1. El deseado de todas las gentes Ellen G. White 1955 Copyright
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Elena G. De White Estate Web. Sobre el Autor Ellen G. White
(1827-1915) es considerada como el autor ms traducido de Amrica,
sus obras han sido publicadas en ms de 160 idiomas. Ella escribi ms
de 100.000 pginas en una amplia variedad de temas espirituales y
prcticos. Guiados por el Espritu Santo, que exalt a Jess y se reri
a las Escrituras como la base de la fe. Otros enlaces Una breve
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I
3. G. de White en [email protected]. Estamos agradecidos por
su inters y comentarios y les deseo la bendicin de Dios a medida
que lee. I I
4. I I I
5. Prefacio En el corazn de todos los seres humanos, sin
distincin de raza o posicin social, hay un indecible anhelo de algo
que ahora no poseen. Este anhelo es implantado en la misma
constitucin del hombre por un Dios misericordioso, para que el
hombre no se sienta satisfecho con su presente condicin, sea mala o
buena. Dios desea que el ser humano busque lo mejor, y lo halle en
el bien eterno de su alma. En vano procuran los hombres satisfacer
este deseo con los placeres, las riquezas, la comodidad, la fama, o
el poder. Los que tratan de hacerlo, descubren que estas cosas
hartan los sentidos, pero dejan al alma tan vaca y desconforme como
antes. Es el designio de Dios que este anhelo del corazn humano gue
hacia el nico que es capaz de satisfacerlo. Es un deseo de ese Ser,
capaz de guiar a l, la plenitud y el cumplimiento de ese deseo. Esa
plenitud se halla en Jesucristo, el Hijo del Dios eterno. Porque
plugo al Padre que la plenitud de todo residiese en l; porque en l
habita toda la plenitud de la divinidad corporalmente. Y es tambin
verdad que vosotros estis completos en l con respecto a todo deseo
divinamente implantado y normalmente seguido. El profeta Ageo llama
con justicia a Cristo el Deseado de todas las gentes. Es el
propsito de este libro presentar a Jesucristo como Aquel en quien
puede satisfacerse todo anhelo. Se han escrito muchos libros
titulados La Vida de Cristo, libros excelentes, grandes acopios de
informacin, elaborados ensayos sobre cronologa, historia, costum-
bres, y acontecimientos contemporneos, con abundante enseanza y
muchas vislumbres de la vida multiforme de Jess de Nazaret. Sin
embargo, no se ha dicho de ella ni aun la mitad. No es tampoco el
propsito de esta obra exponer una armona de los Evangelios, o
presentar en orden estrictamente cronolgico los importantes sucesos
y las maravillosas lecciones de la vida de Cristo; su propsito es
presentar el amor de Dios como ha sido revelado en su Hijo, la
divina hermosura de la vida de Cristo, de la cual todos[6] I V
6. pueden participar, y no simplemente satisfacer los deseos de
la mera curiosidad ni las observaciones de los crticos. Pero como
por el encanto de su propia belleza de carcter Jess atrajo a sus
discpulos a s mismo, y por su toque y sentimiento de simpata en
todas sus dolencias y necesidades, y por su constante asociacin,
transform sus caracteres de terrenales en celestiales, de egostas
en abnegados, y troc la mezquina ignorancia y el prejuicio en el
conocimiento generoso y el amor profundo por las almas de todas las
naciones y razas, es el propsito de este libro presentar al bendito
Redentor de modo que ayude al lector a acudir a l como a una
realidad viviente, con la cual puede tenerse comunin ntima y vital,
y hallar en l, como los discpulos de la antigedad, al poderoso
Jess, que salva hasta lo sumo, y transforma de acuerdo con su
propia imagen divina a los que acuden a Dios por su intermedio.
Rogamos que la bendicin del Altsimo acompae a esta obra, y que el
Espritu Santo haga de las palabras de este libro palabras de vida
para muchas almas cuyos anhelos y deseos no estn an satisfe- chos;
para que puedan conocerle, y la virtud de su resurreccin, y la
participacin de sus padecimientos, y nalmente, en una eternidad
bienaventurada, compartir a su diestra la plenitud de su gozo y la
dicha inconmensurable que disfrutarn todos los que hayan hallado en
l el todo en todo, el ms sealado entre diez mil, Aquel que es del
todo amable, todo l codiciable. Los Editores [7]
11. Captulo 1Dios con nosotros Y Ser llamado su nombre
Emmanuel; ... Dios con nosotros.1 La luz del conocimiento de la
gloria de Dios, se ve en el rostro de Jesucristo. Desde los das de
la eternidad, el Seor Jesucristo era uno con el Padre; era la
imagen de Dios, la imagen de su grandeza y majestad, el resplandor
de su gloria. Vino a nuestro mundo para manifestar esta gloria.
Vino a esta tierra obscurecida por el pecado para revelar la luz
del amor de Dios, para ser Dios con nosotros. Por lo tanto, fu
profetizado de l: Y ser llamado su nombre Emmanuel. Al venir a
morar con nosotros, Jess iba a revelar a Dios tanto a los hombres
como a los ngeles. El era la Palabra de Dios: el pensamiento de
Dios hecho audible. En su oracin por sus discpu- los, dice: Yo les
he manifestado tu nombremisericordioso y piadoso; tardo para la
ira, y grande en benignidad y verdad,para que el amor con que me
has amado, est en ellos, y yo en ellos. Pero no slo para sus hijos
nacidos en la tierra fu dada esta revelacin. Nuestro pequeo mundo
es un libro de texto para el universo. El maravilloso y
misericordioso propsito de Dios, el misterio del amor redentor, es
el tema en el cual desean mirar los ngeles, y ser su estudio a
travs de los siglos sin n. Tanto los redimidos como los seres que
nunca cayeron hallarn en la cruz de Cristo su ciencia y su cancin.
Se ver que la gloria que resplandece en el rostro de Jess es la
gloria del amor abnegado. A la luz del Calvario, se ver que la ley
del renunciamiento por amor es la ley de la vida para la tierra y
el cielo; que el amor que no busca lo suyo tiene su fuente en el
corazn de Dios; y que en el Manso y Humilde se maniesta el carcter
de Aquel que mora en la luz inaccesible al hombre. Al principio,
Dios se revelaba en todas las obras de la creacin. Fu Cristo quien
extendi los cielos y ech los cimientos de la tierra. Fu su mano la
que colg los mundos en el espacio, y model[12] las ores del campo.
El asienta las montaas con su fortaleza, suyo es el mar, pues que l
lo hizo.2 Fu l quien llen la tierra de 10
12. Dios con nosotros 11 hermosura y el aire con cantos. Y
sobre todas las cosas de la tierra, del aire y el cielo, escribi el
mensaje del amor del Padre. Aunque el pecado ha estropeado la obra
perfecta de Dios, esa escritura permanece. Aun ahora todas las
cosas creadas declaran la gloria de su excelencia. Fuera del egosta
corazn humano, no hay nada que viva para s. No hay ningn pjaro que
surca el aire, ningn animal que se mueve en el suelo, que no sirva
a alguna otra vida. No hay siquiera una hoja del bosque, ni una
humilde brizna de hierba que no tenga su utilidad. Cada rbol,
arbusto y hoja emite ese elemento de vida, sin el cual no podran
sostenerse ni el hombre ni los animales; y el hombre y el animal, a
su vez, sirven a la vida del rbol y del arbusto y de la hoja. Las
ores exhalan fragancia y ostentan su belleza para benecio del
mundo. El sol derrama su luz para alegrar mil mundos. El ocano,
origen de todos nuestros manantiales y fuentes, recibe las
corrientes de todas las tierras, pero recibe para dar. Las neblinas
que ascienden de su seno, riegan la tierra, para que produzca y
orezca. Los ngeles de gloria hallan su gozo en dar, dar amor y
cuidado incansable a las almas que estn cadas y destitudas de
santidad. Los seres celestiales desean ganar el corazn de los
hombres; traen a este obscuro mundo luz de los atrios celestiales;
por un ministerio amable y paciente, obran sobre el espritu humano,
para poner a los perdidos en una comunin con Cristo aun ms ntima
que la que ellos mismos pueden conocer. Pero apartndonos de todas
las representaciones menores, con- templamos a Dios en Jess.
Mirando a Jess, vemos que la gloria de nuestro Dios consiste en
dar. Nada hago de m mismo, dijo Cristo; me envi el Padre viviente,
y yo vivo por el Padre. No busco mi gloria, sino la gloria del que
me envi.3 En estas palabras se presenta el gran principio que es la
ley de la vida para el universo. Cristo recibi todas las cosas de
Dios, pero las recibi para darlas. As tambin en los atrios
celestiales, en su ministerio en favor de todos los seres creados,
por medio del Hijo amado uye a todos la vida del Padre; por medio
del Hijo vuelve, en alabanza y gozoso [13] servicio, como una marea
de amor, a la gran Fuente de todo. Y as, por medio de Cristo, se
completa el circuito de benecencia, que representa el carcter del
gran Dador, la ley de la vida.
13. 12 El Deseado de Todas las Gentes Esta ley fu quebrantada
en el cielo mismo. El pecado tuvo su origen en el egosmo. Lucifer,
el querubn protector, dese ser el primero en el cielo. Trat de
dominar a los seres celestiales, apartn- dolos de su Creador, y
granjearse su homenaje. Para ello, represent falsamente a Dios,
atribuyndole el deseo de ensalzarse. Trat de investir al amante
Creador con sus propias malas caractersticas. As enga a los ngeles.
As sedujo a los hombres. Los indujo a dudar de la palabra de Dios,
y a desconar de su bondad. Por cuanto Dios es un Dios de justicia y
terrible majestad, Satans los indujo a consi- derarle como severo e
inexorable. As consigui que se uniesen con l en su rebelin contra
Dios, y la noche de la desgracia se asent sobre el mundo. La tierra
qued obscura porque se comprendi mal a Dios. A n de que pudiesen
iluminarse las lbregas sombras, a n de que el mundo pudiera ser
trado de nuevo a Dios, haba que quebrantar el engaoso poder de
Satans. Esto no poda hacerse por la fuerza. El ejercicio de la
fuerza es contrario a los principios del gobierno de Dios; l desea
tan slo el servicio de amor; y el amor no puede ser exigido; no
puede ser obtenido por la fuerza o la autoridad. El amor se
despierta nicamente por el amor. El conocer a Dios es amarle; su
carcter debe ser manifestado en contraste con el carcter de Satans.
En todo el universo haba un solo ser que poda realizar esta obra.
nicamente Aquel que conoca la altura y la profundidad del amor de
Dios, poda darlo a conocer. Sobre la obscura noche del mundo, deba
nacer el Sol de justicia, trayendo salud eterna en sus alas.4 El
plan de nuestra redencin no fu una reexin ulterior, formu- lada
despus de la cada de Adn. Fu una revelacin del misterio que por
tiempos eternos fu guardado en silencio.5 Fu una ma- nifestacin de
los principios que desde edades eternas haban sido el fundamento
del trono de Dios. Desde el principio, Dios y Cristo saban de la
apostasa de Satans y de la cada del hombre seducido por el apstata.
Dios no orden que el pecado existiese, sino que[14] previ su
existencia, e hizo provisin para hacer frente a la terrible
emergencia. Tan grande fu su amor por el mundo, que se compro- meti
a dar a su Hijo unignito para que todo aquel que en l cree, no se
pierda, mas tenga vida eterna.6
14. Dios con nosotros 13 Lucifer haba dicho: Sobre las
estrellas de Dios ensalzar mi trono, ... ser semejante al Altsimo.7
Pero Cristo, existiendo en forma de Dios, no estim el ser igual a
Dios como cosa a que deba aferrarse; sino que se desprendi de ella,
tomando antes la forma de un siervo, siendo hecho en semejanza de
los hombres.8 Este fu un sacricio voluntario. Jess podra haber
permanecido al lado del Padre. Podra haber conservado la gloria del
cielo, y el homenaje de los ngeles. Pero preri devolver el cetro a
las manos del Padre, y bajar del trono del universo, a n de traer
luz a los que estaban en tinieblas, y vida a los que perecan. Hace
casi dos mil aos, se oy en el cielo una voz de signicado misterioso
que, partiendo del trono de Dios, deca: He aqu yo vengo. Sacricio y
ofrenda, no los quisiste; empero un cuerpo me has preparado.... He
aqu yo vengo (en el rollo del libro est escrito de m), para hacer,
oh Dios, tu voluntad.9 En estas palabras se anunci el cumplimiento
del propsito que haba estado oculto desde las edades eternas.
Cristo estaba por visitar nuestro mundo, y encarnarse. El dice: Un
cuerpo me has preparado. Si hubiese aparecido con la gloria que
tena con el Padre antes que el mundo fuese, no podramos haber
soportado la luz de su presencia. A n de que pudisemos contemplarla
y no ser destrudos, la manifestacin de su gloria fu velada. Su
divinidad fu cubierta de humanidad, la gloria invisible tom forma
humana visible. Este gran propsito haba sido anunciado por medio de
guras y smbolos. La zarza ardiente, en la cual Cristo apareci a
Moiss, revelaba a Dios. El smbolo elegido para representar a la
Divinidad era una humilde planta que no tena atractivos aparentes.
Pero ence- rraba al Innito. El Dios que es todo misericordia velaba
su gloria en una gura muy humilde, a n de que Moiss pudiese mirarla
y sobrevivir. As tambin en la columna de nube de da y la columna de
fuego de noche, Dios se comunicaba con Israel, les revelaba su [15]
voluntad a los hombres, y les imparta su gracia. La gloria de Dios
estaba suavizada, y velada su majestad, a n de que la dbil visin de
los hombres nitos pudiese contemplarla. As Cristo haba de venir en
el cuerpo de nuestra bajeza,10 hecho semejante a los hombres. A los
ojos del mundo, no posea hermosura que lo hiciese desear; sin
embargo era Dios encarnado, la luz del cielo y de la tierra.
Su
15. 14 El Deseado de Todas las Gentes gloria estaba velada, su
grandeza y majestad ocultas, a n de que pudiese acercarse a los
hombres entristecidos y tentados. Dios orden a Moiss respecto a
Israel: Hacerme han un santua- rio, y yo habitar entre ellos,11 y
moraba en el santuario en medio de su pueblo. Durante todas sus
penosas peregrinaciones en el de- sierto, estuvo con ellos el
smbolo de su presencia. As Cristo levant su tabernculo en medio de
nuestro campamento humano. Hinc su tienda al lado de la tienda de
los hombres, a n de morar entre nosotros y familiarizarnos con su
vida y carcter divinos. Aquel Verbo fu hecho carne, y habit entre
nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unignito del Padre),
lleno de gracia y de verdad.12 Desde que Jess vino a morar con
nosotros, sabemos que Dios conoce nuestras pruebas y simpatiza con
nuestros pesares. Cada hijo e hija de Adn puede comprender que
nuestro Creador es el amigo de los pecadores. Porque en toda
doctrina de gracia, toda promesa de gozo, todo acto de amor, toda
atraccin divina presentada en la vida del Salvador en la tierra,
vemos a Dios con nosotros. Satans representa la divina ley de amor
como una ley de egos- mo. Declara que nos es imposible obedecer sus
preceptos. Imputa al Creador la cada de nuestros primeros padres,
con toda la miseria que ha provocado, e induce a los hombres a
considerar a Dios como autor del pecado, del sufrimiento y de la
muerte. Jess haba de desenmascarar este engao. Como uno de
nosotros, haba de dar un ejemplo de obediencia. Para esto tom sobre
s nuestra naturaleza, y pas por nuestras vicisitudes. Por lo cual
convena que en todo fuese semejado a sus hermanos. Si tuvisemos que
soportar algo que Jess no soport, en este detalle Satans
representara el poder de Dios como insuciente para nosotros. Por lo
tanto, Jess fu[16] tentado en todo punto, as como nosotros.13
Soport toda prueba a la cual estemos sujetos. Y no ejerci en favor
suyo poder alguno que no nos sea ofrecido generosamente. Como
hombre, hizo frente a la tentacin, y venci en la fuerza que Dios le
daba. El dice: Me com- plazco en hacer tu voluntad, oh Dios mo, y
tu ley est en medio de mi corazn.14 Mientras andaba haciendo bien y
sanando a todos los aigidos de Satans, demostr claramente a los
hombres el carcter de la ley de Dios y la naturaleza de su
servicio. Su vida testica que para nosotros tambin es posible
obedecer la ley de Dios.
16. Dios con nosotros 15 Por su humanidad, Cristo tocaba a la
humanidad; por su divini- dad, se asa del trono de Dios. Como Hijo
del hombre, nos di un ejemplo de obediencia; como Hijo de Dios, nos
imparte poder para obedecer. Fu Cristo quien habl a Moiss desde la
zarza del monte Horeb diciendo: YO SOY EL QUE SOY.... As dirs a los
hijos de Israel: YO SOY me ha enviado a vosotros.15 Tal era la
garanta de la liberacin de Israel. Asimismo cuando vino en
semejanza de los hombres, se declar el YO SOY. El Nio de Beln, el
manso y humilde Salvador, es Dios, manifestado en carne.16 Y a
nosotros nos dice: YO SOY el buen pastor. YO SOY el pan vivo. YO
SOY el camino, y la verdad, y la vida. Toda potestad me es dada en
el cielo y en la tierra.17 YO SOY la seguridad de toda promesa. YO
SOY; no tengis miedo. Dios con nosotros es la seguridad de nuestra
liberacin del pecado, la garanta de nuestro poder para obedecer la
ley del cielo. Al condescender a tomar sobre s la humanidad, Cristo
revel un carcter opuesto al carcter de Satans. Pero se rebaj aun ms
en la senda de la humillacin. Hallado en la condicin como hombre,
se humill a s mismo, hecho obediente hasta la muerte, y muerte de
cruz.18 As como el sumo sacerdote pona a un lado sus magncas ropas
ponticias, y ociaba en la ropa blanca de lino del sacerdote comn,
as tambin Cristo tom forma de siervo, y ofreci sacricio, siendo l
mismo a la vez el sacerdote y la vctima. El herido fu por nuestras
rebeliones, molido por nuestros pecados: el castigo de nuestra paz
sobre l.19 Cristo fu tratado como nosotros merecemos a n de que no-
[17] sotros pudisemos ser tratados como l merece. Fu condenado por
nuestros pecados, en los que no haba participado, a n de que
nosotros pudisemos ser justicados por su justicia, en la cual no
habamos participado. El sufri la muerte nuestra, a n de que pudi-
semos recibir la vida suya. Por su llaga fuimos nosotros curados.19
Por su vida y su muerte, Cristo logr aun ms que restaurar lo que el
pecado haba arruinado. Era el propsito de Satans conseguir una
eterna separacin entre Dios y el hombre; pero en Cristo llegamos a
estar ms ntimamente unidos a Dios que si nunca hubisemos pecado. Al
tomar nuestra naturaleza, el Salvador se vincul con la humanidad
por un vnculo que nunca se ha de romper. A travs de las edades
eternas, queda ligado con nosotros. Porque de tal manera
17. 16 El Deseado de Todas las Gentes am Dios al mundo, que ha
dado a su Hijo unignito.20 Lo di no slo para que llevase nuestros
pecados y muriese como sacricio nuestro; lo di a la especie cada.
Para asegurarnos los benecios de su inmutable consejo de paz, Dios
di a su Hijo unignito para que llegase a ser miembro de la familia
humana, y retuviese para siempre su naturaleza humana. Tal es la
garanta de que Dios cumplir su promesa. Un nio nos es nacido, hijo
nos es dado; y el principado sobre su hombro. Dios adopt la
naturaleza humana en la persona de su Hijo, y la llev al ms alto
cielo. Es el Hijo del hombre quien comparte el trono del universo.
Es el Hijo del hombre cuyo nombre ser llamado: Admirable,
Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Prncipe de paz.21 El YO SOY
es el Mediador entre Dios y la humanidad, que pone su mano sobre
ambos. El que es santo, inocente, limpio, apartado de los
pecadores, no se avergenza de llamarnos hermanos.22 En Cristo, la
familia de la tierra y la familia del cielo estn ligadas. Cristo
gloricado es nuestro hermano. El cielo est incorporado en la
humanidad, y la humanidad, envuelta en el seno del Amor Innito.
Acerca de su pueblo, Dios dice: Sern como piedras de una diadema,
relumbrando sobre su tierra. Porque cun grande es su bondad! y cun
grande es su hermosura!23 La exaltacin de los redimidos ser un
testimonio eterno de la misericordia de Dios. En los siglos
venideros, l revelar la soberana riqueza de su gracia,[18] en su
bondad para con nosotros en Jesucristo. A n de que ... sea dado a
conocer a las potestades y a las autoridades en las regiones
celestiales, la multiforme sabidura de Dios, de conformidad con el
propsito eterno que se haba propuesto en Cristo Jess, Seor
nuestro.24 Por medio de la obra redentora de Cristo, el gobierno de
Dios queda justicado. El Omnipotente es dado a conocer como el Dios
de amor. Las acusaciones de Satans quedan refutadas y su carcter
desenmascarado. La rebelin no podr nunca volverse a levantar. El
pecado no podr nunca volver a entrar en el universo. A travs de las
edades eternas, todos estarn seguros contra la apostasa. Por el
sacricio abnegado del amor, los habitantes de la tierra y del cielo
quedarn ligados a su Creador con vnculos de unin indisoluble. La
obra de la redencin estar completa. Donde el pecado abun- d,
sobreabund la gracia de Dios. La tierra misma, el campo que
18. Dios con nosotros 17 Satans reclama como suyo, ha de quedar
no slo redimida sino exaltada. Nuestro pequeo mundo, que es bajo la
maldicin del pe- cado la nica mancha obscura de su gloriosa
creacin, ser honrado por encima de todos los dems mundos en el
universo de Dios. Aqu, donde el Hijo de Dios habit en forma humana;
donde el Rey de gloria vivi, sufri y muri; aqu, cuando renueve
todas las cosas, estar el tabernculo de Dios con los hombres, morar
con ellos; y ellos sern su pueblo, y el mismo Dios ser su Dios con
ellos. Y a travs de las edades sin n, mientras los redimidos anden
en la luz del Seor, le alabarn por su Don inefable: Emmanuel; Dios
con nosotros. [19] 1Versin Moderna. 2Salmos 65:6; 95:5 (VM). 3Juan
8:28; 6:57; 8:50; 7:18. 4Malaquas 4:2 (VM). 5Romanos 16:25 (VM).
6Juan 3:16. 7Isaas 14:13, 14 (VM). 8Filipenses 2:6, 7 (VM).
9Hebreos 10:5-7. 10Filipenses 3:21. 11xodo 25:8. 12Juan 1:14.
13Hebreos 2:17; 4:15 (VM). 14Salmos 40:8 (VM). 15xodo 3:14. 161
Timoteo 3:16. 17Juan 10:11; 6:51; 14:6; Mateo 28:18. 18Filipenses
2:8. 19Isaas 53:5. 19Isaas 53:5. 20Juan 3:16. 21Isaas 9:6.
22Hebreos 7:26; 2:11. 23Zacaras 9:16, 17 (VM). 24Efesios 2:7; 3:10,
11 (VM).
19. Captulo 2El pueblo elegido Durante ms de mil aos, los judos
haban esperado la venida del Salvador. En este acontecimiento haban
cifrado sus ms gloriosas esperanzas. En cantos y profecas, en los
ritos del templo y en las oraciones familiares, haban engastado su
nombre. Y sin embargo, cuando vino, no le conocieron. El Amado del
cielo fu para ellos como raz de tierra seca, sin parecer en l ni
hermosura; y no vieron en l belleza que lo hiciera deseable a sus
ojos. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.1 Sin embargo,
Dios haba elegido a Israel. Lo haba llamado para conservar entre
los hombres el conocimiento de su ley, as como los smbolos y las
profecas que sealaban al Salvador. Deseaba que fuese como fuente de
salvacin para el mundo. Como Abrahn en la tierra donde peregrin,
Jos en Egipto y Daniel en la corte de Babilonia, haba de ser el
pueblo hebreo entre las naciones. Deba revelar a Dios ante los
hombres. En el llamamiento dirigido a Abrahn, el Seor haba dicho:
Bendecirte he, ... y sers bendicin, ... y sern benditas en ti todas
las familias de la tierra.2 La misma enseanza fu repetida por los
profetas. Aun despus que Israel haba sido asolado por la guerra y
el cautiverio, recibi esta promesa: Y ser el residuo de Jacob en
medio de muchos pueblos, como el roco de Jehov, como las lluvias
sobre la hierba, las cuales no esperan varn, ni aguardan a hijos de
hombres.3 Acerca del templo de Jerusaln, el Seor declar por medio
de Isaas: Mi casa, casa de oracin ser llamada de todos los
pueblos.4 Pero los israelitas cifraron sus esperanzas en la
grandeza mun- danal. Desde el tiempo en que entraron en la tierra
de Canan, se apartaron de los mandamientos de Dios y siguieron los
caminos de los paganos. En vano Dios les mandaba advertencias por
sus profetas. En vano sufrieron el castigo de la opresin pagana. A
cada reforma segua una apostasa mayor.[20] 18
20. El pueblo elegido 19 Si los hijos de Israel hubieran sido
eles a Dios, l podra haber logrado su propsito honrndolos y
exaltndolos. Si hubiesen anda- do en los caminos de la obediencia,
l los habra ensalzado sobre todas las naciones que ha hecho, para
alabanza y para renombre y para gloria. Vern todos los pueblos de
la tierradijo Moiss que t eres llamado del nombre de Jehov, y te
temern. Las gentes oirn hablar de todos estos estatutos, y dirn:
Ciertamente pueblo sabio y entendido es esta gran nacin.5 Pero a
causa de su inde- lidad, el propsito de Dios no pudo realizarse
sino por medio de continua adversidad y humillacin. Fueron llevados
en cautiverio a Babilonia y dispersados por tierras de paganos. En
la aiccin, muchos renovaron su delidad al pacto con Dios. Mientras
colgaban sus arpas de los sauces y lloraban por el santo templo
desolado, la luz de la verdad resplandeci por su medio, y el
conocimiento de Dios se difundi entre las naciones. Los sistemas
paganos de sacricio eran una perversin del sistema que Dios haba
ordenado; y ms de un sincero observador de los ritos paganos
aprendi de los hebreos el signicado del ceremonial divinamente
ordenado, y con fe acept la promesa de un Redentor. Muchos de los
sacerdotes sufrieron persecucin. No pocos per- dieron la vida por
negarse a violar el sbado y a observar las estas paganas. Al
levantarse los idlatras para aplastar la verdad, el Seor puso a sus
siervos frente a frente con reyes y gobernantes, a n de que stos y
sus pueblos pudiesen recibir la luz. Vez tras vez, los mayores
monarcas debieron proclamar la supremaca del Dios a quien adoraban
los cautivos hebreos. Por el cautiverio babilnico, los israelitas
fueron curados ecaz- mente de la adoracin de las imgenes
esculpidas. Durante los siglos que siguieron, sufrieron por la
opresin de enemigos paganos, hasta que se arraig en ellos la
conviccin de que su prosperidad dependa de su obediencia a la ley
de Dios. Pero en el caso de muchos del pueblo la obediencia no era
impulsada por el amor. El motivo era egosta. Rendan un servicio
externo a Dios como medio de alcanzar la grandeza nacional. No
llegaron a ser la luz del mundo, sino que se aislaron del mundo a n
de rehuir la tentacin de la idolatra. En las instrucciones dadas
por medio de Moiss, Dios haba impuesto [21] restricciones a su
asociacin con los idlatras; pero esta enseanza haba sido falsamente
interpretada. Estaba destinada a impedir que
21. 20 El Deseado de Todas las Gentes ellos se conformasen a
las prcticas de los paganos. Pero la usaron para edicar un muro de
separacin entre Israel y todas las dems naciones. Los judos
consideraban a Jerusaln como su cielo, y sen- tan verdaderamente
celos de que el Seor manifestase misericordia a los gentiles.
Despus de regresar de Babilonia, dedicaron mucha atencin a la
instruccin religiosa. Por todo el pas, se erigieron sinagogas, en
las cuales los sacerdotes y escribas explicaban la ley. Y se
establecieron escuelas donde se profesaba ensear los principios de
la justicia, juntamente con las artes y las ciencias. Pero estos
medios se corrom- pieron. Durante el cautiverio, muchos del pueblo
haban recibido ideas y costumbres paganas, y stas penetraron en su
ceremonial religioso. En muchas cosas, se conformaban a las
prcticas de los idlatras. Al apartarse de Dios, los judos perdieron
de vista mucho de lo que enseaba el ritual. Este ritual haba sido
institudo por Cristo mismo. En todas sus partes, era un smbolo de
l; y haba estado lleno de vitalidad y hermosura espiritual. Pero
los judos perdieron la vida espiritual de sus ceremonias, y se
aferraron a las formas muertas. Conaban en los sacricios y los
ritos mismos, en vez de conar en Aquel a quien stos sealaban. A n
de reemplazar lo que haban perdido, los sacerdotes y rabinos
multiplicaron los requerimientos de su invencin; y cuanto ms rgidos
se volvan, tanto menos del amor de Dios manifestaban. Medan su
santidad por la multitud de sus ceremonias, mientras que su corazn
estaba lleno de orgullo e hipocresa. Con todas sus minuciosas y
gravosas rdenes, era imposible guardar la ley. Los que deseaban
servir a Dios, y trataban de observar los preceptos rabnicos,
luchaban bajo una pesada carga. No podan hallar descanso de las
acusaciones de una conciencia perturbada. As Satans obraba para
desalentar al pueblo, para rebajar su concepto del carcter de Dios
y para hacer despreciar la fe de Israel. Esperaba demostrar lo que
haba sostenido cuando se rebel en el cielo, a saber, que los
requerimientos de Dios eran injustos, y no podan ser obedecidos.
Aun Israel, declaraba, no guardaba la ley.[22] Aunque los judos
deseaban el advenimiento del Mesas, no te- nan un verdadero
concepto de su misin. No buscaban la redencin del pecado, sino la
liberacin de los romanos. Esperaban que el Me-
22. El pueblo elegido 21 sas vendra como conquistador, para
quebrantar el poder del opresor, y exaltar a Israel al dominio
universal. As se iban preparando para rechazar al Salvador. En el
tiempo del nacimiento de Cristo, la nacin estaba tascando el freno
bajo sus amos extranjeros, y la atormentaba la disensin interna. Se
les haba permitido a los judos conservar la forma de un gobierno
separado; pero nada poda disfrazar el hecho de que estaban bajo el
yugo romano, ni avenirlos a la restriccin de su poder. Los romanos
reclamaban el derecho de nombrar o remover al sumo sacerdote, y
este cargo se consegua con frecuencia por el fraude, el cohecho y
aun el homicidio. As el sacerdocio se volva cada vez ms corrompido.
Sin embargo, los sacerdotes posean an gran poder y lo empleaban con
nes egostas y mercenarios. El pueblo estaba sujeto a sus exigencias
despiadadas, y tambin a los gravosos impuestos de los romanos. Este
estado de cosas ocasionaba extenso descontento. Los estallidos
populares eran frecuentes. La codicia y la violencia, la desconanza
y la apata espiritual, estaban royendo el corazn mismo de la nacin.
El odio a los romanos y el orgullo nacional y espiritual inducan a
los judos a seguir adhirindose rigurosamente a sus formas de culto.
Los sacerdotes trataban de mantener una reputacin de san- tidad
atendiendo escrupulosamente a las ceremonias religiosas. El pueblo,
en sus tinieblas y opresin, y los gobernantes sedientos de poder
anhelaban la venida de Aquel que vencera a sus enemigos y devolvera
el reino a Israel. Haban estudiado las profecas, pero sin percepcin
espiritual. As haban pasado por alto aquellos pasajes que sealaban
la humillacin de Cristo en su primer advenimiento y aplicaban mal
los que hablaban de la gloria de su segunda venida. El orgullo
obscureca su visin. Interpretaban las profecas de acuerdo con sus
deseos egostas. [23] 1Isaas 53:2; Juan 1:11. 2Gnesis 12:2, 3.
3Miqueas 5:7. 4Isaas 56:7. 5Deuteronomio 26:19; 28:10; 4:6
(VM).
23. Captulo 3El cumplimiento del tiempo Mas venido el
cumplimiento del tiempo, Dios envi a su Hijo, ... para que
redimiese a los que estaban debajo de la ley, a n de que
recibisemos la adopcin de hijos.1 La venida del Salvador haba sido
predicha en el Edn. Cuando Adn y Eva oyeron por primera vez la
promesa, esperaban que se cumpliese pronto. Dieron gozosamente la
bienvenida a su primo- gnito, esperando que fuese el Libertador.
Pero el cumplimiento de la promesa tard. Los que la recibieron
primero, murieron sin verlo. Desde los das de Enoc, la promesa fu
repetida por medio de los patriarcas y los profetas, manteniendo
viva la esperanza de su aparicin, y sin embargo no haba venido. La
profeca de Daniel revelaba el tiempo de su advenimiento, pero no
todos interpretaban correctamente el mensaje. Transcurri un siglo
tras otro, y las voces de los profetas cesaron. La mano del opresor
pesaba sobre Israel, y muchos estaban listos para exclamar: Se han
prolongado los das, y fracasa toda visin.2 Pero, como las estrellas
en la vasta rbita de su derrotero seala- do, los propsitos de Dios
no conocen premura ni demora. Por los smbolos de las densas
tinieblas y el horno humeante, Dios haba anunciado a Abrahn la
servidumbre de Israel en Egipto, y haba declarado que el tiempo de
su estada all abarcara cuatrocientos aos. Despus de estodijo
Dios,saldrn con grande riqueza.3 Y contra esta palabra se empe en
vano todo el poder del orgulloso imperio de los faraones. En el
mismo da sealado por la promesa divina, salieron todos los ejrcitos
de Jehov de la tierra de Egip- to.4 As tambin fu determinada en el
concilio celestial la hora en que Cristo haba de venir; y cuando el
gran reloj del tiempo marc aquella hora, Jess naci en Beln. Mas
venido el cumplimiento del tiempo, Dios envi a su Hijo.1 La
Providencia haba dirigido los movimientos de las naciones, as[24]
como el ujo y reujo de impulsos e inuencias de origen humano, a tal
punto que el mundo estaba maduro para la llegada del Libertador.
22
24. El cumplimiento del tiempo 23 Las naciones estaban unidas
bajo un mismo gobierno. Un idioma se hablaba extensamente y era
reconocido por doquiera como la lengua literaria. De todos los
pases, los judos dispersos acudan a Jerusaln para asistir a las
estas anuales, y al volver adonde residan, podan difundir por el
mundo las nuevas de la llegada del Mesas. En aquel entonces los
sistemas paganos estaban perdiendo su poder sobre la gente. Los
hombres se hallaban cansados de ceremo- nias y fbulas. Deseaban con
vehemencia una religin que dejase satisfecho el corazn. Aunque la
luz de la verdad pareca haberse apartado de los hombres, haba almas
que buscaban la luz, llenas de perplejidad y tristeza. Anhelaban
conocer al Dios vivo, a n de tener cierta seguridad de una vida
allende la tumba. Al apartarse los judos de Dios, la fe se haba
empaado y la es- peranza casi haba dejado de iluminar lo futuro.
Las palabras de los profetas no eran comprendidas. Para las
muchedumbres, la muerte era un horrendo misterio; ms all todo era
incertidumbre y lobre- guez. No era slo el lamento de las madres de
Beln, sino el clamor del inmenso corazn de la humanidad, el que
lleg hasta el profeta a travs de los siglos: la voz oda en Ram,
grande lamentacin, lloro y gemido: Raquel que llora sus hijos; y no
quiso ser consolada, porque perecieron.5 Los hombres moraban sin
consuelo en regin y sombra de muerte. Con ansia en los ojos,
esperaban la llegada del Libertador, cuando se disiparan las
tinieblas, y se aclarara el misterio de lo futuro. Hubo, fuera de
la nacin juda, hombres que predijeron el apa- recimiento de un
instructor divino. Eran hombres que buscaban la verdad, y a quienes
se les haba impartido el Espritu de la ins- piracin. Tales maestros
se haban levantado uno tras otro como estrellas en un rmamento
obscuro, y sus palabras profticas haban encendido esperanzas en el
corazn de millares de gentiles. Desde haca varios siglos, las
Escrituras estaban traducidas al griego, idioma extensamente
difundido por todo el imperio romano. Los judos se hallaban
dispersos en todas partes; y su espera del [25] Mesas era
compartida hasta cierto punto por los gentiles. Entre aquellos a
quienes los judos llamaban gentiles, haba hombres que entendan
mejor que los maestros de Israel las profecas bblicas concernientes
a la venida del Mesas. Algunos le esperaban como libertador del
pecado. Los lsofos se esforzaban por estudiar el
25. 24 El Deseado de Todas las Gentes misterio de la economa
hebraica. Pero el fanatismo de los judos estorbaba la difusin de la
luz. Resueltos a mantenerse separados de las otras naciones, no
estaban dispuestos a impartirles el conoci- miento que an posean
acerca de los servicios simblicos. Deba venir el verdadero
Intrprete. Aquel que fuera pregurado por todos los smbolos deba
explicar su signicado. Dios haba hablado al mundo por medio de la
naturaleza, las gu- ras, los smbolos, los patriarcas y los
profetas. Las lecciones deban ser dadas a la humanidad en su propio
lenguaje. El Mensajero del pacto deba hablar. Su voz deba orse en
su propio templo. Cristo deba venir para pronunciar palabras que
pudiesen comprenderse clara y distintamente. El, el Autor de la
verdad, deba separar la verdad del tamo de las declaraciones
humanas que haban anulado su efecto. Los principios del gobierno de
Dios y el plan de reden- cin deban ser denidos claramente. Las
lecciones del Antiguo Testamento deban ser presentadas plenamente a
los hombres. Quedaban, sin embargo, entre los judos, almas rmes,
descen- dientes de aquel santo linaje por cuyo medio se haba
conservado el conocimiento de Dios. Conaban an en la esperanza de
la promesa hecha a los padres. Fortalecan su fe espacindose en la
seguridad dada por Moiss: El Seor vuestro Dios os levantar profeta
de vuestros hermanos, como yo; a l oiris en todas las cosas que os
hablare.6 Adems, lean que el Seor iba a ungir a Uno para pre- dicar
buenas nuevas a los abatidos, vendar a los quebrantados de corazn,
publicar libertad a los cautivos y promulgar ao de la buena
voluntad de Jehov.7 Lean que pondra en la tierra juicio; y las
islas esperarn su ley, como asimismo andaran las gentes a su luz, y
los reyes al resplandor de su nacimiento.8 Las palabras que Jacob
pronunciara en su lecho de muerte los llenaban de esperanza: No ser
quitado el cetro de Jud, y el legis- lador de entre sus pies, hasta
que venga Shiloh.9 El desfalleciente[26] poder de Israel
atestiguaba que se acercaba la llegada del Mesas. La profeca de
Daniel describa la gloria de su reinado sobre un imperio que
sucedera a todos los reinos terrenales; y, deca el profeta: Per-
manecer para siempre.10 Aunque pocos comprendan la naturaleza de la
misin de Cristo, era muy difundida la espera de un prncipe poderoso
que establecera su reino en Israel, y se presentara a las naciones
como libertador.
26. El cumplimiento del tiempo 25 El cumplimiento del tiempo
haba llegado. La humanidad, cada vez ms degradada por los siglos de
transgresin, demandaba la venida del Redentor. Satans haba estado
obrando para ahondar y hacer insalvable el abismo entre el cielo y
la tierra. Por sus mentiras, haba envalentonado a los hombres en el
pecado. Se propona agotar la tolerancia de Dios, y extinguir su
amor por el hombre, a n de que abandonase al mundo a la jurisdiccin
satnica. Satans estaba tratando de privar a los hombres del
conocimiento de Dios, de desviar su atencin del templo de Dios, y
establecer su propio reino. Su contienda por la supremaca haba
parecido tener casi completo xito. Es cierto que en toda generacin
Dios haba tenido sus agentes. Aun entre los paganos, haba hombres
por medio de quienes Cristo estaba obrando para elevar el pueblo de
su pecado y degradacin. Pero eran despreciados y odiados. A muchos
se les haba dado muerte. La obscura sombra que Satans haba echado
sobre el mundo se volva cada vez ms densa. Mediante el paganismo,
Satans haba apartado de Dios a los hombres durante muchos siglos;
pero al pervertir la fe de Israel haba obtenido su mayor triunfo.
Al contemplar y adorar sus propias concepciones, los paganos haban
perdido el conocimiento de Dios, y se haban ido corrompiendo cada
vez ms. As haba sucedido tambin con Israel. El principio de que el
hombre puede salvarse por sus obras, que es fundamento de toda
religin pagana, era ya principio de la religin judaica. Satans lo
haba implantado; y doquiera se lo adopte, los hombres no tienen
defensa contra el pecado. El mensaje de la salvacin es comunicado a
los hombres por medio de agentes humanos. Pero los judos haban
tratado de mo- nopolizar la verdad que es vida eterna. Haban
atesorado el man [27] viviente, que se haba trocado en corrupcin.
La religin que haban tratado de guardar para s lleg a ser un
escndalo. Privaban a Dios de su gloria, y defraudaban al mundo por
una falsicacin del Evan- gelio. Se haban negado a entregarse a Dios
para la salvacin del mundo, y llegaron a ser agentes de Satans para
su destruccin. El pueblo a quien Dios haba llamado para ser columna
y base de la verdad, haba llegado a ser representante de Satans.
Haca la obra que ste deseaba que hiciese, y segua una conducta que
representaba falsamente el carcter de Dios y le haca
considerar
27. 26 El Deseado de Todas las Gentes por el mundo como un
tirano. Los mismos sacerdotes que servan en el templo haban perdido
de vista el signicado del servicio que cumplan. Haban dejado de
mirar ms all del smbolo, a lo que signicaba. Al presentar las
ofrendas de los sacricios, eran como actores de una pieza de
teatro. Los ritos que Dios mismo haba ordenado eran trocados en
medios de cegar la mente y endurecer el corazn. Dios no poda hacer
ya ms nada para el hombre por medio de ellos. Todo el sistema deba
ser desechado. El engao del pecado haba llegado a su culminacin.
Haban sido puestos en operacin todos los medios de depravar las
almas de los hombres. El Hijo de Dios, mirando al mundo,
contemplaba sufrimiento y miseria. Vea con compasin cmo los hombres
haban llegado a ser vctimas de la crueldad satnica. Miraba con
piedad a aquellos a quienes se estaba corrompiendo, matando y
perdiendo. Haban elegido a un gobernante que los encadenaba como
cautivos a su carro. Aturdidos y engaados avanzaban en lbrega
procesin hacia la ruina eterna, hacia la muerte en la cual no hay
esperanza de vida, hacia la noche que no ha de tener maana. Los
agentes satnicos estaban incorporados con los hombres. Los cuerpos
de los seres humanos, hechos para ser morada de Dios, haban llegado
a ser habitacin de demonios. Los sentidos, los nervios, las
pasiones, los rganos de los hombres, eran movidos por agentes
sobrenaturales en la complacencia de la concupiscencia ms vil. La
misma estampa de los demonios estaba grabada en los rostros de los
hombres, que reejaban la expresin de las legiones del mal que los
posean. Fu lo que contempl el Redentor del mundo. Qu espectculo
para la Pureza Innita![28] El pecado haba llegado a ser una
ciencia, y el vicio era con- sagrado como parte de la religin. La
rebelin haba hundido sus races en el corazn, y la hostilidad del
hombre era muy violenta contra el cielo. Se haba demostrado ante el
universo que, separada de Dios, la humanidad no puede ser elevada.
Un nuevo elemento de vida y poder tiene que ser impartido por Aquel
que hizo el mundo. Con intenso inters, los mundos que no haban cado
haban mi- rado para ver a Jehov levantarse y barrer a los
habitantes de la tierra. Y si Dios hubiese hecho esto, Satans
estaba listo para llevar a cabo su plan de asegurarse la obediencia
de los seres celestiales. El haba declarado que los principios del
gobierno divino hacen imposible
28. El cumplimiento del tiempo 27 el perdn. Si el mundo hubiera
sido destrudo, habra sostenido que sus acusaciones eran ciertas.
Estaba listo para echar la culpa sobre Dios, y extender su rebelin
a los mundos superiores. Pero en vez de destruir al mundo, Dios
envi a su Hijo para salvarlo. Aunque en todo rincn de la provincia
enajenada se notaba corrupcin y desafo, se provey un modo de
rescatarla. En el mismo momento de la crisis, cuando Satans pareca
estar a punto de triunfar, el Hijo de Dios vino como embajador de
la gracia divina. En toda poca y en todo momento, el amor de Dios
se haba manifestado en favor de la especie cada. A pesar de la
perversidad de los hombres, hubo siempre indicios de misericordia.
Y llegada la plenitud del tiempo, la Divinidad se gloric derramando
sobre el mundo tal efusin de gracia sanadora, que no se
interrumpira hasta que se cumpliese el plan de salvacin. Satans se
estaba regocijando de que haba logrado degradar la imagen de Dios
en la humanidad. Entonces vino Jess a restaurar en el hombre la
imagen de su Hacedor. Nadie, excepto Cristo, puede amoldar de nuevo
el carcter que ha sido arruinado por el pecado. El vino para
expulsar a los demonios que haban dominado la voluntad. Vino para
levantarnos del polvo, para rehacer segn el modelo divino el
carcter que haba sido mancillado, para hermosearlo con su propia
gloria. [29] 1Glatas 4:4, 5. 2Ezequiel 12:22 (VM). 3Gnesis 15:14.
4xodo 12:41. 1Glatas 4:4, 5. 5Mateo 2:18. 6Hechos 3:22. 7Isaas
61:1, 2. 8Isaas 42:4; 60:3. 9Gnesis 49:10. 10Daniel 2:44.
29. Captulo 4Un salvador os es nacido Este Captulo est basado
en Lucas 2:1-20. El rey de gloria se rebaj a revestirse de
humanidad. Tosco y repelente fu el ambiente que le rode en la
tierra. Su gloria se vel para que la majestad de su persona no
fuese objeto de atraccin. Rehuy toda ostentacin externa. Las
riquezas, la honra mundanal y la grandeza humana no pueden salvar a
una sola alma de la muerte; Jess se propuso que ningn halago de
ndole terrenal atrajera a los hombres a su lado. nicamente la
belleza de la verdad celestial deba atraer a quienes le siguiesen.
El carcter del Mesas haba sido predicho desde mucho antes en la
profeca, y l deseaba que los hombres le aceptasen por el testimonio
de la Palabra divina. Los ngeles se haban maravillado del glorioso
plan de redencin. Con atencin miraban cmo el pueblo de Dios iba a
recibir a su Hijo, revestido con el manto de la humanidad. Vinieron
los ngeles a la tierra del pueblo elegido. Las otras naciones crean
en fbulas y adoraban falsos dioses. Pero los ngeles fueron a la
tierra donde la gloria de Dios se haba revelado y haba
resplandecido la luz de la profeca. Vinieron sin ser vistos a
Jerusaln, se acercaron a los que deban exponer los Sagrados
Orculos, a los ministros de la casa de Dios. Ya haba sido anunciada
al sacerdote Zacaras la proximidad de la venida de Cristo, mientras
serva ante el altar. Ya haba nacido el precursor, y su misin estaba
corroborada por milagros y profecas. Haban cundido las nuevas de su
nacimiento y del maravilloso signicado de su misin. Y sin embargo,
Jerusaln no se preparaba para dar la bienvenida a su Redentor. Los
mensajeros celestiales contemplaban con asombro la indife- rencia
de aquel pueblo a quien Dios llamara a comunicar al mundo la luz de
la verdad sagrada. La nacin juda haba sido conservada como testigo
de que Cristo haba de nacer de la simiente de Abrahn y del linaje
de David; y sin embargo, no saba que su venida se acercaba. En el
templo, el sacricio matutino y el vespertino se-[30] 28
30. Un salvador os es nacido 29 alaban diariamente al Cordero
de Dios; sin embargo, ni aun all se haban hecho los preparativos
para recibirle. Los sacerdotes y maestros de la nacin no saban que
estaba por acontecer el mayor suceso de los siglos. Repetan sus
rezos sin sentido y ejecutaban los ritos del culto para ser vistos
de los hombres, pero en su lucha para obtener riquezas y honra
mundanal, no estaban preparados para la revelacin del Mesas. Y la
misma indiferencia reinaba en toda la tierra de Israel. Los
corazones egostas y amantes del mundo no se conmovan por el gozo
que embargaba a todo el cielo. Slo unos pocos anhelaban ver al
Invisible. A los tales fu enviada la embajada celestial. Hubo
ngeles que acompaaron a Jos y Mara en su viaje de Nazaret a la
ciudad de David. El edicto de la Roma imperial para empadronar a
los pueblos de sus vastos dominios alcanz hasta los moradores de
las colinas de Galilea. Como antao Ciro fu llamado al trono del
imperio universal para que libertase a los cautivos de Jehov, as
tambin Augusto Csar hubo de cumplir el propsito de Dios de traer a
la madre de Jess a Beln. Ella era del linaje de David; y el Hijo de
David deba nacer en la ciudad de David. De Beln, haba dicho el
profeta, saldr el que ser Seor en Israel; cuya procedencia es1
desde el principio, desde los das de la eternidad.2 Pero Jos y Mara
no fueron reconocidos ni honrados en la ciudad de su linaje real.
Cansados y sin hogar, siguieron en toda su longitud la estrecha
calle, desde la puerta de la ciudad hasta el extremo oriental,
buscando en vano un lugar donde pasar la noche. No haba sitio para
ellos en la atestada posada. Por n, hallaron refugio en un tosco
edicio que daba albergue a las bestias, y all naci el Redentor del
mundo. Sin que lo supieran los hombres, las nuevas llenaron el
cielo de regocijo. Los seres santos del mundo de luz se sintieron
atrados hacia la tierra por un inters ms profundo y tierno. El
mundo entero qued ms resplandeciente por la presencia del Redentor.
Sobre los collados de Beln se reunieron innumerables ngeles a la
espera de una seal para declarar las gratas nuevas al mundo. Si los
dirigentes de Israel hubieran sido eles, podran haber compartido el
gozo de anunciar el nacimiento de Jess. Pero hubo que pasarlos por
alto. [31] Dios declar: Derramar aguas sobre el secadal, y ros
sobre la tierra rida. Resplandeci en las tinieblas luz a los
rectos.3
31. 30 El Deseado de Todas las Gentes Para los que busquen la
luz, y la acepten con alegra, brillarn los esplendentes rayos del
trono de Dios. En los campos donde el joven David apacentara sus
rebaos, haba todava pastores que velaban. Durante las silenciosas
horas de la noche, hablaban del Salvador prometido, y oraban por la
venida del Rey al trono de David. Y he aqu el ngel del Seor vino
sobre ellos, y la claridad de Dios los cerc de resplandor; y
tuvieron gran temor. Mas el ngel les dijo: No temis; porque he aqu
os doy nuevas de gran gozo, que ser para todo el pueblo: Que os ha
nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el
Seor. Al or estas palabras, las mentes de los atentos pastores se
llena- ron de visiones gloriosas. El Libertador haba nacido en
Israel! Con su llegada, se asociaban el poder, la exaltacin, el
triunfo. Pero el ngel deba prepararlos para reconocer a su Salvador
en la pobreza y humillacin. Esto os ser por sealles dijo:hallaris
al nio envuelto en paales, echado en un pesebre. El mensajero
celestial haba calmado sus temores. Les haba dicho cmo hallar a
Jess. Con tierna consideracin por su debilidad humana, les haba
dado tiempo para acostumbrarse al resplandor divino. Luego el gozo
y la gloria no pudieron ya mantenerse ocultos. Toda la llanura qued
iluminada por el resplandor de las huestes divinas. La tierra
enmudeci, y el cielo se inclin para escuchar el canto: Gloria en
las alturas a Dios, y en la tierra paz, buena voluntad para con los
hombres. Ojal la humanidad pudiese reconocer hoy aquel canto! La
declaracin hecha entonces, la nota pulsada, ir ampliando sus ecos
hasta el n del tiempo, y repercutir hasta los ltimos connes de la
tierra. Cuando el Sol de justicia salga, con sanidad en sus alas,
aquel himno ser repetido por la voz de una gran multitud, como la
voz de muchas aguas, diciendo: Aleluya: porque rein el Seor nuestro
Dios Todopoderoso.4 Al desaparecer los ngeles, la luz se disip, y
las tinieblas volvie- ron a invadir las colinas de Beln. Pero en la
memoria de los pastores qued el cuadro ms resplandeciente que hayan
contemplado los[32] ojos humanos. Y aconteci que como los ngeles se
fueron de ellos
32. Un salvador os es nacido 31 al cielo, los pastores dijeron
los unos a los otros: Pasemos pues hasta Bethlehem, y veamos esto
que ha sucedido, que el Seor nos ha manifestado. Y vinieron
apriesa, y hallaron a Mara, y a Jos, y al nio acostado en el
pesebre. Con gran gozo salieron y dieron a conocer cuanto haban
visto y odo. Y todos los que oyeron, se maravillaban de lo que los
pastores les decan. Mas Mara guardaba todas estas cosas,
conrindolas en su corazn. Y se volvieron los pastores gloricando y
alabando a Dios. El cielo y la tierra no estn ms alejados hoy que
cuando los pastores oyeron el canto de los ngeles. La humanidad
sigue hoy siendo objeto de la solicitud celestial tanto como cuando
los hombres comunes, de ocupaciones ordinarias, se encontraban con
los ngeles al medioda, y hablaban con los mensajeros celestiales en
las vias y los campos. Mientras recorremos las sendas humildes de
la vida, el cielo puede estar muy cerca de nosotros. Los ngeles de
los atrios celestes acompaarn los pasos de aquellos que vayan y
vengan a la orden de Dios. La historia de Beln es un tema
inagotable. En ella se oculta la profundidad de las riquezas de la
sabidura y de la ciencia de Dios.5 Nos asombra el sacricio
realizado por el Salvador al trocar el trono del cielo por el
pesebre, y la compaa de los ngeles que le adoraban por la de las
bestias del establo. La presuncin y el orgullo humanos quedan
reprendidos en su presencia. Sin embargo, aquello no fu sino el
comienzo de su maravillosa condescendencia. Habra sido una
humillacin casi innita para el Hijo de Dios revestirse de la
naturaleza humana, aun cuando Adn posea la inocencia del Edn. Pero
Jess acept la humanidad cuando la especie se hallaba debilitada por
cuatro mil aos de pecado. Como cualquier hijo de Adn, acept los
efectos de la gran ley de la herencia. Y la historia de sus
antepasados terrenales demuestra cules eran aquellos efectos. Mas l
vino con una herencia tal para compartir nuestras penas y
tentaciones, y darnos el ejemplo de una vida sin pecado. En el
cielo, Satans haba odiado a Cristo por la posicin que ocupara en
las cortes de Dios. Le odi aun ms cuando se vi des- tronado. Odiaba
a Aquel que se haba comprometido a redimir a [33] una raza de
pecadores. Sin embargo, a ese mundo donde Satans pretenda dominar,
permiti Dios que bajase su Hijo, como nio im-
33. 32 El Deseado de Todas las Gentes potente, sujeto a la
debilidad humana. Le dej arrostrar los peligros de la vida en comn
con toda alma humana, pelear la batalla como la debe pelear cada
hijo de la familia humana, aun a riesgo de sufrir la derrota y la
prdida eterna. El corazn del padre humano se conmueve por su hijo.
Mientras mira el semblante de su hijito, tiembla al pensar en los
peligros de la vida. Anhela escudarlo del poder de Satans, evitarle
las tentaciones y los conictos. Mas Dios entreg a su Hijo unignito
para que hiciese frente a un conicto ms acerbo y a un riesgo ms
espan- toso, a n de que la senda de la vida fuese asegurada para
nuestros pequeuelos. En esto consiste el amor. Maravillaos, oh
cielos! Asmbrate, oh tierra![34] 1Versin Moderna. 2Miqueas 5:2.
3Isaas 44:3; Salmos 112:4. 4Apocalipsis 19:6. 5Romanos 11:33.
34. Captulo 5La dedicacin Este captulo est basado en Lucas
2:21-38. Como cuarenta das despus del nacimiento de Jess, Jos y
Mara le llevaron a Jerusaln, para presentarle al Seor y ofrecer
sacricio. Ello estaba de acuerdo con la ley judaica, y como substi-
tuto del hombre, Jess deba conformarse a la ley en todo detalle. Ya
haba sido sometido al rito de la circuncisin, en seal de su
obediencia a la ley. Como ofrenda a favor de la madre, la ley exiga
un cordero de un ao como holocausto, y un pichn de paloma como
ofrenda por el pecado. Pero la ley estatua que si los padres eran
demasiado pobres para traer un cordero, poda aceptarse un par de
trtolas o de pichones de palomas, uno para holocausto y el otro
como ofrenda por el pecado. Las ofrendas presentadas al Seor deban
ser sin mcula. Estas ofrendas representaban a Cristo, y por ello es
evidente que Jess mismo estaba exento de toda deformidad fsica. Era
el cordero sin mancha y sin contaminacin.1 Su organismo fsico no
era afeado por defecto alguno; su cuerpo era sano y fuerte. Y
durante toda su vida vivi en conformidad con las leyes de la
naturaleza. Tanto fsica como espiritualmente, era un ejemplo de lo
que Dios quera que fuese toda la humanidad mediante la obediencia a
sus leyes. La dedicacin de los primognitos se remontaba a los
primeros tiempos. Dios haba prometido el Primognito del cielo para
salvar al pecador. Este don deba ser reconocido en toda familia por
la consagracin del primer hijo. Haba de ser dedicado al sacerdocio,
como representante de Cristo entre los hombres. Cuando Israel fu
librado de Egipto, la dedicacin de los primo- gnitos fu ordenada de
nuevo. Mientras los hijos de Israel servan a los egipcios, el Seor
indic a Moiss que fuera al rey de Egipto y le dijera: Jehov ha
dicho as: Israel es mi hijo, mi primognito. Ya te he dicho que
dejes ir a mi hijo para que me sirva, mas no has [35] 33
35. 34 El Deseado de Todas las Gentes querido dejarlo ir: he
aqu yo voy a matar a tu hijo, tu primognito.2 Moiss di su mensaje;
pero la respuesta del orgulloso monarca fu: Quin es Jehov, para que
yo oiga su voz y deje ir a Israel? Yo no conozco a Jehov, ni
tampoco dejar ir a Israel.3 Jehov obr en favor de su pueblo
mediante seales y prodigios, y envi terribles juicios sobre el
faran. Por n el ngel destructor recibi la orden de matar a los
primognitos de hombres y animales de entre los egipcios. A n de que
fuesen perdonados, los israelitas recibieron la indicacin de rociar
sus dinteles con la sangre de un cordero inmolado. Cada casa haba
de ser sealada, a n de que cuando pasase el ngel en su misin de
muerte, omitiera los hogares de los israelitas. Despus de enviar
este castigo sobre Egipto, Jehov dijo a Moi- ss: Santifcame todo
primognito, ... as de los hombres como de los animales: mo es.
Porque ... desde el da que yo mat todos los primognitos en la
tierra de Egipto, yo santiqu a m todos los primognitos en Israel,
as de hombres como de animales: mos sern: Yo Jehov.4 Una vez
establecido el servicio del tabernculo, el Seor eligi a la tribu de
Lev en lugar de los primognitos de todo Israel, para que sirviese
en su santuario. Pero deba seguir con- siderndose a los primognitos
como propiedad del Seor, y deban ser redimidos por rescate. As que
la ley de presentar a los primognitos era muy signi- cativa. Al par
que conmemoraba el maravilloso libramiento de los hijos de Israel
por el Seor, preguraba una liberacin mayor que realizara el
unignito Hijo de Dios. As como la sangre rociada sobre los dinteles
haba salvado a los primognitos de Israel, tiene la sangre de Cristo
poder para salvar al mundo. Cunto signicado tena, pues, la
presentacin de Cristo! Mas el sacerdote no vi a travs del velo; no
ley el misterio que encubra. La presentacin de los nios era escena
comn. Da tras da, el sacerdote reciba el precio del rescate al ser
presentados los nios a Jehov. Da tras da cumpla con la rutina de su
trabajo, casi sin prestar atencin a padres o nios, a menos que
notase algn indicio de riqueza o de alta posicin social en los
padres. Jos y Mara eran pobres; y cuando vinieron con el nio, el
sacerdote no vi sino a un[36] hombre y una mujer vestidos como los
galileos, y con las ropas ms
36. La dedicacin 35 humildes. No haba en su aspecto nada que
atrajese la atencin, y presentaban tan slo la ofrenda de las clases
ms pobres. El sacerdote cumpli la ceremonia ocial. Tom al nio en
sus brazos, y le sostuvo delante del altar. Despus de devolverlo a
su madre, inscribi el nombre Jess en el rollo de los primognitos.
No sospech, al tener al niito en sus brazos, que se trataba de la
Majestad del Cielo, el Rey de Gloria. No pens que ese nio era Aquel
de quien Moiss escribiera: El Seor vuestro Dios os levantar profeta
de vuestros hermanos, como yo; a l oiris en todas las cosas que os
hablare.5 No pens que ese nio era Aquel cuya gloria Moiss haba
pedido ver. Pero el que estaba en los brazos del sacerdote era
mayor que Moiss; y cuando dicho sacerdote registr el nombre del
nio, registr el nombre del que era el fundamento de toda la economa
judaica. Este nombre haba de ser su sentencia de muerte; pues el
sistema de sacricios y ofrendas envejeca; el tipo haba llegado casi
a su prototipo, la sombra a su substancia. La presencia visible de
Dios se haba apartado del santuario, mas en el nio de Beln estaba
velada la gloria ante la cual los ngeles se postran. Este nio
inconsciente era la Simiente prometida, sealada por el primer altar
erigido ante la puerta del Edn. Era Shiloh, el pacicador. Era Aquel
que se presentara a Moiss como el YO SOY. Era Aquel que, en la
columna de nube y de fuego, haba guiado a Israel. Era Aquel, que de
antiguo predijeran los videntes. Era el Deseado de todas las
gentes, la Raz, la Posteridad de David, la brillante Estrella de la
Maana. El nombre de aquel niito impotente, inscrito en el registro
de Israel como Hermano nuestro, era la esperanza de la humanidad
cada. El nio por quien se pagara el rescate era Aquel que haba de
pagar la redencin de los pecados del mundo entero. Era el verdadero
gran sacerdote sobre la casa de Dios, la cabeza de un sacerdocio
inmutable, el intercesor a la diestra de la Majestad en las
alturas.6 Las cosas espirituales se disciernen espiritualmente. En
el tem- plo, el Hijo de Dios fu dedicado a la obra que haba venido
a hacer. El sacerdote le mir como a cualquier otro nio. Pero aunque
l no vi ni sinti nada inslito, el acto de Dios al dar a su Hijo al
mundo [37] no pas inadvertido. Esta ocasin no pas sin algn
reconocimiento del Cristo. Haba un hombre en Jerusalem, llamado
Simen, y este hombre, justo y po, esperaba la consolacin de Israel:
y el Espritu
37. 36 El Deseado de Todas las Gentes Santo era sobre l. Y haba
recibido respuesta del Espritu Santo, que no vera la muerte antes
que viese al Cristo del Seor. Al entrar Simen en el templo, vi a
una familia que presentaba su primognito al sacerdote. Su aspecto
indicaba pobreza; pero Simen comprendi las advertencias del
Espritu, y tuvo la profunda impresin de que el nio presentado al
Seor era la Consolacin de Israel, Aquel a quien tanto haba deseado
ver. Para el sacerdote asombrado, Simen era un hombre arrobado en
xtasis. El nio haba sido devuelto a Mara, y l lo tom en sus brazos
y lo present a Dios, mientras que inundaba su alma un gozo que
nunca sinti antes. Mientras elevaba al Nio Salvador hacia el cielo,
exclam: Ahora despides, Seor, a tu siervo, conforme a tu palabra,
en paz; porque han visto mis ojos tu salvacin, la cual has
aparejado en presencia de todos los pueblos; luz para ser revelada
a los Gentiles, y la gloria de tu pueblo Israel. El espritu de
profeca estaba sobre este hombre de Dios, y mien- tras que Jos y
Mara permanecan all, admirados de sus palabras, los bendijo, y dijo
a Mara: He aqu, ste es puesto para cada y para levantamiento de
muchos en Israel; y para seal a la que ser contradicho [blanco de
contradiccin, V.M.]; y una espada traspasar tu alma de ti misma,
para que sean manifestados los pensamientos de muchos corazones.
Tambin Ana la profetisa vino y conrm el testimonio de Si- men
acerca de Cristo. Mientras hablaba Simen, el rostro de ella se
ilumin con la gloria de Dios, y expres su sentido agradecimiento
por habrsele permitido contemplar a Cristo el Seor. Estos humildes
adoradores no haban estudiado las profecas en vano. Pero los que
ocupaban los puestos de gobernantes y sacerdotes en Israel, aunque
haban tenido delante de s los preciosos orculos profticos, no
andaban en el camino del Seor, y sus ojos no estaban abiertos para
contemplar la Luz de la vida.[38] As sucede todava. Pasan
inadvertidos para los dirigentes reli- giosos y para los que adoran
en la casa de Dios, acontecimientos en los cuales se concentra la
atencin de todo el cielo. Los hombres reconocen a Cristo en la
historia mientras se apartan del Cristo vi- viente. El Cristo que
en su Palabra invita a la abnegacin, el que est en los pobres y
dolientes que suplican ayuda, en la causa justa que
38. La dedicacin 37 entraa pobreza, trabajos y oprobio, no es
recibido ms vidamente hoy que hace mil ochocientos aos. Mara
reexion en la amplia y profunda profeca de Simen. Mientras miraba
al nio que tena en sus brazos, y recordaba las palabras de los
pastores de Beln, rebosaba de gozo agradecido y alegre esperanza.
Las palabras de Simen le recordaban las decla- raciones profticas
de Isaas: Saldr una vara del tronco de Isa, y un vstago retoar de
sus races. Y reposar sobre l el espritu de Jehov; espritu de
sabidura y de inteligencia, espritu de consejo y de fortaleza,
espritu de conocimiento y de temor de Jehov.... Y ser la justicia
cinto de sus lomos, y la delidad ceidor de sus riones. El pueblo
que andaba en tinieblas vi gran luz: los que moraban en tierra de
sombra de muerte, luz resplandeci sobre ellos.... Porque un nio nos
es nacido, hijo nos es dado; y el principado sobre su hombro: y
llamarse su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno,
Prncipe de paz.7 Sin embargo, Mara no entenda la misin de Cristo.
En su profeca, Simen lo haba denominado luz que iba a ser revelada
a los gentiles, y gloria de Israel. As tambin los ngeles haban
anunciado el nacimiento de Cristo como nuevas de gozo para todos
los pueblos. Dios estaba tratando de corregir el estrecho concepto
de los judos respecto de la obra del Mesas. Deseaba que le
contemplasen, no slo como el libertador de Israel, sino como
Redentor del mundo. Pero deban transcurrir muchos aos antes de que
la madre de Jess comprendiese la misin de l. Mara esperaba el
reinado del Mesas en el trono de David, pero no vea el bautismo de
sufrimiento por cuyo medio deba ganarlo. Simen revel el hecho de
que el Mesas no iba a encontrar una senda expedita por el mundo. En
las palabras dirigidas a Mara: Una espada traspasar tu alma, Dios,
en su misericordia, di a conocer a [39] la madre de Jess la
angustia que por l ya haba empezado a sufrir. He aquhaba dicho
Simen,ste es puesto para cada y para levantamiento de muchos en
Israel; y para seal a la que ser contradicho. Deben caer los que
quieren volverse a levantar. Debe- mos caer sobre la Roca y ser
quebrantados, antes que podamos ser levantados en Cristo. El yo
debe ser destronado, el orgullo debe ser humillado, si queremos
conocer la gloria del reino espiritual. Los judos no queran aceptar
la honra que se alcanza por la humilla-
39. 38 El Deseado de Todas las Gentes cin. Por lo tanto, no
quisieron recibir a su Redentor. Fu una seal contradicha. Para que
sean manifestados los pensamientos de muchos cora- zones. A la luz
de la vida del Salvador, el corazn de cada uno, aun desde el
Creador hasta el prncipe de las tinieblas, ser revelado. Sa- tans
presentaba a Dios como un ser egosta y opresor, que lo peda todo y
no daba nada, que exiga el servicio de sus criaturas para su propia
gloria, sin hacer ningn sacricio para su bien. Pero el don de
Cristo revela el corazn del Padre. Testica que los pensamientos de
Dios hacia nosotros son pensamientos de paz, y no de mal.8 Declara
que aunque el odio que Dios siente por el pecado es tan fuerte como
la muerte, su amor hacia el pecador es ms fuerte que la muerte.
Habiendo emprendido nuestra redencin, no escatima- r nada, por
mucho que le cueste, de lo que sea necesario para la terminacin de
su obra. No se retiene ninguna verdad esencial para nuestra
salvacin, no se omite ningn milagro de misericordia, no se deja sin
empleo ningn agente divino. Se acumula un favor sobre otro, una
ddiva sobre otra. Todo el tesoro del cielo est abierto a aquellos a
quienes l trata de salvar. Habiendo reunido las riquezas del
universo, y abierto los recursos de la potencia innita, lo entrega
todo en las manos de Cristo y dice: Todas estas cosas son para el
hombre. Usalas para convencerlo de que no hay mayor amor que el mo
en la tierra o en el cielo. Amndome hallar su mayor felicidad. En
la cruz del Calvario, el amor y el egosmo se encontraron frente a
frente. All fu hecha su manifestacin culminante. Cristo haba vivido
tan slo para consolar y bendecir, y al darle muerte, Sa- tans
manifest la perversidad de su odio contra Dios. Hizo evidente que
el propsito verdadero de su rebelin era destronar a Dios, y[40]
destruir a Aquel por quien el amor de Dios se manifestaba. Por la
vida y la muerte de Cristo, los pensamientos de los hom- bres son
puestos en evidencia. Desde el pesebre hasta la cruz, la vida de
Jess fu una vocacin de entrega de s mismo, y de participacin en los
sufrimientos. Revel los propsitos de los hombres. Jess vino con la
verdad del cielo, y todos los que escucharon la voz del Espritu
Santo fueron atrados a l. Los que se adoraban a s mismos pertenecan
al reino de Satans. En su actitud hacia Cristo, todos iban a
demostrar en qu lado estaban. Y as cada uno pronuncia juicio sobre
s mismo.
40. La dedicacin 39 En el da del juicio nal, cada alma perdida
comprender la natu- raleza de su propio rechazamiento de la verdad.
Se presentar la cruz y toda mente que fu cegada por la transgresin
ver su verdadero signicado. Ante la visin del Calvario con su
Vctima misteriosa, los pecadores quedarn condenados. Toda excusa
mentirosa quedar anulada. La apostasa humana aparecer en su odioso
carcter. Los hombres vern lo que fu su eleccin. Toda cuestin de
verdad y error en la larga controversia quedar entonces aclarada. A
juicio del universo, Dios quedar libre de toda culpa por la
existencia o continuacin del mal. Se demostrar que los decretos
divinos no son accesorios al pecado. No haba defecto en el gobierno
de Dios, ni causa de desafecto. Cuando los pensamientos de todos
los corazones sean revelados, tanto los leales como los rebeldes se
unirn para declarar: Justos y verdaderos son tus caminos, Rey de
los santos. Quin no te temer, oh Seor, y engrandecer tu nombre? ...
Porque tus juicios son manifestados.9 [41] 11 Pedro 1:19. 2xodo
4:22, 23. 3xodo 5:2. 4xodo 13:2; Nmeros 3:13. 5Hechos 3:22.
6Hebreos 10:21; 7:24; 1:3. 7Isaas 11:1-5; 9:2-6. 8Jeremas 29:11.
9Apocalipsis 15:3, 4.
41. Captulo 6Su estrella hemos visto Este captulo est basado en
Mateo 2. Y Como fu nacido Jess en Bethlehem de Judea en das del rey
Herodes, he aqu unos magos vinieron del oriente a Jerusalem,
diciendo: Dnde est el Rey de los Judos, que ha nacido? porque su
estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle. Los magos
del Oriente eran lsofos. Pertenecan a la clase numerosa e inuyente,
que inclua hombres de noble alcurnia y posea gran parte de las
riquezas y del saber de su nacin. Entre ellos haba muchos que
explotaban la credulidad del pueblo. Otros eran hombres rectos que
estudiaban las manifestaciones de la Providencia en la naturaleza,
y eran honrados por su integridad y sabidura. De este carcter eran
los magos que vinieron a Jess. La luz de Dios est siempre
resplandeciendo aun en medio de las tinieblas del paganismo.
Mientras estos magos estudiaban los cielos tachonados de estrellas,
y trataban de escudriar el oculto misterio de sus brillantes
derroteros, contemplaban la gloria del Creador. Buscando un
conocimiento ms claro, se dirigieron a las Escrituras hebreas. En
su propia tierra, se conservaban escritos profticos que predecan la
llegada de un maestro divino. Balaam era uno de esos magos, aunque
fuera en un tiempo profeta de Dios; por el Espritu Santo haba
predicho la prosperidad de Israel y la aparicin del Mesas; y sus
profecas se haban transmitido por la tradicin de siglo en siglo.
Pero en el Antiguo Testamento, el advenimiento del Salvador se
revelaba ms claramente. Con gozo supieron los magos que su venida
se acercaba, y que todo el mundo iba a quedar lleno del
conocimiento de la gloria de Jehov. Los magos haban visto una luz
misteriosa en los cielos la noche en que la gloria de Dios inund
las colinas de Beln. Al desvanecerse la luz, apareci una estrella
luminosa que permaneci en los cielos. No era una estrella ja ni un
planeta, y el fenmeno excit el mayor[42] inters. Esa estrella era
un distante grupo de resplandecientes nge- 40
42. Su estrella hemos visto 41 les, pero los sabios lo
ignoraban. Sin embargo, tenan la impresin de que la estrella era de
especial importancia para ellos. Consultaron a los sacerdotes y
lsofos, y examinaron los rollos de los antiguos anales. La profeca
de Balaam declaraba: Saldr estrella de Jacob, y levantarse cetro de
Israel.1 Podra haber sido enviada esta extraa estrella como
precursora del Prometido? Los magos haban recibido con gratitud la
luz de la verdad enviada por el cielo; ahora esa luz se derramaba
sobre ellos en rayos ms brillantes. En sueos, recibieron la
indicacin de ir en busca del Prncipe recin nacido. As como por la
fe Abrahn sali al llamamiento de Dios, sin saber dnde iba;2 as como
por la fe Israel sigui la columna de nube hasta la tierra
prometida, estos gentiles salieron para hallar al Salvador
prometido. En el Oriente abundaban las cosas preciosas, y los magos
no salieron con las manos vacas. Era costumbre ofrecer presentes
como acto de homenaje a los prncipes u otros personajes
encumbrados, y los magos llevaron los ms ricos dones de su tierra
como ofrenda a Aquel en quien todas las familias de la tierra iban
a ser bendecidas. Era necesario viajar de noche a n de poder ver la
estrella; pero los viajeros pasaban el tiempo repitiendo sus dichos
tradicionales y orculos profticos relativos a Aquel a quien busca-
ban. En cada descanso, escudriaban las profecas; y se armaba en
ellos la conviccin de que eran guiados divinamente. Mientras tenan
la estrella por delante como seal externa, tenan tambin la
evidencia interna del Espritu Santo que estaba impresionando sus
corazones, y les inspiraba esperanza. El viaje, aunque largo, fu
para ellos muy feliz. Cuando llegaron a la tierra de Israel, y
mientras bajaban del monte de las Olivas, teniendo a Jerusaln a la
vista, he aqu que la estrella que los haba guiado durante todo el
camino se detuvo sobre el templo, y despus de un momento desapareci
de su vista. Con avidez aceleraron el paso, esperando con toda
conanza que el nacimiento del Mesas sera el motivo de toda
conversacin. Pero preguntaron en vano al respecto. Entrando en la
ciudad santa, se dirigieron hacia el templo. Para su gran asombro,
no encontraron all [43] nadie que pareciese saber nada del recin
nacido Rey. Sus preguntas no provocaban expresiones de gozo, sino
ms bien de sorpresa y temor, y hasta de desprecio.
43. 42 El Deseado de Todas las Gentes Los sacerdotes repetan
tradiciones. Hacan alarde de su religin y de su piedad personal,
mientras denunciaban a los griegos y roma- nos como paganos, y ms
pecadores que los dems. Los magos no eran idlatras, y a la vista de
Dios ocupaban una posicin mucho ms elevada que aquellos que
profesaban adorarle; y sin embargo, los judos los consideraban
paganos. Aun entre aquellos que fueron designados guardianes de los
Santos Orculos, sus vidas preguntas no despertaron simpata. La
noticia de la llegada de los magos cundi rpidamente por toda
Jerusaln. Su extraa misin cre agitacin entre el pueblo, agitacin
que penetr hasta en el palacio del rey Herodes. El astuto idumeo
qued perturbado por la insinuacin de que pudiese tener un rival.
Innumerables crmenes haban manchado el camino de su ascensin al
trono. Por ser de sangre extranjera, era odiado por el pueblo sobre
el cual reinaba. Su nica seguridad estribaba en el favor de Roma.
Pero este nuevo prncipe tena un derecho superior. Haba nacido para
el reino. Herodes temi que los sacerdotes estuviesen maquinando con
los extranjeros para excitar un tumulto popular que lo destronase.
Sin embargo, ocult su desconanza, resuelto a hacer abortar sus
planes por una astucia superior. Reuniendo a los prncipes de los
sacerdotes y escribas, los interrog acerca de lo que enseaban sus
libros sagrados con respecto al lugar en que haba de nacer el
Mesas. Esta investigacin del que usurpara el trono, hecha a peticin
de unos extranjeros, hiri el orgullo de los maestros judos. La
indife- rencia con que se rerieron a los rollos de la profeca air
al celoso tirano. Pens que estaban tratando de ocultarle su
conocimiento del asunto. Con una autoridad que no se atrevan a
despreciar, les orden que escudriasen atentamente y le declarasen
el lugar donde deba nacer el Rey que esperaban. Y ellos le dijeron:
En Bethlehem de Judea; porque as est escrito por el profeta:[44] Y
t, Bethlehem, de tierra de Jud, no eres muy pequea entre los
prncipes de Jud; porque de ti saldr un guiador, que apacentar a mi
pueblo Israel.3
44. Su estrella hemos visto 43 Herodes invit entonces a los
magos a entrevistarse privadamente con l. Dentro de su corazn, ruga
una tempestad de ira y temor, pero conservaba un exterior sereno, y
recibi cortsmente a los extranjeros. Indag acerca del tiempo en que
les haba aparecido la estrella, y simul saludar con gozo la
indicacin del nacimiento de Cristo. Dijo a sus visitantes: Andad
all, y preguntad con diligencia por el nio; y despus que le
hallareis, hacdmelo saber, para que yo tambin vaya y le adore. Y as
diciendo, los despidi para que fuesen a Beln. Los sacerdotes y
ancianos de Jerusaln no eran tan ignorantes acerca del nacimiento
de Cristo como aparentaban. El informe de la visita de los ngeles a
los pastores haba sido llevado a Jerusaln, pero los rabinos lo
haban considerado indigno de su atencin. Ellos podran haber
encontrado a Jess, y haber estado listos para conducir a los magos
al lugar donde naciera; pero en vez de ello, los sabios vinieron a
llamarles la atencin al nacimiento del Mesas. Dnde est el Rey de
los Judos que ha nacido?dijeron;porque su estrella hemos visto en
el oriente, y venimos a adorarle. Entonces el orgullo y la envidia
cerraron la puerta a la luz. Si los informes trados por los
pastores y los magos haban de ser acepta- dos, eso colocaba a los
sacerdotes y rabinos en una posicin poco envidiable, pues desmenta
su pretensin de ser exponentes de la verdad de Dios. Esos sabios
maestros no queran rebajarse a recibir instrucciones de aquellos a
quienes llamaban paganos. No poda ser, razonaban, que Dios los
hubiera pasado por alto para comunicarse con pastores ignorantes y
gentiles incircuncisos. Resolvieron de- mostrar su desprecio por
los informes que agitaban al rey Herodes y a toda Jerusaln. Ni aun
quisieron ir a Beln para ver si esas cosas eran as. E indujeron al
pueblo a considerar el inters en Jess como una excitacin fantica.
As empezaron a rechazar a Cristo los sacer- dotes y rabinos. Desde
entonces, su orgullo y terquedad fueron en aumento hasta
transformarse en odio arraigado contra el Salvador. Mientras Dios
estaba abriendo la puerta a los gentiles, los dirigentes [45] judos
se la estaban cerrando a s mismos. Los magos salieron solos de
Jerusaln. Las sombras de la noche iban cayendo cuando pasaron por
las puertas, pero para gran gozo suyo volvieron a ver la estrella,
y ella los encamin hacia Beln. Ellos no haban recibido ninguna
indicacin del humilde estado
45. 44 El Deseado de Todas las Gentes de Jess, como la que haba
sido dada a los pastores. Despus del largo viaje, se quedaron
desilusionados por la indiferencia de los dirigentes judos, y haban
salido de Jerusaln con menos conanza que cuando entraron en la
ciudad. En Beln, no encontraron ninguna guardia real para proteger
al recin nacido Rey. No le asista ninguno de los hombres honrados
por el mundo. Jess se hallaba acostado en un pesebre. Sus padres,
campesinos sin educacin, eran sus nicos guardianes. Poda ser aquel
nio el personaje de quien se haba escrito que haba de levantar las
tribus de Jacob y restaurar los asolamientos de Israel; que sera
luz de las gentes, y salud hasta lo postrero de la tierra?4 Y
entrando en la casa, vieron al nio con su madre Mara, y postrndose,
le adoraron. Bajo el humilde disfraz de Jess, recono- cieron la
presencia de la divinidad. Le dieron sus corazones como a su
Salvador, y entonces sacaron sus presentes, oro e incienso y mirra.
Qu fe la suya! Podra haberse dicho de los magos del Oriente, como
se dijo ms tarde del centurin romano: Ni aun en Israel he hallado
fe tanta.5 Los magos no haban comprendido el designio de Herodes
hacia Jess. Cuando el objeto de su viaje fu logrado, se prepararon
para volver a Jerusaln, y se proponan darle cuenta de su xito. Pero
en un sueo recibieron una orden divina de no comunicarse ms con l.
Evitando pasar por Jerusaln, emprendieron el viaje de regreso a su
pas por otro camino. Igualmente Jos recibi advertencia de huir a
Egipto con Mara y el nio. Y el ngel dijo: Estte all hasta que yo te
lo diga; porque ha de acontecer, que Herodes buscar al nio para
matarle. Jos obedeci sin dilacin, emprendiendo viaje de noche para
mayor seguridad. Mediante los magos, Dios haba llamado la atencin
de la nacin juda al nacimiento de su Hijo. Sus investigaciones en
Jerusaln, el inters popular que excitaron, y aun los celos de
Herodes, cosas que[46] atrajeron la atencin de los sacerdotes y
rabinos, dirigieron los espri- tus a las profecas concernientes al
Mesas, y al gran acontecimiento que acababa de suceder. Satans
estaba resuelto a privar al mundo de la luz divina, y emple su
mayor astucia para destruir al Salvador. Pero Aquel que nunca
dormita ni duerme, velaba sobre su amado Hijo. Aquel que haba hecho
descender man del cielo para Israel, y haba alimentado
46. Su estrella hemos visto 45 a Elas en tiempo de hambre,
provey en una tierra pagana un refugio para Mara y el nio Jess. Y
mediante los regalos de los magos de un pas pagano, el Seor
suministr los medios para el viaje a Egipto y la estada en esa
tierra extraa. Los magos haban estado entre los primeros en dar la
bienvenida al Redentor. Su presente fu el primero depositado a sus
pies. Y mediante este presente, qu privilegio de servir tuvieron!
Dios se deleita en honrar la ofrenda del corazn que ama, dndole la
mayor ecacia en su servicio. Si hemos dado nuestro corazn a Jess,
le traeremos tambin nuestros donativos. Nuestro oro y plata,
nuestras posesiones terrenales ms preciosas, nuestros dones
mentales y espi- rituales ms elevados, sern dedicados libremente a
Aquel que nos am y se di a s mismo por nosotros. Herodes esperaba
impacientemente en Jerusaln el regreso de los magos. A medida que
transcurra el tiempo y ellos no aparecan, se despertaron sus
sospechas. La poca voluntad de los rabinos para sealar el lugar del
nacimiento del Mesas pareca indicar que se haban dado cuenta de su
designio, y que los magos le evitaban a propsito. Este pensamiento
le enfureca. La astucia haba fracasado, pero le quedaba el recurso
de la fuerza. Iba a hacer un escarmiento en este nio rey. Aquellos
altivos judos veran lo que podan esperar de sus tentativas de poner
un monarca en el trono. Envi inmediatamente soldados a Beln con
rdenes de matar a todos los nios menores de dos aos. Los tranquilos
hogares de la ciudad de David presenciaron aquellas escenas de
horror que seis siglos antes haban sido presentadas al profeta. Voz
fu oda en Ram, grande lamentacin, lloro y gemido: Raquel que llora
sus hijos; y no quiso ser consolada, porque perecieron. [47] Los
judos haban trado esta calamidad sobre s mismos. Si hubi