7/27/2019 El ciervo en la pintura rupestre esquemtica
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I N F O R M A C I N I N F O R M A T I O NR E S U M E N
R S U M
Estudio del ciervo en la pintura rupestre esquemtica neoltica de Espaa des-
de perspectivas antropolgicas. Se observa la vinculacin del ciervo con signos
de agua, con figuras de carcter chamnico, con rboles del Paraso y con ritos
de paso.
Etude du cerf dans la peinture rupestre schmatique nolithique dEspagne
partir de perspectives anthropologiques. On observe la relation du cerf avec des
signes deau, des figures relatives au chamanisme, des Arbres du Paradis et avec
rites de passage.
El ciervo en la pintura rupestre esquemtica:escenas con carcter simblico
Deer in Schematic rock paintings: Scenes with symbolicfeatures
Juan Francisco Jordn Montes
Palabras clave
Ciervo, Signos de agua, Chamn, rbol del Paraso,
Ritos de paso.
Recibido mayo 2008
Aceptado noviembre 2008
Mots Clef
Cerf, Signes deau, Chaman, Arbre du Paradis,
Rites de passage.
Reu mai 2008
Accept novembre 2008
ISSN 1699-0889http://www.cuadernosdearterupestre.es/
Cuadernosdearterupestre, 5, (2008-2010): 59-70
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1. INTRODUCCIN Y JUSTIFICACIN
Recientemente presentamos una pequea aportacin so-
bre el valor sacral de los ciervos en el arte rupestre natura-
lista de la Pennsula Ibrica (Vias y Saucedo 2000; Utrilla y
Martnez-Bea 2005-2006 ), obviando en aquella ocasin las
alusiones de los ciervos tanto en el arte rupestre paleoltico
(Martnez-Pealver 1984-85; Menndez y Quesada 2008),como en el esquemtico, por cuestin de espacio. Y aunque
ya habamos ofrecido breves referencias a dichos ciervos
esquemticos, desebamos aprovechar ahora la convoca-
toria del II Congreso de Arte Esquemtico, para incidir en los
aspectos simblicos y alegricos de los ciervos en el Arte
rupestre Esquemtico (ARE), ya que adems han aparecido
nuevas estaciones sumamente interesantes que amplan los
asuntos a tratar y permiten perfilar mejor las cuestiones an-
tropolgicas o de los mitos que creemos se estn narrando
en tales escenas.
Al margen de este preliminar, hemos de insistir, forzosamen-te, en el valor religioso que los pueblos primitivos suelen otor-
gar al ciervo, ya que es una especie que acta como animal
psicopompo, oracular, gensico, (Eliade 1985: 150 y ss.)
2. CIERVOS ASOCIADOS A RBOLES EN EL ARTE
RUPESTRE ESQUEMTICO
2.1. El ciervo con cuernas arboriformes del ro Zumeta:
Tinada del Ciervo I (Nerpio, Albacete)
Recientemente el equipo de Soria Lerma y Lpez Payer,
mas tambin el de Mateo Saura (Soria y Lpez 1999; Soria
y Lpez 2000; Mateo y Carreo 2001), han realizado sendos
estudios sobre las pinturas rupestres del rea del ro Zumeta,
afluente del Segura. De sus aportaciones nos interesa espe-
cialmente el magnfico ciervo con cuernas arboriformes de
la estacin Tinada del Ciervo I (Fig. 1), porque, en efecto,
fue esta preciosa figura la que nos permiti intuir que en la
imagen del ciervo haba algo ms que carne de caza. Se
trata, en apariencia, de una escena cinegtica, en la que un
arquero, acompaado de tres cnidos y apuntado con sus
flechas al herbvoro, acosa a un ciervo. Pero sus cuernas no
son habituales, naturales, sino que sus candiles o ramifica-
ciones caractersticas mudan en forma de un rbol y cons-tituyen sin duda una alegora del rbol Primordial del Para-
so. Las ramificaciones o candiles del ciervo son nueve por
cada lado, abiertas en abanico. El nmero nueve no es una
eleccin aleatoria del artista; de ello estamos razonablemen-
te seguros, porque en la Espaa rural tradicional dicha cifra
se vincula a ritos funerarios. En esta escena, por otra parte,
se aprecia con nitidez la ntima vinculacin csmica y mtica
entre el ciervo psicopompo y el rbol de la vida.
Ciertamente, el ciervo es con frecuencia alegora del r-
bol, ya que sus cuernas se renuevan anualmente, como
las ramas y hojas de los vegetales (Chevalier-Gheerbrandt
1986: 287 y ss.). As, el ciervo pintado del ro Zumeta se
nos podra presentar como un mensajero de la divinidad
que anuncia la existencia del sagrado rbol del Paraso
y la promesa de regeneracin de la vida. No creemos,
en consecuencia, que se trate de una escena cinegtica
dramtica y sangrienta, sino que alude a un simbolismo
muy bien planteado por aquellos habitantes de serrana
del Neoltico. En efecto, en la escena donde se inserta el
ciervo con cornamenta tan fecunda, el arquero en actitud
de caza, y sus perros, se integran en un relato de caza ri-
tual que es en realidad, segn Mircea Eliade, una alegora
de un rito de trnsito; o bien una bsqueda y fundacin de
una nueva tierra tras la aventura de la persecucin de los
animales. El acoso del ciervo con cuernas arborescentes
se podra entender como el descubrimiento sagrado de un
nuevo territorio de caza, desconocido y virgen; por tanto
pletrico de vida, de animales y carne. El ciervo, que posi-
blemente sea una metfora de una divinidad, es el que en
realidad descubre la ruta y el nuevo paisaje idlico y para-disaco, introduciendo a la Humanidad en el nuevo mundo.
En Tinada del Ciervo II, aparecen los restos de las corna-
mentas arborescentes similares de otro ciervo.
2.2.- Otro ciervo con candiles arborescentes en Caa-
ca del Calar III (Moratalla, Murcia)
Estos ciervos tan singulares, con candiles arboriformes, se
reiteran en el municipio colindante de Moratalla, aunque con
menor nitidez (Carbonell 1969; Walker 1969; Mateo 2005:
137). El ciervo de Caaca del Calar (Fig. 2) aparece aso-
ciado a series de puntos, antropomorfos y a un soliforme que
levita sobre un animal. La escena de Moratalla no sabemos
si es posible equipararla plenamente con la cacera con ca-
nes sobre ciervo de Nerpio; pero el modelo iconogrfico del
ciervo es semejante en ambas estaciones, aunque ms des-
dibujado e imperfecto en la covacha murciana.
Figura 1 Tinada del Ciervo I (Nerpio, Albacete). Calcos de Mateo yCarreo (2001)
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Es de justicia rescatar viejas citas de Jord Cerd, cuando
afirma que las representaciones de arboriformes o ramiformes
se pueden vincular a creencias chamnicas (Jord 1983: 11).
Pero estos ciervos de Caaca del Calar presentan un vn-
culo ms inquietante y es con signos soliformes, que les ase-
mejan enormemente a los ciervos que encontramos trazados
en las cermicas tipo Ciempozuelos de Las Carolinas (custo-
diadas en el Museo Arqueolgico Nacional de Madrid). Esta
relacin ha sido resaltada recientemente por Mateo Saura
(2009: 51-52, fig. 16). Por otra parte, los smbolos soliformes
son extremadamente frecuentes en la cermica neoltica an-
daluza: Cueva de la Murcielaguina (Priego, Crdoba) (Ga-
viln 1989), Cueva de los Murcilagos (Zuheros, Crdoba)
(Gaviln y Vera 1993), Cueva de Nerja (Pellicer 1995), Cuevadel Muerto
2.3. Otros ciervos esquemticos y naturalistas con candi-
les arborescentes en Ciudad Real, Cuenca, Teruel y Huesca
Lo ms interesante es que en el otro extremo septentrional
de la Pennsula Ibrica aparece un ciervo con una comple-
ja y tosca cornamenta arboriforme. Nos referimos al ciervo
de Barfaluy III (sector 2), (Lecina, Huesca) (Baldellou et al.
1986-89). Aunque la pintura aparece mutilada y hay prdi-
das de otras figuras, lo esencial es la similitud de ciervos
con cuernas arborescentes en la pennsula, lo cual revela la
existencia de un mito narrado que se extendi por toda ella.
Otros ciervos con candiles arborescentes se encuentran
en La Coquinera (Obn, Teruel) (Perales y Picazo 1998; Pi-
cazo 1992), donde los ciervos esquemticos se vinculan a
orantes seminaturalistas superpuestos a los animales. O en
Regacens -zona B, sector 2- (Asque, Huesca) (Baldellou
1993, 1999). Esto resulta muy interesante porque establece
una continuidad territorial en la distribucin del motivo icono-
grfico del ciervo con rbol en su testa.
De mayor semejanza formal es la escena naturalista de La
Hoz de Vicente (Minglanilla, Cuenca), estudiada por Mart-
nez y Daz-Andreu (1992). Aqu, dos arqueros apuntan y aco-
san con sus armas a un ciervo naturalista con unas enormescuernas arborescentes; cada individuo elige un extremo de
la escena para cercar al animal. Lo que importa de esta es-
tacin son dos elementos que se mantendrn intactos pos-
teriormente en el arte esquemtico: la caza del ciervo con
candiles ramiformes muy exagerados, que recuerdan no las
cuernas del animal, sino el rbol primigenio.
En Aznarn (Chilln, Ciudad Real), aparece otro ciervo con
falo erecto y con cuernas tan verticales y simtricamente ra-
mificadas, que permite sospechar que se trata en verdad de
la representacin de un rbol (Rodrguez 2009: 118).
Incluso en el rea del Estrecho de Gibraltar, en la SierraMomia (Benalup, Cdiz), aparecen estos ciervos con ten-
dencia al esquematismo acompaados de cuernas arbores-
centes (Mas y Finlayson 2001: 189).
2.4. Los precedentes del ciervo asociado al rbol en el
arte rupestre levantino
En el arte levantino ya exista esta estrecha vinculacin
entre ramas de rboles y ciervas, como es el caso de Las
Bojadillas I (Nerpio, Albacete) (Alonso y Grimal 1996; Jor-
dn 2006: 27 y ss.), lo cual contribuye a sostener que el mito
del ciervo asociado a un rbol es antiqusimo. Veamos otros
ejemplos que corroboran la afirmacin.
Un ciervo del cual brota un rbol lo hallamos en otro ejem-
plo del arte rupestre levantino, en concreto en una muy com-
pleja escena de difcil interpretacin en el Barranc de Famor-
ca (Santa Maira, Castell de Castells, Alicante) (Hernndez
et al. 1998: 53 y ss.) y que ya intentamos analizar en otras
aportaciones en las que creamos observar la occisin de un
jefe (Jordn 2004-05: 71 y ss.; Hernndez et al. 2007). No
obstante, es evidente que un rbol nace y brota del dorso del
herbvoro (abrigo VI, panel 1).
De semejante inters en el arte rupestre levantino, es la
asociacin de ciervo y rbol que encontramos en el Barran-co Estercuel (Alcaine, Teruel) (Beltrn y Royo 1994) y que
nosotros propusimos como elementos de una ceremonia de
carcter chamnico (Jordn y Molina 1997-98: 61 y ss.; Jor-
dn 1998: 129; 2001).
2.5. La continuidad en el tiempo del relato
En definitiva, en Tinada del Ciervo de Nerpio, o en cual-
quiera de las estaciones que ya hemos indicado de Murcia,
Cuenca, Teruel o Huesca, nos podemos hallar ante un muy
interesante relato de carcter mtico, en el que el autor pre-
tendi ilustrar la cacera simblica e inicitica, la cual permi-
ta recordar a los visitantes la historia de un rito de trnsito
hacia el otro mundo, real o sagrado, y cuyo itinerario era
trazado por el ciervo de cuya cabeza brotaba el rbol pri-
mordial del Paraso. El ciervo de Tinada del Zumeta es un
animal perseguido por un arquero; indudablemente, como
Figura 1 Caaca del Calar III (Moratalla, Murcia). Calcos de Mateo yCarreo
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suceda en la Hoz de Vicente de Cuenca. Pero su significado
es trascendente ya que acta como animal gua y oracular,
revelador de nuevos espacios de caza y de nuevos tiempos
de prosperidad, para el cazador que le persigue y para la
comunidad a la que pertenece.
La existencia de escenas de arte naturalista levantino en
las que participan ciervos vinculados a rboles, tanto en la
serrana de Alicante, como en el Sistema Ibrico, nos estindicando que el motivo, con las variantes y matices que se
deseen, es sumamente antiguo y procede, al menos, del
mundo de los cazadores y recolectores del mesoltico espa-
ol. Posteriormente, las sociedades agropecuarias que de-
sarrollaron el arte esquemtico recibieron, y asumieron como
propio, el relato. No sabemos si con significados
nuevos. Pero la gramtica general del mismo y
su iconografa esencial, se mantuvieron.
El ciervo, por otra parte, siempre es el evoca-
dor del espacio sagrado (Eliade 1994: 30), en
esa nostalgia permanente que el hombre sientepor el Paraso y en el que el ser humano entiende
el lenguaje de los animales, porque ellos son sus
maestros y l es amigo de ellos, ya que de algu-
na forma comparten dignidad y cualidades (Elia-
de 2001a: 74 y ss.). Para los hombres primitivos
dedicados a la caza, como relata Campbell, tal
actividad no es, como en nuestra civilizacin,
una cruel masacre mediante medios tcnicos
desproporcionados sobre animales indefensos,
ante lo que poco pueden hacer con sus cualida-
des fsicas (Campbell 2000: 335; 2002: 18): ...
la caza misma es un rito de sacrificio, sagrado,
y no un grosero asunto secular. Los animales en-
tregan generosamente su cuerpo para el susten-
to de los hombres y por ello son reverenciados
(2000: 335).
A nosotros, en Espaa, tambin nos sirven
las preciosas observaciones realizadas por el
ingls Gerald Brenan, cuando en Al Sur de Granada1 dice
as respecto al trato que los habitantes de la Espaa rural
de antes de mediados del siglo XX ofrecan a los animales:
Se puede matar un animal o emplearlo en la fuerza del
trabajo, pero no se le puede privar de su dignidad de cria-tura viva sin perder algo de la propia. Recuerdo una mujer
anciana y muy pobre que tena una gallina mimada y que
se excusaba por no ponerla en el puchero cuando dejara
de poner huevos, diciendo que era muy noble. Nadie con-
sideraba absurda esa manifestacin, ya que la nobleza es
la cualidad que hace respetable al hombre, y los animales y
los pjaros pueden tambin alcanzar esa cualidad.
3. CIERVOS Y HOMBRES INSECTO ESQUEMTI-
COS EN LOS RGANOS (SANTA ELENA, JAN)
Hay en el tenebroso desfiladero de Despeaperros (L-
pez y Soria, 1988), que es trnsito entre la Meseta Cen-
tral Espaola y Andaluca, en Los rganos de Santa Elena
1. Siglo XXI, Madrid, 1987, pg. 109
(Jan), un curioso ciervo esquemtico, en actitud de be-
rrea, con cuernas a modo de estilizada lira, que orienta su
hocico al rostro de un ser sobrenatural (Fig. 3). Este muestra
una silueta en forma de reloj de arena, y su cabeza recuer-
da a la de una langosta o a la de una abeja: antenas que
nacen de la cabeza, cilios que brotan del sitio del cuello y
boca, y unos grandes ojos. Son mscaras rituales? A su
costado aparece otro hombre-insecto de semejantes carac-tersticas. Los pies y manos de estos seres antropomorfos
muestran con nitidez unos dedos muy marcados que re-
cuerdan, empero, al de las aves, porque su apariencia es
de garritas y no de manos humanas. Estas garritas de ave
tambin se aprecian en unos antropomorfos esquemticos,
con cilios en la cabeza a modo de insectos, que se encuen-
tran en la Penya de l`Ermita, en Altea (Alicante) (Galiana y
Torregrosa 1995).
Semejantes a los personajes descritos, aparecen en Arro-
yo Helln (Chiclana de Segura, Jan) (Soria et al. 2001: 297).El modelo es idntico: seres humanos esquemticos con
ojos redondos y radiados y de cuyos cuellos nacen pares
de cilios. Cruzan sus bracitos a la altura de las caderas y
muestran el perfil de reloj de arena (Fig. 4).
Del mismo modo, en Cantos de la Visera II (Yecla, Murcia)
(Breuil y Burkitt 1915), en medio de los dos sectores con
pinturas rupestres levantinas, surgen varias figuras esque-
mticas. Entre ellas, un personaje de semejante aspecto
y morfologa, con antenas horizontales, grandes ojos que
conforman al mismo tiempo la cabeza, y sendos pares de
brazos que actan cual cilios (Fig. 5). Lo interesante es
que hacia este personaje se aproxima un ciervo de cuernas
ramiformes, como ocurra con el caso de Los rganos de
Santa Elena (Jan).
Marija Gimbutas (1996: 237, 239 y 241) nos recuerda
que estos seres-insecto, con cuerpos bitriangulares, son
Figura 3 Los rganos (Santa Elena, Jan). Calcos de Lpez y Soria (1988)
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representaciones de la vulva regeneradora, ya que de
los tringulos brota la vida. Para esta investigadora, tales
figuritas humanas en forma de reloj de arena simbolizan
... son smbolos de la Diosa en su epifana de ave de pre-sa y, tpicamente, se encuentran en cuevas y monumentos
sepulcrales (bid.). Y aade que estas figuras de reloj de
arena simbolizan a la Diosa de la Muerte y de la Rege-
neracin (bid: 239).
Al mostrar los hombres-insecto de Despeaperros los ojos
redondos y saltones, como nos seala Marija Gimbutas (bid:
51 y 192 ss.) acaso indican omnisciencia clarividente y orcu-
lo o fuente divina (Garca 2006).
Marija Gimbutas insiste continuamente en estos aspectos
y sugiere que la duplicacin y la triplicacin de un elemento,
en este caso los cilios de la cabeza, indicaran potencia vital
que emana y brota de la cabeza de la divinidad (Gimbutas
1996: 170 y 89 ss.; Jordn 2001: 109 y ss.). La hibridacin
contenida en los antropomorfos esquemticos nos parece,
por aadidura, evidente: cabeza de insecto, garras de ave,
cuerpo humano.
Jord Cerd vio en esta escena la
representacin de una danza religiosa
ante una divinidad (Jord 1983. 10).
La vinculacin de estos singulares
seres-insecto con el ciervo psico-
pompo adquiere, adems, un valor
trascendente y de enorme inters.
El ciervo, itiflico, excitado por la be-rrea de Los rganos, se convierte as
en perfecto paradigma de poderoso
gua espiritual y oracular de los otros
dos seres antropomorfos que le acom-
paan en la escena, cuyo significado
completo no alcanzamos a entender.
Pero observamos que el ciervo brama
al costado de los antropomorfos, como
si deseara transmitir un sonido que es
mensaje; no berrea de forma aislada,
como ciervo en celo. Observamos, poraadidura, que la cabeza del ciervo
presenta rasgos de ave, as como los
pies del ser humano, lo que le confie-
re a la escena, todava ms, un valor
sacral y un significado de elevacin
espiritual, de trascendencia.
Esta extraa aproximacin de un
ciervo al rostro de un antropomorfo
esquemtico, encuentra un paralelis-
mo cercano en la Pea del Castellar
(Villar del Humo, Cuenca), aunque
en este caso es un cprido (Alonso
1982: 138).
Igualmente, algunos dolos oculados
del Abrigo de los dolos, manifiestan una
semejanza que intuimos: grandes ojos,
antenas sobre la cabeza, cilios que na-
cen del cuello
4. LOS CIERVOS O CENTAUROS ARBORIFOR-
MES ESQUEMTICOS DE NUESTRA SEORA
DEL CASTILLO (ALMADN, CIUDAD REAL)
Un poco ms al Norte, en Virgen del Castillo (Almadn,
Ciudad Real), aparecen unos sobrecogedores y enigmticos
seres arborescentes esquemticos (Caballero 1983, plano
32, roca 2), que podramos incluir en el grupo de ciervos de
pobladas cuernas (Fig. 6); mas tambin recuerdan a centau-
ros con dobles brazos. Sus cabecitas son crculos o trin-
gulos, y de sus brazos abiertos en cruz o en uve cuelgan
trazos verticales, cual flecos, acaso alegoras de una lluvia
benfica. La multitud de sus patas sugiere velocidad, ubicui-
dad mltiple. Adems, parecen corretear sobre unas lneas
quebradas, acaso nueva alegora del agua primigenia.
Algunos autores consideran que estos ciervos arboriformes
se podran identificar con el dios ciervo Cernunnos de Valcamo-
nica, en el mundo celta (Grande 1987: 173 ss.).
Nosotros vemos, de nuevo, una ntima vinculacin entre el
ciervo y el rbol. Existe esta comunin en el arte rupestre le-
Figura 4 Arroyo Helln (Chiclana de Segura, Jan). Calcos de Soria et al. (2003).Figura 5 Cantos de la Visera II (Yecla, Murcia). Calcos de Breuil y Burkitt (1915)
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vantino. Nos referimos al magnfico ciervo de Alcaine (Teruel)
(Beltrn y Royo 1997), infrapuesto a un rbol esquemtico, a
cuya copa han trepado dos figuras humanas esquemticas
y de la cual pende una bolsa, donde, a su vez, se albergan
otras figuritas femeninas diminutas. En su da afirmamos, y lo
sostenemos plenamente convencidos hoy, que se trataba de
una escena con numerosos elementos de carcter chamnico
(Jordn 2000; 1998).En cualquier caso, las figuras de Nuestra Seora del Cas-
tillo constituyen un ntido ejemplo de seres hbridos, proba-
blemente dispensadores de la fertilidad en prados y cam-
pos. Estamos, en consecuencia, ya lejos de los mundos de
cazadores y recolectores del arte rupestre levantino.
5. TOROS RECONVERTIDOS EN CIERVOS. LAS
METAMORFOSIS DEL CANCHAL DE LAS CABRAS
PINTADAS (LAS BATUECAS, SALAMANCA).
En otros estudios ya resaltamos en su da la trascendencia
del carcter chamnico que presentaban, a nuestro juicio, los
toros-ciervo naturalistas de la Cueva de la Vieja de Alpera (Al-
bacete) (Breuil, Serrano y Cabr 1912) o de Cantos de la Vise-
ra en el Monte Arab de Yecla (Murcia) (Breuil y Burkitt 1915)
o incluso en Las Bojadillas (Alonso y Grimal 1996). En estos
casos, los prstinos bvidos experimentaron una curio-
sa mutacin pictrica por parte de los artistas, quienes
alargaron las astas de los toros y las transformaron en
generosas cuernas de ciervos con numerosos candiles.
Jord Cerd sugiri un cambio de la actividad econmi-
ca de aquellos artistas y sus tribus (Jord 1976, 201). Sin
desestimar es opcin, nosotros pensamos que podra-
mos estar asistiendo a un ritual de iniciacin chamnica,en el que el chamn accede a esferas trascendentes al
recurrir a animales gua que se muestran adems como
hbridos (toros reconvertidos en ciervos), incrementando
as su poder espiritual.
Pues esa metamorfosis, acaecida en algn momento
del Mesoltico, entre pueblos cazadores y recolectores,
y por razones oscuras, se encuentra tambin en al arte
esquemtico, segn nos describe con minuciosidad
Grande del Bro (1987: 163) en el Canchal de las Cabras
Pintadas (Batuecas, Salamanca) (Fig. 7). Este autor re-
capacita incluso sobre el color blanco de las figuras delos dos ciervos mutantes y recuerda, creemos que con
acierto, la cierva blanca de Sertorio y los animales albi-
nos que son oraculares.
6. HOMBRES CON MSCARAS DE CIERVOS
6.1.- Cueva del Gitano (Yeste, Albacete)
Sumamente espectacular es la pareja esquemti-
ca de antropomorfos de la Cueva del Gitano (Yeste,
Albacete) (Fig. 8), en el ro Zumeta, en concreto en su
panel I (Prez Burgos 1988; 1996) o Grupo 3 (Soria
y Lpez 2000), en la que ambos seres muestran una
cornamenta abierta de ciervo macho sobre sus cabe-
zas. Los calcos de Soria y Lpez creemos que son
fidedignos; si bien los de Alonso no nos permiten una
identificacin con candiles de ciervo tan ntida ni son
tan favorecedores a nuestros propsitos.
Si en la estacin de la Tinada del Ciervo (Nerpio, Alba-
cete), el animal estaba asociado al rbol primordial del Pa-
raso, aqu, en la estacin del Gitano (Yeste, Albacete), muy
prxima geogrficamente y en el mismo ro Zumeta, es el
ser humano el que experimenta una mutacin con rostro y
cornamenta de crvido. En consecuencia, pensamos queciertamente hubo una sintona y homogeneidad de creencias
entre los cazadores y recolectores que visitaban o recorran
la cuenca del Zumeta y, en definitiva, del Alto Segura.
Rememoremos igualmente el antropomorfo itiflico, en
el mismo arte esquemtico, con mscara y cornamenta de
carnero de la Cueva de los Letreros (Vlez Blanco, Almera)
(Breuil 1935; Castillo 1989; Jordn 2000: 100 y ss.; 2001: 106
y ss.), el que porta en sus manos sendas hoces y de uno
de cuyos cuernos de cprido pende un fruto, tocado en su
extremo inferior por una de las hoces, de tal suerte que se
nos presenta como un posible estimulador de las fuerzas fe-
cundantes de la tierra (Fig. 9).
6.2. Precedentes mesolticos de mutaciones de hom-
bres en ciervos o en toros en el arte levantino
Existe una extraordinaria y singular escena de arte ru-
Figura 6 Centauros arboriformes de Nuestra Seora del Castillo (Almadn,Ciudad real). Calcos de Caballero Klink (1983).Figura 7 Reconversin de toro en ciervo: Canchal de las Cabras Pintadas(Batuecas, Salamanca).Calcos de Grande (1987)
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pestre levantino con mutacin en Las Bojadillas (Nerpio,
Albacete) (Alonso y Vias 1977: 203). En ella aparece un
ciervo rampante que posa sus pezuas delanteras sobre
una figura antropomorfa con posible cabeza de ciervo. La
pequea figura de aspecto naturalista podra aludir a ce-
remonias de fertilidad, en un sentido amplio del trmino.
Por otra parte, el ciervo que eleva sus pezuas sobre la
cabeza del antropomorfo acta como un protector y cus-todio del ser humano. Pero, en cualquier caso, hay una
evidente sintona entre el ciervo y el menudo antropomor-
fo con rostro de ciervo. (Jordn 2006: 29 y ss.). Semejan-
te ciervo rampante aparece en el abrigo de Les Ermites
(Ulldecona,Tarragona), si bien, aunque se manifiesta pues-
to de pie, se enfrenta, que no cobija, a un arquero que
avanza hacia l (Vias et al. 2009: 53). No sabemos, por
tanto, si se trata del mismo relato mtico.
Recordemos tambin los antropomorfos levantinos con
mscaras de toros del Cingle de La Mola Remigia (Ga-
sulla) o de Rac Molero (Ares del Maestrat, Castelln),ambos con mscara o rostro de toro (Pericot 1966; Jord
1976: 209; AA.VV. 1982: 101). Herbert Khn consider en
su tiempo que una de esas figuras era en realidad un he-
chicero disfrazado de animal (Khn 1957: 73), opinin a
la que luego se sumaron Ripoll (1963: 53) y Beltrn (1965:
125). Ripoll afirm incluso que participaban en danzas pro-
piciatorias y religiosas. Vias y Martnez incidieron en la
escena de El Cingle y con excelente intuicin (Vias y Mar-
tnez 2001: 371 y ss.) destacaron que nos encontrbamos
ante un Espritu del Bosque o un Seor de los Animales,
acompaado de un chamn que luca un tocado al que
se le haba aadido un prtomo de animal y que agita-
ba dos instrumentos alargados. Ambos autores, adems,
centraron su atencin en otros dos personajes masculinos,
itiflicos, de Cueva Remigia, y anunciaron que estbamos
asistiendo a una escena de iniciacin chamnica, donde
se apreciaba un vmito por parte del nefito o iniciado y
una cola de zorro lucida por el maestro. Ambos blanden
armas arrojadizas por encima de sus cabezas. Nos mos-
tramos totalmente de acuerdo con este tipo de interpreta-
ciones y consideramos que son necesarias, en especial al
provenir de expertos que estn acostumbrados a discernir
los entresijos de las pinturas rupestres, tanto en Espaacomo en Mxico.
Recientemente el equipo de Pilar Utrilla y Valentn Villa-
verde hallaron en el abrigo de La Vacada (Castellote, Teruel),
un par de arqueros con sendas colas que los autores atribu-
yen semejanza con la de un caballo (Martnez Bea 2004: 95;
Utrilla y Villaverde 2004). Del mismo modo, el equipo de Bel-
trn detect en los ltimos calcos realizados en la Cueva del
Agua Amarga (Valdealgorfa, Teruel), un enmascarado ante
un ciervo (Beltrn et al. 2002: 146).
Otro ser, muy corpulento y de gran tamao, con mscara
de bvido, lo encontramos en La Sarga (Alcoy, Alicante), en
la covacha II, panel 13, figs. 11-13, dentro del estilo macroes-
quemtico (Hernndez et al. 1988, 1994; Jordn 2001: 104
ss.) y que Jord Cerd relacion con unos crculos concn-
tricos inmediatos que l entenda como chozas o cabaas de
iniciacin (Jord 1976: 210).
6.3. Ms pervivencias de narraciones mesolticas
Lo importante de todas estas alusiones es comprobar
cmo se mantienen los relatos postpaleolticos en socieda-
des agrcolas, ganaderas y con cermicas. Las mutaciones
de rostros y de seres humanos cazadores y recolectores
que durante el Mesoltico peninsular se nos presentan con
relativa frecuencia en el Sistema Ibrico o en la serrana del
Segura de las Bticas, traspasa las fronteras del tiempo y se
instalan en comunidades sedentarias de las mismas zonas,
al menos en el Alto Segura.
Hemos de recordar que, con frecuencia, los seres huma-
nos con mscaras suelen vincularse a sociedades secretas
y ritos de trnsito; o bien tales ocultaciones del rostro se aso-
cian a cultos de los antepasados o a comunicaciones con se-
res mticos (Eliade 2001b: 67; 1993: 143 y ss.). Pero tambin
Figura 8 Antropomorfos con mscaras y cuernas de ciervo: Cueva delGitano (Yeste, Nerpio). Calcos de Soria y Lpez (2000).Figura 9 Cueva de los Letreros (Vlez Blanco, Almera) Calcos de Breuil
(1935)
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en antropologa se considera que las mscaras actan como
elementos protectores de los individuos cuando se presen-
tan ante las divinidades o ante los poderes ctnicos (Allard y
Lefort 1988.95). Igualmente, las mscaras constituyen instru-
mentos idneos para evocar la presencia de espritus aliados
o bien para expulsarles del territorio si son espritus hostiles
(Vazeilles 1995: 47). Aadamos que, segn Mircea Eliade, es
frecuente el caso de chamanes que se metamorfosean enanimales-espritu (Eliade 1993: 89, 91 y ss., 100 y ss.) y las
mscaras seran uno de los recursos utilizados para facilitar
ese trnsito o esa mutacin.
7. CIERVOS (SIN METAMORFOSIS) VINCULADOS
AL AGUA
7.1. Los ciervos y las lneas en zig-zag: los cursos de agua
en el trnsito hacia el Ms All. El ciervo como animal gua
Grande del Bro relacion con habilidad, en la Cueva
del Gabar (Vlez Blanco, Almera) (Breuil 1935), la figu-ra esquemtica de un ciervo con una serie de cuatro l-
neas quebradas que
son, acaso, alegora del
agua. Este curso fluvial
pintado sin duda signi-
fic para sus artistas, y
para la comunidad a la
que servan, un carcter
trascendente, un trnsito
desde la muerte fsica
del individuo hacia las
dimensiones de la eter-
nidad (Fig. 10).
7.2. Ondas y ciervos
en el arte levantino
En el arte rupestre le-
vantino ya observamos
esa estrecha vinculacin
entre ciervos y lneas
quebradas que podran
significar la presencia del
agua primordial y salut-fera. As, la encontramos
en la Cueva de la Vieja
(Alpera, Albacete) (Breuil, Serrano y Cabr 1912), donde
un ciervo con lneas discontinuas en su cuerpo, listado, se
asocia a un arquero con arco horizontal, indicando una es-
trecha vinculacin entre hombre y animal, al igual que ocurre
en el Abrigo Grande de Minateda (Helln, Albacete). Pero el
ciervo de Alpera orienta su cabeza hacia una triple lnea que-
brada de desarrollo vertical que acaso pueda representar el
trnsito alegrico de un ro sagrado. El conjunto iconogrfico
es sumamente interesante porque, adems, las lneas que-
bradas de agua se confunden o metamorfosean en la cuer-
da vertical por la que asciende un animal o un antropomorfo
hacia un probable panal de miel (Jordn y Gonzlez 2002).
A su vez, dicha cuerda+lneas quebradas brotan y nacen de
las astas-candiles de uno de los toros-ciervos sobre el que
levita el chamn con plumas en la cabeza y arco y flechas
no en actitud de caza, sino en posicin ritual. El chamn,
que algunos autores, como Ripoll Perell, estimaron como
hroe mitolgico o divinidad guerrera (Ripoll 1968: 171-172;
Jord 1966: 60 y 64-65), porta las tres flechas con las puntas
hacia abajo, en un haz sujeto por una mano, y el arco suje-
to delicadamente por uno de los extremos y con la cuerda
hacia el exterior. No hay manera fsica de explicar que uncazador acte de esa guisa. Tal personaje con penacho de
plumas y pene erecto, en consecuencia, est en una danza
o en un rito inicitico y trascendente. Por otra parte, mayor
y mejor unidad y compenetracin ciervo y ro/trnsito y cha-
mn y miel, es imposible y creemos que revela un conjunto
narrativo bien definido, e intencionado, por el artista que lo
ejecut. En suma: una laberntica pero innegable vinculacin
de ciervo, lneas quebradas (agua), cuerda, trepador y miel.
Igualmente el toro reconvertido en ciervo en Cantos de la
Visera II, del Monte Arab (Yecla, Murcia) (Breuil y Burkitt
1915), muestra tras sus cuartos traseros una serie de lneasparalelas en zig-zag y en cascada y una retcula, tal vez alu-
sin al trnsito ya realiza-
do hacia otras dimensio-
nes. No desconocemos
los graves problemas que
plantea la superposicin
de figuras y elementos
iconogrficos de este
conjunto y que han sido
analizados recientemente
por Anna Alonso Tejada y
Alexandre Grimal.
Con un esquema seme-
jante, en las Cuevas de
la Araa (Bicorp, Valen-
cia) (Hernndez-Pacheco
1924), un esplndido
macho ciervo muestra
sus poderosos candiles
tocando a unas lneas ver-
ticales en zigzag, las cua-
les, corren paralelas a sus
cuernas y, curiosamentecomo aconteca en La
Vieja de Alpera, tambin
se vinculan a las cuerdas por donde trepa la recolectora de
miel y corren paralelos a sus cuernas.
Los ciervos de La Sarga (Alcoy, Alicante) aparecen prxi-
mos a signos curvilneos o serpentiformes de trazos parale-
los muy gruesos, pertenecientes al arte llamado macroes-
quemtico (AA.VV. 1998: 28-29).
Ms al norte todava, en Labarta (Adahuesca, Huesca)
(Baldellou 1987; Beltrn 2000), una serie de siluetas de cr-
vidos se superponen a varios signos esquemticos en forma
de v invertida, pero en disposicin de cascada.
7.3. La perpetuacin de la iconografa, en el tiempo y su
difusin en el espacio
Comprobamos otra vez la persistencia de la memoria ico-
Figura 10 Ciervo ante ro y aguas primordiales: Cueva del Gabar (Vlez Blan-co, Almera). Calco de Breuil (1934)
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nogrfica entre cazadores recolectores y sedentarios, no
como indicacin de sincrona cultural, sino como pervivencia
de mitos narrados de fuego en fuego y de boca en boca. Pro-
bablemente el elemento iconogrfico de las ondas o de las
lneas quebradas, entendidas como agua, se asoci desde
siempre al ciervo. Y es un recurso que aparece en la Biblia,
seal inequvoca de un acervo sumamente arcaico: Como
el ciervo brama por las corrientes de agua, as clama por ti,oh Dios, el alma ma (Salmos, II, 42:1).
8. LA PERPETUACIN DE LA ICONOGRAFA EN
EL TIEMPO Y SU DIFUSIN EN EL ESPACIO
Tras esta revisin de las estaciones rupestres, podemos
establecer dos observaciones primordiales:
La pervivencia en el tiempo de los motivos iconogr-
ficos, desde las bandas mesolticas de cazadores y
recolectores hasta las sociedades sedentarias y agro-
pecuarias del Neoltico. La dispersin en el espacio peninsular y la acepta-
cin por parte de las comunidades que ocuparon el
territorio, ya dentro del mbito Neoltico, de muchos
de estos motivos.
Tras la revisin del mapa 1, igualmente, es posible estable-
cer una serie de anotaciones breves y muy sencillas:
Los ciervos con cuernas arboriformes constituyeron
parte de la tradicin del mundo esquemtico-abs-
tracto y neoltico: Tinada del Ciervo en Nerpio y Ca-
aca del Calar en Moratalla, en la serrana del Alto
Segura y Aznarn, en las planicies de Ciudad Real.
Esta presencia indica que se recogieron herencias
del mundo de los cazadores y recolectores, ya que
los ciervos vinculados a los rboles aparecen con
frecuencia por toda la geografa del arco mediterr-
neo: Las Bojadillas en el ro Segura, Santa Maira en la
sierra de Alicante y Barranco Estercuel, en la serranade Teruel, ya cerca del Ebro.
Los seres humanos con mscaras de animales, ya
fueran de ciervos, de toros o de machos cabros,
existieron en diversas ceremonias desde las bandas
de los cazadores y recolectores: las encontramos en
Las Bojadillas, en el ro Segura, y se extendan hasta
el Maestrazgo, inmediatamente al Sur del Ebro. Mas
luego se mantuvieron durante el Neoltico, en socie-
dades agropecuarias y de productores, como se de-
muestra en la Cueva del Gitano en Yeste, pertene-
ciente a la cuenca del Segura, o en la Cueva de LosLetreros, en la serrana de Almera.
Por el contrario, el tema de los hombres insecto,
con sus peculiares cuerpecitos bitriangulares, con
ojos saltones y cilios en la cabeza, y a los que se les
aproxima un ciervo psicopompo, parece que no exis-
ti en el Mesoltico, entre los cazadores y recolectores
nmadas o itinerantes en el territorio de depredacin.
A tenor de lo que se observa en el mapa, creemos
que fue un mito de creacin neoltica, ya que nica-
Mapa 1 Ciervos con cuernas arborescentes (): 1- Aznarn (Chilln, Ciudad Real), 6- Tinada del Ciervo I (Nerpio, Albacete) y Caaca del Calar III(Moratalla, Murcia), 12- La Hoz de Vicente (Minglanilla, Cuenca), 13- La Coquinera (Obn, Teruel), 17- Barfaluy III (Lecina, Huesca); Centauros arbori-formes (): 2.- Virgen del Castillo (Almadn, Ciudad Real); Ciervos levantinos vinculados a rboles ( ): 7.- Las Bojadillas (Nerpio, Albacete), 10.- SantaMaira (Castell de Castells, Alicante), 14.- Barranco Estercuel (Alcaine, Teruel); Seres humanos con mscaras de animales (): 5.- Las Bojadillas (Nerpio,Albacete) y Cueva del Gitano (Yeste, Albacete), 8.- Cueva de Los Letreros (Vlez Blanco, Almera), 11.- La Sarga (Alcoy, Alicante), 15.- Val del Charco delAgua Amarga (Alcaiz, Teruel), 16.- El Maestrazgo (Castelln). Hombres-insecto (): 3.- Los rganos (Santa Elena, Jan), 4.- Arroyo Helln (Chiclana deSegura, Jan), 9- Cantos de la Visera II (Yecla, Murcia), 18- Penya de l`Ermita (Altea, Alicante).
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mente, de momento, se le encuentra en Los rganos
del desfiladero de Despeaperros, en el gollizo que
une Castilla con Andaluca, en Chiclana de Segura,
en plena serrana de Jan. Y en una curiosa y ex-
tensa prolongacin que alcanza hasta el altiplano de
Jumilla-Yecla, en Cantos de la Visera de Yecla (Mur-
cia) y la serrana de Alicante, en Altea.
9. EPLOGO
En esta menuda aportacin en ningn momento hemos
pretendido replantear las cuestiones tratadas desde antiguo
por Pilar Acosta (Acosta 1968, 1983; Hernndez 2006).
Tampoco hemos deseado abordar asuntos tan complejos
como la distribucin territorial de diferentes estilos dentro del
ARE o los agrupamientos y tipologas de las estaciones rupes-
tres (Jord 1983; Martnez 1998, 2000; Torregrosa 2000-01).
Los problemas derivados, a su vez, de la fijacin de una
cronologa o de las fases que se observan en las composi-ciones esquemticas, as como sus relaciones con el ARL a
partir de superposiciones o infraposiciones de las figuras y
motivos o a partir de la vinculacin con yacimientos arqueo-
lgicos neolticos con cermica, han sido debatidos en mul-
titud de ocasiones por mejores especialistas (Ripoll, 1983;
Baldellou, 1983, 1994, 1999; Llavor 1988-89; Baldellou y
Utrilla 1999; Alonso 1999; Torregrosa y Galiana 2001; Mateo
2001), as como tambin los influjos culturales y espirituales
procedentes del mbito mediterrneo (Beltrn 1983).
Por otra parte, es extremadamente interesante y crucial
buscar paralelos iconogrficos y relaciones de las pinturas
rupestres con la cermica eneoltica y con los grabados ru-
pestres en roca, ya sea al aire libre, en monumentos mega-
lticos o en el seno de las cuevas, con unos paralelos icono-
grficos que en absoluto son fortuitos, sino que reflejan una
misma cronologa y mentalidad; mas siempre sin olvidar las
posibles intrusiones medievales (Fortea 1970-71; Martnez
2003; Gmez-Barrera 2003; Alonso 2003).
Recientes y sugestivas aportaciones procedentes de Fran-
cia, pero que aluden tambin al ro Vero en Aragn, sugieren
la posibilidad de que algunas covachas, singularizadas por
su acceso extraordinariamente peligroso o difcil, constituye-
ran lugares de aislamiento y reclusin espiritual, de iniciacinde ciertos individuos, en medio de un paisaje o arquitectura
natural con un contenido simblico (Hameau 2007; Hameau
y Painaud 2009).
Por nuestra parte, mantenindonos fieles a nuestra trayec-
toria, el objetivo primordial de esta comunicacin ha sido des-
tacar el protagonismo del ciervo como animal con una profun-
da simbologa religiosa. Curiosamente Pilar Acosta, hace ya
mucho tiempo, se extraaba de la persistencia de los motivos
de animales potencialmente cinegticos (ciervos, cabras) y
de instantneas de caza, en el arte rupestre esquemtico.
La razn no estriba, en nuestro corto entender, en una
persistencia de la actividad depredatoria en sociedades
sedentarias de agricultores y ganaderos, que se conserv
para complementar la dieta. Ni siquiera es posible entender
esas escenas de caza como un deporte como sealaban
algunos investigadores o como una actividad que otorgaba
prestigio social, como sugieren oros. No. La persistencia de
escenas de acoso de animales y la presencia de animales
salvajes, fue porque pervivieron los mitos narrados al amparo
de los campamentos, del fuego que congregaba a las gen-
tes de las bandas o de las aldeas.
Ya hemos comprobado cmo determinadas escenas del
arte rupestre levantino, o ciertos elementos de ellas, persis-
ten en escenas del arte rupestre esquemtico, lo que nosindica que relatos semejantes se seguan narrando en comu-
nidades agropecuarias y que haban heredado de la memo-
ria de las bandas de cazadores y recolectores.
Al mismo tiempo que se observa una perduracin el tiem-
po de los motivos iconogrficos desde el Paleoltico y el
Mesoltico (que ya hemos detectado en otras ocasiones en
el tema de los caballos o de los propios ciervos), de igual
manera, se advierte una difusin espacial y territorial de los
motivos iconogrficos por todo el mbito del arte rupestre
circunmediterrneo.
Las incesantes e intensas prospecciones que se estnrealizando, con rigor y con acierto, en diferentes territorios
de las Espaas (Collado y Garca, 2005), seguramente nos
ampliarn en el futuro prximo el catlogo de posibles esce-
nas esquemticas. Tales circunstancias nos permitirn corro-
borar lo aqu expuesto o, sencillamente, obviarlo.
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