Trabajando en equipo, ponemos a prueba nuestro equilibrio y nuestra capacidad para
escalar
Entendemos porqué los murciélagos “ven” en la oscuridad y cómo se han formado las
cuevas en las que viven.
Compartir y hacer “trueque” con nuestra merienda en uno de los momentos más
divertidos del día.
Le vemos las mamas a unas vacas y entendemos porqué se les llama mamíferos.
Orientándonos en el campo aprendemos a saber dónde está el norte, sur este y oeste.
Sentimos en nuestro propio cuerpo como aumenta la velocidad y el rozamiento cuando nos tiramos de rocas muy altas.
Sentimos en nuestro propio cuerpo como aumenta la inercia cuando bajamos laderas de mucha pendiente.
Los escondites entre las rocas nos ayudan a adentrarnos en el mundo de los pequeños
reptiles.
Los elementos de la naturaleza (junto con los que tiran algunas personas poco sensibles con
su cuidado) nos permiten crear, inventar, imaginar…
Jugar en la laguna nos ayuda a entender los cambios de temperatura en cuerpos líquidos y
solidos.
Siempre surge
la ocasión de ver algún animal
de cerca.
El mundo de las plantas es tan apasionante como el de los animales: el otoño pone ante
nuestros ojos muchos tipos de setas diferentes.
Vemos crecer a las ranas de la charca: desde que son renacuajos y sólo nadan hasta que les
salen las patas y pegan grandes saltos.
El paso de las estaciones se muestran antes nuestros ojos con intensidad: si se
“desnudan” en invierno, sabemos que son árboles caducos.