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DIANA LUCIA VILLEGAS
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Discernimiento pastoral en los matrimonios irregulares según
Amoris Laetitia: Lectura desde el punto de vista de la espiritualidad 1
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Introducción
Este artículo ofrece una mirada desde el punto de vista de la espiritualidad sobre el
discernimiento pastoral que se les debe ofrecer a las parejas en situaciones “irregulares,” o sea a
las parejas que conviven en uniones libres, las que han contraído solo matrimonio civil, y los
divorciados que sin anulación se han vuelto a casar. Esta es la propuesta central del capítulo 8 de
Amoris laetitia (AL). Acompañar a estas parejas en tal discernimiento consiste en asistirlas a
evaluar las opciones que tienen con respecto al matrimonio a la luz del ideal del Evangelio;
también consiste en ayudarlas a encontrar la manera de crecer hacia este ideal, y a encontrar
maneras de integrarse a la comunidad de la iglesia.
El discernimiento pastoral en AL se ha interpretado sobre todo desde el punto de vista de la
teología moral ya que esta es la disciplina teológica que trata sobre formación de consciencia y
discernimiento moral, así como de ética sexual y social, todos estos temas centrales de la teología
católica sobre el matrimonio y la familia. En este artículo se ofrece otra mirada o interpretación: la
de la espiritualidad, o sea que resalto la importancia de una relación con Dios ya sea para los
pastores como para las parejas. Como veremos más adelante, la tradición de la Iglesia enseña que
una relación consciente e intencional con Dios es esencial para poder escuchar su voz lo más
auténticamente posible. Se sigue que para acompañar pastoralmente a discernir, se necesita la
1 El original de este artículo fue publicado en Marriage, Families & Spirituality ("Matrimonio, familias y espiritualidad") vol.
23/2 (2017). Esta traducción del texto completo al español ha sido publicada con el permiso del editor.
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propia relación con Dios. Un enseñamiento fundamental del capítulo 8 propone que existe una
“pedagogía de la gracia” (297) que se puede discernir y con la cual son llamadas a cooperar las
parejas en relaciones irregulares. Tanto los pastores como las parejas que estos acompañan
necesitan una relación con Dios para este discernimiento.
La pastoral y doctrina de AL tiene como base fundamental la misericordia. En este artículo
planteo que la manera mas efectiva de comprender la misericordia con el corazón y no solo con la
mente es experimentando personal y conscientemente el amor incondicional de Dios; ese amor
que nos redime. En última instancia la grandeza y profundidad de la misericordia divina
planteada en los Evangelios está mas allá de la comprensión humana, de tal manera que para
encarnar la misericordia de Dios en el discernimiento pastoral la comprensión de esta tiene que
surgir de un conocimiento basado en la propia experiencia de la gracia y no solo en conocimiento
intelectual y conceptual. O sea que pastores y ayudantes laicos necesitan vivir una relación con
Dios para poder ofrecer la auténtica misericordia de Dios.
En lo que sigue, primero resalto la enseñanza de AL sobre la misericordia y su
expresión en una pastoral misericordiosa, pues este es el contexto más importante para el
discernimiento pastoral según AL. Sigue una discusión sobre la importancia de que los pastores
que ofrecen discernimiento a parejas en relaciones irregulares desarrollen su propia relación con
Dios: relación que debe ser consciente y sujeta a reflexión. Tal relación es esencial para formar a
las parejas para que estas elaboren su propio discernimiento. Por último, haré un esbozo de los
principios de teología moral que integrados a una pastoral enraizada en una relación con Dios
resultará en un discernimiento pastoral fiel a la llamada de AL. La lectura desde el punto de vista
de la espiritualidad se presenta como complemento de la lectura a partir de la teología moral, así
ofreciendo una vista más completa y más fiel del ideal pastoral recomendado por AL.
Misericordia
La misericordia es aspecto constituyente de AL, firmada precisamente en el Año Jubilar
dedicado a la mjisericordia,2 la cual, nos dice el Papa, es el corazón del Evangelio. “La Iglesia tiene
la misión de anunciar la misericordia de Dios, corazón palpitante del Evangelio, que por su medio
2 El Papa Francisco resalta que AL fue firmado durante el año Jubilar de la Misericordia, ver AL 5.
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debe alcanzar la mente y el corazón de toda persona. La Esposa de Cristo hace suyo el
comportamiento del Hijo de Dios que sale a encontrar a todos, sin excluir ninguno” (AL 309). La
misericordia es el amor incondicional de Dios que tiende la mano a todo ser humano; es amor que
sin considerar a nadie indigno ofrece la gracia de Dios a todo el que la necesita. Consciente de que
Jesús dejó las 99 ovejas para buscar a la que se había descarriado, la Iglesia debe llevar la
misericordia de Dios a todos (AL 309).
La misericordia es expresión de la paciencia de Dios, quien está dispuesto a caminar al paso
de los seres humanos heridos y pecadores que toman tiempo en comprender la verdad y así
poderse abrir a la gracia. Este paciente acompañamiento permite que el corazón se abra al
arrepentimiento y a la transformación. La paciencia de Dios es transformadora, pues al vivirla la
persona tiene espacio para comenzar a abrir el corazón al poder de la gracia.
El sentido [de la paciencia] se toma de la traducción griega del Antiguo Testamento, donde
dice que Dios es «lento a la ira » (Ex 34,6; Nm 14,18). . . . Los textos en los que Pablo usa
este término se deben leer con el trasfondo del Libro de la Sabiduría (cf. 11,23; 12,2.15-18);
al mismo tiempo que se alaba la moderación de Dios para dar espacio al arrepentimiento,
se insiste en su poder que se manifiesta cuando actúa con misericordia. La paciencia de
Dios es ejercicio de la misericordia con el pecador y manifiesta el verdadero poder. (AL 91)
La misericordia restaura la alianza entre Dios y la persona. Como en el caso de la
Samaritana y otros tocados por el amor comprensivo, paciente e incondicional de Jesús, la persona
tocada por este amor, que es la misericordia, es motivada a transformarse hacia el ideal del
evangelio. Como dice AL,
“el verdadero sentido de la misericordia . . . implica el restablecimiento de la Alianza (cf. Juan
Pablo II, Dives in misericordia, 4). Esto aparece claramente en los encuentros con la mujer
samaritana (cf. Jn 4,1-30) y con la adúltera (cf. Jn 8,1-11), en los que la percepción del pecado se
despierta de frente al amor gratuito de Jesús” (AL 64).
Al ofrecernos su misericordia Dios tiene en cuenta que la recepción de esta y el efecto de su
poder transformador toma tiempo. AL nos dice que Jesús acompañaba el camino de los que
tocaba con su amor pues comprendía que los efectos del su amor misericordioso tardarían en
enraizarse. Esta dinámica sobre el proceso de transformación a través de la recepción del amor
misericordioso de Dios es congruente con la perspectiva presentada en este artículo, o sea que se
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requiere tiempo para progresar por un camino espiritual para ofrecer y vivir el discernimiento
pastoral. Nos dice AL “Jesús
. . . miró a las mujeres y a los hombres con los que se encontró con amor y ternura, acompañando
sus pasos con verdad, paciencia y misericordia, al anunciar las exigencias del Reino de Dios” (AL
60). La misericordia es, entonces, oferta incondicional del amor de Dios, amor que redime y
transforma. A partir de este amor Dios nos busca con paciencia y espera a que respondamos. El
amor misericordioso de Dios no juzga por anticipado, más bien invita a que por nuestra cuenta
reconozcamos la verdad. Sin cansarse, Dios nos acompaña a lo largo del camino de
transformación, ofreciendo continuamente su sanación y amor compasivo, dispuesto a perdonar,
al mismo tiempo que nos instruye sobre su Reino. Así nos acompaña al mismo tiempo que nos
insta y exhorta a la transformación.
Acompañamiento Pastoral Misericordioso
Los pastores deben acoger a los que viven en las periferias de las enseñanzas de la Iglesia
con misericordia como la arriba resaltada; los que viven en estas periferias son la oveja perdida
por la cual el pastor dejó a las demás (Lc 15,4). Un acompañamiento pastoral pleno de
misericordia implica tener fe en que como dice Pablo, la gracia pueda hacer mucho más de lo que
imaginamos (Ef 3,20). Esta confianza que presta la fe permite acompañar a las parejas en un
camino de crecimiento en la relación con Dios con paciencia, sin prejuzgar; además dejando
espacio para que obre la gracia.
AL llama a los pastores a averiguar y sopesar con compasión cuales son los conflictos,
heridas y limitaciones que amarran a los fieles que viven situaciones irregulares, para poder
ofrecerles ayuda misericordiosa. Los pastores deben atender “a quienes participan en su vida [de
la Iglesia] de modo incompleto. . . La Iglesia debe acompañar con atención y cuidado a sus hijos
más frágiles, marcados por el amor herido y extraviado, dándoles de nuevo confianza y esperanza”
(AL 291). También hay que buscar con ayuda misericordiosa a todos los atrapados en “el nudo de
la tormenta humana” (308) y aun a los “que, en medio de una situación objetiva de pecado —que
no sea subjetivamente culpable o que no lo sea de modo pleno— [puedan] vivir en gracia de Dios,
[puedan] amar, y también [puedan] crecer en la vida de la gracia y la caridad, recibiendo para ello
la ayuda de la Iglesia” (AL 305). Para resumir, acoger a las parejas y familias con misericordia
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implica tender la mano a los que no están viviendo los ideales de la Iglesia, los que carecen de
evangelización, los que están alienados de algunos aspectos de las enseñanzas de la Iglesia, los que
quisieran formar parte de la comunidad eclesial pero se sienten excluidos por temor de ser
juzgados.
El acompañamiento pastoral misericordioso hacia los matrimonios irregulares no debe ser
legalista ni juzgar las circunstancias de las parejas sin evaluar el contexto de sus vidas. AL
recuerda que Jesús no abordaba a las personas juzgándolas de antemano. Un discernimiento
misericordioso crea “un marco y un clima que nos impide desarrollar una fría moral de escritorio
al hablar sobre los temas más delicados, y nos sitúa más bien en el contexto de un discernimiento
pastoral cargado de amor misericordioso, que siempre se inclina a comprender, a perdonar, a
acompañar, a esperar, y sobre todo a integrar” (AL 312)
Indicios de la Gracia en Situaciones Irregulares
Ofrecer acompañamiento pastoral misericordioso implica informarse con compasión y sin
prejuicios sobre el contexto único de cada persona; así se puede comprender que ha llevado a la
oveja a extraviarse; se puede discernir cual es “la divina pedagogía de la gracia” ya presente en la
vida de cada uno; y se puede ofrecer acompañamiento para “alcanzar la plenitud del designio que
Dios tiene para ellos” (AL 297). Por ejemplo, el pastor averigua, ¿A pesar de sus situaciones
irregulares, como están viviendo una vida ordenada y constructiva? Puede ser que la persona ya
camine por un sendero espiritual; puede ser que se considere espiritual pero no religioso, como
ocurre con muchos hoy día, y por consiguiente medite y siga prácticas para un saludable
crecimiento personal. AL especialmente recomienda reconocer y valorar “aquellos signos de amor
que de algún modo reflejan el amor de Dios” (AL 294). Cualquiera que sea la situación de las
parejas, el pastor está llamado a explorar de que manera la pareja está viviendo el amor como
Jesús nos llamó a amar; los pastores deben iniciar su acompañamiento explorando la manera
como la gracia ya está obrando en todo lo bueno que vive una determinada pareja. Por ejemplo,
una joven pareja que convive sin casarse puede estar dedicada al cuidado del padre o madre
enfermo de uno de ellos. Uno de los conyugues puede ser una dedicada enfermera; otro puede ser
profesor en un barrio con problemas sociales y puede estar dedicado a subsanar la situación de
sus alumnos. Los esposos pueden tener una relación de auténtico apoyo y amor de tal manera que
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ya estén viviendo de manera importante el llamado de Gaudium et spes a una relación de pareja
basada en el amor.3 De igual manera, los conyugues que estén casados sin haber obtenido una
anulación pueden vivir su vida atentos al bien el uno del otro y al bien de los que viven a su
alrededor. Todos los ejemplos anteriores resaltan relaciones que tienen en cuenta el bien del
otro, esencia del amor al cual nos llama Jesús. O sea que descubrir como obra este amor en la vida
de los conyugues es un aspecto esencial del discernimiento pastoral, pues a partir de la manera
como ya está obrando la gracia, se deben acompañar las parejas a caminar hacia el ideal de
contraer un matrimonio sacramental. Este proceso es, pues, un aspecto clave del discernimiento
pastoral.
En situaciones en que ha habido un matrimonio sin anulación después de un divorcio, no
solo es importante el discernimiento sobre el bien y el amor que ya opera en la vida de la persona,
sino que se necesita evaluar el nuevo matrimonio. ¿Es el nuevo matrimonio uno que lleva muchos
años, donde hay hijos y donde la familia vive una vida constructiva? Un o los dos conyugues
pueden estar ya involucrados en actividades de la comunidad parroquial. El pastor se debe
preguntar ¿La pareja que aconseja desea formar parte de la comunidad parroquial? ¿Es la pareja
una que lleva una vida constructiva y ordenada pero está alienada de la Iglesia por falta de
evangelización o por nociones erróneas sobre la Iglesia? ¿O es la pareja una en que se juntaron
después de un divorcio acelerado, o una situación en que uno de los conyugues dejó a su antigua
pareja por un nuevo enamoramiento sin haber trabajado su primer matrimonio? O, ¿La pareja
busca obtener la bendición de la Iglesia por convenciones sociales y no demuestra ningún interés
en un proceso de aprendizaje y transformación?4 Aun en los matrimonios que aparecen más
alejados del ideal del Evangelio, los pastores están llamados a discernir donde está ya presente la
gracia. Nos dice AL que es esencial: “Entrar en diálogo pastoral con ellas [las parejas] a fin de
poner de relieve los elementos de su vida que puedan llevar a una mayor apertura al Evangelio del
matrimonio en su plenitud” (AL 293).
Integrar a las familias a la vida de la gracia y a la comunidad parroquial es también un
aspecto importante del acompañamiento a los que viven en situaciones irregulares (AL 299, 312).
Así que fuera de discernir como está ya obrando la gracia en estas personas, el pastor también
3 Gaudium et spes, 47-50.
4 Ver AL 298, 300, 293, 305 sobre la evaluación de casos matrimoniales particulares.
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debe discernir cuales serían las maneras más prácticas de integrar a estos fieles a la comunidad
eclesial. Por ejemplo, ¿podrían participar en grupos de oración, grupos de reflexión sobre la
Biblia, charlas sobre crecimiento espiritual o sobre evangelización? ¿Podrían beneficiarse de unas
reuniones con otra pareja que ya haya pasado de situación irregular a participar en el sacramento
del matrimonio? ¿O podría la pareja aprovechar un retiro o día de oración? ¿O podrían los
conyugues formar parte de algún programa de asistencia a los más necesitados?
Para resumir, deben ser acogidas a un discernimiento pastoral todas las parejas sin reparar
en qué punto del camino se encuentren con respecto a su integración a la doctrina de la iglesia.
Como ya se dijo, esto incluye los marcados por un “amor herido y extraviado” (AL 291) o los que
están atrapados en “el nudo de la tormenta humana” (AL 308). Desde luego también incluye
familias estables y evangelizadas que se han marginado por haberse vuelto a casar sin obtener una
anulación. Esta llamada incluyente a ofrecer misericordia implica que “el discernimiento debe
ayudar a encontrar los posibles caminos de respuesta a Dios y de crecimiento en medio de los
límites” (AL 305). Tal discernimiento es un reto personal para el pastor pues requiere que tenga
su propia relación con Dios. Ya hemos dicho que es por medio de tal relación que el corazón
aprende a reconocer la presencia de la gracia. En lo que sigue desarrollo la propuesta de este
artículo: para ofrecer iscernimiento pastoral misericordioso los pastores necesitan involucrarse
en su propio camino espiritual vivido intencional y conscientemente.
Aprender sobre la Misericordia
Para poder ofrecer la compasión y paciencia que supone la misericordia, el pastor tiene que
haber vivido en carne propia esta oferta de Jesús. Muchos autores sobre la vida espiritual han
recalcado que se internaliza el amor de Dios a través de un camino espiritual y la misericordia es
una cualidad esencial y central de este amor. El Papa Francisco ha contado en repetidas ocasiones
que fue la experiencia de la misericordia de Dios lo que empezó una transformación que culminó
en su vocación. Es con el corazón que se aprende como la misericordia invita a la transformación
mientras espera con paciencia; este aprendizaje es fruto de recibir repetidamente la ayuda
inmerecida de la gracia. Se internaliza la misericordia y cuanto es incondicional y gratis a medida
que se vive hasta donde quedaría uno estancado en ciertas circunstancias de la vida si estas se
vivieran sin la ayuda de Dios y su gracia. Por ejemplo, uno puede haber intentado cambiar sin
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éxito cierto comportamiento, ciertas costumbres o ciertos aspectos de a una relación; uno puede
haber buscado perdonar serias ofensas o heridas sin poderlo lograr; uno puede haber
vislumbrado el camino a seguir sin haber sido capaz de hacerlo. Pasar por estas experiencias
resulta en aprendizaje sobre la misericordia cuando se experimenta que se viven de otra manera
al recibir la paciente gracia de Dios que potencia otra manera de obrar. Por mi propio camino
espiritual y el de las personas que he acompañado, he constatado que experiencias como las
siguientes constituyen la mejor manera de aprender a percibir y tratar a los demás con
compasión: el vivir como Dios continúa a sostenernos con su amor aun cuando fallamos y el sentir
cuanto nos ama Dios a pesar de nuestras fallas e infidelidades para vivir según nuestros mejores
valores y deseos. Son estas las vivencias que llevan a poder vivir desde lo profundo de nuestro ser
la misericordia recomendada en AL. “Así entonces, estamos llamados a vivir de misericordia,
porque a nosotros en primer lugar se nos ha aplicado misericordia” (AL 310).
La transformación requerida para poder vivir la misericordia es fruto del encuentro con
Dios, y a esto alude la sabiduría expresada por muchos maestros de la vida espiritual. Por
ejemplo, Catalina de Siena, doctora de la Iglesia, hace énfasis en que Dios tiene un infinito deseo de
otorgar su misericordia y está siempre en espera de que abramos nuestros corazones a reconocer
este deseo y así sentir esa misericordia.5 La recepción de esta misericordia y la transformación
para ser capaces de vivirla implica peregrinar a lo largo de un camino espiritual dedicado
conscientemente a conocer a Dios y a conocernos a nosotros mismos a la luz de la mirada de Dios;
este caminar requiere tiempo. El conocimiento de sí mismo según Catalina requiere sobre todo
llegar a reconocer hasta donde nuestras motivaciones son egoístas y hasta donde tales
motivaciones forman la raíz de todo desorden y pecado. En esta clave, conocer a Dios implica
vivir su amor misericordioso como gracia que nos permite salir de nuestras motivaciones y puntos
5 Catalina se dirige a Dios diciendo: “¡Oh Misericordia eterna!” Y agrega: “en tu Misericordia fuimos creados. . . Tu
misericordia da vida, da luz para conocer tu clemencia para con toda criatura: con los justos y con los pecadores. Si fijo mi mirada en la tierra, la veo rebosar de tu misericordia. En las tinieblas del infierno brilla tu misericordia al no imponer a los condenados tantas penas como merecen. Con tu misericordia mitigas la justicia; por ella nos has purificado en la sangre; por misericordia quisiste trato con las criaturas. . . . Donde quiera que intente fijar mi pensamiento no encuentro más que misericordia.” No. 30 en Catalina de Siena, Obras de Santa Catalina de Siena: El Diálogo, Oraciones y Soliloquios. Traductor José Salvador y Conde. Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos (BAC), 2011. Estas palabras de Catalina están basadas en su profunda experiencia de Dios y reflejan solo un pequeño ejemplo de sus extensas reflexiones sobre la misericordia de Dios.
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de vista egoístas. Una de las recomendaciones más importantes que Catalina hace a sus
seguidores es que pasen tiempo en su celda interior. La celda es una imagen que se refiere al
estado de conciencia que resulta cuando enfocamos nuestra atención en la experiencia interior
donde percibimos la presencia de Dios, su palabra y su acción en nuestras vidas. Observando así
las mociones de nuestro corazón aprendemos a reconocer la acción del Espíritu.
A medida que creamos espacio y tiempo para ponerle atención a nuestra experiencia
interior vamos aprendiendo cuánto necesitamos a Dios y al mismo tiempo cuanto desea Dios
impartirnos su amor para transformarnos.6 Por ejemplo podemos reconocer cuando el Espíritu
nos ilumina sobre los aspectos de nuestro modo de ser que preferiríamos no ver; cuando
empezamos a cambiar podemos reconocer que es Dios quien nos transforma. Esta dinámica
espiritual, vivida conscientemente, nos permite crecer en capacidad de amar, o sea de poder
actuar con atención al bien del prójimo y al bien común.
Entonces, para el tema de este artículo, lo más importante de la enseñanza de Catalina es
que ella resalta y repite en toda su obra que la capacidad de actuar con misericordia por el bien de
los demás es fruto de la transformación que se obra en nosotros a medida que conocemos más y
más nuestra necesidad de la gracia y experimentamos la obra del amor de Dios en nosotros. Para
poder vivir todo esto se necesita crear espacios de silencio y atención a nuestra experiencia
interior. O sea que la enseñanza de Catalina afirma lo que sostengo en este artículo: para aprender
a vivir la misericordia de tal manera que seamos capaces de tratar a otros con la misericordia de
Jesús, se requiere dedicación a un camino espiritual vivido conscientemente. La capacidad de vivir
la misericordia no se puede obtener simplemente por medio de información sobre este ideal.
Aprender a Discernir
En el contexto de la vida espiritual, el discernimiento se refiere al proceso de reconocer la
presencia y la palabra de Dios en los acontecimientos de nuestras vidas y al proceso de reconocer
las mociones del Espíritu en nuestro interior para así poder encontrar la voluntad de Dios. El
6 Catalina ofrece esta sabiduría en múltiples pasajes de su obra y sus cartas (más de 373). He resumido esta enseñanza en
los siguientes artículos en inglés: Diana L. Villegas: “Catherine of Siena’s Wisdom on Discernment and her Reception of Scripture,” Acta Theologica 32/2S (2013), 209-211; y “Continuous Prayer in Catherine of Siena,” HTS Teologiese Studies/Theological Studies 73/3 (2017), a4611, https://doi.org/ 10.4102/hts.v73i3.4611.
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discernimiento, entonces, requiere una relación activa y consciente con Dios, pues es
reflexionando sobre la propia experiencia que se aprende a reconocer las mociones del Espíritu y
la obra de Dios en la propia vida. Como ya hemos dicho, la capacidad de escuchar a Dios requiere
haber seguido un camino espiritual para obtener la transformación necesaria. Maestros clásicos
de la vida espiritual que han enseñado sobre el discernimiento explican de diferentes maneras la
relación entre el discernimiento y un camino espiritual. En sus conocidos Ejercicios Espirituales
[EE] Ignacio de Loyola, gran maestro del discernimiento, propone guiar al ejercitante en un
proceso que le permita conocer a Jesús como lo hicieron sus discípulos en los Evangelios;
conociendo a Jesús la persona desarrollaría el deseo de seguir e imitar a Jesús. Este deseo, fruto de
un peregrinaje interior, resultaría en poder desear más y más lo que desea el maestro y este
creciente deseo lleva a la gracia de la indiferencia - forma de desprendimiento - de los propios
puntos de vista y la propia voluntad. Así, mientras más crezca el ejercitante en desprendimiento
de sus propios puntos de vista, ideas, planes y deseos, más será capaz de auténticamente
reconocer la voz y voluntad de Dios. Este es el principio clave del discernimiento ignaciano. 7
El desarrollo de un desprendimiento que dure mas allá de unos días de ejercicios requiere
compromiso a una vida espiritual. Ignacio enseña que fuera del periodo de ejercicios hay que
continuamente intentar escuchar a Jesús y discernir las mociones diarias del Espíritu para
efectivamente mantener una actitud de desprendimiento-indiferencia y así vivir una vida dedicada
a seguir la voluntad de Dios.
La enseñanza de Ignacio sobre la conversión necesaria para el discernimiento tiene
relevancia directa para el discernimiento pastoral al cual llama AL. Mientras el pastor más capaz
sea de vivir el desprendimiento del cual habla Ignacio, más capaz será de escuchar a las parejas a
partir de ese desprendimiento. Escuchar con desprendimiento permite apreciar la historia
particular de cada pareja sin juzgarla a priori; además hace posible seguir la inspiración del
Espíritu para que el acompañamiento refleje la perspectiva y voluntad de Dios. Mientras el pastor
7 La enseñanza fundamental de Ignacio sobre la indiferencia (léase desprendimiento) está resumida en el Principio y
Fundamento de los Ejercicios Espirituales: “Es menester hacernos indiferentes a todas las cosas criadas, en todo lo que es concedido a la libertad de nuestro libre albedrío y no está prohibido; en tal manera que no queramos de nuestra parte más salud que enfermedad, riqueza que pobreza, honor que deshonor, vida larga que corta, y por consiguiente en todo lo demás solamente deseando y eligiendo lo que más nos conduce para el fin que somos criados.” [EE 23]
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más sea como Jesús por cuenta de los Ejercicios Espirituales, más efectivamente ofrecerá
misericordia.
La sabiduría de Catalina de Siena sobre el discernimiento tiene un énfasis diferente al de
Ignacio, pero los dos coinciden en que el discernimiento auténtico requiere un camino de
conversión. Catalina enseña que la capacidad de comprender la realidad y de actuar de tal manera
que uno coincida con la voluntad de Dios varía según el nivel de conversión que tenga la persona
con respecto al conocimiento de sí misma y de Dios (ver arriba la descripción de esta dinámica de
conversión según Catalina). O sea que mientras la persona más haya progresado en la conversión
del egoísmo a la capacidad de ver el bien del otro y de actuar según esta percepción, sus deseos y
percepciones van a coincidir más con la voluntad de Dios.8 Así, el pastor que viva esta conversión
en su propia vida podrá reconocer más auténticamente la acción del Espíritu en las parejas y
familias que acompañe.
Acompañamiento Espiritual
Hemos considerado la importancia del camino espiritual para poder comprender y vivir la
misericordia y para poder discernir lo más auténticamente posible. Por esto propongo que los que
ofrecen acompañamiento pastoral a parejas en situaciones irregulares deberían a su vez recibir
acompañamiento espiritual para profundizar la concientización de su propia experiencia.
Además, deberían recibir entrenamiento en este antiguo ministerio de la Iglesia, también para
profundizar la concientización de su propio camino espiritual, pero más aún para ejercitarse en
una de las tareas clave del acompañamiento espiritual: el escuchar atentamente la experiencia de
cada persona para ayudarla a percibir la presencia de Dios en sus vidas. Tal atención a la realidad
particular de cada persona y pareja es un llamamiento central de AL que resalta la importancia
para el discernimiento verdaderamente pastoral de explorar y comprender el contexto cultural y
la particularidad de cada historia de vida.
Según AL, cada persona y pareja está llamada a eventualmente tomar decisiones con
respecto a su integración a las enseñanzas del Evangelio y la Iglesia. O sea que las parejas
también necesitan aprender la sabiduría de la Iglesia sobre el discernimiento. Así, mientras el
8 Profundizo esta enseñanza en Diana L. Villegas: “Discernment in Catherine of Siena”, Theological Studies 58 (1997), 19-38;
y “Catherine of Siena’s Wisdom and her Reception of Scripture” (ver nota 4).
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pastor más formación tenga en acompañamiento espiritual, mejor podrá formar a las parejas que
acompañe.
Formación de Consciencia y Discernimiento Moral
Al principio de este artículo indiqué que una interpretación del capítulo 8 desde el punto de
vista de la espiritualidad es complementario a una lectura del mismo desde el punto de vista de la
teología moral. Algunas de las dinámicas del camino espiritual arriba descritas, cuando se
integran a conceptos de la teología moral resultan en mejor acompañamiento pastoral según AL.
Un teólogo moral importante resalta que AL llama a cambiar el enfoque de la moral: de
simplemente reconocer y nombrar la verdad moral (lo cual siempre es el primer paso) a discernir
sobre la aplicación de esta verdad moral para la situación particular de cada uno. La práctica del
discernimiento moral consiste en adquirir “la costumbre de consultar la consciencia. . . La teología
moral tiene un nuevo reto: acompañar las personas a que formen sus consciencias.”9 Pues la
formación de consciencia es necesaria para poder practicar el discernimiento moral. Por ejemplo,
si se quiere discernir sobre cómo actuar con respecto a los desplazados, se necesitaría
evangelización sobre la caridad hacia el prójimo proclamada en los Evangelios, así como
formación sobre la enseñanza de la Iglesia con respecto a la justicia social. En el caso del
matrimonio, las parejas en situaciones irregulares que caminen hacia seguir los ideales del
Evangelio y de la Iglesia, y que estén tratando de decidir cómo podrían involucrarse en algún
aspecto de la vida espiritual y sacramental, necesitarían formación sobre la doctrina de la Iglesia
con respecto a los sacramentos, especialmente el del matrimonio, sobre discernimiento moral y
sobre las opciones que tienen de participación en la vida parroquial.
Parte del acompañamiento pastoral recomendado por AL consiste en formar la consciencia
de las parejas en situaciones irregulares, enfocando esta formación según la realidad de que cada
pareja. Dice AL: “estamos llamados a formar las conciencias, pero no a pretender sustituirlas” (AL
37). “Ciertamente, que hay que alentar la maduración de una conciencia iluminada, formada y
acompañada por el discernimiento responsable y serio del pastor, y proponer una confianza cada
vez mayor en la gracia” (AL 303).
9 J. Keenan: “Reading Amoris Laetitia in the New Light of Easter”, in: CRUX (2017),
https://cruxnow.com/vatican/2017/04/21/reading-amoris-laetitia-new-light-easter/.
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El discernimiento moral consiste pues en tomar decisiones morales después de consultar la
propia conciencia bien formada. Tal discernimiento no debería limitarse a un ejercicio intelectual
que consista en aprender ciertos principios, reflexionar sobre ellos y luego aplicarlos. Aquí resalto
que si la persona sigue un camino espiritual como ya se ha descrito, la formación de consciencia va
a dar más fruto en un auténtico discernimiento moral. Como vimos, el compromiso de seguir a
Jesús viviendo un camino espiritual disciplinado, resulta en transformación que daría fruto en una
creciente apertura a conocer los valores evangélicos y a integrarlos en la propia vida. Es decir, un
creciente deseo de imitar a Jesús y de encontrar y seguir su voluntad resultaría en mayor apertura
y motivación a integrar valores que puedan ser contrarios a lo que sin transformación parezca
aceptable o aún inevitable. Por ejemplo, una pareja puede considerar aceptable convivir sin
casarse y puede no ver razón de cambiar esta realidad a pesar de ir a misa los domingos. O, una
pareja donde haya divorcio sin anulación puede pensar que su separación de la Iglesia es
inevitable. Para personas come estas el seguir un camino espiritual que lleve a la transformación
podría resultar en un cambio de perspectiva.
Un auténtico camino espiritual también hace posible el poder escuchar la voz del Espíritu
con más y más claridad lo cual permite un discernimiento moral más congruente con los valores
evangélicos. AL se refiere a esta transformación recordando que: “En la medida en que los
esposos traten de escuchar más en su conciencia a Dios y sus mandamientos (cf. Rm 2,15), y se
hagan acompañar espiritualmente, tanto más su decisión será íntimamente libre de un arbitrio
subjetivo y del acomodamiento a los modos de comportarse en su ambiente” (AL 222).
Transformación de los pastores y formación moral
Los pastores que personalmente hayan experimentado transformación fruto de una
consciente relación con Jesús y que hayan por consiguiente vivido un proceso propio de
discernimiento, tendrán más capacidad de reconocer la importancia de guiar a las parejas a
desarrollar una relación con Dios y a enseñarles a escuchar las mociones del Espíritu, así creando
terreno fértil en el cual sembrar la semilla de la formación de consciencia. Cuando el pastor ha
recibido la misericordia paciente de Jesús adquiere la paciencia necesaria para acompañar a las
parejas por un proceso, que puede ser largo, de progresiva apertura a la formación auténtica e
internalizada de consciencia; o sea, tal pastor puede formar conciencia con misericordia. Estos
pastores también saben por propia experiencia que simplemente ofrecer información sobre
doctrina y valores evangélicos no es suficiente para formar consciencias.
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Aspectos Controvertidos Sobre el Discernimiento en el Capítulo 8
No se puede tratar sobre el discernimiento en el capítulo 8 sin notar que ha habido
interpretaciones conflictivas sobre cuales pueden o deben ser temas de legítimo discernimiento
desde el punto de vista de la doctrina católica. Por ejemplo, ¿Puede una pareja en consciencia
practicar control artificial de la natalidad? ¿Hay circunstancias en que alguien divorciado y
casado sin anulación puede recibir la comunión? Ya se han publicado varias obras en diferentes
idiomas dirigidas a la interpretación de AL y su aplicación pastoral. Todas estas publicaciones
tratan desde el punto de vista de la teología moral de cuáles son los temas sobre los que se puede
discernir permaneciendo fieles a la doctrina de la Iglesia. Por ejemplo, dos obras en inglés ofrecen
interpretaciones diferentes;10 y la Conferencia Episcopal Argentina ha ofrecido una interpretación
apoyada por el Papa Francisco.11 Estas diferencias de interpretación indican que los pastores que
ofrezcan acompañamiento a parejas en situaciones irregulares necesitarán formación sobre este
tema y deberán consultar sus respectivas conferencias episcopales. AL indica que “los
presbíteros tienen la tarea de acompañar a las personas interesadas en el camino del
discernimiento de acuerdo con la enseñanza de la Iglesia y las orientaciones del Obispo. . . este
discernimiento no podrá jamás prescindir de las exigencias de verdad y de caridad del Evangelio
propuesto por la Iglesia” (AL 300, refiriéndose a la Relatio finalis del Sínodo 2015)12
Conclusión
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Cito estudios en inglés pues este artículo fue preparado en este idioma. Ver el capítulo 8 en, J. Hanlon-Rubio: Reading, Praying, Living Pope Francis’ the Joy of Love: Faith Formation Guide, Collegeville: Liturgical Press, 2017; y el capítulo 3 en, “Discerning: A Path in the Light of Truth” in: J. Granados/S. Kampowski/J. Pérez-Soba: Accompanying, Discerning, Integrating: A Handbook for the Pastoral Care of the Family according to Amoris Laetitia, Steubenville, OH: Emmaus Road Publishing, 2017 (publicado originalmente en italiano). Estas dos obras reflejan diferentes interpretaciones de AL. Hanlon-Rubio es teóloga casada, residente en EEUU, mientras los otros autores son profesores en el Instituto Pontificio Juan Pablo II para Estudios sobre el Matrimonio y la Familia, Roma. 11
La carta de los Obispos Argentinos del 5 de septiembre de 2016 se encuentra en: http://www.infocatolica.com/?t=ic&cod=27336, y la respuesta del Papa Francisco del 6 de septiembre de 2016 se encuentra en: http://www.infocatolica.com/?t=ic&cod=27337. Consultados 17.09.2017. 12
XIV Asamblea General Ordinaria, La vocación y la misión de la familia en la Iglesia y en el mundo contemporáneo, Relación Final del Sínodo de los Obispos al Santo Padre Francisco, Ciudad del Vaticano, 24 de octubre de 2015 (Relatio Finalis).
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El ministerio a parejas en relaciones irregulares es delicado pero fundamental para la
Iglesia de hoy. La vida en familia y las relaciones de pareja son contextos centrales en la vida de la
mayor parte de los fieles. Así que la manera como la Iglesia les sale al encuentro en estos aspectos
de sus vidas afecta mucho su apertura a una relación con Jesús y a formar parte de la comunicad
eclesial. Por consiguiente, la manera como el presbítero o representante de la Iglesia trata a las
parejas tiene vastas ramificaciones. El Papa Francisco no se cansa de pregonarle al mundo lo que
el mismo demuestra y es que la comprensión y aceptación compasiva sin juicios a priori es lo que
atrae a la gente a Jesús y a su Iglesia. En este artículo propongo que el pastor que ofrece
discernimiento pastoral a las parejas y familias en situaciones irregulares debe por encima de todo
poseer estas cualidades. Para desarrollarlas y crecer en capacidad de ofrecerlas, propongo que es
central tener una relación con Dios. Mientras el pastor más haya vivido la misericordia
incondicional de Dios, y más haya reflexionado sobre esta realidad en su propia vida, más podrá
ser capaz de abordar a las personas en situaciones irregulares con la compasión, comprensión y
aceptación a las cuales llama AL. Hemos visto que formación por medio de estudios no basta para
desarrollar estas cualidades; no es suficiente comprender intelectualmente que es la compasión o
la misericordia. Es necesario haberlas experimentado a través de la relación con Jesús.
Además, los pastores deben tener un conocimiento basado en la experiencia de las
realidades culturales y sicológicas de la vida cotidiana de las familias que frecuentemente puede
estar llena de contradicciones y conflictos que no se pueden resolver con fórmulas teóricas. Como
nos ha dicho múltiples veces el Papa, aplicar moralidad y doctrina sin estar empapado del “olor a
oveja” poco resulta en una acogida pastoral compasiva.
Conocer bien la sabiduría de la Iglesia sobre el discernimiento es también clave para el
delicado ministerio a las parejas y familias. Sobre todo se necesita poder discernir la manera
como las personas y parejas están ya respondiendo a la gracia y viviendo los valores evangélicos
de amor y justicia. AL subraya lo esencial que es este discernimiento para acompañar a los que
están en situaciones irregulares o a los que se sienten en las periferias de la iglesia. La sabiduría
de la Iglesia sobre el discernimiento enseña que el nivel de transformación de la persona
determina la autenticidad con la cual es capaz de escuchar al Espíritu y de actuar según esta
palabra interior. Esto indica que el pastor necesita su propia vida espiritual y camino de
transformación. La preparación necesaria para acompañar el discernimiento de personas en
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situaciones irregulares requiere no solo esta experiencia personal, sino también formación sobre
el acompañamiento espiritual y el discernimiento moral.
Teniendo en cuenta las reflexiones de este artículo ¿Cómo entonces implementar en la
Iglesia el discernimiento pastoral recomendado por AL? Propongo que las diócesis pueden
ofrecer oportunidades de formación que incluyan lo siguiente: elementos básicos del campo de la
sicología sobre como escuchar sin opinar ni juzgar; talleres para concientizar a los pastores sobre
su camino espiritual, con énfasis en la propia experiencia de la misericordia; talleres dictados por
acompañadores espirituales experimentados y bien formados que ofrezcan entrenamiento
práctico sobre como discernir la presencia de la gracia y la práctica del amor evangélico en las
parejas, no obstante aspectos irregulares o exteriores de sus vida; talleres de expertos sobre la
familia resaltando las dinámicas reales que viven las parejas y familias y los factores culturales
que en esa diócesis afectan estas. Además, cada pastor que vaya a ofrecer acompañamiento
espiritual a parejas en situaciones irregulares debería recibir unos días de renovada formación
enfocada en los principios de discernimiento moral presentados en AL (como la ley de la
gradualidad, cf. AL 295).
Estas oportunidades de formación podrían ser de mayor o menor complejidad y duración.
Por ejemplo, se podría ofrecer una serie de talleres de dos días en un período de dos meses.
O se podría dictar cursos de seis meses o un año a los cuales se asistiría un día entero por semana.
Los que hayan completado una serie de estos cursos más largos y de más profundidad podrían ser
considerados los líderes de esta pastoral matrimonial para la diócesis. Esto siempre y cuando
sean personas que tengan trayectoria de probada relación con Jesús y de acompañamiento
espiritual personal. Además, estás personas tendrían que tener ya experiencia pastoral en el
acompañamiento de parejas y familias.
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Diana Lucia Villegas, Ph.D. cursó estudios en el Instituto de Espiritualidad de la Universidad Gregoriana de
Roma y obtuvo un doctorado en teología espiritual de la Universidad de Fordham, Nueva York. Se ha
especializado en el discernimiento, tema de su tesis doctoral, y en la espiritualidad de Catalina de Siena,
sobre cuya obra ha publicado varios artículos en inglés. Publicó un libro sobre la relación entre
espiritualidad y teología y estudia el tema de la relación entre la espiritualidad y la religión. Fue formada
por los Jesuitas en Roma en el acompañamiento de los Ejercicios Espirituales de Ignacio de Loyola y ha