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J o h n D e w e y
Teora de la valoracin
T r a d u c c i n d e l i n g l s
d e M a r a L u i s a B a l s e i r o
Biblioteca de Ensayo 42 ( ser ie menor) Ediciones Siruela
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Todos los de rechos re se rvados . N inguna pa r te
de e s ta pub l icac in puede se r r ep roduc ida , a lmacenada
o t r ansmi t ida en manera a lguna n i po r n ingn med io ,
ya sea e lc t r i co , qu mico , mecn ico , p t i co , de g rabac in
o de fo tocop ia , s in pe rmiso p rev io de l ed i to r .
T t u l o o r i g i n a l : T h e o r y o f V a l u a t i o n , T h e C o l l e c t e d W o r k s
of Joh n Dew ey , La te r Works : vo l um e 13, 193X 1939
C o l e c c i n d i r i g i d a p o r I g n a c i o G m e z d e L i a o
D i s e o g r f i c o : G l o r i a G a u g e r
1977 by the Board o f Trus t ees , Sou t he r n I l l ino i s
U n i v e r s i t y , t r a n s l a t e d b y p e r m i s s i o n
D e l a t r a d u c c i n , M a r a L u i s a B a l s e i r o
Ediciones Siruela , S. A., 2008
c/ Almagro 25, ppal . deha.28010 Ma dr i d Tel .: + 34 91 355 57 20
Fax: + 34 91 355 22 01
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I SB N: 978-84-9841 - 152-2
Depsi to legal : M-2.873-2008
I m p r e s o e p A n z o s
Pr in ted and made in Spa in
I n d i c e
Teor a de la v a lor a cin
I Su s p r o b l e m a s 11
II L a e x p r e s i n d e v a l o r c o m o
i n t e r j e c c i n 25
II I L a v a l o r a c i n c o m o a g r a d o y
d e sa g r a d o 4 1
IV P r o p o s i c i o n e s d e e v a l u a c i n 53
V F in es y v a lo re s 83
VI E l c on t in u o d e f in e s-m e d ios 99
Vil L a t e or a d e l a v a l or a c in c om o
d e l i n c a c i n d e u n p r o g r a m a 123
VIII L a v a l or a c in y l a s c on d ic ion e s
de la teor a socia l 137
Bib liogr a fa 159
mailto:[email protected]://www.siruela.com/http://www.siruela.com/mailto:[email protected]7/26/2019 John Dewey - Teora de La Valoracin
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Teora de la valoracin
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I S u s p r o b l e m a s
Una persona inclinada al escepticismo que con
templara el estado presente del debate acerca de la
valoracin y los valores quiz tendra motivos para
concluir que se est produciendo un gran alboroto
por muy poca cosa, posiblemente por nada. Pues el
estado actual del debate d emuestra no slo que hay
una gran diferencia de opiniones sobre la interpre
tacin terica que se debera dar a los hechos, lo
cual podra ser un saludable signo de progreso,
sino tambin que existe un gran desacuerdo sobre
cules sean los hechos a los que se aplique la teora,
e incluso sobre la existencia de hechos a los que
pueda aplicarse una teora del valor. Un repaso de
la bibliografa actual sobre el tema descubre que las
tesis al respecto van desde la creencia, en un ex
tremo, de que los llamados valores no son sino
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eptetos emocionales o meras intelecciones, hasta
la creencia, en el otro extremo, de que ciertos valo
res racionales a piiori, necesarios y normalizad os, i
son los principios de los que depende la validez delarte, de la ciencia y de la moral. Y entre esas dos
concepciones hay una serie de tesis intermedias. El
mismo repaso desvelar tambin que la discusin
en torno a los valores se ve profundamente afec
tada por teoras epistemolgicas del idealismo y el
realismo y por teoras metafsicas acerca de lo sub
jetivo y lo objetivo.Dada una situacin de esta ndole, no es fcil en
contrar un punto de partida que no est compro
metido de antemano. Pues lo que a primera vista pa
rece ser un punto de partida adecua do pued e ser ;
simplemente la conclusin de una teora epistemo
lgica o metafsica previa. Tal vez lo ms seguro sea
empezar preguntando por qu el problema de la
teora de la valoracin ha llegado a tomar tales pro
porciones en debates recientes. Ha habid o factores
en la historia intelectual que hayan producido cam
bios tan marcados en las actitudes y conc epcion es
cientficas como para po ner de relieve el problema?
12
Cuando se considera el problema de la valora
cin en este contexto, inmediatamente salta a la
vista, que las ciencias de la astronoma, la fsica, la
qumica, etc., 110 contienen expresiones que ni conel mayor esfuerzo de imaginacin se puedan consi
derar equivalentes a hechos o concepciones de va
lor [ value-facts or conceptions]. Por otro lado, toda
conducta humana deliberada y planificada, perso
nal o colectiva, parece estar influida, si no gober
nada, por estimaciones del valor o mrito de los fi
nes que se trata de alcanzar. El buen sentido enasuntos prcticos se suele iden tificar con un sentido
de los valores relativos. Aparentemente, este con
traste entre la ciencia natural y los asuntos huma
nos conduce a una bifurcacin, que llega a ser una
escisin radical. No parece q ue haya un te rreno co
mn entre las concepciones y los mtodos que se
dan por descontados en todas las cuestiones fsicasy aquellos qu e pa recen ser los ms importantes en
cuanto a las actividades humanas. Dado que las pro
posiciones de las ciencias naturales se refieren a
cuestiones de hecho y a las relaciones que existen
entre ellas, y dado que tales proposicione s constitu
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yen la materia a la qu e se reconoc e una gran rele
vancia cientfica, surge inevitablemente la p regunta
de si son posibles proposiciones cientficas acerca
de la direccin de la conducta humana, acerca decualesquiera situaciones en las que en tre la idea del
debera-, y, en caso afirmativo, de qu gnero son y
en qu fundamentos se sostienen.
La eliminacin de las concepciones de valor de
la ciencia de los fenmenos no humanos es, desde
un punto de vista histrico, relativamente reciente.
Durante siglos, digamos que hasta los siglos XVI yXVII, se supuso que la naturaleza es lo que es debido
a la presencia en ella defines,que en su propia con
dicin de fines representaban el Ser completo o
perfecto. Se crea que todos los cambios naturales
pugnaban por actualizar esos fines, como metas ha
cia las que los impela su propia naturaleza. L a filo
sofa clsica identificaba el ens, el verumy el bonum,y
la identificacin se entenda como expresin de la
constitucin de la naturaleza en cuanto objeto de
la ciencia natural. En ese contexto no haba necesi
dad ni lugar para ningn prob lema de valoracin y
valores separado, porque lo que ahora se llaman va
14
lores se entenda como algo incorporado integral
mente en la propia estructura del mundo. Pero
cuando las consideraciones teleolgicas se fueron
eliminando en una ciencia natural tras otra, y final
mente en las ciencias de la fisiologa y la biologa,
surgi el problema del valor como problema sepa
rado.
Si se pregunta por qu, al ser excluidas de la na
turaleza las concep cione s d e fines y la pugna por al
canzarlos, no desapareci del todo la concepcin
de los valores -como desapareci, por ejemplo, la
del flogisto-, la respuesta viene indicada por lo di
cho sobre el lugar de las concepciones y estimacio
nes de valor en los asuntos netame nte humanos. El
comportamiento humano pareceestar influido, si es
que no regido, po r consideraciones com o las que se
expresan en las palabras bueno-malo, correcto-
incorrecto, admirable-detestable, etc. Toda con
ducta que no se limite a ser ciegamente impulsiva o
mecnicamente rutinaria parece implicar valoracio
nes. El problema de la valoracin est, pues, estre
chamente asociado al problema de la estructura de
las ciencias de las actividades humanasy de las rela
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ciones humanas. Cuando se sita en ese contexto,
empieza a hacerse patente que el proble ma de la va
loracin es un problema importante. Tambin las
teoras acerca de la valoracin, diversas y enfrenta
das, adquieren importancia. Pues qu ienes sostienen
que el campo de las proposiciones cientficamente
justificadas se agota en el campo de las proposicio
nes de la fsica y la qumica se vern inducidos a sos
tener que no hay proposiciones o juicios de valor
genuinos, proposiciones que enuncien (afirmen o
nieguen) algo acerca de valores y puedan ser res
paldadas y verificadas por evidencias experimenta
les. Otros, que aceptan la distincin en tre el campo
impersonal y el campo personal o humano como
dos campos de existencia separados, el fsico y el
mental o psquico, sostendrn que la eliminacin
de las categoras de valor [value-categories] del
campo fsico deja claro que se ubican en el campo
mental. Una tercera escuela emplea el hecho de
que en las ciencias fsicas no se encuentren expre
siones de valor [value-expressions] como prueba de
que la materia de las ciencias fsicas es slo parcial
(a veces se la califica de m eramente fenomnica),
16
y por en de re qu ie re el co mplem en to de un tipo
superior de materia y conocimiento, en el que las
categoras de va lor estn por encima de las de exis
tencia fctica.
Las posiciones que acabamos de enumerar son
tpicas pero no exhaustivas. Si las enumeramos no
es tanto para indicar el tema del debate cuanto para
ayudar a delimitar el problem a central sobre el que
giran las discusiones, en muchos casos con apa
rente inconsciencia de su origen, a saber, el pro
blema de la posib ilidad de que existan proposic io
nes genuinas sobre la direccin de los asuntos
humanos. Si fuera posible, proba blem ente sera de
seable discutir este problem a con un m nimo de re
ferencia explcita a expresiones de valor. Pues la
discusin de stas se ha visto muy afectada por la
ambigedad procedente de fuentes epistemolgi
cas y psicolgicas externas. Ya que este modo de
abordar la cuestin no es posible en las presentes
circunstancias, esta seccin introductoria concluir
con algunas observaciones sobre ciertas expresio
nes lingsticas que pretenden designar hechos de
valor [value-facts\ propiamente tales.
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1. La expre sin valor [valu] se emplea en in
gls como verbo y sustantivo, y existe una contro
versia de base sobre cul de esos sentidos sea el pri
mario. Si hay cosas que son valores o que poseen la
propiedad del valor con independencia de cual
quier actividad, entonces el verbo valorar es deri
vado; pues en ese caso un acto de ap rehens in se
llama valoracin simplemente en razn del objeto
que aprehende. Pero si lo primario es el sentido ac
tivo designado por el verbo, entonces el sustantivo
valor designa algo que se puede calificar de valio
sa. algo que es objeto de cierta clase de actividad.
Por ejemplo, cosas que existen con independencia
de ser valoradas, como los diamantes o las minas y
los bosques, son valiosas cuando son objeto de cier
tas actividades humanas. Hay muchos sustantivos
que designan cosas no en su existencia primaria
sino como material u objetivo de actividades (com o
cuando algo se califica de meta). La pregunta de si
es as en el caso de una cosa (o de la propiedad)
llamada valor es una de las cuestiones implicadas en
la controversia. Tomemos, por ejemplo, las citas
siguientes. Se dice que el valor se define como el
18
contenido cualitativo de un proceso de aprehensin.
[...] Es un contenido cualitativo dado, presente a la
atencin o a la intuicin. En este enunciado pa
rece que valor se entiende primordialmente
como sustantivo, o al menos como adjetivo, que de
signa un objeto o su cualidad intrnseca. Pero
cuando el mismo autor pasa a hablar del p roceso de
intuir y aprehend er, dice: Lo que parece distinguir
el acto de valorar del mero acto de intuir es que el
primero se caracteriza, en grado notable, por el
sentimiento. [...] Discrimina conscientemente un
contenido especfico. Pero el acto de valorar es tam
bin em ocional; es la expresin consciente de un
inters, de una actitud afectivo-motora. Este pasaje
da la impresin contraria al anteriormente citado.
Tampoco se aclara la cuestin cuan do se aade que
la cualidad o contenido de valor [value-quality or
conten]de la experiencia se ha distinguido del acto
de valorar [value-act] o actitud psicolgica de la que
ese contenido es el objeto inmediato, posicin que
parece un intento de resolver el problema cabal
gando sobre dos caballos que van en direcciones
contrarias.
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Adems, cuan do se ci e la atenci n al uso del
verbo valorar, descubrim os que el habla comn
presenta un uso doble. Pues una ojeada al dicciona
rio pondr de manifiesto que en el habla ordinarialas palabras valorar [ valuing] y valoracin [va-
luation]se utilizan verbalmente para designar tanto
el apreciar [prizing], en el sentido de tener por pre
cioso o querer (y otras varias actividades casi equi
valentes, com o ho nrar, tene r en alta estim a), como
el evaluar[appraising], en el sentido defijarel valor
de algo, asignarle un valor. Esta es una actividad decalificacin, un acto que implica comparacin,
como se explcita, por ejemplo, en el poner precio
a bienes y servicios en trminos monetarios. El do
ble sent ido es significativ o porq ue lleva im plcita
una de las cuestiones bsicas en relacin con la va
loracin. Pues en el apreciar el acento recae sobre
algo que encierra una referencia personalconcreta,que, como todas las actividades de referencia neta
mente personal, posee una cualidad aspectual que
llamamos emocional. La valoracin en el sentido de
evaluacin,en cambio, se refiere primordialmente a
una propiedad relacional de los objetos en la que
20
I
prevalece un aspecto intelectual del mismo tipo ge
nrico que la que se enc uentra en la estimacin [est
mate] como cosa distinta de la palabra emotivo-per-
sonal estima [esteem]. El hecho de que el mismoverbo se em plee en am bos sen tidos evoca el pro
blema sobre el qu e las escuelas estn divididas en el
momento presente. Cul de las dos referencias es
bsica en sus implicaciones? Se trata de dos activi
dades independientes o complementarias? En rela
cin con la historia etimolgica, es sugerente (aun
que, por supuesto, en modo alguno concluyente)que las expresio nes praise[alabanza], prize[premio]
y pnce [precio] sean todas derivadas de la misma pa
labra latina; que appreciate [apreciar] y appraise[eva
luar] se emplearan antao indistintamente, y que
dear [caro, querido] se siga empleando como equi
valente tanto de precioso com o de costoso en
precio monetario. Mientras que la doble significacin de la palabra tal y como se emplea en el habla
ordinaria plantea un problema, la cuestin del uso
lingstico an se hace mayor -por no decir an se
confunde ms- por el hecho de que las teoras ac
tuales a menudo identifiquen el verbo valorar \to
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value\ con disfrutar [to enjoy],en el sentido de re
cibir placer o gratificacin de algo, encontrarlo
agradable; y tambin con disfrutar en el sentido
activo de suscribiruna actividad y su resultado.2. Si tomamos ciertas palabras com nme nte con
sideradas como expresiones de valor, no vemos que
en las discusiones tericas haya acuerdo sobre el es
tatus que les corresponde. Hay, por ejemplo, quie
nes sostienen que bueno significa bueno para, til,
ventajoso, servicial, mientras que malo significara
daino, peijudicial: tal concepcin contiene implcitamente toda una teora de la valoracin. Otros
sostienen que existe una diferencia marcada entre
bueno en el sentido de bueno para y aquello
que es bueno en s. Hay tambin, como acabamos
de sealar, quienes apuntan que placentero y
gratificante son expresiones de valor de primer
rango, mientras que otros no les daran la conside
racin de expresiones de valor primarias. Tambin
se discute sobre el estatus respectivo de bueno
[goo({] y correcto [right] como trminos de valor.
La conclusin es que el uso verbal no resulta de
gran ayuda. Es ms, cuando se emplea para orientar
22
la discusin tiende a confundir. Lo mximo que
puede hacer la referencia a expresiones lingsticas
en un primer momento es destacar ciertos proble
mas. Esos problemas pueden servir para delimitar
el tema que se discute. En lo que atae, pues, a la
terminologa de la discusin presente, se emplear
la palabra valoracin [valuation], tanto en el sen
tido verbal como en el de sustantivo, como la ms
neutra en sus implicaciones tericas, aplazando
para un tratamiento posterior la determinacin de
sus nexos con apreciar, evaluar, disfrutar,etc.
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II La exp r esin de v a lor
c o m o i n t e r j e c c i n
La discusin partir de la consideracin de la
ms extrema de las tesis que se han expuesto. Esa
tesis afirma que las expresiones de valor no pue
den ser constitutivas de proposiciones, esto es, de
oraciones que afirmen o nieguen, porque son pu
ramente intelectivas. Expresiones como bueno,
malo, correcto, incorrecto, hermoso, es
pantoso, etc., seran equivalentes, en su natura
leza, a interjecciones; o a fen men os com o rubori
zarse, sonrer, llorar; o a estmulos para mover a
otros a actuar de determinada manera, como se
dice Jo! a los bueyes o So! a una caballera.
Ni dicen ni enuncian nada, ni siquiera acerca de
los sentimientos; se limitan a evide nciar o manifes
tar stos.
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Las siguientes citas1 representan esta posicin:
Si yo le digo a alguien: Hiciste mal en robar ese
dinero, no estoy aseverando ms que si me limitara
a decir: Robaste ese dinero. [...] Es como si di
jera: Robaste ese diner o en un tono particular de
horror, o como si lo escribiera adicionando signos
especiales de exclamacin. El tono [...] sirve nica
mente para sealar que la expresin va acompa
ada de ciertos sentimientos en quien habla. O
bien: Los trminos ticos no sirven slo para ex
presar sentimientos. Tambin se pretende que sus
citen un sentimiento, y con ello que estimulen a
una accin. [...] As, la oracin Es vuestro deber
decir la verdad se puede entender como expresin
de cierto tipo de sentimiento tico acerca de la ve
racidad, y como expresin del mandato Decid la
verdad. [. ..] En la oracin: Es bu en o de cir la ver
dad, el mandato ha quedado en poco ms que una
sugerencia. No consta en q u se basa el autor para
calificar de ticos los trminos y los sentimien
tos de los que habla. En cualquier caso, aplicar ese
' Citas de A. J. Ayer, Language, Truth and. Logic. (N. del E.)
26
acljetivo a los sentimientos parece implicar algn
fundamento objetivo para diferenciarlos e identifi
car los pertenecientes a cierta clase, conclusin in
congruente con la posicin adoptada. Pero, dejan
do a un lado ese hecho, pasemos a otra ilustracin
ms: Al decir: La tolerancia es una virtud, yo no
estara haciendo una aseveracin acerca de mis sen
timientos ni de ninguna otra cosa. Simplemente es
tara evidenciando mis sentimientos, que no es lo
mismo que decir que los tengo. Por consiguiente,
es imposible disputar sobre cuestiones de valor,
porque oraciones que no dicen o aseveran nada no
pueden, afortiori, ser incompatibles entre s. Los ca
sos de aparente disputa, o de aseveraciones opues
tas, si es que significan algo, son reducibles a dife
rencias en lo que concierne a los datos del caso,
como se podra disputar si un hombre ejecut la
particular accin denominada robar o mentir.
Nuestra esperanza o expectativa es que, si pode
mos hacer que un oponente concuerde con no
sotros en cuanto a los datos empricos del caso,
adoptar hacia ellos la misma actitud moral que
adoptamos nosotros, aunque una vez ms no re
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sulta evidente el porqu de que a esa actitud se la
llame moral y no mgica, beligerante o cual
quier otro de los miles de adjetivos que se podran
elegir al azar.
El examen proceder, como antes se ha apun
tado, analizando los hechos a los que se apela y no
discutiendo los mritos de la teora en abstracto.
Empecemos por fenmenos de los cuales se reco
noce que no dicen nada, como los primeros berri
dos de un recin nacido, sus primeras sonrisas, o
sus tempranos m urmullos, gorjeos y gritos. Cuan do
se dice que expresan sentimientos, hay una ambi
gedad peligrosa en las palabras sentimientos y
expresar. Lo que est claro en el caso de las lgri
mas o las sonrisas debera estar claro en el caso de
los sonidos emitidos involuntariamente. En s mis
mos no son expresivos. Son componentes de un es
tado orgnico ms amplio. Son hechos de compor
tamiento orgnico, y no son, en ningn sentido,
expresiones de valor. Pero pueden ser tomados por
otras personas como signosde un estado orgnico, y
tomados as, como signos, o tratados como sntomas,
inducen ciertas formas reactivas de comporta
28
miento en esas otras personas. Un nio llora. La
madre entiende el llanto corno un signo de que el
nio tiene hambre o de que un alfiler le est lasti
mando, y en consecuencia acta para cambiar el es
tado orgnico cuya existencia se infiere del llanto
utilizado como signo evidencial.
Ms adelante el nio, al madurar, toma concien
cia de la conexin que existe entre cierto lloro, la
actividad inducida y las consecuencias que se pro
ducen en respuesta a la misma. El lloro (gesto, pos
tura) se hace ahora para inducir la actividad y para
experimentar las consecuencias de esa actividad.
As como en lo qu e se refiere a la respuesta original
hay una diferencia entre la actividad que mera
mente es causada por el lloro como estmulo (el
lloro de un nio puede despertar del sueo a su
madre antes incluso de que sta sea consciente del
propio lloro) y una actividad suscitada por el lloro
interpretado como signoo evidencia de algo, as hay
una difere ncia en tre el llo ro o rigina l que ha
blando con prop iedad se podra calificar de pura
mente intelectivo- y el lloro proferido a propsito,
esto es, con la intencin de suscitar una respuesta
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que tendr ciertas consecuencias. El medio en el que
este segundo lloro se inscribe es el medio del len
guaje; es un signo lingstico que no slo dice algo,
sino que pretende decir, comunicar, contar.
Quesaquello que entonces se cuenta o enun
cia? En relacin con esta pregunta es necesario fi
jars e en un a fatdica am big eda d de la palabra
sentimientos. Pues quiz se nos diga que en el
mejor de los casos todo lo que se comunica es la
existencia de ciertos sentimientos, tal vez jun to con
un deseo de obtener otros sentimientos como con
secuencia de la actividad suscitada en otra persona.
Pero semejante tesis: a) contradice los hechos evi
dentes con los que comenz la exposicin, y b) in
troduce una materia totalmente superflua, aparte
de empricamente imposible de verificar, a) Pues
aquello de lo que partimos no era un sentimiento,
sino un estado orgnic o del cual u n lloro, o unas l
grimas, o una sonrisa, o un rubor, es parte constitu
tiva. b) Por lo tanto, el trmino sentimientos, o
bien es un trmino estrictamente com portam ental,
que designa el estado orgnico total del cual es
parte el lloro o el gesto, o es un trmino que se in
30
troduce a ttulo enteramente gratuito. Los fenme
nos en cuestin son sucesos en el curso de la vida
de un ser orgnico, no diferentes de ingerir ali
mento o ganar peso. Pero as como una gananciade peso se puede tomar como signo o evidencia de
una alimentacin adecuada, as el lloro se puede to
mar como signo o evidencia de algn especial acae
cimiento dentro de la vida orgnica.
La expresin evidenciar un sentimiento, inde
pendientemente de que evidenciar se considere
o no sinnimo de expresar, no tiene, pues, ninguna importancia en la descripcin de lo que acon
tece. La actividad original -gritar, sonrer, llorar,
berrear- es parte, como hemos visto, de un estado
orgnico ms amplio, por lo que dicha expresin
no es aplicable. Cuando el lloro o la actitud corpo
ral son intencionados, no es un sentimiento lo que
se evidencia o expresa. Se adopta un comporta
miento lingstico manifiesto con el fin de obtener
un cambio en las condiciones orgnicas, un cambio
que deber producirse com o resultado del com por
tamiento adoptado por otra persona. Pongamos
otro ejemplo sencillo: chasquear los labios es o
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puede ser parte de la accin comportamental origi
nal llamada ingerir alimento. En un determinado
grupo social, el ruido produ cido al chasquear los la
bios se considera seal de zafiedad o de mala educacin. De ah que cuando aumenta la capacidad
de control muscular en los nios se les ensee a re
frenar esa actividad. En otro grupo social, chas
quear los labios y el ruido acompaante se toman
como seal de que un invitado valora debidamente
lo que le o frece su anfitrin. Amb os casos son com
pletamente descriptibles en trminos de modos decomportamiento observables y sus respectivas con
secuencias observables.
El gran problema a este respecto es por qu se
introduce la palabra sentimientos en la explica
cin terica, siendo com o es innecesario para infor
mar de lo que realmente acontece. Slo hay una
respuesta razonable. La palabra se importa de unapretendida teora psicolgica q ue se formula en tr
minos mentalistas, o en trminos de pretendidos es
tados de un a concie ncia in terior o a lgo po r el estilo.
Ah ora bien, a propsito de sucesos q ue tenemos de
lante es impertinente e innecesario preguntar si
32
realmente existen tales estados interiores. Pues, si
los hubiera, seran por descripcin totalmente pri
vados, slo accesibles a la inspeccin privada. Por
consiguiente, si hubiera una teora introspeccio-nista legtima de los estados de conciencia o los sen
timientos como puramente mentales, no habra
ninguna justificacin para con sultar esa teora con
el fin de explicar los hechos examinados. La refe
rencia a sentimientos es superflua y gratuita, ade
ms, porque la parte importante de la explicacin
dada es el empleo de expresiones de valor parainfluir en la conducta de otros suscitando en ellos
ciertas respuestas. Desde el punto de vista de un in
forme emprico carece de sentido, ya que la inter
pretacin se dice en trminos de algo que no est
abierto a la inspeccin y la verificacin pblicas. Si
existen sentimientos de esa clase, no pu ede habe r
la menor certeza de que una determinada palabraempleada por dos personas distintas se refiera si
quiera a la misma cosa, ya que esa cosa no est
abierta a la comn observacin y descripcin.
Restringiendo, pues, toda consideracin ulte
rior a la parte de la explicacin que tiene un signifi
33
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cado emprico, a saber, la existencia de actividades
orgnicas que suscitan ciertas respuestas en otros y
que pueden ser utilizadas con el fin de suscitarlas,
estaran justificadas las siguientes aseveraciones: 1)Los fenmenos en cuestin son fenmen os sociales,
donde social significa simplemente que hay una
forma de comportamiento que se caracteriza por la
interaccin, o la transaccin, entre dos o ms per
sonas. Tal actividad interpersonal existe siempre
que una persona -por ejemplo, una madre o una
cuidadora- trata un sonido hecho por otra personaen el curso de un comportamiento orgnico ms
extenso como signo,y responde a l sobre esa condi
cin en lugar de reacc ionar a l en su existencia pri
maria. La actividad interpersonal es todava ms evi
dente cuando la muestra de comportamiento
personal orgnico en cuestin se produce con el fin
de suscitar cierta clase de respuesta en otras personas. Si seguimos, pues, al autor en situar las expre
siones de valor donde l las sita, nos vemos lleva
dos, una vez efectuada la necesaria eliminacin de
la ambigedad de expresin y la inaplicabilidad
del sentimiento, a concluir que las expresiones
34
de valor tienen que ver con -o estn involucradas
en- las relaciones comportamentales de las perso
nas entre s. 2) Tomados como signos (y a forliori
cuando se emplean como signos), los gestos, las
posturas y las palabras son smbolos lingsticos. Di
cen algo y tienen naturaleza de proposiciones. To
memos, por ejemplo, el caso de una persona que
adopta la postura propia de un enferm o y emite so
nidos como los que normalmente hara un en
fermo. Ser entonces un objeto de indagacin leg
timo el saber si esa persona est verdaderamente
enferma e incapacitada para trabajar o si est fin
gindose enferma. Las conclusiones que se extrai
gan de las indagaciones emprendidas ciertamente
suscitarn en otras personas com portam ientos de
respuesta muy dispares. La investigacin se efecta
para determinar cul es la realidad de cosas que son
empricamente observables; no trata de sentimien
tos internos. Los mdicos han establecido pruebas
experimentales que poseen un alto grado de fiabili
dad. Todo padre o maestro aprende a estar en
guardia ante la posibilidad de que un nio adopte
ciertas expresiones faciales y actitudes corporales
35
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con el fin de ocasionar que se produzcan inferen
cias que originen un trato de favor por parte del
adulto. En esos casos (que fcilmente se podran
hacer extensivos a asuntos ms com plejos ), las proposiciones en las que se concreta la inferencia proba
blemente sern errneas cuan do slo se observe un
segmento corto del comportamiento, y probable
mente estarn justificadas cuando se apoyen en un
segmento prolongado, o en un muestrario de datos
cuidadosamente examinados, caracteres que las
proposiciones en cuestin poseen en comn con
todas las proposiciones fsicas genuinas. 3) Hasta
aqu no se ha planteado la cuestin de si las propo
siciones que surgen en el curso de situaciones
comportamentales interpersonales tienen o no la
naturaleza de proposiciones de valoracin [valua-
tion-propositions]. Las conclusiones alcanzadas son
hipotticas. Si las proposiciones implicadas son ex
presiones de valoracin [valuation-expressions],como
esta particular escuela considera que son, entonces se
sigue que: i) los fenm enos de valoracin son fen
menos sociales o interpersonales, y que: ii) son tales
que suministran material para proposiciones acerca
36
de sucesos observables, proposiciones susceptibles
de prueba y verificacin o refutacin emprica.
Pero hasta aqu la hiptesis sigue siendo una hip
tesis. Plantea la cuestin de si las declaraciones que
se producen con miras a influir en la actividad de
otros, induciendo ciertos modos de actividad que
tendran ciertas consecuencias, son fenmenos clasi-
ficables bajo el epgrafe de valoracin.
Tmese, por ejemplo, el caso de una persona
que grita Fuego! o Socorro!. No cabe nin
guna duda de la intencin de influir en la conducta
de otros para que se produzcan ciertas consecuen
cias susceptibles de observacin y enunciacin en
proposiciones. Esas expresiones, tomadas en su
contexto observable, dicen algo de carcter com
plejo. Cuando se lo analiza, lo dicho es: i) que
existe una situacin que tendr consecuencias per
niciosas; ii) que la persona que profiere las expre
siones no puede dominar la situacin; y iii) que se
prev que la situacin mejorar si se obtiene el au
xilio de otros. Las tres cuestiones son susceptibles
de verificacin mediante pruebas empricas, ya que
las tres se refieren a cosas observables. La proposi
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cin en la que se enuncia el contenido del ltimo
punto (la previsin), por ejem plo, es susceptible de
ser verificada mediante la observacin de lo que su
cede en un caso concreto. O bservaciones anteriores
pueden sustanciar la conclusin de que en cual
quier caso ser mucho menos probable que se pro
duzcan consecuencias inconvenientes si se emplea
el signo lingstico para obtener aquella asistencia
que el signo est concebido para suscitar.
El examen pone de manifiesto ciertas semejan
zas entre estos casos y aquellos otros qu e ya vimos, y
que segn el pasaje citado contienen expresiones
de valoracin. Las proposiciones se refieren direc
tamente a una situacin existente,e indirectamente a
una situacinfuturaque se pre tende y se desea pro
ducir. Las expresiones sealadas se emplean como
intermediarias para produ cir el cam bio deseado de
las condiciones presentes a las condiciones futuras.
En el grupo de casos ilustrativos que se examin en
primer lugar aparecen explcitamente ciertas pala
bras de valoracin, como bueno y correcto; en
el segundo grupo no hay expresiones de valor expl
citas.La peticin de ayuda, sin embargo, vista en su
38
contexto existencial, afirma de hecho, aunque no
lo explicite, que la situacin a propsito de la cual
se emite el grito es mala. Es mala en el sentido
de que despierta rechazo, mientras que se prevuna situacin futura mejor si el grito suscita cierta
respuesta. Podr parecer que el anlisis es innecesa
riamente detallado. Pero, a menos que en cada
grupo de ejemplos quede claro el contexto existen
cial, se podr hacer que las expresiones verbales
empleadas signifiquen cualquier cosa o ninguna.
Cuando se toman en cuenta los contextos, lo queemerge son proposiciones que asignan un valor re
lativamente negativo a condiciones existentes; un
valor comparativamente positivo a un conjunto de
condiciones previsto; y proposiciones intermedias
(que pueden contener o no una expresin de valo
racin) con las que se pretende suscitar actividades
que produzcan una transformacin de un estado decosas en otro. As pues, entran enjuego: i) la aver
sin a una situacin existente y la atraccin hacia
una situacin posible prevista, y ii) u na relacin espe-
ficable y verijicable entre esta ltima como fin y ciertas
actividades como medio para alcanzarla.Dos problemas
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quedan as planteados para su ulterior discusin.
Uno es la relacin de las actitudes activas o compor-
tamentales con lo que se podra llamar (a efectos
de identificacin) agradoy desagrado, y el otro es larelacin de la valoracin con las cosas como me-
dios-fin [means-end\.
40
III La v a lor a cin
com o a gr a do y desa gr a do
Que el agrado y el desagrado en su relacin con
la valoracin se han de considerar en trminos de
modos de comportamiento observables e identifica-
bles se sigue de lo dich o en el apartado anterior. En
tanto que comportamental, es aplicable el adjetivo
afectivo-motor, aunque hay que pon er cuidado en
no permitir que la cualidad afectiva se interprete
en trminos de sentimientos privados, interpreta
cin que anula el elemento activo y observable que
se expresa en motor. Pues lo motor tiene lugar
en el mundo de lo pblico y observable, y, como
todo lo dems que all tiene lugar, posee condicio
nes y consecuencias observables. As pues, cuando
se utiliza la palabra agrado [ liking] para nombrar
un modo de com portam iento (no para nombrar un
sentimiento privado e inaccesible), qu clase de
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actividades denota? Qu es lo que designa? En esta
indagacin es til observar que el interesarse por
algo y el cuidar de algo estn, como modos de
comportamiento, estrechamente vinculados a aque
llo que agrada, y que esas expresiones, al igual que
otras sustancialmente equivalentes como estar
atento a, velar por, atender, fomentar, pare
cen ser variantes de lo que se entiende por apre
ciar, que, como anteriormente vimos, es uno de
los dos significados principales que recoge el dic
cionario. Cuando esas palabras se toman en el sen
tido comportamental, o para nombrar actividades
que tienen lugar para mantener o procurar ciertas
condiciones, es posible diferenciar aquello que de
signan de lo que designa una palabra tan ambigua
como disfrutar [enjoy].Pues sta puede apuntara
una situacin en la que se recibegratificacin dealgo
que ya existe, con independencia de cualquier ac
cin afectivo-motora que se ejerza como condicin
de su produccin o su existencia continuada; o
bien puede alu dir precisamente a esta lt ima activi
dad, en cuyo caso disfrutar sera sinnimo de la
actividad de deleitarse en un esfuerzo, con cierto
42
matiz de goce, que se toma molestias, como se
suele decir, para perpetuar la existencia de situaciones
en las que se recibe gratificacin. El disfrutar en
este sentido activo est marcado por la energa quese invierte en asegurar las condiciones que son la
fuente de la gratificacin.
Las observaciones precedentes sirven al prop
sito de apartar la teora de la intil tarea de tratar de
asignar un significado a las palabras aislado de los
objetos que designan. En lugar de eso se nos con
duce a evocar situaciones existenciales especificablesy a observar qu es lo que acontece en ellas. Se nos
alienta a observar si se invierte energa en traer a la
existencia o mantener en ella ciertas condiciones;
dicho vulgarmente, a fijarnos en si se hace un es
fuerzo, si se toma la molestia de provocar la existen
cia de ciertas condiciones en lugar de otras, demos
trndose en la necesidad de un gasto de energa que
existen condicione s contrarias a lo que se quiere. l a
madre que dice apreciar a su hijo y disfrutar (en el
senddo activo de la palabra) con la compaa del
nio pero le desatiende sistemticamente y no busca
la ocasin de estar con l se engaa a s misma; si
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adems de eso hace signos demostrativos de afecto
-co m o acariciarle- slo cua ndo otras personas estn
presentes, presumiblemente intenta engaarlas tam
bin. Es a travs de ob servaciones de l compo rtamiento -observaciones que quiz sea necesario ex
tender a lo largo de un espacio-tiempo considerable,
como sugiere este ltimo ejemplo- como hay que
determinar la existencia de valoraciones y su des
cripcin. La observacin de cunta energa se gasta
y durante cunto tiempo permite prefijar justifica
damente adjetivos calificativos como ligera ygrande a una valoracin dada. La direccin q ue se
ve tomar a la en er ga, de ac er ca m ient o o aleja
miento, permite discriminar con fundamento entre
va lorac iones positivas y negativas. Si adems
existen sentimientos, su existencia no tiene nada
que ver con ninguna proposicin verificable que
pueda hacerse a propsito de una valoracin.Puesto que slo se producen valoraciones en el
sentido de apreciar y cuidar cuando es necesario
traer a la existencia algo que falta, o conservar en la
existencia algo que est amenazado p or condiciones
externas, la valoracin implica desear. Hay que dis
44
tinguir esto ltimo de la mera apetencia en el sen
tido en que p uede haber apetencia sin esfuerzo. De
deseos nunca hub o empacho. A lgo falta, y sera gra
tificante que lo hubiera; pero, o bien no se invierteenerga en hacer presente aquello que falta, o bien,
en las condiciones dadas, ningn gasto de energa
podra hacerlo presente (como cuando se dice que
el nio pide la luna, o cuand o adultos pueriles se de
dican a soar lo agradable que sera todo si las cosas
no fueran com o son). Las cosas designadas en los ca
sos a los que respectivamente se aplican los nombres deseo y apetencia son bsicam ente diferen
tes. Por lo tanto, cuando la valoracin se define en
trminos de deseo, el requisito previo es un trata
miento del deseo en trminos del contexto existen-
cial donde surge y funciona. Si la valoracin se de
fine en trminos del deseo como algo inicial y
completo en s mismo, no hay nada que permita discriminar un deseo de otro, y por lo tanto ninguna
manera de medir el mrito de diferentes valoracio
nes comparadas entre s. Los deseos son deseos, y no
hay ms que hablar. Adems, el deseo se concibe en
tonces como meramentepersonal, y por ende no sus
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ceptible de ser enunciado en trminos de otros obje
tos o sucesos. Si, por ejemplo, se observara que el es
fuerzo sigue al deseo y que el esfuerzo ejercido al
tera las condiciones existentes, esas consideracionesse tomaran entonces como asuntos totalmente exte
riores al deseo; es decir, siempre y cuando el deseo
se tomase como original y completo en s, indepen
diente de una situacin contextual observable.
Cuand o se advierte, sin embargo, que los deseos
surgen slo en ciertos contextos existenciales (a
saber, aquellos en los que algo que falta impide laejecucin inmediata de una tendencia activa), y
cuando se ve que funcionan con respecto a esos
contextos en el sentido de subsanar la carencia exis
tente, se descubre que la relacin entre deseo y
valoracines tal que simultneamente posibilita y re
quiere la enunciacin en proposiciones verifica-
bles. i) Se observa qu e el contenido y el objeto delos deseos dependen del contexto particular donde
stos surgen, cuestin que a su vez depende del es
tado antecedente tanto de la actividad personal
como de las condicion es envolventes. Los deseos de
alimento, por ejemplo, no sern los mismos si hace
46
cinco horas o cinc o das que uno comi, ni tendrn
el mismo contenido en una choza que en un pala
cio, o en un grupo nmada que en uno agrcola,
ii) Se observa que el esfuerzo no es algo que suceda
al deseo, sino que est en la esencia misma de la
tensin involucrada en el deseo. Porque ste, lejos
de ser meramente personal, es una relacin activa
del organismo con el entorno (como es obvio en el
caso del hambre), y en ese factor estriba la dife
rencia que hay entre el deseo genuino y la mera
apetencia y fantasa. Se sigue que la valoracin en
su relacin con el deseo est ligada a situaciones
existenciales, y que vara al variar su contexto exis-
tencial. Dado que su existencia depende de la situa
cin, su idoneidad depende de su adaptacin a las
necesidades y demandas que la situacin impone.
Dado que la situacin est abierta a la observacin,
y dado que las consecuencias del comp ortamiento
de esfuerzo observado determinan la adaptacin, la
idoneidad de un deseo determinado se puede ex
presar en proposiciones. Las proposiciones son sus
ceptibles de verificacin emprica porque a travs
de esas observaciones se descubre el nexo que
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existe entre un deseo determinado y las condicio
nes respecto a las cuales funciona.
1.a palabra inters sugiere poderosamente el
nexo activo entre la actividad personal y las condi
ciones que deben ser tenidas en cuenta en la teora
de la valoracin. Ya en su etimologa indica algo en
lo que tanto una persona como las condiciones que
la envuelven participan en ntima conexin rec
proca. Al nombrar ese algo que tiene lugar entre
ellas, nombra una transaccin. Apunta a una activi
dad que se realiza a travs de la mediacin de condi
ciones externas. Cu ando pensamos, por ejemplo, en
el inters de un grupo particular, pongam os el inte
rs de la banca, el inters de los sindicatos o el in
ters de un aparato poltico, no pensamos en meros
estados mentales, sino en el grupo como un grupo
de presin que cuenta con unos cauces organizados
desde los cuales dirige la accin para conseguir y
asegurar unas condiciones que produzcan determi
nadas consecuencias. Anlogamente, en el caso de
las personas fsicas, cuando un tribunal reconoce
que un individuo tiene inters en un asunto, reco
noce que posee ciertos derechos cuyo ejercicio afec
48
tara a un resultado o desenlace existencial. Siempre
que una persona tiene inters en algo, se juega algo
en el curso de los acontecimientos y en su resultado
final, algo que la conduce a actuar para hacer pre
sente un resultado particular y no otro.
Se sigue de los hechos aqu aducidos que la tesis
que enlaza la valoracin (y los valores) con los de
seos y el inters no es sino un punto de partida. Su
incidencia en la teora de la valoracin permanece
indeterminada mientras no se analice la naturaleza
del inters y el deseo, y mientras no se establezca un
mtodo para determinar los elementos constitutivos
de los deseos e intereses en su concreto acaeci
miento particular. Prcticamente todas las falacias
de las teoras que enlazan la valoracin con el deseo
resultan de tomar el deseo sin especificar ms. Por
ejemplo, cuando se dice (muy propiamente) que
los valores brotan dela reaccin inmediata e inexpli
cable del impulso vital y de la parte irracional de
nuestra naturaleza1, lo que en realidad se afirma es
! G. Santaya na, The Sense of Beauty [E l sentido de la belleza: un es-
bozo de teora esttica,Tecnos, Madrid 1999], (N. delE.)
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que los impulsos vitales son condicin causal de la
existencia de deseos. Cuand o al impulso vital se le
da la nica interpretacin que es empricamente ve-
rificable (la de una tendencia biolgica orgnica),
el hecho de que un factor irracional sea condi
cin causal de las valoraciones demuestra que stas
tienen sus races en una existencia que, como toda
existencia tomada en s misma,es a-racional. Correcta
mente interpretada, la aseveracin es, por lo tanto,
un recordatorio de que las tendencias orgnicas son
existencias que estn relacionadas con otras existen
cias (la palabra irracional no aade nada a existen
cia como tal) y son, por ende, observables. Pero la
oracin citada se interpreta a menudo en el sentido
de que los impulsos vitales sonvaloraciones, una in
terpretacin que es incompatible con la tesis que
enlaza las valoraciones con los deseos e intereses, y
que, por la misma lgica, justificara la aseveracin
de que los rboles son semillas porque brotan de
semillas. Los impulsos vitales son sin duda condicio
nes sine qua nonpara que existan deseos e intereses.
Pero stos incluyen consecuencias imprevistas,
junto con ideas en forma de signos de las medidas
50
(que implican un gasto de energa) requeridas para
hacer realidad los fines. Cuan do se identifica la valo
racin con la actividad del deseo o del inters, se
niega su identificacin con el impulso vital. Pues suidentificacin con este ltimo conducira al absurdo
de hacer de toda actividad orgnica de cualquier
clase un acto de valoracin, ya que no hay ninguna
en la que no participe algn impulso vital.
Tambin se ha de tomar con gran cautela la tesis
de que valor es cualquie r objeto de cualquier inte
rs. A primera vista sita todos los intereses exactamente al mismo nivel. Pero cuando se examinan los
intereses en su composicin concreta en relacin
con su lugar en una situacin, se hace patente que
todo depende de los objetos involucrados en ellos.
Esto a su vez depende del rigor con que se hayan in
dagado las necesidades de las situaciones existentes
y del rigor con que se haya exam inado la capacidadde un acto propuesto para sasfacer o cum plir pre
cisamente esas necesidades. La observacin de
hasta las ms ordinarias experiencias cotidianas
desmiente que todos los intereses estn en un
mismo plano por lo que respecta a su funcin valo-
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rizadora. Se pod ra decir que u n in ters en el hurto
y sus frutos confiere valor a ciertos objetos. Pero las
valoraciones del ladrn y el polica no son idnti-
cas, ni tampoco el inters en los frutos del trabajoprodu ctivo insti tuye los mismos valores qu e el inte-
rs del ladrn en la prctica de su oficio, como se
evidencia en la accin del jue z a q uien se hace en-
trega de bienes roba dos para q ue dispo nga sobre su
uso. Dado que los intereses se producen en contex-
tos existenciales definidos y no en un vaco sin es-
pecificacin, y dado que esos co ntex tos son situa-ciones en la actividad vital de una persona o grupo,
los intereses se engarzan entre s de tal manera que
la capacidad valorizadora de cualqu iera de ellos es
funcin del conjunto al que pertenece. La idea de
que un valor sea po r igual cualquier objeto de cual-
quier inters slo se puede mantener sobre una vi-
sin que los asle totalm ente unos de otros; u na vi-sin tan alejada de los hechos de fcil observacin
que su existencia slo se pued e ex plicar como coro-
lario de la psicologa introspeccionista que sostiene
que los deseos y los intereses no son sino senti-
mientos, y no m odos de comportamiento.
52
IV Propos ic iones de eva luac in
Dado que los deseos e intereses son actividades
que se produ cen en el m und o y que tienen efectos
en el mun do, son observables en s mismos y en re-
lacin con sus efectos observados. Podra parecer,pues, que an te cu alquier teora que relacion e la va-
loracin con el deseo y el inters tuviramos ya a la
vista nuestro objetivo, el descubrimiento de pro-
po sicion es de valoracin . Se ha dem ostr ado, en
efecto, que las proposiciones acerca devaloraciones
son posibles. Pero son proposiciones de valoracin
slo en el sentido en que las proposiciones acercade patatas son proposiciones d e patatas. Son pro po-
siciones acerca de cuestiones de hecho . El que esos
acaecimientos sean justa m ente valoraciones n o sig-
nifica que las proposiciones sean proposiciones de
valoracin en ningn sentido distintivo. Sin em-
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ba rgo, es im portan te que esas prop osiciones sobre
cuestiones de hecho se puedan hacer. Pues si no
existieran sera doblemente absurdo suponer que
pudie ra n exist ir prop os iciones de valoracin en unsentido distintivo. Tambin se ha mostrado que la
materia de las actividades personales no constituye
ningu na b arrera tenc a a la formacin de proposi-
ciones sobre cuestiones de hecho, porque el com-
portamiento de los seres human os est ab ierto a la
observacin. Aunque ciertamente hay obstculos
prcticos a! estab lecimiento de propo sicion es gene-rales vlidas acerca de tal comportamiento (por
ejemplo acerca de las relaciones de sus actos consti
tv os), sus con dicio nes y efectos pu ed en ser inves-
tigados. Las proposiciones acerca de valoraciones
hechas en trminos de sus condiciones y conse-
cuencias delimitan el problema de la existencia de
proposiciones de valoracin en un sentido distin-tivo. Son las proposiciones acerca de valoraciones
existentes susceptibles a su vez de evaluacin?, y
puede dicha evaluacin , cuando se hace , entrar en
la constitucin de valoraciones ulteriores? Hemos
visto que el hecho de que una madre aprecie o
54
quiera a su hijo puede ser determ inado mediante la
observacin; y las condiciones y efectos de diferen -
tes maneras de apreciar o interesarse por algo pue-
den, en teora, ser com parados y contrastados en tres. En el caso de que el desenlace final sea mostrar
que algunos tipos de actos de aprecio son mejores
que otros, los actos de valoracin sern a su vez eva-
luados, y la evaluacin pod r modificar po steriores
actos directos de aprecio. Si esta condicin se cum-
ple, en to nc es las p ropo sicione s acerca de las valora-
ciones que realmente se producen pasan a ser ma-teria de valoraciones en un sentido distintivo, esto
es, en un sentido que las distingue a la vez de las
prop osiciones d e la fsica y de las propo sicion es his-
tricas acerca de lo que efectivamente han hecho
los seres humanos.
Llegamos as al problem a de la naturaleza de la
evaluacin o estimacin [appraisal or evaluation],
que, como vimos, es una de las dos acepciones re-
conocidas de valoracin. Tomemos una proposi-
cin de evaluacin tan elemental como: Este solar
vale 200 dlares el pie de fachada. Es diferente en
su forma de la proposicin: Tiene 200 pies de fa-
55
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chada. La ltima oracin enun cia un hecho cum-
plido. La primera enuncia una regla para la deter-
minacin de un acto que ha de llevarse a cabo; re-
mite al futuro, no a algo ya cumplido o hecho. Si sepro nunci a en el cont ex to en el que opera un asesor
fiscal, declara una condicin reguladora para co-
bra r un im pu es to al propietar io ; si el propie tario se
la comunica a un agente inmobiliario, establece
una condicin reguladora que ste habr de tener
en cuenta a la hora de ofrecer en venta la propie-
dad. El acto o estado futuro no se presenta comoprediccin de lo que suceder, sino como algo que
ha desuceder o debesuceder. Se pod ra decir, pues,
que la proposicin sienta una norma, pero en-
tendiendo norma simplemente en el sentido de
condicin a la que habrque ajustarse en formas de-
finidas de accin futura. Que las reglas son casi om-
nipresentes en toda modalidad de relacin humanaes tan obvio que no re quiere discusin. En mo do al-
guno se limitan a actividades a las que se aplique el
calificativo de moral. Toda forma recurrente de
actividad, en las artes y profesiones, genera reglas
como la mejor manera de alcanzar los fines con-
56
templados [ends in view]. Tales reglas se utilizan
,oino criterios o normas p ara juz gar el valor de
los modos de comportamiento propuestos. La exis-
tencia de reglas de valoracin de los modos de co m-po rta miento en diferen tes campos como sensatos o
insensatos, econmicos o dilapidadores, eficaces o
intiles, es innegable. El problema no es si existen
como proposiciones gen erales (ya que tod a regla de
accin es general), sino si expresan slo una cos-
tumbre, una convencin, una tradicin, o si pueden
enunc iar relaciones en tre u nas cosas como med ios yotras cosas como consecuencias, relaciones que a su
vez se funda m ente n en relaciones existenciales em-
pricamente averiguadas y verificadas como las que
se suelen llamar de causa y efecto.
En el caso de algunos oficios, artes y tecnologas,
no puede habe r ninguna d uda de cul de esas alter-
nativas sea la correcta. El arte de la medicina, porejemplo, est llegando a un estado en el que mu-
chas de las reglas establecidas por un mdico para
un paciente en cu anto a lo que ms le conviene, no
slo en lo referente a medicamentos sino a dieta y
hbitos de vida, se basan e n p rincipios de q umica y
57
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fsica establecidos experimentalmente. Cuando l0s
ingenieros dicen que se requieren ciertos materiales
sometidos a ciertas operaciones tcnicas para ten.
der un puente capaz de soportar ciertas cargas encierto punto del ro Hudson, su consejo no repre-
senta sus opiniones o caprichos personales, sino
qu e est respald ado por leyes fsicas reconocidas. Se
cree comnmente que aparatos tales como radios y
automviles han sido muy mejorado s (perfecciona-
dos) d esde qu e se inventaron , y qu e el perfecciona-
miento en la relacin de medios a consecuencias sedebe a un conocimiento cientfico ms adecuado
de los principios fsicos subyacentes. El argumento
no exige creer que la influencia de la costumbre y
la convencin quede eliminada por entero. Es sufi-
ciente que tales casos muestren que es posible que
las reglas de evaluacin o estimacin descansen
sobre generalizaciones fsicas cientficamente justi-ficadas y que la proporcin de ese tipo de reglas res-
pec to a las q ue expresan meros hbitos consue tudi-
narios vaya en au men to.
En medicina, un curandero puede citar gran
cantidad de presuntas curaciones como fundamen
58
IOevidencial para tomar los remedios que ofrece.
Slo se necesita un pequeo examen para mostrar
en qu aspectos bien definidos los procedimientos
que recomien da difieren de aquellos de los que m-dicos competen tes afirman ser buenos o p recep-
tivos. No existe, p or e jemp lo, u n anlisis de los ca-
sos presentado s como evidencia que de mu estre que
realmente son como la enfermedad para cuya cura
se postula el remedio; ni hay un anlisis que mues-
tre que las curac iones de las qu e se dice (ms que se
prueba) que han tenid o lugar se deb ie ron efectiva-mente a tomar la medicina en cuestin ms que a
cualquiera de un nmero indefinido de otras cau-
sas. Todo se afirma en bloque, sin ningn control
analtico de las condiciones. Adems, falta el pri-
mer requisito del procedimiento cientfico, que es
la total public idad en lo qu e se refiere a materiale s y
procesos. Lo nico que justifica citar estos hecho sde todos conocidos es que su contraste con la prc-
tica mdica competente pone de manifiesto hasta
qu punto las reglas de procedimiento en este arte
cuentan con el aval de proposiciones empricas ve-
rificadas. Las evaluaciones de cursos de accin
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como mejores y peores, ms y menos tiles, estn
tan justificadas experimentalmente como las pro.
posiciones no va lorativas re fe re nte s a cuestiones
impersonales. En las tecnologas de la ingenieraavanzada, es evidente que las proposiciones que
enu ncian los cursos de accin apropiadosque se han
de adoptar se apoyan en generalizaciones de la
ciencia fsica y qumica; es frecuente darles el nom-
bre de ciencia aplicada.Con todo y con eso, las pro-
pos iciones que sien tan reglas seg n las cuales los
proce dim iento s sern ac ertado s y correc tos en lu-gar de ser desacertados e incorrectos d ifieren en la
forma de las proposiciones cientficas sobre las que
descansan. Pues son reglas para el uso, en y po r la
actividad humana, de generalizaciones cientficas
como medio de alcanzar ciertos fines deseados y
pre tend id os.
El examen de esas evaluaciones revela que se re-
fieren a cosas que sostienen entre s la relacin de
medios a fines o consecuencias. All donde se evala
un a regla con miras a un a accin m ejor o necesaria,
hay un fin que alcanzar: la evaluacin es una valora-
cin de las cosas con respecto a su utilidad o necesi-
60
dad S* tomamos los ejemplos antedichos, es evi-
dente que la propiedad inmobiliaria se evala para
cobrar impuestos o fijar un p recio d e venta; qu e los
tratamientos medicinales se evalan con respecto alfin de lograr el restablecimiento de la salud; que los
materiales y las tcnicas se evalan con miras a la
construccin de puentes, aparatos de radio, auto-
mviles, etc. Si un pjaro construye su nido me-
diante lo que se llama puro instinto, no tien e que
evaluar materiales y procesos en cuan to a su idon ei-
dad para un fin. Pero si se contempla el resultadoel nido como un objeto de deseo, entonces ten-
dr que haber o bien las ms arbitrarias operacio-
nes de tanteo, o bien una consideracin de la ido-
neidad y utilidad de los materiales y procesos para
hacer realidad el objeto d eseado. Y es obvio qu e ese
proceso de so pes ar im plica com para r dif ere nte s
materiales y operaciones como posibles medios al-ternativos. En todos los casos, excepto en los del
mero instinto y el total tanteo, se observan mate-
riales reales y se estima su fuerza potencial para la
pro ducci n de un part ic ula r re su ltad o. Siem pre
hay alguna observacin del resultado alcanzado en
61
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comparacin y contraste con el que se pretenda
de manera que la comparacin arroja luz sobre la
idoneidad efectiva de las cosas empleadas como
medios. Esto hace posible u n me jor juicio, en el fu-turo, d e su ido neid ad y utilidad. Sobre la base de ta-
les observaciones se juzga que ciertos modos de
conducta son tontos, imprudentes o insensatos, y
que otros son inteligentes, pni de nte s o sensatos, ba-
sndose la discriminacin en la validez de las esti-
maciones alcanzadas sobre la relacin de las cosas
en c uanto medios con el fin o la consecue ncia obte-nidos.
La objecin q ue perm anen teme nte se alza con-
tra esta visin de la valoracin es que slo es apli-
cable a las cosas en cuanto medios, mientras que las
proposiciones que son valoraciones gen uinas son
aplicables a las cosas en cuanto fines. En seguida
consideraremos este pun to con detenimiento. Peroaq u cabe seala r que los fines se evalan en las mis-
mas evaluaciones en las que se sopesan las cosas
como medios. Por ejemplo, se nos ocurre un fin.
Pero cu ando sopesamos las cosas como m edios para
ese fin, descubrimos que hara falta demasiado
62
tiempo o un gasto de energa demasiado grande
para lograrlo; o que si fue ra alcanzado tra er a co n-
sigo ciertos inconven ientes y la promesa de prob le-
mas en el futuro. Entonces lo evaluamos y rechaza-mos como un fin malo.
Las conclusiones obtenidas se pueden resumir
as: 1) Hay proposiciones que no se refieren slo a
valoraciones que efectivamente se hayan hecho
(por ejemplo a aprecios, deseos e intereses que ha-
yan tenido lugar en el pasado), sino que describen
y definen ciertas cosas como buenas, idneas oapropiadas en una relacin existencial definida;
esas proposiciones, adems, son generalizaciones, ya
que constuyen reglas para el uso adecuado de los
materiales. 2) La relacin existencial en cuestin es
la de mediosfines [meansends\ o mediosconse-
cuencias [ meansconsequences].3) En su forma gene-
ralizada, esas proposiciones pueden apoyarse enpropos ic iones em pricas cient ficamente just ifica-
das, y a su vez pueden ser verificadas mediante la
observacin de los resultados efectivamente alcan-
zados en comparacin con aquellos que se preten-
da obtener.
63
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La objecin aducida contra la tesis que acaba-
mos de exponer es que no distingue entre cosas
que son buenas y correctas en s mismas y de suyo,
de forma inmediata e intrnseca, y cosas que sim-ple men te son buen as paraotra cosa. En otras pala-
bras, las segu ndas son tile s par a alcanzar aquellas
cosas que t ien en valor, segn se dice, en s mismas y
de suyo, ya que son apreciadas por s mismas y no
como medio para otra cosa. Esta distincin entre
dos significados diferentes de bueno (y co-
rrecto) es, se afirma, tan crucial para toda la teorade la valoracin y los valores que su ausencia des-
truye la validez de las conclusiones que se han ex-
pues to. Esta ob jecin plantea claram en te a nuestra
consideracin la cuestin de las relaciones que
gua rdan en tre s las categoras de medioyfin.En tr-
minos del doble significado de valoracin ya
mencionado, se plantea explcitamente la cuestinde la relacin en tre apreciary evaluar.Pues, segn la
objecin, la evaluacin se aplica slo a los medios,
mientras qu e el aprec io se aplica a cosas que sonfi-
nes, de suerte que hay que reconocer una diferen-
cia entre la valoracin en su pleno sentido preg
nante y la evaluacin com o asu nto sec und ario y de-
rivado.
Admitamos que hay un n exo e ntre aprec iar y va-
lorar, as como entre el deseo (y el inters) y elaprecio. Entonces el problema de la relacin entre
la evaluacin de las cosas como medios y el aprecio
de las cosas como fines adopta la forma siguiente:
,Son los deseos e intereses (o gustos [ likings], si
se prefiere), que instituyen directamente finesvalo-
res, independientes de la evaluacin de las cosas
como medios, o esta evaluacin influye ntima-mente en ellos? Si una persona, por ejemplo, des-
cubre tras la correspondiente investigacin que se
requiere una inmensa cantidad de esfuerzo para
procu rar las co nd icione s que son el medio necesa-
rio para la realizacin de un deseo (incluido quiz
el sacrificio de otros finesvalores que se podran
obten er con el mismo gasto d e esfuerzo), modificaese hecho su deseo original, y consiguientemente,
por de fin icin, su valoracin? Un repaso de lo que
acontece en cualquier actividad deliberada da res-
puesta afirmativa a esta pregunta . Pues qu es la
deliberacin sino el sopesar varios deseos alternati-
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vos (y por ende finesvalores [endvalues]) en rtuj.
nos de las condiciones que son los medios para su
ejecucin, y que, en cuanto medios, determ inan las
consecuencias efectivamente alcanzadas? No puedehaber un control de la operacin de prever conse-
cuencias (y po r en de de co nstituir fines contempla,
dos) salvo en trminos de las condiciones que ope-
ran como condiciones causales de su logro. La
proposicin en la que cu alquie r objeto adop tado
como fin contemplado es enunciable (o explcita-
mente enunciada) estjustificada en la medida enque las condiciones existentes hayan sido examina-
das y evaluadas en su calidad de medios. La nica
alternativa a esa enunciacin es que no exista deli-
be racin alguna , que no se constituy an fines con-
templados y que la persona acte directamen te mo-
vida po r el prim er impulso que se presente.
Cualqu ier repaso de las experiencias en las quese constuyen fines contemplados, y en las que las
tendencias impulsivas anteriores se transforman a
travs de la deliberacin en deseo escogido, revela
que el objeto finalmen te valorado como fin a alcan-
zar viene determinado en su composicin concreta
66
por una evalu acin de las cond ic ione s existen tes en
cuanto medios. Sin embargo, la costum bre de sepa-
rar com pletame nte las concepcion es de fines de las
de medios est tan arraigada, como resultado de
una larga tradicin filosfica, que se hace necesario
un examen ms detenido.
1. La suposicin com n de q ue haya una separa-
cin neta entre las cosas, por un lado cosas tiles y
por ot ro lado cosas intrnsecamentebuenas, y por lo
tanto de que exista una separacin entre proposi-
ciones acerca de lo que es oportuno, prudente oaconsejable y lo que es inherentemente deseable,
no expresa en ningn caso una verdad evidente. El
hecho de qu e palabras como prud ente, sensato
y oportuno, a la larga o tras un examen de todas
las condiciones, confluyan con tanta facilidad en la
palab ra in te ligen te su gie re (a unque, po r su-
puesto, no pru eb a) qu e los fines cons tituido s sepa-radamente de la consideracin de las cosas como
medios son nec edades rayanas en la irracionalidad.
2. El sendo comn considera algunos deseos e
intereses como miopes, ciegos, y otros, po r el con-
trario, como ilustrados y clarividentes. No se le ocu-
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rre toinar en bloque lodos los deseos e intereses
como si tuvieran la misma categora con respecto a
los finesvalores. La discrim inacin en tre sus respec.
tivas miopa y clarividencia se fundamenta precisa-mente en si el objeto de un deseo d ado aparec e a su
vez como un medio condicionante de consecuen-
cias ulteriores. En lugar de adoptar una visin lau-
datoria de los deseos y valoraciones inmediatos,
el sentido comn trata la renuncia a la mediacin
como la esencia misma del juicio miop e. Pues tratar
el fin como meramente inmediato y exclusivamentefinal equivale a negarse a considerar lo que suce-
der un a vez que, y deb ido a qu e, se haya alcanzado
un fin particular.
3. Las palabras inherente, intrnseco e in-
mediato se utilizan de forma ambigua, con lo que
se llega a una conclusin falaz. De cualquier cuali-
dad o propiedad que pertenezca efectivamente aun objeto o evento se dice propiamente que es in-
mediata, inherente o intrnseca. La falacia consiste
en interpretar lo que esos trminos designan como
desprovisto de relacin con todo lo dems y por lo
tanto como absoluto. Por ejemplo, los medios son
68
por defi n ic in re lac i na les , m e d iad o s y m e d ia d o -
r e s , ya que son i n t e rmed ios en t r e una s i t uac in
existente y una si tuacin que ha de ser t rada a la
existencia mediante su empleo. Pero el carcter relacional de las cosasq u e s e e m p l e a n c o m o m e d i o s
no obsta a que las cosas teng an sus prop ias c ua l ida-
des inmediatas. En el caso de qu e las cosas en cue s-
t in sean apreciadas y cuidadas, entonces, segn la
teora que en laza la prop iedad de va lor con e l ap re-
cio, nece sa r i amen te t end rn u na cua l i dad i nm e-
diata de valor . La idea de que, cuando se valoranmedios e instrumentos, las cual idades de valor re-
su ltantes de e llo son s lo ins t rum en ta les es p oco
ms que un mal jueg o d e pa labras . En la na tu ra leza
de l aprec ia r o desear no hay nada que impida d i r i -
gir los a cosas que sean m edios, y en la natu ralez a d e
los medios no hay nada q ue mi l it e en con t ra de que
sean deseados y aprec iados . En la rea l idad em p-rica, la medida de l valor que un a p erson a o torga a
un de te rminado f in no es lo que esa perso na diceso-
bre su p re cio sid ad , sin o el cu id ado q u e d e d ica a o b -
tener y emp lear los medioss in los cuales no se p ue de
a lcanzar . No se puede c i ta r n ingn caso de logro
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notable en ningn campo (salvo que sea por pUrQ
accidente) en el que las personas que consiguieron
el fin no dedicaran un cuidado amoroso a los ins-
trumentos y agencias de su produccin. La depen-dencia de los fines alcanzados respecto d e los medios
empleados es tal que la enun ciacin que acabamos
de hacer se reduce, en realidad, a una tautologa.
La falta de deseo y de inters se demu estra en la ne-
gligencia y la indiferencia hacia los medios requeri-
dos. Tan pronto como se ha desarrollado una acti-
tud de deseo e inters, entonces, dado que sin unaatencin diligente no se alcanzar el fin que se dice
apreciar, el deseo y el inters en cuestin automti-
camente se adhieren a todas aquellas otras cosas
que aparecen como medios requeridos para alcan-
zar el fin.
Las consideraciones que valen para inmediato
valen tambin para intrnseco e inherente.Una cualidad, incluida la del valor, es inherente si
efectivamente pertenece a algo, y la cuestin de si le
pertenece o no es una cuestin de hechoy no una
cuestin que se pueda decidir med iante la manipu-
lacin dialctica del concepto de inherencia. Si uno
70
t j ene un deseo ardiente de obtener c ier tas cosas
como medios, entonces la cual idad de valor perte
nece, o es inh eren te, a esas cosas. Por el m om en to,
pro ducir u o b te n e r esos m edio s es e l f i n con t em-plado. La id ea d e que s lo aque ll o q u e n o g u a rd a
relacin con ninguna otra cosa se pueda leg t ima-
mente l lamar inherente no s lo es absurda en s
misma, sino que la contradice la pro pia teo ra q ue
enlaza el valor de los objetos co m o fines con el d e-
seo y el inters, porqu e esa conc epci n hace ex pre -
samente relacional el valor del objetof in [endobject], de suerte que si lo inherente se ident if ica
con lo no relacional, entonces realm ente no ha bra,
segn esa tesis , ningn valor inherente. Por otra
parte , si es un hecho que la cuali dad exis te e n est e
caso, porque aquel lo a lo que perte ne ce est con di-
cionado por un a relacin, entonc es el ca rcter rela-
cional de los medios no se puede esgrimir comopru eba de que su valor n o se a in h e ren te . La s m is-
mas consideraciones valen para los trminos in-
trnseco y extrnseco aplicados a cualidades de
valor [valuequalities] . Es t r ic tamente hablando, la
expresin valor extrnseco im plica un a c on trad ic-
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cin en los trminos. Las propiedades relacinales
no pierden su cualidad intrnseca de ser lo que son
porq ue su llega r a ser sea causadopor algo extrn-
seco. La teora que lo afirma desemboca lgica-
me nte en la idea de q ue no hay cualidades intrnse-
cas de ninguna clase, ya que se puede demostrar
que cualidades intrnsecas como rojo, dulce, duro,
etc., son condicionadas causalmente en su acaeci-
miento. El problem a, u na vez ms, est en que una
dialctica de conceptos ha suplantado el examen
de hechos empricos efectivos. El ejemplo extremo
de la tesis de que ser intrnseco sea no guard ar nin-
guna relacin se encuentra en aquellos autores que
sostienen que, ya que los valores sonintrnsecos, no
pueden d epend er de ninguna relacin, y desde
luego no de una relacin con los seres humanos.
Por lo tanto esta escuela ataca a q uienes enlazan las
propiedad es de valor con el deseo y el inters exac-
tamente con el mismo fundamento con que stos
igualan la distincin entre los valores de los medios
y de los fines con la distincin entre valores instru-
mentales y valores intrnsecos. Se puede considerar,
pues, que las tesis de esta escuela no naturalista ex-
72
trema ponen claramente en evidencia lo que ocu
rIe cuando un anlisis del concepto abstracto de
intrinsecalidad sustituye al anlisis de los acaeci-
mientos empricos.
Cuanto ms abierta y enfticamen te se vincule la
valoracin de los objetos como fines con el deseo y
el inters, ms evidente debera ser que, dado que
el deseo y el inters son ineficaces a menos que in
teracten cooperativamente con las condiciones
envolventes, la valoracin del deseo y del inters
como medios correlacionados con otros medios esla sola condicin para una evaluacin vlida de los
objetos como fines. Si se aprendiera la leccin de
que el objeto del co nocim iento cientfico es en cual-
quier casoun a co rrelacin de cambios averiguada, se
vera, sin posibilidad de negarlo, que cualquier cosa
tomada como fin es en su propio contenido o en sus
elementos constitutivos una co rrelacin de las ener -gas, personales y extrapersonales, que operan co-
mo medios. Un fin como consecuencia efectiva,como
resultado existente, es, al igual que cualquier otro
acaecimiento que se analice cientficamente, tan
slo la interaccin de las condiciones que lo prod u-
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cen. De ah se sigue necesariamente que la ideadel
objeto del deseo y del inters, el f in contemplado
como cosa distinta del fin o resultado efectivamente
pro ducid o, es ta r just if icada en la misma medida
en que est constituida en trminos de esas condi-
ciones operativas.
4. La principa l deb ilidad de las teoras actuales
de la valoracin que relacionan sta con el deseo y
el inters se debe a que no hacen un anlisis emp-
rico de los deseos y los intereses concretos tal cual
stos efectivamente existen. Cuando se hace unanlisis de esa clase, al momento se presentan cier-
tas consideraciones pertinentes.
i) Los deseos estn expu estos a la frustracin y
los intereses estn exp uestos a la derrota. La proba-
bilidad de que acaezca el fracaso en la consecucin
de los fines deseados es directamente proporcional
al fracaso en la constituc in del de seo y el inters (ylos objetos que stos implican) sobre la base de las
condiciones que operan como obstculos (negati-
vamente valorados) o como recursos positivos. la
diferencia e ntre los deseos e intereses razonables y
no razonables es precisamente la diferencia entre
74
aquellos que surge n ca sualmente y no son recon sti-
tuidos a travs de la consideracin de las condicio-
nes que efectivamente decidirn el resultado y
aquellos que se forman sobre la base de las desven-
tajas existentes y los recursos poten ciales existentes.
Que los deseos tal y como se presentan en un pri-
mer momento son el producto de un mecanismo
constituido po r tend encias orgnicas nativas y hbi-
tos adquiridos es un h echo innegable. T odo avance
en madurez consiste en no ceder inmediatamente a
esas tendencias, sino reelaborarlas en su primera
manifestacin a travs de la consideracin de las
consecuencias que ocasionarn si se las lleva a la
prctica; una operac in que equivale a juzg ar las o
evaluarlas como medios que operan en conexin
con condiciones extrapersonales, consideradas s-
tas tambin como medios. Las teoras de la valora-
cin que la relacionan con el deseo y el inters no
pu ed en nadar y guard ar la ropa . No pueden oscilar
continuamente entre una visin del deseo y el inte-
rs que los identifica con los impulsos tal como s-
tos aparecen (como productos de mecanismos or-
gnicos) y una visin del d eseo como modificacin
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de un impulso bruto a travs de la previsin de su
resultado ; y, siendo deseo slo esto ltimo, toda | ,
diferencia entre el impulso y el deseo consiste en ]a
presencia en el deseo de un fin co ntem plado, deobjetos como consecuencias previstas. I.a previsin
ser fiable en la medida en que est constituida por
el examen de las condiciones que en efecto decidi-
rn el resultado. Si parece que estamos martillean-
do sobre este punto con demasiada insistencia, es
porq ue la cues tin en juego no es ni ms ni menos
que la posibilidad de que haya proposicion es de va-
loracin prop iamen te dichas. Pues no se puede ne-
gar que en el caso de la evaluacin de las cosas
como medios son posibles proposiciones con justifi-
cacin evidencial y verificacin experimental. De
ah se sigue que, si esas proposiciones entran en la
formacin de los intereses y deseos que son valora-
ciones de fines, stos se constituirn por ello mismo
en materia de au tnticas afirmaciones y negaciones
empricas.
ii) Hablamos com nm ente de aprender de la
experiencia y de la madurez de un individuo o
un grupo. Qu queremos decir con tales expresio-
76
neS? Como mnimo, queremos decir que en la his-
toria de las personas individuales y de la raza hu-
mana tiene lugar un cambio qu e va de los impulsos
originales, relativamente irreflexivos, y los hbitosinflexibles a los deseos e intereses que incorporan
los resultados de la indagacin crtica. Cuando se
examina este proceso, se advierte que tiene lugar
principalmen te sobre la base de una observacin
atenta de las diferencias halladas entre los fines de-
seados y propuestos (fines contemplados) y los fines
alcanzados o las consecuencias efectivas. La coinci-dencia entre lo que se quiere y se prev y lo que
efectivamente se obtiene confirma la seleccin de
las condiciones que operan como medios para el
fin deseado; las discrepancias, qu e se experim entan
como frustraciones y derrotas, conducen a indagar
pa ra descubrir las causas del fracaso. Esta indaga-
cin consiste en un examen cada vez ms exhaus-
tivo de las condiciones bajo las cuales se forman los
impulsos y los hbitos y en las cuales operan. El re-
sultado es la formacin de deseos e intereses que
son lo que son en virtud de la unin de las condi-
ciones afectivomotoras de la accin con las intelec-
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tuales o ideacionales. Esto ltimo est presente en
cualquier caso siempre que haya un fin contem-
pla do de la clase que sea , no im porta ha sta qu
punto se haya form ad o casualmente, mientras queser adecuad o en la precisa med ida en que el fin se
constituya en trminos de las condiciones de su rea-
lizacin. Pues dondequiera que haya un f in con-
templado del tipo que sea habr una actividad afec
twoideacionalrmotoYdL, o, en trminos del doble
significado de la valoracin, habr una unin del
apreciar y el evaluar. La observacin de los resul-tados obtenidos, d e las consecuencias efectivasen su
coincidencia y diferencia con los fines previstos o
contemplados, proporciona as las condiciones
mediante las cuales los deseos e intereses (y por lo
tanto las valoraciones) maduran y se ponen a
pru eba. No cabe im ag in ar nada ms contrario al
sentido comn que la idea de que somos incapacesde modificar nuestros deseos e intereses cuando
aprendemos cules sern las consecuencias de dar-
les curso o, como a veces se dice, de damos ese gusto.
No debera se r nec es ar io aducir la ev iden cia del
nio malcriado y el adulto que no pue de afrontar
78
l a r e a l i d a d . Sin embargo, en lo que se refiere a la
v a l o r a c i n y la teora de los valores, toda teora que
asle la valoracin de los fines de la evaluacin de
los m e d io s estar igualando al nio malcriado y eladulto irresponsable con la persona madura y sen-
sata.iii) Tod a persona, en la medid a en que es capaz
de aprender de la experiencia, traza una distincin
entre lo deseado y lo deseable cada vez que se en-
trega a la formacin y eleccin de deseos e intereses
contrapuestos. No hay nada de rebuscado ni demoralista en este enunciado. El contraste al que
alude es simplemente el que hay entre el objeto de
un deseo tal como se presenta en un primer mo-
mento (debido al mecanismo existente de impulsos
y hbitos) y el objeto de deseo qu e surge co mo revi-
sin del impulso primitivo, un a vez que ste ha sido
juzg ad o cr t icam en te por re ferencia a las cond icio-nes que decidirn el resultado efectivo. Lo desea-
ble, u o bjeto que se deberadesear (valorar), no cae
de un cielo a prior ni desciende como imperativo
de un Monte Sina moral. Si se presenta es porque
la experiencia pasada ha demostrado que la accin
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precipi tada a instancias de un deseo no sometido a
crtica conduce a la derrota y posiblemente a la Ca_
tstrofe. Lo deseable com o cosa distinta de lo de-
seado no designa, pues, nada genrico ni a priori_
Apun ta a la diferencia que hay entre la operacin y
las consecuencias de los impulsos no sometidos a
examen y las de deseos e intereses que son producto
de la investigacin de las condiciones y consecuen-
cias. Las condiciones y presiones sociales son parte
de las condiciones que afectan a la ejecucin de los
deseos. De ah que hayan de ser tenidas en cu enta a
la hora d e co ncreta r los fines en trminos de los me-
dios de que se dispone. Pero la distincin entre el
es en el sentido del objeto de un deseo qu e surge
casualmente y el deb era ser
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