Democracia y Comunismo: el sujeto de la política
Mtro. Juan José Abud Jaso
Proyecto Violencia y territorio. Construcción de identidades. Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM-México
1. Neoliberalismo es igual a neofascismo
La segunda película del súper héroe Capitán América cuyo subtítulo es el soldado del
invierno presenta una cuestión interesante. En la primera película, bastante mala por cierto,
se cuenta la historia del origen de este personaje. El futuro Capitán América es un
debilucho lleno de inconvenientes para ser alistado en el ejército estadounidense que
combatía en la segunda guerra mundial. No obstante, debido a su valentía y patriotismo
sigue intentando ingresar al contingente militar para luchar por la causa de su Nación. Eso
hace que un científico lo considere el candidato idóneo para probar en él un suero
experimental que convierte a los seres humanos en súper soldados. Al enclenque chico se
le administra su dosis convirtiéndose en un fortachón con grandes habilidades y
prácticamente invulnerable. Va a la guerra y derrota a la organización militar denominada
Hydra que es, nada más y nada menos, un escuadrón nazi demasiado radical hasta para
Hitler. Una vez que aparentemente ha vencido su avión se estrella en el hielo y el héroe se
congela hasta que es rescatado en nuestros días volviéndose un fósil viviente de la segunda
guerra mundial.
La segunda entrega de la película se enfrenta con un problema serio ¿Cómo
presentar a este anacrónico personaje en la actualidad? De acuerdo con la ideología
contemporánea, en la segunda guerra mundial es muy fácil ser patriota y que los demás
estén de acuerdo con ello. Se trata de una guerra “buena” en la que se combate contra el
paradigma actual del mal y del “totalitarismo”. Pero, ¿cómo reactivar esos valores una vez
que el patriotismo estadounidense ha sido actor y causa de intervenciones militares
injustificables? ¿Cómo defender el american way of life después de Vietnam, del genocidio
en Centroamérica, de las dictaduras impuestas en Latinoamérica, de Nixon, de Bush y la
invasión a Irak, de los desastres ecológicos causados por las empresas que el gobierno
norteamericano respalda? Es aquí donde el guionista de la película toma la única salida
posible: los nazis, la organización ultranazi hydra, no fue totalmente derrotada. Sufrió un
revés parcial, pero se reagrupó y logró infiltrarse en el gobierno estadounidense incluida la
agencia de seguridad para la que trabaja el Capitán América S. H. I. E. L. D. El propio
gobierno norteamericano es ahora la personificación del nazismo. Nuestro héroe entonces
se convierte, como es predecible, en el restaurador de la normalidad y de los “valores
típicamente americanos” ante un gobierno que los ha traicionado. Sin embargo, hay otro
detalle interesante en la película. Los ultranazis de Hydra han preparada una arma que
puede aniquilar de un plumazo a toda la oposición a su gobierno, a su poder. Se trata de
algunos mega satélites que orbitan la tierra y que identifican a los opositores para
fulminarlos inmediatamente ¿Cómo identifican a los opositores potenciales? Con la
información que nosotros mismos introducimos en Internet. Las naves satelitales son
capaces de leer nuestro Facebook, Twitter, los libros que compramos para nuestro Kindle,
los diarios y artículos que leemos, los e-mails que recibimos y enviamos, en suma, toda
nuestra actividad en la red. De eso modo, se puede calcular si somos adherentes o no al
gobierno y a los mecanismos de control de éste. Somos nosotros los que facilitamos
nuestra identificación y clasificación por medio de los rastros que dejamos al navegar en
Internet.
Ignoro si el guionista de la película tenía consciencia de lo que plasmaba o sí la
verdad se asomó por el inconsciente, pero me parece que da un diagnostico bastante
atinado en lo que se refiere al poder y a su ejercicio, impartición y gestión, ya sea en el
nivel geopolítico como en lo referente al control y producción de identidades en lo que
tiene que ver con los individuos.
Efectivamente, me parece que el sugerir que el fascismo ha vuelto de manera
infiltrada después de su derrota nos ayuda a entender la dinámica de la lucha de clases en
lo que va desde finales del siglo pasado a nuestros días. De hecho, la primera tesis que
quiero defender en este trabajo es que el fascismo ha vuelto en forma de neoliberalismo,
que el fascismo adoptó el lenguaje del liberalismo, que ya lo contenía en su seno y que, de
paso, hicieron obsoleto el lenguaje del marxismo-leninismo, tan útil para las luchas
proletarias en el ciclo que va de la exitosa (en su tiempo) revolución bolchevique (1917) a
la fallida revolución cultural china (1966-1976).
Pero, como dijera Jack el destripador, vamos por partes. ¿Qué es lo que entendemos
por fascismo? Entendemos, en corto, aquello que denominamos reacción, es decir, la
manera en que el Estado, o el poder establecido, se defiende de los espacios de liberación
abiertos por los movimientos sociales que defienden la igualdad. Estamos hablando de lo
que Badiou llama “sujeto reactivo”, o sea, la manera en que el poder reacciona y se
acomoda a lo nuevo, al acontecimiento, el propio pensador francés identifica esta figura
subjetiva con “el mal” en su libro la ética. El nazismo, que es una manifestación del
fascismo, quizá la más importante, es una reacción a la revolución bolchevique de 1917. El
nazismo, así como todos los fascismos, adoptan muchas características y el lenguaje del
propio comunismo.
Cuando los nazis hablan de “revolución nacional-socialista”, toman prestada una denominación –“revolución”, “socialismo”- certificada por los grandes acontecimientos políticos modernos (la revolución de 1792 o la revolución bolchevique de 1917). Toda una serie de rasgos quedan ligados por este préstamo y resultan por él legitimados: la ruptura con el antiguo orden el apoyo buscado en las asambleas de masas, el estilo dictatorial del Estado, el pathos de la decisión, la apología del Trabajador, etc.1
El sujeto reactivo se disfraza de la novedad para combatirla. Nazismo y socialismo real
tienen muchos parecidos, se parecen casi en todo, menos en lo más importante: el
socialismo real es un intento de abolición de la propiedad privada, el fascismo es su
defensa, la manera que adopta el capitalismo para no desaparecer frente al embiste que
recibe de parte de la revolución de octubre.
Podemos notar que la lucha de clases se articula en muchos campos que abarcan
también al lenguaje. Se trata de una lucha por la significación de las palabras, por construir
un lenguaje que delinee al mundo tal cual se quiere construirlo. El fascismo utiliza el
lenguaje (y las prácticas) del socialismo real para el uso contrario que los bolcheviques
querían darle: la defensa del capitalismo y la propiedad privada.
Sabemos en que termina la historia: los soviéticos detienen y derrotan a los
alemanes nazis mientras los aliados “cierran la pinza” por el este para derrotar a su antiguo
1 A. Badiou, La ética. Ensayo sobre la consciencia del mal, traducción de Raúl J. Cerdeiras, México, Herder, 2004, pp. 105-106.
aliado2 contra el comunismo. Esto inaugura el mal llamado periodo de “guerra fría”3 en que
tanto EE. UU. y la U. R. S. S. emergen como potencias mundiales en la que los dos
sistemas económico-políticos; capitalismo y socialismo, representados por ambos países,
entraban en competencia franca por el dominio mundial. De los años 50’s a los 70’s todo
parecía indicar que el bloque soviético llevaba la delantera, ya que las revoluciones
florecían y el socialismo conquistaba territorios tan vastos y poblados como China o tan
cercanos al Imperio como Cuba. El mundo capitalista se conformaba, a su vez, con otra
faceta subjetiva de la que nos habla Badiou en su dialéctica materialista: el sujeto oscuro4,
aquel que simplemente oculta el acontecimiento. El sujeto oscuro en estos años está
personificado por la otra avanzada del capitalismo ante el socialismo real: el
keynesianismo o fordismo también llamado “Estado de bienestar”. Derrotado el nazismo,
al capitalismo no le quedaba de otra que ofrecer concesiones a los trabajadores con tal de
que no se rebelaran y se pasaran al otro bando. Salarios mínimos, jornadas de ocho horas,
aceptación de los sindicatos y negociación con ellos, seguridad social, sistemas educativos
y de salud públicos son solo algunas prerrogativas que el capital estaba dispuesto a otorgar
al trabajo.
Ya en los años setentas, no obstante, el modelo del socialismo real estaba estancado
y no parecía que pudiera cumplir con su proyecto: la abolición de la propiedad privada y
del Estado. La supuesta extinción del Estado de la que hablaba Lenin no había sino dado
lugar, paradójicamente, a un Estado burocrático extremadamente poderoso que solamente
sirvió, en Rusia y en China, como un agente burgués que lideró un proceso, muy exitoso
por cierto, de industrialización forzada en sus respectivos países. Mao tenía razón cuando,
al grito de “¿Y dónde está hoy la burguesía en China? En el seno del partido comunista”,
comandaba a sus guardias rojos a luchar contra la estatización y burocratización del
proceso revolucionario en China.5Sin embargo, la tentativa maoísta fracasó y al morir el
2 Se olvida frecuentemente que las “democracias” occidentales “dejaron crecer” a Hitler ya que veían en él al “freno” del comunismo y no se equivocaban.3 Que le pregunten a los vietnamitas, coreanos o chilenos, por dar sólo tres ejemplos, si esta guerra fue tan fría cuando ellos la vivieron muy caliente.4 Sobre las figuras subjetivas en la filosofía de Alain Badiou cfr. de él mismo el capítulo “teoría formal del sujeto (meta-física)” en Lógicas de los mundos. El ser y el acontecimiento 2, traducción de María del Carmen Rodríguez, Buenos Aires, Manantial, 2008.5 Sobre la revolución cultural en China veáse A. Badiou, “la dernière révolution?” en L’hypothese communiste, Paris, Lignes, 2009.
caudillo se estableció “la vía capitalista” acometida por Den Xiao Ping. Era el momento
ideal para que los capitalistas tomaran la ofensiva y aprovecharon la oportunidad.
También sabemos el final de la historia, Milton Friedman y sus Chicago boys
reinventan el liberalismo económico y de le pone el prefijo de “neo”. Se trata de un
programa económico que propone la desregulación total de los mercados a la manera de
los antiguos fisiócratas del laissez faire. El neoliberalismo, que clama defender la libertad
y la democracia, inaugura su era mediante un violento golpe de Estado a un presidente
democráticamente electo cuando Augusto Pinochet derroca a Salvador en Chile. La
consolidación hegemónica de este movimiento de clase llego en los años 80’s cuando, bajo
el liderazgo de Ronald Reagan y Margaret Thatcher consolidaron este movimiento de clase
bajo la bandera de la “libertad”. Si ha existido algún movimiento teórico que supo leer bien
su situación y supo cambiarla ha sido el neoliberalismo. Economistas y políticos
neoliberales supieron abordar bien la crisis y ofrecieron una manera de resolverla, al
mismo tiempo que supieron interpretar los deseos de la gente para usarlos para sus propios
intereses. La demanda principal en los 70’s y 80’s en ambos bloques de la entonces
agonizante guerra fría era la de “libertad”. Los neoliberales supieron aprovechar este
ambiguo vocablo para moldear una libertad a sus intereses y poder cambiar el poder.
Tomaron un significante vacío como lo es la libertad y lo llenaron con un contenido que
favoreciera a los grupos que ellos representan: las empresas, las compañías multinacionales
y el capital financiero. La propiedad privada volvería disfrutar de un régimen casi sin
restricciones como lo seguimos sufriendo aún hoy en día.6
Los neoliberales lograrían en treinta años lo que los marxistas-leninistas no
lograron en 70 años. Cambiar la naturaleza del Estado. Obviamente, la revolución
neoliberal vino de parte de la clase dominante y la propiedad privada volvió a tomar todo
el poder. Se trataba de afirmar la libertad sí, pero la libertad del empresario frente a la del
obrero, la libertad del propietario frente a la libertad del que alquila, la libertad del Capital
frente a la del trabajo, la libertad de los bancos frente a la del pueblo. El fascismo anterior
6 Véase D. Harvey, Breve historia del neoliberalismo, disponible en línea en: http://colegiodesociologosperu.org/nw/biblioteca/breve-historia-del-neoliberalismo-de-david-harvey1.pdf
se revelaba simplemente como el acto fallido del fascismo actual que regresaba vencedor
con la bandera de la libertad.
2. El Estado neoliberal y la producción de individuos.
¿Qué es lo que cambia en el Estado neoliberal? Definamos primero lo que entendemos por
Estado. De acuerdo con Alain Badiou:
Llamo “Estado” o “estado de la situación” al sistema de obligaciones que precisamente, limitan la posibilidad de los posibles. Podrá decirse también que el Estado es aquello que prescribe lo que, en una situación dada, es lo imposible propio de una situación, a partir de la prescripción formal de lo que es posible. El Estado es siempre la finitud de la posibilidad y el acontecimiento es su infinitización.7
¿Qué es lo posible en el Estado neoliberal? El individuo. ¿Qué es lo imposible? La
organización de esos individuos en un cuerpo que los trascienda. Para el neoliberalismo,
los individuos son lo que existe. “Thatcher afirmó que no había «eso que se llama
sociedad, sino únicamente hombres y mujeres individuales»; seguidamente ella añadió, y
sus familias.”8 El soporte en los individuos le ha permitido al Estado neoliberal moldearlos
a su imagen y semejanza, de acuerdo con sus propios intereses. Así se consolidado una
figura de “cuenta-por-uno” en la que cada individuo está separado de los demás. No nos
engañemos, si bien en teoría el neoliberalismo defiende la utopía de la desaparición del
Estado y de un mercado autorregulado, lo que sucede en el “neoliberalismo realmente
existente” es que el Estado es usado como aparato tanto de represión como ideológico para
producir individuos obedientes y dóciles al sistema, individuos prestos a ser explotados. En
caso contrario, el Estado usará toda su fuerza contra aquellos que opongan a su poder y que
quieran cambiar las cosas.
El individualismo se logró descentralizando los lugares donde los seres humanos
vivimos para así perder la posibilidad de integrarnos y organizarnos. Todas nuestras
principales actividades han sido descentralizadas. En el siglo XX las revoluciones
surgieron de las fábricas, las escuelas y el campesinado. El Estado neoliberal, en su
avanzada fascista, ha logrado desmantelar a los tres. Ya no nos concentramos para trabajar,
sino que el outsourcing se está convirtiendo en la regla. El separar a los obreros y las 7 A. Badiou, L’hypothèse communiste, Paris, Lignes, 2009. P. 191. Traducción mía.8 D. Harvey, op. cit., p. 28.
obreras es la regla. Toda la estrategia patronal es de división y de lograr la imposibilidad
de la clase obrera. Que no se trabaje juntos es la divisa, y si se trabaja juntos tenemos al
racismo para separar. El campo ha sido despojado de los campesinos que se consideraban
parte del paisaje en donde trabajaban para volverlo en una fábrica rural al estilo de
Bachoco o Pilgrim’s pride. La escuela se ha convertido en una institución privada que se
dedica a uniformizar los individuos y a volverlos obedientes al poder del capital.
De hecho, en el capitalismo neoliberal se logró un hecho sin precedentes en la
historia de la humanidad: el que se considere que el ser explotado es un privilegio. El
sistema produce, no ya un “ejercito de reserva” como nombraba Marx al desempleo, sino
la producción en masa de hombres y mujeres desechables que funciones como espada de
Damocles para aquellos que son integrados en la masa laboral. Aquellos que pueden
vender su fuerza de trabajo, lo hacen de manera muy barata debido hay que hay millones
detrás de ellos esperando tomar su lugar en la línea de producción.
Como para el neoliberalismo solamente hay individuos que toman decisiones y son
responsables de ellas y no un sistema que provoca que las personas estén en el lugar donde
están se trata de echarles la culpa a los pobres de su pobreza. El Estado neoliberal también
ha triunfado en responsabilizar a los ciudadanos de sus fallas. ¿No tuviste oportunidad de
tener educación? La culpa fue tuya (o de tus padres, recuerden que Thatcher agrega que las
familias también existen) porque no ahorraste e invertiste para tu educación. ¿No tienes
empleo? También es culpa tuya por no haber invertido en la opción educacional correcta.
¿No tienes acceso a los servicios de salud? Lo debiste haber pensado antes y gastado una
parte de tu, ya de por sí magro, sueldo en un seguro médico. Si sueñas con un trabajo
estable es que no corres riesgos y tu propia mediocridad te hunde. El Estado se las ha
arreglado para presentar su organización y represión no sólo como lo “natural”, sino
también como lo más justo posible. La defensa de la libertad no ha funcionado más que
como una estrategia ideológica para responsabilizar a las víctimas de su propio infortunio.
En esta fase superior del capitalismo que es el neoliberalismo cada individuo se ha
convertido en un “empresario de sí mismo” que tiene que invertir su capital de la mejor
manera posible, dentro de las posibilidades que ofrece el mercado, competir. Incluso la
fuerza de trabajo es algo que debe hacerse crecer por medio de la educación, privada por
supuesto. Todo es una mercancía, incluida y sobre todo, nuestra vida, de nosotros depende
el valor que le agreguemos, nos dice el super-yo neoliberal instalado en nuestro cerebro,
como si fuera un chip, según el credo burgués.
El capitalismo neoliberal ha tenido éxito en implantar la idea de que el rendimiento
laboral es nuestro proyecto por lo que los individuos viven las coacciones no cómo
externas, sino cómo internas. De ese modo, aquel individuo que se cree libre por no seguir,
en apariencia, a algún liderazgo, no es otra cosa que el esclavo absoluto. La lucha de clases
se internaliza y se sitúa en el seno de nuestra propia individualidad y, como individuos, es
casi imposible discernir entre nuestras verdaderas necesidades y las necesidades del
capital. Como dice Byung-Chul Han: “En el régimen neoliberal de la autoexplotación, uno
dirige la agresión hacia sí mismo. Esta autoagresividad no convierte al explotado en
revolucionario, sino en depresivo.”9
La depresión es el “castigo” que nos infligimos cuando sentimos que no acatamos
el mandato del capital. ¿Cuál es ese mandato? El super-yo del sistema nos responde:
¡Enriquécete y goza! La promesa del capitalismo neoliberal, al tratarnos a todos como
consumidores y olvidando nuestra faceta como trabajadores, es que el gozo es infinito de la
misma manera que la acumulación de capital lo es. Y que si no gozamos es responsabilidad
nuestra. El capitalismo neoliberal promueve una vida dedicada al placer, una vida de
pasividad dedicada sólo a satisfacer nuestros impulsos narcisistas que nos aíslan como
individuos.
El consumidor pasivo es la individualidad o identidad que promueve el capitalismo
neoliberal. El propio sistema intenta reducirnos a la mera animalidad ya que propone
dedicarnos solamente al sentirse-bien del cuerpo. El capitalismo reduce a todos los
individuos, a todos los cuerpos aislados, a sus capacidades comerciales y a sus intereses
particulares, a sus pequeños deseos y fetichismos, entonces, produce una animalidad
comercial generalizada.
9 Byung-Chul Han, Psicopolítica, traducción de Alfredo Bergés, México, Herder, 2013, emplazamiento 161 de la versión kindle.
El mundo debe estar regido por el mercado según los neoliberales y, en cierta
forma, han logrado que así sea. Esto significa que estamos condenados a producir para que
los propietarios se enriquezcan mientras estamos encerrados en nuestro goce privado ¡hay
que recordar que todo es privado hoy en día! El mundo es así una colmena en la que cada
quien atiende su goce mientras alimenta al capital, trabaja para su reproducción. De esta
manera, el capitalismo es una gigantesca máquina de indiferencia: la igualdad corporal
abstracta y objetiva postulada por el Mercado es que cada quien debe competir contra cada
cual. Con esta producción material de la indiferencia todos buscan equiparse como el
mejor predador. Si todos vamos a ser animales, más vale ser cazador que presa. Esto nos
lleva a la más radical y material reducción de lo humano a su subestructura animal y
presenta una inmensa producción, organización y administración de la indiferencia.
La “democracia” es por ello el emblema de este inmundo mundo regido por el
mercado. Es este sistema político, que Badiou llama capital-parlamentarismo, el que mejor
conviene para suscitar la apariencia de “libertad individual”. Las opciones políticas son
siempre las mismas, son lo que define lo “posible” y son tratadas como mercancías, como
productos chatarra que debemos comprar, tal como un refresco o una pasta de dientes. El
parlamentarismo asegura la continuidad de la reproducción del Capital, Es, en efecto, una
forma política que excluye las rupturas, que garantiza el mantenimiento del
funcionamiento del mercado precisamente porque funciona bajo la lógica del mercado. Las
elecciones son un asunto de teatralización mercadológica de la vida política. La
democracia es el custodio de una oligarquía conservadora cuyo principal y violento
quehacer es resguardar su propio territorio a la manera de los animales.
La democracia implica lo posible y, por ello, conservar la situación cómo está, dejar
intacta la desigual asignación de lugares y roles dentro del propio sistema. Implica que los
que mandan sigan mandando y los que obedecen sigan obedeciendo. El cambio sólo puede
presentarse como una extensión de lo posible. Una característica esencial es la política
neoliberal es la condenar lo imposible, es decir, prohibir en política la experimentación. La
búsqueda de nuevas formas de organización es vista como una idea criminal, algo que sólo
tiene consecuencias mortíferas o asesinas, algo que es necesariamente “totalitarismo”. El
totalitarismo, nos dicen los bien pensantes apoyadores del régimen no hace sino asesinar o
exterminar a las personas ¡Como si el capital-parlamentarismo defendiera la vida y no
persiguiera a los opositores! Esto tiene como consecuencia que la meta suprema de nuestro
aciago tiempo sea la conservación de la vida, por más falsa, mediocre y opresiva que esta
pueda resultar. La supervivencia, la simple conservación de la vida nos coloca en la
posición de individuos pasivos que buscan ciegamente el goce. Los votantes pasivos son,
por ejemplo, considerados más importantes que el militante activo al que se le condena con
severidad.
Ya que es la tapadera de capitalismo, el régimen parlamentario es, necesariamente
corrupto. No es una cuestión de honestidad personal. Si bien, existen casos de corrupción
personal, si bien algunas veces perseguidos y otras no, en México nunca por cierto, la
corrupción sistémica del capitalismo manche necesariamente al sistema que la mayoría
llama democrático. Mientras no reactivemos la hipótesis comunista, la corrupción será
intrínseca a nuestra vida. Ya que el capitalismo sólo tiene un contrario: el comunismo.
3. La idea comunista o la superación de la animalidad
Los imperativos contemporáneos que profiere el capitalismo neoliberal de la actualidad y
que buscan regir sobre nuestra existencia son puramente corporales y puramente relativos a
lo posible. Temen al riesgo y conjuran cualquier intento novedoso en política. Se trata de
vivir sin riesgos y sin idea, vivir simplemente en pos de la pura satisfacción personal. Ello
nos confina a una vida puramente animal. La verdadera pregunta materialista es ¿hay vida
en el más acá? ¿Qué es vivir realmente? Pero, ¿qué es una idea? ¿Qué significa vivir de
acuerdo a ella? De acuerdo con Alain Badiou: “… una Idea es la posibilidad; para un
individuo, de comprender que su participación en un proceso político singular (su entrada
en un cuerpo-de-verdad) es también, en un cierto sentido, una decisión histórica. Con la
Idea, el individuo, en tanto que elemento del nuevo Sujeto, elabora su pertenencia al
movimiento de la historia.”10 Vivir según una idea significa incorporarse a un
procedimiento de Verdad. La verdad es para Badiou un proceso que implica darle cuerpo a
un proceso que tiene por fin cambiar la situación o mundo modificándolo para que se
incorporen a él aquellos o aquellas que han sido excluidos, que no tienen nombre, aquellos
10 A. Badiou, op. cit., p. 185.
que Marx llamaba el proletariado. El proletariado es aquello que no se presenta en la
situación, que las reglas de aparición estatales impiden que se presente. Por ejemplo, en
México, el Estado organiza la situación de tal modo que no pueden aparecer, es decir, ni
verse ni escucharse las mujeres indígenas obreras. A pesar de que se pueden contar por
millones, ellas no aparecen por ningún, si acaso, lo hacen como un número en las
estadísticas o en los diarios cuando en las páginas centrales se habla de “las desaparecidas”
aquellas mujeres que en el camino de las fábricas maquiladoras a sus casas en los
miserables barrios de las ciudades simplemente se esfuman para aparecer, a veces, como
cadáveres con restos de violación sin saber jamás acerca de su identidad. Un proceso de
verdad busca que aparezcan aquellos que “no son nada” que tienen un mínimo de
aparición. Para ello, es necesario cambiar radicalmente, de tajo, la situación que las
invisibiliza, que las convierte en simple instrumentos sin voz. Casi el mismo caso que el de
las mujeres indígenas son los campesinos asesinados y que solamente son contabilizados
como “víctimas colaterales” de la llamada guerra contra el narcotráfico, cuando no se les
acusa a ellos mismos de narcos. Algunas veces, de manera imprevisible, estos invisibles,
estas impresentables, se asoman por el agujero de la historia, como sucedió en el
levantamiento armado del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional el 1 de Enero de 1994.
Es entonces que presenciamos lo que Badiou llama un acontecimiento.
Un acontecimiento es una ruptura en la disposición normal de los cuerpos y los
lenguajes tal como existen en una situación particular. Es aquello que se escapa de las
garras del Estado. Se trata de la creación de nuevas posibilidades, de aquello que el Estado
prescribía como imposible. El acontecimiento emerge de manera momentánea, para que
perdure necesita de un Sujeto que lo soporte, un Sujeto que lleve a cabo un procedimiento
de Verdad. Dice Badiou: “Llamo “procedimiento de verdad” o “verdad” a una
organización continua, en una situación (en un mundo), de las consecuencias de un
acontecimiento. De inmediato se advertirá, que a toda verdad le corresponde un azar
esencial, el originarse en un acontecimiento.”11
Badiou propone que la verdadera vida es vivir bajo la idea. Es decir, ser fieles a
algún acontecimiento de verdad política para poder instaurarlo en el mundo. Se trata de
11 Ibid., p.192.
organizar las consecuencias para llevar a cabo la continuación de las consecuencias de un
acontecimiento. ¿De dónde nos vienen las ideas justas? Decía antiguamente Mao,
respondiendo que vienen de la práctica. La práctica es el nombre para lo real de las luchas
de liberación. Organizarlas y mantenerlas es la fidelidad que mantiene viva la rebelión en
nuestro mundo y que no deja que se apague la llama de los movimientos de revuelta, al
contrario, mantiene la lucha en guardia.
La idea comunista es la afirmación continua de que una nueva verdad política es
posible, y que el forzamiento de lo imposible en dirección a lo posible se logra por la
sustracción al poder del Estado. La idea comunista afirma que este proceso sustractivo es
infinito. Siempre es formalmente posible que la línea de demarcación, asignada por el
Estado, que separa lo posible de lo imposible sea, una vez más, desplazada. La idea
comunista afirma que otro mundo es posible si nosotros somos participantes y militantes
del cambio y canjeamos nuestra existencia limitada de individuos por la construcción de un
sujeto de verdad dedicado a la emancipación de la humanidad entera.
La verdadera vida, así como la verdadera libertad, consiste en participar punto por
punto en la organización de un nuevo cuerpo, el cual soporta la creación excepcional de
una verdad. Un individuo se transforma en sujeto cuando apoya o soporta la posibilidad del
advenimiento de algo nuevo en un mundo viejo. Es un conjunto lógico de prácticas
creativas. Es un nuevo cuerpo que soporta un cambio real, no es un devenir, sino un corte,
una pura discontinuidad, una nueva multiplicidad que aparece inesperadamente en el
mundo. La idea comunista no es un ideal, es el proceso de cambio efectivo por el que se
supera la injusta y desesperada situación del capital-parlamentarismo que nos condena a la
pasividad de vivir encadenados a nuestra propia satisfacción animal.
El capitalismo neoliberal ha logrado que todos los individuos, a la par que sufrimos
el poder, seamos trasmisores del mismo. El poder es una red que atraviesa nuestros cuerpos
debido a que es el propio Estado el productor de nuestra individualidad. Al incorporarse a
un cuerpo de verdad el individuo se excede a sí mismo, Cada vez que un individuo decide
formar parte de un procedimiento de verdad, elige renunciar a su yo, a su identidad. Esto
para abandonar los lazos que lo vinculan con el poder y dedicar su vida o existencia al
soporte la verdad que lo ha seducido. El individuo, ahora devenido sujeto, abandona vivir
de acuerdo a su goce, a su propia satisfacción para experimentar un cuerpo que lo excede,
que lo trasciende y que hace historia. Dice Badiou: “… la política es precisamente, cuando
existe, una interrupción de la pulsión psíquica individual en beneficio del entusiasmo
colectivo racional”12
Al incorporarse a un proceso subjetivo, el individuo está rompiendo con sus propios
límites, está gozando del infinito. Lo que hemos llamado Sujeto es cuando algunos
individuos o varios individuos se suman a la realidad de lo infinito. Lo real es infinito, y
las verdades en cuanto tocan a lo real, en el sentido lacaniano de lo imposible, están
relacionadas con lo infinito. El ser humano supera su animalidad cuando se convierto en un
goce finito de lo infinito. La política de emancipación o el comunismo toca el infinito
porque es aquella experiencia de organización que excede los límites que nos impone el
Estado. El comunismo es la política de los sin nombre, la victoria de las masas anónimas,
de quienes el Estado mantiene en una ignominiosa insignificancia. Para identificar los
nuevos posibles que surgen de lo real, de lo imposible debemos de tener una Idea. Una
Idea que incluya la novedad de lo posible-imposible y que ponga al descubierto el
procedimiento de verdad del que somos militantes. Para militar, para incorporarnos a la
Idea y experimentar el infinito necesitamos una disciplina. El goce de lo infinito no es un
goce espontaneo, es un goce que se alcanza mediante el esfuerzo y el trabajo colectivo, en
común. Como dice Badiou: “Necesitamos una disciplina popular. Diría incluso… que
‘aquellos que nada tienen sólo tienen su disciplina’. Los pobres, los que no cuentan con
medios financieros ni militares, los que carecen de poder, lo único que tienen es su
disciplina, la capacidad de actuar en conjunto. Esa disciplina ya es una forma de
organización”13 Sin disciplina, nueva organización no es posible sustraernos a la potencia
del Estado. La verdadera libertad exige una elección radical que ponga en cuestión nuestra
existencia individual, trabajo, disciplina y estricta organización.
No es necesario que, como en la película del Capitán América, se construyan naves
satelitales para identificarnos y eliminarnos, cualquier oficinista con acceso a internet
12 A. Badiou, Sarkozy pire que prévu. Les autres prévoir le pire, Paris, Lignes, 2012, p. 15. Traducción mía.13 Citado en S. Zizek, “La verdadera izquierda de Hollywood” disponible en: http://www.perfil.com/cultura/La-verdadera-izquierda-de-Hollywood--20070516-0003.html
puede hacerlo y, por ello mismo, estamos expuestos a sufrir todas las represalias que el
poder del Estado puede infringirnos. La disciplina comunista nos debe hacer inmunes a
ellas. Al actuar diferente, poniendo el énfasis en lo común y no en lo privado, en lo
colectivo y no en el individual, vamos a ir conquistando nuevos espacios en los que el
poder del Capital no tenga injerencia.
¿Cuáles son las tareas en el presente? Primero que nada no avergonzarnos de
nuestra filiación comunista. El neoliberalismo ha triunfado en hacernos creer que el
comunismo es un proyecto asesino. Tenemos que demostrar que el comunismo es
seguridad social, pleno empleo, feminismo, educación para todos, control de armas,
vacaciones pagadas, servicios de salud universales, salario básico asegurado. Que el
comunismo es el gobierno del Pueblo y que su misión es suprimir al opresor. Es el
“mandar obedeciendo” de los zapatistas. Es, esperamos que ahora sí y vamos a intentarlo,
la extinción del Estado. A partir de 2008, el discurso neoliberal se resquebrajado, es una
oportunidad de oro, para introducir nuevas prácticas organizativas que tengan por objetico
el desmantelamiento de la propiedad privada, si perdemos esta chance tendremos que
esperar hasta la siguiente crisis, si es que aún hay humanidad para soportarla. En el siglo
pasado se decía que la alternativa era “socialismo o barbarie”. En el siglo XXI la
alternativa es “comunismo o suicido colectivo” ya que el capitalismo neoliberal ya es la
barbarie que está provocando la extinción de la vida en el planeta.
Considero que el neoliberalismo es en realidad “neofascismo” y que el hecho que
se presente con ese nombre y como defensor de la libertad sólo da cuenta de nuestra
derrota como comunistas. El nazismo es el “acto fallido” del neoliberalismo y sólo se
explica de manera retrospectiva por este último. Creo que debemos considerar al
“socialismo realmente existente” como el acto fallido del comunismo. Los neoliberales
hicieron obsoleto el viejo lenguaje del materialismo dialéctico; urge crear una lengua
comunista nueva con la que nos comuniquemos los militantes de todo el mundo. Su
construcción está en proceso. Va a ser un lenguaje en el que el “yo” desaparece y el
“nosotros” será el sujeto principal. Las victorias nos van a permitir, por fin, hacer el duelo
adecuado para el “socialismo realmente existente” y poder explicarlo al fin. Se trata de
crear un nuevo movimiento mundial que le haga justicia a nuestro pasado y que por ello
explique sus errores, de otra manera, sus fantasmas nos seguirán rondando.
Decía Sartre que “todo anticomunista es un perro”. Se refería a que si la hipótesis
comunista es impracticable, si no es realizable, los neoliberales tienen razón y nuestra
existencia no vale un comino ya que estaría regida por el libre mercado, la competencia y
los pequeños placeres y grandes penas que atraviesan nuestra existencia. Si simplemente
somos como insectos con un lugar predeterminado y fijo en la organización considero que
la humanidad no vale la pena. Si somos capaces de construir nuevas formas de
organización social que afirmen la igualdad y la dignidad de todos los seres humanos
habremos demostrado que no tenemos un cerebro por adorno y que el corazón siente
también el dolor ajeno como propio y que tenemos la capacidad de transformarlo en la
dicha colectiva, en un proyecto común que trascienda el dolor de aquellos que ha olvidado
el sistema en la capacidad de construir fraternidad. Yo le apuesto al comunismo y, aunque
haya resistencia por parte del poder estatal, prefiero ser un hombre, experimentar el
infinito, que vivir como un perro que clama por sus huesos en el “libre” mercado.