La Patristica y el progreso de la teologia
Para abordar el tema con alguna competencia seria pre ciso un espiritu mas sensible a las ensenanzas del Vaticano II,
mejor enterado de las aportaciones postconciliares, mas atento a tendencias, no por genéricas menos significativas para quien gusta de robar secretos al futuro. Un ànimo àgil, en sintonia con las inquietudes del hombre hodierno, sabria evocar en la lectura de los Padres elementos hasta ahora dormidos. A ratos cree uno vivir mas cerca de san Pablo, que de los
propios alumnos. Los que hoy frecuentan nuestras aulas na cieron en un mundo, que les ató con fuerza al momento
inmediato y proyectó hacia el futuro, robàndoles el alma al anàlisis reposado del pretèrito en que nos educamos otros. Nuestras categorias no coinciden. Se mueven en direcciones encontradas. Y en el mejor de los casos, ^dónde reside el secreto de la ciencia por afìnidad, superior a la de conceptos, que lleva sin mas a la entrana de las cosas? Lo humano es
siempre decisivo. Para intuir a individuos superdotados, con
vendria serio uno y entenderlos con el vigor que dejaron en
sus escritos. El teòlogo de oficio no debe acabar con el hombre. Las paradojas tienen tal vez demasiada cabida en nuestras actividades. No es la menor, querer subir a las alturas de un
Origenes con multitud de preocupaciones ajenas a su espiritu, buscando en diàspora lo que solo se abre a la simplicidad de mente. Las intuiciones valen màs que los discursos. Y se
dan mejor en espiritus serenos, limpios, que en la apresurada
y turbulenta ciencia de moda.
Los PP. solo se entregan hondamente a quienes se les en
tregan también en hondura, por larga conversación con ellos.
<<Fué ése el error de la antigua Patristica? ,-Faltó la sensibilidad
humana, requerida para entender su teologia?
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Creo mas bien que la Patristica no ha llegado a la mayoria de edad; y antes de ayudar debe ser primero ayudada. Todavia faltan ediciones crlticas de grandes autores. Los instrumentos de trabajo mas elementales, excesivos para algunos, son po brisimos para la maj orla. E1 ritmo espléndido de la ciencia
alemana, frenado por la primera guerra europea, se detuvo — casi en seco — a raiz de la segunda. Las grandes abadias
benedictinas, ùnicas realmente cualifìcadas para ciertas empre sas editoriales, dejaron de ser. Desaparecieron los individuos
divalentes, filólogos y teólogos, abiertos a la vez al pensa miento pagano y cristiano, a los PP. y a los Concilios, exegetas de la Escritura y de los primeros teólogos; hombres de amplia
perspectiva, libres del fàrrago de la bibliografia y seguros de
si, capaces de replantear por nuevos caminos lo mil veces
mal planteado, dotados del instinto teologico para iniciar sin
gladuras sin distraerse a temas infecundos ο a autores secun
darios — por no decir terciarios y cuaternarios —, con auto
ridad bastante para denunciar falsas pistas y prevenir dis
pendios inùtiles ... Lo hecho, hecho queda. Disponemos de métodos mas de
purados. Experimentamos la vetustez de trayectorias empe dernidamente seguidas, con arreglo a módulos clàsicos, im
puestos v. gr. por la historia de los dogmas, por la pura filo
logia, y aun por algunos teólogos escolàsticos.
Tenemos prisas por llegar al fondo de las cosas. E1 mundo
estaba nervioso por llegar a la Luna. Mientras a los que vivimos
serenamente — selenamente — de la ciencia, nos empujan
al mundo. La solución no està un slogans tan ingenuos corno
fàciles de multiplicar: a) hay que ir a las fuentes. De acuerdo. ,-Pero cómo?
b) hay que aggiornare la teologia por medio de los PP.
tDe cuales PP?
Mejor seria adoptar otros caminos. Hay prisas porque nos falta tiempo. Y falta tiempo porque la teologia se nos
complica de una generación en otra. £Por qué no seleccionar?
1) vayamos a los PP. teólogos, a los grandes, y no distrai
gamos fuerzas. E1 interés creciente por la Pastoral puede dis
traer hacia lo fàcil. Debilitàndose la formación teològica siste
màtica, piérdese el instinto del verdadero problema, y pululan
monografias, cuando no del todo superfluas, dignas de mejor causa. El mero filòlogo no puede abordar temas doctrinales
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LA PATRÌSTICA υ el progreso DE LA TEOLOGIA 545
de envergadura. Hay quien domina, con fichas exhaustivas, un escrito y es incapaz de medirse con él, en profundidad. Tampoco el puro teòlogo, no habituado al anàlisis de términos
y a los mas elementales recursos de critica (textual e histó
rica), està en condiciones de entender a los Padres. Proyectarà espontaneamente sus ideas y prejuicios.
De PP. no teólogos poco cabe esperar. Igual que de au tores derivados. Muchos imaginan que para entender v. gr. la
teologia de san Jerónimo, de san Ambrosio y otros... conviene ir ante todo a ellos. Puede ser. Creo sin embargo que mejor entiende a los origenianos quien los entiende desde Origenes, que desde ellos mismos. Las monografias de autores derivados seràn buenas para la historia de la teologia; no tanto para el progreso dogmàtico.
2) Tratemos de restituir la trayectoria de las grandes tra
diciones, reductibles fàcilmente a tres:
a) la tradición asiàtica, representada por algunos PP
Apostólicos, Melitón, ps. Hipólito (de Paschate?), Teófìlo Ant.,
Ireneo, Tertuliano, Lactancio, elementos de Gregorio de Elvira, Zenón de Verona, Prudencio ...
b) la tradición alejandrina, arraigada en Filón, y defi
nida genialmente por los dos grandes (Clemente y sobre todo
Origenes). Entre los origenianos, que son legión, se salvan bien
pocos por su originalidad: s. Ambrosio en puntos de Cristo
logia, y san Hilario, en todo.
c) la tradición agustiniana. De las tres, la tradición asiàtica es la màs fina, inmediata
y fiel a las auténticas esencias johanneas y paulinas; pero también la màs ignorada y dificil.
La agustiniana, apasionadamente sometida a estudio, se
agotó en temas corno la eclesiologia (resp. el donatismo), rela
tivamente fàciles; no, en otros. Pero requiere mètodo, mucho
mètodo, para no volver a lo mil veces repetido y diez mil
veces mal planteado.
La tradición origeniana, fecundisima, està aùn falta de base.
Y Dios nos libre de distraernos hacia planteamientos ajenos
y juicios apriori. Los grandes tesoros solo se abren al anàlisis.
Y el anàlisis de autores prodigiosamente densos serà tanto
màs fecundo cuanto màs lento.
Al restituir la trayectoria de las grandes tradiciones, hablo
con preferencia de lo dogmàtico. El estudio de la Moral entre
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los PP. apenas conduce a nada, corno no sea contrastando la
Lex naturae del evo patriarcal, la Ley mosaica y la Evangè lica; esto es, cuando se adentra en el campo dogmàtico. Como
moralistas, ,-agregaron nada serio al Estoicismo? Cada època tiene sus preocupaciones. El àmbito y dimen
sión de las nuestras difiere en absoluto, de las que dominaron los tiempos primeros de la Iglesia. Hoy interesan cuestiones
que ayer no. Es inoperante ir a los Padres en busca de solu ciones a problemas que ο no hubo, ο nunca se les plantearon, ο no segùn hodiernas premisas, ο sin el relieve agudo de nues tros dias. Màxime, si ponemos sordina a los temas que les sacudieron con màs violencia, y que hasta en lo humano res
pondian mejor a su genio. Para sintonizar con Origenes, hay que moverse a un nivel humana y divinamente altisimo. Alla narle a nuestro mundo seria lo de Sta. Teresa (Vida 39, 12): ' a los que vuelan corno àguilas, quererlos hacer andar corno
pollo trabado '. Ahora el centro de todo lo constituye el hombre, su exis
tencia y àmbito social; con predominio de lo inmediato, y un sistemàtico olvido — al menos, lejania — para lo escatològico. La atención se desvia de Dios al hombre, del individuo al
pueblo. Se hace dificil trazar las fronteras entre los problemas
teològicamente dignos, definitivos, y los que — por vias y cri terios indefinibles, en todo caso circunstanciales — impone un sector atendible, pero reducido. Nuestros hijos las definiràn con el tiempo y juzgaràn de su peso especifico.
Siempre son los menos quienes superan la tentación de
juzgar los problemas de ayer con la óptica de hoy. Personal
mente, no disimulo la admiración por Origenes y Leon Magno. Ambos — sobre todo el segundo — vivieron una coyuntura dificil. Ninguno rindió tributo a la preocupación del instante. Hablaban para la eternidad, con un sesgo que a fuer de divino se nos antojaria poco humano, si la vida no ensenase a deses timar los elementos marginales que en su dia parecian tra
garse el mundo. La verdadera Ciencia fué siempre modesta, y comprendió
los limites propios mejor que los ajenos, partiendo corno de axioma indiscutible, de la improporción entre el mensaje reve lado y la visual humana, entre la teologia descubierta por los siglos y la retenida de momento por nuestra corta ' ciencia '.
iQué ha perseverado del esfuerzo enorme de D. Petau ο L.
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Thomassin? Segùn crecen las exigencias, adquieren mayor re lieve las sombras, se amontonan los desiderata, y para quien apremia en busca de resultados defìnitivos, bien poco es lo
que legaron nuestros abuelos.
Muchos siglos nos separan de los PP. Y segùn se perfìlan las antiguas categorias, mas fuerte se impone su revisión.
Dominarlas por el camino fàcil de la erudición, es tan ilusorio corno aprender matemàticas a una simple lectura. Mas
inocente aùn que reirse de las fórmulas y estructuras en uso,
entre los grandes teólogos medievales, viene a ser reducir a
predicamentos de teologia pastoral, fàcil y directamente ase
quibles, las altas unitarias especulaciones de los Padres.
Entre los libros que jamàs conviene leer, enumera O. Wilde ' todos los Santos Padres, excepto san Agustin Atinadisima
recomendación a uso de superficiales. Y sin embargo, ' Plus
me docet christianae philosophiae — escribia Erasmo a Eck
en 1518 — unica Origenis pagina quam decem Augustini Y el anàlisis, sistemàticamente llevado sobre las sencillisimas, mal construidas, lineas de san Justino y de san Ireneo, descu
bre mayores honduras en un aparente catàlogo de textos de
Escritura, que en libros enteros de Didimo, ο de san Gregorio
Magno. Hay apriori muchos grados de asimilación patristica:
a) uno, elemental, extensivo al gran pùblico. Reduce el
campo a pocos, en general buenos literatos, con temas de
espiritualidad, exegesis, filosofia y aun teologia demasiado sa
bidos para repristinar nada.
b) otro, recomendable a la exegesis y teologia pastoral.
Amplia el circulo a PP. de lectura fàcil, no precisamente agra dable; pero también sobrado conocidos para imprimir nuevos
derroteros a la investigación. Aqui entrarian gran parte de los de la edad de oro, mil
veces socorridos en nuestras aulas, a partir de S. Atanasio.
En general su teologia ha sido bien asimilada por la Ciencia.
Las monografias de Prestige, Kelly, Grillmeier... que sintetizan
mucho y bien, resultan imprescindibles para conocerla.
c) otro, de impronta dogmàtica. Muy arduo y lento, llega al pensamiento ùltimo de los PP. màs cualifìcados. Es el ùnico
capaz de imprimir caràcter en la moderna ciencia y orientarla
por caminos de verdadero progreso. Aqui las obras sintéticas
ensefian poco, porque no dan idea de la unidad y sencillez de
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lineas, que las grandes concepciones suelen adoptar entre los
mejores; y los pulverizan en beneficio de ideas particulares, solo marginalmente catalogables con las de otros autores. E1
fenòmeno, inevitable si se quiere abarcar mucho, desapareceria eligiendo corno base a uno de los grandes y proyectando la
teologia en torno a sus soluciones. <;Es esto posible? Individuos hay corno s. Ireneo que a cada paso abren nue
vas perspectivas, y apuntan caminos insospechados. Para re
pristinarlas es preciso ir a él. La cosa parecerà un contra sentido. La teologia y exegesis de Ireneo ο de Origenes se ha ido depauperando a lo largo de los siglos, entre los mismos PP. Quizà por eso mismo, convendria orientar la investigación hacia el estudio de tres ο cuatro figuras de privilegio: para descubrir el substrato de la tradición que representan, per dida en gran parte ο difuminada por demasiado honda.
Hay temas teològicamente saturados — arrianismo y de
rivados, nestorianismo, pelagianismo... — en los que solo cabe
progreso para la historia de la teologia, no para el dogma. Y hay también personajes punto menos que saturados, que ο por secundarios ο por reiterativos no merecen demasiado estudio.
<· Còrno evitar la distración de fuerzas en un mundo de
tan cortas posibilidades pràcticas, corno el actual? Los PP
exigen entera dedicación y nadie puede prometerse frutos in mediatos en sector tan complejo. El panorama de las actuales
preocupaciones, atentas a lo expeditivo, resulta poco halagiieno. Las prisas son de Satàn, decian los àrabes. Los Maurinos
pasaron, llevàndose el secreto de las grandes empresas im
personales.
En tiempos, ademàs, de ecumenismo podria faltar estimulo
para esclarecer perfiles y perseguir ideologias complejas, de
masiado bizantinas frente a los àsperos problemas que se im
ponen a la masa. El interés desvia la atención — dentro mismo del campo sagrado — hacia lo minimo indispensable, sacrifi cando lo que entre los Padres fué capital y entre nosotros
parece de lujo, a fin de salvar el denominador comun cristiano
y aun religioso. <;No es esto descalificar de antemano la riqueza de la antigiiedad patristica, falseando su verdadera perspectiva para otorgarle al elemento genèrico un relieve que nunca tuvo?
El anhelo por resolver los grandes enigmas doctrinales,
y a la postre teológicos, del mundo, complica en el dia enor
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LA PATRÌSTICA y el progreso de la teologìa 549
memente la tarea del especialista. Agréguese la pasión, el apre mio que le dominan. Solo un profesional equilibrado y sin
prejuicios, paradójicamente apartado del mundo, ofrece garan tias de objetividad para esclarecerlos; ο al menos, para iniciar un camino de solución plausible.
Hasta para situarse ante los Padres sobra hoy pasión. tQué representa v. gr. en la vida de s. Agustin el recurso al brazo seglar, invocado una vez para defensa pacifica de su
Iglesia? Y sin embargo, la ciencia hodierna se rasga las vesti duras y pierde la serenidad, desorbitando el fenòmeno me diante categorias tan parcial corno anacrónicamente valoradas. La simpatia de algunos investigadores recientes por Pelagio, el campeón de la humana libertad, frente a la doctrina agus tiniana de la gracia, disimula aùn menos ciertas modas li terarias.
Todos los métodos tienen sus ventajas. En cualesquiera la renovación residiria en un enriquecimiento paulatino, seguro, doctrinal, a partir de los siglos primeros, singularmente su
gestivos por su proximidad a las fuentes, por la abundancia
de intentos — atestiguada en toda suerte de campos
— para
penetrar en el verbo de Dios, por lo genial de muchas solu
ciones, por la unción y sencillez de algunas. Muchos elementos han caldo en desuso a lo largo de los
siglos, no por endebles, sino por atajados en su desarrollo normal a beneficio de otros mas en boga. La compleja teologia v. gr. de s. Pablo no se desarrollo homogénea en todos los
frentes. Ni a la abigarrada de las gnosis heterodoxas, constimi con tanto vigor y armonia, opusieron los eclesiàsticos la misma resistencia en todas sus partes. Hubo que elegir campo, y la
primera complejidad cedió el puesto a multitud de lineas, de las que algunas se abrieron paso y otras no. Las controversias
se sucedieron, por ley histórica, de menos a mas simples: de sistemas heterogéneos, a temas cualificados, pero reducidos; de
herejias ' universales '
(marcionismo, ebionismo, gnosis ...), cons
truidas en bloque, a errores particulares, nacidos al margen de una concepción ortodoxa.
Para repristinar ' motivos ' extraviados en uno ο dos escri
tores del s. II particularmente oscuros, es inùtil acudir a los
esquemas consagrados. ^Quién sabe de su existencia? La lite
ratura de los siglos primerisimos esconde infinidad de tesoros,
que lejos de responder a incógnitas de hoy, ο a planteamientos
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clàsicos, aguardan un espiritu paciente que los revele. Ya se
encargaràn ellos mismos de imponer nuevos enigmas. No todas las épocas ofrecen igual interés. En general la
vecindad a los tiempos neotestamentarios garantiza un mensaje mas denso, afin al de los autores canónicos, mas espontàneo
y libre de esquemas. Aun entonces, hay talentos y talentos.
E1 genio siempre es genio. La tònica general prenicena de nuncia sin embargo, por lo comùn, gran riqueza y libertad de planteamientos; indecisión quizàs en algunas soluciones, jun to con una extrana madurez global. No abundan meros repe
tidores. Los enemigos apremian con dificultades obvias, fuertes. Las soluciones se aferran al texto sacro, buscando por instinto
teològico la postura que mejor armonice — con arreglo a la
analogia de la fe — con la tradición orai eclesiàstica.
Requiérese un minimo esquema racional para dar cohe rencia a las reflexiones teológicas. Pero va infinita distancia de la psique de s. Ignacio Antioqueno, proyectada en imàgenes de brio excepcional y con terminologia sincretista, a la de Ter
tuliano, juridica y retòrica, que encubre la ajena filiación de sus mejores pàginas. Cada cual impone su mètodo. E1 anàlisis del africano ha de ir a ras de letra, mientras el del antioqueno requiere tanta alteza y rapidez de intuición corno sensibilidad
para toda suerte de influjos. La teologia prenicena reviste las formas espontàneas del
helenismo, en contacio con la Escritura. Entre sus exponentes
no hay figuras tan huidizas corno Filón. S. Pablo y s. Juan habian definido innumerables conceptos ignorados del hebreo
alejandrino, solicitando a los que vinieran, sobre la base neo
testamentaria, a la armonia de ambos Testamentos. Los pri
meros capitulos de Moisés, la doctrina de la Salud, la cristo
logia, su prolongación eclesial y escatològica delimitan en el Ν. T. el planteamiento aùn impreciso de la teologia hebraica del A. T. y su apocaliptica marginai.
La persona del Segundo Adàn y su eficacia en el mundo coarta el vuelo, doctrinalmente infecundo, de la fantasia he
braica, propensa a Apocalipsis, Ascensiones y Testamentos. En su lugar abre un novisimo campo de exploraciones sobre la humana salud. El magisterio de san Juan y san Pablo resulta decisivo. Relacionando a Cristo con Adàn, dan la clave de la
Escritura; enriquecen por igual la revelación del hombre, su dinamismo sobrenatural, el drama del pecado, el enlace entre
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LA patrìstica y el progreso de la teologìa 551
la vida trinitaria y el mundo, la teologia de la historia; e intro ducen la materia, la humana carne, en el àmbito de la Salud.
El Apóstol orienta las lineas de la teologia en hondura, anchura y longitud hacia la persona del Cristo total. Despierta la curiosidad de atrevidos intelectuales — abuelos de los fu tures gnósticos — para enlazar disciplinas (trinidad, cosmo
gonia, el hombre y el ministerio angélico, fases de la historia, venidas de Cristo...) en la persona y destino de Jesùs. Evoca mas tarde, junto con s. Juan, a los eclesiàsticos, para buscar
en el misterio de la carne del Cristo el principio sensiblemente
unificador de la teologia cristiana. Es erròneo lo que no acabe en la glorificación de nuestra carne, a la vista de Dios. Ni la
trinidad, ni el origen del mundo (resp. hombre), ni la historia, ni la epifania del Verbo tienen sentido, fuera de la humana
dispensación. Los Padres se sienten dominados, cada cual a su modo,
por la palabra de Dios en función del Verbo, paulatinamente revelado en profecia y en carne. Los primeros no fueron siste
màticos. La gnosis heterodoxa se les adelantó, con resultados
positivos y sin sacrificar aspecto alguno susceptible de filo
sofias, en busca de una ciencia autèntica, unitaria, que escla
reciera, supuesto el anàlisis de ambos Testamentos, el prin cipio ùltimo de la Economia. Reaccionaron los PP. queriendo construir sobre bases firmes. El empefio durò, e interesó a
los mejores, singularmente a s. Ireneo y a Origenes. Compro metidos a perfilar aspectos naturalizados con peligro por la
gnosis, levantaron pieza por pieza una teologia capaz de satis
facer las exigencias de la razón cristiana. De momento, inte resó poco el sistema corno sistema; aunque
— dentro v. gr. de
la teologia de s. Ireneo, mejor aùn que en la de Origenes —
habria bastado muy poco para llegar a él. La tensión contri
buia al progreso. Erguianse dos grandes edificios aintitéticos
con tanto impetu corno agudeza de exegesis. La lectura de los
tomos origenianos in Ioannem deja en el ànimo algunas in
cógnitas. Entre el valentiniano Heracleón y el eclesiàstico Ori
genes, ^quién es màs gnòstico en la exegesis del IV evangelio? Los mismos problemas, anàlogos métodos, iguales preocupa ciones y puntos de relación; y a ratos, exegesis màs descon
certantes en el hombre de Iglesia. Todavia no se ha definido con seguridad el substrato co
mùn a la teologia cristiana del s. II, asi eclesiàstica corno
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heterodoxa gnostica); ni los métodos de exegesis, generalizados entre alejandrinos de Iglesia (Clemente, Origenes) y de secta. Por una curiosa paradoja, mas se acerca
' formalmente
' cual
quiera de los dos alejandrinos a la gnosis herética, que a la
teologia de s. Ireneo. Desmitifìcando a Tolomeo y a Teódoto se llega a un sistema abigarrado, de arquitectura mas simple que la doctrina global de Origenes. Y si por erigida sobre base ruinosa — el prejuicio de las leyes naturales, en su apli cación cualifìcada a la salud del hombre — se vino abajo, su conocimiento explica
' a contrario ' muchos misterios del edi fìcio levantado frente a ella por los Padres del s. II y III.
Tanto corno los tesoros dispersos en ambas construcciones,
intrigan a la teologia actual sus enlaces: la trabazón interna,
la polivalencia de los términos, la complejidad mas aparente que real del planteamiento ο de la solución; la multitud de combinaciones lógicas (teológicas) a que dan lugar, por con tinuas interferencias, distrayendo en superfìcie.
Sin recurrir a un falso ecumenismo, nunca mas peligroso
que en pura ciencia, creo haber probado antes de ahora la
existencia de una misma bàsica ideologia, perfectamente defì
nible, comun a argivos y troyanos, a Ireneo y Tolomeo. Unos
y otros parten de la revelación econòmica de la Trinidad;
apuran las caracteristicas de Dios Padre, del Verbo (creador
y Salvador), de la Sabiduria (Espiritu) alma del mundo y ma dre de la Iglesia, proyectàndolas simultàneamente hacia el
origen y vida del mundo y del hombre; perfilan la teologia de la historia, con centro en la revelación humana del Hijo; y acaban en la escatologia de los elegidos, dentro de la propia Trinidad. Al margen de lineas tan vastas, entreveran multitud
de elementos, siempre paralelos (divalentes), con increible co
pia doctrinal. En mi '
Antropologia de s. Ireneo ' he comprobado un mè todo simplicisimo de aplicación relativamente fàcil. No hay mejor manera de colmar los vacios de Ireneo, que yendo a
sus adversarios; ni de apurar noticias, hoy anodinas, del Santo
que buscando sus contrarios gnósticos. Los lectores de Ori
genes saben que sus aparentes hipótesis de solución, a pro pòsito de cualquier punto de Escritura, lejos de venir de la
indisciplinada facundia del alejandrino, responden indefectible mente a soluciones históricas, las màs veces, comprobables.
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LA patrìstica υ el progreso de la teologìa S53
Los caminos para descubrir la teologia antigua son resa bidos. En tesis, cabria esperar de la Patristica, mas que un
objetivo enriquecimiento doctrinal ο nuevos materiales per didos de investigación, maneras varias de exponer lo revelado: desde la sedicente teologia judeo-cristiana, con sus formas hebraicas de expresión, hasta la clàsica (de los siglos IV y V), con su impronta helenista grecolatina.
El progreso, por esa via, se me antoja cuestionable. Las formas hebraicas eran buenas para determinados, eidéticos, temas (tales corno la Encarnación, el Descensus, la Ascensión, la Lucha...); pero inadecuadas a la compleja ideologia del IV evangelio y de s. Pablo.
Hay autores y autores. Unos propensos a discurrir en sim
bolos, imàgenes... ο a moralizar por preceptos, reacios a todo discurso. Otros se mueven en el discurso, corno en su propio elemento, encomendando a la Escritura el planteamiento y solución decisivos. Unos componen admirablemente. Otros se abandonan a la inspiración, sin preocupaciones literarias.
Dentro de tales atendibles maneras predomina entre los
grandes autores el trato brioso, especifìcamente cristiano, de temas escriturarios. Con absoluta independencia de las miopes tradiciones hebreas, se orienta, por estructuras helenisticas, hacia nociones teológicas puras. El enriquecimiento repentino del dogma, mediante la cristologia johannea y paulina, deter minò la adopción de métodos racionales univocos, que fueran derechos al punto en litigio, delimitando los datos de la reve
lación. Por presunto defecto de inmediata base conceptual, impugnaron los Padres las sectas cristianas que se amparaban en el mito, corno para prevenir toda inteligencia. Bien ο mal, los heresiólogos trataron de verter, por primera providencia,
las categorias miticas, a las suyas propias. Se equivocaron quizà. Pero delataron el ùnico campo viable de progreso.
El lenguaje sostenido por imàgenes retiene quizà la aten ción del hombre sencillo, se acomoda muy bien a la predica ción profética, mas no a la inteligencia ùltima del pensamiento. Aceptable en escritos que se presentan corno inspirados ο fru tos de revelación, requiere siempre exegesis. El fenòmeno se echa de ver en el Pastor de Hermas. A nadie se le ocurre traducir sus Visiones y Semejanzas al mismo nivel visual, ex
plicando lo oscuro por lo oscuro. Los primeros teólogos actua
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ron, a veces, sobre material simbòlico; mas no sin traducirlo a conceptos racionales. La representación v. gr. del Hijo y del
Espiritu Santo, en figura de àngeles, por muy general que se le imagine en circulos allegados al judaismo, nace — corno versión imaginativa — paratela a las formas conceptuales de
expresión. E1 Apocalipsis de s. Juan es vehiculo literario, mu chas veces astrai, de una soteriologia bastante diluida, solo asimilable teològicamente mediante trabajosa reducción a con
ceptos.
Camino contrario a la eidètica hebrea siguió la gnosis cris tiana heterodoxa. Los gnósticos, muy apretados de doctrina, no se contentaron con yuxtaponer visiones. Crearon mitos teo
lógicos que relacionasen gran nùmero de elementos, sin dejar a la improvisación uno solo de ellos, ni menos sus enlaces; manipulando sobre términos escriturarios con una lògica im
placable. E1 lenguaje mitico de la gnosis, al parecer arbitrario, nunca lo fué. Apuró al màximo la jerarquia de los estamentos
teológicos; multiplicó eones, corno Origenes epinoias, y con
arreglo a su aparición real ο lògica en el seno del Pleroma
(= Unigènito), dramatizó con ellos persiguiendo por su medio — a nivel de paradigma — las leyes causales que dieron origen al mundo infradivino, sin descuidar la historia de sus com
ponentes.
Han llegado hasta nosotros escritos gnósticos singular mente sugestivos, en condiciones de privilegio. Del Apocryphon Iohannis conocemos hasta cuatro recensiones. La biblioteca
de Nag-Hammadi abre posibilidades a su investigación; no por el camino de los antiguos heresiólogos, sino por el anàlisis
previo, rigoroso, del mito, y su versión en conceptos; para
cotejar luego su teologia con la coetànea de los escritores eclesiàsticos.
La riqueza documentai, lejos de enervar precedentes con clusiones, corno ocurre muchas veces entre los comparatistas,
servirà a definir mejor — con abundancia de ' motivos ' mar
ginales — la postura especifica de la gnosis en puntos bàsicos, y enriquecerà la exegesis teològica de muchos pasajes, sobre todo del Génesis. Aqui hay un mundo por explorar. Un ànimo sensible a las formas del mito teològico descubrirà con ver dadero deleite el sistema artificiosamente oculto en sus pàginas. El mètodo a que hasta ahora han sido sometidos los docu
mentos de la gnosis, bueno para una primera iniciación lite
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LA PATRISTICA Y EL PROGRESO DE LA TEOLOGIA 555
raria, es inoperante para descubrir el contenido teològico. Por solos criterios comparatistas se llega a motivos genéricos, comunes a muchas religiones. Los gnósticos cristianos, sobre ser cristianos, habian especulado finamente en torno a los
pasajes mas densos de la Escritura, adoptando posiciones con cretas. El escrupulo que demuestra haber tenido Tolomeo, en
carta a Flora, para discriminar las partes de la Ley mosaica
y su origen; y el de Heracleón en el anàlisis del IV evangelio,
segun noticias de Origenes, indican el que acompafió siempre a los valentinianos en la concepción y artificio de sus mitos.
La densidad de autores corno Ireneo y Origenes, fuente
de indefinidos enigmas, eleva a insospechada potencia el te
soro reservado a la investigación paralela de gnósticos y ecle
siàsticos. Aparte el enriquecimiento directamente conceptual, mucho beneficiaria hoy entender el trato de la Escritura por unos y otros. El interés no seria solo histórico.
Mientras la apocaliptica arrastra una ideologia popular y se desarrolla por imàgenes trabajosamente constructivas, a pre do de repeticiones sin fin; la teologia de las grandes gnosis
procede, ideològicamente maciza, por adición continua de ele
mentos, y vincula a las formas de desarrollo la causalidad
mas rigorosa, proyectando por estratos en el espacio mitico
las disciplinas todas (trinitaria, cosmogònica, antropològica...), corno fruto del proceso virtual de las perfecciones escondidas
en los primeros eones.
Los heterodoxos cristianos resultan tan griegos en sus
mitos, corno el Plotino de las Ennéadas. El gènero literario
les interesa para encubrir el sistema. Supuesta una estructura
racional del dogma, en un segundo tiempo le revisten de
formas de genealogia, en apariencia libres, sin margen real
a divagaciones. Seria un contrasentido imitar hoy su lenguaje.
Equivaldria a encubrir poèticamente el contenido doctrinal,
sacrificando la expresión inmediata y espontanea de la teologia
en conceptos diàfanos, lògicamente estructurados. Los gnósticos tenian razones para hacerlo.
En definitiva, haya ο no exagerado la Escolàstica medieval
y postridentina las estructuras racionales, en la linea de una
teologia helenista, conviene leer a los Padres corno ellos escri
bieron y entenderles segùn ellos se entendieron. Otorgar a las
formas de expresión apocalipticas ο simbólicas orientales la
misma beligerancia teològica que a los géneros adoptados,
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desde el principio, en el mundo grecolatino, representaria autèntico retroceso; algo asi corno sacrificar Pablo a Moisés, el
evangelio de s. Juan al Apocalipsis; ο deleitarnos en el Sermón de la montana, por miedo a los discursos johanneos del Sal
vador, limitando el mensaje de Cristo a las antitesis morales frente a la Ley, que hicieron las complacencias de Marción.
La renovación de la teologia no puede abominar de las formas históricamente adoptadas por los Padres, e ir en busca de las que hubieran debido acoger para no quebrar por el mètodo ni por circunstancias ajenas al texto sacro, el contenido de la revelación.
Es obvio que a la oscuridad de la fe cristiana responda, a partir ya de s. Pablo, una exposición compleja, tanto mas
ardua, cuanto mas vitalmente articulada. Mas no todos los
teólogos primeros y exegetas de la Escritura han de recoger por igual el dinamismo y copia de formas del Apóstol. Figuras que proyectasen, a lo Ignacio Antioqueno, su pensamiento en clàusulas tan atormentadas y espléndidas, jamàs abundaron.
Sobre los Padres no conviene hacerse ilusiones. Los mas hondos y dinàmicos; los de contenido mas rico y sugerente; los
que con mas firmeza y eficacia podrian llenar las lagunas de la hodierna teologia, son — entre los prenicenos
— de dificil
lectura. Con frecuencia, malos estilistas, de composición reite rativa y aparentemente lànguida.
El trato continuo acaba por descubrir en su aparente des
cuido extrafios virtuosismos de presentación. La filologia sola no basta a esclarecer el pensamiento ùltimo. Ha de sobrevenir
el estudio de su exegesis escrituraria: la colación de paralelos, dentro y fuera del escrito analizado, la restauración de los
testimonia parcialmente distribuidos entre autores varios..., hasta fijar la probable inspiración literaria, la novedad de
variantes, y definir la postura doctrinal, con arreglo a la cohe
rencia que de ordinario acompafia a los grandes autores.
Ireneo es dificil por muchos conceptos: falta el originai, su manera misma de componer, los adversarios que résumé
y combate, la tradición doctrinal y literaria que representa, la continua personal reflexión que disimula en infinidad de ma
tices, encubiertos entre aparentes iteraciones. Todo fluye corno
sin esfuerzo, y todo està abigarradamente construido.
Para restituir ideologias sigue imprescindible el anàlisis
de los términos, pasajes y desarrollos escriturarios; llevado
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con escrùpulo similar al de la exegesis biblica. Lento, es el ùnico mètodo viable para concluir con alguna garantia; y sera mas eficaz cuando, por caminos paralelos, se haya hecho igual anàlisis en otros escritos y autores.
La teologia del alejandrino Clemente sigue hoy tan re fractaria corno en los dias de su editor 0. Stahlin. Las buenas ediciones economizan mucho, mas no finezas de exegesis. Los escritos del Stromateus despiertan interés entre los eruditos. Ofrecen infinidad de géneros, corno en los zocos morunos. Pero ^quién se atreve a dominarla? Apurando uno por imo términos selectos, con anàlisis monogràficos, se apretarà el cerco hasta llegar al enlace que tuvieron quizà en las fuentes, ο definir las zonas ideológicas, probablemente inconciliables,
registradas por el alejandrino a titulo de anotaciones previas. Entre tanto, ahi queda ofreciendo entre sus tapices tantos
enigmas corno palabras. A pesar de algunas deficiencias de transmisión textual,
Origenes resulta mas asequible. Escribió mucho, y queda bastante. Una extrafia forma mentis luce en sus obras, ganàn dole cada dia mas adeptos. Lleno de intuiciones, amigo de
dormir sobre la Escritura, prodigioso lector de proprios y extrafios, atento por igual a la letra y a sus mil exegesis, aunque rara vez consigna integro su pensamiento, no sabe
escribir sin lanzar a voleo multitud de ideas, a ratos peregrinas, nunca improvisadas, que al cabo — en los grandes comen tarios —
aplastan al mas avisado. Una tentación domina a sus
lectores: el afàn por seguirle hasta el fin, y dar con sus sistema.
Por fortuna ο por desgracia, Origenes se les escapa por mil
caminos. Y torna el empefio por seguirlos uno a uno, para resi
gnarse a la postre a una persecución indefinida, que sorprende a cada momento con nuevos perfiles, tan sugestivos en extensión
corno en calado.
Teòlogo de atisbos y aun fallos geniales, exegeta de abru
madora densidad y reflexión biblica, Origenes inaugura una
tradición exegética, decisiva en Occidente y en Oriente. Arrianos
y nicenos le deben igual nùmero de ideas. Su conocimiento es
bàsico aun para la exegesis medieval, que bebió de él por
Rufino, S. Jerónimo, s. Ambrosio y tantos otros occidentales.
Despertando ideas, se preocupa muy poco de coordinarlas; corno
si personalmente las armonizase sin esfuerzo, casi por instinto, a nivel altisimo inaccesible a sus discipulos, respetuoso de las
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luces personales de los demàs. E1 sefiala, sin sospecharlo, el
patron decisivo para calibrar la originalidad de posteriores teologias, derivadas y desviadas de la suya.
Los postnicenos, sometidos junto con la literatura conciliar a buenos y largos estudios, se prestan mal a enriquecer — fuera del campo litùrgico y de la espiritualidad — la teologia mo derna. Los Antioquenos, excelentes en la exegesis literal, reser van pocas novedades doctrinales; quizà ninguna de considera ción. Los capadocios, a titulo de origenianos, valen corno expo nente de una trayectoria, paralela a la origeniana occidental, a medio camino de la futura teologia bizantina. La exegesis conjunta del Niseno y de s. Basilio ofrece mayores posibilidades aùn que la alejandrina contemporànea.
En s. Atanasio, Didimo y s. Cirilo Al. la teologia pierde brio y personalidad. Los argumentos encubren apenas su origen doxogràfìco. Proceden muchas veces por clichés. Daràn margen
a monografias. Pero ensefìa la experiencia que muy pocos se
entusiasman con personajes tan reiterativos y de ideologia tan uniforme.
En el Occidente hay grandes eruditos. Los teólogos de
garra — a lo s. Hilario y s. Agustin — son pocos. Segun pasan los siglos, los temas se perfilan; el campo libre de investigación
se reduce. Las especulaciones atrevidas, casi obligadas, de los
prenicenos se pierden luego de los grandes Concilios, a falta de ocasión; y solo algunas adquieren todavia relieve en autores
grandes y segùn módulos cada vez menos àgiles. Escritor de
empuje, nada estudiado por su terrible oscuridad, capaz aun
hoy de revitalizar — con planteamientos arcaicos — esquemas
de teologia, a peligro de anquilosarse en sus dias, sigue siendo
Priesciliano, ο el autor editado por G. Schepss (C.S.E.L. XVIII). Los historiadores de los Concilios iluminaron ya bastante
los de los siglos IV y V. Pero ni Arrio y los suyos, ni Nestorio,
Eutiques, Apolinar y otros dejan zonas de oscuridad estimables.
Aqui se tocan enseguida los limites. En visperas de decidirme
por los PP., mi maestro el P. Madoz me aconsejó no pensara en la Patristica hispana; venia comprobando sus reducidas fronteras y la imposibilidad de una investigación vigorosa. Parecido consejo habria que extender a otras secciones. Los
epigonos son siempre epigonos, y aunque valgan para la historia
de la cultura, y aun de la teologia, en extensión mas que en
intensidad.
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LA patrìstica y el progreso de la teologìa 559
E1 mare magnum de los pseudos (ps. Niseno, ps. Basilio,
y sobre todo ps. Crisòstomo) reservarà novedades a la Liturgia, a la hagiografia y disciplinas anàlogas. Pero <-a la dogmàtica? El siglo de Leoncio Bizantino ofrece documentos, publicados mucho tiempo ha e indignos de estudio. ^Quién es capaz de abordar los dos voluminosos Adversus Nestorianos (Ρ. G. 86, 1399-1768) y Contra Monophysitas (Ρ. G. 86, 1769-1901) que figu ran a su nombre? ^Merecen la pena? Por muy dignos que se nos
antojen v. gr. s. Maximo Confesor y s. Juan Damasceno, ninguno de ellos rompe los cuadros habituales. Las monografias a que den lugar, revelaràn perfìles. Sus fórmulas ganan en tecnicismo
y precisión, lo que pierden en espontaneidad y vida. Sus pro blemas afectan a circulos reducidos y se acercan al virtuosismo
que acabarà por matarlos entre los bizantinos. La verdadera renovación de la teologia ha de partir de
los escritores de mayor mensaje. Y estos son los mas geniales,
y los que mas se allegan — por su inspiración y plenitud —
a los escritos neotestamentarios.
En nuestros dias hay la tentación de otorgar igual interés
a todos los intentos (ortodoxos ο no) de coordinar los datos de la revelación. Ebionitas, discipulos de Marción, gnósticos cristianos merecerian el mismo trato que los eclesiàsticos. No
habria prejuicios. La perspectiva teològica se extenderia sin
fronteras, con arreglo a elementos históricamente vividos.
Semejante conato rimaria con la tesis de W. Bauer (Rechi glaubigkeit und Ketzerei im dltesten Christentum), que impugna la noción misma de herejia ο de ortodoxia en un tiempo en
que faltaba, segùn cree, el punto de referencia. Pero ademàs
de complicar enormemente la tarea del teòlogo, exigiria el
sacrifìcio de una ciencia adquirida en circunstancias excepcio nales de continuidad, garantia y riqueza. Teològicamente nin
guna desviación presenta el interés que la Gnosis de los siglos
II y III; pero su inmediata desaparición la descalifica, corno
punto de arranque. La teologia marcionita fué muy pobre. La judeocristiana y ebionitica, por el estilo. Su màximo valor
estuvo en la reacción provocada entre los eclesiàsticos.
Dentro de la linea ortodoxa hay cosas resabidas, y conviene
rehuir los planteamientos recibidos en herencia. Habria gran mèrito en deslindar los limites (temas, modos de expresión,
tendencias) de la teologia asiàtica, de los de la africana y alejan drina. En inventariar de una vez los tesoros de Filón, en
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exegesis y en doctrina teològica (sobre la libertad, gracia, salud,
fe, iluminación, antropologia divina...). A tal fin, seria apetecible, por primera providencia, un
espolio sistemàtico de los lugares biblicos conocidos (en exe
gesis, paràfrasis, citas explicitas y también implicitas...) por los primeros escritores y documentos, sin descuidar a Filón.
Entrarian en cuenta los Evangelios y Hechos apócrifos, tra
tados heréticos, algunas Actas doctrinales de màrtires... segùn
el orden cronològico y posibles dependencias. Queda por hacer
lo mas elemental. Abundan sintesis. Faltan monografias sobre
el texto biblico y exegesis en los escritos y autores de mayor nota. Las que hay, no responden a las exigencias: ο se limitan a las citaciones expresas, dejando escapar alusiones — algunas de ellas agazapadas en meros epitetos —, ο descuidan su al
cance en la teologia del autor, ο silencian las dependencias literarias que las explican. Los estudios ultimos sobre los testi
monia inician una singladura, que convendria mantener sin
prisas. Es tentadora la sintesis con las noticias descubiertas
en torno a un testimonio. El trabajo en comùn remediaria los
inconvenientes de tantos otros, demasiado individuales, que acabaron en premisas. Se requieren muchas incursiones anali ticas para mediante indices, con la màxima copia y precisión,
definir el substrato inicial exegético, que inspirò la teologia de
los siglos primeros. El mètodo, desesperadamente lento, es
indicadisimo para seminarios. Isagògico para la teologia posi tiva, sigue indispensable para concluir con serias garantias, so
bre dependencias doctrinales. El espolio, materialmente molesto
mas no dificil, resulta menos recomendable en escritos largos
de proverbiai oscuridad (v. gr. la Pistis Sophia, los libros de
Jeù...), de insignificante contenido doctrinal, de coloración mi
tica artificiosa, ο de sesgo pagano. Tal sera asimismo el caso
entre documentos paganos cristianamente contaminados (Cor
pus Hermeticum, papiros griegos màgicos...), en la literatura
apocaliptica hebrea, en escritos gnósticos de fundamental con
textura pagana (setianos, peratas), en documentos fuertemente
coloreados de astrologia (v. gr. el comentario de la letra Omega, de Zósimo) y otros similares.
Reunidos los datos, vendria el estudio sistemàtico, màs atento a la ideologia que a las semejanzas externas, solo ase
quible al teòlogo de profesión. Se restaurarian corrientes doctri
nales, hoy ignotas, senalando su trayectoria con puntos, crono
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LA patrìstica υ el progreso de la teologìa 561
lògica y geogràficamente fijos. Se repristinaria la forma mentis de métodos a primera vista indisciplinados y aun arbitrarios, revisando los esquemas, a que nos han habituado los tratadistas de exegesis biblica. Aludo v. gr. a la ingenua oposición entre los antioquenos y alejandrinos.
Los frutos para la teologia serian inmensos en cantidad
y en calidad. Apenas hay término de algùn relieve en el Ν. T. que no descubra, sin salir de los limites literarios del siglo II,
complejisimos enlaces ideológicos con otros. Los vocablos mis mos se complican, enredàndose en versiculos del Antiguo y Nuevo Testamento. Llevado esto sistemàticamente, sin perdonar anónimos, traeria novedades sin fin.
La verdad no estorba a la ciencia. Ni la verdadera exegesis del A. T., al conocimiento que de él tuvieron los Padres. Tampoco viceversa. Hablo en especial de la exegesis prenicena.
Algùn tiempo ha, parecia viable el conocimiento simultàneo de la Escritura — ο de un libro cualificado (corno el Génesis ο el IV evangelio ) — y de su exegesis patristica. Ahora, no
tanto. Deslindados los predios, quedaria un recurso: ayudarse el biblista del patristico y viceversa. Recurso muy pobre, que mantendria la solución de continuidad entre sus mundos res
pectivos, y dejaria en el aire la incògnita: <;entendieron de veras los Padres la Escritura?
Hoy se mienta a cada paso lo autèntico. En su aplicación a la exegesis escrituraria, posiblemente ningun autor serio se
forja la ilusión de dominarlo; y quizà ni de vislumbrarlo.
Las indecisiones lo garantizan bien poco. Pero si la teologia medular de los PP. estriba en la exegesis biblica, y està, en
la forma por ellos adoptada, es ahora preterida sin escrùpulo,
tquién se aventura a restaurarla? lk qué conduciria obra tan
lenta de arqueólogos, vàlida corno exegesis histórica, pero fuera
de uso a excepción de aquellos puntos, en que por intuición, ο por pura casualidad, coindice con la actual?
Yo no me atrevo a responder. La dificultad es muy fuerte,
y de tal trascendencia que pone en igual peligro la exegesis de
los PP. y la teologia postpatristica fundada en ella. Yo me
permito sospechar egualmente de la hodierna exegesis. Y en
pian de reserva para la antigua y para la de hoy, atengàmonos
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siquiera al desinterés de la ciencia. Valga ο no la forma mentis
de los PP en el estudio de la Escritura, quien sistemàtica
mente la ignora se cierra el acceso a su teologia, y con ella, a la que corno substrato se dejó sentir hasta ayer. Ademàs
si corno exegetas los PP no valen, <;en qué valen? Si convirtieron
la Escritura en teologia, haciéndola servir a intentos extranos
a su autor principal, ipara qué volver sobre lo inautèntico?
Los PP. hicieron del anàlisis biblico el vehiculo naturai de
su teologia. Entre los prenicenos, acierten ο no, hay riquezas inéditas, vinculadas a la Escritura, incomparablemente superio res a las hoy habituales. Muchas seràn derechamente asimi
lables en el campo teològico. En ciencia pura, tiene aplicación la tela de Penèlope. El
conocimiento inmediato de los PP. no debe distraernos de uno
muy atendible, el indirecto. Hubo escolàsticos de talla — corno
Francisco de Toledo — que llevaban de frente la exegesis y la teologia especulativa. Tan perspicaces y eruditos en el co mento de la Escritura corno en el de Sto. Tomàs. Para lo
primero mostraron una asombrosa erudición patristica, per fectamente viable en pura exegesis. El mètodo dio buenos frutos en los siglos XVI y XVII y, seguido sistemàticamente, los habria dado espléndidos. Hoy mismo prestan servicio sus
grandes comentarios a la Escritura por el cùmulo de noticias
que recogen de los PP., y por la riqueza de elementos que en
su linea desarrollan. La moderna exegesis, atentisima a la
erudición de ùltima hora, pierde horizontes; y no es raro que luego de mucho discurrir venda por novedades, con inferior
acumen teològico, lo que era ya viejo de siglos. Muy alecciona dor el articulo de R. Criado, Teorias nuevas en autores antiguos
(Ezequiel 21,32 y Génesis 49,10), en Archivo teològico Grana dino 26 (1963) 203-221.
Ofrezco, sin ànimo de ensenar, un indice de materias, capaces de revitalizar esquemas antiguos.
1) Economia de la Salud, corno centro de la teologia, desde lo trinitario hasta lo escatològico. En la salud se descubrirà la connotación econòmica que esconden las noticias (reveladas)
de la Trinidad. El binomio teologia/economia està sujeta a
revisión, sobre todo entre prenicenos. Importa senalar bien
todos los estratos (soteriológicos), con su matiz peculiari el
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LA PATRÌSTICA y el progreso de la teologìa 563
trinitario, cosmològico, humano (angélico?), cristológico. ^Quién ha estudiato monogràficamente la σωτηρία en Filón, PP. apos tólicos, apologetas, gnósticos, Evangelios y Hechos apócrifos, Clemente Al. y Origenes?
2) El proceso trinitario en su vertiente salvifica. ,-Fué ο no eterno? Los escritos se expresan con claridad bastante para
atribufrles ajenas categorfas y preocupaciones. Conviene arrin
conar, entre los prenicenos, el término ' subordinacianismo ', corno un falso shibolet. Mejor fuera estudiar con sencillez los titulos (escriturarios) en los siglos II y III; la trayectoria rigo rosa de vocablos corno imagen, efluvio (απόρροια, άπαύγασμα
ενεργεία).... verbos corno κτίζειν, ποιεΐν, γίνεσθαι y textos apli cados al Hijo en relación al Padre (Logos, Sophia, Arche...).
Monograffas sobre las relaciones mutuas entre Dios, el intelecto (νους) y el verbo (λόγος); ο entre las perfecciones gramaticalmente masculinas ο femeninas del Logos (v. gr. Ver
bo/Vida, Cristo/Ecclesia, Intelecto/Verdad, Anthropos/Zoe...) afinarfan en el orden conceptual y causai. La diferencia patris tica entre aiònios, aidios y sus respectivos latinos (aeternus, ante tempus, aevum, saeculum ...); asi corno su aplicación — de
orden real ο intencional ο meramente pedagògico — a las
personas divinas ο a las perfecciones dinàmicas del Hijo
(epinoiai en Origenes, aiònes entre gnósticos, dynameis en Filón
y entre filósofos paganos), darfa margen a muchos estudios.
Falta aùn el anàlisis sobre la necesidad ο no de la primera procesión, desde los apologetas hasta los Nicenos. El silencio
de los escritos en punto tan esencial habria que suplirlo por vias indirectas: estudiando v. gr. la connotación del Logos
(resp. del Noùs, Sophia...) a la economia libre. Arrancando del
indispensable Filón, y sin descuidar a Numenio, a los Oràculos
Caldaicos y demàs representantes del sincretismo contempo
ràneo a los prenicenos.
3) Enlace entre el proceso trinitario y el mundo. Se ha de
repristinar — desde sus origenes paganos — la cuestión que tanto molestaba a los Padres, incluido s. Agustfn: tQué hacfa
Dios antes de la creación del mundo? Ireneo no quiso responder a ella. Contestaron en cambio los gnósticos, Origenes, s. Agustfn. Los puntos de vista, muy heterogéneos, dan la medida de las
preocupaciones del momento.
4) Los nombres de Cristo. Interesan aqui por su aplicación a la segunda persona, a nivel divino. tCuàles y cuàntos son?
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,iQué jerarquia hay entre ellos? Fundamental para la teologia de Origenes y de los gnósticos, son también de trascendencia
para la de los apologetas, Ireneo y otros. E1 problema se enreda con la exegesis de versiculos complejos de la Escritura, que relacionan el nombre ο apelativo del Hijo con determinada actividad del Padre, perfectamente situable en el proceso global de la economia.
La tradición de los nombres de Cristo, heredada probable mente de los hebreos por via de testimonia, fué enriquecida por los teólogos cristianos de uno y otro bando. Aparte los
apelativos particulares importa analizar su relación mutua; solo ella denuncia su causalidad y jerarquia, siempre divalente,
por cuanto miran a ambas laderas divina y crea turai (resp. còsmica). El tema seria de particular trascendencia entre los
gnósticos, donde Logos, Sophia, Monogenes y Anthropos recla man otras tantas monografias.
5) El Hijo, revelación del Padre. Es el denominador comùn de los nombres de Cristo, pivote de la propia generacion perso nal, y fundamento de las dos epifanias: humilde, en la Encarna
ción, y gloriosa en la Segunda venida. Lo trinitario, lo cristoló
gico y la soteriologia se juntan en tan simple motivo.
Digase Sabiduria, Verbo ο Imagen del Padre, el Hijo de nuncia — entre los prenicenos
— la nota (personal) de media
ción entre Dios y los hombres: primeramente cognoscitiva, y luego dinàmica, con arreglo a las dos tendencias, del hombre
que mira a Dios, conociéndole mediante Su Imagen; y de Dios
que mira al hombre, en orden a la creación y salvación huma
nas. El Hijo (Verbo y Salvador a la vez) compendia en su per sona la economia de la Salud: cosmogonia, antropologia... escatologia.
Ireneo insiste en la Escritura del A. T. corno revelación pa terna del Hijo. La cristologia analizada sistemàticamente, me diante el anàlisis patristico de los vaticinios, no dio aón los
primeros pasos. A priori el personaje de Abrahàn, patriarca
y profeta de la fe, requiere anàlisis desde Filón hasta s. Am brosio. Y corno gènero literario, tanto las bendiciones de los Patriarcas corno las de Moisés, sistemàticamente perseguidas, polarizarian multitud de elementos.
Entre las formas de revelación del Hijo hay dos cualifìca das: las teofanias, con su doble vertiente, hebrea y griega, de las que la ùltima tendria singular fortuna; y la denominada
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la patrìstica υ el progreso de la teologìa 565
cristologia angélica (Engelchristologie). Ambas, bonitamente
estudiadas, solo requieren perfiles. 6) Creación. La causalidad de las personas divinas a la luz
de las particulas, verbos y términos escriturarios. Exegesis de Gen. 1,1-3 desde los asiàticos y apologetas hasta los cinco tra tados de s. Agustin [c. Manichaeos, Imperfect. liber, Confess. XI-XII. XIII, de Gen. ad liti., de Civ. Dei].
La creación ex nihilo, in sapientia, in Christo en su apli cación al cosmos y a la Iglesia.
Un estudio monogràfico sobre άρχή = Filius, y sobre la divalencia de σοφία, segùn se aplique al Hijo ο al Espiritu Santo, puntualizaria multitud de aspectos y deslindaria las fronteras entre la doble eficacia del Verbo, corno demiurgo y conservador (= Salvador) del mundo.
7) Angeles. Concepción hebraica en los dias de Cristo. Actitud gnostica: solidaridad (fisica) entre àngeles y hombres.
Angelologia de S. Ireneo y Tertuliano: misión subsidiaria en la economia de la (humana) Salud. Los àngeles no hechos a
imagen y semejanza de Dios. Postura de Origenes, montada sobre la igualdad dngel =
hombre. Actitud extrema de s. Agustin: superior siempre el
àngel al hombre.
Ireneo, el màs profundo de todos, indica el definitivo privi legio del hombre sobre los àngeles, en una linea pràcticamente olvidada por Origenes (resp. origenianos y filonianos) y postni cenos (a excepción quizà de s. Hilario).
La angelologia, corno estamento teològico (resp. soterioló
gico), solo valdrà — segùn los asiàticos — para realzar el abismo entre la actual dispensación sobrenatural con centro en la
Salud de la carne, y la posible naturai con centro en la perse verancia del espiritu: entre el hombre ( = materia) exaltado a
Dios, y el àngel, dejado en àngel. Hay aùn mucho que estudiar por caminos ajenos a los de
Werner, Kretschmar y profesionales de la tradición angeloló
gica hebrea. Las preocupaciones agustinianas sobre la creación
de los àngeles (instante y modo) quedan fuera de la perspectiva asiàtica.
8) Los seis dias. Algunos PP. anotaron el simbolismo trini
tario de los tres primeros dias, y el cristológico del cuarto.
A los seis dias se les asignaron tres aspectos: a) uno, obvio,
hacia el primer hombre Adàn; b) otro, tipico, hacia el Segundo
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Adàn; c) otro, simbòlico, hacia Cristo/Iglesia. Todos tres ponen el centro de la creación en Adàn, en Cristo, en la Iglesia.
Los dias del Génesis, f;representan sucesión en el tiempo, ο un gènero literario? La cosa interesó apenas en el siglo II.
Medidas de tiempo, sucesivas, apuntaban las fases de un pro ceso, y anunciaban en compendio los grandes periodos de
tiempo anteriores a los epifanias (humilde y gloriosa) del Hijo en el mundo. El juego entre los dias naturales preliminares al
hombre, y los cósmicos previos a Cristo fué repetidas veces
atestiguado, ya desde los presbiteros del Asia, con fundamento en aquello:
' dies Domini quasi mille anni El Hexaèmeron inicia y résumé, con su alcanze cristológico,
la teologia de la historia. El tema, muy de actualidad, se presta a desarrollos en atención: a) al sentido rectilineo e irreversible de la historia, desde la materia hasta Dios, esto es, desde el
hombre carnai hasta el hombre hecho Dios en carne; b) a la
madurez progresiva, lenta, del hombre (material), desde su infancia divina — incapaz de ver carnalmente al Padre —
hasta su adultez con la vision inmediata; c) a la intervención
paulatina de las tres personas sobre el individuo (y la iglesia humana), educandole a la athanasia: primeramente, del Espiritu Santo (profético); luego, del Verbo encarnado mediante el E.
Santo (de adopción ο filiación); y por ùltimo, del Padre me diante el E. paternal (de visión); d) a los preliminares del dia
séptimo, Sàbado de Dios, milenio de Cristo; y del dia Octavo, eterno, primero y ùltimo, del Padre.
Los aspectos cronológicos, relativos al Milenio, han sido bien examinados. No tanto la teologia de la historia en el indi
viduo, en la carne. Algo ayudaria el contraste con la ideologia
filoniana. Términos corno sarx, soma y gè (— tierra), tan equi vocos corno los estratos a que espontàneamente van referidos,
invitan a otras tantas monografias. Entre los origenianos, con su axioma homo = noùs, y los ireneanos — con el suyo homo =
sarx, corren a nivel paralelo, siempre ambiguo, las categorias de Escritura, al parecer, màs elementales. El prisma de los asiàticos pasa por la carne, el de los alejandrinos por la psique, y el de la gnosis heterodoxa por el pneuma. <;Interfieren alguna vez los planos, ο siguen perpetua e integralmente paralelos?
9) El hombre. Su indole, simple ο doble (mùltiple), ι Dos noticias de una sola creación {Gerì. l,26s.; Gerì. 2,7), ο dos creaciones?
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LA PATRÌSTICA y el progreso de la teologìa 567
La antropologia ofrece muchos aspectos. Exegéticamente
se complica con la declaración, teològicamente capital, de Gen.
1,26; y con el anàlisis de los elementos fisicos que figuran en Gen. 2,7. Agréguese el mètodo adoptado por los PP.: colmar con la antropologia de s. Pablo los vacios (reales ο aparentes) de Moisés. Solo la distinción entre pneuma y —
eή vale una mo
nografia. Falta un estudio serio sobre la naturaleza del barro inicial. Hay multitud de elementos entre los gnósticos recién descubiertos.
El enigma de mayor interés descansa en la aparición del
espiritu, dentro de Adàn, y sus relaciones con el alma y con
la carne. Polarizable en exegesis a 1 Thes. 5,23 da origen al sobrenatural humano, y apunta dos perspectivas antitéticas:
a) la trilogia humana y la triada divina, con la relación entre el
είκών de Gen. l,26s. (resp. 1 Cor. 15,49) y el de Col. 1,15
(resp. 2 Cor. 4,4); b) el hombre inicial y su madurez en Cristo ο en el Cristo total, con la transformación de la primera
όμοίωτις en la unidad ο igualdad ( icότης ), supremo estadio de semejanza divina (en espiritu).
Una vez mas, el cotejo sostenido con las sectas, muy expli
citas en lo antropològico, agranda horizontes.
La linea origeniana se desvia, por prejuicios contra la ma
teria, de la ireneana; e influye desgraciadamente en muchos PP. occidentales, que a las veces reaccionan por instinto. La de s. Ireneo continùa en Tertuliano y se deja sentir, con molestas
interferencias, en s. Hilario.
Atajemos aqui el indice de materias repristinables. Con el drama del Paraiso se multiplicaria
' ad infinitum '. Mortalidad ο inmortalidad, en función del cuerpo, alma, espiritu. Autexou
sia, libertad fisica, y eleutheria en el ejercicio del hombre a nivel normal y divino. Interferencias del Logos en la vida de Adàn. Dualidad de àrboles y su eficacia fisica. Sentido litùrgico de la existencia divina (y angélica) en el Edén. Teologia del
constitutivo humano, en comunidad y separación de sexos.
Mecanismo interior frente a los dos influjos antitéticos del
Logos y de la serpiente. Y mil otras cosas, estudiadas hasta hoy en bloque, ο marginalmente, sin garantias de construcción
firme ni de planteamiento digno. Tales singlaturas, modestamente normativas, no quieren
urgir lo mas perentorio. Personalmente màs seguro que el camino de ' temas ' ο de
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' motivos me parece el de versos ο pericopas: la restitución sistemàtica de la Escritura, leida por los PP., segùn el orden de aparición desde los apostólicos hasta Nicea. Muchos versi culos evocarian zonas de pensamiento, regiones enteras de
nueva vision. Algo se ha hecho en pericopas privilegiadas. Pero
tquién pensò en restaurar verso por verso el libro v. gr. del
Deuteronomio, sefialando con escrùpulo las interferencias con otros libros? La experiencia de anàlogas exploraciones ensena
que tanto corno la critica textual gana la exegesis y la teologia. La novedad sera a veces casi absoluta. Los resultados, mas
sorprendentes que nunca. Las vias de desarrollo, singularmente fecundas. Mas prevengamos ilusiones. La tarea sera de anos.
Requiere muchisimas monografias, homogéneamente orienta
das, al margen de la aplicación inmediata doctrinal. A pesar del instrumentai moderno, distamos leguas del
dominio escriturario de los siglos II y III. Sobre todo, en
profundidad y armonia. Sin distraerse a temas doctrinalmente
anodinos, concentraron sus energias sobre pàginas y libros de
excepción. Y el instinto doctrinal, vitalmente removido en lucha con enemigos de gran agudeza, fué a vaciarse en escritos, ayunos en su mayoria de todo artificio.
Hoy precisa recorrer, mediante el anàlisis, el camino in verso al que siguieron los PP. Animados de su misma fe, desper
taremos sus ideas dotàndolas de nueva vida. Su aplicación a la actual teologia vendrà ο no inmediata; siempre quedaràn sus tesoros en reserva.
En conclusión. A pesar de haberme extendido sobre los
puntos viables de la investigación patristica, no creo en logros inmediatos. El camino sera lento. Primero anàlisis, y muy luego sintesis; solo al fin, su asimilación a la dogmàtica. El ritmo actual corre peligro de entorpecerse. En el peor de los casos, conviene salvar el instinto teològico para prevenir trabajos inùtiles. Yendo de menos a màs, de lo màs a lo menos factible, seria recomendable el camino de las monografias sobre testi monia ο versos de Escritura. No hay miedo de agotar el campo. Y mientras mejor se lieve el anàlisis parcial, mayor firmeza
habrà en las premisas. Iràn enriqueciéndose los tesoros doctri
nales, ο multiplicàndose los puntos de vista, hasta adquirir
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LA PATRÌSTICA V EL PROGRESO DE LA TEOLOGÌA 569
una perspectiva mas autèntica. Sean pocos ο muchos los in
vestigadores de garra, capaces de manipular en hondura y sintesis, habiendo trabajos seguros de anàlisis, no faltaràn ali cientes. Y se evi tara la solución de continuidad en la linea de
mayores exigencias, la dogmàtica, que ante el ambiente enrare cido del mundo, peligra mas que ninguna otra disciplina.
Antonio Orbe, S. I.
SUMMARY
Patristic Theology and theological Progress
Can patristic thought enrich present-day theology — especially
the structures, forms and contente of today's dogmatics? The
author does not intend to discuss this question, even though he
is aware that the exegesis of the Church Fathers — nerve center
of primitive theology — is today often neglected and considered
useless. He assumes that the answer should be affirmative, and
he asks, on this hypothesis, which of the Church Fathers have to
be studied, what part of their writings, and by which methods?
He analyses the actual state of patristic studies, their decay
(which goes along with that of humanistic culture) and the
practical limitations they encounter. The author rejects some
superfìcial approaches and directs his attention towards the adapta
tion of the patristic message to our time.
First of ali, one has to hold fast to the strong, rigorously
dogmatic concerns. Pastoral viewpoints are ambiguous; they are
of value, if at ali, as conclusions that derive spontaneously from
dogmatic premises. The same is to be said about liturgical con
cerns. Passing over a thousand other possible fìelds of research,
one has to go straight to the genuine theologians among the Fathers
(who are few), and, more precisely, to those whose doctrine shows
more depth and has been less explored. Byzantinism has to be
avoided — thongh the author be as inspiring as St. Augustine.
What is byzantine is always byzantine.
The author, then, describes some theological trends that will
offer greater possibilities for research: the Asian, the Alexandrian
before the Council of Nicea, and the Augustinian, in order to
eliminate investigations that would prove unfruitful for dogmatic
theology. The main problem is to discover and to restore in its richness
the lively thought that lies beneath literary formulas in the patristic
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writings. It would be naive to impose upon these works categories
which are ours. Disinterestedness and modesty are the marks of
genuine science. If it is urgent to abandon fields of research that
are exhausted (e. g., ali that concerns Arianism and the great post
nicene heresies), it is even more urgent to put away haste and
hasty methods — for instance discrimination between subject-mat
ters in which we happen to be interested (like pastoral, social,
ecumenical... subjects) and others without actual interest for us.
Abridged methodology and superficial erudition are the enemies of
progress.
By reconstructing in a dispassionate and cautious manner the
dogmatic insights of the most qualifìed Fathers, especially of the
pre-nicene period, one could achieve sure results of high quality.
As to the choice of a fìeld of research, nothing can replace a sure
dogmatic instinct. Even today a relatively large number of mo
nographies are published, the merit of which is out of proportion
to the interest of their content.
When the fìeld of research has been chosen, the question of
method arises. Many analyses of terms and of Scriptural passages
(quotations, allusions ...) will have to be elaborated, before theological « themes » can be discovered. The period wherein the most unex
plored riches can be found extends from the asian Presbyters to
Hippolytus, and Origen. The gnostics should play an important
part. A great number of patristic terms that will prove fruitful for
Biblical studies await monographical studies. These analyses should be followed — after much time, however — by reconstruc
tions of main lines or strata of patristic thought. The author supports his statements by particular examples, and
sets up an inventory of questione able to revitalize old theological
patterns.
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