Roy Campos
Las redes, las redes, las redes Publicado en El Economista 19 marzo 2012
El 17 de marzo, desde el extranjero y entre reunión y reunión, pude seguir un fenómeno nuevo
en las campañas políticas pero entendible y hasta previsible. Ya en otra ocasión afirmé: “Las
redes sociales son el espacio más puro de expresión ciudadana, pero también el espacio ideal
para las mentiras, los rumores y las calumnias debido a lo viral, lo económico, lo inmediato y
lo masivo”; lo que no imaginé es que la “víctima” sería yo. Resulta que algún ocurrente, con
inocencia o malicia, robó una fotografía de un portal de Internet y la pegó en una supuesta
credencial de un partido político; la credencial tenía fallas evidentes como no registrar mi
nombre de manera correcta, pero sirvió para que muchos internautas trataran de “matar al
mensajero” para descalificar las encuestas que mi empresa difunde. El concepto no es nuevo,
cuando un equipo no puede desmentir algo, ataca la credibilidad del mensajero, si le restan
credibilidad, apuestan por que el mensaje sea borrado.
Lo que pasó fue que en unos minutos, mis seguidores en Twitter crecen en más de 1,000, mi
nombre se vuelve trending topic y aparece en las páginas de inicio de los usuarios de esa red;
me hablan de varias agencias de noticias buscando confirmación, aparecen comentarios en
portales de noticias y me empiezan a llegar mensajes de Internet, la nota se reproduce en blogs
y Facebook, y todo por la ocurrencia de un ciudadano que me vuelve tema de interés, además,
otros internautas, aprovechando la ocurrencia, usan la misma credencial para poner la foto de
un diputado, de un candidato presidencial o de otros ciudadanos. El periodista José Cárdenas
(@josecardenas1) informa de la falsedad de la imagen y al día siguiente temprano confirmó el
desmentido; ya con la evidencia de la falsedad, el ataque se convirtió en broma; inventan
chistes sobre mis credenciales del Ku-Klux-Klan, del partido republicano, del Insen, las FARC
y otras instituciones, al final viví un fin de semana muy divertido, aunque tal vez algunos
intentaron que fuera de ataques. Algunos activistas eran agresivos, pero los entiendo como
parte de las campañas políticas y esos ataques existen siempre, así que no son preocupantes, lo
relevante es que fuera yo, un encuestador, y no un candidato o un integrantes de sus equipos, el
“atacado” por las redes, y eso que apenas iniciamos.
Seguramente quienes mantienen como objetivo “matar al mensajero si el mensaje no me
gusta” tratarán de usar el mismo método o incluso la misma credencial falsa, aunque mi
esperanza es que después del 30 de marzo, ya en campaña, tendrán muchas cosas de qué
ocuparse, al menos eso espero; mientras, seguiré preguntando a los ciudadanos sus
preferencias.
Los tropiezos
Si algo hacen bien las redes es multiplicar los errores de los candidatos presidenciales;
difícilmente veremos que lo hagan con los aciertos aunque sus seguidores lo intenten, pero
cuando se equivocan surgen las redes sociales para ampliar su importancia, no es fácil saber si
eso impactará en las preferencias, porque el ciudadano tiene muchos estímulos para decidirlas,
pero al menos ayudan a que estos tropiezos sean conocidos. ¿Cuáles han sido los principales
tropiezos?, por orden de registro ante el IFE:
a) Quadri de la Torre. Tal vez su único tropiezo fue antes de ser conocida su precandidatura.
Es el retweet de una ofensa a López Obrador; intentó borrarla pero ya estaba circulando,
después su presencia ha sido poca, esperaremos para verlo en campaña.
b) Peña Nieto. Su mayor error fue la serie de eventos que durante y después de la FIL de
Guadalajara, cuando no pudo mencionar el título de tres libros; después tuvo otros errores,
pero esos momentos del 2011 quedaron en el recuento de la campaña como los errores de la
FIL.
c) López Obrador. Tal vez ha sido el más cuidado o el menos atacado. Su tropiezo es menor y
consiste sólo en una declaración de “estar cansado” por recorrer todo el país en su movimiento.
Los ataques sobre su salud o su edad trataron de hacerlo ver mal y aumentar la importancia de
su dicho, aunque sin mucho éxito.
d) Vázquez Mota. Cuando durante meses parecía un camino lleno de éxitos, la racha se acabó
en su toma de protesta. La imagen de un estadio vaciándose fue desastrosa, al grado de que su
coordinador aceptó los errores y la misma candidata contó que éste había presentado su
renuncia y ella misma la había rechazado; parecido a lo que pasó con la FIL de Peña Nieto, no
todo terminó ese día, ya que una broma sobre la escuela fue utilizada para atacarla en las redes
sociales.
Todos los tropiezos fueron tocados en las redes sociales, algunos con más éxito, pero
persistieron los ataques. Esto corrobora que interesan y a veces informan más las campañas
negativas que las promesas de los candidatos, aunque no estoy seguro de que si esa
polarización se mantiene en la población politizada que usa Internet afecte el voto, eso lo
sabremos hasta julio.
La importancia
Tanto lo que viví como el recuento de tropiezos sirven para entender que el modelo de
comunicación que planteó la reforma electoral del 2007 hace más importante la presencia de
un nuevo elemento: las redes sociales en Internet, cuya relevancia no se determina por los
votos que genera, sino por los temas que impone a la agenda.
Hay una forma de hacer evidente su importancia: cada cuarto de guerra, cada grupo de
contienda, tiene una silla más, un experto que participa cerca del candidato y se dedica justo a
esas redes. Entienden que se trata de una campaña alterna, no por los votos, sino por los
seguidores, los “me gusta”, los trending topic y hay modernos mapaches que ofrecen bots.
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