NARRATIVA CANARIA CONTEMPORANEA
SUMISiÓN YTRANSGRESiÓN EN''NOS DEJARON El MUERTO" (1) DE VíCTOR RAMíREt
EL "ADJI AMADOU NDOYEFacultad de Letras. Universidad de Dakar-Senegal
Nos dejaron el muerto es un libroútil de hojear para pasearse a través delos entresijos y fantasmas de parte de lasociedad canaria. En tono familiar, unasveces campechano, otras irónico, elautor se vale de uno de los momentosclaves de un grupo social que vive en unbarrio popular para desvelar sus rencores, frustraciones y esperanzas. El libroen que el humorismo desnuda sentimientos y almas es a la vez una constatación, un testimonio y una denuncia.
El asunto que da forma y vida al libro se cifra en esta advertencia de la madre del narrador: "Don Lucio Falcónestá en la alcoba", dijo ella... "Estámuerto, en la caja, solo. Murió ayer.Eloisita Peralta me pidió si podía tenerlo en velatorio aquí, no se podía en sucasa, no cabía la caja por el pasillo. Dije que sí" (pág. 147).
La muerte del personaje mencionado actuará como un revelador. En torno a su cadáver van a girar sentimientos,situaciones divertidas y trágicas, puntosde arranque, de ruptura, encuentros, separaciones... La muerte va a ser el momento a partir del cual se observa unaresquebradura entre mentira social y verdad del corazón, y ello levanta el telónsobre lo más recóndito del alma de varios protagonistas.
Antes de la muerte de don Lucio Falcón, el barrio en que vivía estaba inmerso en las aguas de una rutina cotidianay monótona. Las mujeres y los hijosobedecían a maridos y padres, y todomarchaba dentro de los cauces de la normalidad más corriente.
El peso de la norma
Don Lucio Falcón ha modelado elcarácter de su mujer y el de sus hijas según su antojo. Ha deformado la sensibilidad de los miembros de su familia,y su mujer e hijas están presas de la imagen que el marido y padre les ha impuesto. Han aceptado la autoridad del jefede familia y se han conformado con laidea que don Lucio Falcón tiene de ellas.Este se muestra brutal; castiga a su mujer bajo cualquier pretexto. Perfectamente condicionadas, mujer e hijasaceptan su suerte sin reaccionar.
Eloisita Peralta aprendió a lloraren silencio, procuraba no llorar
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que se oyera. Si lloraba y la oían,don Lucio Falcón se calentabamás aun y la golpeaba con saña,sin compasión ni a sus hijas enmudecidas por el terror. Las tresniñas habían aprendido a no llorar cuando veían a su padre pegarrabioso a mamaíta allí acurrucadaen el rincón tras la cama (pág. 20).
En el barrio los vecinos encuentranla conducta de don Lucio Falcón normal y abandonan a Eloisita Peralta e hijas a su maltratada suerte:
Nadie del portón intervenía. Mipadre andada siempre en altamary el abuelo Ignacio Perpetuo semarchaba nada más oír que empezaban los gritos de don LucioFalcón (pág. 20).
Antiguo falangista, perseguido sinduda por una mala conciencia que le deja intranquilo, don Lucio Falcón nopiensa dejar a su familia con vida si undía se cree cerca de la muerte. Esa es otracarga que soportan los miembros de sufamilia:
Don Lucio Falcón apoyaba lasnalgas en las pantorrillas... losojos desorbitados por el horror amorirse sin haber matado antes asu mujer ya sus hijas, no soportaba la idea de dejarlas vivas (pág.J08).
Hacer respetar las normas es cosa dehombres en Nos dejaron el muerto. El padre del narrador nunca se olvida de cumplir con su deber para con sus hijos ycuantos viven bajo su protección y techo:
Mi padre le había prohibido tajantemente que se quedara cuidando a Cenicita Cameja con looscuro de la anochecida, le exigiósin más vuelta de hoja que estuviera de regreso en casa antes deque se pusiera el último sol. Miprima Benigna LuCÍa iba ya paraseñorita demasiado guapa y en laschabolas del L/anito siempre hubo mucho hombre suelto desbraguetado (pág. 58).
Preocupado está el padre del narrador por el respeto en casa del decoro:
Mi padre obligó la decencia en micasa, prohibió sin concesiones lapalabrota innecesaria y el comportamiento procaz (pág. 71).
Se ha aprendido en el barrio comocomportamiento justo el acatar a losmuertos, la observación escrupulosa delos ritos de un duelo; y cualquier desvío está sancionado:
En eso entró mi abuelo IgnacioPerpetuo, ya con la gabardinapuesta para salir a la rutina de todos los días. Y preguntó a quéesas risas y cómo esa falta de consideración para un señor difunto(pág. 89).
De toda la novela el personaje quemás respeto siente por las leyes socialesserá la madre del narrador. Es la confidente de la mujer de don Lucio Falcóny, por supuesto, le aconseja como manda la religión cristiana: que viva su suerte sin gritar ni desobedecer:
Mi madre le recomendaba resignación y le garantizaba que todotenía su pago tarde o temprano,que no había mal que tanto durase y que Dios estaba arriba y nodesamparaba a quien lo mereCÍa...Hoy recuerdo que el timbre de lavoz de Eloisita Peralta poseía elencanto de la calidez que proporciona el sufrimiento (pág. J07).
Ahí está la palabra: sufrimiento. Lamayoría de los personajes de Nos dejaron el muerto sufren, sobre todo los personajes femeninos. No se expresa sufeminidad, encarcelada por los deseos,los defectos o la angustia de los hombresque las rodean. Tampoco se desenvuelven los hombres a su antojo, ya que portodas partes la sociedad eleva trabas ensu camino. Muy pocos de entre ellos logran franquear el muro de soledad quelos separa de sí mismos y de los demás.
(1) Víctor Ramirez: Nos dejaron el muerto. Troquel Libros. Islas Canarias 1984. Sacamosnuestras citas de esta edición.
(2) Víctor Ramirez nació en Las P3,lmas de GranCanaria en 1944. Es autor, entre otros libros,de Cuentos cobardes (Taller de Ediciones lB,Madrid, 1977) y Dios nos libre (InterinsularCanaria, Tenerife, 1984).
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Incomunicación, cohibición ysufrimiento
El escenario de Nos dejaron el muerto se caracteriza por sus escaseces. Enel barrio faltan espacio y confort. Se viveen la promiscuidad. Todas las viviendasdel portón tienen una sola habitaciónexcepto la del narrador. Una sola de esasviviendas cuenta con un ventilador:
Nuestra familia era la única delportón que logró disponer de doshabitaciones (pág. 63).En el portón había un ventilador,uno solo y muy bueno por cierto,daba bastante aire, el de Guadalupita Leonora, el que compró para los agobios de su hermanoMetodio Alcántara, el Escondido(pág. 108).
Las estrecheces morales son másacuciantes que las físicas. La palabraprohibido se repite varias veces en la novela. Así, Eloisita Peralta no debe hablarcon los vecinos a causa de las exigenciasde un marido celoso. A la violencia física le acompaña la violencia moral:
Don Lucio Falcón le tenía prohibido a su mujer Eloisita Peraltaque hablara con las vecinas, quesaliera de su casa sin él. Ni con lasniñas le permitía salir de su casa(pág. 22).
Lo más curioso del caso es el carácter aceptado, interiorizado, de esa violencia. El autor insiste sobre el tema.Eloisita Peralta acoge sin reacción loscastigos de un marido presentado comoun tirano. Aquí se puede pensar en el re-
frán que reza "la mujer, la pata quebrada y en casa":
Su marido le prohibía salir de casa para nada, ni para comprar lacomida, ni para comprar la ropade ella y de las niñas, para nada.De esto se encargaría él en persona, compraba cuanto creyese necesario, inclusive las gasitas parala menstruación (pág. 58).
Un proceso judicial que opone al hijo del general Samprieto Canales y Zamorano del Laurel, un peninsularpoderoso, a Aurorita María, una isleña,es ocasión que se le ofrece a Víctor Ramírez para hablar del genio de sus paisanos. El general jubilado se permiteuna opinión tajante sobre la sirvientaisleña:
El general Samprieto Canales yZamorano del Laurel tuvo la gentileza de afirmar que jamás habíaencontrado mejores sirvientas quelas muchachas de aquí, tan sumisas y discretas (pág. 31).
Esa sumisión se vislumbra en la actitud del abogado encargado de defender a Aurorita María, violada por el hijodel general. En vez de tratar de demostra que su clienta es una víctima, el abogado parece arrastrarse a los pies dequien debería oír sus ataques y reproches. Tanta falta de valor es increíble yuno tiene la sensación de que se han invertido los papeles. La cobardía del personaje abogado se nota a través de larepetición insistente y despectiva del vocablo perdón:
Sí, fue cierto. Cada vez que intervino a lo largo del juicio por el estupro, sí fue cierto que más bienparecía que el abogado de Aurorita María pidiera perdón al señorhijo del general Samprieto Canales y Zamorano del Laurel, perdónpor las acusaciones impertinentesque tenía la obligación profesional de emitir y esperaba le pudiese disculpar (pág. 34).
El padre de Aurorita María, que había conseguido un empleo, gracias al general Samprieto Canales y Zamoranodel Laurel, no tiene la misma actitud quesu hija cuando el juicio. El autor ponede realce el contraste y nos percatamosde que no siempre sucede lo "de tal palo tal astilla' '.
Confesó (ella) con la voz firme ysin el menor asomo de debilidaden sus ojos. Que la forzó borracho. Que deseaba la muerte. Guillermito Medina escuchó ensilencio, no la miraba, chupandode la cachimba apagada. Luego,tras tragar saliva, recomendó paciencia y resignación a su hija(pág. 31).
Guillermito Medina no consigue defender el honor de su hija. Acaba porllevar a lo largo de su vida en la cara lasseñas indelebles de su cobardía comouna vergüenza.
Seguramente Guillermito Medinadisfrutaba con nuestros robos deniños y con sus persecuciones yaullidos imitando a los indios pieles rojas de las películas. Tal vezfuese ésta su única diversión,hombre siempre con semblante deamargura desde lo de su hijaAurorita María, ya habrá oído sobre ello (pág. 29).
El miedo es un sentimiento compartido por varios personajes de Nos dejaron el muerto. Llena el corazón deEloisita Peralta (peninsular ella), quienno se atreve a sacar dinero del pantalónde su marido después de muerto éste.Don Lucio Falcón sigue teniendo vidaen la mente de su esposa, aun tras su fallecimiento. A tanto ha llegado el condicionamiento de la pobre mujer:
"Yo sudaba de terror, miré a todas partes, un sudor helado, picón, no me atrevía a meter manoen los bolsillos, sacar la cartera"contaba E10isita Peralta dramatizando el miedo horroroso que había sentido, fingiéndolo con losojos cómicamente desorbitados ylos labios fruncidos, así. (pág.103).
La cúspide del sufrimiento y miedotiene su cifra y letra en el personaje desentimientos congelados, justamente llamado El Escondido. Es significativo el
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apodo del personaje. Este es una víctima más de don Lucio Falcón, que le infunde un terror alucinante. Loshermanos del Escondido murieron asesinados por don Lucio Falcón falangista, figura satánica de un poder opresorcuando la guerra civil. De modo que laopresión sufrida por El Escondido entraña diversos aspectos: físico, mental,moral, a la vez que temporal. El personaje se ha excluido a sí mismo para seguir en el mundo percibido como unaamenaza. La imagen del feto traduceclaramente el estado de ánimo de Metodio Alcántara, suspendido varios añosentre la vida y la muerte:
Yeso le dijeron a Metodio Alcántara El Escondido. Que podía salir a la calle, salir sin miedo. Quenada le iba a pasar, ni le haríandaño ya, ningún daño...Pero insistió en seguir oculto. Leresultaba imposible creer que losmismos que botaron a sus hermanos y amigos a la sima 10 dejaríanvivo a él, no podía creerlo, no lecabía en la cabeza (pág. 84).
La vida de Metodio Alcántara fueuna zozobra continua, un temblor perpetuo(3). Atormentado por la idea demorir entre las manos de un victimarioque es vecino suyo, ha descendido simbólicamente a los infiernos al refugiarsetras un armario, lugar cerrado por definición e imagen de presidio. Un mueblese ha transformado en tumba y MetodioAlcántara se ha amortajado vivo a sí mismo. Un encierro voluntario y patético dediez años acaba con cualquier noción deequilibrio o medida. Los consejos bienintencionados de la hermana no consiguen corregir la conducta neurótica delpersonaje que se debate oníricamente enla cárcel de sus tormentos.
La guerra terminó ya, Metodi11o,mi niño -le decía hasta cansarsesu hermana Guadalupita Leonora-. Nadie te va a dañar, hombre,sal de casa un ratito y coge un poco de sol. Si semejas un purito difunto de 10 chupado y descoloridoque estás (pág. 125).
Y será el sentimiento común, el miedo, inspirado por el mismo don LucioFalcón lo que va a acercar a las dos víctimas del tirano: a raíz de la muerte deéste y del traslado de su cadáver, Eloisita Peralta conoce a Metodio Alcántara.El momento en que ambos personajesse encuentran por primera vez es uno delos más enternecedores del feroz Nos dejaron el muerto. Dos seres sometidos alos rigores de un tormento injustamente prolongado descubren que los quehan sufrido son capaces de sonreir y experimentar sentimientos humanos positivos, sencillos, naturales:
(3) A las contradicciones históricas Víctor Ramirez ha dado un sesgo psicológico.
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Fijó sus ojos agrandados por elcontinuo miedo en Metodio Alcántara del ánimo escurrido, queentretenía con ternura recobradaa las niñitas jugándoles la barajacon truquitos inocentes (pág. 103).
La posibilidad de jugar y de dejarpaso al brote de sentimientos naturalesrevela otra faceta de la manera de ser deldesafortunado Metodio Alcántara. Elcontacto con las niñas y su madre, favorecido por la muerte de don Lucio Falcón, permitirá a algunos personajesdescubrirse a sí mismos.
Mientras vive, don Lucio Falcón aparece como uria suerte de obstáculo paradichos personajes. En cuanto muere, sedespeja el horizonte de éstos. Dejan brotar de modo repentino todo el magma
El autor, Víctor RamÍrez.
de sustancias positivas dormidas en lomás recóndito de sí mismos. Y el lectorse entera de que otros diversos personajes encubrían en el fondo de sus almasferocidades reprimidas o ternuras solapadas. Salen de sí y se muestran tal como son. La muerte de don Lucio Falcónvuelve posible una serie de catarsis.
Explosión de la inti~idad
Al salir de sí mismos y mostrarse ensu desnudez, los personajes tejen nuevas formas de relación entre.. ellos y losdemás. Quiebran leyes sociales habitualmente acatadas. Se ufanan de actitudesy comportamientos que valoraron comobuenos. Así, Eloisita Peralta, que ha vivido cerca de veinte años con un hom-
bre brutal, se atreve a confesar su odiopor él. Y, al hacerlo, parece quitarse uninmenso peso de encima:
Fue a mi madre a quien primerole contó sin rodeos la alegría que~staba sintiendo en la sangre por
. la muerte de su marido don Lucio (pág. 23).Se 10 digo a usted, Isabelita, porque si no se 10 digo reviento. Usted sabe mejor que nadie la vidamaldita que nos daba el endinoese de los infiernos (pág. 24).
Simbólicamente, y para que todoslos demás se den cuenta de la profundidad de su alegría, Eloisita Peralta dejala puerta de su casa abierta. Tal actitudsignifica que ha reconquistado la libertad perdida a causa del matrimonio.
Eloisita había dejado abierta lahabitación... la había dejadoabierta por la emoción de sentirse libre y con dinero propio, erade comprender (pág. 105).
Descubre la protagonista que no había amado a su marido. Y, como ya apuntarnos anteriormente, amará a un hombrecon quien le hermana un miedo de idéntico origen. Se aligera de su carga de pudor y no vacila en dar una muestraconcreta de los sentimientos candentesque experimenta Se derrama hablando yoímos el lenguaje de su corazón:
Ya aquí supe que nos íbamos aquerer mucho, Metodio, muchísimo. Porque comprendí de almaque tu pena era más honda y taladrante que la mía, y le besó enla boca delante de mi madre, a laque siempre disgustaron sobremanera los enrales incluso entre casados (pág. 136).
La alegría que experimentaba Eloisita Peralta por mor de la muerte de sumarido la vive otro personaje cuyo hermano y dos primos fueron también victimados por don Lucio Falcón o suscompinches falangistas. La ley tácita reza que los vecinos han de tener entre sírelaciones cordiales y se sabe que unodebe ayudar a las personas en peligro.Ferminito Ñeca, en cambio, viola ese hábito aceptado y justifica su violación envoz alta. Goza porque ha muerto unodiado enemigo suyo:
También Ferminito Ñeca había tenido un hermano y dos primosque fueron arrojados a la Simacuando la guerra... Llegó Ferminito Ñeca al insulto limpio mientras se 10 rogaba por favor quetrasladase al enfermo a la Casa deSocorro y él persistía en la negativa majadera: "mejor reventara elasesino ese': mascullaba Ferminito Ñeca olvidado momentáneamente de su mal de estómago(pág. 110).
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Ferminito Ñeca se burla de las normas sociales y, en vez de tener en cuenta que hay un duelo en el barrio,demostrará su regocijo por la muerte delvecino:
Esa tarde, para estupor de su mujer y de su cuñada Gasparita Argumeda, Ferminito Ñeca no abrióla tienda, celebraría la muerte dedon Lucio Falcón (pág. 112).Y fumando un puro de envidiar,así de grande, se paseó por el barrio que la gente supiera de sucontento y rencor meridiano (pág.113).
Notamos una conducta parecida a lade Ferminito Ñeca en otro elementomasculino y por los mismos motivos.Las frustraciones acumuladas a lo largo de años de sufrimiento silencioso saltan al aire cual lava incandescente. Esospersonajes callados y sufridos de Nosdejaron el muerto pueden llegar a momentos de sinceridad espeluznante. Aldesahogarse, Agapito Medrano, un zapatero de viejo, expresa su derecho instintivo -reprimido durante años- a lavenganza y su reprobación de las violencias pasadas.
"Para nuestro regocijo solamente nos queda alegrarnos y brindarpor la desaparición de los hijos deputa esos, mi niño, y esperar irnosderechito al infierno para no tener que tropezarnos más conellos, mi niño, que por 10 visto vanal cielo': dijo a mi hermano A1tamiro Benito cuando éste le preguntó si era verdad que habíacelebrado la muerte de don E1iseoRendón Parral (pág. 120).
Todos esos personajes cohibidos yacostumbrados a estrecheces interioresestallan en conductas que nos puedensorprender. Llega un momento en queles traiciona su intimidad y sueltan larienda a lo que les impedía desahogarse. Se vengan sus instintos y llegan a extremos singulares concretados en lasconfidencias, la borrachera, la alegríadescomunal, la fiesta, la orgía...
Solamente lograría sacar a Metodio Alcántara de su escondrijoaquella pasión llorona de felicidadincomprensible que sintió arrolladora hacia E10isita Peralta y unpar de semanas después del día enque ella y su hija Modesta Cecilia nos dejaron el cadáver de donLucio Falcón (pág. 52).Quien además se io contó fue Expedito Luz, el cuñado, algo bebido en la boda exuberante deMetodio Alcántara con E10isitaPeralta, noche de fiesta linda conmúsica de guitarras, timp1es, bandurria y acordeón (pág. 125).Luego, solo (Ferminito Ñeca) alquiló caro a una de las francesas
de Rosa1bita Géminis y con ella semetió en el correíllo para Tenerife. Cinco días después apareció, yaparecía avejentado de vicio inhabitual y desaforado (pág. 125).
Diversos personajes consabidamente tan comedidos se dejan poseer por unfrenesí extraordinario en cuanto mueredon Lucio Falcón. Esa muerte sería nomotivo de duelo para los vecinos sinomás bien una fiesta que abre vía paraque se transgredan varios de los valoresque regían la existencia de la gente delbarrio. Se observan conductas inclusoaberrantes, en franca contradicción conlos usos corrientes descaradamente ridiculizados. Se· aflojan lazos de la disciplina social, y los protagonistasrompen con los reflejos a los que solíanobedecer.
Transgresión de valores
Ya hemos aludido a Guillermito Medina y a su reacción ante la violación desu hija, que en nada se parece a él. Nocomparte ella la resignación que él lepropone, ni se atiene dócil a la decisiónpronunciada por el tribunal judicial. Yrechaza el fallo del juez lo mismo quea las instituciones que funcionan ennombre de la defensa de la sociedad.
.Ajusta ella su conducta concreta con susconvicciones íntimas. Estima que la hanultrajado y escoge en consecuencia losrecursos que permitan recobrar la dignidad perdida valiéndose de sus propiosmedios para ejercer lo que considera como justicia auténtica. Degüella a sangrefría a quien la violó después de haberpremeditado y preparado su venganza.
Aurorita María fue la que degolló al hijo mayor del general Samprieto Canales y Zamorano delLaurel, de todo me enteré por boca de mi hermana Cuaresma de laConcepción (pág. 29).Y10 degollaría con una ligereza yprecisión incretb1es en una mujerde esta tierra. Aurorita María declaró después, cuando le correspondió a ella ser juzgada porasesinato, que 10 había ensayadodurante días y por si el señor juezcometía la injusticia (pág. 30).
Conformar la conducta con las convicciones íntimas es característica deotros seres de Nos dejaron el muerto.Uno de ellos, abuelo del narrador, parece rendir culto a la muerte. Pues, mientras habitualmente se la teme y se piensaen ella con horror o temblando, él se vaacostumbrando a la idea de su propiofallecimiento. Lo prepara, lo aguarda yse siente listo para acogerlo en un lugarpreciso. Para aprender a morir, el abuelo Ignacio Perpetuo aprende a vivir conla muerte. Se familiariza con ello parano molestar a los miembros de su familia. El abuelo Ignacio Perpetuo ha es-
cogido el lugar y el momento de adentrarse en la muerte: ¡qué victoria sobreel azar o el miedo!
Le advirtió a mi madre que se ibaa morir en una de las cuevas delBaladrón: me dejan tranquilo, noquiero visitas ni despedidas, nadade lamentaciones, es la hora de mihora. Y que Cesarito Dávilas nosavisaría en su momento justo(pág. 13).
Otro personaje, que vive en una chabola, ha decidido morir en la alegría,cantando una de sus canciones favoritas y acompañado por músicos de suelección. El canto que ha sido la felicidad del personaje sellará su muerte. Lamúsica se vuelve así el punto de enlacede los dos momentos clave de su existencia. No deja llegar a la muerte, va ensu busca.
... llamó a dos de sus mejores guitarristas, concretamente a Relicario Gutiérrez y a Belisar Ramírez.y los llamó para despedir a la vida cantando el corrido mejicanoque con más hondo sentimientocantó siempre Cenicita Cameja, elcorrido de Va1ente Quintero, poniendo la segunda voz mi primaBenigna Lucía, que no podía atajar las lágrimas (pág. 56-57).
¡Felices personajes que saben cuándo y cómo van a morir! Don Lucio Falcón no forma parte de este grupo, no.Su defunción, como ya apuntamos antes, libera a algunos vecinos suyos de lasconstricciones que solían rodear un duelo, el velorio de un difunto. AunqueEloisita Peralta y sus hijas quieran fingir dolor o pena por la muerte del cabeza de familia, no lo consiguen. Y pormás que pidan a su apariencia, a su rostro, que desempeñen el papel adecuado,tampoco lo logran.
Con el muerto venían en la furgoneta color de hueso viejo, casiamarilla, su mujer E10isita Peralta y la hija mayor Modesta Cecilia. No traían cara de llorar ni depesares... E10isita Peralta y Modesta Cecilia más bien traían como cara de susto estupefacto,como si creyeran todavía que donLucio Falcón hubiera muerto deltodo y en verdad (pág. 19-20).
La viuda no se preocupa por ningúndetalle del luto. Lo deja todo a cargo delos demás, como si el luto no fuera suyo. Ni piensa en avisar a los parientesde su difunto esposo. La reconcome laidea de apartarse del lugar del velorioy divertirse:
Supimos que E10isita Peralta nohabía avisado a ningún familiarde su marido don Lucio Falcón(pág. 114)... No pondría la noticianecrológica en ningún sitio, se fue
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a su casa a dormir un rato. Luego, a la tarde, se metió en el cine,del que saldría a las nueve y media de la noche (pág. 142).
Naturalmente, ignora la conducta delos niños que juegan en el lugar del velatorio y se muestran irreverentes con elcadáver de su marido: esos niños lo miran, lo tocan y su imaginación le prestavida y ademanes estrafalarios.
Estuvimos un rato quietos mirando por si se movía. "Miren, miren cómo se ríe", insistía PabloMontelongo y convenciendo a Lile Palangana, "es verdad, se ríe",decía éste. (pág. 127).
Pero el personaje de actitud más sintomática para con el cadáver será sin duda alguna Metodio Alcántara ElEscondido. Al enterarse de la muerte delhombre que le tenía autoenterrado en sucasa y en vida, toma una resolución singular y sorprendente. Él, que ha vividotras la sombra de un armario a causa delmiedo que le inspiraba la vecindad dedon Lucio Falcón, aprovecha la densidad de la noche para acercarse al lugardonde descansa el difunto. Aquí desaparece cualquier noción de respeto hacia un .ser humano aunque cadáver.
El Escondido profana ritualmente elcuerpo presente de don Lucio Falcón, elhombre que ha emponzoñado su vida.Ejecuta un sacrilegio. Se desprende física y metafóricamente de toda la cargade odio que había engendrado duranteaños, y la desprende no contra el hombre sino contra el cadáver. Y al mismo o
tiempo que mancha éste, se purifica él,se redime. Puede tal conducta calificarse de mágica o religiosa. Y no es gratuito -eso creemos- que el autor hayacolocado el episodio siguiente en el centro de la creación novelesca:
Se bajó los pantalones del pijamaamarillo naranja, no llevaba calzoncillos, venía preparado con laintención. Y soltó una cagadagrande, una cagada de ocasión enel rostro a don Lucio Falcón cadáver, una cagada de vientre flojo, de vientre mal alimentado, casidiarrea y muy apestosa a perropodrido (pág. 86).
Después de lo que el narrador califica como "hazaña" de Metodio Alcántara, ya a nadie se le ocurre conformarsecon las reglas del decoro, aunque sepiense en ellas. La misma madre del narrador, el personaje femenino más conformista de la novela, no consigueresistir a las ganas de reír, aunque discretamente, cuando se entera de lo ocurrido. Tanta irreverencia acaba porsorprender, sobrecoger, divertir:
Al principio se enojó muchísimomi prima Benigna Lucía, maldijocon palabrotas rabiosas. Pero aca-
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baría carcajeándose contagiadapor el ataque de risa hiposa quele entró a mi hermana Cuaresmade la Concepción. Yo no logréreírme. Mi madre sí, pero con mesura y mandando a callar inútilmente a aquellas dos escandalosas(pág. 87).
A la risa de los personajes le haceeco el autor, en nuestra opinión. En efecto, Víctor Ramírez se vale de una situación que hace pensar en la tragedia -lamuerte- para reír a expensas de sus personajes y hacer reír a los lectores. EnNos dejaron el muerto abundan los episodios chuscos, las situaciones divertidas, y no faltan agudezas.
Humorismo
El autor ha cambiado los papeles delos personajes en su obra. El luto no severifica en casa del fallecido. La esposade éste se preocupa, no por el duelo sino por el modo de recuperar el tiempoperdido en encierros y sufrimientos. Losque vienen a visitar a la viuda puedenpreguntarse legítimamente por si hayduelo, al no ser recibidas por quien debiera atenderlas según las reglas establecidas.
En eso pasaron por casa algunosvecinos y vecinas a dar el pésamea la viuda, que no estaba (pág.143).
Por faltar un medio de locomociónel día del entierro, parece que no puedatransportarse el cadáver. El atraso surteun efecto cómico si se piensa que todose había preparado antes:
Mi padre diría luego, mientras mimadre servía la mesa, que paracolmo el cementerio se encontraba cerrado. Por fin salió el sepulturero, hombre joven y de buenver. "El entierro era para las diez.Yo no tengo la culpa", su voz poseía el candor de la impudicia(pág. 155).
¿Cuál puede ser el destino de donLucio Falcón en el cielo? El narradoravanza una hipótesis apoyándose en unacreencia popular. Según dicha creencia,el marido de Eloisita Peralta irá al cielo. Nos agarra una duda cuando pensamos en víctimas como Ferminito Ñeca,Metodio Alcántara, etc... ¿Se reservarála gloria para los malos como don Lucio Falcón que tanto han dañado en laTierra? Así lo da a entender un personaje ducho en asuntos de brujería. Lalítote empleada por el novelista puedehacer sonreir. Se imagina fácilmente queel autor piensa lo contrario de lo que dice su personaje:
En eso caí en la cuenta de que losdos gatitos nuestros rehuían a donLucio Falcón... Lo de los gatos selo dije a mi madre y ella se lo con-
tó una mañana de pilar a Candelarita Déniz, que afirmó sin el menor asomo de duda: se fuederechito al Cielo, los gatos sonamigos del demonio, °no soportanla cercanía del bienaventurado(pág. 153).
Eloisita Peralta tiene conciencia deno haber cumplido con su deber de viuda a lo largo del duelo. ¿Es convenienteque una viuda se contente con un pesarinterior? Para no cargarla de reproches,el padre del narrador trata de consolara su vecina con falsas razones. La comicidad del pasaje que vamos a citar nacedel desfase entre los sentimientos experimentados teóricamente y su materialización exterior deficiente. Unadisfunción especiosa se cuela entre el espíritu y la letra del duelo:
Dejé a las niñas en el circo infantil. Parecerá feo por lo de su padre el mismo día, pero prefiero quese distraigan las criaturas. A usted¿qué le parece, maestro Gabriel?¿Cree acaso que he obrado mal dejándolas en el circo? Mi padre leaseguró que había hecho perfectamente, "el luto hay que llevarlopor dentro, Eloisita"o (pág. 165).
Víctor Ramírez no se contenta conguiños de ojo. A veces pone en boca desus personajes unas réplicas que frisancon el humor negro. De este humor laprincipal víctima suele ser don LucioFalcón cadáver.
Humor negro
Una vez enterrado don Lucio Falcón,Eloisita Peralta se lleva una vida de placeres con Metodio Alcántara. Un díavan al cine y se tropiezan con un hombre que vestía el terno con que habíanamortajado y enterrado a don Lucio Falcón. La visión del traje de su marido difunto no hace pensar a Eloisita Peraltaen un recuerdo grato o conmovido. Lahace reír más bien, inspirándole chanza:
¿Recuerdas, Metodio Alcántara,pichoncillo mío, la vez que vimosal sepulturero en el cine y emperchado con el traje de don LucioFalcón, al sepulturero afeitado ypeinadito allí sentado con unamuchachilla que parecía fina? Enel descanso lo paré y le preguntéquién había confeccionado trajetan vistoso para mandarle a haceruno que regalar a mi marido. ¿Yno respondió con toda seriedadque se lo había prestado un muerto? Me dejó muda, dio mediavuelta y volvió a meterse en la sala. Eloisita Peralta reía hasta elatosigamiento y sin cesar de engullir los pastelitos que traía casisiempre que visitaban a mi madre(pág. 138). .
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El risco de San Nicolás, óleo de José Gramas.
Asimismo otro personaje antes casado considera la defunción de su esposo como un milagro enviado por el cieloen vez de llorar o lamentarse por su supuesta desgracia. Al autor parece encantarle invertir los signos:
Se quedó viudo (Cesarito Dávilas)recién casado: "Me salvé, compadre", respondía cuando alguno desus íntimos le daba el pésame(pág. 71).
Don Lucio Falcón muerto le cede involuntariamente su dinero a MetodioAlcántara, el cual monta su negocio conla hacienda de quien le había vuelto desgraciado. El desquite a distancia, mientras está ausente el adversario, ¿quién selo iba a imaginar? ¿Quién podría pensar que el victimario enriquecería algúndía a su víctima?
Jamás había sido tan feliz antes-y volvió a apretarse contra elbrazo fortalecido de Metodio AI-
cántara, que ya usaba gafas sinmontura y recientemente habíaabierto una ferretería en la zonaturística y con el dinero que había dejado don Lucio Falcón en elhanca.
El humor negro llega a sus límitescuando un hermano borracho del narrador penetra en el cuarto donde descansa el cadáver y baila con él. Lo queha decidido hacer Altamiro Benito conel difunto sorprende a todos los presentes. La sacrílega actuación del personaje espanta a la madre del narradory el autor nos ofrece una escena digna de la literatura medieval. La danzamacabra que presenciamos borra lasfronteras que separan lo prohibido delo permitido. Entre las manos de losniños el cadáver de don Lucio Falcónhabía sido un juguete. Ahora es pareja de baile que sabe danzar al compásde la música pedida por AltamiroBenito:
Trincó por los sobacos al cadáverde don Lucio Faréón, con ligereza ... Lo sacó de la caja, abrazadoa él como para bailar. Y bailaron.Pidió un pasodoble y le tocarony cantaron "Islas Canarias"("Jardín de bel/ezas sin par sonnuestras Islas Canarias, que hacendespierto soñar.. .") (pág. 170).
El atentado contra ciertos valores sociales fijos es una de las facetas de Nosdejaron el muerto. Al permitirles profanaciones y sacrilegios, el autor liberaa sus personajes de las normas que vuelven su vida sufrida, insulsa y monótona. Al quebrar así las leyes ordinariamente seguidas por todos abre brechasque conducen a la explosión de sentimientos, al humorismo y hasta el humornegro.
Conclusión
Nos dejaron el muerto constituyeuna muestra feroz y enternecida de loslazos complejos y ambiguos que unentransgresión y opresión dentro de unasociedad formada por los miembros deun barrio popular. Las almas ordinariamente encerradas en el ghetto de su marginalidad estallan a raíz de ciertascircunstancias. Los seres que ahogabansus instintos más profundos respiran desalud, inocencia, al descubrirse a sí mismos; y nos permiten sonreir o reír encuanto saltan el muror de su incomunicación. Las rupturas violentas y las conductas escandalosas revelan la otra carade la sumisión y resignación. Las conductas extremas (borrachera, orgía, profanación) son el reverso de lasestrecheces interiores e illteriorizadasque impiden una expresión sana a lospersonajes.
En cuanto se siente la posibilidad dedefinir su propio comportamiento, sumanera de vivir, el derecho de pertenecerse a sí mismos, se liberan de principios y leyes, reconquistan su pasado einocencia y se descubren hermanos. Lassombras de los personajes analizadosdescubren los mecanismos interiores férreos de una sociedad opresiva.
Rebeldía y obediencia coexisten enNos dejaron el muerto. El autor, al introducir reglas nuevas, una moral y unalógica distintas de las cotidianas, nos señala las zonas del humor y revela las lacras de la mentira social. Más allá de susaspectos testimoniales y humorísticosNos dejaron el muerto aparece como lareivindicación de libertad para el gruposocial oprimido que nos ha presentadoel autor en particular y para la sociedadcanaria en general.
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