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YAMIL ESCAFFI
JAULA ELEMENTAL
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© Editorial Yerba Mala Cartonera 2010.
© Yamil Escaffi, 2010
Proyecto social cultural y comunitario sin fines de lucro.
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Proyectos análogos: Eloísa Cartonera (Argentina), Sarita Cartonera (Perú),
Ediciones la Cartonera (México), Animita Cartonera (Chile), Dulcinéia
Catadora (Brasil) y muchos más en casi 20 países.
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Impreso en: Imprenta “Magda I” Av. Oquendo 371 dpto. 2A. Cochabamba
Derechos exclusivos en Bolivia
Hecho el depósito legal: 3-1-1101-10
Impreso en Bolivia
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Esta publicación ha sido posible gracias al apoyo desinteresado de Magda
Rossi.
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Dedicatoria
Por los nidos de agujas en nuestras memorias
A Marisa Herzlo
y Alejandro Yañez
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EN MUDA
A ese otro lado del sol que se ama con la oscuridad,
al pájaro comiendo los insectos luminosos de los ojos
a la oscilación y a cualquier caída.
Oigo mi vida extinguirse de ser tan tuya
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CAMINOS DEL DESAPARECIMIENTO
I
No tengo ganas de seguir haciendo crecer esta noche.
Hablo de mí siempre.
A través de mi voz viajan sustancias que abandonan en mi
garganta a las sustancias que aman.
No tengo ganas de seguir muriendo, no esta noche.
Seré mi prisionero por siempre, poseyendo las derrotas de mis
ancestros que son solo yo, este ser que ha mutado en mí sin
cambiar de forma. Esclavo que huye de la tortura de sus
propios silencios, llenando las páginas blancas de maldiciones
para sí mismo, o de pequeños hechizos.
II
Suéñame en ti, a mí mismo, a esta tu sombra que no necesita
ningún sol.
Duerme usando un cuchillo, vuela usando una horca. Entierras
los miembros a los animales que cargan tus palabras hasta mí.
III
Tengo deseos de oír una canción que si no la oyera
desaparecería enseguida.
Y hablarte de mi canción, contarte como bailan las damas
luminosas con su propia sombra,
decirte como duelen las palabras extirpándose del cantor oculto
en algún lugar de su voz; y de tanto hablar dejar de oírla; y al
dejar de oírla, desaparecer yo con ella.
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IV
Yo no digo adiós, sino mis ojos, sino mi boca enferma,
mi rostro despedazado.
Dicen adiós las manos que me llevo prefiriendo ellas quedarse
en tu lugar; para que de la valija de huesos que ahora cargo,
caigan menos pedazos con tu nombre.
No tengo más ganas de seguir fingiendo que es de noche, ni de
emplumar palabras para que avisen a la oscuridad de mi
llegada, anunciando que me perderé por siempre en alguna
nada. Mi última respiración apaga las últimas velas.
Al abismo, voy cayendo.
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INMOLARIO
Cavidad rugosa, soledad desviscerada. Cuando llueve la noche
sobre mis juguetes y las manos se sitian a los costados de mi no
cuerpo; hay, si devuelvo mis ojos a la oscuridad, una
habitación vacía en la casa del exilio, un olor
descomponiéndose en mis fosas nasales.
A través de la ventana de los huesos de pájaro, los colmillos de
la noche comen de mi voz, cosen lenguajes a mis partes
mutiladas para que también hablen ellas; pero la luz de medio
día, con el sol ardiendo en éxtasis, abre la cueva donde los
utensilios de la ausencia torturan todos mis silencios.
Animales deslenguados escapan por las fisuras de mi boca y se
ve, a través de las grietas: un criadero de plantas venenosas y
árboles sin alas que bailan de locura deshaciendo mi memoria
con su danza.
Al final no existe nada, sino la casa del deshabitado
muriéndose de objetos muertos; y sobre generaciones de
piedras silenciosas, flotando en la bruma lujuriosa, hay un
transito de jaulas destrozadas, de muertos delirando luz
agonizante.
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EL RUIDO
A medio día, por la noche, a cada instante empezaba.
Era horroroso escucharlo, lúgubre y picante al principio, pero
luego, ese sabor verdoso que se sujetaba a la garganta producía
por unos segundos la sensación de caos.
Cesó de repente y yo seguía escuchándolo presintiendo su
ausencia, creía saber que se había ido, que ya no era el ruido
sino mis manos, sino mi cuerpo el ruido, el instrumento exacto,
la metáfora imposible, una máquina de ruino y, dentro, una
bóveda de inútiles silencios quemaba pedazos de cartón y
troncos de madera a las chimeneas de mi construcción.
En las vértebras, pentagramas sin músicas se me hilaban en
viejas ruecas y yo moría de tanto sonar, de tanto soñar, de tanto
saber que no existe, de tanto fingir que lo veo, que lo
espero.
Quién es mi cuerpo después del ruido, quien es el instrumento
perfecto: un arpa olvidada que nadie toca, que nada olvida.
Y cesó el falso ruido.
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DESANIDACIÓN
Estando donde antes me miraba
jugar a ser alguien más que muere en mí
parasito mi cuerpo
sin forma, sin con qué mutar, sin desde donde
sólito lugar de cerraduras
una jaula sin filtración de noche
y dentro, en mi casa de llaves
muero en la horca cuando apilaciones de palabras
se derrumban bajo mis pies
no sé como suceden los pájaros
sino imaginar que alguien los dibuja en una luz
que cose en la placenta de mi voz
y no sé de la jaula más que un poema inmortal
una casa más grande que mi garganta
un lugar para guardar casi todo mi cuerpo
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VEGETACIÓN CANÍBAL
Sin hacer otra cosa que matar con los ojos
de tanto golpearme con mi boca
o de remover líquidos en mi memoria
mato a mis hijas con animales paleolíticos
clavo dagas en las pupilas de sus noches
escuchando la rasgadura de sus muros
sabiendo como crepitan sus vientres en mi voz
anestesio mis cuerpos
para deshuesar niñas con su propio canto
y matarlas de nombres o perderlas en un bosque
me hago pequeñas arpas con sus cuellos
hasta que por devorar sus nidos me deglute el viento
y dentro el viento, abro en mis ojos otros ojos más temibles
y dentro los ojos más temibles, abro a alguien que asecha mis
primeros ojos
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REGENERACIONES
Yo, acostumbrado a las muertes, heredo de mí el lugar de la
hechicería: al lobo que mata palabras con su aullido, al que las
dice a través del aullido del lobo y al animal
condenado de silencio.
De este jardín poseo el bosque, pero a veces, si la jaula
se vuelve una puerta de alfileres, me adueño también del jardín
dentro del jardín, del anillo de humo, donde siembro cadáveres
de flores.
Y dentro de mí, el tiempo también me pertenece cuando
desnudo relojes para que le hagan el amor a todas mis sombras.
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TIEMPOS DE CAOS
Por la vida oliendo a pájaro cautivo
a cascaron deshaciéndose en la punta de la lengua
por la vida cargando una amputación de noche
o un animal tragándose las migajas de mi cuerpo
sé que en el olvido hay una silla vacía que me espera
y sé que ya nadie usa mi piel como el insectario de sus dedos
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FIGURAS DESVANECIÉNDOSE
Son días negros, faltos de alguna forma. Si asemilláramos la
desolación con nuestros ojos, mi voz sería un jardín delicioso.
Hay desastres que vienen con el frío, esperas desmanillando
relojes; y son, al destiempo de la huida, distancias tejedoras de
olvido las que evacuan toda mi memoria.
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PREMONICIONES
En mi idea de mundo
lenguas y azadones exhumando palabras
descubro que mi voz y un nido abandonado son de la misma
raza
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ENCUENTROS Y SEPARACIONES
Sin lugar
con el cuerpo lleno de pedazos de tu cuerpo
con los ojos hechos de las cáscaras de mis ojos
hago de ti a alguien que no se olvida
haces de mí algo que nunca se debe recordar
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NACIMIENTO
Las iluminaciones de lo que fui, el retazo de luz que huye de
mis ojos.
yo, ahora, dibujando el lugar de mi propia ausencia
el vientre grita y la boca se cose para que la voz no pueda mirar
donde nace la oscuridad delirada por los espectros que
anochecen de mí
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ATRAPADO EN EL MARCO VERDE DE LA VENTANA
Miro el humo sentado en mis ojos
las cacerías de la luz por la luz
siento como me raspa la oscuridad con un cuchillo
dejando mis secuelas naufragar fragancias abismadas de espera
y que siga remojándose mi voz en el alcohol de las pesadillas
no es el fin, lo sé porque lo mismo sucede con mi canto
atravesando una cerradura del tamaño de mis ojos
haciéndome un agujero para saber siempre que nada llega
(la ventana se mira desde fuera, con mi rostro
como el canto que se oye desde lejos, con mi voz)
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JAULA INACCESIBLE
Es un manto de noche roído de estrellas
encerrando fuera a los sometidos del silencio
Desde la luz, mis cómplices se unen al canto
ofrecen una cuerda para arrastrarme al otro lado de la sombra
pero yo, al final de la cuerda, hago una horca
En todo lado hay plumas de sangre
fetos de luz
-que solo la oscuridad nace en cautiverio-
y yo, dentro
hago casa en un pájaro muerto
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PRISIONES Y MATERIAS
I
Ojos de piedras golpeadas por el viento
parpados sellados
ángeles suicidándose en las pestañas
II
Mañana encontraran una jaula de huesos de pájaro
dentro, un pájaro deshuesado
yo en el vientre del cadáver de pájaro
en mi voz, arañas afiladas hilando mi completo silencio
y en mi silencio, pequeñas jaulas.
III
Llegar hasta la luna de un salto
recostarse en los balcones de la noche
¿y a quien espero?
cierto, cierto…
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TRANSITO
La sombra amándose con el asfalto
los ojos volcándose sobre otros ojos
el azul delirando
la noche llorando noche
las jaulas estallando
los pájaros estallando
mi cuello sediento de tu horca
el verde delirando
silencio atravesando las palabras
el ruido musitando
yo y el verde bailando
el negro acariciando
la sombra dormida en el asfalto
el gris agonizando
los ojos haciéndose de ojos
el tango delirando
silencio muriéndose de voces
el rojo estallando
mi horca sedienta de tu cuello
el rojo extasiando
el rojo devorando…
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RENOMBRAR LAS COSAS
Decir máscaras a los cuerpos
escritura a quemar bestezuelas en los hornos del lenguaje
llamar ausencia a mi voz
donde es delito decir las cosas por su verdadero nombre
(tú observas un pájaro incendiado
-mientras yo excavo en mi memoria-
tú observas una jaula mutilada)
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CREACIÓN SIN RAYOS ASTRALES
I
Las horas que saben mi verdadero nombre, por estar cubiertas
de mi cuerpo, hacen acrobacias de luz con mis restos ardiendo y
libran de mi nudo en la garganta
a las arañas tejedoras de mi voz.
II
Soy máquina de tiempos olvidados, huérfanas calles de altura,
una herida en la extensión de estrellas suicidadas
-Pero yo sé que infectas de tu voz a mi voz anónima y sé que
caes sobre la memoria de esqueletos que se esconden.-
III
Apenas amanece en la jaula de las vértebras filosas, silente se
desprende de mí el alimento de la noche, apenas escribo para
que me devore la noche, apenas yo, apenas la luz.
IV Abrir la puerta sin mirarla, abrir quizá una tumba.
Dentro de todo, al final de la oscuridad hay mi oscuridad, donde
se filtran los silencios musicales
V
Mis órganos paralizados por tus pequeños éxodos. Regreso a ser
el mismo moho en los jardines de sombra. ¿Cuál es la canción
que canto cuando nadie oye?
VI
Al otro lado de mi horca hay otro como yo que conspira con las
espumas de la orfandad para intercambiarme por carbones
ardiendo.
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VII
Yo solo sé ver espejos negros, acuarios de densa nada. Solo sé
invocarte con mi oscura luz. Solo sé tejerte con hilos de mi
propio cuerpo.
VIII
Hago siempre pájaros para ti. Vistiéndolos con plumas, dibujo
pájaros para ti en mi memoria y en las cuerdas de mi voz.
Modelo pájaros con la greda de lo que ninguno dice.
Los hago para ti sin trinos, sin alas.
A Janina Camacho.
IX
Alguien toma una costilla de la noche y la entierra en la
intemperie de mi voz. Alguien espera que mi canto me expulse
de mi mismo.
X La máscara se incrusta en mí herida protegiendo el lugar donde
guardo una cuerda y una casa para ver la noche
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LA FORMA DE LA LUZ
Abre la bóveda de huesos
no, allí guardo la oscuridad solar
la luz negra
no, sino la sombra cosida al mismo manto de sol
que hay
silencios vampiros
que dicen
cuentan que del sol caen pedazos a través de mis ojos.
Y se golpean con rocas, con vegetaciones, con destiempo
y a quien uno inculpa el suicidio de las cosas,
a ti no
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Ediciones Yerba Mala Cartonera
Para no desesperar en las trancaderas, para dejar pasar las propagandas de la TV, para aguantar las marchas, para
caminar subidas sin darse cuenta, para bailar al ritmo de la cumbia del minibús o para cuando tengas simplemente
ganas de leer. Un libro cartonero, casero, tu mejor cómplice.
Otros títulos
Crispín Portugal, Almha, la vengadora
Gabriel Pantoja, Plenilunio
Juan Pablo Piñeiro, El bolero triunfal de Sara
Jessica Freudenthal, Poemas ocultos
Beto Cáceres, Línea 257
Darío Manuel Luna, Khari-khari
Gabriel Llanos, De muertos y muy vivos
Santiago Roncagliolo, El arte nazi
Vicky Aillón, Liberalia
Adolfo Cárdenas, Sueño de Reyes
Juan José Podestá, Novela Negra
Saavedra, Lourdes: Memorias De Un Walkman
Cuentos De Alasitas (Ganadores Concurso Cuento Breve
Oscar Cerruto