Febrero Respeto a los demás (compañeros)
Texto: Mónica González Gallástegui
Durante todo el año escolar se ha trabajado el tema del respeto en nuestra comunidad Asunción, haciendo énfasis cada mes en un aspecto distinto: respeto al orden y al bien común, a uno mismo, a los mayores. La reflexión del mes de febrero aborda un tema esencial pues corresponde al respeto a los demás. ¿Quiénes son los demás? Nada más y nada menos que el prójimo, nuestros compañeros, nuestros pares. La acepción de “pares” que usamos comúnmente, suele hacer alusión a algo o alguien que es “igual o semejante totalmente”1. El concepto de prójimo que nos muestra la Biblia tiene que ver con aquél que está próximo, que es cercano, semejante o vecino. Así pues, pensemos en aquellas personas que son como nosotros y hagamos una sincera reflexión: si soy alumno, pensaré en mis compañeros de clase que también son alumnos; si soy padre de familia, en los otros padres de familia; si soy docente o pertenezco al personal administrativo del colegio, en todos mis compañeros de trabajo. ¿Los conozco? ¿Reparo en su persona? ¿Los tomo en cuenta generalmente? ¿Qué es lo que más me gusta de ellos? ¿En qué son diferentes a mí? ¿Cuál es su realidad? ¿Por qué los considero mis semejantes o mis prójimos? ¿Qué características o cualidades compartimos? Esta reflexión nos lleva a descubrir la condición indispensable del respeto a los demás: apertura al conocimiento de mí mismo, de otro y de lo otro [la alteridad]. Para poder hablar de que hay respeto hacia otro, tenemos que reconocer que hay un “yo mismo”, viajar a nuestro interior y respetarnos a nosotros mismos. Esto nos hace capaces de lanzar la mirada hacia afuera y reconocer que hay un “otro yo” diferente a mí, a quien también tengo que respetar. Es decir que el hecho de distinguir y reconocer al otro (el afuera) implica saber que hay un yo (un adentro). En ocasiones, ese viaje a nuestro interior es el que nos lanza hacia afuera, pero también puede suceder que la relación con ese “otro” sea a veces lo que hace posible que yo tome conciencia de mí mismo. Una vez que hemos descubierto que hay un yo en relación a otro, vamos cayendo en cuenta que somos personas diferentes con realidades, opiniones y cosmovisiones muy distintas, pero lo que nos hace iguales es que todos somos personas con la misma dignidad y, por ello, con el mismo derecho a vivir nuestra plena libertad.
1Real Academia de la Lengua Española. Diccionario de la Lengua Española. Disponible en: www.rae.es
Respetar a nuestros compañeros necesariamente pasa por respetar y legitimar su derecho a ser libres y a ser ellos. Cuando nuestra libertad termina, comienza la del otro. Todos somos pares. En realidad, toda persona, por el simple hecho de ser persona tiene una paridad con nosotros, sin importar su condición económica, social o cultural; sus creencias religiosas, sus gustos, sus preferencias, etc. El respeto, por consiguiente, tiene que ver con el concepto de unicidad, de inclusión. Desde el Evangelio, estamos invitados a ser hermanos: todos en uno y uno en todos. “Respeto” viene del latín respectus que significa atención, consideración, deferencia o veneración.2 El respeto a los demás no sólo tiene que ver con escuchar al otro y tolerar las diferencias. El respeto verdadero va más allá de la tolerancia. Tiene que ver con aceptar las diferencias, con valorar y apreciar al otro, dejarlo entrar con todo lo que implica su realidad. Esto se dice fácil, pero aceptar a los demás con todo lo que implica su realidad cuando ésta dista mucho de la nuestra, es muy difícil porque a veces puede ser contradictoria u opuesta a la que nosotros vivimos o valoramos. Por ello es necesario tener seguridad en nosotros mismos, no renunciar a nuestras creencias y mantenernos fieles a ellas, pero siempre con la apertura a reconocer y defender el valor que tiene la dignidad de los demás. Existe una frase muy conocida que erróneamente se le atribuye a Voltaire3 y que, sin embargo, fue acuñada por una biógrafa de Voltaire llamada Evelyn Beatrice Hall4 en su texto The Friends of Voltaire (Los amigos de Voltaire)5: I disapprove of what you say, but I will defend to the death your right to say it (Estoy en desacuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo.) Este pensamiento ilustra a la perfección lo que verdaderamente implica el respeto al otro, la apreciación total de su persona y la valoración de su dignidad.
Si aterrizamos todas estas reflexiones a nuestra vida cotidiana en el colegio y entre todos los miembros de la comunidad Asunción, podemos entonces decir que el respeto a los demás está presente todos los días en la forma en la que nos relacionamos: cómo nos comunicamos, qué nos decimos, de qué forma lo decimos, cómo recibimos lo que nos dicen.
2 Real Academia de la Lengua Española. Diccionario de la Lengua Española. Disponible en: www.rae.es 3 París, Francia (1694-‐1778). 4Wadhurst, Reino Unido (1868 – 1939) 5Tallentyre, Stephen G. pseudónimo empleado por Evelyn Beatrice Hall. TheFriends of Voltaire (Los amigos de Voltaire). Smith, Elder & Co., London 1906.
Respeto a los demás cuando…
-‐ Escucho al otro con apertura a sus opiniones. -‐ Soy capaz de ver lo bueno en otros, reconocerlo y admirarlo. -‐ Me encuentro a una persona en el camino y la saludo o me despido sonriente. -‐ Hago lo que me corresponde hacer, evitando que otros lo hagan por mí. -‐ Sigo las reglas y normas de la comunidad a la que pertenezco. -‐ Soy agradecido y muestro mi gratitud. -‐ Espero mi turno pacientemente y protejo el turno de los demás. -‐ Cuido mis pertenencias y las de los demás. -‐ Estoy seguro de mí mismo y eso me ayuda a recibir comentarios de manera
asertiva. -‐ Ofrezco comentarios positivos con intención de ayudar al otro. -‐ Cuido y protejo los espacios que compartimos. -‐ Soy empático: me pongo en los zapatos del otro y abrazo su realidad. -‐ Soy incluyente, reconozco al otro y me importa: no soy indiferente, no ignoro ni
excluyo.
Todo lo anterior representa una continua oportunidad para vivir realmente el respeto a los demás.
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