Los derechos de reproducción de las imágenes de las piezas de la exposición de Oviedo aquí recogidas corresponden al Museo Arqueológico de Asturias.
LAMEMORIADELPRÍNCIPE:FAMULADEIGREODO
Lauda de Greodo
San Salvador de Cibuyo
(Cangas del Narcea)
1099
Pizarra, 2,60 x 0,86 x 0,10 cm.
(Museo Arqueológico de Asturias. INV 00298)
+IN HOC TUM(U)LO REQ(UIE)BIT F(A)MULA D(E)I GREODO/
Q(UAE) M(I)GRAVIT DE HOC S(AE)C(U)LO D(I)E KLS MAGII/ ERA CXXXVII P(O)S(T) M(ILLE) + S ORO (CHRISTUS ORO)
“En este túmulo descansó la sierva de Dios Greodo, que emigró de este siglo, en las kldas. de mayo de la era
MCXXXVII (1099 d.C.)”
En los inicios del Románico, el poder de las familias de la aristocracia rural asturiana se manifestó en el encargo de destacadas sepulturas sobre cuyas laudas se labraron epitafios más o menos extensos, en los que no suele faltar la identificación del difunto y la fecha de la muerte.
Es el caso de una mujer llamada Greodo, cuya gran lápida de pizarra, fue descubierta en una finca junto a la iglesia de San Salvador de Cibuyo, en Cangas del Narcea. No se conserva la caja del sepulcro, es posible que nunca llegase a existir y que la lauda se concibiera para reposar directamente sobre el suelo de un recinto cementerial, ubicado probablemente al norte del templo, dada su localización.
En el siglo X, Álvaro Bermúdez y Guina Góñiz fundaron en Cibuyo un monasterio familiar. Quizás la difunta Greodo fue una de sus cinco hijos. El cenobio pasó a depender del cercano monasterio de San Juan Bautista de Corias (Cangas del Narcea) a través de donaciones familiares que mencionan a Greodo como única oferente de la primera generación al ceder la mitad de los bienes heredados.
La lauda fue donada al Museo Arqueológico de Asturias en 1951 por J. Menéndez Álvarez, y se dio a conocer ese mismo año en un estudio publicado por J. Manzanares.
LA MEMORIA DEL PRÍNCIPE: SANCIA SACRA COLENS CUM
VIRGINITATIS HONORE
Epígrafe funerario de la abadesa Dña. Sancha
Procedente del desaparecido
monasterio de Santa María de La Vega, Oviedo
1282
Caliza. 0,70 x 0,63 cm.
El reposo final de las altas dignidades eclesiásticas en los muros de sus monasterios o catedrales solía estar garantizado, salvo que fuera otra su voluntad o se dieran circunstancias excepcionales que provocasen el cambio de sepultura a otro lugar. La memoria de abades y abadesas de las comunidades medievales se transmitió tanto en lo escrito por los monjes en los obituarios, como en los epitafios labrados en sus sepulturas o próximos a ellas.
En el desaparecido monasterio fontevrista de Santa María de La Vega, en Oviedo, el primer arco a la derecha de la entrada del templo cobijaba un sarcófago vacío sin cubierta, conservado hoy en el Museo Arqueológico de Asturias, cuya caja se labra en el frente con una Epifanía enmarcada por arquillos trilobulados (ver en Sala De colección a museo). Debajo del sepulcro se encontró la lápida de la abadesa Doña. Sancha Álvarez de Aguilar, cuyo epígrafe, labrado en letras excisas, está enmarcado por veneras, águilas y escudos, que vinculan a la difunta con las familias de los Álvarez de Noreña (o Asturias) y Aguilar.
El epígrafe, compuesto en exámetros, solicita el rezo del miserere para que Dios la tenga presente. Ha sido transcrito por F. Diego Santos como sigue:
Laudari digna satis ac generosa, benigna
Sancia sacra colens cu<m> virginitatis honore qu(a)e pr(a)elata fore meruit cum (p)acis odore
hac in sede Dei prius almi Bart(h)olom(a)ei hiciacet u<m>bra; cinis mortliabus aspera finis. Sis memor (h)aec flere recitans pro se miserere
Ut pr(a)esens sit gloria summa Dei. Era dabat X(P)I tervcentu<m> mille viginti (era X(P)I MCCCXX
LA MEMORIA DEL PRÍNCIPE: NON GONTRODO CADIT, FUGIT
HAEC
Sepulcro y lápida funeraria de Gontrodo
Pérez
Procede del desaparecido monasterio de Santa María de la
vega de Oviedo
1186
Caliza. 2,04 m. x 0,74 m. x 0,75 m. Lauda: 0,80 m. x 1,27 m. x 0,16 m.
Numerosas mujeres del entorno regio en los siglos del Románico -viudas, infantas o amantes de reyes- mostraron su preferencia por enterrarse en monasterios fundados y dotados por ellas. Constituían lugares honrosos para su acogida y aseguraban, además, su recuerdo y el de su linaje por parte de la comunidad.
Gontrodo Pérez, amante del rey de León Alfonso VII, fundó en 1153 extramuros de la ciudad de Oviedo el monasterio fontevrista de Santa María de La Vega. De este conjunto sólo se conservan algunos vestigios en el recinto de la Fábrica de Armas, y su espléndido sepulcro acompañado de una lauda inscrita, que llamó ya la atención de los eruditos del siglo XIX, y fue recogido en un grabado por Parcerisa. La Comisión Provincial de Monumentos Histórico-Artísticos de Oviedo dispuso en 1845 su traslado al lado del Evangelio del presbiterio de la iglesia. En el acta levantada en esta intervención se menciona el hallazgo de los restos mortales de una mujer, en mediana conservación y alguna parte del calzado.
La rica ornamentación de la pieza se ciñe a la lauda, labrada con roleos vegetales en los que se enroscan aves y cuadrúpedos comunes a los tejidos, miniaturas y piezas de orfebrería y marfil tanto cristianos como islámicos. Se recorre en el eje por una banda epigráfica alusiva al nombre de la difunta y a la fecha de su muerte (1186). Junto al sarcófago se localizaba en el templo una lauda funeraria de perfil semicircular, inscrita en exámetros.. Se trata de uno de los epitafios femeninos más ricos de su siglo en el reino de León, que lamenta la muerte de Gontrodo, y recuerda sus méritos.
EL REPOSO DEL PRÍNCIPE: DON RODRIGO ÁLVAREZ DE LAS
ASTURIAS, SEÑOR DE NOREÑA
Sepulcro de Rodrigo Álvarez
Procede de la iglesia del monasterio de San Vicente del Oviedo (actual iglesia
de La Corte)
ca. 1334
Caliza. 2,42 m. x 0,70 m. x 0,95 m.
En los siglos del Gótico, ya está normalizada la práctica de enterramiento en el
interior de los templos para los personajes de las élites civiles y eclesiásticas. Estos singularizan los espacios destinados a su eterno descanso mediante la erección de capillas familiares, o localizando sus monumentos sepulcrales en las zonas privilegiadas de las iglesias elegidas, para asegurar el recuerdo de su linaje.
El sepulcro de Rodrigo Álvarez se ubicaba en el presbiterio de la iglesia
benedictina de San Vicente de Oviedo, hoy parroquia de La Corte. Ciriaco Miguel Vigil menciona su localización próxima a las gradas del altar mayor, desde donde se trasladó a la capilla del muro del Evangelio. Este destacado miembro de la nobleza local, fue Merino Mayor de Asturias y León, y prohijó a Enrique II, a quien transmitió los títulos de Conde de Trastámara, Gijón y Noreña. Murió hacia 1334, habiendo dispuesto en el testamento su voluntad de sepultura en la iglesia mencionada.
La estructura del sepulcro responde a la tipología de su tiempo, con la caja
cubierta por una cubierta a doble vertiente. Ambas piezas ostentan escudos enfilados en un campo de relieves vegetales, cuya superficie debía estar pintada con las armas del linaje de su titular.
El borde de la tapa recorre la inscripción: AQUÍ YAZE DON RODRIGO A[LVAREZ SE]NNOR DE NORENNA ET FINO DIA… El sepulcro se conserva en el Museo Arqueológico Provincial desde 1861, pero se
han perdido los leones sobre los que descansaba, animales asociados al mundo funerario en el imaginario medieval.
EL DESENTIERRO DEL PRÍNCIPE: LOS SÍMBOLOS DEL CABALLERO EN
SU AJUAR FUNERARIO
Espuelas de un caballero
Monasterio de San Juan Bautista de Corias, Cangas del Narcea
Siglo XIII Hierro dorado
El aderezo del cuerpo del difunto distinguido y el depósito de objetos vinculados a
su identidad y estatus acompañaban su rito funerario. Aunque la mayor parte de estas piezas se han perdido, contamos con buenos ejemplos de objetos de adorno, joyas, marfiles, ropas, calzado y las propias mortajas, elaborados con bordados y pedrerías que no estaban al alcance del resto de la sociedad. En ocasiones se encargaban a talleres alejados de sus lugares de origen, lo que les otorgaba un valor añadido, y era frecuente también su donación a los templos en los que se deseaba ser enterrado, para garantizar un buen sitio de reposo.
Es el caso de estas espuelas o acicates, encontrados en un enterramiento del monasterio benedictino de San Juan Bautista de Corias. Han sido estudiados por A. García y N. Fernández (2014), que las han al llamado caballero de las espuelas doradas. La inhumación se localiza en el transepto norte del templo primitivo, reutilizado como capilla funeraria en una fase posterior. Las espuelas están realizadas en hierro forjado cubierto de oro con la técnica del dorado al mercurio. Los extremos se rematan en un cierre anular del que penden hebillas de bronce decoradas con rosetas. El parecido con otros acicates conservados, como los de Fernando de la Cerda o Fernando III, junto al contraste con las fuentes iconográficas, han sugerido su datación en el siglo XIII.
En Asturias se han conservado otros acicates de hierro y bronce procedentes del Muro de la Mesa (Teverga) y del Castillo de Gauzón (Castrillón). También, si bien ya en época moderna, se mencionan unas espuelas doradas halladas en el interior del sepulcro del conde Pedro Alfonso, fallecido en 1173 y enterrado en el monasterio de Belmonte, como recoge G. Fernández Ortiz (2017), pero no han llegado hasta nuestros días.
Top Related