LA PRESENCIA DE LA RELIGIÓN EN LAS RECREACIONES NARRATIVAS DE LA
BIOGRAFÍA CERVANTINA: CERVANTES Y EL QUIJOTE
Santiago López Navia Universidad SEK (Segovia, España)
EL MARCO LITERARIO
Introducción
Aunque hay títulos importantes publicados con anterioridad, las obras narrativas de ficción que recrean la vida de Cervantes han adquirido un especial interés y una especial presencia editorial desde la década de los noventa, y así como no nos consta que la conmemoración del 450 aniversario de su nacimiento, en 1997, haya influido en la publicación de obras adscritas a esta modalidad, el cuarto centenario del Quijote, como era previsible, ha estimulado la aparición de un significativo número de recreaciones narrativas que convierten a Cervantes en personaje, y a veces en protagonista.
En el presente trabajo nos proponemos estudiar el tratamiento que algunas de estas obras dispensan a los aspectos religiosos de la vida de Cervantes!, que no son considerados por todos los títulos que cons-
! Imposible resumir en un solo estudio de estas características todas las dimensiones de la presencia de la religión en los cuentos y novelas que recrean la vida de
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tituyen el (orpus que por el nlOlnento nos consideralnos en condiciones de establecer, sin que esto suponga que no se haya quedado fuera, por nuestro desconocilniento o por su singular rareza, alguna obra que pueda formar parte de él. En la selección temática que nos guía en este estudio, resulta inexcusable a bordar la consideración que en
este sentido merece el QuUotl', que siempre ha concitado un comprensible interés por parte de los autores. Por razones obvias, dejamos fuera de esta propuesta las recreaciones de la vida de Cervantes que no forman parte del género de la narrativa2 y aquellas pertenecientes a él en las que la religión no tenga una presencia reseilable, de cuya existencia, en todo caso, darelnos cuenta en el apartado siguiente.
Una propuesta de (las!ficaci()1I
Considerando la conciliación de criterios tematlcos con los que tienen en cuenta la mayor o menor entidad de la presencia de Cervantes en cada caso, las recreaciones narrativas de la vida de Cervantes pueden dividirse en dos grandes grupos:
1. Novelas y cuentos en los que se recrea parcial o totalmente la biogratla de Cervantes quedando claro su protagonismo. A este grupo de obras. singulannente numeroso. se adscriben «La locura contagiosa» de Eugenio de Hartzenbusch (1862), Cervantes\ de Ramón
Cervantes. Hemos preferido en esta ocasión centrarnos en el tratamiento que. en re
lación con los aspectos religiosos, reciben el autor y su principal obra, para que nuestro trabajo acredite la necesClriCl pertinencia en relación con el cuarto centenario del Qu¡¡otc, pero el extraordinario interés que merece el tratamiento del Cristianismo, el
Isbm y el Judaísmo en las ob«1s que constituyen el corpus de las recreaciones narrativas de la biografía de Cervantes justifIca la pertinencia de nuevas investigaciones que
quizá abordemos en el ti.¡turo. Por otra parte, no es la primera vez que nos ocupamos de las recreaciones narrativas de la biografía de Cervalltes (López Navia, 2005).
2 Damos cuenta de las que conocemos en el capítulo «La géncsis del Quijote como objeto de ficción en la literatura hispánica» (López NelVia. 20{)5, pp. 2U7-224).
J Debo la pisto de las obras que señalo con un asterisco a algunos queridos colegas cervantistas, d quienes agradezco muy cordialmente su gcntilcz,1 y colaboración.
CClrlos Mata Induráin me facilitó las obras de Fernández González y Ortega y Frías;
I )Jnicl Eisenberg me dio la referencia de la novela de Francisco del Valle, y David
lloruchofT hizo lo propio con la de Chapman. Por razones obvias, y muy especialmente por el más elemental respeto a los razonables límites impuestos para la publi
caciól1 de las actas que el lector tiene en sus 111:1110S, el estudio de estas obras en re-
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Ortega y Frías' (1859), El manco de Lepanto y El príncipe de los ingenios Miguel de Cervantes Saavedra, de Manuel Fernández González' (1874 y sin año de publicación, respectivamente), El cautivo de Argel, de Ezequiel Endériz (1948), Miguel: phantasmata speculari, de Federico Jeanmaire (1990), «Historia de alguien», de José Balza (1993), Vida (y
muertes) de Cervantes, de Stephen Marlowe (1993)4, El comedido hidal
go, de Juan Eslava Galán5 (1994), Cervantes. La novela de 1/11 genio, de Bruno Frank (1995)6, El prisionero de Argel, de Antonio Cavanillas de BIas (2005), Cervantes) Don(el del Sur", de Francisco del Valle (2005), y el «Capítulo donde se da cuenta del 'jamás imaginado' encuentro que ovieron entre sí don Señor Saavedra y Miguel de Cervantes ... », de Rafael Ballesteros (2005).
2. Obras cuya temática trasciende la recreación de la biografia de Cervantes, en las que éste aparece como personaje, con mayor o menor relevancia. En este segundo grupo distinguimos dos subgrupos claramente definidos:
2.1. Recreaciones de inspiración cervantina (personas reales, personaj es literarios o temática), entre las que podemos encontrar, a su vez, las obras protagonizadas por Catalina de Salazar -«Las tardanzas del tiempo», de José jiménez Lozano (2003), luego integrado, con algunas variaciones, como un capítulo de su novela Las gallinas del Li(enciado (2005), y Catalina de Esquivias. Alelllorias de la mujer de Cervantes, de Segismundo Luengo (2004)l- y las obras protagonizadas por otros personajes, como El testamento de don QIIUote, de Pedro Erasmo Callorda (1918), Ana-Frml(a. La visión del Quijote, de Vicente Ferraz y Castán (1940), Ladnmes de tinta, de Alfonso Mateo-Sagasta (2004), La otra mano de Cer!'antes, de Carmen Boullosa (2005), El dia-
lación con el tema de este trabajo queda para más adelante, pero no he querido renunciar a dar cuenta de ellas en mi propuesta de clasificación.
4 La novela de Marlowe aparece publicada por primera vez en inglés en Londres. en 1991. Tomamos como fecha de referencia en nuestro trabajo la de la publicación de su traducción al castellano.
s En la que el protagonista Alonso de Quesada es e! inconfundible trasunto de Migue! de Cervantes.
(, Publicada por primera vez en alemán en Munich, en 1978, muchos años después de la muerte de su autor (1887-1945). El subtítulo (La rlO1Jcla dc UrI gmio) es una licencia de la traducción española.
7 Un extracto de esta novela se publica en la obra colectiva editada por José Ángel Barrueco (2005. pp. 119-124).
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rio de la dllqllesa', de Robin Chapman (2005)8, y El misterio Cervantes,
de Pedro Delgado Cavilla (2005). 2.2. Obras de temática no cervantina en las que Cervantes apare
ce como personaje. El único caso del que por ahora tenemos constancia, a pesar de que no se nombre explícitamente a Cervantes, es 7i.~rra nostra de Carlos Fuentes (l975)~.
Por supuesto, estas obras pueden clasificarse de acuerdo con otros criterios, que en todo caso consideramos menos significativos y útiles que el temático. Así, por ejemplo, atendiendo al tipo de obra narrativa, son cuentos las recreaciones de Hartzenbusch, Balza, Ballesteros y la primera versión publicada de la posterior novela de ]iménez
Lozano, frente al resto de títulos, ejemplo de novela histórica. Por otra parte, y teniendo en cuenta el ámbito idiomático de los autores, la mayor parte de ellos son españoles (Hartzenbusch, Fernández González, Ortega y Frías, Endériz, Eslava Galán, ]iménez Lozano, Cavanillas, Ballesteros, Ferraz y Castán, Mateo-Sagasta, Delgado Cavilla, Del Valle y Luengo) o hispanoamericanos (Fuentes,]eanmaire, Balza, Erasmo Callorda y Boullosa), frente a un reducido número de autores no hispánicos (Marlowe, Frank y Chapman). Por razones fáciles de entender, sólo a las obras del primer grupo puede aplicarse el criterio de clasificación consistente en tener en cuenta la voz de la narración, que recae sobre Cervantes en primera persona en las recreaciones de ]eanmaire, Marlowe y Cavanillas y sobre un narrador convencional en tercera persona en el resto de los títulos.
La aportación de las recreaciones narrativas de la biografía de Cervantes
Parece bastante evidente que sólo las grandes obras y los grandes autores concitan lecturas, interpretaciones y recreaciones de naturaleza muy variada, en las que se pueden columbrar las más diversas actitudes, desde el homenaje hasta el disparate pasando por la humora
da más genial. Las novelas y cuentos que recrean la vida de Cervantes tienen en
cuenta tanto el universo cervantino -definido por su vida, su expe-
H La primera edición, publicada en Londres, es de 19RO. 9 Aunque la primera edición es de 1975, nuestras citas remiten a la edición de
2003.
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riencia, sus relaciones y sus circuostancias- como los textos de su obra. De esto se sigue que sean especialmente útiles para estudiar el recurso de la intertextualidad lO • Resultan igualmente interesantes por su planteamiento, siempre dentro de la invención, de la génesis de las diferentes obras de Cervantes, y significan, especialmente en algunos casos, un instrumento de notable valor no sólo para aproximarse a la etapa histórica en la que se inserta su vida, sino también a su entorno literario\].
Sin embargo, creemos que el mayor atractivo de estas obras deviene del hecho de que su estatuto de obras de ficción las líbera de las servidumbres objetivas de la investigación bistórico-biográfica y de la necesaria prudencia con la que, sin perjuicio de la inexcusable subjetividad, debe practicarse la interpretación de los textos. Por esta razón, podemos aceptar el juego de entender siglos después que los acontecimientos y los episodios propios de un momento histórico o de una vida se deben a causas muy distintas de las que basta ahora habíamos aceptado, con lo que se construye la ilusión, a todas luces lúdica, de reconstruir y reinterpretar lo que ya ha ocurrido. También por esta razón en estas obras se arriesgan interpretaciones tan sugestivas como inverosímiles de las obras de Cervantes, sin que las recreaciones narrativas se aparten mucho en esto de algunos estudios pretendidamente objetivos que no se amparan en la autoridad científica, sino en unas dosis de audacia que muchas veces el pudor no puede pasar por alto. Quizá sea más hábil y pertinente, cuando no más elegante, plantear una interpretación arriesgada por la vía de la ficción que por la vía de lo que se pretende hacer pasar por una investigación autorizada.
10 Muy especialmente en el caso de las novelas de Juan Eslava Galán y Carmen Boullosa, en las que la intertextualídad adquiere una importancia que merece la mayor atención.
11 Utilidad en la que brílla con luz propia la novela de Alfonso Mateo-Sagasta, por la que desfilan los principales autores de la literatura áurea. Al mismo fin sirven novelas como Capa y espada, de Fernando Fernán-Gómez (2001) y la n:cíentemente publicada La lengua de Dios, de Santiago Miralles (2005); también retratan el universo literario del siglo XVH, aunque con otro tono, las diferentes novelas protagonizadas por el capitán Alatríste, creado por Arturo Pérez-Reverte.
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EL PROTAGONISMO DE UN CRISTIANO: EL PERSONAJE CERVANTES y SU
PRINCIPAL OBRA
Sil condición y su actitud
De acuerdo con sus distintos registros e intenciones, las obras que estudiamos plantean de muy diferentes maneras el tan traído y llevado asunto de la limpieza de sangre de Cervantes. En Tcrra nostra, fray Julián comparte con el Señor, el rey en el que se ve la sombra alargada de Felipe II, que ha descubierto en los archivos de palacio que el Cronista, trasunto de Cervantes cuyo nombre es precisanlente Miguel, es «marrano, hijo de judíos conversos»12. En Vida (y muertes) de Cervantes es su antigua amante Cornelia, la hermana de Torcuato Tasso, la que le entrega, en una escena de despecho, el certificado que acredita su condición de cristiano viejo 13. En El prisionero de Argel, en las primeras líneas de su narración autobiográfica, Miguel se precia de ser cristiano viejo e hidalgo 14, Y más adelante, refiriéndose a su huida a Italia dejando atrás el incidente con Antonio Sigura, reseña la dificultosa obtención de un certificado de limpieza de sangre «que atestiguara que en la mía no había restos agarenos o hebreos»15. En La otra mano de Lepanto, sin embargo, el aguador de la Marquesa revela a
la protagonista María la baila ora, inspirada en la Preciosa cervantina de La gitani/la, que Miguel nació en la judería de Henares16, y él niega, sin que María le conceda la menor credibilidad, haber nacido «en barrio de judíos, ni siquiera de conversos»17. En la misma línea de pensamiento se expresa en El misterio Cerval1tes el cardenal Gaspar de Cervantes, tío de Miguel, que comparte con el futuro cardenal Acquaviva el rumor, puesto en circulación por el jefe de alguaciles, Juan de Medina, de que los Cervantes no son cristianos viejos18.
La condición y la actitud religiosa de algunos de los personajes que se relacionan directamente con Miguel tienen igualmente su interés.
\2 Fuentes, 1975, p. 252. \3 Marlowe, 1993, p. 160 14 Cavanillas de Bias, 2005, p. 2R. 15 Cavanillas de Bias, 2005, p. 89. 16 Boullosa, 2005, p. 407. 17 Boullosa, 2005, p. 444.
IX Delgado Cavilla, 2005, p. 25.
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No dejan de ser cómicos, en Vida (y muertes) de Cervantes, los fallidos juramentos del renegado Dalí Mamí cuando discute con el protagonista, rectificando sobre la marcha y jurando por Alá inmediatamente después de hacerlo por Jesucristo l9 , justo a tiempo de justificar, en la segunda de las ocasiones que significamos, que no es un apóstata. Aún nos resulta más sugestivo y revelador, por cierto, el encuentro de Miguel con el astrólogo real Cide Hamete Benengeli, a quien sana de su dolencia y libra de la muerte haciéndole recobrar el interés por la vida gracias a una medicina de tan singular eficacia como la literatura. Miguel le cura contándole un cuento, en un capítulo que se cierra con unas palabras en las que Benengeli comparte con su sanador una pregunta que implica su propia respuesta y que encierra, casi a partes iguales, una verdad y un desengaño: «¿No sabes, joven rawi, que el mundo está lleno de sacerdotes e imanes, monjes y marabutos que sirven a dioses en los que no creen?»20.
Por lo que toca a las manifestaciones de la vivencia de su fe, Cervantes acude a la oración para rezar por su libertad en El cautivo
de ArgeFl; lo hace también, en medio del delirio y en consonancia con el Credo católico, en plena batalla de Lepanto, en la que ofrece su mano perdida «para gloria y suerte de Dios Padre»22, y entonando alabanzas a Dios tras la contienda, en un diálogo singular con María la bailaora, en el que se parte de la diferencia, aceptada por ella y rechazada por Miguel, entre las diferentes concepciones de Dios que sostienen los cristianos y los musulmanes23: para el soldado tan sólo hay un Dios verdadero.
La singularidad de su condición de cristiano se refleja de muy diferentes formas. Fray Julián revela al Señor, en Terra nostra, la actitud herética que subyace a la narración que hace el Cronista acerca del juicio de Cristo por parte de Pilatos, en la que se hacen evidentes las más diversas interpretaciones heterodoxas. No interesa tanto la imposible identificación de estos escritos con la obra de Cervantes cuanto la actitud de fray Julián, que considera suficiente que Cervantes sus-
19 Marlowe, 1993, pp. 152 Y 156. 20 Marlowe, 1993, p. 165. 21 Endériz, 1948, p. 21. 22 Boullosa, 2005, p. 381. 23 Boullosa, 2005, p. 405.
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criba doctrinas heréticas y que sea judío para solicitar su entrega al Santo Oficio, solicitud desatendida por el Señor, que prefiere mandarlo a galeras24 . Lo cierto es que el Cronista manifiesta claramente su oposición a los odios justificados por las diferencias religiosas, y reza por el entendimiento de las tres principales religiones monoteístas en la adoración de un único Dios, trascendente e incorpóre025 .
En Miguel: phantasmata speculari Cervantes expone muy claramente sus puntos de vista sobre la Iglesia en el pliego suelto que se sitúa con ese nombre entre los capítulos 28 y 29. Aunque confiesa ser «católico y aun gran devoto»26, sus pensamientos se adscriben con claridad al erasmismo, cuando no a la Reforma luterana. Así, reivindica la pobreza encarnada en el ejemplo y la palabra de Cristo frente a la necesidad de pagar con dinero cualquier cosa que se solicite a la mayor parte de los ministros de la Iglesia, y se pregunta si no sería mejor para éstos casarse que vivir en pecado con sus mancebas. Por otra parte, considera que el ornamento de los templos es necesario, pero no debe distraernos de rendir la honra debida a la verdadera Iglesia de Dios,
que es el alma; critica como impertinente y ridículo el culto a las reliquias y se muestra contrario a la ostentación de la corte de Roma27 .
Al igual que en la novela de Carlos Fuentes, en Vida (y muertes) de Cervantes se aprecia la tolerancia de Miguel, que contempla con espíritu autocrítico los excesos de la religiosidad islámica2H : el fanatismo de los musulmanes que se arrancan los ojos después de contemplar la piedra negra de la 'Kaaba' tiene su correlato en los flagelantes cristianos, y carece de sentido acusar de idolatría a los musulmanes por adorar a la piedra negra cuando los cristianos rinden culto a reliquias tan dudosas como los innumerables fragmentos de la Vera Cruz. Le preocupan más, sin embargo, las acusaciones de anticlericalismo que pesan sobre su Quijote, de las que no logra defenderse con la necesaria fuerza porque la ironía deja asomar la verdadera actitud del personaje creado por Marlowe:
24 Fuentes, 1975, pp. 251-252. 25 Fuentes, 1975, pp. 258-259. 26 ]eanmaire, 1990, p. 156. 27 ]eanmaire, 1990. pp. 152-156. 2H Marlowe, 1993. pp. 147-150.
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Las acusaciones de anticlericalismo me preocupan más. ¿Qué es Don
Quijote -han preguntado algunos- sino un mal disimulado ataque a la Santa Madre Iglesia? ¡Virgen Santa! ¿Y por qué iba yo a atacarla? ¿Voy a guardarle rencor únicamente porque su ciega burocracia me excomulgó? ¿ Y no una sola vez?2Y.
F rente a esta actitud moderada y tolerante del Cervantes de Marlowe, Frank nos presenta en su novela a un personaje más visceral y airado, movido por una singular combinación de rabia, impotencia, patriotismo y piedad cuando sufre el golpe de su ruptura amorosa con la prostituta Regina Toffoli y reivindicador de la «venganza divina», en medio del furor y la fiebre, cuando su amigo el canónigo Fumagalli, mentor de Acquaviva, le detalla el cruel martirio del Bragadino en la caída de Famagusta30.
De forma parecida a lo que hemos visto en la concepción del personaje que propone ]eanmaire, la heterodoxia se manifiesta con claridad en el Cervantes recreado por Segismundo Luengo en Catalina de Esquivias31 , cuya protagonista, su esposa, le disuade de publicar el soneto que le ha solicitado un no suficientemente identificado Maldonado para su libro colectivo El canto de las Musas, igualmente
inventado. El mismo Miguel solicita a Catalina que juzgue su poema como lo haría la misma Inquisición, consciente de que sus versos, que transcribimos a continuación, no son muy fieles a la ortodoxia católica:
JESUCRISTO -EL HOMBRE- ENTRE LA GENTE
Tuviera yo al Mesías por divino, si al hombre que hay en Él no viese ausente, pues cumple a Dios estar entre la gente y hacer junto a los pobres el camino.
No, no envidio del ara el Pan y el Vino, sino hablar con el hombre frente a frente, que es la palabra el vuelo de la mente, y a veces la fe ciega desatino.
29 Marlowe, 1993, p. 150. 30 Frank, 1995, pp. 69-78. 31 Luengo, 2004, pp. 108-113.
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De! fiero encendimiento, e! alma llega en cruz al fanatismo más siniestro, y verá en e! delirio compañía.
¡Tanto al orate la cordura niega! Ardiendo estoy de envidia de! Maestro, mas sólo en alabanza de su hombría.
El látigo blandía en e! templo Jesús a grandes voces. Más penas yo dictara y más atroces32.
Catalina siente verdadero miedo de que Miguel sea juzgado por blasfemia y herejía como consecuencia de un poema que, entre otras ideas, pone en duda la divinidad de Cristo, desdeña el sacramento de la comunión e incurre en el pecado capital de soberbia enfrentándose a Dios sin la obligada humildad. Aunque reconoce que es una obra
auténtica, le dice a su esposo que debe quedarse en casa «en la gaveta más escondida de mi bargueño»33 para que no caiga en manos del
envidioso Lope de Vega ni de la Inquisición, y decide no comentarla
con su tío Juan, el sacerdote, para que éste no pensase que Miguel estaba asumiendo las ideas de la Reforma protestante más allá de su pasión por Erasmo, de la que Catalina es buena conocedora. Singular utilidad la de las recreaciones, que a veces, como en este caso, no sólo sirven para arrojar una nueva luz sobre lo que ya ocurrió, sino también para inventar las circunstancias de algo que no ocurrió nunca.
Quizá más próximo al de Frank, el Cervantes de El prisionero de Argel suscribe la ilusión de una Europa unida «bajo el amparo de la misma cruz» y señala el peligro que supondría la victoria musulmana
para su religión, su cultura y su forma de vida34. Coherente con su fe,
Miguel da cuenta en la recreación de su carta a Mateo Vázquez, que Cavanillas fecha en su ficción el 17 de noviembre de 1578, de su per-
32 Luengo, 2004, p. 110. Obviamente, la interesante ficción de este soneto supo
ne también una oportunidad para que Luengo dé buena cuenta de su faceta de poeta. Otra cosa es reconocer que resulte más o menos fácil recrear un soneto de estilo cervantino; algunos de los versos de! soneto apócrifo de Catalina de Esquivias recuerdan más al BIas de Otero de Ancia que a Cervantes, pero hay que entender e! poema de Luengo a la luz de las licencias literarias que caben en las recreaciones.
33 Luengo, 2004, p. 113.
34 Cavanillas de BIas, 2005, pp. 97 y 173.
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sistencÍa en la fe católica pese a las muchas ventajas que podrían seguirse de la posibilidad de abjurar del Cristianismo y abrazar el Islam35, abundando en la misma idea en su carta del 4 de octubre de 1579 a su amigo Demetrio Colonna, en la que le describe la insistente solicitud de matrimonio de su amante Zoraida, y en la del 11 de agosto de 1580 a su antigua amante, la duquesa Antonella Gonzaga, en la que declara que su firmeza «mantiene mi ilusión y consigue que me aferre a la vida, que sueñe con recuperar la libertad para hacer algo grande»36, aunque en algún momento duda de la conveniencia de abrazar el Islam para evitar males mayores37 .
Problemas con la Iglesia y con la Inquisición
Algunas de las recreaciones pertenecientes al corpus del que estamos dando cuenta reflejan los problemas que Miguel tiene ocasionalmente con la Iglesia. Es el caso de Vida (y muertes) de Cervantes, novela en la que tienen su importancia las dificultades que tuvo que superar el protagonista para levantar las excomuniones que pesaron sobre él como consecuencia de su enfrentamiento con la Iglesia en cumplimiento de sus obligaciones como comisario real en Écija y Castro del Rí038. La jocosa acumulación de detalles nada previsibles que entraña la novela de Marlowe tiene uno de sus momentos más divertidos cuando la mano izquierda inútil de Miguel, dotada para actuar pese a la voluntad de Cervantes, sin control pero con fundamento justiciero, es la que descubre la puerta tras la cual se almacena el trigo en Castro del Río.
Bruno Frank propone en su novela un tratamiento mucho más grave y trascendente de las implicaciones religiosas de la incautación del trigo en Écija que motivan la excomunión del protagonista. En Cervantes, el comisario real justifica a la luz de la religión la bondad
del piadoso objetivo que persigue: mover una armada contra la herética Inglaterra. Para ello, no puede cargarse el peso de la recaudación
35 Cavanillas de BIas, 2005, pp. 114-115. 36 Cavanillas de Bias, 2005, pp. 224 Y 296. 37 Cavanillas de BIas, 2005. p. 304. 38 Marlowe, 1993, pp. 344-348.
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en la población, y esto se justifica en virtud de un argumento de naturaleza religiosa:
Pero la población ya había pagado, había sido esclavizada y desangrada, replicó Miguel con nerviosa amargura, asombrándose de sí mismo. A muchos ni siquiera les habían dejado semillas para volver a sembrar. No podía ser grato a Dios que el clero, sentado sobre arcas y sacos repletos, aceptara tal situación. Así que pedía las llaves39.
Capítulo aparte merece el tratamiento que las diferentes recrea
ciones dispensan a los desencuentros de Miguel con el mismísimo tribunal de la Santa Inquisición, que se resuelven con logrado acierto lúdico en El comedido hidalgo de Juan Eslava Galán, cuyo protagonista, Alonso de Quesada, bajo el cual se reconoce muy fácilmente a Miguel de Cervantes, sufre la inquina del inquisidor Osario. El conflicto se supera gracias a los amigos de Miguel, que urden una tram
pa infalible aprovechando que el inquisidor desea a la cómica y antigua prostituta Rozaganta la Hermosa. La Ronquilla, experimentada alcahueta, le engaña haciéndole creer que la Rozaganta se ha enamorado de él, y concierta un encuentro amoroso ante el cual el sacerdote se instruye convenientemente en las artes de Venus consultando un librito que en su día confiscó a un morisco en un auto de fe, y despliega todo su cinismo al intentar justificar a toda costa las razones por las que va a romper su voto de castidad. La urdimbre de la celada es un ejemplo de astucia y comicidad:
Que un compadre de Monipodio que era confidente o familiar de la Inquisición se presentaría ante Osorio para denunciar que aquella noche se juntarían a cometer el pecado nefando un tal Varejón, turco converso y practicante secreto de sus antiguos vicios, y cierto prelado de gran calidad e importancia, puto encubierto, del cual por más que se había esforzado no había averiguado el nombre y siendo así era de mucho provecho para la defensa de la religión que este caso fuese descubierto y castigado. Dijo también que el connubio nefando sería a las ocho, en tal y tal lugar, dando señas exactas de la casa y puerta, para que las justicias del Santo Tribunal fueran sobre seguro41J •
39 Marlowe, 1993, pp. 302-203. 40 1994, pp. 282-283.
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Como Osario ha concertado su cita a esa nlisnu hora con Rozaganta la Hermosa, manda a unos corchetes del Santo Oficio a prender a los sodomitas. El desenlace es previsible: quien espera a Osario en la cama no es la cómica, sino el turco Varejón, que retendrá desnudo al inquisidor hasta la llegada de los representantes de la Inqui
sición para que éstos crean que él era el «puto encubierto» en cues
tión y pueda conseguirse un quid pro quo que favorezca, entre otros beneficiarios, a Alonso. No podemos dejar de citar el despliegue retórico de cinismo que brilla en las palabras con las que Varejón insta a Osario a resignarse a su suerte, esgrimiendo argumentos sui generis de corte teológico:
Consuélese pensando que, siendo tan alta jerarquía en el orbe cristiano, por concesión de Nuestro Señor Jesucristo, sin cuya voluntad no se mueve una hoja, va a tener parte en e! paraíso de los moros [ ... ]
Piense que mayores fueron los padecimientos de Nuestro Señor Jesucristo en la Cruz, y aplique los suyos a redención de sus pecadíllos, si los hubiere, y si no a las intenciones y buenas obras de! papa de Roma41 .
Por su parte, Bruno Frank se saca de la chistera la comparecencia del comisario real ante la Inquisición para certificar su condición de cristiano viejo, dándose la casualidad de que uno de los miembros del tribunal sea el dominico Juan Blanco de Paz, de infelice recordación por haber delatado en Argel los planes de fuga con los que Cervantes pretendía liberar a un nutrido grupo de cristianos cautivos. Ante esta circunstancia cambia la orientación de la comparecencia: atemorizado ante la posibilidad de que se descubra su traición, Blanco de Paz pasa de acusador a defensor incondicional, y Cervantes pasa de sospechoso de judaizante a ejemplo incuestionable de limpieza de sangre:
Don Migue!: en cuanto a vos, no existe duda alguna. ¡Un luchador por Dios como el que más, héroe en batallas cristianas, mostrad vuestra mano, la perdisteis combatiendo por la fe! Cervantes Saavedra, señores, corresponde a la mejor y más pura nobleza cristiana vieja, ya probada hace ocho siglos en los Pirineos. ¡Doy testimonio personal! ¡Respondo por él!42.
41 1993, pp. 290-291. 42 1995, p. 247.
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También Alfonso Mateo-Sagasta recrea la relación entre Cervantes y Blanco de Paz significando que este acusó a aquel de falta de moralidad43 a tiempo de sustanciarse su rescate por parte del trinitario fray Juan Gil. Más adelante, en una visita a Baza en cumplimiento de
sus obligaciones de recolector de alcabalas en Granada, Cervantes se encuentra con Blanco de Paz, a la sazón racionero de la iglesia colegial, cargo para cuya obtención había tenido que falsear sus votos como dominico. Consciente de haber sido reconocido por Miguel, Blanco de Paz se da a la fuga, momento a partir del cual no vuelve a saber nada de é144 .
La sOlllbra de «la más alta ocasión que vieron los siglos»
Salvo en el caso de Jiménez Lozano, la actitud de los autores cuyas obras reflejan con mayor detalle e interés los aspectos religiosos que se relacionan con la participación de Cervantes en la batalla de Lepanto es seria y trascendente. Bruno Frank dedica todo un capítulo a la contienda en Cervantes45 . De él nos interesa destacar la idea, puesta en valor por otras recreaciones, de que su resultado sería determinante para dirimir la suerte de las pretensiones hegemónicas que enfrentaban a cristianos y musulmanes, significados permanentemente por los gritos de guerra pronunciados en nombre de su fe (<<¡Viva Cristo!,> y «Alah-íl-Alah»). También reparamos en el estado de ánimo que embarga al soldado enfermo Cervantes, que antes de sobrepo-
43 A su debido tiempo sabremos que por falca de moralidad se entenderá la prác
tica de la sodomía, sugiriéndose, sin pruebas contundentes, la posibilidad de que hu
biese sido amante de Hasán Bajá, circunstancia que explica que éste le perdonase la vida (Mateo-Sagasta, 2004, pp. 401-404). El argumento que Catalina de Salazar esgrimirá en CHalina de Esquivias para enmendar la plana a Blanco de Paz dista mucho de atenerse a criterios religiosos: «No sé todavía cómo aquel maldito dominico
extremeño. Juan Blanco de Paz, cautivo en los baños de Argel, ¡un mi,erable!, y algún otro desalmado o envidioso había podido acusar de sodomía a Miguel. A mí me
corresponde dar fe de que toda su vida fue tan viril como digo.Y lo escribo con tanto detalle y crudeza y verdad, porque si de algo en este sentido podía alardear era de
su condición varonil» (Luengo, 2004, p. 54). 44 Mateo-Sagasta, 2004, pp. 323-324.
45 Frank, 1995, pp. 91-101.
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nerse a su estado febril para subir a cubierta a combatir se siente castigado por Dios al verse privado de alcanzar la vida eterna como quien desea combatir en su nombre, y en el retrato de mon1entos y circunstancias que evidencian la dimensión religiosa de la batalla. Baste la paráfrasis de un intercambio de exclamaciones entre combatientes de los dos ejércitos enfrentados, al que asiste el soldado Miguel, que se convierte a su manera en un diálogo cruel, tan breve como revelador, sostenido en las radicales diferencias de las concepciones religiosas elementales de cristianos y musulmanes: «La lucha es despiadada. "¡Sagrada Virgen María!", gime uno que ha sido herido. "Dios no tiene madre, perro", exclama un musulnlán y lo remata. "¡Breve teología!", piensa Cervantes»46.
Acabada la batalla, las reflexiones religiosas de los dirigentes de la cristiandJd son muy distintas. Mientras que Pío V «ya veía una Jerusalén cristiana»47. Felipe II acoge fríamente la noticia de la victoria, porque la sangre derramada no era sangre de herejes y su hermano bastardo había salido demasiado reforzado con esta acción.
La idea del enfrentamiento entre «la cruz de Cristo y la infiel media luna»48 también es recurrente en El prisionero de Argel, tanto en las reflexiones de Miguel, narrador en primera persona, como en las cartas que desde su cautiverio Jrgelino dirige a las diferentes personas de las que reclama la necesJria ayudJ para obtener su liberación, el mismísimo Juan de Austria o el duque de Sessa entre otros49 . En cuanto a los detalles que estimulan el ánimo de los combatientes, Miguel menciona la importancia que adquieren las reliquias (especialmente las astillas de la Vera Cruz), así como las indulgencias prometidas y los diferentes símbolos religiosos de las insignias regaladas por Roma a la flota cristiana511 • Conocemos también por sus propias palabras la importancia de la oración, especialmente en el momento en el que la fiebre parece impedirle entrar en la batJlb y en el solemne momento de la arenga de don Juan de Austria antes de iniciarla, y nos cons-
46 Frank, 1995, p. 99. 47 Frank, 1995, p. 101. 4H Cavanillas de BIas, 2005, p. 22. 49 Cavanillas de Bias, 2005, pp. 45 Y 181. 50 Cavanillas de Bias, 2005, pp. 170-171.
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ta por su narraClon que el cambio de viento a favor de los CrIstIanos en medio de la contienda se interpreta como un milagros 1•
El planteamiento de Carmen Boullosa en La otra mano de Lepa/Ita
es bastante similar. Sabernos por medio del narrador de las indulgencias y bendiciones que monseñor Odescalco, nuncio del Papa, prodiga entre quienes van a combatir contra el turco en una ocasión que se percibe, sin la menor duda, corno una nueva guerra santa52 . También tenernos constancia de los rumores acerca de las revelaciones y profecías de San Isidoro que, siempre según el nuncio, Pío V había interpretado corno señales de la segura victoria de Juan de Austria53. Por otra parte, y en la misma línea que destaca la recreación de Cavanillas de BIas, asistimos a la arenga que en nombre de Dios pronuncia Juan de Austria y al clima de extraordinaria devoción que impera en la flota cristiana, especialmente acuciado por las exhortaciones guerreras de corte inequívocamente religioso que declaman los sacerdotes que bendicen a los combatientes: «¡No hay paraíso para los cobardes!»; «¡San Pedro cierra la puerta a los cobardes!»54.
A guisa de detalle pintoresco para compensar este clima lleno de ardor guerrero, es curioso que en el mismo momento de la batalla de Lepanto, mientras que el Papa Pío V reza por la victoria cristiana bañado en piadoso llanto y Felipe 11 se flagela, el sultán Selim 11 escribe tranquilamente una casida amorosa. Quizá Boullosa quiera sugerir con este contraste la relación que puede haber entre la victoria y la confianza que se tiene en ella, o la que puede haber entre el desenlace de la batalla y la actitud de los dirigentes de las facciones en liza. El caso es que más tarde Juan de Austria señala la victoria cristiana arriando el pendón que ondeaba en la SHltana, donde el nombre de
51 Cavanillas de Bias, 2005, pp. 187-189. 52 Boullosa, 2005, p. 308. 53 María quiere saber si estas profecías coinciden con las del libro plúmbeo que
dejó en Famagusta, cumpliendo la rrllsión que le encomiendan sus amigos moriscos de Granada. El tratamiento que Carmen Boullosa dispensa a la 6cción de los libros plúmbeos, escritos por los moriscos para justi6car las conexiones del Cristianismo y el Islam, merece la mayor atención, pero no cabe en este trabajo. Lo trataremos en otra ocasión.
54 Boullosa, 2005, p. 344.
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Alá estaba escrito 28.500 veces, e izando en su mástil el pendón papa155.
Tal como ya viéramos en la recreación de Cavanillas de BIas, en La otra mano de Lepanto el capellán de La Marquesa relata las señales milagrosas de la intercesión divina en la batalla, cuyo desenlace victorioso abre una nueva era para la cristiandad: el viento había cambiado a favor de la flota cristiana, el estandarte con el crucifijo que el Papa había bendecido no sufre daño alguno, y por si fuera poco no hubo ni un solo religioso que sufriera heridas. No podía ser de otra manera para quienes se veían amparados por la certeza de «ir en justa demanda y tener a Dios de su parte»56.
]iménez Lozano pone el sabroso contrapunto al tratamiento serio de Frank, Cavanillas y Boullosa haciendo entrar en acción a la gallina constantinopolitana Basilisa, que ayuda a las armas cristianas en Lepanto poniendo el milagroso huevo con el que se hizo la tortilla cuya ingestión explica la bravura que demostró el soldado Cervantes en la batalla57 .
A vueltas con el sentido del Quijote
Para terminar nuestro trabajo queremos reseñar el sentido que, a la luz de la religión, tiene el Quijote en dos de las recreaciones que estarnos estudiando y que son, casualmente, la primera y la última de las obras del primer grupo que nos interesa destacar por la presencia de lo religioso. Corno veremos, hay una evidente diferencia en el alcance que en cada caso cobra la interpretación de la obra capital de Cervantes.
Así, en el diálogo que sostiene con Hasán Bajá en El cautivo de Argel, de Ezequiel Endériz, el cautivo Miguel se refiere a su proyecto de escribir un libro que, corno el Corán, sea un modelo de virtudes, pero a diferencia del libro sagrado del Islam sirva también para crear una forma terrenal de religión, propuesta que suscita la incomprensión del rey de Argel, que considera «que no se concibe para un
55 Boullosa, 2005, p. 367. 56 Boullosa, 2005, pp. 375-376. 57 jiménez Lozano, 2005, pp. 27-28,53 Y 96-97.
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n1ahometano, ni supongo que para un CrIstIano tan1poco, que pueda haber virtudes separadas de la religióm5H .
Mucho más elaborada, sugestiva y fantasiosa es la urdimbre del sentido del Quijote según la propuesta de El misterio Cervantes, de Pedro Delgado Cavilla, en la que se narran las pesquisas del padre Alonso de Grimón, el médico jesuita a quien, en 1658, el rey Felipe IV ha encomendado la investigación del crimen del Inquisidor General Diego de Arce y Reinoso, que ha aparecido muerto en su celda sosteniendo precisamente un ejemplar del Quijote entre sus manos. Sus asesinos iban en busca del Speculum cordis, el misterioso libro pretendidamente escrito por Jacques de Molay, Gran Maestre de la Orden del Temple, cuya salvación y ocultación le fueron encomendadas casi un siglo antes, en 1570, a Miguel de Cervantes de acuerdo con los planes de su tío, el cardenal Gaspar de Cervantes, y el joven prelado y futuro cardenal Acquaviva, a cuyo servicio había entrado Miguel.
De acuerdo con las pistas que va dejando el Inquisidor General, Alonso llega a la conclusión de que el Quijote es un libro de inspiración templaria, basado en el Speculum cordis, circunstancia que puede guardar alguna relación con las excon1uniones que en su n10mento pesaron sobre Cervantes, y justifica esta hipótesis a partir de la interpretación del texto. No le parece casual, por ejemplo, que Cervantes deje en buen lugar a la Orden de los Hospitalarios de San Juan, heredera del Temple, a la que en el capítulo II, 23 se refiere a través del narrador como «orden santísin1a,,59. Si Cervantes escribía su obra a partir de una clave templaria, don Quijote podría ser muy bien a su vez una representación del caballero templario, y la idealización de Aldonza Lorenzo en Dulcinea, reforzada por las constantes plegarias que aquel le dirige, puede esconder un trasunto del culto a la Virgen
58 Endériz, 1948, p. 16. 59 "Solamente faltan Ruidera y sus hijas y sobrinas, las cuales llorando, por com
pasión que debió de tener Merlín dellas, las convirtió en otras tantas lagunas, que ahora, en el mundo de los vivos y en la provincia de la Mancha, las llaman las lagunas de Ruidera; las siete son de los reyes de España, y las dos sobrinas, de los caballeros de una orden santísima, que llaman de San Juan». Citamos siempre por la edi
ción de Martín de Riquer (1980, 11, 23, p. 754).
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María. Además, la alusión a «los nueve de la fama»60 en el capítulo 1, 5 viene a coincidir con los nueve caballeros fundadores de la Orden del Temple en 1118, que vivieron pobres en Jerusalén durante los nueve primeros años de la fundación bajo el mando de quien fue el primer Gran Maestre, Hugo de Payens. Tampoco parece casual el escrutinio del capítulo 1,6, que puede remedar la condena a la hoguera del
último Gran Maestre templario, Jacques de Molay. Por si lo anterior no fuera suficiente, don Quijote y Sancho Panza
galopan juntos sobre Clavileño, recordando el conocido sello templario en el que se representa a dos caballeros montados sobre el mismo caballo!>l. De forma quizá menos clara y un punto más forzada, el he
cho de que la escena de la burla de Clavileño se produzca en el entorno de las falsas mujeres barbudas que son la Dueña Dolorida y sus acompañantes, representadas por figurantes en el capítulo 11, 40, puede reflejar que Cervantes tuviese la intención de negar la homosexualidad de la cual se acusaba a los templarios. También hay que in-
611 «-Yo sé quién soy -respondió don Qllijote-, y sé que puedo ser no sólo
los que he dicho, sino todos los doce Pares de Francia, y aun todos los nueve de la Fama» (1,5, p. 66).
Al El padre Alonso compara el sello templario con «una ilustración de este asunto en una de las ediciones del Quijote» (Delgado Cavilb, 2005, p. 220). Es evidente que el autor de El misterio Cerl'Qntes está cometiendo un error de documentación, toda vez que los hechos reflejados en la novela se desarrollan en 1658, y el grabado que reproduce el novelista en esta página de su recreación no es el que se recoge en la primera edición ilustrada del Quijote, publicada en Dortrecht (Holanda) un año antes, sino el que aparece en la traducción al inglés de John Phillips publicada en Londres en 1687.A partir de la constatación de este dato, se hace obvio el riesgo que corren algunos novelistas cuando se meten innecesariamente en un incómodo jardín empeñándose en apuntalar algo más que la simple verosimilitud a la que su ficción, por lo demás, podría sustraerse sin dar explicación alguna, como muy bien demuestra la recreación de Marlowe. La siguiente edición ilustrada de la novela de Cen'antes
es la de Bruselas, en 1662 «<con diferentes estampas muy donosas y apropriadas a la materia»). Habrá que esperar a 1674 para que Andrés Carcía de la Iglesia publique la primera edición ilustrada española. «con treinta y cinco láminas muy donosas y apro
piadas a la materia». Tomamm estos datos de José María Casasayas (1995, pp. 12 Y 16).
Véase también Esteban (200-1-, p. 111). No podría haber verificado el dato exacto de las ediciones de Dortrecht y Londres sin la amable ayuda de mi colega Frances Luttikhuizen, a quien quiero expresar mi agradecimiento más afectuoso. El lector encontrará la información más completa acerca de la edición de Dortrecht en elmag
nífico trabajo que Frances Luttikhuizen firma en estas nlÍslllas actas.
5HH LA PRESENCIA DE LA RELIGIÓN ..
terpretar en clave templaria la cabeza parlante de la casa de don Antonio Moreno en el capítulo 11, 62, cuyo sentido, acaso representación del conocimiento más profundo, coincide con el del bafomet templario, cabeza de origen gnóstico que representa al dios inferior, complemento del superior, a la que los caballeros, según la leyenda,
debían adorar una vez aceptados en la orden. Pero las principales pistas literarias apuntan a la cueva de Monte
sinos. ASÍ, para Alonso resulta especialmente revelador que al principio del capítulo II, 24 sepamos por Cide Hamete Benengeli que don Quijote se desdijo, a tiempo de su muerte, de todo cuanto refirió en el capítulo anterior62 , como si Cervantes pretendiese una ocultación
deliberada que, alejada de la comprensión del lector convencional, sólo pudiese ser interpretada por los iniciados. La perspicacia del padre Alonso le hace reparar en otras señales. Es la primera el hecho de que el primo sugiriese a don Quijote en el capítulo 11, 22, a tiempo de entrar en la cueva, «que mire bien y especule»63 (<<especulan procede del latín speculor, de la misma raíz que speculum); en segundo lugar,
Alonso deduce que el Merlín «francés» (que no es tal, sino bretón o galés) al que don Quijote se refiere en su descripción de lo que ve en la cueva en el capítulo 11, 23 es una posible alusión a Felipe IV el Hermoso, «máximo responsable de todas las calamidades de la Ordem) y «expoliador del Temple»6~ que condenó a la hoguera a Jacques de Molay en 1314; en tercer lugar, el venerable anciano Montesinos pa
rece representar al Papa Clemente V, que consintió la condena; en cuarto lugar, por fin, la clave definitiva, encerrada en las palabras con las que Montesinos se refiere al enamorado Durandarte, que yace encantado en la cueva, «flor y espejo de los caballeros enamorados y valientes de su tiempo» a quien «tiénele aquí encantado [ ... ] Merlím65 .
62 «Puesto que se tiene por cierto que al tiempo de su fin y de su muerte dicen que se retrató della, y dijo que él la había inventado, por parecerle que convenía y cuadraba bien con las aventuras que había leído en sus historias» (11, 24, p. 762).
63 «-Suplico a vuesa merced, señor don Quijote, que mire bien y especule con cien ojos lo que hay allá dentro» (l!, 22, p. 748).
64 Delgado Cavilla, 2005, p. 243. 65 "Este es mi amigo Durandarte, flor y espejo de los caballeros enamorados y
valientes de su tiempo; tiénele aquí encantado, como me tiene a mí y a otros muchos y muchas, Merlín, aquel francés encantador que dicen que fue hijo del diablo» (11,23,753).
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«Flor y espejo» (speculum) y «tiénele aquí»: luego el Speculum cordis está en la Cueva de Montesinos, en donde en efecto lo encuentra Alonso siguiendo las pistas del capítulo II, 23 del Quij'ote y en donde se pierde en una oquedad de la gruta, accidental e irremediablemente, en el forcejeo que el protagonista mantiene con los sicarios que le han seguido para arrebatárselo.
Pero, ¿qué es el Speculum cordis, que buscan afanosamente la Orden de los Caballeros de Cristo, la Orden de San Juan y los asesinos del Inquisidor General y cuyo contenido nadie conoce? Nada sabemos de su contenido literal. Sólo nos consta que «cuestionaba algunos aspectos 'difíciles' de la Cristiandad»66, y el resumen de la lectura que de él hizo Diego de Arce, que en su día lo encontró en la cueva de Montesinos y allí lo dejó, junto con una carta dirigida a Alonso que este pudo salvar en su forcejeo. En la carta del Inquisidor General se recoge el hermoso y ecuménico contenido trascendente del libro que atesora el secreto mejor custodiado de la Cristiandad:
El pequeño Speculum cordis, espejo de! corazón, hace alusión con su nombre a todo aquello que los hombres reflejan de su interior. Es así que Jacques de Molay, antes de morir, escribió en él que sólo hay un arma capaz de cambiar el mundo, es el amor, el perdón, y con él, la mano amiga ... y desarmada. Por eso, el libro se convirtió en un peligro [ ... ]
Lo que los templarios descubrieron estando allí [en Tierra Santa] [ ... ], no fueron trozos de la cruz, tesoros del Templo de Salomón u otros misterios insondables o beneficios inútiles, sino e! único misterio al que hemos dado la espalda: Tierra Santa no existe.
No hay lugares sagrados más allá del corazón de! ser humano. No hay Compostelas ni Mecas de peregrinación que no pasen antes por e! corazón de nuestro enemigo, el perdón y la hermandad de los hombres. Nuestros corazones, amado Alonso, son el SinaÍ, e! Vaticano o la Meca, donde habla el Dios, clemente y misericordioso, cada mañana. Si comprende esto, cambiará el rrundo. Rechace esto, y estará abrazando el Apocali psis.
y con Jacques de Molay, yo también le digo que quien así no piense está fuera del mensaje y de! proyecto de Dios en la Tierra.
Por descubrir esta verdad, el Temple fue aniquilado67 .
66 Delgado Cavilla, 2005, p. 267. 67 Delgado Cavilla, 2005, pp. 269-270.
590 LA PRESENCIA DE LA RELIGIÓN
Las recreaCIOnes narrativas de la vida de Cervantes, que en esta ocasión nos han sido útiles para ver desde el ángulo de la ficción las circunstancias y acontecimientos que definían y condicionaban su religiosidad, ponen ante nuestros ojos una nueva interpretación del Cervantes que fue, pero también del Cervantes que nunca fue ni nunca podrá ser. Siempre será necesario profundizar en el real, pero no hay que desperdiciar las oportunidades que la literatura nos concede para disfrutar del imaginario.
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