Luis Ignacio Sinz
EL IMPERATIVODE UNAEPISTEMOLOGAPOLTICA
DLimitaciones y alcances de la teora polticaEl conocimiento de los fenmenos polticos se distinguepor su ambigedad: no se cie al valor explicativo del dato,
pero tampoco se sujeta a la interpretacin comprensiva del
sentido. Oscila, a veces impotente, entre la confiabilidad
de los indicadores matemticos y la variabilidad de las in-
tenciones sociales. Una de sus peculiaridades consiste en
que el acto mismo del comprender afirma la estructura
ontolgica del sujeto. Sobre todo cuando la duda se trans-
forma en certeza. Tal es el inters de Michel de Montaigne
al sostener: La plus grande chose du monde cest de savoir tre
a soy.
De ser cierto esto, la empresa del saber no constituye una
vocacin nica y real hacia el objeto. Y el conocimiento
afirmara, entonces, la estructura ontolgica del hombre.
En suma, predicar algo del mundo representa una necesi-
dad sustantiva del sujeto: aduearse de su entorno, huma-
nizar su circunstancia. Por dicha compulsin se le ha de-
nominado dios con prtesis.
Esta lgica, llevada hasta sus ltimas consecuencias, ex-
presa la identidad parcial entre el sujeto y el objeto del
conocimiento. La distancia metafrica dentro-fuera resul-
ta irrelevante para la poltica como disciplina. Nietzsche
Luis Ignacio Sinz (Guadalajara, 1960) es egresado de
la Facultad de Ciencias Polticas y Sociales de la UNAM.
Ensayista dedicado a temas de filosofa y teora poltica y
esttica. Entre sus libros destacan: Los apetitos del Leviatn
y las razones del Minotauro ; Mxico frente al Anschluss:
La anexin de Austria por la Alemania nacional-socialis-
ta en 1938; Disfraz y deseo del jorobado: Hacia una teo-
ra del amor cnico en Juan Ruiz de Alarcn; Nuevas ten-
dencias del Estado contemporneo; Entre el dragn y la
sirena, la Virgen: Apuntes sobre un cuadro de Baltasar
de Echave Iba; Los apetitos del Leviatn y las razones del
Minotauro: Hermenutica polt ica y dominacin ; Xavier
Esqueda: Un homenaje; de prxima aparicin, De Arieles,
Prsperos y Calibanes: Notas polt icas sobre Amrica
Latina .
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defendi una idea singular: la marcha del pensamiento (en
su doble trayectoria: subjetivacin del objeto, objetivacin
del sujeto) es una alegora del proceso de dominacin.
Yace un supuesto en la frase: determinar la naturaleza de
un fenmeno significa cabalmente ejercer una autoridad:
la de nombrar las cosas. En consecuencia la inferencia se
realiza por s sola: poder y saber son sinnimos en su natu-
raleza, aunque diferentes en su funcionamiento. La sin-
taxis del anlisis poltico sufre un mal incurable consisten-
te en su incapacidad para traducir los signos histricos, ya
que se encuentra limitada a interpretar su sentido. Ya no
se buscan causas ni efectos, sino finalidades. El precio del
conocimiento, para el sujeto, reside en formar parte del
objeto.
Tras una larga batalla de dudosos beneficios, la distancia
de los hechos concebidos como cosas, postulada por
Durkheim, ha sido derrotada. A regaadientes de la inge-
nuidad positi-vista, lo inmediato cede su lugar a lo cons-
truido. El sujeto no parte de lo real, hacia ello se dirige. El
abismo que media entre la razn y la naturaleza exige al
sujeto, individual o colectivo, definirse y dar respuesta a
las interrogantes que le plantea semejante distancia. Tal
vez, esta facultad fundamental hace de nuestra especie una
de ndole moral: que se mueve en el trnsito de la convic-
cin a la responsabilidad.Acaso, el hombre o los hom-
bres, como quera Marc Bloch dialogue sistemticamen-
te con su derredor simblico. De ser as, el conocimiento
poltico hunde sus races en la inter-subjetividad: ordena-
cin permanente del escenario estratgico de la confronta-
cin social. La materia prima de la reflexin poltica tras-
ciende la mera descripcin. No se presenta en datos: grupos
ordenados de estmulos. As, lo real no comparece directa-
mente, lo hace por medio de un sinnmero de realidades.
Y existen tantas como intrpretes haya. Son complejos sis-
temas de necesidades interpretadas. Ellos no estn all, en
el espacio histrico, en espera de su satisfaccin. Aguar-
dan, adems, la reconstruccin conjetural de su intenciona-
lidad. Estos ncleos problemticos, a consideracin de la
teora, encarnan demandas-aspiraciones de segundo gra-
do, creadas por la dinmica natural de los grupos socia-
les. Y al postular esas necesidades (artificiosas) los sujetos
se convierten a s mismos en entidades simblicas.
Pues cmo vincular las instancias de la teora y de la prc-
tica? Ser que la ciencia y la vida cotidiana no poseen me-
diaciones entre s? Conforman mbitos autnomos o rela-
ciones en movimiento? Es posible que la dificultad del
pensamiento poltico consista en su doble carcter: ser re-
sultado y origen de (1) y para (2) el objeto del mundo de
la poltica. Tal funcionalidad genera riesgos y crea tensio-
nes. Sobresale una singularidad: el pensamiento poltico
es un acto transitivo. Se encuentra enclavado en la vida
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activa (el universo de la produccin) y la vida contemplativa
(el universo de la interpretacin). Quizs, esta sea una de
las razones por las cuales dependa de otras actividades para
manifestarse.
La wissenchaft poltica se afana en comprender, no en brin-
dar explicaciones. Lide matresse de la historia, a despecho
de Taine, no ha sido hallada por ningn sitio. Por dicho
motivo, Gilbert Ryle refuta la existencia del animal llama-
do ciencia. Defiende, en contrario, el argumento de la plu-
ralidad de disciplinas; todas ellas caracterizadas por su co-
nocimiento superficial. De ser cierto, la teora constrie a
los datos en modelos; los reduce a la condicin de mins-
culos engranes. El pensamiento deja de ser hiptesis para
descubrir su condicin de realidad primigenia. Queda clara
la suplantacin: el saber, antigua cscara del mundo, se
disfraza de materialidad social e histrica. La tragedia no
es otra que prescindir de la experiencia a toda costa.
En la era moderna, protoautomatizada y regida por la cien-
cia, la teora tiende a convertirse en un falso metalenguaje,
en una inexpugnable fortaleza que desdea el valor com-
prensivo de las determinaciones materiales. Podra aducirse,
con el consabido margen de incertidumbre, que esa no ha
sido exactamente la situacin del conocimiento acerca del
poder. La relacin cambiante entre gobernantes y gober-
nados no pretende, a la manera de un jurado invisible,
determinar la verdad de los acontecimientos. La poltica se
esfuerza por ser en el mundo. Antes que nada se quiere
voluntad: razn prctica que se preocupa del tiempo ac-
tual, el presente de la dominacin.
La poltica rechaza el convencimiento analtico del sujeto
que presenta formas elevadas de conciencia que le permi-
ten descifrar y manipular la circunstancia fenomnica. Creer
en ello obliga tambin a considerar la vigencia de un yo
trascendental, que supondra estructuras significativas
aprensibles-aprehensibles a distancia. As, la teora deviene
un discurso autista que atiende exclusivamente a sus pro-
pios criterios.
Irrumpe un problema adicional: el discurso. En caso de
confiar en el trabajo de Herder, su materialidad descansa
en el carcter reflexivo. Lo que significa atribuir al sujeto la
capacidad de aislar ciertos elementos de la totalidad
fenomnica. Sin embargo, otro obstculo aparece: el pro-
psito del lenguaje no reside en comunicar lo real, sino en
comunicar su manifestacin sgnica. De tal modo, el uni-
verso poltico se presenta como un problema de lectura:
acto constituyente de la significacin y la donacin del
sentido. Esto es as en la medida en que la experiencia del
poder y su relacin con la conciencia impide su
formalizacin exegtica, en una sintaxis lgica.
La naturaleza de la interpretacin, punto de convergencia
de las disciplinas humanas, consiste en que toda expresin
(frase, cdigo o estructura) representa una polivalencia se-
mntica. Lo que evidencia que la palabra es un haz de
valores y de formas sociales. La apertura significativa de los
ncleos analticos se inscribe en la cisura que delimita la
descripcin hermenutica y la configuracin de la
intencionalidad. Todo intento de clculo reflexivo se ubica
dentro de alguna estructura normativa o cuerpo de doctri-
na. El conocimiento siempre ser guiado por un inters
especfico. Acaso, la poltica despiste a sus intrpretes, sien-
do un pium desiderium; fraude piadoso que anula, tal es su
pretensin, las rupturas histricas y los descalabros socia-
les; ya sea para conservar o conquistar el poder.
La realidad se ha metamorfoseado, cumple el
papel de su propia ideologa: el no-pensar que
distingue a la tcnica. El pensamiento est su-
mido en el conformismo, ha dejado de ser puer-
ta de salvacin. La razn no cumpli sus pro-
mesas liberadoras: cre monstruos; renunci a
ser otredad del infierno, en la frmula de
Mara Zambrano. Frente a este conocimiento
totalizador y que se pretende canon, se distin-
gue el saber de la accin, la poltica, cuyo privi-
legio es ser en el mundo, actuar; persiguiendo,
pues, la eficiencia y no la verdad.
Entre el dato y el hecho,la frontera de la interpretacinLa marcha de la interpretacin poltica topa,
tarde o temprano, con un dilema: optar por la
determinacin material del objeto o por la vo-
luntad espontnea del sujeto. Mientras exista
la historia, con sus corolarios de praxis y liber-
tad, la alternativa asomar siempre sus cuernos.
Los polos se autodefinen: necesidad del mun-
do y deseo del hombre. Durante largo tiempo,
las humanidades plantearon el problema como
si se tratase de una eleccin consciente entre
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economa (condiciones objetivas) y poltica (factores sub-
jetivos).
En trminos de comprensin analtica y prospeccin glo-
bal, la sobredeterminacin de una de estas actividades so-
bre la otra ha resultado estril por completo. En el fondo
de la discusin el debate sita la potencialidad de la vo-
luntad, razn prctica para Kant, pues: El deseo es la esen-
cia misma del hombre en cuanto es concebida como de-
terminada a obrar algo por una afeccin cualquiera dada
en ella. Si siguiramos a Baruch Spinoza en su Ethica,
ordine geometrico demostra-ta, la disyuntiva desaparecera:
los apetitos del deseo se convertiran, por una extraa al-
quimia, en motivos de la voluntad.
Tal vez habr que situar nuevamente el asunto: la semnti-
ca de los mundos posibles es la lgica de la intencionalidad.
Para la que la realidad no es racional, en contra del apoteg-
ma hegeliano; tan slo adviene razonable, es decir, objeto
capaz de ser conocido por el sujeto. Por ello, la
intencionalidad no consiste en poner al desnudo las rela-
ciones existentes en el mundo, descansa de manera esen-
cial en comparar varios mundos posibles. Se trata de un
asunto intermundo, no in-tramundano.
La discusin obliga a recuperar la tensin dinmica teora-
prctica: el mundo de las intenciones es el mundo de los
conceptos, y viceversa. Tal es la tesis del filsofo fins Jaako
Hintikka. Ahora bien, un concepto es intencional si y slo
si entraa la consideracin simultnea de varios estados de
cosas o procesos posibles:
1. Simultaneidad:
Paridad lgica ms que contemporaneidad en el tiempo.
2. Mundos posibles:
Cursos alternativos de acontecimientos, de corta duracin
y partes integrantes de un universo en expansin.
3. Tesis: intencionalidad como intensionalidad:
Lo que significa que la voluntad dirigida a un fin se forta-
lece en s misma, por la conciencia del inters.
En resumen, los fenmenos que presentan al-
gunos ingredientes conceptuales son suscepti-
bles de comprensin (verstehende). La voluntad
que posee objeto (fin-inters) tiene sentido:
intencio-nalidad en tanto medio universal de
experiencia consciente, para Edmund Husserl.
Acto trasmitido por ciertos vectores denomi-
nados nomata.
Desde esta perspectiva quedan fuera de consi-
deracin las explicaciones teleolgicas de la ac-
cin (erklaren), en el estilo clsico de Von
Wright; a diferencia de la construccin de un
relato fluido, como pretende Rex Martin. Las
diferencias establecen los coordenadas de la te-
sis de Franz Brentano, respecto del proceso de
conocimiento: fenmenos no-intencionales o
fsicos (de objetividad inmanente) materia pri-
ma de la explicacin; fenmenos intencionales
o mentales (representables, vorstellung) elemen-
tos bsicos de la comprensin. De un lado, re-
ferencia a un contenido y direccin hacia un
objeto; de otro, imgenes y figuras tericas,
conceptos y categoras.
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El horizonte de la dominacin, en calidad de escenario
estratgico de la confrontacin social, no ofrece datos
hylticos, cuya funcin sera la de manifestar la realidad
objetiva y fenomnica. Requiere, en distinta direccin, de
otra modalidad comprensiva: la reflexin, en tanto eluci-
dacin de un sentido posible. As, Maquiavelo intenta darse
razones y drnoslas de su propio trabajo, de su lgica
inmanente: ...siendo mi intencin escribir algo til para
quien lo entienda, me ha parecido conveniente ir directa-
mente a la verdad efectiva de la cosa, ms que a la imagina-
cin de la misma. Cabe, entonces, ordenar las ideas con-
tenidas en el pasaje del florentino:
1. Intencin:
El sujeto de conocimiento no se presenta como una con-
ciencia habilitada para interpretar y describir la realidad
que le circunda; sino de manera fundamental como una
voluntad donadora de sentido.
2. Util:
Ya que resulta imposible para el sujeto de conocimiento
abstenerse de evaluar y valorar al objeto que interpreta, el
pensamiento poltico quiere regirse por criterios pragm-
ticos: la utilidad, la expresin del esquema costo-benefi-
cio.
3. Verdad efectiva de la cosa:
No se trata de una sinonimia de la objetividad; se apunta
la naturaleza presente de la dominacin, el aqu y el ahora,
por encima del pasado como justificacin o del futuro como
inters.
4. Imaginacin de la cosa misma:
La pregunta del conocimiento, de ndole heurstica, es la
del cmo no la del qu; no se persiguen los orgenes, tarea
de una arqueologa de inciertas ventajas, por el contra-
rio, la preocupacin consiste en definir el campo de posi-
bilidades del sentido, es decir, los estados del mundo po-
sibles del fenmeno de la imaginacin.
El discurso poltico es incapaz de trascender, en trminos
de saber positivo, las fronteras de una protociencia en per-
manente organizacin. Cmo conciliar la nocin standard
de ciencia, que exige criterios normativos, dispositivos de
for-malizacin de variables y mecanismos de pronstico,
con la extraa conviccin, o al menos sospecha, de que
cada Estado nacional es su propio paradigma de interpre-
tacin?
Hasta el momento nadie ha podido brindar una respuesta
convincente a tan espinoso problema. Incluso, la reflexin
poltica carece de una terminologa comn que precise los
contenidos de modo unvoco de sus con-
ceptos y categoras de anlisis. La rpida trans-
formacin de las situaciones polticas impide
establecer un corpus teor-tico, habilitado para
comprender los fenmenos a partir de un mo-
delo exegtico indicativo.
Si pensamos en lo poltico (marco jurdico e
institucional de la dominacin) y en la polti-
ca (relaciones entre las fuerzas sociales y de stas
con el Estado) surge la peculiaridad de sus ob-
jetos: a la materialidad de la distancia gober-
nantes-gobernados, poder-conciencia, domi-
nantes-dominados, se agregan sus especficos
usos sociales y polticos. Por ello, dichas reali-
dades devienen objetos fatalmente sugestivos,
como los define Roland Barthes.
Estos se evaporan y dislocan, aparecen y se es-
conden, se reifican y cosifican, De alguna sor-
prendente forma se tornan mitos. Y en la mo-
dernidad, los mitos dificultan la traduccin,
pues atienden al espacio de la representacin.
Encarnan los soportes de una paradoja: aque-
lla que permite se le atribuya arbitrariamente
de significacin a la realidad histrica. De com-
partir la clasificacin de Walter Benjamin el proceso confi-
gura un trnsito: del tiempo lleno al vaco, del signo al
significante. El mundo pierde gradualmente su materiali-
dad, se transforma en su propio discurso, segn Adorno y
Horkheimer.
Para J. L. Mackie el problema reside en la relacin que
guarda las acciones con los intereses, misma que bosqueja
el marco operativo de la ideologa:
An ideology is a system of concepts, beliefs, and values
which is characteristic of some social class (or perhaps
of some other social group, perhaps even of a whole
society), and in terms of which the members of that
class (etc.) see and understand their own position in
and relation to their social environment and the world
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as a whole, and explain, evaluate, and justify their
actions, and especially the activities and policies
characteristic of their class (etc.). Thinking in terms of
this system unites and strengthens that class and helps
to maintain it and to advance its interests.
Los escollos aumentan cuando se piensa en la domina-
cin. La dinmica poltica se esfuerza a travs del Esta-
do por conciliar mando y norma. Cmo interpretar la
polisemia del sentido del poder, sobre todo cuando el len-
guaje poltico carece de un plano alocutorio? Triste pero
cierto: nadie se dirige a alguien en particular; salvo a esos
absolutos metafsicos llamados antes Estado, nacin, cla-
se, progreso, historia y ahora orden, globalidad, desarro-
llo, democracia.
Con Diego Saavedra Fajardo: la virtud se cansa de mere-
cer y esperar, ante el reto de identificacin del objeto de
conocimiento. Al menos pueden contarse dos procesos: 1.
El de naturaleza perceptiva que exige un objeto particular
y constituye los actos de re; y 2. El de condicin descriptiva
que trabaja con universos posibles y representa los actos de
dicto.
En lo que concierne a la poltica, en su motilidad com-
prensiva, slo funciona la segunda va de entendimiento.
La dominacin no puede percibirse, ya que
no es un objeto fsico, capturable por me-
dios emprico-analticos. A diferencia de las
ciencias experimentales, fundadas en las con-
vicciones de validacin y corroboracin, la
reflexin poltica encuentra el inicio de su
labor conceptual en conjeturas: reconstruc-
ciones del objeto desde el discurso.
La actividad poltica, es decir, la confronta-
cin de proyectos e intereses que remiten a
segmentos sociales especficos, crea continua-
mente su objeto. De tal modo, el poder po-
ltico institucionalizado tiende a glorificar
la actualidad (su presente) y lo nuevo (su
futuro). Constituye una distancia real entre
su-jetos, ciudadanos o individuos, social-
mente materializada en relaciones jurdicas
(las instituciones y las leyes). As, para
Hermann He-ller la poltica es el desplie-
gue de las fuerzas sociales aspirantes a for-
mas de derecho.
Jrgen Habermans sintetiza en una frase la
fragilidad epistemolgica de la hermenutica poltica: Lo
que responde a la cuestin del valor de la verdad y de la
justicia, son juicios de gusto. En consecuencia, los suje-
tos cog-noscitivos y polticos establecen la realidad gracias
al ejercicio material de su discurso: conquistan lo que per-
siguen. De esta peculiaridad, esa estructura normativa de-
nominada discurso poltico adquiere su condicin de fuerza
productiva.
La existencia sin reflexin carece de sentido y el pensa-
miento sin vida no posee objeto. De comprobarse tal in-
tuicin, la ciencia terminara constreida a una abstrac-
cin idealizada del mundo cotidiano, que se convierte en
un falso metalen-guaje cuando olvida su origen social. Y
tal amnesia recuerda el dilema clsico de bizantinismo o
barbarie, como la formulara Ortega y Gasset. Sin embar-
go, cmo controlar el crculo hermenutico? La misma
interrogante se plantea, sin resolverla, Karl R. Popper:
TIEMPO 7 LABERINTO
La cita desvanece la ilusin formalista de la teora poltica.
Demuestra, asimismo, que su constitucin conceptual no
permite una evaluacin de sus posibilidades comprensi-
vas, a partir de los supuestos epistmicos de las disciplinas
naturales (emprico-analticas). El funcionamiento de la
ciencia standard, que se pretende teora axiomtica, define
una serie de tipos convencionales de verdad:
1. Tesis de la correspondencia:
La verdad o falsedad de un enunciado slo encuentra su
corroboracin o falsacin en la correspondencia con los
datos conjuntos organizados de hechos.
2. Tesis de la coherencia:
La verdad de un enunciado reside en la au-
sencia de contradiccin lgica dentro de un
sistema de interpretacin o modelo
nomolgico-deductivo.
3. Tesis de la evidencia:
Cuando el acto de conocimiento representa una posibili-
dad cierta, la verdad deviene una expresin lgica de ca-
rcter objetivo.
4. Tesis de la utilidad o del pragmatismo:
Los enunciados no se refieren a un objeto absoluto y meta-
fsico, sino a un fenmeno que est dado a partir de un
conjunto de principios comprensivos.
La energa destinada a duplicar lo real en el pensamiento,
fundar la univocidad del sujeto con el objeto, manifiesta
el dictum de la cientificidad. El conocimiento histrico,
as como la reflexin poltica, se presentan en flujos: desde
el sentido comn (la percepcin simple) hasta la compren-
sin del sentido, en algunos casos incipientemente forma-
lizada.
El proceso cognoscitivo se comunica y construye en el len-
guaje: es all donde se da el dilogo y reclamo de su vali-
dez. En rigor, se trata de la afanosa bsqueda de estructu-
ras profundas del saber que penetran los contenidos
manifiestos de las formaciones lingsticas. Y stas, en la
interpretacin poltica, son incapaces de organizarse en
cdigos cerrados inscritos en modelos de cobertura legal.
La constelacin del poder clausura las respuestas tradicio-
nales y exige transformar los problemas en soluciones y las
soluciones en problemas.
TIEMPO 8 LABERINTO
I am inclined to think that scientific discovery is
impossible without faith in ideas which are of purely
speculative kind, and sometimes even quite hazy; a faith
which is completely unwarranted from the point of view
of science, and which, to that extent, is metaphysical.
El crculo hermenuticoEl saber que calcula abandona, para Heidegger, la nocin
de ser como verdad. Esto quiz sea el privilegio de la com-
prensin poltica: el sujeto concebido en tanto portador
del sentido ltimo de las cosas. Derrotado el solipsismo
logocntrico occidental, el punto de unin
entre quien delibera y quienes actan re-
posa en la intencionalidad. Se trata del sen-
tido, nexo entre el sujeto propositivo
(noesis) y el objeto propuesto (noema).
Segn Ronald Briner la fortaleza del senti-
do se descubre y expande en el juicio: mo-
dalidad solitaria en la batalla contra los cdigos y las fr-
mulas. Encarna una oportunidad especialmente idnea para
que los individuos, en calidad de ciudadanos, recuperen
el reino de lo pblico; hoy da en manos de los expertos
y los especialistas, esos cabalistas celosos de sus secretos.
En The human condition Hannah Arendt considera que el
escenario de la dominacin adquiere su cohesin, estruc-
tural e ideolgica, a partir de la praxis (making-acting) y el
lenguaje (speech-judgement). Ambos factores constitutivos
de la comunidad histrica conocida como Estado, forman
una cadena de significacin que opera en calidad de crite-
rio analtico:
What first undermines and then kills political
communities is loss of power and final impotence; and
power cannot be stored up and kept in reserve for
emergencies, like the instruments of violence, but exists
only in its actualization. Where power is not actualized,
it passes away, and history is full of examples that the
greatest material riches cannot compensate for this loss.
Power is actualized only where words are not empty
and deeds not brutal, where words are not used to veil
intentions but to disclose realities, and deeds are not
used to violate and destroy but to establish relations
and create new realities.
As, la reflexin reconstruye sus enunciados bsicos en lasdimensiones sintctica (combinacin), pragmtica (uso) ysemntica (designacin), de las posibilidades ofrecidas porla interpretacin. La teora comparece como hiptesis delos hechos, que son a su vez realidades ya interpretadas ypor ello construidas. Empero, no habr que pasar por altola advertencia de Max Horkheimer:
La autodeterminacin de la ciencia se vuelve cada vezms abstracta. El conformismo del pensamiento, el afe-rrarse al principio de que ste es una actividad fija, unreino cerrado en s mismo dentro de la totalidad social,renuncia a la esencia misma del pensar.
Ante este panorama slo resta la comprensin del sentidoen sus diferentes tendencias: captura de la intencionalidad(Ha-bermas, Apel); interpretacin lingstica (Gadamer,Witt-genstein, Ryle) o las variantes del relacionalismoheurstico (Foucault, Bachelard, Hbner, Escuela deFrankfurt).
Para Herbert Marcuse, en Razn y revolucin, el sitio de laverdad no es aqul de la proposicin, sino el sistema dejuicios especulativos en su conjunto. Slo el proceso tota-lizador aglutina la verdad, en trminos relacionales que norelativos, como seala Kurt Hbner en Critique of scientificreason.
Si llegasen a desaparecer las diferencias entre el orden vi-gente del concepto y su pretensin de verdad cesara lahistoria tenebrosa de los hombres. Se observara un re-torno a los orgenes, a la protohistoria. Cmo garantizar,entonces, el trnsito de la representacin de la realidad a larealidad de la representacin? El dualismo epistemolgicosi bien no puede ser trascendido por completo en las dis-ciplinas sociales, s permite un margen de control. Dequ manera? A partir de categoras puente (conceptos nor-mativos). Entre ellas campo de fuerza: el espacio de movi-lidad de la relacin sujeto-objeto; y constelacin: la ten-sin dinmica del proceso de conocimiento por fenmenosopuestos, por ejemplo, la sociedad por el Estado (la co-munidad civil y privada por la dominacin poltica y p-blica).
Tal aproximacin es una alternativa, no una garanta, pararomper el artificio de los dispositivos meta-histricos, seantipos ideales o modelos positivos. Pues estas formasexegticas se empean en corroborar, a despecho de la rea-lidad, sus frases de protocolo. Se tratara de invertir el pro-cedimiento: concebir la actividad crtica del pensamientocomo una racio-nalizacin post facto; en oposicin a la rigi-dez de los sistemas de interpretacin por subsuncin delos hechos.
Frente a la perdicin de los sujetos en el marasmo de lacosificacin y la reificacin, queda solamente fortalecer lacapacidad de juicio, el momento especulativo del conoci-miento: la imaginacin como intuicin razonada. La espe-culacin es la adecuacin del concepto y la intuicin, queHegel nombr idea. As, la intuicin (anschauung) consti-tuye lo general, mientras el concepto (begriff) lo particu-lar.
Si el conocimiento parte del asombro, segn el Estagirita,bien podra encarnar la intuicin el comienzo terico de laconstruccin del sentido: el despliegue social de una in-tencin. Cmo comprender un objeto (gegenstand y objekt)material e intangible, al mismo tiempo, como el poltico?Dicho universo de anlisis posee tres niveles distintos, peroarticulados, en su operacin:
1. Racional:Todo proceso o proyecto poltico posee una intencin, queno se presenta necesariamente como finalidad.
2. Razonable:La identidad parcial sujeto-objeto que constituye el fen-meno de la dominacin impide al intrprete un accesoinmediato y directo; sin embargo, a posteriori es posiblereconstruir una lgica de comportamiento a modo de hi-ptesis de trabajo.
3. Irracional:Todo campo de fuerza de conocimiento que identifique,en su dinmica, sujeto y objeto posee un margen de incer-tidumbre, en el esfuerzo por precisar sus razones.
Estos tres niveles de funcionamiento de la constelacin po-ltica (el fenmeno de la dominacin que sobrepasa el m-bito estatal, al vincular la autoridad y la comunidad) defi-nen los lmites gnoseolgicos de su comprensin: los hechosy las intenciones. Hobbes los recuerda hacia el final delLeviathan:
...si no existe una elocuencia poderosa, que asegure laatencin y el consentimiento de los circunstantes, elefecto de la razn ser insignificante. Ahora bien, estasson facultades contrarias; la primera est fundada sobreprincipios de verdad; las otras, sobre opiniones ya reci-bidas, verdaderas o falsas, y sobre las pasiones e intere-ses de los hombres, que son diferentes y mutables.
Tales aspectos determinan el carcter inasible de la reflexinpoltica y ponen de manifiesto su fragilidad que reside enser una protociencia, destinada a la rectificacin sistemti-ca de sus errores.
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