El Antídoto Contra Videos Juegos de Guerra
No recomiendo prohibir
o limitar de manera
excesiva el tiempo que
sus hijos pasan como
soldados virtuales,
jugando a la guerra con
sus compañeros o, vía Internet, contra adolescentes
de todo el mundo. En vez de manu militari, mi
sugerencia es que vean y comenten en familia, con
el mínimo de distracciones, la película "Jhonny
Tomó su Fusil" (“Jhonny Got His Gun”). Les
garantizo que luego del cine forum verán
espontáneamente surgir: a) un acuerdo consensuado
sobre las horas máximas que dedicarán a estos
videojuegos y b) un juramento colectivo de
oponerse, y desobedecer si se convierte en ley, a
medidas para imponer un servicio militar
obligatorio.
Si conoce esta obra de
Dalton Trumbo, no le
sorprenderá mi anuncio
de que Jhonny puede
traer esta ventura de
amar la paz y condenar
la guerra. El mortero que
en Modern Warfare III o
Call of Duty les añade
una sola equis, porque
no mató al enemigo que
impacta, en la película
deja al raso o cabo sin
extremidades, de hecho, como un despojo vivo que
es sólo cerebro y torso. Tentación tendrán sus hijos
de adivinar el final, siguiendo los parámetros de
otras películas. La cara se reconstruye al estilo
robocop o brazos y piernas biónicas lo convierten
en superhéroe. Con las prótesis supera la depresión,
recupera la autoestima, hace dinero y se casa con
una oriental, como apareció de punta en blanco el
Teniente Dan Taylor en "Forrest Gump". ¡Frío, frío!
Generales frustrados ordenan mantener con vida al
soldado, pero enclaustrado en una habitación
aislada de un hospital militar, luego de que no
pudieron sacarle al Capellán una inferencia divina.
"Explicación no tengo, señores generales, porque
esto es una consecuencia de su profesión, no de la
mía." De ahí en adelante, comienza, en blanco y
negro, el peregrinar de ese pedazo de carne que
piensa. Descubre en escenas desgarradoras su
situación física, reflexiona sobre su pasado,
interrumpido por una guerra que se le impuso, y se
afana en encontrar un método para comunicarse y
entender el estado en que se encuentra.
La Clave Morse, que
aprendió cuando niño,
le permitió comunicar
a los jefes militares su
deseo final de que,
como en los circos, lo
exhibieran por todo el mundo para que se conociera
la crueldad de las guerras. En la respuesta de los
oficiales y el mensaje final del maltrecho soldado
encontrará la razón del entusiasmo con que los
movimientos pacifistas recibieron esta novela, en
los años 40, y la película, en los 70. Sin duda
también inspiró las protestas estudiantiles y civiles
que influyeron para terminar con el odioso draft o
servicio militar obligatorio por sorteo. Extraña
lotería en que la suerte de ser seleccionado para ser
carne de cañón, en Vietnam y otros conflictos
bélicos de esos turbulentos años, tocaba a los más
pobres.
Convencida la familia del horror de la guerra real y
unida en responder con un NO contundente, sin
admisión de excusas o situaciones atenuantes, al
gobierno que requiera su apoyo, no hay que temer a
las cintas de combates virtuales. Más bien,
comparta con sus hijos, por un rato, esta diversión,
como espectador o con su propio control. (Publicado
por el autor en Acento.com.do)
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