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UNIVERSIDAD DE JAÉN Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Trabajo Fin de GradoCompetencias emocionales de los
docentes de Educación Primaria durante su
formación inicial
Alumno: Miryam Galiano Carrión
Tutor: Prof. D. David Molero López-Barajas
Dpto: Pedagogía
2
ÍNDICE
Resumen. Palabras clave ………………………………………………………….………..… 3
Abstract. Keywords …………………………………………………….…………….….….... 3
Introducción ………………………………………………………………………….…..…... 4
Método
Participantes ………………………………………………………………….………. 9
Instrumento ……………………………………………………………….….……..… 9
Procedimiento ………………………………………………………….……….….…. 9
Análisis de datos …………………………………………………………………………...... 10
Resultados
Estudio descriptivo ……………………………………………………..…………… 10
Diferencias en función del género …………………………………………………... 12
Diferencias en función de la edad ………………………………………………....... 13
Diferencias en función del curso …………………………………………………..... 14
Discusión y conclusiones …………………………………………………...…………......... 15
Referencias bibliográficas ……………………………………………………………....…... 19
Anexo I .…………………………………………………………………………...…..…….. 24
3
RESUMEN
Este estudio está basado en la Inteligencia Emocional de una muestra de estudiantes
universitarios del grado de Educación Primaria (n=96) de la universidad de Jaén. El
instrumento utilizado es el cuestionario EQ-i versión corta (Berrios, López Zafra y Pulido,
2014). Los objetivos principales de la investigación son analizar si existen correlaciones entre
las dimensiones de estudio (Interpersonal, Adaptabilidad, Manejo del estrés e Intrapersonal) y
la diferencia de medias en función de las variables sociodemográficas consideradas (género,
edad y curso). Se han encontrado correlaciones estadísticamente significativas entre las
dimensiones, al igual que diferencias significativas entre las variables género (hombre vs.
mujer) y edad (<25 años vs. ≥25 años).
PALABRAS CLAVE: Inteligencia emocional, formación inicial del profesorado,
competencias emocionales, docentes, alumnos.
ABSTRACT
This study is base on emotional intelligence a sample of primary university degree students
(n=96) of the University of Jaén. The instrument used is the EQ-i short versión questionnaire
(Berrios, López Zafra y Pulido, 2014). The main purposes of the research are to analize the
correlation among the studied dimensions (Interpersonal, Adaptability, Stress management
and Intrapersonal) and means differences according to the sociodemographic variables
considered (gender, age and year).
The findings revel that there are significant statistical differences among the dimensions, the
same as significant differences between the variables gender (man vs. woman) and age (<25
years old vs. ≥25 years old).
KEY WORDS: Emotional intelligence, initial teacher training, emotional competences,
teachers, students.
4
INTRODUCCIÓN
Las emociones forman parte imprescindible e innegable del ser humano. Si analizamos el
conjunto de definiciones del término emoción existentes en la literatura, podemos inferir tres
grandes categorías: a) supervivencia, b) adaptación y, c) funciones biológicas. Relacionando
las emociones con la supervivencia y la homeostasis, Damasio (2000) definió emoción como
un mecanismo de regulación de la vida interpuesto entre el patrón básico de supervivencia y
los mecanismos de la razón superior. Desde el punto de vista de emoción como medio de
adaptación de los sujetos a su entorno social, Fernández Abascal (2003) indicó que las
emociones no son procesos estáticos, sino mecanismos en continuo cambio en función de las
demandas del entorno, por acción de la experiencia personal y social. En tercer lugar, LeDoux
(1999) definió la emoción desde un punto de vista biológico, explicando que son las funciones
biológicas, preservadas durante generaciones, que permiten a nuestro organismo sobrevivir en
entornos hostiles.
De acuerdo con Bisquerra (2004), podemos definir educación emocional como proceso
educativo, continuo y permanente, encaminado a potenciar el desarrollo emocional como
elemento necesario para el desarrollo cognitivo, siendo ambos constructores de los elementos
esenciales del desarrollo de la persona integral. Igualmente, Bisquerra (2004) propone el
desarrollo de conocimientos y habilidades sobre las emociones con el objetivo de aportar a los
individuos la capacidad de afrontar mejor los retos que se plantean en la vida cotidiana. Todo
ello, con la finalidad aumentar el bienestar personal y social.
La educación emocional se suele relacionar con la racionalidad humana, es decir, constituye
lo que se denomina inteligencia emocional (IE). Goleman (1995) entiende por IE al conjunto
de habilidades que permiten expresar y controlar los sentimientos de la manera más eficaz en
los terrenos personal y social, pues es imprescindible conectar las emociones con uno mismo,
saber qué siente una persona y, poder verse a sí mismo y a los demás, de forma objetiva y
positiva.
Mayer y Salovey, creadores del concepto IE (1997), definen IE como aquella inteligencia que
permite al individuo utilizar sus emociones de forma adaptativa, para resolver problemas de la
vida cotidiana y adaptarse de forma eficaz al ambiente. Dichos autores consideran que la IE
está compuesta por cuatro habilidades básicas que siguen una estructura jerárquica: 1)
habilidad para percibir, evaluar y expresar emociones con exactitud (percepción emocional);
2) habilidad para acceder y/o generar sentimientos que faciliten el pensamiento (facilitación
emocional); 3) habilidad para comprender emociones, tener conocimiento emocional y
razonar emocionalmente (comprensión emocional); y 4) habilidad para regular las emociones
5
propias y las ajenas promoviendo un crecimiento emocional e intelectual (regulación
emocional). Las cuatro habilidades están vinculadas, de manera que para que se dé una
adecuada regulación emocional es necesaria una buena comprensión emocional, para la cual
hace falta una adecuada percepción emocional. Sin embargo, al contrario no ocurre lo mismo,
pues encontramos personas con capacidad de percepción emocional alta que carecen de
comprensión y regulación emocional (Augusto-Landa, López-Zafra y Pulido-Martos, 2011).
Thorndike (1920), definió la inteligencia social como una habilidad utilizada por hombres y
mujeres para comprender, dirigir y actuar sabiamente en las relaciones humanas. Molero y
Ortega-Álvarez (2011), aprecian en esta definición la necesidad de poseer cierta capacidad
cognitiva para llevarse bien con otras personas, pues Thorndike vincula una habilidad mental
(comprender) y una habilidad social (dirigir) con una consecuencia socialmente deseable:
actuar sabiamente en las relaciones sociales. Coincidimos con Molero y Ortega-Álvarez
(2011) cuando indican como uno de los objetivos de la educación la integración de los
individuos en la sociedad, es decir, la socialización: “en interacción con otros, desarrolla las
maneras de pensar, sentir y actuar que son esenciales para la participación eficaz en la
sociedad” (Van der Zanden, 1986, p. 126).
Estamos de acuerdo con Molero, Ortega-Álvarez y Moreno (2010), y Soriano y Osorio
(2008), al destacar cómo desde finales del siglo XX ha ido aumentando el interés y la
necesidad de incluir en los procesos de enseñanza-aprendizaje (E-A) la dimensión emocional,
dándose ya no sólo importancia a la transmisión de conocimientos sino también a la capacidad
personal de cada alumno/a para gestionar y controlar sus emociones, sentimientos, relaciones
interpersonales y motivación a lo largo del citado proceso. Si pretendemos conseguir una
sociedad más competitiva, dinámica y una mayor cohesión social, es necesario incorporar en
los currículum educativos la educación emocional como una asignatura transversal, pues a
pesar de que en los últimos años se ha hablado mucho de educación integral y competencias
educativas, en la práctica este suele ser un campo olvidado en los centros educativos,
centrándose la educación del alumnado en los meros contenidos académicos. Sin embargo, si
pretendemos formar personas competentes, capaces de afrontar la adaptación a la vida,
mantener relaciones interpersonales eficientes y enfrentarse a situaciones problemáticas de su
vida, es necesario un cambio de la metodología de enseñanza en las aulas. Además, se ha
constatado que existe una correlación significativa entre las calificaciones de los escolares en
asignaturas como Matemáticas y su estado de ánimo (Molero y Ortega-Álvarez, 2011), lo que
reafirma los beneficios que aporta al alumnado el entrenamiento en inteligencia emocional.
6
Y esto se hace cada vez más necesario en la sociedad actual, donde encontramos que las
personas competentes, que sobresalen entre las demás, no son aquellas que han conseguido
mayores logros académicos o poseen una medida de inteligencia general más alta, sino las que
saben cómo aprovechar sus potencialidades y contrarrestar sus debilidades para obtener éxito
en la mayor parte de las áreas de su vida personal y social.
Pero el punto de partida para conseguir esta educación integral en el alumnado es que se
incluya también en la formación de los futuros docentes, encargados de tal misión. Es
necesario que los maestros sean conscientes de la importancia de las dimensiones afectiva y
emocional en los procesos de E-A, de enseñar a su alumnado a conocer sus emociones y poner
en marcha mecanismos de control de las mismas, para así lograr gestionarlas a su favor,
consiguiendo hacer frente a las diferentes situaciones de sus vidas, solucionándolas con éxito.
Pero existen numerosos obstáculos a este respecto, pues es necesario un cambio de mentalidad
y una implicación cooperativa de toda la comunidad educativa, lo cual reafirma la necesidad
de mayor formación a este respecto en los futuros maestros.
La importancia que tiene el entrenamiento de las emociones para el desarrollo integral de toda
persona, justifica la necesidad de fomentar las competencias emocionales y sociales de las
personas (Elias, Zins, Weissberg, Frey, Greenber, Haynes, Kessler, Schwab-Stone y Shriver,
1997).
Además de la consideración anterior, es necesaria la incorporación de la enseñanza de
estrategias de IE al currículum del grado de Educación Primaria (EP) para el propio beneficio
de los maestros y maestras, pues la causa más alta de bajas médicas en este sector es de tipo
psicológica, principalmente por estrés. Desde el punto de vista físico, el afrontamiento del
estrés se trata de una respuesta cognitiva y motora que ayuda a los sujetos a mantener su
integridad física y psíquica, solventando el deterioro reversible o compensando el irreversible
(Lipowski, 1970). Desde la Psicología se considera la búsqueda de soluciones para un
problema que genera un desequilibrio en el individuo que hay que restaurar (Weisman y
Worden, 1977).
Existen diferentes métodos de afrontamiento del estrés, que serán beneficiosos o no en
función de cada individuo, pero estamos de acuerdo con algunos autores (Folkman y
Moskowitz, 2004; Skinner y Zimmer-Gembeck, 2007) que afirman la existencia de un fuerte
vínculo entre la IE y las estrategias de afrontamiento. Las personas emocionalmente
inteligentes poseen patrones de pensamiento constructivos que les permiten enfrentarse a las
situaciones estresantes y aprender de ellas estrategias eficaces, cometiendo cada vez menos
7
errores de afrontamiento. Además, desarrollan en menor medida pensamientos rumiativos y
son capaces de regular sus emociones, presentando una mayor autoeficacia.
Por todo lo anterior, el trabajo de la IE en universitarios contribuiría al aumento del bienestar
y satisfacción personal de los estudiantes, más aún, aquellos que van a dedicarse a la
docencia; los maestros y maestras capaces de solucionar de forma adecuada situaciones
emocionales negativas y prolongar las positivas, son aquellos que ponen en marcha estrategias
de afrontamiento cognitivo del problema o estrategias de afrontamiento centrado en las
emociones. Igualmente, se preocupan menos por situaciones que escapen a su control y son
menos sensibles a las críticas negativas recibidas por los demás (Augusto-Landa, López Zafra
y Pulido Martos, 2011). Los profesores que aprenden a mantener los estados emocionales
positivos y a disminuir el impacto de los negativos muestran un mayor bienestar docente y un
mejor ajuste de sus alumnos (Fernández-Berrocal y Ruiz-Aranda, 2008).
Tras la publicación por Salovey y Mayer (1990) del primer artículo científico sobre IE, se han
realizado numerosas investigaciones que coinciden en diferenciar dos modelos para evaluar
IE: coincidimos con Berrios, López-Zafra y Pulido (2014), en citar como el primero de ellos,
el basado en el modelo de habilidad, el cual considera la IE como la aptitud para razonar sobre
las emociones con el objetivo de guiar el pensamiento hacia la resolución de problemas
sociales y la adaptación al ambiente (Mayer, Roberts y Barsade, 2008). El segundo, basado en
los modelos de rasgos o mixtos, se refieren a la IE como un conjunto de rasgos estables de
personalidad, competencias socio-emocionales, aspectos motivacionales y diversas
habilidades cognitivas (Bar-On, 2000; Boyatzis, Goleman y Rhee, 2000; Goleman, 1995;
Petrides y Furnham, 2003).
Basándose en este último enfoque, Bar-On (2000) definió la IE como las competencias y
destrezas personales, emocionales y sociales que influyen en las estrategias de afrontamiento,
determinando nuestra eficacia para comprender y relacionarnos con otras personas, así como
para resolver los problemas cotidianos. Bar-On (2000, 2006) consideraba que la IE está
formada por cinco factores, que a su vez incluyen un total de 15 competencias: 1)
Intrapersonal (autoconciencia emocional, asertividad, autoconcepto y auto-actualización); 2)
Interpersonal (empatía, responsabilidad social y manejo de las relaciones interpersonales); 3)
Manejo del estrés (tolerancia al estrés y control de impulsos); 4) Estado de ánimo (búsqueda y
mantenimiento de la felicidad y optimismo) y 5) Adaptación/ajuste (estrategias de solución de
problemas, prueba de realidad y flexibilidad). Bar-On (1997, 2000) diseñó un instrumento de
medida de la IE, el Emotional Quotient Inventory (EQ-i), compuesto por 133 ítems que
proporcionan una puntuación total que refleja la IE general, una puntuación específica para
8
cada una de las cinco dimensiones, y una puntuación específica para cada una de las 15
subescalas secundarias citadas anteriormente.
Argumentando la necesidad de contar con instrumentos de medida de IE en español más
breves, pero válidos y, tras constatar las ventajas del Emotional Quotient Inventory (EQ-i)
propuesto por Bar-On (2002) y confirmadas por el análisis psicométrico de Parker et al.
(2011), Berrios, López-Zafra y Pulido (2014) han propuesto una adaptación del modelo
mixto de bienestar EQ-i al español, que permite evaluar rápidamente y con sencillez la IE en
población universitaria, a la cual han denominado como EQ-i versión corta (EQI-C). El
resultado es un cuestionario de 28 preguntas, con una escala de respuesta tipo Likert de 5
puntos, que permite obtener la puntuación de IE en cuatro factores: Interpersonal,
Adaptabilidad, Manejo del Estrés e Intrapersonal.
Una vez realizada una revisión del estado en cuestión de la temática de nuestro trabajo, con
carácter general, los objetivos que nos planteamos en nuestro estudio son los siguientes:
1) Obtener información sobre las competencias sociales y emocionales que posee el
alumnado de la Universidad de Jaén que se encuentra finalizando sus estudios de
Grado en Educación Primaria.
2) Analizar la existencia de correlaciones significativas entre las distintas dimensiones o
factores considerados en el instrumento de evaluación.
3) Establecer la existencia de diferencias significativas a nivel estadístico en las cuatro
dimensiones del instrumento de recogida de información considerado, EQ-i versión
corta (Berrios, López Zafra y Pulido, 2014): Interpersonal, Adaptabilidad, Manejo del
estrés e Intrapersonal, en función del género (hombres vs. mujeres).
4) Estudiar la existencia de diferencias estadísticamente significativas en las cuatro
dimensiones del EQ-i versión corta (Berrios, López Zafra y Pulido, 2014):
Interpersonal, Adaptabilidad, Manejo del estrés e Intrapersonal, en función de la edad
(menor que 25 años vs. mayor o igual que 25 años).
5) Determinar si existen diferencias significativas a nivel estadístico entre las cuatro
dimensiones que analiza el cuestionario EQ-i versión corta (Berrios, López Zafra y
Pulido, 2014): Interpersonal, Adaptabilidad, Manejo del estrés e Intrapersonal, en
función del curso en el que se encuentran actualmente los sujetos de estudio (3º vs. 4º).
9
MÉTODO
Participantes
La muestra estaba formada inicialmente por 103 estudiantes de la Universidad de Jaén, que se
encontraban cursando la titulación de grado en Educación Primaria y, que de forma
voluntaria, completaban el instrumento de evaluación. Cuando alguno de los cuestionarios
estaba incompleto, bien por la falta de respuesta en alguno de los ítems propuestos, o por
carecer de alguno de los datos necesarios para clasificar al sujeto dentro de la muestra, se
optaba por la eliminación del sujeto. De este modo, finalmente en este estudio participaron un
total de 96 estudiantes universitarios de la titulación anteriormente citada. El 59.4% fueron
mujeres (n=57) y el 40.6% hombres (n=39). La edad media fue de 22.18 (±3.32) años, con un
rango de edades de 20 a 43 años. El 88.5% de los participantes eran menores de 25 años
(n=85), mientras que el 11.5% tenían 25 o más años (n=11). El 83.3% (n=80) de los sujetos se
encontraban en tercer curso y el resto, 16,7% (n=16) pertenecían al cuarto curso.
Instrumento
Se utilizó el EQ-i: Autoinforme de Bar-On (1997, 2000), en su adaptación a la versión corta
por Berrios, López Zafra y Pulido (2014) (ver anexo I). Los participantes contestan a 28 ítems
que evalúan la Inteligencia Emocional Percibida a través de una escala Likert de 5 puntos
(1=Totalmente en desacuerdo), 5=Totalmente de acuerdo) (i. e. “Suelo afrontar las
dificultades yendo paso a paso”, “Tengo fuertes impulsos que me cuesta controlar”, “Suelo
explotar enfadándome fácilmente”). Esta escala se compone de cuatro dimensiones
caracterizadas por unos niveles aceptables de fiabilidad: 1) Interpersonal (=.78); 2)
Adaptabilidad (=.70); 3) Manejo del estrés (=.75); y 4) Intrapersonal (=.73). El primer
factor está formado por 7 ítems relacionados con la dimensión Interpersonal, el segundo factor
es determinado por 5 ítems de la dimensión Adaptabilidad, el tercer factor está conformado
por 8 ítems de la dimensión Manejo del estrés, y el cuarto factor está formado por 8 ítems
correspondientes a la dimensión Intrapersonal. En nuestro estudio, el nivel de fiabilidad para
cada una de las dimensiones es aceptable: Interpersonal (=.662), Adaptabilidad (=.756),
Manejo del estrés (=.884) e Intrapersonal (=.754).
Procedimiento
Los cuestionarios fueron administrados por dos estudiantes de la Universidad de Jaén, a sus
compañeros de la titulación de grado en Educación Primaria, durante el trascurso de dos de
10
sus clases teóricas. En ambos casos se obtuvo el permiso del profesor responsable del grupo y
de los estudiantes, a los que se les solicitó la colaboración en clase de forma anónima y
voluntaria. Los participantes completaron el cuestionario EQ-i versión corta (Berrios, López
Zafra y Pulido, 2014), además de indicar su género (hombre o mujer), edad (expresada en
años) y curso (3º o 4º). Antes de contestar el cuestionario se explicaron las normas de
cumplimentación del mismo. No se produjeron diferencias en función de la clase en que
fueron pasados los cuestionarios, por lo que no se ha hecho distinción de los sujetos al
respecto.
ANÁLISIS DE DATOS
El procedimiento de análisis de datos se realiza en dos fases. Por un lado, para el análisis de
corte más cuantitativo, se vuelcan las respuestas de los sujetos en el programa Microsoft Excel
con el objetivo de ordenar y clasificar los datos. Seguidamente, para el tratamiento estadístico
se introducen los datos en el programa IBM SPSS Statistics para Mac, versión 19.0. Para
testear la homogeneidad de las varianzas se utiliza el test de Levene. Las pruebas paramétricas
efectuadas son el Coeficiente de Correlación de Pearson para medir relaciones entre
dimensiones y la prueba t de Student para muestras independientes, con el objetivo de realizar
una comparación entre las medias; en aquellos casos que la prueba de Levene nos informa de
que no se cumple el supuesto de homogeneidad de varianzas, se calcula la prueba no
paramétrica U de Mann-Whitney. Todos los procedimientos estadísticos se han ejecutado con
un nivel de confianza del 95%.
RESULTADOS
Vamos a presentar los resultados en función de los cinco objetivos planteados en el estudio
(estudio descriptivo, correlaciones entre dimensiones y diferencia de medias en función de las
variables sociodemográficas consideradas).
Estudio descriptivo
Según los resultados obtenidos en cada uno de los cuatro factores del cuestionario EQ-i
versión corta (Berrios, López Zafra y Pulido, 2014), podemos apreciar que la muestra
manifiesta la puntuación más alta en la dimensión Interpersonal (M=4.09; DT= ±.51), seguida
de la Intrapersonal (M=3.64; DT= ±.68) y la Adaptabilidad (M=3.74; DT= ±.62). La
puntuación más baja ha resultado en la dimensión Manejo del estrés (M=2.76; DT= ±.91) (ver
tabla 1).
11
TABLA 1. Estadísticos descriptivos (*) Medias y desviaciones típicas por dimensiones
N Media Desv. Típ.
Interpersonal 96 4.0878 ±.51377
Adaptabilidad 96 3.7354 ±.61865
Manejo estrés 96 2.7617 ±.90668
Intrapersonal 96 3.6419 ±.67780
El análisis de la correlación de Pearson entre los cuatro factores nos muestra que existe
correlación significativa positiva (p<.01) entre las dimensiones Interpersonal-Adaptabilidad
(.304) e Intrapersonal-Adaptabilidad (.366). Igualmente, encontramos una correlación
significativa negativa (p<.01 ó p<.05) entre las dimensiones Adaptabilidad-Manejo del estrés
(-.230) e Intrapersonal-Manejo del estrés (-.491). En el resto de relaciones entre dimensiones
no se han detectado correlaciones significativas (ver tabla 2).
A continuación presentamos los resultados obtenidos en el estudio entre las variables
sociodemográficas de la muestra y cada una de las dimensiones del instrumento de medida
(Interpersonal, Adaptabilidad, Manejo del estrés e Intrapersonal); para lo cual realizamos
distintos análisis de diferencias de medias (pruebas t de Student) de muestras independientes.
TABLA 2. Correlaciones entre factores
(1) (2) (3) (4)
Interpersonal (1)
Adaptabilidad (2)
Manejo estrés (3)
Intrapersonal (4)
Correlación de Pearson (r) 1 .304**
.067 .092
Sig. (bilateral)
Correlación de Pearson (r)
Sig. (bilateral)
Correlación de Pearson (r)
.304**
.003
.067
.003
1
-.230*
.518
-.230*
.024
1
.374
.366**
.000
-.491**
Sig. (bilateral)
Correlación de Pearson (r)
Sig. (bilateral)
.518
.092
.374
.024
.366**
.000
-.491**
.000
.000
1
*. La correlación es significante al nivel .05 (bilateral).
**. La correlación es significativa al nivel .01 (bilateral).
12
Diferencias en función del género
En relación a la variable género (hombres vs. mujeres), el análisis de diferencias de medias
nos muestra que la puntuación es más alta para las mujeres en tres de las dimensiones:
Interpersonal (M=4.24; DT= ±.43 vs. M=3.87; DT= ±.55), Adaptabilidad (M=3.77; DT= ±.6
vs. M=3.68; DT= ±.65) y Manejo del estrés (M=2.89; DT= ±.87 vs. M=2.58; DT= ±.94),
siendo más alta la puntuación para los hombres en la dimensión Intrapersonal (M=3.72; DT=
±.63 vs. M=3.59; DT= ±.71) (ver tabla 3).
TABLA 3. Estadísticos descriptivos en función del género
Género N Media Desviación típ.
Interpersonal
Adaptabilidad
Manejo estrés
Intrapersonal
Hombre 39 3.8681 ±.54781
Mujer
Hombre
Mujer
Hombre
Mujer
Hombre
Mujer
57
39
57
39
57
39
57
4.2381
3.6821
3.7719
2.5769
2.8882
3.7179
3.5899
±.43308
±.65328
±.59694
±.94225
±.86721
±.63266
±.70780
Existen diferencias entre las medias de los cuatro factores pero, para determinar si las mismas
son significativas a un nivel =.05, hemos realizado una prueba t de Student de muestras
independientes con las puntuaciones obtenidas en las cuatro dimensiones de estudio como
variables dependientes y el género de los sujetos como variable independiente. La prueba de
Levene arroja un grado de significación mayor a .05 (p>.05) para las cuatro dimensiones:
Interpersonal [F(.750); p=.389, p>.05], Adaptabilidad [F(1.044); p=.310, p>.05], Manejo del
estrés [F(.267); p=.606, p>.05] e Intrapersonal [F(.488); p=.487, p>.05], luego se cumple con
el supuesto de homocedasticidad o igualdad de la varianza. Como hemos aceptado la hipótesis
nula para la prueba de Levene debemos optar por el resultado que asume la igualdad de
varianzas, el cual nos lleva a afirmar que existen diferencias significativas entre las medias de
la dimensión Interpersonal [t(94)=-3.688; p=.000, p<.01] a favor de las mujeres. En el resto de
dimensiones no se han encontrado diferencias significativas entre las medias de ambas
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muestras: Adaptabilidad [t(94)=-.697; p=.487, p>.05], Manejo del estrés [t(94)=-1.667,
p=.099, p>.05] e Intrapersonal [t(94)=.908; p=.366, p>.05].
Diferencias en función de la edad
En relación a la variable edad (<25 años vs. ≥25), el análisis de resultados nos muestra que la
puntuación es más alta para los sujetos con 25 años o más en tres de las dimensiones:
Interpersonal (M=4.22; DT= ±.52 vs. M=4.07; DT= ±.51), Adaptabilidad (M=4.2; DT= ±.68
vs. M=3.68; DT= ±.59) e Intrapersonal (M=3.89; DT= ±.78 vs. M=3.61; DT= ±.66), siendo
más alta la puntuación para los sujetos menores de 25 años en la dimensión Manejo del estrés
(M=2.8; DT= ±.85 vs. M=2.43; DT= ±1.25) (ver tabla 4).
TABLA 4. Estadísticos descriptivos en función de la edad
Edad intervalos N Media Desviación típ.
Interpersonal <25 años 85 4.0706 ±.51396
≥25 años 11 4.2208 ±.51652
Adaptabilidad <25 años 85 3.6753 ±.58796
≥25 años 11 4.2000 ±.68118
Manejo estrés <25 años 85 2.8044 ±.85379
≥25 años 11 2.4318 ±1.24545
Intrapersonal <25 años 85 3.6103 ±.66183
≥25 años 11 3.8864 ±.78153
Existen diferencias entre las medias de los cuatro factores pero, para determinar si las mismas
son significativas (p<.05), hemos realizado una prueba t de Student de muestras
independientes con las puntuaciones obtenidas en las cuatro dimensiones de estudio como
variables dependientes y la edad de los sujetos como variable independiente. La prueba de
Levene arroja un grado de significación mayor a .05 (p>.05) en tres de las dimensiones:
Interpersonal [F(.010); p=.921, p>.05], Adaptabilidad [F(.010); p=.919, p>.05] e Intrapersonal
[F(1.232); p=.270, p>.05], luego se cumple con el supuesto de igualdad de la varianza para
estas dimensiones. Sin embargo para el factor Manejo del estrés no se cumple dicho supuesto
[F(5.3); p=.024, p<.05], por lo que no asumimos la igualdad de varianzas. Para esta dimensión
(Manejo del estrés) se realiza una prueba no paramétrica, U de Mann-Whitney, al no
14
cumplirse el supuesto de la prueba de Levene; no encontrándose diferencias significativas
p=.243 (p>.05). Los resultados expuestos en la tabla 6 nos permiten afirmar que existen
diferencias significativas entre las medias para la dimensión Adaptabilidad [t(94)=-2.736;
p=.007, p<.05] a favor de los sujetos que tienen 25 o más años. En el resto de dimensiones no
se han encontrado diferencias significativas entre las medias de ambas muestras: Interpersonal
[t(94)=-.912; p=.364, p>.05], Manejo del estrés [t(77.212)=-1.641; p=.105, p>.05] e
Intrapersonal [t(94)=-1.275; p=.205, p>.05].
Diferencias en función del curso
En relación a la variable curso (3º vs. 4º), el análisis de resultados nos muestra que la
puntuación es más alta para los estudiantes que se encuentran cursando tercero en dos de las
dimensiones: Interpersonal (M=4.1; DT= ±.44 vs. M=3.98; DT= ±.80) e Intrapersonal
(M=3.67; DT= ±.68 vs. M=3.52; DT= ±.70); sin embargo, la puntuación es más alta para los
estudiantes de cuarto en las otras dos dimensiones: Adaptabilidad (M=3.79; DT= ±.75 vs.
M=3.73; DT= ±.59) y Manejo del estrés (M=2.83; DT= ±.90 vs. M=2.75; DT= ±.91) (ver
tabla 5).
TABLA 5. Estadísticos descriptivos en función del curso
Curso N Media Desviación típica
Interpersonal 3º 80 4.1089 ±.43972
4º 16 3.9821 ±.79945
Adaptabilidad 3º 80 3.7250 ±.59310
4º 16 3.7875 ±.75355
Manejo estrés 3º 80 2.7484 ±.91327
4º 16 2.8281 ±.89893
Intrapersonal 3º 80 3.6656 ±.67557
4º 16 3.5234 ±.69854
Para determinar si las diferencias entre las medias de los cuatro factores para la variable curso
son significativas (p<.05), realizamos una prueba t de Student de muestras independientes con
las puntuaciones obtenidas en las cuatro dimensiones de estudio como variables dependientes
y el curso en el que se encuentran los sujetos como variable independiente. La prueba de
Levene arroja un grado de significación mayor a .05 (p>.05) en tres de las dimensiones:
15
Adaptabilidad [F(2.249); p=.137, p>.05], Manejo del estrés [F(.131); p=.719, p>.05] e
Intrapersonal [F(.066); p=.798, p>.05], luego se cumple con el supuesto de homocedasticidad
de la varianza. Sin embargo, para la dimensión Interpersonal no se cumple el supuesto pues el
grado de significación es menor a .05 [F(7.648); p=.007, p<.05]; en este caso realizamos una
prueba no paramétrica, la prueba U de Mann-Whitney. Los resultados obtenidos en las
pruebas paramétricas t de Student nos permiten afirmar que no se han encontrado diferencias
estadísticamente significativas entre las medias de los sujetos de la muestra en función del
curso en el que se encuentran en ninguna de las dimensiones: Adaptabilidad [t(94)=-.367;
p=.714, p>.05], Manejo del estrés [t(94)=-.319; p=.750, p>.05] e Intrapersonal [t(94)=.764;
p=.447, p>.05]; ni en la prueba no paramétrica realizada para la dimensión Interpersonal
(Prueba U de Mann-Whitney) siendo el valor de p=.882 (p>.05) de la misma no significativo.
DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES
Bar-On (1997) define la IE como el conjunto de habilidades y conocimientos, sociales y
emocionales, que influyen en nuestra capacidad general para afrontar con éxito las demandas
del medio. El modelo de Bar-On se basa en las competencias, a través de las cuales dan
explicación a cómo los individuos se relacionan con las personas de su entorno. Para nuestra
investigación hemos utilizado la adaptación del modelo de Bar-On realizada por Berrios,
López Zafra y Pulido (2014), EQ-i versión corta. Tras el análisis de nuestros resultados
podemos afirmar que las mujeres poseen mayor capacidad para expresar y comprender
emociones (dimensión Interpersonal) que los hombres, coincidiendo con los resultados
encontrados por Berrios, López Zafra y Pulido (2014). Sin embargo discernimos con ellos
cuando afirman que los hombres puntúan más alto en las dimensiones que se relacionan con el
manejo de las emociones y del estrés, pues no hemos encontrado diferencias significativas en
este sentido en nuestro estudio.
Del mismo modo, los resultados que hemos obtenido en nuestra investigación en cuanto a la
variable género coinciden con los encontrados por Molero, Ortega-Álvarez y Moreno-
Romero de Ávila (2010). Dichos autores utilizaron la versión española adaptada del Trait
Meta-Mood Scale, TMMS-24 (Fernández-Berrocal, Extremera y Ramos, 2004; Extremera y
Fernández-Berrocal, 2005; Fernández Barrocal y ramos, 2005) para medir la IE de 704
estudiantes de la titulación de magisterio de la Universidad de Jaén. Encontraron
significatividad en la subescala Percepción o Atención a los sentimientos a favor de las
mujeres.
16
En este mismo sentido, Valadez-Sierra, Borges del Rosal, Ruvalcaba Romero, Villegas y
Lorenzo (2013) utilizaron el Mayer, Salovey and Caruso Emotional Intelligence Test
(MSCEIT) para medir la IE de 129 estudiantes universitarios, obteniendo diferencias
significativas en la variable género a favor de las mujeres.
Igualmente, consideramos ineresante comparar los resultados de nuestro estudio con los
obtenidos por Pena, Rey y Extremera (2012), quienes utilizaron la versión castellana del
Wong and Law´s Emotional Intelligence Scale (WLEIS; Wong y Law, 2002) para determinar
si existían diferencias significativas en IE en una muestra de 249 docentes para la variable
género. Los resultados de nuestro estudio nos permiten afirmar, al igual que ellos, que existen
diferencias entre hombres y mujeres para la dimensión Interpersonal, a favor de estas últimas.
Tras analizar los resultados obtenidos en diferentes investigaciones que miden la IE utilizando
distintos instrumentos de medida, podemos afirmar que las mujeres presentan mayor IE
interpersonal que los hombres. Sin embargo, en la revisión bibliográfica realizada no hemos
encontrado estudios que determinen si existen diferencias significativas en IE, para las
dimensiones estudiadas en el presente trabajo (Interpersonal, Adaptabilidad, Manejo del estrés
e Intrapersonal), en función de las variables edad y curso universitario en que se encuentren
los sujetos. Los resultados encontrados en nuestra investigación muestran que existen
diferencias significativas para la dimensión Adaptabilidad a favor de los sujetos mayores de
25 años; para la variable curso no se han encontrado diferencias estadísticamente
significativas en ninguna de las dimensiones de estudio.
La relevancia de la presente investigación no pretendemos que se centre exclusivamente en el
análisis de diferencias en IE en función de las variables género, edad y curso para las variables
estudiadas (Interpersonal, Adaptabilidad, Manejo del estrés e Intrapersonal), sino que nuestra
intención es que estos resultados sirvan como punto de partida para el análisis de la necesidad
e importancia de formar a los futuros docentes en IE.
Las investigaciones centradas en la relación entre emociones y salud han ido en aumento en
los últimos años (Reeve, 1995; Ryff y Singer, 1998; Fredrickson y Branigan, 2000;
Fernández-Abascal, 2003; Fredrickson, 2003; Carpena, 2008, entre otros). Esto es debido a
que cada día se apoya con más fuerza la hipótesis que afirma que las emociones y el
organismo interactúan entre sí, pudiendo alterar el funcionamiento de nuestro cuerpo a nivel
físico y mental. Las emociones positivas nos ayudan a soportar las dificultades de una
enfermedad, facilitando su recuperación. Sin embargo, las emociones negativas bloquean
nuestras defensas naturales. Aunque es cierto que el estrés, en un cierto grado, es beneficioso
para fomentar la creatividad, el sentido positivo, la capacidad de aprendizaje y la toma de
17
decisiones, una falta de control del mismo influye negativamente en nuestra salud al hacernos
más vulnerables ante enfermedades como el Alzheimer o el cáncer. Centrándonos en el
ámbito educativo, los maestros que son capaces de reducir sus estados emocionales negativos
y prolongar los positivos, son aquellos que utilizan estrategias de afrontamiento cognitivo del
problema o estrategias de afrontamiento centrado en las emociones (Augusto-Landa, López-
Zafra y Pulido-Martos, 2011). Coinciden con esta idea los resultados obtenidos por Epstein
(1998) que afirman que sujetos con alta IE realizan un afrontamiento activo de las situaciones
estresantes. Los sujetos que saben cuando evaluar una situación como incontrolable y
abandonan sus esfuerzos por cambiarla, evitando así situaciones de estrés, utilizan estrategias
de afrontamiento centradas en las emociones (Folkman y Lazarus, 1984). Todas estas
evidencias demuestran la necesidad de que los docentes desarrollen una IE que les permita
afrontar las situaciones estresantes con éxito, disminuyendo así la posibilidad de contraer
algún malestar físico o psíquico. En este sentido, López-Goñi y Goñi-Zabala (2009) realizaron
una investigación para conocer la importancia que se da a la competencia emocional en los
currículos de formación inicial de los docentes. Sus resultados indican que la dimensión
Intrapersonal es prácticamente inexistente, pues se le da únicamente importancia a la
dimensión Interpersonal; es más, esta última se centra en el contexto del aula, obviando otros
ámbitos como el centro educativo o la sociedad.
Estos datos refuerzan nuestra opinión sobre la necesidad de un cambio en el currículum del
grado de EP, que potencie la IE por encima de otros contenidos conceptuales que los
estudiantes pueden adquirir más fácilmente de manera independiente. Es más, no se debe
fomentar solamente un currículum universitario que potencie las competencias
socioemocionales en estudiantes de grado, sino que además aporte estrategias para que los
futuros docentes ayuden a desarrollar dichas competencias en su alumnado.
Estamos de acuerdo con Schutte et al. (2000) cuando afirma que los adolescentes con escasas
competencias socioemocionales suelen ser más vulnerables y desaventajados. Igualmente,
Parker, Summerfedt, Hogan y Majeski (2004) utilizan la competencia emocional como
variable predictora de alto o bajo rendimiento académico. Extremera y Ramos (2003)
estudiaron el efecto mediador de una buena salud mental sobre el rendimiento medio escolar
de los estudiantes. Los resultados obtenidos afirman que el alumnado con más competencias
socioemocionales presenta mayor equilibrio, y que éstas actúan como moderadoras de los
efectos de las habilidades cognitivas sobre el rendimiento académico.
Podemos enumerar otros beneficios de la aplicación de un currículum que incluya la
educación emocional entre sus contenidos, como la prevención de factores de riesgo en el aula
18
(número de expulsiones de clase, índice de agresiones…) y mejorando las calificaciones
académicas y el desempeño escolar.
Todas estas evidencias apoyan nuestra opinión de la necesidad de incluir en el currículum del
grado de EP las competencias socioemocionales como un contenido más, tanto en el sentido
de desarrollar dichas competencias por parte de los estudiantes de grado como también que
adquieran estrategias para desarrollar dichas competencias en sus futuros alumnos y alumnas.
Del mismo modo, vemos la necesidad de que esta formación no termine con la adquisición del
título de grado, sino que los centros de profesorado promuevan cursos de formación para
docentes, con el objetivo de transmitirles estrategias de desarrollo socioemocional como parte
de su formación permanente.
Consideramos que la IE es un campo tan amplio como importante, por lo que planteamos la
necesidad de que se sigan realizando investigaciones a este respecto. Por nuestra parte,
proponemos como futura línea de investigación y mejora del presente estudio, la ampliación
de su aplicación a estudiantes del grado de EP de otras universidades, para comparar las
competencias socioemocionales de sus estudiantes con el currículum del grado, pudiendo así
establecer mejoras en los currículos de aquellas universidades cuyos estudiantes no
desarrollen suficientemente sus competencias emocionales. Del mismo modo, sería
interesante comparar las competencias socioemocionales de los estudiantes de distintos grados
universitarios para analizar la contribución que al desarrollo de las mismas aportan los
diferentes currículos, así como la influencia del grado de desarrollo de IE del alumnado para
la elección de la carrera a estudiar.
Para finalizar, queremos destacar que los centros educativos no solo deben transmitir
conocimientos teóricos, sino fomentar el desarrollo de competencias que permitan al
alumnado afrontar las diferentes situaciones de su vida de forma efectiva y solucionar sus
problemas con éxito; para lo cual es necesario que esta formación comience en las aulas de
formación de los futuros docentes. Esta es la única vía para conseguir que la educación de los
niños y niñas sea integral, contribuyendo a formar alumnos y alumnas capaces de afrontar los
diferentes retos a los que se deberán enfrentar en su futura vida personal, social y laboral.
19
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24
ANEXO I: Prueba EQ-i versión corta (Berrios, López Zafra y Pulido, 2014)
Sexo: □ Hombre □ Mujer
Edad (años): ____
Universidad en la que estudia: ____________
Titulación que estudia: □ Grado en Educación Primaria □ Grado en Educación Infantil
Curso: □ Primero □ Segundo □ Tercero □ Cuarto
EQ-i (Short Form)
INSTRUCCIONES: A continuación encontrará algunas afirmaciones sobre sus emociones y
sentimientos. Lea atentamente cada frase e indique por favor el grado de acuerdo o desacuerdo con
respecto a las mismas (1 = Totalmente en desacuerdo; 5 = Totalmente de acuerdo). Señale con una
“X” la respuesta que más se aproxime a sus preferencias. No hay respuestas correctas ni incorrectas,
ni buenas o malas. No emplee mucho tiempo en cada respuesta.
1 Suelo afrontar las dificultades yendo paso a paso. 1 2 3 4 5
2 Me cuesta mucho controlar mi enfado. 1 2 3 4 5
3 Cuando me enfrento a una situación difícil recopilo toda la
información que pueda sobre la misma.
1 2 3 4 5
4 Me gusta ayudar a la gente. 1 2 3 4 5
5 Soy incapaz de expresar mis ideas a los demás. 1 2 3 4 5
6 Me gusta tener una visión general del problema antes de tratar de
resolverlo.
1 2 3 4 5
7 Prefiero que los demás tomen decisiones por mí. 1 2 3 4 5
8 Me cuesta comprender cómo me siento. 1 2 3 4 5
9 En los últimos años he conseguido pocas cosas. 1 2 3 4 5
10 Mi impulsividad me crea problemas. 1 2 3 4 5
11 Soy bueno/a comprendiendo qué sienten los demás. 1 2 3 4 5
12 Me cuesta trabajo tomar decisiones por mí mismo/a. 1 2 3 4 5
13 Me es difícil expresar mis sentimientos íntimos. 1 2 3 4 5
14 Mis amigos/as pueden contarme sus cosas más íntimas. 1 2 3 4 5
15 Cuando intento resolver un problema, primero me fijo en cada
posibilidad y luego decido la mejor forma de resolverlo.
1 2 3 4 5
16 Siento que me cuesta controlar mi ansiedad. 1 2 3 4 5
17 Me preocupo de lo que les ocurre a los demás. 1 2 3 4 5
18 Mis relaciones sentimentales significan mucho para mí y para mis
amigos/as.
1 2 3 4 5
19 Tengo fuertes impulsos que me cuesta controlar. 1 2 3 4 5
20 Cuando surgen situaciones difíciles intento pensar en tantas
alternativas como pueda.
1 2 3 4 5
21 Soy sensible a los sentimientos de los demás. 1 2 3 4 5
22 Mantengo buenas relaciones con los demás. 1 2 3 4 5
23 Soy impulsivo/a. 1 2 3 4 5
24 Me cuesta trabajo describir mis sentimientos. 1 2 3 4 5
25 Tengo mal carácter. 1 2 3 4 5
26 Me impaciento. 1 2 3 4 5
27 Me es difícil luchar por mis derechos. 1 2 3 4 5
28 Suelo explotar enfadándome fácilmente. 1 2 3 4 5
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