CISMA Año 1 2º semestre 2011
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VELÁZQUEZ ALBO, María de Lourdes, “El
movimiento estudiantil en la Unam”, 1933,
CISMA, Revista del Centro Telúrico de
Investigaciones Teóricas. N º 1. 2º semestre.
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EL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL EN LA UNAM, 1933*
María de Lourdes Velázquez Albo1
STUDENT MOVEMENT IN THE UNAM, 1933
RESUMEN ABSTRACT En este trabajo se describe el movimiento estudiantil
de 1933 y la ruptura con la UNAM desde: La
recuperación de este evento no abordado por
estudiosos del tema, pero que tuvo una importancia
relevante en el destino inmediato de la Universidad;
Los antecedentes de la relación de tensión entre los
gobiernos revolucionarios y la Universidad; El papel
desempeñado por el Congreso de Universitarios
mexicanos celebrado previamente al movimiento
estudiantil; y las particularidades del movimiento
estudiantil de 1933 que culmina con la ruptura entre
el gobierno en turno y la UNAM.
This paper describes the student movement of
1933 and the break with the UNAM since: The
recovery of this episode not faced by researchers
of the subject, but particularly important in the
immediate destination of the University; The history
of the relationship of tension between the
revolutionary governments and the University; and
The role played by the Congress of Mexican
University held prior to the student movement.
PALABRAS
CLAVE
movimientos
estudiantiles
universidad congresos
KEYWORD student
movements
university congresses
* Recibido: 29/10/2011 – Aceptado: 30/10/2011 1 María de Lourdes Velázquez Albo, Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la
Educación-UNAM, México, Distrito Federal, Maestra en Sociología, Investigadora,
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I. INTRODUCCIÓN
El movimiento estudiantil de 1933 fue el detonante de la ruptura entre los
gobiernos revolucionarios y la Universidad Nacional Autónoma de México
(UNAM). Esta ruptura se vino gestando desde que se otorgó la autonomía a la
Universidad en 1929 y se agudizó a partir del intento de reforma universitaria
acordada en el Congreso de Universitarios Mexicanos de 1933.
Este trabajo forma parte de una investigación sobre los congresos
nacionales de universitarios en el periodo que va de 1910 a 1933, durante el cual
se celebra una serie de 10 congresos estudiantiles que impulsan, entre otras
iniciativas significativas, la celebración del Congreso de Universitarios Mexicanos,
que agrupa a estudiantes, directivos y profesores de todos los estados de la
República.
Respecto al tema de los movimientos estudiantiles en México previos al de
1931 solo ha sido considerado por los estudiosos el de 1929, cuando se otorgó la
autonomía a la Universidad, sin embargo no todos los autores sobre esa etapa de
la historia de la educación y la universidad lo abordan como un movimiento
estudiantil, la mayor parte lo enfocan a la autonomía en su relación con el
momento histórico, con personajes o con la institución. Así, sobre el tema de la
autonomía se han editado diversas publicaciones que ponen el acento en
diferentes tópicos como: su importancia (GÓMEZ MORÍN, 1973), las características
ideales y las no deseadas (CARPIZO, 1986), el financiamiento de la institución
(SÁNCHEZ y CORDERO, 1979), el aspecto jurídico (JIMÉNEZ RUEDA, 1955), y
también sobre la definición del concepto mismo (PINTO MAZAL, 1974). Por otra
parte, la autonomía también ha sido abordada a propósito de situaciones
coyunturales como movimientos estudiantiles (SOLARI E, 1972), la lucha de 1929
(GARCÍA STAHL, 1978), o intervenciones de grupos ajenos a la institución
(GONZÁLEZ CASANOVA, 1972, 2001). En esas situaciones se ha destacado en la
prensa la importancia y defensa del principio de autonomía de la Universidad.
Otra forma de tocar el tema de la autonomía es cuando se aborda la historia de
la Universidad (APPENDINI, 1981). Sobre el movimiento de 1933 no hay estudios
específicos. Es probable que ésto se deba a que el denominado debate “Caso-
Lombardo”, protagonizado por Antonio Caso y Vicente Lombardo Toledano y
derivado del Congreso de Universitarios Mexicanos, acaparó la atención del
momento.
Es importante este movimiento del treinta y tres en razón de ser el punto
culminante de ruptura de la relación entre los gobiernos revolucionarios y la
Universidad y, al mismo tiempo, el cierre de un ciclo de celebraciones
estudiantiles.
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II. ANTECEDENTES
Una vez que ascienden los gobiernos revolucionarios al poder -después del
movimiento armado de la década de los diez- se suceden la estafeta los
sonorenses Adolfo de la Huerta, Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles, quienes
llevan a cabo una política de unificación de las corrientes revolucionarias. Bajo
esta política se le dio a la educación un papel relevante. Para dar un ejemplo
señalaremos que en 1921 al rubro educativo se le asignó el 3.9% del total del
presupuesto y para 1922 se le otorgaron 25 millones que representaban el 13% del
total. Cabe señalar que esta política tenía como eje construir una economía que
permitiera el desarrollo del sistema bancario, la industria y el comercio. Es por ello
que el proyecto educativo estuvo vinculado al económico, y por esa razón, las
instituciones educativas debían responder a las demandas de la obra
económica.
En ese contexto, la Universidad Nacional de México siempre tuvo
resistencias a adoptar una orientación técnica que apoyara el proyecto
económico e industrial que demandaban los gobiernos revolucionarios a partir de
1920 y eso fue motivo de fricciones constantes entre la Universidad y los sucesivos
gobiernos, no obstante que sí se realizaron cambios importantes en la institución
con la incorporación, sobre todo, de personajes como José Vasconcelos,
Antonio Caso, Vicente Lombardo Toledano y Manuel Gómez Morín, primero como
profesores y luego como autoridades universitarias. Como ejemplo de algunas
medidas consistentes con el proyecto económico del Estado, durante ese
periodo se llevó a cabo la incorporación de otras escuelas como universitarias,
aun cuando tales escuelas no tuvieran el carácter de las profesiones liberales
clásicas como médicos, abogados e ingenieros, cuya postura dentro de la
Universidad era dominante en tanto que se trataba de las escuelas fundadoras
de la Institución en 1910. Así, se incorporaron el Conservatorio Nacional de Música
y la Escuela Nacional de Bellas Artes, la Facultad de Ciencias Químicas, que se
denominó Facultad de Química y Farmacia y la Escuela Anexa de Industrias
Químicas. La Escuela de Altos Estudios se dividió en Facultad de Filosofía y Letras,
Facultad de Graduados y Escuela Normal Superior. Para 1928 también se habían
incorporado a la Universidad la Escuela Superior de Administración Pública, la
Escuela de Educación Física, la Escuela de Escultura y Talla Directa y la Escuela de
Demostración Pedagógica “Galación Gómez (PUIG CASAURANC, 1928:538).
También, al interior de la Universidad hubo intentos de dar otra orientación a
algunas de las profesiones liberales para extender su servicio a una mayor
población. Se intentó abrir una escuela de médicos salubristas, idea que fue
rechazada por el gremio médico; se intentó también reorientar las escuelas de
Agricultura y Veterinaria hacia el medio rural, lo que sólo condujo a la separación
de la escuela de Agricultura y su traslado a Chapingo, en el Estado de México,
mientras que la de Veterinaria permaneció en San Jacinto dependiendo de la
Universidad. En algunas ocasiones, estos intentos de cambio condujeron a
confrontaciones entre universitarios que a su vez ocasionaron disturbios en los que
intervino la policía.
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Al mismo tiempo, en la Universidad se gestaron distintos grupos políticos
como el de los siete sabios, el de los políticos, los católicos, los de derecha, los
socialistas y otros más, según el momento. Lo que es interesante es que su
conformación estaba ligada a lideres que no necesariamente eran estudiantes
sino profesores o autoridades. Cuando se daba un conflicto el grupo que
dominaba era el que contaba con más estudiantes, como los casos de los
abogados, médicos e ingenieros que eran mayoría. También tuvo mucha fuerza y
poder la organización estudiantil constituida primero como Federación y más
tarde como Confederación que aglutino a todas las federaciones del país y a las
diversas corrientes ideológicas o profesionales que se han mencionado. Estas
agrupaciones estudiantiles se fortalecieron con la celebración de sus congresos
nacionales en distintos lugares de la república.
Con este entorno, el gobierno de Abelardo Rodríguez –considerado parte
del llamado maximato callista–, llevó a cabo una política de ruptura con la
Universidad. La fractura entre el gobierno y la institución se había producido a raíz
de la autonomía universitaria, que fue concedida como medida emergente para
resolver los conflictos que en la institución se habían suscitado en coincidencia
con la sucesión presidencial del veintinueve y que amenazaban con extenderse a
todo el país. En el periodo de 1929 a 1933, las fricciones se sucedieron; por una
parte, los universitarios rechazaban la imposición de cambios en los contenidos,
normas o estructuras y por otra, sucesivamente, el gobierno reducía el
presupuesto asignado a la institución (VELÁZQUEZ, 2000:97).
III. EL CONGRESO DE UNIVERSITARIOS MEXICANOS
En un momento se pensó, tanto por el gobierno y las autoridades
universitarias como por las agrupaciones estudiantiles, que con la celebración del
Congreso de Universitarios se podría llegar a acuerdos que posteriormente se
implementaran en la Universidad Nacional y en las universidades de los estados.
Por ello la Confederación Nacional de Estudiantes y la Universidad Nacional
convocan al Congreso de 1933.
Las bases de la convocatoria son una expresión de las expectativas
que se tenían de este Congreso, así tenemos:
1) Que los centros de cultura de la República hagan labor de
acercamiento entre todos sus componente, para dar una
orientación a la enseñanza universitaria que esté más acorde con
el momento actual.
2) Que las escuelas universitarias del país se pongan de acuerdo
sobre los requisitos de admisión y unificación de planes de estudio
en cada uno de los planteles de referencia y la organización de
los bachilleratos.
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3) Qué carreras universitarias conviene implantar y fomentar y
cuáles conviene sostener temporalmente.
4) Seleccionar los métodos para estimar el aprovechamiento de los
educandos.
5) Estudiar lo relativo a la selección de carreras en las diversas
universidades mexicanas y escuelas de estudios superiores para
que respondan mejor a necesidades sociales y económicas, y
fomentar el estudio de carreras universitarias de características
técnicas definidas como corresponde a la agricultura, la
industria, el comercio, buscando en todo caso los medios para
hacer llegar a las universidades, a los alumnos que tengan
méritos relevantes para ello y siempre que su vocación sea
comprobada por las autoridades escolares que patrocinen a los
alumnos.
6) El intercambio de profesores y alumnos entre las diversas escuelas
profesionales del país y la Universidad Nacional es el medio más
práctico y efectivo para establecer estos lazos de unión y
comprensión mutua entre los universitarios de toda la República.
7) Intercambio constante y sistemático, pues sólo de esta manera
haremos que las universidades y escuelas profesionales de los
estados y la Nacional Autónoma formen una sola institución
mexicana, que constituya un verdadero poder espiritual forjador
de juventudes sanas, fuertes y morales (UNAM-CNE: 1-3).
Convocaron La Universidad Nacional Autónoma y Confederación
Nacional de Estudiantes. En síntesis la intención del Congreso de Universitarios era
fijar las bases para el reconocimiento y revalidación de estudios entre las escuelas
y las universidades del país.
Cabe destacar que al congreso asistieron rectores, directores, profesores y
alumnos de las distintas instituciones de educación superior del país, así como
delegados de la Universidad Nacional y de otras instituciones del mismo carácter.
Inauguraron la asamblea el presidente de la República, Abelardo L. Rodríguez; el
secretario de educación, Narciso Bassols (impulsor de la educación socialista) y
miembros del cuerpo diplomático nacional y extranjero, además de muchos
connotados hombres de letras. La asistencia de estos personajes es una muestra
del significado relevante dado al encuentro.
Como se ha dicho, éste congreso fue la culminación de una serie de
celebraciones realizadas sobre todo en la década de los años veinte, derivados
del primer congreso que se había realizado en 1910, en las vísperas de la guerra
civil de esos años. Los congresos fueron muy importantes para la organización
estudiantil en todas sus gamas, primero como Congreso Local, más tarde
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Federación Nacional de Estudiantes y por último Confederación Nacional de
Estudiantes. Esta organización fue la que convoco al Congreso de Universitarios
junto con la Universidad Nacional.
Los temas tratados y las distintas formas de abordarlos muestran lo que los
congresistas consideraban como preocupaciones educativas. En este sentido son
relevantes las conclusiones a las que llegaron las comisiones encargadas de
tratar los temas de la convocatoria. Los llamados acuerdos sobre la posición
ideológica de la Universidad, que se llevarían al Consejo Universitario para
posteriormente ser implantados en las facultades y escuelas de la Universidad, así
como en otras universidades e instituciones de educación superior, fueron los
siguientes:
Primera. Las universidades y los institutos de carácter
universitario del país tienen el deber de orientar el pensamiento de la
Nación Mexicana.
Segunda. Siendo el problema de la producción y de la
distribución de la riqueza material, el más importante de los
problemas de nuestra época, y dependiendo su resolución eficaz de
la transformación del régimen social que le ha dado origen, las
universidades y los institutos de tipo universitario de la Nación
Mexicana contribuirán, por medio de la orientación de sus cátedras
y de los servicios de sus profesores y establecimientos de
investigación, en el terreno estrictamente científico, a la sustitución
del régimen capitalista, por un sistema que socialice los instrumentos
y los medios de la producción económica.
Tercera. Las enseñanzas que forman el plan de estudios
correspondientes al bachillerato, obedecerán al principio de la
identidad esencial de los diversos fenómenos del universo, y
rematarán con la enseñanza de la filosofía basada en la naturaleza.
La historia se enseñara como la evolución de las instituciones
sociales, dando preferencia al hecho económico como factor de la
sociedad moderna, y la ética, como una valoración de la vida que
señale como norma para conducta individual, el esfuerzo constante
dirigido hacia el advenimiento de una sociedad sin clases, basada
en posibilidades económicas y culturales semejantes para todos los
hombres.
Cuarta. Frente a determinados problemas y hechos sociales
de México, las universidades y las instituciones de tipo universitario
del país contribuirán: 1) al conocimiento de los recursos económicos
de nuestro territorio; 2) al conocimiento de las características
biológicas y psicológicas de nuestra población y 3) al estudio de
nuestro régimen de gobierno, con el propósito de iniciar ante el
Estado la organización de sistemas, de instituciones o de
procedimientos que mejoren las condiciones económicas y
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culturales de las masas, hasta la consecución de un régimen
apoyado en la justicia social.
Quinta. Para lograr la formación de verdaderos investigadores
y de técnicos de capacidad superior, deberá proveerse en forma
vitalicia a las necesidades económicas de los elementos de
cualidades de excepción, para que éstos dediquen, desde que
sean estudiantes, con tranquilidad y entusiasmo, todas sus energías a
la investigación científica.
Sexta. Los profesionales y, en general, todos los graduados en
las instituciones universitarias, deberán prestar un servicio obligatorio,
retribuido, durante un año por lo menos, en donde sus servicios sean
considerados como necesarios por la institución en la que hayan
obtenido el grado (UNAM, 1973:11).
La idea central de estas resoluciones era la de establecer el marxismo
como criterio en la enseñanza de la historia y la moral. Respecto a este tema, se
entablo un debate entre VICENTE LOMBARDO y ANTONIO CASO. Ambos
catedráticos coincidían en que la base de la filosofía es la naturaleza y la cultura;
que la esencia de toda comunidad es la subordinación de los intereses
individuales a los intereses de grupo; que la cultura es creación de valores; que la
Universidad es una comunidad cultural de investigación y enseñanza, y que la
Universidad debe tener una orientación.
Las diferencias fundamentales entre CASO y LOMBARDO estaban en la
manera de concebir la naturaleza y la cultura, en el modo de enseñar la ética y
la historia y en la posición ideológica de la Universidad. Para Lombardo, la
Universidad debía imponer a los alumnos y profesores la filosofía del materialismo
histórico; para Caso, la Universidad no debía preconizar determinada doctrina
filosófica.
VICENTE LOMBARDO TOLEDANO, había participado activamente en el
congreso de estudiantes celebrado en Veracruz, en agosto de 1933, ahí propuso
que se adoptara el marxismo como guía de la enseñanza universitaria. Como
indica LUCIO MENDIETA y NUÑEZ “se quiso encontrar alivio a la tensión interna de
la Universidad dotándola de una ideología” (1980:124). Lombardo gozaba de
gran simpatía entre los estudiantes de la Confederación Nacional y esta idea fue
bien recibida.
Aunque el marxismo gano en el Congreso, en la práctica no se
implementaron esos acuerdos precisamente por la diversidad de posiciones e
intereses dentro y fuera de la Universidad. La disputa sobre el proyecto a seguir,
fue el detonante de la crisis en la Universidad.
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IV. EL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL
Después de la celebración en la Universidad se realizó una consulta entre la
comunidad para decidir si tales resoluciones de debían tratar en el Consejo
universitario, así como para opinar sobre los acuerdos del Congreso. El rector de
la Universidad, Roberto Medellín, propuso que las dos ideologías se ventilaran por
medio de un plebiscito en el que tomaran parte todos los catedráticos de la
institución. Más aún, el secretario general de la Universidad, doctor Julio Jiménez
Rueda –que cuando era estudiante participó como conferencista en la
Universidad Popular- declaró a la prensa: “la discusión no será en este año,
porque para pulsar la opinión universitaria va a tomarse el tiempo necesario a fin
de que los debates en el Consejo sean sobre un terreno bien preparado”
(Excelsiór 22 de septiembre de 1933).
No obstante que se había planteado con claridad esta consulta, algunas
facultades y escuelas universitarias se declararon totalmente en contra de las
resoluciones del Congreso; se efectuaron paros, manifestaciones de protesta, y
otros disturbios. En una asamblea de la Academia de la Facultad de Filosofía y
Letras, los profesores y alumnos suscribieron un documento en el que rechazaban
los acuerdos del Congreso de Universitarios. Las facultades y escuelas que
rechazaron los acuerdos del Congreso de Universitarios fueron Jurisprudencia,
Filosofía y Letras, Comercio y Administración y la Normal Superior.
Los sucesos se agudizaron cuando en la Facultad de Derecho se
impugnaron los acuerdos del Congreso y un grupo de estudiantes encabezados
por el director del plantel Rodolfo Brito Foucher, tomaron el edificio de la Rectoría
en exigencia de la libertad de cátedra. A este grupo se sumó Manuel Gómez
Morín y el grupo de los católicos. Por su parte, el rector acusó a Brito Foucher de
instigar a la violencia, dándose fuertes enfrentamientos entre los universitarios que
apoyaban las resoluciones y los que las rechazaban. La comunidad estaba
dividida en dos bandos: los que apoyaban la orientación marxista impulsada por
Lombardo y los que apoyaron la libertad de cátedra planteada por Antonio Caso
y recogida por Brito Foucher y Gómez Morín.
A raíz de la destitución, por parte del Consejo Universitario de Brito Foucher,
la comunidad de Derecho se radicalizó. Una primera manifestación de apoyo a
este personaje fue la huelga iniciada en esa facultad, a la que más tarde se
sumaron otras. Los huelguistas solicitaban la renuncia del rector Roberto Medellín,
el cual, ante las presiones, se vio obligado a presentarla; asimismo se le pidió la
renuncia a Vicente Lombardo, pero éste se resistió a hacerlo hasta que los
directores de Filosofía y Letras, Medicina, Medicina Veterinaria y Odontología lo
hicieran también.
Esos sucesos fueron el detonante para que el gobierno decidiera romper
con la Universidad, según el argumento presentado en la Cámara de Diputados
para realizar un debate sobre la posición que el gobierno adoptaría ante la
resistencia de la institución al cambio, ya que algunos diputados pensaban que
en la universidad se albergaban grupos reaccionarios, en referencia sobre todo a
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los católicos que habían sido combatido pocos años atrás en el gobierno de
Calles, en la llamada “guerra gristera”.
Respecto a las disputas internas en la institución, JULIO JIMÉNEZ RUEDA dice
que “… al terminar su periodo el rector designado de acuerdo con la Ley
Orgánica de 1929, la presidencia de la República envió una terna en la que
figuraba en primer término el ingeniero químico don Roberto Medellín, que no era
un político universitario, ni nacional tampoco, sino un hombre de energía probada
en otros cargos que había desempeñado con honradez y dedicación; que había
sido secretario general de la universidad en el periodo anterior [y] que conocía
por lo tanto los problemas que planteaba el nuevo estatuto. Su elección fue vista
sin embargo, con recelo por los que ambicionaban el puesto. Médicos y
abogados no veían con buenos ojos que gobernara el instituto persona que no
perteneciera a una de estas dos profesiones” (1955: 207).
Nuevamente se manifestaba la preponderancia de los gremios
profesionales tradicionales en la estructura jerárquica de la Universidad. Los
abogados no estaban de acuerdo con el nombramiento como rector del
químico Roberto Medellín y es probable que esa situación contribuyera a la
manifestación de inconformidad en 1933.
Por otra parte, para algunos universitarios conservadores que se habían
sumado a la postura de Antonio Caso la ruptura con el gobierno era una
oportunidad para lograr realmente la autonomía. Al respecto LUCIO MENDIETA
señala que “La autonomía concedida a la Universidad en 1929 no fue completa;
en realidad la ley respectiva la transformo de establecimiento oficial que era, en
una institución descentralizada del Estado. Ya se había conseguido mucho, pero
el ideal de autodeterminación absoluta quedaba en la conciencia de profesores
y estudiantes como ambición latente que sólo esperaba la primera oportunidad
para realizarse (1980:123).
Otros veían con preocupación esta medida y no estaban equivocados,
pues a la institución se le retiraba el subsidio y el carácter Nacional. NARCISO
BASSOLS, secretario de Educación Pública, declaraba a los diputados de la
Cámara.
En el instante en que la Universidad deja de ser la Universidad
Nacional para convertirse en la Universidad Autónoma de México,
deja de ser el órgano del Estado encargado de la función de
educación profesional y asume el carácter de no ser ya por
antonomasia la universidad, sino una universidad en la República; en
un plano de noble competencia, digo, porque sólo la calidad de sus
enseñanzas la pondrá a la altura de sus trabajos científicos, la
efectividad de su organización, la seriedad de sus sistemas y
programas, la eficiencia de sus enseñanzas, en suma: el nivel de la
institución misma será lo que le permita enfrentarse con el resto de
las instituciones que en México, o fuera de la ciudad de México y –
esto cien veces preferible– se formen para robustecer con un criterio
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regional, una mejor distribución de la cultura, la cultura del país
(Diario de Debates, 17 de octubre de 1933).
Lo que causó gran sorpresa y malestar entre los universitarios fue que en la
Cámara se decidió no proporcionarle más recursos anuales como se venía
haciendo; y otorgarle solo los bienes muebles e inmuebles que ya poseía, además
de que por única ocasión se le darían diez millones de pesos, que serían cubiertos
en un plazo de cuatro años, para que la Universidad los administrara. Se pretendía
que con los intereses generados por esa suma la institución sobreviviera.
Así, en 1933 se promulga una nueva Ley Orgánica para la Universidad en la
que se le define como una corporación con capacidad jurídica propia, lo que
encerraba en sí su autonomía plena y la pérdida de su carácter de institución
pública. En el artículo primero se señalaba “la Universidad Autónoma es una
corporación dotada de plena capacidad jurídica”, sustrayendo su carácter de
institución pública que si contemplaba la Ley de 1929. Sus fines “de impartir
educación superior, organizar la investigación científica, principalmente la de las
condiciones y problemas nacionales, para formar profesionistas y técnicos útiles a
la sociedad y llegar a expresar en sus modalidades más altas la cultura nacional,
para ayudar a la integración del pueblo mexicano”, se mantuvieron en esencia y
se adicionó el de “extender con la mayor amplitud posible los beneficios de la
cultura”. Pero simultáneamente se suprimió su carácter de nacional.
La Universidad quedó con la libertad de organizarse como considerara
conveniente pero debía mantener los lineamientos establecidos en su Ley
Orgánica. Como se había mencionado, para algunos universitarios esto
constituyó un logro y alegaban que la autonomía otorgada en 1929 tenía
limitaciones y daban como argumento que el rector de la institución era
seleccionado de una terna propuesta por el presidente de la República; que el
poder público tenía la facultad de vetar resoluciones del consejo universitario; y,
por último, que en el Consejo Universitario había un lugar reservado para un
delegado de la Secretaría de Educación Pública. Al parecer, el que la
Universidad tuviera un trato de institución privada representaba una gran
responsabilidad ya que debía mantenerse con sus propios recursos económicos
para llevar a cabo sus fines.
El gobierno de la Universidad continuó conformado por el Consejo
Universitario, el rector, y los directores de facultades, escuelas e institutos y las
academias de profesores y alumnos, y el rector sería designado por el Consejo
Universitario, donde se omitió la representación de la SEP. El primer rector de esta
Universidad fue Manuel Gómez Morín, a quien le correspondió llevar una política
de austeridad y trabajo.
Las instituciones que integraron la Universidad de 1933 fueron las Facultades
de Filosofía y Letras, Derecho y Ciencias Sociales, Medicina, Ingeniería,
Odontología, Ciencias e Industrias Químicas y Comercio y Administración; Las
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Escuelas de Bellas Artes, la Normal Superior, la de Educación Física, la Nacional de
Medicina Veterinaria y la Preparatoria; y otras instituciones como la Biblioteca
Nacional, el Instituto de Biología, El Instituto de Geología, y el Observatorio
Astronómica. Con respecto a la Ley de 1929, la única que no fue considerada fue
la de Agronomía, que ya se había separado previamente.
Los planteamientos de la educación socialista no volvieron a aparecer en
la Universidad. Los alumnos que habían apoyado la reforma universitaria fueron
expulsados y crearon la Confederación de Estudiantes Socialistas de México. Sin
embargo, los elementos básicos de planteamiento socialista en la educación
fueron retomados en la plataforma electoral del Partido Nacional Revolucionario,
fundado por Calles y que llevaría a Lázaro Cárdenas a la presidencia de la
República en 1936.
Con el Congreso de Universitarios y el movimiento estudiantil de 1933 se
cerró un ciclo de celebraciones y transformaciones en la Universidad y se abrió
otro en el que prevalecieron la inestabilidad, los cambios constantes de
autoridades -en algún momento dos rectores a la vez-, y carencias económicas
que llevaron a que los profesores impartieran sus cátedras incluso de manera
gratuita.
Los gobiernos no desistieron de su proyecto de impulsar la educación
técnica vinculada al desarrollo económico, principalmente la industria, dando
lugar a la creación en 1936 del Instituto Politécnico Nacional cuya característica
es la educación superior técnica.
De esta manera, con la ruptura en 1933 entre gobierno y la UNAM se cierra
un ciclo de vida institucional y se inicia otro de inestabilidad que no sería
superado sino hasta 1945 cuando se restituye a la UNAM su carácter de institución
pública nacional.
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