La Moral y el Cinismo
Matías A. Valenzuela
Diplomado Estudios Griegos: Filosofía
Presentación:
¿Qué quiere decir ser una persona moral?, y en este contexto ¿Qué es el cinismo?
Para acercarse a estas interrogantes es preciso contraponer los conceptos de verdad y cinismo en
su sentido más amplio, permitiendo con ello comprender su relación y la implicancia que tiene en
nuestro diario vivir.
Para lo anterior es posible apoyarse en tragedias griegas tan expresivas como la de Edipo rey o
Midas, que dan el acceso a un mundo griego, profundo y distante a nuestro concepto y visión,
pero que facilitan la compresión del por qué vivimos hoy y cómo podemos enfrentarnos a un
mundo que en ocasiones parece hostil.
Entre las posibles alternativas de enfrentar el entorno, se presenta un acercamiento desde el
concepto de verdad con coraje o valientía (parresía) comprendida desde el cinismo clásico
(Diógenes y Antístenes) enfrentado a las nuevas corrientes cínicas, a saber: el romanticismo
decimonónico y sus avances al siglo XX (F. Nietzsche y P. Sloterdijk), que demuestran como un
brazo de aquél mundo griego sigue incrustado y latente en nuestra sociedad.
Finalmente, entender que la búsqueda de una respuesta a las preguntas morales no está plasmada
de forma absoluta en un tratado, sino más bien deberá comprenderse desde el ciclo discursivo de
una lucha entre el mito y el logos, generando una forma moral de hombre. Una lucha hasta
nuestro día traducida en el constante equilibrio impositivo de lo Apolíneo y Dionisiaco.
1.- La Verdad
“Defender la moral es contribuir a la mentira” [F. Nietzsche, “La Aurora”], la frase dicha como una
verdad concreta nos permitirá adentrarnos en nuestra búsqueda del cinismo como corriente y su
relación con la moral. Por tanto, será esto lo que debe investigarse para saber que tan cierto es la
rigidez moral en la cual una sociedad vive.
La frase tiene un peso específico alto, está cargada de historia y marcada por una lucha a veces
oscura del hombre en sociedad. Una frase ceñida en lo que puede definirse como un prejuicio
moral de la vida en sociedad. El contrapunto es intenso, pues los dos conceptos son opuestos,
pero tienen un origen común en el mito griego de la formación del hombre: “Prometeo”, mito que
encarna uno de los conceptos en estudio: el reparto divino que permite al hombre recibir la moral
y la justicia.
En el Prometeo de Platón, basado en el diálogo de Protágoras1, plantea que Hermes y Zeus hablan
sobre cómo se entregará y repartirá la moral y la justicia a los hombres.
“Buscaban la forma de reunirse y salvarse construyendo ciudades, pero, una vez reunidos, se
ultrajaban entre sí por no poseer el arte de la política, de modo que al dispersarse de nuevo,
perecían. Entonces Zeus, temiendo que nuestra especie quedase exterminada por completo, envió
a Hermes para que llevase a los hombres el pudor y la justicia, a fin de que rigiesen en las ciudades
la armonía y los lazos comunes de amistad. Preguntó, entonces, Hermes a Zeus la forma de
repartir la justicia y el pudor entre los hombres: "¿Las distribuyo como fueron distribuidas las
demás artes?". Pues éstas fueron distribuidas así: Con un solo hombre que posea el arte de la
medicina, basta para tratar a muchos, legos en la materia; y lo mismo ocurre con los demás
profesionales. ¿Reparto así la justicia y el poder entre los hombres, o bien las distribuyo entre
todos?. "Entre todos, respondió Zeus; y que todos participen de ellas; porque si participan de ellas
solo unos pocos, como ocurre con las demás artes, jamás habrá ciudades. Además, establecerás en
mi nombre esta ley: Que todo aquel que sea incapaz de participar del pudor y de la justicia sea
eliminado, como una peste, de la ciudad''. [Diálogo Protágoras – Platón 320 – 321 d]
La pregunta de ¿Cómo repartir las artes y las ciencias?, se responde con la finalidad que será tal
que cada uno de los miembros de la sociedad sea capaz de ayudar a los otros. Una definición de lo
que es una polis, o la comunidad. Sin embargo, en el caso de la moral deberá ser posible un
reparto igualitario; pues la moral como la justicia (Aidos [Αἰδώς] – Diké[Δίκη]), deberían poseerla
todos para que de esta forma cada miembro de la comunidad pueda sostener a la polis, de lo
contrario, quien no la tenga deberá ser expulsado pues sería un miembro nocivo.
Esto demuestra como para los Dioses existe una lucha de la justicia por la justicia, una batalla
entre dioses, en la cual en código mítico se reconoce que incluso entre ellos no existe una única
justicia, pues previo a todo está la guerra, y por lo tanto ¿Cómo el hombre podría tenerlo sin ser
un regalo de los dioses?
Esta entrega de los dioses al hombre de los aspectos valóricos, en una lectura mítica, son una
plataforma de trabajo para el hombre, la cual facilita la vida en sociedad y que en el extremo es
una necesidad para vivir ella. A partir de esto, es posible preguntarse: ¿Es viable repartir los
conceptos valóricos como se hace con las ciencias de manera igualitaria a cada uno de los seres
humanos?
La respuesta es no, y será a partir de esta carencia que surge la moral y las concepciones cívicas
del hombre en sociedad y por ello la verdad, dentro de la sociedad, deberá estudiarse en detalle.
1 Sofista de una corriente algo posterior a la época de Sócrates. Se diferencia de éste, particularmente por su
relativismo representado en su frase: “El hombre es la medida de todas las cosas”, frase muy manipulada, pues deberá entenderse como la acción de un hombre universal, que puede permitirse una lectura asociada a que el individuo es medida de todas las cosas.
Para ello comprendamos el concepto de verdad a partir de 3 mitos griegos clásicos:
a) El Edipo Rey de Sófocles nos presenta una tragedia, donde un joven se enfrenta a un
poder superior, la Esfinge de Tebas (puesta allí en castigo de los dioses a la polis que ha
permitido el amor homosexual). La Esfinge evita el paso de los hombres, sólo
permitiéndolo a aquél que resuelva sus acertijos. La Esfinge es voraz y asesina, por lo que
el pueblo de Tebas requiere que alguien pueda destruirla. Edipo hace caso del clamor y se
enfrenta a ella, no con lucha física ni violencia (espadas homéricas) sino que lo hace desde
la otra vereda, desde el logos, la palabra. La Esfinge se enfrenta a un poder, al parecer,
superior, la palabra que encuentra solución a sus acertijos: el animal de cuatro, tres y dos
patas (el hombre) y las hermanas que se engendran una a la otra (día y noche), hacen
colapsar el mito.
La tragedia invita a presenciar una lucha de discurso, un cambio significativo desde la espada a
la palabra, donde el logos produce otro tipo de violencia. La victoria de Edipo tiene su premio,
se convierte en rey de Tebas (casado con su madre Yocasta), conquistando una alta posición
jerárquica en la sociedad; todo ello gracias al logos. El logos en este caso refleja una de las
acepciones de Edipo: el verbo mirar, es decir, aquél que ve las cosas, el sabio.
Siguiendo esta línea se puede entender que quien sabe, en realidad se está dirigiendo a la
verdad y que en principio puede ser una verdad desconocida para quién la ostenta. De esta
manera a pesar que vence a la Esfinge gracias a su saber, seguirá supeditado a un poder
superior, a un aspecto en que la sabiduría no alcanza, el destino del oráculo.
De lo anterior, Edipo es apartado de su hogar en la primera infancia, pues el oráculo había
indicado que mataría a su padre, sin embargo será este destino fijado a fuego el que
desencadena la tragedia, su lejanía no permite reconocer a su padre, dándole muerte y
culminando la tragedia con el incesto al casarse con su madre.
Esta secuencia de actos invita a entender que existe un desconocimiento del hombre. La
sabiduría no alcanza para ir contra el designio divino. Por ello, cuando el saber se encuentra
encerrado por la tragedia no queda más que arrancarse los ojos, y de esta manera perder la
vista frente a la verdad. En este acto Edipo plasma de manera tácita el dolor de desvelar la
verdad; clavarse los ojos, cegarse. Aunque se ciega, la verdad cuando se sabe no se puede
negar, solamente se cambia por la ceguera; de aquí algunos refranes populares como: “no hay
más ciego que el que no quiere ver”.
Aunque se haga esto, la verdad sólo parece dejar de existir, pero sigue allí y corroe al ser
humano. Por ello la verdad como parte de saber es un arma potente que permite derribar a
grandes enemigos, pero también al más cercano, el propio ser humano.
b) El mito de Casandra nos presenta a un Apolo vestido de don Juan, enamorado de Casandra
hija del rey de Troya. Su amor lo impulsa a perseguir y convencer a Casandra de tener una
relación a cambio de un don: la profecía. Casandra al conseguir el don se niega a
relacionarse con Apolo, con lo cual la venganza se hace presente, no quitándole el don,
sino que condenándola a tenerlo sin la capacidad de persuasión.
La maldición de Casandra puede resumirse como una verdad conocida (adivinatoria), pero la
cual nadie cree. El mito entrega la dificultad de la verdad en las personas, pues no todos
pueden decir la verdad y ser creíbles, de ello que la verdad es según quien la diga, mostrando
un grado de relatividad, donde la persuasión es su guía. Puede ocurrir que alguien diga una
falsedad o mentira, pero a la vez tenga un alto grado de persuasión, haciendo creer a los
oyentes, que esa mentira es verdad. Casandra sin persuasión tiene un arma sin disparos, pues
poco importa que tenga la verdad si no puede transmitirla, la fuerza de la verdad se ve
desvanecida. Vivirá en la falacia, pues aunque es cierto quien escribe se le es quitada de
verdad.
c) El rey Midas y la verdad de Sileno, nos acerca a otra verdad. El Sileno es un personaje
mitológico cercano al mundo Dionisiaco y por ende Sátiro, a él se le atribuye el don de la
Verdad y es por ello que es codiciado por el rey Midas quien desea capturarlo para
conocerla. Para ello lo intenta mediante el vino, emborrachándolo y durmiéndolo. Al
conseguirlo, Midas le consulta sobre la verdad, obligando a Sileno. La respuesta de Sileno
nos recuerda algunos fragmentos presocráticos y recogidos luego por Schopenhauer:
Desgraciado ser que vive un día, la verdad es que es mejor no haber nacido y si lo haces es
mejor morir pronto.
La captura de Sileno nos muestra que la verdad hay que capturarla o a-prenderla. Pero una vez
capturada y escuchada la verdad no hay posibilidad de negarla, a pesar que la dureza de la frase
nos deje pasmados.
Aunque pueda parecer una frase impactante (en tiempos contemporáneos), la lectura del
fragmento debe comprenderse en contexto griego. De tal forma que la verdad plantea que es
mejor morir a nacer, lo cual puede analizarse bajo el prisma que las cosas sólo alcanzan su
perfección cuando se finalizan, cuando desaparecen, en tanto que perfecto es acabado, y esto
último puede atribuirse como muerto para esta realidad.
A estas expresiones griegas de la verdad debe sumarse otras acepciones en un sentido más
restringido, en el sentido de su actuación, y que en tanto deja atrás el mito para centrarse en el
logos:
Verdad lógica, la cual no se refiere a un punto fijo o absoluto, por lo que actúa en el
mundo de los objetos en donde todo fluye y se referencia;
Verdad demostrativa que establece cánones pre-establecidos, de un modo matemático,
en donde la vida se trabaja sobre ellos, los axiomas de un sistema de verdades.
Ambas verdades generan la plataforma para la estructuración de una sociedad, que según la
mitología no vive en la Verdad, sino que la busca. Para asentar estos conceptos es pertinente
recordar las búsquedas de la verdad. Las líneas presocráticas indagaban en el principio de las
cosas ‘Arjé’, y su discusión tenía visiones desde lo físico (como Aristóteles lo planteaba) a una
concepción más metafísica, ontológica si se quiere, reconocida ya por algunos autores
decimonónicos, en el cuál se pone de relieve la búsqueda de una verdad, un saber, desde el logos
pero altamente influenciado por el discurso mítico.
Sin embargo, será con Platón que la búsqueda de la verdad será tomada como parte central de su
filosofía desde la contemplación de la Idea, la ‘Aletheia’, entendida como el desvelar, el quitar el
velo negando el olvido (influenciado por el mundo órfico). De tal manera, el concepto en contra de
verdad: la mentira, puede entenderse como olvido o bien como ‘Pseudo’, es decir, como lo que se
parece pero no es.
Platón centra su interés en la finalidad, y no en el origen de las cosas, buscando qué hay detrás del
concepto. Deja la contemplación por la acción de conducir hacia el más allá, y desde esta línea
discursiva, entender la verdad como una guía, el concepto que nos muestra hacia donde nos
dirigimos, lo cual se acerca a la educación de una sociedad dentro de un sistema normativo. Sera
por tanto una finalidad que apunte hacia sus Ideas, en ese otro mundo, con el interés de recordar
y volver como alma allá, de manera escalonada, y bajo una hipótesis de trabajo.
Verdad y cinismo
La Parresía es otro tipo de Verdad, pero que, en ocasiones, ha sido olvidado como concepto de
la filosofía. El rescate de este concepto se origina a finales del siglo XX por M. Foucault,
entendiéndolo como el hablar franco, el coraje de la verdad o la verdad valiente.
Estas ideas están en el entorno de las corrientes filosóficas estoicas y cínicas, bajo la expresión
del gobierno de sí, el cuidado de uno. Proviene de la expresión griega ‘Epimeleia Heautou’,
desde la cual Séneca la expresa como la mente sana en cuerpo sano, comprendiendo la
importancia del cuidado, tanto del cuerpo como del alma. De ello, surge la conciencia en el
hombre, una reflexión muy apegada al pensamiento cínico.
La Parresía es una manera de decir la verdad, un modo de provocar la verdad. Tal vez para
comprender la dimensión de ella es pertinente explicar que No es Parresía, a saber:
a) No es un modo de demostrar, tal como lo realizan los científicos desde Galileo. Sin
embargo, cada uno de estos científicos, sí dicen la verdad en el instante que demuestran
algo.
b) No es un modo de persuasión, como sufre Casandra, no quiere convencer o conseguir algo
del que lo pronuncia.
c) No es un modo de enseñar. Una clase o curso es una verdad dicha por alguien que sabe
algo y que la transmite, lo cual no es la verdad de Parresía.
d) No es la discusión (polémicas o diálogos), no es verdad que alguien quiera discutir un
tema.
e) No es una verdad retórica ni de oratoria como los sofistas.
f) No es un tipo de ironía, como lo hacía Sócrates sonsacando la verdad, la mayéutica (la
verdad en su interior encontrada como partera que da a luz la verdad mediante
sufrimiento).
De tal forma la Parresía es una forma de decir la verdad condicionada por:
a) Se pronuncia en un lugar público en busca de testigos.
b) La verdad dicha ante un tirano o rey, incluso alguien que está sobre el hablante en
autoridad como es súbdito-rey o hijo-padre, generando una situación de vulnerabilidad,
en el cual el hablante en valentía está dispuesto a dar la vida por la verdad. Pues al decirlo
puede quedar sometido a un castigo, entendiendo que se enfrenta a la tiranía desde el
público, pero no como un acto de persuasión, sino que lo hace público para testificar un
hecho.
Serán estas condiciones las que ligan la Parresía con la corriente cínica, expresada claramente en
un dialogo entre Diogenes de Sínope y Alejandro Magno: Al acercarse Alejandro Magno al cínico le
consulta sobre que le puede dar, y éste último le contesta que se mueva pues le tapa el sol, acto
seguido Alejandro Magno representa su condición de emperador y el poder que tiene sobre esas
tierras y en particular sobre el cínico, a lo que Diógenes la responde que no le teme, e inquiere
sobre la competencia de Alejandro Magno como emperador. Claramente se reflejan las dos
condiciones de la Parresía, directa, ácida, pública y con valentía.
2.- Moral
Entendida las variantes de verdad es pertinente comprender la diferencia entre ética y moral.
Aunque etimológicamente sean lo mismo, su alcance se cruzan y dependiendo de la corriente
cultural se definen. Para esta presentación entenderemos como Ética a los valores universales,
conceptos abstractos (Bien / Mal) y por moral se entenderá a las máximas de comportamiento
como No Matar.
Moral proviene de la palabra latina ‘Moos’ en cambio ética de la palabra griega ‘Ethos’, ambos
entendidos como comportamiento y será desde aquí que se realiza la diferencia. La moral labra el
camino a la ética, lo cual puede apreciarse en I. Kant , quien habla de moral universal , pero como
cree que no puede basarse en máximas (subjetivo de alguien) lo que sería poco ético (útil), por
tanto la ética debe basarse en máximas universales, parafraseando: “actuaría de manera que todo
ser racional lo haría”, en otras palabras “no hacer a los demás lo que no queremos que nos
hagan”.
El problema de estas máximas se encuentra con la inversión de los valores de algunos miembros
de la comunidad. Su aplicación estricta puede enfrentarse con el dilema del Marqués de Sade, una
lucha, en este caso, con las normas de moral de la comunidad.
En consecuencia la moral se basa en las costumbres (algo útil en su momento y que permite la
supervivencia del grupo) que se traduce en los centenares de refranes usados por la sociedad que
en muchos casos son opuestos, pero que surgen bajo la utilidad del grupo. Por lo tanto, la moral se
identifica con el grupo, su formación y supervivencia, de ello que la moral y justicia son necesarias,
con el alcance que esta justicia es abstracta y por ello muchas veces no se condice con la ley (la
injusta ley, se oye decir).
Como se aprecia, la moral está íntimamente ligada a la sociedad, y en ese marco, la figura del
hombre en ella puede diferenciarse como:
a) Persona: Aquélla que hace mostrar lo que somos a los demás. Tiene su origen primero del
griego Propon o máscara, del latín personare. Los griegos utilizaban máscaras en el teatro,
saliendo el personaje a través de ellas. Esta manera permite visualizar una de las maneras primera
de educación en sociedad: Teatral.
b) Individuo: es aquél que no se divide más, es el entero, íntegro que no necesita de nadie más, es
decir, se acerca al autosuficiente o autónomo. De esta definición se puede concluir que hoy no
existe el individuo, pues todos tenemos una interpretación con el medio y por ello específico a
cada medio.
c) Sujeto: es aquél que está sujeto a algo, y en este caso, el algo es el entorno. De esta manera
somos lo que somos por el entorno determinado y sujeto a la estructura que la define. Existe una
parte natural del hombre (Temperamento) y otra que es por la sociedad (Carácter).
Para entender la moral como verdad de una sociedad es necesario verla desde la vereda crítica F.
Nietzsche, reconocido amoral, pero al cual podríamos atribuirle una inmoralidad, un ir en contra
de la moral socavándola para instaurar la suya, una moral individual, no para todos.
Esta presentación de la moral, no desde el concepto de sociedad, se pone en contra partida con el
concepto de individualismo. Para ello, apoyándonos en Plutarco, observamos que existe una
pugna entre el individualismo y el diluir al hombre en sociedad griega.
Esto se aprecia en las diferencia entre personas, y en particular en la forma de morir. La asignación
de honores en la sociedad no son iguales, con mayor recuerdo del hombre muerto en guerra o
mujeres en parto; la abertura de la sangre derramada en la tierra tan representado por el mundo
homérico. Por tanto, este acto implica el contener su individualidad dentro del la sociedad,
asociado al sacrificio del individuo en favor de la comunidad, como pérdida de su inmortalidad por
defender y ampliar la sociedad en la que viven.
Con ello la sociedad consigue la utilidad de este individuo, el hombre en su acto le otorga
inmortalidad a su comunidad. F. Nietzsche recoge este punto y lo asocia a la moral, pues es ésta la
herramienta que tiene la sociedad para su inmortalidad, es decir, la moral no fomenta la utilidad
personal, sino que lo asocia a la comunidad instaurando en un momento de ella alguna costumbre
que dirija el fin último: la inmortalidad de la comunidad.
Esto queda plasmado en su frase: “la moral son chispas de espadas”, a modo de expresar que la
sociedad decide la moral que le acomoda para protección social tal como espadachines luchan por
su vida, para lo cual genera preceptos como decir que: el agua hace bien, lo cual no es ciertamente
un concepto universal y dependerá de las condiciones de contorno, a saber: el agua es buena si no
está contaminada (tal como lo expresa F. Nietzsche, es válido si es higiénico).
De la misma manera los preceptos pueden alcanzar otros niveles dentro de la comunidad
asentándose en un inconsciente colectivo que rige los comportamientos de cada individuo, un
concepto que alcanza la superstición y en un nivel ulterior la religión. Estos preceptos ordenan y
jerarquizan la sociedad, creando jurisprudencias, legalidad y en consecuencia generando actos de
culpabilidad y castigo en los miembros de la comunidad, limitando el actuar del hombre llegando
incluso al sacrificio de éste.
Se pueden apreciar otros preceptos que conforman la comunidad como el azar o causalidad,
ejemplificado en las heráldicas de las comunidades de modo de representación y unidad por un
caudillo vencedor o la aparición mística de un animal cuando se combatía contra otro pueblo, por
lo cual el precepto no tiene una explicación lógica, sino que se sumerge en el mito o leyenda de la
comunidad, a diferencia de los preceptos de protección antes descritos, donde la comunidad tiene
trazabilidad, olvidada por cierto, hacia un hecho justificado por el mal que puede generar el acto a
esa comunidad convirtiéndose el precepto en algo aceptable , incluso cuando éste pasa a un nivel
simbólico u abstracto.
De esta manera la lucha moral, al estilo cínico, valiente y con Parresía, tiene diferentes niveles de
resistencia, es decir, es más sencillo ser inmoral cuando el precepto social tiene trazabilidad y
lógica, pues es un combate desde el discurso, en cambio la lucha se vuelve trabajosa y en
ocasiones imposible cuando el precepto no tienen una base o justificación, pues ellas están
enraizados en el simbolismo de la comunidad en su acervo mitológico y en ocasiones místico. Por
lo tanto, la creación moral efectiva es mejor a partir de preceptos sin explicación, pues evita el
encontrar resultados o trazabilidad que facilite el rebatirlos. Se asemejaría a un origen como
movimiento de placas tectónicas, sin explicación, irracional: causalidad por causalidad.
El reactivo de la sociedad a este impulso o corriente inmoral se asocia con evitar lo libre,
asignando una condición moral a este acto, es decir, la contracorriente es mala, el correr contra el
público semidesnudo, el no participar de la jerarquía o bien el disponer de conductas que los
preceptos sociales no alientan son actos de maldad. Esta dicotomía se puede apreciar en el mito
de Apolo y Marsias [Libro VI de la obra de Ovidio Las metamorfosis], en su lucha musical, uno
desde la vertiente civilizadora y el otro desde el mundo salvaje, finalmente es sancionada la
victoria de Apolo sobre Marsias por las musas, que tras varios empates declaran la posibilidad de
desollar al sátiro.
Apolo en este caso representa lo Bello y el Orden, en contraposición con Dionisio – sátiro. La
representación de un acto en extremo violento, pero representado de forma tranquila y en paz
permite reflejar el orden y belleza considerado por Apolo. En su actuar no se aprecia el problema
moral, pues la figura a la cual desolla no entra en el orden establecido, su inmoralidad no es tal al
tratar de esa manera a un inmoral, pues se grafica la lucha del bien y el mal, o en otras palabras el
impulso civilizador contra el que esta fuera, el otro. Lo cual no deja de ser interesante al momento
de plantear la moralidad desde la perspectiva de espacio-tiempo, o al menos de ubicación de cada
uno de los actores. Será por tanto la relatividad de la mirada la que indique como se comete un
acto de suyo inmoral, pero no tan así (relatividad) si él se realiza a un individuo… no a un sujeto
social. [Se refleja en el grabado de Meier, Melchior: Apolo, Marsias y Midas, donde los sátiros
están horrorizados, frente al acto de Apolo y los civilizados están calmos, la perfecta muestra de la
lucha entre barbarie y civilización].
1581. Grabado al Cobre. 23-31 cm. Hollstein 7.II, Passavant III. 475.5
Esta lucha, tal como el mito de Apolo y Marsias, tiene un remedio a partir de una herramienta
social, la Educación.
Platón tiene una alta relación con la concepción moral y la formación del sujeto, a través del
Educare/Paidei. La formación o el espíritu de una nación encarnado en cada uno de sus miembros.
Su acción es el conducir, a través del que guía (Duce) y su manera queda altamente reflejada en el
mito de Prometeo en sus “Diálogos: Protágora”, pues será Prometeo que entregándole al hombre
el fuego robado a Hefesto, le entrega una herramienta, le entrega la ‘Techné’, lo que le permitirá
al hombre liberarse pues tiene la técnica y el arte, dando la capacidad de vivir por sí mismo,
entregando la civilización. El hombre deja de pasar frío, ya se puede vestir y vivir mejor. He aquí el
mensaje, he aquí el regalo de los Dioses.
Por ello, el ser educado no se limita al tener el acervo cultural de la sociedad en la cual se
participa, sino que debe hacerlo de forma aplicada, y en consecuencia permitir ser sumido en los
preceptos, conducidos a la utilidad de la sociedad por sobre la libertad útil del ser.
La educación se expresa no sólo en lo formal, sino en la articulación de la sociedad. En la
antigüedad se realizaba un juicio público al inmoral, como un acto de expiación de la sociedad, la
cura social. De esta forma la comunidad mostraba y ayudaba al control y sumisión del individuo.
En el caso de los griegos el modelo de educación se asemeja a un teatro, es decir, unos pocos
educan a muchos representado en el escarnio público de un condenado o castigado o bien en
algún espectáculo (tragedias, comedia…), a diferencia de nuestra sociedad más relacionada con un
sistema de control pan-óptico, en el que siempre están viendo, siempre control, tal como se
representa en una torre de prisión, en el cual no se sabe quien ni cuando están vigilando.
De esto se desprende una de los cuestionamientos de F. Nietzsche sobre la moral: ¿Por qué se
ataca al libre?, si en último caso el que sigue la moral también obtiene un provecho de ello. De
esta interrogante F. Nietzsche impulsa su nihilismo activo, no simplemente dejarse llevar sin hacer
algo, sino por el contrario acercarse a la moral gobernándose a uno, para luchar y entrar en la
inmoralidad consciente, para vislumbrar y comprender que la moral imperante de la sociedad es la
camisa protectora de los débiles, el acuerdo tácito de unos para enfrentarse al hombre auto-
determinado, que conocida su fortaleza tiene la capacidad de imponer su individualidad sobre el
grupo. Y por cierto que esta concepción recoge al cinismo y estoicismo, en la valentía de decir su
verdad, pero también un cuidado, perseverancia y acción por la salvación personal, día a día,
activamente, impulsado por el concepto del eterno retorno nietzscheano, aprovechando la vida
por un fin (carpe diem) bajo la sombra de la repetición eterna de la vida, potenciando el cuidado
del ser y su individualismo.
¿Cuál es la acción para luchar contra la violencia de la sociedad sobre el individuo?
Cuando se hace una buena acción parece ser que no depende de la voluntad, de los
conocimientos, sino hay algo más atrás de este acto. A pesar de tener virtud si los dioses no están
en su favor, no lo hará bien, es decir, se deberá estar preparado y además contar con el don de los
dioses. Por ello, según Nietzsche, se deben hacer dos esfuerzos:
a) Hacer el esfuerzo de adquirir el conocimiento
b) Contar con el don de los dioses, ser elegido (como las causalidades, como tener suerte del
lugar nacido, vivencias, etc.)
De esta manera la vida está en control del individuo, y asumiendo que es circular y reiterativa,
incita a vivirla como nos gustaría que fuese, no como Hegel que reduce todo contenido en el
absoluto, el todo ya sucedido. De esta manera Nietzsche se separa del nihilismo pasivo,
promoviendo el afirmarse en el ser. [Gilles Deleuze: “Nietzsche y la filosofía”, Barcelona,
Anagrama 2000].
Existen dos vivencias:
a) La experiencia de una cosa, recogiendo una vertiente mística, como un dialogo entre el ser y el
hecho, o como la lectura de un cuadro, que expresa pero que no explica el todo, pues el
complemento es realmente vivirlo como experiencia estática.
b) La vivencia temporal lineal contrapuesta a la circularidad nietzscheana, donde el ser esta
atrapado en el tiempo, y por ende son importantes lo instantes vividos, por ende el perdón del
castigo de comunidad está en asumir por nuestra propia razón. Para entender la circularidad y el
protagonismo del ser se debe comprender que el que algo haya pasado no necesariamente
debiese haber pasado, lo cual puede entenderse a partir de la adivinación de los oráculos: La
adivinación no es que sepa la verdad científica, es decir, si ocurre no es que sea necesariamente la
verdad ocurrida, sino que la adivinación es el adelantar el acontecimiento, gracias a la circularidad
del tiempo.
Cada uno de los conceptos expuestos por F. Nietzsche, permiten definirlo como un cínico
moderno, soportado por su afición por alejarse de los grupos, la burla constante a quien se le
acercase, la afirmación de las individualidades, el gobierno de si o el querer hacer según la
voluntad, sentenciando que la inmoralidad con conocimiento y don de los dioses permite evitar el
hacerse daño a uno mismo a partir de la violencia que la sociedad genera al individuo. De esta
forma el cínico moderno no deberá entenderse moralmente como malo, tal como se plantea hoy,
sino entenderlo desde la corriente filosófica desde la cual brota: el Cinismo Clásico.
Cinismos
A partir de P. Sloterdijk: “Crítica de la razón cínica”, es posible separar el cinismo en dos grupos:
a) Cinismo moderno (Zynimus)
b) Quinismo (Kynimus), segunda mitad del siglo IV aC.
Éste último entendido como el cinismo clásico que surge en tiempos de Sócrates y perdura hasta
Aristóteles. Se considera un movimiento menor, del cual poco se habla, y que es considerado
como escuela aunque son de un gran individualismo, por lo que puede quedar en entredicho la
formación como tal de una escuela, y si más bien agruparlos por el cómo eran llamados, pues ellos
no se asumían como un conjunto.
El cinismo deberá entenderse de manera contraria a las acepciones modernas del concepto [RAE]: a) Desvergüenza en el mentir o en la defensa y práctica de acciones o doctrinas vituperables.
b) Impudencia, obscenidad descarada.
Se aprecia su sentido denostado por la sociedad moderna, sin embargo también permite
vislumbrar alguna de las acciones que el movimiento quería plasmar: la libertad del individuo
frente a la imposición moral de la sociedad.
Los quinicos no tenían obras escritas aunque se estima que Antístenes, padre de la escuela, se le
atribuyen algunas obras. Por fuentes indirectas, Diógenes Laercio, sabemos que Antístenes publicó
centenares de libros (incluso más que Platón), aunque hoy no se conserva ninguno. Entre las
materias desarrolladas se incluye la lógica y lenguaje. El movimiento puede considerarse serio, en
términos de un desarrollo filosófico, aunque la actitud de ironía y burla puede hacer pensar lo
contrario, lo cual los ubicaba como una corriente alternativa y en contraste a los paradigmas
ilustrados con su rostro visible en I. Kant.
Antístenes desarrollo el dialogo al igual que Platón aunque en este caso el protagonista podría
haber sido Gorgias. La distancia entre la corriente cínica y los padres filosóficos es importante,
Platón y Aristóteles se afirman en la concepción del orden, la educación y el sentido de
comunidad, generando un corpus ideológico uniformador, por ello no podría extrañarse que ideas
ajenas y que puedan desestabilizar su construcción puedan haber sido vetadas [“Historia de la
quema de libros”, Antonio Baez]. Basta recordar que para Aristóteles el hombre es un animal
Político, y por tanto social, incluso más que las abejas con toda su estructura jerarquizada, por ello
la vida de los quinicos se encuentra fuera de la sociedad, viven como ratones usufructuando lo que
la polis puede entregarles, unos parásitos.
En esta línea, los quinicos son comparados con los perros (Kyeon), de allí el nombre de la escuela
filosófica. Según sus contemporáneos no aportaban a la sociedad, solamente duermen y fornican
en las plazas, se alimentan sin servicios, orinan y defecan en público, entre otras cosas. En
consecuencia el quinico está fuera de lo cívico, practican lo contrario pues no se adhieren a las
normas de la polis, ni rinden tributo a ella pues se sienten fuera de ella. Sin embargo, como
parásito, el quinico no puede vivir sin polis, la requiere para actuar en negación a ella, recordar los
textos de Luciano de Somosata en relación a la sociedad y sus costumbres2.
De lo anterior caben las preguntas: ¿Puede vivir el quinico sin el orden de la polis?, ¿Son una
amenaza para todos?,
Definitivamente el quinico requiere la polis, pues su acción es en ella. Si bien se les aplicaba la
característica de charlatanes, se burlaban de ellos, y en muchos casos, no eran considerados
seriamente en sus planteamientos. Si puede rescatarse de ellos su desarrollo agudo, siempre
ridiculizando al otro, quitándole importancia a sus dichos con un alto grado de prolijidad en los
diferentes campos de estudio.
Para entregar un marco referencial de su acción, se enuncian los siguientes conceptos asociados a
los quinicos:
2 Luciano de Somosata, también tiene un Prometeo. Este cínico tardío narra una historia con algunas
variantes centrando las figuras de Hermes y Hefesto. En el texto busca la crítica a toda la sociedad, evitando
que los hombres le rescaten, pues en este caso el castigo es para Prometeo y en cambio se presenta el cómo
los hombres no deben atentar con los Dioses (hybris).
De esta forma la crítica social, se acerca al imperativo de la costumbre, es decir, es una crítica o ataque a los
Dioses, humanizándolos, pues ‘hybris’ implica que existe engaño real en el mito, no concedido por los
Dioses, como sí ocurre en el Prometeo de Platón.
En este caso el verdugo justifica su acción, el por qué lo hace, y Prometeo intenta defenderse, lo que se
traduce en más humanización al sostenerse una conversación entre pares. En ella, Prometeo presenta lo
Bueno que es tener al hombre, particularmente por lo fértil que se ha vuelto el mundo. Además el hombre
será el testigo de la belleza del Universo, permitiendo dar sentido a todo lo creado por los Dioses. Como se
aprecia, la explicación mítica se desvanece frente a la ridiculización a los Dioses y mostrándolos al mismo
nivel que los hombres, en una suerte de crítica a la sociedad y sus axiomas.
a) La importancia de la naturaleza:
De la misma manera que los Estoicos, Epicúreos, cirenaicos, entre otros, los quinicos son una
escuela que surge como amenaza de relativismo a la idea fuerte de Platón. En este momento los
quinicos entienden que la verdad de la idea platónica no es absoluta, y la relativizan, asociando la
verdad a la tierra, de tal manera que cada ser debe vivir para sí, es decir, un individualismo pero
sin afectar al otro, sin el afán de imposición. De este punto es sencillo percibir lo fácil que es
combatir esta corriente y a la vez lo irritante que llega ser para la sociedad, más cuando lo
podemos ajustar a la Parresía. Pero más importante aún es la diferencia que aparece al incorporar
en este concepto a la naturaleza, pues la sociedad como ente artificial se entenderá como ‘nomo’
– ley del hombre -, en cambio al ajustarse a la naturaleza inmediatamente se asocia al control de
la Physis, la ley natural, validada y reforzada por ser la ley de los dioses o como los presocráticos lo
estimaban, la ley del que todo contiene, el ‘arché’.
b) Son los primeros filósofos o precursores del Cosmo-Politismo, entendiendo que son
ciudadanos del mundo y no de la polis, estando en contra del nomos, con lo cual son
capaces de relacionarse con todos y no de una manera jerarquizada.
c) Su manera de actuar es la indiferencia moral, es decir, no les interesa la moral, entendida
esta como parte de la polis-sociedad, el ir en contra de la corriente.
d) En consecuencia pensaban que no debía de existir familia ni propiedad pues ambas atan a
la sociedad, restringen y son el fiel reflejo del orden establecido.
e) Son los primeros en hablar de la eutanasia, como el morir bien. De aquí su oposición a lo
que la filosofía ha desarrollado en el tiempo: evitar la muerte. En este caso se aprecia su
cercanía con los epicúreos y la visión trifásica de la vida: no preocuparse de la muerte pues
cuando no estamos en ella, ella no está, y al contrario, cuando nosotros llegamos a ella,
dejamos de existir.
f) Permiten la práctica del incesto, la antropofagia, pues está en la naturaleza.
g) Su motor de empuje es la duda, que los relaciona con los escépticos, como un aprender
desde la duda.
Ellos practican el ‘poros’ (esfuerzo) a la forma de los griegos antiguos, es decir, no se puede
conseguir algo sin esfuerzo. Por ello, los quinicos no siguen el mito de Prometeo, en que los
dioses le entregan la creación y sus herramientas, sino que se apegan a la imagen de Heracles.
Esto se aprecia en el mito de Heracles, en su undécimo trabajo, debe recoger la manzana
dorada del jardín de las Hespérides.
La historia presenta a un Heracles astuto, ya que le pide a Atlante (titán) que tiene que ser él
quien recoja la manzana, pues le ha aconsejado Prometeo que así sea. Atlante está de acuerdo
y va en busca de las manzanas mientras Heracles se queda aguantando la Tierra – Universo. Al
conseguir las manzanas, Atlante le dice que no volverá a quedarse con la Tierra, pero Heracles
le pide que la sostenga un instante para acomodarse (un almohadón), de esta forma le
entrega el pesado mundo al titán, robándole la manzana.
“Heracles y Atlante”,de Bernardino Luini en Castello de Sforzesco
De este mito se aprecia el valor del esfuerzo en comparación a la técnica (el fuego de
Prometeo), es decir, es el esfuerzo individual para conseguir las cosas, sin la técnica y sin el
grupo o comunidad. Muestra que cada ser significa algo y no se permite el ser atrapado por la
vanagloria, sino que debe llevarse con astucia y esfuerzo. De esta forma se aprecia el esfuerzo
como el estoico, debido a que hay que soportar las cosas porque estas son parte de la
naturaleza (falacia natural), mostrando que la naturaleza no entrega nada malo.
Desde el movimiento quinico pueden deducirse dos factores:
a) Esta es una antítesis de la plebe contra el idealismo platónico, es decir, no son filósofos
ciudadanos que participan en la Polis griega, no son ciudadanos siquiera, son plebe y
antítesis como lucha encubierta.
b) Practican la autarquía, el gobierno de uno mismo, son responsables ya que son cultivados
y poco influenciados. Tal como plantea F. Nietzsche, el individuo débil ingresa al grupo
para defenderse, el fuerte no necesita alianzas. Por ende, el quinico no vive al amparo del
grupo, por lo que puede buscar la verdad desde la vida.
Dentro de los quinicos claramente hay diferencia, siendo la más interesante la que se
encuentra entre el padre del cinismo, Antístenes y el más remarcable de los cínicos, Diógenes
de Sínope.
La principal diferencia está en la práctica de la ‘Adoxia’, es decir, el estar contra la opinión. De
esta manera Diógenes para mostrar su inexistente relación con la Polis no le importa lo que
digan los demás de él, una posición en extremo y mucho más extrema que la del propio
Antístenes, pues lo hará mostrando al ir contra la corriente en cada oportunidad que se le
presente, pues no es pasividad ni indiferencia, es el ir en contra activamente.
Por un lado Antístenes siempre andaba con un bastón y como herencia sofista cobrara, y si se
acercaba un pobre lo alejaba con su bastón de plata. En cambio Diógenes preguntaba quién es
el mejor maestro, y para éste era Antístenes, pero como Diógenes era pobre era golpeado,
pero es gracias a su testarudez que se queda con el maestro aguantando los golpes, de esta
forma aplica uno de los conceptos del cinismo: el poros, es decir por el esfuerzo consigue el
conocimiento, de tal forma vivirá como una rata, en su tonel, con sus vestiduras ajadas que le
servía para todo.
Siguiendo a Heracles, Diógenes se aleja de la riqueza, se desprende de todo, le basta su túnica
y tonel3 , pues como dice el mito una de las 3 manzanas son de la virtud [Mito Clásico y
ostentación” Sebastián Neumeister, Ed. Reichenberger], a saber:
1) No vanagloriarse; 2) alejarse de la riqueza; 3) virtud en la vida.
Los cínicos eran apátridas, es decir, un cosmopolitismo, por lo que son eternos emigrantes,
aunque con el tiempo terminan estableciéndose en las ágoras y las plazas públicas.
Una de las demostraciones del ir en contra de lo establecido es la mención de Diógenes y la
muerte. La tradición griega indicaba que el difunto debía yacer boca arriba para luego ser
tapada su boca. A esto Diógenes solicita que su muerte sea al revés, es decir, boca abajo,
mostrando que la vida tiene muchas vueltas. La poca relevancia con respecto al cuerpo se
aprecia al querer que no se realice acto alguno tras su muerte, prefiriendo que el cuerpo
yaciera en la tierra para que fuera devorado por los perros.
Para los Quinicos, el hombre es otro animal, y por ello debe regirse como el resto de animales,
es decir, por la leyes de la naturaleza, leyes distintas a las divinas, pues son leyes de lo
terrenal, lo visible. Por esta razón no es relevante el ritual de entierro.
Dentro de las posibles muertes de Diógenes se comenta: 1) Aguantar la respiración; 2) Comer
pulpos vivos (sin la aplicación de fuego) produciendo unos fuertes cólicos; 3) Lucha entre perro
por un pulpo.
¿Se puede pensar en un quinico hoy?
Platón, en un momento de fatiga social (lo relativo) decide recurrir y cristalizar lo ideal,
traducidos como conceptos (Lo Bello, La Verdad…), de tal forma el cuerpo social busca esos
conceptos, esos ideales (la zanahoria, el premio). Por ende, la sociedad cree en el futuro,
convirtiendo al grupo en una entidad civilizada, evitando vivir el momento en la muerte. De tal
formal creer en el futuro y aguanta el vivir por lo que vendrá. Nuestras sociedades recogen
esta esencia platoniana, y su acercamiento de organización entre la salvación en el orden
civilizado y su relación con el ser en estado natural, salvaje, bárbaro [Leviatan, T- Hobbes]
3 Diferencia del denominado síndrome de Diógenes, que es la acumulación de objetos inservibles.
Con esta manera de entender la relación social, se evita el acercamiento a la esencia del
hombre, al orgánico, al quínico en último caso. Se violenta por ello los propios instintos, su
individualidad en favor del conjunto, de la promesa social.
En sus orígenes, la palabra griega para ocio era ‘scholé’, que se entenderá hoy como raíz de
nuestra escuela, pero bajo el prisma quínico más bien el marco de la conducción del
individuo, y no como el surgimiento del sentido de la actividad en los tiempo libres, el no-
trabajo para conseguir el alimento; se entenderá como el tiempo que invierte el individuo para
adaptarse, para ser aceptado por el grupo, para educarse, para ser sujeto.
Para graficar como el sujeto actúa en beneficio del grupo, pueden exponerse tres ejemplos de
Ideales social sobre éste:
1) La inocencia: La no amenaza social, el que no ha hecho algo en perjuicio del sistema, y que
en extremo podría ser considera estúpido puesto que lo cree todo.
El contrario a inocente es el culpable, y por ello, es el que va en busca de su individualidad
dentro de la sociedad, ya no es inocuo al sistema o al grupo, porque vela por sus intereses. Ya
no es inofensivo, pues no requiere de la dependencia del grupo.
2) Beatitud: El estar desganado, que le cuesta hacer las cosas. el devoto dentro de la
religiosidad, que sigue los ideales ya establecidos, que desencadenan en el sujeto una
pereza en los intereses propios.
En la idea del eterno retorno, y la circularidad del tiempo, esto es inaceptable, y existirá la
obligación del individuo a escapar de dicha pereza, morir en el intento del nihilismo positivo.
3) Amor: Frente a la expresión del animal gregario que no quiere más enemigos, lo que se
hace es buscar prácticas que eviten el conflicto a pesar de que esté en absoluta contradicción
con el bien individual, de esta forma la monogamia, o la exogamia (fuera del grupo) se
establecerán como aceptables en la medida que eviten problemas dentro del grupo y generen
alianzas entre grupos cercanos.
Por lo tanto, el Quinismo será durante el periodo griego el sentido relativo de su época. De tal
forma, el punto fijo, el ancla de la época griega siente el vértigo de este tipo de corrientes que
hacen pensar la sociedad desde una perspectiva diferente.
Hoy los quínicos tendrían poca cabida, especialmente por la mala imagen que presentan a un
sistema establecido, regido por leyes humanas y sociales. Aunque algunos de los tópicos que
tratan, en cuanto a la relatividad moral, se acercan a la idea cosmopolita de irreverencia o
incluso parresía , aún existen conceptos que dentro del marco globalizador de nuestros días
que no tienen lugar, a saber: incesto y antropofagia.
La postura quinica puede ser plasmada como palabras de anti-tesis del orden imperante y por
ello una complejidad a cualquier sistema que lo experimente. De ello que se genere una suerte
de descredito, no como la anti-tesis de los relativo frente al orden fijo ideal, sino más bien
rebajándolo y llevándolo a un nivel banal. [Michel Onfray Cinismos. Retrato de los filósofos
llamados “perros”. Paidós, 2002].
Para acercarnos al mundo quinico en la actualidad nos apropiamos de la obra de P. Slotedijk
“Crítica de la razón cínica”, en ella este filosofo alemán y contemporáneo, desprende en sus
obras un matiz cínico, y nos presenta su manera provocadora de enfrentar la filosofía, y por
cierto el análisis de sociedad.
Según él, la filosofía es provocación, y en su obra “Normas para el parto humano” habla como
el hombre es empujado por la educación para crear un “parque zoológico” de su entorno, de
su sociedad, del lugar donde vive.
Toda sociedad debe criar y conducir a sus miembros para crear la anhelada alteridad de ellos
para que cada uno cree la figura del otro, con el objetivo que el resto cree a nosotros. De esta
forma P. Sloterdijk en su obra actualiza la corriente quínica remedando a los griegos e incluso
al propio Nietzsche4.
Parte de la relevancia de su filosofía radica en la rivalidad con lo establecido, tomando la
concepción de la construcción platónica. Estará por lo tanto en contraste de lo Ideal, del orden
establecido y el cómo la educación servida por Platón se ha incrustado en nuestra forma de
sociedad.
En este sentido sus fragmentos hablan del ideal, lo cual como ataque a Platón los reconoce
como la dialéctica del conocer y reconocer el saber, el conocimiento develado como el quitar
del olvido, eso sí, mediante el esfuerzo, gracias a que el alma había vivido en el mundo de las
Ideas.
De tal forma, en el siglo XX, ya se habla de la conceptualización como algo habitual, lo que se
refleja en los escritos de G. Deleuze: “Que es filosofía”, donde se plantea que la filosofía
genera conceptos para crear hitos de la realidad, de tal forma de entenderla, lo cual es un
reflejo del Ideal platoniano.
Frente a esta categorización de la vida, Nietzsche se opone, y contrapone el ideal a lo real. A
diferencia de Platón en que lo ideal es igual a lo real visto como la forma de alcanzar ese
estado, para Nietzsche no es así, generándose una diferencia entre lo real y la realidad.
Esquemáticamente y en oposición se tiene:
4 En sus textos habla de Hiparquía, filosofa anterior a Hipatia, quien se desarrollo en la corriente quinica
gracias a la aceptación de tutela de Diógenes, gracias a su interés por la filosofía (de hermano filósofo) y
a la aceptación de Diógenes por la gran capacidad de ella, a pesar del rechazo de sus padres. Esto
demuestra parte de la apertura y la lejanía de la ley social de Diógenes, pues a diferencia de Platón, él si
acepta a las mujeres. Con ello pone en entredicho quién fue la primera gran filósofa.
Mundo Idea = Mundo Real Mundo Objetos = Mundo Realidad.
La realidad y los objetos tienen tiempo y por ello son relativos, se desgastan a diferencia de los
otros que son eternos, son esencias5. Nietzsche demuestra esto, donde el ideal pertenece a lo
real, pero Platón intenta cristalizar para guiar a un grupo social firme en conceptos valóricos,
en moral de bueno y malo.
Por ende Nietzsche recuerda que el hombre vive en un mundo de desgaste, lo cual se acerca al
mito de Sileno, con un concepto de animalización del hombre y la verdad. Por tanto, el
hombre sin sociedad, sin la edificación educante, regresa a un estado animal, a sus instintos,
pues sin civilización se pierde el punto fijo. Su crítica es más ácida, recayendo incluso sobre los
Quinicos, pues en última instancia aún siguen unidos a la sociedad, a modo de parásitos del
sistema, traduciéndose en una animalidad cómoda.
De esta forma si el hombre inmerso en sociedad sufre el rompimiento de esta realidad, lo
único que queda es restablecerse bajo nuevo ojos o caer en golpes sicóticos. Esto a razón que
el sistema educativo ha sido tan íntimamente establecido que ya no logra ver lo real desde la
vereda de la realidad, y en este sentido, su mundo limitado, al caerse obliga a volver la mirada
a los factores externos que son parte de nuestro mundo; un cerebro exógeno. De aquí que
podremos entender al hombre como un animal que no solamente es instintos, sino también la
interacción exterior – interior [Botella de Klein o Cinta de Mobius] de manera
intercomunicada6.
Por lo tanto, ¿cómo vivir en sociedad entendiendo ésta como el mundo de realidad?, la
dificultad no es menor en nuestros días, aunque las apariencias, la falsa verdad nos haga creer
lo contrario. Aunque la relatividad de los conceptos intente persuadirnos de algo que en
realidad es lógica desgastada en devenir de objetos caducos.
Y aquí no se mal interprete, pues si bien vivimos en un mundo globalizado, seguimos atados y
castigados por la violencia de la sociedad en el ser. Seguimos sirviendo al ente comunidad por
5 Hay algunos científicos que están en esta línea realista
6 M. Foucault en “Escrito de Psicología” plantea que el hombre no se paraliza y genera la falla de realidad,
esto para que la mente no explote y se vuelva loco.
sobre la esencia de cada individuo, hemos sido devorados por el sujeto, coartando las acciones
del individuo en un acto de antropofagia cívica. Y aquí las posibles voces de algunos que
puedan señalar como vivimos en libertad, cómo hacemos lo que queremos, pues será allí
donde la reflexión filosófica deberá apuntar y preguntarse: ¿cuánto de mi día me pertenece?,
¿cuánto de mis horas me pertenece?. La respuesta es clara, pocas, pues la intervención es tan
profunda que hasta el sujeto ha sido educado con tal alto grado de persuasión, sobre una
verdad aparente que no deja espacio para que el individuo se desarrolle. Y si hemos de
hacernos la pregunta de cómo he de actuar en Parresía, no tenemos más que pequeños
atisbos de llevarlo a cabo, reflexionar sobre ello, es darse cuenta la incapacidad de ir en contra
de la jerarquía y de la acción pública, pues si antes el control era teatral o pan-óptico, hoy se
inserta en la axiomática del hombre, no tan solo en la familia o la escuela, su influencia es tal
que alcanza la idiotización mediante los medios “informativos”, la publicidad y las redes
sociales.
La moralidad por lo tanto como constructo social es la acción de Apolo azotando al sátiro que
llevamos dentro, golpeado y ridiculizado sin cesar, no solamente con los instrumentos y el
desolló del individuo, sino que coartando el desarrollo de éste. Pero, ¿cuán justo es la acción
de esta violencia, cuan inmoral es el Apolo actuante?
Cuando la verdad de la sociedad se limita a la acción lógica y demostrativa, cuando la
formación de justicia se funda en la verdad de falacia y no escucha a la Casandra que el
individuo quiere presentar, cuando el Edipo se ciega frente al dicho de un Sileno que grita las
necesidades de nuestro propio ser, la posibilidad de comprender al quinismo como una
alternativa de reclamo por una forma de vida diferente, en la cual nos entendamos como una
cinta de Mobius y queramos auto-determinarnos en el eterno retorno, será otro más de los
intentos de individuo por vivir en sociedad.
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