El único diario de verdad íntimo es el que nos avergonzaría hallar
publicado. Lo demás es una ficción autobiográfica que adopta la
estrategia narrativa del «diario».
Todo lo que se escribe está destinado a la lectura, incluso aquello que
se fragua en la intimidad de una alcoba con la sospechosa convicción
de que jamás será revelado. Los buenos diar ios funcionan como
cuadernos de bitácora sin los cuales el derrotero de una nave, y la
nave misma, parecerían desvanecerse en soplos efímeros.
No es un pañuelo, ni un secuaz, ni un confesionario, sino una helada
estepa mnemotécnica.
Mi diario no puede ser íntimo, porque mis realidades subjetivas sólo
merecen vivir en cuanto se transforman y vierten en mis expresiones
o creaciones objetivas.
Muchas veces he tenido la tentación de transformar estas notas
esquemáticas (de datos y hechos, para mí simple recordación) en un
verdadero diario íntimo. Me detiene siempre un doble sentimiento: si
se trata de ideas, encuentran mejor acomodo en mis libros; si de
sentimientos personales, el pudor más allá de la tumba. No quiero que,
después de muerto, escarben mi corazón. Y no quiero en vida causar
penas inútiles a la gente con la exhibición de mis miserias (pues estos
cuadernos pueden pasar por sus manos en cualqu ier momento).
Si algún Diario íntimo merece ese nombre es, sin duda, el de Paul Léautaud:
sigue escrupulosamente la marcha del calendario y a su autor pu ede
reprochársele todo menos la insinceridad. Misántropo, soli tario, irreverente,
descreído del progreso y de la li teratura, con más afecto por los animales que
por las personas, el autor del vastísimo Diario li terario merece seguramente la
calificación de imbécil moral que le otorgó Malraux, pues su persona carece
tanto del cimiento como de la piedra de fundación de toda moral: el tabú del
incesto y la piedad filial . A cambio, tenemos a un hombre que puede expresar
el deseo por su madre y asistir, sin conm overse pero con una curiosidad de
entomólogo, a la agonía de su padre. Escandalosa intimidad, si se quiere, pero
a la que no podemos negarle ni la pasión ni la sensibil idad ni la inteligencia ni
la curiosidad extremas.
Viernes 13 de enero de 1933 . Esta mañana, visita de M.D. Yo estaba
de pie ante la gran mesa, separando la correspondencia del paquete
del correo. Me dijo: “¿Quieres venir a cenar el domingo conmigo?”
“No”, respondí. “¿Por qué?” –“Porque me aterra salir de noche... Y
además estoy harto de hacer que las señoras me inviten a cenar.” “¡Si
serás tonto!”, dijo. “¡Conque no quieres venir! No te habrías
arrepentido...” Está de pie a mi lado. Me vuelvo hacia ella: “¿Por
qué?” Me responde con cierto tonito: “¡Por qué?”, luego se me pega
y me ofrece la boca. Un beso. Paso mi mano por el escote de su vestido
y le manoseo un pecho. Se me pega cada vez más. Vuelve a ofrecerme
la boca. Otro beso. La mano otra vez en su blusa, para tomar uno de
sus pechos (no tiene mucho), la otra mano toqueteando cierto lugar
bajo su vestido. Le pregunto: “¿Pero qué tienes?.. .” Con tono
lánguido: “No sé”. Le digo que espere un poco, a qu e termine mi
revisión. No hay modo. Tiene prisa. Una cita con su abogado para ver
algo de su departamento. Termino por decir que sí. Domingo por la
noche en su casa hacia las seis y media.
Pocos textos acogen de forma tan intensa la oscilación entre escritura
y secreto, entre lo que puede decirse y lo que debe callarse. Así, Gide
fue puritano y hedonista; rentista y trabajador; creyente y agnóstico;
tacaño y generoso; se adhirió al comunismo y, sin embargo, fue crítico
con la evolución de la URSS; un hombre, en fin, casado y, sin
embargo, permanentemente infiel a la dulce y retraída Madeleine
Rondeaux, prima suya.
¿Cómo hacer compatible su pederastia con la vida matrimonial? He
aquí el verdadero nudo gordiano de su vida privada, escindida entre
el placer y el deber: a un lado la furiosa atracción que sentía por los
adolescentes de 14 a 16 años, al otro la devota Madeleine, trasunto de
su madre fallecida. Ambas pulsiones nunca pudieron conciliarse y la
gran perdedora fue Madeleine, a la que Gide no sólo vio desde el
principio como una sustituta materna, siéndole imposible el
acercamiento sexual, sino que le ocultó, o intentó ocultarle, su intensa
vida sentimental: su homosexualidad, sus largas relaciones con otros
hombres o el nacimiento de su hija Catherine en 1923.
Gide sabía que el «Diario» podía proporcionar su retrato más
veraz.
30. Sand a Flaubert
"(...) También yo he sido joven, y he estado sujeta a las indignaciones. ¡Se acabó! Desde que empecé
a meter la nariz en la verdadera naturaleza, he encontrado en ella un orden, una continuidad, una
placidez de revoluciones que le faltan al hombre, pero que el hombre puede hasta cierto punto hacer
suyas, cuando no está directamente atado a las dificultades de la vida que le es propia".
Nohant 14 de junio de 1867
34. Sand a Flaubert
(...) Yo amo todo lo que caracteriza un entorno, el rumor de los coches y el faenar de los obreros en
París, el canto de mil pájaros en el campo, el movimiento de las embarcaciones en los ríos. También
amo el silencio absoluto, profundo, y en definitiva amo todo lo que hay a mi alrededor, no importa
donde esté. Es el idiotismo auditivo, variedad nueva. También es verdad que escojo mis entornos y
no voy al senado ni a otros lugares de mala vida".
Nohant, 21 de Junio de 1868
40. Sand a Flaubert
"(...) Y si no la tomas así, la vida, no la puedes tomar por ningún lado, y entonces, ¿cómo hacer para
soportarla? Yo la considero divertida e interesante, y aunque lo acepte todo soy tanto más feliz y
entusiasta cuando encuentro lo bello y lo bueno. Si no tuviera un gran conocimiento de la especie, no
te habría comprendido tan rápidamente, conocido tan rápidamente, amado tan rápidamente. Puedo
tener una indulgencia enorme, tal vez banal, tanto que la he tenido que ejercitar. Pero el aprecio es
otra cosa, y no creo que eso se haya desgastado todavía (...)"
Nohant, 15 de octubre 1868
47. Sand a Flaubert
"El individuo llamado George Sand se encuentra bien (...). No ha estado nunca tan bien como ahora.
Cometió la estupidez de ser joven, pero como no hizo daño, ni conoció las bajas pasiones, ni vivió
para la vanidad, goza de la felicidad de ser apacible y divertirse con todo (...) Somos, creo yo, los dos
trabajadores más distintos que existen. Pero cuando se ama como nostros, todo va bien. Si uno pienasa
en el otro al mismo tiempo, es que tiene necesidad de su contrario. Uno se completa identificándose
en determinados momentos con quien es diferente (...)
Nohant, 17 de enero 1869
Estoy harto de vivir en un maldito país donde sale el sol con tanta frecuenci a
como un diamante en el ano de un cerdo (…) Creo que llegué a esta tierra
cenagosa transportado por el viento, pero en realidad nací en otro lugar, porque
siempre he tenido una suerte de memoria o instinto de las ostas aromáticas y
los mares azules. Nací para ser emperador de la Cochinchina, para fumar pipas
de cincuenta metros de largo, pa ra tener seis mil esposas y mil cuatrocientas
concubinas, una cimitarra para cortar la cabeza de cualquier persona a la que
me enfrentase, yeguas númidas y piscinas revestidas de mármol .
Soy el hombre-pluma. Siento a través de ella, a causa de ella, con relación a
ella y sobre todo con ella”. “[lo que me gustaría escribir] es un libro so bre nada,
un l ibro sin ataduras exteriores, que se sostuviera por sí mismo con la fuerza
interna de su estilo, como la tierra que flota en el aire, un l ibro que casi no
tuviera tema o en el que éste fuera casi invisible, si estuviera a mi alcance (…)
Por ello no existen temas bellos ni sórdidos; uno podría es tablecer como
axioma, desde el punto de vista del Arte puro, que no existe ningún tema, que
el esti lo es la única manera absoluta de ver las cosas .
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