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Los protagonistas de algunos cuentos son personas normales. No tienen nada
especial. Pero a veces esa normalidad se rompe. Sucede alguna cosa extraña
y aparecen situaciones divertidas.
¿Quieres saber qué ocurre en este cuento?
¡Seguro que vas a reírte!
Había una vez una niña que se levantó de la cama y fue a saludar a su padre.
Pensó en decirle:
Pero cuando abrió la boca para hablar, le salió decir:
ADAPTACIÓN MATERIAL DIDÁCTICO ÁREA DE LENGUA. PROYECTO “LA CASA DEL SABER” DE LA EDITORIAL SANTILLANA. 4º EDUCACIÓN PRIMARIA. ADAPTACIÓN PARA UN NCC DE 2º-3º DE EP. ANA QUEVEDO MONTES (PT DEL CEIP AMÓS DE ESCALANTE. CANTABRIA).
¡Buenos días papá!
¡Buenos díes pepé!
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Su padre la miró muy extrañado y le preguntó:
Y la niña contestó:
Entonces, la niña se dio cuenta de una cosa: en vez de decir “llamado”
había dicho “llemedo”. Y en vez de decir “papá” había dicho “pepé”.
La niña exclamó:
¿Por qué me llamas Pepe si yo me llamo Juan?
No te he llemedo Pepe, pepé.
¡No puedo decir la E!
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Por supuesto, ella quería decir que no podía decir la A.
Cada vez que quería decir una A le salía una E.
Al principio, su padre no la creía. Pensaba que la niña le estaba tomando el
pelo.
Pero después de un rato la niña empezó a llorar. Aunque claro, en vez de
hacer “bua”, “bua” como todo el mundo, ella hacía:
Al oírla llorar, llegó su madre y le preguntó:
- ¿Qué te pasa hijita? ¿Por qué lloras de esa forma tan rara?
- No puede decir la A - dijo el padre.
- No digas tonterías Juan – replicó la madre. – A ver hija, di “A”.
Y dijo la niña:
¡BUE, BUE!
¡BUE, BUE!
¡Eeeeee!
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Total, que la llevaron al médico.
Ya sabéis que los médicos suelen pedirnos que digamos “A”.
Cuando decimos “A” abrimos mucho la boca y así nos pueden ver la garganta.
- A ver guapa, di “A”- le dijo el médico.
- ¡Eeeeee! – dijo la niña.
- “E” no bonita. Tienes que decir “A”.
- Ese es el problema, doctor. No puede
decir la “A”. – explicó el padre.
- ¡Qué cosa más rara…! – dijo el médico.
Después de pensar un rato dijo:
- ¿Y qué vitaminas tendremos que darle doctor? – dijo la madre de la
niña.
- Vitamina A, naturalmente. – le respondió el médico.
Así que le dieron a la niña muchas zanahorias, porque son muy ricas en
vitamina A. Y se le puso la piel muy suave y sonrosada pero la niña seguía sin
poder decir la “A”.
Hasta que se lo contaron a la abuelita, que como todas las abuelas y los
abuelos sabía muchas cosas. Y la abuela dijo:
Lo que necesita
esta niña son
muchas vitaminas
¡Menuda tontería!
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- ¡Lo que le pasa a la niña se lo curo yo como si fuera hipo! – exclamó
después la abuela.
Entonces, sin hacer ruido, la abuelita se acercó a la niña por detrás y… ¡UH!, le
dio un susto morrocotudo. La niña gritó:
Y desde entonces ya no volvió a tener problemas para decir la “A” ni ninguna
otra letra del alfabeto.
Autor del texto original: Carlo Frabetti
“Cuentos para niños llorosos”. Altea (Adaptación)
¡Aaaaaaaa!