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DON BOSCO recorre
las calles de Turín La fiesta de las CASTAÑAS Iremos siempre
A MEDIAS
Las principales propuestas metodológicas
del «Sistema Preventivo» de Don Bosco
(José Antonio Hernández García)
1. Mirada sintética
¿Cuáles son las líneas esenciales del «sistema
preventivo» tal como lo vivió Don Bosco?
La experiencia pedagógica de Don Bosco no se puede
decir que es un «sistema», y mucho menos un
tratado científico. Ni es una sucesión de acciones
casuales e incoherentes.
La experiencia pedagógica de Don Bosco es un estilo, una
obra vivida, realizada y reflexionada, prolongada en el
tiempo y en el espacio, con contenidos precisos, con una
estructura, una forma, una inspiración unitaria,
fácilmente identificables.
Es una experiencia, una expresión del arte educativa, que
se fusiona con la persona que la ha vivido, Don Bosco, y
con las comunidades de educadores, a los que, en
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primer lugar, la ha comunicado vitalmente y, que se ha
transmitido tras una reflexión. Por eso, la experiencia
pedagógica de Don Bosco no es un patrimonio
definitivamente constituido y como tal una herencia
inmutable. Es una realidad que debe ser asumida con
renovada conciencia y continuada con espíritu de de
fidelidad creativa y dinámica.
Buscando los elementos fundamentales del sistema
(que es siempre experiencia vivida y reflexionada), se
puede decir que, desde el punto teleológico (finalidad) y
metodológico, giran en torno al trinomio: religión, razón
y «amorevolezza» (que no es ni sólo amor humano, ni
sólo caridad cristiana).
Se articulan en medios y métodos que se expresan
estructuralmente y psicológicamente en el espíritu y en el
«estilo» de familia, centro de la irradiación de paternidad
educativa y de respuestas filiales y fraternas.
En un clima serio y empeñado de deber, estudio,
trabajo, como actuación de una vocación personal. Pero
siempre temperado por la espontaneidad, por la alegría,
por la actividad individual y de grupo, protegidas,
garantizadas y promovidas por la presencia continua de
los educadores: y por esto se habla de «asistencia» y no
de simple «vigilancia».
Vamos a señalar las estructuras esenciales, teniendo
siempre presente que no se trata de elementos de un
sistema perfectamente acabado, sino de expresiones
emergentes de una única vida, donde el método, el
contenido, las instituciones y las personas constituyen una
experiencia global e indivisible.
Vamos a subrayar los dos motivos de fondo: la riqueza
sobreabundante de los contenidos y la racionalidad
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humana de la metodología, dando la preferencia entre
los muchos posibles unificadores (religión, alegría, deber,
trabajo, amor), a este último: el amor, o mejor
l’amorevolezza.
2. El principio supremo del método: la caridad, el amor, l’amorevolezza.
Dice don Caviglia: Este es el principio pedagógico de Don
Bosco: la educación es cosa del corazón, y todo el
trabajo parte de aquí, y si no hay corazón, el trabajo es
difícil y el éxito incierto.
No es un concepto simple: es síntesis vivida, en clima de
vigorosa y amable dulzura, de humanidad, de cordialidad,
de intenciones sobrenaturales (caridad), fines, medios y
métodos razonables, abierta y límpida afectividad.
La formulación más característica se encuentra en la Carta
de Roma del 10 de mayo de 1884.
En esta Carta de Roma, después de hablar de los sacrificios
realizados por él y por sus educadores, Don Bosco imagina,
en el sueño, una pregunta y una respuesta significativa:
- Pero eso no basta; falta lo mejor.
- ¿Qué falta, pues?
- Que los jóvenes no sólo sean amados, sino que ellos
mismos se den cuenta de que son amados… Que
al ser amados en las cosas que les gustan, participan-
do en sus inclinaciones infantiles, aprendan a ver el
amor en las cosas que naturalmente les agradan poco,
como son la disciplina, el estudio, la mortificación de sí
mismos y que aprendan a hacer estas cosas con
amor.
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De aquí se derivan algunos postulados teóricos y
prácticos esenciales del «sistema».
2.1. La relación entre educadores y educandos es análogo
al de un padre y sus hijos (especialmente el director) o
sus hermanos (los asistentes). El sistema preventivo
consiste en dar a conocer las prescripciones y los
reglamentos de un Instituto y después vigilar de tal
manera que los alumnos tengan siempre sobre ellos el ojo
vigilante de director o de los asistentes, los cuales, como
padres amorosos, hablen, sirvan de guía en toda
circunstancia, den consejos y corrijan amablemente.
2.2. La pedagogía de la caridad exige la continua
«presencia» del educador. En consecuencia, el director
debe estar consagrado por completo a sus educandos; más
aún, debe encontrarse siempre con sus alumnos. Se habla
de «asistencia». Debemos tener en cuenta que hablamos
de asistencia que es presencia educativa (estar con los
chicos). Si no fuese así, solo sería prevención, protección,
defensa, y esto no se corresponde con la experiencia
formativa vivida y querida por Don Bosco.
Porque aunque, implícitamente, se supone el control y la
vigilancia, la asistencia es colaboración en función de
maduración, de crecimiento interior, en definitiva la
única y verdadera garantía de defensa contra posibles
peligros y dificultades.
2.3. Nace así el espíritu de familia, felizmente expresada
como esencia del «sistema», en la Carta de Roma (10
mayo 1884): Familiaridad con los jóvenes, especialmente
en el recreo. Sin familiaridad no se demuestra el
amor, y sin esta demostración no puede haber confianza.
Quien quiere ser amado necesita demostrar que ama. El
maestro al que se le ve sólo dando clase es maestro y
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nada más, pero, si va al recreo con los chicos, se hace
también hermano.
2.4. Confianza paterna y filial también implican «la
razón» en el hecho educativo. La razón, también
traducida por sentido común, exige cercanía al mundo
juvenil, a las reales disponibilidades y posibilidades de
todos los sectores del mundo educativo: reglamentos,
deber, estudio, trabajo, estructuras, disciplina… incluso en
el campo de la piedad. (No obligar nunca a los chicos a
frecuentar los santos sacramentos, sino sólo animarlos y
ofrecerles facilidad para que se aprovechen de ellos).
2.5. Finalmente tenemos que recordar un último postulado
pedagógico: la libertad y la alegría. Debe darse amplia
libertad de saltar, correr, gritar a su gusto. La gimnasia, la
música, la declamación, el teatro, las excursiones, son
medios eficacísimos para obtener la disciplina y favorecer
la moral y la salud.
3. El principio supremo de pedagogía y de contenidos: pan, trabajo y paraíso.
Aunque ya está dicho lo fundamental, sería una fallo gordo
por nuestra parte si minusvalorásemos la riqueza de
contenidos del estilo pastoral y educativo de Don Bosco y
sus esenciales componentes éticas, religiosas y
humanísticas.
Su conciencia educativa y pedagógica, está siempre
acompañada, y a veces precedida (cronológica, afectiva y
operativamente), por, al menos, dos preocupaciones e
intenciones: caritativa y pastoral; pan material, trabajo
y estudio para conseguirlo, pan espiritual o «salvación del
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alma», indican, en pocas palabras, el contenido del
sistema de acción juvenil y popular de Don Bosco.
3.1. Desde el punto de vista de los contenidos educativos y
pastorales, para Don Bosco, Dios es lo primero. En la
cúspide del sistema se encuentran los bienes religiosos, la
gloria de Dios, la salvación de las almas.
Un pedagogo laico (Giuseppe Lombardo Radice), y, por
tanto, poco sospechoso publicó un artículo titulado “¿Mejor
Don Bosco?” (1920). Allí dice: Don Bosco es un gigante. Y
te conviene que lo conozcas. En el ámbito de la Iglesia
supo crear un imponente movimiento de educación,
volviendo al contacto con las masas, algo que la Iglesia
estaba perdiendo. Para nosotros que estamos fuera de
todo tipo de Iglesia, es un héroe, el héroe de la escuela
preventiva y de la escuela-familia. Sus seguidores pueden
sentirse orgullosos. Y nosotros podemos aprender cosas
que nos sirvan para la escuela laica.
¿Don Bosco? Su secreto es bien sencillo: Una idea.
Mientras que nuestra escuela tiene: Muchas ideas. Muchas
ideas puede tenerlas un imbécil sea cura o no sea cura, sea
maestro o no maestro. Una idea es difícil. Una idea quiere
decir un alma.
Naturalmente se refería a la idea religiosa, cristiana,
explícita.
3.2. Los bienes humanos y el humanismo pedagógico de
Don Bosco.
A la claridad de la finalidad religiosa, Don Bosco unió la
sensibilidad para las exigencias de una esencial formación
humana («buenos cristianos y honrados ciudada-
nos»).
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Don Bosco también utilizaba otras fórmulas que subrayan
el ideal educativo humanístico y la importancia de la
finalidad religiosa:
Salud, sabiduría y santidad (las tres «eses»).
Moralidad, ciencia y religión.
Alegría, estudio, piedad.
Mis queridos jóvenes, el hombre ha nacido para trabajar.
Adán fue colocado en el paraíso terrestre para que lo
cultivase. El apóstol san Pablo dice: el que no quiera
trabajar, que no coma.
Mediante el trabajo podéis haceros dignos de la Sociedad y
de la Religión, y hacer el bien a vuestra alma,
especialmente si ofrecéis a Dios vuestras ocupaciones
cotidianas.
Otros valores humanos, ya vistos, y que podemos
considerar como contenidos del sistema son: la salud
física, la buena educación, la razón, la libre expansión
en el tiempo libre, la alegría, la educación física, el
deporte, el juego, las actividades recreativas, las
expresiones estéticas (dramatización, teatro, música),
las excursiones…
4. La estructura «familiar» de la comunidad
educativa.
La comunidad educativa de Don Bosco (asociación,
escuela, internado, casa para jóvenes, grupo, etc.) no es
un colectivo, no es un colegio, y mucho menos un
convento o un cuartel.
La comunidad juvenil es ciertamente, comunidad de
oración, de intensa piedad como se decía entonces, de
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cultura religiosa y profana, de preparación para el mundo
del trabajo.
Es, todo a la vez, comunidad de encuentro articulado
en actividades, intereses, sensibilidades varias de
jóvenes procedentes de diversos estratos sociales y
de educadores, eclesiásticos y laicos, con el corazón
y la inteligencia abiertos y disponibles; centro
recreativo de alegría; pero también fuente de
compromisos personales y sociales precisos y
vivaces, teniendo siempre en cuenta la mentalidad y las
situaciones concretas.
No se debe olvidar que Don Bosco ha actuado en un
ambiente y en un tiempo poco sensible desde el punto de
vista social, caracterizado por el individualismo liberal y por
una participación política altamente seleccionada.
Don Caviglia subraya, enérgicamente, la fuerza formadora
del ambiente y de la tradición.
Las Vidas escritas (Savio, Magone, Besucco) creaban en
los jóvenes lectores, a los que están dedicadas y
destinadas, la eficacia del ejemplo que formaba parte del
ambiente, del clima, de la atmósfera que rodeaban a los
chicos que entraban en la Casa de Valdocco y formaban
una gran familia.
Ya hemos señalado cómo la pedagogía familiar,
originalmente patriarcal, va adquiriendo fuerza en base al
progresivo desarrollo del concepto de familia y de
educación familiar.
Un símbolo característico y paradigmático, de la flexibilidad
de la comunidad educativa puesta en acción y pensada por
Don Bosco, está representada en la vida de patio
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(alegría), uno de los términos del trinomio profesional
(junto con el trabajo y la piedad).
Por último, la vida de los jóvenes supone la extrema
disponibilidad del sistema preventivo para adaptarse a
las más variadas formas de comunidad juveniles y
educativas.
5. Un «sistema» que es vida personal vivida.
El sistema preventivo, siendo estilo, obra de arte,
capacidad creativa indefinida, no puede prescindir de la
persona de Don Bosco (que ha sido el primero en
encarnarlo), ni de las personas que han intentado
revivirlo y recrearlo.
Nacido del dinamismo de su laboriosidad de educador
genial, de sacerdote santo y de organizador consciente, el
sistema podría ponerse por escrito solamente en
estrecha conexión con los hechos.
Más todavía. El sistema puede ser recogido el paso de las
reflexiones a las acciones y de éstas a la persona que es
el centro y la fuente de todo, es decir la personalidad
humana y sacerdotal de Don Bosco.
Dicho con otras palabras. El sistema de Don Bosco, salido
de su genialidad de santo, de creyente, de sacerdote
consciente e inteligente, solamente puede escribirse en
estrecha conexión con la vida y la acción de quien lo ha
ideado y lo ha realizado, en la acción meditada y en la
meditación actuada.
La mejor obra escrita sobre el sistema preventivo
sólo puede ser una biografía de Don Bosco educador,
escribiendo no solo los episodios y los hechos
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fragmentarios, sino también en los comportamientos
típicos y en las motivaciones de fondo.
Su voluntad benefactora, salvífica, pastoral, educativa
coincide con su vida entera. Es la pasión, sufrida y
alegre, que le acompaña de la infancia a la vejez.
Don Bosco hablaba así a un grupo de Antiguos Alumnos
sacerdotes (el 29.07.1880): Muchas cosas tendría que
deciros. La principal es que os esforcéis por hacer todo el
bien posible a la juventud de vuestras parroquias, de
vuestras ciudades, de vuestros pueblos, de vuestras
familias. No debéis, sin duda, descuidar a los adultos; pero
no ignoráis que éstos, con pocas excepciones, no corres-
ponden mucho a nuestros cuidados. Por lo tanto,
apliquémonos a los pequeños, alejémoslos de los peligros,
atraigámoslos a la catequesis, invitémoslos a recibir los
sacramentos, conservémoslos o traigámoslos de nuevo a la
virtud. Haciendo así, veréis dar fruto a vuestro ministerio,
cooperaréis a formar buenos cristianos, buenas familias,
buenos pueblos y levantaréis para el presente y para el
porvenir un dique contra la irreligión y el vicio
desbordante.
Es un mensaje que remite a una realidad que corresponde
con su vida, en las intenciones, en las modalidades, en el
estilo total.
En este mensaje se ve la rica y casi contradictoria
personalidad de Don Bosco: la adhesión consciente a la
tradición cristiana, a la ortodoxia más rigurosa,
(conservador) y la concreción, el realismo, la modernidad
en captar las cambiantes situaciones sociales, morales y
religiosas y en el recurrir a los medios considerados como
los más inmediatos, simples y funcionales (Don Bosco está
en la vanguardia del progreso), la firmeza y la prudencia
de la visión del contexto y de las circunstancias, la
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coexistencia de grandeza en los proyectos y de la
concreción de las realizaciones y de los medios, el
activismo generoso que se apoya sobre la inmolación de sí
mismo y una dulzura ilimitada, simple, amorosa, feliz.
Lo repito. Antes de ser precepto, historia y sistema, la
pedagogía de Don Bosco es vida vivida, ejemplaridad,
transparencia personal.
El hecho de ser un sistema unido a la vida, impedirá que se
fosilice, que se petrifique en formas estáticas y formales; y
le permitirá un continuo desarrollo unido a la vida
«salesiana».
En resumen, es un sistema que ha provocado, provoca y
provocará la pregunta perenne: ¿Qué haría Don Bosco
hoy?
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