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LENGUAJE Y COMUNICACIÓN EN LOS MEDIOS
MÁSTER EN CIENCIA DEL LENGUAJE Y LINGÜÍSTICA HISPÁNICA- UNED
CURSO 2014-2015
Profesor: Juan Manuel Villanueva Fernández
TEMA 1: PERSPECTIVAS SOBRE LA COMUNICACIÓN LINGÜÍSTICA
a. Resumen del capítulo 1 de Estilo y texto en la lengua
(“Al margen de la gramática”)
En el capítulo introductorio de su libro, Joaquín Garrido sitúa el estudio del
estilo en relación a la separación, crucial en la lingüística del siglo XX, entre aspectos
externos e internos en el estudio de la lengua. Efectivamente, el estilo, al utilizar ciertos
elementos estructurales del lenguaje (pues se compone de elecciones léxicas,
gramaticales, fónicas…) en función de aspectos externos (adecuación, eficacia…),
parecería, a priori, un lugar privilegiado para buscar una relación entre ambas
dimensiones.
Y es que, si bien el afán de la lingüística del pasado siglo por limitarse al estudio
de la lengua como sistema estructurado de signos, dejando fuera de su ámbito de estudio
los factores psicológicos o sociológicos que intervienen en el lenguaje, ha producido
grandes progresos en nuestra comprensión del fenómeno, también ha alejado a la
disciplina de los intereses que podría tener para los hablantes no especialistas: la
definición de un modelo o norma a seguir, el uso eficaz de la lengua en función de la
situación, o las repercusiones prácticas de la diversidad de lenguas y variedades.
Tanto el estructuralismo, con su diferencia entre lengua y habla, como el
generativismo, a través de los conceptos de competencia y actuación y de estructura
profunda y superficial, se centraron prioritariamente en ese estudio “interno”. A pesar
de ciertos intentos por atender la diversidad o el uso (por parte de la lingüística
diacrónica y las corrientes funcionalistas, en el estructuralismo, o de la idea de
parámetros del generativismo), se consideró que la lingüística debía centrarse
prioritariamente en el sistema, en la gramática, dejando el análisis de los aspectos
externos a otras disciplinas como la sociolingüística o la psicolingüística.
Por otra parte, estas disciplinas también han contribuido a mantener la frontera,
ya que el estudio de factores externos se hizo al margen de la gramática: en los últimos
años del siglo, la pragmática reintrodujo el interés por el uso de la lengua, pero
presentándose como complementaria de la gramática, a la que dejaba el estudio del
sistema. Paralelamente, la Sociolingüística se ocupó de estudiar la diversidad lingüística
en relación con la diferenciación social o los tipos del discurso, rompiendo la asociación
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entre gramática y norma al estudiar esta última como un fenómeno relacionado con
factores sociales ajenos a la primera.
Ante este panorama, para recorrer el camino inverso y abrir la puerta a una
gramática diferente, que integre el uso, parece más recomendable recurrir a las
disciplinas que se han ocupado del estilo (estilística y retórica). En ellas, aun
manteniéndose dentro del ámbito de la lingüística externa, ha habido varios intentos de
integrar los avances que se iban produciendo en la lingüística interna, adaptándolos a las
concepciones tradicionales del estilo como factor de adecuación, claridad o eficacia o
muestra de la personalidad de un autor. Así, dentro del estructuralismo, el análisis
estilístico fue recuperado muy pronto, e incluso se llegó a hablar de una “Lingüística del
habla”: en ella se utilizaron, según las corrientes, diferentes términos provenientes de la
lingüística (connotación, características afectivas, usos emotivos…) para referirse a los
aspectos subjetivos del lenguaje bien de un autor bien de un grupo. Pero, aunque
utilizaba criterios lingüísticos para la descripción, se mantenía dentro de la lingüística
externa: en palabras de Lázaro, se trata de una “estilística de la forma exterior”, que va
del sonido al sentido, pero no llega a convertirse en una estilística de la forma interior,
que iría de las necesidades expresivas a la forma y conectaría así la gramática con el
uso. La retórica, por su parte, se recuperó más tardíamente, reformulada como “Teoría
de la Argumentación”, pero los intentos por fundamentarla lingüísticamente derivaron
finalmente en una “pragmática literaria”, que aplica a la literatura conceptos de esta
disciplina (actos de habla, enunciación, polifonía…), y como tal sigue influida por
factores “externos”, llamados ahora “pragmáticos”.
Pese a todo, ambas disciplinas podrían abrir la puerta a una gramática basada en
el uso, tanto si se aplica una explicación del funcionamiento de la lengua en función del
propósito comunicativo (Retórica) como si se añade una explicación funcional a la
descripción lingüística de las opciones características de un autor o grupo que propone
la estilística.
En mi opinión, el artículo ofrece un panorama certero sobre las relaciones entre
gramática y uso a lo largo del siglo XX, pero sin incluir las últimas derivaciones de la
pragmática de orientación cognitiva (cuya influencia sí tiene en cuenta el autor varios
capítulos más adelante). La orientación cognitiva responde precisamente a la propuesta
que Joaquín Garrido plantea en este capítulo, ya que consigue una explicación
convincente de la gramática de las lenguas basada en el concepto de representación
interna: en este marco, la comunicación lingüística se explica como resultado de la
combinación de diferentes tipos de representaciones, tanto las propiamente lingüísticas
como las resultantes de factores externos, que no actúan sobre el discurso directamente
sino a través de su representación en la mente del hablante (o lo que otros autores
llaman “modelos mentales”). De este modo, las elecciones estilísticas responderían a
diferentes conceptualizaciones de lo que tradicionalmente se consideraban factores
externos (el contexto, en un sentido amplio).
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b. Resumen del artículo de José Portolés: “Pragmática y
sintaxis”.
Círculo de Lingüística Aplicada a la Comunicación (clac) 16, 42-54. (2003)
En el sentido de la opinión vertida al final del resumen anterior, el artículo de
Portolés, complementario del anterior, demuestra cómo la pragmática, enfocada como
una perspectiva de estudio y no como una disciplina añadida a las tradicionales, permite
ofrecer explicaciones convincentes de las variaciones estilísticas, en relación a los
efectos de sentido que producen o a las relaciones que establecen con los contextos
mentales en los que se emiten los enunciados.
El territorio para la pragmática como disciplina fue establecido en primer lugar
por Charles Morris, que la definió como la parte de la semiótica encargada de la
relación entre los signos y sus interpretantes, incluyendo los fenómenos psicológicos,
biológicos y sociológicos que intervienen en el uso de los signos. Más adelante, en el
seno de la semántica generativa, se produjo el primer intento por integrar este enfoque
con la gramática, cuando una serie de autores intentaron aportar soluciones gramaticales
a las cuestiones planteadas por filósofos como Austin o Grice, integración que fue
rechazada por el propio Chomsky. Sin embargo, en los últimos años se ha superado la
consideración de la pragmática como un componente más de la lengua, pasando a
convertirse en una perspectiva de estudio que permite integrar el estudio externo e
interno a través de diferentes restricciones que intervienen en los procesos puramente
gramaticales. En este sentido, hoy sabemos que lo que se comunica resulta de la suma
del proceso de descodificación con un enriquecimiento inferencial que permite integrar
el contexto mental en la producción de los textos, ya que los hablantes, de manera
espontánea y automática, tienen en cuenta la información contextual relevante para
organizarlos e interpretarlos con el mínimo esfuerzo.
Esa información contextual se combina con la producida por las formas
lingüísticas para generar representaciones de los hechos transmitidos. En un contexto
así, las diferentes posibilidades expresivas permiten representaciones diversas de una
misma realidad, lo cual, como el mismo autor demuestra a lo largo del artículo, tiene
una importante relevancia en el lenguaje utilizado en los medios de comunicación.
Así, por ejemplo, la elección de uno u otro término para referirse a una realidad
suele responder a su orientación argumentativa, que impone ciertas expectativas en el
discurso, y que puede modificarse mediante adjetivos “realizantes” (que la intensifican)
o “desrealizantes” (que la contrarrestan o disminuyen) según la conveniencia. Otras
elecciones, como la de los verbos pronominales de interpretación media, permiten
ocultar la agentividad diluyendo la responsabilidad de los agentes implicados. El
concepto de presuposición, por su parte, explica casos como la utilización de verbos o
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sustantivos deverbales que presuponen una existencia anterior, implicando a los agentes
en una acción preexistente.
La pragmática explica también el uso de recursos como la metáfora o la
hipérbole, muy frecuentes tanto en los medios como en nuestra vida cotidiana. En la
mayoría de los intercambios comunicativos la producción de implicaturas que
favorezcan el enriquecimiento contextual con el mínimo esfuerzo está por encima de la
literalidad, lo cual explica el uso continuo de este tipo de recursos. Las metáforas más
frecuentes son aquellas que relacionan el referente con realidades relativas a
experiencias materiales, perceptivamente más inmediatas. Finalmente, conceptos prag-
máticos como el de territorio, establecido por E. Goffman, explican usos como el del
verbo profundizar, que remite a la idea de expansión sin afectar al respeto por el
territorio de otros.
Ejemplos como estos demuestran que el enfoque pragmático resulta el más
conveniente para responder a la cuestión planteada por Joaquín Garrido en el primer
capítulo de su libro, al integrar las elecciones que determinan el estilo en la producción
de las representaciones que configuran el sentido de los textos.
c. Resumen del artículo de Van Dijk, Teun A: “The study of
discourse”.
En Van Dijk, T. A. (coord.), Discourse Studies 1. Londres, Sage, págs. 1-34. Trad. esp.
Estudios del discurso. 1, Barcelona 2000, Gedisa.
Otra de las disciplinas que ha contribuido en los últimos años a esa visión
integral del lenguaje que establezca puentes y relaciones entre los diferentes aspectos,
internos y externos, que participan en él, es el análisis del discurso, disciplina de la que
van Dijk ofrece en este artículo una visión panorámica e introductoria.
La palabra “discurso” es un término ambiguo que se usa, tanto en el lenguaje
ordinario como en los estudios académicos, para designar a diferentes realidades, pero
que, en cualquiera de los casos, tiene en cuenta tres dimensiones: el uso del lenguaje en
sí mismo (dominio tradicional de la lingüística), su estudio como medio para comunicar
ideas, creencias y emociones (en relación con la psicología) y su carácter de interacción
(lindando con la sociolingüística). El objeto de estudio, por su parte, incluye textos
escritos y orales, enfoques que atienden a diferentes extensiones del término (el discurso
en general, tipos discursivos específicos, análisis de textos concretos o de ideologías…),
y discursos más o menos complejos y faltos de una delimitación clara (complejos
discursivos).
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El análisis del discurso como estructura verbal implica la descomposición del
mismo en diferentes niveles o dimensiones, así como el establecimiento de categorías
dentro de ellas. El menos atendido es el análisis de elementos observables (aspectos
auditivos, visuales y corporales), aunque el actual entorno multimodal hace previsible
su próximo desarrollo. En el nivel del orden y la forma los analistas del discurso se han
caracterizado por la superación de la tradicional frontera de la oración, mostrando cómo
la estructura oracional está determinada por el discurso o el contexto, pero también por
factores semánticos o cognitivos. En el terreno semántico, se estudia el sentido como
algo que los hablantes asignan al discurso, a través del establecimiento de relaciones
entre las unidades de este nivel (proposiciones). En todas estas dimensiones se observa
un principio de relatividad del discurso, que hace que los elementos se vean influidos
tanto por los que lo rodean como por los de otro nivel, lo cual contribuye a establecer
relaciones y matices entre las categorías tradicionales. Además, este enfoque permite
integrar el estilo, noción que se relaciona con la variación o capacidad de elección en
función del contexto; la retórica, que amplía su significado para referirse a los diferentes
recursos de persuasión; y las estructuras esquemáticas (o superestructuras), los
componentes convencionales asociados a determinados tipos de texto.
La segunda de las tres dimensiones reseñadas por Van Dijk atiende al discurso
como forma de interacción. Retoma, en este sentido, el concepto pragmático de acto de
habla, que define lo que los hablantes hacen con sus emisiones conforme a unas
condiciones de adecuación, ampliándolo, nuevamente, al estudio de su organización en
secuencias o macroactos de habla. Más cerca de la sociolingüística, el análisis de la
conversación permite estudiar cómo las personas interactúan entre sí mediante estos
actos de habla. En cualquier caso, este enfoque obliga a centrarse en los usos concretos
del lenguaje, alejándose del estudio de estructuras abstractas e ideales para analizar usos
reales, que aparentemente rompen con frecuencia con las reglas puramente lingüísticas
pero en un análisis más profundo responden a reglas de interacción.
En tercer lugar, el manejo que los hablantes hacen tanto de las estructuras
lingüísticas como de la interacción presupone en ellos unos conocimientos, creencias e
ideologías que intervienen tanto en la comprensión como en la producción de textos. La
psicología cognitiva permite dar cuenta de los procesos y representaciones mentales que
están detrás de estos procesos, tanto a nivel individual (variaciones personales en estos
conocimientos) como a nivel de conocimientos compartidos socialmente. Para explicar
cómo estos intervienen concretamente en el discurso hay que tener en cuenta el hecho
de que esos procesos son constructivos y dependientes del contexto, permitiendo la
elaboración gradual de representaciones relativas al texto, al contexto y a las nociones
de las que trata el discurso.
Finalmente, estos tres ámbitos se ven influidos, y a su vez influyen, en un
contexto que incluye estructuras locales pero también globales, lo cual permite incluir
en el discurso numerosos aspectos (género, etnicidad, cultura…) que están en constante
interacción con él, pues, por un lado, lo determinan, y por otro, se ven también
afectados por los usos discursivos de los hablantes. Estos aspectos, cuyo análisis exige
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la integración de los niveles y dimensiones anteriormente analizados, constituyen el
marco de corrientes como el análisis social del discurso o el análisis crítico del discurso.
Así pues, el discurso, como realidad en la que participan diferentes ámbitos,
niveles y enfoques, permite un estudio integrado del lenguaje que involucra a diferentes
disciplinas tradicionales, y que, al constituirse en un ámbito de estudio autónomo,
proporciona la posibilidad de combinar los métodos y enfoques de todas ellas en una
comprensión global del fenómeno.
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TEMA 2: EL LENGUAJE EN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN
a. Resumen del capítulo 2 de Estilo y texto en la lengua (“La paradoja del
estilo informativo”)
En el segundo capítulo de su libro, J. Garrido propone una explicación de los
rasgos específicos del lenguaje periodístico en relación a los condicionantes y
finalidades de la profesión. Esta explicación se articula en torno a dos grandes ejes: la
discusión sobre si los medios utilizan o no una lengua especial, y el debate sobre la
objetividad como producto estrictamente lingüístico o en su relación con unos
acontecimientos extraverbales.
En cuanto al primer aspecto, el autor recuerda, centrándose especialmente en los
comentarios de Lázaro, cómo los rasgos que presuntamente alejan al lenguaje
periodístico de la lengua común han sido vistos frecuentemente como algo negativo en
relación a su función social. Sin embargo, aplicando con rigor los parámetros que los
especialistas atribuyen a los lenguajes especiales, el de los medios no podría ser
considerado como tal. En todo caso, tendríamos que admitir, como hace Berruto, que
estas propiedades pueden aplicarse en diversos grados, y situarlos en lo que este autor
llama “modalidades de uso”, que combinan rasgos de las lenguas especializadas
propiamente dichas con otros derivados del medio, la finalidad o el registro.
Efectivamente, los rasgos que, según Lázaro, responden a una retórica ajena a la
lengua común, no son exclusivos del lenguaje periodístico, y tampoco contribuyen por
sí mismos a una mayor oscuridad. Así, la particular ordenación de la información, que
obliga a comenzar la noticia con un resumen de la información principal que luego se
desarrolla, solo dificulta la comprensión cuando se produce una acumulación de datos
en una misma expresión. Tampoco el orden de palabras es exclusivo de los medios, sino
que responde a la estructuración de la información en foco y fondo. Otros rasgos, como
el condicional de rumor o la preferencia por el anafórico “el mismo”, son, en realidad,
expresiones que el periodismo toma de otros tipos de discurso, frecuentemente de usos
prestigiosos como el académico, aunque no estén totalmente consolidados en el
lenguaje.
Tal como señala Gaye Tuchman, las convenciones del estilo periodístico (tanto
el particular orden de la información como otros rasgos estilísticos) se derivan de la
finalidad del trabajo y del proceso de elaboración. Este se orienta a captar las noticias
como hechos, confiriéndoles lo que esta autora denomina “facticidad”, una cualidad
relacionada con la objetividad que se consigue mediante la imposición de un marco o
esquema cognoscitivo. Estos marcos son estructuras conceptuales que ordenan los
hechos permitiendo que se reconozcan de determinada manera. En este caso, el marco
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cognitivo que permite representar las noticias como reales se lograría mediante la
imparcialidad, la exactitud y el equilibrio en la presentación de opiniones.
Para Garrido, esta concepción, compartida por otros estudiosos, pone en cuestión
el concepto de objetividad entendida como fidelidad a los hechos, pues la concibe como
un producto o construcción narrativa, que se consigue solamente a través del lenguaje y
rompe la relación del texto con los acontecimientos externos. Para evitar esto, que
pondría en cuestión la esencia del estilo periodístico, el autor propone introducir otra
categoría, la de los acontecimientos, cuya existencia se justifica en base a lo que él
llama “realismo sencillo”, y que se convierten en “hechos” (en el sentido con el que
Tuchman emplea el término) al comunicarse como tales. El estilo periodístico,
informativo, que permite presentar los acontecimientos (y no las noticias) como hechos,
se caracteriza por la claridad, la concisión y el rigor, que obliga a diferenciar claramente
información de opinión.
Una vez convertidos en hechos al relatarlos en forma de noticia, además, tiene
cabida la posibilidad de presentarlos bajo diferentes formas (diferentes tipos de
noticias), lo cual, según el autor, resultaba incoherente en el marco explicativo de
Tuchman. Por otra parte, la actitud ante los hechos permitiría diferenciar los diferentes
estilos que caracterizan cada uno de los géneros periodísticos, por ejemplo, siguiendo a
Martínez Albertos, entre información (actitud de relatar), interpretación (actitud de
analizar) y opinión (actitud de persuadir).
En conclusión, si bien el lenguaje de los medios no puede ser considerado una
lengua especial, sí se perciben en él una serie de convenciones que, utilizando de
manera particular rasgos propios de la lengua común, configuran un estilo particular
orientado por las finalidades y funcionamiento del trabajo periodístico, y determinado
por la pretensión de transmitir objetivamente unos acontecimientos que se consideran
reales y a los que el tratamiento lingüístico convierte en “hechos·.
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b. Resumen del artículo de Colleen Cotter, Discourse and Media
Este artículo ofrece un panorama general sobre los estudios discursivos
relacionados con los medios de comunicación desde diferentes enfoques y perspectivas.
La autora comienza constatando cómo la importancia creciente de los medios de
comunicación se refleja en el interés de los académicos, quienes, cuando se acercan a
ellos desde la lingüística, combinan en diferentes grados la aproximación discursiva con
la sociolingüística, incluyendo diferentes métodos (análisis crítico, narrativo,
pragmática, estilística, métodos comparativos, enfoques cognitivos…) y abarcando una
gran diversidad de temas (elementos narrativos de las noticias, poder e ideología, papel
de los medios en la consolidación de desigualdades, el papel del público…). Tras un
período inicial en el que primó la búsqueda de una fundamentación teórica del tema,
asentada en diferentes corrientes según los territorios, actualmente se ha consolidado
una perspectiva interdisciplinar, en la que la discusión teórica o metodológica pierde
importancia para aprovechar lo que los diferentes enfoques pueden aportar.
Un ejemplo de esto son los análisis sobre el papel del público: si los enfoques
tradicionales le atribuían un papel pasivo, actualmente tiende a considerársele un
elemento activo como parte del mecanismo discursivo. En esta línea, algunos autores
aplican a la audiencia de los medios de comunicación las categorías de los participantes
de E. Goffman, analizando sus diferentes roles; los enfoques cognitivos estudian cómo
el discurso de los medios asume las habilidades psicolingüísticas de sus destinatarios;
desde una perspectiva sociolingüística, se han rastreado los elementos fónicos, léxicos,
sintácticos y pragmáticos que permiten desarrollar el diseño del público en el texto, así
como el papel de las estrategias estilísticas que definen y negocian la relación de este
con los medios.
Por otra parte, la accesibilidad y ubicuidad de los medios de comunicación
proporciona un inmenso corpus de datos en los que los estudios tienen a seleccionar un
tema, una publicación o un género específico para centrar su trabajo. El estudio de los
diversos aspectos del lenguaje mediático contribuye a enriquecer y matizar la visión
tradicional de los estudios correspondientes. Así, se introducen nuevas categorías en
antiguas dicotomías como escrito / oral, formal / informal…; y el estudio de usos
particulares de formas del discurso como conectores, discurso indirecto, citas,
implicación y otros elementos, contribuye a esclarecer su papel en la producción de
sentido. Sin embargo, las áreas más productivas en su aplicación al tema que nos ocupa
son el análisis de la estructura narrativa y el estudio del estilo y el registro.
En cuanto al primer aspecto, cabe destacar la aplicación del modelo narrativo de
Labov a las noticias, determinante en los trabajos de Allan Bell y que influye también
en autores como Van Dijk. Naturalmente, un número importante de estudios analizan
aspectos clásicos del periodismo, como el particular orden, no lineal, de la narración, o
el papel estructural de las seis preguntas tradicionalmente asociadas a la escritura
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periodística. Otro aspecto importante en este tipo de estudios es la complejidad y
variedad que ofrecen los discursos, a pesar de la aparente simplicidad de las reglas
básicas y comunes de escritura.
Por su parte, los estudios sobre estilos y registros analizan las variaciones en el
discurso periodístico en relación a diferentes factores: la función social de los medios, el
papel de la lengua escogida en comunidades bilingües, rasgos propios de la cultura o la
sociedad en la que se producen los textos, la propia percepción de los periodistas sobre
su tarea en la sociedad y los cambios en ella, o la influencia de los avances tecnológicos
en el estilo.
Finalmente, el estudio del lenguaje periodístico puede centrarse en el texto, en el
producto, como hacen la mayoría de los trabajos, o bien en el proceso de producción, un
territorio que, según la autora, no está todavía suficientemente explorado. Ella cree que
sería conveniente, en este sentido, el análisis del componente etnográfico, que analice
los comportamientos comunicativos como resultado de restricciones impuestas por la
comunidad en la que se desarrollan, y en particular por la percepción que el periodista
tiene de su audiencia. También sería recomendable una investigación que analice la
relación entre la comunidad periodística y la comunidad a la que pertenecen en general,
para lo cual resultaría especialmente interesante el análisis de medios locales o
minoritarios.
En conclusión, los estudios sobre el lenguaje en los medios se desarrollan
fundamentalmente en dos líneas principales, el análisis del discurso y la
sociolingüística, que en estudios concretos no solo se relacionan entre sí, sino que
incorporan también conceptos y enfoques de numerosas disciplinas (estudios culturales,
teoría crítica, sociología, historia….). En cuanto a su objeto de estudio, han tendido a
centrarse en el texto en sí, incluyendo manifestaciones textuales de entidades como el
público, pero empieza a hacerse necesario un estudio de los mismos en relación al
proceso que los origina.
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TEMA 3. EL ESTUDIO DE LA VARIACIÓN EN EL DISCURSO.
Resumen del capítulo 3 de Estilo y texto en la lengua
(“Misteriosa diversidad”)
La diversidad lingüística, dentro de la cual está el estilo, suele establecerse en
torno a cuatro ejes básicos: el temporal, el territorial, el social y el situacional. Estos ejes
determinan diferentes sistemas dentro una misma lengua, en una jerarquía por la cual en
cada época histórica se pueden reconocer diferentes dialectos, dentro de los cuales
existen diferencias sociales (sociolectos), y finalmente actuaría la variación diafásica, el
estilo.
Sin embargo, las relaciones históricas entre las diversas variedades de una
misma lengua ponen en cuestión esta visión, y revelan que sería aconsejable
examinarlas en el orden inverso. En primer lugar, en la determinación de una variedad
como lengua o dialecto intervienen factores sociales, especialmente la existencia de una
tradición literaria. Así, por ejemplo, el castellano del norte se ha constituido en lengua
por oposición a las variedades del sur o de América, aunque ya desde el siglo XV se
puede constatar la existencia de estas dos variedades básicas. Como suele ocurrir, lo que
originariamente era un dialecto alcanza la condición de sociolecto al constituirse en la
variedad del grupo dominante, gracias, sobre todo, al predominio de la corona castellana
y al desarrollo de una tradición literaria. Ese sociolecto, al constituirse en modelo de
lengua común a diversos territorios, establece una relación diglósica con las otras
variedades (e incluso otras lenguas habladas en sus territorios) y, al relegar a estas otras
variedades a la condición de dialectos, pasa de lengua común a lengua única.
La utilidad del modelo común a efectos prácticos entra a menudo en conflicto
con cuestiones identitarias que, en determinadas situaciones, llevan a cuestionar la
variedad prestigiada como común y constituida en sociolecto. Pero a medida que la
sociedad evoluciona cobra fuerza la idea de una lengua general, concebida como un
conjunto de dialectos y que debe contar con el consenso de los hablantes de diferentes
variedades para ser aceptada como norma. El concepto es diferente al de lengua común
o única, porque no oculta o menoscaba las diferencias, sino que las acepta. Se pasa así
de la dimensión sociolectal a la situacional (el estilo).
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La tendencia a omitir las diferencias en aras de la supuesta existencia de una
lengua única lleva también al mito de la decadencia de la lengua: desde la antigua
Grecia, todas las generaciones han idealizado el pasado, tanto histórico como personal,
considerando que la lengua se está deteriorando. Con esta idea se hace frente a la
diversidad temporal, que a su vez está en el origen de la diversidad actual.
En realidad, en todas las lenguas hay procedimientos que compiten entre sí para
representar una misma idea, en un equilibrio inestable que produce desajustes. La
recuperación de esos desajustes, frecuentemente con una intención regularizadora,
puede provocar a su vez complicaciones en otros procedimientos, de manera que la
lengua está siempre haciéndose.
Esta diversidad no convierte a una variedad en más o menos apta para ninguna
tarea, pues las posibilidades conceptuales dependen de la cantidad de vocabulario, que
no afecta al sistema en sí sino a la cultura. Más bien al contrario, la existencia de
diferentes posibilidades es la raíz de la riqueza lingüística, ya que cada solución puede
adaptarse mejor a diferentes tareas. Pero esa variabilidad estilística provoca
inestabilidad cuando una de ellas se vuelve hegemónica y se produce el cambio
lingüístico. De este modo, contrariamente a la versión tradicional, el estilo no estaría en
la última fase de la variación lingüística, sino que sería el origen de los demás cambios.
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TEMA 4. SOCIOLECTO, ESTILO, ORALIDAD Y ESCRITURA.
Resumen del capítulo 4 de Estilo y texto en la lengua (“Hay que elegir”)
Tras su explicación de la variación lingüística y del papel que en ella juega el
estilo, en este capítulo el autor retoma la necesidad de integrar este fenómeno en la
explicación interna de la lengua, tal y como proponía al comienzo del libro.
El estilo es, como se ha visto en el capítulo anterior, la primera dimensión de la
variación lingüística, la que está en la raíz de la existencia de las variedades, pero se
diferencia de ellas por su carácter individual y por la posibilidad de elección. Además,
la capacidad para esta variación interna es la misma que permite a los individuos utilizar
otras lenguas u otras variedades diferentes a su sistema habitual. En esos casos, las
lenguas y las variedades se convierten en opciones disponibles para un mismo hablante,
permitiendo incorporar rasgos de ellas como posibilidades estilísticas.
La cuestión que se plantea, entonces, es si existen los estilos como variedades,
como conjuntos de propiedades características relacionadas con una situación, y si esta
variación es individual, colectiva o ambas cosas.
Los intentos por explicar la variación situacional dentro de un sociolecto o
dialecto se han encontrado con dos problemas: primero, no consiguen explicar esta
variación desde la propia gramática, y por tanto no explican la integración de los
factores externos en la lengua misma. En segundo lugar, resulta difícil establecer los
valores, sean estos puramente informativos o estadísticos, que permitan identificar con
claridad variedades estilísticas dentro de cada sociolecto , y tampoco explican la
variación estilística en una misma situación.
La solución a estas dificultades pasa por la relación entre situación y contexto,
ya que la información contextual, por un lado, está presente en la lengua misma, y, por
otro, también se relaciona con la situación. Esta información entra en juego en una
unidad superior a la oración, el texto, cuyo estudio supone un enfoque pragmático, en
tanto que atiende al uso del lenguaje con vistas a la acción. El texto aparece así como un
mecanismo de gestión de información: organiza una serie de datos, tanto los que se
quiere comunicar como la información relativa al hablante y al oyente. Estos últimos se
integran en él como entidades cognoscitivas, a las que se atribuyen determinados
conocimientos y capacidades que intervienen en los procesos de producción y
comprensión. De este modo, los participantes aparecen definidos en el texto en sí a
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través de una serie de marcas, también a nivel de las oraciones que lo componen, que
responden a las diferentes opciones.
En este contexto, el estilo sería pues el conjunto de marcas que responden a
estrategias para la gestión de información en función de los conocimientos contextuales
que se atribuyen a los participantes. Cada opción estilística condiciona la probabilidad
de aparición de otras similares, y el estilo sería el conjunto integrado de las mismas. Los
factores externos intervienen así en el texto como información contextual, y las
diferentes opciones permiten organizar la información representada constituyendo un
oyente capaz de reconstruir el contexto diseñado en él.
De esta manera, en la línea que ya señalábamos en el primer tema, el enfoque
pragmático cognitivo se constituye en el más adecuado para proporcionar una
explicación estrictamente lingüística de la diversidad, y el estilo, en su relación con el
texto que lo condiciona y al que condiciona, resultado de la representación lingüística,
interna, que el texto hace de la información contextual.
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TEMA 5: TIPOS DE TEXTO EN LOS MEDIOS: DE LA CONVERSACIÓN
AL ANUNCIO PUBLICITARIO
CONTENIDOS
- Resumen del capítulo 7 de Estilo y texto en la lengua (“El estilo en el texto”)
- Resumen de Garrido, J. 2000. Science news in English and Spanish: Styles as
discourse structures in texts. (En Downing, Angela, Jesús Moya, and José Ignacio
Albentosa, coord., Text and talk. Cuenca: Universidad de Castilla-La Mancha, 10-
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- Comentario –comparación de noticias.
a. RESUMEN del capítulo 7 de Estilo y texto en la lengua
(“El estilo en el texto”)
Como se ha dicho en capítulos anteriores, el estilo viene determinado por la
representación que el hablante hace del oyente y de su relación con él, y , por tanto
, se da siempre en el discurso, que es el contexto para la representación de
información de cada oración. Esta representación es obligatoria, pues las oraciones
existen siempre dentro de un discurso (turno de intervención, párrafo, título /cuerpo...,
según los géneros). Pero los discursos tampoco aparecen aislados, sino que se integran
en una organización superior, el texto, que los organiza y restringe las opciones de
relación con otros discursos, y que afecta, pues, incluso a la conexión entre oraciones
dentro de un mismo discurso.
La relación entre el tipo de texto y la estructura de representación del discurso
explica la ausencia de los interlocutores en la estructura sintáctica. La razón es que el
tipo de texto básico y primigenio es la conversación, en la cual los datos relativos a la
ilocución sobran porque los aporta el contexto: cada intervención va unida al dato que
quién la enuncia y para quién, lo cual explica que la enunciación, como adscripción de
una oración al contexto, sea la propiedad fundamental del discurso, y que la
información contextual se utilice implícitamente en la estructura misma de las oraciones
y no aparezca representada explícitamente. De este modo, el tipo de texto básico y
original determina las cualidades generales de la lengua: el discurso está hecho en
función de un molde superior, que organiza la conexión de ese discurso con otros.
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Partiendo de la conversación coloquial se puede establecer también las
diferencias y relaciones entre el género (o tipo de texto) y el estilo. Entre los rasgos que
Briz y otros asignan al tipo de texto “conversación coloquial” se observa que las
propiedades que definen el tipo general (conversación) tienen que ver con el tipo de
transmisión y son imprescindibles, mientras que las que definen el rasgo “coloquial”
tienen que ver con la relación entre los interlocutores, son variables (establecen grados
en relación a un prototipo) y se compensan entre sí (funcionando como rasgos
coloquializadores en casos menos prototípicos). Las primeras definen el género y
afectan al texto, las segundas definen el estilo y afectan al discurso.
Los tipos de texto no serían, en este marco, unidades de intención, sino marcos
asentados y disponibles de organización de la información que tienen que ver con las
condiciones en las que se transmiten, y en los que los discursos se integran
obligatoriamente. Ese molde está parcialmente estabilizado (pues el uso puede
confirmarlo o modificarlo), y funciona como un esquema cognoscitivo que organiza la
comprensión y es determinante para que esta se produzca, pues conforme al esquema
prefigurado por él se interpreta la conexión entre las oraciones, se recupera la
información omitida y se conecta cada discurso con el siguiente y con el conocimiento
general acerca del interlocutor y de los textos.
Al ser obligatoria la conexión del discurso con el texto, el reconocimiento del
tipo de texto resulta imprescindible para la comprensión. De este modo, en el marco
conceptual propuesto por Garrido , la información contextual, que otras corrientes
sitúan en un nivel (el discursivo) diferente al gramatical, está exigida por las propias
estructuras en base a su integración en unidades superiores (el discurso y el texto),
formando parte de un proceso unitario. Por ejemplo, fenómenos como la ambigüedad no
se producen nunca a nivel de discurso, sino a nivel de texto, pues existen géneros, como
el publicitario o el literario, que están hechos precisamente para ellas. Esta no afecta a la
comprensión, que se produce obligatoriamente a partir de la relación entre texto y
discurso, sino a la posibilidad de que determinados tipos de texto dejen un mayor o
menor espacio para ser completados en función de los conocimientos del receptor.
17
b. RESUMEN de Garrido, J. 2000. Science news in English and Spanish:
Styles as discourse structures in texts.
(En Downing, Angela, Jesús Moya, and José Ignacio Albentosa, coord., Text and talk. Cuenca: Universidad de Castilla-La Mancha, 10-27.)
En este artículo Joaquín Garrido aplica los conceptos y relaciones que también
hemos visto en su libro Estilo y texto en la lengua al análisis de dos noticias sobre un
mismo acontecimiento (el descubrimiento de un gen que hace más “inteligentes” a los
ratones), una en español (El País) y otra en inglés (The International Herald Tribune).
Además de constatar cómo el estilo de estas dos noticias configura diferentes tipos de
relaciones con los lectores y con respecto a la idea de ciencia, demuestra la utilidad
explicativa de su concepción del estilo en sus relaciones con el discurso y el tipo de
texto.
En los cinco primeros apartados el autor ofrece un resumen de dicha
concepción, que ya hemos visto también en los capítulos de su libro. Recordemos que
Garrido, a diferencia de otros autores, concibe el discurso como una microestructura
dentro del texto, el cual funcionaría a nivel macro como una sucesión de discursos
estructuralmente relacionados. El tipo de texto conecta los discursos con la situación y,
al ser reconocido, informa a los hablantes sobre el modo de organizar la información en
relación a la actividad social que se le supone a ese texto. Por su parte, el estilo,
asociado al discurso, determina la relación social y cognitiva que se establece entre los
participantes con vistas a esa acción. Supone, pues, una elección dentro de un mismo
tipo de texto y de un registro.
Uno de los factores externos que determinan el tipo de texto es el tamaño,
especialmente relevante en el caso de los textos periodísticos, pues viene impuesto por
el medio. En el caso de las noticias analizadas, aunque tienen un tamaño similar, se
observa, en general, una mayor longitud tanto de los párrafos como de las oraciones que
los componen en el caso español. Además, el titular de El país (Científicos de EEUU
hacen ratones “inteligentes” al añadirles copias que ya poseen) es sintácticamente
completo y sin ambigüedad, mientras que el ejemplo inglés (Science building a better
mouse) es más sintético y también más ambiguo, aunque va acompañado de un subtítulo
que lo aclara, aludiendo además a sus posibles repercusiones sobre los humanos. Así,
desde la misma cabecera y dentro del marco impuesto por el género, el estilo configura
una relación entre los hablantes que, en el caso del inglés, incluye el entretenimiento,
mientras que en el español concibe la ciencia como algo serio que obliga a ceñirse a los
hechos.
El resto de los elementos confirman esta impresión. La entradilla española se
compone de tres oraciones conectadas por una relación retórica de progresiva
elaboración, mientras que la estadounidense ofrece la misma información de manera
18
más reducida, más centrada en lo esencial, y en una sola frase. El conjunto de titular y
entradilla configura, en The International Herald tribune, un lector interesado por las
consecuencias del descubrimiento desde el principio, mientras que en El País el
vocabulario abstracto y la complejidad de estructuras requieren un lector más culto que
requiere explicaciones de detalle.
Además, en la noticia en inglés los contenidos éticos se alternan con los
propiamente científicos a lo largo de todo el texto, mientras que en El País no aparecen
hasta el final. La estructura retórica apunta en la misma dirección: el texto español se
compone de cuatro párrafos, de los cuales los tres primeros mantienen entre sí una
relación de elaboración progresiva (cada uno desarrolla más el anterior) en torno al
descubrimiento en sí, y constituyen el núcleo del artículo, mientras que el cuarto,
centrado en las opiniones de los científicos sobre el hecho, se presenta como un
resultado y funciona como satélite. En The Herald Tribune, por el contrario, la
entradilla, que presenta los hechos, funciona como satélite del bloque configurado por
los cinco párrafos restantes, todos ellos dependientes del segundo (sobre las posibles
repercusiones en seres humanos) con el que contrastan o al que desarrollan.
Así pues, un mismo tipo de texto y una misma noticia reciben, mediante el
estilo, un tratamiento diferente que configura las actitudes hacia el acontecimiento y
hacia los receptores. De hecho, la actitud ante el referente (la ciencia) funciona como
una evaluación de los potenciales lectores que viene configurada no por el tipo de texto
o la situación sino por el estilo.
19
TEMA 6: ANÁLISIS DE CASOS: ARTÍCULO PERIODÍSTICO
CONTENIDOS
Resumen del artículo de Garrido, J. (2008): Construcción de discurso en
noticias de prensa. Revista Española de Lingüística 37, 139 - 168
Resumen del artículo de Garrido, J. 2005. La persuasión en las cartas al
director. Estructura de discurso, proceso de resumen y evaluación de estrategias
retóricas, en Llengua Societat i Comunicació 3, 31-46. http://www.ub.edu/cusc
COMENTARIO de un artículo de opinión: Están tolos estes islandeses?
20
a. Resumen del artículo de Garrido, J. (2008):
Construcción de discurso en noticias de prensa.
Revista Española de Lingüística 37, 139 - 168
En este artículo el autor retoma el modelo de análisis que hemos visto en los
temas anteriores y lo aplica al análisis de dos noticias similares. Recordemos que, según
Garrido, las elecciones de los hablantes provocan la información contextual necesaria
para la producción y la interpretación del discurso, imponiendo restricciones a la
referencia en base a un principio general de construcción, el principio de conexión. De
este modo, un mismo modelo de análisis integra las tres líneas fundamentales que se
han seguido en el Análisis del Discurso: el estudio de la coherencia o estructura del
texto, la interacción entre los participantes (necesaria para integrar las oraciones en el
discurso), y el manejo de información contextual, que en este marco se integra como un
elemento estructurador y no como un añadido posterior a la gramática.
En base al principio de conexión, todas las unidades (unidades léxicas, morfemas,
palabras, cláusulas, oraciones, unidades del discurso, textos) se construyen en relación a
la unidad en la que se integran: pese a la falsa apariencia de objetos que les otorga
nuestro conocimiento intuitivo, son en realidad herramientas de un proceso, conjuntos
de propiedades que se actualizan en cada uso utilizando información contextual para
integrarse en la unidad superior. En el caso de la oración, esta se construye e interpreta
obligatoriamente en función del discurso, contando con la información que el oyente,
como sujeto cognoscitivo, podrá recuperar para relacionarlas, y con los efectos que se
quieren provocar en él.
A su vez, los discursos (intervenciones e intercambios en el lenguaje oral,
párrafos y otras unidades en el escrito), se construyen en función de una unidad
superior, el texto, que constituye una estructura de discursos en el marco de una acción
social más amplia, en la cual se establecen los diferentes tipos de texto o géneros.
Al aplicar este modelo a la noticia periodística, el marco es la actividad de
producción y recepción de la prensa, a la que se adapta su estructura interna: tanto
emisores como receptores establecen las oportunas relaciones entre titulares, entradilla y
cuerpo, y también las relaciones de la noticia con el resto del periódico en función de su
tamaño, posición, etc. A su vez, algunas de estas características estructurales afectan a
la relación entre los participantes, y por tanto al discurso, pero la relación entre ambos
no está fijada, por lo que es necesario diferenciar las propiedades que afectan a uno y al
otro.
En el resto del artículo, el autor aplica este modelo de análisis a dos noticias
similares, publicadas en The Herald International y en El País respectivamente, para
ilustrar tanto las diferencias como las relaciones entre estas unidades. Las noticias giran
en torno al procedimiento de acceso a Holanda por parte de los inmigrantes, a través de
un examen para cuya realización se les proporcionará un vídeo.
21
A nivel de texto, compensando su extensión y su posición, las dos ocupan una
posición similar dentro de los periódicos. La información se distribuye en el conjunto de
elementos que seleccionan la información principal (titular, entradilla o elementos
similares, como los ladillos en el caso español, foto y pie de foto), y el cuerpo de la
noticia, que la desarrolla. La principal diferencia entre ellas se refiere a la distribución
de los párrafos, más cortos en inglés y más largos en español, para un número de
palabras y oraciones similar. También el conjunto de titular, pie de foto y ladillos es
más amplio, casi el doble, en el caso español.
En cuanto a la construcción del discurso, el titular español tiene un carácter
nominal, más serio, mientras que el inglés tiene un tono humorístico, y ambos se
relacionan con la fotografía, que, con ligeras diferencias, representa a la misma
inmigrante frente al mismo anuncio de lencería. Dentro del titular, sin embargo, las
relaciones retóricas que se establecen entre sus elementos son diferentes: en el caso
inglés el núcleo es la entradilla (relativa a la adaptación de los inmigrantes), mientras
que el titular y la imagen funcionan como satélites. En español el núcleo es el titular
(examen de tolerancia), mientras que el ladillo (que habla sobre el vídeo) funciona a la
vez como su satélite y como núcleo con respecto a la fotografía, de manera que la
información va detallando el primero progresivamente. El cuerpo de la noticia en inglés
se centra en el debate político entre el gobierno holandés y los representantes de los
musulmanes, mientras que en el caso español insiste en los aspectos sexuales.
En ambos niveles, el principio de conexión obliga a manejar información no
explicitada en sus constituyentes, incluyendo la proporcionada por la imagen. El tipo de
texto atribuye a cada parte distinta importancia y distintas relaciones de acceso a la
información, mientras que las relaciones internas en la estructura de discurso la
organizan en relación a la representación de la audiencia y de la relación social y
cognitiva que se establece con ella.
22
b. Resumen del artículo de Garrido, J. 2005. La persuasión en las cartas al
director. Estructura de discurso, proceso de resumen y evaluación de
estrategias retóricas,
en Llengua Societat i Comunicació 3, 31-46. http://www.ub.edu/cusc
En este artículo el autor propone un estudio de la persuasión desde las relaciones
entre las oraciones que construyen el discurso, aplicándolo al análisis de dos cartas al
director. Este enfoque permite distinguir la importancia de cada información, y por tanto
el proceso de resumen, y también evaluar las tradicionales estrategias retóricas de
sanción, emoción o razón.
Las cartas al director proponen opiniones que permiten convencer a los lectores
en relación al asunto o bien persuadir a aquellos que están en condiciones de tomar
medidas al respecto. Su relevancia se deriva de la decisión editorial del periódico, que
decide publicarlas generalmente en relación a su propia línea editorial, y, cuando hay
mención a la categoría del firmante, de su propia autoridad en el tema.
Este es el caso de la primera de las cartas analizadas, en la que un grupo de
correctores plantean la necesidad de una titulación oficial para su profesión. Para ello,
comienzan constatando el mal uso del idioma en diferentes ámbitos, que hace necesario
el trabajo de una serie de profesionales entre los que se destacan a los correctores. Las
relaciones retóricas entre las oraciones y párrafos de esta primera parte se deciden en
función del tipo de texto (carta al director), que suele organizarse en torno a la
exposición de un asunto seguida de la opinión o la solicitud. Además, la importancia
que se da en esta carta a los correctores viene determinada por la frecuente defensa en
este tipo de textos de la categoría a la que pertenece el emisor, así como por la posición
final y por el número de palabras que se les dedican. Por tanto, la primera oración aporta
información que facilita la comprensión de la segunda, en una relación retórica que
Mann y Mathiessen denominan “trasfondo”. A su vez, la suma de ambas funciona
nuevamente como trasfondo del párrafo siguiente, en el que se constatan las dificultades
de la formación de correctores. El conjunto formado por estas tres unidades, por su
parte, justifica la solicitud que se plantea en el último párrafo, que constituiría el núcleo,
tras un nuevo trasfondo en el que los firmantes se declaran como pertenecientes al
gremio de correctores.
La segunda carta, más breve, se posiciona contra el uso de nuevas lenguas en el
seno de la Unión Europea. Se compone de dos oraciones relacionadas entre sí a través
de una relación retórica de prueba o evidencia: la primera plantea hechos constatados
(se ha decidido el uso libre de lenguas y se acerca un presupuesto desfavorable para
España) que dan credibilidad a la información de la segunda (tendremos que pagar más
por la traducción a esas lenguas). Responde, con una relación retórica diferente (prueba
/ justificación), a la misma estructura de la carta anterior: exposición de una situación y
planteamiento de la opinión.
23
A nivel retórico, ambas cartas llaman la atención sobre el asunto tratado, al que
otorgan un carácter especial (chocante en un caso y sospechoso en el otro), cuyo
carácter negativo se enfatiza a través de las elecciones léxicas, más frecuentes en la
segunda carta, en la que además se utiliza la ironía para remarcar ese carácter. De las
tres estrategias de persuasión que se suelen distinguir (de sanción, de instrucción y
altruista), la estructura de discurso de la primera carta escoge la instrucción, pues
expone un mal y propone una solución. La segunda carta utiliza la sanción, pues
anuncia castigos (pagar más) ante la situación denunciada. Sin embargo, los recursos
léxicos recurren en ambos casos a la estrategia altruista, ya que se hace necesario
compartir los valores y emociones de los autores (que se está usando mal la lengua y
que hay que velar por su uso correcto, en un caso; que es malo pagar más, en el otro)
para que la persuasión resulte eficaz. El análisis discursivo permite, pues, poner en
evidencia cómo la estrategia de las emociones, más eficaz, sirve de base a las otras.
24
25
TEMA 7: ANÁLISIS DE CASOS: ANUNCIO PUBLICITARIO
CONTENIDOS
a. RESUMEN de Garrido, J. 2006. Léxico y discurso. En Elena de Miguel,
Azucena Palacios y Ana Serradilla (coord.), Estructuras Léxicas y Estructura
del Léxico. Francfort del Meno, Lang, 149-164. [Análisis de un folleto
publicitario en español de un grupo religioso estadounidense.]
b. RESUMEN de Garrido, J. 2008: Imagen y palabra en la construcción del
discurso publicitario. Español Actual 86, 81-103.
c. RESUMEN de Mann, W., Matthiesen, C., y Thompson, S. 1992. Rhetorical
structure theory and text analysis. En Mann, William y Sandra Thompson
(coord.). 1992. Discourse description. Amsterdam, Benjamins. 39-78.
d. COMENTARIO de un ANUNCIO
26
a. RESUMEN de Garrido, J. 2006. Léxico y discurso.
En Elena de Miguel, Azucena Palacios y Ana Serradilla (coord.), Estructuras Léxicas y Estructura del Léxico. Francfort del Meno, Lang, 149-164. [Análisis de un folleto publicitario en español de un grupo religioso estadounidense.]
Dentro de la diversidad existente en la definición de discurso, hay acuerdo en
relacionarlo con el uso del lenguaje, por un lado, y con un ámbito más amplio que la
oración, por el otro. Esta asociación entre uso y “unidades superiores a la oración”, sin
embargo, plantea algunas dificultades, relacionadas con el manejo de información
contextual para la interpretación de las relaciones entre oraciones, que suelen
solventarse estableciendo un nuevo dominio de estudio, la pragmática. J. Garrido, sin
embargo, propone un modelo en el que este último dominio no se concibe como
diferente del gramatical, al reconocer la existencia, dentro de la gramática, de unidades
superiores a la oración con un funcionamiento similar al de las reconocidas
tradicionalmente como gramaticales.
En este marco, todas las unidades lingüísticas, desde las unidades léxicas hasta
las unidades de discurso, se relacionan entre sí mediante una información contextual,
que es necesaria para que el oyente establezca la conexión y que se deriva de las propias
estructuras. Entre los mecanismos que favorecen la generación del contexto necesario
para establecer dicha conexión juega un papel destacado la información proporcionada
por el léxico, que puede referirse a tres grandes áreas según su extensión: la red genérica
compartida, la situación de enunciación o el texto en cuestión. El discurso sería pues,
una estructura de representación semántica construida a partir de información
proporcionada tanto por la estructura sintáctica como por la información léxica, y
determinada también por el tipo de texto.
A continuación el autor comprueba la pertinencia de este modelo de análisis
aplicándolo a un folleto estadounidense en español que anuncia una actividad religiosa.
El tipo de texto, empezando por el formato físico, orienta sobre su carácter de anuncio
publicitario de algún tipo de actividad, así como sobre la información que es previsible
encontrar en el (fecha, organizador, título…), información que a su vez se ve
confirmada por el léxico (días, fechas, lugares). De este modo, el discurso se estructura
influido por una unidad superior (el tipo de texto) y por otras de un nivel inferior
(léxico).
El análisis permite establecer diferencias entre el principio de conexión y las
teorías pragmáticas más difundidas: la teoría de la relevancia y la de los actos de habla.
La primera considera que la información contextual se selecciona en base a su
capacidad para satisfacer las expectativas de relevancia de los destinatarios. Frente a
ella, la propuesta de la conexión considera que lo que activa esta información contextual
es el imperativo de relación entre unidades: estas deben interpretarse obligatoriamente
en función de una unidad superior, lo cual fuerza a generar el contexto necesario para
27
ello. En el caso del anuncio, la naturaleza del texto y la información léxica del verbo
“presentar” (la portada del folleto reza “Lleguemos al Altar presenta Jesús en el
Apocalipsis”) obligan a interpretar el resto de la información como una actividad, su
fecha de celebración y sus organizadores, respectivamente. No se selecciona la opción
más relevante porque no hay otra forma de conectarlas, y esta interpretación es
obligatoria.
En la teoría de los actos de habla, el enunciado anterior respondería a las
condiciones de los actos realizativos (el enunciado describe su propia función
comunicativa); interpretándolo en función del principio de conexión, esta descripción
se deriva de la propia entrada léxica “presentar”. Pero aunque no existiese este verbo
(actos no realizativos), las propiedades léxicas del resto de unidades (fecha, dirección,
nombre de una organización…) nos obligarían, como hemos visto antes, a interpretar el
discurso como un anuncio para poder relacionarlas.
Así pues, la organización de la primera unidad de discurso tiene un carácter
léxico determinado por el significado del verbo “presentar”. Esta unidad, además,
determina la organización del discurso a lo largo de todo el texto, que ocupa varias
secciones en las que la información de este primer discurso se va desarrollando en base
a diferentes relaciones retóricas (especialmente de ampliación).
En conclusión, el modelo de análisis basado en el principio de conexión elude la
necesidad de crear nuevas unidades (de carácter pragmático), al interpretar esas
funciones no como asociadas a una unidad nueva, sino como resultado de una propiedad
asociativa de las unidades que ya existen para generar sentido en su relación con otras
con vistas a integrarse en una unidad superior.
28
b. RESUMEN de Garrido, J. 2008: Imagen y palabra en la construcción del discurso publicitario.
Español Actual 86, 81-103.
En la teoría de los actos de habla desarrollada por Austin y Searle se define la
publicidad como un acto perlocutivo, sometido a una serie de condiciones que Garrido
prefiere asociar con el tipo de texto, cuyo reconocimiento es necesario para la correcta
comprensión del mensaje. Así, en la campaña publicitaria de un nuevo modelo de
coche, se envió a una serie de mujeres una carta pretendidamente amorosa, pero sin
indicar la marca del anunciante. Al fallar este elemento, la carta fue interpretada como
una amenaza o una broma, según los casos, lo cual demuestra que, al no reconocerse la
acción social asociada al género publicitario, el objetivo comunicativo no se cumple.
El tipo de texto permite relacionar el texto con la representación cognitiva de
una acción social, que el destinatario tiene que reconocer para que se produzca la
comprensión. Este reconocimiento permite distribuir la información implícita y
explícita, de modo que el oyente reconstruye la segunda para que encaje en el discurso
del que forma parte, siguiendo el proceso general de conexión. Por ejemplo, en el
discurso “Hoy día, ser español no es una excusa, sino una responsabilidad”, emitida por
una autoridad ministerial ante un grupo de nuevos diplomáticos, se interpreta una
información contextual que remite a una época anterior en la que ser español era un
impedimento para ejercer la profesión con toda la exigencia que conlleva, así como a
una idea de mejoría que explica esa exigencia de responsabilidad actual. Esta
información, activada por el segmento “hoy día” y por el marco cognitivo en el que se
desarrolla la comunicación, es necesaria para conectar las cláusulas entre sí y
comprender el mensaje.
En la misma época, una campaña publicitaria utilizaba una frase muy similar
(Ser español ya no es una excusa, es una responsabilidad), junto a imágenes de
deportistas españoles de éxito, para promocionar ropa deportiva. La diferencia en el tipo
de texto y en la acción asociada a él impone un registro más informal, pero además
induce una información contextual diferente que permita conectar esta cláusula con las
imágenes, en lugar de con el estatuto de los participantes. La conexión, en base a la
diferencia entre antiguos fracasos deportivos y éxitos presentes, permite asociar estos
últimos a la ropa que se pretende promocionar. Más allá de los múltiples emisores y
receptores del texto publicitario, se construye una historia con protagonistas heroicos
que, mediante su asociación a la ropa que portan, cumple la actividad de vender. Por
otra parte, como viene siendo frecuente, el anuncio conectaba con otras acciones dentro
de una misma campaña, haciendo que el texto se integre en un texto complejo junto con
otros.
29
De hecho, los textos publicitarios juegan a menudo con la posibilidad de ser
comprendidos de diferente manera por los destinatarios de una audiencia
intrínsecamente heterogénea, y en ocasiones la relación de un texto con otros de la
misma campaña permite identificar una interpretación como preferida.
Otros anuncios vinculan el producto a un relato asociado a una personalidad
reconocida, como es el caso de un anuncio de Gorbachov ante el muro de Berlín
volviendo de una reunión con la bolsa del anunciante. Imagen y texto remiten a una
historia inequívoca asociada al producto a través del protagonista, y establecen con la
audiencia una relación social que reorienta los elementos propios del reportaje,
presentes en la foto y el pie de foto, hacia una interpretación en el marco de la actividad
publicitaria.
En el caso de los anuncios de relojes protagonizados por Nicole Kidman se
impone una relación social basada en la estética del retrato de estudio, que permite
equiparar la figura con el reloj como representantes del lujo y la elegancia, tal y como
sugieren los textos verbales (que presentan el reloj como el elegido por la actriz).
30
c. RESUMEN de Mann, W., Matthiesen, C., y Thompson, S. 1992. Rhetorical structure theory and text analysis.
En Mann, William y Sandra Thompson (coord.). 1992. Discourse description. Amsterdam,
Benjamins. 39-78.
En este artículo los autores proporcionan una aproximación general a la Teoría
de la estructura retórica (RST), cuyos principios y métodos comprueban en el análisis
de una carta destinada a recaudar fondos.
La teoría de Mann, Matthiesen y Thompson parte de un enfoque del lenguaje
como medio para la comunicación y la acción, en línea con el Análisis del Discurso, y
en consecuencia pretenden estudiar la contribución del lenguaje a los efectos o
resultados de las interacciones, combinándolo con el análisis de la coherencia que
determina la comprensión global del texto. En relación con esto, de los tres tipos de
estructura (holística o textual, relacional y sintáctica), se centran en la segunda, que
busca relaciones entre partes contiguas, ya que es la que se relaciona con el primero de
los objetivos, aunque no dejan tener en cuenta también las otras dos, pues las tres
estructuras interactúan entre ellas.
Los autores formularon sus hipótesis, que posteriormente confirmaron en
diferentes textos y en este artículo demuestran con el análisis de la carta, al observar que
muchos fenómenos estructurales afectan a pares de partes de texto (de diferente
extensión), lo cual les llevó a establecer un conjunto de suposiciones iniciales. Estas
establecen que los textos están estructurados en partes funcionalmente significativas,
cada una de las cuales contribuye a su unidad o coherencia global. Dicha unidad puede
ser percibida porque todas las partes contribuyen bien al propósito del autor bien a su
conformidad con algún tipo de patrón. Por otra parte, existe una jerarquía entre ellas, de
modo que las unidades básicas se van integrando en estructuras progresivamente más
amplias, conforme a unos patrones o “esquemas” que pueden actuar a diferentes escalas,
pero que siempre son relacionales: aunque existan otros patrones organizativos
(estructurales, semánticos, etc), el dominante siempre se deriva de las relaciones. Estas
relaciones son normalmente asimétricas, pues se dan entre un período central (núcleo) y
otro periférico (satélite), y también funcionales, pues están subordinadas a los efectos
que el autor quiere conseguir (de ahí que se consideren retóricas).
Los elementos clave del análisis son, pues, las relaciones y los períodos. Estos
últimos son partes del texto, de cualquier extensión, con una estructura retórica, es
decir, con una integridad funcional. Las relaciones, por su parte, constituyen una red
que explica la estructura del texto. Se componen de dos campos: las restricciones que
operan en el núcleo, en el satélite y en su combinación, por un lado; y el efecto que
producen, así como el lugar en el que ocurre (en el núcleo, en el satélite, o en ambos).
La definición de la relación no restringe el orden de los períodos, pero la identificación
del núcleo influye en la forma en la que el lector asigna diferentes papeles a las
diferentes partes del texto. Por ello el analista, como cualquier otro destinatario, puede y
31
debe realizar juicios, ya que comparte el contexto y las convenciones en las que se
produce el texto.
Para realizar el análisis se siguen una serie de pasos. Primero, el texto debe
dividirse en unidades de cualquier tamaño pero con integridad funcional. En segundo
lugar, se identifican las relaciones, bien yendo de las partes al todo o bien del todo a las
partes, o bien combinando ambas perspectivas. Finalmente, se representan gráficamente
las relaciones.
En la aplicación del procedimiento al análisis de la carta, se reconocen ciertas
propiedades convencionales que forman parte de la estructura global, así como algunas
expresiones indirectas. El análisis de las relaciones internas, por su parte, confirma las
hipótesis iniciales, y deja abierta la puerta a cierta multiplicidad analítica derivada de los
juicios que realice el analista. La comprensión del texto como un todo se deriva de la
progresiva eliminación de satélites, de manera que el texto mantenga su coherencia, y
de la identificación de un patrón o criterio organizativo global.
Otra consecuencia importante de esta teoría es la manera en la que se aporta
información de esa estructura relacional. Aunque a veces se proporcionan determinadas
“señales de relación” (construcciones que ocurren regularmente con esa relación), lo
más frecuente es que la relación sea una “proposición relacional”, una información
implícita necesaria para establecer la relación de cuya veracidad el autor se hace
responsable, ya que tiene el mismo estatus que las aserciones explícitas. Estas
proposiciones relacionales afectan a la interpretación del texto de dos maneras:
aclarando el significado de las señales de relación, e indicando la base de coherencia
(cuando no existen señales). Por su parte, las señales explícitas, como marcadores o
conectores, no suelen ser cruciales para la interpretación, sino que se limitan a guiarla, y
por ello son menos frecuentes que las relaciones. En este sentido, los patrones de
relaciones textuales se manifiestan a nivel de cláusulas, parcialmente gramaticalizados,
en algunas estructuras subordinadas (solo en las que Halliday denomina “hipotaxis”,
que coinciden en general con las adverbiales, y no en las incrustadas).
En su conclusión, los autores sitúan su propuesta de análisis en relación a
diferentes campos de estudio lingüístico con los que podrían complementarse:
aplicación al estudio del diálogo, combinación con teorías tanto holísticas como
sintácticas, etc.
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