉXICO
cómico rastacuero, reiterado, que se apoyaba en el método menos convincente:el juego de palabras.
Lo más obviamente reaccionario delcine nacional es el renglón de la añoranza. Don Susanito Peñafiel y Somellera,un souvenir del porfiriato, evocó la vidaantes del "Ipiranga", las tertulias bohemias y hasta las tandas del Principal. Lavoz de Sofía Alvarez -como hoy la deErnestina Garfias- enaltecía las veleidades aristocráticas de nuestra burguesía ylos actores que torpemente encarnabana Nervo, Juan de Dios Peza, JuventinoRosas o Porfirio Díaz, recibían el impulso de Joaquín Pardavé, el advenedizo yquejumbroso adorador de los tiemposdel globo de Cantolla, de la perseverancia de Zúñiga y Miranda y de la impertinencia de las huelgas de Cananea.
Es imposible extenderse infinitamentea propósito de los comentarios que provoca la lectura del libro de García Riera.Del alemanismo a nuestros días, la caídadel cine mexicano ha sido frenética y sin.tropiezos. Se han perdido sus escasos valores, que se fincaban en un cierto sabor
"de testimonio, de documento indirecto.Ahora todo culmina en una supuesta crisis, forma benévola de designar la extinc~ón rabiosa de una industria, que graCIas al medro, h baratura y el comercialismo rebasó los límites de lo risible paradedicarse de lleno a lo gangsteril.
ción de la belleza -"hermosura", comoLuis Cernuda gusta llamarla con uncaracterístico pudor de lenguaje- robada al tiempo por el poder de la palabra:son poesía. La explicación del títuloelel libro ("Ocnos, personaje mítico quetrenza los juncos que han de servir dealimento a su asno") sitúa ya la posición de Cernuda ante ese ejercicio poético: "Cosa tan natural era para Ocnostrenzar sus juncos como para el asno comérselos. Podría dejar de trenzarlos,pero entonces ¿a qué se dedicaría?" Éstaresulta así una condición fatal. Desde suescepticismo, el poeta se ve obligado aresponder a la belleza con la palabra,aun teniendo conciencia de la inutilidad de esa respuesta, más allá de la propia realización. En este sentido, lo¡¡ poemas de Ocnos forman una especie dediario íntimo y personal, una afirmación contra el poder del tiempo, la fugacidad de la belleza y la indiferencia delpúblico. "No hay dioses que nos devuelvan compasivos lo que perdimos,
. sino un azar ciego que va trazandotorcidamente, con pasos de borracho, elrumbo estúpido de nuestra vida", diceel poeta en Regreso a la sombm. Y apartir de esta tranquila aceptación dela condición humana, de esa conciencia trágica, que tan bien aclara el singular lugar de Cernuda dentro de lapoesía contemporánea, el poeta nos vaentregando, sin embargo, su alto testimonio de la situación del hombre contoda su ansia de felicidad, su soledad ysu percepción del poder del tiempo sobre él, por mera fidelidad a su voz poética, a su demonio.
Por otra parte, es indudable que Cernuda puede hablar, puede hacernos escuchar, comunicarnos la belleza de unlugar, de una ciudad, de algunos árbo-
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