HISTORIA, «¿CONOMÍA
Y TRANFORMACIÓN DE LA IDENTIDAD ÉTNICA ENTRE
LOS INMIGRANTES ITALIANOS EN MÉXICO'
R E L A C I O N E S 7 1 , V E R A N O 1 9 9 7 , V O L . X V I I I
J a me s H . M c D o n a l dU N I V E R S I D A D DE T E X A S - S A N A N T O N I O
? I ' Con frecuencia, la identidad étnica ha sido caracteriza- 'í da como un rasgo fundamental e irreductible de un
' - 'v ; , ' grupo, o bien como una variable que los individuos
manipulan para alcanzar algún fin económico o político. Ambos puntos de vista tratan a la etnicidad como una constante. El primero sostiene
que la identidad étnica está fundada en un conjunto de símbolos y mitos primordiales (Isaacs, 1975). El segundo sugiere que la etnicidad, como categoría cognitiva cargada de símbolos afectivos, se mantiene constante en todas las situaciones; lo que cambia son las situaciones mismas. De ahí que los individuos utilicen la etnicidad para hacer reclamos en defensa de sí mismos y de sus recursos (Berreman, 1972). Los dos enfoques reducen la etnicidad a una constante; a un estado inmutable.
Gran parte de la literatura reciente sobre el tema está centrada en algún aspecto de resurgimiento étnico. En ella predomina una perspectiva instrumentalista o una primordialista, o bien una combinación de ambas. El enfoque de Verdery (1985) es, sin embargo, diferente. Este autor centra su atención en el ocaso de la etnicidad pero sin suscribirse a la perspectiva sobre la etnicidad, popularizada por la sociología, en la que ésta queda a menudo subsumida en la categoría de asimilación. De hecho, Verdery encuentra que así entendido, el enfoque sociológico carece de valor explicativo y de sofisticación analítica. Su trabajo demuestra que la identidad étnica no desaparece entre los rumanos de ascendencia alemana, sujetos en los que centró su estudio. Más bien sus hallazgos apuntan hacia la transformación de la identidad en formas
1 El estudio en el que está basado este artículo se desprende del trabajo de campo que
para mi tesis de doctorado realicé en 1987-1988, y en trabajo posterior realizado cada ve
rano en los años siguientes. El objetivo de la investigación más amplia fue analizar el sur
gimiento de la desigualdad socioeconómica en La Perla de Chipilo, Guanajuato, durante
el período 1963-1988. Esta investigación sentó las bases para mi actual interés en el estu
dio de procesos de globalización y la transformación de la rama de la industria ganadera
mexicana dedicada a la producción de leche y elaboración de productos lácteos. Conti
núo realizando trabajo de campo en Guanajuato (C fr . McDonald, 1995; 1996) y también,
con el fin de realizar un trabajo comparativo, en el verano de 1996 tuve la oportunidad
de iniciar trabajo de campo en San José de Gracia y en Cotija, Michoacán.
que están fuertemente condicionadas por la ubicación de los rumano- alemanes dentro de la economía política de Rumania.
En este artículo parto de la noción de transformación de la identidad encontrada en el trabajo de Verdery (1985) para analizar cómo la identi
dad étnica de inmigrantes italianos en México es transformada de una conciencia étnica de grupo basada en la acción colectiva a una individualista. La etnografía de dos comunidades méxico-italianas sirve de contexto para desarrollar el argumento. Una de las comunidades fue formada en el estado de Puebla en 1882. Fue una de las comunidades de italianos establecidas como resultado de la inmigración italiana a México auspiciada por el gobierno mexicano. La fundación de la otra comunidad es mucho más reciente. Fue establecida en 1963 en el estado de Guanajuato. Su surgimiento responde a la presión poblacional, escasez de recursos y consiguiente escisión de la comunidad pionera asentada en Puebla. En esencia, las formas de expresión de la etnicidad en la comunidad "satélite", La Perla de Chipilo, Guanajuato, han cambiado a tal grado que ya no incluyen la acción colectiva que aún caracteriza a las formas de expresión de la etnicidad en la comunidad original. Esta transformación de la etnicidad será aquí examinada en términos de la inserción diferenciada de las dos comunidades en la economía política mexicana.
Al denominar comunidad a cada uno de los dos lugares objeto de comparación en este artículo, lo hago con la intención de destacar la homogeneidad étnica que existe en ambos; no para sugerir implícita o explícitamente la existencia de homogeneidad socioeconómica. De hecho, como veremos más adelante, la diferenciación socioeconómica es el centro alrededor del cual gravitan conflictos intracomunitarios en La Perla de Chipilo, Guanajuato.
A diferencia de la comunidad original, la comunidad satélite no posee los pilares institucionales que nutren y fomentan la movilización de grupo en la realización o defensa de intereses políticos y económicos comunes basados en la etnicidad. Sin embargo, mi análisis no reduce la identidad étnica a estos factores de corte instrumentalista. La distinción étnica es aquí analizada como una derivada de mitos y símbolos que, al tener un fundamento histórico, permiten mantener una continuidad con el pasado y están -al mismo tiempo- sujetos a ser reconstituidos en nuevos contextos.
Arguyo que la identidad colectiva que aún existe en la comunidad original de Chipilo, Puebla, está siendo reconstituida y transformada en La Perla de Chipilo, Guanajuato. Al mismo tiempo, un sentido de diferencia también persiste entre los italianos de La Perla. Éste está fundado en una conceptualización histórica y simbólica de la "italianeidad" derivada de su experiencia en Chipilo. Sin embargo, ha habido un cambio en la noción colectiva de etnicidad que como ya señalara, está aún presente en Chipilo. Evidencia de tal cambio es la ausencia de una noción colectiva de identidad en la vida social, actividad económica y acción política de los pobladores italianos de La Perla. La pérdida de una identidad colectiva ha resultado en la reconstitución de un sentido de la "italianeidad" centrado en el individuo. Más adelante sostengo que esa reconstitución es producto de las circunstancias en las que se encuentra la comunidad "satélite" dentro de la economía política mexicana. Este enfoque, si bien no descarta ninguna de las explicaciones antropológicas sobre la etnicidad, evita caer en el problema de la sinécdoque; es decir, tomar una parte por el todo en la explicación de un fenómeno.
La presentación del material que sucede a esta introducción está organizada en cinco secciones. En la primera trato la naturaleza de la etnicidad en la comunidad original de Chipilo, Puebla, lugar en el que existe una solidaridad étnica y conciencia colectiva entre los italianos y sus descendientes. Luego, en la segunda sección, me centraré en la comunidad satélite: La Perla de Chipilo, Guanajuato. La siguiente sección ahonda en el significado de la italianeidad para una y otra comunidad desde una perspectiva de economía política. En la cuarta sección abordaré el tema de la transformación de la identidad desde una perspectiva simbólica. La sección final, quinta parte, explora las implicaciones de la identidad y la economía, tal y como han sido (re)constituidas en La Perla.
Id e n t id a d italiana y la experiencia de C hipilo, P uebla :
LA HISTORIA TEMPRANA DE LOS ITALIANOS EN MÉXICO
Aun cuando la literatura sobre los orígenes y la historia de las comunidades no indígenas mexicanas y su transformación en comunidades étnicas es escasa, una revisión de las publicaciones sobre el tema sugiere
que éste cobra un interés creciente (e.g. Glantz, 1974; Kenny, 1979; Zilli, 1981,1986; Mentz, 1982; Gómez Izquierdo, 1991; Hu-Dehart el al., 1990; Lepkowski, 1991; Puig, 1992; Bonfil Batalla, 1993; González Navarro, 1994). Gran parte de esta literatura trata la inmigración desde una perspectiva histórica, trazando sus orígenes (en su mayor parte) en el siglo xix. En cuanto al análisis, los estudios exploran los factores de atracción y expulsión que condujeron a la inmigración de diversos grupos de extranjeros a México. Entre las investigaciones destacan aquellas sobre trabajadores migratorios (e.g. chinos, japoneses e italianos), el establecimiento de nuevos intereses comerciales en México (e.g., alemanes, británicos, franceses, libaneses y judíos) y la persecusión político-religiosa (e.g., libaneses, judíos, menonitas y españoles). También consideran los temas de la asimilación y el conflicto étnico (este último mayormente con respecto a inmigrantes de origen asiático). Como complemento de la investigación de orientación histórica, también existen trabajos dentro de los géneros de la biografía y las memorias (e.g., Nacif Elias, 1995; Pappatheodorou, 1987; Backal, 1991).
Con fa excepción de los menonitas residentes en los estados de Chihuahua, Durango y Zacatecas, quizá ningún otro grupo como los italianos ha mantenido comunidades cohesivas y un bajo grado de asimilación en la sociedad mayor. En el caso de los menonitas, ello se debe en gran medida a factores ideológicos. En ambos casos, italianos y menonitas, también existe el factor del aislamiento físico de las granjas agrícolas en las que habitan y de las que obtienen el sustento (Martínez Montiel y Reynoso Medina, 1993; Sawatzky, 1971). En la medida que pequeñas comunidades de italianos tales como La Perla de Chipilo, Guanajuato, están cada vez más próximas y conectadas con áreas urbanas, ocurren cambios que pueden propiciar su asimilación: los hijos de los inmigrantes y sus descendientes asisten a escuelas mexicanas, miembros de la comunidad trabajan fuera de ella y hay un incremento en la exogamia. Más aún, en comparación con los menonitas, los italianos carecen de una fuerte ideología religioso-utópica que pudiera contribuir al mantenimiento del lindero étnico (C fr . Erasmus, 1977).
No obstante, la experiencia del otro estudio de caso aquí presentado, Chipilo, Puebla, revela la persistencia que han mostrado sus residentes, en su totalidad de ascendencia italiana, para mantener los linde
ros étnicos prácticamente intactos. Según analizaré en la próxima sección, tal persistencia está vinculada con la inserción de Chipilo, Puebla en la economía política mexicana.
Si bien los grupos de inmigrantes han llegado a México por diversos motivos, para el caso de los italianos (también lo fue para los españoles y franceses) un importante factor de "atracción" fueron las políticas de colonización promulgadas por los liberales bajo la presidencia de Benito Juárez, posteriormente muy promovidas, desde mediados hasta fines de los años 1880, por Porfirio Díaz. Los Inmigrantes italianos fueron contratados por la administración del general Manuel González al principio de la década de 1880.2 La mayoría de los inmigrantes llegó a México entre 1881 y 1883. El gobierno mexicano les vendió tierras y les proveyó de otros recursos como semillas, herramientas agrícolas y sustento por un año para que pudieran mantenerse antes de la obtención de la primera cosecha. Comunidades de italianos fueron fundadas en los estados de Puebla, Morelos y Veracruz y en el Distrito Federal.3 En esos años, Italia estaba atravesando por convulsiones y cambios políticos y económicos. El norte del país, zona de la que provenía mucha de la inmigración italiana a México, estaba controlada por una burguesía
2 El general Manuel González, nombrado por Porfirio Díaz para ocupar el cargo de
presidente de México durante 1880-1884, prosiguió las políticas impulsadas por Díaz du
rante su primer período presidencial (1876-1880). Las políticas que persiguió Díaz duran
te ese primer período, y posteriormente como dictador durante dos décadas y media
(1884-1911) son ampliamente conocidas. Con el respaldo de los sectores privilegiados de
la población, mediante la inversión extranjera Díaz fomentó el crecimiento económico.
Mostró desinterés por las consecuencias que sus políticas acarreaban entre los sectores
más pobres de la población, y abogó por la "modernización" del campesinado, sector
que consideraba socioculturalmente atrasado. La disitribución desigual de recursos y
otras barreras que mantenían al campesinado en estado de pobreza nunca fueron obje
tos de preocupación para su gobierno. En su lugar, la inmigración de agricultores euro
peos constituyó para Díaz la pieza clave para la instauración de un modelo de agricul
tura ,/modema,,.
3 Entre 1881 y 1882 Manuel González propició la llegada a México (en cuatro mo
mentos) de más de 3 000 italianos. Los inmigrantes fueron establecidos en siete comuni
dades: Huatusco en el estado de Veracruz; Mazatepec, Teteles y Chipiloc en Puebla; Ba
rreta en Morelos; Aldana en el Distrito Federal y la Ciudad del Maíz en San Luis Potosí.
Después de 1884, último año de la presidencia de González, la política oficial de con
industrial (Gramsci, 1971; Bonanno, 1987:72-73). Muchos aparceros fueron expulsados de las tierras y forzados a emplearse como trabajadores asalariados en centros industriales en los que el trabajo era inestable y •mal pagado. Esta turbulencia económica y política resultó en que muchos italianos pobres salieran en busca de lo que percibían como el refugio del Nuevo Mundo. De aquí que desde fines del siglo xix y entrando el xx, muchos italianos migraran a los Estados Unidos, Suramérica y, en menor medida, a México y Centroamérica (Bonanno, 1987:74; McDonald, 1995).
El deseo de Porfirio Díaz de modernizar al "retrasado" campesinado mexicano fue el motivo para dar contratos a inmigrantes que vinieran a residir en las áreas rurales. Díaz procuró realizar esa aspiración mediante el ingreso a México de inmigrantes europeos con trasfondo agrario que ambicionaran establecer sus propias empresas agrícolas orientadas hacia las relaciones de mercado capitalistas (Zilli, 1981: 394). Los italianos fueron de particular interés para los planes de Díaz, ya que éstos, además de ser católicos, también tenían un trasfondo cultural mediterráneo el cual, según la lógica porfiriana, los ayudaría a relacionarse mejor que otros grupos con la sociedad mexicana, propiciando su eventual asimilación. No obstante los esfuerzos del gobierno de Díaz, el proyecto de colonización fue un fracaso. El balance del proyecto fue la formación de un número reducido de comunidades de italianos (incluyendo la comunidad de Chipilo) las cuales estuvieron relativamente aisladas de la sociedad mexicana (Zilli, 1981: 281-282).
Chipilo fue fundada en septiembre de 1882 por 424 individuos integrantes de 38 familias. A éstos se le unieron 28 italianos provenientes de Barreto,4 Morelos, para un total de 452 individuos (Zago, 1982: 35, 50).
tratación de inmigrantes por parte del gobierno fue suspendida en la práctica aunque la
legislación no fue derogada sino hasta 1897 (Zilli, 1982: 68). La contratación de inmi
grantes se dejó en manos de compañías privadas. Esas compañías establecieron otra
colonia en Michoacán y también trajeron inmigrantes para trabajar en la construcción de
ferrocarriles y presas hidroeléctricas.
4 La comunidad italiana de Barreto en Morelos, rápidamente enfrentó problemas con
el clima y ecología de la zona. Las familias que quedaron fueron rápidamente redis
tribuidas entre las otras comunidades de italianos en México.
El gobierno les dio una porción de Tenamaxtla y Chipiloc/ dos haciendas abandonadas, cuyos suelos e infraestructura habían sido seriamente descuidados. Para 1885, la población de Chipilo había descendido a 357 habitantes. Aunque no existe documentación adecuada acerca de las causas del descenso poblacional, es claro que otras comunidades de italianos experimentaron la misma situación. Pistas de evidencia indican que la causa de la merma en población no fue una epidemia, sino lo que Zilli (1981:437-443) llama el "éxodo", una diàspora de italianos residentes en México. Las causas de esta diàspora son un importante elemento del origen del mito de los italianos en México.
Historias orales6 y otras formas de documentación dan cuenta de la vida dura y de las frustraciones que los italianos encontraron en México (Zago, 1982: 24-25). Muchos de los inmigrantes tuvieron dificultades para adaptarse a las nuevas condiciones ecológicas. En algunas comunidades hubo reportes de enfermedades. También hay evidencias de hostilidad por parte de la población mexicana, especialmente de miembros de comunidades indígenas enfurecidos por la pérdida de sus tierras mediante la aplicación de la Ley Lerdo7 a los nuevos inmigrantes. Además, existen reportes y peticiones de comunidades italianas en los que denuncian a administradores mexicanos a quienes califican de corruptos e incompetentes y acusan de haberlos extorsionado o de haber retenido los subsidios gubernamentales destinados a las comunidades (Zilli, 1981: 437-443). En pocas palabras, la nueva vida encontrada por los italianos en México fue física y socialmente hostil. En este sentido, el caso de Chipilo resulta ilustrativo.
5 El nombre de Chipilo se deriva de la palabra náhuatl chipiloc, que significa lugar
donde corre el agua. Tenamaxtla es también de extracción náhuatl y se refiere a la piedra
de tepetate o suelo calcificado (Zago, 1982:32-33) del cual estaba formada la Colonia Ma
nuel Fernández Leal, nombrada en honor del oficial del mismo nombre. En 1901 o 1902,
cuando la colonia perdió su estatus especial de colonia de inmigrantes, su nombre fue
cambiado a Colonia Francisco Javier Mina. Excepto para asuntos oficiales, los habitantes
de la comunidad continúan refiréndose a ésta como Chipilo (Zago, 1982: 68).
* Las historias orales fueron recabadas por Moisés T. de la Peña (1950).
7 La ley Lerdo fue establecida por Benito Juárez. En múltiples ocasiones fue invoca
da por Porfirio Díaz para dividir los grandes latifundios que entonces poseía la Iglesia.
Esta ley también permitió la fácil expropiación de tierras comunales indígenas (Stein y
Stein, 1970:142).
La superficie que hasta hoy en día conforma a Chipilo es de aproximadamente 600 hectáreas. En ningún momento su tamaño ha sido mayor que esta superficie. Sin embargo, documentos de la extinta Secretaría de Fomento, Colonización, Industria y Comercio indican que el área que fue comprada originalmente comprendía 1 069 hectáreas a ser divididas entre 88 parcelas de un tamaño de poco más de 12 hectáreas cada una (Zilli, 1981: 283). Evidentemente, hubo una cantidad considerable de tierra que no fue vendida a los italianos. Por lo demás, la tierra que les fue vendida había sido abandonada por sus antiguos propietarios y no estaba en condiciones de ser cultivada. Erosionado y privado de nutrientes, el suelo demandaba considerable preparación antes de poder ser sembrado. Como resultado de las pobres condiciones del suelo, los agricultores obtuvieron bajos rendimientos en las primeras cosechas. Estos problemas fueron resueltos con considerable esfuerzo e inversión monetaria por parte de los inmigrantes (Zago, 1982:59-60). Muchos chi- pileños afirman que el gobierno les prometió una extensión de tierra mayor y más fértil en algún otro lugar de Puebla, pero terminó vendiéndoles la mencionada superficie en Chipilo. De forma similar, historias orales confirman las cizañas del coronel Zavala, un oficial mexicano con un rol prominente en la administración de las nuevas comunidades de inmigrantes. Algunos de los abusos de poder que documentan los relatos son el robo de subsidios gubernamentales destinados para los colonos, el establecimiento de lo que fue esencialmente una tienda de raya y la exclusión de colonos en la fundación de empresas similares, el empleo en las comunidades de una disciplina y un orden de tipo militar y la constante búsqueda de la compañía de mujeres italianas a cambio de un mejor trato para ciertas familias. Estas condiciones crearon un ambiente de enojo y desconfianza (de la Peña, 1950: 239). Las condiciones bajo otro administrador, el coronel Urrea, no fueron diferentes a las de su predecesor. Los italianos afirman que los niveles de inmoralidad, violencia y otras formas de maltrato fueron tan acentuadas, que sus comunidades estuvieron a menudo al borde de la rebelión (de la Peña, 1950: 245).
El éxodo italiano es también confirmado por la llegada a los Estados Unidos de italianos provenientes de México. Su llegada debe haber merecido atención porque fue rápidamente abordada por la prensa esta
dounidense. Un documento oficial con fecha de 20 diciembre de 1883, enviado por un jefe de estación en Nueva Orleans al Secretario de Estado y Despacho de Relaciones Exteriores, comenta los relatos de italianos llegando a Nueva Orleans. El agente estadounidense sugirió al gobierno mexicano que negara estar teniendo problemas con las colonias de italianos en México, y que en respuesta a las denuncias afirmara que al llegar a Nueva Orleans, los individuos estaban simplemente tratando de obtener la compasión del público estadounidense mediante la crítica a México (Zilli, 1981: 438-443).
Algunos documentos sugieren que el éxodo puede explicar la merma de población que experimentó Chipilo. Ciertos reportes enviados desde Chipilo al Secretario de Fomento, Colonización, Industria y Comercio indican que, si bien hubo algunas enfermedades, éstas no desembocaron en nada parecido a una epidemia. Consecuentemente, la enfermedad como explicación de la caída de población carece de fundamento empírico. Por otra parte, hay documentos que confirman el problema de deserción en Chipilo. De hecho, para llenar el vacío dejado por los desertores, familias enteras fueron mudadas de la Colonia Manuel González en Veracruz a Chipilo (Zilli, 1981: 128). Además existe una lista de desertores y de quienes solicitaron permiso para dejar Chipilo. Fue hecha por administradores gubernamentales con fecha de 1 de marzo de 1885 (Zilli, 1981: 348-349)/
Así, el reclutamiento por parte del gobierno mexicano de italianos llenos de promesas y con grandes expectativas de reorganización rápida de la economía rural, se tornó en un desalentador reconocimiento de fracaso. Documentos de la Secretaría de Fomento emitidos entre 1881 y 1885 indican una euforia general acerca del asentamiento de italianos en México. Se tenía la esperanza de que los colonos llenaran un vacío de fuerza laboral en el campo mexicano; al mismo tiempo, que fueran un ejemplo de desarrollo capitalista agrícola para los campesinos mexicanos. También se tenía la esperanza de que los italianos se mezclaran con
la población mexicana. El gobierno incluso ubicó a familias mexicanas
K He estado en contacto con un grupo de italianos que originalmente llegaron a
Chipilo, desertaron de la comunidad hacia fines del siglo pasado y llegaron a establecer
se definitivamente en Los Ángeles, California.
dentro de las colonias de italianos (Zilli, 1981: 281). Documentos emitidos después de 1886 dan cuenta del creciente pesimismo acerca del éxito del proyecto de colonización. En los documentos se discuten tensiones entre italianos y mexicanos. También se comentan deserciones de italianos y pobres rendimientos agrícolas (Zilli, 1981). Los italianos nunca armonizaron con las poblaciones circundantes. Dada la negativa de las burocracias a admitir el fracaso, las condiciones generales encontradas en estas comunidades deben haber sido particularmente malas como para haber merecido ser mencionadas en documentos oficiales.
Finalmente, el gobierno trajo sólo 3 000 italianos, menos de la mitad de los que había contemplado originalmente. Además, aquel había alimentado la esperanza de que la "implantación" de italianos en México resultara en una migración en cadena a ningún costo para el erario público. Como hemos visto, ese no fue el caso. De ahí que a partir de mediados de los años de 1880, el gobierno mexicano cesó la práctica de dar contratos a extranjeros y dejó en manos de compañías privadas los esfuerzos de colonización (Zilli, 1981).
E l C hipilo c o n t e m po r á n e o
Hoy día, la comunidad tiene poco menos de 4 000 habitantes en un área de apenas 600 hectáreas, 200 de las cuales conforman el núcleo urbano. Otrora separado de la ciudad capital estatal de Puebla por una considerable superficie, actualmente se ubica apenas a 13 kilómetros de distancia. La primera cosa que un visitante ve al bajarse del autobús en el centro de Chipilo es el restaurante Novo Italia. Este es una primera señal de que el visitante ya no está dentro del espacio cultural mexicano.
Los italianos describen su vida en Chipilo como bastante aislada hasta la década de 1940 cuando fue construida la carretera Puebla-Atlix- co, la cual conectó a Chipilo con la ciudad de Puebla. La estrecha proximidad de Chipilo con la capital del estado provee fuentes de trabajo y actividades sociales que contienen un gran potencial para la integración de los mundos mexicano e italiano. Sin embargo, permanece aislado por varias razones. Primeramente, el pueblo está ubicado fuera de la carretera que va a Puebla y sólo hay una vía de entrada y salida de Chipilo.
Al quedar fuera de la ruta principal, la única razón que tendría el visitante para entrar es algún asunto que arreglar en el lugar. En segundo lugar, Chipilo es un pueblo cuyo tamaño le permite mantener una serie de negocios cruciales en la vida cotidiana: mercados, un banco, escuelas, una iglesia, tiendas, un centro comunitario, oficinas de gobierno local, una oficina de correo, un hotel, restaurantes, etc. En otras palabras, cuenta con todos los servicios; es, en términos institucionales, un pueblo completo (Bretón, 1964). Los chipileños pueden ir y regresar de la ciudad de Puebla con facilidad. Muchos van de compras o trabajan en Puebla. Sin embargo, su interacción con la ciudad es transitoria y limitada. En tercer lugar, Chipilo es prácticamente autosuficiente en la generación de empleos.
Aunque Puebla ofrece empleos atractivos, la ocupación predominante en Chipilo es la producción de leche, actividad en la que se ocupan más del 75% de las familias chipileñas (Zago, 1982:11). Cuenta con tres plantas elaboradoras de productos lácteos. La más grande y mejor conocida es la Cooperativa de Productos Lácteos de Chipilo, cuyos productos son distribuidos en la zona centro del país. Las plantas elaboradoras les permiten a los chipileños controlar no sólo la producción de leche sino también las otras ramas de esta actividad productiva. Tener control sobre la producción de leche y la elaboración y distribución de productos derivados ha resultado en ganancias más altas para los ganaderos chipileños de lo que hubiera sido el caso si sólo se hubieran limitado a la ordeña de su ganado y a vender a intermediarios el producto al por mayor.9
Por otra parte, el tamaño del pueblo asegura que los individuos tengan acceso a una pareja italiana con quien contraer matrimonio. Zago (1982:14) señala el alto índice de matrimonios endógamos en Chipilo. Las bodas y otros rituales importantes se convierten en 'Verdaderas fiestas de la comunidad" en las que el aspecto ceremonial refuerza la idea de reproducción de la comunidad y, por extensión, la de identidad italiana (Zago, 1982:15). Para ilustrar el arraigo de la endogamia ofrece
,J Hasta 1995, el gobierno mexicano estableció y controló el precio de la leche; no así
el de productos derivados.
ré un ejemplo. Cuando un mexicano con una buena formación educativa logró casarse con una chipileña, la familia de su actual esposa se opuso fuertemente a que se efectuara el matrimonio. En reacción al cortejo del fuereño, los padres de ella la enviaron a vivir con otra hija casada residente en otro estado bastante retirado de Puebla. Debido a su persistencia, el novio finalmente logró casarse con la chipileña. Sin embargo, según lo que me ha expresado en comunicación personal, él aún no es aceptado ni por su familia política ni por la comunidad en general. A sus espaldas, los chipileños le llaman "el chapopote"; es decir, alguien de textura oscura.10 El anterior es sólo un ejemplo de la situación de resistencia que encuentra un fuereño cuando trata de contraer matrimonio con alguien oriundo de Chipilo.
Las observaciones anteriores sirven de contexto y tienen el propósito de introducir a los lectores a la vida social y económica de Chipilo. Como hemos visto, los chipileños pueden y en efecto permanecen relativamente aislados y bastante autónomos frente al área circundante. El hecho de que las actividades diarias puedan ser llevadas a cabo junto con la existencia de un patrón de matrimonios endógamos le dan a Chipilo su distintiva característica de comunidad orientada hacia adentro. El aislamiento autoimpuesto es reforzado por el mito de origen de la comunidad, el cual le recuerda a los chipileños la dura vida y las injusticias que tuvieron que padecer sus ancestros al llegar a México. Una explicación adecuada de la naturaleza de la identidad étnica requiere de una distinción entre conciencia étnica (i.e., una noción individual de distinción) y solidaridad colectiva basada en la etnia (i.e., las acciones colectivas emprendidas por un grupo para obtener y defender beneficios más allá de la capacidad individual de sus integrantes) (Verdery, 1985: 63). Este es un punto crítico en la exposición: un individuo puede
111 Chapopote es el material oscuro utilizado para pavimentar las calles y carreteras.
El calificativo tiene a mi juicio, una connotación racista que también se advierte en
muchos de los comentarios peyorativos que sobre los mexicanos hacen los residentes de
ascendencia italiana en ambas comunidades. Durante mi primer período de trabajo de
campo en La Perla (1987-1988) conocí a un hombre a quienes todos llamaban "El Negro",
calificativo que tenía un doble significado. Además de tener la piel oscura, éste también
era hijo ilegítimo producto de la relación entre un mexicano y una italiana.
tener cierto grado de conciencia étnica sin que de ello resulte movilización colectiva alguna. A la inversa, la presencia de una solidaridad colectiva basada en la etnicidad implica una conciencia colectiva e identidad de grupo. En Chipilo hay dos indicadores de la existencia de una solidaridad étnica: acción política y acción económica colectiva.
Según lo antes mencionado, los chipileños son básicamente ganaderos dedicados a la producción de leche. La mayoría centra su actividad económica dentro de los límites territoriales de Chipilo. Se puede argumentar que los chipileños forman una tipo minoritario de intermediarios, pues controlan todos los aspectos de la producción lechera así como la elaboración de una variedad de productos lácteos, un nicho económico que requiere de gran especialización (C fr . Bonacich y Model, 1980).
Bonacich y Model, (1980: 31) caracterizan a las minorías de intermediarios de la siguiente forma: 1) concentración en un oficio o pequeña empresa comercial, 2) retención de una cultura y comunidad distintivas y separadas, y 3) enfrentamiento con cierta hostilidad por parte de comunidades circunvecinas. La concentración en una actividad económica de importancia como lo es la producción de leche, y la elaboración de productos derivados junto con la ubicación a corta distancia de compradores del producto, permiten la obtención de altas ganacias mediante la venta al por menor de productos derivados los cuales -contrario a la venta de leche al mayoreo y menudeo- no han estado sujetos al control gubernamental de precios. Es importante enfatizar que los ganaderos chipileños no sólo controlan la elaboración y distribución de productos lácteos en el área, sino también la producción de la materia prima básica.
En resumen, los ganaderos de Chipilo controlan todos los aspectos de la cadena productiva en su rama de actividad. Buscan también otras formas de proteger sus intereses colectivos. Zago (1982:13) por ejemplo, señala que con el fin de "proteger los intereses económicos de la mayoría, Chipilo ha organizado y legalmente registrado su Unión de Ganaderos Local" con la Liga Nacional de Ganaderos. Si bien mi análisis no está centrado específicamente en el tema de las minorías de intermediarios, la breve descripción que aquí ofrezco ayuda a comprender su for
mación y conservación desde una perspectiva de economía política.
Un segundo indicador de importancia es la acción política colectiva y autónoma. Agustín Zago (1982: 57-59; comunicación personal, 9 de octubre de 1987) líder comunitario, ha luchado por un cambio de pueblo a entidad municipal autónoma en la designación administrativa de Chipilo.11 Zago arguye que los intereses de la comunidad de Chipilo no están bien servidos por la actual presidencia municipal a la cual aquélla está adscrita. Cada vez que los habitantes de Chipilo desean poner en marcha proyectos para la comunidad, el municipio se rehúsa a financiarlos. Al final, los proyectos han sido solventados mediante la cooperación económica de los chipileños. Zago cita algunos proyectos recientes apoyados por los chipileños sin ayuda alguna del gobierno (e.g., construcción de un nuevo centro comunitario, la remodelación de las oficinas del gobierno local y de la escuela pública). Por otra parte, Chipilo recibe poco apoyo del municipio para la adquisición de fondos estatales destinados para obras de importancia tales como caminos, electricidad y sistema de drenaje.
Tomando como fundamento lo antes expuesto sobre la vida económica y social en Chipilo, argumento que aún existe en la comunidad una fuerte conciencia étnica y también una solidaridad colectiva con apoyo en la etnicidad. Chipilo es una comunidad introvertida en términos del funcionamiento de su actividad diaria y de su identidad. Los chipileños dan muestras de tener un consenso y un sentido de linderos compartidos: geográficos, culturales y de conducta. Comparten un lindero con respecto al mundo externo delimitado por el relativo aislamiento de su localidad, pese a su cercanía a la carretera Puebla-Atlixco. Dentro de ese lindero hay una circulación de múltiples símbolos privados, siendo el más importante el uso del italiano en la comunicación cotidiana. Otros símbolos importantes son la variedad de comidas y alimentos italianos, juegos tales como el juego de pelota boccie y la exaltación ceremonial de la comunidad en la celebración de bodas, bautismos y funerales (Zago, 1982:15-16). En Chipilo existe una noción de grupo expresada en acciones políticas y económicas colectivas y por extensión,
" Al momento de este escrito, Chipilo aún pertenece al municipio de San Gregorio
Atzompa en el distrito de Cholula, Puebla.
en el sentirse con derecho a hacer reclamos como grupo (i.e., tenemos lo que tenemos porque somos un grupo y actuamos como tal). Este sentido de colectividad contrasta con la noción individualista de identidad italiana que encontramos entre los miembros de la comunidad de la
Perla de Chipilo, el cual es el tema de la próxima sección.
L a id e n t id a d italiana y la experiencia de
La P erla de C hipilo , G u a n a ju a t o
La máscara de la solidaridad
"Este lugar es llamado La Perla de Chipilo. Somos productores de leche independientes. Esto no es una cooperativa ni un ejido. Cada uno de nosotros controla su propio establecimiento y vende su leche. Y somos italianos" (vz, verano de 1983). Esta es la descripción que me brindó un miembro de la comunidad durante los momentos iniciales de mi primera visita a La Perla en 1983. Fui a La Perla de Chipilo en parte guiado por su "unicidad". ¿Quién había escuchado hablar sobre italianos viviendo en México? Estaba impresionado por las casi agresivas afirmaciones de identidad étnica hechas por sus residentes. La identidad étnica es en La Perla un tema de conversación común; así que con muy poco esfuerzo de mi parte por introducir el tópico, los italianos hacían comparaciones entre ellos y los mexicanos de las comunidades circunvecinas. El empleo del idioma italiano rápidamente separa a las personas de La Perla de las de afuera. Así como es de distintivo el uso del idioma italiano, también lo es el fenotipo de los residentes italianos de La Perla. Sus ojos y tez claros, alta estatura y complexión robusta también los dis
tinguen de sus vecinos. Consumen una serie de alimentos italianos como la puches de harina de maíz (polenta), queso italiano (m ozzarella) escarola, galletas hechas de maíz tierno, y pastas. En La Perla aprendí a jugar, aunque muy mal, el juego de pelota boccie.
Evidentemente, ser y sentirse italianos tiene un gran significado para los habitantes de La Perla. Por más de 100 años, su italianidad ha sido mantenida como una identidad distinta, sin que en ello haya me
diado el rejuvenecimiento de la estirpe original mediante la llegada de
nuevos inmigrantes provenientes de la madre patria.12 Sin embargo, como resultado de los 10 años en que he realizado trabajo de campo en La Perla, llegué a revalorar mis primeras impresiones: la cuestión de la identidad italiana no es tan clara como puede haber parecido en principio. En esta sección examinaré la visión normativa de la identidad étnica que tienen los miembros de la comunidad de La Perla y la contrastaré con la forma actual de relaciones sociales en la comunidad.
Debido a que es evidente que este grupo de italianos mantiene un sentido de identidad étnica (i.e., un sentido de distinción con respecto a los otros) podemos comenzar preguntándonos si la identidad étnica desempeña un papel en la evolución de las granjas ganaderas familiares y, de ser así, en qué formas desempeñan un papel crucial en lo tocante a la actividad económica característica de la comunidad. En otras palabras, ¿existe en La Perla alguna evidencia de manifestaciones de solidaridad étnica y conciencia colectiva de tipo semejante a las que encontramos en Chipilo, Puebla? Las entrevistas iniciales con ganaderos de La Perla sugerían que tal era el caso. Caracterizaron el período inmediato a la fundación de La Perla como uno de intensa interacción interpersonal e interfamiliar y de gran intercambio social y económico.
Este tipo de ayuda mutua no es lo que comúnmente se ha reportado sobre otras comunidades de Mesoamérica. De hecho, lo opuesto parece ser el caso: la interacción comunitaria parece estar entrelazada con sentimientos de hostilidad, recelo y desconfianza (C fr . Lewis, 1951; Foster 1967; Aguilar, 1982). De ahí que considerara importante interrogar hasta qué punto la representación de solidaridad étnica y armonía estaba basada en una caracterización idealizada de la solidaridad étnica en contradicción con el comportamiento real. Partiendo de que efectivamente
12 El trabajo de Freedman (1964) y otros han demostrado que la "persistencia" de una
identidad étnica entre grupos tales como los chinos que han inmigrado a diferentes país
es es más una ilusión que una realidad. Estos grupos, aunque parecen persistir en la ma
nutención de su identidad son, sin embargo, constantemente rejuvenecidos con la llega
da de nuevos inmigrantes procedentes de China. Freedman encontró que la identidad ét
nica es mantenida durante dos y como máximo tres generaciones. Los italianos en Méxi
co constituyen una tercera y cuarta generación y aún reclaman poseer una identidad
étnica italiana.
pudo existir una intensa interacción entre los pobladores durante los primeros años que sucedieron a la fundación de La Perla, me pregunté entonces, ¿hasta qué punto las interacciones fueron resultado de la ausencia de opciones para la creación de redes y relaciones sociales?
Las entrevistas indican que los pobladores de La Perla coinciden en enmarcar sus primeros años en el lugar con una especie de velo de nostalgia que podemos resumir con la frase "la vida en los viejos buenos tiempos". Los chipileños presentan un cuadro casi Redfieldiano de sus primeros años en La Perla: había consenso, ayuda mutua y dicha. Esta versión sobre la vida durante los primeros años fue también confirmada en entrevistas con residentes de la cercana ciudad de San Miguel de Allende, quienes interactuaron con gente de la comunidad en los años de 1960 y 1970. De acuerdo con los relatos de los productores de leche de La Perla, la intensa solidaridad que existió en un principio fue erosionada cuando se construyó la carretera principal que conecta a La Perla con el mundo exterior.13
La carretera les proveyó una vía (que ellos aceptaron rápidamente) para satisfacer sus necesidades económicas y sociales fuera de la comunidad. Las formas de intensa interacción durante los primeros años en La Perla reportadas por los miembros de la comunidad parecen haber existido simplemente porque no habían otras opciones. Vivían en un lugar aislado y, por tanto, tenían que depender e interactuar unos con otros diariamente. Hoy en día, los nexos económicos y sociales más importantes se dan con los mexicanos; es decir, fuera de La Perla. Esos nexos con el exterior incluyen servicio bancario, escuelas, ir de compras al mercado, compra de insumos agrícolas y comercialización de la leche y otros productos. La única instancia de interacción social intragrupal se da en ocasión de la celebración de rituales importantes tales como bodas, aniversarios, fiestas de quinceañeras y bautismos. No es mi intención sugerir que éstos no son eventos importantes en la vida de la gente, sino señalar que ellos están circunscritos a un tiempo y espacio definidos. Esos eventos sociales relacionan a la gente por un período muy
11 Antes de la construcción de la carretera era muy difícil viajar fuera de La Perla,
especialmente durante la época de lluvias.
breve después del cual cada quien regresa a atender sus propios asuntos y a centrar su atención -una vez más- fuera de la comunidad.
Recursos com unitarios y conflicto
Aun la máscara de solidaridad que tan exitosamente fue construida durante los primeros años de residencia en La Perla, (la cual es reconstituida hoy para consumo de los que venimos de afuera) es estropeada cuando uno examina los archivos de reuniones comunitarias. Los documentos que se encuentran en esos archivos revelan que hubo bastante conflicto sobre la planeación, construcción y el pago por el suministro de recursos básicos: construcción de un pozo profundo para el suministro de agua potable, obtención de servicio de electricidad, construcción
de un sistema de drenaje y mejoras en el camino de acceso a la comunidad el cual también pone en contacto a la comunidad con las granjas.
El archivo consta de minutas de las reuniones irregulares llevadas a cabo en la comunidad. Esas son las ocasiones en que se discuten asuntos de interés general y se expresan querellas e inconformidades. Las reuniones están dirigidas por una junta o consejo de gobierno localmente electo y constituido por miembros de la comunidad. El consejo tiene un estatus político de carácter oficial dentro del estado de Guanajuato, aun cuando el estatus administrativo de La Perla es el de colonia. Sin embargo carece de poder formal para hacer cumplir sus decisiones las cuales, por lo demás, no tienen obligatoriedad jurídica.14 Los funcionarios de la comunidad existen sólo para la repartición y el pago de recursos destinados a aquélla y para ayudar a resolver disputas.
El lenguaje y discurso empleados en la documentación de esas reuniones es bastante formal y legalista.15 Llama la atención su formalidad porque los ganaderos adultos de La Perla cuentan con muy poca educación formal.
M Oficialmente La Perla de Chipilo está designada como una colonia dentro de la
municipalidad de San Miguel de Allende. Las colonias no poseen una representación for
mal dentro de la estructura del gobierno municipal.
15 Por ejemplo, un inciso en el Libro de Actas de la Colonia Agrícola Ganadera La
Perla de Chipilo con fecha del 2 de noviembre de 1964 comienza así: En la Colonia
En el primer rubro del libro actas, el Consejo de Gobierno define sus funciones:lh
1. Escuchar sobre y resolver los asuntos de la comunidad.2. Nunca meterse en los asuntos individuales de ningún miembro de
la comunidad.3. En cualquier asunto que requiera del voto de los miembros de la
comunidad, se convocará a una reunión para tal fin.Estos tres simples reglamentos locales reflejan dos temas importan
tes que impregnan los archivos e historia de La Perla. El primero pone énfasis en la individualidad de cada quien y en los derechos individuales. El segundo se refiere al entendido de que los intereses de los miembros del Consejo no deben hacerse coincidir con los de los miembros de la comunidad. En suma, la individualidad y el derecho de cada quien a expresar sus intereses individuales están consagrados en el reglamento local del Consejo de Gobierno.
Los siguientes rubros en el libro de actas tratan casi exclusivamente dos asuntos: la repartición y evaluación de recursos destinados a la comunidad (especialmente la reparación del camino, el agua potable, sistema de drenaje y la construcción de una escuela) y las disputas entre miembros concernientes a recursos comunitarios. El primer asunto es una fuente de continua tensión en la comunidad. El recurso con la historia más larga de debates y conflicto es el agua potable: su extracción, distribución y pago. En 1965 los residentes de La Perla financiaron la perforación de un pozo profundo como fuente de agua potable. Esta fue una inversión de gran magnitud. Además de pagar por la perforación del pozo, compraron un gran tanque para almacenar el agua, una bomba y tubería para conectar a todas las casas de familia a la fuente de abastecimiento. A través de los años, ha habido discusiones acerca
Agrícola Ganadera La Perla de Chipilo, Municipio de San Miguel de Allende, Estado dé
Guanajuato, siendo las 20 horas del día 2 de noviembre de 1964, se celebró una asamblea
estando presente la mayoría de los veintiunos [<icl miembros que forman la colonia, con
el objeto de nombrar una mesa directiva, habiendo quedado constituido en la siguiente
forma por mayoría de votos.
Libro de Actas de la Colonia Agrícola Ganadera La Perla de Chipilo, 2 de noviem
bre de 1964, pp. 1-2.
de los costos de reparación y mantenimiento y también sobre la división del pago de la cuenta por concepto de consumo de energía eléctrica. Diez de los 30 rubros registrados en el libro de actas entre 1965 y 1987 hacen referencia a los costos de reparación y mantenimiento del pozo. También aparecen anotados siete veces problemas con individuos que se negaban a pagar su parte de la cuenta sobre el consumo de energía eléctrica.
El continuo debate en torno al pozo destaca el nivel de tensión dentro de la comunidad y el deseo de los individuos de proteger o promover sus propios intereses. De un rubro anotado en 1982 es claro que el problema de la falta de pago de la parte correspondiente del consumo de energía eléctrica radicaba en el método utilizado para hacer los cálculos. De 1965 a 1981 los residentes pagaron una cuota mensual fija, la cual estuvo calculada con apoyo en el número de hectáreas que poseía cada productor.17 En 1982 el método de cálculo cambió a una cuota por familia juntada con otra cuota calculada sobre el número de animales que cada familia poseía. La decisión de cambiar el método inicial estuvo basada en el hecho de que granjas grandes con grandes manadas de ganado utilizan mucha más agua que aquellas con poco ganado (asumiendo, claro está, que todo lo demás permanece constante). Las reuniones llevadas a cabo durante mi estancia en la comunidad recalcan las desavenencias entre los propietarios de mucho ganado y los que tenían rebaños pequeños. Con frecuencia, en el transcurso de la reunión pequeños y grandes ganaderos se gritaban entre sí. Los pequeños acusaban a los grandes de extraer recursos de la comunidad en beneficio propio. Por su parte, los ganaderos más acomodados acusaban a los que tenían menos recursos de nunca pagar su parte de la cuenta por consumo de energía eléctrica.
En una reunión llevada a cabo en mayo de 1987, se decidió que la cuenta mensual por consumo de electricidad sería pagada en partes iguales por familia. También los presentes estuvieron de acuerdo en que debido a que el pozo iba a necesitar de algunas reparaciones, los pro
17 Por conveniencia, los cáculos estuvieron a menudo basados en el número de frac
ciones o parcelas de 25 hectáreas que poseía cada ganadero.
ductores de la comunidad establecerían un fondo aparte para sufragar los elevados gastos de mantenimiento. El cálculo para el pago se haría con apoyo en el número de animales que cada cual poseía. Un productor resumió el conflicto y su resolución de la siguiente forma: cada lado en el conflicto estuvo protegiendo sus propios intereses. Los grandes productores se echaron atrás con respecto a su posición sobre la evaluación de la repartición de costos de reparación del pozo, porque no querían perder del todo la contribución de los pequeños productores. Por su parte, estos últimos tuvieron que ceder en cuanto a la repartición en partes iguales por familia de la cuenta mensual por consumo de electricidad, pues no querían quedarse sin agua en sus casas y potreros de animales.
De la revisión de los archivos resulta claro que la posición del Consejo de Gobierno ha sido siempre muy precaria en cuanto a su legitimidad y capacidad para hacer que sus miembros se acojan a las decisiones tomadas durante las reuniones comunitarias, las cuales, según mencionara antes, son tomadas por voto de la mayoría. En otras palabras, parece que el consenso al que llega la mayoría es a menudo ignorado por la minoría, o que algunos individuos votan de cierto modo en las reuniones y luego ignoran su propio voto en la práctica diaria.
Los registros oficiales de la comunidad muestran cómo el Consejo ha tratado cada vez más de afirmar su autoridad. Un primer esfuerzo fue procurar el apoyo del Banco de México, institución con la cual muchos ganaderos chipileños habían gestionado préstamos individuales. Así, en uno de los primeros rubros en los registros, el Consejo de Gobierno apeló a la autoridad de las partes apoderadas de las hipotecas de las tierras de los productores a modo de hacer cumplir sus decisiones. Así por ejemplo, en el rubro con fecha del 27 de abril de 1965, el Consejo asevera18 que "en casos en que las personas en disputa no se atengan a las disposiciones [emitidas por la autoridad del Consejo y el voto comunitario], el caso será llevado al ingeniero Vázquez, representante del
Banco de México, para que éste emita un juicio y también a don Manuel
,K Libro de Actas de la Colonia Agrícola Ganadera La Perla de Chipilo, 27 de abril de
1965, p. 4.
Dorantes, representante de don Ignacio León Torres, quien tiene suficientes facultades para proceder con medidas más drásticas". Sin embargo, a inicios de los años de 1970 los productores ya habían pagado sus respectivos préstamos al Banco de México, así que la institución no
tenía ya presencia como autoridad externa en la comunidad. La capacidad del Consejo para hacer cumplir las decisiones tomadas por la mayoría fue orosionada a tal punto que para 1975 se vieron obligados a procurarse otro velo de legitimidad y autoridad al hacer oficial ante un notario la membresía del Consejo "para que éste pueda tener mayor poder sobre los casos que se presenten en la colonia.14
Otro indicador de la falta de cohesión en la comunidad es que todos los rubros referentes al voto comunitario sobre algún asunto terminan con la siguiente declaración:20 "Para una mayor confirmación sobre el acuerdo alcanzado, cada miembro de la comunidad colocará su firma a modo de reconocimiento de la decisión de la mayoría". Esta declaración es a menudo acompañada de otra referente a la ausencia de conformidad de algunos miembros de la comunidad con respecto a las decisiones tomadas, particularmente aquéllas referentes a evaluaciones de costos por el suministro de servicios comunitarios.
Aun cuando no hay un sustituto para la cooperación económica interna como fuente de financiación de proyectos de desarrollo comunitario, al respecto hay considerable fricción en La Perla. Ésta es expresada en términos de clase o cuando menos de estrato. Las luchas son individualizadas; cada productor trata de defender sus intereses económicos frente a otros. La realidad económica de La Perla es la de pequeños productores capitalistas en competencia con grandes capitalistas (i.e., agro- negocios y grandes conglomerados elaboradores de alimentos) y al hacerlo, compiten entre sí (Marx, 1964: 83-84).
Los ejemplos tomados de los registros oficiales de la comunidad ilustran la tensión y el conflicto existentes bajo del manto de solidaridad percibido por aquellos que provenimos de afuera y por la propia des-
Libro de Actas de la Colonia Agrícola Ganadera La Perla de Chipilo, 16 de sep
tiembre de 1975, p. 15.
Libro de Actas de la Colonia Agrícola Ganadera La Perla de Chipilo, 25 de mayo
de 1968, p. 14.
cripción de los residentes de La Perla sobre los buenos viejos tiempos que representaron sus primeros años en La Perla. Las reuniones de la comunidad muestran cómo los esfuerzos para el desarrollo comunitario no han sido guiados por el consenso, sino más bien por el conflicto. El apoyo u oposición de un individuo a un proyecto en particular está en función de cómo hayan sido escatimados los costos a pagar por los diferentes miembros de la comunidad, cómo los recursos obtenidos para el proyecto van a ser pagados y los beneficios que obtendrá cada quien. Cuando menos en la esfera de la actividad económica, los recuerdos nostálgicos sobre "los viejos buenos tiempos7' son más un mito que una realidad.
E sfuerzos de fo rm ación de una cooperativa lechera
Ha habido dos intentos de formación de una cooperativa entre los ganaderos de La Perla. El primero fue realizado a su llegada a comienzos de los años de 1960. Entonces, los productores formaron una cooperativa con el fin de vender la leche al mayoreo. Con el dinero que obtuvieron de un préstamo colectivo otorgado por el Banco de México, compraron un tanque de refrigeración que les permitía juntar la leche producida en todas las granjas durante una semana sin que el producto se echara a perder. Muy pronto este primer intento llegó a su fin, ya que los productores no se pudieron poner de acuerdo sobre a quién venderle la leche ni cuál sería un precio de venta aceptable para todos. El tanque aún está sin usarse en el granero de uno de los productores. Posteriormente, cada quien porcedió a gestionar un préstamo individual con el mismo banco.
Un segundo intento fue realizado a mediados de los años de 1970, cuando los productores se juntaron para explorar la posibilidad de contar con una planta elaboradora de productos lácteos. Los productores señalaron estar motivados para establecer una cooperativa para tal pro
pósito, pues habían visto el éxito obtenido por la cooperativa de productos lácteos fundada por los chipileños de Puebla. También estaban interesados en el proyecto debido a que el precio de productos derivados de la leche no estaba sujeto al control de precios gubernamental al
cual sí estaba la leche. Además, la cooperativa les abriría la posibilidad
de ya no tener que andar negociando el precio de venta de la leche con intermediarios de afuera. Empleados del Banco de México fueron traídos a La Perla para que proporcionaran estimaciones sobre ponerse en marcha el proyecto e información sobre la disponibilidad de crédito. Eventualmente la idea fue abandonada, pues como observó un productor, "Realmente nosotros no confiamos el uno en el otro. Algunos de nosotros confiamos aún menos que otros. Al final fue muy difícil lograr que todos estuvieran de acuerdo. Pudimos haber ganado más dinero, tener mayores ganancias, pero simplemente no funcionó".
Cooperación e intercam bio in terfam iliar
Los datos sobre intercambio interfamiliar (Cuadro 1) se refieren a una sola familia encabezada por Rafael Toscano. La familia provee un importante punto de análisis porque mantiene intercambios con un pariente residente de La Perla (Leonardo Toscano, hermano de Rafael), con muchos italianos sin relación de parentesco con los Toscano y, también, con algunos mexicanos residentes de comunidades vecinas. Si bien este caso no es necesariamente representativo de la comunidad, puede sin embargo ayudar a comprender mejor cómo y por qué se efectúan transacciones entre tres tipos de socios: parientes, italianos no parientes y mexicanos.
Si examinamos los datos sobre la relación de los socios con quienes se efectuaron transacciones, vemos que se realizó un número casi igual de transacciones con mexicanos que con italianos con quienes no se tiene una relación de parentesco. Relativamente pocas transacciones tienen lugar entre parientes. Cuando observamos el tipo de transacción, encontramos que muy pocas involucran pago en efectivo (aunque subrayo que éstas no incluyen la venta de leche a intermediarios provenientes de otros lugares). La venta de artículos está limitada a parientes y a mexicanos. Las ventas a parientes fueron realizadas con un hijo y un hermano propietario de granja y siempre a un precio muy por debajo en relación al del mercado. Por ejemplo, un hijo que con la ordeña de cinco vacas estaba iniciando su negocio propio, necesitaba alfalfa. Don Rafael, su padre, le vendió una hectárea de alfalfa en pie (aproximadamente 12 toneladas) para sus vacas en $307 000 pesos ( $US 122.80 a la tasa de
Cuadro 1
Un caso de intercambio intrafamiliar en La Perla de Chipilo,
Guanajuato, meses de febrero a agosto de 1988.
Número de transacciones y relación de socios
Tipo de transacción Pariente No-pariente Mexicanos TotalVenta en efectivo 3 0 2 5Intercambio / trueque 2 5 0 7
Pedir prestado/regalo 0 11 17 28Total 5 16 19 40
Nota: Los datos no incluyen la venta de leche a intermediarios provenientes de fuera de la
comunidad.
cambio de 1988 de 2 500 pesos por dólar). El precio de venta fue de poco más de la mitad del precio del mercado por 12 toneladas de alfalfa de buena calidad recién cortada. Sin embargo, el hijo de don Rafael tuvo que cortar y transportar él mismo la alfalfa. En palabras de su padre "El está comenzando a trabajar por cuenta propia, así que le ayudamos. Pero él tiene que hacer el trabajo". El trueque entre parientes gira alrededor del uso de la enfalfadora de don Rafael por parte de su hermano a cambio de 100 pacas de alfalfa. Ambos hermanos sostienen que han perdido dinero en el intercambio. Dependiendo de con quién uno habla al respecto y cuándo, ellos dicen continuar con este tipo de transacción porque "El es mi hermano" o por conveniencia. Las formas de trueque con personas con quienes no se tiene una relación de parentesco giran alrededor del préstamo de maquinaria y otros recursos a cambio de agua de riego.
Por mucho, la categoría más prominente entre todas las transacciones fue el simple pedir prestado y regalar. Esta transacción se efectuó principalmente con italianos con quienes no se tiene una relación de parentesco y con mexicanos. Las transacciones con los primeros estuvieron centradas principalmente en el préstamo o regalo de piezas pequeñas para maquinaria agrícola y en el préstamo de un cerdo macho para inseminación. Estos intercambios fueron de tipo casual. Llama la atención que no existieron intercambios de este tipo (casuales) entre parien
tes. Con respecto a las transacciones con mexicanos, casi todas tuvieron que ver con el préstamo de equipo y herramientas agrícolas, semilla o fertilizante a sus trabajadores. Los materiales prestados eran utilizados en la preparación del suelo y el levantamiento de cosechas en las parcelas ejidales de los trabajadores mexicanos localizadas en el cercano ejido de Jesús María. Para los patrones italianos, los préstamos a sus trabajadores constituían una forma de mantener su lealtad y al mismo tiempo, de prevenir el robo de insumos. También hay ejemplos de transacciones con mexicanos en las que sus servicios fueron solicitados simplemente porque eran propietarios de recursos que otros no tenían, tales como una máquina para arar o alguna pieza para maquinaria agrícola. Sin embargo, las transacciones de este tipo entre italianos y mexicanos fueron pocas. La mayoría de los préstamos de tipo casual ocurrieron entre italianos*sin una relación de parentesco.
Los datos apuntan hacia un patrón de intercambio en el que las transacciones entre parientes son mínimas y se mantienen en términos bastante formales (e.g. lo que Sahlins, (1972) llama reciprocidad balanceada^ También existe algún trueque con italianos sin relación de parentesco. La mayor actividad ocurre en el ámbito de la reciprocidad generalizada (Sahlins, 1972) con italianos no parientes y mexicanos. Los intercambios con los primeros pueden ser interpretados como política del buen vecino. Las transacciones con mexicanos ocurrieron a raíz de un deseo de ejercer control (sobre los trabajadores mexicanos) o de una necesidad por un recurso escaso (requerimiento de un préstamo de maquinaria o pieza para maquinaria agrícola a un productor mexicano). Tener necesidad de un recurso escaso en posesión de un mexicano desagradó a los italianos. Por ejemplo, Miguel, el hijo de don Rafael, me comentó que a ellos (los italianos) no les gustaba pedir favores a los mexicanos porque tal acción les arrebataba autoestima; esto es, los mexicanos podían pensar que ellos no eran totalmente autosuficientes. En otras palabras, según mi interpretación, ellos consideran degradante aceptar un regalo de un mexicano, no porque ello implique que habrá que pagarle el regalo en algún momento, sino porque significa que alguien a quien se considera estar en una categoría inferior controla recursos que ellos no tienen. De ahí que los italianos prefieran no entrar en ese tipo de transacciones con mexicanos. No obstante, lo que tal vez
llama más la atención es la ausencia de transacciones casuales entre parientes quienes, según los datos, parece que prefieren mantener sus intercambios en el ámbito de la formalidad. Según vimos, las entrevistas con los dos hermanos partícipes de la transacción ya descrita (en la que uno le prestaba su enfalfadora al otro a cambio de 100 pacas de alfalfa fresca) indican que cada uno pensaba que el otro utilizaba la relación cercana en provecho propio.
Et NICIDAD, RAZA Y CLASE
Como hemos visto, en La Perla la etnicidad expresada como movilización étnica tiene poco que ver con la estructuración de relaciones entre italianos. Sin embargo la etnicidad parece ser un factor importante en la estructuración y racionalización de las relaciones entre ganaderos italianos y trabajadores asalariados mexicanos. En América Latina, raza y clase están íntimanente entrelazadas y ordenadas jerárquicamente. Los individuos de ascendencia europea son los más favorecidos en la escala social, mientras que los indígenas y mestizos están inferiormente jerarquizados. Para el ganadero de La Perla, la etnicidad se ha convertido en un lenguaje para legitimar la explotación clasista de la fuerza de trabajo del mexicano y para explicar la brecha que existe en términos de poder y riqueza entre italianos y mexicanos (Cfr. Bonacich, 1972,1976). El lenguaje de la etnicidad provee una justificación para el deseo del propietario italiano de controlar a los trabajadores asalariados mexicanos y de mantener sus salarios lo más bajo posible. En síntesis, el lenguaje de la etnicidad impregna de racionalidad a la explotación de la fuerza de trabajo.
La gente de La Perla se ve a sí misma como progresista, racional, ambiciosa y como empresarios orientados hacia el futuro. En contraste, los granjeros mexicanos son caracterizados como muy conformistas (i.e., que están satisfechos con lo que tienen) y que trabajan para vivir en lugar de hacerlo para salir adelante.
Los ganaderos de La Perla expresan su noción de superioridad étnica y de dominio de diferentes formas. Por ejemplo, a veces hablan del número de familias que ellos mantienen en el ejido cercano del que pro
viene la mayoría de sus trabajadores. Cuando les pedí que abundaran sobre lo que ellos llamaban mantener a un gran número de familias, invariablemente contestaron que se referían al número de trabajadores que recibían un salario pagado por ellos y que, por tanto, ellos (los ganaderos de La Perla) eran quienes estaban manteniendo a las familias de sus trabajadores. Como constraste, todos los trabajadores con quienes conversé me dijeron que tenían varias fuentes de ingreso en su familia y que también contaban con la producción de cultivos de subsistencia en sus respectivas parcelas ejidales. El conocimiento tácito de los ganaderos sobre la importancia que tiene la agricultura de subsistencia para los trabajadores es expresado en el préstamo anual que les hacen de equipo agrícola. Los ganaderos también otorgan a sus trabajadores un saco de semilla de maíz para ser utilizada en la siembra anual de este cultivo en las parcelas ejidales. Este tipo de intercambio con los trabajadores es una forma de cristalizar la relación patrón-cliente entre productor y trabajador. La explicación que sobre este intercambio dan los productores es siempre de tono paternalista: "Necesitamos ayudarlos porque ellos no se organizan para comprar su propia maquinaria". Un productor me dijo con mucha franqueza: "Nos cuesta muy poco ayudarles y a cambio, ellos trabajan más duro y son más leales a nosotros".
Otro relato común entre los chipileños de La Perla es que ellos enseñaron a los productores mexicanos de las cercanías cómo trabajar sus tierras y cuidar de sus animales. Esta es la explicación que dan al porqué hay tantos mexicanos prósperos en el área.
En el discurso chipileño también hay una distinción entre trabajo mental y trabajo manual. Así, los mexicanos son capaces de realizar trabajo físico, pero necesitan ser constantemente vigilados y supervisados. Los italianos, por otra parte, malgastarían su tiempo realizando trabajo físico cuando podrían estar dando mejor uso a sus destrezas intelectuales. Ejemplo de ello fue la fábrica de construcción de tabiques que inició en el ejido Jesús María un productor de La Perla que aquí llamaré
Juan. La producción de tabiques es una actividad de importancia en el ejido y se realiza en pequeña escala. Hay muchos productores de tabique que se ganan la vida combinando esa actividad con la agricultura. Sin embargo, Juan me comentó que si bien los tabiqueros mexicanos son buenos trabajadores, se requiere de la inteligencia de un italiano para
hacer que el negocio prospere. En los hechos, él estuvo al frente de su fábrica de tabiques por ocho meses y terminó cerrando el negocio porque estaba perdiendo dinero.
Los italianos de La Perla emplean su sentido de distinción, superioridad y reclamo de lo que les pertenece individualmente para estructurar y explicar las relaciones de dominio y explotación que mantienen con sus trabajadores. Así que aunque la etnicidad carece de vitalidad para movilizar a los italianos como grupo dentro de La Perla, les sirve a los productores italianos para promover y fortalecer sus fines individuales como propietarios de granjas lecheras capitalistas.
Los SIGNIFICADOS DE LA ITALIANIDAD EN CHIPILO, PUEBLA Y EN
L a P erla de C hipilo , G u a n a ju a t o 21
En términos de las manifestaciones de la etnicidad, la discusión precedente ha trazado las diferencias entre Chipilo, Puebla y La Perla de Chipilo, Guanajuato. Chipilo es un pueblo relativamente autosuficiente que ha permanecido física y socialmente aislado de la cercana ciudad de Puebla. El pueblo es lo suficientemente grande como para sostener una serie de negocios y otras instituciones que le han permitido mantener un carácter introspectivo. La gente de Chipilo comparte un sentido de distinción con respecto a las poblaciones mexicanas circunvecinas. Han nutrido una solidaridad colectiva con apoyo en su etnicidad, la cual es expresada mediante la movilización colectiva en actividades políticas y económicas.
21 Debo reconocer que cuando hago referencia a los significados de la italianidad en
ambas comunidades, estoy aludiendo a las formas en que la italianidad es vista, experi
mentada y expresada por los hombres en ambos lugares. La perspectiva femenina está
ausente de mi estudio debido a que mi trabajo ha sido exclusivamente con ganaderos,
quienes tanto en Chipilo como en La Perla de Chipilo son -sin excepción- hombres. Mis
esfuerzos por entrevistar a mujeres y ser observador participante en los hogares (esfera
que constituye el dominio femenino) no tuvieron éxito. Las pocas mujeres con quienes
tuve la oportunidad de conversar se mostraron un tanto renuentes a expresar puntos de
vista y experiencias sobre la historia de la familia y La Perla o sobre su propio papel en
ambas.
La realidad de la gente de La Perla es muy diferente de la de los habitantes de Chipilo. La Perla es una comunidad pequeña, administrativamente una colonia que está lejos de ser considerada como una entidad independiente de los recursos de afuera. En La Perla los ámbitos económico, social, geográfico y espiritual no son contiguos, como sí ocurre en Chipilo, Puebla. Los chipileños de La Perla viven en un mundo en el que la mayoría de sus relaciones sociales y económicas se dan con mexicanos residentes fuera de la comunidad: escuelas, bancos, mercados, venta de productos y hasta cierto grado, matrimonios. En otras palabras, las instituciones que apoyan la conciencia y acción colectiva en Chipilo no existen en La Perla.
Los datos históricos y actuales sobre La Perla no apoyan la existencia de una movilización política y económica en respaldo a los intereses del grupo étnico. En términos políticos, los residentes de La Perla se beneficiarían de ser reconocidos como pueblo en lugar de seguir siendo una colonia. Tendrían la autoridad para solicitar del gobierno municipal dinero y otros recursos para realizar mejoras en la comunidad, tales como la construcción de un sistema de drenaje adecuado. Sin embargo, ninguna acción colectiva para ese u otros fines ha sido llevada a cabo. Tampoco hay evidencia de la existencia de casos y situaciones de cooperación económica semejantes a los que encontramos en Chipilo. La gente de La Perla no ha podido establecer una cooperativa de ganaderos, aun cuando muchos piensan que su establecimiento acarrearía beneficios económicos para todos. Tampoco han formado asociaciones de pequeños productores de leche, a pesar de que desde el inicio de los años de 1980 sus ganancias empezaron a disminuir considerablemente debido al control de precios gubernamental al que, hasta 1995, estuvo sujeta la venta de leche. Sus precios estuvieron siempre por debajo del crecimiento inflacionario (McDonald, 1988).
En 1988, los productores de La Perla y de La Pilarina (otra comunidad de italianos circunvecina) se unieron para protestar contra las altas tarifas de electricidad ante la Oficina de Pequeña Propiedad. Ahí su acción fue recibida con tono aplacante; no hubo un resultado que satisfaciera su demanda. Nunca ha habido otro intento de acción colectiva durante el tiempo que estuve realizando trabajo de campo. Ello corrobora la ausencia de cooperación económica entre los productores de leche de
La Perla quienes, al contrario de los de Chipilo, mantienen en el plano de la individualidad la práctica de su actividad económica. De hecho, la información obtenida en reportes de reuniones del Consejo de Gobierno sugiere que existe gran desconfianza entre los miembros de la comunidad. El lenguaje formal utilizado, así como los esfuerzos del Consejo por encontrar alguna forma de autoridad que haga respetar sus decisiones son indicadores de la falta de consenso dentro de la comunidad con respecto a la conducción de asuntos pertinentes a la población. En resumen, la historia de La Perla puede ser caracterizada como una de conflictos y de gran tensión económica.
En La Perla la identidad étnica italiana -según sus manifestaciones en la comunidad original- se ha transformado de aquella que enfatiza la acción y los reclamos de grupo en beneficio colectivo, a la que enfatiza la acción y los reclamos individuales. Cuando la gente de La Perla habla sobre su italianidad, su conversación gira en torno a ser ambiciosos, luchar por el bienestar material (como individuos), ambicionar el progreso (en el sentido de impulsar una empresa propia) y pensar en el futuro (igual a pensar en formas de incrementar los bienes materiales). La visión de mundo expresada por los chilipeños de La Perla es la de propietarios individuales. Esta visión es consistente con el marco de relaciones de producción capitalista en el que se desenvuelven; un mundo en el que cada productor compite con el otro. En palabras de un ganadero:
Hubo una gran división entre los productores de La Perla. Para entonces,
vendíamos nuestra leche como grupo a un solo comprador. Teníamos la es
peranza de que vendiendo de esta forma podríamos obtener un mejor pre
cio. Sin embargo, algunos pensaron que ellos podrían obtener más por su
leche. Finalmente, hubo una falta de consenso sobre el precio al que debía
mos vender nuestro producto. Como resultado, cada quien vende la leche
por su lado al mejor precio que pueda obtener. Es más fácil de esta forma.
Lo expuesto en las secciones anteriores ha sido una interpretación de la transformación de la identidad étnica. En tal interpretación he combinado un enfoque de economía política con una perspectiva cuasi-
primordialista. En la próxima sección ampliaré el análisis aún más al
incorporar al problema de la etnicidad algunas de las ideas encontradas en trabajos de Barthes (1973) y Baudrillard (1985), aunque reconociendo que la aplicación que aquí hago se da en una escala mucho más pequeña y menos compleja que la del marco en el que ambos autores desarrollan
sus respectivos trabajos.
H ac ia u n a d e sc o n st r u c c ió n de la etn ic id a d it a l ia n a : la perla lechera
Como hemos visto, la evidencia empírica sugiere que nunca hubo armonía entre los chilipeños de La Perla. De ahí que el mito de la solidaridad resulte inconsistente con sus experiencias. El mito, pues, carece de fundamento. El mito de la solidaridad italiana en La Perla es un fenómeno discursivo semejante al que -respectivamente- Barthes (1973) y Baudrillard (1985) llaman mitologías y simulacros; ésto es, un modelo de lo real sin ningún fundamento en la realidad. Si bien el mito de la solidaridad no tiene fundamento alguno en la realidad, en esta sección sostengo que él proporciona los pilares para la generación de otros símbolos que definen a los chilipeños en sí mismos y a la comunidad. Deseo aclarar que mi percepción sobre la existencia de estos símbolos fue emergiendo lentamente y de forma fragmentaria a través de entrevistas y conversaciones con miembros de la comunidad en el transcurso de diez años.
Algunos de los símbolos más importantes los encontramos en el nombre mismo de la comunidad: la Perla de Chipilo. En conversaciones acerca de los orígenes de ese nombre, algunos miembros de la comunidad recordaron que el lugar se llamaba La Perla antes de que ellos y otros chilipeños compraran la tierra en 1963. Una vez que fue de su propiedad, ellos simplemente le añadieron "de Chipilo" al nombre original. En otra conversación explorativa acerca del origen del nombre de la colonia otro chipileño, TS, resumió el significado del nombre La Perla de Chipilo. Siguiendo su relato, miembros de la comunidad "sintieron que era un buen nombre porque el lugar era especial. Tenía suelos fértiles y podía llegar a ser un sitio muy productivo". Todos albergaban la esperanza de "llegar a La Perla a mejorar nuestras vidas y a vivir de la tierra. Todos teníamos la misma idea: mejorar nuestras vidas. No po
díamos sobrevivir en Chipilo [Puebla]. La gente ahí andaba vigilándose de cerca.
TS prosiguió haciendo la observación de que cerca de La Perla hay otra comunidad similar, La Joya, la cual también cuenta con suelos fértiles; un lugar cuya productividad le da grandes ganancias a sus propietarios. Ambos lugares son "bellos y brillantes; no hay otros lugares como ellos en esta área". Otro informante, RB, comparó a la leche con algo semejante a una perla (y como un chiste aparte, también la comparó con el semen). Observó que La Perla es como un oasis -mucha agua, plantas de maíz muy altas y ganado bien alimentado produciendo leche-. TS también comparó a La Perla con el nombre de La Joya, señalando que "ambos nombres son muy valiosos".
Resumiendo mi interpretación de los comentarios de los dos ganaderos: 1) La Perla es equivalente a una piedra preciosa, una cosa con un valor capitalista que denota riqueza y prestigio. La leche es considerada como equivalente al brillo de la perla; 2) el éxito fue alcanzado individualmente; 3) es un lugar equiparable con fertilidad (suelo fértil y maíz de altos rendimientos), mientras que la leche es considerada como equivalente al semen que, combinado con la fertilidad crea una imagen de abundancia; 4) es un lugar diferente y separado del resto de los lugares que lo rodean, los cuales están caracterizados por su homogeneidad (suelos menos fértiles y menos productivos que los de La Perla), y 5) también es un lugar que se distingue de la comunidad madre de Chipilo, Puebla.
El uso de la metáfora "La Perla" para describir la nueva comunidad sugiere que sus pobladores ven su origen y emergencia a partir de una ostra metafórica. La Perla de Chipilo es una comunidad que transplanta en Guanajuato a Chipilo, Puebla, pero en una forma nueva y más elevada. La ostra puede ser pensada como la representación de una sociedad cerrada que no comparte con el mundo exterior. La Perla, formada como resultado de la irritación dentro de la comunidad original, debe también haber sido formada dentro de una ostra cerrada. Así visto, podemos concebir al mito de la solidaridad en La Perla como la historia de una comunidad que fue una ostra cerrada, aislada del resto del mundo.
El mito de la solidaridad en La Perla no corresponde con los perío
dos de tensión y conflicto característicos de su historia. Aun dentro de
la pretensión de armonía y consenso, ha habido gran irritabilidad. Lo que emergió del aislamiento original fueron individuos que, a través de años de trabajo aislado y de ardua lucha, acumularon capital. En síntesis, el individuo y La Perla son isomorfos. La Perla es una forma particular que emerge dentro de una masa no diferenciada. Para que la irritación/conflicto resultara en la producción de una Perla/éxito particular, tiene que haber habido una condición inicial en la masa no diferenciada que haya abierto tal posibilidad. Según mi análisis del mito, esa condición inicial fue la existencia de armonía, cooperación y consenso.
Para resumir, un componente necesario del mito de la solidaridad dentro de la comunidad cerrada (i.e., la ostra) es la irritación, la tensión y el conflicto. El período de pretensión del mito coincide con los años inmediatos a la fundación de La Perla, años en los que la comunidad estuvo física y socialmente aislada de Guanajuato. Un chipileño me contó que los habitantes de comunidades vecinas pensaron que los habitantes de La Perla eran comunistas porque vivían y trabajaban juntos y hablaban italiano. Según su relato, en ese entonces los mexicanos les temían. Ahora la situación es diferente. Hoy día envidian el éxito alcanzado por los chipileños. La ostra se ha abierto para que todos vean su gran valor. Así, los chipileños ven su historia temprana en La Perla como dolorosa pero necesaria.22 Este fue también un momento crítico de su conversión en exitosos ganaderos capitalistas.
Así como cada miembro de la comunidad de La Perla emergió como individuo a partir de una masa no diferenciada, la comunidad de La Perla emergió de la masa no diferenciada de Chipilo, Puebla. Los costos de permanecer dentro de la masa no diferenciada eran demasiado altos. Cada productor con quien conversé reiteró que la razón por la que decidió arriesgarse a dejar Chipilo fue para buscar mejorar el nivel de vida propio y el de su familia. Dados los límites de la base económica en
22 En muchas de las entrevistas que realicé sobre la historia de Chipilo, los chipileños
hablan de las dificultades de trabajar en condiciones de aislamiento. Caracterizan esas
condiciones como horribles aunque necesarias para alcanzar el éxito económico. Los
miembros de la comunidad que no han alcanzado el éxito son descritos como individuos
que buscaron demasiado pronto estar en el mundo exterior y disfrutar de sus placeres, y
gastaron su dinero en coches y alcohol en lugar de invertirlo en la granja ganadera.
Chipilo (e.g., granjas muy fragmentadas al punto de que algunas personas tienen un cuarto de hectárea y una octava parte del patrimonio de la casa familiar) las personas que dejaron Chipilo no sentían que podían satisfacer sus necesidades individuales. Por ello decidieron buscar un nuevo lugar donde pudieran satisfacerlas. Su "deseo" está basado en la percepción de una "carencia" que Chipilo no sólo no podía satisfacer, sino que también podía negarles (Belsey, 1980:132). Siguiendo la metáfora, la "ostra cerrada" de Chipilo fue demasiado limitante. Si pensáramos que el consenso caracteriza a la masa no diferenciada que habita en la ostra que simboliza a Chipilo, entonces la ostra permanecerá cerrada sin necesidad de irritación.
Hasta aquí he tratado de exponer en detalle cómo los pilares institucionales de Chipilo constituyen elementos cruciales en la existencia de expresiones de conciencia colectiva apoyadas en la etnicidad, y de acciones colectivas económicas y políticas. En otras palabras, Chipilo permanecerá cerrado al mundo exterior en tanto los pilares institucionales que lo facilitan permanezcan firmes.
Las nociones de transformación de un espacio cerrado con una orientación hacia el grupo, hacia uno orientado hacia el individuo están enmarcadas en la forma en que cada comunidad ha caracterizado a la otra. Los habitantes de Chipilo, por ejemplo, perciben a los de La Perla como arribistas que vienen a Chipilo a recordarles qué bien les ha ido desde que salieron de Chipilo. También los describen como avaros. Aun la gente de La Perla reconoce que, en palabras de PG, "ya no se llevan bien con la gente de Chipilo". Por otra parte, la gente de La Perla describe a los chilipeños como conservadores, poco atrevidos y poco dispuestos a sacar provecho de una participación en la sociedad mexicana. PG añade que los chipileños "están muy ocupados prestándole atención a lo que cada quien hace en la comunidad [...] nunca logran hacer algo [como individuos]. [Chipilo] es como un perro tratando de morderse la cola".
Retomando la metáfora de La Perla, ésta es transformacional, individual y cristalizada. La Perla es también una mercancía muy apreciada cosechada mediante la acción humana, la cual también la coloca en el mundo de la circulación. Como tal, tiene un doble significante: La Perla tiene un valor monetario y también le confiere estatus y poder a su pro
pietario. Le confiere estatus al ser observada por otros. De ahí que la Perla sea un crisol para más de una metáfora sobre su emergencia y eventual transformación en una forma más elevada de expresión que la de Chipilo. También es un fetiche del mercado de mercancías capitalista. La Perla denota la relación de la comunidad con el mundo, relación que queda delimitada en términos de estatus y poder.
No es sorprendente entonces que la gente de La Perla se muestre ansiosa por recibir visitantes que vengan a ver y apreciar a su comunidad. La envidia es a menudo el motivo que ofrecen los chipileños de La Perla para explicar las relaciones conflictivas ewtre La Perla y las comunidades mexicanas circunvecinas. Su envidia implica que hay una observación de La Perla; la existencia de la envidia le confiere poder y estatus a los chipileños. Para mi asombro, algunos pobladores me contaron que en los años de 1970 hubo excursiones a La Perla organizadas por estadounidenses residentes en San Miguel de Allende. Los pobladores de la mayoría de las comunidades rurales que he visitado no parecen estar interesados en nada semejante al escrutinio externo al que invitaron los chipileños de La Perla. Otro ejemplo de observación externa a invitación de la comunidad es la fiesta anual de Purina, a la cual asisten productores de leche del área, muchos de ellos mexicanos. De acuerdo con los chipileños, los directivos de Purina desean asociar su producto con productores exitosos. Aun mi presencia en La Perla fue un evento que validó la percepción de los chipileños de ser detentadores de poder y estatus frente a la sociedad mayor. Después de todo, yo iba a escribir acerca de ellos; iba a exponer a la comunidad a un contexto internacional.
Para terminar, retornaré a la naturaleza dual del nombre de La Perla de Chipilo. Por un lado, los chipileños de La Perla se distinguen a sí
mismos de los chipileños de Puebla. Se consideran progresistas, dispuestos a tomar riesgos y con una orientación hacia el individuo. Por otro lado, procuran mantener cierta continuidad con Chipilo, Puebla, de
tal forma que su sentido subjetivo del lugar que ocupan en el mundo no se colapse totalmente. Provenir de Chipilo, Puebla, les provee de una especie de orientación dentro de lo que a menudo perciben como una sociedad mexicana caótica. Al mismo tiempo, Chipilo les ofrece una fuente de contraste simbólico a partir de la cual enfatizar su éxito, poder y
estatus. Como anota Rosaldo (1989), en la sociedad capitalista existe una tendencia fuerte hacia la veneración de lo que ha sido destruido, de lo que ya no puede ser obtenido o de lo que nunca existió. Por esto, no sorprende que los italianos se tornen nostálgicos cuando hablan de "los viejos buenos tiempos" en La Perla. Tampoco sorprende que visiten Chipilo, Puebla. Hacerlo es tanto una manera de ser observados -reafirmando así su percepción de ser detentadores de poder y estatus frente a la sociedad mayor- como una forma de venerar el pasado.
C o n c l u sio n e s
La comparación entre dos formas diferentes de expresión de la etnicidad en dos comunidades de italianos en México trazó el camino para examinar la transformación de la identidad étnica y analizarla como resultado de la ubicación de cada comunidad dentro de la economía política mexicana.
El tamaño de Chipilo, su aislamiento social y geográfico, y sus pilares institucionales mantienen una relación dialéctica con la existencia de una conciencia y de acciones colectivas con sustento en la etnicidad. La Perla, por otro lado, carece de pilares institucionales que faciliten la eclosión de una conciencia y acciones económicas y políticas colectivas. Ahí la conciencia étnica es expresada de forma individual; no hay ejemplos de acción colectiva similares a los que hallamos en Chipilo.
En ambas comunidades hay una relación estrecha entre clase y et- nia. En Chipilo, los miembros de la comunidad se movilizan económica y políticamente como grupo para abogar por la defensa de sus intereses dentro de la sociedad mexicana. En La Perla, la defensa de intereses es una expresión individual. Aquí la etnicidad es utilizada como lenguaje para estructurar y racionalizar la relación entre los ganaderos italianos y sus trabajadores mexicanos. Esta visión sobre la transformación de la
identidad es también reforzada por el análisis de la circulación de símbolos en La Perla, un recurso a partir del cual extraer fortaleza y también una forma de crítica cultural de su propia historia.
La construcción de una identidad étnica con fundamento en la acción individual, combinada con la orientación hacia afuera que caracte
riza a La Perla, invita a la pregunta sobre la asimilación. En otras palabras, ¿puede continuar transformándose la identidad étnica hasta el punto de que disminuyan los sentimientos de distinción hoy prendidos a una conciencia étnica con apoyo en lo distintivamente individual? Los contactos con individuos que se han mudado de la comunidad sugieren que la respuesta a tal pregunta es afirmativa. Muchos de los italianos que hoy viven fuera de La Perla ya no enseñan a sus hijos a hablar italiano, no comen alimentos típicamente italianos ni participan en actividades características de una manifestación de la italianeidad. Todo ello sugiere que La Perla es un lugar transitorio que ha permanecido lo suficientemente aislado como para suministrar condiciones para el sostén de una identidad étnica distintiva. La continuación del mantenimiento de tal identidad parece problemático cuando consideramos que los hijos de los que hoy mantienen esa identidad van a escuelas mexicanas y pasan la mayor parte de su tiempo dentro de espacios culturales mexicanos.
Traducción: Luz Nereida Pérez Prado
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