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Gracia a Vosotros: Desatando la Verdad de Dios, Un Versículo a la Vez
El llamado al arrepentimiento Escritura: Escrituras seleccionadas
Código: 90-22
John MacArthur
Como ustedes saben, estamos estudiando juntos una serie acerca del señorío de Jesucristo
en referencia a la salvación. Esta noche llegamos al tercer mensaje en nuestra serie titulado
“El llamado al arrepentimiento”. La naturaleza de esta serie es que es a partir de escrituras
selectas en lugar del enfoque normal que tomo de un pasaje dado, también la naturaleza de
esta serie es que es polémica, esto significa que está orientada hacia un punto en particular,
tiende a ser argumentativa al adoptar una postura y presentar otra, y una postura equivocada
hasta donde yo puedo ver; esto es algo que no hacemos con mucha frecuencia, pero de vez
en cuando, hemos sentido la necesidad de predicar acerca de ciertas cosas que están siendo
enseñadas, que pensamos que no son coherentes con la Palabra de Dios.
Y como dije al principio de nuestra serie, he estado tratando con esto por varios años, de
hecho, por más de 10 años este ha sido un tema de preocupación seria para mí; de hecho, he
estado en el proceso de escribir un libro del tema durante aproximadamente cuatro años, y
ahora está terminado el libro, de hecho, ya lo leí, ya realicé toda la edición final del manuscrito
esta semana y ahora están en manos de la casa de publicaciones para revisión final, y
después será publicado en mayo. Tiene que ver con este tema de lo que es el Evangelio. El
título del libro es “El Evangelio según Jesucristo”, y hemos escuchado a muchas personas
diciéndonos lo que es el Evangelio. Es mi convicción que debemos escuchar lo que Jesús
dice y ver lo que Él tiene que decir.
Uno de los elementos que está en juego en este debate de mucha influencia es el asunto del
arrepentimiento. ¿Qué es y dónde encaja? ¿Es una parte esencial del mensaje del Evangelio
o no lo es? Y espero que en esta noche al ver juntos la Palabra de Dios y considerar algunas
de las cosas que están siendo dichas, podamos tener un entendimiento claro de lo que la
Biblia tiene que decir acerca del arrepentimiento. Prácticamente, uno de los elementos más
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claros de las invitaciones bíblicas a la salvación es la demanda de arrepentimiento. Si usted
toma el Nuevo Testamento y lo lee tal cual, se verá presionado a concluir que el
arrepentimiento es un factor esencial en una presentación del Evangelio.
Para reforzarle eso, me gustaría simplemente tener un pequeño estudio bíblico con usted.
Tome su Biblia y comencemos en Mateo, capítulo 3, y sigamos un poco el registro del
Evangelio hasta el libro de los Hechos —un par de notas en las epístolas— y veamos cuál es
el resumen de estos versículos. En Mateo, capítulo 3, se nos presenta al primer evangelista
del Nuevo Testamento, ningún otro que Juan el Bautista. En el versículo 1 del capítulo 3 dice:
“En aquellos días, Juan el Bautista vino predicando en el desierto de Judea diciendo:
Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado”, después en el versículo 8 Juan
añadió: “Por tanto, traed frutos dignos de arrepentimiento”. Después en el capítulo 4, versículo
17, siguiendo a Juan el Bautista vino el ministerio de Jesús, y desde ese entonces —esto es
al principio de su ministerio— Jesús comenzó a predicar y a decir: “Arrepentíos, porque el
reino de los cielos se ha acercado”. Capítulo 9 y versículo 13, Jesús dijo: “Pero id y aprended
lo que esto significa. Deseo compasión y no sacrificio —esto es: Deseo una actitud de
corazón, no una religión externa— porque no he venido para llamar a los justos, sino a
pecadores”.
Veamos Marcos, capítulo 1 y versículo 14, y de nuevo, Marcos presenta a Juan después de
que había sido llevado preso, Jesús vino a Galilea predicando el Evangelio de Dios, ¿y cuál
fue? Diciendo: “El tiempo se ha cumplido y el Evangelio de Dios se ha acercado. Arrepentíos y
creed en el Evangelio”. Capítulo 2 de Marcos, versículo 17: “Y oyendo esto, Jesús les dijo: No
son aquellos que están saludables lo que necesitan un médico, sino aquellos que están
enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a pecadores”. Y de nuevo, vemos el
mensaje del arrepentimiento dado a pecadores. Capítulo 6, versículo 12 de Marcos, y aquí
vemos que el ministerio ha ido más allá de Juan el Bautista, más allá de Jesús, a los
apóstoles, los discípulos, y dice en el versículo 12: “Salieron y predicaron que los hombres
debían arrepentirse”.
Veamos el Evangelio de Lucas y veamos cómo es que Lucas relata la primera predicación del
Evangelio de Dios, en Lucas, capítulo 5, se nos vuelve a presentar este pensamiento en el
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versículo 31, el ministerio de Jesús, y aquí él expande el registro de Mateo y Marcos, y en el
versículo 31 Jesús les respondió y les dijo, refiriéndose a los fariseos y a los escribas: “No son
los que están bien los que necesitan un médico, sino aquellos que están enfermos. No he
venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento”, esa fue la implicación de
Mateo, la implicación, y es afirmado de manera explícita por parte de Lucas, cómo el
ministerio de Jesús fue dirigido a pecadores llamándolos al arrepentimiento. El capítulo 13 de
Lucas nos lleva en mayor profundidad al ministerio del Evangelio de Dios; en la misma
ocasión, hubieron algunos que estaban presentes que le contaron de los galileos cuya sangre
Pilato había mezclado con sus sacrificios, y él les respondió y les dijo: “¿Suponen ustedes que
estos galileos eran peores pecadores que los demás galileos porque sufrieron esto? Os digo
no, antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente. ¿O suponéis que esos 18 en los
que la torre de Siloé cayó y los mató, eran peores que todos los hombres que viven en
Jerusalén? Os digo no. Antes, si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente”.
Ahora, las preguntas que se presentan aquí son preguntas muy interesantes, lo que la gente
quería saber era: ¿Cómo es que hubieron algunos galileos que entraron a ofrecer sacrificio a
Dios y los hombres de Pilato entraron y los mataron mientras que estaban ofreciendo
sacrificios a Dios? ¿Cómo es posible —están diciendo— que Dios permite que la gente
entregue su vida en un baño de sangre, cuando lo que estaban haciendo era lo correcto?
¿Por qué permitió eso Dios? Esa es la pregunta. Y Jesús dice en el versículo 2: “Creo que
ustedes piensan que esos galileos debieron haber sido peores pecadores que el resto de los
galileos porque sufrieron eso; pero les estoy diciendo que ellos son tan solo un ejemplo de lo
que les va a suceder si no se arrepienten”. Y después, la siguiente pregunta en su mente:
¿Qué hay acerca de esas 18 personas sobre las cuales cayó esa torre? Estas personas no
estaban adorando a Dios, simplemente estaban caminando por la calle y la torre cayó y los
mató. Jesús dijo: “¿Están pensando que eran pecadores peores que el resto de la gente que
vivió en Jerusalén y por eso murieron? No —dice Él—, si no se arrepienten, ustedes también
morirán”, y en ambos casos, Él llama al arrepentimiento.
El ministerio de Juan: “Arrepiéntete”, el ministerio de Jesús: “Arrepiéntete”, el ministerio de los
discípulos: “Arrepiéntete”. Vayamos a Lucas, capítulo 15, versículo 7, Jesús dice después de
describir al hombre que perdió la oveja y fue a buscar la oveja, que cuando él viene a casa, él
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se regocija y demás: “Os digo, que de la misma manera habrá más gozo en el cielo por un
pecador que se arrepiente, que por 99 personas justas que no necesitan arrepentimiento”.
Versículo 10, Él cuenta una historia de una mujer que encontró una moneda y se regocijó: “Y
de la misma manera os digo que hay gozo en la presencia de los ángeles de Dios por un
pecador que se arrepiente”, y después Él cuenta la historia del hijo pródigo, que trata de un
pecador que se arrepintió y un pecador que no se arrepintió; el pecador que se arrepintió fue
el pródigo, y el pecador que no se arrepintió fue el hermano que se quedó en la casa y no
reconoció su propio pecado.
El ministerio de Juan el Bautista fue arrepentimiento, el ministerio de Jesús fue
arrepentimiento, el ministerio de los discípulos fue arrepentimiento, y el cielo lo reconoce y se
regocija cuando un pecador se arrepiente. Capítulo 16 de Lucas, usted conoce este registro
del hombre rico y Lázaro, el hombre rico murió y se fue al Hades y estaba en tormento;
Lázaro, el mendigo, murió y se fue al seno de Abraham; y claro, el hombre rico dijo: “Déjame
salir de aquí para que pueda advertir a mis hermanos para que no vengan aquí”, pero
Abraham dijo en el versículo 29: “A Moisés y a los profetas tienen, óiganlos”; pero él dijo: “No,
padre Abraham. Pero si alguien va a ellos de los muertos, ellos se arrepentirán”. Ahora, lo que
usted comienza a percibir aquí es que está este concepto de arrepentimiento que es la
esencia misma de la invitación del Evangelio, es un llamado al arrepentimiento. Cuando dicen
aquí, cuando Abraham dice — más bien, cuando el hombre rico le dice a Abraham: “Se
arrepentirán”, él está diciendo: “Se arrepentirán y creerán en la verdad”, todo eso está
implícito.
Pero el arrepentimiento es una parte tan obvia, medular, que la respuesta entera del
Evangelio podía resumirse en la palabra “arrepiéntete”. Juan predicó arrepentimiento, Jesús
predicó arrepentimiento, los discípulos predicaron arrepentimiento, y el pecador aquí entendió
el arrepentimiento, llegando a la conclusión del Evangelio de Lucas y trayéndolo más cerca de
nosotros. Capítulo 24, versículo 46, Jesús resume el Evangelio: “Así está escrito —Lucas
24:46— que el Cristo debe padecer y resucitar de los muertos al tercer día, y que
arrepentimiento para el perdón de los pecados deba ser proclamado en su nombre a todas las
naciones comenzando en Jerusalén”. En otras palabras, somos llamados a predicar
arrepentimiento.
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Oigo muchas personas decir que quieren compartir su fe, no oigo a muchas personas decir
que quieren salir y predicar arrepentimiento; pero eso es realmente a lo que somos llamados,
somos llamados a predicar arrepentimiento para el perdón de pecados, a proclamarlo a todas
las naciones. Ahora, veamos lo que hizo la primera iglesia, vaya al libro de los Hechos.
¿Siguieron con el ministerio de Juan y Jesús y los discípulos? ¿Siguieron la instrucción de la
gran comisión de que arrepentimiento para perdón debía ser predicado entre todas las
naciones? Escuchemos a Pedro, Hechos 2:38; Pedro se pone de pie en el día de
Pentecostés, este es el primer sermón en la nueva era; la iglesia está a punto de ser fundada
y nacer después de la resurrección. ¿Y cuál es el mensaje? Que, de hecho, ¿cuál es la
invitación que da luz a la iglesia? Pedro dijo en el versículo 38: “Arrepentíos, arrepentíos”, y él
sigue en el gran tren de Juan y Jesús y los discípulos, y sigue de manera obediente a la
comisión de Lucas 24:47; “Arrepentíos, y cada uno de vosotros sea bautizado en el nombre
de Jesucristo”. Y el arrepentimiento, claro, provee para el perdón de sus pecados y el don del
Espíritu Santo.
Capítulo 3 de los Hechos, seguimos en mayor profundidad el ministerio de la primera iglesia y
aquí, de nuevo, Pedro es el predicador, este es su segundo sermón, él le dice a los judíos que
lo están escuchando, en el versículo 14: “Vosotros rechazasteis al Santo y al Justo, pidieron
que un asesino se les concediera y mataron al Príncipe de la vida, a Aquél a quien Dios
resucitó de los muertos, y somos testigos de este hecho, y en base a la fe en su nombre —
este es el nombre de Jesús que ha dado fuerza a este hombre— a quien vosotros veis y
conocéis, y la fe que viene a través de Él le ha dado a éste salud perfecta en la presencia de
todos vosotros. Y ahora, hermanos, sé que habéis actuado en ignorancia así como vuestros
gobernantes lo hicieron, pero las cosas que Dios anunció de antemano por la boca de todos
los profetas, que Jesucristo debía padecer se ha cumplido”. Ahora, versículo 19: “Arrepentíos,
por tanto, y volveos para que vuestros pecados puedan ser borrados”, de nuevo, el mensaje
del Evangelio es un llamado al arrepentimiento.
El capítulo 11 nos lleva en mayor profundidad en la expansión de la iglesia, y volvemos a
encontrar en el capítulo 11 que el Apóstol Pedro es aún la figura primordial, el personaje
primordial; su deber aquí es reportarle a los judíos en Jerusalén lo que él ha visto a Dios hacer
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al salvar a gentiles, esto es a Cornelio y a su casa, en el versículo 18 dice: “Cuando oyeron
esto, guardaron silencio y glorificaron a Dios diciendo: Bueno, entonces, Dios ha concedido a
los gentiles también el arrepentimiento que lleva a la vida”. ¿Está usted comenzando a
entender la idea de que el arrepentimiento es un sinónimo para la fe salvadora, que es un
ingrediente y elemento esencial?
Avancemos. Hechos 17. Ahora entramos al ministerio del Apóstol Pablo, y Pablo se encuentra
en Hechos 17 en la capital filosófica del mundo helenista, en ningún otro lugar que en la
ciudad de Atenas, se encuentra en el areópago ahí, y él está interactuando con los filósofos,
los eruditos de esa ciudad, y él les da este mensaje en el versículo 30: “Por tanto, habiendo
pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, Dios manda ahora a todos los hombres que se
arrepientan, porque Él ha determinado un día en el cual Él juzgará al mundo”, “Más vale que
se arrepientan porque Él va a juzgar al mundo, Él lo va a juzgar en justicia, lo va a juzgar a
través de un hombre que Él designó, un hombre que ha mostrado ser digno al ser resucitado
de los muertos”. Entonces, Pablo predicó arrepentimiento.
Vayamos al capítulo 20. Aquí Pablo está instruyendo a los ancianos efesios. Los ancianos
efesios eran primordialmente responsables por proveer liderazgo para todas las iglesias de
Asia Menor, eran líderes clave, y Pablo les recuerda en el versículo 21 que su ministerio
consistió en testificar solemnemente tanto a judíos y a griegos acerca del arrepentimiento
hacia Dios y la fe en nuestro Señor Jesucristo. Pablo predicó a los líderes de la iglesia el
asunto del arrepentimiento sabiendo que ellos, a su vez, debían predicar arrepentimiento a
otros. Y después, pase al capítulo 26, versículo 20. Aquí está Pablo ante el rey Agripa y él le
dice en el versículo 19 del capítulo 26: “Como consecuencia, rey Agripa, no fui desobediente a
la visión celestial, sino continué declarando tanto aquellos que estaban en Damasco primero,
y también en Jerusalén, y a lo largo de toda la región de Judea, inclusive a los gentiles, que
ellos debían arrepentirse y volverse a Dios haciendo obras dignas de arrepentimiento”.
Ahora, esa fue la definición clásica de Pablo de la predicación del Evangelio; es predicar
arrepentimiento y fue debido a que él predicó arrepentimiento que ellos lo atraparon; versículo
21 dice: “Y trataron de matarme”. Entonces, usted puede ver que la primera iglesia siguió con
la predicación de Jesús y siguió con la predicación de Juan, y siguió con la predicación de los
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discípulos y fue fiel en proclamar arrepentimiento del pecado, volverse del pecado a Dios.
Pablo escribe en Romanos 2:4: “¿O menospreciáis las riquezas de su benignidad, paciencia y
longanimidad, ignorando que la bondad de Dios te lleva al arrepentimiento?”, ahora subraye
eso, subráyelo. La predicación de Juan estuvo dirigida al arrepentimiento, la predicación de
Jesús estuvo dirigida al arrepentimiento, la predicación de los discípulos estuvo dirigida al
arrepentimiento, la predicación de la primera iglesia estuvo dirigida al arrepentimiento,
inclusive la obra de Dios está dirigida a producir arrepentimiento; ¿por qué? Porque dice en 2ª
de Pedro, de nuevo, capítulo 3, versículo 9: “El Señor no retarda su promesa como algunos la
tienen por tardanza, sino es paciente para con todos, no queriendo que ninguno perezca, sino
que todos vengan al arrepentimiento”.
Querido amigo, quiero decirle que en ese versículo el arrepentimiento es un sinónimo de
salvación. No puede haber fe sin arrepentimiento, no puede haber salvación sin
arrepentimiento. El arrepentimiento es un sinónimo, es un elemento dentro de la obra
salvadora de Dios que es tan esencial, que la obra salvadora de Dios, de hecho, puede ser
llamada arrepentimiento, volverse. Hay otras invitaciones en el Nuevo Testamento que llaman
a esto sin usar la palabra. Por ejemplo, vea Marcos 8:34, y aquí el Señor Jesús está dando
una invitación. Él se dirigió a la multitud y estaban congregados ahí con los discípulos que
estaban ahí y Él le dijo a esa gran congregación, a esa multitud de personas: “Si alguno
quiere venir en pos de Mí, quiere ser mi discípulo, quiere seguirme, niéguese a sí mismo y
tome su cruz —esto es disposición a morir, entregar su vida— y sígame”, ahora, ese es un
llamado a volverse, a volverse del yo, a volverse del pecado, a volverse hacia Cristo.
Observe en Lucas, capítulo 9, y de nuevo, simplemente dos versículos ahí, 23, mismo
pensamiento: “Si alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo y tome su cruz
diariamente y sígame. Porque todo aquel que quiera guardar su vida la perderá, pero todo
aquel que pierda su vida por causa de Mí”, Él es el que la salvará, esa es una invitación, esa
es una invitación a un pecador a dejar de controlar su propia vida para seguir a Cristo. Dice
usted: “¿Está seguro de que eso se habló a pecadores? ¿Estás seguro de que no le está
hablando ya a una persona salva que se niegue a sí mismo, que tome su cruz y sea un
seguidor más devoto? ¿Estás seguro de que él no está diciendo: Podrías morir al ser
disciplinado si no entregas tu vida? ¿Estás seguro de que Él le está hablando a incrédulos?”.
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Bueno, a partir del versículo 25 lo sabemos, porque Él dice inmediatamente: “Porque, ¿qué
aprovechará al hombre si ganare el mundo entero y perdiere su alma?”, oh, él está hablando
si usted va a perder su alma o no, no si usted va a perder su recompensa o bendición;
entonces, este es un llamado a dejar una vida dirigida a uno mismo, una vida apuntada o
dirigida al placer personal, una vida pecaminosa para seguir a Cristo. Capítulo 14 de Lucas,
versículo 26: “Si alguno viene en pos de Mí y no aborrece a su propio padre y madre y esposa
e hijos y hermanos y hermanas, sí, aún su propia vida, no puede ser mi discípulo”, qué
afirmación. Y después Él lo sigue: “Y el que no lleva su propia cruz y viene en pos de Mí no
puede ser mi discípulo”, hay un precio, hay que volverse, hay que dejar su propia voluntad, su
propio camino, las cosas que se aferran a usted, las relaciones que lo confinan a usted para
seguir a Cristo a costa de lo que sea.
Y más vale que calcule el costo. Versículo 28: “Porque, ¿quién de vosotros queriendo edificar
una torre no se sienta primero y calcula los gastos a ver si tiene lo que necesita para
acabarla? No sea que después que haya puesto el cimiento y no pueda acabarla, todos los
que lo vean comiencen a hacer burla de él diciendo: Este hombre comenzó a edificar y no
pudo acabar. ¿O qué rey al marchar a la guerra contra otro rey no se sienta primero y
considera si puede hacer frente con diez mil al que viene contra él con veinte mil? Y si no
puede, cuando el otro está todavía lejos, le envía una embajada y le pide condiciones de paz”.
Entonces, sigue esto: “Así pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee,
no puede ser mi discípulo”. ¡Hombre! Es volverse, es volverte de tu propia vida, tu propia
voluntad, tu propia manera de vivir, tu propio pecado para seguir a costa de lo que sea; es un
cambio de mente, es un cambio de corazón, es una nueva vida de negarse a uno mismo y en
pecado y ver al Salvador como Señor y Rey en lugar de mí. ¿Cuán importante es
arrepentirse? Jesús lo dijo, lo acabamos de leer, Lucas 13:3-5: “Antes, os digo, que si no os
arrepentís, todos pereceréis igualmente”.
Amados, simplemente de ese panorama breve de los Evangelios y los Hechos, y un versículo
de Romanos y 2ª de Pedro, podemos ver que los primeros predicadores predicaron
arrepentimiento, y le he pedido al Señor que me dé una nueva dosis de arrepentimiento en mi
predicación porque el tema ha sido ignorado de manera trágica. ¿En dónde está ese tipo de
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predicación en la actualidad? ¿En dónde oye usted ese tipo de Evangelismo en la actualidad?
No está de moda predicar un Evangelio que demanda que la gente entregue todas sus
posesiones. El Evangelio que usted oye en la actualidad es: “Ven a Jesús y serás rico”, el
Evangelio en la actualidad es: “Cree en Jesús y Él perdonará todo tu pecado y te dará el cielo,
y no tienes que preocuparte por dejar nada”; eso no es lo que Jesús predicó. Arrepiéntete,
deja tu pecado y tu egoísmo.
Ahora, ¿cómo es posible que este elemento esencial de la predicación del Evangelio llegó a
ser evitado? ¿En dónde lo perdimos porque no lo vemos en la actualidad? Rara vez usted oye
la palabra. Podemos regresar a 1937, el Dr. Harry A. Ironside, un gran hombre de Dios,
maestro de la Biblia. El Dr. Ironside en 1937 señaló que la doctrina bíblica del arrepentimiento
estaba siendo diluida sistemáticamente por parte de aquellos que querían excluirla del
mensaje del Evangelio. 1937, 50 años atrás, Ironside dijo: “Están tratando de excluirla del
mensaje del Evangelio”. Permítame citar del libro que él escribió titulado “Antes si no os
arrepentís”; él era un campeón del arrepentimiento y de manera apropiada. Él escribió esto:
“La doctrina del arrepentimiento es la nota ausente en muchos círculos en la actualidad que,
de otra manera, son ortodoxos y fundamentalmente sanos”. Esta no es una batalla nueva,
esta es una batalla antigua.
La gente en la actualidad está predicando un Evangelio que dice: “Bueno, mira, simplemente
cree, no te preocupes por tu pecado, no te preocupes por tu pasado, simplemente cree y todo
vendrá después”. Ironside peleó esa batalla en 1937. Además, él dijo esto, él dijo, y cito: “Los
predicadores que profesan la gracia, que como los antinominianos de la antigüedad,
menosprecian la necesidad del arrepentimiento, por lo menos parecen invalidar la libertad de
la gracia”, y ese fue el punto medular. Habían algunos que dijeron: “Si llamas al
arrepentimiento, estás invalidando la libertad de la gracia, y la gracia es tan y tan libre que no
tienes que hacer nada más que solo creer”. Ironside reconoció en su día los peligros de una
creencia fácil insipiente.
Además, él dijo: “La predicación superficial que no enfrenta el hecho terrible de la
pecaminosidad del hombre y la culpabilidad del hombre, llamando a todos los hombres en
todo lugar a arrepentirse, resulta en conversiones superficiales. Y entonces, tenemos a
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muchos profesantes en la actualidad, profesantes de labios para afuera, que no dan evidencia
en absoluto de regeneración. Promoviendo la salvación por la gracia, manifiestan ninguna
gracia en sus vidas; declarando a toda voz que son justificados por la fe únicamente, se les
olvida que la fe sin obras es muerta, y que la justificación por obras ante los hombres no debe
ser ignorada como si estuviera en contradicción a la justificación por la fe anterior”, fin de la
cita.
Harry Ironside en 1937 estaba en lo correcto, peleando la misma batalla. Y si regresáramos, a
partir de ahí, regresando en la historia de la iglesia, también vemos que en la historia de la
iglesia registra el testimonio de los líderes de Dios con respecto a la naturaleza esencial del
arrepentimiento. Permítame llevarlo aún más atrás. ¿Qué hay acerca de los primeros padres
de la iglesia? 150 después de Cristo, muy bien, 50 años después de que Juan el Apóstol
murió, eso es temprano, esos son los primeros años. Permítame leerle de la 2ª Epístola de
Clemente, 150 después de Cristo, esto es lo que él dice: “No lo llamemos meramente Señor
porque eso no nos salvará, porque Él dice: No todo el que me dice Señor, Señor, será salvo,
sino el que hace lo correcto. De esta manera, hermanos, reconozcámoslo por nuestras
acciones. Este mundo y el mundo venidero son dos enemigos; éste significa adulterio,
corrupción, avaricia y engaño, mientras que el otro lo hace a un lado. No podemos entonces
ser amigos de ambos. Para obtener el uno, tenemos que hacer a un lado el otro”, eso es
arrepentimiento, eso es arrepentimiento.
Eso es exactamente lo que Santiago dijo: “La amistad con el mundo es enemistad con Dios, o
eres amigo del mundo o el amigo de Dios, no ambos”, eso es arrepentimiento. ¿Qué tal Martín
Lutero? En 1517, Martín Lutero disparó el disparo que ha sido oído por todo el mundo cuando
él clavó en la puerta de la Iglesia de Wittenberg sus 95 tesis, él propuso 95 principios que él
pensó que la Iglesia Católica Romana debía reconocer. No sé si usted está consciente de los
que eran esos 95, pero después de esta noche usted va a estar consciente de cuáles fueron
los primeros tres porque aquí están. Número 1, esto estuvo en la puerta de Wittenberg:
“Nuestro Señor y Amo, Jesucristo, al decir ‘arrepentíos’, quiso decir que la vida entera de los
fieles debía ser un acto de arrepentimiento”.
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Número 2, de sus 95 tesis: “Este dicho no puede ser entendido como el sacramento de la
penitencia, esto es de la confesión y absolución, la cual es administrada por el sacerdocio. 3)
Sin embargo, Él no se refiere al arrepentimiento interior únicamente, no; el arrepentimiento
interior está ausente si no produce tipos diferentes de hacer morir la carne”. Entonces, dijo
Martín Lutero tres puntos primordiales: 1) El arrepentimiento es un estilo de vida; 2) No tiene
nada que ver con sacramentos de la iglesia, confesión y absolución; 3) No es tan solo interno,
produce hacer morir la carne. Martín Lutero estaba en lo correcto.
Pasemos al siguiente siglo, 1674. En 1674, la obra maestra teológica conocida como el
Catecismo Corto de Westminster fue escrito, y en ese catecismo el cual algunos de ustedes
han leído, inclusive estudiado si vienen de un trasfondo reformado; hay una serie de
preguntas y respuestas y eso era la enseñanza a manera de catecismo, pregunta y respuesta,
pregunta y respuesta, y usted le enseñaba a sus niños el catecismo y eventualmente ellos se
memorizaban todos los elementos de la teología. Una de las preguntas en el Catecismo Corto
de Westminster es esta: ¿Qué es el arrepentimiento para vida? Respuesta: El arrepentimiento
para vida es una gracia salvadora, mediante la cual un pecador, a partir de un sentido
verdadero de su pecado y un entendimiento de la misericordia de Dios en Cristo, con tristeza
y odio de su pecado se vuelve de eso a Dios con un propósito completo de, y un esfuerzo por
la obediencia nueva. Una gran afirmación.
Es una gracia salvadora, esto es, viene de Dios mediante la cual un pecador, a partir de un
sentido verdadero de su pecado y entendimiento de la misericordia de Dios en Cristo, con
tristeza y odio de su pecado, se vuelve de él hacia Dios con un propósito pleno de, y un
esfuerzo que busca la obediencia nueva. Además, el catecismo dice: “El arrepentimiento para
vida consiste primordialmente en dos cosas: Una, en volverse del pecado y dejarlo; dos, en
volverse a Dios”. Después viene la siguiente pregunta en el catecismo: ¿Qué es ese volverse
del pecado, el cual es parte del arrepentimiento verdadero? Respuesta: El volverse del
pecado lo cual es parte del arrepentimiento verdadero consiste en dos cosas: una, en dejar o
volverse de todos los pecados abiertos con respecto a nuestra conducta y conversación; dos,
en un volverse de todos los demás pecados con respecto a nuestros corazones y deseos.
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En otras palabras, es volverse del pecado en lo que usted hace y volverse del pecado en lo
que usted piensa. La siguiente pregunta: ¿Acaso aquellos que verdaderamente se arrepienten
del pecado nunca regresan a la práctica de los mismos pecados de los que se han
arrepentidos? Respuesta: Aquellos que se han arrepentido verdaderamente de pecado, nunca
regresan a la práctica del mismo, de tal manera que viven en una vida de pecado como lo
hicieron antes. Y cuando alguno de ellos, después del arrepentimiento, regresan a una vida de
pecado, es una señal evidente de que su arrepentimiento no fue el tipo correcto. Algunos
verdaderamente se han arrepentido de sus pecados, aunque pueden ser superados y
sorprendidos por tentaciones como para caer en la comisión de esos mismos pecados de los
que se han arrepentido; sin embargo, no permanecen en ellos, sino que se vuelven a levantar
y con tristeza amarga lloran por ellos, y regresan al Señor. Así dice el catecismo de
Westminster.
¿Qué hay acerca de los puritanos? ¿Qué creían acerca del arrepentimiento? Goodwill los
representa. El puritano británico escribió esto: “En donde hay duelo —esto es llorar— por
ofender a Dios, está carente —o ausente—, no hay señal de ninguna voluntad buena obrada
en el corazón hacia Dios, ni de amor hacia Él, sin lo cual Dios nunca aceptará a un hombre”.
En otras palabras, él está diciendo: Si no hay lloro por el pecado, es evidente que Dios no ha
llevado su obra en el corazón, de otra manera no hay esperanza de corrección. Dios no
perdonará hasta que Él vea esperanza de corrección. Ahora, hasta que un hombre confiese
su pecado, y eso con amargura, es una señal de que lo ama; mientras que él lo esconde, lo
evade y no lo deja, es dulce en su boca; y por lo tanto, hasta que él lo confiesa y llora por él,
es una señal de que no le es amargo y entonces él no lo va a dejar. Un hombre nunca dejará
el pecado hasta que encuentra amargura en él, y si es así, entonces él estará en amargura
por él, y la tristeza piadosa produce arrepentimiento.
De todas las afirmaciones que he leído del tema, la más fuerte viene de Carlos Haddon
Spurgeon. Escuche lo que Spurgeon dijo: “Debe haber un abandono del pecado verdadero y
en hecho, y un volverse a la justicia en acto real y obra en la vida diaria. El arrepentimiento,
con toda seguridad, debe ser total. Cuántos dirán: Señor, yo renunciaré a este pecado y al
otro, pero hay ciertos deseos pecaminosos a los que me debo aferrar. Oh, señores, en el
nombre de Dios, permítanme decirles, no es el dejar un pecado, cincuenta pecados lo que es
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el arrepentimiento verdadero; es la renuncia solemne de todo pecado. Si tú albergas una de
esas serpientes malditas en tu corazón y dejas las demás, ese único deseo, como una gotera
en un barco, va a hundir tu alma. No pienses que es suficiente dejar tus vicios externos, no
pienses que es suficiente cortar los pecados más corruptos de tu vida; es todo o nada lo que
Dios demanda. Arrepentíos dice Él, y cuando Él te llama a arrepentirte, Él quiere decir
arrepiéntete de todos tus pecados; de otra manera, Él nunca puede aceptar tu arrepentimiento
como real y genuino. Todo pecado debe ser dejado, de otra manera, nunca tendrás a Cristo.
Toda transgresión debe ser renunciada, de otra manera, las puertas del cielo deben ser
cerradas en contra de ti. Recordemos entonces que para que el arrepentimiento sea sincero,
debe ser arrepentimiento entero. El arrepentimiento verdadero es un volver del corazón como
también de la vida, es entregar el alma entera a Dios para que sea suya por los siglos de los
siglos, es renunciar a los pecados del corazón como también los crímenes de la vida”, fin de la
cita.
Eso es lo suficientemente fuerte. Lo que Spurgeon está diciendo y lo que él está reflejando es
la enseñanza de la iglesia a lo largo de todos sus siglos, que el pecador se golpea su pecho y
dice: “Dios, sé propicio a mí, pecador”, y se ve obligado a buscar liberación de todo su
pecado, aunque no necesariamente él va a recitar cada pecado. Hay un deseo en su corazón
por ser liberado de todo su pecado. Y Spurgeon está diciendo: “Si vienes a Cristo y dices,
quiero que seas mi salvador, quiero que me des el perdón y quiero que me prometas el cielo,
pero hay algunos pecados a los que quiero seguir aferrándome”, eso no es arrepentimiento
sincero.
Entonces, hemos visto en las Escrituras un mensaje de arrepentimiento; hemos visto la
historia de la iglesia, una afirmación de arrepentimiento. Amados, a pesar de todas las
Escrituras y todo lo que la historia de la iglesia refleja, hay algunas personas que continúan
declarando que predicar arrepentimiento al no salvo viola el Evangelio. ¿Oyó eso? Enseñan
que predicar arrepentimiento al no salvo viola el Evangelio. Por ejemplo, ningún otro que un
teólogo inminente como Lewis Sperry Chafer, escribe en el volumen 3, página 372, que “el
arrepentimiento es una de las características más comunes de la responsabilidad humana que
con demasiada frecuencia es añadida de manera equivocada al único requisito de fe o
creencia”. Es una afirmación absolutamente increíble.
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¿El arrepentimiento es una responsabilidad humana añadida de manera equivocada a la fe?
Me parece que eso es intercambiable con la fe salvadora en el registro bíblico. Dice usted:
“Bueno, ¿de dónde viene eso? Digo, ¿cómo puede una persona aferrarse a esa postura?”,
bueno, Chafer señaló que en Hechos 16:31 Pablo no le dijo al carcelero de Filipos que se
arrepintiera; tiene razón. ¿Sabe usted lo que él le dijo al carcelero de Filipenses según el
registro de las Escrituras? “Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo”. Chafer dice esto:
“Pablo no le dijo al carcelero de Filipos que se arrepintiera”, después dice esto: “Ese silencio
—él llamó y estoy citando— es una evidencia abrumadora de evidencia irrefutable,
presentando de manera clara que el Nuevo Testamento no impone el arrepentimiento en los
incrédulos como una condición de salvación”, fin de la cita. Me parece difícil entender eso.
¿Qué razonamiento es ese?
¿Quiere usted saber algo más que Pablo no le dijo al carcelero de Filipos? Él no le dijo que
Jesús era Dios, según el registro de Hechos 16:31, él no dijo que Jesús murió en una cruz, él
no dijo que Jesús resucitó de los muertos. ¿Quiere saber algo? Él probablemente dijo todo
eso, incluyendo todo lo que había que decir del arrepentimiento, pero todo fue resumido por
Lucas cuando él lo escribió bajo la inspiración del Espíritu, simplemente para darlo en esa
afirmación porque creer implicó arrepentimiento, y el Señor Jesucristo implica todo lo que Él
es y todo lo que Él hizo. Pero defenderlo a partir del silencio y cancelar cualquier otro
elemento del arrepentimiento en el registro del Nuevo Testamento y decir que debido a que no
está ahí, esa es una masa abrumadora de evidencia, eso no lo podemos entender. Y un
pastor local popular dijo: “Arrepentimiento no significa volverse del pecado ni cambiar la
conducta de uno”.
Ahora, como puede ver usted, la razón por la que tienen que decir esto es porque tienen que
lidiar con la palabra ‘arrepentimiento’, está ahí. Otro maestro bien conocido de la Biblia dice:
“Arrepentimiento significa cambiar la mente de uno, no la vida de uno”. Ah, ahora nos estamos
acercando al asunto, porque usted se está preguntando: ¿Cómo es posible que la gente diga
que el arrepentimiento no es un elemento, si Él acaba de decir: arrepiéntete, arrepiéntete y
arrepiéntete todo el tiempo? Y lo que usted tiene que entender es que redefinen el
arrepentimiento, y lo que dicen es que el arrepentimiento significa cambiar su mente acerca
15
de quién es Jesús, nada más. El arrepentimiento es un cambio de mente acerca de quién es
Cristo, no tiene nada que ver con volverse del pecado, no tiene nada que ver con abandonar
que yo soy el capitán de mi vida; está totalmente carente del reconocimiento de la culpabilidad
personal, no hay elemento de intención de obedecer a Dios, no hay elemento de una intención
o deseo de justicia personal; es simplemente cambiar su mente acerca de quién es Jesús.
Dice usted: “Bueno, ¿qué hacen con cosas como Jesús cuando dice: Si quieres venir en pos
de Mí, tienes que negarte a ti mismo, tomar tu cruz y seguirme? ¿Qué hacen con las palabras
de Jesús: Tienes que aborrecer a tu padre, madre, hermano, hermana y demás y demás y
seguir? ¿Qué hacen?”, dicen: “Oh, todo eso está dirigido a gente que ya es salva, y Él los está
llamando al nivel más elevado de compromiso espiritual”, pero eso no es aceptable porque en
ese mismo pasaje Él dijo: “¿De qué aprovechará el hombre si ganare todo el mundo y
perdiere su alma?”, Él está hablando de tu alma eterna. Pero entonces, tienen que tomar cada
una de las afirmaciones de Jesús que llaman a la gente a un compromiso total, abandonarlo
todo para seguirlo a Él, y los hacen afirmaciones dirigidas a gente que ya es salva
llamándolas a la vida más elevada.
Y entonces, concluye que cuando Jesús llamó a alguien a ser un discípulo, Él estaba
llamando a un creyente a un segundo nivel; y un cristiano es una cosa y un discípulo es otra.
Y el próximo domingo por la noche vamos a hablar acerca de lo que es un discípulo y vamos
a tratar con ese asunto. Pero dicen: “Sí, te arrepientes en el hecho de que cambias tu parecer
acerca de quién es Jesús, no tiene nada que ver con volverte del pecado, no tiene nada que
ver con abandonar el hecho de que tú gobiernas tu vida, no hay reconocimiento de
culpabilidad personal, no hay intención de obedecer a Dios y no hay deseo por la justicia
verdadera”. Y le quiero decir que eso no es lo que Jesús quiso decir cuando dijo
“arrepiéntete”. El llamado del Evangelio de Jesús fue un llamado a dejar el pecado como lo
fue un llamado a creer en Él, fue un llamado a volverse en el pecado; desde su primer
mensaje hasta el último, el tema del Salvador fue un llamado a los pecadores a dejar su
pecado, abrazar a Dios, a buscar la justicia; no fue únicamente que tenían que tener una
nueva perspectiva acerca de quién era Él, sino que tenían que dejar su pecado y seguirlo a Él.
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Y Lucas, como lo vimos en el capítulo 24 y el versículo 47, dijo que cuando vayas a predicar,
Jesús dijo, predica arrepentimiento para el perdón de los pecados. Y si estás viniendo a Cristo
para el perdón de los pecados, lo que lleva a eso es arrepentimiento. Por cierto, Lucas es el
único escritor de los Evangelios que da el contenido del mensaje que es inherente en la gran
comisión; los otros escritores únicamente dan la comisión: “Vayan y prediquen”; Lucas dice:
“Esto es lo que predicas: arrepentimiento, el cual lleva al perdón de pecados”. Entonces, el
arrepentimiento siempre está ligado al pecado, no es solo cambiar tu parecer acerca de quién
es Jesús: “Oh, pensaba que era un hombre y ahora sé que es Dios”, no solo eso; implica
volverse del pecado.
Permítame darle una ilustración. Observe Lucas 18, versículo 9, es una parábola, unos que
confiaban en sí mismos como justos y menospreciaban a los otros — esto es los fariseos:
“Dos hombres subieron al templo a orar, uno era fariseo y el otro publicano. El fariseo puesto
en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los
otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aún como este publicano. Ayuno dos veces a
la semana, doy diezmos de todo lo que gano”, él estaba ahí confesándole a Dios su justicia,
sí. Permítame hacerle una pregunta: ¿Creyó él en Dios? ¿Acaso el fariseo creyó en Dios? Sí.
¿Tuvo fe en Dios? Sí. ¿Era salvo? No. ¿Por qué? Porque su fe carecía de arrepentimiento.
Como puede ver, esa es una ilustración clásica del hecho de que hay un hombre que creía en
Dios, aquí está un hombre que era devoto a Dios, aquí hay un hombre que fue al templo a
orar al Dios en el que creía, pero no había arrepentimiento en el corazón y no había relación;
él era una farsa, él era un farsante.
“Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aún alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba
el pecho diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador. Os digo que éste descendió a su casa
justificado antes que el otro”, el primer hombre nunca conoció la salvación, él era un creyente
que no se arrepintió; el segundo hombre fue un incrédulo quien se arrepintió, él era un
despreciado espiritual y religioso, pero se arrepintió e inherente en eso, claro, estuvo la
expresión de fe. Usted no puede tomar el arrepentimiento y despojarlo de sus implicaciones
morales.
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Ahora, permítame darle una definición rápida, ¿muy bien? Todo eso fue introducción y se
reduce a lo que estamos hablando. ¿Cuál es la definición bíblica del arrepentimiento? Muy
bien, permítame darle unos cuantos pensamientos y después concluiremos. ¿Cuál es el
arrepentimiento bíblicamente definido? Número 1, es un elemento dentro de la fe salvadora,
es un elemento dentro de la fe salvadora; de hecho, puede ser usado como una expresión
intercambiable con la fe salvadora. Ahora, ¿debemos predicar arrepentimiento? ¿Debemos
llamar a los hombres al arrepentimiento? Eso significa la fe salvadora. Es tan parte de ella que
puede ser usado como un sinónimo para la fe salvadora. Usted puede llamar a alguien y
decirle: “Cree en el Señor Jesucristo”, o podría llamarlo y decirle: “Arrepiéntete de tu pecado y
abraza a Cristo”, es lo mismo. Es simplemente todo lo que es la salvación.
Pero permítame aclarar esto: No es un sinónimo en el sentido más puro para “cree”, porque
no significa lo mismo; es inherente en creer, y creer es inherente en el arrepentimiento, de tal
manera que los términos pueden ser usados intercambiablemente. Pero cada uno de esos
términos expresa un elemento único; creer expresa tan solo eso; confianza, fe,
arrepentimiento expresa volverse del pecado hacia Dios; son partes complementarias del
mismo proceso, dijo Berkhof en su teología sistemática. Ahora, la palabra griega es
“metanoia”, y como usted sabe, viene de dos palabras: meta, según; y noeo, entender; y
significa ‘un pensamiento que viene después’. Entonces, si usted toma esas palabras y las
une, significa un cambio de mente o un pensamiento que viene después. Y algunas de estas
personas que quieren decir: “El arrepentimiento no es nada más que cambiar tu parecer
acerca de quién es Jesús —dicen—, como puedes ver, eso es lo que metanoia significa”.
Pero escuchen, eso es algo que usted con frecuencia ve que se hace con palabras griegas y
no es correcto. No toda palabra necesariamente es la suma de sus partes separadas. Debido
a que meta significa esto y noeo significa esto, cuando usted las une no necesariamente
significa lo que esas dos partes significan. Con frecuencia sí, con frecuencia no. Y el
significado bíblico es mucho más profundo que eso. Metanoia es usada en el Nuevo
Testamento siempre ––ahora escuche esto, subraye esto—, siempre incluye más que el
significado literal de sus términos componentes, siempre habla de un cambio de propósito y
específicamente siempre habla de un volverse del pecado.
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Una de las herramientas útiles que usamos al estudiar el idioma griego es la obra de Colin
Brown, una colección masiva, así de grande, tres volúmenes, en la sección acerca de la
conversión que escribió Westman, volumen 1, página 358, él está tratando con metanoia y
esto, claro, desde una perspectiva muy erudita, y esta es una cita: “El entendimiento
predominantemente intelectual de metanoia como un cambio de mente, juega una parte muy
pequeña en el Nuevo Testamento; más bien, la decisión por parte del hombre entero de
volverse es enfatizada. Es claro que debemos preocuparnos ni con un cambio puramente
externo ni con un cambio meramente intelectual de ideas”, fin de la cita. Así lo dice lo mejor de
los eruditos. En el sentido en el que Jesús lo usó, el arrepentimiento incorporó un repudio
hacia la vida vieja y un volverse a Dios para salvación.
La otra fuente número 1 para entender todo lo que hay que entender acerca de palabras
griegas fue producido por Kittel. Colin Brown es así de grande, Kittel es asi de grande. Toda
palabra en el Nuevo Testamento que es importante está ahí y es tratada de manera
exhaustiva. Permítame leerle lo que Behm dice escribiendo acerca de metanoia en Gerhard
Kittel, y cito: “El término demanda una conversión radical, demanda una transformación de
naturaleza, un volverse de manera definida de la maldad, un volverse de manera
determinante a Dios en obediencia total. Esta conversión es definitiva, no puede haber un
volver atrás; únicamente avanzar y un movimiento responsable hacia adelante que ahora se
ha tomado. Afecta al hombre entero en primer lugar, y básicamente, el centro de la vida
personal; después, lógicamente, su conducta en todo momento y en toda situación, sus
pensamientos, palabras y actos. La proclamación entera de Jesús es una proclamación de
volverse de manera incondicional a Dios, un volverse de manera incondicional de todo lo que
es en contra de Dios, no meramente aquello que es abiertamente malo, sino aquello que en
cualquier caso dado, hace que un volverse a Dios de manera total sea imposible”, fin de la
cita.
Así es como ellos lo entendieron desde el punto de vista técnico el significado de la palabra.
Esto sería apoyado, ¿no es cierto?, a partir de 1ª de Tesalonicenses 1:9. ¿Se acuerda usted
de ese versículo? Véalo. 1ª de Tesalonicenses 1:9. Aquí hay una crónica de los elementos del
arrepentimiento. La segunda mitad del versículo, Pablo le recuerda a los Tesalonicenses:
“¿Cómo os volvisteis a Dios de los ídolos para servir al Dios vivo y verdadero?”, tres
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elementos de arrepentimiento están ahí. Uno: volverse a Dios; dos: volverse de la maldad;
tres: servir a Dios. Se volvieron a Dios de los ídolos, y toda esa maldad que hay con ellos para
servir a Dios. Tres elementos del arrepentimiento: Volverse a Dios de la maldad para servir a
Dios. Un resumen hermoso. No. Escúcheme: Ningún cambio de parecer acerca de quién es
Jesús puede salvar hasta que esos tres elementos están presentes. Volverse del pecado a
Dios para servirlo. El arrepentimiento es un elemento dentro de la fe salvadora.
Segundo punto: Involucra cambiar la dirección de la voluntad. El léxico griego de Thayer
define metanoeo como, y cito: “El cambio de parecer de aquellos que han comenzado a
aborrecer sus errores y hechos malos, y han determinado entrar en una mejor dirección de
vida de tal manera que involucra tanto un reconocimiento de pecado y tristeza por él, y una
corrección de corazón, los efectos de lo cual son obras buenas”, fin de la cita. En otras
palabras, es un cambio de dirección de la voluntad que resulta en una conducta cambiada; no
es meramente tristeza por el pecado, aunque el arrepentimiento genuino siempre tiene
tristeza; es un cambio de dirección de la voluntad humana, es una decisión de dejar toda
injusticia y buscar la santidad.
Y por favor, amados, es ese cambio de dirección de la voluntad que es la obra de Dios, no
estamos hablando de algo que usted hace; estamos hablando de que Dios hace algo en usted
cuando Él lo salvó a usted. La gente dice: “Bueno, estás enseñando que esto es alguna obra
pre-salvación y hasta que puedas limpiar tu vida y arrepentirte, no puedes ser salvo”, ¡no! El
arrepentimiento no es un intento pre-salvación por limpiar tu vida, no es un llamado a dejar de
pecar para que puedas ser salvo, en absoluto; no es tan solo una invitación a darle la
invitación a darle la espalda a toda la maldad para que Cristo te acepte. Es aquello que Dios
produce en ti cuando te salva, es un elemento de fe salvadora que cambia la dirección de la
voluntad.
J. I. Packer en su pequeño libro útil, “Evangelismo y la soberanía de Dios”, escribe: “El
arrepentimiento que Cristo demanda de su pueblo consiste en un rechazo determinado por
establecer algún límite a las demandas que Él pueda hacer de sus vidas”, fin de la cita. No es
tan solo una actividad mental, hay un aspecto intelectual; permítame darle esto rápidamente.
Hay un aspecto intelectual. El arrepentimiento involucra reconocimiento de pecado,
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reconocimiento de la pecaminosidad del pecado, reconocimiento de que el pecado afrenta a
un Dios Santo; involucra el reconocimiento intelectual de que soy responsable a nivel personal
por mi pecado y mi culpabilidad, incluye el reconocimiento de que Cristo murió por mi pecado
y de que Él, como Dios, quiere gobernar mi vida; esa es la parte intelectual del
arrepentimiento.
En segundo lugar, tiene una parte emocional. Ese reconocimiento produce tristeza, produce
deseos nuevos y nuevos impulsos, produce vergüenza. En 2ª de Corintios 7:10 dice que hay
una tristeza que lleva al arrepentimiento. Entonces, comienza — usted ve que el pecado es
pecaminoso, usted ve que usted es culpable, usted ve que Cristo ha provisto intelectualmente,
y después toca sus emociones, hay un quebrantamiento y una tristeza y una vergüenza y una
culpabilidad, y a partir de esa tristeza viene el tercer elemento y eso es el elemento de la
voluntad, volitivo.
Finalmente, el arrepentimiento activa la voluntad y produce un cambio de dirección, una nueva
determinación por abandonar la desobediencia obstinada y rendir su vida a Cristo, y después
produce una conducta cambiada. En donde no hay una conducta cambiada, el
arrepentimiento pudo haber sido intelectual y pudo haber sido emocional, pero nunca fue
volitivo. Cambia la dirección de la voluntad cuando es genuina. En tercer lugar, y como
resultado, cambia la vida. Es un elemento de la fe salvadora, activa la voluntad, cambia su
dirección y cambia la vida. Esa es la razón por la que Juan dijo: “Traed frutos dignos de
arrepentimiento”. Usted dice que se arrepintió, veamos su vida, demuéstrelo. El
arrepentimiento real altera a la persona.
Uno de mis héroes, a los hombres que tengo en alta estima es Martyn Lloyd-Jones, uno de los
libros que me bendice que él escribió tiene que ver con el Sermón del Monte; en él, él escribe
esto —él está ahora con el Señor—: “El arrepentimiento significa que reconoces que eres un
pecador culpable y vil en la presencia de Dios, que mereces la ira y el castigo de Dios, que
mereces el infierno, significa que comienzas a darte cuenta de que esto llamado pecado está
en ti y que anhelas deshacerte de él y que le das la espalda en toda forma y apariencia.
Renuncias al mundo, sea cual sea el costo, el mundo en su mente y en su parecer como
también en sus prácticas, y te niegas a ti mismo y tomas la cruz y sigues a Cristo. La persona
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más querida y más cercana a ti y el mundo entero puede llamarte un necio, o decir que tienes
una locura religiosa, quizá tengas que sufrir económicamente, pero eso no importa. Eso es
arrepentimiento”, fin de la cita.
Se convierte en un estilo de vida continuo. El arrepentimiento que comienza en la salvación,
comienza un proceso progresivo de por vida de confesión de pecado. 1ª de Juan 1:9,
seguimos confesando nuestro pecado; la actitud continua, activa de arrepentimiento produce
la pobreza de espíritu, el lloro, la mansedumbre que caracteriza a los creyentes verdaderos en
las Bienaventuranzas de Mateo 5; el arrepentimiento produce un nuevo estilo de vida, no solo
una opinión diferente acerca de Cristo; un nuevo estilo de vida. Aquellos que oyeron a Jesús
predicar sabían a qué los estaba llamando; créanme, los judíos sabían exactamente a qué
estaba llamándolos. Él no tan solo los estaba llamando a cambiar su opinión de Él, ellos
conocían lo que Isaías dijo cuando Isaías predicó — ¿qué predicó él? Isaías 1:16, esto es lo
que Isaías predicó: “Lavaos, limpiaos, quitad la maldad de vuestras obras de mis ojos, dejad
de hacer la maldad, aprender a hacer el bien, buscad la justicia. Y después, aunque vuestros
pecados sean rojos, serán blancos como la nieve; aunque sean rojos como el carmesí, serán
como la lana, si os lavareis, si os limpiareis”.
La progresión comienza internamente y después se manifiesta a sí misma en actitudes y
acciones. Al final de Isaías o cerca del final, capítulo 55, encontramos el mismo tipo de
llamado. Dos versículos, versículos ricos acerca de este asunto del arrepentimiento; no sé
cómo pueden pasar estos por alto: “Buscad a Jehová mientras que Él pueda ser hallado —
Isaías 55:6—, llamadlo mientras que esté cercano”, ¿cómo hago eso?, “Deje el impío su
camino y el hombre inicuo sus pensamientos y vuélvase a Jehová, y Él tendrá de él
misericordia, y a nuestro Dios, el cual será amplio en perdonar”. Él perdonará impío deja su
camino y el hombre injusto deja sus pensamientos y se vuelve al Señor. Ese texto conocido,
con frecuencia usado mal, y quizá con demasiada frecuencia evitado.
2ª de Crónicas 7:14: “Y mi pueblo, que es llamado por mi nombre, cuando se humilla y ora y
busca mi rostro, y se vuelve de sus caminos impíos, entonces oiré de los cielos y perdonaré
su pecado”. Cuando se vuelvan, cuando se arrepientan. Y quiero decirle, cuando Juan el
Bautista predicó arrepentimiento nadie se confundió, ellos sabían lo que él dijo y ellos sabían
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exactamente lo que él quiso decir. ¿En dónde están los frutos? Pruebe su arrepentimiento por
su vida. ¿Y cuáles son los frutos del arrepentimiento? Simplemente obras justas, obras
santas, obras piadosas, vida transformada.
En Lucas tenemos el registro de ese relato mismo que acabo de citar, donde los fariseos
vinieron y se volvieron a acercar con la frecuencia que lo hicieron. Juan el Bautista, siempre
queriendo ellos desfilar su piedad, y Juan les dice en el versículo 7 de Lucas 3: “Generación
de víboras, ¿quién os amonestó para que huyeseis de la ira venidera? ¿Qué están haciendo
aquí, víboras? Haced frutos dignos de arrepentimiento”, dice él. ¿Cuáles son esos frutos?
¿Cuáles son? Versículo 10: “Las multitudes dijeron: ¿Qué haremos? ¿Qué debemos hacer?
¿Cuáles son los frutos de arrepentimiento? Él dice: El que tiene dos túnicas, dé al que no
tiene; y al que tiene que comer, haga lo mismo. Vinieron también unos publicanos para ser
bautizados y le dijeron: Maestro, ¿qué haremos?”, más de los frutos del arrepentimiento, él les
dijo: “No exijáis más de lo que os está ordenado”. También le preguntaron unos soldados
diciendo: “Y nosotros, ¿qué hacemos?”, y les dijo: “No hagáis extorsión a nadie ni calumnies,
y contentaos con vuestro salario”. Cosas bastantes prácticas, ¿no es cierto?
¿Quiere usted saber en dónde se aparece el arrepentimiento verdadero? En la virtud de su
vida diaria. ¿Da usted su túnica al que no tiene una? ¿Se asegura usted de que no toma algo
de alguien que no merece usted? ¿Usted no fuerza la gente? ¿Usted no acusa a la gente de
manera falsa? ¿Está usted contento con el sueldo que tiene? Ahí es en donde la legitimidad
de su arrepentimiento se manifiesta. Eso es bastante mundano.
Y amados, quiero decirles que ningún mensaje que no llama al arrepentimiento no puede ser
llamado de manera apropiada el Evangelio. La conversión para Jesús es más que dejar un
patrón de pensamiento antiguo, es una nueva vida, es una nueva vida. Behm dice escribiendo
de nuevo en el volumen de Kittel: “Convertirse abraza todo el amanecer de las demandas del
reino de Dios del hombre, una vida cambiada”. Y por favor, entiendan, no creo que alguien
podría malinterpretarme en esto. Esto no es algo que usted hace para que usted se pueda
salvar, esto es algo que el Espíritu de Dios produce en usted al salvarlo a usted. Esa es la
razón por la que dice, y hemos estado leyendo esto en 2ª de Timoteo, y este es un pasaje
esencial para que nosotros lo entendamos; capítulo 2, versículo 25: “Por si quizá Dios les
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conceda arrepentimiento”, es un regalo de Dios, es un regalo de Dios. Hechos 11, versículo
18: “Que Dios les ha concedido arrepentimiento a los gentiles”. Es un regalo de Dios.
Permítame cerrar con este último pasaje. Mateo 21:28, acompáñeme ahí por favor. Tanto qué
decir. Mateo 21:28: “Pero qué os parece”, dice Jesús —síganme en esto, ¿muy bien?
Piénsenlo: “Un hombre tenía dos hijos y acercándose al primero le dijo: Hijo, ve a trabajar en
mi viña. Respondiendo él dijo: No quiero. Pero después, arrepentido fue”, ¿tienes un hijo así?
“Y acercándose al otro, le dijo de la misma manera, y respondiendo él dijo: Sí señor, voy. Y
después lamentó lo que dijo y no fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre? Dijeron
ellos: El primero. Jesús les dijo: De cierto, os digo, que los publicanos y las rameras van
delante de vosotros al reino de Dios”, potente amigo mío. Jesús describe a dos tipos de
personas. ¿Está listo para escuchar esto? La gente que pretende ser obediente, pero, de
hecho, son rebeldes en su corazón; pretenden ser obedientes pero son rebeldes en su
corazón. Y la gente que comienza como rebeldes, pero se arrepienten. Él lo contó para el
beneficio de los fariseos, que pretendían ser obedientes a Dios, pero eran rebeldes en sus
corazones. Y después estaban las rameras y los publicanos que comenzaron como rebeldes,
pero se arrepintieron. No hay salvación sin arrepentimiento, no hay salvación sin
arrepentimiento.
Inclinémonos juntos en oración. Recuerdo, Señor, esta noche las palabras de Santiago:
“Someteos, pues, a Dios, resistid al diablo y él huirá de vosotros. Acercaos a Dios y Él se
acercará a vosotros. Limpiaos vuestras manos, pecadores, y purificad vuestros corazones
vosotros los de doble ánimo; afligidos, lamentad y llorad; vuestra risa se convierta en lloro y
vuestro gozo en tristeza. Humillaos en la presencia del Señor y Él os exaltará”.
Padre, danos un entendimiento del llamado al arrepentimiento. Mi oración en este momento
es por cualquiera aquí que ha pretendido ser obediente, pero en el corazón es un rebelde, que
le dice a Dios: “Iré”, y no va. Oh, Dios, transforma esa vida, trae arrepentimiento verdadero. Y
oro en esta noche también por los publicanos y las rameras, los menospreciados, los rebeldes
que viven en rebelión abierta en contra de ti, pero que están abiertos al arrepentimiento.
Mueve sus corazones, lleva a cabo esa obra poderosa de gracia de arrepentimiento en toda
vida que la necesita, por causa de Jesús. Amén.
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Disponible sobre el Internet en: www.gracia.org
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