II Encuentro de Jóvenes Investigadoresen Historia Moderna. Líneas recientesde investigación en Historia Moderna
Comunicaciones
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Esta publicación se ha realizado dentro del Grupo de Excelencia de la URJC:"La Configuración de la Monarquía Hispana a través del sistema cortesano (siglos XIII-XIX):organización política e institucional, lengua y cultura (GE-2014-020)" financiado porel Banco de Santander
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El antiguo Egipto en el horizonte coleccionista de Felipe II. El caso paradigmático de la Genealogia Illustrissime Domus Austriae de 1536
Elisabeth Garcia i Marrasé Museu Egipci de Barcelona
Resumen: El tema presentado en esta comunicación se inserta en un marco más amplio que trata
sobre la recepción del mito egipcio en tiempos de Felipe II. En concomitancia con el interés que el
antiguo Egipto suscitó en la Europa renacentista, la Monarquía española del Quinientos no fue ajena a
este fenómeno. Un Egipto, eso sí, transformado respecto a sus cánones faraónicos y entendido en su
versión helenístico-romana; filtrado por las fuentes grecolatinas; corrompido por la tradición
judeocristiana y el texto bíblico; adulterado por unas graníticas connotaciones herméticas; y mezclado con
la mentalidad e ideales renacentistas. Por tanto, un Egipto egiptizante de implicaciones complejas,
alrededor del cual se fue tejiendo un intrincado mito egipcio, cuya recepción se produjo en los círculos
humanistas y se instaló en el imaginario de época moderna a través de un complejo discurso jeroglífico,
historiográfico, genealógico, mitográfico y coleccionista. Los tres últimos se concentran en un documento
que resulta esencial para cohesionar la recepción del mito egipcio en el siglo XVI hispánico y, asimismo,
para contextualizar la función del antiguo Egipto en los orígenes míticos de la Casa de Austria: se trata,
en efecto, de la Genealogia Illustrissime Domus Austriae entregada a Carlos V a raíz de su visita a Roma
de 1536, y custodiada por Felipe II en sus fondos personales durante prácticamente toda su vida. Una
bellísima genealogía mítica, sin duda excepcional, donde una aproximación a los personajes de naturaleza
osiriana (Osiris y Hércules el egipcio) presentados en la primera parte del documento, nos permitirá
constatar hasta qué punto Egipto –lejos de tener un papel pasivo en el ámbito del coleccionismo– tomó
parte activa en el ejercicio de legitimación de la antigüedad dinástica del emperador y su primogénito.
Palabras Clave: Felipe II; Carlos V; coleccionismo; mito egipcio; Osiris; Hércules el egipcio.
Abstract: The subject that we present here form part of the wider context of the reception of the
Egyptian myth under Philip II. The Sixteenth-century Spanish Monarchy was not immune to the
phenomenon of the interest awakened by ancient Egypt in Europe during the Renaissance. Certainly it
was an Egypt transformed from its Pharaonic canons and understood in its Hellenistic-Roman version,
filtered by the Greco-Roman sources, corrupted by the Judeo-Christian tradition and the biblical text;
adulterated by the hermetic connotations, and mixed with the mindset and ideals of the Renaissance.
Therefore, a complex and Egyptianizing Egypt around which was woven an intricate Egyptian myth, that
was received in humanist circles and settled in the Early Modern Age imaginary through an hieroglyphic,
historiographical, genealogical, mythographical and collector discourse. We can see the last three points
in a document essential to unite the reception of the Egyptian myth and contextualize the role of ancient
Egypt in the mythical origins of the House of Austria: it is the Genealogia Illustrissime Domus Austriae.
A work delivered to Charles V following his visit to Rome in 1536, and guarded by the future Philip II in
his personal collection for most of his life. It is a beautiful and exceptional genealogy where an study of
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the Osirian type characters (Osiris and Hercules the Egyptian) presented to the reader in the document
first part will permit us to ascertain to what extent Egypt –far from having a passive role in the field of
collecting– took an active role in the legitimation exercise of the ancient dynastic legitimacy of the
Emperor and his firstborn son.
Keywords: Philip II; Charles V; art collecting; Egyptian myth; Osiris; Hercules the Egyptian.
1. INTRODUCCIÓN
Como en la mayoría de las sociedades del mundo antiguo, un pilar fundamental
de la civilización egipcia fue el de las creencias religiosas. El grado de sofisticación y
desarrollo que alcanzó el antiguo Egipto en el transcurso de más de tres milenios de
historia se explica –en parte– por la estrecha relación que se estableció entre religión y
política ya en los albores de la civilización faraónica (ca. 3100 a.C.) hasta prácticamente
sus últimos días de aliento, en el primer tercio del siglo VI d.C. En el seno de las
creencias religiosas egipcias ocupó un lugar preeminente la tríada de dioses formada por
User, Ast y el hijo de ambos, Her-Ur, los tres vinculados con la realeza del país del Nilo
y protagonistas de un mito ancestral (de los pocos que rompen la aparente ausencia de la
mitología egipcia y, aun así, con reservas) que posteriormente los autores grecolatinos
tomaron en sus relatos. Unos relatos que debían servir para educación y “divertimento”
de los lectores no-egipcios. De ahí la interpretatio graeca de la religión egipcia y el
cambio a los nombres clásicos de Osiris, Isis y Horus.
Según explica el mito, Osiris fue el primer faraón que reinó en Egipto. Monarca
ejemplar y virtuoso, Osiris fue también el primer individuo en alcanzar la vida eterna
puesto que, tras ser asesinado y descuartizado por su hermano Seth (llamado Tifón en
los textos grecolatinos), su cuerpo fue recompuesto y momificado. Al acceder al Más
Allá, Osiris se convertía en el dios de ultratumba del panteón egipcio y, por extensión,
en la divinidad ctónica y occisa por excelencia de las religiones primitivas. Sin
embargo, en base a la dualidad que caracteriza la religión egipcia (y, en general, todos
los aspectos concernientes de la civilización faraónica), la faceta funeraria de Osiris era
perfectamente compatible con otra de signo opuesto: su faceta antagónica –sólo en
apariencia– de ser dios de la vegetación, garante de la fertilidad y, por ende, transmisor
de una serie de enseñanzas vitales, vertientes todas ellas que, según se verá, son
importantes en el tema que aquí nos ocupa. Con la ayuda de Isis, el mito narra cómo
Horus impidió que Seth lograra su propósito de usurpar el trono egipcio. Así, una vez
proclamado vencedor tras una larga y ensañada lucha, el hijo de Isis y Osiris pasaba a
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ser el faraón de Egipto, lo que dio lugar a un signo distintivo de la realeza egipcia: los
soberanos de Egipto (salvo algunas excepciones) fueron en sí mismos «Horus», el dios
viviente en la tierra y aquel que gobierna legítimamente a sus súbditos tras derrocar al
tirano, rasgos relevantes por igual en el tema tratado en esta comunicación.
El mito osiríaco acabado de resumir sucintamente nunca fue recogido como tal
por los antiguos egipcios1, siendo una de esas leyendas simples, pasionales, violentas,
desarticuladas, que los autores grecolatinos se encargaron de hilvanar ordenadamente en
sus relatos. La Biblioteca histórica de Diodoro de Sicilia; las Metamorfosis, tanto las de
Ovidio como las más tardías de Apuleyo; y el tratado XXVIII de los Moralia de
Plutarco de Queronea (De Iside et Osiride), atestiguan hasta qué punto los cultos
egipcios y sus ritos mistéricos, en especial los isíacos, se instalaron en la antigua Roma;
experimentaron su expansión cultual y cultural por el Mediterráneo; y finalmente
cuajaron en el marco de las ideas Neoplatónicas entre los siglos III y VI.
2. LAS GENEALOGÍAS MÍTICAS DE RAÍCES OSIRIANAS
Hacia 1537, un jovencísimo príncipe Felipe, de tan sólo diez años de edad,
recibía de manos de su padre un magnífico presente traído desde Roma. Se trataba de un
gigantesco rollo de pergamino, de unos 30 metros de largo, que al desplegarlo permitía
descubrir una bellísima genealogía iluminada. En ella se mostraban, en medio de alegres
motivos vegetales y animales que ornamentaban vivamente el documento, los remotos y
fabulosos orígenes de la dinastía habsbúrguica. Resulta inevitable imaginar el impacto
que, en el instante de desplegar los interminables metros de pergamino, debió causar
aquella visión en el futuro Felipe II, más todavía si se tiene en cuenta que esta
genealogía permaneció custodiada en los fondos personales del Rey Prudente durante
prácticamente toda su vida, y que no se desprendió de ella hasta ingresarla finalmente
en la Biblioteca del Monasterio de El Escorial en una fecha bastante tardía que, según
parece, hubiera tenido lugar a principios de la década de 1590.2 El monumental
1 Salvo en contadas excepciones, caso de la Estela de Amenmose (dinastía XVIII, Imperio Nuevo); o, respecto a la batalla de Horus contra Seth, el episodio es recogido en una parte del Papiro Chester Beatty y en algunas escenas murales representadas en el deambulatorio del Templo de Horus en Edfu (Egipto). 2 F. CHECA CREMADES (1989). “La imagen de Carlos V como protector de la Casa de Austria”. En W. KRÖMER (ed.). Spanien un Österreich in der Renaissance. Innsbruck, pp. 71-80. J. L. GONZALO SÁNCHEZ-MOLERO (1998). La ‘Librería rica’ de Felipe II. Estudio histórico y catalogación. San Lorenzo del Escorial, pp. 153 y 199-200. Véase del mismo autor (1998). “Las joyas de la librería personal de Felipe II, o sobre cómo descubrir al rey a través de sus libros”. En Actas del Simposio Felipe II y su época. San Lorenzo del Escorial, vol. 1, p. 441. Ambos autores, Checa y Sánchez-Molero, ya señalaron que esta genealogía iluminada debió ingresar en el fondo escurialense en 1593, fecha propuesta a partir de los datos aportados por J. ZARCO-CUEVAS (1930). “Inventario de las alhajas, relicarios, estatuas,
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pergamino corresponde, efectivamente, a la Genealogia Illustrissime Domus Austriae,
documento fechado en abril de 1536, conservado actualmente en la Biblioteca Nacional
y al que dirigimos nuestro foco de atención por permitirnos una aproximación al
horizonte coleccionista de reminiscencias egipcias.3
El antiguo Egipto situado en el horizonte coleccionista de Felipe II forma parte
de un fenómeno más amplio sobre la recepción del mito egipcio en la Monarquía
hispánica del siglo XVI. Un Egipto transformado por completo respecto a sus cánones
primigenios, filtrado por las fuentes grecolatinas y adulterado por la interpretación (e
incluso apropiación) que de él se hacía. Un Egipto helenizado, romanizado y
cristianizado. Un Egipto no menos adulterado por graníticas connotaciones herméticas.
Un Egipto corrompido por la tradición bíblica y el imaginario egipcio que ésta
propiciaba per se. Y, a la postre, un Egipto mezclado con la mentalidad y los ideales
renacentistas. Por tanto, un Egipto de implicaciones complejas que, por el tema que
concierne a esta comunicación, pudo situarse en ese horizonte coleccionista porque
resultaba afín con los orígenes míticos de los Habsburgo y porque se ajustaba
armoniosamente en el marco de sus pretensiones de legitimidad dinástica.
En el Egipto mezclado con la mentalidad e ideales renacentistas encajaron a la
perfección los artefactos mitológicos ingeniados en la Italia de finales del siglo XV por
Giovanni Nanni. Más conocido como Annio da Viterbo, este humanista italiano había
establecido insospechadas correspondencias entre cronologías y tradiciones de diversa
índole: bíblica, grecolatina, hebrea, babilónico-caldea y también egipcia. Los artefactos
mitológicos de Viterbo fueron recogidos en sus Commentaria super opera diversorum
auctorum de antiquitatibus loquentium (Venecia y Roma, 1498), obra que ejerció de
inmediato una apabullante influencia, no sólo en la Península itálica, sino también fuera
de ella. Gracias a una rápida difusión, los Commentaria traspasaron a España donde los
postulados de Viterbo se instalaron con cierta comodidad en la esfera intelectual, a
mercé del mensaje que transmitían en relación a la Reconquista del Reino de Granada y
los Reyes Católicos, a quienes Annio había dedicado la obra. En términos generales –y
no sin detractores– la Monarquía hispánica de las dos centurias siguientes continuaría
pinturas, tapices y otros objetos de valor donados por el rey Felipe II al Monasterio de El Escorial. Años de 1571 a 1598”. En Boletín de la Real Academia de la Historia, 97, pp. 128 y 222-223. 3 Genealogia illustrissime Domus Austriae que per lineam rectam masculinam ab ipso Noah humani generis reparatore vsque ad Carolum Quintum Caesarem Philippi Castellae Regis filium deducitur et derivatur ex verissimis Authoribus et monumentis fundationibus et institutionibus… decepta 1536 mense Aprili. BNE, Res. 265.
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marcada por tales postulados, de los cuales nos interesa un aspecto muy concreto: el
imaginario egiptizante que se derivaba de ellos.
Fueron muchos los mitos relacionados con la Casa de Austria que pretendían
aumentar y transfigurar su poder frente a las demás dinastías europeas. Sus orígenes
incidían en héroes troyanos (como Héctor y Eneas), o en una supuesta descendencia de
Julio César, sin olvidar a Noé, el antepasado fundamental en tanto que restaurador del
género humano tras la ruptura del Diluvio.4 Si troyanos y romanos podían formar parte
de los ascendientes míticos de los Austria, ¿por qué no plantear lo mismo con los
patriarcas bíblicos del Antiguo Testamento a fin y efecto de contribuir –si cabe todavía
más– a la gloria dinástica de los Habsburgo? Y podemos añadir: ¿por qué no hacer lo
mismo con personajes tomados de la tradición egipcia, cuyo trasfondo continuaba
siendo, pese al filtro grecorromano, la esencia de la civilización faraónica? Es en este
punto donde deben insertarse las genealogías míticas de raíces osirianas.
Ya en el círculo imperial de Maximiliano I, tan vinculado con lo que a principios
del siglo XX convino a denominarse renacimiento jeroglífico5, el dios egipcio Osiris
había sido introducido por el cronista Johann Stabius en el decenio de 1510 en el árbol
del emperador.6 Una década más tarde, en 1526, el mismo año que era proclamado Rey
de Hungría y Bohemia, Fernando I recibía una genealogía donde la figura osiriana
aparecía de nuevo.7 En ambos casos, el uso genealógico con fines propagandistas de la
descendencia mítica de Osiris (quien, a su vez, procedía de Noé) aglutinaba no sólo el
deseo de vanagloriar la dinastía Habsburgo mediante un fatuo repertorio imaginario del
propio linaje, sino también el proyecto de presentar –en el caso concreto de Osiris– un
remoto antepasado en el que se encontraban reunidas y perfiladas las virtudes del buen
gobernante. Sirvan los casos de Maximiliano y su nieto Fernando I a modo de
precedentes de la Genealogia Illustrissime entregada a Carlos V, y que pueden justificar
la presencia de Osiris en el árbol genealógico de 1536.
Precedentes a los que hay que añadir el tomado también de la esfera imperial de
la primera década del Quinientos, pero en la figura de Jean Lemaire de Belges. Este
4 M. TANNER (1993). The last descendant of Aeneas. The hapsburgs and the mythic image of the emperor. New Haven. F. EDELMAYER (2004). “La Casa de Austria. Mitos, propaganda y apología”. En A. ALVAR, J. CONTRERAS y J.J. RUIZ (eds.). Política y cultura en la Época Moderna. Cambios dinásticos. Milenarismos, mesianismos y utopías. Madrid. 5 K. GIEHLOW (1915). “Die Hieroglyphenkunde de Humanismus in der Allegorie der Renaissance, besonders der Ehrenpforte Kaisers Maximilian I”. En Jahrbuch der Kunsthistorischen Sammlungen des allerhöechsten Kaiserhauses, XXXII, 1, pp. 1-232. 6 EDELMAYER, art. cit., p. 21. 7 Ibídem, p. 22.
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humanista francés, bajo el patrocinio de la hija de Maximiliano, Margarita de Austria,
fue el autor de una ambiciosa historia legendaria, Les illustrations de Gaule et
singularitez de Troye, publicada en París en dos volúmenes (1509 y 1512). En esta obra,
Lemaire proclamaba que el pueblo galo y el germánico tenían un origen troyano común.
Sin embargo, para cuadrar su historia legendaria, Lemaire trazaba un patrón
genealógico que iniciaba con el patriarca Noé y que, asimismo, incluía un personaje
para nosotros revelador: el calificado como «tresnoble empereur Osiris» y, más
contundentemente, de «Empereure de tout le Môde».8 Claro que había un detalle en la
trayectoria vital de Lemaire que no puede obviarse: sus idas y venidas a Italia,
concentradas entre 1503 y 1508, que delatan el motivo por el que a lo largo de su
ilustración de las Galias se repite con insistencia un nombre: «frére Iean de Viterbe».
Como es sabido, Viterbo y sus Commentaria suponen un paradigma dentro de
las falsas crónicas. Al margen de esta particularidad, lo cierto es que la obra del
controvertido humanista italiano recogía el imaginario egiptizante señalado más arriba.
Un imaginario entorno a un antiguo Egipto moldeado a mercé de la cultura renacentista
que, de hecho, ya se venía dando en la Roma de las postrimerías del Quattrocento, y
cuya culminación iconográfica había sido plasmada entre 1493 y 1495 por Bernardino
di Betto, el Pinturicchio, en los frescos que todavía hoy en día pueden admirarse en la
Sala dei Santi del Vaticano. Tanto para Annio en sus Commentaria como para el
Pinturicchio en su programa decorativo de la cámara vaticana, la tríada de dioses
egipcios Osiris, Isis y Horus eran recuperados, ofreciendo una historia legendaria
similar a la egipcia, pero cuyo protagonista se transformaba en una especie de Osiris
italiano. Un Osiris que también era asesinado y descuartizado por su hermano, si bien
sólo moría en cuerpo, no en alma, al resucitar bajo la forma del toro Apis. En esta tríada
resultante (que ya no era egipcia, sino egiptizante), Isis continuaba siendo esposa de
Osiris, pero el hijo de ambos ya no era Horus, sino Hércules el egipcio.
La identificación de Horus con Hércules el egipcio era en sí una novedad.
Ciertamente, ya en el siglo I a.C. Diodoro Sículo hizo notar en su Biblioteca histórica
que una de las variantes del semidios y héroe por excelencia, Heracles, era mucho más
antigua que la griega. Se refería al Heracles egipcio que, según Diodoro, había nacido
en tiempos de Osiris, pero sin llegar a establecer que fuera hijo suyo. Lo cual no exime
que en el mundo antiguo –y en el propio Egipto– se otorgara a Heracles cierto
8 J. LEMAIRE (1549). Les Illustrations de Gaule et singularitez de Troye. Lyon, fol. s/n y pp. 13-24.
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componente osiriano: una fusión de Osiris con Ra (divinidad solar del panteón egipcio),
había derivado en las primeras dinastías faraónicas en la configuración del dios
Heryshef, que más tarde, en época helenística, pasó a identificarse en determinados
contextos con Heracles.9 En cualquier caso, los Commentaria de Viterbo establecían
que el Hércules hijo de Osiris era el verdadero antepasado de los españoles, lo que
permitía prescindir de intermediarios grecorromanos y configurar todo un imaginario
alrededor de Hércules el egipcio, convertido en una figura exitosa en la España del siglo
XVI y en un personaje clave para cronistas como Florián de Ocampo, Ambrosio de
Morales o Esteban de Garibay. A diferencia del Heracles griego, el Hércules egipcio
partía inicialmente de Egipto, desde donde iba a lugares como Italia y Francia, para
después dirigirse a Asia Menor y fundar Troya, no sin antes haberse detenido en la
Península ibérica. Por consiguiente, como Hércules el egipcio había venido a España
unos mil años antes que el tebano, la Monarquía española tenía una antigüedad y una
supremacía por encima de Grecia y Roma. Una preeminencia hispánica que todavía
seguiría vanagloriada en el siglo XVII por autores como Prudencio de Sandoval, al
considerar que «ansí Troya como Roma fueron fundadas por sangre Española».10
El destinatario de la formulación ‘a la italiana’ del mito osiríaco no era otro que
el papa Alejandro VI Borgia. Su pontificado (1492-1503) se inserta en un contexto en el
que la cultura hermética se encontraba inmersa en la exploración de lazos sincréticos
entre cristianismo y paganismo.11 Pero, al mismo tiempo, también lo estaba en la
explotación de lazos matrimoniales que permitieran, en este caso, la unión de Juan de 9 DIODORO, Biblioteca histórica, Lib. I, 24, 2-3. Es posible que el origen egipcio de Heracles responda a una relación con dos divinidades del panteón egipcio: la primera, el citado Heryshef (=Arsafes, Heracles, Hércules), relacionado a su vez con el dios Khonsu. La segunda es, precisamente, Khonsu, acompañado con frecuencia del epíteto «el viajero» y que recibió culto, entre otros centros religiosos, en la ciudad de Heracleópolis Magna (Egipto), proporcionando así su asimilación con Heracles. 10 P. SANDOVAL(1634). Historia de la vida y hechos del Emperador Carlos V. Zaragoza. En la «Genealogía del Emperador» trazada por Sandoval, se dibujan «breve y verdaderamente las dos líneas de padre y madre del César Rey de España, que son tales, que sin fingir parecera ser dos sucessiones las mas antiguas, continuas y nobles que de Reyes a avido en el mundo», incluyendo en la serie genealógica a «Hércules líbico, hijo de Osiris, [que] floreció en España» [fol. s/n]. 11 A. FERNÁNDEZ DE CÓRDOVA MIRALLES (2009). “El pontificado de Alejandro VI (1492-1503). Aproximación a su perfil eclesial y a sus fondos documentales”. En Actas II Simposio Internacional sobre los Borgia, Revista Borja/Revista de l’Institut Internacional d’Estudis Borgians, 2, pp. 201-309. Según este autor, fue en esta atmósfera cultural donde «se formó un círculo de orientalistas y hebraístas en torno al agustino Egidio de Viterbo, iniciado en la cábala, y el teólogo pontificio Annio de Viterbo. El cardenal Carvajal estimuló a ambos especialistas e impulsó la publicación de las Antiquitates (1498) de Annio, que constituyen uno de los intentos más sofisticados de sistematizar los períodos de la economía salvífica, con una inédita valoración de la época de Jano y los etruscos vistos en conexión con Noé y la civilización aramea. Partiendo de la identificación de Noé y Jano, Annio interpretaba este período de la historia como el enlace entre el paraíso de Adán y Eva y el período de Cristo que llega hasta el presente, encontrando así el fondo histórico común de donde procedían todas las tradiciones religiosas sin tener que acudir al pasado griego» (pp. 229-230).
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Borgia, duque de Gandía (e hijo del pontífice) con María Enríquez, perteneciente a la
familia de los Almirantes de Castilla y prima del rey Fernando de Aragón.12 De ahí que
la línea genealógica trazada por Annio da Viterbo hiciera confluir en un mismo
denominador común los orígenes de los Borgia con los ancestros de los Reyes
Católicos. ¿Cuál era ese denominador común? Ni más ni menos que Osiris.
Resultaría arriesgado presumir que, cuatro décadas más tarde, la trama
genealógica urdida en tiempos de Alejandro VI volviera a repetirse en 1536 bajo el
pontificado de Pablo III Farnese (1534-1549) mediante la entrega a Carlos V del
monumental pergamino de la Genealogia Illustrissime Domus Austriae. Pero no puede
descartarse que se tratara de un intento estratégico similar a fin de paliar las reticencias
entre Papado e Imperio motivadas, entre otras razones, por un fatídico episodio del que
apenas había transcurrido una década: el todavía no olvidado Sacco di Roma de 1527.
Tampoco puede descartarse que fuera una acción táctica no tan ajena a los artefactos de
Viterbo, y en consonancia a otros factores no menos importantes, como el aparente
interés del papa Pablo III por lo egipcio.13 Sea como fuere, el caso es que en 1538, dos
años más tarde de recibir la Genealogia Illustrissime, Carlos V accedía a que su hija
natural Margarita de Austria se desposase con Octavio, nieto de Pablo III, enlazando de
este modo a los Habsburgo con el linaje Farnese durante las décadas siguientes.
La entrega de la Genealogia Illustrissime tuvo lugar durante la visita en Roma
de Carlos V, iniciada el 5 de abril de 1536. Una visita que se enmarcaba en el regreso
triunfal del emperador al continente tras su campaña africana contra el infiel, y una vez
conseguida la conquista de Túnez de 1535. Aunque había sido recibido previamente en
Sicilia y Nápoles, la llegada de Carlos a Roma posibilitaba una lectura simbólica de
primera magnitud. Al ubicarse Túnez cerca de Cartago –enemiga de la antigua Roma–,
el imaginario de la época se encargó de establecer una asociación alegórica entre los
acontecimientos protagonizados en el Norte de África por las tropas de Carlos V y las
12 Maria Enríquez (1474-1539) ya había estado relacionada con el primer duque de Gandía y hermanastro de Juan, con quien Rodrigo Borgia se proponía en 1486 entablar un pacto matrimonial. No obstante, dos años más tarde los planes se truncaron por la muerte del hermanastro y la maquinaria estratégica matrimonial tuvo que ponerse de nuevo en marcha. El enlace de María y Juan tuvo finalmente lugar en Barcelona el año 1493, si bien la pareja no duraría demasiado con motivo del asesinato de Juan de Borgia en julio de 1497. 13 En el marco de esta fascinación por lo egipcio debe incluirse la posibilidad de que por sus manos hubiera pasado la célebre Tabula isiaca, también conocida como «Mensa bembina» por haber pertenecido al cardenal Bembo. La mesa en cuestión –actualmente exhibida en el Museo Egipcio de Turín– es de bronce con incrustaciones de plata (técnica habitual en producciones romanas egiptizantes) y está fechada hacia mediados del siglo I d.C. Pese a esta cronología tan tardía, desde su aparición en algún momento incierto del Sacco di Roma, esta mesa fue considerada como el objeto egipcio más antiguo jamás hallado.
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Guerras Púnicas. De ahí que la entrada en Roma de 1536 debiera resultar acorde en el
marco de la tradición imperial romana, hasta el punto de figurar un Carolus Africanus
desfilando gloriosamente por las avenidas de la urbe, como si se tratase de un nuevo
Escipión el Africano.14
La estancia en Roma de Carlos se prolongó durante semanas, e incluyó una serie
de visitas por la ciudad; la celebración de la Semana Santa y la Pascua; la pronunciación
ante el pontífice, cardenales y embajadores del célebre discurso del emperador; y el
acuerdo de pactos de diversa índole, que incluían desde diversas alianzas hasta
promesas territoriales, sin olvidar el intercambio de presentes y obsequios, entre los
cuales pudo haber figurado la Genealogia Illustrissime.15 A mediados de diciembre de
aquel 1536, Carlos V regresaba a España donde debería permanecer un año entero
(hasta las puertas de las Navidades de 1537), espacio de tiempo en el que
probablemente confiara a su hijo Felipe la ilustrísima genealogía traída desde Roma.
3. LA GENEALOGIA ILLUSTRISSIME DOMUS AUSTRIAE. UNA
APROXIMACIÓN A SUS PERSONAJES DE NATURALEZA OSIRIANA
Dada la limitación de espacio y la complejidad de la Genealogia Illustrissime, el
propósito no es analizar de forma exhaustiva el documento. Además, el pergamino no
presenta una continuidad en su conjunto, lo que todavía incrementa la dificultad de su
análisis. En este sentido, el pergamino se encuentra dividido en dos partes: la segunda,
fechada en mayo de 1536, contiene la estirpe real de los Capeto de Francia y culmina
con Felipe el Hermoso (1478-1506). Por su lado, la primera parte culmina en la figura
de Carlos V, de la que parten cinco ramas distintas; de ellas, cuatro derivan en los hijos
tenidos con Isabel de Portugal hasta el momento de confeccionarse la genealogía:
Felipe, Fernando (muerto en 1530), María de Austria y Juana de Austria. Respecto a la
quinta rama, conduce hasta una bella composición alegórica de la dinastía Habsburgo
representada como garante de la Justicia, la Prudencia, la Fortaleza y la Templanza. Sin
dejar la primera parte, en concreto en el tramo del pergamino propiamente mítico, es la
sección del documento en la que se hacen patentes las raíces osirianas del emperador y
su primogénito. Es, pues, en esta sección donde se concentran los cuatro personajes que
pasaremos a examinar: Osiris, rey de Egipto, nieto de Noé-Jano, hijo de Cam-Zoroastro
14 Hasta el punto de otorgarle Pablo III el título de «Carolus Africanus». M. FERNÁNDEZ ÁLVAREZ (1999). Carlos V, el César y el hombre. Madrid, pp. 524-525. 15 T. J. DANDELET (2002). La Roma española (1500-1700). Barcelona, pp. 67-68.
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y padre de Hércules el egipcio. Estamos ante el cénit del mito egipcio contenido en la
Genealogia Illustrissime, al establecerse el vínculo del primer faraón de la Edad Dorada
de Egipto con sus ascendientes y su descendiente, Hércules, asimilado con Horus, que,
según hemos visto, es hijo de Osiris y dios vengador del panteón faraónico.16
En cuanto al primer personaje que aparece en el documento, Noé, no presenta
una única naturaleza bíblica. Se trata de una figura dual resultante de la fusión del
patriarca del Génesis con una divinidad pagana, Jano, dios pacificador por excelencia
del panteón romano y uno de los reyes primigenios de Roma, cuya procedencia se
remonta a la Tesalia griega. Este sincretismo es significativo. La Segunda Edad del
Mundo, es decir, la surgida tras el Diluvio, se vertebraba en base al legado que Noé
había traspasado a sus tres hijos (Sem, Cam y Jafet). En palabras de un erudito del
Quinientos, Alonso de Villegas, «Noé dividió el mundo entre sus tres hijos: a Sem
señaló la Asia; a Cam la Affrica con Egypto; y a Japheth la Europa con las yslas del
mar».17 A pesar de que Cam, el hijo maldito del patriarca, es presentado en el Génesis
bíblico como el menor de sus vástagos, la Genealogia Illustrissime lo toma como único
sucesor, condicionando de esta forma la descendencia camita (y, por tanto, egipcia) de
los Austria, y desplazando así la versión más habitual en el caso español que era la
descendencia de Túbalo, hijo de Jafet, uno de los primeros pobladores de España y
responsable de gran parte de las fundaciones míticas peninsulares.18
16 A partir de Hércules el egipcio, la secuencia genealógica del documento continua como sigue: el hijo de Hércules (y Araxe) es Tusco; a continuación se presentan los reyes de Escitia, Troya (como Príamo) y Sicambria; una vez llegados a los francos, la línea genealógica confluye en Clodoveo, cuyo nieto recibe el reino de Borgoña; el hijo de este, Teodoberto, se convierte en el progenitor de Sigeberto, duque de Alemania, de quien desciende Otoperto, que a su vez da paso a la rama propiamente dicha de los Habsburgo. 17 A. VILLEGAS Y SELVAGO (1586). Flos Sanctorum. Segunda parte y Historia general en que se escrive la vida de la Virgen... Tratase de las seys edades del mundo. Y en ellas los hechos más dignos de memoria que en el succedieron [princeps en Toledo, 1583]. Barcelona. 18 Excede de nuestro cometido adentrarnos en la cuestión de la primogenitura de Noè, calibrar los intereses que comportaba adjudicarla a uno u otro de sus hijos, y observar las disputas intelectuales surgidas en la Edad Moderna a la hora de situarlos territorialmente. Si bien los viajes de Noé le habían llevado a recorrer todo el mundo, la ubicación territorial de sus hijos ya resulta más compleja puesto que no permanecieron inmóviles en los dominios recibidos de Asia, Europa y África. Así, ante las pretensiones motivadas en Italia a fin de apropiarse de la figura de Noé-Jano (Annio da Viterbo, Giovan Battista Gelli), países como Francia reaccionaron para que no peligrara la idea mítica de su ‘Monarquía Universal’. A mediados del siglo XVI, Guillaume Postel explicó que Cam había expulsado a Jafet de Italia, yendo a parar hasta las tierras galas; a finales de la centuria, Guy Le Févre de La Boderie llegó a afirmar que Francia fue el primer lugar en emerger de las aiguas del Diluvio. Ya en el siglo XVII, Audigier aseguró en L’Origine des Français et de leur empire (París, 1676) que «el auténtico nombre de Noé era simplemente Galo». Para los viajes de Noé –en los que no faltó la Atlántida– véase W. J. BOUSWMA (1957). Concordia Mundi. The Career and Thought of Guillaume de Postel, 1510-1581. Cambridge, pp. 257-258.
[736]
La Genealogia Illustrissime precisa que Noé es también conocido como Jano.19
Algunos de los autores griegos clásicos, helenísticos y romanos, que Annio da Viterbo
había recuperado (como Jenofonte o Beroso) parecían conocer a este Noé al que
llamaban Jano.20 En la cosmogonía ideada por Viterbo (seguida por tantos otros, como
el citado Lemaire), la asimilación de Noé con Jano daba lugar a un personaje dual en
quien se hallaban los auténticos orígenes sagrados. El sincretismo Noé-Jano queda bien
plasmado en la figura iconográfica que ofrece la Genealogia: el personaje aparece
representado con las dos caras opuestas características de Jano; en su mano izquierda,
sujeta un cetro de poder y unas llaves que deben asegurar que el templo de Jano
permanezca cerrado para garantizar los tiempos de paz; mientras, su mano derecha
reposa encima de una representación del sol, que se confunde con el mismo trono. Se
enfatiza así la simbología solar, tan significativa y vinculada a la iconografía real,
reafirmada mediante el texto que acompaña la escena, al decir que «Jano es portador de
un sol porque él fue el primero con el poder de todos los reyes».21
Una dualidad, la de Noé-Jano, de la que también participa su descendiente, Cam,
al advertir la Genealogia Illustrissime que el hijo de Noé es conocido con el nombre de
Zoroastro.22 El sincretismo Cam-Zoroastro se remonta a los siglos medievales e implica
una serie de relaciones colaterales que, grosso modo, nos conducen a una consideración:
que la cuna de las Artes Mágicas y las pseudo-ciencias no residía sólo en Egipto y, en
este sentido, en la figura de Hermes Trismegisto, rey mítico, legislador, filósofo y
supuesto autor del Corpus Hermeticum; también se hallaba en Irán, encarnándose en la 19 Se ha optado por traducir al castellano las citas textuales procedentes del documento y ofrecer el texto original en latín en las correspondientes notas a pie de página. 20 P. VIDAL-NAQUET (1992). La democracia griega, una nueva visión. Ensayos de historiografía antigua y moderna. Madrid, pp. 114-115. 21 «NOA PATRIARCHA. Noa qui et Janus. Humani generis post diluuium reparator. Complura mortalibus filiis scilicet ac nepotibus suis veri Dei cultus instructione Philosophie ad animi culturam agriculture quoque pro corporis necessitate sublevanda traditione beneficia conferens variis a scriptoribus cognomentis celebratur. Nunc enim Vertumnus modo et notruis nominum per Pomone, Chaos et Semen mundi appellatur ubi noningentos et quinquaginta annos vixerat moritur post cataclysmum, annus CCCL ab ortu vero mundi annis. Hunc Noam vetustas ipsa sub Jani nomine figurans haud vulgarem viri prudentiam plane demonstrauit aferam super manu sceptrum, altera solem gestat quod primus omnium regios fasces et regnorum moderamina instituens annum solis motu per duodecim menses vistruxerit: quem Clavigeram quoque poete dixerunt, quod Januarius mensis ab eo denominatus, priorem annum exclusive terminans. Seguenti aditum faciat: nisi eius rei causan ad Jani templum referre malueris quod pacis tempore clausum belli vero tempestate apertis foribus conspiciebatur. Cetera Jani cognomentum nosse desyderans. Vertumnianum Propertii carmen perlegat». Genealogia Illustrissime..., fol. s/n. 22 «CHAM NOE FILIUS REX EGYPTI. Cham minimus natu filiorum quos ante Diluvium Noa genuerat cui et Zoroasti nomen fuit preter nascentium morem (Solino auctore) natus mox risit non sine perverse indolis argumento: summa etenim impietate in parentem vino sepultum usus. Etite magie [?] plus equo studiosior atque idololatrie plantator. Bactrianorum regno potitus a Nino Babilonico post Cataclysmum tandem interimit [?] cui preter Osirim innumerarm prolem fuisse. Berosus testatur Nimrothum siquidem Babilonicum Saturnum ex Chuso Iove Egyptio habuit nepotem». Genealogia Illustrissime..., fol. s/n.
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figura del rey Zoroastro, al que se le atribuían los Oráculos caldeos y al que pueden
adjudicarse unas connotaciones bastante parecidas y afines con la tradición hermética.
Con Cam-Zoroastro, la Genealogia Illustrissime recogía la idea extendida en el
imaginario del Quinientos que las artes oscuras y mágicas habían surgido de la mano de
Caín y habían sobrevivido tras el Diluvio gracias al «maldito Cham, hijo de Noé,
llamado también Zoroastro, el qual nombre tomó de Astra por averse dado al Arte
Mágica y a la Astrología Judiciaria».23 Y ni mucho menos estamos alejados de la
cuestión coleccionista. No sólo porque son aspectos imprescindibles del mundo
moderno aquellos ligados a la fascinación por lo mágico-religioso y lo astrológico. Sino
también porque los dos personajes sincréticos comentados hasta ahora resultan
indispensables para situar a los otros dos que vienen a continuación.
La Genealogia Illustrissime precisa que de la «innumeram prolem» de Cam-
Zoroastro, el primero de sus descendientes fue Osiris. Al desgranar punto por punto el
párrafo del documento referido al dios egipcio, nos encontramos con una serie de ideas
fundamentales para contextualizar las raíces osirianas del documento y para dibujar un
personaje compuesto, de nuevo, por una naturaleza bíblica y pagana. Veamos
desglosado el texto referido a Osiris24: «Osiris, hijo del mencionado Cam, también conocido como el Saturno egipcio, e hijo de
Rhea». Aquí tenemos dos datos nuevos: de una parte, el que conduce a otra asociación de Cam,
en este caso con el Saturno egipcio (o, lo que sería lo mismo, Geb, divinidad faraónica y padre
de Osiris); y, de otra, Rhea, que podría identificarse con la diosa egipcia Nut, madre de Osiris.
«Osiris es aquel a quien Moisés llama Mesraim». Es decir, estamos ante otra figura dual, aunque
de refilón: la de Osiris-Misraim, resultante del sincretismo entre la vertiente egipcia, junto a la
bíblica del Génesis en la que Misraim, también llamado Egipto, es uno de los hijos de Cam; y
todavía la vertiente propiciada por una de las Titánidas griegas tomadas de la teogonía
hesiódica.25 En este sentido tenemos a Rhea, casada con Cronos, que en la Genealogia aparece
transformado en el Saturno egipcio.
«Osiris fue constituido rey de Egipto con la ayuda de su hermana». Entiéndase a Isis,
quien además es esposa de Osiris.
23 VILLEGAS, ob. cit., fol. 105r. 24 El texto completo original es el que sigue: «OSIRIS CHANII FILIUS REX EGYPTI. Osiris prefati Chanii seu Egyptii Saturni ex Rhea filius quem Moses Mesraim vocat Egypti Rex constitutus uxoris sue adminiculo cive Regionis hominibus agriculture usum tradens ab eisdem postfata Deorum albo adscriptus est a Typhone Gigante occisus. Anno ab aquis DL Mundi vero duodecimo supra septingentesimum et bis millesimum, huius Osiridis meminit Tibullus poeta vicens. Primus aratra manu solerti fecit Osiris et teneram ferro sollicitavit humum. Primus inexperte commisit semina terre Pomaque non notis legit ab arboribus. Hic docuit teneram palis adiungere vitem hic viridem dura cedere falce comam». Genealogia Illustrissime..., fol. s/n. 25 Compuesta por Hesíodo entre la segunda mitad del siglo VIII a.C. y la primera del siglo VII a.C.
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«Osiris entregó a los hombres el conocimiento de la agricultura y, tras ello, fue muerto
por Tifón e inscrito en la lista de dioses». Entiéndase a su hermano Seth.
«En el año 550 desde las aguas [del Diluvio], que en realidad era el año del mundo
2712, Osiris fue el primero que, con sus hábiles manos, fabricó arados y removió la tierra con el
hierro».
«Osiris fue también el primero en probar nuevas semillas y en recoger los frutos de los
árboles hasta entonces desconocidos».
«Osiris enseñó a sujetar con horquillas las tiernas cepas de la viña, y a podar con la hoz
de su verde cabellera».
¿Qué tenemos aquí? El Osiris descrito en la Introducción: el príncipe virtuoso,
garante de la fertilidad y transmisor de enseñanzas agrícolas vitales para la humanidad.
E, implícitamente, el dios de la vegetación, quedando este rasgo simbolizado en la verde
cabellera que hace notar la Genealogia. No obstante, en la representación iconográfica
que ofrece el documento, el verde sólo se aplica a la capa que luce Osiris. En cualquier
caso, éste no deja de ser un dato revelador: el verde, junto al negro, son los colores
asociados a la figura osiríaca ya en tiempos faraónicos, por el papel desempeñado –tal y
como se ha señalado anteriormente– de Osiris como dios de la vegetación en el marco
cultual del panteón egipcio.
Fig. 1 «Osiris Chami Filius Rex Egypti». Genealogia Illustrissime Domus Austriae (1536). BNE,
Res. 265
El cuarto texto de la Genealogia Illustrissime (y el último al que haremos
alusión) es el referido a Hércules, figura que aparece en el pergamino representado con
sus atributos característicos (la maza y la piel del león de Nemea), pero que no
corresponde al clásico prototipo hercúleo sino al mencionado Hércules el egipcio.26
26 «HERCULES LIBYUS OSIRIS FILIUS REX EGYPTI. Hercules, Osiridis ex Iunone seu Iside filius quem Moses Libyum nuncupat innumeris rebus preclare gestis, cum totam ferme Europam tyrannis exonerasset
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¿Dónde buscar la conversión del Hércules tradicional que visita Egipto, a este otro a
quien la Genealogia Illustrissime hace hijo de Osiris e Isis-Juno en sustitución de Zeus
y Alcmena? De nuevo en los Commentaria de Viterbo, al menos en parte. En cualquier
caso, la mixtura sincrética que desde las postrimerías del siglo XV venía ofreciendo el
Hércules egipcio prometía ser sumamente provechosa durante la siguiente centuria, en
especial para las genealogías míticas como la que aquí nos ocupa. Así, mediante la
asimilación de Horus con Hércules se constata el matiz apuntado anteriormente respecto
al hijo de Osiris como el gobernante legítimo tras derrocar al tirano Seth. De ahí las
«gestas admirables» de Hercules el egipcio que la Genealogia Illustrissime menciona,
entre las que sin duda destaca la de «liberar a toda Europa de sus tiranos».
Al margen de las genealogías míticas, la figura de Hércules el egipcio prometía
ser también útil en otros ámbitos eruditos, como el historiográfico. En este sentido, la
historiografía evemerista del Quinientos se encargó de adjudicar a Hércules el egipcio el
cometido de venganza por el asesinato de su padre, Osiris, que había vencido en suelo
hispánico al tirano Gerión. Venganza que, en la misma escena hispánica, Hércules el
egipcio se encargó de perpetrar al derrocar la tiranía de los Geriones, hijos y sucesores
de Gerión, que habían tomado parte de la conjura de Tifón contra Osiris. Pero de la
cuestión historiográfica hispánica de connotaciones osirianas ya nos ocuparemos en otra
ocasión.27
mortem obiit Anno ab aquis DCXXVII Mundi vero octuagesimo nono supra octingentesimum et bis millesimum non inficiamur complures apud diversos scriptores reperiri Hercules cum tres et quadraginta fuisse Varro in literas retulerit, huic tamen Egyptio Herculi ut Deo sacrificabant ut in primo humani generis ortu nato». Genealogia Illustrissime..., fol. s/n. 27 A grandes rasgos, el antiguo Egipto supuso en el siglo XVI una opción resolutiva para esta historiografía evemerista, basada en patrones míticos y tramas mitológicas que debían solucionar de forma convincente el incierto, oscuro y dilatado período prerromano hispánico y, asimismo, actuar a mercé de determinados propósitos ideológicos. La aportación a una de estas soluciones y la respuesta a uno de estos propósitos fue la fusión del mito egipcio de Osiris con la leyenda griega de Gerión, rey mítico de Tartessos y objeto del décimo trabajo de Hércules en la Península ibérica. Así, el mito sincrético Osiris/Gerión proporcionaba una relato mitográfico lo suficientemente efectivo para explicar una parte de la historia primitiva de España. Tal efectividad emanaba tanto de la fuerte descarga pasional que desprende el mito osiríaco (donde se manifiestan los componentes de traición y venganza que hemos visto), como del mensaje que transmitía una vez fusionado con la leyenda griega, en la que la maldad y tiranía de Gerión chocaban de lleno con la personificación del principio histórico y de orden político que encarnaba Osiris.
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Fig. 2 Asociaciones que pueden establecerse entre la cosmogonía egipcia de la Enéada
heliopolitana y las divinidades de tipo egiptizante citadas en la primera parte de la Genealogia Illustrissime Domus Austriae.
4. CONCLUSIÓN
El complejo mensaje que transmite la Genealogia Illustrissime Domus Austriae
entró a formar parte indisoluble del pasado fabuloso, dilatado e incierto, previo a la
romanización en España. Complejo por la mezcla inconfundiblemente renacentista de
personajes míticos, bíblicos y paganos que configuraban un intrincado imaginario.
Intrincado porque venía a explicar a los representantes de la Casa de Austria en qué
raíces míticas se basaba la legitimidad de su poder y porqué su dinastía era la garante de
la Justicia, la Prudencia, la Fortaleza y la Templanza, virtudes todas ellas capitales que
no tendrían razón de ser sin las raíces míticas procedentes de los cuatros personajes que
abren la Genealogia Illustrissime: Noé-Jano, el restaurador del género humano
fusionado con aquel que había ostentado el poder de todos los reyes; Cam-Zoroastro,
inventor de las oscuras pero tan poderosas e indestructibles Artes Mágicas; el sabio y
buen rey Osiris, entendido en el imaginario renacentista como el gran benefactor del
género humano y el difusor entre los hombres de sus conocimientos ancestrales traídos
desde Egipto; y Hércules el egipcio, protagonista de admirables gestas y libertador de
tiranos. Un imaginario que, por tanto, contemplaba un Egipto entremezclado con
episodios y personajes procedentes de la tradición mesopotámica y grecorromana, junto
a los tomados de la tradición bíblica. Un Egipto que se instaló con cierta comodidad en
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la España del siglo XVI, tal y como lo había hecho con anterioridad en los círculos
humanistas de Italia o del Sacro Imperio.
La Genealogia Illustrissime supone, pues, un documento clave para ampliar las
perspectivas en el repertorio de referentes míticos de los Habsburgo, brindando nuevas
interpretaciones en el estudio de los orígenes de Carlos V y Felipe II, y constatando
cómo las raíces osirianas se sumergieron en el pasado legendario hispánico y actuaron
en tanto que legitimador de la antigüedad dinástica de los Austria. Del mismo modo, es
clave para percatarnos hasta qué punto los referentes egipcios y egiptizantes se
introdujeron y acabaron formando parte de la cultura renacentista hispánica, ya no desde
la óptica de un coleccionismo pasivo, sino todo lo contrario, puesto que tales referentes
se convirtieron en una herramienta provechosa y eficaz a la hora de facilitar parte de los
engranajes que debían mantener en pie la compleja maquinaria de los Austria. Y, en
definitiva, es sin duda clave para avanzar un poco más en la defensa de la hipótesis
principal que vertebra el estudio del fenómeno sobre lo egipcio en el seno de la
Monarquía española del Quinientos: que la amplia recepción del mito egipcio –de la
cual la Genealogia Illustrissime Domus Austriae es sólo una pequeña parte– es el
resultado de un renacimiento egipcio experimentado en tiempos de Felipe II.
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