8/19/2019 Entrevista Com Antonio Gala
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ENTREVIST
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ENTREVISTA COM ANTO NIO GALA -
M A D R ID , 8 jun. 2000
Eliana M achado M eug é"
A
ntonio Gala
1
nasce em B razatortas, na região espanh ola de C ast i lha-La
M anc ha, no ano de 1936. Form a-se em D irei to , Fi losofia, Letras e Ciên-
cias Políticas. Em 1959, recebe um
accessita,
o prêm io de poesia Adonais,
com seu livro Enemigo íntimo
2
e come ça a publicar nesse m esm o ano art igos em
jornais e revistas,
3
nos quais com enta tem as de índole diversa. E m 1963, Anto-
n io Gala ob tém um êx i to fu lgurante e to rna-se nacionalmente conhecido graças
* Esta entrevista foi realizada no dia 8 de junho de 2000, na casa do autor, na rua
Macarena, num bai rro residencia l de Madri . O obje t ivo desta segunda ent revista foi o de
colher informações especi f icamente re lac ionadas com os temas t ra tados na minha tese de
doutorado .
** Groupe SET Equivalence - Langues et Communication, Sophia-Antipolis; École
Internat ionale Tunon - Nice
1 Para uma biobibliografia exaustiva, enviamos à nossa tese de doutoramento: MA-
C H A D O M E U G É , E .
Le chemin de croix de l héroïne dans quatre romans d Antonio Gala:
La pasión turca, Más allá del jardín. La regla de tres et Las afueras de Dios. Nice, 2001. 617
p. Tese (Doutorado) - Universi té de Nice-Sophia-Ant ipol is (França) , Facul té des Let t res .
Direção do professor Gérard Lavergne.
2 G A L A , A .
Enemigo íntimo.
Madrid: Rialp, 1960. (Col. Adonais, n. 175), 65 p.
Entre outras produções, devemos mencionar o êxito do seu l ivro
Poemas de amor,
que foi o
mais vendido na Feira do Livro de Madri em 1997.
3 Entre os jornais nacionais de maior t irada com os quais colaborou, encontram-se
El Pais
e
El Mundo.
Atua lmen te , An tonio Gala escreve na colu na Opinión , do jornal
El
Mundo,
que pode ser consultada no si te espanhol ht tp: / /www.elmundo.es.
Revis ta Letras , Cur i t iba , n. 58, p. 391-346. jul . /dez . 2002. Edi tora UFPR
339
http://www.elmundo.es/http://www.elmundo.es/
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MEUGÉ, E . M. Ent rev i s ta cora Antonio Ga la
a sua primeira obra teatral, Los verdes campos del Edén? recompensada pela
crí t ica com o prêmio nacional
Calderón de la Barca.
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Durante alguns lustros,
este escri tor prol íf ico e pop ular será conhecido princ ipalm ente c om o autor tea-
tral , posição que começa a se modif icar sobretudo a part i r de 1990, ano da
publicação do seu primeiro romance,
El man uscrito carmesí.
6
Entre os temas de predi leção gal iana f iguram, por exemplo, o amor, a
mo rte, a solidão, os sent im entos de injust iça e indifere nça sociais , a com panh a-
dos de uma cer ta dose de componentes e speci f icam ente b iográf icos que o ar ti s -
ta insere em suas criações.
E. M. - De sde que nos he mo s visto ,
7
sigo con el estudio de los perso naje s
femeninos sólo que ahora con los de tus cuatro úl t imas novelas.
8
M e
intereso por el dest ino de tus protagonistas, mujeres que viven en «su
jard ín» , como por e jemplo Palmira Gadea [Más allá del jardín], que se ve
de pronto delante de un elemento exterior que surge y que pone su vida
patas arriba.
A . G. - Yo creo que hay una simil i tud n o buscad a, es decir , que de be ser
m uy inter ior en m í. Entre El manuscrito carmesí,
9
La pasión turca, M ás
allá del jardín, La regla de tres y Las afueras de Dios, está la metáfora
del jardín que en algún m om ento es real com o el jardín real de
M ás allá
4
GALA, A.
Los verdes campos del Edén.
Historia dramática en dos partes. Madrid:
Alfi l , Ávila, Senén Martín, 1964. (Col. Teatro, n. 418), (Escélicer), 86 p. Obra traduzida
pelo poeta brasi le i ro Manuel Bandeira (Cf . GALA, A.
Os verdes campos do Éden.
Trad.
Manuel Bandeira. Petrópolis: Vozes, 1965).
5 A lista de premios recebidos pelo autor é bastante longa e abrange várias categori-
as. Além dos prêmios já ci tados acima, podemos acrescentar, por exemplo: Premio Nacional
de Guiones (1969) , Premio Foro Teat ra l (1971) , Premio Nacional de Li tera tura (1972) ,
P remio E l Qui jo te de Oro (1972-1973) , P remio Césa r Gonzá lez Ruano de Pe r iod i smo
(1976) , Premio Andalucía de las Let ras (1987) , Premio Erci l la a la Trayector ia Teat ra l
(1995) e, no ano 2000, Antonio Gala recebe também a Medalla del Centenario de la SGAE.
6 GALA, A.
El manu scrito carmesí.
Barcelona: Planeta, 1990. 697 p.
7 MACHADO MEUGÉ, E. Entre t ien avec Antonio Gala .
Les Langues néo-latines,
n. 306, p. 5-17, oct . 1998. Esta primeira entrevista com o autor aborda temas relacionados
com
La pasión turca
e
Más allá del jardín.
8 GALA, A .
La pasión turca.
Barcelona: Planeta, 1993. 346 p. Traduzida para o
português por Maria Bragança (Cf. GALA, A.
A paixão turca.
Trad, por: Maria Bragança.
304 p. Lisboa: Dom Quixote , 2000); GALA, A.
Más allá del jardín.
Barcelon a: P laneta ,
1995. (Col. Autores Españoles e Hispanoamericanos), 492 p. ; GALA, A.
La regla de tres.
Barcelona: P laneta , 1996. 393 p. Traduzida para o por tuguês: GALA, A.
A regra de três.
Trad, por: Luiz Cavalcanti de Men ezes Guerra. São Paulo: Record, 1998. 320 p.; e G AL A,
A.
Las afueras de Dios.
Barcelona: Planeta, 1999. 397 p.
9 GALA, A .
El manu scrito carmesí.
Barcelona: Planeta, 1990. 697 p.
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MEUGÉ, E . M. Ent rev i s ta cora Antonio Ga la
del jardin. Ex iste un a pers ona que está vivien do una vida que cree qu e
es la suya, una vida más o menos confortable, organizada, rut inaria,
aburrida quizá como en el caso de la monja, pero aceptada; "ya está la
vida práct icamente vivida y la canción cantada". Ya está hecho lo que
tenía que hacerse. Y de repente hay algo que provoca una cosa que es
imprescindible para todos los seres humanos que es sal i r del jardín. De
ese jardín tenemos que sal i r , tenemos que i r hacia la naturaleza, hacia
nuestra naturaleza y la naturaleza exterior . El jardín es siempre una
naturaleza domina da, una naturaleza organ izada, ordenada , no pel igrosa.
Boabdi l [El man uscrito carmesí] t iene que i rse fu era del jardín real de La
Alham bra. La pro tagonis ta de La pasión turca, De sideria Oliván, vive en
Huesca en un jardín metafórico, con un marido guapo, atento, cariñoso,
no muy apasionado, pero t iene que sal i r de ese jardín para correr el
pel igro de Es tam bul y la pasión de Esta m bul y mo rir en Estam bul.
E . M . - C og er el fruto p rohib ido.
A. G . - C og er el fruto de l Ed én, del árbol del bien y del m al, es decir, utilizar
la razón y la l ibertad que son lo que ut i lizó Ev a cuan do co gió la m anz ana
prohibida. En Más allá del jardín eso es absolutamente bien visible:
Palm ira G ade a t iene qu e sal i r del jardín de su casa y sal i r en busca de la
selva, de la jun gla d e Áfric a. Los chico s canarios de La Palma [Leon ardo
y Aspasia ,
La regla de tres]
ya han hecho la vida, ya se han rebelado
suficientemente, ya se han organizado, ya son respetados y t ienen que
salir del jar dín qu e es su isla, en bu sca d e ellos, en busc a de la m uer te, en
busca del amor, en busca de lo que sea. Y la misma monja [Nazaret , Las
afueras de Dios], qu e ya estab a aco stum brad a a vivir con los ancian os,
que ya tem a la vida hecha, t iene que sal i r po r la l lama da del am or y de la
inquietud. Y sigue tan santa o más santa como al principio, pero t iene
que sal i r a hac er otra cosa diferen te, a vivir de otra mane ra. Ese es r iesgo
que toda vida humana, no sólo la de las mujeres, t iene que correr . Lo
pongo en mujeres porque para las mujeres es todavía más d i f íc i l . S í ,
porque la m uje r m e parece que es la par te más a t ract iva de la hum anidad
en es te momento , la que es tá produciendo f lorescencias y f ru tos que
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MEUGÉ, E . M. Ent rev i s ta cora Antonio Ga la
hasta ahora no se habían producido y menos en el sexo femenino. El
pro tagonis ta de la próxim a novela mía , que se l lamará El imposible olvi-
do,
10
n o es una m ujer , es un hom bre.
Noso t ros nos es t amos esperando s i empre fuera de lo que noso t ros
creem os m ás nuest ro , porque parece que lo hem os hecho nosot ros , qu e
es nosotros de otra manera, que es el s i t io donde vivimos más o menos
complacidos , más o menos cómodos, más o menos de acuerdo con la
sociedad que nos rodea. Tenemos que sal i r para buscarnos a nosotros.
S i no nos preguntamos "quién soy" , "qué quiero" , "cómo lo qu iero" y
"por dónde voy" , no seremos nunca, ni podrem os deci r verdad eram ente
nunca "yo". Y eso es esencial .
E. M . - Con relación a la mu jer de fines del siglo XX , ¿cóm o la ves refle jada
en tus novelas?
A. G. - Yo creo que la mujer del s ig lo XX es una mujer esencialmente
insat i s fecha. Insat i s fecha todavía . M e parece que e l pat r iarcado f racas ó .
Me parece que no somos n i más fe l ices , n i más grat i f icados , n i más
car iñosos , n i más generosos que nuest ros ta tarabuelos . Entonces se
produce un cier to balanceo entre el matr iarcado y el patr iarcado, y la
m ujer asciende. La m ujer descubre su lado mascul ino , la muje r descub re
su fuerza. La mujer ya no es no sólo una esclava sino ni siquiera una
compañera sumisa . Se descubre e l la misma, descubre a su yo y sale a
buscarlo . Sale a buscarlo por razones de amor, por razones de vocación,
por razones de generosidad o por lo que sea. Entonces no sólo en las
novelas sino en la real idad me parece que está sucediendo.
El hom bre no ha descubier to su lado fem enino , no es capaz todavía de
tender la ma no, de deci r " te ayudo y ayúdam e", " ten com pasión de m f ' ,
"no soy suf ic ien temente fuer te , no soy tan fuer te como me creía , n i
siquiera en el terreno sexual" . La mujer ya lo mira a los ojos, está a su
al tura y puede exigir , hasta en el terreno sexual también, y en todos los
ter renos ex ige su postura . ¿Qué sucede? Que el hombre ha sombrado
ante una reacción que le parece rar í s ima, no le qued a o t ro razon am iento
qu e el de la fuerza que es la causa de los malos t ratos que están sufr ie nd o
1 0 G A L A , A .
El imposible olvido.
B a r c e l o n a : P l a n e t a , 2 0 0 1 . 3 4 7 p .
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MEUGÉ, E . M. Ent rev i s ta cora Antonio Ga la
las mujeres cont inuamente . En España es cada d ía una not ic ia de ésas .
Eje rcen la fuer za porq ue se sienten inferio res y el inferior , que no pue de
seguir estan do en teoría a la altura del otro, ejerc e lo qu e tiene a m ano qu e
es la fue rza .
E. M . - C om o defensa.
A. G. - N o t iene una def en sa racional ni una defe nsa sent imental y
entonces com o defe nsa esgr ime lo que t iene, que es la fuerza .
La mujer ahora no es como la feminista de los años veinte que lo que
quería era suplantar al hombre, en todas sus ventajas y en todos sus
beneficios, ser el hombre de otra forma, ocupar la postura superior del
hombre. Las amer icanas es taban clar í s imas , todavía creo que es tán
clarísimas en el lo las americanas del norte, mientras éstas de ahora no
quieren eso, no quieren "darle la vuel ta a la tor t i l la" , como se dice en
castel lano; quieren hacer mejor la tor t i l la entre los dos. Es una postura
mucho más generosa, mucho más cu l t ivada, mucho más sab ia y mucho
má s úti l par a la hum anid ad. L a m uje r t iene el t rab ajo ahora de ayu dar al
hom bre a des cub rir su lado fem enin o. Co n los niños quizá no le va a ser
demasiado dif íci l , con los compañeros y los hombres sí . La mujer va a
tener que padecer las cosas que a el la ya le parecen un contradios y que
a su m ad re o a su abue la le parec ieron algo natural pero ah ora el la ya no
está en disposición de seguir aguantando al macho. Y el machismo está
dando sus úl t imas coletadas. Creo que esto se organizará con no dema-
siado t iempo, y desde luego la esperanza que t rae es enorme.
E. M. - Hablas de sal i r del jardín pero tus mujeres están todavía en este
proceso de sal ida porque no hay vuel ta, no han vuel to . ¿Me ent iendes?
A. G. - Sí , se puede volver al jardín, se puede volver; a veces se vuelve
pero de o t ra ma nera com pletam ente d i feren te .
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MEUGÉ, E . M. Ent rev i s ta cora Antonio Ga la
E. M . - Y a otro jardín , ¿no?
A. G . - Quizá a otro jardín o por lo me nos no sotros vem os el jardín de otra
ma nera. Se puede vo lver pero se vuelve com o el que ha vivido algo fue ra
del jardín, algo que es lo m ás impo rtante de su vida y entonces y a no se
mira lo mism o, ni los ojos t ienen el mism o bri l lo , ni el corazón tam po co
porque se han tenido que enterrar bastantes cadáveres. La lucha ha sido
grande y se ha tenido a veces que hacer daño por legí t ima defensa y
entonces todo es dist into. ¿Es el mismo convento del que sale Clara
Ribal ta o la herma na N azaret? ¿Es el m ismo d onde m uere luego? No, ya es
dist into; el la es dist inta. Todo ha pasa do. H a pasa do la vida po r el la. L a
ha enriquecido, la ha sacudido, la ha ensangrentado. Pero es así : el la
tiene que ser ella. Clara R ibalta tem a que ser Clara R ibalta ha sta el final y
ni Dios siquiera puede conseguirse si no se puede decir primero "yo".
Para decir "yo te am o" a un hom bre o a D ios hay que decir prim ero "yo ".
Y hay que ser capaz de decir lo y hay que haber luchado mucho para
pod er decir lo . Esa s m ujere s, en real idad, m ás que l í r icas son é picas.
Son mujeres ex t raord inar iamente valerosas . No son femeninas , en t re
com il las , no son mujeres feme ninas , dóciles , que es tán esperando para
dar su vir tud femenina de ternura, de compasión, de apoyo. No, no. No
es só lo es to , es muc ho m ás. Son mu jeres val iosas , son mujer es m ascul i -
nas en el sent ido de Santa Teresa, que decía: "Conozco mujeres que
t ienen el pecho más fuer te que muchos hombres muy barbados" . Y es
verdad, son mujeres épicas más que l í r icas.
Incluso a la mujer con su lado masculino le cuesta t rabajo encontrar el
amor porque e l hombre no es tá acostumbrado a esa ex igencia , a esa
serenidad, a esa indiferencia, a esa capacidad de decir "no". Porque son
las dos grandes palabras del idioma: primero d ecim os " yo " para definirnos
a nosotros y luego decimos "no" para no ser invadidos, para no ser
torturados, para no ser confundidos, para no ser asimilados.
E. M . - ¿Te das cuenta de lo que l lamo el " infan t icidio" en tus novelas? Es
un término fuerte pero esto está ahí y sobre todo con respecto a los
varones; las hem bras , és tas se quedan . Ha blo por e jem plo de los var ios
abortos de varones, las muertes de los niños Carlos, Mahmud, Saúl ,
Eulogio, Diego. . . ¿Te das cuenta?
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MEUGÉ, E . M. Ent rev i s ta cora Antonio Ga la
A. G. - Si...
E. M. - ¿C óm o te lo explicas?
A. G. - N o m e lo explico. Simp lemente m e parece que ha sucedido así . Sin
em bargo , la nieta de Palmira es una niña D ow n, es un infant icidio de otra
forma. Es como si costase t rabajo parir a la nueva generación. Como si
costase mucho t rabajo que la nueva generación que t iene que ser más
perfecta que la nuest ra padeciese , como d ice e l Evangel io , padeciese
violencia con alcanzar el reino de los cielos. Hay que ser muy fuerte y
caen en el cam ino víct imas, pero hay que seguir en ese cam ino porqu e no
se puede retroceder, porque no se puede uno debil i tar , porque no se
puede uno acobardar . Entonces van cayendo los débi les .
E. M . - Sí, yo lo había visto así, co m o un símb olo. Ya que estam os habland o
de infan t ic id io , o t ra cosa que me l lama la a tención es la leg ión de
min usvá l idos y de enfe rm os en tu obra y no hablo só lo de
Las afueras de
Dios que ya es la "enfe rm ed ad" mism a. ¿Va por e l mism o camino que e l
del infant icidio?
A . G. - ¿A q uién te ref iere s, po r ejem plo ?
E. M. - M e refiero a M ah m ud , el tont i to; a Á lex qu e t iene algo de locura,
que fo rm a parte de la genealog ía de la famil ia; a Carlos y , en Las Afueras,
al pequ eño D iego . Las m uer tes a t roces .
A. G. - En real idad en Las afueras no se t ra ta ya de la enfe rm eda d . L a
vejez no es enfermedad . La enfermedad muchas veces se añade a la
vejez. Se añad e el Alzheimer, se añade el Parkinson, pero la vejez com o tal
no es una enfermedad; es un proceso de deter ioro . Pero es un poco lo
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MEUGÉ, E . M. Ent rev i s ta cora Antonio Ga la
que dec íam os antes del infant icidio. Todo cuesta t raba jo. La vida cu esta
trabajo. H ace r verdaderam ente a lgo que nos ref leje, que sea una c reación
de nosotros mismos. Es como un parto . El parto cuesta sangre. El parto
cuesta una di latación de algo que no está hecho para que algo tan gran-
de salga por ese peq ueñ o orif icio . Es un esfu erz o que t iene qu e hacer el
protagonista o la protagonista a veces sin darse cuenta. No lo percibe,
pero lo está viviendo. L a vida no es un jar dín de rosas. El am or sua viza la
vida, la embellece, la enjoya, pero la vida sigue siendo dureza. Es una
posibi l idad dura. Pero es la única posibi lidad q ue tenem os. D e la vida no
se puede decir que sea maravil losa, ni que sea malvada. No se puede
decir que sea sua ve o qu e sea destrozadora. E s única. Es una posibi l idad.
Es senci l lamente estar nosotros en el la y ser nosotros en el la, cada vez
más de el la y cad a vez m ás de nosotros. Estar cada vez m ás vivos. Y eso
ocasiona que los débi les sucumben. A los fuer tes les cuesta mucho
trab ajo hasta el pu nto de qu e a vece s es pre ferib le perd er la vida a segu irla
viviendo de una ma nera terrible y hum il lada com o D esideria Oliván .
Hablabas de las muertes atroces.
E. M . - Sí , por ejem plo en la vida del escri tor Octav io cuyos a m antes han
m ue rto. El uno del sida, el otro de un infarto.. .
A . G. - Sí, sí, to do terrible .
E. M. - Y ¿por q ué ?
A . G . - Él cree que es el causa nte de esas mu ertes.
E. M . - Yo le l lam o a Octav io "la viuda neg ra".
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MEUGÉ, E. M. Entrevis ta cora Antonio Gala
A. G. - Sí , es un poc o com o si fue se la araña env enen ado ra. Él cree que
t iene esa m ala suerte y descu bre de pronto el am or que lo va a redimir , el
am or de dos, el amo r compart ido. Se mete en ese amo r de los dos com o el
torero qu e se mete en un b urladero para burlar al toro de la mu erte. Y no
sólo no lo burla sino que yo estoy com pletam ente seguro - y o no sé si tú
lo has deducido- que él , cuando sale de Galicia, se pega un t i ro o se
estrel la con el coche. Se suicida, seguramente. Entonces, verdade ram ente
sí son muertes atroces, casi todas las muertes son atroces.
E. M . - Pero l lega de sorpresa, uno no la espera. C laro, s i con oce m os los
finales trágicos de Gala, que son ya tu firma, uno sabe, uno espera.. .
A. G. - Que algo va a pasar.
E. M . - Pero es mu y ráp ida.
A. G . - Sí , es verdad. L a m uerte viene com o de punti l las sin hace r ruido y
asesta el golpe de la guadañ a con rapidez po rque en la real idad las largas
agonías son como un deterioro infini to de la vida y no me gusta. Me
gusta esa v ida que desahucia de pronto com o un juzg ado se presenta en
la cas a y desahu cia por fal ta de pago: fu er a y ya se ha acab ado la historia.
Y se presenta es e f inal , co m o yo quisiera el m ío por otra parte, un f inal
drást ico y veloz.
E. M . - Ha blas en a lgun a parte de los suicidas y la verdad es que los hay
en tus novelas también. ¿Qué sent imiento t ienes en relación a el los?
A . G. - Yo creo que no se puede general izar . Hay m om entos, por ejem plo,
en que ya la vida ha manifestado su voluntad de i rse. Ya están las velas
negras desplegadas de un barco que está en una dársena y no se va a
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MEUGÉ, E . M. Ent rev i s ta cora Antonio Ga la
m ov er má s y no va a conocer m ás el em bate de las olas del mar. Se va a
quedar a l l í anclado para s iempre. Entonce s com prendo pe rfectam ente e l
su ic id io . La eu tanasia la comprendo. No sé s i la e jercer ía , pero la
com pren do m uy bien. Yo, en general , com pren do todo lo que hace el ser
hum ano. P ero el que se siente ya muerto, ¿para qué va a seguir vivien do?
Ya ha muerto Desideria Oliván. Desideria Oliván lo ha intentado todo.
Está hum il lada, está hund ida, está pisoteada . Le han dado un plazo p ara
que se vaya de la casa. Y se suicida. Ha vivido la vida. Ha sido mala o
buen a, ha sido la suya. Se ha enco ntrado a sí mism a. H a vivido la pasión
a la que todos estamos invi tados pero que nos acobarda tanto, que nos
qued am os en el um bral de la pasión sin dar el pas o adelante. La ha vivido
y ya no t iene ganas de volver a Hue sca a ver a las amigas, a ver al marid o.
No t iene sent ido ya nada.
E. M. - Se notan m uch as relaciones t r iangulares y pac tos, acuerdo s entre
los personajes. ¿Es ésta una manera de crecer , de buscar algo?
A . G. - Todo es una bús qued a. El que t iene el am or quiere má s amor. N o
quiere dejar el que t iene, s i fuese posible. Pero quiere tener más amor.
¿Q ué es vivir? Vivir es querer vivir m ás. Vivir no es sobrevivir. S obre vivir
es una cosa mucho más pequeña, una cosa mucho más despreciab le .
Sobreviven los animales, no viven. Sobrevivir no es vivir ; vivir es algo
dist into. Vivir exige una intensidad y un ocio. Cuando se dice "primum
vivere, deinde philosopha ri" , "prim ero vivir , luego ref lexion ar". . . no, no,
la vida es la ref lexión en el ser humano. Si no se ref lexiona, no se está
v iv iendo . Los pobres seres que t ienen que t rabajar cont inuamente . . .
Catorc e horas, m e di jo el otro día un taxista que tem a que con ducir su taxi
pa ra pode r vivir . N o es vida eso.
La vida de mis pe rso na jes es un a vida má s r ica. N o porqu e tengan dinero
sino porque t ienen más in tensidad , porque t ienen vehemencia , porque
t ienen fru ición po r vivir . ¿Q uién t iene m ás fruic ión po r vivir en La regla
de tres? Aspasia .
E. M. - Sí, quie re vivir.
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MEUGÉ, E . M. Ent rev i s ta cora Antonio Ga la
A . G. - Q uiere vivir y es la qu e organiza tod o y la que m uere cu ando está
todo organizado.
E. M . - Yo he notado u na abun danc ia de per son aje s rubios, de tez y ojos
claros en Más allá d el jardín y luego cam bia el espac io y cam bia el color
del blanco al negro, porque P almira se va a África. ¿H as quer ido most rar
el pod er y la decade ncia d e la raza ar iana?
A. G. - Pues, probablemente. Probablemente sí . No olvides que todos
es tos sev i l lanos rub ios per tenecen a una fami l ia muy degenerada de
rubios casados con rubias que han ido debil i tándose. El la t iene una
hermana alcohólica. Su padre se suicida con insul ina. El chico está
trastornado. La chica es rara también y t iene una hi ja Down. Es decir ,
Palm ira va en busca de la pobreza , de la pobrez a vi tal que es la neg ri tud,
que apa rentem ente nece si ta de nosotros pero que sin noso tros a lo m ejo r
hubiera v iv ido mejor . Porque nosot ros les hemos sembrado con los
colonial ismos e nferm edad es que ellos descon ocían, debi l idades que el los
desconocían, luchas t r ibales que entre el los se resolvían de otra manera
mucho más pacíf ica que ahora, desde que el colonial ismo, sin preparles
del todo, se ret i ró . Entonc es es la vuel ta a hacer a lgo de que no se hizo.
Palmira no se da cuenta de que está siendo representat iva, pero es un
ejem plo representativo. H asta para ser mejo r nece sita a ellos, los "inferio-
res", hasta para hacerse m ejor , hasta para ejerc er el am or a la hum anidad
necesi ta esa humanidad que en t re todos hemos desval ido , que en t re
todos hemos desvenci jado .
E. M . - Y Ga la, ¿por qué el hutu no la m ata? ¿P orq ue es blan ca?
A. G. - No, no porque es blanca. Porque están matando a negros de otra
tr ibu. Y el cirujano, Bernardo, t iene la mascari l la blanca puesta que
oscu rece m ás la tez por contraste. Y se ven los ojo s de alguien que no e s
del todo de raza blanca, porque t iene los golpes venezolanos ésos, los
golpes de negr i tud ah í met idos , de mez cla de razas .
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MEUGÉ, E . M. Ent rev i s ta cora Antonio Ga la
E. M . - En tonc es el la vive porq ue es dob lem ente extra njera.
A. G. - Vive porq ue es doble me nte extran jera, porq ue no les pertene ce a
el los, porque no es enemiga ínt ima de el los y porque el los lo que no
quieren es que los países poderosos puedan acusarlos.
E. M. - La f igura de la madre en tus novelas está siempre ausente. M uere n
temprano , como las madres de a lgunas pro tagonis tas , o son enfermas
física o m entalm ente, y entonce s está el am a.
A . G. - El am a es la gran substituta. Co m o en m i vida . Si has leído el libro...
E. M . - La tuya se l lam aba A malia. ¿Por qué en Más allá el am a no tiene un
nom bre, todo el t iem po es el "am a" ?
A. G. - Porq ue es el ama. Sí , claro, ni s iquiera se le l lama ba de ningu na
manera, se l lamaba am a. La mía se l lamaba am a y bueno, podía ser porque
era el am a de la casa, porque era el ama m ía o porque era Am alia. Entonces
la m adr e en mi infa ncia tam bién estu vo ause nte.
E. M . - ¿Cree s que es un ref le jo conscien te?
A. G. - No, inconsciente. Hay una tesis escri ta sobre las amas en mi
teatro. El ama es la mu jer fuerte la m uje r qu e no es la m adre pero sustituye
a la madre, la mujer que pertenece al pueblo y por tanto educa de otra
manera dist inta, añade una educación diferente y más r ica a que se da a
los niños de casa bien, que hubiese sido una educación más est i rada,
pero se hubiesen m anten ido en una ex t raña burbuja , fue ra un poco de la
real idad. El ama es siem pre el pue nte levadizo. . .
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MEUGÉ, E . M. Ent rev i s ta cora Antonio Ga la
E. M . - El hilo c ondu ctor.. .
A . G. - El hi lo cond uctor y el puente levadizo que com unica con el m undo
popular , con el m un do ve rdade ro, con el m un do real , con el m und o de la
cal le. Y entonc es dicen esas cosas admira bles por qu e t ienen la sabiduría
pop ular y porque no tem en a queda r mal o a que dar bien. Es otra cosa, es
la m adre de otra ma nera: la ma dre más ma dre. La m adre que no ha parido
y que por no haber parido t iene todavía más deseo del hi jo y lo acoge
má s, com o una ma dre animal casi .
E. M . - Los pe rson ajes ma sculinos, sobre todo el del padre , s iguen siendo
una s om bra en tu obra; toda la culpa recae en la m adre. Ha blo por eje mp lo
de Palm ira. Todo recae sobre el la. W il ly ha hech o su vida fue ra.
A. G. - Sí , ha hecho su vida fuera y entonces se siente m enos responsable.
Los hi jos lo sienten también menos responsable porque lo t ienen menos
próxim o, porque s iem pre es tá cum pl iendo una labor socia l y e conóm ica,
que es busc ar el dine ro para sostene r la casa. Y a la ma dre la t ienen má s
presente y por tan to más an t ipát ica , más met icona, más esforzada en
corre gir los, en hab larles de las notas, de lo qu e el pad re no les habla. El
padre l lega, los besa y ya está.
E. M. - En la página 333 de
La pasión turca,
Desideria dice: "Se ha
repet ido que na die puede ser fe l iz en un m und o desgrac iado; pero ¿hay
acaso obst inación mayor que la de quien procura su fel icidad en un
m und o infel iz? " ¿Estás de acuerdo con es ta af i rmac ión?
A. G. - Sí , s í, s í . Estoy de acu erdo. E s una obst ina ción: la obst inac ión de
vivir y de ser fel iz, de no resignarse. D e, en un mu nd o infel iz, no agach ar
la cab eza c om o todos , s ino de vivir la vida. Es ta es la fruic ión que yo te
dec ía antes, es la fruic ión de las protago nistas: quie ren vivir pero quieren
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MEUGÉ, E . M. Ent rev i s ta cora Antonio Ga la
vivir fel ices adem ás. El mu ndo qu e las rodea es un m und o gris , s in sent i-
do, de supervivencia, y el las quieren vivir su vida y obst inarse en la
dicha.
E. M. - Entonces es un mundo part icular , a cada una de el las, no un
mundo con "m " mayúscu la .
A . G . - N o, no, cad a una vive en su mu ndo . Cua nd o salen de su jar dín es
cuando se encuentran el mundo grande. Pero siguen queriendo ser fel iz,
como Desideria. Otras a hacer fel ices a los que puedan, a los demás,
como Palmira. Aspasia quiere fundir a los dos amores que t iene, que ya
es deseo y obst inación . Y la pobre m on ja nu nca ha deja do de vivir en un
mu ndo infel iz. Per o es que su fel icida d, su dicha se ba sa en ayu dar a e se
mu ndo infel iz; su fel icidad es mu cho má s espir itual . Ento nces el la quiere
ser fel iz en un mundo infel iz porque quiere que ese mundo sea fel iz y
lucha por hacer un poco menos infel ices a los otros. Es el fenómeno
grand ísimo de la caridad .
E. M. - ¿H as querido hacer de Clara Ribal ta o Na zaret un Cristo fem enin o?
A. G . - S í .
E. M. - Porq ue term ina en una si lla de ruedas, inm ovil izad a.
A. G. - Termina inmovil izada, termina atormentada, termina con la gran
pasió n de la entrega. T odo el que se entrega es Cristo . Todo el qu e se da .
Tod o el que t rab aja por los dem ás y piens e en los dem ás m ás que en él es
Cristo . Se muere con los ojos abiertos.
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E. M . - Tam bién es algo sim bólico: ella está mira ndo hacia arriba, y está en
su casa pues su casa es la Iglesia.
A. G. - A unq ue es basta nte heterodo xa, dicho se a de paso. Clara Ribal ta
es bastante heterodoxa. Su concepto de Dios, su concepto de la Iglesia,
su concepto del amor, su concepto del perdón no están muy de acuerdo
con la Igles ia católica , pero a ella no le im po rta.
E. M. - Es porque esto forma parte de tus personajes: el ser rebelde. La
rebeldía es tá en todas el las. El hecho d e que todas haya n per dido a hi jos.
En tu opinión ¿esto funciona como un cast igo divino?
A . G . - N o .
E. M. - ¿Quieres aproxim arlas a la Virgen M aría?
A. G. - N o. No. Esto sería dem asiad o. N o todas han perdido a sus hi jos.
Aspasia t iene h i jos .
E. M. - Pero una es tá le jos ."
A . G . - Y la otra está allí, a la qu e regalaron el perrillo. V erda dera me nte son
m uje res que saben, que han l legado a la conc lusión de que la vida que se
trasm ite a los hi jos es otra vida, que los hi jos tienen la suya, la pierdan o
no. Y ellas t ienen u na únic a vida que tienen la oblig ació n d e vivir. La q ue
sería más m ad re a lo m ejo r sería Cla ra Ribal ta y no es mad re. Es com o si
11 Na verdade, antes do nascimento de suas duas fi lhas - Claudia, que estuda nos
Estados Unidos, e Valeria -, Aspasia Martel perdeu um filho, Saúl, e em seguida abortou outro.
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MEUGÉ, E . M. Ent rev i s ta cora Antonio Ga la
fuese un ama del pequeño Diego. Pero porque son las sacrif icadas, son
aquellas que han l legado a la conclusion, por un camino dist into del de
las otras, de que su vida es dar vida y su dicha está en dar dicha, en
contagiar a los dem ás, en consolar al triste. Y entonce s son felice s, aunqu e
no lo aparezca, son fel ices consolando al t r is te. Alguien dir ía: «Son
ma soca s, son m asoq uistas». No, no son ma soquistas . Son fel ices con-
so lando , despreocupándose un poco de e l las , a lgunas de e l las . Otras
no . Otras son profund am ente egoís tas . Tampoco D esider ia hubiera que-
rido el hijo.
E. M . - El prim ero s í lo quería y dejaría a Ya ma m p ara qu e viviese su hijo.
A. G. - Es la m uerte del hi jo la que la imp ulsa ya dec ididam ente.
E. M. - Las m uertes t raen cam bios.
A . G. - Las m uertes, en genera l , son prod uctiva s.
E. M. - En tus novelas se ve eso.
A . G. - La m uerte es fér t i l , es com o si alguien c uan do va a ser enterrado. . .
esa semil la creciese en el corazón de otra persona. La muerte es la que
hace que miremos para o t ro lado y que en tendamos mejor la v ida. S in
muerte la vida sería casi insoportable. Porque somos mortales estamos
vivos, porque si no, estar íamos m edio dorm idos, todo lo deja ríam os para
el siglo que viene.
E. M . - Por eso hay en c ada pa reja tuya alguien que se que da vivo a f in de
que es ta me mo ria v iva.
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A. G. - Para que la me m oria p erm anezca .
E. M. - Las portadas de tus novelas, ¿las escoges tú?
A. G. - Sí, las suelo escoger yo.
E . M . - La pasión turca en Francia ha sal ido con otra portada.
A. G. - En Portugal , creyeron en mi f idelidad en Tam ara de Lem picka y m e
mandaron una por tada de un hombre muy moreno que se ve apenas y
una m uchac ha rubia de Tamara de Lempicka . Y yo les di je: "N o, pero eso
pu ede ser la portad a de cualqu ier novela. Qu e pongan la m ism a que es la
de la edición caste l lana".
E. M. - Hablem os un poq uito , si quieres, de la construcción del perso naje.
Has d icho que t ienes tus modelos sacados de tus amigas , ¿no?
A . G. - No , algu na vez sí. Autob iogra fía, ¿qu é es? Por eso he escri to el
libro
Ahora hablaré de m ,
porque todo el m und o decía: "Boa bdi l es é l" ,
"D oña J im ena de Ani l los para una dam a es é l" , "Desider ia O l iván es é l" .
No . No . Lo que pasa es que s í pe r t enecen a mi b iog raf í a . Po rque
auto biog rafía no es sólo lo qu e yo he vivido. Es lo que he visto vivir , es
lo que me han contado, es lo que he leído. . . Todo aquel lo exterior de lo
que yo he hecho la digest ión con mis jugos gástr icos, lo he asumido, lo
he incorporado a mí . Entonces , c laro , la p ro tagonis ta Palmira es una
amiga mía sev i l lana pero no le pasa nada de eso . El personaje es esa
sevi l lana ar i s tócrata que no hace muchas cosas pero que cree que hace
muchas cosas , que se considera magníf ica en cas i todos los aspectos ,
que le gustar ía ser út i l pero siempre se les t rastoca, que es f iel pero sin
intensidad y que t iene amigos que aparentemente le aburren pero que los
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MEUGÉ, E . M. Ent rev i s ta cora Antonio Ga la
sigue teniendo, es decir , una mujer que se cree menos superf icial de lo
que es. Ese personaje sí existe. Y Aspasia también es amiga mía, muy
amiga. Aspa sia y Leona rdo son un matr imonio am igo mío que van a venir
dentro de dos días a Madrid.
Procuro que e l pers ona je que yo enr iquezco sea un maniqu í ya conocido
al que yo revisto , al que yo adorno, al que agrego cosas, pero que sea
alguien conocido porque m e d iv ierte más . Y no imaginarme cóm o so nn e
o có m o oblicua los ojos al m anife star extrañeza, porq ue lo sé, lo he visto ,
lo tengo en la mente cuando lo escribo.
E. M . - Yo qu en a que habláram os un poqui to de los modelos de m ujere s
de tu fam il ia. Por ejem plo un poquito de Do ri de la que no sé m uch a cosa.
A. G. - Dori , mi hermana, ahora se ha quedado viuda y está viajando
m uc ho porqu e está con el s índrom e del nido vacío. Se ha queda do viuda
en el m om ento en qu e ya sus diez hi jos estaban casa dos y claro la casa se
le cae encima. Ahora debe es tar en Andalucía , qu izá . Es una madre
esp léndida, es una madre excepcional . Su mar ido se había t ransform ado
en su h i jo pequeño, verdaderamente dependía de e l la para todo . No
toma ba ninguna de cisión; era el la la m uje r fuerte. Es com o la m ujer fuer te
de la Bibl ia. Ya de pequeña lo era porque nos manejaba. Era la mayor y
muy mandon a. La l lam ábam os la "leona de Cast i l la" porque s iemp re nos
es taba ordenand o y se es taba ocupan do de nosot ros , pero de una ma nera
muy rara porque era muy c óm od a N o era buen a estudiante. Era guapísima,
de una bel leza total y entonces no daba golpe. Nos daba mucha rabia
porque nosot ros tema m os que es tud iar m uchís im o y e lla no daba golpe.
Y es que la Na turaleza la es taba reservando, d ic iendo: "De scans a ahora
porque lo que te preparo va a ser t remendo" . Porque después se ha
ocupa do de sus h ijos com o una leona, pero no com o una leona com o la
l lam ába m os noso tros sino que co m o una leona que los lame , que los cr ía,
que los educa, los forma, con una ausencia de marido. El marido en
real idad no ha hecho nada más que dar paseos y leer el periódico. Su
ma rido realm ente no e staba a la al tura de ella. Y e s un a mu jer esp léndida,
es una muje r ma gníf ica .
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MEUGÉ, E . M. Ent rev i s ta cora Antonio Ga la
E. M. - ¿Cuántos años te l leva?
A. G. - No me l leva tantos. Debe l levarme ocho, quizá, que en una edad
determinada ya son muchos . Ha hecho de segunda madre para mí . . . Ha
sido sin decir lo nunc a, pero he notado el apoyo d e el la porque el la sab ía
que las relaciones mías con mi madre eran muy débiles, práct icamente
inexisten tes. Ento nc es ella, sin decirlo, se interp uso y me servió de apoy o
en determinadas cosas .
E. M. - ¿Crees que, con los años, se puede perdonar a un padre o a una
madre?
A. G. - Sí, sí , pero es conveniente poner a cada uno en su sitio. Si el hijo
ha tenido defecto de padre o defecto de madre es imprescindible que no
se culpe él , que sepa que no es él el culpable. Es el mejor camino para
perd ona r porq ue si crees qu e eres el culpa ble no puede s perdon ar al otro
y en tonces no te quedas del todo conforme, no te quedas del todo
sosegado porque no perdonas, porque crees que el culpable eres tú . Y
no eres el culpable. A mí me ha costado muchos años l legar a saber que
yo no era el culpable en aquel las relaciones. Porque una madre, aunque
el hij o sea el culp able , es la qu e tiene qu e perdona r. Y yo la he p erd on ad o
y estoy aho ra t ranquilo . No había serenidad po sible sin ese perdón . Per o
para l legar a ese perdón había que hacer el esfuerzo. . . porque es mucho
más cómodo para e l h i jo deci r "yo fu i e l cu lpable , de que no nos
entend iéram os el culpab le fui yo". No. Hay qu e hacer el esfu erz o de decir
"de qu e no nos en tendiéram os, la cu lpable fue e l la" .
E. M. - ¿Es que alguien te ha ayudado a perdonarla?
A. G. - Supongo que, a lo mejor , el la misma desde otra parte. Pero he
perd ona do. Y sé que yo no fui el culpab le. El niño gordo, ese zapal lol i to ,
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MEUGÉ, E . M. Ent rev i s ta cora Antonio Ga la
se decía tan feo y tan t r iste porqu e su "D ios " no lo miraba. Yo me parec ía
a los Ga la. No m e parecía a los Velasco com o el la; me parecía a los G ala.
Entonces el la siempre tuvo esa precaución. Era un niño que con una
palabra podía caricaturizar . Que con un comentario podía hacer reír a
todos. Y eso a ella le molestaba , le parecía de un a mala educ ación trem en-
da. No sentía simpatía por mí. En último extrem o era mi madre. En eso qué
duda cabe, ¿no? Pero no se quiere a todos los hi jos igual .
E. M. - No , segu ro qu e no.
A. G. - No. A lo mejor es por temporadas o porque hay a lguno más
suavonc il lo y m ás sob oncete , o porq ue se pare ce a lo que el la ha visto en
su famil ia, los ojos miran de la misma manera. . . Pero yo mismo a los
perr i l los hay mom ento s en que a un perr i l lo yo digo "pero e se perr i l lo es
tonto, es que l leva cinco días ese perr i l lo insoportable, pero ¿qué te
pas a?" y lo quiero igual . Man if iesto a lo m ejor má s cariño por alguno que
lo necesi ta más, por el viej i to ahora, o por el pequeño que quiere ser
escri tor . Le ha dado por ser escri tor ahora al perro pequeño, a Rampín.
[Risas.] Y no le interesa n ada m ás que los bolíg rafo s, los pape les y sub irse
ahí y dormirse encima de los diccionarios. Quiere ser escri tor , y yo le
digo: "Pero no ves que t ienes las m ana zas ésa s de téckel , la m ano gord a
de téckel , de cacho rro de téckel , que no pu ede ser . .."
E. M . - Im posible, [risas]
A. G. - Imposible, digo. Pero cómo vas a. . . El ordenador, imposible. La
m áqu ina de escribir , impo sible, entonces tendrás que escribir co m o yo, a
ma no. Y se queda m irando as í com o d iciendo "y qué " .
E. M. - ¿H as ten ido un am or fem enino alguna vez?
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A . G . - Si.
E . M . - ¿Du radero?
A. G. - No muy duradero. Estuvo a punto de casarme con un part ido
bu en ísim o. Era una chic a m uy rica, m uy rica. Y esta es la ané doc ta de las
f lores de plást ico. En aquel momento empezaban a entrar unas f lores
maravil losas de plást ico que perfumaban y todo y eran muy caras. Y el
día de la pet ición de mano estaba la casa l lena de rosas amari l las y me
horrorizó p orqu e eran de plást ico y me fui . M e fui porq ue sé que eso no
era de ninguna manera posible. Y luego mi amor por Aspasia
12
ha sido
muy claro.
E. M. - Tu am or por A spasia.
A. G. - Sí,
La regla de tres
es una novela muy b iográf ica , muy au tobio-
grá fica. A spas ia es una m uje r am able en el estr icto sent ido de la palabra.
Es una de las mujeres más dignas de ser amadas que he conocido.
E. M . - H as que rido ten er un hi jo en los años 60.
A .G . - Sí , s í.
E. M . - Pero fu e con otra
mujer
me im agino .
12 Segundo o próprio escri tor, para criar as personagens de Aspasia e Leonardo, ele
inspirou-se em duas pessoas reais, Elsa López e Manolo Cabrera. GALA, A.
Ahora hablaré
de mí.
Barcelona: P laneta , 2000. p . 400.
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A . G. - Sí, es otra mujer una a la que se le mue re a Octavio Lerm a. La q ue
t iene el acciden te porq ue t iene celos de pron to en un bai le. El no m bre lo
he cambiado.
E. M . - Y la idea del hijo desp ué s se te ha p asa do...
A . G. - La idea del hi jo parec ía que se iba a con segu ir con esa «M art ina»
y no se consiguió. Y luego yo ya me di cuenta de que la naturaleza tenía
razón y de que hubiera sido un padre como una losa pesando sobre el
hi jo . El hi jo hubiera sido dem asiado im portan te para mí. Siemp re p ensé
que a los catorce años hubiera sido drogadicto.
E. M . - ¿El chico? O la chica.
A. G. - Siempre he pensado en un chico. Siempre. Inst int ivamente he
pensado en un niño.
E. M . - Volviendo a la construc ción del person aje, del narrador... T enem os
en La pasión turca, un narrador en primera persona, luego en M ás allá
del jardín uno en tercera que se parec e m uch o a Palm ira, ¿no?
A. G. - Sí , se parece e incluso deja que hable Palmira en determinados
mom entos , men talmente e l la . Cuand o se tocan a los problema s puram en-
te fem enino s es Palmira la que los cuenta. A m í me da mu cha rabia eso del
narrado r que lo sab e todo. El narrador omn isciente q ue sabe el pasa do, el
presente , e l fu tu ro de cada person aje . Todo eso m e pone m uy nerv ioso .
N o m e gusta jug ar con ese t ruco. En la úl t ima nove la que estoy pen san do
también es un personaje ya mayor que cuenta su experiencia, la del
imp osible olvido. Y en La regla es e l p ro tagonis ta Octav io Lerm a.
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MEUGÉ, E . M. Ent rev i s ta cora Antonio Ga la
E. M . - Pero tamb ién lo cuen ta A spas ia una parte y Le ona rdo otra parte.
A . G. - A h, claro , hay las biogra fías qu e son las m ism as y sin em bar go las
cuentan de una m anera d i feren te .
E. M. - ¿E s algo que has hech o a posta eso de que D esideria ten ga t reinta
años, Palmira cincuenta, Aspasia cincuenta, Clara que l lega a los seten-
ta?
A . G. - A spa sia t iene un poco m eno s, t iene cuarenta i tantos. Se lo diré, le
voy a decir le que tú dices que t iene cincuenta.
E. M. - Lo que quiero decir es que las edades de tus protagonistas van
aumen tando .
A. G. - Era gracioso porque cuando yo tuve las primeras not icias de la
menopausia, las tuve con Aspasia y entonces el personaje de Palmira es
inmediatamente poster ior . Y quer ía una mujer en ésa época. Todavía
Aspasia no había l legado y sin embargo, entre las amigas, Palmira sí
había l legado. Palmira
1 3
detesta a A spasia . No se pueden ni ver . As pasia
no detesta a nadie porque es buena gente y val iente.
E. M. - Hablando de tus protagonistas, se nota que no t ienen odio, son
buenas en gran medida.
1 3 T r a t a - s e d e P a c h i B o r e s , u m a a m i g a d e S e v i l h a . G A L A ,
Ahora hablaré de mi,
op .
c i t . , p . 4 0 0 .
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MEUGÉ, E . M. Ent rev i s ta cora Antonio Ga la
A. G. - Sí, en el teatro hay alguna que odia, en el teatro hay alguna
odiante, pero en la nov ela no. Porque m e cuesta tanto esfue rzo pen sar en
el odio. Cues ta tanto t rab ajo odiar .
E. M. - Cu esta e nerg ía.
A . G. - Claro. Se m algas ta uno tanto con el odio. Yo no pued o odiar . Yo
puedo echar un telón rápido y olvidar a una persona, pero odiarla, me
haya hecho lo que me haya hecho. . . A veces me doy r isa yo mismo
porqu e digo: "Deb ías odiarlo . ¡Es un horror " . Pero no pue do odiarlo , es
imposible.
E. M. - Cua ndo hablam os la primera vez, m e di j is te que la protagonista de
Más allá del jardín iba a l lamarse Teodora . ¿Por qué has cam biado por
As p as i a?
A. G. - Porque no le gustaba a el la nada y sin embargo Aspasia y el
nombre de Asia le gustaba mucho. Es una escri tora. Y otra escri tora,
Carmen Rigal t , ha estado ahora en las Canarias, estaba almorzando con
el la y de repen te di jo: "¡Pe ro tú eres Asp asia " , "Sí , soy Asp asia". H asta
entonces no la había ident if icado.
E. M. - M e gustar ía que me enseña ras a lguna fo to tuya de peq ueño .
A. G. - Están todas quem adas . La s man dé quem ar todas , porque yo od io
las fotografías. La tercera de la portada [aludiendo a Ahora hablaré de
mí],
la tenía la edi torial [Planeta]; la segund a la tenía la edi torial A guilar
porq ue la m anda ron de sde Venezue la; m e la hicieron en Venezuela. M e la
hizo un canario y me acuerdo que fue un cosa graciosa. Era un canario
que vivía ya catorce años en Venezuela. Y le di je: "¿Estás casado ya
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MEUGÉ, E. M. Entrevis ta cora Antonio Gala
aquí?" y me dijo: "N o, estoy concub inado". Y a mí me hizo mucha gracia.
Me reí mucho con eso de "concubinado" , has ta que hace muy poco
tiempo alguien m e ha dicho que es un estado civi l en V enezuela. Es c om o
una especie de pareja de hecho. No era una gracia, de verdad estaba
concu binado . Y la prim era m e la hizo, teniendo cinc o años, una fotógrafa
muy buena , que nos hacía reír a nosotros porq ue era sol terona. Se l lamaba
Felisa Monti l la. Y me a cuerdo perfe ctam ente de este t rajeci to tan com pli-
cado, que no es un escote, es una cosa cruza da. Un m odeli to de ésos que
traía mi madre, que nos vest ía de una manera t remenda, con algo que
todavía no se l levaba, con cosas que se iban a l levar dos años después.
Y estábamos esclavos porque nos vest ía de colores, o con pequeños
pantalones de golf , con medias de lana, para presumir . Nos hacía l legar
tarde a todas partes; queríamos que ya hubiera entrado todo el mundo y
no se rieran de nosotros.
E. M. - Gala, habláme un poquito de los nombres de los personajes, que
"ha blan " por s í mism os.
A. G. - Sí , me parece que poner un nombre como Isabel , o Paquita, o
Vanesa.. . Son representat ivos los nombres . M e parece que jug am os con
tan pocos medios que si el nombre puede signif icar algo es conveniente
que lo signif ique. Palmira está leyendo Las ruinas de Palmira\ la hij a se
l lama Helena con ha che. Helena y Álex , de Alejan dro , son nom bres que
el la ha puesto, son nombres de famil ia muy bien. Desideria, yo lo puse
por feo . Yo le puse e l nom bre de Desider ia para que e l mar ido juga se -
porque el marido es un poco provinciano, un poco cursi- , para que le
l lamara Desi y
dijera:
"D e Desirée, del franc és Des irée". No, es D esideria.
Se lo puse por feo porque el nombre de Desideria es espantoso. Y en
esos si t ios se po ne un po co el nom bre a lo mejo r del día en que se nace .
Se lo pus e po r val iente, el nom bre de D eside ria. Y ahora mis m o hay m ás
de treinta niñas que se l laman Desideria. Ya Desideria no les suena tan
feo , com o se han acostum brado . . .
E . M. - ¿Y en cuanto a Leo nardo y a Aspa sia?
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MEUGÉ, E . M. Ent rev i s ta cora Antonio Ga la
A. G . - Leo nardo p or Le o y nardo, el animal y la
flor.
Y A spasia porque era
la mu jer de Pe n d e s , qu e había s ido bas tan te pros ti tu ta an tes de ca sarse
con Pericles y sin em bargo ma nejó todo muy bien. Era una m ujer de doble
cara. Inteligente, cultivada, fi losófica y al mismo tiempo con un pasado
prost ibulario y mujer de Pericles. Entonces le puse Aspasia porque me
parecía como un homenaje . Sólo hay una Lady Aspasia que se debe
habe r m uerto hace poc o en Inglaterra, no he oído ese nom bre otra vez. Y
ahora estoy en la lucha del hom breci to raro qu e va a ser el co-protagonis-
ta de la novela El imposible olvido.
E. M. - ¿Has escogido ya los nombres?
A. G . - Todavía no. He es cogido el nom bre d e la mu jer de él que se llama rá
Elvira, que es un nombre del icado, bonito , de buena factura, ant iguo,
español , com o el la que es un poco re trógrada y a nt igua y le va bien a el la.
E. M. - Algunas cuest iones. Tu color preferido, tu f lor preferida y tu
novela pre ferida , de las que has e scri to .
A. G. - El color pre ferid o es prob able m ente el verde. Yo m e visto m uc ho
de verde seco. La f lor preferida es nardo. Y la novela preferida es El
manuscrito carmesí,
quizá. Porqu e es en la qu e hay m ás de mí. Si alguna
novela t iene, dicen, mi autobiografía, no es
La regla de tres,
es sobre
todo
El man uscrito carmesí.
Toda esa lucha con la madre, toda esa
desolac ión de la infan cia, todo ese no que rer ser .
E. M . - El dest ino que lo con duc e, la m adr e que dec ide por él .
A. G. - H orre nda figura la de la mad re.
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E . M . - N o h a y l i b e r t a d , ¿ n o ?
A . G . - N o . E n t r e l a s m a d r e s y l o s d e s t i n o s . . . n o s a r r o l l a n m u c h o .
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