Charito es una recién egresada de nutrición y dietética.
De niña, sufría de muchas alergias y después de varias consultas, uno de los médicos le recomendó a su mamá que, aparte de las medicinas, pruebe con darle propóleo en jarabe.
La alergia de Charito mejoró bastante y desde entonces, siempre trata de consumir productos naturales como el propóleo y el extracto de noni como una manera de prevención.
Es así como Charito, al acabar la carrera, decide poner su propia empresa de productos naturistas, usando plantas peruanas como la maca o la uña de gato.
Al fin, luego de mucho esfuerzo, dejó todo listo para que la empresa de productos naturistas empiece a operar: local, licencias y un lote inicial de mercadería
gracias a un contacto que vive en Amazonas y que fabrica dichos productos.
Lo único que le faltaba era conseguir a alguien que venda. Charito pensó que lo mejor es tener a varias vendedoras que ofrezcan su producto, con la finalidad de llegar a un
mayor número de clientes y poder ofrecerles un mejor servicio.
Recordó que su prima, Marisa, vendía cosméticos por catálogo, así que decide convocarla.
Marisa aceptó y le recomendó dos compañeras más, lo cual le pareció perfecto a Charito, ya que contaban con experiencia en ventas y no es necesario capacitarlas.
Al cabo de un mes, mientras hace cuentas, Charito ve que los productos apenas se han vendido.
Decide entonces ir a la tienda a ver qué pasa, y encuentra a Marisa con sus dos amigas hablando, sin prestar atención a los clientes.
Charito, muy molesta, les pregunta por qué no están haciendo su trabajo. Ellas respondieron que nadie les dijo cómo vender el producto y que no sabían ni siquiera para qué sirven cada una de las
hierbas que contenían los productos.
Top Related