UNIVERSIDAD DE LOS ANDES
FACULTAD DE HUMANIDADES Y EDUCACIÓN
ESCUELA DE HISTORIA
LA LUCHA ARMADA EN VENEZUELA 1960-1970.
ENSAYO DE CRÍTICA HISTORIOGRÁFICA
Trabajo Especial de Grado para optar al título de: Licenciado en Historia
Autor:
Br. José Miguel Morales Zerpa
Tutor:
Isaac López
Mérida, Junio 2011
II
La mejor contribución a las luchas del pueblo venezolano desde la
perspectiva del análisis del historiador, es el establecimiento de su auténtico
desarrollo, de sus causas, incidencias y logros, más allá del apasionamiento de la
política.
III
AGRADECIMIENTOS
� A mis padres Macarena Zerpa y Jairo Morales.
Por todo el apoyo brindado a lo largo de mi carrera. Sus consejos y
lecciones me ayudaron a mantenerme en pie en los momentos difíciles.
� A mis hermanos Juanita, Jairo, Jaimar y Juan Pablo.
Su preocupación, cariño y aprecio me impulsan a ser mejor.
� A mis compañeros de la Escuela de Historia: Daniel, Marcos, David,
Néstor y Alejandra, (La logia).
Estudiar y compartir con cada uno de ustedes ha sido una de las mejores
experiencias de mi vida. Gracias por todos los consejos y el apoyo
brindado a lo largo de la carrera. Cada uno de ustedes es un ejemplo a
seguir.
� A mi tutor, Isaac López.
Su apoyo, confianza y orientación me han impulsado a crecer
profesionalmente. Gracias por creer en mi y por exigirme cada día más.
IV
INDICE
AGRADECIMIENTOS…...…………………………………………………….II
INTRODUCCIÓN……….…………………………………………………….....1
CAPÍTULO I. PARA UNA CLASIFICACIÓN DE LA BIBLIOGRAFÍA
SOBRE LA LUCHA ARMADA EN VENEZUELA PRODUCIDA ENTRE
1979-2010………..……………………………………………………..…………7
1.1 Testimonios de la guerrilla y la represión………..………………..…..8
1.2 Entrevistas a los combatientes y líderes políticos insurrectos……......10
1.3 Compilaciones Documentales…………………………..…………....11
1.4 Intentos de reconstrucción desde la perspectiva política de los
actores…………...………………………………………………………..13
1.5 Tesis de Grado en la Escuela de Historia de la Universidad de Los
Andes…………..…………………………………………………………15
1.6 Elaboraciones literarias………….......……………………………….17
1.7 Historiografía del tema…………..……………………………..…….18
V
CAPÍTULO II. CARACTERIZACIÓN DE LA HISTORIOGRAFÍA DE LA
LUCHA ARMADA DESARROLLADA EN VENEZUELA.1979-
2010...……….………………………………………………………………...…20
2.1 Intento de comprensión de la subversión armada dentro la dinámica
histórico-política venezolana. La primera reconstrucción tiene sello
extranjero.………….……………..………………………………………20
2.2 Un estudio conciso e ilustrativo sobre causas, desarrollo y derrota de la
Lucha Armada. Contribución de una socióloga al análisis del
conflicto…………….……………..………………….……………….…28
2.3 La historia expuesta desde la perspectiva de los protagonistas. Un
intento de comprensión de la violencia en Venezuela durante los años
sesenta……………………………………………….………………...…33
2.4 Un proceso histórico explicado desde la derrota de la insurrección y su
importancia para la consolidación de la democracia representativa. Interés
de un norteamericano por la historia política nacional..………...…………38
2.5 La validación política del pasado. Reescribir la historia desde la
perspectiva de las voces olvidadas…….………..………...……….……..41
2.6 Rechazo de la aplicación del materialismo histórico a la interpretación
de la realidad venezolana. El análisis tardío de un protagonista del
proceso…………………………….…………………………………………..46
VI
CAPÍTULO III. VALORACIÓN Y DIAGNÓSTICO DE LA
HISTORIOGRAFÍA DE LA LUCHA ARMADA. APORTES Y
DEFICIENCIAS…………………………………………………………...……51
3.1 Necesidad de establecer causas y orígenes…………...................……51
3.2 Limitada preocupación historiográfica por comprender la organización
del movimiento insurreccional……………………………….….……….53
3.2.1 Las Unidades Tácticas de Combate como embrión de la
organización armada……………………………..…………….…54
3.2.2 Ubicación espacial de los Frentes Guerrilleros….……....…55
3.2.3 Operatividad del movimiento guerrillero……...…....……...56
3.2.4 Un factor determinante: las diferencias entre grupos sociales
presentes al interior del conflicto…………………………………57
3.3 Decadencia del movimiento subversivo…….…………....……..……59
3.4 Un tema estudiado exiguamente: importancia del aparato represivo en
el conflicto. ……...…………………….………………………....………62
3.5 Evitar un punto de la trama: la intervención internacional en la
insurgencia………...…………………..………………………………….64
3.6 Valoración y manejo de fuentes……………….…………………..…66
3.7 Historiografía de la Lucha Armada en Venezuela. Valoración de
conjunto……………………………………………………..……….…...70
CONCLUSIONES…………………………………………………..…..74
BIBLIOHEMEROGRAFÍA…………………………………………...77
1
INTRODUCCIÓN
La condición romántica con la cual se narran las remembranzas de la
insurrección vivida en nuestro país en los años sesenta del siglo veinte, la
significativa producción lírica de un grupo de artistas pertenecientes al
movimiento musical conocido como la Nueva Canción Latinoamericana, así
como también el carácter ameno y jocoso de los relatos anecdóticos que llegaron a
través de personas identificadas sentimentalmente con la causa subversiva,
despertaron el interés por comprender un proceso histórico que nunca formó parte
de los programas educativos.
Al comenzar nuestro estudio de pregrado en la Escuela de Historia de la
Universidad de Los Andes, conocimos compañeros que compartían el mismo
interés por el tema. Las numerosas conversaciones sostenidas con profesores
partícipes de la lucha y con otros cuyo interés los llevó a impartir cátedras con
temáticas enmarcadas en el contexto del conflicto, nos impulsó a trasladar
nuestros coloquios a un salón de clases y así comenzar formalmente un estudio
del asunto.
Nuestro interés por analizar la historiografía de la Lucha Armada tiene su
origen en las numerosas y valiosas discusiones sostenidas durante el curso del
seminario titulado “La Lucha Armada en Venezuela. Visión sobre la historia
nacional y el proyecto de país. 1960-1970”, dictado en la Escuela de Historia de
la Universidad de Los Andes por el profesor Isaac López durante los semestres B
2008, y A-B 2009. Al estudiar y analizar las obras contentivas del tema,
observamos además de la abundancia de registros de diversa naturaleza, el escaso
intento de caracterización y valoración general referente a la historiografía de la
lucha armada. Ello nos impulsó a aceptar el reto de realizar una memoria de grado
cuyo fin último es el de contribuir a la visión crítica del asunto.
2
Entendemos en estricto metodológico como Lucha Armada, el conflicto
insurreccional planteado por los sectores políticos de Izquierda venezolanos en la
década que va entre 1960 y 1970 contra el ensayo democrático de los partidos
políticos de predominancia en el momento: Acción Democrática, COPEI y URD.
Uno de los principales teóricos y especialistas en el análisis de la actuación
de la Izquierda en Venezuela, José Rafael Núñez Tenorio explica que la lucha
armada venezolana de los sesenta no tiene formas histórico-concretas, no puede
compararse con la “insurrección popular en el esquema soviético; ni guerra
popular prolongada en la concepción china”, es una simple abstracción de
aquellos conceptos. Por ello, el autor define el término en líneas generales como
“la resistencia parcial de los sectores explotados”, entre ellos: “los habitantes
de los ranchos en los cerros en las grandes ciudades; los campesinos pobres
aledaños a las zonas guerrilleras, y los estudiantes,” estos últimos conformaran
la vanguardia, identificándose como el sector más comprometido en llevar la
lucha tanto en el campo, como en la ciudad.1 Normalmente cuando suele hablarse
de lucha armada, se asocia directamente con guerra de guerrillas, “olvidando que
esta es apenas una de las formas de aquella.” Esta errónea concepción es
producto de la emulación de un discurso político exportado por el liderazgo de la
Revolución Cubana. 2
La Lucha Armada es tal vez uno de los hitos de nuestra historiografía cuyo
abordaje más ha estado signado por la filiación subjetiva de los autores que se han
preocupado por presentar el tema. La mayor parte de ellos tiende a dejarse llevar
por su afinidad política con las ideas, planteamientos y acciones emprendidas por
el sector político tradicionalmente identificado como la Izquierda Insurrecta. Son
pocas los autores que pueden salir incólumes de esta crítica, su identificación con
el discurso de los insurrectos les impide en muchos casos evaluar críticamente el 1 José Rafael Núñez Tenorio: La izquierda y la lucha por el poder en Venezuela. Caracas,
Editorial Ateneo de Caracas, 1979, pp. 115-117. 2 Manuel Caballero: El discurso del desorden. Caracas, Alfadil Ediciones, 1967, pp. 47-51.
En esta obra el autor dedica un apartado a puntualizar el origen de esta errónea concepción, señalando como principal promotor de la misma al máximo líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz.
3
proceso histórico y tienden a observar desde un solo punto de vista el complejo
entramado de hechos que caracterizaron ese proceso.
A pesar de las quejas que señalan la falta de interés hacia el tema, un
acercamiento riguroso nos lleva a constatar la abundancia de bibliografía referida
a la Lucha Armada. Pudiéramos decir sin embargo, que la mayoría de lo escrito
constituye una bibliografía para la justificación, la anécdota y perspectiva político-
personal, el establecimiento de responsabilidades entre combatientes, la
distribución de culpas por la derrota y la diatriba entre antiguos camaradas que
parecen querer establecer la verdad de los hechos en medio de las posiciones
partidistas y de los desencuentros producto de las diversas formas de entender el
compromiso y la tarea revolucionaria en décadas posteriores.
Perseguimos nosotros entonces la difícil tarea de establecer cómo se ha
escrito la historia de la Lucha Armada Venezolana de la década de los sesenta. El
trabajo que hemos realizado se circunscribe en la línea de investigación de los
estudios historiográficos. Entendiendo estos, como el análisis de la actividad
investigativa propia del historiador, así como el producto final de esta labor.3 Es
necesario enfatizar que nos limitaremos aquí especialmente al análisis de la forma
como se ha escrito la historia de la Lucha Armada, constituyendo nuestra tesis una
reflexión acerca del abordaje del tema desde el punto de vista de su
reconstrucción. En otras palabras, analizaremos las características generales
definidoras de dicha historiografía, así como las concepciones y motivaciones
orientadoras de los autores que escribieron acerca de ese proceso histórico,
haciendo hincapié en el análisis del discurso histórico empleado, entendiendo por
discurso histórico el estilo narrativo y descriptivo de la historia, así como el
basamento teórico-metodológico que sustenta el discurso de los autores y que al
mismo tiempo puede ser sometido a un proceso de verificación crítica.4
3Julio Aróstegui: La investigación histórica: teoría y método. Barcelona, Crítica, 2001, p.
27 [primera edición: 1995]. 4Germán Carrera Damas: Metodología y estudio de la historia. Caracas, Monte Ávila
Editores. 1972, pp. 13-30.
4
Nuestra investigación no pretende ser un estudio histórico-historiográfico
que busque un análisis exhaustivo de las fuentes en las cuales se basaron estos
autores para escribir acerca de dicho proceso.5 No pretendemos realizar
comprobación histórica de fuentes debido a que no tenemos acceso a muchas de
ellas, por diversas razones.6
A lo anterior debe sumársele la escasa preocupación existente en nuestro
país por recolectar, clasificar, cuidar, y conservar dentro de las redes bibliotecarias
las publicaciones que se editan a nivel nacional. Tener acceso a esa bibliografía
completa constituye un reto para el investigador. En nuestro caso recurrimos en la
identificación y localización de textos sobre el tema a estudiar, a la búsqueda en
repertorios bibliográficos, catálogos especializados, índices de anuarios y revistas,
revisión de bibliografía y notas de pie de página de obras fundamentales, bases de
datos de bibliotecas y hemerotecas, así como revisión de páginas web.
La bibliografía sobre la Lucha Armada es de difícil consecución, muchos
libros fueron publicados en escasos o clandestinos tirajes, y al ser visto más como
un asunto partidista que histórico no se tendió a resguardar los registros para la
posteridad. Nos hemos limitado a trabajar con la bibliografía a la cual tuvimos
acceso desde nuestra ubicación en la ciudad de Mérida. En primer lugar, la red de
bibliotecas de la Universidad de Los Andes constituyó nuestro medio de acceso
más importante a los textos, en segundo lugar las obras recogidas por algunos
profesores y que forman parte de sus bibliotecas privadas; y en tercer lugar las
diferentes librerías de la ciudad en las cuales compramos diversos títulos
relacionados con la temática. Tanto a las bibliotecas de nuestra universidad, como
a los profesores que nos facilitaron libros, expresamos aquí nuestro sentido
5Ibíd., pp. 89-96. 6 1º En algunos casos son fuentes clandestinas, como panfletos, cartas, documentos que
se encuentran en bibliotecas o archivos privados, o testimonios de personas que han fallecido; 2º En ocasiones son revistas o libros a los que es difícil tener acceso por la poca difusión y escasa recolección que se hizo de ellos; y 3º La limitante del idioma, pues existe una gran cantidad de información escrita en francés, italiano e inglés, mucha de la cual no se localiza en Venezuela.
5
agradecimiento pues sin esos materiales no hubiéramos podido adelantar en la
investigación.7
El objetivo principal de nuestro trabajo es la crítica de la forma en la cual
se ha escrito acerca de este proceso. Un proceso histórico que reflejó las
inquietudes políticas, económicas y sociales de un sector de la población
venezolana el cual manifestó su desacuerdo, inconformidad y decepción con
respecto a la nueva orientación que se le estaba dando a la vida política del país en
la década de los sesenta. Dicho sector suele ser identificado –por comodidad y al
mismo tiempo para no incurrir en un debate poco fructífero- como los partidos
políticos de Izquierda. Empleando el método de estudio histórico (crítica interna y
externa de las fuentes), así como también el análisis del discurso histórico, nos
hemos planteado como objetivo final ofrecer una valoración de conjunto capaz de
sintetizar y abarcar dentro de ciertas categorías elaboradas por nosotros mismos,
las características que han definido a esa historiografía.
No podemos pasar por alto la significativa influencia de la esmerada labor
de recopilación, sistematización, análisis y crítica hechos por el catedrático y
profesor jubilado de la Universidad Central de Venezuela, Germán Carrera Damas
sobre los estudios historiográficos en Venezuela. Sus rigurosas y exhaustivas
investigaciones fueron guía fundamental en la elaboración de nuestra memoria de
grado. Cada una de las críticas, planteamientos y categorías construidas a lo largo
de nuestro estudio, tienen su origen en las numerosas reflexiones hechas por
Carrera Damas en sus trabajos titulados: Historia de la historiografía de
Venezuela (textos para su estudio), en sus dos ediciones la de 1961 y 1985; así
como también el ensayo titulado Historiografía marxista venezolana y otros
temas, 1967; y finalmente el artículo Achicar la sentina de la historiografía
venezolana, 2005. Los contundentes planteamientos y reflexiones hechas en esas
7 Debemos señalar que nuestro trabajo se centra en la revisión de la bibliografía
publicada sobre la Lucha Armada. Sin entrar a considerar la producción contenida en revistas de la especialidad.
6
obras, sirvieron como sustento para la construcción de nuestra crítica
historiográfica referente al tema de la Lucha Armada.
Dentro de la disciplina de la Historia, la crítica historiográfica es una de las
labores que demanda mayor capacidad de observación, sistematización, análisis y
reflexión; tanto así que algunos autores la consideran como una labor que requiere
dedicación exclusiva dentro del campo de la Historia. Es complejo adentrarse en
el ámbito de la investigación desde esta esfera del conocimiento histórico,
transitar dentro de la crítica historiográfica implica necesariamente asumir con
responsabilidad y honestidad la intención con la cual se emiten las afirmaciones,
para evitar incurrir en una ataque vacío, guiado por propósitos viciados que
pretendan difamar la labor de otros escritores.
En modo alguno nuestra intención es desvirtuar el trabajo realizado por
otros historiadores o escritores que se han interesado por investigar el tema de la
Lucha Armada desarrollada en Venezuela durante los años sesenta. Nuestro
propósito es utilizar la crítica historiográfica como herramienta para señalar
aciertos y carencias. Todo ello con el fin de evaluar el grado de resistencia que
puede tener el conocimiento que se ha producido referente al tema. Esperamos
que nuestro trabajo sea un aporte a la necesaria evaluación, sistematización,
estudio serio y responsable de un momento de particular importancia en la historia
contemporánea venezolana.
7
CAPÍTULO I
PARA UNA CLASIFICACIÓN DE LA BIBLIOGRAFÍA SOBRE LA
LUCHA ARMADA EN VENEZUELA PRODUCIDA ENTRE 1979-2010.
La Lucha Armada desarrollada durante la década de los años sesenta del
siglo veinte, constituye uno de los fenómenos históricos más significativos en la
historia nacional, a pesar de la poca importancia que se le ha dado en el panorama
general de la historia de la Venezuela contemporánea. Una importante cuota de
hombres y mujeres comprometidos con la lucha político-insurreccional,
entregaron su capacidad, sueños y hasta su vida, para satisfacer desde su particular
convicción las expectativas creadas con el derrocamiento del general Marcos
Pérez Jiménez en 1958.
Han sido diversas las formas bajo las cuales se ha abordado este proceso
histórico. Una importante cantidad de escritores se han abocado a la
reconstrucción y valoración del mismo. Son numerosos los trabajos que se han
publicado desde los primeros momentos en que se inició el conflicto, el interés
por el esclarecimiento ha sido constante desde entonces y en los últimos años ha
seguido creciendo de manera significativa el catálogo de obras referentes al tema.
Esta marcada preocupación pareciera señalarnos existen zonas oscuras, hechos de
importancia no establecidos, aspectos no dilucidados suficientemente, o episodios
controversiales que requieren una y otra vez ser examinados y expuestos.
Cada cierto tiempo, la rebeldía revolucionaria de los años sesenta,
expresada en la acción guerrillera vuelve a ocupar la escena nacional de acuerdo a
los vaivenes de la política. En la actualidad se ha reavivado el interés como
producto de la necesidad de vincular los orígenes del movimiento político que rige
los destinos del país desde 1998 con aquellos años de lucha violenta que
reflejaron el descontento de un sector de la población, el cual anhelaba cambios
radicales en la estructura del país, anhelos que de acuerdo a intelectuales
8
simpatizantes del gobierno “están siendo reconocidos y satisfechos en el
presente.”8
El permanente crecimiento de la producción, edición y difusión de obras
referentes al tema nos ha obligado a llevar a cabo una exhaustiva revisión,
identificación y clasificación de todo aquello que se ha escrito acerca de la Lucha
Armada en Venezuela. Este fue el primer paso que realizamos, para luego lograr
determinar, basándonos en los criterios de la especialidad como: estudio histórico-
historiográfico, análisis del discurso histórico, método del estudio histórico,
crítica de fuentes y síntesis histórica, que puede ser considerado en estricto como
historiografía del tema.9 En el importante conjunto de bibliografía revisada,
podemos identificar en un intento de clasificación: 1.1 Testimonios de la guerrilla
y la represión, 1.2 Entrevistas a los combatientes y líderes políticos insurrectos,
1.3 Compilaciones Documentales, 1.4 Intentos de reconstrucción desde la
perspectiva política de los actores, 1.5 Acercamiento al análisis de la
confrontación por parte de jóvenes interesados, 1.6 Elaboraciones literarias, y
1.7 Historiografía del tema.
1.1 Testimonios de la guerrilla y la represión: Constituyen las primeras
obras publicadas sobre el tema. Suelen ser identificadas comúnmente
como historiografía, pero de ningún modo lo son.10 El discurso anecdótico
8 Iraida Vargas-Arena: Resistencia y participación. La saga del pueblo venezolano.
Caracas, Monte Ávila Editores, 2007, pp. 179-198. 9 Trabajo que ya veníamos realizando desde el Seminario La lucha armada en Venezuela.
Visión sobre la historia nacional y el proyecto de país. 1960-1970. 10 El testimonio narrado, es un mecanismo del cual se vale el investigador para la
reconstrucción de un hecho o proceso histórico en específico. El narrador o testimoniante constantemente manifiesta su necesidad de dar a conocer una experiencia vivencial específica –un viaje, una enfermedad, un combate, una aventura- que significa en sí misma la versión de la verdad del testigo. Más sin embargo, estos textos suelen carecer de un estudio sistemático, con una metodología definida, con una base argumentativa fuerte que pueda arrojar resultados verificables; aspectos que distinguen a un estudio historiográfico serio. Véase: John Beverley: “Anatomía del testimonio”, en Revista de crítica literaria latinoamericana, 25, Año III (Lima, 1987), pp. 8-16; y también el artículo de Margaret Randall: “¿Qué es, y cómo se hace un testimonio?” en Revista de crítica literaria latinoamericana, 36, Año XVIII (Lima, 1992), pp. 21-45.
9
es el rasgo distintivo del testimonio de la Lucha Armada en Venezuela.
Suele darse un tono de añoranza e idilio a la narración, cargada de
eufemismos para presentar acciones cuestionables; todo ello con el fin de
justificar la actividades llevadas a cabo durante aquellos años y así
reivindicar lo que se considera una gesta desvalorizada. La única fuente de
este tipo de obras es la memoria y remembranza del autor. El catálogo de
testimonios de la subversión es significativo, por ende sólo
mencionaremos los más representativos de este género, entre ellos: José
Vicente Abreu: Las 4 letras, 1969; Efraín Labana Cordero: TO3 Campo
antiguerrillero, 1970; Fabricio Ojeda: La guerra del pueblo, 1970; Jorge
Cardier Álvarez: Guerrilleros, Cazadores y Montañas, 1971; Ángela
Zago: Aquí no ha pasado nada, 1972; Rafael Elino Martínez: Aquí todo el
mundo está alzao!.Caracas, Ediciones El Ojo del Camello, 1973; Antonio
Zamora: Memorias de la guerrilla venezolana, 1974; Diego Salazar:
Después del túnel, 1975; Marcial Rodríguez: Relatos de la revolución,
1976; Argenis Rodríguez: Entre las breñas, 1977; David Esteller:
Weekend en las guerrillas, 1983; Alí Gómez García: Falsas, maliciosas y
escandalosas reflexiones de un ñangara, 1985; Genaro Guaithero Díaz:
Yo, el bandolero, 1993; Antonio Sánchez García y Héctor Pérez Marcano:
La invasión de Cuba a Venezuela. De Machurucuto a la Revolución
Bolivariana, 2007; Fruto Vivas: Crónicas de la rebeldía y el saber
popular, 2008; Hernán Abreu: Memorias del Frente Guerrillero José
Antonio Páez, 2009; Aldemaro Barrios Romero: Memorias desde la
montaña. Crónicas del Frente Guerrillero Ezequiel Zamora, 2010 y
Humberto Vargas Medina: Remembranzas… de un guerrillero de los años
60, 2011.11 Podemos apreciar en la selección anterior como fue una
Con respecto a los mecanismos de los cuales el historiador debe valerse al acercarse a los testimonios, evaluando lo que se dice y se deja de decir dentro de un trabajo testimonial, véase: Léon-E. Halkin: Iniciación a la crítica histórica. Caracas, Ediciones de la Biblioteca de la Universidad Central de Venezuela, traducción y prólogo de Germán Carrera Damas, 1968, pp.56-57. Para el historiador el testimonio –oral o escrito- es una fuente más.
11 José Vicente Abreu: Las 4 letras. Caracas, Editorial Centauro. 1969; Efraín Labana Cordero: TO3 Campo antiguerrillero. Caracas, Ediciones Bárbara, 1970; Fabricio Ojeda: La guerra
10
constante en las décadas posteriores a los hechos la necesidad de los
protagonistas por relatar la verdad de lo acontecido.12
1.2 Entrevistas a los combatientes y líderes políticos insurrectos: Se trata
de obras dirigidas a determinar principalmente las causas, desarrollo y fin
de la insurrección. El interés se centra en obtener el testimonio de los
principales líderes políticos y jefes guerrilleros participantes en el
movimiento. Se intenta recoger los alegatos sobre el origen de la Lucha
Armada, las principales acciones, hechos significativos y polémicos,
políticas y estrategias de acción, influencias externas, vida guerrillera,
contradicciones y proyecciones. Es insistente el tono de justificación,
frustración y penalización de muchas de las declaraciones. Entre las más
significativas, podemos mencionar: Iván Loscher: Todos son izquierda,
1978 (Entrevistas a: Carlos Blanco, Argelia Bravo, Guillermo García
Ponce, Américo Martín, Moisés Moleiro, Héctor Mujica, Luis Beltrán
Prieto Figueroa y José Vicente Rangel); Alfredo Peña: Conversaciones
del pueblo. Caracas, Sde. 1970; Jorge Cardier Álvarez: Guerrilleros, Cazadores y Montañas. Caracas, Impresos Santino, 1971; Ángela Zago: Aquí no ha pasado nada. Caracas, Síntesis Dos mil, 1972; Rafael Elino Martínez: Aquí todo el mundo está alzao!.Caracas, Ediciones El Ojo del Camello, 1973; Antonio Zamora: Memorias de la guerrilla venezolana. Caracas, Síntesis Dosmil, 1974; Diego Salazar: Después del túnel. Editorial Ruptura, 1975; Marcial Rodríguez: Relatos de la revolución. Santa Teresa del Tuy, Talleres Impresos La Vieja, 1976; Argenis Rodríguez: Entre las breñas. Caracas, Producciones Cero Editora, 1977; David Esteller: Weekend en las guerrillas. Caracas, Editorial Fuentes, 1983; Alí Gómez García: Falsas, maliciosas y escandalosas reflexiones de un ñangara. La Habana, Casa de las Américas, 1985; Genaro Guaithero Díaz: Yo, el bandolero. Caracas, Ediciones Centauro, 1993; Antonio Sánchez García y Héctor Pérez Marcano: La invasión de Cuba a Venezuela. De Machurucuto a la Revolución Bolivariana. Caracas, Libros de El Nacional, Colección Ares, 2007; Fruto Vivas: Crónicas de la rebeldía y el saber popular. Caracas, Editorial el perro y la rana, 2008; Hernán Abreu: Memorias del Frente Guerrillero José Antonio Páez. Caracas, Editorial el perro y la rana, Colección Alfredo Maneiro, 2009; Aldemaro Barrios Romero: Memorias desde la montaña. Crónicas del Frente Guerrillero Ezequiel Zamora. Caracas, Instituto Municipal de Publicaciones, 2010; y Humberto Vargas Medina: Remembranzas… de un guerrillero de los años 60. Caracas, Imprenta Nacional. 2011.
12 Entre los años 1980-1981, el periodista Nelson-Luis Martínez, director del “Suplemento Cultural” del periódico Ultimas Noticias, se dedicó a presentar bajo el titulo de “América Latina: La Lucha Armada”, testimonios de principales participantes y opositores en la sublevación venezolana, como: Douglas Bravo, Domingo Alberto Rangel, Edecio Larriva Araujo, Julio Escalona, Héctor Mujica, Juan Lizcano, Juan de Dios Moncada Vidal, Gabriel Puerta Aponte, Argenis Rodríguez, Gustavo Machado, David Nieves, Fredy Muñoz, Pedro Duno, Carlos Andrés Pérez, Doris Francia y Julio Chirinos, entre otros.
11
con Douglas Bravo, 1978; Conversaciones con Américo Martín, 1978;
Conversaciones con Teodoro Petkoff, 1978; y Conversaciones con José
Vicente Rangel 1978; Agustín Blanco Muñoz en sus “Testimonios
Violentos” dedica cuatro libros a la insurrección armada de la década de
los sesenta: La Lucha Armada. Hablan cinco jefes, 1980 (Gustavo
Machado, Pompeyo Márquez, Pedro Ortega Díaz, Guillermo García Ponce
y Teodoro Petkoff); La Lucha Armada. Hablan seis comandantes, 1981
(Elegido Sibada, Luben Petkoff, Anselmo Natale, Luis Correa, José
Vicente Cabezas y Alfredo Maneiro); La Lucha Armada. La izquierda
revolucionaria insurge, 1981 (Domingo Alberto Rangel, Simón Sáez
Mérida, Celso Fortoul, Héctor Pérez Marcano y Jorge Dáger); La Lucha
Armada. Hablan tres comandantes de la izquierda revolucionaria, 1982
(Moisés Moleiro, Lino Martínez y Américo Martín); Alberto Garrido: La
historia secreta de la revolución bolivariana, 2000 (Entrevistas a: Douglas
Bravo, William Izarra y Francisco Prada); y Rafael Rossell: Para que la
memoria no se pierda, 2008 (Entrevista a integrantes del Frente
Guerrillero José Leonardo Chirinos).13 Ante la dispersión y
desorganización de fuentes documentales, las entrevistas a los
participantes se han convertido en los documentos imprescindibles para
tratar la Lucha Armada, las formulaciones de los excombatientes son
criterio de autoridad incontrovertible para exponer el tema.
1.3 Compilaciones Documentales: Son obras de menor producción y
difusión en comparación con los testimonios y las entrevistas. Sin 13 Iván Loscher: Todos son izquierda. Caracas, Libros Tepuy, 1978. Alfredo Peña:
Conversaciones con Douglas Bravo. Caracas, Editorial Ateneo de Caracas, 1978; Conversaciones con Américo Martín. Caracas, Editorial Ateneo de Caracas, 1978; Conversaciones con José Vicente Rangel. Caracas, Editorial Ateneo de Caracas, 1978; Agustín Blanco Muñoz: La Lucha Armada. Hablan cinco jefes. Caracas, Universidad Central de Venezuela, 1980, La Lucha Armada. Hablan seis comandantes. Caracas, Universidad Central de Venezuela, 1981, La Lucha Armada. La izquierda revolucionaria insurge. Caracas, Universidad Central de Venezuela, 1981, La Lucha Armada. Hablan tres comandantes de la izquierda revolucionaria. Caracas, Universidad Central de Venezuela, 1982; Alberto Garrido: La historia secreta de la revolución bolivariana. Mérida, Editorial Venezuela, 2000; y Rafael Rossell: Para que no se pierda la memoria. Coro, Fondo Editorial Servando Garcés. 2008
12
embargo, las compilaciones de documentos constituyen un gran aporte
para la labor propia del historiador, aunque no han sido trabajadas
suficientemente. En ellas encontramos documentos clandestinos emitidos
por los insurrectos y capturados por los entes gubernamentales. Es decir,
hasta ahora los documentos publicados son la expresión de uno de los
sectores involucrados en la confrontación, faltando la versión de los
instrumentos operacionales del gobierno. Las compilaciones contienen
diferentes tipologías documentales: Boletines internos del Partido
Comunista de Venezuela (PCV) y del Movimiento de Izquierda
Revolucionaria (MIR), Informes de actividades guerrilleras, Informes
sobre la Situación Política Nacional, Normas Generales de Seguridad,
Acuerdos de Tribunales Revolucionarios, Listas de Militantes,
Resoluciones de los Plenum, Instrucciones a Grupos Liceístas,
Instrucciones para la Fabricación de Explosivos, Circulares, Cartas,
Memorándums y Ordenes a los Frentes Guerrilleros, entre otras. Son
fuentes indispensables para el trabajo de reconstrucción histórica. Dentro
de este grupo podemos señalar: Venezuela y Cuba. Rompimiento de
relaciones. Respaldo nacional, 1961; Biblioteca de Documentos
Históricos. Aportes a la historia del PCV, 1971; Luis Vera Gómez: La
subversión armada 1964-1967 en sus documentos, 2005; Comité Cubano
de solidaridad con Venezuela: Argimiro Gabaldón: héroe de la Venezuela
en armas, 2006; y Eva Moreno Bravo: Documentos del movimiento
revolucionario venezolano 1960-1979, s.f.14 Es importante señalar como
parte de la vindicación de la Lucha Armada realizada por el actual
gobierno venezolano la puesta en valor, organización y acceso de
14 Venezuela y Cuba. Rompimiento de relaciones. Respaldo nacional. Caracas, Imprenta
Nacional, 1961; Biblioteca de Documentos Históricos. Aportes a la historia del PCV. Maracaibo, 1971. (La crisis del movimiento comunista venezolano y sus causas); Luis Vera Gómez: La subversión armada 1964-1967 en sus documentos. Caracas, Colección Tiempo Vigente, Editorial Fundación Rómulo Betancourt, 2005; Comité Cubano de solidaridad con Venezuela: Argimiro Gabaldón: héroe de la Venezuela en armas. Caracas, Fundación Editorial el perro y la rana. Colección Alfredo Maneiro, 2006; y Eva Moreno Bravo: Documentos del Movimiento Revolucionario Venezolano 1960-1979. Caracas, Ministerio del Poder Popular para la Cultura-Asamblea Nacional, Serie Archivo de la Revolución, Fondo Documental del Pueblo Nº 1. S.f.
13
importantes fuentes documentales como las del Archivo del Partido
Comunista de Venezuela en la Colección Libros Raros y Manuscritos de la
Biblioteca Nacional y el Subfondo Archivo de la Revolución, Fondo
Documental del Pueblo (1936-2008) del Archivo General de la Nación.
Esos fondos documentales esperan por el trabajo constante, sistemático y
serio del historiador profesional.15
1.4 Intentos de reconstrucción desde la perspectiva política de los
actores: Este tipo de estudios constituyen la manifestación de crítica desde
el punto de vista político a los hechos acaecidos durante el período
cronológico en el cual se encuentra enmarcado nuestro tema de estudio.
Son obras marcadas por la explicación y reflexión de un acontecimiento
histórico, evaluado básicamente desde el punto de vista político-
ideológico, limitándose a la descripción del papel que jugaron los partidos
y la interpretación que estos dieron del panorama del país durante los
sesenta. Este tipo de trabajo suele incurrir en el marcado ataque y la
descalificación hacia aquellos que en algún momento fueron sus aliados y
15 El Archivo del Partido Comunista de Venezuela en la Colección de Libros Raros y
Manuscritos de la Biblioteca Nacional consta de 42 cajas de documentos “que reúnen importante información sobre este partido en Venezuela desde su fundación hasta pasado los años 80.” El archivo contiene documentos de los principales líderes de la organización, discursos, propaganda electoral, denuncias, informes de plataformas organizativas, carteles, volantes, fotografías, periódicos y revistas nacionales e internacionales. Gabriel Saldivia, encargado de la colección en Biblioteca Nacional, señala que: “Se (sic) revisamos otras cajas de este archivo nos encontramos con una serie de documentos fotocopiados relativos a la insurrección o guerrillas que se dieron en Venezuela a partir de la década de los 60.” Tomado de: Blog: http://manuscritosantiguos.blogspot.com/. En el Archivo General de la Nación se contabilizan un total de 40.000 documentos del Subfondo Archivo de la Revolución, que contienen entre otros temas: Lucha Armada (1960-1990), Juventudes Políticas (1936-2008), Asesinatos en la represión de la Lucha Armada (1960-1990), Publicaciones sobre discusiones teórico-ideológicas(1936-2008), Corrientes Progresistas en las FAN (1936-2007) y Rebeliones Cívico-militares (1936-2008). Para un seguimiento de la tendencia presente de apropiación de la Lucha Armada por el gobierno venezolano actual ver de Rafael Ramón Castellanos: Hugo Chávez Frías y la Revolución Bolivariana. Bibliografía. Caracas, Fundación Editorial el perro y la rana, 2010. Ver también diferentes documentales producidos para las televisoras estatales como: “Víctimas de la democracia” u otros dedicados a presentar la vida guerrillera de personajes como Argimiro Gabaldón, Fabricio Ojeda o Argelia Laya.
14
años después –formando parte de otras organizaciones políticas derivadas
de la fragmentación- son considerados rivales o enemigos. Reiteramos,
son trabajos afianzados en el aspecto político de la Lucha Armada, no
desde el punto de vista del rescate de la historia política, sino en la
narración y análisis de los hechos desde el punto de vista partidista. Estos
libros pueden estar dirigidos totalmente al análisis de la Lucha Armada o
contener partes, capítulos o fragmentos dedicados a ello. Entre los trabajos
que inscribimos en esta perspectiva tenemos: Guillermo García Ponce:
Política y clase media, 1966; Teoría política y realidad nacional, 1967;
Relatos de la lucha armada (1960-1967). Primer libro. La insurrección
(1960-1962), 1977; Pompeyo Márquez: Reforma o revolución, 1968;
Alfredo Maneiro: Notas Negativas, 1971; Antonio García Ponce: Juventud
y polémica, 1970; Teodoro Petkoff: Socialismo para Venezuela, s.f.; José
Rafael Núñez Tenorio: Venezuela y la Revolución Socialista, 1976; En
defensa de la Rebelión, 1979; La izquierda y la lucha por el poder en
Venezuela, 1979;; Moisés Moleiro: La izquierda y su proceso, 1977; El
Partido del Pueblo, 1978; Américo Martín: El Estado soy yo, 1977;
Radamés Larrazabal: La vía del socialismo en Venezuela… o proceso a
Petkoff, 1977; Pastor Heydra: La izquierda una autocrítica perpetua. (50
años de encuentros y desencuentros del marxismo en Venezuela), 1981;
Steve Ellner: De la derrota guerrillera a la política innovadora, 1989;
Gilberto Mora Muñoz: El MIR y la insurrección de los 60, 2009; Miguel
Ángel Paz: Douglas Bravo o la utopía alternativa. Crónica política
venezolana, 2010; y Arpad Bango Stagel: La subversión marxista en
Venezuela 1959-1974. Sde.16
16 Guillermo García Ponce: Política y clase media. Caracas, 1966, Teoría política y
realidad nacional. Caracas, La Muralla, 1967; Relatos de la lucha armada (1960-1967). Primer libro. La insurrección (1960-1962). Valencia, Vadell Hermanos, 1977; Pompeyo Márquez: Reforma o revolución. Caracas, Sde, 1968; Alfredo Maneiro: Notas Negativas. Caracas, Editorial Venezuela. 1971; Antonio García Ponce: Juventud y polémica. Caracas, 1970; Teodoro Petkoff: Socialismo para Venezuela. Editorial Fuentes. S.f.; J. R. Núñez Tenorio: Venezuela y la Revolución Socialista. Caracas, Universidad Central de Venezuela, 1976; En defensa de la Rebelión. Caracas, Universidad Central de Venezuela, 1979; La izquierda y la lucha por el poder en Venezuela. Caracas, Editorial del Ateneo de Caracas, 1979; Moisés Moleiro: La izquierda y su proceso. Caracas, Ediciones
15
1.5 Tesis de Grado en la Escuela de Historia de la Universidad de Los
Andes: En este apartado incluimos los trabajos realizadas por estudiantes
de la Escuela de Historia de la Universidad de Los Andes. Son estudios
inéditos –desconocemos la publicación de alguno de ellos-, pero los hemos
incluidos debido a que son investigaciones producto del interés y esfuerzo
realizado por jóvenes que cursaron cátedras y seminarios en los cuales
estudiaron conflictos similares al de la Lucha Armada. Entre estas
materias y seminarios tenemos: “Derechos Humanos y represión en
América Latina (1960-1990). Casos de Argentina, Chile, Guatemala y
Uruguay”, materia optativa dictada por el profesor Rafael Rossell, y
“Crisis política y violencia en Venezuela: La prensa nacional 1959-
1964”, dirigida por el profesor Guillermo Matera. Otros interesados en la
Escuela de Historia de la ULA por el tema de la Lucha Armada han sido
Julio Cesar Tallaferro y Alirio Liscano.17 Las tesis de grado –elaboradas a
partir de esas cátedras- se caracterizan por una evidente identificación con
el discurso y las acciones llevadas a cabo por los insurrectos. Los autores
no logran ocultar su simpatía por la gesta heroica de la guerrilla. Sin
embargo, son trabajos que ofrecen afirmaciones de interés referentes al
tema afincadas en testimonios de protagonistas principales; se persigue
ofrecer semblanzas generales sobre el proceso, vinculaciones entre las
propuestas políticas de los años sesenta y finales de los noventa o analizar
las visiones sobre la insurgencia presentadas por diarios y revistas de la
Centauro, 1977; El Partido del Pueblo. Caracas, Vadell Hermanos, 1978; Américo Martín: El Estado soy yo. Caracas, Vadell Hermanos, 1977; Radamés Larrazabal: La vía del socialismo en Venezuela… o proceso a Petkoff. Caracas, Talleres Gráficos Río Orinoco, 1977; Pastor Heydra: La izquierda una autocrítica perpetua. (50 años de encuentros y desencuentros del marxismo en Venezuela). Caracas, Universidad Central de Venezuela, 1981; Steve Ellner: De la derrota guerrillera a la política innovadora. Caracas, Monte Ávila Editores, 1989; Gilberto Mora Muñoz: El MIR y la insurrección de los 60. Valencia, Alcaldía Bolivariana de Valencia, 2009; Miguel Ángel Paz: Douglas Bravo o la utopía alternativa. Crónica política venezolana. Maracaibo, Imprenta del Estado Zulia, 2010; y Arpad Bango Stagel: La subversión marxista en Venezuela 1959-1974. Sde.
17 Aunque los profesores mencionados no han dictado materias en la Escuela de Historia sobre esta temática fueron testigos y participantes en hechos relacionados con la Lucha Armada, han disertado en espacios públicos sobre el tema y fueron invitados en el seminario que dio origen a este trabajo.
16
época. La mayoría de las fuentes utilizadas son de carácter secundario, en
especial buena parte de las entrevistas publicadas de los ex guerrilleros,
intentos de reconstrucción desde la perspectiva política, y relatos
ficcionales. Las memorias de grado de la Escuela de Historia de la
Universidad de Los Andes referidas a la Lucha Armada son: Elizabeth
Ceballos Pérez y Sonia Daniela Flores Pérez: Venezuela: lucha guerrillera
y pacificación (1958-1969),1996; Humberto Torres y María Isolina
Vielma: La izquierda venezolana: de la derrota armada en los años 60, al
triunfo electoral de los 90, 1999; Lizmary Rosales Mora y Yolimar E.
Santiago: Crisis y violencia política en Venezuela, a través del diario
Últimas Noticias para los años de 1959-1964, 2008; y Jesús Egberto
Espinoza: El proceso de pacificación del conflicto armado en Venezuela:
Un intento de comprensión a través de la revista Élite (1969-1971),
2009.18 Los profesores que dictaron las materias de las cuales se
originaron estos trabajos o se dedicaron a investigar sobre el llamado
período violento fueron participantes de la confrontación armada o
pertenecen a la generación que vivió el ardor de aquella lucha.19
18 Elizabeth Ceballos Pérez y Sonia Daniela Flores Pérez: Venezuela: lucha guerrillera y
pacificación (1958-1969). Mérida, Universidad de Los Andes, Escuela de Historia, 1996; Humberto Torres y María Isolina Vielma: La izquierda venezolana: de la derrota armada en los años 60, al triunfo electoral de los 90. Mérida, Universidad de Los Andes, Escuela de Historia, 1999; Lizmary Rosales Mora y Yolimar E. Santiago: Crisis y violencia política en Venezuela, a través del diario Últimas Noticias para los años de 1959-1964. Mérida, Universidad de Los Andes, Escuela de Historia, 2008; Jesús Egberto Espinoza: El proceso de pacificación del conflicto armado en Venezuela: Un intento de comprensión a través de la revista Élite (1969-1971). Universidad de Los Andes, Escuela de Historia, 2009.
19 Es necesario señalar que los estudiantes de la Escuela de Historia de la Universidad Central de Venezuela también han elaborado algunas memorias de grado cuyo contexto se enmarca en dentro del desarrollo de la Lucha Armada, sin embargo, ese no es el tema principal de investigación de esos trabajos. Lo cual nos hace pensar que existe un escaso interés dentro de esa Escuela por estudiar el tema, al menos eso se desprende de la revisión del catálogo de las tesis elaboradas entre 1975 y 2006, el cual fue publicado en el Nº 93 de la revista Tierra Firme. Entre estas tesis de grado podemos mencionar: Fernando A. Odúber: 23 de Enero de 1958: La actuación teórica-práctica del P.C.V., en el proceso de tránsito de la dictadura a la democracia burguesa. 1979; Julián Gerardo Rodríguez Barazarte: Aspectos de las relaciones internacionales entre Venezuela y Cuba 1959-1974. 1988; y Carmen Xiomara Marín: El rostro anticomunista de Rómulo Betancourt. 1991. En la Maestría en Historia de la Universidad Católica Andrés Bello podemos localizar trabajos presentados como los de Libertad Olivo: La violencia en Colombia y la guerrilla Venezolana (análisis comparativo 1960-1985), 1988; José Salím Ynatti: El mensaje de la
17
1.6 Elaboraciones literarias: Son construcciones ficcionales o
investigaciones sobre los años de tomar el cielo por asalto. Las novelas y
cuentos rescatan el ambiente, la efervescencia juvenil, la protesta, las
modas, la música, la rebeldía generacional y la frustración de la derrota.
Podemos mencionar entre las obras ambientadas en el contexto del
conflicto: Argenis Rodríguez: Donde los ríos se bifurcan, 1965; Domingo
Alberto Rangel: La revolución de las fantasías, 1966; Los héroes no han
caído, 1978; Adriano González León: País portátil, 1969; Victoria Di
Steffano: El desolvido, 1970; Domingo León: La difícil tarea, 1973;
Fernando Márquez: Este combate no se decide todavía, 1973; Eduardo
Liendo: Los topos, 1975; Clara Posani Los farsantes, 1976; Manuel
Vicente Magallanes: El signo de las sombras, 1978; José Ochoa: La pipa y
el gavilán, 1982; Antonieta Madrid: No es tiempo de rosas rojas, 1983; y
Luciano Jiménez Capote: FALN 15306. Novela de una década violenta,
1996.20 Orientadas a comprender la producción literaria relacionada con la
lucha armada, existen trabajos dirigidos a estudiar las características del
discurso empleado por los autores, partiendo de categorías de análisis
propias de la literatura para lograr definir los rasgos distintivos de este tipo
de obras. Se trata de investigaciones en las cuales la interpretación y
Izquierda en la historia del comportamiento electoral de los partidos venezolanos: 1958-1983. Un enfoque sistemático y cuantitativo, 1988; y Alfredo José Weber: Proyecto de historia oral. Personaje entrevistado: José Vicente Rangel, 1989. Suponemos que tanto en maestrías como en doctorados de otras universidades del país también se aborde el tema. De interés también seguir los trabajos de ascenso de los profesores. En todo caso parece notorio el interés desde las casas de estudios superiores venezolanas por el proceso de la Lucha Armada.
20 Argenis Rodríguez: Donde los ríos se bifurcan, Caracas, Ediciones Librería Destino, 1965; Domingo Alberto Rangel: La revolución de las fantasías, Caracas, Ediciones Ofidi, 1966; Los héroes no han caído, Valencia, Vadell Hermanos, 1978; Adriano González León: País portátil, Barcelona, Editorial Seix Barral, 1969; Victoria Di Steffano: El desolvido, Caracas, Ediciones Barbara, 1970; Domingo León: La difícil tarea, Caracas, Fondo Editorial Salvador de La Plaza, 1973; Fernando Márquez: Este combate no se decide todavía, Caracas, Editorial Fuentes, 1973; Eduardo Liendo: Los topos, Caracas, Monte Ávila Editores, 1975; Clara Posani Los farsantes, Caracas, Editorial Fuentes 1976; Manuel Vicente Magallanes: El signo de las sombras, Caracas, Publicaciones Españolas, C.A., 1978; José Ochoa: La pipa y el gavilán, Caracas, Publicaciones SELEVEN, 1982; Antonieta Madrid: No es tiempo de rosas rojas, Caracas, Monte Ávila Editores, 1983; y Luciano Jiménez Capote: FALN 15306. Novela de una década violenta, Caracas, 1996.
18
reflexión respecto al hecho histórico ocupa un lugar secundario. Entre
estos trabajos podemos mencionar a: Orlando Araujo: Venezuela violenta,
1968; Alfredo Chacón: La Izquierda cultural venezolana, 1971; Julio
Miranda: Proceso a la narrativa venezolana, 1975; Lancelot Cowie:
Fuegos de resistencia, 2000; y Vanessa Alexandra Alvarado: El discurso
testimonial de la guerrilla venezolana de los años sesenta en Entres las
breñas (1964) de Argenis Rodríguez, Aquí no ha pasado nada (1972) de
Ángela Zago y Los topos (1975) de Eduardo Liendo, 2006.21
1.7 Historiografía del tema: Son todas aquellas investigaciones en las
cuales el método de estudio histórico funge como elemento orientador del
trabajo realizado. Es decir, hay el empleo de la crítica interna y externa de
las fuentes, así como la utilización de un aparato teórico que sustenta las
afirmaciones dentro del discurso y cuyo resultado es lo que algunos
autores suelen llamar la síntesis o explicación más adecuada del producto
final de la investigación.22 Los textos que podemos clasificar en esta
categoría son los de: Luigi Valsalice: La guerrilla castrista en Venezuela y
sus protagonistas. 1962-1969, 1979; Elena Plaza: Historia de la lucha
armada en Venezuela (1960-1969), 1978; Luz Coromoto Varela: Génesis
de una derrota: análisis de los hechos, condiciones e ideas que originaron
la Lucha Armada en Venezuela, (1958-1964), 1995; Micheal Tarver: El
fracaso de un sueño. Un breve análisis de la insurgencia en Venezuela,
1960-1968, 2004; Pedro Pablo Linárez: La Lucha Armada en Venezuela.
Apuntes sobre guerra de guerrillas venezolanas en el contexto de la 21 Orlando Araujo: Venezuela violenta, Caracas, Distribución Ediciones Esperides, 1968;
Alfredo Chacón: La Izquierda cultural venezolana, Caracas, 1971; Julio Miranda: Proceso a la narrativa venezolana, Caracas, Universidad Central de Venezuela, 1975; Lancelot Cowie: Fuegos de resistencia. Mérida, Talleres Gráficos de la Universidad de Los Andes, 2000; y Vanessa Alexandra Alvarado: El discurso testimonial de la guerrilla venezolana de los años sesenta en Entres las breñas (1964) de Argenis Rodríguez, Aquí no ha pasado nada (1972) de Ángela Zago y Los topos (1975) de Eduardo Liendo. Universidad de Los Andes, Escuela de Letras, 2006 (Tesis de Grado).
22 Ciro Cardoso: Introducción al trabajo de la investigación histórica. Conocimiento, método e historia. Barcelona, Crítica, 1982, pp. 186-194; Léon-E. Halkin: Iniciación a la..., pp. 77-80.
19
Guerra Fría (1959-1979) y el rescate de los desaparecidos, 2006 y
Antonio García Ponce: Sangre, locura y fantasía. La guerrilla de los años
60, 2010.23 Estos seis trabajos constituye en estricto los intentos más serios
y dedicados a la reconstrucción y análisis histórico de la Lucha Armada en
Venezuela.
El objetivo que pretendemos alcanzar en los próximos capítulos, es el de
caracterizar la forma bajo la cual se ha escrito dicha historiografía, señalando los
aportes y deficiencias de cada obra, para culminar con una valoración de conjunto.
Al ser un problema político de principal importancia para América Latina,
suponemos la abundancia –como en el caso venezolano- de obras referidas al
tema de las insurrecciones armadas de los años sesenta y setenta en todo el
continente. Interesante sería plantearse un trabajo similar a este para el resto de los
países de Latinoamérica.24
23 Luigi Valsalice: La guerrilla castrista en Venezuela y sus protagonistas. 1962-1969.
Caracas. Ediciones Centauro, 1979. [Primera edición 1973 publicada en italiano bajo el siguiente título: Guerriglia e politica. L`esempio del Venezuela (1962-1969)]; Elena Plaza: Historia de la Lucha Armada en Venezuela (1960-1969). Caracas, Centro Gumilla, 1978; Luz Varela: Génesis de una derrota: análisis de los hechos, condiciones e ideas que originaron la Lucha Armada en Venezuela (1958-1962). Mérida, Universidad de Los Andes, Escuela de Historia, 1995 (Trabajo de Ascenso); Micheal Tarver: El fracaso de un sueño. Un breve análisis de la insurgencia en Venezuela, 1960-1968. Mérida, Universidad de Los Andes –Consejo de Publicaciones, 2004; Pedro Pablo Linárez: La Lucha Armada en Venezuela. Apuntes sobre guerra de guerrillas venezolanas en el contexto de la Guerra Fría (1959-1979) y el rescate de los desaparecidos. Caracas, Ediciones de la Universidad Bolivariana de Venezuela, 2006 (Colección Historia y Pensamiento Político Venezolano Contemporáneo); y Antonio García Ponce: Sangre, locura y fantasía. La guerrilla de los años 60. Caracas, Libros Marcados, 2010. Existe un trabajo escrito desde la Universidad Bolivariana de Venezuela (UBV) que no logramos consultar y tampoco tenemos información acerca del autor. Sin embargo, haremos referencia a la ficha bibliográfica del mismo a la cual tuvimos acceso a través de internet, para el conocimiento del lector acucioso. Se trata de: Octavio Beaumont Rodríguez: ¿Por qué fue derrotada la lucha armada en Venezuela: 1960-1970? Caracas, Universidad Bolivariana de Venezuela, 2007.
24 Solamente como una pequeña muestra ver: Hilda Gadea: Che Guevara. Años decisivos. México, Aguilar. 1972; Regis Debray: La guerrilla del Che. México, Editorial Siglo XXI, 1985; Ernesto Guevara: “Pasajes de la guerra revolucionaria”. En: Escritos y discursos. La Habana, Editorial Ciencias Sociales, Tomo II, 1977; Ernesto Guevara Lynch: Mi hijo el Che. Madrid, Editorial Planeta, 1981; Haydée Santamaría: Haydée habla de Moncada. La Habana, Editorial Ciencias Sociales, 1978; Gerard Pierre-Charles: El Caribe a la hora de Cuba. La Habana, Casa de las Américas, 1981; Fernando Pérez Valdez: Corresponsales de guerra. La Habana, Casa de las
20
CAPÍTULO II
CARACTERIZACIÓN DE LA HISTORIOGRAFÍA DE LA LUCHA
ARMADA DESARROLLADA EN VENEZUELA. 1979-2010
Luego de haber clasificado la bibliografía relativa a la Lucha Armada de
los sesenta en Venezuela, presentamos a continuación el análisis del contenido de
cada una de las obras desde los lineamientos de la crítica historiográfica. Nuestro
objetivo en este capítulo es el de ofrecer una síntesis explicativa del contenido de
estas obras, los alcances y limitaciones que cada uno de los autores presentan en
sus respectivas investigaciones, así como también la resistencia que estos trabajos
pueden ofrecer ante la crítica.
1. Intento de comprensión de la subversión armada dentro la dinámica
histórico-política venezolana. La primera reconstrucción tiene sello
extranjero.
Siendo la primera obra editada que intenta hacer una reconstrucción
histórica acerca del movimiento armado que surge como la manifestación de la
inconformidad de los partidos políticos de la izquierda, el estudio presentado por
el diplomático italiano Luigi Valsalice constituye una de las investigaciones más
completas y mejor elaboradas con respecto al tema en cuestión. La obra parece
Américas, 1981; Omar Cabezas Lacayo: La montaña es algo más que una simple estepa verde. La Habana, Casa de las Américas, 1982; Ernesto Guevara. Mi primer gran viaje: de la Argentina a Venezuela en motocicleta. Buenos Seix Barral, 1994. Un somero acercamiento a la producción de gestas revolucionarias como la cubana, la colombiana o la nicaragüense indican la magnitud de una tarea de este tipo.
21
responder al interés de los “intelectuales progresistas” europeos por comprender
la dinámica política de América Latina.
Es un trabajo destacado por su afán de presentar las causas y motivaciones
que impulsaron las acciones “terroristas” llevadas a cabo durante la década de los
sesenta. El autor intenta explicar desde la perspectiva del análisis sociológico el
movimiento guerrillero de derivación castrista en Venezuela, exponiendo una
serie de afirmaciones bastante interesantes con respecto a los hechos que
identificaron aquel período histórico, sin embargo, algunas de ellas carecen de una
argumentación clara, no son sustentadas adecuadamente y por ende no pueden ser
aceptadas como una explicación factible de dichos acontecimientos. 25
Debemos confesar que no poseemos la suficiente información con respecto
a los orígenes, trabajos publicados y estudios realizados de este autor, para
nosotros ha sido sumamente difícil encontrar datos confiables con respecto al
mismo. Sólo sabemos que el nombre con el cual aparece publicado la
investigación es un seudónimo.26
El manejo de diversas fuentes sustenta la investigación llevada a cabo por
el autor. Entre ellas: 1) Fuentes documentales clandestinas, principalmente
documentos del PCV y el MIR; y algunas cartas de los dirigentes guerrilleros,27 2)
Fuentes hemerográficas en las cuales se encuentran declaraciones emitidas por los
comandantes guerrilleros a periódicos como El Nacional, El Clarín, Últimas
Noticas, El Universal, La Verdad, La República, La Esfera, La Tarde; y
semanarios como Elite, Momento, Qué y Venezuela Gráfica; así como las revistas
francesa La Nouvelle Revue Internationale y Révolution, y la estadounidense 25Luigi Valsalice: La guerrilla castrista en Venezuela…, p. 3. 26Creemos que dicho seudónimo, constituye un mecanismo de defensa para proteger la
identidad del autor, debido a que participó como diplomático durante los años sesenta. No sabemos exactamente el cargo que desempeñó. Presumimos que el autor prefirió recurrir a la seguridad del anonimato, tomando en cuenta que el conflicto armado no había concluido para el momento en el cual publicó el texto por primera vez. Todavía existían en los setenta, algunos elementos radicalizados que insistían en sostener el conflicto armado como el Frente Guerrillero Antonio José de Sucre y Bandera Roja. Parte de esta información la obtuvimos vía telefónica por José Agustín Catalá, encargado de Ediciones Centauro.
27 Ibíd., pp. 17, 27, 37, 39, 43, 45, 66.
22
Problem of Comunism; y 3) Obras con un enfoque político y otras de carácter
testimonial.28 Sin embargo en nota preliminar a la obra, el autor aclara que no
logró obtener acceso a fuentes oficiales de carácter confidencial o archivos
estatales, de interés para el tema.29
Valsalice estructura su investigación en función de ocho capítulos,
anexando al final unas breves notas biográficas acerca de los protagonistas más
reconocidos del movimiento armado. El primer capítulo titulado guerrilla y
acción política es el más profuso intento de explicación de las condiciones y
motivaciones que impulsaron a llevar a cabo la insurrección.
Revisando los escritos referentes a tres teóricos y promotores de los
movimientos revolucionarios: Vladímir Ilich Uliánov (Lenin), Mao Tse-tung y
Ernesto Guevara, el autor intenta dar una explicación de los supuestos teóricos
que sustentaban el movimiento armado venezolano, señalando algunas de las
desviaciones o incongruencias en las cuales incurrían los líderes guerrilleros del
país al momento de interpretar dichas obras.30
Los capítulos II y III se intitulan La primera etapa de la guerrilla (1962-
1963) y La guerrilla en su etapa de disolución política (1964-1969). En el
primero se mencionan las acciones iniciales de carácter espectacular y
propagandista llevadas a cabo por las organizaciones de insurgentes,
principalmente las Unidades Tácticas de Combate (UTC). Entre ellas el secuestro
de un avión para lanzar volantes sobre la ciudad de Caracas,31 el asalto a oficiales
de policía, ocupación de El Hatillo, ataque al depósito de Transportes Militares en
28 Citados por Valsalice: Rómulo Betancourt: Venezuela: política y petróleo. México,
1956; Antonio García Ponce: Juventud y polémica. Caracas, 1970; Guillermo García Ponce: Política y clase media. Caracas, 1966; y Fabricio Ojeda: La guerra del pueblo. Caracas, 1970.
29Ibíd., p. 5. 30Ibíd., pp. 14-15;17-18. 31 Dicha acción es conocida como la Operación Livia Gouverneur, en ella participaron
cinco jóvenes identificados como José Bosque Figueroa, Antonio Paiva Reinoso, Hilmar Bracamonte, Efraín León Ascanio y Rubén Palma. Véase: Guillermo García Ponce: Relatos de la lucha armada… pp. 59-67.
23
Caracas el siete de octubre de 1961 y el incendio de los depósitos de la franquicia
comercial Sears el ocho de febrero de 1963, entre otros.32
Del mismo modo hace referencia a los levantamientos militares más
representativos de los años sesenta y que la historiografía del tema ha identificado
tradicionalmente como conducidos por la izquierda insurrecta. El primero es la
sublevación de un batallón de Infantería de Marina el cuatro de mayo de 1962,
ubicado en Carúpano, liderado por Jesús Teodoro Molina, conocido como El
Carupanazo; el otro ocurrido en la base naval de Puerto Cabello el dos de junio de
1962, bajo el mando de Manuel Ponte Rodríguez, Pedro Medina Silva y Víctor
Hugo Morales, identificada tradicionalmente como El Porteñazo.33 Luigi
Valsalice no ofrece mayores detalles de estas sublevaciones. Reconoce la
insuficiente información con respecto a ellas, pero concluye señalando que ambas
fueron acciones protagonizadas por militares nacionalistas.
Seguidamente se hace una observación precisa, subrayándose que el
andamiaje organizativo de la guerrilla venezolana partía de la creación de las
Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN), dicho en otras palabras, según
el autor el movimiento se consolidó con la organización militar y el aspecto
político quedó totalmente subordinado a él.34
En el tercer capítulo encontramos una descripción de la decadencia gradual
del movimiento insurreccional en los aspectos políticos y militares. Valiéndose de
las resoluciones o documentos emitidos desde cada uno de los Plenum
organizados por el PCV durante esos años, Valsalice va identificando la directriz
operativa de los grupos insurrectos que actuaron durante el período. Paro ello sólo
hace referencia a las decisiones del PCV.35
32Ibíd., pp. 26, 46-47. 33Ibíd., pp. 32-35. 34Ibíd., pp. 41-42. 35Ibíd., pp. 54-55 y 88-89. El autor señala algunos de los conflictos entre el PCV y el MIR.
Principalmente en cuanto a la decisión de continuar con las acciones armadas. Ello le hace afirmar que es un movimiento que padece una enorme fragilidad política.
24
Consideramos que es una tendencia común dentro de la historiografía
sobre la lucha armada el recurrir a los documentos de los Plenum del PCV para
identificar las estrategias y tácticas llevadas a cabo por los insurrectos. Pareciera
la forma encontrada para explicar el modus operandi de los partidos políticos
alzados, aunque se olvida que muchas veces no se actuó conforme a lo acordado y
plasmado en el papel, y dichas resoluciones sólo correspondían a las actividades
del PCV. Las organizaciones del MIR –es cierto que generalmente simpatizaban
con las decisiones del PCV- tomaban sus propias determinaciones.
Luego de señalar una serie de conflictos internos, tanto en el aspecto
político como en los aparatos armados del PCV y el MIR, culmina este capítulo
con la descripción de la condiciones que llevaron a la adopción de la política de
“paz democrática” por parte del PCV en el VIII Plenum en 1967 y la pacificación
–al menos del PCV- en el año 1969 en el gobierno del presidente Rafael Caldera.
Al momento de estudiar un proceso histórico no podemos obviar la
influencia que tiene el espacio sobre su desarrollo. Es necesario identificar
geográficamente los lugares específicos donde se producen los hechos. Eso realiza
Luigi Valsalice en el capítulo cuarto, donde presenta un conciso análisis acerca de
la ubicación geográfica del movimiento guerrillero. Este capítulo se titula Dónde y
cómo actúa la guerrilla.
Se inicia ese apartado con una breve explicación de las razones por las
cuales los insurgentes escogen las montañas como lugar de acción. Así, esos
sitios: aseguraban protección, cierta libertad de movimiento, líneas internas de
comunicación, y hacían más difíciles las operaciones de las fuerzas armadas
regulares. Pero al mismo tiempo se señala que esa decisión determinó el
aislamiento entre guerrilla y masas populares, y con ello la ausencia de formas de
aprovisionamiento. Estos dos son los principales aspectos negativos que identifica
el autor en la elección del terreno. 36
36 Ibíd., pp. 99-123.
25
Seguidamente se va señalando la ubicación de cada uno de los Frentes
Guerrilleros y los lugares en los cuales ejercieron su influencia, así como también
las características propias de cada región. Tampoco obvia las razones históricas,
sociológicas, económicas y estratégicas por las cuales los partidos que lideraban la
insurrección eligieron determinadas zonas para la instalación de focos
guerrilleros. Llama la atención la mirada de un extranjero de mediados del siglo
veinte sobre lo que considera las características de los habitantes de las distintas
regiones de Venezuela. Extrañamos sin embargo, -lo cual sería de particular
interés-, la base de sustentación de sus afirmaciones.
Un ejemplo de lo anterior es la referencia al Frente Guerrillero Simón
Bolívar, cuya influencia abarcaba –señala el autor- los Estados Lara, Trujillo,
Barinas y Portuguesa. Puntualiza Valsalice las diferencias de mentalidad entre los
diversos pobladores de esas regiones, así: “el carácter decoroso y laborioso del
trujillano, (el) espíritu individualista de Barinas y Portuguesa –éstas bajo la
influencia del llano que está cerca de ellas- a la pobreza del campesino de los
terrenos secos de Lara”.37 Expresa el autor que esas características no fueron
consideradas en la selección de la zona por parte de la guerrilla. Lo determinante
fueron los factores geográficos y tácticos, así como el apoyo del Distrito Morán en
el Estado Lara, donde el PCV logró obtener la mayoría de votos en las elecciones
de 1958.
Guerrilla, terrorismo y represión son las tres palabras con las cuales se
titula el capítulo cinco. Citando una frase de Lenin acerca de la validez del
terrorismo al momento de llevar a cabo la revolución, Valsalice da a entender que
dentro de la teoría existe un margen de aceptación de este tipo de actividades, pero
inmediatamente expresa que el termino terrorismo se emplea
indiscriminadamente al momento de referirse a las actividades llevadas a cabo por
37 Ibíd., p. 108.
26
los partidos políticos que adoptaron la Lucha Armada como vía de acción para
obtener el poder.38
A lo largo de este capítulo se intenta hacer una diferenciación entre
sabotaje y terrorismo, identificando las actividades correspondientes a cada una de
estas categorías.39 Pareciera entonces que la intensión del autor con este capítulo
es la de ofrecer la definición de la actividad terrorista. Sin embargo, más allá de
todos sus señalamientos, consideramos que dicha definición no se logra
satisfactoriamente y al igual que en el apartado anterior, carece de un aparato
argumentativo que la sustente sólidamente.
El capítulo sexto se intitula La estructura organizativa de la guerrilla. En
este apartado se destaca la influencia que tuvieron los militares involucrados en
los alzamientos de Carúpano y Puerto Cabello; debido a que con ellos se
introduce en la lucha de la Izquierda venezolana la división jerarquizada y
operativa al estilo de un ejército regular. Esto último es para Valsalice una de las
razones por las cuales no se logran grandes avances en el ámbito del combate, no
se obtienen “regiones liberadas” o “bases revolucionarias” según la concepción de
guerra de Mao.40 Observamos entonces una constante comparación entre la
actividad guerrillera venezolana y la teoría promovida por Ernesto Guevara y Mao
Tse-tung, en cuanto a la relación teoría-práctica. Este es el mecanismo
explicativo del que el autor se vale a lo largo de toda la obra.
También se hace mención en La guerrilla castrista en Venezuela y sus
protagonistas, a ciertas normativas: “código de las operaciones,” “doctrina moral
de las FALN,” “código de justica de las FALN,” y “las instrucciones a los
combatientes.” Valsalice es el único en hacer mención a esa temática, al menos
dentro de lo que hemos considerado como historiografía. Todas esas normativas
fungían como elementos condicionantes y promotores del buen comportamiento
38 Al respecto véase: Martin Oppenheimer: La guerrilla urbana. México DF.,
Extemporáneos, 1972, p. 88. 39 Ibíd., pp. 126-127 y 129-132 40 Ibíd., p. 151.
27
de los insurrectos, es decir, era el sistema moralizante del movimiento. Sin
embargo, no se trasciende en cuanto al estudio de ello, el autor sólo se limita a
mencionarlo.41
En el siguiente capítulo Valsalice hace referencia a Los componentes
sociales de la guerrilla, elemento interesante sobre el cual no se ha trabajado
sistemáticamente dentro de la historiografía. Se inicia este capítulo con una
brevísima descripción –o esbozo como lo llama el autor- de la historia de
Venezuela desde el momento en el cual se establecieron las bases de la
dependencia colonial del territorio al imperio español hasta los conflictos políticos
que signaron el siglo XX, para explicar el contexto en el cual se desarrollan los
acontecimientos. Su descripción de la historia de Venezuela está sumamente
condicionada por las interpretaciones que algunos autores influenciados por el
materialismo histórico hicieron de la misma; lo cual se percibe en el discurso del
autor y en algunas de las obras tomadas como base.42
Identificando a los militares y los estudiantes como los principales
promotores de la insurrección armada de la década del sesenta, el autor puntualiza
que no era un movimiento homogéneo que actuara en función de motivaciones de
clase. Del mismo modo señala que los militares participantes eran hombres
movidos exclusivamente por intereses personales.43 Destacando igualmente, la
poca identificación del campesinado con los insurgentes, quienes dirigían un
movimiento que en muchos casos fue perjudicial para los habitantes de las zonas
rurales del país.44
Finalmente en el capítulo VIII el autor expone sus Conclusiones. Señala
las tres principales razones por las cuales fue derrotado el movimiento insurgente: 41 Ibíd., pp. 163-164. 42 Citado por Valsalice: Rómulo Betancourt: Venezuela, política y petróleo. México, 1956;
Federico Brito Figueroa: La estructura económica de Venezuela colonial. Caracas, 1963; Domingo Alberto Rangel: Los andinos en el poder. Caracas, 1964; y Guillermo García Ponce: Política y clase media. Caracas, 1966.
43 Ibíd., pp. 173-174. 44 Ibíd., p. 179. El autor menciona algunos excesos cometidos por los guerrilleros hacia el
campesinado.
28
1º La carencia de organización, 2º La falta de jefes, es decir, la ausencia de líderes
capaces de unificar el movimiento y con los cuales se sintieran identificados todos
los grupos involucrados en la empresa, y 3º El fallido intento de involucrar a las
masas campesinas. Todo ello hace que el autor defina al proceso como la
expresión de un “desviacionismo pequeño-burgués”.45 En esta última afirmación
Luigi Valsalice es contundente, lo cual hace pensar que no se dejó encantar por las
versiones románticas que se estaban comenzando a difundir a inicios de los
setenta cuando se publicó su obra, con el fin de justificar la insurrección.
2. Un estudio conciso e ilustrativo sobre causas, desarrollo y derrota de la
Lucha Armada. Contribución de una socióloga al análisis del conflicto.
Algunos consideran una virtud la capacidad de expresar sintéticamente y
en forma clara la información referente a todo un proceso histórico, así como las
principales características que lo definen. Esta es una de las razones por las cuales
destaca el trabajo de investigación presentado por la socióloga Elena Plaza.
Socióloga egresada de la Universidad Central de Venezuela y profesora de
la Escuela de Estudios Políticos y Administrativos de esa casa de estudios,
investigadora de la historia nacional, entre sus trabajos se encuentran: José Gil
Fortoul: los nuevos caminos de la razón. La historia como ciencia, 1861-1943;
Procesos constituyentes y reformas en la historia de Venezuela. 1811-1999; La
tragedia de una amarga convicción: historia y política en el pensamiento de
Laureano Vallenilla Lanz, 1870-1936; Versiones de la tiranía en Venezuela, el
último régimen del general José Antonio Páez.
Llama la atención dentro de los estudios de esta autora, el Cuaderno del
Curso de Formación Socio-política editado por el Centro Gumilla con el número
16 titulado Historia de la Lucha Armada en Venezuela (1960-1969) y publicado 45 Ibíd., pp. 187-190.
29
en 1978.46 Haciendo una breve mención de la historia política de Venezuela en el
siglo XX, así como la importancia del proyecto político de Acción Democrática –
destacándolo como el más relevante del siglo XX al indicar que: “Venezuela
nació a la vida política con Acción Democrática” -, la autora introduce al lector
en el contexto histórico en el cual se enmarca la Lucha Armada. Del mismo modo
puntualiza el trabajo en las tres principales tendencias que reclamaban la
conquista del poder luego de la caída del general Marcos Pérez Jiménez: 1º El
proyecto de democracia representativa con AD, Comité de Organización Política
Electoral Independiente (COPEI) y Unión Republicana Democrática (URD), 2º El
militarismo, representado en los distintos sectores de la Fuerzas Armadas
Nacionales, y 3º Los sectores de izquierda, cuyo máximo exponente para la época
era el PCV.47
Seguidamente, Plaza expone los planteamientos de las dos principales
tendencias políticas que se presentan como las alternativas más destacadas en la
lucha electoral de 1958. Enfatizando en ambas la intención de mantenerse en la
estrategia anti dictatorial para no volver al pasado perezjimenista y luchar por la
consolidación de proyecto democrático de gobierno, pero al mismo tiempo se
remarca el carácter anticomunista, atribuido principalmente a Rómulo Betancourt
y que se expresaba formalmente en el proyecto de gobierno de los firmantes del
llamado “Pacto de Punto Fijo”.
Con la identificación de las causas que generaron este proceso histórico, la
autora le va dando a su estudio ese valor “científico” que tanto demandamos
dentro de los estudios de nuestra disciplina. Estableciendo tres causas principales:
1º La agitación política, que se expresa en las distintas manifestaciones de
descontento por parte de la población civil, 2º La situación internacional,
46 Elena Plaza: Historia de la Lucha Armada…, p. 3. No lo hemos podido comprobar, pero
suponemos este trabajo publicado como folleto pueda ser síntesis de uno mayor realizado como requisito académico por la autora. Este título se inscribe en el proyecto de Cuadernos de formación socio-política del Centro Gumilla que contiene otros como Socialismo y proyecto nacional, La teología de la liberación y La nueva iglesia en América Latina, entre otros. Lo cual nos habla del interés de la Orden Jesuita por los problemas del socialismo en Venezuela.
47 Ibíd., p. 5.
30
atribuyendo a la Revolución Cubana la influencia fundamental en el proceso,
convirtiéndose en modelo a seguir tanto en Venezuela como en el resto de
Latinoamérica; y 3º La crisis económica del país, que generó un enorme
descontento en de la población, produciendo decepción y malestar en función de
las expectativas creadas luego del 23 de Enero.
La segunda parte de la investigación consta de una presentación
esquemática de los hechos más destacados de este movimiento insurreccional. En
las primeras páginas se describe brevemente la forma cómo surgió el MIR, así
como algunas agitaciones y manifestaciones de la población en general. La autora
también señala las bases sociales que se identificaban con la lucha armada: a)
Sectores universitarios, b) Población marginal urbana de la zona central del país,
c) Núcleos radicalizados del ejército y d) Algunos núcleos obreros. No se
incluyen sectores campesinos, a pesar de que estos tuvieron cierta participación en
el proceso posterior.48
Plaza señala que la detención de los redactores del periódico Izquierda
hecha el 19 de octubre de 1960 fue la “chispa” que dio origen al conflicto armado
en el país. El señalamiento de esa fecha como el momento de origen de la
insurrección, obedece a la necesidad de ubicar puntualmente el comienzo de ese
proceso histórico. Sin embargo –y como es bien sabido en nuestra disciplina- esto
atiende a criterios metodológicos de los cuales se vale un autor para situar al
lector en un lugar y momento exacto. Ello en función de la opinión del autor o de
lo que le señalen sus fuentes. Por supuesto, la Historia no es un cúmulo de
puntualizaciones -superar esta percepción es nuestro deber como historiadores-, lo
importante es entender los procesos y el contexto de sus orígenes.
En el trabajo de Elena Plaza se hace un sintético análisis de la crisis interna
que padecían las Fuerza Armadas Nacionales, haciendo énfasis en la decepción y
frustración por las cuales pasaban algunos oficiales ligados a Acción Democrática
y que luego se unieron al PCV. Esta observación carece de argumentación, no se
48 Ibíd., pp. 12-15.
31
mencionan cuáles eran los militares que optaron por esta postura y no se señalan
fuentes que puedan confirmar lo planteado.49
No se hace una extensa descripción con respecto a los alzamientos de
Carúpano y Puerto Cabello, pero si un señalamiento acerca del carácter
desesperado y fuera de contexto en el cual se llevaron a cabo, expresando que no
se involucró a la población civil, lo que era una manifestación del aislamiento
político hacía el cual se estaba dirigiendo la opción revolucionaria. Esta es una
afirmación sobre la cual vuelve constantemente la autora.
En el apartado titulado La “inhabilitación del PCV y el MIR” se hace una
descripción de la forma en la cual comienza a organizarse el aparato armado del
estos partidos. Destacando la aparición de cada una de las células o frentes
guerrilleros que se formaron a lo largo del territorio nacional, así como la máxima
estructura organizativa de ellos: las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional
(FALN) y el Frente de Liberación Nacional (FLN), este último como el máximo
ente encargado de coordinar las acciones políticas. No se señalan fechas de la
aparición de estos frentes guerrilleros, es escasa la alusión a las actividades que
desempeñaron dichos focos subversivos y no se les da un papel trascendente
dentro del estudio, sólo se limita a mencionar la ubicación y los nombres de los
comandantes responsables.50
Con la detención de los principales dirigentes del PCV y del MIR,
continua el proceso de decaimiento y aislamiento de la Izquierda, un proceso que
no se detendrá sino hasta la adopción de la llamada “paz democrática”, para
lograr recuperar los espacios perdidos por el PCV y el MIR en el ámbito político,
al menos esto es lo que sugiere Plaza en las páginas siguientes. Esta es la parte de
la investigación en la cual se hace una reconstrucción de los hechos más
49 Ibíd., p. 17. 50 Ibíd., pp. 20-21. Las actividades terroristas o sensacionalistas que se llevaron a cabo
durante la existencia de estos focos guerrilleros son mencionadas en la página 24, sin embargo no hay un análisis de la trascendencia de las mismas.
32
relevantes de la Lucha Armada desarrollada en Venezuela durante los sesenta, la
autora la subdivide en cinco etapas.
La primera de ellas abarca los conflictos armados que se sucedieron
durante los años 1960-1962, esta etapa de violencia se atribuye a grupos en su
mayoría dependientes del PCV, pero que no actuaban de forma unificada. La
segunda etapa (1963-1964) constituye el surgimiento y estructuración de los
Frentes Guerrilleros en las zonas rurales, así como una mayor organización de los
elementos armados ubicados en las ciudades (Unidades Tácticas de Combate). El
tercer momento (1965-1967) es aquel donde se dan significativas acciones de
sabotaje por parte de las guerrillas urbanas. Sin embargo, es al mismo tiempo la
etapa en la que el gobierno logra las mayores victorias en contra de la guerrilla,
debido a la consolidación de los Comandos de Cazadores y los Teatros de
Operaciones (TO), que fueron mecanismos efectivos para derrotar a los
insurgentes. La cuarta fase (1968) es la del reconocimiento de la derrota militar y
la participación en las elecciones; y la quinta etapa (1969) es la de pacificación
definitiva de la mayor parte de los grupos insurgentes, los cuales optaron por
reincorporarse a la vida política nacional a través de los mecanismos establecidos.
La división presentada es el reflejo de la constante preocupación de la autora por
exponer esquemáticamente su estudio, para lograr mayor claridad en la exposición
de sus ideas.
Dentro de las conclusiones, Elena Plaza expone las razones por las cuales
fue derrotado el movimiento armado. También señala que este último contó con la
colaboración de elementos foráneos, pero no especifica cuáles fueron y de qué
forma colaboraron con los insurrectos; finalizando con una breve reflexión acerca
de la opción política más viable para la situación venezolana de aquellos años.51
Es notoria la ausencia del trabajo de Luigi Valsalice en la bibliografía
citada por la autora. Plaza no hace mención a ese texto, probablemente porque el
mismo no había sido publicado en Venezuela. Sin embargo, ya existía editado en
51 Ibíd., pp. 28-31.
33
español desde 1975 por la editorial argentina PLEAMAR. La revisión del trabajo
del italiano habría aportado importantes elementos.52
Finalmente, podemos observar la notoria afinidad en el discurso de la
autora con las ideas de la Izquierda nacional, así como un cuestionamiento y
estigmatización de la figura de Rómulo Betancourt como un dirigente
anticomunista que controló la nueva forma de organización política del país.53
Esto es una evidencia del subjetivismo que siempre suele estar en cualquier
estudio, más allá de las pretensiones científicas y objetivas que intentamos darle.
Tampoco creemos escapar a ello en este ensayo de crítica historiográfica.
3. La historia expuesta desde la perspectiva de los protagonistas. Un
intento de comprensión de la violencia en Venezuela durante los años
sesenta.
Centrando su interés en identificar las causas y orígenes que generaron el
conflicto armado en Venezuela, Luz Valera intenta a través de la investigación
histórica con auxilio de la ciencia política, analizar el por qué algunos sectores de
la sociedad decidieron optar por la violencia para acceder al poder. Licenciada en
Historia y Magister en Ciencias Políticas por la Universidad de Los Andes, Varela
fue Plan de Formación –programa para la especialización académica de
generación de relevo- de la misma casa de estudios, dedicándose a la indagación
sobre el proceso insurreccional venezolano de los años sesenta. Profesora de la
Escuela de Historia de la ULA para el área de Historia de América, Luz Varela
presentó en 1995 su trabajo de ascenso titulado Génesis de una derrota: análisis
52 La fecha de publicación del trabajo de Elena Plaza lo encontramos en la siguiente
dirección: http://www.ucab.edu.ve/tl_files/escuela_admin_cont/Programas/prog_sacb_1S.pdf, pues en el texto no aparece.
53 Ibíd., pp. 6, 8 y 30.
34
de los hechos, condiciones e ideas que originaron la lucha armada en Venezuela
(1958-1962).
En la introducción la autora va estableciendo los aspectos metodológicos
que orientan su investigación. Entre ellos señala el empleo de numerosas fuentes
bibliográficas y hemerográficas ubicadas algunas en la ciudad de Mérida y otras
en la ciudad de Caracas, resaltando que existe un significativo número de fuentes
referentes al tema de la Lucha Armada, pero escasos estudios sistemáticos del
mismo. Luz Varela destaca el trabajo presentado por Elena Plaza como uno de los
pocos que estudia sistemáticamente aquel proceso histórico, además de abordar
uno de los temas que la investigadora pretende estudiar: la violencia. Sin
embargo, puntualiza que Plaza no lo desarrolla ampliamente. Al usar como
principal punto de referencia –en cuanto a trabajos sistemáticos- la investigación
de Elena Plaza para analizar este proceso histórico, Varela obvia –al igual que
Plaza- la investigación realizada por Luigi Valsalice, quien también indagó sobre
el tema de la violencia en su estudio. Con ello, se hace evidente el
desconocimiento que tiene la autora de la existencia de dicha investigación.
Continuando con la delimitación de los aspectos metodológicos, Luz
Varela establece la necesidad de delimitación de las categorías de análisis político
conocidas como: Derecha e Izquierda. Señala que dentro de su trabajo se hará
referencia al “término izquierda” de forma “desinhibida” aunque no
discriminada. Afirmando más adelante, que debe hacerse una distinción entre
“izquierda moderada” e “izquierda extremista”. En la primera categoría se
incluyen aquellos reformistas que pretenden producir cambios en las viejas
estructuras; y en la segunda categoría se incluyen aquellos individuos que buscan
cambios radicales y apresurados. Culmina esta idea puntualizando que Rómulo
Betancourt no debe ser calificado como político de derecha, si no como un
político pragmático que concilió lo necesario para “estabilizar su poderío y
producir ciertos cambios graduales en las viejas estructuras”54
54 Luz Varela: Génesis de una derrota…, pp. III-V.
35
La autora también considera necesario la delimitación del término político
revolución. Para ello recurre al concepto propuesto por Gianmarco Pasquino en el
Diccionario de política, así como a la concepción manejada por Marx y Engels –
tomados del mismo diccionario-; y culmina con algunas reflexiones del filósofo e
ideólogo de la Izquierda José Rafael Núñez Tenorio con respecto a esta cuestión.
La investigadora toma elementos de cada una de las definiciones planteadas para
intentar explicar las ideas que motivaron a la Izquierda venezolana a incursionar
en la Lucha Armada, pero no logra ofrecer una interpretación propia del concepto
revolución y salta –dentro de su análisis- a un punto diferente.
Para lograr explicar los hechos, condiciones e ideas que originaron la
lucha armada en Venezuela durante la década de los sesenta, la autora divide su
investigación en tres grandes apartados. El primero de ellos se titula Del consenso
a la violencia. En él, Varela intenta ubicar al lector en el contexto histórico-
político dentro del cual se enmarca su problema de estudio, para ello va
identificando algunos de los hitos más importantes acaecidos a finales de los
cincuenta y a lo largo de los sesenta –sucesos del año 1958, fragmentación de
Acción Democrática y surgimiento del MIR, acciones de violencia registradas
durante los sesenta y alzamientos militares, entre otros-. Sin embargo, algunos de
estos hitos carecen de análisis propio y son mencionados someramente, no se
explica detenidamente la importancia que tienen para su estudio. Ejemplo de ello
es la reseña que hace a la historia de la Lucha Armada. La autora se vale sólo de
tres fuentes para describirla –el trabajo de Elena Plaza, el periódico El Nacional y
el Diccionario de Historia de Venezuela de la Fundación Polar editado en 1988-,
constituyendo el trabajo de Plaza la guía fundamental utilizada por la autora para
hacer dicha reseña.55 La segunda parte de la investigación se intitula Intento de
comprensión: varias historias y un mito. Este apartado está vinculado al primero
debido a que continúa con la intención de ubicar al lector en el contexto histórico-
político bajo el cual se enmarca el problema de estudio, pareciera innecesaria la
división entre esta parte y la primera.
55 Ibíd., pp. 1-21.
36
El apartado titulado La revolución cubana, es un intento de reseñar la
historia del movimiento insurreccional liderado por Fidel Castro, pero al igual que
en el caso de la historia de la Lucha Armada, la autora ofrece una visión general
de la misma, con escasas fuentes y referencias que sustenten el aparato crítico,
fundamentándose en el trabajo de ascenso –al menos es el único que cita- escrito
por el profesor universitario y activista político Alírio Liscano cuyo título es: El
enfrentamiento Venezuela-Cuba en los años sesenta.56
En el punto titulado Visión mitificada del 23 de enero, Luz Varela ofrece
interesantes afirmaciones sobre el particular. En dicho apartado se critica la visión
tradicional que se ha elaborado desde los círculos de poder con respecto a esta
fecha. Al respecto apunta: “…El pueblo de Caracas sale en masa a la calle, no a
derrocar a Pérez Jiménez, sino a celebrar su huida.” Para sustentar su afirmación
la autora explica que las fotografías e imágenes utilizadas en general para reseñar
el acontecimiento corresponden a fechas posteriores al 23 de enero. 57
La tercera parte de la investigación se titula El quebranto de la utopía. En
este apartado se intenta dar respuesta a la interrogante que impulsó su
investigación, definir cuáles fueron las causas que generaron la Lucha Armada.
Identificando tres significativos elementos: 1º”Un análisis acomodaticio de la
realidad (o de cómo se reforzaron los mitos)”; 2º “La provocación de
Betancourt” y 3º “La revolución cubana.”
Con respecto al análisis acomodaticio de la realidad, hace referencia a
cuatro aspectos en los cuales se basa dicho análisis: el primero signado por las
políticas, discursos, consignas y ataques del presidente Rómulo Betancourt en
contra de la Izquierda. Este es uno de los principales argumentos emitidos por los
dirigentes políticos de aquella época para justificar la insurrección. El segundo, es
el “rasgo mesiánico” que se atribuyeron para sí los hombres identificados con la
idea de Lucha Armada, considerando inevitable el recurrir a la vía insurreccional
56 Ibíd., pp. 97-104. Ver: Alírio Liscano: El enfrentamiento Venezuela-Cuba en los años
sesenta. Mérida, Universidad de Los Andes, Escuela de Historia, 1992. (Trabajo de ascenso). 57 Ibíd., p. 109.
37
para alcanzar el poder.58 El tercer aspecto hace referencia a un descontento
emocional de la Izquierda, producto de no lograr sus propósitos por la derrota
militar del movimiento, a lo cual debe sumársele –refiere la profesora Varela- la
interpretación dogmática que los dirigentes del PCV y el MIR hicieron de los
planteamientos de los principales teóricos marxistas. La cuarta causa vinculada a
este primer punto es la ceguera política, producto del apoyo popular recibido
durante los primeros años del denominado auge de masas.
El capítulo intitulado “La provocación de Betancourt” constituye un
análisis de la actuación y planteamientos políticos del ex presidente. Para ello, la
autora se vale de algunos estudios e informaciones emitidas por militantes de la
Izquierda venezolana como Domingo Alberto Rangel, Douglas Bravo y Lino
Martínez. La mayoría de los testimonios son recogidos en las entrevistas
realizadas por Agustín Blanco Muñoz durante los años ochenta. Este capítulo
tiene la intención de comprender y explicar el cambio ideológico-político dado
por Rómulo Betancourt.
Se reproduce la idea de que Betancourt fue quien indujo a la Izquierda a
optar por la Lucha Armada, tesis también manejada por la socióloga Elena Plaza.
Esta conclusión tiene su origen en las declaraciones emitidas por los comandantes
guerrilleros en entrevistas y publicaciones. En este punto de su obra, la autora
recurre constantemente a dichas declaraciones, haciendo numerosas citas
textuales, tanto que desplaza su propio análisis, dejando sean los comandantes
quienes terminen explicando lo siguiente: “El pensamiento y la política de
Betancourt” fueron los desencadenantes del conflicto.
El tercer capítulo de este apartado se denomina “La revolución cubana.”
En él se hace referencia a la trascendencia política que tuvo ese hito histórico en
los partidos de Izquierda, principalmente en la juventud; para luego señalar las
diferencias existentes entre la sociedad cubana y la venezolana; y el por qué en la
isla del Caribe triunfó la Lucha Armada y en nuestro país fue derrotada.
58 Ibíd., pp. 121-123.
38
Como podemos observar, es un trabajo con interesantes afirmaciones –
principalmente las referentes al 23 de Enero- que ayudan a comprender la Lucha
Armada. Sin embargo, carece de un aparato crítico sólido, algunas de las ideas no
están suficientemente desarrolladas y suelen agregarse elementos que no logran
dar una respuesta efectiva a la interrogante que motivó la investigación.
4. Un proceso histórico explicado desde la derrota de la insurrección y su
importancia para la consolidación de la democracia representativa.
Interés de un norteamericano por la historia política nacional.
La investigación realizada por el Dr. Michael Tarver, jefe del
Departamento de Ciencias Sociales y Filosofía de la Tech University of Arkansas
de Estados Unidos, escrita en colaboración con los profesores de la Universidad
de Los Andes, Alfredo Angulo Rivas y Luis Loaiza Rincón –historiador el
primero y politólogo el segundo- destaca dentro de esta historiografía por el
manejo de fuentes de origen norteamericano, principalmente de la Agencia
Central de Información, el Congreso norteamericano y el Colegio de Guerra de
los Estados Unidos. Hay que subrayar que ningún otro autor de esta historiografía
manejó fuentes de este origen, he allí la importancia de esta obra.
El trabajo inicia con una síntesis de la historia política contemporánea de
Venezuela desde el gobierno de Cipriano Castro hasta el triunfo electoral de
Rómulo Betancourt en 1958, haciendo énfasis en los orígenes de los partidos
políticos venezolanos y la labor que desempeñaron en la lucha anti- dictatorial.
Esta primera parte es escrita por los profesores Alfredo Angulo y Luis Loaiza
Rincón. En ella se destaca –llegando casi a niveles apologéticos- la trascendencia
39
del gobierno de Betancourt durante la alianza cívico-militar de 1945, así como su
ascenso al poder en 1958.59
Seguidamente, Tarver realiza su análisis sobre la empresa llevada a cabo
por los partidos de Izquierda, enfatizando en el clima de desestabilización bajo el
cual se inserta el gobierno del presidente Betancourt y el naciente proyecto de
democracia representativa, señalando los alzamientos de fracciones derechistas de
las Fuerzas Armadas Nacionales y los conflictos con la juventud de extrema
izquierda del partido de gobierno Acción Democrática, que más tarde se separó
para formar el MIR. El autor toma como punto de partida el conflicto interno de
Acción Democrática para identificar el origen de la Lucha Armada en Venezuela.
El descontento político funge como elemento condicionante de la insurrección, no
se hace un estudio sistemático con respecto a los factores históricos, económicos y
sociales, estos aparecen como elementos accesorios dentro el análisis.
Luego se hace referencia a los tres principios que rigieron la Lucha
Armada según la interpretación cubana del marxismo, esto se hace con el fin de
ofrecer al lector una referencia teórica acerca del mismo. Estos principios son: 1º
El campo como zona focal de la revolución, 2º A través de la lucha guerrillera
podía vencerse a un ejército convencional; y 3º No era necesario esperar a que se
presentaran las condiciones adecuadas para una revolución, sino que estas podían
ser creadas artificialmente. Los principios son extraídos de las obras escritas por
dos de los principales teóricos de la lucha armada. Ernesto Guevara en su trabajo
Guerra de guerrillas y los supuestos teóricos planteados por Regis Debray en
Revolución en la revolución. Sin embargo Tarver sólo se limita a mencionarlos.
No existe un esfuerzo por intentar identificar la aplicabilidad de estos principios
dentro de las particularidades de la Lucha Armada venezolana.
Según este autor, al igual que Elena Plaza, el origen de la insurrección
sería la detención de Humberto Cuenca, Héctor Pérez Marcano y Rafael José
59 H. Micheal Tarver: El fracaso de un sueño.., pp. 17-42. Un ejemplo de ello es la
mención a la ley de tierras aprobada por el ex mandatario el 05/03/1960, sin tomar en cuenta las constantes críticas de algunos sectores con respecto a la misma.
40
Muñoz –redactores del periódico Izquierda- por la publicación de un artículo
donde se llamaba abiertamente a una “revolución popular” en contra del gobierno
de Betancourt.60 En las líneas siguientes se menciona la táctica que se pretendía
emplear para lograr una “rápida victoria” por parte de los grupos sociales que
conformaban el movimiento rebelde: oficiales militares, estudiantes, campesinos y
líderes políticos; así como también la ubicación geográfica de los distintos frentes
guerrilleros. Sin embargo, no se analiza el por qué esos grupos sociales se
incorporaron a la lucha. Tampoco se estudia cuáles motivaciones llevaron a la
escogencia de determinados territorios para la ubicación de los Frentes
Guerrilleros, ni el tiempo de duración de los mismos.61
Las elecciones de 1963 son para Micheal Tarver el punto donde se
manifiesta al máximo la derrota del movimiento insurreccional. Señala los
acontecimientos más importantes ocurridos antes y después de esos sufragios:
Carupanazo, Porteñazo, inhabilitación del MIR y el PCV, creación de las FALN
y el FLN, asalto al tren de El Encanto e invasión por Machurucuto, entre otros. El
autor demuestra el declive gradual la empresa, la cual termina con la claudicación,
incorporación y reconocimiento de las reglas políticas formales del sistema
democrático establecido.
No se hace un estudio sistemático del período posterior a las elecciones de
1963, escasa es la mención a las acciones que llevaron a cabo los insurgentes. Se
hace énfasis en el juego político de aquellos años, mencionando los conflictos
internos de AD, la trascendencia del triunfo de COPEI con su principal líder
Rafael Caldera y algunas de las políticas llevadas a cabo durante su gobierno,
restando importancia al tema principal de la investigación.62 Finalmente, Micheal
Tarver en El fracaso de un sueño, concluye señalando la debacle de la insurgencia
armada, la astucia con la cual Rómulo Betancourt logró manejar aquellos difíciles
60 Ibíd., p. 46. 61 Ibíd., pp. 48-51. 62 Ibíd., pp. 75-83.
41
años de su gobierno y cómo consiguió mantenerse el proyecto de democracia
representativa con sus sucesores.
Es una investigación caracterizada por la exaltación de los alcances
obtenidos en el fortalecimiento del proyecto de democracia representativa, así
como también la imponente y decisiva figura de Rómulo Betancourt en la
consolidación del destino político del país. El autor expone dentro de su discurso
una evidente simpatía por el sector político triunfante –AD y COPEI-, lo cual le
hace estigmatizar desde las primeras páginas de su obra la posición de lucha
asumida por el PCV y el MIR. La marcada parcialización de sus afirmaciones y
limitada visión de la historia del conflicto le resta valor a la obra.
5. La validación política del pasado. Reescribir la historia desde la
perspectiva de las voces olvidadas.
La obra titulada La lucha armada en Venezuela. Apuntes sobre guerra de
guerrillas venezolanas en el contexto de la Guerra Fría (1959-1979) y el rescate
de los desaparecidos, escrita por el investigador, antropólogo, cronista y militante
político Pedro Pablo Linárez pretende desde su título señalar los objetivos que
persigue: una delimitación puntual de la temática. El autor intenta caracterizar y
analizar la forma mediante la cual la Izquierda nacional llevó a cabo la
insurgencia armada en el país. Establecer una delimitación cronológica precisa,
que va desde 1959 hasta 1979 –ampliando el período hasta ahora estudiado sobre
el tema-, sin obviar la influencia que tuvo la Guerra Fría en el conflicto; y el
rescate de los desaparecidos, aquellos que fallecieron durante la insurrección y
cuyos cadáveres no fueron entregados a sus familiares.
El libro fue publicado con una intención clara: realizar una nueva lectura
de la Lucha Armada de los sesenta a través del testimonio de aquellos
participantes del proceso que no figuran en los libros de entrevistas más
42
conocidos, como los de Agustín Blanco Muñoz, Alfredo Peña, Iván Loscher o
Alberto Garrido. Es decir, se intenta presentar testimonios, correspondientes a
aquellos individuos que Linárez llama “héroes anónimos colectivos”. Para su
propósito, el autor recurre a un archivo de entrevistas realizadas por él –según
explica- a lo largo de veinticinco años, enmarcadas en una propuesta de
investigación desde la llamada sociología de la memoria, una concepción
desarrollada por Maurice Halbwachs, y la cual Linárez aplica entendiendo que:
“…La construcción de la memoria colectiva no está influenciada sólo por el
pasado sino también por la situación actual en tanto que se invoca el pasado para
satisfacer las agendas políticas del presente.”63
Esta investigación resalta dentro de la historiografía del tema por el afán
de incorporar testimonios y relatos de los cuales no se había hecho mención en
ningún otro estudio. Además de citar fuentes de difícil localización como por
ejemplo los textos de Hernán Grüber Odreman: Antecedentes históricos de la
insurrección militar del 27 noviembre 1992 y de Marcial Rodríguez: Cimarrones
del 60.
Se crea en la introducción del trabajo expectativa en el lector, al señalar
todos los aspectos metodológicos que se pretende emplear en la obra, pero al
entrar de lleno en la lectura se observan carencias en la labor de reconstrucción y
de crítica de fuentes. Esto último esta prácticamente ausente, y suele recurrirse a
una sola de ellas –sugiriendo que la misma tiene un carácter de verdad absoluta-
para explicar determinados hechos. A lo largo de la investigación, el autor incluye
uno o dos testimonios para explicar acontecimientos, pero no ofrece un análisis
crítico de los mismos. Esto último es una constante a lo largo de la obra de Pedro
Pablo Linárez. No podemos pretender explicar un hecho histórico en función de
un solo testimonio o una sola fuente. Necesariamente debemos contrastar las
fuentes que poseemos, resaltar la información referente al origen de las mismas –
en este caso el origen de los testimoniantes-, realizar una filiación de datos,
organizar esquemáticamente y cronológicamente la información recopilada; para 63 Pedro Pablo Linárez: La Lucha Armada en Venezuela…, p. 11.
43
finalmente ofrecer la síntesis de la investigación, estos son elementos esenciales
para la elaboración de un trabajo de análisis y reconstrucción histórica que pueda
satisfacer los requerimientos mínimos que demanda la disciplina al momento de
presentar el producto de una investigación.
Comenzando con los antecedentes de la Lucha Armada en Venezuela,
Pedro Pablo Linárez emprende un recorrido por varios episodios emblemáticos de
luchas y resistencias en nuestro país, entre ellas las de los aborígenes contra las
invasiones europeas, la de los pueblos afro descendientes contra el sistema
esclavista, las batallas de los próceres independentistas y las de algunos hombres
que lucharon en contra de los regímenes autoritarios que se implantaron durante el
período republicano. En esto se iguala a los textos que han pretendido la
reconstrucción desde una perspectiva político-ideológica de los sucesos.64
Consideramos que el intentar relacionar dichos antecedentes con la Lucha
Armada es un enorme anacronismo. Los objetivos presentes en aquellos remotos
conflictos, levantamientos y sublevaciones; difieren de los perseguidos por el
PCV y el MIR en la década del sesenta del siglo pasado. Pareciera que la mención
de esos antecedentes buscara vincular la insurrección de la Izquierda con una
tradición histórica de luchas, elevándola a la categoría de epopeya y así enlazarla
con un pasado heroico de alzamientos populares.
Seguidamente, se hace alusión a los primeros intentos de organización
guerrillera, señalando tres grupos políticos insurgentes de menor relevancia en
comparación al PCV y al MIR: Directorio Revolucionario Venezolano
(DIREVE), Triángulo Negro y FUL. Lamentablemente el autor no ofrece mayores
fuentes, ni información con respecto a esas agrupaciones. Al no abundar en su
actuación y relevancia, se queda en un empeño innovador que no logra
trascender.65 Utilizando numerosos testimonios, Pedro Pablo Linárez va
describiendo la formación de los primeros grupos insurreccionales en Yaracuy,
64 Ibíd., pp. 12-16. 65 Ibíd., p. 25.
44
Portuguesa y Mérida, pero -como expresamos anteriormente- se conforma con un
solo testimonio para cada caso en particular, sin hacer contrastes, ni mucho menos
algún tipo de cuestionamiento.66
El año 1962 es para el autor el momento de mayor agitación, como él
mismo lo designa es el año del Insurreccionalismo. Es un período donde se dan
las más destacadas manifestaciones de descontento por parte de la Izquierda,
teniendo su máxima expresión en los alzamientos militares de Carúpano y Puerto
Cabello, así como en la detención de los principales líderes políticos del PCV y el
MIR, y la organización de los Frentes Guerrilleros.67 Linárez también hace
mención a bandas armadas del partido Acción Democrática, cuestión que no es
señalada dentro del resto de la historiografía trabajada.68 En una época tan
conflictiva y con tanta violencia desatada en las calles del país, no dudamos de la
existencia de dichas bandas, sin embargo desconocemos algún tipo de estudio
sistemático que haga referencia al funcionamiento de las mismas durante aquellos
años.69
Los capítulos que siguen son una constante referencia a las divisiones y
luchas internas del PCV y el MIR –expresadas en las fracciones que se unen a
Douglas Bravo y a Domingo Alberto Rangel al ser expulsados de sus respectivos
partidos- así como el constante descenso del movimiento insurgente. Todo ello es
tratado del mismo modo, se recurre a uno o dos testimonios para describir lo
acontecido, con carencia de análisis propio y crítica de fuentes, por ello no
haremos mucho hincapié en ese punto.
Seguidamente se presenta a la Iglesia venezolana como uno de los más
férreos enemigos del movimiento armado. El autor expresa fuertes críticas a la
institución religiosa, acusándola de apoyo ideológico y complicidad con el
66 Ibíd., pp. 43-46. 67 Ibíd., pp. 50-70. 68 Antonio Sánchez García y Héctor Pérez Marcano: La invasión de Cuba..., p. 41. Pérez
Marcano también hace referencia a estas bandas armadas, distinguiéndolas como una para-policía al servicio de Acción Democrática.
69 Ibíd., pp. 23, 50.
45
gobierno.70 Sobre ese aspecto sería interesante realizar un estudio a fondo, ello
representaría un aporte a la comprensión del papel desempeñado por la Iglesia en
el conflicto.
A lo largo de toda la narración en La lucha armada en Venezuela. Apuntes
sobre guerra de guerrillas venezolanas en el contexto de la Guerra Fría (1959-
1979), se observa que las organizaciones y las actividades realizadas por el MIR
ocupan un lugar secundario en comparación al papel otorgado a las actuaciones
del PCV, lo cual es una constante en la historiografía sobre el tema.
En las últimas páginas de la obra, Pedro Pablo Linárez señala el contexto
bajo el cual se desenvolvió el movimiento guerrillero, algunas de sus escasas
acciones propagandistas y las numerosas organizaciones políticas derivadas del
fraccionamiento de la Izquierda, para luego hacer referencia al surgimiento del
Ejército de Liberación del Pueblo de Venezuela, el cual sería –según el autor- el
“embrión” del actual Ejército Bolivariano. Linárez culmina su obra sin emitir
ninguna conclusión o juicio de valor con respecto al tema principal de estudio –la
Lucha Armada-, no hace valoración de conjunto con respecto a sus propias
observaciones y termina enfocando las últimas líneas a una crítica a la Izquierda
venezolana por sus actuaciones durante los años setenta y ochenta, que poco
aporta al tema central del trabajo. El texto del antropólogo larense es un estudio
donde el interés político desplaza a la crítica histórica, disminuyendo su valor
científico y al mismo tiempo restándole credibilidad a la obra. Aunque existe un
esfuerzo de presentación de nuevas fuentes y de pretensión de análisis histórico, el
autor no logra satisfacer los objetivos y expectativas planteados al principio de su
investigación.71
70 Ibíd., pp. 104-105, 135. 71 De Pedro Pablo Linárez se señalan otras obras referidas a la Lucha Armada, entre
otras: La lucha armada en las montañas de Lara; El vuelo del último gavilán y Víctimas de la democracia representativa. Fue asesor del video Víctimas de la democracia, también sobre la identificación de desaparecidos durante la insurrección de los sesenta.
46
6. Rechazo de la aplicación del materialismo histórico a la interpretación
de la realidad venezolana. El análisis tardío de un protagonista del
proceso.
Utilizando numerosas fuentes para sustentar su estudio, Antonio García
Ponce denomina su investigación como innovadora dentro de la temática
específica. Recurriendo a revistas, documentos oficiales, libros, conversaciones
con amigos y revisión de algunas fuentes virtuales –ninguno de los trabajos
mencionados anteriormente recurrió a dichas fuentes-, el autor logra sostener
interesantes y controversiales afirmaciones que hacen de su trabajo una de las
mejores expresiones de estudio crítico y sistemático sobre la Lucha Armada.
Militante desde su juventud en el Partido Comunista de Venezuela,
médico, participante en la guerrilla, periodista, literato y profesor de la
Universidad Santa María y la Universidad Católica Andrés Bello. Crítico de las
diferentes políticas asumidas por las organizaciones comunistas a nivel mundial,
así como también de las posturas asumidas por el PCV, valiéndole ésto el título de
“revisionista”, por lo cual fue expulsado del partido en 1979. Muchos de sus
cuestionamientos siguen vigentes en trabajos como Adiós a las izquierdas y en
esta obra que forma parte de la historiografía de la Lucha Armada Sangre, locura
y fantasía. La guerrilla de los años 60.
Identificando las diversas posturas asumidas por el PCV desde el
surgimiento de la Junta Militar de 1948 hasta la elección de la Lucha Armada en
1961, como vía expedita para alcanzar el poder, el autor hace una primera
interpretación de la constante incoherencia de ese partido. 72
Para el autor los años que van entre 1961 y 1963 son los de mayor
violencia, formándose las primeras Unidades Tácticas de Combate (UTC), las
cuales promovían un clima de desestabilización, realizando acciones que tenían
72 Antonio García Ponce: Sangre, locura y fantasía…, pp. 13-17.
47
una amplia receptividad dentro de la población –principalmente en Caracas- pero
también llevando a cabo actos llamados de “expropiación” con lo cual pretendían
maquillar los asaltos a bancos y otras actividades delictivas.73 Durante estos
primeros años de la década surgen los frentes guerrilleros del PCV.74
El autor hace una detallada reconstrucción de los alzamientos de Carúpano
y Puerto Cabello. Con respecto al primero le dedica un apartado con un subtitulo
bastante sugestivo: “¿Qué pasó en Carúpano? Fantasía, pura fantasía”;
indicando inmediatamente la enorme mitificación y exaltación que se ha hecho
respecto a este suceso. También se hace mención a un conato llevado a cabo en La
Guaira, al cual no hacen mención las otras autores en sus reconstrucciones
historiográficas.75 El autor culmina este apartado con algunas lecciones –que
según él- se pueden sacar de lo sucedido en estos tres intentos de “golpe de
estado”.
Más adelante García Ponce hace referencia a los sucesos emblemáticos
que derivaron en el desprestigio de los subversivos. Los cuatros hechos –de
acuerdo al autor- que acentuaron la crisis de la Lucha Armada fueron: el asalto al
tren de El Encanto en 1963, la detención de los principales dirigentes del PCV y el
MIR, el alijo de armas encontrado en Paraguaná en diciembre de 1963; y Las
elecciones presidenciales del mismo año.76
Existe un sector que indudablemente jugó un papel protagónico durante
aquellos años de lucha subversiva y al cual no se le da la suficiente importancia
dentro de esta historiografía. Dicho sector es el que representan los cuerpos de
seguridad del Estado: Dirección General de Policía (DIGEPOL) y las Fuerzas
Armadas Nacionales (FAN), que fueron los encargados de neutralizar la
insurrección. Es constante la mención a los organismos de represión al momento
de referirse al control y exterminio de focos insurreccionales, pero escasamente se
73 Ibíd., pp. 20-22. 74 Ibíd., pp. 27-46. 75 Ibíd., pp. 46-70. 76 Ibíd., pp. 75-86.
48
les ha estudiado en su composición, formación y accionar. Antonio García Ponce
dedica un apartado de su estudio a la descripción de la organización de las Fuerzas
Armadas Nacionales, describiendo cada uno de los grupos especializados en la
lucha anti-guerrillera. Esas unidades especializadas funcionaron de manera
efectiva a partir de 1964, y fueron entrenadas desde la Escuela de las Américas en
Panamá.77
Seguidamente se hace una breve alusión al financiamiento que recibieron
ambos bandos implicados en la lucha –oficialismo e insurgentes- lo cual es un
aporte significativo, debido a que este es un tópico que suelen evadir los
protagonistas y aún más la historiografía dedicada al tema. Basándose en el
estudio del estadounidense Aragorn Storm Miller titulado Precarious path to
freedom: Venezuelan communism and international intervetion, 1964-1968, el
autor demuestra que hubo intervención estadounidense para ayudar al gobierno de
Raúl Leoni a frenar la insurrección comunista.78
Referente al bando insurrecto identifica la colaboración de los partidos
comunistas de países como Cuba, la Unión Soviética, China, Vietnam, Korea del
Norte e Italia. Resaltando que los recursos llegaban casi siempre al Buró Político
de los partidos –debe incluirse el dinero proveniente de asaltos a bancos, robos
dirigidos a enemigos de su causa y a colaboradores del gobierno, así como la
contribución anual de los miembros del partido- para luego ser dirigidos al sostén
de los Frentes Guerrilleros.79 Las páginas siguientes hacen referencia al declive de
los distintos frentes guerrilleros, se va describiendo algunas de sus acciones
propagandísticas y resaltando el crecimiento técnico y táctico de las Fuerzas
Armadas Nacionales, las cuales van neutralizando gradualmente a la insurrección.
Con respecto a los últimos años de la acción guerrillera, se habla acerca de
las grandes divisiones producidas en el interior del movimiento insurreccional,
entre aquellos que asumieron la “paz democrática” e integración a los mecanismos 77 Ibíd., pp. 94-95. 78 Ibíd., pp. 101-104. 79 Ibíd., pp. 105-121.
49
de participación política establecidos, y los que se mantuvieron firmes en
posiciones radicales de lucha, destacando el cese de las actividades terroristas por
parte del PCV luego de 1966 y la continuación de las mismas por el MIR y el
Partido Revolucionario del Pueblo (PRV).80 En esta etapa de su investigación,
Antonio García Ponce va describiendo y analizando muchos de los
acontecimientos ocurridos durante los años 1965-1969. Basándose en los
testimonios recopilados por Pedro Pablo Linárez, García Ponce les da a esos
testimonios el uso apropiado en una investigación, es decir; la reconstrucción,
análisis y crítica de lo acontecido partiendo de dichos relatos; y comparándolos al
mismo tiempo con otras fuentes. Como dijimos anteriormente: esto no lo hace
Linárez, lo cual es una de las principales deficiencias de su trabajo.
El análisis de la forma como se ha tratado el tema de los asesinados
durante el período es un elemento a destacar en esta investigación. Aclarando que
todos los muertos en aquel conflicto, deben ser llamados “caídos en combate” y
no asesinados, el autor critica el tono bucólico con el que suele abordarse el tema
–especialmente por parte de aquellos simpatizantes del bando insurrecto- para
tratar de evaluar en su justa medida los hechos sucedidos en aquellos años y no
manifestar preferencia por un bando o el otro. Para ilustrar esto último, García
Ponce hace un breve repaso por lo descrito en distintos testimonios acerca de la
muerte de Livia Gouverneur –personaje emblemático de la Izquierda insurrecta-,
para culminar dando su propia versión de los hechos. Sin embargo, comete el
mismo error de otros autores, ya que no señala cómo llega a la reconstrucción que
realiza y el por qué su versión tiene mayor validez que las anteriores.81
Del mismo modo se añade un apartado con un título bastante sugestivo: La
verdad de las mentiras, con el cual se pretende demostrar el lado trágico y las
dificultades por las cuales pasaron los participantes de aquella empresa armada.
Valiéndose de testimonios literarios y artículos extraídos de internet. Todo esto
80 Ibíd., p. 201. 81 Ibíd., pp. 202-223.
50
con el fin de contrastarlo con aquellos testimonios que presentan la actividad
guerrillera como algo armónico y romántico.82
El autor concluye señalando los errores del movimiento armado, así como
la poca efectividad de los ataques hechos al gobierno. Destaca también que nunca
se logró el control efectivo de algún espacio, nunca se liberaron territorios y por
ello no se logró el apoyo de la población, especialmente el de los campesinos.
82 Ibíd., pp. 233-238.
51
CAPÍTULO III
VALORACIÓN Y DIAGNÓSTICO DE LA HISTORIOGRAFÍA
DEL TEMA. APORTES Y DEFICIENCIAS.
En este capítulo ofrecemos al lector todos aquellos elementos de crítica
que son comunes a la bibliografía histórica del tema, es decir, en este punto nos
dedicaremos a ofrecer una valoración general de la historiografía sobre la Lucha
Armada, para puntualizar nuestra apreciación general con respecto a la forma
como se ha abordado este proceso. Es aquí donde exponemos nuestra capacidad
de sintetizar toda la información que caracteriza a dicha historiografía,
estructurándola en función de hitos o tópicos que no han sido lo suficientemente
estudiados y que consideramos merecen una mayor atención al momento de
abordar el asunto.
1. Necesidad de establecer causas y orígenes.
Para lograr obtener una explicación satisfactoria de un problema de
estudio, generalmente solemos partir del señalamiento de las causas que le dieron
origen.83 Esta es una constante dentro de aquellos análisis con pretensiones
científicas. Dicha forma de estudio la hemos heredado del racionalismo y tiene su
máxima expresión en el positivismo de Comte.84
La historiografía de la Lucha Armada desarrollada por la Izquierda –
principalmente el PCV y el MIR, que son las organizaciones más reconocidas- en
la década de los sesenta, no escapa a dicha forma de abordar un estudio. Esta es
83 Georges Lefebvre: El nacimiento de la historiografía moderna. Barcelona, Ediciones
Martínez Roca, 1974, pp. 20-26. 84 Emilio Durkheim: Las reglas del método sociológico. Buenos Aires, Dédalo, 1964, p. 11.
52
una constante dentro de dicha historiografía: la necesidad por determinar el
momento o punto de origen de la insurrección. Siempre que el lector se acerque a
leer cualquiera de estas obras, encontrará en las primeras páginas un señalamiento
al contexto y las causas que ocasionaron el conflicto.
Toda la historiografía de este tema parte de un señalamiento del contexto
histórico, político, económico, social e ideológico bajo el cual se encontraba
Venezuela durante los años cercanos al conflicto. En función de ello podemos
identificar tres puntos coyunturales que son para esta historiografía el marco bajo
el cual se produce la génesis de la lucha: 1º El 23 de Enero de 1958, con la caída
de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez; 2º El triunfo electoral de Rómulo
Betancourt en diciembre de 1958 y con ello la imposición del Pacto de Punto Fijo
como base de gobernabilidad del país; y 3º El triunfo de la Revolución Cubana en
enero de 1959, generando la radicalización de la juventud latinoamericana. En
estos tres puntos, coincide toda la historiografía sobre el tema.
A esos aspectos habría que sumar en el ámbito nacional: el auge de masas,
la crisis económica, el descontento militar y la decepción de los partidos de
Izquierda que se pronunciaban en contra del imperialismo a inicios de la década
de los sesenta; y en el ámbito internacional, la Guerra Fría que establecía la
división entre aquellos países aliados a los soviéticos y los adeptos al bloque
liderado por los Estados Unidos. Todos ellos son elementos que también
contribuyeron –de acuerdo con los autores- a la aparición del conflicto armado.
En la generalidad de la historiografía sobre el tema no observamos una
explicación sistemática de la trascendencia que dichos aspectos tuvieron para
desencadenar el conflicto. Al respecto la historiografía suele mencionarlos de
forma somera. Las afirmaciones carecen de sustento argumentativo,
caracterizándose por una escasa y deficiente explicación. Al definir cuáles fueron
las causas generadoras del conflicto, las opiniones y análisis de los protagonistas
políticos de aquella época son la fuente determinante. Tanto así que logran
imponerse en el análisis de los investigadores, es decir, muchas de esas causas
53
identificadas por la historiografía son producto de la exposición y reflexión hecha
por los protagonistas.85 La historiografía simplemente se ha encargado de
recopilarlas y reproducirlas más no de analizarlas rigurosamente.
La cita de autoridad es una desviación recurrente dentro de los estudios
historiográficos en Venezuela y principalmente dentro de los sujetos que manejan
un discurso marxista. Estos últimos tienden a guiarse por las opiniones y teorías
de personalidades –en la mayoría de los casos jefes políticos: Lenin, Stalin,
Ernesto Guevara y Fidel Castro, entre otros- que ellos consideran tienen la razón
por encima de cualquiera, elevándolos a una categoría de filósofos
incuestionables, capaces de dar respuesta a todas las problemáticas de la sociedad.
Dejando de lado el indispensable análisis propio, cuidadoso y fundamentado,
cuestión que es totalmente antimarxista.86
2. Limitada preocupación historiográfica por comprender la
organización del movimiento insurreccional.
Estudiar la estructura organizativa de los grupos armados es esencial para
la comprensión de la forma bajo la cual llevaban a cabo sus actividades
desestabilizadoras. Respecto a esto la historiografía no ofrece un análisis
sistemático, el estudio es escaso, las afirmaciones son efímeras y poca la alusión a
las fuentes de las cuales se extraen dichas afirmaciones. Los más destacados sobre
el particular son los trabajos de Luigi Valsalice y Antonio García Ponce, sin
embargo no escapan a los señalamientos hechos anteriormente.
85 Esto podemos constatarlo al revisar el grueso de la bibliografía contentiva de
entrevistas que hemos señalado anteriormente. 86 Germán Carrera Damas: Historiografía marxista venezolana y otros temas. Caracas,
Dirección de Cultura de la Universidad Central de Venezuela, 1967, (Colección Humanismo y Ciencia) p. 125.
54
2.1 Las Unidades Tácticas de Combate como embrión de la
organización armada.
Las Unidades Tácticas de Combate fueron organizaciones cuyo origen se
puede encontrar en las manifestaciones, protestas y actividades de lucha en contra
de las decisiones tomadas por el gobierno de Betancourt, al menos esto es lo que
se puede observar leyendo la historiografía. Las primeras en organizarse son las
guerrillas urbanas, en los textos no se señala una fecha aproximada de su
aparición, ni sus formas organizativas, exceptuando el trabajo La lucha armada en
Venezuela. Apuntes sobre guerra de guerrillas venezolanas en el contexto de la
Guerra Fría (1959-1979) y el rescate de los desaparecidos de Pedro Pablo
Linárez, el cual se vale del testimonio de Jesús Velásquez para ubicar su origen en
una fecha tan temprana como 1959.87
En la historiografía no se alude a la ubicación espacial de esta guerrilla
urbana o Unidades Tácticas de Combate (UTC), sólo se señala que funcionaban
en las principales ciudades del país.88 Dicha afirmación es vacía y deja varias
interrogantes: ¿Exactamente en cuáles ciudades funcionaban? ¿Cómo
contribuyeron al movimiento armado dentro de dichas ciudades? ¿Cómo se
articulaban con los distintitos frentes guerrilleros y el comando general de las
Fuerzas Armadas de Liberación Nacional? ¿En promedio, cuántos miembros
poseían? ¿En qué consistían sus tácticas de combate y cuán efectivas resultaron
dichas tácticas? ¿Cuánto tiempo existieron como unidades de combate activas?
¿Cómo era su relación con la población en general? Estos son elementos que no
han sido suficientemente estudiados por la historiografía.
87 Pedro Pablo Linárez: La Lucha Armada en Venezuela… pp. 32-34. 88 Luigi Valsalice: La guerrilla castrista en Venezuela… pp. 99-123; Elena Plaza: Historia
de la Lucha Armada… pp. 19-21; Luz Varela: Génesis de una derrota… p. 18, esta autora no habla de UTC, si no de “comandos urbanos”, Micheal Tarver: El fracaso de un sueño… pp. 56-57; Pedro Pablo Linárez: La lucha armada en Venezuela… pp. 38-81; y Antonio García Ponce: Sangre, locura y fantasía… pp. 19-71.
55
Las UTC jugaron un papel fundamental en el conflicto, al menos eso es lo
que manifiestan los testimonios de algunos protagonistas y por ende no pueden ser
tratadas de forma tan somera. Es necesario realizar un estudio más completo de
dichos grupos organizados para llenar este vacio de información. Esto es un
compromiso con el cual debe cumplir la historiografía del tema, ya que no se está
otorgando el debido reconocimiento a un eje organizativo de la lucha. Mucho
menos a los hombres y mujeres que lo conformaban. Para ello habría que ampliar
las fuentes hasta ahora utilizadas a fin de abordar y profundizar en el análisis de
tan importante aspecto.
2.2 Ubicación espacial de los Frentes Guerrilleros.
Estudiar la distribución espacial de los insurrectos es esencial para
comprender este proceso histórico. No podemos conformarnos con analizar los
procesos históricos a través del tiempo, es necesario ubicarlos en el espacio. El
factor geográfico está íntimamente ligado al histórico y no puede lograrse un
estudio completo si está ausente el primero. Escasos son los análisis hechos
acerca de la influencia del medio geográfico en el desarrollo de los
acontecimientos de la época. Al respecto, sólo se mencionan algunos de los
estados donde se ubicaron los principales Frentes Guerrilleros, las fechas
aproximadas en las cuales se fundaron, quiénes eran los comandantes de cada
frente, el rango de acción –no todos lo señalan- que tuvieron estas guerrillas, y
finalmente se hace mención al hecho de que no lograron liberar o controlar
efectivamente ninguno de esos territorios. En líneas generales esta es la forma
bajo la cual suele abordarse este aspecto dentro de la historiografía.
No se hace un estudio del por qué se escogieron dichas regiones y no otras
para la ubicación de los frentes guerrilleros, no se explica la dinámica que existió
entre el medio y el guerrillero. Tampoco se hace referencia a las ventajas y
desventajas que pudieron ofrecer dichas regiones. La relación poblador local-
56
guerrillero no se ha estudiado lo suficiente y en algunos casos ni siquiera se
menciona. En este punto, el trabajo del diplomático italiano Luigi Valsalice
vuelve a resaltar en comparación al resto de la historiografía. Este autor ofrece
afirmaciones interesantes acerca de las razones por las cuales se escogieron ciertas
regiones para la ubicación de los frentes guerrilleros, así como las vinculaciones
históricas, económicas y políticas que unían a los insurrectos con los pobladores
de dichas zonas rurales.
Está pendiente la realización de trabajos historiográficos que aborden la
Lucha Armada de los sesenta desde una perspectiva regional y local, los cuales
trasciendan los aspectos anecdóticos o testimoniales, estudien el desarrollo de
insurrección desde la actuación de los distintos Frentes Guerrilleros y la situación
regional existente.
2.3 Operatividad del movimiento guerrillero.
La historiografía se ha preocupado escasamente de la operatividad del
movimiento guerrillero. Pareciera que el sólo hecho de mencionar un listado de
actividades subversivas y propagandísticas que fueron realizadas por los
insurrectos, es suficiente para explicar la forma bajo la cual actuaban. Los autores
de esta historiografía no se han dedicado a estudiar suficientemente el asunto, no
se le ha prestado la debida atención a la forma bajo la cual llevaban a cabo las
actividades de los grupos involucrados en el conflicto.89
Realizar un estudio del modo operativo de los insurrectos sería un
significativo aporte a la comprensión del alcance, eficacia y magnitud del
movimiento. Esto ayudaría a desentrañar el modus operandi de los subversivos,
89 Luigi Valsalice: La guerrilla castrista en Venezuela… pp. 46-47; Elena Plaza: Historia de
la Lucha Armada… p. 24; Luz Varela: Génesis de una derrota… pp. 18-20; Micheal Tarver: El fracaso de un sueño… pp. 50; Pedro Pablo Linárez: La Lucha Armada en Venezuela… pp. 140-141; y Antonio García Ponce: Sangre, locura y fantasía… pp. 22-27.
57
las variaciones que existían entre una acción y otra, el impacto que ellas producían
en el gobierno de la época y el grado de aceptación que estas podrían tener en las
masas. Realizar este tipo de estudio permitiría establecer con mayor precisión el
nivel de organización de los guerrilleros. No se puede negar que existía cierto
grado de planificación y organización en el movimiento. Sabemos había una
estructura organizativa que se puede rastrear en algunos documentos
clandestinos,90 pero no se ha hecho el análisis de su eficacia, por esta razón
creemos de principal importancia realizar el estudio de este tópico.
2.4 Un factor determinante: las diferencias entre grupos sociales
presentes al interior del conflicto.
La división social no puede ser obviada al momento de estudiar la
conformación y organización de los grupos guerrilleros. Así como la geografía
juega un papel fundamental dentro de un estudio histórico, los aspectos de
carácter social son determinantes al momento de intentar comprender un proceso
histórico y por ello no pueden ser obviados. De acuerdo a los autores trabajados,
los hombres y mujeres comprometidos en esta lucha formaban parte de sectores
sociales muy distintos entre sí. Los militantes de la insurrección representaban a
cinco sectores de la sociedad que la historiografía –generalmente- distingue como:
1) Los dirigentes políticos, 2) Los estudiantes, universitarios en su mayoría 3) Los
sectores militares “progresistas” 4) Los sectores marginados de las ciudades y 5)
Los campesinos.91
El hecho de pertenecer a un grupo social distinto, tuvo que haber generado
diferencias en las relaciones intergrupales de los guerrilleros. Dentro de la
90 Eva Moreno: Documentos del movimiento… p. 81 91 Luigi Valsalice: La guerrilla castrista en Venezuela… pp. 171-185; Elena Plaza: Historia
de la Lucha Armada… p. 15; Micheal Tarver: El fracaso de un sueño… pp. 50-51; y Antonio García Ponce: Sangre, locura y fantasía… pp. 225-231.
58
historiografía no se especifica el tipo de relación –si fue armoniosa o conflictiva-
que existía entre los hombres y mujeres que conformaban estos grupos, las
variantes en sus comportamientos, la escala de valores que cada uno de estos
combatientes manejaba, así como las diferencias en cuanto a niveles de
educación; todo ello tuvo que haber incidido en el tipo de relación manejada
dentro de los grupos insurrectos.
Sería interesante identificar las particularidades del comportamiento dentro
de los grupos guerrilleros, para definir si el origen social influyó en las labores de
las organizaciones. Es decir; determinar si la procedencia social fue un factor
limitante al momento de asignar los cargos dentro de estos grupos. Consideramos
que ello tuvo que haber sido así, haría falta realizar un estudio sistemático para
comprobar adecuadamente esa suposición. Esto permitiría dilucidar el grado de
cohesión interna que existía en el movimiento, así como también el aporte –
material, intelectual y físico- que esos hombres otorgaron a la lucha, partiendo por
supuesto del origen social que poseían.
Podemos observar que hasta ahora se ha obtenido la opinión de los
dirigentes políticos y altos comandantes de los frentes guerrilleros. De ellos se han
recogido numerosos testimonios y se han publicado muchas obras, pero poco se
ha hablado acerca de los sectores marginales y los campesinos, quienes también
fueron protagonistas de aquella empresa, ofreciendo su disposición para llevar
adelante la lucha. Estos son parte de los testimonios que no han sido estudiados y
analizados sistemáticamente. Acercarse a ellos ayudaría a identificar la forma bajo
la cual estos hombres observaban a los líderes del movimiento, así como también,
la concepción de ellos con respecto al movimiento insurreccional y los objetivos
que buscaban obtener al incorporarse a la subversión.
59
3. Decadencia del movimiento subversivo.
Formando parte de la orientación general bajo la cual se ha escrito la
historia de la Lucha Armada, la derrota o decadencia del movimiento guerrillero
constituye el tema con el cual culmina la reconstrucción del proceso en la
historiografía. Cada una de las obras que han sido analizadas termina con una
breve interpretación de las causas que generaron la derrota del movimiento
subversivo en Venezuela.92 En el señalamiento de la derrota o decadencia del
movimiento subversivo encontramos una indudable coincidencia en cuatro
puntos, que son comunes a casi toda la historiografía: 93 1º Falta de organización
del movimiento, 2º Ausencia de territorios liberados, 3º Escaso apoyo de los
campesinos y 4º Desacertada lectura de la realidad política del país.94
1º Falta de organización del movimiento: La desarticulación organizativa
generó constantes derrotas y desaciertos que fueron en detrimento de los grupos
guerrilleros. Esta es una de las principales razones que la historiografía señala
para explicar el por qué fue derrotado el movimiento. Encontramos que la
desorganización se expresaba en dos niveles, al menos eso se es lo que se percibe
examinando la historiografía. El primer nivel está vinculado con la
superestructura organizativa, la cual constituían los partidos políticos PCV y
MIR, así como el Frente de Liberación Nacional y las Fuerzas Armadas de
92 Se exceptúa el trabajo de Pedro Pablo Linárez, quien extiende la línea temporal de su
reconstrucción histórica en función de los minoritarios grupos de rebeldes radicales que se mantuvieron en lucha durante los años setenta y principios de los ochenta. Su trabajo no finaliza con una conclusión referente al tema de la Lucha Armada en los sesenta. Termina con un breve epílogo donde critica la postura de algunos políticos miembros de la Izquierda en los setenta y ochenta, sin emitir opinión valorativa concluyente acerca de lo acontecido en los sesenta.
93 Decimos casi toda debido a que existen ciertas diferencias en algunos señalamientos. Por ejemplo: Elena Plaza puntualiza algunas de las ventajosas y populistas políticas llevadas a cabo por los partidos miembros del Pacto de Punto Fijo. Pedro Pablo Linárez –como mencionamos anteriormente- extiende la línea temporal de su reconstrucción y no se concentra en emitir conclusiones definitorias del proceso.
94 Luigi Valsalice: La guerrilla castrista en Venezuela… pp.187-190; Elena Plaza: Historia de la Lucha Armada… pp. 23; Luz Varela: Génesis de una derrota… pp. 158-159. Micheal Tarver: El fracaso de un sueño… pp. 85-91; Antonio García Ponce: Sangre, locura y fantasía… pp. 239-247.
60
Liberación Nacional que constituyeron los elementos “unificadores de fuerzas” de
ambas organizaciones. Supuestamente, ésto debería funcionar de ese modo. Sin
embargo, la historiografía no deja de señalar la ineficacia de esas organizaciones,
principalmente en el control de los recursos económicos y humanos. En cuanto a
los recursos económicos, algunos autores señalan que fueron desviados
constantemente, y en cuanto a los cuadros guerrilleros, se alude a la realización de
actividades sin la aprobación de las instancias superiores. Ambos aspectos
impulsan al italiano Valsalice a señalar que el Frente de Liberación Nacional –
como elemento cohesionador de acciones- fue un mito y que nunca funcionó
como componente activo de la lucha.95
El segundo nivel de desorganización esta referido a las instancias
inferiores o infraestructura. En este punto son los comandantes que lideraron los
distintos frentes guerrilleros quienes son señalados como principales culpables de
dicha desorganización. Douglas Bravo, Teodoro Petkoff, Moisés Moleiro y
Francisco Prada, entre otros, suelen ser catalogados como aventureros e
inexpertos, cuyo desempeño en el campo militar era decadente, produciendo un
enorme descontento dentro de sus seguidores. Estos comandantes son los
principales responsables identificados por la historiografía, sobre ellos recae la
mayor parte de la culpa y es su ineficacia lo que condena el movimiento a la
derrota.
2º Ausencia de territorios liberados: producto de la concepción de lucha
revolucionaria que impulsó Mao Tse-tung, y que los guerrilleros debieron haber
copiado si querían lograr triunfar sobre las fuerzas oficiales. No se sumaron
nuevos componentes a la insurrección, y ello generó la derrota. Al menos esto es
lo que la historiografía puntualiza. Al no lograr un control efectivo de espacios
poblados, no se gana una identificación de los habitantes con el movimiento y por
ende no se logra captar nuevas fuerzas para el combate.
95 Luigi Valsalice: La guerrilla castrista en Venezuela… pp. 43-44.
61
3º Escaso apoyo de los campesinos: íntimamente ligada a la segunda causa
de derrota, la tercera hace referencia al poco apoyo recibido por parte de la
población campesina. Al igual que el aspecto anterior, esto va ligado a las
concepciones de lucha de Mao. La historiografía considera que ese componente
de la sociedad jugó un papel determinante en la derrota de los alzados, debido a
que fueron muchos de ellos los que terminaron por entregar a los guerrilleros a las
fuerzas del gobierno. Si bien algunos campesinos –numerosos testimonios lo
ratifican- apoyaron al movimiento insurreccional, también es cierto que la
inmensa mayoría no comprendía los objetivos de estos hombres y por ende no se
sentían identificados con ellos.96 A esto hay que sumar el hecho de que podrían
sufrir represalias por parte del ejército y del Estado, si no colaboraban con la
captura de los componentes de los grupos desestabilizadores.
4º Desacertada lectura de la realidad política del país: este es uno de los
elementos comunes tanto en la historiografía como en las obras testimoniales.
Siempre se alude al hecho de que la población no estaba preparada para aceptar
ese tipo de insurrección. Las acciones no fueron ejecutadas en el momento preciso
y no se aprovecharon las expresiones de efervescencia nacional o en términos de
los autores: auge de masas, que expresaban el descontento y era –según los
protagonistas- el momento preciso para tomar por asalto el poder.
Son estas cuatro las razones o causas fundamentales en las cuales coincide
la historiografía al señalar el por qué fue derrotado el movimiento insurreccional
de Izquierda desarrollado en Venezuela durante los años sesenta. De esta forma es
como culmina la estructura expositiva de las distintas obras que han hecho una
reconstrucción histórica del tema. En la búsqueda de las consecuencias que
generaron la derrota armada, volvemos a encontrarnos con una historiografía que
otorga prioridad al criterio de los protagonistas y no se esfuerza por realizar un
96 Guillermo García Ponce: Teoría política y realidad… pp. 151-156. Utilizando algunos
censos oficiales el autor demuestra la escasa cantidad de población campesina existente durante aquellos años y lo erróneo de aquella idea de confiar en que al obtener el apoyo de los campesinos se lograría la victoria.
62
análisis propio de lo sucedido. De nuevo sigue siendo la interpretación de los
testimoniantes lo que determina la visión sobre los hechos.
4. Un tema estudiado exiguamente: importancia del aparato represivo en
el conflicto.
Cualquier sistema de gobierno que sea implantado en una sociedad y que
se vea amenazado por grupos disidentes u opositores al mismo, buscará la manera
de defender su posición y sus intereses. Para ello contará con grupos represivos
que le permitan mantener el monopolio de la violencia y que al mismo tiempo le
sirvan para garantizar la seguridad física de los pobladores.97 Todo regulado por
ciertas normas, leyes o acuerdos bajo los cuales se rige la sociedad y legitiman la
presencia de estos cuerpos represivos que trabajan a favor del Estado.98
La Dirección General de Policía (DIGEPOL) y el Servicio de Inteligencia
de las Fuerzas Armadas (SIFA), constituyeron las dos principales organizaciones
represivas que lograron a través de una exhaustiva planificación y
adiestramiento,99 la desarticulación, detención y neutralización de las
organizaciones insurrectas. Tanto el SIFA, como la DIGEPOL, fueron un factor
determinante en la lucha contra los insurrectos. Muchos de los protagonistas de la
época lo hacen saber en sus testimonios, señalando el “uso excesivo de la fuerza"
y la “sanguinaria represión” que desataron en contra de los individuos que se
97 Norberto Bobbio: Diccionario de política. México DF, Siglo XX, 1981. 98 Véase: La subversión extremista en Venezuela. Caracas, Publicaciones de la fracción
parlamentaria de Acción Democrática, 1964. pp.20-60. Las intervenciones hechas por los diputados Carlos Andrés Pérez, Luis Piñerua Ordaz y Salom Meza -representantes de Acción Democrática en el Congreso Nacional- son una muestra de los argumentos empleados por los representantes del gobierno para justificar las medidas utilizadas por sus aparatos represivos.
99 Carlos Soto Tamayo: Rómulo: democracia con garra. Caracas, Editorial Texto. 1986, pp. 320-324. Más allá de ofrecer una versión parcializada –a favor del gobierno de Rómulo Betancourt-, el autor ofrece interesantes apreciaciones acerca de las tácticas empleadas por las Fuerza Armadas Nacionales para detener a los insurrectos.
63
comprometieron con la lucha, e incluso contra aquellos que no formaban parte
directa como los campesinos o los familiares y amigos de los alzados.
Si todo ello fue así, sería interesante realizar un estudio sistemático de la
cuestión. La revisión de los archivos del Ministerio de Interior y Justicia –antes
Ministerio de Relaciones Interiores-, así como también archivos de las Fuerzas
Armadas Nacionales, ampliaría la compresión de la forma como operaban dichos
grupos de defensa del Estado, las tácticas empleadas, la eficacia de sus
operaciones, los mecanismos usados para detectar y neutralizar a los guerrilleros,
el armamento y adiestramiento, entre muchos otros elementos que sólo pueden ser
esclarecidos con una revisión apropiada de los archivos y de los testimonios de los
hombres que formaban parte de estos grupos de defensa. Es decir, realizar un
estudio crítico y exhaustivo de fuentes disponibles para determinar el sistema
operativo del aparato represivo contra la Lucha Armada.
La historiografía no le ha dado suficiente importancia a esta cuestión, los
cuerpos de control del Estado pasan a un segundo orden dentro del estudio. Solo
se hace mención a su existencia, pero no se le da el mismo protagonismo que se le
otorga a las organizaciones guerrilleras. Esto último es comprensible por el
privilegio en el enfoque político del tema. Ha predominado la visión de la
Izquierda sobre la Lucha Armada, y son escasos los trabajos que muestren la
visión del otro sector implicado.
Sin embargo, no podemos conformarnos con observar una sola parte de la
realidad. Para lograr una mejor comprensión de la historia debemos ampliar
nuestro rango de visión. Es decir, no debemos obviar la multiplicidad de
elementos que interactúan dentro de un proceso histórico y que son los que le dan
sentido al mismo. Los estudios históricos deben ser enfocados desde un espectro
amplio para lograr acercarnos –al menos hasta donde podamos- a una
reconstrucción real de los hechos. Por ello creemos que debe dársele mayor
importancia al estudio del papel desempeñado por el SIFA y la DIGEPOL en
64
aquella época, e insistimos en la revisión de los documentos producidos por esos
cuerpos de seguridad del Estado.
Entre los siete trabajos seleccionados en nuestro estudio, el de Antonio
García Ponce, Sangre, locura y fantasía. La guerrilla de los años 60, es el único
que describe algunas de las unidades especializadas con las cuales contaba las
Fuerzas Armadas Nacionales en la lucha anti-guerrillera después de 1964. Sin
embargo, sólo se queda en la mera descripción y no trasciende hacia un estudio
más profundo, dejando múltiples interrogantes.100
5. Evitar un punto de la trama: la intervención internacional en la
insurgencia.
Es indudable la influencia de factores externos que contribuyeron con el
sostén y mantenimiento de la Lucha Armada. Tomando en cuenta que la tendencia
político-ideológica bajo la cual se rige cada Estado es determinante al momento
de entablar relaciones diplomáticas con otras naciones y más aún en aquellos años
que estaban sumergidos en un clima internacional bastante tenso cuya máxima
expresión es el conflicto entre las dos grandes potencias victoriosas de la Segunda
Guerra Mundial y que es conocido como La Guerra Fría. Todo intento de alianza
o identificación con cualquiera de estos bandos implicados en el conflicto,
necesariamente traía consigo el repudio de los adeptos al bando contrario.
Sabiendo esto, Rómulo Betancourt –como presidente electo- decidió mantener a
nuestro país como uno de los principales aliados de los Estados Unidos y por ende
continuar dentro del conocido bloque occidental, dejando a un la lado las
relaciones con la Unión Soviética y todos aquellos gobiernos adscritos a su órbita
de influencia.
100 Antonio García Ponce: Sangre, locura y… pp. 94-99
65
Esto generó el descontento de los sectores de Izquierda en el país, que
reclamaron la reanudación de las relaciones con el bloque soviético y
principalmente con el gobierno cubano que comenzaba a declararse comunista.101
El establecer evidentes simpatías por un sector u otro facilitó la obtención de
ayuda internacional. En este sentido, el trabajo de Antonio García Ponce resalta
entre los demás, ya que dedica un apartado de su obra al señalamiento de las
naciones que contribuyeron tanto a nivel económico como material con el
conflicto venezolano. Entre las naciones que contribuyeron con el bando
insurrecto señaladas por el autor encontramos a: Cuba, la URSS, China, Vietnam,
Korea del Norte e Italia, todas ellas a través de sus partidos comunistas. A esto
debe sumársele, como formas de obtener recursos, las numerosas actividades
llevadas a cabo para aprovisionar a los guerrilleros. El bando oficialista hizo lo
mismo, percibiendo asesoramiento y ayuda de su principal aliado: los Estados
Unidos, para combatir a los insurrectos.
Este es otro de los temas que no ha sido abordado por la historiografía, al
menos no se ha hecho con la suficiente rigurosidad que requiere la cuestión. La
historiografía se limita a mencionar el hecho de que hubo intervención
internacional en el conflicto, más no existe la suficiente argumentación ni
búsqueda de fuentes que ayude a fortalecer la afirmación. Con la sistemática
búsqueda y rastreo de fuentes –tanto escritas como orales- se lograría un aporte
significativo. El tema del financiamiento económico a la guerrilla venezolana de
los años sesenta es difícil e incómodo de abordar, principalmente para aquellos
comprometidos en la insurrección, debido a que una parte de los recursos
económicos obtenidos dentro del país fue a través de acciones como asaltos a
entidades bancarias o empresas, así como diferentes acciones que rondaban la
criminalidad, las cuales terminaron desprestigiando las buenas intenciones de la
lucha. Esto hace que la obtención de la información sobre el tópico sea difícil –al
menos obtenerla por parte de aquellos que quieren mantener una buena imagen,
tanto de sí mismos como de aquella empresa-. Suponemos que los archivos
101 Antonio Sánchez García y Héctor Pérez Marcano: La invasión de Cuba… p. 31.
66
gubernamentales e instituciones estadales deben ofrecer algún tipo de información
que nos ayude a comprender la forma cómo se obtenía el financiamiento
económico del bando insurrecto, y debe tratar de ahondarse en fuentes orales –
intentando discernir entre acusaciones y pleitos- así como en archivos de
organizaciones internacionales que canalizaron aportes a la insurrección.
Del mismo modo debería hacerse con el financiamiento que recibieron los
entes oficiales por parte de los Estados Unidos. Antonio García Ponce señala una
obra que hace referencia a ello, dicho trabajo se titula Precarious path to freedom:
Venezuelan communism and international intervetion, 1964-1968, y Michael
Tarver hace referencia a un memorándum de la Agencia Central de Información
de los Estados Unidos, el cual ratifica la intervención de la misma en el conflicto.
Pero siguen muchas interrogantes por responder. Todo esto aumenta la deuda que
dicha historiografía tiene con sus lectores.
6. Valoración y manejo de fuentes.
Las fuentes son el sostén de cualquier estudio serio, indiferentemente de la
disciplina en la cual se este llevando a cabo una determinada investigación. Ellas
son la base de comprobación de los resultados obtenidos. A través del manejo
disciplinar de estas se pueden defender las afirmaciones y sostener los
argumentos. El tratamiento desde la perspectiva teórico-metodológica de la
Historia, asegura la obtención de un conocimiento admisible, pero que al mismo
tiempo está sometido a una constante reelaboración. El tratamiento crítico de las
fuentes otorga validez a un trabajo. Así como también la falta de esa crítica, la
confrontación de una variedad de ellas, o la escasez de su utilización, desacredita
una obra. En resumen, las fuentes y su tratamiento son el eje fundamental de una
investigación histórica.
67
Partiendo de la afirmación anterior, no podemos evitar analizar la forma
bajo la cual se han tratado las fuentes en la historiografía de la Lucha Armada en
Venezuela. Al principio de nuestra investigación ofrecimos una clasificación de
las fuentes bibliográficas a las cuales suele recurrir la historiografía para abordar
el tema. Estas obras clasificadas anteriormente, han servido para sustentar las
afirmaciones expuestas en aquellos trabajos que hemos considerado como
historiografía. Debemos destacar que encontramos la repetición temática desde el
primer trabajo –que consideramos historiografía- escrito en 1973 por Luigi
Valsalice hasta el publicado recientemente en 2010 por Antonio García Ponce.
Representando algunas de ellos pautas o guías al momento de reconstruir y
analizar el tema.
Los testimonios y entrevistas hechas a los comandantes y líderes son las
obras empleadas con mayor frecuencia por parte de la historiografía. Son las
fuentes más utilizadas y ocupan un papel primordial en los estudios que hemos
revisado. Creemos que ello se debe a la destacada circulación y divulgación de
esas entrevistas o testimonios, desde el momento en que fueron publicadas entre
los setenta y ochenta, años en que existía un mayor interés por conocer la versión
de los insurrectos.102 También por la dispersión, desorganización y falta de acceso
a fuentes documentales primerias de carácter escrito. La posibilidad de acercarse a
las fuentes juega papel fundamental al momento de realizar una investigación y
determina los resultados del estudio. Nosotros también hemos experimentado esa
dificultad en el proceso de elaboración de esta memoria de grado, por los
problemas a la hora de conseguir la bibliografía.
Muchos de los testimonios sobre la Lucha Armada suelen ser obras muy
bien escritas –unas más que otras-, con estilos narrativos y descriptivos atractivos.
El lector carente de crítica y desconocedor del tema fácilmente puede caer
envuelto en la versión de los protagonistas de aquella época, sintiéndose
102 Como ejemplo podemos señalar las seis ediciones contentivas de más de mil
ejemplares cada una del testimonio intitulado: Aquí no ha pasado nada escrito por Ángela Zago.
68
identificado con las ideas de los insurrectos y dejándose guiar por esas
versiones.103
En las entrevistas, observamos que suele abordarse a los comandantes
guerrilleros o altos dirigentes políticos del movimiento. Por ejemplo, son
constantes en esas fuentes los testimonios de: Douglas Bravo, Teodoro Petkoff,
Américo Martín, Pompeyo Márquez, Domingo Alberto Rangel, Guillermo García
Ponce y Francisco Prada, entre otros. Estos representan la versión de los
dirigentes destacados. Sin embargo, poco se sabe de la visión de los militantes de
base, aquellos hombres y mujeres humildes que también tuvieron su cuota de
protagonismo y participación en aquellos sucesos. El antropólogo Pedro Pablo
Linárez destaca por su interés en recopilar y buscar dichos testimonios. Pero en su
historia de la Lucha Armada no observamos que esas fuentes sean trabajadas
rigurosamente con criterios propios de una investigación como: clasificación de la
información, filiación de datos, análisis comparativos, sustento argumentativo,
exposición clara del estudio realizado y las conclusiones que se generan de los
mismos.
Las compilaciones documentales tampoco han sido tratadas rigurosamente.
Es insuficiente la utilización que hace la historiografía de las escasas
publicaciones de documentos existentes, en su mayoría provenientes del sector
insurrecto. Como ya expresamos, no hay un esfuerzo de recopilación y análisis de
los distintos documentos emitidos por los sublevados, y mucho menos de aquellos
que se produjeron desde el bando oficial. La revisión de estos últimos contribuiría
a comprender la posición que el Estado tuvo con respecto a la situación
enfrentada. De este modo, se abordaría el tema desde un punto de vista plural, sin
limitarse únicamente a la visión que ofrece la Izquierda, la cual tiende por
supuesto a justificar su acción, y descalificar y estigmatizar el proyecto político
103 Confesamos que nosotros también fuimos encantados por algunas versiones de la
épica romántica del combate, las propuestas de justicia social hechas por aquellos hombres y la imagen mítica del guerrillero.
69
instaurado. A nuestro entender la historiografía no se ha preocupado
suficientemente por esta cuestión.
Revisar los documentos emitidos en aquellos países que estuvieron
comprometidos con ambos bandos –principalmente Cuba y Estados Unidos-,
permitiría ampliar aún más el espectro de estudio, ayudando a dilucidar el grado
de participación que aquellos países tuvieron en el conflicto, los aportes –
materiales y humanos- hechos desde esas naciones, los motivos que los
impulsaban a apoyar a un bando u otro, y el balance final obtenido por esos países
al culminar el conflicto. Tampoco se ha analizado la información emitida por los
diversos diarios de circulación regional y nacional –sólo Valsalice hace este tipo
de revisión-, ni mucho menos las diversas revistas de la época donde salieron
publicadas muchas noticias, opiniones y declaraciones sobre las guerrillas.104
Como podemos observar, queda por realizar un importante trabajo
historiográfico sobre el proceso de la Lucha Armada en Venezuela con respecto a
la revisión de fuentes. Un trabajo que demandaría una dedicación de muchos años
por parte de los investigadores para lograr una completa recopilación y análisis.
Cuestión que de ser realizada adecuadamente seguramente arrojará afirmaciones y
conclusiones innovadoras para la comprensión de ese proceso.105
104 Sobre este particular, llamábamos la atención y destacábamos el abordaje hecho
desde la Escuela de Historia de la Universidad de Los Andes en diversos proyectos y tesis de grado que desde una perspectiva crítica estudian cómo se presentó el tema de la Lucha Armada en diarios y revistas como Últimas Noticias, Élite, El Nacional o La Religión. Al respecto podemos seguir los trabajos de Lizmary Rosales Mora y Yolimar E. Santiago: Crisis y violencia política en Venezuela, a través del diario Últimas Noticias para los años de 1959-1964, y de Jesús Egberto Espinoza: El proceso de pacificación del conflicto armado en Venezuela: Un intento de comprensión a través de la revista Élite (1969-1971); y los proyectos de investigación de José David Martínez La guerrilla urbana en Venezuela 1960-1963. Aproximación a su reconstrucción y análisis a través de El Nacional, y de Juan Carlos Flores y Enmanuel Barrios El diario La Religión y la Lucha Armada en Venezuela. 1959-1964. Sobre compilaciones de noticias referidas a un período, son también de interés para el tema de la Lucha Armada los trabajos de José Rivas Rivas: Historia gráfica de Venezuela. Una historia contada por la prensa. El gobierno de Rómulo Betancourt, editado por Ediciones Torán entre 1993 y 1997, en tres partes, los cuales recogen informaciones de El Nacional y El Universal, así como de diversos redactores, reporteros y fotógrafos.
105 Manuel Caballero: La pasión de comprender. Ensayos de historia (y de) política. Caracas, Ariel-Seix Barral Venezolana, 1983, pp. 79-83. En el ensayo titulado Partidos políticos en
70
7. Historiografía de la Lucha Armada en Venezuela. Valoración de
conjunto.
Luego de haber señalado algunos aportes y deficiencias en los cuales
incurre la historiografía de la Lucha Armada desarrollada en Venezuela durante
la década de los sesenta, ofreceremos una valoración general referente a
observaciones hechas a dicha historiografía.
1º Historiografía con tendencia a la Emulación: como lo señalamos en el
punto anterior, encontramos similitudes constantes al abordar el tema, volviendo
una y otra vez sobre hitos que ya han sido trabajados por otros autores. Ello hace
que se repitan las formas expositivas del discurso. Pareciera que se establece una
guía en cuanto al perfil que se debe tener para tocar el tema de la insurrección.
Desde la primera investigación publicada en 1973 por Luigi Valsalice, hasta la
recientemente publicada en 2010, Sangre, locura y fantasía. La guerrilla de los
años 60, escrita por Antonio García Ponce; observamos semejanzas en los temas
abordados, entre las que podemos encontrar la mención recurrente a:
derrocamiento de la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez, sucesos del año
1958, primeros brotes de violencia, intentos de golpe de Estado, Carupanazo y
Porteñazo, organización de la guerrilla rural o Frentes Guerrilleros, enumeración
de algunos actos sensacionalistas, elecciones de 1963, decadencia de las guerrillas
y proceso de pacificación.
El volver constantemente sobre los mismos hitos, le resta originalidad a la
historiografía referente al tema. Son pocos los estudios cuyo contenido ofrezca
nuevas perspectivas, reflexiones y análisis que trasciendan los expuestos por Luigi
Valsalice o Elena Plaza. Pareciera que estos dos autores ofrecieron una pauta al
el siglo XX, el autor sugiere una serie de fuentes para lograr entender la historia, evolución, proyectos y objetivos trazados por los partidos políticos venezolanos. Del mismo modo señala las limitaciones que –según él- trae cada una de las obras que cita.
71
momento de escribir sobre este tema y dicha pauta no ha sido superada por
completo. No se observa un intento de crítica historiográfica. Uno de los pocos
ejemplos a los que podemos hacer referencia es el trabajo de Antonio García
Ponce, quien critica el texto de Pedro Pablo Linárez, señalando la preeminencia
del sesgo partidista y la autocensura,106 aunque no por ello deja de reconocer los
aportes hechos por este investigador. Este es uno de los escasos ejemplos que se
pueden señalar. No encontramos un cuestionamiento a los planteamientos
realizados por otros autores, las afirmaciones no se someten a una reflexión crítica
y rigurosa, esto impide determinar el grado de resistencia que posee el
conocimiento. Repetir lo dicho por otros autores sin emitir al respecto un mínimo
de valoración crítica, necesariamente deriva en la emulación de las mismas
carencias, complicando aún más la comprensión de un proceso histórico. Cuestión
definida por el historiador Germán Carrera Damas como la “Tenaz supervivencia
de los ‘Grandes Nudos’ historiográficos”.107
2º Soporte recurrente en declaraciones o testimonios de destacados líderes
del movimiento guerrillero: como lo mencionamos anteriormente, la historiografía
tiene una fuerte tendencia a dejarse condicionar por la “cita de autoridad”.
Existen ciertas voces o interpretaciones que no pueden ser cuestionadas al
momento de hacer referencia al tema. Cuando decimos esto, nos referimos a la
escasa crítica que se le hace a las opiniones emitidas por los comandantes,
pareciera que el haber sido participes de aquel proceso le otorga a su opinión una
validez determinante.
Estamos de acuerdo en que la condición de estos hombres - por haber sido
protagonistas de aquel proceso-, impulsa a los investigadores a recopilar sus
opiniones, pero también es cierto que no podemos conformarnos únicamente con
la versión de esos comandantes. Necesariamente debemos escuchar las voces de
otras personas –los subalternos, los campesinos, los familiares de los implicados y
106 Antonio García Ponce: Sangre, locura y…, pp. 8-9. 107 Germán Carrera Damas: Historia de la historiografía de Venezuela (textos para su
estudio). Caracas, Universidad Central de Venezuela, 1961, Tomo I, pp. XXXVIII-XXXIX.
72
los habitantes de las comunidades influenciadas por la subversión, entre otros- que
permitan contrastar las diferentes versiones y lograr de este modo una mejor
aproximación a la comprensión del proceso.
3º Poca elaboración conceptual: es una historiografía que se caracteriza
por una escasa preocupación en definir claramente las categorías de análisis
empleadas dentro del discurso. Se hace referencia a categorías como: terrorismo,
insurrección, sublevación, estrategia, táctica, derecha, izquierda y revolución,
ente otros, pero se usan de forma indiscriminada, sin detenerse a analizar –aunque
sea brevemente- el significado de las mismas. No observamos una intencionalidad
de establecer categorías de análisis que puedan definir las particularidades de ese
conflicto, no se intenta abarcar bajo una o varías categorías los preceptos,
consignas y motivaciones que le dieron particularidad. Lo cual deja mucho que
desear con respecto a la capacidad de elaboración conceptual propia. Seguimos
siendo incapaces de arriesgarnos a producir –con todas las críticas que ello trae
consigo- nuestras propias categorías de análisis.108
Este punto está íntimamente vinculado con el anterior. Al limitar la
interpretación, análisis y reflexión de los acontecimientos en función de lo dicho o
escrito por los comandantes, también se está truncando el discurso propio, y
cuando el escritor se impone a si mismo este tipo de barreras también limita su
capacidad de reflexión, de interpretación y de creación de nuevos paradigmas
explicativos que permitan trascender los ya existentes.
4º Escasa crítica de fuentes: es una historiografía que padece de enormes
carencias al momento de abordar las fuentes. No se observa un trabajo sistemático
mediante el cual se realice la debida agrupación y clasificación de las fuentes a las
cuales se tiene acceso. No se realiza el debido proceso de recopilación, selección y
verificación de la autenticidad de las fuentes, partiendo de la crítica interna y 108 Manuel Caballero: El discurso del..., p. 61. En este ensayo el autor asoma algunas
definiciones con respecto a ciertas categorías empleadas al momento de hacer referencia a la Lucha Armada y establece que en Venezuela se adoptaron tres tipos de lucha para 1962: 1) Terrorismo, 2) La guerra de guerrillas y 3) El pustch cívico militar. Este tipo de intento de definición no la encontramos dentro de la historiografía.
73
externa de las mismas. Tampoco se observa un intento de filtrar la información a
la cual se tiene acceso, es decir; pareciera que los datos son expuestos sin ser
sometidos al debido proceso de selección de información. Nos referimos a la
clasificación de la información en: información bruta, información pertinente,
información depurada, para culminar –luego de la confrontación de
informaciones de este tipo- en la exposición del dato elaborado.109
Son pocos los autores dentro de esta historiografía que realizan estudios
comparativos de fuentes, la crítica a las mismas ocupa un segundo orden dentro de
la reconstrucción de aquel hecho histórico y al desplazar este elemento –nos
referimos a la crítica de fuentes- las afirmaciones y conclusiones no profundizan
en la mayor parte de los casos. Esto deja numerosas interrogantes por responder,
limita la visión que se tiene respecto al tema y no se logra comprender el
entramado de hechos que giran en torno a este proceso histórico.
109 Ramón Azpurua: Problemas del método y de la metodología de la investigación
histórica. Caracas, Universidad Central de Venezuela, 1981 (Trabajo de Ascenso), pp. 58-70.
74
CONCLUSIONES
Luego de haber recopilado, clasificado y analizado desde la perspectiva de
la crítica historiográfica el tema de la Lucha Armada desarrollada en Venezuela
durante los años sesenta, hemos logrado definir algunos hitos en los cuales la
historiografía no se ha preocupado por ofrecer explicaciones satisfactorias al
respecto –necesidad de establecer causas y orígenes, limitada preocupación
historiográfica por comprender la organización del movimiento insurreccional y
decadencia del movimiento subversivo- así como aquellos hitos sobre los cuales
no se ha estudiado lo suficiente –importancia del aparato represivo en el
conflicto, intervención internacional en el conflicto y valoración y manejo de
fuentes- o en algunos casos, sólo han sido mencionados aisladamente.
Es una historiografía que carece de autocrítica. Creemos que no se ha
evaluado rigurosamente a sí misma. Los autores no critican a sus predecesores en
la labor de reconstrucción del tema, son pocos los casos en que un autor vuelve
sobre otro para señalar las deficiencias de su investigación. Suele recurrirse a los
escritos de otros autores de esta historiografía para confirmar las propias
opiniones, siendo escasos los intentos de criticar y superar las investigaciones
predecesoras. Esta historiografía padece de una debilidad metodológica que se
manifiesta en el abordaje del tema principal de estudio; en muchas ocasiones los
autores tienden a desviarse y centrar su discurso en elementos que guardan poca
relación con el análisis de la Lucha Armada.
Otro elemento que no debe obviarse es el marcado temor a la elaboración
conceptual. Son exiguos los intentos de construcción de categorías de análisis
aplicables al tema de estudio. Las razones por las cuales no se ha hecho las
desconocemos, sólo podríamos ofrecer conjeturas al respecto –temor a las
posibles críticas, escaso manejo de teorías acordes con el tema, limitada
comprensión de este proceso histórico, ausencia de trabajo metódico, o la suma de
todas las anteriores-, pero no lograríamos definir con precisión los motivos por los
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cuales los autores de dicha historiografía no se arriesgan a establecer categorías de
análisis acordes con el tema y que permitan al mismo tiempo comprender aquel
hito de la historia nacional.
Sabemos que queda mucho por mejorar en cuanto al abordaje de este tema,
y más aun en estos tiempos donde se pretende reescribir ese proceso en función de
establecer conexiones o paralelismos entre aquella lucha y el actual proyecto de
gobierno. Todo ello en función de consolidar en el imaginario del venezolano una
epopeya de lucha vinculada con la épica de la rebelde de los insurrectos mártires
de los años sesenta, “cuyos anhelos están siendo reivindicados en la actualidad.”
Observando este panorama, podemos señalar que es difícil la tarea a enfrentar por
parte de los interesados en escribir la historia de la Lucha Armada de los sesenta,
y más aún en esta época donde el radicalismo político está a la orden del día.
Necesariamente, los trabajos que se escriban por parte de los investigadores
estarán sometidos al descredito de aquellos sectores cegados por el
apasionamiento político.
Queremos reiterar lo dicho en la introducción de esta memoria de grado,
nuestra intención nunca ha sido desvirtuar el trabajo realizado por otros
historiadores o escritores que se han interesado por investigar el tema. Nuestra
intención es utilizar la crítica historiográfica como punto de partida para señalar
algunas de las carencias y aciertos que dicha historiografía ha alcanzado. Lo
importante de este tipo de investigación es valerse de los señalamientos realizados
para redefinir y reescribir un tema de historia, con el fin de arrojar nuevas luces
que ayuden a comprender mejor un proceso histórico.
Hemos transitado por un camino complejo, que nos ha exigido el empleo
al máximo de nuestra capacidad de observación y análisis para ejercer la crítica
historiográfica. Hemos tratado de utilizar todas las herramientas de análisis que
nos ha otorgado la Escuela de Historia de la Universidad de Los Andes para
concretar este ensayo. Más allá de las deficiencias y limitaciones que nuestra
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memoria de grado pueda presentar, estamos satisfechos con este primer intento de
investigación.
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