PROGRAMA DE FORMACIÓN DE PROFESIONALES Y ESPECIALISTAS
Comunicación interpersonal
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MANUAL DEL PARTICIPANTE
MANEJO DE CREENCIAS
Contenido
1. Qué son las creencias
2. Tipos de creencias
3. Migración de creencias al nivel funcional-consciente
4. Creencias tóxicas y fracasos cognitivos
5. Cómo nacen y cambian nuestras creencias
6. Locus de control
7. ¿Qué han dicho los psicólogos?
8. La asertividad como actitud ante la vida
9. ¿Vivo en la realidad o en la sub-realidad?
10. Las 5 virtudes de la convivencia
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1. QUÉ SON LAS CREENCIAS
Los humanos estamos constituidos por creencias, que
guían nuestros pensamientos, lo que sentimos y
nuestras acciones. Las creencias forman parte de
nuestro accionar diario. Las creencias son convicciones
o supuestos basados en interpretaciones acerca de
hechos, declaraciones o conocimientos. Y detrás de
toda creencia siempre hay algo que la soporta, la causa
o la motiva. El soporte, la causa o lo que motiva una
creencia puede ser confiable o no: pueden ser datos
reales o conocimientos, y también pueden ser temores,
dudas, expresión de nuestra confianza o desconfianza acerca de algo, o simples
preferencias.
Toda creencia interiorizada, o sea, que se ha hecho parte
de nuestra mente, se convierte en un paradigma, se
constituye en un modelo o esquema mental. El paradigma
o modelo mental actúa como un filtro de la realidad, que
hace obvio —que no requiere explicación, que resulta
evidente— todo lo que apoya la creencia, y descarta —
como si no existiera o fuese falso— todo lo que niega la
creencia. Un paradigma se convierte en una verdad
asimilada como tal, aunque sea discutible o sus
fundamentos no sean sólidos. Así, los paradigmas condi-
cionan nuestra forma de ver, de interpretar y de actuar.
Los paradigmas no son ni buenos ni malos, pero pueden llegar a entorpecer nuestra
visión el mundo y de la vida, cuando sus no corresponden con lo real.
Ahora bien, nuestras creencias pueden ser positivas, negativas o simplemente neutrales
o irrelevantes. Una creencia es positiva cuando nos ayuda a posicionarnos mejor en el
mundo y en la vida, cuando su fundamentación es confiable. Es negativa cuando tiene
un fundamento débil o lo que declara es falso o irracional. Y es neutral o irrelevante
cuando, aunque no tenga sólido fundamento o no sea demostrable, lo que declara no
suma ni resta, por ejemplo: “La felicidad y el bienestar valen lo mismo”.
2. TIPOS DE CREENCIAS
Se reconocen cuatro tipos de creencias, según su origen o la forma como son
adquiridas: emocionales, culturales, factuales y consciente-funcionales.
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CREENCIAS DE BASE EMOCIONAL
Generalmente, se fundamentan en lo emocional,
como el temor, el amor, la lástima, el odio o el
rechazo. O también pueden fundamentarse en la
confianza o desconfianza aprendida. Este tipo de
creencias, generalmente, son limitantes, o sea, no
permiten tomar decisiones o hacer elecciones
confiables, pues pueden inducirnos a error.
CREENCIAS DE BASE CULTURAL
Se fundamentan en declaraciones aprendidas en el
ambiente familiar y social, como por ejemplo: “Los
hombres no son de confiar; la gente es floja; la mujer es
de la casa y el hombre de la calle”. Generalmente, son
limitantes.
CREENCIAS FACTUALES
Son creencias fundamentadas en la experiencia, en
los hechos o en casos vividos (la praxis de la vida), a la
manera de relaciones causa-efecto: “cuando pasa
esto, se da aquello”. Pueden ayudar o limitar. Por
ejemplo: “La ciudad es insegura”.
CREENCIAS CONSCIENTES-FUNCIONALES
Son creencias adoptadas como fruto del aprendizaje
positivo, o de los consejos de asesores confiables. Se
fundamentan en principios o reglas de acción positivas
aprendidas o aceptadas en forma libre y consciente;
ejemplo: “Yo soy capaz de lograr lo que me propongo, si
confío en mi mismo y me preparo para ello”.
Hemos visto que las creencias pueden ayudarnos o
entorpecernos. En tal sentido, debemos analizar y evaluar
nuestras creencias, y migrar al nivel funcional-
consciente aquellas que nos entorpecen. Al hacernos conscientes de nuestras creencias
y de su fundamento, podemos mejorarlas.
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3. MIGRACIÓN DE CREENCIAS AL NIVEL FUNCIONAL-CONSCIENTE
Una vez que hemos identificado las creencias que nos entorpecen, podemos migrar
éstas al nivel funcional-consciente. ¿Cómo hacerlo? Los especialistas en la materia nos
indican seis pasos para lograrlo, teniendo en cuenta la dificultad o resistencia al cam-
bio, pues no basta con decir “voy a cambiar” para que
el cambio realmente se realice.
Primero, debes tener o fortalecer la convicción acerca
de la necesidad de cambiar una determinada creencia,
respondiendo a la pregunta ¿Por qué me conviene
cambiar tal creencia y adoptar una nueva? Tal respuesta
debe ser bien razonada o argumentada. Todo cambio,
para que se realice o tenga efectividad, debe estar bien
sustentado.
Segundo, se requiere apertura mental, en términos de
aceptar que las cosas pueden ser diferentes a lo que
has pensado hasta hoy. Este paso es necesario para
aceptar nuevos hechos o interpretaciones.
Tercero, es necesario desplegar una actitud positiva:
creer que sí se puede cambiar. Hay que tener confianza
en la capacidad propia para dar ese paso, para
adaptarse a una nueva realidad.
Cuarto, hay que centrarse en por qué conviene cambiar: cómo será mi vida después de
cambiar, cuáles resultados o beneficios he de obtener con el cambio.
Quinto, hay que interiorizar la conveniencia del
cambio y la vida después del mismo, de manera que
sean parte de la mente y del corazón. En otras
palabras, no basta con convencerse sino que hay
que sentir o desear dar el paso y obtener los
beneficios.
Sexto, argumenta tu nueva convicción, da razones
explícitas de ella, y habla a otros sobre la nueva
creencia.
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4. CREENCIAS TÓXICAS Y LOS FRACASOS COGNITIVOS
Las creencias negativas nos llevan a ciertas formas de posicionamiento ante la vida que
se conocen como fracasos cognitivos, pues se basan en convicciones (lo cognitivo). Se
reconocen cuatro tipos principales de fracasos cognitivos: el dogmatismo, la
superstición, los prejuicios y el fanatismo.
DOGMATISMO
El dogmatismo consiste en afirmar que algo es cierto o seguro
cuando en realidad es dudoso o discutible. Equivale a convertir
en verdad aceptada algo irracional o sin sentido, como por
ejemplo: “Los arios son la raza superior”, “Los blancos son
más inteligentes que los de piel oscura”, “Las mujeres son
malas conductoras de vehículos”.
SUPERSTICIÓN
La superstición es una creencia carente de fundamento, y nos
puede lleva al temor infundado o a la confianza exagerada en
los beneficios de algo. Por ejemplo, creer que los gatos negros
son signo de mala suerte, o el llevar amuletos o pulseras de las
que se esperan buenos influjos.
PREJUICIOS
Son opiniones sin justificación real, que se forman al
relacionar superficialmente hechos, y así se
establecen juicios acerca de algo o de alguien que
carecen de fundamento. Por ejemplo: al conocer el
origen precario de un solicitante de empleo, pues
nació y creció en un ambiente lúgubre, entonces se
califica de dudoso el título profesional adquirido por
él o ella, y se le rechaza, con la idea de que “de un ambiente lúgubre no puede salir algo
bueno”. Sin embargo, todos sabemos que crecen rosas en los espinos.
FANATISMO
Es la actitud y el comportamiento individual o social vinculado a creencias, donde se
exagera lo bueno de alguien o de algo por sentimientos o emociones.
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El fanatismo lleva a la insistencia tenaz, apasionada
e intransigente, que genera intolerancia, pues se
rechaza febrilmente todo lo que sea contrario. Se
da en la política, en el deporte y en la religión. Si no
somos conscientes de la validez o de la utilidad de
nuestras creencias, y no las controlamos, ellas nos
controlarán a nosotros.
Vivimos rodeados de creencias sin validar, que podrían estar sometiéndonos a una
realidad ficticia.
5. CÓMO NACEN Y CAMBIAN LAS CREENCIAS
La mayoría de nuestras creencias se forman por
copiado, imitación o repetición. Y se mantienen o se
dejan de lado o se cambian según puedan dar o no
respuestas a situaciones y problemas. El cambio
inicia identificando las fallas, dudas o temores
asociados a situaciones problemáticas, como por
ejemplo en la relación con los demás. Una vez<
identificadas las dudas o temores que nos
entorpecen en algún aspecto de la vida, se hace ne-
cesario averiguar cuáles creencias favorecen o mantienen esas fallas, temores o dudas.
Y, luego, la clave está en plantear un desafío o propuesta de creencia alternativa.
Cada uno de nosotros, no sólo puede, sino que debe revisar, ajustar y cambiar las
creencias que no le sirven o no le aportan utilidad, y hacerlo a partir del principio del
bien común, pues con nuestras creencias racionales o buenas ayudamos a los demás, y
con las creencias irracionales o sin fundamento, los perjudicamos también a ellos.
6. LOCUS DE CONTROL
Locus de control es un rasgo de personalidad que alude
al centro guía de la conducta de una persona, el cual
puede ser interno cuando la persona actúa por sí
misma o guiada por sus convicciones, o locus externo
cuando la persona actúa más guiada por la influencia
de los demás o la opinión ajena.
Locus significa lugar o localización, entonces locus de control se refiere a dónde se
localiza o tiene su raíz lo que controla la conducta o la respuesta emotiva de cada quien.
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Es un rasgo clave de la personalidad, pues permite conocer hasta qué punto los
acontecimientos controlan las respuestas del sujeto, o éste logra controlarse ante la
influencia de los hechos.
PERSONA CON LOCUS INTERNO DE CONTROL
La persona con locus interno de control percibe que su
vida o ‘lo que le ocurre’ es resultado de sus propias
decisiones y acciones. O sea, percibe que ella misma
controla su vida y valora positivamente el esfuerzo
propio y su habilidad como lo que genera sus logros. Esta
persona también se considera responsable por los
resultados de sus acciones y decisiones.
PERSONA CON LOCUS EXTERNO DE CONTROL
La persona con locus externo de control percibe que su
vida o ‘lo que le ocurre’ resulta principalmente del azar,
el destino, la suerte o el poder y las decisiones de otros.
Igualmente, percibe que lo que sucede no tiene relación
con su propio esfuerzo y dedicación, y no se considera
responsable por lo que le ocurre. Más bien, piensa que
sus acciones y decisiones son forzadas por los
acontecimientos o por los demás.
Las investigaciones realizadas por psicólogos en
diversos países y ambientes, revelan que alrededor
del 75 por ciento de la gente tiene una orientación
de personalidad más externa que interna. Por ello,
mucha gente responsabiliza de su estado emocional
o por los resultados que consigue a alguien o algo
externo o que está fuera de ti mismo. Si les
preguntan: “¿Por qué te sientes mal?” generalmente
contestan: “Mis padres me tratan mal”, “Ella me
ofendió”, “Me echaron a perder el día”, “Mis
amigos no me quieren”, “No tengo suerte” o “Las
cosas no van bien”. Y por lo mismo, al preguntarles
¿por qué eres tan feliz?, contestan: “Mis amigos me tratan bien”, “Mi suerte ha cambiado”,
“Nadie me está fastidiando” o “Ella se arriesgó por mí”. Le atribuyen la responsabilidad de
lo que sienten a alguien o algo que está fuera de sí mismos.
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La persona que tiene un locus de control
interno es la que coloca firmemente sobre sus
propios hombros toda la responsabilidad por lo
que él mismo siente o por lo que hace. Este tipo
de persona no es muy común en nuestras
sociedades, aunque la gran cantidad de talleres
de crecimiento personal que se está
desarrollando en el mundo entero, hace que
cada vez aparezcan más personas auto
orientadas y auto impulsoras de sus propios lo-
gros. Estas personas suelen contestar a las
mismas preguntas anteriores, de una manera
muy diferente, centrándose en el yo: ‘Yo trabajé duro para ser feliz’, ‘Yo he logrado que las
cosas me funcionen, ‘Me estoy diciendo a mí mismo cosas positivas’, ‘Yo soy responsable
de mí mismo, y es aquí donde quiero estar’.
Pero, aunque en el momento presente uno responda
más al locus externo de control, es posible migrar al
locus de control interno, que es la clave del éxito en
las relaciones y en el logro.
Hablando del entorno y de los demás —que siempre
nos acompañan— se reconoce que resulta inevitable y
hasta natural que ejerzan cierta influencia sobre
nosotros, pero siempre debe prevalecer nuestra
propia determinación. El locus interno no tiene que
ser el 100%, ya que esto es imposible, pues o vivimos
solos y siempre hay un entorno que no siempre logra-
mos controlar, pero la influencia de lo interno en nosotros debería ser muy superior a la
influencia de lo externo.
7. ¿QUÉ HAN DICHO LOS PSICÓLOGOS?
Los investigadores en Psicología son quienes han tratado este tema, y son ellos quienes
aportan luces al respecto. Sus opiniones se agrupan en torno a sus corrientes de
pensamiento, escuelas o enfoques metodológicos Entre ellos, hemos seleccionado la
tesis conductista, la tesis cognitivista, la socio-humanista y la logoterapéutica.
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TESIS CONDUCTISTA
La tesis conductista, que sostienen los psicólogos
experimentales de la conducta, entre los que
destacaron John Watson, Neal Miller y B. F. Skinner —
entre otros— considera la conducta como el resultado
de estímulos condicionados y de respuestas
aprendidas, por lo que está en íntima relación con el
ambiente. Según la tesis conductista, los seres
humanos —así como los animales— actuamos según la
necesidad del momento y las exigencias del ambiente
que nos rodea; es decir reaccionamos o respondemos
ante estímulos y en la dirección en que nos impulsa el
estímulo. Ejemplo: si el estímulo es hambre, nos vemos
impulsados a buscar comida.
TESIS COGNITIVISTA
La tesis cognitivista que sostienen autores como Jean
Piaget, Jerome Brunner y David Ausubel —entre otros—
se fundamenta en el concepto de ‘cognición’ que es la
capacidad mental que nos permite captar, interpretar y
comprender el mundo que nos rodea, y es a partir de esa
comprensión que decidimos actuar. En otras palabras, la
tesis se fundamenta en la superioridad de la conciencia
sobre el resto de las funciones del organismo humano. O
sea, que el ser humano más que reaccionar o generar
respuestas simples, busca decidir a partir de lo que
procesa su mente o le dicta su conciencia.
La tesis socio-humanista, que tiene sus raíces en el cognitivismo, destaca la importancia
de los procesos cognitivos de auto reflexión y de auto regulación, o sea, de nuestra
capacidad para reflexionar o pensar más allá de simples asociaciones de ideas, y también
de regular nuestra conducta a partir de nuestras ideas o conclusiones.
Albert Bandura y Lev Vigotsky son los más reconocidos psicólogos, investigadores y
especialistas en aprendizaje social que representan la tesis socio-humanista.
Mientras el conductismo afirma que el pensar es princi-palmente asociar ideas relativas a
cosas, el cognitivismo afirma que el proceso de pensamiento es algo de gigantesca
importancia, pues somos capaces no sólo de asociar ideas relativas a cosas, sino de crear
ideas y de pensar sobre la validez o el valor de las ideas mismas; somos capaces de
reflexionar sobre nuestra conducta y sus motivos.
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Según el conductismo, el ambiente o entorno se impone al
ser humano. Según el cognitivismo, el ser humano es capaz
de imponerse y hasta de controlar el ambiente o el entorno.
TESIS DE ALBERT BANDURA
Bandura argumenta que las personas —además de ser poder
conocer y accionar— son capaces de responder según su
propia conciencia y también de auto dirigir sus acciones
según sus propias elecciones.
La regla básica de Bandura: Es una trilogía que
establece una relación causa-efecto. Todo inicia
con el pensar, pasa luego por el sentir y se
expresa en el actuar: En qué pienso (cognición),
Cómo me siento (influencia de lo pensado sobre
mí) y Cómo respondo (conducta).
TESIS LOGOTERAPÉUTICA
La tesis logoterapéutica es la desarrollada por Viktor
Frankl, neurólogo y psiquiatra austriaco,
sobreviviente de los campos de concentración nazis,
famoso por su libro “El hombre en busca de sentido”,
escrito en 1946, y por haber creado la Logoterapia.
Su tesis y su método se funda-mentan en cuatro
aspectos clave:
1. Libertad personal
2. Responsabilidad por los propios actos
3. Utilización positiva de la propia energía
4. El sentido por el que vivir y luchar.
Según Viktor Frankl, la persona debe asumir con decisión la búsqueda de un sentido para
su vida y el ser responsables de su propio destino, a través de sus acciones y decisiones.
Así, cada persona es protagonista de su propio destino y, en este sentido, se
responsabiliza por: sus pensamientos, sus sentimientos, sus palabras y sus acciones.
La influencia del ambiente y de la conducta ajena sobre alguien dependerá de su nivel de
conciencia y de sus convicciones.
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8. LA ASERTIVIDAD COMO ACTITUD
La asertividad es la actitud y la habilidad de una persona
que consiste en reconocer y defender sus propios
derechos y los ajenos, dentro del ámbito de la libertad y el
respeto mutuo, sin invadir espacios o causar daño a otros.
La persona asertiva reconoce su propia responsabilidad
ante compromisos y en casos de errores cometidos.
También expresa libremente y sin temor sus pensamien-
tos, ideas, opiniones y emociones. La persona asertiva
sabe decir “Si” y “No”…cuando corresponda o así lo
desee, y también sabe solicitar explicaciones y aceptar
disculpas. Sabe pedir sin miedo a los “No”.
Ser asertivo no es cuestión de modales, sino una forma de actuar, valorando y
expresando con libertad los propios sentimientos y opiniones, en defensa de los
derechos, respetando y valorando a los demás
9. ¿VIVO EN LA REALIDAD O EN LA SUB-REALIDAD?
La realidad es todo lo que está ante nosotros y aún más allá. La realidad abarca lo que
vemos o percibimos, y hasta lo que no vemos ni percibimos. Investigadores del área de
Psicología Clínica han realizado experimentos en los que se demuestra que mucha gente
vive más en la sub-realidad que en la realidad. Es decir, mucha gente ve más lo que
quiere ver que lo que hay ante ellos, y también dejan de ver aspectos de la realidad que
están ante ellos, simplemente porque están en el área de ‘lo que no quieren ver’.
Hay que entender la verdad como lo que está alineado o concuerda con la realidad,
aunque se trate de lo que no se puede ver.
De estas investigaciones, surgió la
teoría denominada Ventana de Johari,
llamada así porque asemeja una
ventana por ser un cuadrante con dos
planos y cuatro zonas, como lo vemos
en la imagen al lado.
La parte izquierda vertical muestra el
plano de la realidad, que está
integrado por la zona de lo que puedo
ver o llegar a percibir, y la zona de lo
que no puedo ver.
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En efecto, la realidad no es sólo lo que veo
y conozco, también hay en ella cosas que
no veo ni conozco. La parte derecha
vertical es el plano de la realidad,
compuesto por ‘lo que quiero ver’ y ‘lo
que no quiero ver’. Luego, tenemos la
parte superior horizontal que está
constituida por todo ‘lo que veo’ o lo que
percibo como real, entrando acá el engaño
cuando se impone la sub-realidad, al pasar
‘lo que quiero ver’ al cuadrante de ‘lo que veo’ (creyendo verlo).
Finalmente, tenemos la parte inferior horizontal que se compone por todo ‘lo que no veo’ o
lo que percibo como irreal, entrando acá otra vez el engaño, cuando se impone la sub-
realidad al pasar ‘lo que no quiero ver’ al cuadrante de lo que no veo.
Así nos pasa muchas veces en la vida. ¿Qué hacer entonces
para que esto no suceda? Pues, debemos practicar los
hábitos del pensamiento objetivo, la actitud de la
neutralidad (escuchar otras versiones sin apasionamiento),
y la búsqueda de información (indagar, preguntar a gente
que consideramos confiable) para no dejarnos engañar por
nuestras propias y muchas veces falsas percepciones.
Para evitar caer en la realidad
ficticia o sub-realidad, es necesa-
rio practicar dos virtudes impor-
tantes: la sinceridad, para no
permitir que lo que me agrada
nuble mi percepción, y eso pase
al área de ‘lo que veo’ porque lo
quiero ver; y la objetividad, para
evitar que lo que me desagrada,
aun existiendo, lo pase a área
oscura y así deje de verlo.
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10. LAS 5 VIRTUDES DE LA CONVIVENCIA
Veracidad: buscar y decir la verdad; ser objetivos
o ver las cosas tal como son (no caer en el engaño).
Sinceridad: no ocultar los sentimientos ni la verdad; no
engañarme a mí mismo ni a los demás.
Agradecimiento: reconocer lo que hemos recibido
o lo que nos han dado, y expresarlo.
Compartir: ser generoso, ayudar, apoyar.
Justicia: reconocer lo bueno de los
demás, y no hacer ni apoyar el daño a
otros.
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