CRITICA DE LIBROS
F e l i p e G u z m á n P o m a de A y a l a (W aman Puma) El Pri
mer Nueva Coránica, y Buen Gobierno. Edición crí
tica de John V. Murra y Rolena Adorno. Traduc
ción y análisis textual del quechua por Jorge L.
Urioste. Tres Tomos. México, D.F.: Siglo XXI
Editores. 1980, 1175 pp.
A la publicación de Dioses y Hombres de Huarochi- n (1966) se une la reciente publicación de la Nueva Coránica de W aman Puma de Ayala. Con estas obras se han puesto a disposición del público dos fuentes básicas para el estudio del mundo andino. La primera es la obra quechua más importante de cuantas existen, donde se “ofrece un cuadro completo y coherente de la mitología, de los ritos y de la sociedad en una provincia del Perú antiguo” (Arguedas 1966: 9).
La segunda es El Primer Nueva Coránica y Buen Gobierno compuesta por don Felipe W aman Puma de Aya- la —“etnógrafo del mundo andino” como gusta llamarlo John M urra— entre 1583 y 1615. Obra compleja y ambiciosa donde el autor recoge la tradición oral, recopila información de su tiempo, describe y analiza el mundo en que vive, narra sus propias experiencias y sugiere al Rey de España (Felipe II) una serie de propuestas para reor- denar el mundo. La obra está escrita en español, quechua, quechua criollizado y aymara. El texto presenta diversas formas literarias aparte de la descripción y narración. Según Urioste se podrían dividir en oraciones, canciones, sermones y quechua eclesiástico, discursos imitativos y maldiciones. Los textos están acompañados de 400 ilustraciones de valor tanto artístico como documental.
La presente edición se publica con un aparato crítico importante: una introducción etnohistórica de John V. Murra, un análisis de las enmiendas hechas al texto original por el autor realizado por Rolena Adorno y un estudio analítico del quechua por Jorge L. Urioste, quien también ha hecho la traducción y refonologización del texto quechua. Las notas aclaratorias sirven varios propósitos: ver la obra desde una perspectiva etnohistórica, relacionar la información ofrecida con estudios modernos, verificar o poner en duda las aseveraciones del autor y revelar la continuidad entre las instituciones andinas descritas y las que funcionan en la actualidad. Finalmente, la edición ofrece un glosario índice del quechua de Wa- man Poma, un índice cronológico de onomásticos, toponímicos y grupos étnicos, índice etnológico, índice general y una bibliografía de fuentes citadas.
La obra de W aman Puma ha sido —desde su descubrimiento en la Biblioteca Real de Dinamarca en 1908— un centro de interés multidisciplinar: antropólogos, etno- historiadores, lingüistas, teólogos, historiadores han encontrado en la Nueva Coránica una fuente perenne de información y un material que invita continuamente a la reflexión y la asociación.
La obra contiene tres partes que corresponden a cada uno de los tomos de la presente edición. La primera se refiere a la época incaica, la segunda a la conquista y al gobierno implantado por los españoles y la tercera a consideraciones generales y al famoso capítulo “de la pregun- ta” donde el autor, imposibilitado de ir a España a presentar personalmente su obra al Rey, se imagina la entrevista entre ambos y responde a las preguntas que supuestamente le haría aquél.
La perspectiva en que se sitúa el autor para informar sobre el antiguo imperio incaico y la sociedad convulsionada que le toca vivir responde tanto a su posición de clase como a su origen étnico. Se presenta como des-
cendiente directo de los incas, nieto de Tupac YupanquI e hijo de Martín de Ayala, segunda persona del inca y que por lo tanto pertenece al sector privilegiado y dirigente de la sociedad nativa (Adorno informa que W aman Puma al corregir su obra “elevó su categoría social” (XL). Su origen étnico incaico por parte de madre y miembro de un señorío local por parte de su padre le permite tener una doble óptica, la del poder central y la del local. “Waman Puma es el que más ha insistido en la necesidad analítica de separar y no confundir el poder cuzqueño con el de los señores locales” (M urra, XVI). Finalmente asume el papel de indio pobre y humilde para convertirse en portavoz de quienes no pueden hacerse escuchar (Adorno, XL).
Su punto de vista clasista lo lleva a plantear un modelo de sociedad como la incaica donde no se concibe la movilidad social. Su inquietud por un modelo social surge ante la evidencia del completo desorden social que ha significado la conquista, donde se observa que las indias se casan con españoles y que cualquier mitayo (indio que presta servicio) puede convertirse en curaca (cacique). La obra de W aman Puma juega siempre entre lo que teóricamente debería ser la sociedad y lo que se encuentra en la realidad. Desfase que formula en términos de que “el mundo está al revés”.
El autor deja entrever que no le preocupa para nada el hecho de que el inca sea ahora el Rey. Así es la historia, así se hicieron los incas, ellos conquistaron a otros pueblos y los sometieron; sin embargo, la conquista de los' incas no implicaba la destrucción ni el trastocamien- to del orden social. La conquista implicaba sometimiento, lealtad y tributo y los indios pueden ofrecerle eso al Rey. El problema es que en el caso de la conquista española el sometimiento se ha convertido en destrucción. La lealtad es imposible dado que no hay una estructura jerárquica definida y el tributo se ha convertido en ex
plotación a tal graclo que puede llegar a exterminar la íuente de la riqueza: la mano de obra indígena. Para el autor la conquista se ha convertido en un cataclismo Qpachacuti) y la única posibilidad que queda para salvar la situación es el cumplimiento de las ordenanzas, mismas que han sido olvidadas apenas los españoles se hacen a la mar para emprender su viaje a las Indias.
A Waman Puma lo persigue la obsesión de informar al Rey acerca de todas las desgracias que les suceden a los indios. Esta lo lleva a abandonar su casa v✓sus propiedades para peregrinar por todo el virreinato buscando información y conociendo personalmente lo que sucede. Su deseo de informar al Rey va acompañado por una creencia casi ciega en que éste una vez informado procederá con justicia. Sin embargo, la duda está presente pero se formula como chantaje: si el Rey procede con justicia los indios descubrirán las minas ocultas y esto resultará en beneficio de la Corona. Así el autor no ofrece lealtad o algo abstracto, sabe lo que le interesa al Rey y es lo que ofrece.
En la primera parte de la Nueva Coránica el autor presenta y analiza la información que tiene acerca del imperio incaico. La narración se inicia con la creación del mundo, presentada en términos cristianos. Prosigue con la descripción de su propio origen donde le interesa destacar tanto su origen inca como su parentesco ritual con los españoles. En cuanto al segundo aspecto, el autor señala el origen de su apellido español: su padre tomó el apellido de Ayala porque le salvó la vida al capitán Luis de Avalos de Ayala. Su padrastro principal fue don Martínez de Ayala, santo sacerdote, quien “le enseñó a sus hermanos y al autor de este dicho libro, por donde se vino a escribirse la dicha primer coránica” (p. 15). Pero además el autor sugiere que fue por mandato divino “como Dios ordenó la dicha historia primera coránica” (p. 14). Con esta carta de presentación, se siente justificado para emprender su tarea.
Luego el autor pasa a explicar el origen del hombre en términos cristianos pero con matices propios: en la representación donde aparecen cultivando Adán y Eva, éste lo hace con Chaquitaclla, instrumento andino de labranza. En la representación del Arca de Noé aparece la llama. W aman Puma trata s'empre de vincular los dos mundos. Es posible pensar que su sincretismo resulte de un interés profundo por vincular dos tradiciones; de hecho prefigura lo que después será la religiosidad popular del mundo andino.
La historia de las Indias empieza con una representación gráfica del Cuzco y la Castilla, el primero arriba y la segunda abajo, aplicando la concepción andina del espacio dual. Cuatro edades preceden a la aparición del primer Inca: Manco Capac. La historia de los doce Incas aparece cortada por dos teogonias importantes: la del nacimiento de Cristo en Belén que coincide con el reinado de Cinchi Roca (p. 91) y la aparición del apóstol Bartolo en el pueblo de Cacha quien dejó como señal la cruz de Carabuco. Importante inciso dado que así Waman Puma justifica el cristianismo de los indios y desbarata el argumento oficial de la conquista: la cristianización. De esta manera el sincretismo no só o se da a nivel mítico sino que se incorpora a la historia andina. La descripción de cada inca comprende la explicación de sus símbolos, una descripción física y moral, una narración somera de sus obras, conquistas principales y descendencia. Prosigue con la descripción de las collas o reinas, esposas de los incas, destacando sus cualidades morales y físicas, su vestimenta símbolo de prestigio (aspecto que ha destacado Mu- rra 1975: 145) y su forma de gobernar. Los datos que proporciona han sido una fuente importante para la reconstrucción de la historia “oficiar’ del incanato.
Siguiendo el orden jerárquico, prosigue con la descripción de los capitanes que se encargaban de las conquistas guerreras y del control militar del imperio. La narración
de sus hazañas no es otra cosa que la historia del expansionismo incaico. Es importante notar que el autor describe a los capitanes más famosos y luego destaca a los capitanes de cada suyo, cada una de las cuatro partes en que estaba dividido el imperio del Tawantinsuyo. Esta información es importante para el estudio de la organización política y militar del imperio. Los capitanes están acompañados de sus esposas que cumplen funciones políticas en su calidad de reinas locales.
El autor prosigue su crónica haciendo una “visita general del reino de las indias” (p. 194). La visita se organiza en “diez calles” para hombres y diez para mujeres. En cada “calle” figura un personaje arquetípico de la estructura social incaica. El autor organiza de tal manera la información que resulta un verdadero análisis de la división social del trabajo por sexos y edad. Según Murra, las calles “ofrecían la información más detallada acerca de la constitución de la unidad doméstica y el papel de los jóvenes” en el incanato (XIV). La primera calle corresponde a los “hombres valientes de 33 años”, indios guerreros y tributarios, son la fuerza de trabajo, los seleccionados para el ejército, los encargados de poblar otras regiones Qniiti- maes), los que laboran en las minas. La segunda calle corresponde a los viejos de 60 años, encargados de las sementeras, de los almacenes, del servicio de los principales. En cada calle, el autor destaca las funciones que le corresponden a cada grupo arquetípico de la estructura social. Hasta los enfermos y los niños desempeñan labores importantes y se les considera indispensables. “Los que tenían ojos servían para ver, los que tenían pies andaban, los que tenían manos tejían y servían de despenseros y quifucama- yoc (contadores), los enanos corcobados y narices partidas servían de pasatiempo, hablar, chocarrear” (p. 203). Los niños ayudan a los mayores, cuidan el ganado, cazan y recolectan plumas para los tejidos, consiguen hierbas, frutos y flores. Cada cual tiene su lugar y su función y
se accede a la otra función arquetípica cuando se llega a la edad correspondiente. Las calles nos muestran los ámbitos más importantes de la organización social del imperio: el trabajo agrícola, la guerra, la burocracia estatal y el mundo religioso. La visita nos revela un sistema tributario sumamente complejo y perfeccionado, donde cada uno tiene el lugar que le corresponde según su origen y de acuerdo a las fuerzas, experiencia y posibilidad con que cuenta.
Prosigue el autor describiendo los meses y los años aportando información sobre el ciclo agrícola y las festividades de cada mes. Informa también sobre ritos, costumbres y ceremonias (p. 261). En el capítulo referente a los ídolos, describe a las principales huacas (lugares sagrados) y el culto a los ídolos según cada uno de los suyos (regiones). Continúa la descripción con los hechiceros, curanderos y entierros de las momias reales, según la costumbre de cada lugar. También dedica un capítulo a la justicia y a los castigos en el incanato, de donde se puede desentrañar el sistema de valores que imperaba en el mundo andino. Continúa con la descripción de las fiestas, palacios, costumbres, personajes, instituciones y autoridades de la administración real antes de la conquista.
La segunda parte trata de la conquista y consolidación del poder colonial en el Perú. Waman Puma inicia el capítulo de la “conquista de este reino” con la descripción del primer encuentro entre indios y españoles. El europeo Candía se entrevista con el Inca Huaina Capac y éste le pregunta “qué es lo que comía, responde en lengua español y por señas que le apuntaba que comía oro y plata. Y ancina dio mucho oro en polvo y baji-
, lias” (p. 372). La narración, aunque con una serie de imprecisiones históricas, muestra con crudeza la causa principal de la conquista, que contrasta con las elucubraciones de los españoles que justifican la conquista por
una bula papal y el bien que le proporcionan a los indios cristianizándolos.
El autor explica la conquista con una serie de razones que todavía no han perdido actualidad y que forman parte de interpretaciones que podríamos llamar clásicas. En primer lugar está la situación de crisis interna del imperio, dada la guerra civil entre los hermanos Huascar y Atahual- pa. Otra razón que el autor insinúa es la alianza de distintos grupos étnicos subyugados por los incas que se unen a los españoles, donde los más representativos son los Huancas de la sierra central, a los cuales se les compara con los tlaxcaltecas mexicanos. Para el autor simplemente no hubo conquista: “Y no conquistó con armas ni derramamiento de sangre ni trabajo” (p. 397). Los estados tributarios con un poder central muy fuerte suelen ser débiles cuando hay pugnas en la cúpula. Esta situación permitió a los españoles establecer alianzas con las étnias subyugadas y los sectores menos favorecidos del incanato ( yanaconas) lo que facilitó la conquista. Algo similar sucedió en la conquista de México.
La muerte del Inca Atahualpa es inadmisible para el autor, “como pudo sentenciar un caballero a su Rey” (p.393) y la ejecución es interpretada como un acto de soberbia de Pizarro por atribuirse poderes que no tenía y que a fin de cuentas perjudicaba a la corona “y si no lo mataba, toda la riqueza fuera del emperador y se descubriera todas las minas” (¿fc.)
Después de tan fácil conquista se hizo notar la verdadera faz del conquistador “después de haber conquistado y haber robado amenazaron a quitar las mujeres y doncellas y a desvirgar por la fuerza. . . con solo dos palabras que aprendió decían: ama mancha noca inca} que no tenga miedo que era el inca, decían a voces a los indios y se huían de ellos por temor” (p. 397). La desintegración de la sociedad incaica empezaba a darse: “mu-
clios señores principales con el miedo del tormento dijeron que eran indios pobres”; por el contrario, los indios salteadores, que había en tiempos de los incas, “se hicieron yanaconas de los españoles y salteaban mucho mejor y robaban a los pobres indios” (p.399). La organización social, los sistemas ele linajes, la estructura jurídica, la división social del trabajo era cuestionada de raíz.
El intento frustrado de sublevación de los indios al mando de Manco Inca es justificado por el autor dadas las injusticias que cometían los españoles, pero a su vez también justifica la victoria de los españoles atribuyéndola a causas de tipo religioso. Fue la Virgen María la que salvó a los españoles. . . y de paso salvó a los indios, al darles la oportunidad de ser cristianos: luego se apareció el Señor Santiago y el inca tuvo que huir. Waman Puma juega siempre tratando de justificar a las dos partes: al defender al inca defiende su origen y una sociedad donde imperaba el orden; al aceptar el triunfo de los españoles reconoce la autoridad de su Dios y de su Rey.
La narración prosigue con sus pugnas por el poder entre españoles, los Pizarro contra los Almagro y el alzamiento de Hernández Girón.
El capítulo siguiente “Buen gobierno y Justicia” se refiere a la consolidación del poder colonial. El autor describe lo más sobresaliente de cada uno de los Virreyes y por lo general alaba a la primera autoridad, sus críticas se dirigían a todas las autoridades secundarias. Sin embargo, se indigna ante la decisión del Virrey Toledo que mandó matar a Topa Amaru Inca —muchacho de 15 años—, califica el hecho como un pecado de soberbia “y querer ser más que el Rey” (p .454). Continúa con la descripción de las autoridades eclesiásticas y religiosas a quienes alaba ampliamente; sin embargo, sólo se refiere a dos órdenes religiosas: franciscanos y jesuitas. La omisión
de dominicos, mercedarios y agustinos es su forma de expresar el profundo desprecio que les tiene.
A continuación viene un capítulo general en el que describe y denuncia el comportamiento de las autoridades civiles de segundo orden. El autor no se guarda palabras para denunciar la explotación sistemática de los indios por los españoles.
Concluye el capítulo recordando a los españoles que “la conquista no os costó nada, que la batalla y el alzamiento fueron entre vosotros traidores” y que procuren favorecer a los indios pobres de Jesucristo y en ellos a su Majestad (p. 573).
El capítulo de “padres, fiscales; cantores, sacristanes y visitadores” es una extensa relación acerca de la manera de proceder de los eclesiásticos y religiosos con respecto de los indios. El autor denuncia los abusos, arbitrariedades e injusticias de los padres, pone al descubierto los pretextos de los curas para explotar y aprovecharse de las indias “los padres hacen tejer ropa por fuerza a las indias diciendo y amenazando que está amancebada” (p.578). El autor esgrime argumentos teológicos para quitarles toda legitimidad a los curas.
Así como la queja principal contra las autoridades civiles se centraba en el robo y explotación de los indios, en el caso de los curas la denuncia se centra en el abuso sexual y esto afecta directamente el problema de la población que tanto preocupa al autor: “de multiplicar,
más multiplicó los padres que los indios en este reino. Después os espantáis, señoría, como no multiplica los indios, si solo un padre tiene doce hijos y todas las doncellas por mujer y no le deja, ¿cómo ha de multiplicar? (p.621). Waman Puma propone cómo deben ser los padres y cómo deben realizar sus actividades apostólicas.
El respeto del autor a las autoridades virreinales de primer orden tanto civiles como eclesiásticas refleja por
una parte su sometimiento y su aceptación de la autoridad española y por otra su esperanza de que puedan solucionar la situación. Con respecto a las autoridades secundarias no reprime sus juicios. No hay asomo de rebelión en Waman Puma, su indignación sólo llega a la denuncia.
Prosigue con una descripción de las autoridades indígenas y del sistema de organización social que debe aplicarse en la colonia. Su propuesta no es otra que reimplan- tar el sistema decimal de organización inca cambiando la cabeza. Primero el Rey, luego los descendientes directos de los incas, después los principales, los caciques de 1000 indios, de 500, de 100, etc. A cada autoridad le corresponde un tipo de vestido que lo diferencie externamente y tiene asignado un oficio y ciertas obligaciones, según el lugar de la escala social donde esté ubicado: alcalde, regidor, pregonero, verdugo, etc. Aunque las autoridades han cambiado de nombre, la estructura social que propone es un reflejo de la inca.
El autor, fiel a su proposición de presentar lo bueno y lo malo, termina el capítulo señalando las malas costumbres y abusos entre los indios como son: borrachera, hurto, desobediencia, pereza, idolatría.
Para terminar el autor se propone como ejemplo y narra hechos autobiográficos donde lo roban, apresan, injurian, en fin “todo a mi se me ha hecho, hasta quererme quitar mi mujer un fraile mercedario llamado Morua” (p. 920) ¿Qué les hará a otros pobres que no saben nada y son más pobres y sin favor?” (¿í?).
El tercer tomo se inicia con una serie de “consideraciones” donde el autor reflexiona sobre los principios y virtudes cristianas y como éstas no se cumplen en las Indias. Llega a la conclusión de que “todos los españoles son contra los indios pobres de este reino” (p.937). Generalización donde el autor pierde en prudencia pero gana en sinceridad. Su posición con respecto a otros gru-
pos sociales como los mestizos y los negros es bastante dura: los negros son simplemente esclavos y los mestizos bastardos. Un siglo después Tupac Amaru II haría un juicio similar de los españoles al señalar como enemigo al europeo, sin embargo, plantea establecer una alianza entre indios, mestizos, negros y criollos en contra del tirano español. No en vano habían pasado los años y la estuctura de clases se había definido mucho más claramente.
Después de las “consideraciones” el autor pasa al importante capítulo donde “Pregunta su Majestad y responde el autor”. Waman Puma se vale de un recurso literario para dar cumplimiento al sentido de su obra: informar al Rey para que se haga justicia. Como es obvio suponer los temas que se pregunta y se responde son los que más le preocupan: el problema de la población se plantea de distintas formas, dado que es su preocupación central. Se pregunta por qué antes se multiplicaban los indios y ahora no, qué se podría hacer para que se multiplicaran, cómo podrían los indios ausentes volver a sus ayllus, cuáles serían las soluciones para evitar la mortandad en las minas. Waman Puma propone distintas alternativas prácticas y una general que se resume en que los españoles vivan cristianamente, es decir dejen de explotar inhumanamente a los indios, y que los indios se sujeten a la ley incaica que ya había demostrado su eficacia. Sólo así la Corona podría obtener beneficios. Consciente de que en su sistema tributario —de prestaciones de trabajo— el nú mero de la población es clave y que atentar contra ella significaría poner en cuestión el sistema, afirma categóricamente: “quien pierde todos sus vasallos indios, lo pierde todo” (988). La táctica incaica de subordinar a los pueblos y no exterminarlos estaba completamente acorde con un sistema de tributo en trabajo, pero los españoles hacen completamente lo contrario y esto no es concebible para el autor.
Propone como medidas prácticas que se realice una
visita general para que el Rey esté bien informado, que se proceda con justicia castigando al culpable sea indio o español, que se aplique la residencia (juicio de residencia) a todas las autoridades, “sólo así será remediado vuestra majestad y se descargará su real conciencia” (p. 999).
A continuación el autor se propone dar una visión general de lo que son las Indias, la riqueza que contienen y cómo están organizadas. Empieza con una descripción del imperio incaico y la organización cuatripartita del ta- wantinsuyo, luego describe las ciudades y villas más importantes del reino, esta narración se llena de sentido al hablar y graficar la Villa Imperial del Potosí “por la dicha mina es Castilla, Roma es Roma, el Papa es Papa, el Rev es Monarca del mundo” (p. 1065). El autor expone gráficamente su intuición de una manera compleja y suge- rente: el inca emperador acompañado por los incas de los cuatro suyos apoyan las columnas sobre las que se sostiene el escudo de Castilla, a su vez, los incas están parados, sustentados, sobre la mina de Potosí. El autor señala simbólicamente la dependencia económica de la Corona. El Rey y Castilla son lo que son porque tienen indios que les trabajan y autoridades que les tributan.
Concluye su obra haciendo una relación de los meses y los años donde pretende integrar el calendario de festividades cristianas. El autor prefigura lo que sería el futuro de las Indias donde sobre una base económica y social inmutable se sobrepone una ideología cristiana.
En el último párrafo vuelve a suplicar que cada uno se quede en su lugar “cada uno párese su natural según Dios le crió y le mandó al mundo”, el desorden de la estructura jerárquica era el principal motivo de ruptura y desintegración de la estructura social andina. Tuvo razón la desintegración siguió a pasos agigantados y la crisis demográfica acabó con lo que había sido lo organización social arcaica.
Jorge D u r a n d
El Colegio de M ichoacán/CIESAS
Nota: A las citas textuales de W am an Puma se les ha modernizado la ortografía para facilitar su lectura.
BIBLIOGRAFIA
Arguedas José María, (1966) Dioses y hombres de Huarochirí. México: Siglo XXI Editores.
Murra John, (1975) Formaciones económicas y políticas del mundo andino. Lima, Perú: Instituto de Estudios Peruanos.
Ossio Juan, (1973) Guarnan Poma: Nueva Corónica o Carta al Rey. Un intento de aproximación a las categorías de pensamiento dsl mundo andino, en Ideología Mesiánica del mundo andino. Antología de Juan M. Ossio. Lima, Perú: Ediciones de Ignacio Prado Pastor.
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