Factores de riesgo familiares asociados al consumo de Sustancias Psicoactivas
(SPA) legales e ilegales en adolescentes1
Johanna Alexandra Barbosa Florez2
Viviana Cristina Ruiz Bohórquez3
Nidia Esperanza Muñoz Arboleda4
Resumen
La presente revisión bibliográfica se desarrolla alrededor del consumo de Sustancias
Psicoactivas (SPA) como una problemática social, teniendo en cuenta que es un fenómeno
de base multifactorial; por tanto, convergen factores individuales, familiares, sociales,
económicos, políticos y culturales. Se analiza el componente de base formativo y de
personalidad en adolescentes, cuyo elemento se encuentra estrechamente relacionado con
la historia de vida familiar, con énfasis en la percepción sobre estilos de crianza y
educativos que permiten conocer si la familia ejerce el rol de agente educativo al
proporcionar vivencias, experiencias y aprendizajes que validan la prevención frente al
consumo de Sustancias Psicoactivas (SPA) o, por el contrario, es generadora de factores
de riesgo predisponentes hacia esta conducta. De igual manera, se pretende que los
hallazgos se constituyan en un recurso útil para los diferentes estamentos sociales
preocupados por el incremento en el consumo de Sustancias Psicoactivas (SPA), y
situaciones asociadas, por parte de la población juvenil.
1 El presente artículo fue elaborado para la obtención del título de Especialista en Interveniones Psicosociales para la Reducción del Consumo de Sustancias Psicoactivas de la Universidad Católica de Pereira. 2 Psicóloga, Universidad del Tolima. Estudiante Candidata a obtención de Título de la Especialización en Intevecnciones Psicosociales para la Reducción del Consumo de Sustancias Psicoactivas de la Universidad Católica de Pereira. [email protected] 3 Psicóloga, Universidad Coopertiva de Colombia. Estudiante Candidata a obtención de Título de la Especialización en Intervenciones Psicosociales para la Reducción del Consumo de Sustancias Psicoactivas de la Universidad Católica de Pereira. [email protected] 4 Aesora, Especialista en Farmacodependencia Universidad Luisa Amigo. Docente de la Universidad Católica de Pereira. [email protected]
Palabras clave: Sustancias psicoactivas, Adolescentes, Familia, Factores de riesgo,
Prevención, Modelos educativos.
Abstract
This bibliographical review is developed based on the consumption of
psychoactive substances (SPA) as a social problem, taking into account that it is a
multifactorial phenomenon. Therefore, individual, family, social, economic, political and
cultural factors are part of this situation. The formative and personality component of the
adolescents is analyzed, whose elements are related to the life story of their families, with
emphasis on the perception of parenting and educational styles, which allows knowing if
the family exercises the role of educational agent by providing experiences and learnings
that help to prevent the consumption of psychoactive substances, or on the contrary if
they are generators of risk predisposing towards this behavior.
Likewise, the findings are intended to be a useful resource for the different social
groups concerned about the increase in the consumption of psychoactive substances and
associated situations by the young population.
Key words: Psychoactive substances, adolescents, family, risk factors, prevention,
educational models.
Introducción
Existe la responsabilidad social de identificar todos aquellos factores que
intervienen en el adecuado desarrollo de niños, niñas y adolescentes, dado que estas
generaciones son las que, a futuro, van a determinar las dinámicas sociales; este
presupuesto se respalda con lo establecido en la declaración universal de los derechos
humanos y en la Constitución Política que, en esta ocasión, retomará la Colombiana,
donde establece, en el artículo 45, que los adolescentes tienen derecho a la protección y a
la formación integral.
La adolescencia representa una etapa significativa en la consolidación de la
personalidad. Este aspecto ha sido retomado en muchas investigaciones y hasta el
momento la mayoría dan cuenta de los riesgos que se generan y relacionan con esta
población. Uno de ellos tiene que ver, en un alto porcentaje, con el consumo de Sustancias
Psicoactivas (SPA) por parte de los adolescentes, cifras que en Colombia exceden las que
se registran en otros países subdesarrollados. Según el Estudio Nacional de Consumo de
Sustancias Psicoacitvas en Colombia (2013), realizando un análisis comparativo entre las
cifras obtenidas en los años 2008 y 2013, en los adolescentes (12-17 años), se registra un
aumento en el consumo de alcohol de un 1% en hombres y de un 3% en mujeres, por el
contrario hay una disminución en uso de tabaco del 5% y 3.5% respectivamente; por otro
lado, en lo referente a las sustancias ilegales, en el uso de marihuana se registra un aumento
del 2% tanto en hombres como en mujeres, situación que se constituye en preocupación
para los diferentes actores involucrados en el proceso de desarrollo, educación y
formación de los adolescentes, sin que esto quiera decir que no exista una influencia
negativa para este fenómeno en otros grupos poblacionales.
No obstante, dicho fenómeno, al ser de carácter social, invita a revisar, en primera
instancia, el contexto familiar en el que se formó el niño (a), se forma el adolescente y se
formará el joven, el cual puede variar dependiendo de las mismas dinámicas que se
desarrollan al interior de lo que él considera su familia, cuyo estamento se ha concebido
como vínculo afectivo primario.
Ahora bien, tradicionalmente se ha concebido a la familia como institución social
básica, toda vez que se le han asignado funciones de manutención y socio-afectivas que la
ubican como un lugar privilegiado donde el ser humano establece sus primeros vínculos
afectivos y socializadores; donde adquiere sus primeras experiencias y aprendizajes sobre
la vida, lo cual le permitirá moldear su identidad para reafirmarse como miembro de un
grupo y de una sociedad. Sin embargo, la convivencia familiar y el ejercicio de roles
parentales supone dificultades relacionales para sus integrantes que se reflejan en la
asunción de actitudes y comportamientos inadecuados por parte de los padres e hijos, tales
como el maltrato físico y verbal, la indiferencia afectiva, el desacato a las normas o el
manejo inadecuado de estas, la inversión de roles, los canales de comunicación
defectuosos, las carencias afectivas o las expresiones exacerbadas de estas, el sentimiento
de soledad e impotencia, la falta de acompañamiento, la ausencia física o emocional por
parte de figuras de identidad materna-paterna, el modelado de consumo por parte de
padres o cuidadores, todos estos aspectos pueden concebirse como factores de riesgo que
vulnerabilizan a la población adolescente, predisponiéndola al consumo de Sustancias
Psicoactivas (SPA), como una alternativa de respuesta a sus necesidades (Díez, 2008).
Por tanto, se establece como objetivo identificar y describir los factores de riesgo a
nivel familiar que se han evidenciado e influyen en el consumo de Sustancias Psicoactivas
(SPA) en los adolescentes mediante una revisión documental; para ello, se tienen en
cuenta variables como Sustancias Psicoactivas (SPA), adolescencia, familia, factores de
riesgo, modelos educativos y prevención.
Desde esta óptica se describe la realidad de la familia que, como agente educativo,
puede ser generador de factores de riesgo o factores protectores en torno al inicio en el
consumo de Sustancias Psicoactivas (SPA) por parte de los adolescentes.
Desarrollo Temático
El consumo de Sustancias Psicoactivas (SPA) legales e ilegales como fenómeno
social se ha incrementado en los últimos años, afectando sin discriminación alguna la
población a nivel mundial, principalmente a los adolescentes, lo que deja como resultado
que el inicio del consumo sea cada vez a edades más tempranas. La decisión de optar por
el consumo de SPA se debe a diversos factores que van desde lo individual a lo familiar y
social, quizás como una alternativa de respuesta a las dificultades, dilemas y conflictos
cotidianos.
Sustancias Psicoactivas (SPA): conceptos básicos, clasificación y efectos
El concepto Sustancia Psicoactiva (SPA) no es reconocido en muchos contextos,
dado a los términos que le son atribuidos; sin embargo, no existe un desconocimiento
total del tema. El concepto hace alusión a aquellas sustancias que al ser introducidas por
cualquier medio en el organismo vivo están en la capacidad de alterar las funciones del
mismo (Kramer y Cameron, 1975). Estas sustancias se encuentran clasificadas de
diferentes formas; es decir, ya sea por su origen: natural, sintética o semi sintética; por la
legalidad: por ejemplo, el alcohol y el cigarrillo; y por la ilegalidad, como la cocaína, la
heroína, entre otras. Igualmente, según los efectos que tienen sobre el Sistema Nervioso
Central (SNC), entre los cuales se puede mencionar la desinhibición que se evidencia a
causa del consumo de sustancias depresoras, las más conocidas son el alcohol, los
tranquilizantes, hipnóticos y opiáceos, los cuales causan comportamientos mucho más
pausados; efecto contrario ejerce la anfetamina y la cocaína, siendo estas sustancias las que
sirven como estimulantes mayores para la neuroquímica cerebral; por otro lado, la cafeina
es un activador al igual que la nicotina, las cuales sirven como estimulante menor; además
de ello están aquellas que generan perturbaciones como lo son los alucinógenos, los cuales
se encargan de alterar la realidad generando distorsiones perceptivas y alucinaciones
(Rodríguez, 2013).
Los efectos que generan las Sustancias Psicoactivas (SPA) no solo dejan como
resultado alteraciones a nivel biológico, sino que, también afecta las diferentes áreas de la
persona que recurre constantemente a su consumo, alterando ya sea la esfera emocional,
comportamental, relacional, laboral o familiar; es decir, en la mayoría de casos en los que
se presenta consumo de Sustancias Psicoactivas (SPA) se crea una fractura vincular
significativa en las relaciones tanto sentimentales como en los vínculos que se posee con la
familia y amigos más cercanos, afectando su estado de ánimo y la forma de comportarse
en los diferentes ámbitos (escolar o laboral, según sea el caso).
De manera general, cuando una persona inicia el consumo de Sustancias
Psicoactivas (SPA) lo hace con una dosis mínima, la cual puede incrementarse con el pasar
del tiempo debido a que no se perciben los mismos efectos sobre el organismo, o sea que
estos van disminuyendo y se requiere una dosis más alta, a esto se le da el nombre de
tolerancia. También es importante comprender que la dependencia puede definirse como
el estado de subordinación compulsiva, psicológica o física a cierta sustancia, generado por
el uso crónico, continuo o periódico de ella (Rodríguez, 2013). Por otro lado, el ser
humano puede llegar a desarrollar signos y síntomas propios de un síndrome de
abstinencia que resultan poco placenteros; la principal causa es la disminución significativa
y pausada en la ingesta de la Sustancia Psicoactiva (SPA). Estos tres elementos sumados a
la incapacidad de suspender el consumo de una sustancias después de haber iniciado,
constituyen características clínicas para deterninar drogodependencia o adicción.
En el tema de consumo es importante hacer la diferencia entre uso y abuso de
SPA, debido a que el hecho de consumir una sustancia particular no quiere decir que esta
repercuta negativamente en el funcionamiento normal de las esferas cotidianas (relaciones
familiares, con pares, entorno social y laboral), a diferencia de lo que sucede cuando se
encuentra en una etapa de abuso, ya que este consumo altera el funcionamiento y genera
una dependencia social; esto es: se convierte en un problema que afecta a sí mismo y sus
dinámicas sociales. Igualmente, no todas las personas que experimenan con Sustancias
Psicoactivas (SPA) llegan al punto de la dependencia o cronicidad. Los patrones de
consumo van desde el uso experimental (por primera vez), al social, habitual (uso
continuo), abuso (en exceso, disfuncional) y dependencia (Rodríguez, 2013).
Adolescencia
Pineda y Aliño (1999) consideran pertinente definir la adolescencia como la “Etapa
temprana entre la niñez y la edad adulta, que cronológicamente se inicia por los cambios
puberales y que se caracteriza por profundas transformaciones biológicas, psicológicas y
sociales, muchas de ellas generadoras de crisis, conflictos y contradicciones” (p. 16)
Desde esta concepción, la adolescencia es la etapa del ciclo vital en la que se
presenta mayor vulnerabilidad frente al consumo; esto posiblemente relacionado por la
transición en la que se encuentran, caracterizada por la falta de control emocional
(impulsividad), la poca tolerancia a la frustración y la búsqueda continua de gratificación,
llevándolos a verse involucrados en conductas que les permitan obtener recompensas
inmediatas (Muñoz y Graña, 2001). En cuanto a los cambios corporales, el
reconocimiento de una identidad propia y el fortalecimiento de los procesos de
socialización juegan un papel importante en el proceso de adaptación que debe asumir un
adolescente. Por ello, en esta etapa es más probable que se origine el consumo de SPA,
con el riesgo de que se desarrolle la adicción a las mismas (Lopez y Ramos, 2012).
La oferta y facilidad para obtener sustancias psicoactivas ha incrementado con el
paso del tiempo, aspecto que impulsa de una u otra forma a que diversas poblaciones las
consuman y sea considerada una problemática social y de salud pública. Cabe mencionar
que este fenómeno no discrimina edad ni género, aún así la mayor preocupación se
evidencia en niños y adolescentes con una edad de inicio temprana. Los casos sobre el
consumo de Sustancias Psicoactivas (SPA) en adolescentes son identificados
frecuentemente en el contexto educativo, es por ello que se encuentran investigaciones
desarrolladas con población escolarizada que aportan al tema, dentro de las cuales se
encuentra una caracterización sobre los factores de tipo familiar y socioeconómicos
relacionados con consumo en adolescentes escolarizados de Bucaramanga (Colombia),
donde se exploró sobre el consumo de 8 sustancias psicoactivas tanto legales como
ilegales en un total de 347 estudiantes de bachillerato pertenecientes a colegios públicos y
privados. Respecto a sustancias legales se encontró que el 7.8% de los estudiantes
encuestados consumían alcohol, el 4.5% fumaban cigarrillo y 0.3% acudían a los
tranquilizantes en forma excesiva, así mismo se evidenció en menor frecuencia, consumo
de sustancias ilegales, entre las que se consideraron la marihuana con un 0.6%, éxtasis con
un 0.3% y una ausencia en cocaína, inhalantes y hongos (Daza, 2008).
Por otro lado, se encuentra el Estudio Nacional de Consumo de Sustancias
Psicoactivas en Población Escolar Colombia (2016), teniendo en cuenta que la población
está entre los 12-18 años de edad, allí se exponen los siguientes resultados: el consumo de
tabaco en un 27.2% de los estudiantes de género masculino y el 21,1% femenino la han
usado alguna vez en la vida; en cuanto al alcohol el 68% de los hombres y el 70% de las
mujeres lo han consumido alguna vez en la vida. Por otro lado, en el consumo de
sustancias ilegales se ve una diferencia significativa en las cifras generales donde el 13% de
los hombres y el 10.4% de las mujeres han consumido marihuana, mientras que en el caso
de la cocaína disminuye el porcentaje a un 4.7% en hombres y 3.1% en mujeres. En lo
referente al consumo de basuco se evidenció un 1.5% en hombres y 1.1% en mujeres.
Por lo anterior se evidencia que el consumo de Sustancias Psicoactivas (SPA) tanto legales
como ilegales se encuentra en el día a día de los adolescentes.
De acuerdo con lo anterior, las particularidades presentes en la etapa de desarrollo
en que los menores se encuentran pueden fomentar la exposición a diversos factores de
riesgo e indican un nivel de afectación en el ámbito individual, familiar, social, educativo y
cultural. Existe evidencia multidisciplinaria sobre estos factores de riesgo, tal es el caso de
las investigaciones sobre biomedicina que explican los factores bio-psicosociales tanto del
comportamiento como del medio que pueden estar directamente relacionados con el
surgimiento de alguna problemática en particular.
Familia
La familia como unidad básica social se define desde el enfoque sistémico; es un
sistema abierto, activo y dinámico, con comunicación permanente y relaciones
interdependientes entre personas que se han unido para satisfacer necesidades básicas y
psicológicas, cuyos roles se cumplen a partir de tres subsistemas: conyugal, el cual tiene
como función el apoyo y la complementariedad; el parental, que es la guía y el fomento de
la autonomía, la dirección, el control y el afecto; y el fraternal, que le apuesta a la
socialización e integración. A su vez, el sistema familiar, se encuentra inmerso en un
suprasistema denominado sociedad, desde y hacia los cuales se envían, recíprocamente,
influencias positivas y negativas, que si bien pueden fortalecer el desarrollo de los
individuos también genera impacto en ellos y en los colectivos, fomentando riesgo y
vulnerabilidad frente a las problemáticas sociales que se encuentran en su entorno.
Actualmente, dentro del concepto de familia es importante mencionar que un factor
fundamental en su dinámica interna es la tipología familiar que la caracteriza, la cual se
puede clasificar y describir desde diferentes aspectos (Minuchin y Fishman, 2004).
Tipología Familiar
La composición familiar es un aspecto relevante que afecta directamente el
desarrollo del ser humano, dado que la familia es el primer núcleo de interacción que
posee, de donde obtiene, en forma de aprendizaje, las pautas para relacionarse en otros
sistemas; al interior de esas mismas particularidades es necesario tener en cuenta cómo en
Colombia las tipologías familiares han cambiado, al igual que en muchos países, a raíz de la
influencia cultural, dentro de las que se pueden considerar la estructura familiar que se
fundamenta en la relación de parentesco; la generacional, que está basada en la edad de los
miembros del hogar; y el ciclo de vida, definida en la relación de dependencia (edad de los
hijos) (Cote, 2015).
Dentro de la estructura familiar se distinguen tres categorías grandes, de acuerdo
con su composición; en primera instancia, está la más reconocida a través de la historia
por su componente ético o religioso que es la nuclear, allí existe la figura de padre, madre e
hijos (o sin hijos); como segunda categoría se identifican los hogares familiares amplios,
estos se conforman por un hogar nuclear y otros parientes y por último, las familiares sin
núcleo, en las que no existe un núcleo conyugal primario o una relación directa entre
padre, madre e hijo (a), pero sí hay otras relaciones de parentesco de primer o segundo
grado de consanguineidad (Ullmann, Maldonado y Rico, 2014).
Para entender lo anterior, es necesario considerar que existe una categoría
denominada hogares no familiares. En esta categoría se encuentran los hogares
unipersonales en los que se establecen dinámicas similares a las que caracterizan a una
familia nuclear o extensa; se hace referencia a estas dos como punto de partida sin
desconocer las demás (Ullmann, Maldonado y Rico, 2014).
La tipología generacional contempla la edad de los miembros del hogar, teniendo
en cuenta que existen tres generaciones claves: niños (menores de 15 años), generación
intermedia (entre 15 y 59 años) y adultos mayores (de 60 años o más), puede que se
evidencien hogares en los que haya solo alguna de las generaciones mencionadas de las
generaciones mencionadas o que, por el contrario, cohabiten las tres; este tipo de hogar se
reconoce como multigeneracional (Cote, 2015).
Otro aspecto que vale la pena mencionar como fundamental en la dinámica familiar,
que podría influir en el consumo de Sustancias Psicoactivas, tiene que ver con las tipologías,
desde un punto de vista estructuralista. Al respecto, podrían describirse algunas planteadas
por Minuchin (2004), en su libro Técnicas de Terapia Familiar: Familias cambiantes en cuanto a
domicilio y/o parejas. En ambos casos los integrantes del grupo familiar deben adaptarse a
nuevos estilos de vida, percepciones y relaciones sociales, códigos culturales, ámbitos
educativos y recreacionales, lo que puede vulnerabilizar y predisponer especialmente a los
adolescentes, dependiendo de los recursos internos con que cuente para transformar la forma
de vida habitual. También están las familias en Pas de Deux, conformadas por dos personas
cuyos apegos afectivos pueden patologizarse generando dependencia mutua, pérdida de
autonomía, temor a la pérdida del otro, saturación emocional, convicción de que se es
necesario en la vida del otro y que se deben guardar lealtades, especialmente cuando se trata
de padre-madre e hijo(a), lo que exige buscar alternativas para mitigar todos estos
sentimientos, siendo el consumo de Sustancias Psicoactivas (SPA) una de ellas, consumo al
que se accede fácilmente al no estar preparado para el afrontamiento fuera de su nicho
primario.
Por otro lado, las familias acordeón, cuya característica es la ausencia temporal de
alguno de sus integrantes, específicamente el padre o la madre, situación que lleva a que se
delegue el cumplimiento de funciones parentales en el cónyuge permanente, pero una vez
regresa el ausente, se dan reacciones y alteraciones en la dinámica familiar, con tendencia en
los adolescentes, quienes se rehúsan a aceptar la autoridad, el liderazgo y jerarquización de
quien, desde su visión, ha perdido su posicionamiento. De tal manera que esta conflictividad
puede vulnerabilizar a unos y otros en torno al consumo de sustancias como forma de nivelar
la desestabilización emocional que ello acarrea.
Las familias psicosomáticas son aquellas en las que sus integrantes ocultan, minimizan
y niegan sus dificultades, aparentando cohesión y funcionalidad total, cuya forma de
convivencia fomenta las cargas emocionales, el conflicto encubierto, la escasa resolución y
afrontamiento, la inseguridad y, por qué no decirlo, el juego de lealtades, todos ellos factores
de riesgo que pueden predisponer al consumo de Sustancias Psicoactivas (SPA) como
mecanismo de distracción, evasión y confort.
Por lo general, el ser humano asume unas etapas en el ciclo de la vida que
dinamizan la tipología familiar. Es común que al inicio se constituya la familia por una
pareja joven sin hijos (en la que la mujer puede tener hasta 40 años); después llega el
momento en el que conforman un hogar con niños menores de 6 años para seguirse
expandiendo con la llegada de más hijos, donde el mayor tiene entre 6 y 12 años. Luego, se
evidencia una etapa de consolidación (hogares con algún niño de 13 a 18 años, con
eventualmente niños menores de 13 o mayores de 18), en este momento los hijos tienden
a independizarse y salir del hogar (19 años y más), dejando una última etapa que se
caracteriza por la presencia de una pareja mayor sin hijos, en la que la mujer tiene más de
40 años (Ullmann, Maldonado y Rico, 2014).
Modelos educativos y prevención
Comunicación, afecto y disciplina: La Triada de la Educación y la Prevención
Familiar
La educación se ha visto como un componente que integra las entidades
encargadas de proporcionar información necesaria para un qué hacer como profesional y
enfrentar la vida en toda su esencia, por tanto cuando se menciona la palabra educación de
inmediato se piensa en una institución educativa, lo cual es un error, porque la principal
labor de estas instituciones es la de instruir y aunque contribuyen en el proceso de
educación, se ha estipulado socialmente que esta responsabilidad se encuentra en los
padres de familia o en su defecto los cuidadores primarios; estos actores fomentan
estrategias de afrontamiento y a su vez sirven como apoyo, no obstante sus ausencias
físicas y/o emocionales, la escasa inversión de tiempo, la falta de contacto físico, poca
confianza y falta de aceptación, terminan generando en los niños, niñas y adolescentes,
vacíos afectivos y desamor aprendido, llevándolos a suplir estas necesidades afectivas en
otros entornos, tal es el caso de los adolescentes que adoptan conductas desadaptativas
como el consumo de sustancias psicoactivas, incentivados por sus amigos más cercanos.
Por ello, la comunicación intrafamiliar juega un papel importante en el desarrollo
íntegro del adolescente. La actividad comunicativa constituye la forma esencial de la
actividad humana, manifestada mediante la interacción social con el empleo de diferentes
lenguajes, valiéndose de estrategias tanto verbales como no-verbales para codificar los
mensajes y trasmitirlos por medio de diferentes canales; es igual de importante el escuchar
como el acompañar a los adolescentes en el hogar, aceptando la esencia de su ser y
brindando palabras asertivas, llenas de amor y motivación; en el contexto actual de una
sociedad que contiene vastos factores de riesgo para los adolescentes, se requiere el uso de
reforzadores positivos con el fin de mantener firmes los lazos afectivos y la red de apoyo,
para fomentar una constante y sana comunicación desde cada uno de los subsistemas
familiares con el fin de aportar al continuo crecimiento individual (Pi y Cobián, 2009).
Sin embargo, en la interacción parental cotidiana se practican inadecuados
modelos de comunicación caracterizados por la incapacidad para escuchar, la indiferencia,
el parafraseo, la altivez, las amenazas, las comparaciones, las rotulaciones, las acciones que
obstaculizan la transmisión de valores, la expresión de sentimientos, las emociones, los
intereses, las expectativas, todos ellos aspectos relevantes para el desarrollo de la
personalidad y la formación del carácter en una etapa tan importante como la
adolescencia, por lo que el entorno familiar debe actuar como un factor protector frente a
situaciones relacionadas al consumo de Sustancias Psicoactivas (SPA) (Daudinot, 2012).
Para finalizar, es necesario que en las dinámicas familiares se contemple como
pilar fundamental la disciplina, porque la norma dentro de la familia promueve
lineamientos que exigen acatar unas instrucciones claras y precisas, para interactuar con
límites y controles, estableciendo acuerdos cuando sean necesarios, pues así se posibilita la
conservación del orden jerárquico, el desarrollo de la autonomía y la responsabilidad, a la
vez que se prepara a la población infanto-juvenil para afrontar los riesgos psicosociales, los
cuales favorecen en gran medida el buen desenvolvimiento en los diferentes roles sociales
(Pi y Cobián, 2009).
No obstante, en el cumplimiento de esta tarea se cometen equivocaciones por
defecto y por exceso, tales como: el desacuerdo entre padres o cuidadores, de tal manera
que uno disciplina, corrige y el otro consuela; la desautorización en presencia de los
adolescentes, creando confusión en ellos; el desequilibrio, ya que se manejan extremos
como la permisividad, el autoritarismo y la indiferencia; la ambivalencia en la aplicación de
correctivos; la aplicación de sanciones no coherentes con la falta cometida; la amenaza con
sanciones que no se cumplen, la multidireccionalidad en el comportamiento por parte de
padres y cuidadores que generan confusión y favorecen la evasión por parte de niños,
niñas y adolescentes, entre otros, todos estos factores pueden influir negativamente en el
comportamiento y respuesta del adolescente, en tanto conllevan al resentimiento, al temor,
al aislamiento, a la desconfianza, a la pérdida de credibilidad y a llevar a la búsqueda y
copiado de modelos externos, así como a alterar el desarrollo de la autonomía que lo
faculta para tomar decisiones nocivas para su vida y la de su familia, como el consumo
de Sustancias Psicoactivas (Pi y Cobián, 2009).
Factores de riesgo
Al tener en cuenta que existen distintas consolidaciones bibliográficas con relación
a los factores de riesgo, es fundamental resaltar el aporte de los autores Luengo, Romero,
Gómez, Guerra y Lence (1999), quienes definen el factor de riesgo como una característica
que puede ser interna o externa al individuo y que con solo su presencia aumenta la
posibilidad de que se produzca un determinado fenómeno, lo que no sugiere que por estar
presente un factor de riesgo, necesariamente se produzca la conducta problema, solo
aumenta la probabilidad de que esta se desarrolle (Laespada, Iraurgi y Aróstegi, 2004).
En este sentido, a través del tiempo han aparecido diversas teorías e hipótesis que
clasifican los factores de riesgo en diferentes grupos; sin embargo, en el presente
documento se consideran los conceptos propuestos por Laespada et al., (2004), en los que
manifiesta que los Factores de riesgo individuales son los que describen características internas
del sujeto; y la imagen que tiene de sí mismo (autoestima), simboliza sus creencias y
valores, recopila todo aquello que lo hace ser único y diferente ante los demás, y le exige
usar los recursos que posee para afrontar la vida, por lo cual el adolescente está en una
búsqueda constante de independencia y autonomía.
De hecho, una persona con dificultades para expresar abiertamente sus opiniones o
desenvolverse de forma adecuada en su entorno será más vulnerable a la influencia de su
grupo (Laespada et al., 2004). Existen tambien los Factores de riesgo relacionales, que hacen
referencia a los aspectos del entorno más próximo que se puedan relacionar a la persona;
por tanto, cuando un adolescente tiene dificultades para expresar opiniones y
pensamientos de forma abierta, puede ser influenciado fácilmente por sus pares (Laespada
et al., 2004). Otros son los Factores de riesgo sociales que refieren un entorno social amplio,
tales como: la estructura económica, normativa, la accesibilidad al consumo, la aceptación
social del mismo, las costumbres y tradiciones, las cuales imprimen unas características
que diferencian a unas culturas de otras y, por tanto, influyen a la conducta del individuo
(Laespada et al., 2004).
Por otro lado, es posible reconocer que existen muchos factores de riesgo, los
cuales se hacen evidentes en diferentes ámbitos de la vida; pero, el área familiar requiere
atención particular, dado que puede convertirse en factor protector o precipitante, jugando
un papel fundamental ante el inicio en el consumo de Sustancias Psicoactivas (SPA), por
razones como: la percepción actual del concepto de familia, su conformación y la
dinámica familiar interna se analizan desde la perspectiva de un proceso continuo de
cambio o evolución en el que no solo existen familias nucleares (padres e hijos), sino que
surge la denominación de familia monoparental (padre o madre e hijos), familia extensa
(tíos, primos o abuelos se incluyen), familia reconstruida (padre o madre con nueva pareja
y probablemente propios hijos), entre otras (Valdivia, 2008).
La dinámica familiar es un factor importante a tener en cuenta en el proceso de
crianza, puesto que, es allí donde se da lugar a las interacciones y relaciones entre los
miembros de la familia, grupo en el que hacen presencia la comunicación, las reglas y
limites que exigen a la autoridad impartida, la cual se vincula con el uso del tiempo libre y,
a partir de ello, surgen los conflictos y mecanismos de afrontamiento para dar solución a
los mismos, a la vez que se proporciona una capacidad de análisis y unas estrategias de
afrontamiento (Minuchin y Fishman, 2004).
En los primeros años de vida, se forjan las bases que sirven como guía ante el
mundo; es decir, cuando se fundamentan las creencias y los valores acerca de las
problemáticas actuales y se obtienen las habilidades para la interacción social (Laespada et
al., 2004). Asimismo, Canales, Díaz, Guidorizzi y Arena (2012) exponen que: “Los
factores de riesgo familiar para el uso de drogas se relacionan con los estilos parentales de
manejo familiar, incluyendo el tipo de comunicación construida, el establecimiento de
normas y el manejo de sanciones, el clima emocional familiar y la cultura en torno a las
drogas” (p. 260).
De esta manera, puede llegar a identificarse un amplio número de factores de riesgo
a nivel familiar; sin embargo, en el presente artículo se dan a conocer los principales, como
son la estructura y composición familiar. Por tanto, la familia es vista como el círculo
principal de interacción y aprendizaje socio-afectivo que ocupa un lugar fundamental en el
desarrollo del ser humano; incluso, es importante cómo está conformada, porque la
ausencia de uno de los padres y de la figura de autoridad representan un gran riesgo para el
adolescente (Muñoz y Graña, 2001). También están dentro de los factores de riesgo las
relaciones afectivas y la comunicación, por lo general dentro de las variables del ámbito
familiar que suelen tener mayor relación con el consumo de drogas en un miembro de la
familia, se mencionan el clima familiar negativo, en el que se presentan eventos que
promueven constantemente estrés, un ambiente negativo y de rechazo, conflicto familiar
excesivo con evidente hostilidad, actitudes desmedidamente protectoras y falta de
comunicación adecuada (Cid-Monckton y Pedra ̃o, 2011).
Existen, además, las actitudes y conductas familiares frente al consumo de drogas.
Las actitudes familiares que aprueban el consumo de Sustancias Psicoactivas (SPA)
representan un alto riesgo, sobre todo cuando se evidencia el inicio de esta conducta en el
adolescente (López y Rodríguez, 2010), dado que en esta etapa se encuentra presente la
curiosidad y el deseo constante de experimentar situaciones y sensaciones nuevas,
sumándose a ello el consumo en el entorno directo; es decir, el consumo por parte de
algún familiar cercano al mismo (Arias, Gallego, Rodríguez y Del Pozo, 2012).
Asimismo, se puede decir que la forma de enfrentar determinadas situaciones
depende en gran medida de las circunstancias que cada individuo experimenta en su vida;
unos actuarán bajo normas constituidas con la guía desde sus primeros años; otros
mostrarán su comportamiento social basado en las situaciones que cotidianamente deben
presenciar. Por lo general, lo que determina este tipo de comportamientos son los tipos de
crianza que se imparten en la niñez; por ejemplo, cuando se presenta ausencia de la figura
de autoridad y la norma dentro de su hogar, da paso a que no se promuevan adecuadas
formas de afrontamiento.
Por otra parte, las estrategias de afrontamiento que se interiorizan en la infancia no
solo permiten fortalecer el autoconcepto, sino que también trascienden al área
interpersonal, reflejándose allí los valores y principios; a su vez, la composición familiar ha
ido en constante evolución, provocando un giro en los roles que se ocupan dentro del
hogar y deja a la mujer el liderazgo, teniendo a su cargo obligaciones relacionadas al factor
económico y de crianza, lo que incrementa la posibilidad de que no existan reglas claras y
haya poco control frente al uso del tiempo libre de los adolescentes (Hernández et al.,
2015).
Lo anterior se constituye en factor de riesgo, puesto que, los adolescentes sienten la
necesidad de experimentar situaciones que le generen una recompensa inmediata; además,
en esta etapa de la vida, el joven siente la necesidad de obtener la aprobación por parte de
sus pares como forma de independizarse del seno familiar, generando conflictos en las
relaciones internas del hogar y la presencia de conductas evitativas e, incluso, sirve como
excusa para justificar la violencia, ya sea de forma física o psicológica (Callisaya, 2018).
En otro sentido, hay factores de riesgo que pueden aparecer dentro de la familia
generados por el exceso de responsabilidades otorgadas al adolescente, allí están presentes
comportamientos controladores frente el accionar del joven, quien puede llegar a sentirse
intimidado por parte de quien ejerce el liderazgo dentro el hogar. Incluso, en muchas
ocasiones, el adolescente puede sentir la constante necesidad de buscar espacios donde
pueda sentirse libre de todas aquellas presiones que ejerce su familia, momento indicado
para que sus pares lo induzcan a realizar conductas riesgosas.
Por otra parte, es importante considerar como factor de riesgo para el consumo y
dependencia de Sustancias Psicoactivas (SPA) la alta disponibilidad de estas, el fácil acceso
a ellas y el exceso de tiempo libre (Tirado, Álvarez, Velásquez, Gómez, Ramírez y Vargas,
2009), esto es: que no solamente existe una causa específica, sino que hay factores micro y
macro que confluyen en la aparición de este fenómeno.
De acuerdo con lo expuesto, la investigación Factores de riesgo y de protección ante el
consumo de drogas en los jóvenes del municipio de la Paz, corrobora lo enunciado y reconoce la
presencia de sobrecarga de responsabilidades, maltrato físico y psicológico, crisis de la
edad, enseñanza tradicional en el colegio secundario y la universidad, necesidad de
pertenecer a grupos de pares, la disponibilidad de las Sustancias Psicoactivas (SPA) en
diferentes ocasiones y el exceso de las responsabilidades y cuidados otorgados a los
adolescentes por parte de sus figuras de autoridad dentro del hogar, lo que fomenta
acciones en su entorno, requeridas por su propio comportamiento y acciones inadecuadas,
que generan alta preocupación a sus padres y la necesidad de ocupar el tiempo libre de sus
hijos en actividades con las cuales aporten, ya sea económicamente o proporcionen
colaboración para asuntos dentro del hogar; en la gran mayoría de las veces es necesario
ocupar el tiempo de ocio de los adolescentes, puesto que es uno de los factores
generadores de las problemáticas que nos acosan en la actualidad, incluido el consumo de
Sustancias Psicoactivas (SPA), las cuales afectan a una alta franja de población adolescente,
trayendo mayores consecuencias de tipo sociocultural; por tango es importante tener en
cuenta que en otros casos se incluye a los adolescentes en actividades deportivas o
culturales a través de las cuales se disminuye el riesgo del consumo de esas sustancias,
disminuyendo el riesgo al que están sometidos a la hora de hablar del consumo de
Sustancias Psicoactivas (SPA) (Callisaya, 2018).
Factores de riesgo familiar y el consumo de sustancias
Es necesario que en las dinámicas familiares se contemple como pilar
fundamental la disciplina, porque la norma dentro de la familia exige lineamientos que
requieren acatar unas instrucciones claras y precisas, interactuando con límites y controles,
y estableciendo acuerdos cuando estos sean necesarios, pues así se posibilita la
conservación del orden jerárquico, el desarrollo de la autonomía y la responsabilidad, a la
vez que se prepara a la población infanto-juvenil para afrontar los riesgos psicosociales,
además que favorecen en gran medida el buen desenvolvimiento en los diferentes roles
sociales.
Adicional a lo anterior el no tener una clara apropiación de los roles que se cumplen
dentro de la familia hace que se pierda el respeto, no se identifique de una manera
adecuada las tareas que debe cumplir cada uno de los miembros del hogar y se cometan
equivocaciones al momento de poner orden y hacer cumplir las normas, cayendo en el
error de no haber sido claros en el momento de hablar con los adolescentes y se incurre en
equivocaciones, creando confusión y no dejando visibilizar quien lleva en mando y las
instrucciones para generar buenas relaciones familiares, permeando las relaciones de
desinteres, desautorización, poca confianza, la permisividad, el autoritarismo y la
indiferencia, además de esto, los correctivos y formas de sancionar por faltas cometidas no
son los mas apropiados ni los mas ejemplares puesto que al no tener suficiente confianza
no generan ningún cambio o necesidad de tener presente por la poca credibilidad, lo cual
influye negativamente en el comportamiento y respuesta del adolescente causándole asi,
aislamiento, resentimiento, llevándole a buscar otras alternativas para resolver su carencia,
ansiedad, desasociego, respuestas a sus inquietudes y algún tipo de cercanía donde
personas que le puedan ayudar a cubrir algún tipo de necesidad ya sea física, emocional o
psicológica; de esta manera es muy factible que dentro de las opciones que se le genere
esté la del consumo de sustancias psicoactivas (SPA), decisiones que acarrearán
consecuencias de carácter negativo tanto individual como colectivamente.
Teniendo en cuenta los resultados obtenidos por medio de un grupo de discusión
conformado por padres, profesores y psicólogos se pudo identificar que algunas de las
opciones que los adolescentes toman tiene que ver con las adicciones vistas como las
dificultades características de la adolescencia, quizás por las necesidades propias de esta
etapa, que a su vez es promovida por diversos modelos culturales y relaciones familiares
(Páramo, 2011). Por tanto, no se limitan los factores de riesgo a un contexto especifico
como el área familiar, sino que tambíen retoma el valor de las relaciones interpersonales
establecidas con pares que influyen en la toma de decisiones, bien sea por aprobación
social o la necesidad de desacatar normas impuestas. Es decir: que la interacción entre
factores familiares y sociales, junto a un contexto social permisivo que pone al alcance de
los jóvenes diversas Sustancias Psicoactivas (SPA), hace que aumenten las posibilidades
del consumo de las mismas (Mielgo, Lorigados, Calleja y Cachero, 2012).
Por ello, es necesario que se identifiquen las dificultades que se presentan dentro
del núcleo familiar, las cuales dificultan la convivencia, la interacción, la comunicación,
generando más alteraciones y desórdenes que con el tiempo crean malestar, distorsiones,
incomodidad, resentimientos, vacíos, desesperanza, lo que conduce a buscar como refugio
el uso de Sustancias Psicoactivas (SPA) para mitigar las preocupaciones y problemas que el
adolescente esté vivenciando, máxime cuando se encuentra con personas que ya han
adoptado conductas similares y podrían ser sus inductores.
Asi mismo, es importante considerar que un factor de riesgo que puede llegar a ser
predisponente al consumo de Sustancias Psicoactivas (SPA) es el uso de las mismas dentro
del nucleo familiar, dado que al adolescente exponerse a conductas favorecedoras hacia el
consumo, aumenta la posibilidad de acceder a ellas, a una edad más temprana; por lo
tanto, se retoma el estudio mencionado anteriormente, el cual se realizó en instituciones
educativas públicas y privadas de Bucaramanga (Colombia) donde además de mencionar el
consumo por parte de los adolescentes, aporta cifras relacionadas al uso de sustancias por
parte de miembros de la familia, diferenciando entre el consumo presente en padre y
madre. De tal manera que el padre consume frecuentemente sustancias legales como el
cigarrillo con un 11%, alcohol en 12% y no hay presencia de uso de tranquilizantes, a
diferencia de las cifras reportadas en la madre donde el 5.4% consume cigarrillo, 1.5%
ealcohol y el 0.3% tranquilizantes; por otro lado, en relación a las sustancias ilegales en la
categoria de las madres aparentemente no hay presencia del uso de marihuana, cocaína,
bazuco, éxtasis, inhalantes u hongos, a diferencia del padre donde se refiere el consumo de
Marihuana y bazuco en un 0.6% (Daza, 2008).
Con relación a ello hay investigaciones que reflejan el impacto que llega a tener el
medio familiar en el comportamiento adolescente, considerado aquel desde una
perspectiva de prevención o riesgo; por consiguiente, la participación de la familia en las
intervenciones psicosociales es adecuada para prevenir el uso y abuso de Sustancias
Psicoactivas (SPA) en esta población (Velleman, Templeton y Copello, 2005).
Dentro de los aspectos que cabe resaltar de las dinámicas familiares se menciona la
cohesión familiar que percibe el adolescente, porque aumenta la probabilidad de que se
establezca un vínculo emocional, la interiorización de límites, la toma de decisiones en
conjunto, las creaciones de coaliciones con fines educativos que conllevan a la necesidad
de compartir tiempo y espacio en familia, lo que a su vez da cuenta de un menor riesgo de
incidencia de consumos de Sustancias Psicoactivas (SPA) o conductas delictivas (Martínez,
2015).
Dichos hallazgos pueden generar interrogantes como: ¿cuál puede ser la causa? o
¿en qué se puede estar fallando? En realidad la lista de las causas que pueden llevar al
surgimiento del consumo o adicción a estas sustancias suele ser larga, encontrando
supremacía en factores de riesgo familiar, lo que evidencia variables relacionadas con un
clima familiar negativo en el que están presentes conductas generadoras de estrés,
negatividad e incluso rechazo, un conflicto familiar excesivo relacionado con la hostilidad,
sobreprotección y falta de comunicación (Cid-Monckton y Pedra ̃o, 2011).
En este orden de ideas, no se desconoce la importancia de las pautas de crianza que
se relacionan directamente con la disciplina, dado que la ausencia de normas en el hogar o
el manejo inadecuado de estas puede generar el punto de partida de los conflictos y
alteraciones que proyectan los adolescentes tanto a nivel familiar como en su entorno.
Aquí cabe mencionar que los extremos como la permisividad o el autoritarismo que se
maneja para regular el comportamiento de la población adolescente se convierte en
factores detonantes de consumo y situaciones asociadas (López y Rodríguez, 2010).
Sin embargo, en su investigación Martínez, Fuentes, García y Madrid (2013),
consideran el estilo de socialización parental indulgente como un factor de prevención del
consumo de sustancias, mientras que el estilo autoritario era identificado como un factor
de riesgo, es decir, que pueden existir figuras de autoridad que se exceden en la imposición
de reglas y generan en los menores, pensamientos o comportamientos orientados hacia
esta problemática.
Por otro lado, en el artículo Factores familiares y psicosociales asociados al consumo de drogas
en adolescentes, realizado en el 2017, se evidenció que los principales factores de riesgo para
el desarrollo de los adolescentes y su acercamiento al consumo de Sustancias Psicoactivas
(SPA) son el divorcio de sus padres, la pérdida de trabajo, la muerte de familiares
próximos, el abuso sexual, el bajo nivel socioeconómico, la baja escolaridad, la ausencia de
figura paterna y el consumo de sustancias en padres de familia (Moreno y Palomar, 2017).
Después de este recorrido realizado y al encontrar el punto de vista de muchos
autores en relación con los factores de riesgo, que han estado asociados al consumo de
Sustancias Psicoactivas (SPA) por parte de los adolescentes, encontramos que son muchos
los que se asociacian al seno familiar, a la falta de pautas en las que se establezcan
comportamientos morales y éticos, en los que exista un control preventivo pero asertivo,
influenciado por una orientación continua por parte de sus padres basado en la aceptación
y la confianza hacia sus hijos y una comunicación positiva incluyente en la cual se dé
apertura a las inquietudes y temores de los adolescentes; en la que ellos mismos no se
sientan juzgados u obligados por decisiones en las que realmente no se le tiene en cuenta y
donde se abra un espacio para identificar si existen dentro del hogar estos factores que en
muchas ocasiones se convive con ellos sin darse cuenta que están presentes, situación que
ameritaría implementar estrategias frente a este fenómeno que, con el paso del tiempo, se
podría hacer mucho mas grave, comprometiendo el individuo, la familia y la sociedad en
general. Debe proporcionarse un ambiente familiar positivo que se convierta en preventor
de conductas de los adolescentes desajustadas.
Conclusiones
A partir de la revisión bibliográfica se pudo evidenciar que la familia como vínculo
afectivo primario y primer espacio educativo, influye en el inicio del consumo de
sustancias psicoactivas puesto que es portador de factores de riesgo tales como:
inadecuado manejo de la autoridad, la disciplina, los límites y los controles;
carencia de expresiones afectivas; ausencia física y/o emocional de figuras
parentales masculina y femenina; modelado de consumo de Sustancias Psicoactivas
(SPA) por parte de padres, madres y cuidadores; Falta de orientación,
acompañamiento e indiferencia ante conductas desadaptativas por parte de niños,
niñas y adolescentes, previas al consumo; canales de comunicación defectuosos que
favorecen la búsqueda de respuestas en el grupo de iguales y otros espacios
sociales.
Aunque se encuentra relación entre el modelado familiar de consumo y el inicio
por parte de los adolescentes al consumo de Sustancias Psicoactivas (SPA), no se
puede olvidar que esta influencia puede estar mediatizada por otros factores y que
las posibilidades de los padres de modificar la conducta de sus hijos van mucho
más allá del sólo modelado.
Se revela que es en el medio familiar, en primera instancia, donde se tejen los
déficits a nivel personal y social que predisponen el inicio en el consumo de
Sustancias Psicoactivas (SPA) por parte de los adolescentes.
Los modelos educativos no direccionados desde la formación en autonomía y
responsabilidad, contribuyen a vulnerabilizar y predisponer a los adolescentes
frente al inicio en el consumo de Sustancias Psicoactivas (SPA).
La familia es la plataforma que contribuye a resistir la presión de otros factores de
riesgo microsociales, por lo que es imprescindible involucrarla en la prevención y
tratamiento de las drogodependencias.
La familia no debe ser vista como institución omnipotente puesto que ella tiene sus
propios límites y esto es necesario tenerlo en cuenta al momento de hablar de
prevención del consumo de SPA.
Es primordial que la construcción familiar se tenga como pilar fundamental el
generar espacios de escucha asertiva, en los que el adolescente sea orientado con
afecto, cariño y se le demuestre que se confía en él y de la misma manera puede
contar con sus padres en el momento que lo requiera sin necesidad de temer a
recriminaciones o comentarios mal intencionados por parte de algún miembro del
grupo familiar.
La inconsistencia, la aplicación indebida de los límites resultan ser una variables familiar
significativamente asociada al consumo de alcohol y drogas tanto lícitas como ilícitas y
generan inconsistencias en las relaciones familiares que afectan su normal desenvolvimiento
y generan distorsiones en el cumplimiento de los roles por parte de los padres y otros
miembros del hogar, por no tener claridad en quien pone los límites y genera las normas en él
y quien debe acatarlas y mediar una buena realización de lo acordado en familia.
Recomendaciones
Promover programas para acompañar a padres, madres y cuidadores en el
fortalecimiento de sus roles como agentes educativos y de prevención.
Es imperativo educar y formar a los sujetos desde las primeras etapas de su
desarrollo, promoviendo en ellos las competencias sociales requeridas para
tomar decisiones adecuadas ante la oferta de conductas como el consumo de
Sustancias Psicoactivas (SPA).
Es eminente la necesidad de aunar esfuerzos por parte de los diferentes
estamentos sociales para disminuir los riesgos psicosociales por parte de la
población infanto-juvenil en torno al consumo de Sustancias Psicoactivas
(SPA), ya que no solo confluyen factores individuales, sino familiares y sociales.
Se hace necesario concientizar a la familia desde los primeros años de vida del
niño para que fortalezca los lazos afectivos y de confianza, quienes son los que
generan en el adolescente seguridad y permite tener las herramientas necesarias
al momento de enfrentarse a realidades tales como el consumo de Sustancias
Psicoactivas (SPA), las cuales van de la mano con los principios y valores que se
imparten en el seno materno y que motivan en el individuo un ser humano mas
íntegro y consiente de las anomalías que se presentan en el entorno en el que se
desenvuelve y las consecuencias que sus actos generan.
Permitir la formación en pautas de crianza a padres de familia a edad temprana
del menor, con el fin de generar prevención de situaciones por
desconocimiento y la no aplicabilidad a debido tiempo de estrategias y técnicas
de resolución de conflictos, que posibiliten la comunicación entre los miembros
del hogar y motiven la optimización del tiempo en familia.
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