PROSPECTIVA, PLANIFICACIÓN
ESTRATÉGICA Y EVALUACIÓN
INSTITUCIONAL EN LAS
INSTITUCIONES DE EDUCACIÓN
SUPERIOR
MONOGRAFÍA
AUTORES: Dr. C. José Luis Almuiñas Rivero Dra. C. Judith Galarza López
Octubre 2012
Índice general
Contenido Pág.
Introducción 3
Desarrollo 7
PARTE I
PROSPECTIVA Y EDUCACIÓN SUPERIOR 7
1.1 ¿Qué es la prospectiva? 7
1.2 ¿Por qué la prospectiva en la educación superior? 8
PARTE II PROSPECTIVA Y PLANIFICACIÓN ESTRATÉGICA EN LAS INSTITUCIONES DE EDUCACIÓN SUPERIOR
14
2.1 La planificación en las Instituciones de Educación Superior. 17
2.2
La prospectiva como herramienta de apoyo en el proceso de planificación estratégica en las IES.
19
PARTE III PROSPECTIVA: ELEMENTO CLAVE EN LA EVALUACIÓN INSTITUCIONAL
21
3.1 Calidad y evaluación institucional. 32
3.2
La evaluación prospectiva en las Instituciones de Educación Superior: una perspectiva en construcción. 34
3.3 Construyendo un modelo para la evaluación prospectiva en las Instituciones de Educación Superior.
36
Conclusiones 42
Bibliografía 43
INTRODUCCIÓN
PARTE I. HACIA UNA CONCEPTUALIZACIÓN DE LA PROSPECTIVA
1. 1 ¿Qué es la prospectiva?
El mundo actual se caracteriza por su gran turbulencia e incertidumbre nunca antes
vistas. En este contexto, la globalización es un proceso objetivo de interrelación e
interconexión de las economías de los diferentes países, como resultado del desarrollo
de las fuerzas productivas a partir de la división internacional del trabajo.
El neoliberalismo, fundamentado en el paradigma económico e ideológico de “dejar
hacer y el mercado regula”, ha conllevado la desregulación de los mercados, la no
intervención del estado en la economía y la privatización de todo los posible como la
mejor manera de impulsar el “desarrollo”, a partir de la iniciativa privada. Su modelo de
acumulación, en medio de una competencia feroz y desigual, acrecienta cada vez más
la brecha de desarrollo entre los países; unos pocos se hacen cada vez más ricos y la
mayoría cada vez más pobres, lo que unido a factores de orden subjetivo, hacen que
la situación se agrave de manera sistemática, provocando que los países, en medio de
cambios y transformaciones en las distintas aéreas geográficas apelen, entre otras
vías importantes, al surgimiento y desarrollo de bloques regionales de integración para
hacerle frente a un escenario poco favorable y pesimista.
Es por ello que la humanidad vive actualmente profundas tensiones asociadas a la
crisis económica y financiera global, a las que se suman otras de diferente carácter,
intensidad y magnitud: energética, alimentaria, gobernabilidad, ambiental y otras.
Todas ellas han dado lugar a la existencia de una aguda crisis sistémica en el planeta,
que ha generado, sobre todo, un altísimo costo para los países del Tercer Mundo,
muchos de ellos sumergidos en una intensa pobreza, a pesar de no tener
responsabilidades en la generación de estas indeseables desgracias. Sus economías
son muy dependientes de las de los países más desarrollados y en ellos, los sectores
sociales más vulnerables subsisten en situaciones de precariedad y de insuficientes
oportunidades.
Al respecto, el Comandante Fidel Castro Ruz, ya señalaba en el discurso pronunciado
en la Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, celebrada
en Río de Janeiro en 1992, lo siguiente: “Si se quiere salvar a la humanidad de esa
autodestrucción, hay que distribuir mejor las riquezas y tecnologías disponibles en el
planeta. Menos lujo y menos despilfarro en unos pocos países para que haya menos
pobreza y menos hambre en gran parte de la tierra. No más transferencia al Tercer
Mundo de estilos de vida y hábitos de consumo que arruinan el medio ambiente”
(Castro, 2012, Periódico Granma).
Particular impacto han tenido dicha crisis global en los países latinoamericanos, que
forman la región donde existen mayores desigualdades sociales del plantea. Aponte y
otros especialistas señalan: “en América Latina y el Caribe, el impacto de las políticas
neoliberales en gran número de países ha sido el aumento de la desigualdad
económica, política y social entre sectores de la sociedad y la continuidad de la
pobreza, exclusión y marginación de grupos sociales, étnicos y raciales. A pesar de los
avances en los países en la región, se ha dado la continuidad o profundización de la
desigualdad, pobreza y exclusión de grupos sociales, étnicos y raciales de la
población”. (2008, Pág. 2.).
Ante este escenario, las Instituciones de Educación Superior (IES) de América Latina
tienen una altísima responsabilidad en la construcción de una sociedad distinta: más
democrática, más justa, más equitativa. Se hace decisiva su contribución en la
creación de un futuro propio y mejor en cada uno de los países de la región. Para ello,
deben enfrentar grandes retos, donde el pensamiento sobre el futuro, la visión
proactiva y anticipatoria, fortalezcan su rol estratégico en los procesos de desarrollo
sustentable y, por tanto, se convierta en elementos insustituible para el avance social y
económico de la región.
En la Declaración de la Conferencia Regional de la Educación Superior en América
Latina y El Caribe se señaló el valor primordial que tiene la educación superior para el
forjamiento de un futuro mejor para los países de la región, entre los cuales se
destacan, los siguientes:
(a) consolidarse como un derecho un derecho humano y bien público social, lo cual
debe ser garantizado a través de diferentes vías que contribuyan a lograr mayores
niveles de justicia y equidad, así como a mejorar la calidad y pertinencia de sus
resultados;
(b) lograr un crecimiento de su cobertura y diversificar, flexibilizar y articular
adecuadamente los procesos universitarios para responder a las demandas
económicas, sociales, culturales, científico-técnicas, ambientales y de otro tipo que
requieren los países de la región;
(c) consolidar los valores humanos y sociales de la ecuación superior, haciendo
énfasis en su responsabilidad con la gestión del conocimiento, su carácter humanista,
el respeto y la defensa de los derechos humanos y el fortalecimiento de su relación
con sus contextos, entre otros;
(d) el aumento y mejoramiento de la calidad de su quehacer científico – tecnológico,
así como de la formación de postgrado;
(e) la constitución de redes, como elemento imprescindible para enfrentar y solucionar
algunos problemas de las asimetrías que existe en la región;
(f) el fortalecimiento de la integración regional y del proceso de internacionalización de
la educación superior.
Ahora bien, ninguno de dichos retos pudiera ser enfrentado si las Instituciones de
Educación Superior no enfrentan y analizan con rigor y seriedad su pensamiento en el
futuro. Al respecto, Díaz – Canel señalo: “Les corresponde a las universidades
reafirmar con fundamentación científica su capacidad para anticipar, para ver hacia
delante, y para proyectarse en consecuencia (…). Martí alertó: ver después no vale, lo
que vale es ver antes, y estar preparados” (Díaz -Canel, 2012, Pág. 3).
Lo anterior requiere de creatividad e imaginación de los directivos universitarios, que
favorezca un pensamiento en el futuro sistemático, ordenado y regulado. Y
precisamente, en este marco, juega un rol fundamental la prospectiva, disciplina que
se ocupa de los estudios sobre el futuro.
La prospectiva procede del latín prospicere, cuyo significado es “mirar delante de uno
mismo, ver a lo lejos y de lejos, ver a todos lados, a lo largo, a lo ancho, tener una
visión amplia”. Significa “lo que concierne al porvenir, lo que concierne a la
inteligencia cuando está orientada al porvenir”. La Real Academia Española define
prospectiva: “Conjunto de análisis y estudios realizados con el fin de explorar o de
predecir el futuro, en una determinada materia”.
En la década de los años setenta es cuando los científicos empiezan a reconocer el
futuro como campo legítimo de estudio y comienzan a surgir estudios vinculados con
la prospectiva; la futurología la previsión y el pronóstico, todos ellos con sus
fundamentos, objetivos y características particulares.
Específicamente, la prospectiva es un término que se debe a Gastón Berger (filósofo
francés), quien defendía la idea de que el futuro no sucede ciegamente, sino que
depende solamente de la acción del hombre bajo una visión global, cualitativa y
voluntarista (Berger, 1964; citado por Godet, 1991, Pág. 31). Este especialista planteó
que esta disciplina tenía como objetivo descubrir las problemáticas futuras del hombre
y las sociedades, a partir del estudio de las líneas tendenciales actuales de evolución,
con vistas a elaborar planes racionales y eficaces de organización y promoción
humana, cultural y social, a largo plazo.
Diversos prospectivistas han incursionado en la definición de este término, y por ello,
sólo mencionaremos algunos de los mismos que nos sirva de marco de referencia
para su contextualización en la educación superior. A saber:
es un proceso que permite diseñar un modelo de sociedad futura mediante la
anticipación de nuevas configuraciones -elaboradas y discutidas por todos- que
satisfagan tanto las aspiraciones que motivan a los hombres como las exigencias
técnicas imprescindibles para esos logros” (Merello, 1973, s/n).
es una manera de mirar, al mismo tiempo, a lo lejos y de lejos, una determinada
situación. A lo lejos: intentando conjeturar futuros probables a partir de un análisis
lo más riguroso posible… Y, especialmente, de lejos: teniendo en cuenta todos los
retrocesos del tiempo, que nos lleva a imaginar lo posible y lo probables (Decouflé,
1974, Págs. 5 y 6).
es una acción que se efectúa dentro y entre las fronteras marcadas
convencionalmente por las disciplinas (Hodara, 1980, s/n).
es un proceso que permite imaginar razonadamente lo que podría ocurrir en el
futuro, anticipar posibles riesgos y oportunidades; es construir imágenes de cómo
podría ser dicho futuro en el largo plazo y actuar en correspondencia en el
presente y un modo de pensar que conlleva un ejercicio de exploración de futuros
(Concheiro, 1987, Pág. 7).
es la identificación de un futuro probable y de un futuro deseable, diferente de la
fatalidad y que depende únicamente del conocimiento que tenemos sobre las
acciones que el hombre quiera emprender (Mojica, 1991, Pág. 1).
es reflexión para la acción; es un panorama de los futuros posibles (futuribles),
considera los escenarios que no son improbables teniendo en cuenta los
determinados del pasado y la confrontación de los proyectos de los actores
(Godet, 1991, Pág. 31).
es la actitud de la mente hacia la problemática del porvenir; es, primeramente, un
acto imaginativo y de creación; luego, una toma de conciencia sobre el contexto
actual y, por último, un proceso de articulación y convergencia de las expectativas,
deseos, intereses y capacidad de la sociedad para alcanzar ese porvenir que se
estima como deseable (Miklos y Tello, 1991, Pág. 56).
El método prospectivo se sostiene en tres atributos: la visión a largo plazo, su
cobertura holística y la generación de consensos (Miklos, 2001; citado por Yzunza,
2002, Pág. 32).
1.2 ¿Por qué la prospectiva en la educación superior?
Primeramente, hagámonos algunas interrogantes que justifican el por qué de la
prospectiva en las IES. Por ejemplo, es común que todas las IES quieran discutir
acerca del futuro que les espera y para ello se requiere indagar sobre aspectos
esenciales: ¿como será el entorno en los próximos años?, ¿es factible identificar las
variables de mayor impacto en la educación superior y en nuestras instituciones?,
¿qué acciones podemos realizar para transformarnos y enfrentar o aprovechar esos
fenómenos?, ¿cuáles son los estados futuros posibles que debemos y podemos
alcanzar en los próximos años?, ¿cómo estamos hoy con relación a dicha visión de
futuro que consideramos factible de alcanzar?
La respuesta a esta y otras interrogantes invita a la IES a investigar sobre su futuro,
conocerlo y tratar de acercarse a él lo más posible.
Desde siempre, el hombre ha tenido preocupación por conocer su futuro, lo cual es
válido también para todas las organizaciones, incluyendo a las IES. Indagar sobre el
futuro, es intentar valorar algo que aún no existe, pero puede ser logrado desde el
presente. En el futuro está lo incierto, lo desconocido, pero también la oportunidad que
tienen las IES de construirlo desde el presente; se convierte así en la locomotora del
cambio necesario. Por consecuencia, a dichas instituciones les debe llamar la atención
el futuro para poder examinar sus implicaciones en el presente e identificar posibles
nuevas demandas en diferentes horizontes temporales. En el contexto universitario, la
palabra “futuro” es utilizada con bastante frecuencia.
Para Taborga, la prospectiva es un proceso continuo y racional de pensamiento capaz
de prever cambios cualitativos en la realidad, acordes con el ideal de la Universidad,
destacándose el vínculo dinámico realidad e idealidad, el ser y el deber ser (Taborga,
1980, Pág. 9).
Se puede plantear, entonces, que la prospectiva en la educación superior, tiene un
carácter contructivo y utilitario, no predictivo. Además, los tres atributos definidos por
Miklos al fundamentar el método prospectivo son válidos para la ecuación superior.
Primeramente, la ecuación superior es un sector que no puede visualizarse en el corto
plazo por las características de los procesos que en ella se desarrollan. En segundo
lugar, una IES está formada por diferentes procesos que están interrelacionados entre
si, y en constante interacción con el entorno, de ahí surge la necesidad del abordaje
holístico cuando queremos estudiar el futuro de un ámbito determinado. En tercer
lugar, la gran cantidad y características de los actores implicados (internos y externos)
en el desarrollo futuro de una IES, exige llegar a consenso para evitar resistencias
innecesarias.
Por tanto, la prospectiva para las IES es una herramienta estratégica de alcance
medio, que se preocupa y ocupa, fundamentalmente, por diseñar alternativas de
futuro, y no definir, que es lo que sucederá realmente. Sobre todo, les permite lograr
una mejor comprensión del presente, y de su rol activo en él. Por tanto, no busca
adivinar el futuro, al contrario, pretende construirlo desde el presente. Facilita la
elaboración de hipótesis sobre el futuro institucional, y brinda un espacio sobre el cual
proyectar acciones en el tiempo.
En resumen, la prospectiva en la educación superior exige una posición preactiva, en
las condiciones de un entrono dinámico, incierto y dinámico, para orientar el rumbo
institucional en los diferentes ámbitos que forman parte de la misma. Es, por tanto,
una herramienta que apoya la gestión o dirección universitaria. Se apoya en el análisis
documental y las valoraciones de grupos de expertos. Su caja de técnicas es muy
amplia (cuantitativas, cualitativas y mixtas).
Parte II. PROSPECTIVA Y PLANIFICACIÓN ESTRATÉGICA EN LAS
INSTITUCIONES DE EDUCACIÓN SUPERIOR
2.1 La planificación en las Instituciones de Educación Superior
Las teorías vinculadas con el pensamiento administrativo han evolucionado
significativamente desde finales del siglo XIX. Prestigiosos especialistas han realizado
propuestas relacionadas con la dirección de las organizaciones (Taylor; Fayol;
Minztberg, Porter, Drucker y otros). En este caso, se pueden mencionar las teorías de
la administración científica, la administración operacional, las ciencias de la conducta,
los sistemas sociales, el enfoque de la teoría de la decisión, el enfoque de sistemas,
el enfoque matemático o de las ciencias de la administración; el enfoque de
contingencia, el enfoque de papeles o roles administrativos (Mintzberg); la estructura
de las 7S de Mackinsey, el enfoque operacional; la teoría Z de Ouchi y otros más).
Dentro de dichas teorías se insertan determinados enfoques de planificación. La
planificación, como tal, surge del medio empresarial. En el sistema capitalista nace
con más relevancia después de la Primera Guerra Mundial (1920) en Estados Unidos
en empresas del transporte automotor (General Motor), en la cual se expresan las
primeras experiencias en cuanto a la fijación de objetivos y los medios para
alcanzarlos.
Después de la Segunda Guerra Mundial, las grandes empresas empiezan a
desarrollar fuertemente el Marketing con visión a corto plazo. En la década del 60
empieza con más sistematización el desarrollo de la teoría y la práctica de la
planificación en las empresas. Ya en 1973 la planificación tradicional es sometida a
muchas críticas ante un entorno más cambiante; las previsiones se vuelven poco
fiables; pero, posteriormente, vuelve a tomar fuerza este proceso y fue comprendida
como una necesidad ante el dinamismo del propio entorno. Surgen entonces nuevos
enfoques no existentes en épocas anteriores que trataron de favorecer la capacidad
de reaccionar y adaptarse a las modificaciones externas, la racionalidad tecnológica y
económica, así como una nueva cultura entre los miembros de la organización.
Otras experiencias diferentes se derivan de los países ex-socialistas, que tienen su
germen inicial en la antigua URSS después de la Revolución de Octubre con los
planes y pronósticos a largo plazo en horizontes temporales de 5, 10, 15 y 20 años
basados en una economía centralizada, las exigencias sociales y los recursos
disponibles para el desarrollo con sus prioridades.
Hoy en día, los especialistas no han logrado consenso alrededor de la terminología
más adecuada para referirse a la dirección moderna de las organizaciones. Algunos
autores la llaman propiamente “dirección”, otros la denominan “administración”, otros
“gestión”, y no faltan aquellos, que hacen referencia a la “gerencia”, todos con el
apellido “estratégica”, que actualmente es lo más usual. Esto sucede tanto en el medio
empresarial como en el universitario.
Por ejemplo, en un estudio realizado recientemente sobre el estado del conocimiento
de la investigación educativa en las IES, se establece que la “planificación” y la
“administración” tienen campos diferenciados, y como tal se le dedica un capítulo
particular al tema. Por otra parte, en ese propio estudio se señala que en su origen
etimológico “gestión” significa administración, dirección, diligencia, actividad y se
relaciona con “gestus”, participio pasado de “gerere”, que significa traer, llevar, hacer,
ejecutar, administrar (…). Así, en uno de sus usos comunes, este término es manejado
tanto como sinónimo de administración de una organización, como también se le
considera el eslabón intermedio entre el planeamiento y los objetivos concretos que se
pretende alcanzar. Como se podrá apreciar, en este tema nadie ha dicho la última
palabra (Navarro, 1995, Págs. 257 – 292).
Lo cierto es que en la mayoría de las definiciones sobre “dirección” hacen referencia a
una actividad que permite lograr resultados eficientes y eficaces con el trabajo justo
de un grupo de personas y otros recursos de la organización.
En las IES de América Latina, el tema de la planificación no es nuevo. Los esfuerzos
por planificar formalmente se remontan al menos sesenta años atrás. Según
Coombs (1969), al principio fue una tarea sencilla, pero poco a poco, a medida que
fue creciendo la demanda estudiantil y nuevos planes de estudios, se complicó con
mayores exigencias. Casi todas las instituciones cuentan con instancias dedicadas
de forma exclusiva o parcialmente, como parte de sus funciones, a la planificación.
En la actualidad la planificación para una IES es una necesidad insoslayable: si no
posee rumbo y una visión de futuro, posiblemente se convierta en un barco a la
deriva, aún cuando sus “líderes y la tripulación correspondiente ” desarrollen al
máximo sus capacidades de intuición; además el riesgo del peligro de la
improvisación y la inmediatez siempre estaría
Y aquí se cumple lo que planteaba Séneca; “No hay un viento favorable para quien
no sabe para dónde va “ (Xerox). Por tal motivo, todas las instituciones universitarias
necesitan planificar, pero abandonando los esquemas tradicionales anteriores.
No es extraño tampoco encontrar referencias en muchos textos, discursos y
exposiciones, al término “planificación”. Sin embargo, no siempre hay una acepción
coincidente, clara y precisa del significado del mismo. Como ocurre con muchas
otras palabras, términos o categorías, su uso es indiscriminado y arbitrario. Al
revisar algunas fuentes bibliográficas en torno a la “planificación”, se detecta que
existen distintas formas de conceptualizarla, ninguna de las cuales tiene una
aceptación generalizada. Veamos, primeramente, como se define el término por
algunos especialistas del medio empresarial:
(a) la base de todas las actividades gerenciales: organización, dirección y control.
Es el proceso mediante el cual se determinan las metas y objetivos y se
escogen acciones para alcanzar los resultados (...), Es el punto de partida para
garantizar que se genere un concepto de calidad total. (Evans y Lindsay, 1995,
Pág. 142);
(b) definen a la planificación como un proceso de reflexión sobre el que hacer para
pasar de un presente conocido a un futuro deseado. Este enfoque concede a la
planificación una connotación más amplia: la creación” (Miklos y Tello, 1993,
Págs. 13 -14);
(c) es el proceso continuo de tomar decisiones (que representan riesgos) en forma
sistemática y con el mayor conocimiento de sus consecuencias; organizando de
forma continua los esfuerzos necesarios para llevar a cabo esas decisiones, y
midiendo los resultados de las mismas en comparación con lo esperado, mediante
retroalimentación organizada y sistemática (Drucker, 1995, Pág. 42);
(d) es un proceso que permite la coordinación de las actividades, asegura que se
piense en términos de cómo sus acciones actuales impactarán el futuro; formaliza
las actividades de toma de decisiones y control a través de la organización.
(Mintzberg, 1994, Pág. 2).
Veremos ahora la óptica de organizaciones y especialistas sobre la planificación
universitaria:
un proceso de toma anticipada de decisiones, que deviene en función
independiente y dependiente a la vez de otras funciones de la dirección, compleja y
necesaria, en la medida que las instituciones, en forma correlativa a su desarrollo,,
precian un sistema de decisiones cada vez más complejo, lo que implica un
conjunto de situaciones en constante interdependencia (Arias, 1985, Pág. 71);
es un conjunto de procesos participativos, coordinados, sistemáticos, generalizados
y continuos que conducen a la prefiguración de una situación futura, como
respuesta al reto de dar satisfacción a un conjunto determinado de necesidades y
problemas concretos de las funciones, para el logro de los fines institucionales
(Asociación Mejicana de Educación Agrícola Superior –AMEAS-, 1989, s/n).
Según el criterio de los autores de esta monografía, la planificación es un proceso que
forma parte de una variedad de actividades de toma de decisiones en una IES, por lo
tanto, hay que verla como parte integral de la toma de decisiones institucionales, y no
como algo separado; está muy vinculada con la satisfacción tanto de las necesidades
sociales como del interior de la propia institución, incluyendo las de las personas. Es
un proceso continuo, político, sistemático, reflexivo, participativo, crítico y autocrítico,
instructivo, flexible, integral y orientador, que promueve el cambio y que precede y
preside la acción.
Dicho proceso está interrelacionado con otros procesos universitarios e integrado por
varios momentos que vinculan el pasado, el presente y el futuro; se apoya en flujos de
informaciones externas e internas pertinentes, que contribuyen a tomar decisiones en
el presente a partir de diferentes opciones, buscando alcanzar determinados objetivos
para resolver necesidades sociales externas e internas, con la mayor racionalidad de
recursos y de los procesos académicos o sustantivos, considerando además la cultura
organizacional, el ambiente político, los valores, y el empleo de métodos y técnicas
adecuadas. Todo ello, en constante evaluación y reajuste en función de los cambios
de las exigencias externas del entorno e internas de la propia IES.
La planificación universitaria se convierte en un medio efectivo para dar respuesta a
diferentes tipos de necesidades sociales dinámicas, que constituyen la esencia del rol
fundamental de la IES dentro de la sociedad. Estas necesidades se manifiestan,
entre otros, en los ámbitos económico, social, político, demográfico, científico -
tecnológico, cultural y ambiental. El objetivo básico de la misma es contribuir
favorablemente en la toma de decisiones que permita trazar una Estrategia general
de cambio para dar respuesta a dichas necesidades sociales actuales y futuras y
transformar conscientemente el entorno con altos niveles de eficiencia, pertinencia y
calidad en sus procesos y resultados. Otro de los objetivos de este proceso es el
desarrollo del potencial de las personas que laboran en la IES en un sentido amplio e
integral.
Por otra parte, la planificación centra su atención en diferentes procesos
universitarios que deben ser planificados a partir de acciones efectivas, y que se
encuentran en el interior de la IES con características y particularidades propias
(docencia, investigación, extensión, recursos, actividad de dirección, etc.), los que
tienen, a su vez, una estrecha relación dinámica entre sí, y con las necesidades
sociales y los objetivos apuntados anteriormente. Llevar a cabo el proceso de
planificación en una IES exige además de un método científico debidamente
argumentado y que brinde solidez a las acciones propuestas para lograr los objetivos
planteados y transformar el objeto deseado. Asimismo, la ejecución de dicho proceso
demanda determinados medios y recursos; se materializa en diversas formas
(tradicional, normativa, estratégica, otras), espacios (nivel global, intermedios, de
base), y tiempos diferentes a corto, mediano y a largo plazo). Por último, es una
actividad que debe ser permanente, y cuyos resultados necesitan ajustes, mediante el
seguimiento y evaluación sistemática del rumbo que lleva la IES.
Un conjunto de enfoques resaltan en los últimos años como los de mayor aplicación en
las IES: (Almuiñas, 1999, Págs. 20-24)
(a) el enfoque de recursos humanos –demanda económica- o matriz de insumo –
producto, basado en la teoría de la funcionalidad técnica, que centra su atención en la
posibilidad de armonizar la oferta y la demanda de profesionales correspondiente a los
diferentes puestos de trabajos;
(b) la estimación de la demanda social, que tiene su basamento principal en la
previsión de la posible demanda estudiantil para ofrecer determinado nivel de
educación a las personas comprendidas en los diferentes grupos de edades, tomando
como base los pronósticos demográficos locales, regionales y nacionales;
(c) la planificación normativa, que tiene sus fundamentos en un Plan – Modelo que se
estructura sobre la base de una definición subjetiva de la realidad, observada por las
personas que planifican. Se trata de conformar el “debe ser” estático de la IES,
tomado como norma o estado óptimo a alcanzar y con un horizonte de largo plazo;
(d) la planificación estratégica, que tiene como uno de sus objetivos el de asegurar el
crecimiento y la sobrevivencia a largo plazo; da un vuelco a la llamada “planificación
tradicional o convencional universitaria”, al tomar en cuenta variables que ésta no
consideraba antes en todas sus magnitudes, tales son el caso de las variables
políticas, los juegos de poder de los actores influyentes en la realidad social y los
estudios de viabilidad, por mencionar sólo algunas de ellas. No es un proceso estático,
al contrario, continuo y permanente de análisis, discusión, evaluación y toma de
decisiones. Está centrado en lo vital y lo estratégico en el ámbito global, definiéndose
claramente las prioridades y los planes de acción, y requiere un proceso participativo
que involucre también a todos los niveles de la institución;
(e) la planificación prospectiva, proceso que cumple funciones exploratorias y
anticipativas, y ocasionalmente, cumple una función normativa. Parte del futuro,
analiza el presente y formula las acciones necesarias para alcanzarlo teniendo en
cuenta las condicionantes para lograrlo. La base de razonamiento de este enfoque es
la identificación de un futuro factible y deseable, que sirva de marco de referencia para
la acción en el presente. Se concibe este tipo de futuro, no sólo como una tendencia
continua de la historia – tendencias fuertes – (futuro tendencial), ni tampoco como el
futuro, donde priman los deseos (futuro desead), si no como resultado de la presencia
de gérmenes de cambios que pueden ser detectados en el presente, que impactan en
la IES, y que posibilitan realmente intervenir, y reformular el rumbo institucional, a
través de estrategias y acciones prioritarias.
2.2 La prospectiva como herramienta de apoyo en el proceso de planificación
estratégica en las IES
En la práctica de la planificación universitaria más reciente algunos de los enfoques
mencionados aparecen combinados. Así lo demuestran experiencias en diversos
países, como es el caso de México, donde están presentes modelos de planificación,
que combinan los enfoques innovativo, normativo, participativo, inductivo, por
resultados, estratégico y prospectivo.
Se conoce que varias IES han insertado en sus proyectos de planificación estratégica
el enfoque prospectivo, tal es el caso, por ejemplo, de la UNAM de México en su
trabajo sobre “Futuros de la Universidad: UNAM 2025” (Martínez Fernández, 1996).
Este estudio trata acerca del futuro, del cambio y de la posible toma de posiciones y de
decisiones. No es un trabajo teórico, ni trata el futuro como abstracción, sino
aprovecha una forma de ver y de pensar los fenómenos complejos, y la aplica a dicha
Universidad para analizar diferentes variantes sobre su futuro académico.
La teoría de la planificación estratégica ha marcado un espacio amplio para el
surgimiento y desarrollo de varias metodologías para diseñar la Estrategia en las IES.
El desarrollo continuo de esa teoría, y de otras, hacen que la planificación estratégica
se encuentre en estos momentos en un proceso de construcción colectiva, lo que abre
posibilidades reales para introducir nuevos conceptos y alternativas metodológicas,
cuyos límites requerirán un determinado tiempo para su introducción y explotación. Se
conoce que en el contexto universitario, aún no existe una metodología única, que
cuente con el consenso de todos los especialistas que se dedican a esta tarea.
Tampoco se observan muchas experiencias exitosas que señalen el mejor ejemplo a
seguir.
Ahora bien, diversas metodologías para la planificación estratégica en las IES abordan
momentos que son comunes: análisis del contexto externo, misión, visión, diagnóstico
estratégico, formulación de objetivos estratégicos, metas, estrategias y acciones, entre
otros.
En el proceso de planificación estratégica, la prospectiva se puede aplicar en el
análisis de las variables o tendencias pesadas de mayor impacto en la IES. A
través de la misma, se pueden identificar y caracterizar aquellas variables
trascendentales, que impactan en el rumbo actual de la IES, y que justifican un cambio
de orientación de su futuro. Conceptualmente, estas variables son aquellos fenómenos
u hechos relevantes que ya están presentes en el entorno, o que potencialmente,
pueden surgir como posibles gérmenes de cambio de la IES en el corto, mediano o
largo plazo.
La necesidad de analizar el entorno quedó claramente expresada en la Declaración
Mundial de la Conferencia Mundial sobre la Educación Superior celebrada en París en
1998 cuando se planteó: “Las IES deberán reforzar sus funciones críticas y
progresistas, mediante un análisis constante de las nuevas tendencias sociales,
económicas, culturales y políticas, desempeñando de esa manera funciones de centro
de previsión, alerta y prevención (UNESCO; 1998, Artículo 2, Pág. 5).
Por lo anterior, las IES requieren una mirada más centrada hacia afuera, orientada
hacia el entorno, y no sólo, a su interior. Con bastante frecuencia se escucha que la
IES está respondiendo con eficiencia y eficacia a las necesidades del entorno, de la
sociedad; que sus resultados son pertinentes, y en verdad, pocos son los estudios y
análisis que verifican esos planteamientos.
Para una IES, aplicar la prospectiva para analizar la problemática el entorno y sus
posibles escenarios, puede implicar, por ejemplo, conocer los posibles cambios de la
magnitud del sector de la población en edad para cursar diferentes modalidades de
estudios; los cambios en las exigencias del mundo laboral y su impacto en la
formación de pregrado y postgrado; la formación que deben recibir los futuros
docentes; las demandas futuras de los estudiantes en las diferentes carreras; las
exigencias del desarrollo de la ciencia y tecnología; los impactos de los cambios del
sistema educativo precedente; las exigencias en relación a las innovaciones
educativas de carácter pedagógico, curricular y organizacional que existen en el
ámbito internacional y nacional.
En este caso, al tratarse de un análisis de futuro, se puede utilizar un conjunto de
técnicas prospectivas cuantitativas y cualitativas, por ejemplo, la Técnica del Ábaco, la
Matriz de Análisis Estructural; el Juego de Actores, la Técnica de Escenarios, entre
otras.
La prospectiva también puede apoyar el proceso de planificación estratégica en
el momento de definir la visión, entendida esta como el estado que la IES y sus
miembros se proponen alcanzar en el año final que abarca su Estrategia. Este es uno
de los momentos más importante de dicho proceso ya que le ofrece sentido a la
dirección, en la que busca desplazarse la IES en horizontes de tiempo a mediano y
largo plazo. Una IES con visión bien fundamentada es una organización que sabe
hacia donde quiere y pudiera ir, con propósitos y objetivos claros. Algunos de los
atributos que debe tener la visión de una IES, por ejemplo, son: integradora, dinámica,
formulada por los dirigentes máximos de la IES, y consensuada con los miembros de
la comunidad.
Una visión expresa un futuro de realidad, creíble y atractivo, una condición que, de
muchas maneras importantes, es mejor de lo que ahora existe, o sea que el estado
actual. Si obviáramos la formulación de la visión, estamos actuando con sentido
coyuntural e inmediatista- a esto le llaman “planificación estratégica con coyuntura”;
indudablemente, el riesgo que se corre es muy grande ya que aún en período de crisis
se necesita tener una visión.
El problema de la visión Futura no es "el qué es y para qué, sino el cómo". La
conformación de la visión se pudiera sustentar, tanto en situaciones históricas y
tendencias probables del futuro, como en la construcción de otros escenarios
deseables y posibles de alcanzar. Existen caminos diversos para realizar el ejercicio
de reflexión sobre el futuro. Y es precisamente, en la conformación de esta visión es
donde actúa, y puede también contribuir efectivamente la prospectiva y sus
herramientas.
La conformación de visiones alternativas (tendencial, deseada y factible) requiere de
una alta dosis de creatividad e imaginación; una visión integradora y holística que
abarque fundamentalmente los aspectos cualitativos más importantes de la evolución
de la IES. Se sustenta además en la búsqueda de consenso a través de
determinadas técnicas prospectivas (matriz de impactos cruzados, el análisis
estructural, la técnica de escenarios, el análisis de fuerzas, TKJ, el método Delphi,
etc.).
Tanto en el análisis del entorno como en la definición de la visión, el propósito de la
prospectiva es generar, evaluar y proponer un conjunto de alternativas relacionadas
con el futuro, seleccionar la más factible, en función de la probabilidad de ocurrencia y
las condicionantes institucionales existentes.
PARTE III. PROSPECTIVA: ELEMENTO CLAVE EN LA EVALUACIÓN
INSTITUCIONAL
3. 1 Calidad y evaluación institucional
Como se conoce, en los albores del siglo XXI, comienza a aflorar el consenso acerca
de la importancia de mejorar la calidad de los procesos universitarios y de sus
resultados. En este sentido, han sido también disímiles los esfuerzos por definir la
calidad de la educación, en particular, de la educación superior.
La calidad en la educación superior es un concepto complejo y relativo, plural e
históricamente determinado, dado su carácter multidimensional. Se comporta además,
como un término referencial que permite establecer comparaciones respecto a
patrones o estándares previamente consensuados, en cuya interpretación intervienen
diversos factores.
Los autores de esta monografía asumen que la calidad de la educación superior está
vinculada fundamentalmente con la eficiencia y la eficacia de los resultados y no solo
debe considerar las funciones académicas, sino también los estudiantes, el personal,
la infraestructura, el equipamiento, los recursos y la gestión universitaria, entre otros.
Significa además progreso, transformación y un adecuado nivel de satisfacción de las
demandas individuales, colectivas, institucionales y en general de la sociedad, lo cual
exige una evaluación sistemática de los procesos universitarios, práctica aún no
consolidada en muchas IES.
El concepto de evaluación desde el punto de vista global, se aplica a todo el proceso
educativo y tiene en cuenta algo más que el proceso de enseñanza-aprendizaje. La
evaluación no es solo un instrumento imprescindible de ayuda para detectar lo que
está ocurriendo en un centro educativo, sino que nos avizora lo que se necesita
mejorar. Como señala Ruiz (1998) “es un proceso de análisis estructurado y reflexivo,
que permite comprender la naturaleza del objeto de estudio y emitir juicios de valor
sobre el mismo, proporcionando información para ayudar a mejorar la acción
educativa”. La evaluación se estima además como un proceso dinámico, continuo y
sistemático, enfocado hacia la mejora continua, mediante el cual verificamos, entre
otros aspectos, los logros adquiridos en función de los objetivos propuestos. Adquiere
sentido óptimo en la medida que comprueba la calidad y posibilita el
perfeccionamiento del objeto evaluado. Ello destaca un elemento clave de la
concepción actual de la evaluación, no evaluar por evaluar, sino para tomar decisiones
orientadas al mejoramiento de la calidad de los procesos.
Se evidencia, que la calidad está muy vinculada con el mejoramiento institucional y se
requiere para ello de evaluaciones pertinentes, tanto a nivel institucional como de
procesos específicos. Por ello, ha sido imprescindible que las IES se planteen la
necesidad de autoconocerse, de autoevaluarse y de autorregularse para hacer por
ejemplo, más racional su funcionamiento, situarse paulatinamente en mejores
condiciones para alcanzar la excelencia académica; valorar como se están empleando
sus recursos; saber si están respondiendo con sus resultados a las expectativas de los
beneficiarios directos de la sociedad, entre otros.
En este sentido, la evaluación institucional constituye una función, y al mismo tiempo
un proceso fundamental de la gestión universitaria, es una herramienta que no solo
pretende crear condiciones para mejorar la calidad, sino también se convierte en un
medio para generar acciones necesarias tendientes a la acreditación. Por tanto, no
debe constituir una medida externa a la institución, sino una necesidad de la misma
para lograr el mejoramiento de los procesos universitarios, donde la participación de la
propia comunidad es un factor determinante. Debe ser valorada además, como un
proceso continuo, integral y participativo que permita identificar una problemática,
analizarla y explicarla mediante una información relevante, cuyo resultado proporciona
juicios de valor que sustentan la consecuente toma de decisiones para buscar el
mejoramiento de la calidad del objeto evaluado.
Por otro lado, en la actualidad una parte de los sistemas de evaluación Institucional se
centran solamente en constatar el cumplimiento de parámetros o estándares
preestablecidos, que no consideran el futuro proyectado para la IES y para sus
procesos particulares (estados factibles de alcanzar). Por tanto, son sistemas de
carácter reactivo, lo cual se refleja posteriormente en las insuficiencias que contienen
los planes de mejora. Estas limitaciones abren un espacio a la evaluación prospectiva.
3.2 La evaluación prospectiva en las Instituciones de Educación Superior: una
perspectiva en construcción
El análisis prospectivo se puede utilizar en una IES si se desea evaluar brechas entre
el estado actual y la visión diseñada, convirtiéndose en este caso en una herramienta
útil pata desarrollar un proceso de evaluación institucional. Esta función evaluativa de
la prospectiva nos conduce a responder a las interrogantes: ¿cómo estamos en el
presente con relación a la visión diseñada?, ¿cómo percibimos la realidad actual,
cuáles son sus principales características y las barreras que nos limitan acercarnos a
esa visión?, ¿cómo podemos logar una mayor convergencia?
Las respuestas a estas y otras interrogantes son parte del sustento teórico del proceso
de evaluación prospectiva en las IES, que se presenta, de forma general, a
continuación.
Según los autores de esta monografía, la evaluación prospectiva en una IES se
concibe como un proceso estratégico, dinámico, continuo, participativo, creativo e
innovador, sistemático, crítico y autocrítico, integral, flexible, sistémico, reflexivo y de
aprendizaje, estructurado en varios momentos interrelacionados entre sí. Tiene como
objetivo identificar la brecha existente entre un estado futuro (deseado o factible) y la
situación actual (Almuiñas y Galarza, 2011, Pág.3).
Entre sus características se destacan las siguientes:
(a) el proceso de evaluación prospectiva debe ser adecuadamente gestionado, o lo
que es lo mismo, planificado, organizado, implementado y evaluado;
(b) permite establecer determinados ejes de relación entre los momentos de
seguimiento y evaluación final del proceso evaluado, realizando en la marcha los
ajustes y correcciones necesarias, conducentes a la materialización del futuro
deseado y factible diseñado;
(c) tiene en cuenta no solo las condicionantes internas, sino también la influencia del
contexto externo que incide en los resultados e impactos;
(d) considera la interconexión o entretejido que se produce entre los diferentes
procesos (estratégicos, fundamentales y de apoyo) que se desarrollan en las IES y
que conforman una unidad orgánica, pues todos ellos están fuertemente ligados a
la posibilidad de contribuir ostensiblemente al cumplimiento de los objetivos
institucionales, actuando a la vez como fuente retroalimentadora de los procesos
que son evaluados para el mejoramiento de la calidad de los mismos;
(e) centra el pensamiento en alcanzar un futuro dinámico factible y hacia él se orientan
las estrategias, o sea, el referente o meta a alcanzar lo establece el futuro que
define la propia institución;
(f) su alcance rebasa la evaluación de los procesos fundamentales y de apoyo en una
IES, al contemplar también aquellos que son orientadores del desarrollo
institucional (misión, visión, valores institucionales, entre otros);
(g) en el proceso de evaluación prospectiva se manifiesta con claridad la
contradicción existente entre “El deber y poder ser con el ser”;
(h) requiere de una estrategia metodológica específica que tiene como uno de los
insumos principales los postulados del futuro diseñado, así como las variables e
indicadores que sustentan cada uno de los mismos.;
(i) considera variables e indicadores no prefijados por normativas y estándares
institucionales, que requieren - desde la etapa de la planificación prospectiva - ser
definidos y posteriormente modificados según exigencias del contexto externo e
interno (dinamismo del objeto a evaluar);
(j) puede estar apoyada en un grupo de técnicas prospectivas, así como también por
otras utilizadas en los sistemas de evaluación institucional tradicionales. En ambos
casos pueden participar actores externos e internos;
(k) el plan de mejora (estrategias y acciones) está integrado al futuro, y en particular a
la planificación, muestra la capacidad institucional para la autorregulación;
(l) fomenta más la cultura de gestión de la calidad, que no sólo incluye la evaluación
de la calidad, sino también acciones de planificación y organización, para proceder
a su implementación y posteriormente evaluar los resultados e impactos logrados.
3.3 Construyendo un modelo para la evaluación prospectiva en las Instituciones
de Educación Superior
En este acápite se presenta la propuesta de un modelo y una metodología que sirven
de apoyo a la evaluación prospectiva de procesos universitarios o ámbitos particulares
que le son inherentes a los mismos, con el propósito de contar con herramientas de
mayor solidez científica, que contribuyan al mejoramiento paulatino de su calidad.
Cabe destacar en primer lugar, que el término modelo proviene del latín “modellis”,
que significa medida, magnitud y está relacionado con la palabra “modus” (copia,
imagen). En la actualidad, el concepto de modelo está adquiriendo mayor importancia
en la interpretación del carácter del pensamiento y de la actividad científicos (Giere,
1999). En tal sentido, se encuentran disponibles en nuestro medio diversas
definiciones sobre modelo científico formuladas por diferentes autores (Scheler, 1926;
Hanson, 1958; Kuhn, 1972; Álvarez de Zayas, 1996; Tomasi, 1999; Del Re, 2000,
Gallego, 2004, entre otros).
Sobre esta temática, Gallego en su artículo “Un concepto epistemológico de modelo
para la didáctica de las ciencias experimentales“, hace referencia a Hanson, quien
considera que los modelos impulsan la inteligibilidad y ayudan a la comprensión de los
fenómenos, ya que proporcionan los canales de interconexión entre hechos que sin la
existencia de los inferenciales, podrían permanecer aislados e independientes unos de
otros. El modelo es entonces, un espacio para posibles explicaciones y direcciones
que conducen a lo no sorprendente (Hanson, 1958; citado por Gallego, 2004, Pág. 2).
También presenta en este artículo la definición dada por Kuhn (1972), quien lo define
como una serie de realizaciones que sirven durante una época de ciencia normal para
definir problemas y métodos legítimos en un campo específico de investigación y
aclara que los modelos son siempre incompletos, ya que no logran abarcar todos los
problemas que se espera han de ser resueltos (Ibídem, Pág. 2).
El propio autor del artículo de referencia, ofrece una definición de modelo, con la cual
coincidimos, al concebirlo como una construcción imaginaria del conjunto de
interacciones que conceptual y metodológicamente se establecen y delimitan a un
determinado objeto de conocimiento (Ibídem, Pág. 3).
Como se ha planteado anteriormente, el modelo que se propone centra su atención en
el desarrollo de los procesos que tienen lugar en las IES –estratégicos, fundamentales
y de apoyo– y en la mejora continua de su calidad, donde la evaluación prospectiva
adquiere un importante rol al permitir identificar la brecha existente entre los resultados
que se obtienen y el futuro deseado y factible de alcanzar que haya sido planificado.
Este proceso de evaluación prospectiva posibilita a la vez diseñar acciones que
favorezcan la construcción de dicho futuro y hacer expeditas las vías más adecuadas
para alcanzar el mismo.
Una de las aristas iniciales del abordaje teórico de dicho modelo, contribuye a reforzar
la idea de que su evaluación prospectiva de los referidos procesos universitarios o de
los elementos que le son inherentes, se desarrolla en constante interacción con el
entorno, el cual ejerce influencia sobre la misma (sistema abierto). Toma como punto
de partida la naturaleza de los insumos, los cuales se transforman a través de su
desarrollo, dando lugar a determinados resultados que impactan en la satisfacción de
las demandas del contexto externo y de la propia IES. Sobre esta base surge también
la necesidad de introducir mejoras continuas en la calidad de dichos procesos o
elementos, cuyos resultados contribuyen en la solución de determinados problemas
del contexto, de donde surgen también nuevos retos para las instituciones
universitarias.
A continuación se presentan las relaciones esenciales sobre las cuales se sustenta el
modelo teórico propuesto para la evaluación prospectiva de los procesos o elementos
que le son inherentes que tienen lugar en las IES.
a) Contexto – Evaluación prospectiva de procesos o ámbitos universitarios –
Mejoramiento de la calidad en las IES de procesos o ámbitos universitarios
b) Insumos – Proceso de evaluación prospectiva - Impactos de los resultados
c) Planificación de procesos en las IES (diseño del futuro) – Implementación -
Evaluación prospectiva
d) Evaluación prospectiva (brecha) – Plan de transformación – Impacto de la
transformación
Uno de los aspectos que contribuye en la determinación de los fundamentos teóricos
de la concepción y diseño del modelo de evaluación prospectiva propuesto, así como
de la metodología para su implementación se deriva precisamente de las relaciones
esenciales existentes entre sus componentes. Poner de relieve estas relaciones ayuda
además a comprender mejor la importancia y beneficios que ofrece la evaluación
prospectiva de los procesos universitarios, como una vía para el mejoramiento
continuo de la calidad de los mismos.
Primeramente, el modelo es concebido como un sistema abierto en constante
interacción con el contexto, lo cual influye en el dinamismo de todos sus componentes
y donde se expresa la pertinencia social de los resultados de los referidos procesos
universitarios en el marco de las relaciones Universidad – Sociedad. Por ello, la
consideración de algunos de los elementos de dicho contexto como sustratos y
factores influyentes en la calidad de dichos procesos, desempeña un rol importante en
nuestra propuesta.
A partir de los fundamentos teóricos anteriores, el modelo para la evaluación
prospectiva que se propone está estructurado en seis componentes: principios,
objetivo, premisas, enfoques, cualidades y momentos, los cuales serán presentados a
continuación:
Los nueve principios1 que avalan la necesidad de implementar la evaluación
prospectiva de los procesos o elementos que se desarrollan en las IES, son los
siguientes:
El vínculo entre la Teoría de cualquier objeto a evaluar (Teoría de) y la Teoría para
evaluar cualquier objeto (Teoría para) como un nexo necesario a tener en cuenta en
la evaluación prospectiva de los procesos o elementos en las IES.
La evaluación prospectiva de la calidad de los procesos o elementos que tienen lugar
en las IES exige que se combine adecuadamente la Teoría del objeto a evaluar
(Teoría de), que concierne en este particular, a los procesos universitarios
(estratégicos, fundamentales y de apoyo) o elementos que le son inherentes, con la
Teoría para evaluar cualquier proceso (Teoría para), es decir, de su planificación,
organización, ejecución y control, siendo ambas teorías necesarias para estructurar los
fundamentos teóricos-conceptuales y metodológicos que redundan en el profundo
dominio del tema analizado. Por lo tanto, se necesitan armonizar los elementos que
soportan teórica y metodológicamente el objeto en sí, con aquellos que van a
determinar su adecuada evaluación con apoyo de la prospectiva.
La evaluación prospectiva de los procesos o elementos en las IES implica tener en
cuenta el alcance de las dimensiones: Social, Científico-Tecnológica, Política,
Cultural y Económica.
1 Fundamento o aseveración fundamental que permite el desarrollo de un razonamiento o estudio científico. Diccionario
terminológico en la WEB. www.wordreference.com. consultado el 14 de enero de 2007.
La dimensión social de la evaluación prospectiva de los referidos procesos o
elementos se expresa en la repercusión que tienen sus resultados e impactos en la
satisfacción de determinadas demandas sociales (individuales y colectivas,
institucionales, de sectores económicos y productivos, etc.), y que protagonizan su
dinámica regular. Otra arista interesante está vinculada con la participación de los
sujetos sociales en el proceso de evaluación prospectiva donde hay que tener en
cuenta también sus expectativas, intereses y criterios sobre aspectos relacionados con
cada objeto a evaluar.
Por su parte, la dimensión científico-tecnológica de la evaluación prospectiva, se
deriva de la necesidad de dominar suficientemente los aspectos teórico-conceptuales,
metodológicos y técnicos a emplear en dicho proceso para alcanzar los resultados
deseados, en función de lograr el futuro deseado y factible de alcanzar que haya sido
diseñado.
Otro aspecto importante que deberá ser contemplado, está relacionado con el hecho
de que la evaluación prospectiva de los procesos o elementos universitarios se realiza
en un marco político-jurídico determinado y se apoya en diferentes políticas2,
lineamientos3 y normativas4 que responden al mismo y que exigen compromisos por
parte de las personas. Por ello, dicha evaluación no tiene solamente un contenido
técnico, sino también político, al estar influenciada también por factores del contexto
externo e interno.
Además, deberá considerar para su desarrollo, la cultura imperante, expresada por
ejemplo, en términos de los valores5, es decir, de las actitudes y comportamientos de
las personas y grupos sociales, en la IES donde se está implementando la evaluación
prospectiva de los procesos o elementos estudiados y de la sociedad en general.
Por último, la dimensión económica de la evaluación prospectiva refuerza la idea de
que la misma exige desarrollarse en un ambiente de racionalidad en la utilización de
los recursos disponibles (tiempo, información, económicos, financieros, etc.).
2 Enunciados o acuerdos sobreentendidos que encauzan el pensamiento y la acción en la toma de decisiones y
definen el marco de actuación para alcanzar los objetivos. Bases Metodológicas y Conceptuales para el proceso de diseño, implementación y control de la planificación estratégica y la dirección por objetivos basada en valores. Dirección de capacitación de Cuadros y Estudios de Dirección. MES. Ciudad de La Habana, Cuba. 2005. Pág. 31-44.
3 Dirección, tendencia, orientación o rasgo característico que materializa las políticas. Diccionario En Carta 2006.
4 Conjunto de normas aplicables a una determinada actividad. Diccionario terminológico en la WEB. http//:www.wordreference.com. consultado el 14 de enero de 2007.
5 Como la significación positiva adquirida en el marco de las relaciones sociales, a través de las conductas y las ideas, al representar la actividad humana y sus resultados, en correspondencia con los intereses y necesidades del individuo, grupo social o la sociedad en su conjunto. Bases metodológicas y conceptuales para el proceso de diseño, implementación y control de la Planificación Estratégica y la Dirección por Objetivos basada en valores. Colectivo de autores. Dirección de Capacitación de Cuadros y Estudios de Dirección del MES. La Habana, 2005. Pág. 48.
La evaluación prospectiva de los procesos o elementos universitarios es un
compromiso y una responsabilidad de la comunidad universitaria.
Uno de los elementos importantes que contribuye al mejoramiento de la calidad de los
procesos universitarios o elementos relacionados con los mismos, está relacionado
con el rol de los sujetos que intervienen en la evaluación prospectiva, la cual no puede
recaer solamente en manos de un grupo de dirigentes universitarios.
La evaluación prospectiva no es un proceso mecánico, su realización exitosa depende
en gran medida, de la voluntad de los propios dirigentes y de las personas y
colectivos, de su nivel de participación y compromiso en sus diferentes momentos, del
apoyo positivo que ofrezcan los mismos a las decisiones claves que se deben tomar
durante el mismo y posteriormente, en la implementación de las estrategias para
alcanzar el futuro deseado y factible que haya sido planificado, convirtiéndose, por
tanto, en una evaluación cooperativa. Se requiere fortalecer el liderazgo colectivo de
todos los implicados y potenciar la inclusión real de los directivos en la conducción del
proceso de evaluación prospectiva, contribuyendo a elevar, entre otros, su autoridad
moral, así como su influencia positiva en el desarrollo de valores entre los miembros
de la comunidad universitaria. Se impone además, la necesidad de lograr niveles
adecuados de centralización y descentralización en el referido proceso de evaluación,
garantizando la participación de los diferentes niveles de dirección, a través de la
asignación de responsabilidades concretas.
En la evaluación prospectiva de los procesos o elementos en las IES presupone
establecer una relación sujeto-sujeto y no solamente sujeto-objeto.
No basta con conocer el objeto a evaluar, se requiere también insertar dentro del
proceso a las personas, con sus valores, comportamientos, actitudes, expectativas e
intereses.
En ocasiones otorgamos mucha importancia al objeto a evaluar y poca atención a los
sujetos que están dentro de él, pero estos son en definitiva los encargados de ejecutar
las actividades planificadas, y en última instancia los que se apropian de aprendizajes,
de actitudes y conductas positivas que favorecen la cultura de evaluación prospectiva
y en general, la organizacional. Este es uno de los problemas que enfrenta
actualmente el mejoramiento de la calidad de los procesos en las IES y que debe
tenerse en cuenta desde el momento del diseño del proceso. Confeccionar reportes
evaluativos no es lo mismo que desarrollar un proceso de evaluación prospectiva
donde además, se obtienen otros resultados vinculados con el desarrollo de las
potencialidades de las personas y los colectivos.
La necesidad de pensar y actuar más en función de la evaluación prospectiva de los
procesos universitarios o elementos que le son inherentes y en sus beneficios, y no
concentrarse solamente en los procesos cotidianos y operativos del presente.
Una parte de los dirigentes universitarios se ha acostumbrado a concentrarse en lo
operativo, en los detalles de los procesos y las tareas que de los mismos se derivan. A
medida que nos adentramos más en la era del conocimiento, la atención a los asuntos
urgentes reflejará menos el verdadero valor de la capacidad potencial6 de cada IES. Lo
que se necesita de los dirigentes, y en general de la comunidad universitaria, es una
mayor atención, dedicación y tiempo a la evaluación prospectiva, al desarrollo del
pensamiento innovador y a la construcción paulatina de una infraestructura nueva de
transformaciones para elevar la calidad de los procesos analizados. Dicha evaluación
exige además, una visión proactiva, no centrada en los problemas cotidianos del
presente con actuaciones reactivas ante ellas, sino en aquellas que dimensionen más
el futuro a alcanzar y la construcción del mismo a partir de la realidad actual. Debe
comprender lo vital de la IES y argumentar las decisiones con una actitud dinámica y
consensuada.
La evaluación prospectiva de los procesos o elementos en las IES debe contener
determinadas dosis de innovación y creatividad en el proceso mismo y en sus
resultados.
La época de la estabilidad del entorno y la facilidad de previsión en las IES ha dado
paso a otra de incertidumbres y cambios continuos. Ninguna IES por muy fuerte y
dimensionada que sea hoy, puede garantizar su éxito en el futuro. Por ello, necesita
también introducir paulatinamente innovaciones en la evaluación, lo que refuerza su
carácter flexible, pensando no solo en el ayer y el hoy, sino también en las nuevas
demandas del mañana. La innovación y la creatividad en la evaluación prospectiva de
los procesos en las IES implican desarrollar estrategias y mecanismos conscientes
que permitan elevar la calidad de los referidos procesos, sus resultados e impactos.
6 Incluye la capacidad de las personas (conocimientos, habilidades, valores, etc.) alianzas estratégicas (beneficios
mutuos, la capacidad de aprendizaje organizacional; estructura; estrategias, visión y cultura, entre otros). Matthew, J. Kierman: Los Once Mandamientos de la Gerencia del Siglo XXI. Prentice Hall Hispanoamericana, S.A, México. 1996. Pág. 9.
De lo contrario, no sería necesario desarrollar la evaluación, bastaría una medición
rutinaria, es decir, “más de lo mismo”.
La evaluación prospectiva de los procesos universitarios o elementos que le son
inherentes debe combinar adecuadamente el análisis y la reflexión, con la velocidad
de acción y la aplicación práctica y rápida de los resultados para alcanzar el futuro
deseado y factible diseñado previamente.
El proceso de evaluación prospectiva exige combinar adecuadamente las categorías
tiempo para el análisis, la reflexión y velocidad de respuesta para la acción. Las
situaciones extremas en este caso son riesgosas, ni podemos demorarnos
excesivamente en el análisis detallado para la toma de decisiones, ni debemos tomar
decisiones apresuradas sin ningún fundamento, por intuición e improvisación. Por ello,
se necesita disponer de un tiempo racional y de información útil, relevante y
significativa para desarrollar el proceso e introducir en la práctica los resultados
obtenidos. El proceso evaluativo prospectiva no debe hacerse demasiado formal,
inhibiendo la espontaneidad, flexibilidad y creatividad, debe ser a la vez sencillo y
comprensible para todos, y lo más importante es implementar las acciones
conducentes a alcanzar el estado futuro deseado y factible diseñado.
La evaluación prospectiva de los procesos o elementos universitarios debe
considerar las condiciones, características y exigencias particulares de las IES.
La evaluación prospectiva de los procesos o elementos universitarios no podrá
desarrollarse sin tener en cuenta la correspondiente adaptación del modelo y la
metodología propuesta a las particularidades, exigencias e intereses de cada IES y de
las condiciones histórico-sociales concretas en que se desarrolla.
No se debe cometer el error de pensar que porque un proceso de evaluación
prospectiva haya resultado exitoso en una institución, va a ser igualmente satisfactorio
en otra, por ello se sugiere acometer los ajustes necesarios antes de iniciar el mismo
de acuerdo con las condiciones predominantes. Tampoco sería recomendable para las
IES adoptar una posición de “creación original” de un modelo para la evaluación
prospectiva, que obvie las experiencias y éxitos de otras instituciones o niegue, desde
el principio, los avances de otros ya probados y, por tanto, elabore “nuevas
concepciones” de evaluación prospectiva débilmente sustentadas.
La evaluación prospectiva de los procesos o elementos universitarios es también un
proceso de aprendizaje organizacional.
Una necesidad actual para cualquier organización lo constituye el aprendizaje
constante y rápido de todos sus miembros para mejorar sus propios procesos y los
resultados e impactos derivados de los mismos. La mayor riqueza que se deriva del
proceso de evaluación prospectiva no es elaborar las acciones para la transformación,
sino es precisamente, el aprendizaje que pudiera dejar en todos sus miembros. Se
requiere entonces que dicha evaluación se convierta en un hábito de la IES que
promueva la capacidad para aprender más rápido y mejor, convirtiendo el aprendizaje
en un pilar para el mejoramiento del propio proceso, de sus resultados e impactos.
A partir de las bases teóricas argumentadas anteriormente, con relación a la
evaluación prospectiva de los procesos o elementos universitarios, y teniendo en
cuenta aquellas que se derivan de las relaciones esenciales, el modelo de evaluación
prospectiva propuesto adopta como objetivo, contribuir a elevar la calidad de los
procesos o elementos en las IES, mediante la identificación de la brecha existente
entre los resultados que se obtienen con respecto al futuro deseado y factible de
alcanzar previamente diseñado, así como la formulación e implementación de
acciones que favorezcan la transformación.
Clasifica como un modelo de autoevaluación centrado, fundamentalmente, en el logro
de un estado futuro y está asociado a la mejora continua de la calidad.
Entre las premisas que han sido declaradas para proceder a la aplicación del modelo
han sido identificadas las siguientes:
1. Que la institución esté orientada hacia el mejoramiento continuo de la calidad de
los procesos o elementos que le son inherentes.
2. Que se disponga de una visión de futuro del proceso o elemento que requiera ser
evaluado y resulte factible de mejorar.
3. Que exista voluntad política de las autoridades universitarias para llevar a cabo la
evaluación prospectiva de los procesos o elementos universitarios.
4. Que se garantice la formación básica necesaria a los actores implicados con
relación a los aspectos teórico-conceptuales y metodológicos de la evaluación
prospectiva, así como con el rol que desempeña el factor humano en la misma.
Por otro lado, el enfoque que adopta el modelo, se caracteriza por su visión sistémica7,
holística8, estratégica9 y dialéctica10 de las relaciones necesarias que se producen
entre sus componentes como parte de un todo integral.
Su enfoque sistémico se expresa, entre otros aspectos, por las relaciones que se
derivan de: a) Contexto – Evaluación Prospectiva de procesos o elementos
universitarios – Mejoramiento de la calidad en las IES de procesos o elementos
universitarios; b) Insumos – Proceso de Evaluación Prospectiva - Impactos de los
resultados; c) Planificación de procesos en las IES (diseño del futuro) –
Implementación - Evaluación Prospectiva, y d) las fases de la metodología propuesta
y la condicionalidad de una con relación a las otras. Es decir, en el modelo confluyen
un conjunto de procesos y componentes de diferentes naturalezas, que interactúan
entre sí como una entidad orgánica.
El modelo tiene un enfoque holístico ya que cada uno de sus componentes están no
sólo en constante interacción entre sí, sino con el todo (incluye el contexto externo a
los procesos y sus exigencias), lo que impone no reducir su análisis al
desmembramiento de sus partes, sino ampliarlo al establecimiento de nexos entre las
diversas expresiones de su totalidad.
El enfoque estratégico se expresa, por ejemplo, en su concepción como sistema
abierto y dinámico, en la relación que se produce entre las exigencias del contexto
externo y la calidad de los procesos o elementos analizados, así como por la
repercusión del impacto de los resultados de los mismos en dicho contexto. Está dado
también por la naturaleza singular de los procesos que tienen lugar en las IES
(estratégicos, fundamentales y de apoyo) que tienen sus propias demandas sociales
que varían también en el tiempo. Asimismo, se incorpora en el objetivo del modelo al
considerar el mejoramiento de la calidad de los procesos o elementos universitarios,
contribuyendo a la vez, al cumplimiento de los retos de la universidad en la sociedad.
7 Está dado porque existen un conjunto de procesos y componentes de diferentes naturalezas, que interactúan entre sí como una entidad orgánica. Nogueira D. et al: Fundamentos para el Control de la Gestión Empresarial. Editorial Pueblo y Educación. La Habana, Cuba, 2002. Pág. 13.
8 Por el carácter totalizador de su naturaleza, lo que impone la restricción de no reducir su análisis al desmembramiento de sus partes, sino ampliarlo al establecimiento de nexos entre las diversas expresiones de su totalidad. Ibídem, Pág. 13.
9 En la misma medida en que se concibe como un sistema abierto, capaz de romper la estaticidad ante la dinámica del entorno reflejando el carácter bidireccional de la interrelación. Idem, Pág. 13.
10 Por el carácter contradictorio de las relaciones que dentro de sus componentes se producen y que constituyen su fuente de desarrollo y transformación. Ibídem, Pág. 13.
Es además dialéctico por el carácter contradictorio de las relaciones que dentro de sus
componentes se producen y que constituyen su fuente de desarrollo. Por ejemplo, los
procesos que se desarrollan en las IES son de naturaleza diferente, pero poseen
aspectos comunes, interactúan entre sí y con otros procesos que cumplen también
funciones propias y todo ello ayuda a explicar la totalidad de la relación Universidad-
Sociedad, pero donde un mismo aspecto puede tener una valoración distinta en uno u
otro proceso.
Asimismo, el modelo propuesto contiene determinadas cualidades que evidencian las
ventajas que ofrece el mismo en función de la evaluación prospectiva de los procesos
en las IES. Entre estas cualidades se destacan las siguientes:
a) Flexibilidad y dinamismo
Es flexible ya que puede ser contextualizado de acuerdo con los intereses,
circunstancias y condiciones reales de cada IES en la que se desee aplicar. Permite
además analizar la dinámica de los procesos o elementos en las IES, expresada en
las diferentes variables e indicadores contenidos en las técnicas e instrumentos
prospectivos que pueden ser utilizados, los cuales pueden ser renovados en el tiempo,
en función de las cambiantes exigencias del contexto externo e interno.
b) Objetivo
Exige concentrar la atención en los puntos críticos, es decir, en aquellas áreas donde
se puede ver afectada la calidad de los procesos o elementos universitarios que le son
inherentes y que hacen más distante la brecha entre los resultados que se obtienen y
el futuro deseado y factible de alcanzar que haya sido diseñado.
c) Participativo
Destaca también el carácter participativo de los actores implicados en la evaluación
prospectiva en todas las fases de la metodología propuesta (directivos, docentes,
trabajadores de apoyo y estudiantes, expertos), ya que los mismos son los más
indicados para evaluar la calidad de los referidos procesos o elementos y sin el
consenso y compromiso de los mismos, no sería posible que responda a la
perspectiva de lograr cambios significativos en los mismos.
d) Creativo e innovador
Propicia un ambiente participativo para el desarrollo de la iniciativa y la búsqueda de
nuevas soluciones dirigidas no solo a resolver los problemas detectados en sus
diferentes fases de la metodología, sino también a potenciar aquellos aspectos en los
que se muestren avances y puedan contribuir en la consolidación del camino hacia el
logro del estado futuro deseado previamente diseñado. Favorece además el
aprendizaje organizacional.
e) Suficiencia informativa
Es útil en la medida en que ofrece a los actores implicados la información oportuna y
confiable para emitir juicios de valor y tomar decisiones relevantes en torno al
mejoramiento de la calidad de dichos procesos o elementos en las IES. Por lo tanto,
tiene como propósito potenciar la toma de decisiones, sobre la base de la evaluación
prospectiva continua de los procesos objeto de estudio.
f) Perfectibilidad
Se retroalimenta de las experiencias de su aplicación y de las nuevas ideas generadas
por los diferentes actores involucrados en la implementación del mismo con el
propósito de elevar su eficacia dentro y fuera del ámbito institucional, por tanto, no es
infalible, sino perfectible.
Los principales momentos para desarrollar la evaluación prospectiva son los
siguientes:
A. Diseño del proceso de evaluación prospectiva de los procesos o elementos en las
IES
Este momento está relacionado con la planificación y organización del proceso
evaluativo, teniendo en cuenta las condiciones y circunstancias en que la misma se va
a realizar y los aseguramientos necesarios para su posterior desarrollo.
B. Implementación del proceso de evaluación prospectiva
Se refiere a la conducción y ejecución del proceso evaluativo, tomando como base los
elementos contenidos en el momento anterior. Comprende aspectos relacionados con
la valoración de la situación actual de los procesos o elementos analizados con
respecto al estado futuro deseado y factible de alcanzar previamente diseñado, la
propuesta de estrategias o vías más convenientes para acortar dicha brecha, así como
con la socialización de los resultados de la evaluación.
C. Evaluación del impacto de las estrategias propuestas para alcanzar el futuro
deseado y factible previamente diseñado:
Este momento contempla la evaluación del nivel de cumplimiento de las estrategias
diseñadas para viabilizar la construcción del futuro deseado y factible de alcanzar,
teniendo en cuenta elementos cuantitativos y cualitativos relacionados con su
implementación, así como con los resultados e impacto de las mismas. Constituye un
momento importante para formular, en caso necesario, nuevas acciones encaminadas
al mejoramiento continuo de la calidad de los procesos o elementos analizados, que
sirvan además a la retroalimentación de los restantes momentos, y en general, a la
evaluación prospectiva como un todo.
Aproximación metodológica para la implementación del modelo propuesto
La integración lograda entre los diferentes componentes de la estructura del modelo
para la evaluación prospectiva elaborado, posibilitó la concepción y diseño de una
metodología, en la que a partir de criterios racionales de articulación y coherencia, se
conformaron diferentes fases. En tal sentido, las consideraciones principales que
fueron tomadas para elaborar la misma, se sustentan en las definiciones y posiciones
de diversos autores.
Para Álvarez de Zayas una metodología “debe rebasar el marco del método o el
procedimiento…” (1999, Pág. 40). Barreras señala al respecto, precisar los siguientes
elementos: objetivo que se pretende alcanzar; fundamentación (problema y teorías a
las que responde); elementos de su estructura; el proceso de aplicación (descripción
de las fases a seguir en la instrumentación de los métodos, técnicas, medios y
procedimientos). Además, sugiere la designación de fases, las cuales pueden recibir
diferente denominación, en función del objeto que se investiga (2005, Pág. 41).
Según De Armas, metodología es la forma de proceder para alcanzar los objetivos,
mediante la cual se recurre a procedimientos metodológicos que ordenados y
concatenados de una manera particular, conforman un todo sistémico. (2005, Pág. 41)
Soto H. y Rodríguez L., la definen como el aporte principal de una investigación,
llamándola “conjunto de métodos, procedimientos, técnicas, que reguladas por
determinados requerimientos o exigencias nos permiten ordenar nuestro pensamiento
y modo de actuación con el propósito de obtener o descubrir nuevos conocimientos en
el estudio de un problema teórico o en la solución de un problema en la práctica”.
(2005, Pág. 41)
Entre los rasgos definidos por los autores e investigadores citados y que sirven de
referente a la metodología que se propone, se encuentran los siguientes: está
sustentada en un cuerpo teórico-conceptual, contribuye a la solución de un problema,
en este caso vinculado con la implementación del modelo y la estructuración de la
misma se realiza teniendo en cuenta diversas fases condicionantes y dependientes
que conducen al logro de determinados propósitos mediante un sistema lógico de
acciones, métodos y técnicas.
En la metodología propuesta se distinguen cinco fases principales:
A. Planificación y organización del proceso de evaluación prospectiva.
B. Identificación de la brecha existente entre los resultados obtenidos y el futuro
deseado y factible de alcanzar diseñado.
C. Propuesta de estrategias que favorezcan la construcción del futuro planificado.
C. Socialización de los resultados de la evaluación prospectiva.
D. Seguimiento y evaluación del impacto de las estrategias implementadas.
El desarrollo de estas fases no conforma un camino rígido y lineal; se trata de un
proyecto flexible que implica un proceso iterativo y participativo de construcción,
reflexión y retroalimentación permanente, en el que los resultados intermedios
constituyen el sustento y el punto de partida de las fases subsecuentes. Además,
dicha metodología deberá ser contextualizada y ajustada según los intereses y
condiciones histórico-concretas de las IES en que se decida aplicar. A continuación se
presentan las características principales de las referidas fases.
A. Planificación y organización del proceso de evaluación prospectiva.
Para asegurarse de que la evaluación prospectiva de los procesos universitarios se
convierta en una actividad sistemática y aceptada en las IES, es imprescindible
entender que la preparación de las condiciones previas, es decir, la planificación y
organización inicial de la misma, deberá concebirse como elemento prioritario a tener
en cuenta para garantizar el desarrollo exitoso de las siguientes fases. Constituye una
necesidad ineludible que requiere de una reflexión profunda por la repercusión que
tiene en el proceso de evaluación prospectiva. Cualquier omisión o insuficiencia que
se produzca en ella, incidirá negativamente en la calidad del proceso y por tanto, de
sus resultados e impactos.
Primeramente, la planificación del proceso de evaluación prospectiva deberá
considerar la creación de un grupo coordinador y de uno o varios grupos de trabajo (ad
hoc), según se consideren necesarios para apoyar el desarrollo de la misma en sus
diferentes fases. Dichos grupos podrán estar integrados, entre otros, por directivos
académicos y/o administrativos, especialistas en evaluación institucional y en técnicas
de dirección, expertos o docentes conocedores de la problemática a estudiar,
representantes de los trabajadores de apoyo y de los estudiantes, quiénes a partir del
sentido colaborativo que posee la evaluación, desempeñarán un importante rol
enfocado al análisis y la reflexión conjunta acerca de los puntos claves que deberán
orientar el tránsito paulatino hacia la mejora de la calidad de los procesos
universitarios, intentando materializar su visión de futuro. Es decir, sus funciones no
estarán circunscritas solamente a apoyar logística o técnicamente el proceso.
El grupo coordinador tendrá a su cargo la responsabilidad de conducir y controlar la
marcha del proceso y deberá cumplir entre sus funciones las siguientes: preparar las
condiciones iniciales para la evaluación prospectiva (planificación y organización del
proceso); difundir las actividades más importantes que serán desarrolladas; capacitar y
asesorar a los grupos de trabajo y al resto del personal implicado en el proceso
evaluativo; administrar la base de datos con la información derivada de la evaluación;
dar seguimiento al cumplimiento de las actividades contenidas en el cronograma, y
elaborar la propuesta del informe final de los resultados, así como de las estrategias
que favorezcan la construcción del futuro factible deseado, entre otros. Definirá
además, las estrategias de trabajo colectivo que serán empleadas, y que centrarán su
atención en garantizar el flujo de información de apoyo a la evaluación, la
programación de reuniones, las sesiones de trabajo en equipo, elaboración de
reportes, etc. También le corresponde definir los recursos que resultan necesarios
para dar continuidad al desarrollo del proceso.
La determinación de las fuentes de información y el análisis documental aportan
elementos de juicio, de un valor inestimable para desarrollar la evaluación prospectiva.
En este caso se incluye, por ejemplo, el estudio del modelo de planificación diseñado
para elaborar la visión de futuro del objeto a evaluar, así como la caracterización del
mismo. Resulta importante también, la revisión de otros documentos que constituyan
referentes para la evaluación prospectiva, como: informes relacionados con
experiencias evaluativas anteriores realizadas en la propia IES y en otras IES,
normativas nacionales e institucionales que pueden resultar sumamente provechosas
para conducir con mayor margen de éxito el proceso que se pretende acometer.
Dicha evaluación requiere para su desarrollo que sean respondidas cinco cuestiones
básicas sobre las que debe existir consenso en esta fase: ¿para qué llevar a cabo la
evaluación prospectiva?, ¿qué evaluar?; ¿quiénes participan?, ¿cómo evaluar?, ¿con
qué evaluar?
Este es también el momento de interactuar con todas las partes implicadas en el
proceso evaluativo y de concertar, es decir, aclarar, definir, buscar apoyo y negociar,
acerca de las demandas y los objetivos que se pretenden con dicha evaluación y del
tiempo que se dedicará a la misma. Se realizará además el ajuste de la metodología a
emplear, es decir, cuáles serán las fases a implementar, la secuencia y relaciones que
se establecerán entre ellas. Todo ello, influye en el alcance y la direccionalidad del
proceso evaluativo. Asimismo, se elaborará el cronograma de actividades a
cumplimentar, quiénes serán los responsables y en qué momento se realizarán las
mismas.
Por otro lado, en la fase de planificación y organización, es imprescindible determinar
con precisión el: ¿Qué evaluar? Es decir, las IES deben decidir qué aspectos
relacionados con el futuro deseado y factible de alcanzar de los procesos
universitarios, deben ser objeto de la evaluación prospectiva, de acuerdo a los
intereses y las condiciones concretas de cada IES. En este caso no se prescriben
recetas únicas que impongan variables a ser consideradas por las IES. Sabemos que
no resulta sencillo evaluar bajo estos preceptos todos los ámbitos concernientes a los
procesos que tienen lugar en las IES, y menos aún, cuando se tiene poca experiencia
en este tipo de evaluación. Por lo tanto, cada una de las mismas deben seleccionar
aquellas que le resulten pertinentes en dependencia de lo que se desee evaluar y del
momento y las condiciones particulares en que se decida aplicar dicha evaluación.
Solo a manera de ejemplo, pudieran considerarse objeto de la evaluación prospectiva:
la misión, la visión (institucional o de procesos específicos), el perfil profesional
(pregrado y postgrado), el perfil del docente, entre otros. Dichos objetos pudieran ser
diseñados aplicando la prospectiva (planificación prospectiva). El paso inicial para
poder evaluar con enfoque prospectivo estaría, por tanto, en poder contar con una
imagen futura deseada y factible de lograr.
En la fase de planificación y organización, es necesario además definir, quiénes van a
participar en el proceso, así como el nivel y las formas de participación de los mismos.
En tal virtud, podrá determinarse una muestra que incluya a: directivos universitarios
de los niveles superior, intermedios y de base; especialistas en Técnicas de Dirección
y de Evaluación Institucional, profesores, trabajadores de apoyo y estudiantes. Es
necesario seleccionar también a aquellas personas con mayor calificación
conocedores del objeto a evaluar o expertos que han de intervenir en las diferentes
fases, según el nivel de complejidad y los requerimientos de las mismas.
La metodología propuesta tiene en cuenta que, para la determinación de la brecha
existente entre los resultados obtenidos y el futuro deseado y factible de alcanzar en el
proceso objeto de análisis, se deben definir los métodos empíricos a utilizar
(encuestas, entrevistas, observación, etc.) y las técnicas (cuantitativas, cualitativas o
mixtas) con el propósito de obtener la información necesaria en cada una de las
siguientes fases. Entre estas técnicas prospectivas podemos mencionar las siguientes:
técnica del Ábaco de Francois Regnier, el análisis estructural, entre otras. Además, los
instrumentos después de ser ajustados según las necesidades y características
particulares de cada IES y de los procesos a evaluar, deben ser sometidos a un
pilotaje u otro mecanismo de validación antes de aplicarlos a toda la muestra calculada
para participar en el estudio.
Resulta necesario también, crear las bases de datos correspondientes o el diseño de
programas automatizados que faciliten el procesamiento de la información, así como el
diseño de las tablas de salidas, los gráficos generales y los estadígrafos que apoyarán
el análisis de la misma.
Un elemento importante a tener en cuenta para el desarrollo exitoso del proceso, está
vinculado con la motivación interna de los implicados. Para ello resulta necesario
formular un conjunto de estrategias de capacitación, estimulación, divulgación,
comunicación, entre otras.
Específicamente, la capacitación inicial de los implicados constituye un elemento
importante para reforzar la concientización de los miembros de la comunidad
universitaria en torno a la necesidad de realizar este tipo de evaluación y de cuáles
serían las implicaciones, que sobre las personas y la Universidad en general,
ocasionaría el hecho de no evaluar, prospectivamente, los procesos universitarios de
forma sistemática. Podrán ser empleadas para lograr tales propósitos diversas
técnicas de comunicación, como por ejemplo, paneles, mesas redondas, seminarios
y/o talleres programados, en los que se hará hincapié, entre otros elementos, en las
características del modelo y la metodología para su implementación; la importancia de
cada fase, el tipo de instrumento a aplicar, quiénes serán los actores directos de la
evaluación, las responsabilidades de las partes involucradas en la investigación, así
como las estrategias futuras de divulgación e introducción de los resultados de la
evaluación, entre otros aspectos.
Se considera necesario además, planificar otros aspectos que tienen relación con el
aseguramiento del proceso evaluativo (flujos de información, vías de divulgación,
reconocimientos, etc.) así como, los recursos necesarios para desarrollar el mismo
(materiales, económicos, financieros), entre otros.
No se puede obviar tampoco, la forma en que se trabajará con los resultados finales
del proceso y de cada fase en particular, ya que el hecho de obtenerlos no implica que
automáticamente vayan a ser utilizados adecuadamente. En este caso, deben ser
considerados los aspectos concernientes a la elaboración del Informe final y a la
divulgación de su contenido. También se necesita prever cómo se va a controlar el
proceso para comprobar si las expectativas creadas y los resultados esperados y sus
impactos se están cumpliendo.
B. Identificación de la brecha existente entre los resultados obtenidos y el futuro
deseado y factible de alcanzar previamente diseñado.
Esta es la fase en la que se ponen en práctica la mayoría de los aspectos que fueron
considerados en la planificación y organización de la evaluación prospectiva y se
caracteriza también por la gran participación que tienen en ella los sujetos
seleccionados para emitir sus juicios de valor. Permite obtener una fotografía
instantánea de la situación actual que presentan los procesos evaluados y a la vez,
determinar la distancia que media entre los resultados logrados y el futuro deseado y
factible que se pretende alcanzar.
Por tanto, esta fase es de vital importancia dentro de la metodología propuesta, ya que
en la misma tiene lugar la aplicación de las técnicas y los instrumentos diseñados y
validados a los actores implicados, lo cual será una responsabilidad del grupo
coordinador del proceso para la evaluación prospectiva con participación, en algunos
momentos, de otros miembros que resulten designados. En este caso, un aspecto
importante a considerar en el análisis es la particularización de los significados que
tienen las ópticas de los sujetos implicados en la evaluación de manera tal, que se
puedan resaltar los puntos coincidentes y divergentes sobre el comportamiento de las
diferentes variables estudiadas. Para el procesamiento y análisis de la información
recopilada a partir de la aplicación de las técnicas seleccionadas en la fase anterior,
pudieran ser utilizados como apoyo algunos estadígrafos tales como: la frecuencia, la
media y la moda, entre otros.
Posteriormente, a partir de la información recopilada, tanto del análisis documental
realizado, como de la valoración de los sujetos participantes en la evaluación
prospectiva, así como de la propia experiencia y conocimiento de la problemática
objeto de evaluación que tienen los miembros del grupo coordinador (posicionamiento
de los evaluadores), se determina la brecha; es decir, la distancia que media entre la
situación que presentan los procesos analizados con respecto al futuro previamente
planificado y se presenta en forma escrita y con el apoyo de gráficos y tablas.
Finalmente, un aspecto importante a considerar dentro de esta fase, es la necesidad
de priorizar los avances y problemas identificados, de manera tal que las acciones
vinculadas con la factibilidad y viabilidad de la construcción – desde el presente - del
futuro deseado y factible de alcanzar diseñado o de otro más viable de acuerdo a las
nuevas circunstancias (ajuste de la visión previamente diseñada), se orienten hacia
aquellas áreas que requieren una atención especial por la connotación e impacto de
sus resultados en la elevación de la calidad de los procesos analizados.
C. Propuesta de estrategias que favorezcan la construcción del futuro planificado
Esta fase del proceso evaluativo centra su atención en la elaboración de un conjunto
de estrategias dirigidas a elevar la calidad de los procesos universitarios, lo cual se
traduce en la materialización del futuro diseñado para cada proceso analizado, cuyo
nutriente básico son los resultados obtenidos en la fase anterior. Como parte de esta
fase, los miembros del grupo coordinador, los grupos de trabajo u otro personal
designado, realizan el análisis de las áreas más importantes sobre las cuales deben
enfocarse los mayores esfuerzos para producir un cambio viable (áreas de ruptura o
enunciados básicos para la construcción del futuro deseado y factible de lograr).
Tomando como base la identificación de las áreas de ruptura, así como los elementos
contenidos en la visión, se precisan los objetivos generales a lograr para mejorar la
calidad los procesos evaluados.
En esta fase se elabora también un conjunto de estrategias orientadas a definir las
vías más adecuadas favorecedoras del tránsito hacia la consolidación del futuro que
se ha planificado previamente, es decir, que a partir de los resultados de la evaluación
realizada (brecha), de las áreas de ruptura definidas y de la visión que se pretende
alcanzar, da origen a las estrategias, objetivos particulares y acciones concretas a
realizar en un periodo de tiempo determinado. Resulta importante también, que
queden definidos los responsables directos del cumplimiento de las actividades a
realizar, así como el plazo de tiempo en que las mismas deberán ser cumplimentadas.
Las estrategias adquieren además una importante significación por el hecho de que
los cambios internos que son capaces de producir, no solo impactan en la propia IES,
sino también en el contexto externo. Cabe entonces preguntarse: ¿Cómo se podrá
transitar de la situación actual a ese futuro deseado? Y es precisamente en este
empeño, donde entran a jugar un rol especial las estrategias.
En este ámbito, si bien se acepta actualmente que no existe consenso universal sobre
la definición de Estrategia, el término es empleado con diversas acepciones por
diversos autores y administradores (Mintzberg, Borges-Andrade, Porter y otros). En
este caso, a los efectos de este trabajo utilizamos el término estrategia como el
conjunto lógico de decisiones para tomar un determinado curso de acción y orientadas
al logro de los objetivos generales; en tal virtud, dichas estrategias deben estar
contextualizadas y resultar altamente eficientes.
La formulación de las mismas reclama también la participación efectiva de los
miembros del grupo coordinador, los grupos de trabajo u otros implicados en la
evaluación prospectiva, los que deben velar porque sean considerados determinados
aspectos como su viabilidad en lo económico, técnico, político, organizativo, cultural,
etc., lo cual contribuye a que puedan ser reconocidas como la vías más acertadas
para alcanzar el futuro propuesto. Luego de formuladas dichas estrategias e
identificados sus objetivos particulares, se determinan las acciones para llevarlas a
cabo.
En este sentido, las IES deben repensar y profundizar más en el trabajo con las
estrategias, de manera que se pueda ir creando de forma paulatina una cultura con
relación al manejo de las mismas, lo cual no ha sido logrado hasta el momento. No
debe obviarse tampoco en esta fase, el ordenamiento de las estrategias propuestas
según estatus de priorización, lo cual permite que las IES valoren las áreas claves
para el cambio que deben ser atendidas con mayor urgencia.
Otro evento importante que tiene lugar en esta fase, lo constituye la confección del
informe final de los resultados de la evaluación prospectiva. Para este fin, el grupo
coordinador que tuvo la responsabilidad de conducir el proceso evaluativo, será el
encargado de elaborar dicho Informe donde se detallen los hallazgos más importantes
de dicha evaluación, haciendo énfasis en los logros más relevantes y en las
insuficiencias detectadas en torno a los procesos analizados, así como en las
conclusiones y recomendaciones. El informe deberá incluir también la presentación de
las estrategias diseñadas, que incorpora, como se explicó anteriormente, las
principales áreas de ruptura, la visión, los objetivos generales, las estrategias y sus
objetivos particulares, así como las acciones que sustentan la construcción del futuro
deseado, las partes responsables y los plazos de cumplimiento. Dicho informe deberá
ser aprobado por las autoridades universitarias, lo que constituye una premisa inicial
importante para la utilización de los resultados en la toma de decisiones.
D. Socialización de los resultados de la evaluación prospectiva.
Otra de las fases propuestas dentro del proceso evaluativo es la socialización de sus
resultados en la comunidad universitaria. No basta entonces con elaborar solamente el
informe final, también es importante divulgar y comunicar los resultados a los
principales interesados y a otros destinatarios tan pronto como sea posible, y de
manera que resulten fáciles de comprender y utilizar. Asimismo, se considera útil
organizar reuniones de intercambio en las que se empleen distintas técnicas para
comunicar los resultados evaluativos y debatir acerca de las experiencias del proceso
desarrollado. Para cumplir estos propósitos pueden realizarse presentaciones visuales
y exposiciones orales, y ayudar de esa manera, a que todos los miembros de la
comunidad asimilen e interpreten bien la información.
Para la divulgación de los resultados se pueden utilizar diferentes canales, como por
ejemplo: resumen ejecutivo; folleto sobre las principales experiencias y
recomendaciones de la evaluación prospectiva; artículo en un boletín técnico de la
institución (electrónico o no); seminarios, talleres de trabajo y discusiones grupales,
entre otros.
E. Seguimiento y evaluación del impacto de las estrategias implementadas.
En este ámbito, resulta prudente destacar, que no basta con la diseminación de los
resultados de la evaluación prospectiva realizada, ni tampoco con disponer de las
estrategias diseñadas, también hay que velar por implementarlas y controlarlas, para
que realmente se conviertan en el camino trillado, a través del cual se transite hasta
alcanzar el futuro deseado. Por ello, es necesario realizar un seguimiento dinámico a
las estrategias implementadas. Es decir, la evaluación de su impacto es necesaria
para dimensionar el alcance y la significación de las mismas en el mejoramiento de la
calidad de los procesos universitarios.
Esta fase constituye además, el eje de retroalimentación principal para consignar si
realmente se ha experimentado o no, una mejora en la calidad de los procesos
estudiados. Sin embargo, a pesar de que en la teoría su importancia se resalta
continuamente, en la práctica se realiza poco.
El seguimiento y evaluación de las estrategias tiene entre sus propósitos también,
romper con la cultura de la conformidad y la rutina que trae aparejada el hecho de
haber realizado la evaluación y elaborado las estrategias, sin reconocer que lo más
importante para producir el cambio deseado, es llevar a vías de hecho las diversas
acciones aprobadas. Asimismo, al evaluar el impacto de las estrategias podemos
conocer en qué medida han sido satisfechas determinadas demandas (individuales,
colectivas, institucionales y sociales), lo que al mismo tiempo genera un efecto
retroalimentador que puede traer consigo la aparición de nuevas exigencias en el
contexto externo e interno. Este efecto refuerza el carácter dinámico y de sistema
abierto que está presente en la concepción y el diseño del modelo de evaluación
prospectiva propuesto.
El modelo descrito asume determinados presupuestos teóricos fundamentados en la
planificación estratégica, la prospectiva, la evaluación institucional y de procesos en
las IES. Otorga un tratamiento especial a los elementos influyentes del contexto, así
como a los insumos, resultados e impactos derivados de la implementación de los
procesos universitarios. Pone en evidencia el rol esencial que desempeña el factor
humano, es decir, los hombres y mujeres implicados tanto en el diseño y organización,
como en la implementación y control de los mismos en las IES.
Asimismo, a través de la descripción de la metodología, se refuerza la idea de que
resulta necesario planificar y organizar acuciosamente el proceso de evaluación
prospectiva antes de implementarlo y además, deben dedicarse esfuerzos sostenidos
a las restantes fases, y muy especialmente, la evaluación sistemática del cumplimiento
de las estrategias formuladas para promover el cambio deseado y retroalimentar el
curso de las acciones orientadas al logro del futuro deseado y factible de alcanzar en
cada uno de los procesos universitarios que resulten estudiados.
El modelo y la metodología propuesta deben ser contextualizados a las condiciones
concretas y exigencias particulares de cada instancia donde se aplique, y en este caso
su posible cobertura abarca diferentes niveles de dirección en las IES, así como a
otras organizaciones o entidades del entorno que decidan desarrollar procesos
evaluativos de este tipo.
Sin embargo, es justo señalar también, que estos caminos no son los únicos posibles,
ya que pueden encontrarse otras alternativas y variantes para satisfacer igualmente
los propósitos que nos hemos planteado. En este sentido, el diseño del modelo y la
metodología propuesta, ha tenido además entre sus pretensiones, la intención
adicional de motivar la reflexión en torno al tema para tratar de llegar a consensos
significativos.
Asimismo, y como preocupación hacia el futuro, resalta la importancia de considerar
además, en el ámbito de orientación al perfeccionamiento de la gestión del propio
proceso evaluativo propuesto, que sea controlado y evaluado en sí mismo
(metaevaluación), de forma tal que puedan ser diseñadas y operacionalizadas un
conjunto de acciones, que partiendo de objetivos bien definidos, conduzcan a su
mejoramiento continuo.
A MANERA DE CIERRE
El desarrollo de nuevas condiciones en el entorno, su dinamismo y turbulencia
creciente, exigen a la educación superior la conformación de escenarios y visiones
alternativas evaluables para fundamentar, sobre bases científicas, su orientación
futura. La prospectiva es una herramienta de gran valor que contribuye a trazar el
camino futuro a las IES. Su aplicación, - tanto en el diseño de futuros factibles y
deseados como en la evaluación de su cumplimiento - son ejemplos claros de su
utilidad. Este enfoque no es el único posible, quizás algunos tradicionales son más
viables o pueden encontrarse otros más válidos. Es importante motivar la reflexión de
los docentes, investigadores y directivos en torno al tema para tratar de llegar a
consensos significativos sobre la mejor forma de llevar a cabo procesos de
planificación y evaluación, donde la prospectiva puede ser un ingrediente importante.
Los estudios prospectivos en las IES no han tenido el desarrollo suficiente que la
situación actual hubiera requerido; por un lado, no llegan aún a integrar un cuerpo
sistemático de conocimientos apoyado en su aplicación exitosa y por otro, existen
pocos grupos consolidados e interrelacionados que permitan avances significativos.
Se necesita más fundamentación teórica y metodológica en los análisis y realizar
prácticas consecuentes apoyadas en este enfoque.
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