Clicar para
avanzar
Becilla de Valderaduey ha sido y es un enlace, una intersección
de comunicaciones. Un nexo de comunicaciones entre la meseta
occidental con Galicia, Portugal, Asturias, la meseta oriental y la
meseta central también.
Becilla de Valderaduey, es un pueblo con un hondo sentido de sus
raíces, la tierra, la herencia de los padres, la dignidad y valentía de
las gentes del pasado para conservar y defender su legado; ahora
herido por la decadencia y abandono de los hijos, por una vida mejor
en las ciudades u otras regiones con más fortuna.
para asomarse…, los Cuatro Cantones, quizá pase alguien, le
dices sin convencimiento...¡Ale!¡ miras hacia la plaza del Caño, a
la izquierda, a la derecha, el Palón.
Cruzando la carretera, arriba la calle derecha, la plaza San
Miguel. En la torre de Santa María, la cigüeña maja el ajo a
golpes secos rompiendo el silencio de par en par abierto.
La calle derecha abajo, el Corral de la villa, los huertos, la
calzada romana y, llegas al río, las piscinas… la gente da un
paseo.
La tranquilidad es una norma, aquí, en la plaza del Caño, se reúne
la gente para hablar y contemplar el discurrir del ir y venir de l@s
paisan@s que hacen sus tareas.
Siempre hay algo que decir, las noticias corren con fluidez, todos
nos conocemos y si alguien no es conocido las miradas abiertas y
cómplices se transforman en escrutadoras o recelosas y las
preguntas.
Hasta esta plaza llegaban los vendedores ambulantes: el pescadero, el
melonero, etc., por unos cuartos, el pregonero, echaba los pregones en
los puntos estratégicos del pueblo y, al toque de trompeta, sacaba a la
gente a la calle. Con ese registro de sabor rural y vida de pueblo.
Otros, como Patricio, con el carro tirado por la mula, recorría cada
calle, llamando en cada casa, salían las señoras, clientes desde siempre.
Hasta que acaba la mercancía: de lechugas, pepinos, patatas y tomates.
Encarnita, escribiría sobre Becilla: Supongo que estarán sus
personas, las casas y su estilo habrá evolucionado, pero yo me
detuve en mi infancia y continúo escuchando los viejos caños, que
posiblemente ya no existan, sigo oliendo la paja, el lodo del río, la
tierra mojada tras la lluvia y oigo crotar a la cigüeña en la torre de
la iglesia de Santa María.
La Iglesia de San Miguel, es un edificio mudéjar construido en
ladrillo y tapial. Se trata de un edificio de mediados del siglo XV
con una interesantísima cubierta y con once pinturas sobre tabla,
dispuestas a manera de retablo. Son obra del primer tercio del siglo
XVI y próximas a! arte de Juan de Borgoña.
La clave cronológica de la techumbre, la encontramos en las tabicas
donde figura la siguiente heráldica:
a) dos lobos, correspondiente al apellido Osorio.
b) dos calderas gringoladas con bordura de armiños, apellido Guzmán.
c) jarrón con azucenas, posiblemente símbolo mariano o, con menor
posibilidad, alusión a la catedral de León.
La conjunción de todas estas armas nos sitúa en el matrimonio habido
entre Inés de Guzmán [hija de Juan Pérez de Vivero y de Inés de
Guzmán, su madre, con el mismo nombre] y Diego de Osorio.
Analizando los personajes señalados la construcción se sitúa entre
1453-1468.
Una investigación conjunta desarrollada por la Universidad
Autónoma de Madrid y la de León han desvelado la existencia
de la Vía 27 del Itinerario Antonino, la ruta que iba desde
Astorga hasta Zaragoza.
Los restos conservados responden a una obra pública de carácter
viario en torno a un puente construido para cruzar el río
Valderaduey, que desde el sureste de Becilla se dirige hacia Ceinos
de Campos.
La calzada mide, longitudinalmente, unos 350 m. y tiene una
anchura de 4 m., más los márgenes, de unos 0,80 m.
El puente, de 30 m. de longitud, cuenta con tres arcos de medio
punto, siendo el central de mayores dimensiones, con una flecha de
2,90 m., flanqueado por dos tajamares de planta triangular.
Este proyecto, realizado por Germán Rodríguez Martín, Rosalía
Durán, Ángel Morillo y Esperanza Martín, responde al encargo de
la Dirección General de Patrimonio de la Junta de Castilla y León
para la consolidación y restauración patrimonial del puente y la
calzada de Becilla de Valderaduey, en el límite entre León y
Valladolid.
Los expertos han realizado sondeos arqueológicos y análisis de
lectura de paramentos con métodos de arqueología de la
arquitectura.
La vida cotidiana era rica en actividades, en anécdotas, sucesos y
señales de identidad. Pero ese tiempo ya paso y, quiero con cierta
voluntad, dejar una pequeñita huella para los jóvenes que conocen
otros tiempos… con algunos ecos de entonces, de nuestros usos.
En la elevación de la Peña, destaca la estampa de la iglesia
parroquial de Santa María. La plaza de Caño iluminada, a lo lejos
la Estación de Servicio y el Hostal la Ría de Vigo.
Algunas noches íbamos a cantar a alguna pretendida o amiga y, a
veces por diversión, como éste nostálgico cantar:
Adiós pueblo querido,/ mi tierra amada,/ aunque de ti me ausento,/
te llevo en el alma…
Los relojes de sol perdieron su popularidad a partir del siglo XVI, los
relojes mecánicos los sustituirían por su mayor precisión y eficacia,
quedando los relojes de sol relegados al olvido y desatención.
Detrás de este artilugio compuesto por algo tan sencillo como una
estaca o gnomon para los expertos, hay toda una observación del
movimiento celeste y una observación horaria.
El Hostal Ría de Vigo, a las afueras del pueblo, era un buen pretexto
para salir dando un paseo y, a la vuelta acostados o sentarnos sobre el
prado, al lado de las piscinas, ver las estrellas o hablar distendidos
ajenos a todo.
Manteniendo los vínculos afectivos con todos los que participábamos,
sin suponer nada trascendente en ello, sino lo más natural y
gratificante… en ese tiempo de estío.
Las características de los cultivos del municipio responden al esquema
tipo de la comarca de Tierra de Campos, con una gran superficie
dedicada a cultivos cerealistas en secano, fundamentalmente la cebada,
también las pipas, junto con las forrajeras, como la alfalfa.
El regadío en Becilla de Valderaduey ocupa superficies minoritarias,
pero también lo hay.
El olor de la higuera, al borde del camino, los tapiales ya
desbaratados por el tiempo, el adobe de viejos pajarones, el olor a
estiércol húmedo que llega de un aprisco, el arrullo de las palomas
al ir acercándonos al palomar, las procesiones de los rebaños de
ovejas y sus balidos.
Las palomas domésticas, que proceden de la paloma bravía llenan los
cielos con sus bandadas que se cobijarán en los numerosos palomares
en las cercanía al pueblo.
Veremos con relativa frecuencia palomas torcaces, tortolillas, las
urracas y los grajos.
No son difíciles de ver, los tordos que en los calurosos días del verano
vienen a refugiarse en el frescor de los arboles y los parrales.
El río Valderaduey, el principal curso de agua, ha sido profundamente
modificado, presentando un aspecto canalizado y encauzado por altos
caballones.
El río Valderaduey de escaso caudal en los meses de verano, en los
meses de invierno llega a desbordarse. Antiguamente discurría libre
inundando sus riberas y en las épocas de crecida formaba grandes
zonas encharcadas.
El río proporcionaba, abundante caza y pesca. Sus aguas, también eran
recogidas en una Presa, a través de un pequeño canal, para hacer girar
las pesadas muelas del viejo molino.
El viejo molino se encuentra en ruinas y de sus magníficas riberas
apenas quedan algunos vestigios. Hoy discurre canalizado
evitando así posibles inundaciones.
El ecosistema fluvial que sustenta ha sido muy alterado,
mermando las posibilidades de ofrecer hábitats a especies
animales singulares.
Sus aguas, de caudal irregular, es modulado por los aportes de
aguas de las derivaciones del embalse de Riaño, también llega el
vertido no depurado del pueblo, añadido al de otros muchos en su
cabecera.
Con un poco de suerte podremos avistar alguna bandada de avutardas
en las tierras de cultivo.
En grupos, también, veremos perdices y posados sobre tocones
distinguiremos la silueta del águila ratonera y alguna vez un
mochuelo.
Volando sin moverse del sitio el abundante cernícalo y, desde abril a
septiembre es frecuente escuchar el canto de la codorniz.
Más sitios interesantes:
En las inmediaciones del río Valderaduey y el arroyo de Valdituelo,
esta la vieja “Fabrica”.
No muy lejos en las inmediaciones existe las ruinas de otro molino,
que se nombra en escritos históricos.
Este edificio, por sí sólo, ya es interesante en medio de tanta
uniformidad.
En nuestras tierras existe la cañada real que cruza los campos y el
pueblo, hoy en día es usada por los pastores con sus ovejas para
transitar de los apriscos a los barbechos de las suertes, que les
corresponden por sorteo cada año.
Desde la Edad Media pasaban los rebaños de muchos miles de
cabezas merinas, que procedentes de los pastos de invierno
extremeños por la cañada zamorana, se acercaban a la cañada leonesa,
a los pastos de verano de los montes de León.
Bajo la lenta corriente del río subsisten los añorados cangrejos que
algunos pescan con reteles, también hay barbos, tencas y, en las
charcas saltan algunos batracios… siempre esquivos.
Entre los carrizales y espadañas, habitan y se refugian, la polla de
agua, el ánade azulón y la garza real pesca muy cerca.
Los caminos en mi pueblo son arcillosos y polvorientos; los campos de
cereales una vez que han perdido el verde de la germinación se han
tornado de amarillo pálido y pajizo, pero hay un amarillo que compite
con el sol. Son estos campos de girasoles, desafiando su esplendor.
Esta tierra de campos amplios presenta una gran homogeneidad
geográficamente consistente.
Los únicos obstáculos que encuentra nuestra mirada son los pequeños
cerros que de vez en cuando aparecen y, algunos árboles aislados.
Este es uno de los ejemplos del bello paisaje que se puede disfrutar en
nuestra comunidad en primavera.
Según el Censo Agrario del año 1999, en Becilla de Valderaduey
existen 102 explotaciones agrícolas, que empleaban en 2001 al 34%
de la población ocupada del municipio.
Casi la mitad de las explotaciones cuentan con más de 20 hectáreas
de superficie agrícola utilizada (SAU), que alcanza una media de 36
hectáreas por explotación, dividida en 10,2 parcelas, fraccionamiento
medio similar al provincial.
El 75% de la SAU se explota en régimen de propiedad; el resto, en
régimen de arrendamiento 18%, aparcería 6%, u otros <1%.
La superficie agrícola utilizada en total es: 3.880 hectáreas
Nuestra estructura industrial es mínima, pero proporcionamos
servicios al mercado del entorno en la fabricación de carrocerías
y volquetes para camiones.
También hay un parque fotovoltaico que aporta electrificación
rural a la Red.
El agricultor intenta tomar las decisiones que afectan a su
explotación con sentido práctico, sin sugestionarse en seguir lo que
hacen los demás.
Reduce los costes, respetando las prácticas tradicionales como, la
rotación de tierras y tirar los mínimos herbicidas, esperando el
momento más adecuado para hacer las labores de preparación de la
tierra para finalmente sembrar.
La gente ha aprendido aceptar las cosas como vienen. Trabajan
sabiendo que el fruto puede ser cien o cero.
Puede venir un buen año y tener una satisfacción…, la ayuda de la
política agrícola común, la P.A.C., alivia siempre.
Los años peores, viene a suponer el 50% de los ingresos
aproximadamente.
En nuestro recuerdo quedaron, añoranzas y sueños de nuestra vieja y
desgastada tierra, las eras, la siega, la trilla, el olor a paja seca...
Ahora hay una sensación a vida renovada, a esperanzas remendadas
y, en los caminos ahora desandados…, ausencias.
La fuente de la Pita, permanece ahí solitaria con el cielo azul de
nubes blancas y la luz recortada por la silueta de los álamos que la
resguardan y velan.
El municipio de Becilla de Valderaduey se sitúa al norte de la
provincia de Valladolid, a 730 metros sobre el nivel del mar, en el
valle del río Valderaduey, que forma parte de la gran llanura de Tierra
de Campos, en la cual predominan las suaves lomas y alguna pequeña
elevación, como el teso de San Miguel.
Existen, en estas suaves lomas, algunas zonas arbóreas como la
huerta de San Martin y la de Maximino, sin menoscabo, de otras.
La ganadería en Becilla de Valderaduey, como en otros pueblos
castellanos, presenta dos características esenciales, su carácter
familiar, con instalaciones pequeñas y distribuidas por el pueblo y el
claro dominio de la ganadería ovina sobre otras modalidades, como
demuestran los catorce apriscos que suman más de 6.000 ovejas
Becilla de Valderaduey